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domingo, 21 de junio de 2020

219. LOS AMORES IMPOSIBLES DE ZOMA Y MARÍA, Daroca


219. LOS AMORES IMPOSIBLES DE ZOMA Y MARÍA (SIGLO VIII. DAROCA)

219. LOS AMORES IMPOSIBLES DE ZOMA Y MARÍA (SIGLO VIII. DAROCA)
Foto: Julio E. Foster


Conquistada Daroca por Tarik, uno de sus primeros alcaides fue Zoma, al que se le recuerda tanto por la torre de la mezquita que mandara edificar como por sus amores imposibles con la cristiana María. En efecto, cuando un día caminaba Zoma hacia la mezquita, se cruzó en la calle con una muchacha que iba a por agua. A partir de ese momento fue incapaz de orar con recogimiento ni de dormir con sosiego, pensando en la muchacha del ánfora. Al día siguiente, Zoma contó al santón Abú-Amer la promesa que hiciera de edificar una mezquita si Mahoma le concedía la fortuna de hallar una mujer hermosa con la que desposarse, hablándole del encuentro del día anterior y el sueño subsiguiente, en el que el ángel Azrael le presentaba a la joven a la par que unos genios del arte construían una pequeña pero hermosa mezquita.

El santón preguntó a Zoma si la joven era mora o nazarena, contestando éste que cristiana, lo cual dificultaba la posible unión, máxime siendo él la primera autoridad musulmana. No se arredró el alcaide y, confiando en que la podría convencer para que renunciara a su religión, comenzó a edificar la mezquita, que pronto estuvo finalizada junto a su bello minarete. Entre tanto, Zoma y María, sin que jamás mediaran palabra, buscaban todos los días el encuentro fugaz de la calle de la Gragera (Grajera), aunque sabían ambos cuantas cosas les separaban.

Todo continuó así hasta que un día un joven cristiano fue denunciado ante el alcaide de maldecir contra Mahoma. Si era verdad, significaba su condena de muerte, a pesar del levantamiento de la población mozárabe en su favor. El destino quiso que el presunto condenado fuera hermano de María, la joven enamorada de Zoma.

La muchacha, por salvar a su hermano, solicitó audiencia al alcaide, que desconocía el parentesco. Los enamorados se hablaban por primera vez. Zoma prometió a la joven salvar a su hermano si ésta accedía a ser su sultana favorita. La negativa significaba la condena, como así fue. No obstante, María le dijo a Zoma que si él se convertía al cristianismo sería su esposa. A pesar del amor, no podía haber acuerdo. La religión les separaba... Pero cuando María descendía llorosa por la escalinata del palacio, Zoma, que no podía resistir la pena de su amada, la llamó: «No llores más, tu hermano será salvo». Y María, agradecida y enamorada a la vez, cayó en sus brazos.

[Beltrán, José, Tradiciones y leyendas de Daroca, págs. 48-54.]


Nombrada Colegial en el año 1377, es Basílica desde 1890. Su primitiva fábrica fue románica, pero se amplió y remodeló en repetidas ocasiones durante la época gótica, rehaciéndose casi por completo, a la vez que se cambiaba la orientación de su cabecera a fines del siglo XVI. La iglesia actual se hizo entre 1585 y 1592, según trazas renacentistas, pero con tradición gótica y fue su constructor Juan Marrón. La puerta principal es obra de 1603, realizada por los canteros Laroza, Pontones y Aguilera. Es una iglesia de tipo de salón, de tres naves con capillas entre los contrafuertes y cabecera con coro; igualmente se hizo un baldaquino a imitación del que se halla en el Vaticano. El grupo de la Anunciación fue esculpido por el zaragozano Francisco Franco en 1682. El coro y órgano pertenecen a la antigua iglesia y son obra del siglo XV. Este órgano está considerado como de los mejores de España y en él fue maestro el célebre Pablo Bruna. Del edificio románico -posiblemente construido sobre la Mezquita Mayor de Daroca una vez reconquistada la ciudad por Alfonso I en 1120- sólo se conserva el ábside orientado hacia el este, una ventana del crucero y la moldura con ajedrezado del primitivo lado del Evangelio. Su cabecera corresponde con la actual capilla de los Corporales; opuesta a ella, la puerta principal, del Perdón. Es obra de los últimos años del siglo XII y de los primeros del XIII. Llama la atención, al exterior, el particular sistema de montar el tejado, sobre modillones que apean en arquillos. La puerta del Perdón presenta en su tímpano la visión del Apocalipsis: Cristo triunfante entre el sol y la luna, y ángeles que portan los instrumentos de la Pasión; es adorado por la Virgen y San Juan, que interceden por los hombres, los cuales son despertados de sus tumbas por ángeles trompeteros. Es obra del siglo XIV que fue remodelada arquitectónicamente en el siglo XV. La torre es de piedra sillar, obra de 1441, costeada por doña María, la mujer de Alfonso V, y enfunda otra anterior, mudéjar, de los siglos XIII y XIV. CAPILLAS En el interior de la iglesia, comenzando a la mano derecha de la entrada, se suceden distintas capillas. La primera, la capilla del Patrocinio, está cubierta con bóveda estrellada, acogiendo un retablo con mazonería renacentista, obra muy posiblemente de Juan de Palamines, en cuyo interior destacan grupos escultóricos policromados con figuras y relieves en alabastro, representando el Nacimiento de Jesús, la Coronación de la Virgen y la Adoración de los Reyes entre otros, todo obra del s. XV. A ambos lados se encuentran la sepultura en alabastro de una canonesa de Rueda, obra de finales del s. XV, y el sepulcro bajo arcosolio de un caballero yacente en sarcófago de rasgos renacentistas y ángeles góticos. La capilla se cierra con una verja del s. XVI. Sigue la capilla de la Anunciación, mandada construir en 1609 por Pedro Terrer de Valenzuela. El retablo es obra de Juan Miguel de Orliens, concluído el 31 de octubre de 1609 dentro de un estilo romanista. En los muros laterales aparecen pinturas relativas a Melquisedec y Moisés. En las cuatro trompas aveneradas de la capilla se representa a los cuatro Evangelistas en altorrelieve, obra también de Orliens. En el pavimento está la lauda sepulcral de bronce perteneciente al arzobispo Terrer de Valenzuela. La verja que cierra la capilla, de bronce dorado con las armas de los Terrer, es obra del rejero de Zaragoza Juan Blanco con diseño de Juan Miguel de Orliens, quedando manifiesta la colaboración del escultor en la concepción total de la capilla. La tercera, la capilla de los Corporales, es la antigua cabecera de la iglesia románica. Es una afortunada (y rara en España) construcción de tipo franco-flamenco. Toda la capilla forma parte de un conjunto unitario con decoración gótico-flamígera, siguiendo el concepto de capilla-relicario, donde se custodian los Corporales. Parece que se empezó por encargo de Juan II de Aragón y se terminó con el Rey Católico; en ella pudo trabajar el escultor darocense Juan de la Huerta y asimismo Pere Johán, que trabajaba en el retablo de La Seo de Zaragoza. A finales del siglo XVII se abrió el óculo que sirve de ostensorio y se pintaron las figuras con ribetes y lunares dorados. Llaman la atención los relieves que narran la historia del milagro de los Corporales, con un hábil y gracioso trabajo lleno de detalles documentales de la época. Acto seguido nos aparece la capilla de Santa Ana, resto del edificio medieval y lugar por donde se entra a la sacristía. Fue posesión del señor Esteban Lop y sus descendientes. Son de interés las cinco laudas sepulcrales que aparecen en el pavimento. Linda con ésta la capilla de Santo Tomás, edificada en la reforma del siglo XVI y entregada al canónigo Salvador Bádenas. El altar principal es del siglo XVIII. A ambos lados, los retablos de San Juan Evangelista y de San Joaquín y Santa Ana, obras platerescas del s. XVI, este último mandado hacer en 1586 por Francisco Balaguer. La siguiente capilla, hoy dedicada a San Miguel, en un principio fue llamada de Nuestra Señora la Coronada, pues tuvo el retablo y la imagen de la Virgen Goda, trasladada allí en el s. XVII cuando se hizo la capilla de los Terrer. Esta Virgen, obra del s. XIII, se expone en el Museo de la Colegial. Actualmente la capilla la ocupa el retablo de San Miguel procedente de la iglesia del mismo nombre, obra gótica de estilo sienes realizado a fines del siglo XIV. A ambos lados contemplamos el retablo de la Magdalena (siglo XVII) y el lienzo de San Jerónimo en el desierto (siglo XVI). Dejando a la derecha la entrada al Museo, penetramos en la capilla de la Purísima. Su interior acoge un retablo del s. XVII. El muro se abre lateralmente comunicando con el coro, situado en el centro de la cabecera del templo, en el que destaca la sillería capitular de madera, perteneciente al templo gótico, obra del fustero zaragozano Juan Lañes, realizada entre 1494 y 1495. Frente al coro se encuentra el Altar Mayor, de estilo barroco, inspirado en el baldaquino de San Pedro de Roma. Se compone de cuatro columnas salomónicas de mármol negro, colocadas en 1677, sobre las que descansa un entablamento con las imágenes de los cuatro Doctores de la Iglesia, rematado en cúpula calada con linterna similar y armas de la Colegial y del obispo Terrer, mecenas de la obra. El interior se completa con el grupo escultórico de la Asunción, tallado en madera blanca por los zaragozanos Francisco y Pedro Franco en 1682 y quizá no terminado hasta cinco años más tarde. Ya en el lado del Evangelio, comunicada con el coro, aparece la capilla de la Soledad con un retablo del siglo XVII. A continuación se pasa a la capilla del Cristo, que mandó construir mosén Domingo Moros, donándola en 1607. El retablo actual, con esculturas policromadas, data del siglo XVII. Ante él una serie de laudas sepulcrales. Por último, la capilla de San José, entregada a la familia Celaya, en cuyo frontal luce su blasón heráldico. El retablo, en madera dorada, pertenece al siglo XVIII. A ambos lados encontramos varios lienzos, representando uno de ellos a «San Jorge triunfando en la batalla de Alcoraz». Las pinturas de la cúpula las realizó Mariano Miguel en 1897.

domingo, 8 de marzo de 2020

APPENDIX I

APPENDIX




I

De sequenti opere DENIFLE jam in Historisches Jahrbuch, 1887, p. 225 sq. breviter locutus est. Auctor
ejusdem celeber frater Praedicator Hispanus, Raymundus
Martini
qui opus «Pugio fidei» composuit. Bibliographos hec
opus, in codice Dertusensi unice conservatum, hucusque
fugit. Certe
non est intellectui popularium adaptatum, pro quibus
tamen scriptum est. Raymundus illos fideles, qui in Hispania
inter Sarracenos et Judaeos vivebant et quotidie ab
ipsis argumenta contra christianam religionem audierunt,
principiis christianae religionis imbuere eosdemque
praservare voluit contra objectiones. Verisimiliter Raymundus
hunc libellum scripsit, ut sacerdotes et curati
illo uterentur in instructione populi fidelis et in conversione
infidelium. Quaedam hic tractantur, quae in magno opere «Pugio
fidei» latius occurrunt.
Hanc explanationem Raymundus Martini
juvenis adhuc, diu ante opus «Pugio Fidei», et quidem anno 1256
vel 1257 composuit, ut infra ex articulo 3° liquet. Ex
argumentatione etiam apparet, Raymundum nondum imbutum fuisse
doctrina scholastica decenniorum posteriorum.
Non omnia
edimus. Introductionem cum tractatu Quod libri sancti sint
incorrupti
integre in lucem proferimus, duodecim vero articulos
breviatos. Primus articulus ut specimen dari potest. Multi articuli
solum auctoritates scripturae sacrae jam notas comprehendunt.
Ubi de Sarrazenis vel Judaeis agitur, vel de
scriptoribus Arábicis, nihil praetermisimus.

