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domingo, 12 de julio de 2020

CAPÍTULO XXXII.


CAPÍTULO XXXII.

Del imperio de Nerva, y de los demás emperadores hasta Diocleciano y Maximiano, y sucesos de los pueblos ilergetes.

Después de Domiciano, que murió el año 96 de Cristo señor nuestro, fue emperador Nerva Cocceyo, que vivió un año no más; y de él queda memoria en una piedra labrada a modo de miliario, que estaba entre Vinaxa y las Borjas de Urgel, casi a la raya de los pueblos ilergetes, y decía de esta manera:
IMP. NERVA. C. AUG.
GERMAN. INFERIORIS.
PONT. MAX.
TRIB. POT.
Algunas cosas debieron mover a los que la pusieron, las cuales se ignoran por la antigüedad del tiempo, brevedad de la inscripción y cortedad del imperio, y poca curiosidad de nuestros pasados; pero por estar en lugar donde dije, es conjetura haber sido obra de los ilergetes, que con ella señalaron el término donde llegaba su región.
Trajano fue hijo adoptivo de Nerva: entró en el imperio en el año 99 de Cristo señor nuestro. De sus virtudes, edificios e inscripciones que de él quedan, memorias que aún se conservan, y cosas memorables que hizo, no diré nada, por no haber cosa particular de mi instituto: solo hago memoria de él, por no dejar el orden que traigo de contar los que fueron señores de los pueblos ilergetes. Después de él, fue emperador Adriano, de nación español, gran filósofo e insigne varón, si las cosas buenas que en él había, no quedaran amancilladas, persiguiendo a la Iglesia santa. Entró en el imperio el año de Cristo de 119, y en unas cortes o junta que allá tuvo, donde se hallaron síndicos de todos los pueblos de España, la dividió en provincias, y de cada provincia hizo su división particular: la Tarraconense quedó dividida en catorce audiencias o chancillerías, que los romanos llamaban conventos jurídicos, y estaban en las ciudades más principales, y en ellas se oían los pleitos y causas y se decidían aquellas, porque como había muchos que gozaban de paz y sosiego, la discordia y pleitos se metieron entre los naturales, y se ejercitaban en ellos, así como antes en ejercicios de armas, que donde estas prevalecen, no hay rastro de pleitos ni litigios. En Cataluña nombró dos, que fueron Barcelona y Tarragona: a esta acudían cuarenta y cuatro pueblos principales con sus comarcas, y no menos a Barcelona. En Aragón era convento jurídico la ciudad de Zaragoza, y a ella acudían cincuenta y dos pueblos con sus comarcas: de estos eran la ciudad de Lérida y Huesca, que eran municipios y pueblos más principales de los ilergetes; y así todos los demás pueblos de aquella región eran del convento jurídico de Zaragoza, donde acudían a pedir justicia en sus pleitos y dudas, salvo la villa de Tárrega, pueblo de los ilergetes, que por ser confederado de los romanos, no era de ningún convento jurídico, por privilegio particular; y así no habían de salir de sus muros para pleitear, y tenían entre ellos sus jueces. De los demás pueblos de España y división que se hizo no digo nada, por no ser de nuestro instituto, y haber sobre ello discurrido muy bien el maestro Ambrosio de Morales y otros, que lo sacaron de Plinio.
Hay memoria en tiempo de este emperador de Marco Fabio Paulino, hijo de Marco, de la tribu o familia Galeria, a quien el emperador hizo caballero, y dio privilegio que del dinero público se le mantuviese un caballo; y habiendo los de la ciudad de Lérida recibido de él muchos beneficios, como a varón singular, le pusieron estatua en Tarragona, que era la ciudad más principal de la España Tarraconense, la cual señaló y dio lugar para hacerse esta dedicación, cuya inscripción, sacada de Morales y Pujades, es esta:
M. FABIO M. F.
GAL. PAULINO
EQUO PUB. DONATO
AB. IMP. CAES. HADRIANO. AUG.
ILERDENSES.
CIVI. OPT.
OB PLURIMAS LIBERALITATES
IN REMPUB. SUAM.
LOCO. A. PROVINCIA IMPETRATO
POSUERUNT.
D.D.
