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jueves, 9 de septiembre de 2021

TOMO XXV, 25, levantamiento, guerra, tomo XII, 12

COLECCIÓN
DE

DOCUMENTOS INÉDITOS DEL ARCHIVO GENERAL
DE LA
CORONA DE
ARAGÓN,
PUBLICADA DE REAL ORDEN
POR
SU ARCHIVERO,
D.
MANUEL DE BOFARULL Y DE SARTORIO,

TOMO XXV.

LEVANTAMIENTO


Y


GUERRA DE CATALUÑA

en tiempo de don Juan II.
DOCUMENTOS RELATIVOS A AQUELLOS
SUCESOS,
PUBLICADOS DE REAL ORDEN
POR
D. MANUEL DE BOFARULL
Y DE SARTORIO,
Archivero de la Corona de Aragón.

Tomo
XII.

BARCELONA.
EN LA IMPRENTA DEL ARCHIVO.
------
1863.


// Editor: Ramón Guimerá Lorente. Hay comentarios, (entre
paréntesis y cursiva
), y textos de Çaportella que no agradarán
o gustarán demasiado a los lectores catalanistas del siglo, el XXI.
Que se vayan a freír fuets o espetecs //


Con la idea de suministrar al lector
todos los datos que puedan ayudarle a tener un cabal conocimiento de
los asuntos a que hace referencia la Colección de documentos, (según
manifestamos en el prólogo de la misma, y especialmente, por lo que
toca a las Turbaciones de Cataluña, en la advertencia al lector que
precede a esta parte,) damos a continuación el registro
perteneciente al diputado Çaportella, único que, apartándose de
sus compañeros, pretendió representar por si sólo la Generalidad
o Diputación de Cataluña (no la llamaban Generalitat entonces
los deputats del General, sino casa de la deputacio
) en los
puntos donde se conservaba la obediencia al rey Don Juan.
En
el mismo preliminar a que acabamos de aludir se encuentra consignado
este hecho, al hacer referencia de todo lo que se proyectaba publicar
para enriquecer con toda clase de documentos este azaroso periodo de
discordias civiles, acerca de las cuales mucho se ha escrito y mucho
se ha errado, especialmente por aquellos escritores inmediatos al
tiempo en que la dinastía del rey Fernando 1.° estaba en todo su
apogeo, los cuales o perpetuaron sin malicia y sin criterio histórico
retrospectivo las falsedades de los que tenían interés y deber en
celebrar los hechos de los vencedores, o temieron que el apartarse de
la rutina y desentrañar la verdad era destruir lo que por la fuerza
de los años se daba como cierto y admitido. Con el objeto, pues, de
ayudar a la aclaración de la verdad, vamos cumpliendo lo prometido,
y tocándole ahora el turno, después de publicados todos los
registros de la Diputación y el de cartas, que precede, al
indicado registro particular de Çaportella, lo daremos a luz,
insiguiendo el mismo sistema, para su publicación, que hemos
empleado en todos los demás tomos que el lector tiene ya conocidos,
no sin que hagamos algunas prudentes observaciones para guia del que
pretenda estudiar y comparar los diferentes documentos con que
aquella se va enriqueciendo.
Va encabezado el registro del
Çaportella
con una larga relación de los trabajos pasados al tener
que residir como diputado en Barcelona, donde dice que unos pocos
ciudadanos
de la misma, unidos también con unos pocos del
Principado, sustentaban la inicua rebelión, y añadiendo, sin duda
para disculpar su inconsecuencia, que si bien había firmado papeles
que servían para fomentar aquella, había sido sólo obligado a la
fuerza, con gran peligro de muerte, llegando a asegurar que en las
mismas sesiones, cuando él era de voto contrario, le llenaban de
insultos y hasta le amenazaban con arrojarlo por la ventana.
(No
hace falta creer a Çaportella, sólo hace falta ver las sentencias de muerte de los deputats del General para cualquiera que les llevara
la contraria. Ejecuciones de personas, exilio, embargo de bienes para
usarlo en la guerra, etc. Está todo muy bien documentado en sus
cartas anteriores; en especial esta de 1461
).
Estas son las razones en que se apoya para
justificar su fuga, y hasta acaso para que se admita como regular y
posible la representación de los estamentos de Cataluña en su
persona, aun cuando dice obrar “en nombre de los presentes y
ausentes fieles al Rey”, y cite algún personaje conocido y de gran
influencia y representación. Mas como del examen comparativo de este
volumen con los anteriores resulten desvanecidas algunas de las
aserciones del prófugo, (este Manuelico era más liante que su
padre Próspero
) creemos deber nuestro consignarlas, para que así
con más seguridad e interés pueda el lector
estudiar los sucesos por los documentos, y deducir, por consiguiente, la pura verdad histórica.
Resulta, pues, de
nuestro estudio comparativo, que la fidelidad del Çaportella
al rey Don Juan (recuerden que en el tomo 24 los deputats
ya fueron a buscar a Portugal a Perico el de Calaf, el condestable,
pactaban con el rey de Francia y el de Castilla
) no se dio a
conocer tan pronto como debía,
(¿acaso os pensáis que le gustaba
prescindir de su cuello al señor Çaportella?
) puesto que
siguió aquel ejerciendo su cargo de diputado (bien remunerado)
desde el principio del trienio y sin tener medio o
resolución para huir
(consulten el documento donde se manda
matar a algunos sediciosos en contra del Principat de Cathalunya;
otros documentos donde se manda matar a presos del bando del Rey
auténtico, Juan II, etc
) hasta el siete de enero de 1463,
esto es, más de un año después de la muerte del Principe de
Viana
; que, a ser victima de los insultos y violencias que
cuenta, ni él hubiera seguido tanto tiempo (eso te lo crees tú,
Bufa al ull, que también recibías una buena paga por tu empleo como
archivero
), sin gran fingimiento, representando uno de los
principales cargos
en una corporación que tenia buen
cuidado de señalar por sospechosos a los que le parecía,
confiscándoles los bienes cuando era menester, ni, de seguro,
hubieran permitido los mismos insultadores que siguiera en el banco
de la Generalidad (otra falsedad de Manuelico Bofarull que
no sabe atenerse a los textos que transcribe, cosa que aprendió de
su padre, la casa de la Deputacio, casa del General, tontolaba.
) hasta la hora
perentoria de su fuga, un diputado que, según él mismo revela
después en su registro, era el principal enemigo de la rebelión:
que los que representaban el Principado en Barcelona (los
deputats del General, consell de cent, ciutat de Barchinona
) no
fueron tan pocos
como se supone, ni aun durante ciertos periodos de mayores
complicaciones y apuros, encontrándose entre ellos personas tan
distinguidas como el vizconde de Rocaberti, don Francisco de Pinós,
Gerardo Alemany de Cervelló, el conde de Pallars, el obispo de Vich,
el abad de Montserrat, el deán de Lérida y otros muchos, cuyos
nombres puede haber notado el lector en los anteriores documentos;
que cuatro meses antes de desaparecer el diputado existen cartas
suyas en las que no sólo manifiesta estar identificado con las ideas
de los rebeldes de Cataluña (lo contrario le hubiese hecho bailar sin tarima), sino también gozarse en la esperanza de la venida
del rey de Castilla,
cuya llegada a Soria participa a varias
municipalidades (sesión del 31 de agosto de 1862);
(Manuelico,
que no sabes ni en qué año estás trabajando los textos del
archivo; te refieres a 1462; en 1863 se publica este tomo 25)

y
que el único acto por el que tal vez podria empezarse a sospechar
de su modo de sentir politico
es el que se nota en 11 de octubre
del mismo año, cuando, al designarse a algunas personas como
sospechosas, se abstuvo libremente Çaportella de manifestar
su opinión en lo tocante a las personas eclesiásticas.
Hacemos
estas observaciones para que el lector, recordando estos antecedentes
al leer el registro que ha de justificar la transformación del
antiguo diputado rebelde, pueda admirar con mayor interés la
desconocida causa de aquella, o sospecharla quizá, al ver que la
descision (decisión) del prófugo no tuvo lugar
hasta muy poco después de haberse acordado aclamar por rey
a Enrique de Castilla
, pudiendo así el que compara atribuir con
mayor justicia a cada acto el valor que se merezca.
(Esa
aclamación haria rodar cabezas, y este buen hombre lo sabia desde
hacia tiempo; y otras traiciones de catalanes representantes del
Principado: lo de Portugal, Francia, etc.)