E
CODICE DERTUSENSI N.° 6.
Explanatio simboli Apostolorum ad
institutionem fidelium a fratre Raymundo Martini de Ordine
Predicatorum
edita.
Videmus nunc per speculum in enigmate,
tunc autem facie ad faciem. I. Cor. xiij. Speculum de quo hic
loquitur apostolus, est fides, per quam tamquam per speculum videtur,
id est, cognoscitur Deus, ut videri potest in hac vita. Enigma
appellat obscuritatem fidei annexam. Etsi enim per fidem Deum in via
cognoscimus, non tamen sic lucide, sicut in gloria, quando per
speciem ipsum facie ad faciem videbimus. Est igitur fides ut dictum
est speculum, per quod videmus Deum quoquo modo. Verbi gratia,
ponatur quod est aliquis in aliqua domo figuris depicta ita curvus et
depressus, quod non potest levare caput, et dicitur ei: tales et
tales picture (I) sunt supra in tecto. Et quia ipse non potest eas
videre, afferiur sibi speculum vel aqua clara in pelvi, et ut
dicebatur sibi verbo, sic videt, per speculum vel per aquam. Postea
si erigatur, videbit, sine medio picturas, quas viderat speculo
mediante. Et tunc intelliget, quod speculum infallibiliter sibi
ostendebat picturas illas, licet non ita clare, ut videt eas modo
capite elevato. Similiter dum sumus in hac vita misera, sic depressi
sumus per corruptionem carnis et per peccatum, quod non possumus
videre Deum nisi per speculum, id est, per veram fidem et puram, quia
ui dicit Augustinus, mentis humane acies invalida in tam
excellenti luce non figitur, nisi prius per mundiciam fidei
emundetur. Et ipsa fides in veritate ostendit nobis quasi quoddam
speculum, quomodo est Deus, ut ostendi potest in hac vita. Et cum
corruptionem carnis deposuerimus et erimus in gloria, tunc
intelligemus et cognoscemus, quod fides infallibili ostendebat nobis
veritatem, licet non ita clare, ut tunc videbimus, sed ad modum
speculi. Hoc tale speculum, id esi fidem, impressit spiritus sanctus
in cordibus patriarcharum, prohetarum et apostolorum. Et dominus
Jhesus Christus non tantum impressit hoc speculum, id est fidem, in
cordibus apostolorum, sed etiam docuit eos verbo hoc idem. Et
apostoli cum deberent discedere ab invicem per universum mundum ad
predicandum evangelium. redegerunt in scriptis concorditer ea, que in
hac vita quasi per speculum cognoscimus de Deo, ut omnes possent
legere et intelligere, quomodo debent in Deum credere. Et illud
scriptum comuniter et concorditer ab apostolis editum dicitur
symbolum fidei apostolorum, quia quilibet eorum posuit ibi sententiam
suam, id est articulum suum; dicitur enim symbolum sin, quod
est con, et bole quod est sentencia, quia
comunis sentencia fidei apostolorum. Quilibet enim apostolus posuit
ibi unum articulum quasi proprium. et omnes comuniter in omnibus
articulis consenserunt, uude secundum numerum apostolorum xij
sunt articuli fidei.

(1) Para que haya la debida exactitud,
se copia todo como está en el Códice original.

Petrus
quidem posuit primum articulum, scil. «Credo in Deum patrem
omnipotentem, creatorem celi et terre.»
Andreas posuit
ij. scil. «El in Jhesum Christum filium ejus unicum dominum nostrum
»
Johannes iij.
«Qui conceptus... Maria virgine.»
Jacobus Zebedeí iiij:
«Passus... et sepultus.»
Thomas v: «Descendit... a
mortuis.»
Jacobus Alfei vj: «Ascendit... patris
omnipotentis.»
Pliilippus vij: «Inde.., vivos et
mortuos.»
Bartholomeus viij: «Credo in spiritum sanctum
»
Matheus ix: «Sanctam ecclesiam catholicam.»
Simon
Cananeus
x: «Sanctorum communionem, remissionem peccatorum.»

Judas Jacobi xi: «Carnis resurrectionem.»
Mathias
posuit xíj: «Vitam eternam amen.»

Hoc itaque symbolum
primo ostendit, Deum esse unum in essentia et trinum in personis.
Deinde alia, que quilibet fidelis tenetur credere, de quibus in
sequentibus ostendetur auctoritatibus veteris et novi testamenti, et
etiam alicubi rationibus et similitudinibus secundum modum parvitatis
nostre. Et quia probatio et explanatio hujus symboli habet fieri
maxime per libros veteris et novi testamenti, dicit enim Augustinus:
quod credimus, auctoritati debetur, et quod intelligimus, rationi,
quod autem erramus, oppositioni; primo oportet monstrare eosdem
libros incorruptos esse et veros, scilicet quod permanserunt integri
et incorrupti, sicut editi sunt a spiritu sancto per auctores et
scriptores eorundem librorum. Quo probato necesse est credere et
suscipere omnia illa, que per ipsos probabuntur et alia que in eis
continentur.

Quod libri veteris et novi testamenti sunt
integri et incorrupti.

Igitur quod libri sint integri et
incorrupti, potest ostendi per auctoritates, quoniam nullus auderet
mutare, vel diminuere vel addere in veteri vel novo testamento,
quoniam super hoc habetur prohibitio et etiam maledictio. Unde Moyses
Deuteron. iiij:
«Non addetis ad verbum quod vobis loquor,
nec auferetis ex eo.» Item Salomon in Proverb. xxx. b, «Omnis
sermo Dei ignitus clipeus est sperantibus in se, ne addas quicquam
verbis illius, et arguaris inveniarisque mendax.» Item Joh.
in Apocal. ultimo: «Si quis apposuerit ad hoc, apponet Deus super
illum plagas scriptas in libro isto. Et si quis diminuerit de verbis
libri prophetie hujus, auferet Deus partem ejus de libro vite, et de
civitate sancta.» Non autem videtur quod aliquis esset ita , quod
contra ista auderet aliquid mutare in libris sanctis.
Si quis
vero dicat, quod Nabuchodonosor combussit libros
legis et prophetarum, hoc ostenditur esse falsum
per gesta filiorum Israel. Nam sicut habetur in iiij°
lib. Regum, xvij, Salmanasar rex Assiriorum
cepit terras filiorum Israel, et transtulit filios
Israel de terra sua in terram Assiriorum, et
posuit eos in civitatibus Medorum, et adduxit de
Babilone et de aliis locis terre sue colonos, et collocavit
eos in civitatibus Samarie pro filiis Israel. Et
cum ibi habitare cepissent, non timebant Deum, cum essent ydolatre,
unde immisit Deus in eos leones, qui interficiebant eos. Et nunciatum
est regi Assiriorum quod perirent coloni ejus, quia ignorabant
legitima Dei terre. Et misit rex unum de sacerdotibus
Israel et etiam legem Moysi, sicut dicitur in
ystoriis. Et iste habitavit in Bethel, et docebat
gentes illas legitima Dei Israel. Ipsi tamen, licet colerent
Deum Israel, colebant etiam idola sua, unusquisque
juxta ritum gentis sue. Unde lex Moysi permansit apud eos. Et
predictus Salmanasar rex Assiriorum fuit ante Nabuchodonosor
C annis, sicut probatur ex numero annorum regum qui
regnaverunt in Jherusalem ab ipso Salmanasar
usque ad Nabuchodonosor. Verum non potest dici, quod ipse
Nabuchodonosor combusserit legem generaliter,
cum non legatur destruxisse nisi Jherusalem, quam quidem
destruxit Nabuzardan princeps militie ejus, non in
prima vice, sed in secunda, sicut infra dicetur. Et tunc jam libri
legis
erant apud Samaritas tempore Salmanasar regis,
qui fuit ante Nabuchodonosor C annis, ut dictum est. Cum ergo
non legatur destruxisse Salmanasar, non destruxit etiam libros
legis
qui apud Samaritas erant. Cum igitur pervenit
Nabuchodonosor ut expugnaret Jherusalem, sicut dicitur
in predicto libro Regum xxiiij, egressus est Joachim rex
Juda
ad ipsum de voluntate propria et mater ejus et servi ejus et
principes ejus, et suscepit eum et suos rex Babilonis,
et transtulit eum et omnem populum Jherusalem xvij
milia, et non reliquit ibi exceptis pauperibus populi terre.
Et tunc mnc non destruxit Jherusalem nec combussit aliquid in
ea. Unde satis videtur vetum quod isti qui se reddiderunt et
translati sunt in pace, portaverunt sanctos libros legis et
prophetarum et alios libros quos habebant, sicut
contigit in Sarracenis qui expulsi sunt de Oriente et
Occidente Yspanie, qui secum de libris suis quos
voluerunt portaverunt.
In secunda vero vice quando captus fuit
Sedechias rex Jherusalem et exoculatus (IV Reg.
25, 7) Nabuzardan princeps regis Babilonis
destruxit muros Jherusalem et combussit domos, sed nos legitur
aliquem librum combussisse (IV Reg. 25, 9). Et tunc de beneplacito
principis remansit Jheremias propheta cum populo
Judeorum, qui remansit ad colendum terram; populares vero de
majoribus et divitibus translati sunt etiam tunc in Babilonem,
non tantum de Jherusalem, sed etiam de aliis civitatibus
Judee, que non fuerunt combuste nec destructe, ut habetur
Jheremie xi. Et est verisimile quod tam apud transmigrantes,
quam apud populum, cum quo remansit Jheremias propheta,
fuerunt libri legis et prophetarum. In Daniele etiam
legitur xiij, quod Judei habebant judices de Judeis,
qui eos judicabant secundum legem suam. Unde ibi
legitur quod fecerunt duobus senibus, sicut male egerant adversus
proximam dicendo contra eam falsum testimonium, et ideo
interfecerunt eos, ut facerent secundum legem Moysi.
Item in j° Esdre vij, a: «ipse Esdras ascendit de Babilone,
et ipse velox scriba in lege Domini quam dedit Dominus Deus
Israel
.» Et infra: «Esdras autem paravit cor suum ut
investigaret legem Domini et faceret et doceret in Israel
preceptum el judicium.» Item: «Artaxerses rex
regum, Esdre sacerdoti scribe legis Dei celi doctissimo
salutem. A facie regis et vij consiliariorum ejus missus es ut
visites Judeam et Jherusalem in lege Dei tui, que est
in manu tua.» Et in Neemia viij° a: «Dixerunt Esdre
scribe ut afferret librum legis Moysi, quod preceperat Dominus
Moysi
. Attulit ergo Esdras sacerdos legem coram multitudine
virorum ac mulierum cunctisque qui poterant
intelligere.»
Ecce per ista patet quod lex permansit apud
Judeos sive in captivitate, sive post
captivitatem. Unde in ij° lib. Machabeorum ij°
dicitur de Neemia, quod construens bibliotecam congregavit de
regionibus libros et prophetarum et David
et epistolas regum.
Item Dominus in Evangelio Mat. xxiij
a: «Super katedram Moysi sederunt scribe
et pharisei; omnia ergo que dixerint vobis conservate et
facite, secundum vero opera eorum nolite facere.»
Et in capitulo
ubi hec dixit, arguit eos de appetitu laudis et honoris et de
ypocrisi et de aliis viciis, que erant in ipsis; unde si legem
mutassent in aliquo, magis eos de hoc redarguisset. Sed ipsemet
ostendit legem integram esse, ubi dicit Mat. v: «Non veni legem
solvere aut prophetas, sed adimplere. Amen quippe dico vobis, donec
transeat celum et terra, jota unum aut unus apex non preteribit a
lege donec omnia fiant.» Et Luc, xxj; «Celum et terra transibunt,
verba autem mea non transient.» Ex hoc apparet quod lex
incorrupta
permanserat apud Judeos.
Item sicut habetur
in ystoria, Ptolomeus rex Egipti librorum cupidus usque ad Lta
milia libros congregavit. Qui cum audisset, quod apud Judeos
esset lex ore Dei edita, misil de Judeis captivis qui erant in
regno suo Cxx milia, et munera magna auri et argenti
Eleazaro summo pontifici Judeorum, ut sibi mitteret
Judeos sapientes in ebrea ei greca lingua
cum lege Dei, qui ad eam
transferendam in grecum
sufficerent. Unde predictus pontifex misit sibi lxx seniores
peritos utriusque lingue, qui legem et prophetas
transtulerunt. Et hoc fuit per magnum tempus ante Christum.
Et ista translatio remansit apud Grecos. Unde etiam si
voluissent Judei aliquid mutare, nichilominus veritas
translationis remansisset apud duas gentes diversas ab ipsis,
que ipsos arguere possent de mutatione. Postmodum vero, tempore
apostolorum Christi, cum predicte gentes et alii
recepissent fidem Christi, receperunt et Evangelium ab
ipsis apostolis et ab aliis discipulis, qui
predicaverunt eis juxta mandatum Christi, Math. ultimo:
«Euntes in mundum universum predicate Evangelium omni
creature», et hoc in diversis ydiomatibus. Unde iste gentes
non possent congregari de finibus mundi ad mutandum Evangelium,
cum inter se sint diverse moribus et linguis, et sub diversis
principibus et regnis,
et si factum fuisset, non potuisset latere. Item emulatio est inter
Christianos et Judeos specialiter
de scripturis, et ideo nec corruptionem Judeorum
silerent Christiani, nec corruptionem Christianorum
occultarent Judei. Cum autem sint discordes circa intellectum
scripturarum, constat quod ad corruptionem scripturarum non poterunt
concordare. Cum igitur utrique concordent in lege Moysi et
prophetis, constat legem Moysi et prophetas non
esse corruptos.
Item Evangelium est completio legis
et prophetarum, el lex et prophete fuerunt
figura Evangelii. Unde lex et prophete
continentur in Evangelio, et Evangelium in lege
et prophetis, propter quod dicit Ezechiel j°, quod
rota erat in medio rote. Si ergo Evangelium fuisset corruptum,
discordaret a lege et prophetis, et si lex et prophete corrupti
fuissent, similiter ab Evangelio discordarent. Cum ergo
perfecte concordent ad invicem, sicut pater habentibus rectum
intellectum scripture, manifestum est quod tam vetus quam
novum testamentum sine corruptione et mutatione
remanserunt.
Item cuilibet magis credendum est in sua scientia
vel in arte. Stultum enim esset magis credere medico de
agricultura, et agricole de medecina. Qua ergo
temeritate volunt Sarraceni, quod ipsis vel domino suo,
(Mahometo) qui ignoraverunt Evangelium Christi, de ipso
Evangelio magis credatur, quam Christianis, qui
professionem Evangelii per successionem temporum continuam ab
inicio tenuerunt? Nostrum quidem Evangelium non solum a
fidelibus testibus conscriptum est, verum multitudine prophetarum
veridicorum et concorditer adventum Christi preconizantium
roboratur, nec non et miraculis quamplurimis supra naturam et
martyrum multitudine copiosa, quos nec mors nec gladius
aut tribulatio quecunque potuit a fide Evangelii separare.
Unde si quis temptasset Evangelium mutare, tam zelo fidelium
et devotione, quam librorum veterum collatione, quam
diversorum codicum apud diversas nationes attestatione
confutaretur.
Preterea si Alcoranus vel unus liber
gramatice
, qui esi in una lingua, non potest corrumpi,
quomodo. Evangelium, quod fuit scriptum in diversis
linguis, potuisset universaliter corrumpi? Quod ergo recipiunt
pro se de incorruptione Alcorani vel alterius libri, oportet
eos necessario recipere contra se de incorruptione legis et
Evangelii, quia de similibus idem est judicium. Et quia
validius est argumentum ab hoste sumptum, sicut dicitur in Alcorano
in cap. apostolorum: «apostoli qui fuerunt cum Christo,
sancti fuerunt et veraces», unde certum est quod tale predicaverunt
Evangelium et scripserunt, quale ab ipso Christo docti
fuerunt, alioquin veraces non fuissent.
Quod vero lex et
Evangelium sint incorrupti, potest ostendi per Alcoranum,
unde in capitulo Jone
dictum fuit Machometo secundum dictum suum sic: «Si fueris in
dubio de eo quod misimus super te, interroga eos qui legunt librum
prius quam tu.» Sed constat quod Deus vel Gabriel,
qui, ut ipse dicit, loquebatur ei, non dicebant sibi ut interrogaret
falsarios, sed veraces, qui legebant librum, secundum
veritatem, non secundum mutationem que inducit
falsitatem. Unde per hoc ostenditur
quod libri
Evangelii
et Legis erant incorrupti, quia illi qui
legebant librum prius quam ipse esset, erant Judei veraces et
Christiani, a quibus secundum mandatum Domini debebat
requirere veritatem.
Item in cap. mense, quando Judei
postulaverunt judicium ab Ebihoreyra, quem posuerat Machometus
judicem, ut judicaret inter homines, et ille diceret eis: «Non
judico inter vos, donec interrogem Machometum», et ille
ivisset ad Machometum et interrogasset eum, respondit
Machometus et dixit: «Deus misit super me in facto Judeorum,
et dixit: Si venerint ad te, judica inter eos, aut avertere ab eis;
et si avertaris ab eis, non nocebunt tibi in aliquo. Et si
judicaveris inter eos, judica juste, quia Deus diligit juste
judicantes. Et quando venient ad judicium tuum, et apud eos est lex,
et in ipsa est judicium Dei.» Et ecce hoc testatus est
Machometus, quia tempore suo lex erat apud Judeos,
in qua erat judicium Dei; unde ex hoc patet quod remanserat
incorrupta, quia si corrupta fuisset, verum judicium Dei non
contineret.
Item in cap. Hygr, iniroducit Deum sibi
loquentem: «Nos demissus memoriale et sumus ejus custodes.» Vocat
autem legem et Evangelium memoriale Dei, ut dicunt
Sarraceni. Quod cum ipse Deus custodiat, non est corruptum,
alioquin non esset Deus fidelis custos, quod absit.
Item in cap.
v; «Non est mutatio verbo Dei.» Sed verbum Dei et lex est
Evangelium; cum ergo verbo Dei non sit mutatio, lex et Evangelium non
sunt mutata.
Item in cap. Vace, in fine secunde
distinctionis dicitur:
«Credimus Deum, et id quod fuit missum
nobis, et id quod fuit missum Abrabe et Ysmaeli et
Ysaach et Jacob et tribubus, et id quod fuit datum
Moysi et Jhesu, et id quod fuit datum propheitis
a Domino suo, et non separamus inter aliquem ex ipsis». Ecce in hiis
verbis mandatur Sarracenis, ut credant legem et prophetas, et
Evangelium Jhesu Christi, et quod non faciant differentiam inter
aliquem prophetarum. Et ita de necessitate oportet eos credere
legem et Prophetas et Evangelium. Cum ergo dictum sit
eis quod credant omnia supradicta, nec Deus mandaret credi corrupta,
nec erant corrupta, sed vera et incorrupta.
Item in v cap. circa
finem: «Dedimus librum Moysi complementum ei qui benefecit,
et discretionem in omni re et directonem et misericordiam», sed
corrupta lex non dirigit, sed potius facit errare. Ergo lex Moysi
non est corrupta.
Item in cap.. : «donec statueritis legem et
Evangelium, in nichilo estis». Ibi loquitur Dominus Christianis
et Judeis, ut dicunt Sarraceni. Sed cum Deus bonum
consulat et malum dissuadeat, hoc eis non dixisset, si lex et
Evangelium corrupta fuissent; ergo incorrupta sunt lex et Evangelium
apud Christianos et Judeos.
Item in c. Jone
introducunt Deum dicentem de Jhesu: «Nos dedimus ei (scilicet
Jhesu) Evangelium, in quo est directio et lumen». Sed si
Evangelium corruptum fuisset, non dixisset Deus in eo esse
directionem et lumen, sed potius errorem et falsitatem. Unde
constat Evangelium esse verum et incorruptum.

