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sábado, 27 de julio de 2019

PEDRO FERNÁNDEZ DE AZAGRA, MILAGROSAMENTE ILESO


145. PEDRO FERNÁNDEZ DE AZAGRA, MILAGROSAMENTE ILESO
(SIGLO XIII. PIEDRA)

PEDRO FERNÁNDEZ DE AZAGRA, MILAGROSAMENTE ILESO  (SIGLO XIII. PIEDRA)
Imagen de Traveler (cascada del ángel)


Un monje estaba arrebujado en el camastro de su celda y rezaba por quienes pudieran estar a la intemperie. Era una noche oscura y el ruido en el exterior era infernal, fruto de la tormenta que se había desatado al caer la tarde, al que se sumaba el rumor de las cascadas del río Piedra. Mientras, el señor de Albarracín, don Pedro Fernández de Azagra, que iba desde Molina camino de Calatayud, se hallaba perdido en el fondo de un barranco. El caballero daba voces para localizar a sus escuderos, pero todo era en vano: ni Diego, ni Beltrán ni Garci-Pérez le contestaban. Estaba completamente solo en medio de la tempestad.

Azuzó don Pedro al asustado caballo en los ijares y el bruto respondió. En medio de grandes relámpagos y truenos, subió por la ladera de una loma hasta llegar a la cumbre. Desde allí pudo oír el ruido tumultuoso de un torrente, aunque no lo veía, a pesar de los destellos continuos. Cabalgó perdido por el monte durante mucho rato, quizás horas, hasta que oyó el tañido de una campana que debía tocar a maitines, lo que le situó hacia las dos de la mañana. Guiado por sus sones, dirigió hacia allí a su montura, mas hubo un momento en el que el caballo se negó a caminar en aquella dirección, dando una vuelta en redondo.

De repente, se encendió delante de él una trémula luz. Estaba tan cerca de ella que casi parecía que la podía tocar con la mano, pero el caballo se negaba a andar en aquella dirección. Ante la actitud de su montura, se guareció al calor de una oquedad y decidió esperar al alba. Cuando despertó de su inquieto sueño despuntaban ya las primeras luces y pudo situarse: estaba en el monte de la Lastra, que conocía bien, con el monasterio de Piedra en frente, pero separado de él por un profundo valle y las aguas tumultuosas del río Piedra crecido por la tormenta.

Acarició agradecido al animal que le había salvado la vida y rezó fervoroso a la Virgen en el convento, pues sin duda había intercedido por él, decidiendo que cuando muriera lo enterraran allí.
El monje que rezaba en el camastro de su celda por los caminantes se sintió reconfortado.

[Juan Federico Muntadas, El monasterio de Piedra.]








domingo, 12 de mayo de 2019

LA RECONQUISTA DE MONREAL DEL CAMPO


2.65. LA RECONQUISTA DE MONREAL DEL CAMPO (SIGLO XII. DAROCA)

Una tarde, Beatriz lloraba desconsoladamente. Junto con Sancho de Ravanera, su hermano, escuchaba preocupada al pregonero. En nombre del señor darocense, Alvar Pérez de Azagra, estaba haciendo un llamamiento para ir a la guerra contra el moro. Sancho, que decidió acudir para ir a tierras de Monreal, llevó a Beatriz a la grupa de su caballo hasta Báguena, donde se quedaría en casa de su tío Martín de Ravanera. Luego se unió a la expedición.

LA RECONQUISTA DE MONREAL DEL CAMPO (SIGLO XII. DAROCA)

Durante mucho tiempo, Sancho guerreó contra los musulmanes por tierras de Teruel hasta llegar a Sagunto siendo uno de los más distinguidos: tomó un castillo, dio muerte a su alcaide y varios servidores y cogió prisionera a una hermosa joven mora que, según averiguaciones posteriores, resultó ser hija de Abén-Gama, antiguo régulo de Daroca. Se enamoró de la muchacha y callando el secreto de querer casarse con ella, la llevó a Báguena para que su hermana la instruyera en la religión cristiana. El resultado fue la fijación del día del bautismo para cuando regresara Sancho.