El volumen, pues,
que vamos a publicar a continuación comprende varias resoluciones y
cartas escritas a veces en nombre de la Diputación, que,
según es de ver, la venia a constituir el mismo consejo del Rey, o
con la sanción del arzobispo de Tarragona, y abraza desde 23 de
enero de 1463 a 15 de octubre de 1472, de manera que viene a
completar en gran parte el azaroso periodo de las turbaciones, objeto
de esta publicación desde algún tiempo, y en pro del cual iremos
dando a luz todos cuantos materiales nos suministren el Archivo general de la Corona y el especial de la antigua Diputación o
Generalidad de Cataluña

(en ninguna carta anterior de la colección, desde el tomo I de Próspero, la llaman Generalidad ni
Generalitat, sino casa de la Deputacio. Tanto Próspero como Manuel sí la llaman así)
.
Conviene advertir, sin
embargo, que en el primer documento que se encuentra de octubre, (25 de octubre) el
año es 64, y no 63, de manera, que o hay aqui un vacío de un año, o
todos los documentos anteriores a aquel mes llevan equivocadamente
el año anterior
, con lo que resultaria ser la fuga del diputado
más posterior aún de lo que decimos.
(El 16 de noviembre aparece 1463. Manuelico no podía haber cogido los textos donde no cuadra la data y publicarlos aparte; no daba para más. Como liante no tiene parangón hasta la actualidad).

TOMO XXV, 25, levantamiento, guerra, tomo XII, 12

COLECCIÓN
DE

DOCUMENTOS INÉDITOS DEL ARCHIVO GENERAL
DE LA
CORONA DE
ARAGÓN,
PUBLICADA DE REAL ORDEN
POR
SU ARCHIVERO,
D.
MANUEL DE BOFARULL Y DE SARTORIO,

TOMO XXV.

LEVANTAMIENTO


Y


GUERRA DE CATALUÑA

en tiempo de don Juan II.
DOCUMENTOS RELATIVOS A AQUELLOS
SUCESOS,
PUBLICADOS DE REAL ORDEN
POR
D. MANUEL DE BOFARULL
Y DE SARTORIO,
Archivero de la Corona de Aragón.

Tomo
XII.

BARCELONA.
EN LA IMPRENTA DEL ARCHIVO.
------
1863.


// Editor: Ramón Guimerá Lorente. Hay comentarios, (entre
paréntesis y cursiva
), y textos de Çaportella que no agradarán
o gustarán demasiado a los lectores catalanistas del siglo, el XXI.
Que se vayan a freír fuets o espetecs //


Con la idea de suministrar al lector
todos los datos que puedan ayudarle a tener un cabal conocimiento de
los asuntos a que hace referencia la Colección de documentos, (según
manifestamos en el prólogo de la misma, y especialmente, por lo que
toca a las Turbaciones de Cataluña, en la advertencia al lector que
precede a esta parte,) damos a continuación el registro
perteneciente al diputado Çaportella, único que, apartándose de
sus compañeros, pretendió representar por si sólo la Generalidad
o Diputación de Cataluña (no la llamaban Generalitat entonces
los deputats del General, sino casa de la deputacio
) en los
puntos donde se conservaba la obediencia al rey Don Juan.
En
el mismo preliminar a que acabamos de aludir se encuentra consignado
este hecho, al hacer referencia de todo lo que se proyectaba publicar
para enriquecer con toda clase de documentos este azaroso periodo de
discordias civiles, acerca de las cuales mucho se ha escrito y mucho
se ha errado, especialmente por aquellos escritores inmediatos al
tiempo en que la dinastía del rey Fernando 1.° estaba en todo su
apogeo, los cuales o perpetuaron sin malicia y sin criterio histórico
retrospectivo las falsedades de los que tenían interés y deber en
celebrar los hechos de los vencedores, o temieron que el apartarse de
la rutina y desentrañar la verdad era destruir lo que por la fuerza
de los años se daba como cierto y admitido. Con el objeto, pues, de
ayudar a la aclaración de la verdad, vamos cumpliendo lo prometido,
y tocándole ahora el turno, después de publicados todos los
registros de la Diputación y el de cartas, que precede, al
indicado registro particular de Çaportella, lo daremos a luz,
insiguiendo el mismo sistema, para su publicación, que hemos
empleado en todos los demás tomos que el lector tiene ya conocidos,
no sin que hagamos algunas prudentes observaciones para guia del que
pretenda estudiar y comparar los diferentes documentos con que
aquella se va enriqueciendo.
Va encabezado el registro del
Çaportella
con una larga relación de los trabajos pasados al tener
que residir como diputado en Barcelona, donde dice que unos pocos
ciudadanos
de la misma, unidos también con unos pocos del
Principado, sustentaban la inicua rebelión, y añadiendo, sin duda
para disculpar su inconsecuencia, que si bien había firmado papeles
que servían para fomentar aquella, había sido sólo obligado a la
fuerza, con gran peligro de muerte, llegando a asegurar que en las
mismas sesiones, cuando él era de voto contrario, le llenaban de
insultos y hasta le amenazaban con arrojarlo por la ventana.
(No
hace falta creer a Çaportella, sólo hace falta ver las sentencias de muerte de los deputats del General para cualquiera que les llevara
la contraria. Ejecuciones de personas, exilio, embargo de bienes para
usarlo en la guerra, etc. Está todo muy bien documentado en sus
cartas anteriores; en especial esta de 1461
).
Estas son las razones en que se apoya para
justificar su fuga, y hasta acaso para que se admita como regular y
posible la representación de los estamentos de Cataluña en su
persona, aun cuando dice obrar “en nombre de los presentes y
ausentes fieles al Rey”, y cite algún personaje conocido y de gran
influencia y representación. Mas como del examen comparativo de este
volumen con los anteriores resulten desvanecidas algunas de las
aserciones del prófugo, (este Manuelico era más liante que su
padre Próspero
) creemos deber nuestro consignarlas, para que así
con más seguridad e interés pueda el lector
estudiar los sucesos por los documentos, y deducir, por consiguiente, la pura verdad histórica.
Resulta, pues, de
nuestro estudio comparativo, que la fidelidad del Çaportella
al rey Don Juan (recuerden que en el tomo 24 los deputats
ya fueron a buscar a Portugal a Perico el de Calaf, el condestable,
pactaban con el rey de Francia y el de Castilla
) no se dio a
conocer tan pronto como debía,
(¿acaso os pensáis que le gustaba
prescindir de su cuello al señor Çaportella?
) puesto que
siguió aquel ejerciendo su cargo de diputado (bien remunerado)
desde el principio del trienio y sin tener medio o
resolución para huir
(consulten el documento donde se manda
matar a algunos sediciosos en contra del Principat de Cathalunya;
otros documentos donde se manda matar a presos del bando del Rey
auténtico, Juan II, etc
) hasta el siete de enero de 1463,
esto es, más de un año después de la muerte del Principe de
Viana
; que, a ser victima de los insultos y violencias que
cuenta, ni él hubiera seguido tanto tiempo (eso te lo crees tú,
Bufa al ull, que también recibías una buena paga por tu empleo como
archivero
), sin gran fingimiento, representando uno de los
principales cargos
en una corporación que tenia buen
cuidado de señalar por sospechosos a los que le parecía,
confiscándoles los bienes cuando era menester, ni, de seguro,
hubieran permitido los mismos insultadores que siguiera en el banco
de la Generalidad (otra falsedad de Manuelico Bofarull que
no sabe atenerse a los textos que transcribe, cosa que aprendió de
su padre, la casa de la Deputacio, casa del General, tontolaba.
) hasta la hora
perentoria de su fuga, un diputado que, según él mismo revela
después en su registro, era el principal enemigo de la rebelión:
que los que representaban el Principado en Barcelona (los
deputats del General, consell de cent, ciutat de Barchinona
) no
fueron tan pocos
como se supone, ni aun durante ciertos periodos de mayores
complicaciones y apuros, encontrándose entre ellos personas tan
distinguidas como el vizconde de Rocaberti, don Francisco de Pinós,
Gerardo Alemany de Cervelló, el conde de Pallars, el obispo de Vich,
el abad de Montserrat, el deán de Lérida y otros muchos, cuyos
nombres puede haber notado el lector en los anteriores documentos;
que cuatro meses antes de desaparecer el diputado existen cartas
suyas en las que no sólo manifiesta estar identificado con las ideas
de los rebeldes de Cataluña (lo contrario le hubiese hecho bailar sin tarima), sino también gozarse en la esperanza de la venida
del rey de Castilla,
cuya llegada a Soria participa a varias
municipalidades (sesión del 31 de agosto de 1862);
(Manuelico,
que no sabes ni en qué año estás trabajando los textos del
archivo; te refieres a 1462; en 1863 se publica este tomo 25)

y
que el único acto por el que tal vez podria empezarse a sospechar
de su modo de sentir politico
es el que se nota en 11 de octubre
del mismo año, cuando, al designarse a algunas personas como
sospechosas, se abstuvo libremente Çaportella de manifestar
su opinión en lo tocante a las personas eclesiásticas.
Hacemos
estas observaciones para que el lector, recordando estos antecedentes
al leer el registro que ha de justificar la transformación del
antiguo diputado rebelde, pueda admirar con mayor interés la
desconocida causa de aquella, o sospecharla quizá, al ver que la
descision (decisión) del prófugo no tuvo lugar
hasta muy poco después de haberse acordado aclamar por rey
a Enrique de Castilla
, pudiendo así el que compara atribuir con
mayor justicia a cada acto el valor que se merezca.
(Esa
aclamación haria rodar cabezas, y este buen hombre lo sabia desde
hacia tiempo; y otras traiciones de catalanes representantes del
Principado: lo de Portugal, Francia, etc.)