Item non videtur rationabile nec verisimile quod Christiani
vel Judei corruperint vel mutaverint libros
suos, in quibus est eis tradita á Deo forma vivendi et spes
salutis, cum pagani poete non mutaverint libros
suos, in quibus fabule et manifesti continentur
errores, sicut in eorum libris adhuc hodie invenitur.

Unde astutia dyaboli suggestum videtur, et hominum
etiam malicia hoc firmavit ad fulcimentum sui erroris, ut
libros sacros non legerent et corruptos assererent, ne
manifestato errore ipsorum per veritatem sacrorum librorum a
suis erroribus averterentur. Et hec astucia posita est in
Alcorano ubi dicitur in cap. Vace:« Nolite interrogare
quid egerunt priores, eis facta sua, vobis vestra», subaudi:
«sufficiant»; cum tamen e contrario in cap. Jone dicatur;
«Si fueris in dubio de eo quod misimus super te, interroga eos qui
legunt librum antequam tu», ubi mandatum est ei in
dubiis interrogare priores.
Si quis vero dicat quod in hoc sunt
corrupti libri, quod nomen Machometi est inde amotum,
respondemus quod non est causa, quare nomen ejus amoveretur, quia si
bonus erat futurus, utile erat sciri nomen ejus, ut cum venisset,
sicut bonus et de quo jam prophetatum erat, reciperetur, sicut
contigi in Joh. Baptista precursore Christi, de
cujus adventu prophetarunt Ysayas et Malachias; item
sicut scriptum est etiam de Elia et Enoch, quorum
adventus in fine mundi predictus est in veteri et in novo
testamento
, per quos Judei in fine mundi convertentur.
Si vero malus futurus erat, necesse fuit similiter sciri nomen ejus
et mores, ut cum veniret, per hujus noticiam caveretur ab eo, sicut
scriptum est de antichristo et de moribus ejus, et de
seductione, et de suis miraculis, que facturus est, ut per ista jam
scripta cum venerit cognoscatur et a fidelibus caveatur. Unde sicut
non est ablatum nomen antichristi nec nomen diaboli de
libris, eodem modo nec nomen Machometi inde fuisset
ablatum, si ibi fuisset scriptum. Unde esset frivola excusatio, que
assumitur in defensione mendacii et erroris. Quod autem dicunt pro
se, nomen ejus scriptum fuisse in libro Abacuch
prophete c. iij: «Deus ab austro veniet, et sanctus de monte
Faran», non potest convenire Machometo, quia nec Deus
fuit nec sanctus, sed potius peccator et immundus, fuit enim
luxuriosus et raptor bonorum alienorum, et interfector hominum
sine justicia, sicut colligitur ex ystoriis et gestis
de eo scriptis. Nec venit de monte Faran, imo de monte
Meche. Nam mons Meche unde ipse fuit oriundus,
dicitur Cayquiyan, sicut dicitur in lib. Ayci. Nam
Pharan
, quem jactant esse montem Meche, est in introitu
terre promissionis, sicut habetur ex tertio lib. Moysi, c°. xiij°;
Mecha vero distat a terra promissionis per longa
terrarum spacia, itinere mensis unius et ultra;
prophetia vero predicta verius Christo convenit, sicut
patet per precedentia et sequentia.
Item, quod dicunt quod
Christus predixit de Machometo in Evangelio,
ubi promisit mittere discipulis paraclitum, volentes intelligere per
paraclitum Machometum, hoc non potest stare, quoniam Joh.
xiiij promisit et dedit paraclitum apostolis, quorum tempore non
venit Machometus, dicens «paracletus autem Spiritus Sanctus
quem mittet Pater in nomine meo, ille vos docebit omnia». Unde cum
paraclitus sit Spiritus Sanctus, qui docuit apostolos omnia,
non convenit Machometo, ut dicatur paraclitus, cum nec
Spiritus Sanctus fuerit, qui est Deus, nec apostolos docuerit.

Item paraclitus idem est quod consolator, quod Machometus
non fuit, imo desolator, quia venit cum gladio, cogens
homines ad suscipiendam suam sectam, quod tamen Deus
facere noluit, cum hominem liberum creaverit et sue voluntatis, nec
aliquis propheta vel justus hoc attemptaverit unquam, sicut
patet legentibus gesta antiquorum.
Item Spiritus
Sanctus non videtur ab hominibus mundanis nec scitur ab eis. Unde
Joh. xiij°: «Ego rogabo Patrem, et alium paraclitum dabit
vobis, ui maneat vobiscum in eternum, Spiritum veritatis, quem mundus
non potest accipere, quia non vidit eum nec scit eum; vos autem
cognoscetis eum, quia apud vos manebit et in vobis erit». Ecce per
ista que hic dicuntur patet manifeste, quod nullo modo potest dici
Machometus paraclitus, cum non fuerit datus apostolis.
Inter illos enim et ipsum fluxerunt prope DC anni, nec fuerit
consolator sed potius desolator, nec fuerit Spiritus Sanctus, qui
videre non potest, sed potius corporalis et visibilis.
Ostensa
igitur veritate et sinceritate librorum, ad explanationem simboli
redeamus.


jueves, 14 de marzo de 2019

Libro quinto

LIBRO QVINTO
DE LA HISTORIA DEL REY DON IAYME DE ARAGON, PRIMERO DESTE NOMBRE,
LLAMADO EL CONQUISTADOR.

Capítulo primero. De lo mucho que el
Rey se afligía por no haber salido antes a hacer guerra a los Moros,
y del honesto descargo que para esto le daban los suyos.