Enterado Abén-Gama del paradero de su hija, hizo una incursión por tierras de Báguena, lo que obligó a Ramón Berenguer IV a retirar la frontera de Monreal y retrasarla a Daroca. El caudillo moro tomó Báguena y, tras dar muerte a sus heroicos defensores, se llevó a su hija y a Beatriz. A ésta la mató y a su hija, que le confesó el deseo de convertirse al cristianismo, la encerró en una mazmorra, encargando de su custodia a un feroz sarraceno, que la forzó. No obstante, antes de morir, un ángel le administró las aguas del bautismo.
Con la paz, Daroca era un ir y venir de gentes. Se construían iglesias, se empedraban calles, se reparaban las murallas. Sancho reposaba del fragor de la batalla sin saber nada de Beatriz ni de la mora. Indagó entre las gentes, mas nadie sabía nada. Pero al llegar a una plaza, un juglar recitaba una historia que llamaba «el romance de la mora». Al contarla, Sancho reconoció a su hermana y a su amada. Le preguntó al juglar dónde había oído aquella historia y éste le dijo que lo narraban aldeanos turolenses fronterizos con los moros.
Sancho de Ravanera ingresó en la Orden del Temple y, junto a Ramón Berenguer IV, estuvo en la reconquista de Monreal. Hasta que, en una de sus correrías, tuvo la oportunidad de apresar a Abén-Gama, a quien dio muerte para vengar a las dos mujeres de su vida.
[Beltrán, José, «El Templario», en Tradiciones y leyendas de Daroca. Daroca, 1929.]





https://es.wikipedia.org/wiki/Monreal_del_Campo

No os perdáis las mentiras de la serie Knightfall, sobre los Templarios.


Y aquí otro video de catalanistas idiotas que no saben ni mirar en la wikitrolas.cat para ver quién era rey de Aragón, Navarra, Francia en esa época.  





sábado, 11 de mayo de 2019

UN INTENTO DE RECUPERACIÓN MORA DE DAROCA


2.58. UN INTENTO DE RECUPERACIÓN MORA DE DAROCA
(SIGLO XII. DAROCA)

Después de haber reconquistado Zaragoza, Alfonso I el Batallador tuvo que hacer frente a un importante ejército musulmán en Cutanda, donde venció. Aquella victoria significó la posibilidad de conquistar Daroca, principal enclave murado a la vera del río Jiloca, plaza que, en efecto, pasó a sus manos en 1122. Aunque una parte importante de los moros darocenses decidió quedarse en sus casas, otros optaron por el exilio, refugiándose en tierras de Molina, Cuenca o Valencia, en espera de una reacción que nunca llegó. Algunos, por fin, merodearon por la comarca formando grupos de bandoleros que dificultaban el tránsito por sus caminos. Ello hizo que Alfonso I, como medida de precaución, ordenara una vigilancia permanente de Daroca.
Entre los moros que se hallaban al acecho estaba, capitaneando un importante grupo de hombres de guerra, el jerife Omar ben Ahmed, hijo de Ahmed ben Ibrain, derrotado por Alfonso I en Cutanda. Cuando se consideró con fuerzas suficientes, se propuso la recuperación de Daroca procurándose como aliados a los moros y judíos darocenses.
Envió a Daroca a un alfaquí llamado Jahy ben Jaldum con instrucciones para, una vez en Kal’at Darawka, soliviantar a sus correligionarios, a los que conocía por haber vivido en ella durante buena parte de su vida, conviniendo en la fecha en la que Omar ben Ahmed atacaría las murallas darocenses. Pero Jahy ben Jaldum fue interceptado vestido de cristiano por una partida de jinetes darocenses quienes, tras reconocerle, lo confinaron en la zuda, de modo que no pudo llevar a cabo una parte del plan urdido por Omar ben Ahmed, desconocedor de lo que había ocurrido. Por eso, éste siguió con sus planes y, amparado en la oscuridad de la noche, cabalgó por los llanos de Gallocanta con la intención de asaltar los muros de Daroca aquella misma noche.

UN INTENTO DE RECUPERACIÓN MORA DE DAROCA  (SIGLO XII. DAROCA)

En la villa darocense, los centinelas se habían dormido. Pero quiso la fortuna que, ante el estruendo de las cabalgaduras moras, las ocas levantaran el vuelo asustadas, despertando con sus graznidos a los centinelas. Dada la alerta, los jinetes musulmanes —que no pudieron contar tampoco con la esperada ayuda de sus correligionarios— fueron vencidos y hechos prisioneros, descubriéndose además la misión de Jahy ben Jaldum, que fue ahorcado en la plaza. En reconocimiento a su inesperada y providencial ayuda, los darocenses incorporaron a su escudo seis ocas, en sustitución de otros tantos lirios.

ocas, Daroca, Gallocanta


[Beltrán, José, Tradiciones y leyendas de Daroca, págs. 63-66.]



  • Anser anser domesticus - todas las variedades de ocas domésticas procedentes de Eurasia.

  • la oca del Ampurdán - ave procedente de la cría selectiva del ganso común salvaje en el norte de Cataluña. Se caracteriza por ser blanca y poseer un característico copete sobre la cabeza.