El volumen, pues,
que vamos a publicar a continuación comprende varias resoluciones y
cartas escritas a veces en nombre de la Diputación, que,
según es de ver, la venia a constituir el mismo consejo del Rey, o
con la sanción del arzobispo de Tarragona, y abraza desde 23 de
enero de 1463 a 15 de octubre de 1472, de manera que viene a
completar en gran parte el azaroso periodo de las turbaciones, objeto
de esta publicación desde algún tiempo, y en pro del cual iremos
dando a luz todos cuantos materiales nos suministren el Archivo general de la Corona y el especial de la antigua Diputación o
Generalidad de Cataluña

(en ninguna carta anterior de la colección, desde el tomo I de Próspero, la llaman Generalidad ni
Generalitat, sino casa de la Deputacio. Tanto Próspero como Manuel sí la llaman así)
.
Conviene advertir, sin
embargo, que en el primer documento que se encuentra de octubre, (25 de octubre) el
año es 64, y no 63, de manera, que o hay aqui un vacío de un año, o
todos los documentos anteriores a aquel mes llevan equivocadamente
el año anterior
, con lo que resultaria ser la fuga del diputado
más posterior aún de lo que decimos.
(El 16 de noviembre aparece 1463. Manuelico no podía haber cogido los textos donde no cuadra la data y publicarlos aparte; no daba para más. Como liante no tiene parangón hasta la actualidad).

viernes, 27 de agosto de 2021

AL ARXIU GENERAL DE LA CORONA D'ARAGÓ

AL ARXIU GENERAL

DE LA CORONA D'ARAGÓ, LO JORN QUE FOU UBERT EN
L'ANTlCH PALAU
DELS VIREYS DE BARCELONA
.

AL ARXIU GENERAL  DE LA CORONA D'ARAGÓ, LO JORN QUE FOU UBERT EN L'ANTlCH PALAU DELS VIREYS DE BARCELONA.


Desde que fuyts dels
vilatjes


Els lleons
espahordits,


Per deserts per
boscatjes


Pasturan no mes de
nits;





Desde que el cavall
s'acosta


Al qui 'l vol
cualcar sotmes,


Per monarca y no per
hoste


Al home la terra ha
pres.





Ab quin pler sentí
'l còr batre


El primer qui pels
turons


L'aliga del cel va
abatre


Ab son arch ò ab
sos falcons!





AL ARCHIVO GENERAL


DE LA CORONA DE
ARAGÓN
, EL DÍA QUE FUE ABIERTO EN EL ANTIGUO


PALACIO DE LOS
VIREYES BE BARCELONA.


Desde que huyendo de
las villas los leones amedrentados, pacen no más que de noche por
selvas y desiertos;


Desde que el caballo
se acerca sumiso a quien pretende montarlo, ha reconocido la tierra
al hombre, no ya por huésped, sino por su monarca.


¡De qué gozo
sintió latir su corazón el primero que por los montes derribó al
águila del 
cielo con su arco o
can sus halcones!





De llavors ¡cuánta conquista


Lo geni al home ha
fet fer,


Perque sia manco
trista


La vida ara que
primer!





No 'ls lleons ni les
arpelles


Mos donan goig de
cassar;


Dels nigulats les
centelles


Obedients feym
devallar.





Vergues de llamps
qu'esfondravan


Castells, temples y
palaus,


A una punta ara se
clavan,


Y una cadena ´ls fa
esclaus.





Daguerre ha
fet presoneres,


Si un poch tenen
d'aturay,


Les imatjes
volanderes


Que passan per son
miray.





Y ab tanta nova
conquista


Que 'l geni al home
ha fet fer,


¿No sabrem si es
manco trista


La vida ara que
primer?





Vell temps, qui
volas y volas


Cada jorn mes avïat,


¿Entristexes o
consolas,


Cuant mes va,
l'humanitat?





Desde entonces ¡cuánta conquista ha facilitado al hombre su genio,
para que sea menos triste, ahora que antes, la vida!


No tenemos ya gozo
en cazar leones y milanos: de las nubes hacemos bajar obedientes las
centellas.

Rayos que
hundían castillos, templos palacios, vienen ahora a clavarse en una
punta, y una cadena los hace esclavos.


Daguerre ha
aprisionado, por poco que se detengan, las imágenes fugitivas que
pasan por delante de su espejo.


Y con tanta nueva
conquista que el genio ha facilitado al hombre, ¿no sabremos si es
menos triste, ahora que antes, la vida?


Anciano tiempo, que
vuelas y vuelas de cada día más aprisa, ¿es que a la humanidad la
entristeces o la consuelas siempre más?





Calla, y girantmos s'esquena


Vola sempre mes
seguit;


Per lligarli una
cadena


Ningú hi ha 'I mon
prou ardit.





Ab ses ales
axamplades


L'espay inmens
abrassant,


Ses vides totes
passades


Empeny correns per
devant.





L´esbart d'hores
voladores,


Que cuant
arriban j' han fuyt,


Aplega, com les
cohidores (collidores)


De l'olivera lo
fruyt
.





Com a bous que 'l
pastó ´arruxa,


Cuant sent bramulá
'l mestral,


Y el nigul qui
calabruxa


Veu mes prop que la
bobal;





Els anys, els
setgles s'en mena


A amagá ' á
l'eternitat,


Y de boyra dexa
plena


La carrera del
passat.





Y els qui son ingeni
apuran


En tot art, ciencia
y trebay,


Y els qui ´ls
llamps del cel aturan,


¿Cuantre 'l temps
podrán res may?





Él calla, y volviéndonos la espalda, vuela siempre más veloz; para
atarle una cadena, nadie hay bastante osado en el mundo.


Con sus alas
extendidas abarcando el espacio inmenso, todas las vidas pasadas las
empuja en su curso por delante.


Recoge la bandada de
horas aladas que cuando llegan huyeron ya, como las aceituneras el
fruto del olivo.


A la manera que el
pastor aguija sus bueyes cuando oye bramar el noroeste, y ve la nube
que graniza más cerca que el establo;


Así se lleva los
años y los siglos a esconder en la eternidad, y deja envueltas en
niebla las huellas de lo pasado.


Y los que apuran su
ingenio en toda ciencia, arte y trabajo, y los que detienen a los
rayos celestes, ¿podrán jamás alguna cosa contra el tiempo?





Sí: que tots cuants se complauen


De conversar ab els
morts,


Y glorias qu'en
oblit cauen


Fer reviure en sos
recorts,





L'han agafat per ses
ales


Sens dexarli fuyta,
no,


Y l'han pres dins
estes sales


Com dins la gabia al
lleó.





Com tant d'animal
sauvatje


Els reys engabian
viu,


Hora es que cada
vilatje


Ferm lo temps dins
son arxiu.





Hora es ja que cada
pobble


Repleg y als arxius
coman


Lo que ha tengut de
mes nobble,


Lo que ha tengut de
mes gran.





De cada gloria
retrona


L'èco encara en est
palau;


Lo corn de la guerra
hi sona,


Y la gayta en jorns
de pau.





Los mantells condals
estesos


Cobren encara
aquests murs;


Sos escuts penjats y
arnesos


Relluen encara purs.





Sí, que todos cuantos se complacen en conversar con los muertos y
hacer revivir en sus recuerdos las glorias que en olvido caen,


Le han cogido por
las alas, sin dejarle escapatoria, no, y le han preso en estas salas
como al león dentro la jaula.


Así como los reyes
enjaulan vivo a tanto animal salvaje, hora es que cada lugar ate al
tiempo dentro de su archivo.