Año
era de nuestra redención MCCXXVIII cuando el Rey, habiendo ya
cumplido los xx de su edad, y hallándose muy dispuesto para
ejercitar las armas, y que por eso tanto más deseaba extender con
ellas su nombre y fama por el mundo, andaba muy afligido y
descontento, por no haber aun salido de sus reynos, ni hecho cosa
alguna insigne en los extraños. Señaladamente por no haber
perseguido antes a los Moros vecinos a sus reynos, ni a imitación de
sus antepasados, tomado les por fuerza de armas algunas villas y
castillos para introducir la fé y nombre de Cristo en ellos: por
haber sido este su principal fin y designo, desde que comenzó y
reynar, y de cuando fundó la religión y orden de nuestra Señora de
la Merced para la redención de cautivos Cristianos. La cual le había
ofrecido como primicia de la general redención que había de hacer
dellos, conquistando los reynos de los Moros. Pues como desta
tardanza tuviese el Rey alguna manera de empacho, y mostrase dello
descontento, no faltaron algunos antiguos criados suyos que le habían
seguido en todas las jornadas que hizo desde que comenzó a reynar
(según algunos escritores lo significan) que se atrevieron con
buenas razones a distraerle de aquella su persuasión (
psuasió)
y prepostero sentimiento. Para esto se valieron de las que le
causaban empacho, para más abonarle el entretenimiento pasado: con
fin de darle mayor ánimo para llevar adelante su tan heroico
intento. Porque le mostraron claramente, como el haber salido antes
de sus reynos para tan importantes empresas de guerra, fuera tan
errado negocio, cuanto el entretenerse había sido del todo acertado,
y muy en su lugar y tiempo hecho. Pues antes, ni la edad, ni el
consejo, ni la autoridad y experiencia, que tan necesarias son para
llevar guerras en tierras extrañas, le acompañaban: ni la necesidad
que tuvo de dejar primero sus reynos apaciguados le permitían la
salida. Sino que le fue mucho mejor, con sus pequeños y bien regidos
ejércitos, pasar los primeros ejercicios de la milicia dentro de sus
tierras, antes que con muy grueso campo andar desvelado por las
ajenas: según que la experiencia lo trae, y la razón después de
bien considerado todo, lo aprueba. Porque de comenzar poco a poco, y
con pocos, a ejercitarse en la guerra: de ir en persona por general
de una hueste mediana: de ver depender de si todo el gobierno de
ella: claro está que a este le será forzado y también posible
llevar el cuidado de todos, y que pues los conoce, y va por lugares
conocidos, ya no por sus tenientes (como en los ejércitos grandes)
sino por si mismo podrá fácilmente no solo regirlos, pero en los
principales ejercicios de guerra hallarse presente ante todos. Como
es para ser en el concertar los escuadrones, y en el trabar de las
escaramuzas el primero: para según la ocasión y tiempo, así
presentar, o no, batalla a los enemigos: para darles muchas veces
alarma, y no por esto luego acometerles: para ponerse en celada, o
descubrir y falsear la de los otros. Finalmente para tener siempre
los ojos con la sospecha abiertos, y prevenir antes que ser
prevenido: con los demás ejercicios y advertimientos militares, que
por haber pasado su persona Real tan en particular por ellos, habían
sido ocasión y medio para pasarle de soldado a gran capitán, como
lo era. De manera que por haber empleado sus primeros ejercicios de
armas dentro sus reynos, como quien echa mayores raíces para dentro,
había sido como creciente de río represada, que al fin sale con
mayor ímpetu de madre: o como en las baterías de las ciudades que
solían dar contra el muro con las machinas arietarias, o
bayuenes:
las cuales cuanto más se retiraban , y con debido espacio se
entretenía, tanto mayor era la arremetida, y más terribles
encuentros hacían. Verificaban esto los mismos, con heroicos
ejemplos de los más célebres capitanes Romanos, señaladamente del
gran Scipion Africano. El cual se entretuvo por algún tiempo en
Sicilia, en la ciudad y puerto de
Saragosa,
para fabricar y trazar consigo mismo la presa de la ciudad de
Carthago. Porque cuanto más sin ruido daba orden en el aparejo de
sus machinas e instrumentos
bellicos
para la empresa, y con pocos soldados trazaba el pelear contra
muchos, tanto mejor salió de repente afuera, y con mayor gloria
alcanzó la presa y conquista de ella. Lo cual refiriendo Valerio
Maximo con muy grande admiración, concluye su dicho sabiamente con
esto, Que los ilustres y extremados ingenios, cuanto más se recogen,
tanto con más glorioso ímpetu sacan a luz sus cosas. Por donde
concluyeron su razón para más animar al Rey a poner en ejecución
sus generosos propósitos, con decir, que todo lo que la ciudad de
Saragosa en Sicilia en cosas de mar y tierra pudo aprovechar y valer
al Africano para la conquista de la ciudad de Carthago: en todo
aquello podía valer y servir al Rey para que cualquier conquista que
allende el mar quisiese emprender contra moros, la ínclita y antigua
ciudad de Tarragona, nobilísima colonia de Romanos, y muy celebrada
por las historias dellos, donde a la sazón el Rey se hallaba. De
cuyo asiento y comodidades grandes de mar y tierra para paz y guerra
hablaremos en el capítulo siguiente.

Capítulo
II. Del asiento, antigüedad y excelencias de la ciudad de
Tarragona.

La ciudad de Tarragona, que fue antiguamente cabeza
de la provincia Tarraconense, y de la España citerior, está fundada
sobre un cabo de monte que da sobre la mar al oriente, cuya población
antigua fue tan grande, que según fama, se extendía el monte abajo
por lo llano con mucho número de casas, hacia el puerto de Salou, el
cual mira al lebeche, y se le descubre entre levante y medio día.
Puesto que la ciudad, a respeto de su antigua grandeza y
vezinos,
agora es muy pequeña. Y porque entendamos la causa dello, brevemente
recorreremos lo que por los
Annales y
historias
de la corona de Aragón se
halla escrito de ella. Como desde la primitiva iglesia, cuando esta
ciudad por los méritos e intercesión de su gloriosa patrona santa
Tecla mártir, recibió la fé y religión Christiana, hasta por todo
el tiempo de los Godos, no solo mantuvo mucha parte de su población
y grandeza:
pero también en lo espiritual, fue cabeza de muchas
yglesias Cathedrales. Porque con la asistencia de su Prelado, y
suffraganeos,
que sin los de Cataluña, lo eran también los Obispos de Aragón,
Valencia, y Navarra, se celebraron en ella muchos concilios
provinciales, con decretos santísimos que en ellos se publicaron: y
que por la grande devoción que había de la misma santa fue su
iglesia, que es la mayor de la ciudad, muy venerada y amplificada de
muchos predios y dones, por los mismos Reyes Godos y otros devotos, a
ella concedidos. Hasta que sobrevino la general entrada y destrucción
(destruycion) que hicieron los Moros en España. Los cuales tomaron a
esta ciudad y la arruinaron y destruyeron de manera, que por algún
tiempo quedó yerma. Lo que fue ocasión para que el trato grande de
mar que en ella había comenzase a pasar a Barcelona. Teniendo pues
aviso desto el Papa Vrbano segundo (como lo refiere en sus Annales
Geronymo çurita) y considerando lo mucho que esta ciudad en tiempo
antiguo había florecido, y sido potentísima en lo temporal: las
muchas calidades y comodidades que tenía para poder volver a
sustentar el estado antiguo,que también tuvo en lo espiritual: luego
que entendió que los Condes de Barcelona habían echado los Moros de
ella y de todo el campo, restituyó en ella la silla Pontifical
Metropolitana, que antes tenía, dándole pastor y Prelado, y por sus
suffraganeas las siete iglesias Cathedrales de Cataluña, con las
demás, que como hemos dicho, ya se teñía antes. De ahí quedó
hecha cabeza de la que agora
llaman provincia en Cataluña.
Siguiose poco después que el Conde don Ramón Berenguer abuelo del
Rey don Alonso el segundo, viendo la ciudad tan mal parada y
despoblada, y que no la podía restaurar como debía, la dio con todo
lo temporal a la iglesia de santa Tecla y al Arzobispo S. Oldegario
que entonces era, y a sus sucesores: con fin que la reparasen, y
defendiesen de los Moros, y que se mantuviese con la autoridad y
devoción que a su patrona santa se debía. Lo cual efectuado, como
luego se hallase el Arzobispo empachado con el cargo y regimiento
secular la dio en feudo a un Barón principal de la tierra llamado
Roberto de Aguilon. Este de ahí a pocos años no la quiso tener,
sino que la restituyó a la iglesia, y al Arzobispo llamado don
Bernaldo. El cual finalmente volvió el señorío antiguo, y gobierno
temporal de ella, con ciertas reservaciones de rentas y derechos, al
Conde Berenguer, de esto reclamó Guillen Aguilon hijo de Roberto,
pretendiendo ser suya la ciudad en el estado que su padre la tuvo.
Sobre ello pleiteó con el Arzobispo que sucedió llamado Vgo de
Ceruellon, y hubo entre los dos tantos debates, y altercaciones
terribles
que el demonio fue parte para que el el Aguilon matase
al Arzobispo don Vgo, por defender los derechos de su iglesia. Y
acaeció que en el mismo año Thomas Becket (Thomas Becheto)
Arzobispo de Canterbury (Cóturbé) en Inglaterra fue martirizado
también por defender los derechos e inmunidades de su iglesia. Pues
como el conde don Berenguer procediese contra Guillé el matador,
privole de todo el derecho que pretendía, y echole para siempre de
la tierra. Por donde hubo nuevo concierto entre los Arzobispos y
Condes, de cierto mixto Imperio y gobierno de la ciudad, y por este
han pasado todos los Reyes sucesores hasta hoy en día: el cual
dejaremos de especificar, por ser ajeno de nuestro propósito e
historia. Pues ni aun lo de arriba se ha dicho a otro fin, que por
mostrar, no fue falta de la tierra, sino sobra de grandes ruinas y
persecuciones que pasaron por esta ciudad, el haber vuelto a tan
pequeña población, a respeto de su antigua grandeza. La cual aunque
la vemos en el monte recogida, allí está muy fuerte y bien
edificada, con su iglesia mayor, tan suntuosa y bien labrada, como
haya otra en la corona, y tan adornada de Prelado, dignidades,
cabildo y clero: que por eso, y ser su ciudad tan antigua cabeza de
la mayor provincia de España, puede tenerse por la más principal de
toda ella. Demás que por tener tantas iglesias suffraganeas, y haber
con ellas celebrado muchos concilios, como dicho habemos, con harto
buen título ha pretendido siempre el Primado de las Españas,
También por la liberalidad que con la ciudad usan sus Prelados, la
vemos en nuestros tiempos notablemente mejorada, a causa de la
universidad para todas sciencias, que de nuevo han fundado en ella.
Pues con el edificio de las escuelas, colegios, y hospitales que se
levantan junto al muro, por lo menos se halla un tercio más
acrecentada. Mas si volvemos a lo que ella por si misma vale y puede,
vemos que con la oportunidad del mar abunda de toda cosa. Así por la
gran copia que tiene de mucho y muy delicado pescado, como por el
gran concurso de naves en su puerto para ser proveída de toda
mercaduría. Porque en lo que toca a las demás provisiones y
auituallamientos, no le falta cosa de la vida. Mayormente por tener a
la parte del septentrión muy fértiles dehesas para el pasto, y
crianza de todo género de ganados, con mucha diversidad de caza y
montería. Y sobre todo por la extraña abundancia que de su gran
campo, que llaman de Tarragona, se le acarrea. El cual a vista de
ella se extiende hacia el poniente sobre una espaciosa y deleitosa
llanura, cercada de altos montes, y solo hacia el mar abierta, por
donde le entran los embates de él con mucha frescura. Es este campo
de si tan fértil, y con la muchedumbre de fuentes y acequias para su
regadío, tan aparejado y hecho a producir todo género de mieses, y
variedad de frutos, que de su tamaño no hay cosa mejor en la Europa,
y que por eso ha llegado a ser de lo muy poblado de ella: por las
muchas y muy grandes villas y lugares que en él se hallan, como
colonias fundadas por los Arzobispos, cuyo es el mando y señorío
del Campo. Y así como pueblos salidos de las entrañas de la
ciudad, la obedecen y proveen de todo lo necesario. De suerte que se
conoce, como a causa de tan buenas comodidades y auituallamientos que
esta ciudad alcanza por su campo y puerto, tuvieron antiguamente los
Romanos, sus procónsules y ejércitos alojados en ella, como cabeza
y fortaleza puesta para la defensa y gobierno de su provincia
antigua, que comprendía la mayor parte de España, para de allí
hazer rostro a los Carthaginenses, sin dejarles entrar, ni poner el
pie en ella. Por esto la fortificaron muy bien, entre otros, los dos
Scipiones que mucho tiempo residieron en ella, y no solo la dotaron
de los privilegios y prerrogativas de las ciudades de Italia, pero la
ennoblecieron grandemente, con muy ilustres e insignes edificios de
Theatros, tropheos, sepulchros, y templos, con otras muy magníficas
y suntuosísimas obras, de las cuales quedan admirables vestigios y
señales. Mayor nombre de los que se descubren hoy en día cavando
debajo tierra, que son tan grandes, tan profundos, y conformes a los
edificios antiguos que por ellos se muestra realmente como está una
ciudad sobre otra, y que por las ruinas de ella ha venido a ser
manifiesto
que por ventura era llano. Puesto que la obra costosísima de los
conductos que hicieron para traer el agua de muy lejos y que hoy
vendría (
vernia) cauallera
a la ciudad, señala, que parte, o lo mejor de ella, o su alcázar,
estuvo edificado en alto. Como se ve por los arcos que pasan y
atraviesan de monte a monte, y aunque están rotos en algunas partes,
no por eso se tiene por difícil del todo ni demasiado costosa la
restauración y reparo dellos. Y es cierto que restituyéndose el
agua a la ciudad, mejoraría notablemente, y la población se
acrecentaría. Ni hay porqué dejar de hacer memoria de otra
maravillosísima obra que los mismos edificaron, y fue al muelle, o
puerto fabricado, que al pie del monte hicieron en la mar, para
encerrar en él las galeras y otros bajeles pequeños, que en Salou
no se tenían por seguros. El cual estaba hecho a semejanza de otro
de Roma, con el mismo artificio, junto a Ostia a las bocas de Tiber,
delante un pueblo que por razón del puerto, se llama Portu, y de no
haberse frecuentado el uno ni el otro, están los dos casi ciegos,
pero no imposibilitados para ser restituidos en su primer estado.
Concluyamos pues, que por las mismas causas y fines porque los
Romanos se aprovecharon del asiento y campaña, del mar y puerto de
esta ciudad, con las demás comodidades dichas: por las mismas
también los Reyes de Aragón y Cataluña se valieron desta, para
fabricar y poner en orden sus armadas, y hacer sus salidas y empresas
por mar. Por las cuales llegaron los Cathalanes a ser tan señores, y
temidos por la mar, que yendo en corso contra infieles, siempre
volvían muy prosperados y ricos. Mas porque la armada que en esta
ciudad y puerto se aderezó (adreço) para la empresa de Mallorca por
orden y mandado del Rey, fue de las más principales que Catalanes
hicieron, será bien que descubramos la ocasión y motivos, que al
Rey se ofrecieron dentro la ciudad, para emprender esta conquista,
con el favor y ayuda que tuvo de Cataluña para también acabarla.