      LA RECONQUISTA DE DAROCA


      2.57. LA RECONQUISTA DE DAROCA (SIGLO XII. DAROCA)

      Habiendo llegado el gobernador de Daroca, Abén-Gama, al esplendor de su poder, se dio cuenta de que sólo le faltaba una cosa para alcanzar la dicha completa: casarse con la princesa más bella que existiera y construir para ella el más hermoso palacio conocido.

      LA RECONQUISTA DE DAROCA (SIGLO XII. DAROCA)


      Un golpe de suerte hizo que Zuleika, el mercader, trajera en uno de sus viajes a Melilah, la princesa más hermosa de toda Arabia. El gobernador quedó cautivado por su belleza e, inmediatamente, mandó construir un palacio y se casó con ella. Pero Melilah, que no amaba al gobernador, cayó en una infinita tristeza. También Abén-Gama se sintió desdichado y se volcó en la lucha contra Alfonso I el Batallador. Y fue en una de sus múltiples batallas donde hizo prisionero al caballero cristiano Jaime Díez de Aux y lo condujo a Daroca. Al entrar por la puerta, los ojos del joven cristiano se cruzaron con los de la hermosa Melilah y ambos se enamoraron, y desde aquel día la princesa fue a visitarlo todas las noches en secreto a la mazmorra.

      Cuál sería el horror de la bella enamorada al enterarse un día de que el gobernador pensaba colgar a don Jaime como escarmiento, a la mañana siguiente. Rápidamente se encaminó a las mazmorras y propuso a don Jaime un plan de fuga, no sin antes obtener la promesa de que volvería para liberarla de Abén-Gama y se casaría con ella. Así es que, llegada la noche, y aprovechando la confusión que había provocado el cerco de la ciudad por Alfonso el Batallador, Melilah liberó a don Jaime. Pero, cegada por el temor de que muriera su amado, la bella princesa mora no fue lo suficientemente discreta.

      Quiso, pues, la casualidad que Murid Omed, un moro enamorado en secreto de Melilah, descubriera el plan y, sintiéndose despechado, informó de la traición al gobernador. Abén-Gama, enfurecido por los celos, mandó que arrojaran a la princesa al pozo.

      Pocos días después entraba don Jaime en Daroca entre las tropas del rey Alfonso I y corrió a buscar a su amada. Su desesperación fue infinita cuando se enteró de la muerte trágica de Melilah.
      Se dice que, desde el día de su muerte, Melilah sale todos las noches del pozo vestida de blanco, con una luz en la mano, y vaga por las murallas del castillo en busca de su amado, a quien todavía espera para que la libre de su encanto.
      [Beltrán, José, Tradiciones..., págs. 55-62.]


      Daroca es una ciudad y municipio, cabeza del Partido judicial de Daroca, capital de la comarca de Campo de Daroca, en la provincia de Zaragoza, comunidad autónoma de Aragón, España.


      Según algunos historiadores, la aldea celtibérica primitiva en este lugar se llamaba Darek. Se ha señalado Daroca con la ciudad a la que los romanos llamaron Agiria, construyendo un fuerte castillo para defender la carretera de Laminium, que pasaba por el pueblo y conectaba Zaragoza con Valencia.

      La primera mención documental de la ciudad data del año 837; aparece como ciudad de cierta importancia en el norte de al-Andalus, donde se había instalado la familia de los Banu al-Muhayir, que pertenecían a la tribu de los tuyibíes, o árabes del sur, procedentes del Yemen.​ Los árabes le pusieron el nombre de Calat-Darawca (862), y lo tuvieron durante 400 años, hasta que Alfonso I de Aragón la conquistó en 1120, y en 1141 emitió un código legal primitivo, que hoy se desconoce. En el siglo XII, Ramon Berenguer IV le otorgó las leyes y los privilegios que la convirtieron en la capital de la Comunidad de Daroca, que tuvo una gran influencia social y militar en la Edad Media. Tuvo un voto en los tribunales y fue sede de varias asambleas famosas con Pedro II (1196), Jaime I (1222-1243), Jaime II (1311) y Pedro IV (1338), en las que se concertó la paz con Castilla.

      Acuarela de Daroca y sus murallas por Pier Maria Baldi en 1668
      Acuarela, Daroca, murallas, Pier Maria Baldi, 1668

      En 1248, las aldeas de Daroca se constituyeron en Comunidad por privilegio del rey Jaime I. Daroca quedó excluida de la Comunidad, aunque siguió manteniendo una importante relación con sus aldeas. El territorio de la Comunidad tiene como base el concedido a Daroca en el fuero de 1142, aunque ambos no coinciden miméticamente. La Comunidad estableció sus propios órganos de gobierno, con sus oficiales (escribano, procurador y sesmeros), que se reunían en plegas; e incluso consiguió representación en las Cortes del reino.​ En una guerra contra Pedro I de Castilla, Daroca resistió a un asedio, que llevó a la adjudicación del estado de la ciudad el 26 de abril de 1366.