Hora es ya de que
cada pueblo recoja y encomiende a los archivos lo que ha tenido de
más noble, lo que ha tenido de mas grande.


El eco de cada
gloria retumba en este palacio todavía; suena en él el guerrero
caracol (cuerno) y la gaita de los pacíficos días.


Los mantos condales
extendidos tapizan todavía estos muros, todavía relumbran con
pureza sus pendientes arneses y escudos.





Corones ja rovellades


Redolan per lo
trispol;


De sas victories
passades


Encare aquí escalfa
'l sol...





Oh! jò qui guart
esperançes


De parlar d´una
altre edat,


Y visch de les
recordançes


Que han romás del
temps passat;





Jo qui son vel de
misteri


Penetrar intent ab
l'uy,


Fosser en est
cementeri,


¡Mirau si fas festa
avuy!





Sols entrant aquí
s'esbuca,


La Babel que 'm
axecat,


Y el temps devant mí
trabuca


Son rellotje del
passat.





La fantasía va a
lloure


De setgle en setgle
correns;


Els morts que li
plau fa moure,


Fins quE ´ls té
devant presents.





A poch poch de sos
sepulcres


S´axecan els reys
finats,


Tornan pendre ´ls
escuts pulcres,


Y altre pich arman
combats.





Ruedan por el pavimento coronas ya enmohecidas; aún calienta aquí
el sol de las victorias ganadas.


Oh! yo que guardo
esperanzas de hablar de otra edad, y vivo de los recuerdos que del
tiempo pasado quedan;


Yo que penetrar
intento con los ojos su misterioso velo, yo sepulturero en este
cementerio, mirad si es hoy mi fiesta.


Sólo al entrar aquí
se desploma la Babel que hemos levantado, y el tiempo en mi presencia
trabuca su reloj de arena.


Suelta va la
fantasía corriendo de siglo en siglo: pone en movimiento los muertos
que le place, hasta tenerlos ante sí presentes.


Poco a poco los
reyes finados se levantan de sus sepulcros; vuelven a tomar sus
hermosos escudos, y otra vez traban combates.





Baix d´un castell a una coma


Veig apilotarse
gent;


Los estandarts de
Mahoma


Volan estesos p'el
vent.





Els catalans ses
senyeres


Ab les barres
d'Aragó
,


Els castellans ses
banderes


Ab les torres y el
lleó,


Els catalans ses senyeres  Ab les barres d'Aragó,



Els castellans ses banderes  Ab les torres y el lleó,






Ses flámules els
marquesos


Veig desplegar desde
aquí,


S'oriflama los
francesos,


Sos penons el
sarrahí.





Com a calabrux, les
fuyes


Rebotan de mil
montants,


Pegant com demunt
encruyes


Demunt elms, demunt
turbants.





Debades ab ses
galteres


La cara han volgut
cubrir;


Jò ´ls conech en
les maneres


De combatre y de
ferir.





Sent els crit
de les batalles,


Veig onades de
soldats,


Cercantse ´l còr
entre malles,


Ab sos ulls
ensangrentats.





Al pie de un castillo, en una cañada, veo agruparse gente; vuelan
tendidos al viento los estandartes de Mahoma.


Las enseñas catalanas con las barras de Aragón, las banderas castellanas con las torres y el león,


Las flámulas de los
marqueses veo desde aquí ondear, el oriflama de los franceses, los
pendones del sarraceno.


Como granizo rebotan
las hojas de mil montantes, golpeando, como sobre yunques, sobre
turbantes yermos.


En vano con sus
viseras han querido cubrirse el rostro; yo los conozco a todos en las
maneras de acometer y lidiar.


Percibo los gritos
de las batallas, veo oleadas de soldados que al través de las mallas
se buscan el corazón con ojos ensangrentados.



Uns a altres p'el coll s'agafan,


Y ab ses masses los
capells


Del ferro mes doble
esclafan,


Fent p'els ulls
sortí els cervells.





Dòl fa veure tants
cadavres;


De cavallers prous e
honrats,


Els punys encare a
sos sabres,


De sobinas
allargats...





Y cuant la visió de
guerra


Escarrufa massa el
còr,


El torneig qui vé
desterra


De mes entranyes la
pòr.





Veig bornar ab
riques vestes


Cavallers, duchs y
barons,


Veig ses madònes
xelestes
P´els cubertats escalons,





Que los guayten
assegudes,


Plata y or vestint
per drap;


Si ells ferint pegan
caygudes,


Porugues giran lo
cap.





Y entre 'ls homens
de paratje


Sos combats y sos
amors,


Un lay en
l'antich llenguatje


Sent cantar als
trovadors.





Unos a otros se asen por el cuello, y con sus mazas aplastan los
cascos de hierro más doble (grueso), haciendo salir el
cerebro por los ojos.


Duelo causa ver
cadáveres tantos de caballeros de honra y pro, empuñando todavía
sus espadas, tendidos boca arriba. (sobinas; supino)


Y cuando la visión
guerrera da grima al corazón en demasía, el torneo que en pos viene
destierra el miedo de mis entrañas.


Veo justar con ricas
vestiduras caballeros, duques y barones, veo a las damas placenteras
por las alfombradas graderías,


Que sentadas se
asoman a mirarlos, vistiendo telas de plata y oro; cuando ellos
acometiéndose dan caídas, ellas vuelven tímidas la cabeza.


Y mezclados con los
hombres de paraje (nobles), con sus amores y combates, oigo a
los trovadores cantar un lay en el antiguo idioma.







Axí dex ma fantasía


Que se cans de
loquetjar,


Que sols cuant s'en
assacía


A pler comens a
estudiar.





Sols llavò, ab pas
de formiga,


Vé la freda
reflexió,


Y un fil ab altre
fil lliga,


Cercant de tot la
rahó.





Dins el plat de la
balansa


D´un en un fa passá
´ls reys,


Y sens amor ni
venjansa


Sos fets mesura y
ses lleys...





Oh! la sanch del de
Mallorca,


Rey Pere del
punyalet
,


Ni una eternitat la
't torca,


Si d'ella 'l còr no
'n tens net.





Lletjiré fulla per
fulla


Els llibres d'aquell
procés,


Qu'encare la sanch
remulla


D'un rey, de tants
cavallés:





Y si 't trob les
mans sollades


De la sanch del teu
cunyat,


De les gotes
escampades


Lo front n'has de
dur marcat.





Dejo así a mi fantasía que se canse de loquear, pues sólo cuando
de hacerlo se harta, empiezo a estudiar con sosiego.


Sólo entonces viene
con paso de hormiga la fría reflexión, y liga un hilo con otro
hilo, investigando la razón de todo.


Dentro el plato de
su balanza hace pasar los reyes uno por uno, y sin amor ni venganza,
pesa sus hechos y sus leyes.


Oh! la sangre del de
Mallorca, o rey Pedro el del punyalet, ni una eternidad te la
limpia, si no tienes limpio de ella el corazón.


Hoja por hoja leeré
los volúmenes de aquel proceso, mojado todavía con la sangre de un
rey y de tantos caballeros.


Y si te encuentro
con las manos manchadas en la sangre de tu cuñado, marcada has de
traer la frente con las gotas que la salpicaron.





Los qui sceptre d´or tingueren


Per governar grans
estats,


L'últim judici no
esperan


Per romandre
judicats.





Cuant dels set
àngels la trompa


D´espant la terra
aborron,


Cuant Deu la cadena
rompa


Que son trono lliga
al mon;





Cuant els xerafins
s´esglayen,


Y tremolen els mes
forts;


Cuant el sepulcres
badayen


Amollant cada un sos
morts;





Llavors cuant cada
persona


Comparega a
tribunal,


Lo rey ab pesant corona,


L'esclau ab lleuger
dogal;





Setgles haurá que
ta vida


Com d´altre Cain se
cont;


Vell sagell de
fratricida


Durás, rey Pere, en
el front.

_____



Los que empuñaron cetro de oro gobernando grandes estados, para
quedar juzgados no aguardan al último juicio.


Cuando la trompeta
de los siete ángeles estremezca de espanto a la tierra, cuando rompa
Dios la cadena que tiene al mundo pendiente de su trono;


Cuando los serafines
se espanten, y tiemblen los más fuertes; cuando bostecen los
sepulcros, soltando cada uno sus muertos;


Entonces, cuando
cada persona comparecerá ante el tribunal, el rey con pesada corona,
con ligera cadena el esclavo;


Siglos habrá ya que
tu vida será contada cual la de otro Caín; antiguo será, ó
rey Pedro, el sello de fratricida que traerás en la frente.