Capítulo
III. De la nueva ocasión que al Rey se ofreció para la empresa de
Mallorca, con el convite (cóbite) de Pedro Martel, y de lo que
respondió al Rey sobre la pregunta de las Islas, vecinas a
Tarragona.


Apaciguados los alborotos, alteraciones y
bandos que en los dos reynos de Aragón y Cataluña había , así de
los vasallos contra el Rey como de los pueblos y vasallos contra
vasallos: y restituida la Condesa Aurembiax en su estado de Urgel con
el favor del Rey, y por su mano casada con don Pedro de Portugal:
partió el Rey de Lerida (como dijimos antes) para Tarragona, y
llevando consigo a don Nuño Sánchez (el cual por muerte de su padre
el Conde don Sancho, había sucedido en el condado de Rosellón con
el de Conflent y Cerdaña y otros pueblos) y a don Vgo Conde de
Ampurias, a don Guillen de Moncada Vizconde de Bearne en la Gascuña,
con otros señores y Barones de Cataluña, entró en la ciudad con
mucho triunfo, por el grande recibimiento que en ella se le hizo. A
donde a causa de visitarle, concurrieron muchos principales hombres
de las ciudades y villas de los dos reynos, con otras gentes, que de
todas partes venían, a darle gracias por la general y tan deseada
paz, que por su mano gozaban todos. De manera que estando la ciudad
muy puesta en recrear al Rey con juegos, espectáculos, y
representaciones de las que allí antiguamente se usaban, Pedro
Martel ciudadano principal y rico, del número de los del consejo y
regimiento de la ciudad, hizo al Rey, y a todos los grandes y barones
de los dos reynos, que allí se hallaban, un
convite
solemnísimo, y muy espléndido, a uso y costumbre de la tierra.
Porque suelen los Catalanes, que de suyo son medidos y concertados en
el comer, y gente de pocas palabras, y muchas manos, convidar muy de
tarde en tarde, pero magnífica y espléndidamente. Tenía Pedro
Martel su casa donde fue el convite al cabo de la ciudad, y el
asiento y cuadra donde se celebró la fiesta del, en una muy
espaciosa y descubierta galería, que demás de estar muy bien
aderezada (adreçada), daba sobre la mar. De donde a todas partes se
descubría una muy larga y extendida vista. Pues como fuese la comida
opulentísima, y cual al convidado se debía, alzados los manteles,
cuando después de contento y saciado el apetito y gusto, también
buscan los otros sentidos sus pastos y adecuados objetos, de música,
de buenos olores y espectáculos, que suelen en aquella hora ser muy
acceptos, y que no faltaron, volvieron todos los ojos a contemplar la
mar, que siempre
hinche
la vista, y la recrea más que otra cosa. Y estando con gran silencio
comenzó el Rey a preguntar, qué Islas había por aquel mar más
cercanas a la costa de Cataluña, y cuan grandes y bien pobladas
eran, y pues sabía que todas las poseían Moros, qué trato seguro
tenían con ellos los Cristianos, siendo tan infestado aquel mar de
corsarios infieles, que no solo robaban a cuantos bajeles encontraban
de Cristianos, pero aun cautivaban a la gente, y según las quejas
que de esto llegaban a sus oídos debía ser el daño mayor de cada
día. Entonces se levantó en pie Pedro Martel, por ser el hombre que
más había navegado por aquellas partes, y tenía bien vistas y
reconocidas todas las Islas del mar mediterráneo: y hecho su debido
acatamiento al Rey, y a los demás (como quien pide licencia para
hablar primero) respondió desta manera. Rey y señor nuestro, las
Islas pobladas, y más propinquas a Cataluña son cuatro. Las dos que
llamaron los griegos Baleares, le dicen Mallorca y Menorca, y las
otras dos que están más conjuntas a la tierra firme en derecho del
Reyno de Valencia, que también los Griegos llamaron Pityusas, son
Yuiça y la Formentera. De todas estas, Mallorca es la mayor y más
fértil y poblada, y en segundo grado Menorca, que dista poco de
ella. Son todas pobladas de Moros, súbditas, y que obedecen al Rey
que se intitula de Mallorca, en donde reside de contino, y tiene sus
Xeques como gobernadores puestos en cada una de las otras. Son muy
fértiles y abundantes de todo lo que importa para el mantenimiento
humano: y con todo eso salen de allí grandes corsarios por la mar a
causa del aparejo que tienen para hacer armadas, con las cuales hacen
robos y daños grandes a cuantos navíos encuentran de Cristianos.
Porque a los que cautivan tratan con grandísima crueldad si no
reniegan la fé para ser moros: y entre otros es este reyno el más
molestado y perseguido de ellos. Mas si los reyes de España se
juntasen con buena armada para conquistarlos, no se tiene por
imposible salir con la empresa. Y es cierto que tomadas estas Islas,
no solo se limpiaría nuestro mar de corsarios, y sería la
navegación segura y muy provechosa para la Cristiandad: pero con
poca armada de galeras que se pusiese en ellas, se impediría el paso
a los Moros de África, para que no pasasen tan a su salvo a
favorecer a los de Valencia y Granada, para la ruina de los reynos
circunvecinos de Cristianos. Porque como son Islas tan fértiles de
pan, vino, y aceite, y de todo género de ganados con lo demás
necesario para abastecer y sustentar ejércitos: y que sin eso
abundan de madera y metal para hacer naves y galeras, podriase muy
bien de allí por mar, y de Cataluña y de Aragón, por tierra
emprender la conquista del reyno de Valencia. De manera que quien
fuere señor destas Islas no solo lo será absoluto deste mar de
España, pero hará muy prósperos y ricos a estos reynos: y les
abrirá el paso para ir más al seguro a dar con sus armadas en la
costa de Berbería (Berueria). Como acabó Pedro Martel su
razonamiento, todos los convidados
platicos
de mar que le oyeron, aprobaron su buen discurso y parecer, y con más
razones lo confirmaron, facilitando mucho al Rey la conquista: así
por el grande aparato de armada y municiones que en Cataluña tenía
para emprenderla: como por lo que se entendía de la afición y buena
gana con que la gente Catalana le seguiría en esta jornada, por ir a
vengarse de los Mallorquines Moros, por tantos robos y daños dellos
recibidos. Mayormente por haber tentado tantas veces de emprenderla
sus Reyes antepasados, y nunca proseguido la empresa: que parecía
quedaba, por la voluntad divina, reservada a él: para que echada de
allí la impía secta de Mahoma (siendo este su principal fin y
deseo) fuese por su mano introducida en ellas nuestra santa fé
Catholica.





Capítulo IV.
De la nueva ocasión que
Retabohihe
Rey de Mallorca dio para que se le moviese guerra, y de lo que la
Isla era en tiempo de los Reyes Moros.


En este medio que
el Rey se detenía en Tarragona, se ofreció una nueva ocasión dada
por el Rey de Mallorca, que puso en mayor obligación al Rey para
tomar muy de veras esta empresa, como se entenderá por lo que se
sigue. Había pocos días que reynando en estas Islas Retabohihe
Moro, sus corsarios de Menorca saliendo en corso (como solían) a
robar, encontraron con ciertas naves de mercaderes Catalanes que
venían de hacia el poniente de Sevilla, cargadas de muy rica
mercaduría, y aunque a los principios hicieron alguna resistencia,
pero como el poder de los corsarios fuese sobrado, por salvar la
principal mercadería que son las vidas, se rindieron y entregaron
con sus naves a ellos: y luego los llevaron con toda la presa a
presentar a Retabohihe a Mallorca. El cual se holgó mucho con tan
buena presa, y hinchió su palacio de lo bueno y mejor de ella,
dejando para los cosarios, se aprovechasen, del rescate de los
cautivos. Pues como se supo todo esto en Barcelona, y era pérdida
que tocaba a muchos, la ciudad hizo gran sentimiento de ellos: y de
presto formó su embajada, empleando el nombre del Rey, para el de
Mallorca, rogando le tuviese por bien de mandar a sus corsarios
restituyesen las naves con los marineros gente, y mercadería que
habían tomado de mercaderes Catalanes, por mayor conservación de la
antigua amistad, que entre Mallorca y Cataluña había: que
haciéndolo, obligaría mucho al Rey de Aragón para gratificarle con
otra cortesía, por la que en esto haría a los Catalanes sus
vasallos. A lo cual respondió Retabohihe con gran cólera y
soberbia: de qué Rey es esta demanda que traes? Es, dijo el
embajador, del Rey don Jaime de Aragón, hijo de aquel gran Rey don
Pedro, que hallándose con su ejército en la famosísima batalla de
Vbeda contra los ejércitos de los moros de África y España, en
compañía de los Reyes de Castilla y Navarra, fue gran parte para
los sojuzgar, y alcanzar gloriosísima victoria de ellos. Como oyó
esto Retabohihe se encendió en tanta saña contra el embajador, y
con tan airado rostro le maltrató de palabras, que faltó poco para
mandarle echar por las ventanas. Pero aplacado por los suyos que
escuchaban al embajador por sus libertades, mandó que por horas se
saliese de la Isla, y sin esperar más respuesta se embarcó y partió
de ella. Este llegó a la sazón a Tarragona, y contó puntualmente
ante el Rey, y los de su Corte, lo que en su embajada le aconteció
con el Rey de Mallorca, y el soberbio y desenfrenado ímpetu con que
le echó de la Isla, sin darle otra respuesta. Lo cual oído por el
Rey, de común acuerdo y parecer de todos, se concluyó, que la
guerra contra Retabohihe y sus Islas era justa, y que se pregonase a
fuego y a sangre, así por relevar de tan continuos daños y gruesas
pérdidas a la gente y costa de Cataluña: como por librar millares
de cautivos Cristianos que estaban detenidos en ellas: principalmente
por introducir la fé y religión Cristiana en ellas. Con esta
deliberación y sentencia quedó determinada la guerra contra estas
Islas. De las cuales brevemente tocaremos lo que fue de ellas estando
en poder de Moros. Como habían sido sojuzgadas dellos, del tiempo
que entraron y destruyeron a España. Cuyos Reyes vivían muy
disolutamente como tiranos: pues no contentos de la gran riqueza y
fertilidad de ellas, hacían sus armadas, y por mano de cosarios, que
salían en corso cogían cuantas naves y bajeles encontraban de
Christianos: cautivando las personas y robando para el Rey toda la
mercadería y naves que llevaban. Por esta causa se fundaron tantos
castillos y torres por la costa destas Islas. Señaladamente por la
de Mallorca que está llena de puertos y calas, y quedan hoy en día
por atalayas, para descubrir los navíos que por tormenta, o por
otras necesidades tocaban en la Isla, para luego cogerlos. Y así