      Económicamente, la agricultura y la ganadería fueron las principales ocupaciones de los habitantes. Había tres grupos sociales, cristianos, judíos y musulmanes, que gozaban de las mismas leyes y privilegios, aunque estaban organizados por separado.

      La ciudad sirvió como una parada frecuente para los viajes a lugares de la zona, y fue visitada por los Reyes Católicos, Carlos I, Felipe II y Felipe III, en su ruta de Madrid a Zaragoza y Cataluña. Felipe V también estuvo en Daroca y también Carlos II. Después de la muerte de Carlos II, Daroca abrazó la causa del pretendiente austriaco al trono, Carlos III, en lugar del candidato respaldado por Francia Felipe V, que llevó a la ocupación en la Guerra de sucesión. Esto acabó con casi seis siglos de autonomía municipal: la oficina de la justicia desapareció, y fue sustituida por un magistrado real; el consejo se reorganizó para remover a los jurados y agregar ocho regentes, un secretario y dos diputados conjuntos. Durante la Guerra de Independencia, las tropas de Napoleón ingresaron a Daroca en junio de 1808. Daroca fue liberada en agosto de 1813.

      Durante las guerras carlistas del siglo XIX, fue ocupada por las fuerzas carlistas en 1834, 1837 y 1872, pero todas ellas fueron esporádicas porque Daroca permaneció leal a la monarquía de Isabel II. Las ocupaciones se debieron a la proximidad geográfica del reducto carlista de Maestrazgo.

      Desde mediados del siglo XIX, la situación económica mejoró debido al éxito de la agricultura, lo que estimuló el desarrollo del comercio y la pequeña industria. A principios del siglo XX, se construyó el ferrocarril Teruel- Calatayud, que fortaleció la posición comercial de Daroca. En estos años, se construyeron terraplenes en el barranco de Jiloca y se reforestó para intentar evitar los desastres causados ​​por inundaciones periódicas. 

      En la Guerra Civil triunfó en toda la comarca los sublevados. La represión que siguió dejó totalmente sometida a la comarca a los rebeldes. Posteriormente, la ciudad comenzó a declinar, aunque mantuvo su posición gracias a la industrialización y la mecanización del campo.

      Darocenses ilustres:

      Juana de Aragón y de Armagnac (Daroca, 1375 - 1407), hija de Juan I de Aragón y Marta de Armagnac. Era miembro de la Casa de Aragón y Condesa de Foix por su matrimonio con Mateo I de Foix.
      Martín Díez de Aux (Daroca, s. XIV – Játiva, 1440), noble que sirvió como Baile General del reino, y como Justicia del reino.
      Astruc ha-Levi (Alcañiz, siglo XIV - siglo XV), erudito y conocedor del Talmud.
      Juan de la Huerta (Daroca, 1413 - Maçon, 1462), escultor.
      Gil Morlanes el Viejo (Daroca, 1445 - Zaragoza, 1517), escultor.
      Pedro Sánchez Ciruelo (Daroca, 1470 - Salamanca, 1548), matemático y teólogo.
      Pablo Bruna (Daroca, 1611 - 1679), conocido como El Ciego de Daroca, compositor de música y organista.
      Diego de Xáraba y Bruna (Daroca, 1652 - Madrid, 1716), organista y compositor.
      Juan Cristóbal Diego Romea Tapia (Daroca, 1732 - Zaragoza, 1766), poeta, periodista y escritor.
      Francisco del Plano y García de la Cueva (Daroca, 1658 - Zaragoza, 1739), pintor.
      Mateo González Labrador (Daroca, 1755 - Zaragoza, 1807)​, grabador calcográfico.
      Marcial Antonio López Quílez (Daroca, 1788 - Madrid, 1857), barón de Lajoyosa, abogado, historiador y político, miembro de la Real Academia de la Historia.
      Toribio del Campillo y Casamor (Daroca, 1824 - Madrid, 1900), conocido como Agustín Casamor, archivero, historiador y escritor.
      Fernando de Paula Oseñalde (Daroca, siglo XIX), político.
      Ricardo Lozano Monzón (Daroca, 1872 - Zaragoza, 1934), médico, cirujano, catedrático y empresario, fundador del Banco de Aragón.
      Francisco Gómez del Campillo (Daroca, 1873 - Barcelona, 1945), catedrático de Instituciones de Derecho Canónico y rector de la Universidad de Barcelona.
      José Luis Corral Lafuente (Daroca, 1957), historiador y escritor.