___

sábado, 21 de agosto de 2021

TOMO XXIV, 24, colección documentos inéditos ACA

Continuación del tomo 19. 

COLECCIÓN
DE
DOCUMENTOS INÉDITOS DEL ARCHIVO GENERAL
DE LA
CORONA DE ARAGÓN,
PUBLICADA DE REAL ORDEN
POR
SU ARCHIVERO
D. Manuel de Bofarull y de Sartorio.

TOMO XXIV. (24)

LEVANTAMIENTO

Y
GUERRA DE CATALUÑA
en tiempo de don Juan II.
DOCUMENTOS RELATIVOS A AQUELLOS SUCESOS,
PUBLICADOS DE REAL ÓRDEN
POR
D. MANUEL DE BOFARULL Y DE SARTORIO,
Archivero de la Corona de Aragón.
Tomo XI. (11)

BARCELONA.
EN LA IMPRENTA DEL ARCHIVO.
1863.

AÑO 1464.

31 DE ENERO.

Deliberacion.

Oyda la creença explicada al present consell per mossen abbat de Montserrat en nom e per part del Christianissimo Rey de França lo dit consell elegi los dit reverent abbat de Montserrat noble don Francesch de Pinos e Francesch del Bosch sindich de Leyda los quals refiren a la Magestat del Senyor Rey les dites coses explicades e totes circunstancies per manera la sua Altesa reste be informada e proveescha al necessari.

Aprobacion posterior de la ciudad.

Dimecres lo primer de febrer any demunt fou loada approvada e consentida la preinserta deliberacio per lo consell de Barchinona ab eleccio de les persones seguents ço es mossen Miguel dez Pla Gabriel Ortigues mercader Barthomeu Fangar notari e Barthomeu Artigue laurador. (siguen sin escribir llaurador; labrador)

domingo, 24 de mayo de 2020

Biografía de Pedro Miguel Carbonell

BIOGRAFÍA.

Pedro Miguel Carbonell nació en Barcelona en la Casa gran de la Plaza nueva el lunes 8 de febrero de 1434. (Nota 1) Fueron sus padres Francisco Carbonell (N. 2) y Juana dez Soler (N. 3 y 18), que murió de perlesía en 17 de noviembre de 1496 en la casa principal de su hijo, situada entonces en la calle den Serra. (N. 5) Casó en primeras nupcias con Engracia (N. 2) y tuvo de ella algunos hijos. Su número y sus nombres los ignoramos por haber desaparecido el fól. 5vto del Memoriale n.49 en que los tenía apuntados. Aunque sabemos que fue padre de tres hijas y que uno de los varones se llamó Francisco de Asís, otro Pedro Miguely otro Baltasar, no podemos afirmar que fuesen todos habidos de aquella. Esta circunstancia consta respecto de Francisco (N. 18), único que sobrevivió al padre, y que presumimos sería el mayor, por llevar el nombre de su abuelo paterno. Los demás ignoramos si los tuvo de Engracia o de su segunda esposa Eulalia, viuda de Pedro Morer, mercader de Barcelona (N. 4), aunque por el modo con que habla de ellos en diferentes notas nos inclinamos a creer que todos fueron de la primera.
Ninguna luz nos ha podido dar el minucioso examen que hemos practicado de las copiosas notas autógrafas que felizmente se nos han venido a las manos para descubrir en qué pudo emplear Carbonell los veinte y cuatro primeros años de su vida. Suponemos los invertiría en su educación y en el estudio de las humanidades y de la historia, que más adelante le vemos desenvolver con tanta maestría y buen tacto, que admiran al lector y se lo representan como uno de los espíritus más observadores de su época.
El primer carácter de que se nos presenta revestido es el de notario público, cuyo nombramiento le fue expedido por D. Alfonso V de Aragón, desde Benavente, en 3 de marzo de 1458 (D.to 1.o) habiéndole declarado apto para ejercer esta carrera los consejeros Jaime Pau, doctor en leyes y tio suyo, y Juan Peyró, lugarteniente del protonotario de la ciudad de Barcelona, comisionados ambos ad hoc por el mismo rey (D. 2). Posteriormente el hermano y sucesor de este monarca, D. Juan II, le confirmó y amplió esta gracia en Barcelona a 13 de octubre de 1478. (D. 3).
Muy sentada y general reputación debió tener en la carrera, cuando le vemos formar de sus escrituras la considerable colección de veinte y ocho manuales o protocolos.
El último le posee en su numeroso y bien coordinado archivo el actual escribano público y de número de esta ciudad D. José María Torrent y Sayrols. (*)
(*) No podemos menos de repetir aqui las mesespresivas gracias al Sr. Torrent por la franqueza y fina atención con que, después de enterado de nuestro objeto, nos facilitó en su despacho el examen del citado protocolo y de todos los demás papeles que creímos podrian convenirnos; sintiendo a la par que la conducta muy distinta observada por otro de sus compañeros de profesión haya tal vez privado a nuestros lectores de algunas otras noticias no menos interesantes que las expuestas. De todos modos, al Sr. Torrent debe caberle la satisfacción de haber contribuido con sa loable condescendencia al justo elogio y conocimiento de un sujeto que honró la clase a que pertenece, y puede contar siempre con el reconocimiento del autor de esta biografía.

Le titula Carbonell Vicesimum octavum Manuale mei P . Michaeli Carbonelli Ser.i domini Regis Scribae ejus auctoritate Not. P. Barcinonae, y decimos ser el último, porque las fechas que abraza llegan hasta el año mismo de su muerte, porque están en blanco sus últimos fóleos, que no los hubiera dejado en aquel estado si continuara en el ejercicio de su notaria, y finalmente porque termina con una nota autógrafa de su hijo y sucesor Francisco, en que expresa la muerte de su padre. No dudamos que aun mayor número de escrituras hubiera dejado al morir, a no haber prescindido de extender la mayor parte de las que se le presentaban desde el año 1511, para atender con más esmero a la custodia del Real Archivo que le confió el mismo D. Juan II, como más adelante veremos. Asi lo expresa al fól. 84 v.to del mencionado protocolo, con asiento del 25 de abril de 1515. Hic mutatur an nus, dice, et aviditus recipiendi per me instrumenta cessat quia non curo nisi de Regio Archivo tempus perdere seu raro ipsa recipio et ultra meam voluntatem.
Una de las circunstancias que le darian más realce en su carrera y que quizás debió de contribuir a que se le agraciase con la plaza de archivero, fue el hermoso carácter de letra que poseia. En aquellos tiempos en que la imprenta estaba en su infancia, un buen pendolista tenía asegurados su subsistencia y porvenir, mientras que hoy día la profusión de los productos de aquella y lo muy generalizada que se halla esta habilidad, casi la han convertido en insignificante para esta clase de destinos. Afortunadamente nuestro cronista unía la inteligencia de la dirección a la destreza mecánica del escribiente. Que tuvo un hermoso carácter de letra queda demostrado tomándose la pena de hojear los inumerables escritos suyos que se conservan en el Archivo general de la Corona de Aragón, y que él mismo daba gran valor a esta circunstancia se desprende de los elogios que repelidas veces hace en el margen de los documentos escritos con la no menos hermosa letra
de D. Pedro el Ceremonioso (*), y de las numerosas excusas que da cuando su cansada mano iba entorpeciéndose con los años (N. 5.)
La brillante opinión que gozaba Carbonell entre sus conciudadanos y los buenos informes que de su aptitud dio a D. Juan II su abogado fiscal micer Juan Ros, decidieron a este monarca a confiarle las llaves de su Real Archivo, al vacar esta plaza por muerte de su antecesor Jaime García (D. 4).

(*) Carbonell fue entusiasta admirador de aquel rey e incansable en aprovechar las ocasiones de encomiarle. Llevó a tal extremo su pasión hacia él, que trató de imitarle en la costumbre que aquel tenía y le valió el renombre de Pere del punyalet, que la posteridad le dio. Véase al fin de la coluna 1.a del fól. 100 de su crónica: E per semblant yo dit Archiver he delliberat portar punyalet tant com viuré é jalcomenç portar encara quen sia motejat del punalet.