son tantos los castillos y torres de las atalayas, que a la vista
parece a los navegantes que es la más poblada Isla del mundo. Por lo
cual y ser ella tan rica y abundante, como en los dos libros
siguientes mostraremos, fue tan preciada de los Cosmographos que la
llamaron la Isla dorada, y en las tablas Geographicas, la pintaron
dorada, a imitación de la Aurea Chersoneso de Asia, que llaman la
provincia de Calicut. En esta Isla que es la mayor de todas, residían
los Reyes Moros con su corte, las demás eran súbditas a esta, y se
regían por los Xeques, o gobernadores que el Rey ponía en cada una
de ellas. Los cuales eran grandes corsarios, y tenían tanto dominio
sobre el mar de su comarca, que de sus manos muy pocos navegantes
escapaban. Lo cual era en muy grande afrenta de los Reyes de España,
y mucho más para los de Aragón y Cataluña por no haberlas
sojuzgado antes. Puesto que las continuas guerras que tenían con los
de Valencia y de Granada
no les dejaba emprender jornada fuera de
sus reynos.


Capítulo V. Como el Rey tuvo cortes generales
en Barcelona, y del gran razonamiento que en ellas
hizo para
persuadir la guerra de Mallorca.

Como acabó el Rey de
entender la tiranía y mal trato del Rey de Mallorca, y las continuas
presas y daños que sus corsarios hacían de cada día contra las
haciendas de los mercaderes, por mar y en la costa de Cataluña, de
suerte que ya eran absoluto señores del mar mediterráneo de España:
propuso determinadamente en su ánimo de llevar a delante esta
conquista. Para ello mandó convocar cortes generales a Catalanes en
la ciudad de Barcelona para el mes de diciembre siguiente. Acudieron
a ellas todos los Prelados, y Abades señores de vasallos, con todos
los grandes y señores de título, y Barones del reyno: juntamente
con los Síndicos de las ciudades y villas Reales: con poderes
bastantísimos, para entrevenir y consentir en todo lo que el Rey
para tan santa y provechosa
empresa para el reyno, pidiese, y en
las cortes se determinase. Llegado el plazo y congregados todos, se
ayuntaron en el palacio real, adonde después de dada por cada uno,
según su orden y grado, la obediencia al Rey, estando sentado en su
Real solio, vestido de púrpura, con su cetro (sceptro) en la mano, y
las demás insignias reales, habló en voz alta y suave que la podían
oír todos, desta manera. Fieles vasallos, de vuestro gran concurso y
alegre rostro con que os veo aquí todos congregados, vengo a juzgar,
que os ha de ser muy grato y acepto todo lo que hoy, por grave que
sea, he de proponeros. Mayormente por la experiencia que de mí
tenéis, que ni he jamás demandado cosas que no pudiessedes muy bien
cumplir, ni otras algunas sino las que para mí son honrosas, y para
vosotros útiles y provechosas. Cuanto más, que la que propondré
(proporne) agora, puesto que se encara para la comodidad y ampliación
de nuestros reynos y señoríos: nuestro principal fin es para mayor
ensalzamiento y dilatación de nuestra fé católica, con la
extirpación de la perversa secta Mahometica. Porque estas tres cosas
son las que desde que comencé a reynar propuse en mi ánimo de
llevar siempre adelante. Y si las ocupaciones que hasta aquí he
tenido, en asentar las diferencias y altercaciones de nuestros reynos
no me lo estorbaran, sin duda saliera con ellas. Mas pues al presente
se nos ofrece la ocasión tal, con la desocupación que deseamos,
para entrar en la demanda: es menester, que tomando el favor divino
por nuestra verdadera guía, y vuestra ayuda y fuerzas por
compañeras, os dispongáis a proseguir con nosotros la cruel guerra
que por mar y por tierra determinamos mover contra los infieles
Moros. Y que pues aún no es llegada la sazón y aparejo que se
requiere para mover la contra los de tierra firme, pasemos primero
con buen ejército la mar,
y los echemos de las Islas de Mallorca
y sus circunvecinas. Así para librar a esta ciudad y reyno de los
daños que recibe de ellas: como para dedicarlas al nombre, y fé
santa de nuestro Señor Iesu
Christo, y su bendita madre: y para
incorporarlas en nuestros reynos de la corona.
Porque si bien lo
miráis, los Moros de todas estas Islas mayores perros y enemigos
vuestros son, y mucho más perniciosos para vuestra navegación y
tratos de mar, que los que tenemos en tierra firme vecinos, Pues no
solo os privan del trato y comercio, no consintiendo que os alegéis
(allegueys) a ellas, ni os valgáis de su increíble fertilidad y
copia de mantenimientos para beneficio destos reynos: pero aun con
las continuas correrías que sus corsarios hacen por mar contra
vuestros
vaxeles y mercaderías, y por tierra robando la costa,
os causan muchísimos daños, cautivándoos las personas, y por el
rescate,
llevando se os
lo mejor de vuestras haciendas. De manera que si salimos
con la
empresa: demás de los provechos grandes que sacaréis de ellas,
seguirse han dos cosas importantísimas. La una que aseguraréis
vuestra navegación y costa de los corsarios dellas, y de los de
África, con la buena armada que pondremos en ellas. La otra que con
este nuevo señorío, facilitaremos la empresa de Valencia. Y aunque
a la verdad vemos ser esta conquista muy difícil y ardua, y no menos
costosa que trabajosa, porque se hace por mar, cuya experiencia no
tenemos, y por esto nos será algún tanto lícito el temerla: pero
confiando en lo mucho que vosotros en el arte del navegar y pelear
por mar, excedéis a las otras naciones, y el poder y fuerzas que
para proveer de gente, armas, y dineros tenéis: demás que pelearéis
por vuestra común utilidad y provecho: no hay duda, sino que en todo
nos valdréis de manera, que tendrá (
terna)
muy próspero suceso esta jornada. Mas porque aprovecharía poco
mover guerra por defuera, no quedando la paz firme en casa, ha se de
procurar cuanto a lo primero, que todas las diferencias y discordias
así públicas, como secretas, que andan sembradas por el Reyno,
entre gente que no atiende sino a inquietarse los unos con los otros,
que ante todas cosas, mediante nuestra autoridad y decreto, se
asienten y apacigüen. Para que pacificados entre si los ánimos de
esta gente distraída, revuelvan, y encaren todo su furor e ir a
contra los Moros de esta conquista. Pues es muy cierto que terna poca
fuerza la guerra movida contra Moros. que no fuere nacida de la
concordia firme
dentre
Christianos.





Capítulo VI.
Como fue aprobada por todos la proposición de la conquista, y de lo
que el Reyno, Prelados, Señores y Barones ofrecieron para ella, y de
la general paz que se hizo por toda Cataluña.


Acabado el
razonamiento del Rey, súbitamente se oyeron grandes voces de aplauso
y contentamiento por toda la congregación, alabando mucho los buenos
fines y determinaciones del Rey, con la general aprobación de su
demanda. Y así luego se levantaron en pie los prelados que allí se
hallaban, el Arzobispo de Tarragona, y Obispos de Barcelona y Girona
con los Abades, y de uno en uno fueron con palabras santas y de mucha
afición (cuales refiere el Rey en su historia) a darle gracias por
tan santa, y útil demanda, y tan enderezada al servicio de Dios, y
bien común de sus reinos: ofreciéndose de acompañarle y seguirle
en ella con sus personas, o de ayudarle según la posibilidad de cada
uno, con gente y dineros para esta guerra. Y así por contentar al
Rey, y que se quitasen todos los estorbos para la ejecución de la
empresa se determinó en las mesmas cortes, se hiciesen treguas y
universal paz entre todos los del reyno: no embargante cualesquier
diferencias que hubiese
entrellos,
so pena de la vida, o destierro perpetuo, para los que rehusasen la
paz y tregua. Las cuales se pregonasen desde el río Cinca donde
entra el Ebro, hasta la fortaleza
de Salsas, de allí al río de
la Cenia, volviendo al mismo río Cinca. Porque toda Cataluña se
contiene dentro de una figura triangular, cuyas dos lineas
colaterales salen de Cinca. La una por las raíces de los Pyrineos la
vía de Salsas hasta el mar, hacia el levante, la otra va Ebro abajo
hasta el río de la Cenia al medio día. De donde comienza la basis o
fundamento del triángulo, y vuelve por la costa de la marina de
Tortosa, Tarragona, Barcelona, Girona, y Rosellón hasta dar en
Salsas. Lo segundo fue que por tan justas y honestas causas y razones
y tan evidente provecho y utilidad del reyno, se otorgase para esta
jornada el tributo del bouage, del cual hablamos en el precedente
libro, que pues se solía dar a los Reyes el primer año de su
Reynado, y no se les negaba cuando se ofrecían algunas muy grandes
necesidades, que por ser esta para tan gran beneficio del reyno, y
servicio del Rey, cuanto podía ser otro, se le otorgase para esta
guerra. Este tributo, como dijimos, no dejaba de valer mucho en aquel
tiempo, a causa que todos criaban ganados mayores y menores, y daban
tanto por cabeza, con lo demás que se acostumbraba por las
haciendas. Y como el fin de los capitanes no era de acumular para si,
sino de vencer, y no alargar la guerra, bastaban estos tributos para
los gastos de ella. Junto con esto los señores de título, y los
ricos hombres, y barones del reyno, prometieron de ayudar al Rey en
esta empresa liberalísimamente. Porque el conde de Bearne ofreció
de seguirle con CCCC hombres de armas, con su persona, a su propia
costa. Y don Nuño Sánchez ofreció su persona con cierto número de
caballos ligeros a su costa, y admitió por todos sus estados de
Rosellón, Conflent y Cerdaña se publicase y ejecutase el edicto de
la general paz y tregua, y también consintió en el tributo del
bouage por todas ellas. Tras estos todos los señores y Barones, y
luego las ciudades y villas Reales, a competencia ofrecieron de
servir y seguir al Rey con gente y dinero.












Capítulo
VII. Como se pregonó la guerra contra Mallorca, y de las
capitulaciones que se hicieron conforme a los sucesos de ella.


