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martes, 23 de junio de 2020

318. SAN MACARIO CURA UNA QUEBRADURA


318. SAN MACARIO CURA UNA QUEBRADURA
(SIGLO ¿XV? ANDORRA)

Los ganaderos catalanes y del pirenaico valle de Andorra, cuando llegaba el invierno, solían enviar sus rebaños a los montes de Albalate del Arzobispo, en busca de los magníficos pastos de «las masadicas royas» y de un clima más benigno. Los mayorales y pastores se acomodaban en las torres y masadas repartidas por todo el término a cambio del pago de su hospedaje.

Una de esas familias de masoveros tenía un hijo de corta edad que estaba aquejado de hernia o quebradura, como se le llama por estos contornos, mal que le producía intensos dolores y que se fue agravando poco a poco. No cesaron los padres del muchacho de implorar sucesivamente el patrocinio de diversos santos, sin resultado alguno, hasta que decidieron ponerlo en manos del cirujano.

Sabedor y apenado del problema un pastor, de nombre ignorado, que se hospedaba en casa de la atribulada familia, llegó a tiempo de arrancar al niño de las manos del cirujano, asegurando que «el remedio de este niño se encuentra en el patrocinio san Macario, venerado en mi patria del valle de Andorra como patrono de los quebrados». El caso es que, invocada la intercesión del santo abad alejandrino, el zagalillo quedó sanado en el acto.

Agradecidos los padres al pastor por tan sabio consejo, se negaron a cobrarle el hospedaje. Mas, ante la insistencia de éste, acordaron que se sentirían suficientemente pagados si su amo o el mayoral les proporcionaban una imagen de san Macario cuando regresaran al año siguiente.

Cuando pasó el invierno, regresaron los pastores a su tierra y narró el mayoral en el valle de Andorra lo sucedido. El amo, un hombre piadoso, mandó una imagen de san Macario al año siguiente, que fue llevada a casa del niño sanado, donde era muy visitada e invocada por la gente de la comarca. Pero muy pronto, para que tuviera un mejor y más digno acomodo, depositaron la imagen en una capilla de la iglesia de San Julián hasta que le construyeron una ermita propia. Por fin, por acuerdo unánime, nombraron a san Macario patrón de la localidad de Andorra, lugar del término de Albalate, donde iban los ganados trashumantes a invernar.

[Bernal, José, Tradiciones..., págs. 178-179.
Vázquez Lacasa, Generoso, Sobre la muy noble villa de Andorra, págs. 38-41.]

sábado, 27 de julio de 2019

ORIGEN DE LA BARONÍA DE ESCRICHE


144. ORIGEN DE LA BARONÍA DE ESCRICHE (SIGLO XII. ESCRICHE)

Una fiera —los más creen que un descomunal y sanguinario lobo— tenía atemorizados a todos los habitantes del lugar de Escriche. No sólo descuartizaba a sus víctimas, sino que su piel era como el mismísimo acero, de modo que ni flechas ni espadas parecían hacerle mella pues salían despedidas. Los caminantes que sabían de su existencia daban grandes rodeos para no atravesar tan peligrosa zona, que muy pronto quedó totalmente despoblada. La noticia se extendió por todo el reino.

Un día se presentó ante el rey aragonés Alfonso II —hasta quien había llegado la noticia— un valiente guerrero diciendo que él se comprometía a dar muerte a la fiera, para lo cual tan sólo solicitaba una espada que fuera algo mejor que la suya y un gran espejo. Aunque extrañaron sobremanera las condiciones, fue aceptada su oferta.

El joven salió en su busca del feroz animal, sin que tardara mucho en encontrarlo. Al verlo, el monstruo se abalanzó furioso sobre el guerrero, que lo esperó con el espejo delante, apoyado en el suelo. Cuando el bruto vio reflejado su cuerpo en el cristal, titubeó unos breves instantes, pero los suficientes para que el bravo guerrero le introdujera certeramente la espada por la boca, único lugar vulnerable del animal.

Muerta la fiera, renació la calma en toda la comarca. Los habitantes que habían huido atemorizados regresaron a sus casas; la vida continuó. El rey, agradecido por tan valerosa hazaña y por el gran servicio que había prestado a la comunidad, decidió premiar al guerrero dándole en tenencia todo el territorio que pudiese recorrer en un solo día, naciendo de esta manera tan singular la que sería baronía de Escriche.
La letrilla de una jota inmortalizó hasta hoy la gesta:
«Nadie le tema a la fiera, que la fiera ya murió;
al revolver una esquina, un valiente la mató».


[Alfonso Zapater, Aragón pueblo a pueblo, tomo VII, pág. 1.014.]




Alfonso Zapater Gil (Albalate del Arzobispo, 19 de julio de 1932 - Zaragoza, 30 de mayo de 2007) fue un escritor y periodista español.

Pasó su infancia y juventud en su pueblo natal, Albalate del Arzobispo, que compartió con Urrea de Gaén. Su producción abarca todos los géneros: novela, teatro, ensayo y poesía. Ha obtenido importantes premios literarios, entre ellos el San Jorge (en su doble vertiente de novela y poesía), Padre Llanas, Ciudad de Barbastro, Ciudad de Jaca y el nacional de teatro Miguel Hernández. En 1981 fue finalista del Premio Nadal con El accidente.​ Publicó más de treinta libros, además de obras como Aragón, pueblo a pueblo (diez volúmenes), Historia de la jota aragonesa (tres volúmenes), Tauromaquia aragonesa (tres volúmenes) y Líderes de Aragón, siglo XX (cuatro volúmenes).


Desde 1966 escribía una página diaria para Heraldo de Aragón, «Zaragoza al día», donde mezclaba el reportaje, la crónica, la entrevista y el comentario o la opinión. En dicho periódico permaneció hasta su muerte el 30 de mayo de 2007.





  • Montserrat, Concha (31 de mayo de 2007). «Alfonso Zapater Cerdán, periodista y escritor»El País.