Los términos en que el Rey le expidió el nombramiento, desde Zaragoza a 9 de diciembre de 1476. reasumen el más eminente elogio de su persona e idoneidad, que pudiéramos hacer. El monarca, después de ponderar en él la importancia y mérito de su Archivo y la conveniencia de que el nombramiento del encargado de su custodia recayese en persona probada, selecta e idónea, y manifestando cuánto y cuán detenidamente había discurrido para echar mano del sujeto que reuniese tales circunstancias, dice: Tandem ad vos fidelem nostrum Petrum Michaelem Carbonell notarium civem Barchinone intuitum considerationis nostre convertimus quem plurium fidedignorum testimonium ac comunis fame preloqio noscimus fide probitat et animi sinceritate aliisque virtutibus esse ornatum valdeque abtum et ydoneum non modo ad ipsum officium exercendum sed multo etiam maiora onera subeundum; his igitur considerationibus inducti de vestris eisdem fide probitate ydoneytate et industria plenissime confidentes vos dictum Petrum Michaelem Carbonellum, & &. Nombróle al propio tiempo Scribam domus nostre, por ser este un requisito que indispensablemente debía reunir el que desempeñase aquel cargo, en virtud de la Real pracmática dada por el célebre D. Pedro el Ceremonioso en Tamarite, a 12 de marzo de 1584, vigente entonces aún en toda su fuerza (D.5). A las 10 de la mañana del día 7 de enero de 1477 tomó posesión de su cargo, en presencia de Bartolomé Veri, consejero y regente la Cancillería del Rey, Andrés de Peguera, Maestre Racional de la corte en la ciudad de Barcelona, Principado de Cataluña, reino de Mallorca, islas adyacentes y reino de Sicilia, Pedro Baucells, lugarteniente del sobredicho Maestre Racional, Monserrat Torres, presbitero, y Bernardo Audor, escribano del Rey, que autorizó el acto, siendo testigos Juan Viastrosa, mercader y ciudadano de Barcelona, yerno del antecesor de Carbonell, Jaime Garcia, y otras personas. Prestó después juramento y homenaje en manos del Regente la Cancillería del Rey ya mencionado, a tenor de los usajes de Barcelona y constituciones generales de Cataluña (N. 6). Posteriormente don Fernando el Católico, desde Jerez, a 23 (o 25) de octubre de 1477, confirmó en todas sus partes el nombramiento de Carbonell (D. 6). Tanta era la confianza que este monarca le dispensaba, tal el convencimiento que tenía de que jamás abusaría de ella, y tan persuadido estaba de su celo por la custodia del Archivo; que no vaciló en concederle, desde Tarazona, a 3 de marzo de 1484, el más amplio permiso para que, siempre que lo exigiesen sus negocios y en toda época en que se declarase la peste en Barcelona (tan frecuente en aquellos tiempos), se ausentase de ella a cuanta distancia quisiese, con la única prevención de que, a su partida, confiase las llaves del Archivo a alguno de los empleados que le designó, para que su Real servicio no quedara desatendido (D.7).
La brillante posición que ocupaba Carbonell, su importante destino, las buenas relaciones que tenía en la corte, su mucho saber y su bien sentada opinión le grangearon las más altas consideraciones por parte de los personajes de mayor rango y valia. Para convencerse de esto no hay más que hojear las copiosas cartas que recibia, muchas de las cuales se conservan aún en el legajo de autógrafos
custodiado en el Archivo general de la Corona de Aragón. En la que el Condestable de aquel reino le escribía desde Torá a 29 de julio de 1483, pidiéndole copia de un documento del Archivo, le da el título de magnifich e de mi singular amich. El canónigo de Tortosa P. Juan Lobera, desde el monasterio de S. Juan de las Abadesas, a 16 de setiembre de 1484, le titula Mossenyer molt magnifich e de gran saviesa. El Regente la Cancillería de Aragón, Martin Martinez Teruel, en carta escrita desde Zaragoza a 8 de setiembre de 1488, le da el dictado de Magnifficho y special amigo, D. Alfonso de Aragón, arzobispo de Zaragoza, desde aquella ciudad, a l.° de octubre de 1490, le denomina Special amigo. El Condestable y Conde de Cardona, desde Arbeca, a 27 de febrero de 1491, comienza su carta Molt magnifich e singular amich. D. Juan de Aragón, conde de Ribagorza, en su carta fechada en Luna a 10 de noviembre de 1491, le llama Virtuoso mi special amigo & &. Son infinitas las que expresan dictados parecidos y que dejamos de citar en obsequio de la brevedad.
Pero si tales distinciones podian justamente halagar su amor propio, sin embargo, esta noble satisfacción debieron acibararla no pocas veces la envidia y la calumnia. Bien amargamente se queja de los sinsabores que aquellas enemigas incansables de todo hombre de mérito le acarreaban,
en la carta que desde Barcelona escribía a su primo Gerónimo Pau el día último de abril de 1477 (D. 8). Sus enemigos le echaban en cara que, a la par del cargo de Archivero, ejercía el de escribano del Rey, cosa que aseguraban no haberse usado hasta entonces; pero Carbonell, con sus útiles investigaciones practicadas en los papeles mismos que tenía encomendados a su custodia, y auxiliado de sus buenos e influyentes amigos Bartolomé Veri, Juan Peyró, Juan Vilar y Pedro Baucells les dio el más solemne mentis (N. 7). También compuso unos metros o coplascontra los reprensores de su vida, que desgraciadamente se han perdido, como veremos al tratar de sus obras poéticas, y otros contra los que, movidos esclusivamente del deseo de perjudicarle y perseguirle, aconsejaron a D. Fernando el Católico la constitución que dictó en las primeras Cortes celebradas en Monzón a 2 de setiembre de 1510, relativa a los registros del Archivo Real y salarios que correspondían a su Archivero. Pero el mejor testimonio de que Carbonell fue el blanco de la maledicencia y de la calumnia es el estilo fuerte y reprensivo de algunas cartas que le dirigió el mismo D. Fernando, que tanto le había elogiado y distinguido anteriormente. Para no molestar a nuestros lectores nos concretamos a recomendarles la lectura de la que le escribió desde Zaragoza a 27 de diciembre de 1488 (D. 9). Sin embargo, solo una impresión muy pasajera debieron producir las intrigas de los enemigos del calumniado en el corazón del Rey, cuando a los pocos dias, admitiendo una leve excusa alegada por Carbonell, le devolvió toda su gracia (D.10).
La exactitud, aplicación, inteligencia y celo de Carbonell en el ejercicio de su cargo de Archivero tiene una convincente e incontrastable defensa que ni la calumnia pudo en su tiempo acallar ni el largo periodo de cerca cuatro siglos ha sido bastante a destruir. Hojee el curioso los muchos registros y las numerosas escrituras que posee el Archivo general de la Corona de Aragón correspondientes a los condados y reinadosdesde D. Vifredo el Velloso hasta principios del segundo año del de D. Carlos I el maximo, en cuya época murió Carbonell; y en bien pocos de ellos dejará de ver algún rastro de su inteligente y laboriosa mano, siendo además copiosos y abundantísimos los índices, notas y memorias que nos ha legado de existencias, ingresos, pérdidas, reclamaciones y vicisitudes de aquellos preciosos papeles que hoy día admiramos.
El cuidado material que ponía Carbonell en la custodia y conservación del rico depósito que le tenía confiado el Rey lo atestiguan palpablemente las dos apócas registradas a los fól. 37 y 87 de su 28.° protocolo o manual que hemos citado anteriormente (D.11 y 12). La primera corresponde a la cuenta de 46 s. y 6 d. invertidos en reponer y asegurar la puerta del Real Archivo, que se hallaba en muy mal estado a 11 de diciembre de 1506, y la segunda a la de 130, s. satisfecha a 13 de diciembre de 1511, por la construcción de nuevas estanterías, escaleras y demás para colocar los registros que de nuevo habían ingresado. No es nada reducido el número de las notas que ha dejado y que atestiguan haber satisfecho de fondos suyos particulares el coste de algunas mejoras practicadas en su tiempo y por disposición suya en el Archivo.
Pero uno de los rasgos que más honran el carácter de Carbonell es la suma delicadeza y gran desprendimiento con que se portaba al exijir sus derechos por la expedición de los testimonios, copias y noticias de los papeles que custodiaba y que en aquella época constituian el más considerable emolumento de su destino. A las personas notables por consideración y respeto a su rango y posición les dispensaba el todo o parte de sus derechos, mientras que su compasivo corazón no podía admitir los que la mano del pobre le ofrecía. Y esta generosidad resalta tanto más, cuanto que sus sueldos fijos o quitaciones le eran satisfechos con enormes atrasos (N. 8, 9 y 10.)
Carbonell ejerció su empleo durante cuarenta añoscumplidos, que mediaron desde su nombramiento hasta su muerte, y en tan largo espacio de tiempo no descuidó un momento las atenciones que aquel le ofrecía. Igual celo e igual constancia hemos notado en el principio y en el fin de su archiverato, a pesar de que en el último tercio de su vida su avanzada edad y los progresos de la terrible enfermedad de asma que padecía ponian algún obstáculo a sus constantes desvelos. Aun teniendo el descanso y consuelo de su hijo Francisco, que reunía por autorización Real la circunstancia de ser coarchivero y coadyutor suyo, economizó cuanto pudo el echar mano de este alivio.
Invertía todos los ratos de ocio en escribir las concienzudas e interesantes obras que nos dejó y de las cuales nos ocuparemos más adelante, y en estudiar los autores clásicos y los demás libros cuya lectura estaba más en boga en aquella primitiva época de la imprenta, gastando, a pesar de su escasa fortuna, sumas considerables en adquirir ediciones de tanto valor entonces por su novedad como le tienen hoy día por su antiguedad y rareza. Los bibliógrafos hallarán en la Biblioteca pública de Barcelona un crecido número de aquellos preciosos libros que la inagotable generosidad de Carbonell distribuyó entre las de los conventos de esta ciudad y de sus alrededores, y que después de los incendios de aquellas casas religiosas se reunieron en aquella. Recomendamos especialmente a los aficionados el examen del magnifico ejemplar en gran fóleo de las obras de Séneca, impreso en Nápoles en 1475,que nuestro cronista donó al convento de Menores de Barcelona en obsequio a su estimado amigo, el célebre predicador, religioso de aquella orden, F. Francisco Sagarra, según la carta autógrafa que continuó en su primer fóleo a 6 de los idus de enero de 1487. (N. 11).
Tal es el bosquejo que hemos trazado de la conducía de Carbonell como funcionario público; réstanos solo añadir, bajo el punto de vista de la politica, que fue amante y agradecido hasta lo sumo para con los reyes que habian depositado en él su confianza, como lo expresa repetidas veces en el decurso de su crónica, y que no quiso admitir ningún otro cargo público, no solo por no distraerse de sus principales obligaciones y estudios, si que también porque el ejercicio de algunos repugnaba a su carácter y convicciones.
Pasemos ya a considerarle como simple particular en el interior de su familia, y hablemos de su moralidad. Carbonell fue buen hijo, buen esposo y buen padre. Lo primero lo atestiguan el respeto y cariño con que habla siempre de sus padres, en falta de otras pruebas más directas que no dudamos hallaríamos en el fól. 62 del Memoriale n.49, a no haber aquel desaparecido. No obstante el cuidado y esmero con que compuso el epitafio de su padre, cuyos restos yacian en el convento de Dominicos de esta ciudad (N. 2.), los minuciosos detalles que nos refiere de la enfermedad, agonía y muerte de su madre, y la veneración hacia ella que nos indica la circunstancia de haber muerto aquella in cameram maiorem domus maioris domorum mearum(N.3) corroboran la exactitud de nuestro aserto. Para probar que fue buen esposo, nos sobran poderosas razones que exponer respecto a su segunda mujer Eulalia, aunque con relación a Engracia la primera, únicamente podamos alegar el cuidado que tuvo de incluirla en la tumba y en el epitafio que dedicó a su padre, y el epíteto que en aquel la da de Conjugi benemerenti (N. 2.). Carbonell cometió sin duda la imprudencia de casarse de segundas nupcias con una mujer joven, o tuvo la desgracia de que no reuniese esta la genialidad y buenas circunstancias que tanto son de apetecer en la compañera de nuestra vida. No hay más que leer el breve y original pero tal vez demasiado severo y libre prefacio sobre el matrimonio con que en cabeza su 28.° Memorial o protocolo, ya citado, para convencerse de que en el que contrajo segunda vez no fue tan feliz como en el primero (N.12). Y es preciso disculpar a Carbonell este arranque de mal humor, considerando que pudo escribirlo en circunstancias criticas y desagradables en que el hombre más pacifico salta todas las vallas de la reflexión. Y cuanto más irritado y descontento le consideremos, tanto más paciente y generoso se nos presenta cuando, quejándose amargamente de la conducta de su hijo para con él, dice, yo ley perdó: faça yo lo que dec axi vers ell com vers nostra muller e ells nunca façan res per mi que de ço so content (N.13 ).
¿Podrá pues, dudarse, que Carbonell fue un buen esposo?
Todo el amor de que era capaz su noble y afectuosa alma se ve reconcentrado en el entrañable cariño que profesó a sus hijos y a sus nietos. Los primeros fueron seis, según hemos indicado en el principio de esta biografía, tres varones y tres hembras. La sola vez que de estas habla lo hace manifestando al Rey el sentimiento que tenía de no poderlas dotar como deseaba (D.13). De los varones Pedro Miguel quedó ciego mientras mamaba,se dedicó a la música, y a los veinte y siete años de edad la peste lo arrebató a su padre, el viernes 2 de julio de 1490. El cariño que tuvo a este desgraciado hijo lo atestigua la tierna octava que le dedica en su continuación a la Dança de la Mort, Baltasar marchó a Ciutadella de Menorca, para estar al cuidado de un tio suyo, indudablemente materno, que parece le quería mucho y trataba de hacer su felicidad; pero la muerte cortó su vida en flor, y Carbonell perdió otro objeto de su cariño. El contenido de la carta que Francisco le escribía desde Zaragoza a 30 de setiembre de 1484, de la que hemos sacado las noticias que acabamos de exponer, son un cumplido testimonio de los cuidados y desvelos que el padre pasaba por la suerte y porvenir de aquel malogrado hijo (D. 14). Pero concretándonos a Francisco, este fue el único varón que le sobrevivió, perpetuó su nombre y le sucedió en bienes, carrera y destino. Debió de ser extremada la constante solicitud con que Carbonell cuidó de darle una educación adecuada a los honores y al cargo a que naturalmente había de destinarle, y si no es una clara indicación de esto, no sabemos qué otra explicación pueda darse a las severas máximas que le dejó escritas, sin duda para que jamás las olvidara, al fól. 481 del Memoriale n. 49, y son las siguientes.
Fili charissime hec serva mandata.
Loquere pauca, ut facis.
Verax esto.
Ne sis velox.
Iram seda.
Liti cede.
Turpia tace.
Deroga nulli.
Misericors esto.
Memento mori.
Ni olvidó tampoco inculcarle las sanas máximas de la religión cristiana, como lo prueba el contenido de la carta que el hijo dirigía al padre desde Córdova a 30 de mayo de 1482. (D. 15).
Apenas cumplió Francisco los diez y ocho años, su padre suplicó a mossen Gaspar de Arinyó, consejero y secretario del Rey, le admitiese en su servicio, ponderando sus buenas costumbres y conocimientos, como es de ver de la carta que desde Barcelona le escribió en 12 de enero de 1479 (D. 16). Los deseos de Carbonell quedaron muy en breve cumplidos, puesto que vemos que el mencionado Francisco salió montado en una gentil mulapara Valencia el martes 28 de setiembre de aquel mismo año, en servicio y compañía de mossen Gaspar de Arinyó y también en la del otro secretario del Rey, mossen Peyró. Este debía por encargo del padre vigilarle, tenerle a su lado y satisfacer los gastos de su manutención (N. 14), bien que después lo recibió en su casa y lo tomó definitivamente por escribiente mossen Gaspar de Arinyó, el sábado 31 de marzo de 1481 (N. 15). Carbonell correspondió a este obsequio con el regalo que hizo al sobredicho Arinyó de un libro de un valor considerable y cuyo título sentimos no nos dejase consignado, ya que asi lo hizo de otras circunstancias no menos curiosas.
Carbonell tuvo que vencer la repugnancia de su hijo a seguir la corte (N. 14). Como hombre de talento y experiencia preveía que, a favor de las relaciones que en ella contrajese y con su aplicación y buena conducta, no le sería dificil alcanzar una posición ventajosa. En efecto: no habían transcurrido aún cuatro años desde su partida, cuando D. Fernando el Católico, a solicitud de Carbonell, con el apoyo de sus buenos e influyentes amigos y en atención a los servicios que Francisco había ya prestado a la corte en clase de escribiente a las órdenes de su secretario Arinyó, le agració con el nombramiento de coarchivero y coescribanode mandamiento, desde Córdova en 21 de mayo de 1483, concediéndole los mismos derechos, preheminencias y emolumentos que disfrutaba su padre, reservando sin embargo exclusivamente para este la quitación ordinaria o sueldo y el ejercicio de decretar las súplicas, poner los mandatos, actuar los procesos y hacer todos los actos propios a los escribanos de mandamiento. Dispuso también que, en caso de muerte, cesión o abdicación de cualquiera de ellos, la plaza quedase integramente et ipso facto para el sobreviviente, sin esperar nueva provisión, mandato, consulta ni confirmación alguna (D. 17). (*)