Luego se pregonó por todos los reynos de Aragón y Cataluña,
y también por Mompeller, y
la Guiayna, la guerra contra
Mallorca: y se hizo mucha gente de a pie y de a caballo. Señalose el
plazo para el embarcar de allí a cuatro meses, que sería para los
XIII de mayo siguiente. Y el lugar, en la ciudad de Tarragona, y
puerto de Salou, a donde se habían de juntar todas las naves y
galeras: para lo cual se había ya hecho general embargo de ellas por
todos los puertos de Cataluña, porque estuviesen a punto para dicho
plazo. Así mismo para más atraer y asegurar los ánimos de los
capitanes y soldados, mandó el Rey ordenar y sacar en pública forma
las condiciones y estatutos que se habían de observar por todos en
el discurso desta guerra, prometiendo él por su parte de cumplirlos
al pie de la letra, debajo su real fé y palabra. Y así los
publicaron, y contenían lo siguiente. Lo primero que con todos
aquellos que a su propria costa, con sus personas, o con gente de a
pie, o de a caballo, o con sus navíos, o galeras, o con aparatos
navales, seguirían el ejército del
Rey, con todos: y con cada
uno se había de hacer partición de cuanta presa y despojos se
ganasen, así de la campaña como de pueblos de enemigos, guardando a
cada uno su proporción según los gastos y servicios en la guerra
hechos, y según el tiempo que comenzó y perseveró en hacerlos. Lo
segundo, que de todo lo que se adquiriese por la guerra, así de
tierras y campos, como de lugares y pueblos grandes y pequeños, se
hiciese la división entre los señores y capitanes del ejército,
conforme a la misma razón del tiempo y gastos, y según por su
calidad a cada uno le pertenecía. Reservando para el Rey y corona
Real la mayor parte, y también las casas reales, palacios grandes,
dehesas, con los prados, huertas y jardines principales, que en las
ciudades, villas y otros cualquier lugares se hallasen: juntamente
con los castillos y pueblos fuertes, como cosas necesarias y
pertenecientes a la corona real, a efecto de poner en ellos su
guarnición y gente de guarda para la defensa del reyno. Y también
para que teniéndolas a su mano, y siendo señor dellas, pudiese
mejor igualar y allanar las altercaciones que en el repartir de los
despojos suelen seguirse, prevaleciendo a la razón y derecho las
armas. Que mediante su autoridad, y el juicio de hombres buenos, se
decretase todo conforme a razón y justicia. Para lo cual nombró por
jueces árbitros a Berenguer Palou, o Palauesin (como otros dicen)
Obispo de Barcelona, persona insigne en letras y en santidad de vida,
y a los Condes don Nuño de Rosellón, y don Vgo de Ampurias, a don
Guillén Vizconde de Bearne, don Ramón Folch Vizconde de Cardona,
don Guerao Conde de Cabrera, el cual, aunque privado del condado de
Urgel, no por esto le faltó poder con su hábito de Templario, para
seguir al Rey en esta, y otras jornadas. Añadiose a los decretos que
los Prelados, Arzobispos y Obispos, que a sus costas ayudasen con
gente en esta jornada, demás de los diezmos y primicias que por
derecho común y divino se les debiesen acogidos y llamados para la
general repatriación de los despojos, y de las tierras y lugares,
como de los demás en la forma dicha.
Otrosi
que para la fábrica y edificio de los Templos, que tomadas las Islas
se tenían que edificar para el culto divino, se les señalasen con
las competentes y rentas a arbitrio de los mismos jueces. Últimamente
deliberaron, porque no quedasen las Islas desiertas, que los Barones,
y otros caballeros, a quien por su parte y porción les hubiese
cabido algunas villas, o lugares, fuesen obligados a residir
personalmente en ellas, o dejar otros en su lugar: otramente fuesen
luego sus villas y lugares incorporados en la corona real. Estas
fueron las condiciones y capitulaciones que para la buena y concorde
ejecución desta guerra y empresa se ordenaron. Estando a todo esto
presentes el Rey, y los señores, y Prelados, con los demás
nombrados en las Cortes, y aceptando los jueces árbitros el cargo de
las reparticiones. Con esto se concluyeron las Cortes, y el Rey dio
licencia a todos volviesen a sus tierras por mejor ponerse con orden
para la jornada, y acudir al plazo y puerto señalado.













Capítulo VIII.
Como el Rey fue a Tarazona, y halló de paso en Calatayud a Zeyt
Abuzeyt, Rey de Valencia, y de las causas de su venida, y favor que
se le dio para cobrar su reyno.

Entre tanto que pasaba
todo esto en Barcelona, y el Rey andaba muy puesto en el aderezo de
la armada para la empresa, y en dar prisa en collectar el bouage,
entendió como era llegado a Tarazona, Ioan, Cardenal de santa
Sabina, a quien el Papa Gregorio IX, enviaba por Legado a latere con
muy grandes poderes y facultades para tratar y concluir negocios muy
arduos con el Rey, señaladamente para declarar sobre el divorcio que
había puesto contra la Reyna doña Leonor el mismo Rey. El cual
luego se puso en camino, acompañado de algunos Prelados y grandes de
Aragón que se hallaban con él en Barcelona. Como llegase de paso a
la ciudad de Calatayud, la cual como en fertilidad y belleza de
tierra, en nobleza y autoridad de ciudadanos, y grandeza de comunidad
y pueblos que se rigen por ella, sea la segunda de Aragón, hizo muy
gran recibimiento al Rey: el cual tuvo en mucho los buenos servicios
que los pocos días que se detuvo allí se le hicieron: donde fue
avisado como Zeyt Abuzeyt Rey de Valencia con pocos de a caballo
había entrado en la ciudad, y pedía con instancia le llevasen ante
el Rey, porque tenía que tratar con él negocios de grande
importancia. Como oyeron esto los que iban con el Rey, maravilláronse
mucho de esta novedad. Pero el Rey que ya sabía la causa de la
venida de Abuzeyt, alegroles con decir estuviesen de buen ánimo,
porque con la llegada deste se le abría la entrada del reyno de
Valencia, por haber recibido poco antes cartas del mismo, con las
cuales muy en secreto le avisaba de parte suya y del Príncipe
Abahomad su hijo, lo mucho que deseaban los dos tener amistad y
alianza con él, y verse * para comunicarle cosas muy graves, y que
cumplían mucho a todos, mas les dijo, que como los de Valencia
hubiesen entendido algo destas cartas, y por ellas sospechado de él
cosas contra su secta, y seguridad del Reyno, comenzaron a indignarse
contra él; y por eso antes de verse, con algún trabajo, se había
salido secretamente del reyno a verse con él. Esta fue la causa de
la venida de Abuzeyt, según refirió el Rey, y lo escribió en su
historia. Pero el Obispo de Burgos, que compuso la historia general
de Castilla en lengua Latina, muestra como fue mayor la causa de la
venida de Abuzeyt, diciendo como este, no solo escribió al Rey de
Aragón, pero que envió a Roma embajada secreta al sumo Pontífice,
significándole como estaba muy dispuesto y aparejado para hacerse
Cristiano, y que daba por testimonio desta su voluntad firme, haber
ya mucho tiempo que no usaba
de la crueldad que solía con los
cautivos Christianos, ni de hacer entradas, ni robos en tierras de
ellos. Y que como fue descubierta esta embajada y cartas, uno de los
principales del reyno llamado Zaen, con el favor de otros, echó a
Abuzeyt del Reyno, y se alzó con él. De manera de llegado a
Calatayud y entrado a ver al Rey, fue recibido por él, y por todos
con mucha honra y real respeto, como el Rey lo mandó. Declarado por
Abuzeyt el ánimo y afición que al Rey, y a los Christianos tenía,
y lo mucho que certificaba se haría Cristiano luego que cobrase el
reyno, comenzó a pedir favor y socorro al Rey para cobralle:
prometiendo y protestando que cobrado que le hubiese, se
lo
entregaría, porque Abahomad su único sucesor e hijo también estaba
en lo mismo. Y tenían por muy cierto que mucha parte del reyno en
sabiendo que se valía del favor y ayuda del Rey de Aragón, se
declararían por él contra Zaen, al cual no querían tener por
señor. Como oyó esto el Rey, tuvo su consejo, y entendiendo la
verdad y llaneza con que Abuzeyt trataba su negocio, y que era muy
creíble que pondría en ejecución y cumpliría lo que prometía:
concluyeron, que vista su justa demanda y afición para ser
Cristiano, debía ser oído y creído, y que no había porqué
negarle el favor y socorro que pedía, y así convenía ayudarle con
gente y armas. Porque de esta manera poco a poco se comenzaría la
conquista de Valencia, y sería hacer gran prevención para la de
Mallorca.
Porque entreteniendo con esta guerra, aunque lenta, a
los Valencianos, ningún socorro ni ayuda osarían dar a los de
Mallorca. Ni tampoco los de Murcia y Granada viendo a sus vecinos los
de Valencia puestos en guerra dejarían de favorecer a ellos por
acudir a los de Mallorca. Y así llamado Abuzeyt, el Rey se le
ofreció liberalísimamente, y prometió luego valerle con gente y
dinero.


Capítulo IX. Del socorro que dio el Rey a
Abuzeyt para cobrar su reino, y fue por capitán de él don
Blasco
de Alagón, del cual fue esta la causa de su entrada en el reyno, y
no la que otros dicen.

Determinado ya el Rey o los de su
consejo de favorecer a Abuzeyt para cobrar su reino, y que poco a
poco fuese recogiendo lo perdido: o si quiera entretuviese la guerra
hasta que el Rey, acabada la conquista de Mallorca, emprendiese la de
Valencia, y se valiese de Abuzeyt y sus amigos para pasar delante. Y
así entendieron en hacer las capitulaciones y conciertos que se
habían de observar en el proseguimiento de la guerra, sobre lo que
el uno al otro se prometieron. Primeramente que todas las villas y
castillos que Abuzeyt cobrase, las cuales por la antigua división de
los Reynos tocasen a la corona de Aragón, que la cuarta parte de lo
conquistado con todos sus derechos y pertinencias, recayese a la
señoría del Rey. Que las fortalezas de las villas que se ganasen,
se pusiesen en poder de caballeros Aragoneses, y las que tomasen
fuera de la división, fuesen de Abuzeyt. El cual por hacer valederos
y firmes los conciertos, prometió dar en rehenes seis villas de su
reino con sus fortalezas en los confines de Aragón y Cataluña: que
fueron Peñíscola, Morella, Cullar, Alpuente, Xerica y Segorbe.
También el Rey prometió de su parte valer y defender a Abuzeyt con
todo su poder, y dar en rehenes a Castielfauich y Ademuz, dos villas
fuertes con sus castillos, muy propincuas al Reyno de Aragón, las
cuales el Rey don Pedro su padre había ganado por fuerza de armas en
el Reyno de Valencia: condición que dos caballeros Aragoneses
tuviesen las fortalezas y tenencia dellas por Abuzeyt. Puesto que no
hallamos que pasase en efecto el entrego de las unas, ni de las otras
conforme al concierto. Desde entonces comenzó Abuzeyt a entender en
la recuperación del Rey no con el pequeño ejército que el Rey le
formó: dándole por capitanes a don Blasco de Alagón, y a don Pedro
Azagra señor de Albarracín, con la gente de caballo de Teruel. Y
cierto que parece esta más verdadera causa de la entrada y
detenimiento de don Blasco en el reyno de Valencia, que la infame y
muy indigna de su valor y persona le aplican algunos escritores
falsamente, diciendo, que estando indignado don Blasco contra el Rey
por gran suma de dinero que le debía, y le entretenía con palabras
por no pagársela, salió con gente armada al camino a la Reyna doña
Leonor, al tiempo que pasaba de Aragón para Castilla, despedida del
Rey por el divorcio que con ella hizo (del cual se hablará luego), y
que llevando su recámara muy rica, y llena de joyas que el Rey le
había dado a la despedida, la salteó y robó don Blasco: y que por
huir del Rey se metió por el Reyno de Valencia adentro, donde estuvo
dos años, hasta que el Rey le perdonó. Lo cual cierto parece
desatino, porque tan atroz y descomedido robo, ya que no se pudiera
reparar por parte del Rey con prender y condenar a muerte a don
Blasco, debiérase enmendar con recompensar a la Reyna su pérdida, y
la injuria, que el Rey tomara por propia para ejecutar el castigo en
don Blasco siempre que haberle pudiese, o perpetuamente desterrarle:
Pero que al cabo de dos años, como dice, volviese ante el Rey, y que
sin restituir las joyas le perdonase, fuera tanta la infamia que por
esto incurriera el Rey, que pudiera muy bien don Blasco transferir en
él su pecado. Ni se ha de creer que el Rey, si quiera por su
descargo, dejara de hacer mención alguna dello. Y así como cosa de
sueño lo damos por fabuloso.






Capítulo X.
Como el Rey puso divorcio contra la Reyna doña Leonor, y que es
falso lo que dicen que doña Theresa se opuso al matrimonio de ella,
y de los matrimonios anticipados.