Esta gracia fue confirmada y ampliada por D. Carlos I, el maximo, y su madre D.a Juana, la Loca, en Valladolid a 30 de enero de 1548 (D. 18 y 19.)
Carbonell tampoco quiso que sus manuales o protocolos quedasen huérfanos a su muerte ni pasasen a manos extrañas. Y este deseo lo vio también cumplido en 28 de abril de 1483, con el nombramiento de notario público que el mismo D. Fernando, el Católico, otorgó desde Madrid a favor de Francisco (D. 20), ampliando esta gracia después en Córdovaa 23 de agosto del propio año (D. 21).
Condecorado ya Francisco con estos dos títulos, poco tardó en regresar al lado de su padre, como nos lo indica la toma de posesión de su nueva plaza en el Archivo, el último da del año 14814 (D. 22). Entonces, considerando asegurado ya su porvenir, trataría de tomar estado, pues se nos presenta casado con Juana, hija, indudablemente única, de Rafael de Riudor, también notario público de Barcelona, quien, en atención a este enlace, le donó para después de su muerte las escrituras propias y agenas que poseía (D. 23 y 24). Murió su esposa a los pocos años, sin dejarle hijo alguno, pero si unas casas situadas en la calle del Garrofer de la propia ciudad, instituyéndole en su testamento heredero a sus libres voluntades (N. 16).

(*) Igual gracia dispensó D. Carlos I, el maximo, en Barcelona a 30 de agosto de 1519, a Francisco Miguel, nieto de Pedro Miguel, con respecto a su padre Francisco, como es de ver del fól. 117 del Offitiatium 2, Caroli I, n. 3878, en el Archivo general de la Corona de Aragón, cuya custodia corrió por lo tanto consecutivamente a cargo de tres generaciones de la familia de Carbonell.

A poco contrajo segundas nupcias con Isabel, hija de Juan Ulzina, boticario (N. 17), y esta dio a Carbonell la satisfacción de verse reproducido en ocho nietos, entre ellos cinco varones y tres hembras, cuyo nacimiento, nombres, pérdidas y demás circunstancias omitiremos por no corresponder a nuestro principal objeto. Si el lector repasa las notas autógrafas que a ellos se refieren (N. 46, 17, 18, 19, 20, 21, 22 y 23), admirará la generosidad con que regalaba alhajas a los recién nacidos y a su nuera en cada uno de sus alumbramientos, y verá en esto otra prueba de la bondad del corazón que a tales demostraciones se entregaba. Estos repelidos obsequios que Carbonell prodigaba a su nuera y el dictado que le da de venerandae nuruimee (N. 17), indican que su amor paternal alcanzaba a todos sus hijos y nietos. No le faltaron en el seno mismo de su familia contratiempos que acibarasenestos puros goces. Prescindiendo de los que ya hemos indicado anteriormente, turbó su tranquilidad algún rasgo de ambición e interés por parte de su hijo Francisco (N. 13), dimanado más de su inexperiencia que de su índole; pero Carbonell siempre noble y generoso corrigió a su hijo confundiéndole con actos repelidos de desprendimiento y desinterés. En el fól. 83 v. de su protocolo 28.° otorgó los más amplios poderes a su favor, constituyéndole procurador suyo, cierto, especial y general para reclamar y cobrar toda cantidad que acreditase en razón de sus sueldos devengados, derechos etc. en Barcelona a 13 de abril de 1510, y lo que es más todavia, en el mes de marzo de 1516 le entregó una doble llave de la puerta del Archivo, que había mandado hacer con este objeto, diciéndole que cuantos derechos se cobrasen en adelante por la expedición de títulos, copias etc. serian suyos exclusivamente, y que rogaba a Dios le conservase por muchos años en aquel destino y reportase de él tantas ventajas cuantas su corazón ambicionaba (N. 13),
Elocuente lección que honra mucho al que es capaz de darla!....

Pasemos ya a examinar la moralidad de Carbonell. Como era muy apto, activo y celoso en el desempeño de sus obligaciones y de los destinos que los reyes le confiaron, detestaba a los que no le imitaban en este punto, y siempre que se le presentaba ocasión oportuna criticaba fuertemente su conducta, descuido, malas costumbres o falta de aplicación. Véanse sinoalgunas de sus obras poéticas, especialmente la continuación a la Dança de la mort, que es una terrible critica de las costumbres de los empleados de la corte en su tiempo, y la curiosa nota puesta al fól 103 del Memoriale n. 49 contra los protonotarios y secretarios del Rey (N. 25). Una consecuencia de su severidad en esta parte es la breve pero enérgica declamación que escribió en la 2.a columna del fól 215 de su Crónica contra el abuso que existía ya en su tiempo de echar mano para el servicio Real de personas influyentes y poderosas, sin atender a si eran o no aptas para el buen desempeño de su cometido.
Carbonell fue generoso y desinteresado sobremanera, y ni todas las riquezas del mundo, ni las consideraciones más poderosas eran suficientes a separarle de sus convicciones y deberes. ¡Hay nada más explicito ni significativo que sus palabras puestas de propio puño al fól. 70 y últime v.to del Memoriale n. 28?... E axi (dice) podem dir que ambitio es mare de perditio e de peccat en la qual sovint caen e senfanguen moltes gents com feuPons-Pilat que per temor de perdre lo offici com li digueren los Jueus «non eris amicus Cesaris» ama mes cometre tan gran peccat en dar falsa e scelerada sentencia contra Jesu-Crist que no perdre lo offici.

La compasión era otra de las dotes de su alma ¡Cuan conturbado estaría su espíritu al escribir en el fól. 43 del Memoriale n. 25. Memoria tene quod die Mercurii XII decembris anno a nativitate Domini MCCCCLXXXXII fuit lata quedam crudelisima sententia adversus prefatum Joannem Canyamas rusticum mentecaptum qui ipso et eodem die fuit membratim truncatus et ita dire quod eius atrocitates si scribere vellem lachrymis continere vix poluerim! Y no sería porque Carbonell fuese indiferente al crimen que aquel miserable había cometido hiriendo de una cuchillada en la garganta a D. Fernando el Católico, el día 7 de diciembre de 1492, en las escaleras que aún hoy día vemos en la plaza del Rey; pues que la carta que al siguiente día escribió a su amigo, el Dr. Rejentela Cancillería del Rey, misser Bartolomé Veri (fól. 255 v.to de su Crónica, col. 2.a) es un modelo de la más acrisolada fidelidad y del más acendrado amor por parte de un súbdito a su Rey.
El que reunía tantas y tan relevantes virtudes no podía dejar de ser religioso. En efecto: en la mayor parte de sus obras invoca repetidas veces el nombre de Dios, de la Virgen, y de algunos Santos de quienes era especialmente devoto, y en alguna de ellas, que dedicó exclusivamente a sagrados objetos, demostró hasta la evidencia cuán hondamente arraigadas estaban en su corazón las creencias de la religión que profesaba. Pero hombre de talento y de estudios al propio tiempo, no podía en manera alguna profanar aquella con ningún exceso de fanatismo. Por esto fue muy severo con los malos eclesiásticos, cuyas corrompidas costumbres tan ásperamente reprende en los fól.s 67
v.to y 68 de su Crónica. Finalmente, sus saludables y cristianas doctrinas y el conocimiento de que se iba acercando su última hora, le hicieron despojarse de todos sus derechos y consideraciones sociales a favor de su hijo, para entregarse exclusivamente a los consuelos de la religión y a la dulce esperanza de ver muy en breve recompensadas sus virtudes. Antes de cerrar los ojos alegó estos justos motivos a su Rey, y ampliando este en 17 de octubre de 1491 la gracia que concediera a Francisco en 21 de mayo de 1483, dispensó indirectamente al padre de las obligaciones que su destino le imponía, y que ya eran muy pesadas para sus débiles y cansados hombros (D. 25, 26 y 27). Demos, pues, cima a nuestra tarea, diciendo que un ataque de asma puso fin a sus dias, entre cinco y seis de la tarde del 2 de abril de 1517, en casa de su hijo (N. 26), haciendo la muerte del justo, y dejando a la posteridad un buen nombre por sus virtudes, por sus servicios públicos, por sus talentos y por sus obras históricas y literarias: por más que la revolución, que todo lo destruye, haya borrado hasta la humilde lápida de su sepulcro,que hemos leído repetidas veces antes del año 1835, en una de las paredes del claustro del bello cuanto malogrado convento de Dominicos de Barcelona.

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