Luego que el Rey hubo
despedido a Zeyt Abuzeyt con la gente y capitanes para comenzar la
guerra del Reyno de Valencia, determinó, para poder más sin cuidado
atender a la de Mallorca, proveer de heredero en sus reynos, pues
según los sucesos de la guerra son inciertos, no quedasen sin
sucesor. Y así le pareció que lo mejor sería declarar al Príncipe
don Alonso su hijo único, y de la Reyna doña Leonor. por sucesor en
ellos. Por esto deseaba ya verse con el Legado para decretarlo con su
autoridad. Sino que se lo estorbaba notablemente el divorcio que
antes había hecho con la Reyna, por las causas que poco después
alegó ante el Legado: que fue por el impedimento de cuarto grado
de
consanguinidad había entre los dos, para el cual no fueron
dispensados por el sumo Pontífice: y también por haberse casado
ante la edad legítima, que no pasaba de XII. años cuando casó con
ella, por lo que muchas veces dijo, y lo confirmó en su historia.
que pasaron XVIII meses que no pudo tener acceso carnal con ella. De
donde claramente se ve ser errónea la opinión del curioso
historiador el maestro Pedro Antonio Beuter y de otros, cerca la
venida del Cardenal Legado en aquella fazó. Diciendo como en
Cataluña hubo una nobilísima mujer llamada doña Theresa Gil de
Vidaure, la que se opuso al matrimonio que el Rey hizo con la Reyna
doña Leonor: pretendiendo que había sido antes el suyo con el mismo
Rey, de quien tuvo dos hijos varones: y porque se vio desechada de él
se fue a Roma y presentó su libelo al Pontífice, el cual envió por
esta causa al Legado para declarar sobre el divorcio de doña Leonor,
y matrimonio de doña Theresa. Pero todo
esto es falso, por
muchas causas, y por sola esta, que arriba tocamos, imposible. Porque
si casó con doña Leonor a los X años de su edad, y por su
imbecilidad pasaron tantos meses que no fue apto para mujer, como era
posible que ya antes hubiese comunicado con doña Theresa, y que
tuviese
dos hijos de ella. Demás que no es creíble, habiendo
(como dicen) venido el Legado a instancia de doña Theresa para
declarar en favor de su matrimonio, que por entonces instase el Rey
por el divorcio de doña Leonor, para dar más lugar a la demanda de
doña Theresa habiéndosela negado por toda la vida. Pues dado que
fue verdad lo que de doña Theresa dicen, que tuvo dos hijos del Rey,
a don Iayme y a don Pedro, y que los heredó (como adelante diremos)
y a doña Teresa dio rentas en Valencia, en cuyos arrabales en un
sitio llamado la Saydia, edificó un principalísimo
monasterio
de monjas, adonde pasó su vida con gran religión y recogimiento.
Pero cuanto a lo demás, lo que se halla por muy cierto es, que el
matrimonio al cual se opuso ella, no fue el de doña Leonor, sino el
segundo que el Rey hizo con doña Violante hija del Rey de Vngria. Y
que del engaño del nombre de Leonor por Violante, nació este error
manifiesto. Volviendo pues al divorcio de doña Leonor, como no
hallamos que el Rey alegase en público otras más causas para
descasarse, de las que arriba hemos dicho, y estas por legitimar al
Príncipe don Alonso, que nació de ellos,
eran muy fáciles de
remediar, y se podía muy bien ratificar el matrimonio entre ellos:
todavía en ver que el Rey tanto instaba el divorcio, se creyó debía
tener alguna grande causa oculta, que notificó
muy en secreto a
los jueces, y que fue tal que hizo algún efecto: como en el
siguiente capítulo diremos. La cual, como algunos imaginan, debió
nacer de algún íntimo odio entre los dos que pudo concebirse del
anticipado matrimonio, y por la imbecilidad del agente, y ardor de la
concupicencia
sin poderse
amatar,
se sigue tal menosprecio entre ellos que pasa a divorcio. Y así se
ve destos matrimonios anticipados, o como dicen, antecogidos, que
muchos de ellos para en separación y aborrecimiento, y que en alguna
manera se habrían de evitar: pues no es justo que a los particulares
intereses y comodidades de los hombres, se haya de posponer la
madureza y
sazón de naturaleza que el matrimonio y sus adyacentes requieren.
Pues así como no puede durar mucho tiempo
el fruto del árbol
que antes de tiempo madura, así los tales matrimonios no solo suelen
ser infructuosos y estériles, pero están muy sujetos a causar odios
y divisiones.





Capítulo XI.
Como el Legado tuvo Concilio de Prelados en Tarazona, ante quien el
Rey propuso
el divorcio hecho con doña Leonor, y que tenía por
legítimo a don Alonso hijo de los dos.

Llegado pues el
Cardenal Legado para tratar del divorcio de doña Leonor, y declarar
sobre negocio tan grave, que había de resultar en notable injuria de
ella, y hacer dudosa la legitimidad de don
Alonso único hijo y
sucesor del Rey, luego convocó Concilio nacional en Tarazona, para
que donde se celebraron las bodas allí se hiciesen las obsequias de
este matrimonio. Acudieron a él los principales Prelados de España,
don Rodrigo Arzobispo de Toledo, don Aspargo Arzobispo de Tarragona,
que ya era muy viejo, con nueve Obispos que fueron, Burgos,
Calahorra, Segovia, Sigüenza (Ciguença), Osma, Lerida, Huesca,
Bayona, y Taraçona, personas de mucha autoridad y doctrina y de muy
gran ejemplo de vida. Los cuales después de estar muy bien
informados por los
aduogados
y procuradores de las dos partes, y alegado todo lo que se podía por
parte de la Reyna: vistos y muy bien reconocidos los méritos de la
causa: estando ya para pronunciar la sentencia, el Rey compareció en
persona en el Concilio el día antes de la publicación della: adonde
assentado
en medio de los Prelados, y en presencia de los señores y grandes
del reyno que consigo vinieron,
habló desta manera. Apostólico
Legado, y muy Reverendos Prelados. No puedo dejar de confesar, como
ha poco más de ocho años que en esta misma ciudad, yo casé en faz
de la santa madre yglesia, mediante su autoridad, con la Reyna doña
Leonor de Castilla, y que nuca he dudado de la verdad y firmeza de
este matrimonio: tanto que perseverando en esta fé hube en ella a mi
único hijo don Alonso, al cual siempre he tenido y tengo por propio
y legítimo, y como tal lo he llamado, y declarado por sucesor para
después de mis días, en todos mis reynos y señoríos. Por tanto
quiero avisaros como tengo esta mi declaración de sucesor en don
Alonso mi hijo, por muy rata y firme, y si menester es vuestra
autoridad para ello, la hago y confirmo de nuevo, salvos mis derechos
en lo del divorcio con doña Leonor, por las causas que cada uno de
vosotros tiene, por mi descargo, de mí entendidas. Y así os
requiero declaréis sobre estos dos artículos decisivamente. Esto
dicho se levantó para salirse de la sala del Concilio, y como todos
se levantasen para acompañarle, hizo los quedar, rogando les
considerasen, y determinasen este negocio con mucho acuerdo,
señalando la sucesión de don Alonso. Porque dudando ya el Rey de
ella, por el divorcio que quería hacer poco antes teniendo cortes en
Lerida a los Aragoneses, le había declarado por su heredero y
sucesor en el reyno de Aragón, y ciudad de Lerida con su distrito:
queriéndola incorporar en el reyno de Aragón, y le juraron por
Príncipe sucesor. Esto hizo con fin que los demás hijos que de otra
mujer le naciesen, sucediesen en los otros estados de Cataluña y
Mompeller.




Capítulo XII. Que por las secretas causas que
para esto tuvieron los Prelados, pronunciaron por el divorcio, y como
se despidió doña Leonor del Rey, el cual tomó la insignia de la
cruz de mano del Legado.


Como los Prelados hubiesen de
pronunciar la sentencia sobre el divorcio, salva la legitimidad de
don Alonso: para concordar dos cosas en si tan diferentes y
contrarias, tuvieron sobre ello sus alteraciones y consideraciones
secretas: que no se podía deducir ni comunicar en proceso. Por donde
venía a ser entre si muy diferentes los votos, y muy difícil el
pronunciar la sentencia, por las informaciones aparte dadas por el
Rey. Mas considerando que a los jueces, o que muchas veces suele
mover más una secreta razón y causa importante, que cuanto esta
deducido en proceso, o que en las causas de los Reyes, conviene
alguna vez por beneficio universal de los reynos, juzgar más presto
por la universal consideración y ley de buen gobierno, que por las
leyes escritas y alegadas, y que de estos juicios hay cada día
muchos: fue así que
inferida
la confesión del Rey en la sentencia, pronunciaron. Que no
embargante la legitimidad de don Alonso hijo del Rey don Iayme de
Aragón y de la Reyna doña Leonor de Castilla, y que era verdadero y
legítimo sucesor del Rey su padre, tenía lugar el divorcio hecho
por el Rey contra la Reyna, con la total disolución del vínculo
conyugal (
cójugal).
Esta sentencia fue muy solemnemente in pleno concilio publicada y
notificada al Rey, y a doña Leonor, y aunque pareció muy extraña,
toda vía
ella fue vista y revista, y también suscrita por el Legado
Apostólico y nueve Prelados, entre Arzobispos y Obispos, los más
principales y doctos de toda España, y con decreto de concilio, sin
discrepar ninguno: siendo la mayor parte dellos de reynos extraños,
y no súbditos del Rey. Porque se vea no tuvieron particular afecto,
sino toda libertad para descargar su conciencia y conforme a ella dar
su voto cada uno. Con esta sentencia no se derogó la donación de
las villas y pueblos de Aragón hecha en favor de doña Leonor, de
las cuales fue dotada al tiempo que casó con el Rey. Con esto, y
muchas joyas y riquezas que el Rey le dio, se despidió de ella, y le
envió a Castilla. Y así queda más justificada y confirmada la
rectitud de la sentencia: con esto que ni la Reyna doña Berenguela
su hermana, ni don Fernando su sobrino Rey de Castilla, tuvieron por
alevoso el divorcio: pues ni hicieron sentimiento alguno de ello, ni
se apellaron de la sentencia para el sumo Pontífice, que a sobrar
razón, appellaran. Hecho esto, el Rey se despidió del Legado y de
los Prelados, usando con ellos de toda liberalidad y magnificencia,
conforme a quien él y ellos eran: y se partió para Tarragona, por
llegar a ella antes del día del plazo, cuando toda la gente que se
hacía para la jornada de Mallorca se había de hallar junta en la
ciudad y puerto de Salou. Aunque no pudo ser tan presto la junta, por
mucho que el Rey lo trabajó, que no se alargase hasta por todo el
mes de Setiembre, que para entonces estuvo ya el armada aprestada.
Pues como se hallasen ya congregados en la ciudad los señores,
Barones, y caballeros de todas partes para embarcarse, de nuevo se
publicaron y aprobaron los capítulos que en Barcelona se firmaron
sobre la división de las tierras, y despojos que se adquiriesen en
la conquista: entrando y siendo acogidos a igual repartimiento de lo
capitulado los Aragoneses que seguirían el ejército real, y en la
guerra y servicios, se igualarían con los demás. Añadieron para la
misma división dos jueces más de los arriba nombrados, que fueron
el Obispo de Girona y don Bernardo Campà Comendador de Miravete
(
Mirauete):
el cual era Vicario del gran Maestre del Temple en los reynos de
España. Finalmente pareciendo al Rey que importaba poco ir los
soldados Cristianos a pelear con los infieles, muy armados de lanza y
escudo y todas armas si no llevaban los ánimos guarnecidos de
verdadera fé Cristiana, impresa y sellada en sus corazones con el
señal de la Cruz, y pasión de Cristo su capitán soberano: mandó
que todos tomasen la insignia de la Cruz, y la pusiesen sobre sus
armas y arneses. Y para que esto se hiciese con más solemnidad, se
partió con los capitanes y principales de su Corte para Lerida, a
dos jornadas de Tarragona, por donde ya pasaba el Legado de vuelta
para Roma: y ayuntados en la iglesia mayor, comenzando el Rey,
tomaron la Cruz los demás de mano del Legado para ponerla sobre sus
armas. Y para los ausentes dio el mismo Legado comisión y facultad a
los Prelados que se hallaban en el ejército, diesen la Cruz a todos
los soldados que quedaban en Tarragona. Demás de esto, muchos de
aquellos señores y capitanes fueron armados caballeros por mano del
Legado. El cual hecho esto, con mucho contentamiento y satisfacción
del Rey se despidió de él, y se partió para Roma: y el Rey volvió
con su gente a Tarragona para dar calor a la empresa de Mallorca.


Fin del libro quinto.