Dice fray Francisco Diago, y antes lo había ya dicho micer Gerónimo Paulo, que este Marco Fabio Paulino era de la familia de Calvisio Paulino, barcelonés, de quien habla y da noticia el doctor Pujades, y una memoria de su linaje se halló en Barcelona.
Ea el año 139 murió Adriano: sucedió Antonino *Pio, que murió en el año de 162, y quedaron con el imperio dos hijos adoptivos suyos, que eran Marco Aurelio Antonino, que casó con Faustina, tan nombrados los dos de fray Antonio de Guevara, obispo de Mondoñedo, y el otro Lucio Cómodo Vero Antonino; y fueron los dos primeros emperadores que gobernaron juntos. A los nueve años de su imperio murió Cómodo, y quedó solo Marco Aurelio, que vivió hasta el año 182. Sucedióle Cómodo, hijo suyo, muy diferente en costumbres del padre: este murió el año 193, y le sucedió Elio * Pertinae, cuyo imperio duró un año. Tras él vino Didio Juliano, que gobernó pocos meses: matóle Septimio Severo, y fue su sucesor. En tiempo de este emperador se fundó el lugar y Castillo de Albi, en los pueblos ilergetes: dan por fundador a Clodio Albino, ciudadano romano, de quien hacía el emperador mucha confianza, aunque no correspondió como debiera. Murió Severo cerca el año 211 del Señor, y heredó el imperio su hijo Marco Daciano Caracalla. Este murió cerca del año 220, y vino después de él Macrino, cuyo imperio no pasó el primer año, ni el de su sucesor Diadumeno, el cual, por haber vivido pocos meses, no le ponen en el número de los emperadores. Sucesor de este fue Marco Aurelio Antonino Eliogábalo, cuya vida monstruosa, más de bestia que de hombre, escriben Pedro Mejía y otros que él cita: murió cerca del año 225 de Cristo señor nuestro. Sucedió Alejandro Severo, que fue más pío que los demás antecesores suyos, y sintió bien de la santa fé católica: mandó parar la persecución de la Iglesia, y por eso es celebrado de todos los autores y alabada su memoria. Su imperio fue breve y de pocos años: el de 238 murió, y vino Maximino que, olvidando la piedad del antecesor, volvió a perseguir la Iglesia, enviando por el martirio muchas almas a Dios, y dejando en la tierra muchos cuerpos de santos mártires que dieron la vida por la confesión de la fé que él perseguía. Matáronle el año de 240. Fueron por su muerte emperadores Pupieno y Balbino; pero imperaron pocos días, porque su nominación no fue a gusto del ejército romano, el cual eligió a Gordiano, que imperó seis años, y fue después el imperio de Marco Julio Filipo, que fue el primero de los emperadores que profesaron la ley cristiana. Así lo dicen nuestro tarraconés Paulo Orosio, Eusebio y otros. Cesó entonces la persecución que había tenido la Iglesia santa, y respiraron los fieles. En Gerona queda una base de estatua de este emperador, y estaba bajo el ara del altar mayor de la iglesia de san Martín, de religiosos de la Compañía de Jesús, y la trae Pujades en su historia.
En el año 252 murió este emperador: su homicida fue Decio, el cual se quedó con el imperio y persiguió fieramente la Iglesia, y vivió hasta el año 254; y le sucedió Hostiliano, cuyo imperio fue de días, y así lo callan los más de los autores, y todos pasan a tratar de Galo, y después de este de Emiliano, y tras de él de Valeriano, que murió cautivo en poder de Sapor, rey de Persia, y le servía de escaño para subir a caballo, poniéndole el pie en la cerviz, en menosprecio del imperio romano: ¡rara soberbia, y ejemplo de miseria humana y sucesos de fortuna ! Galieno fue su hijo y sucesor, más dado a artes mágicas, que cuidadoso de la libertad de su padre: su imperio fue turbulento e infeliz, y vino casi a quedar perdido y usurpado el señorío romano, por su flojedad; y de esta hora adelante cesó aquella majestad del romano imperio, y fue de día en día declinando y disminuyéndose, levantándose tantos tiranos y viniendo tantos bárbaros, que presto quedó otro de lo que antes era, quedando menguado aquel antiguo esplendor y lustre que tuvo en los siglos pasados. Vino después de él Claudio, cuyo imperio duró algunos dos años, y el de Quintilio, su sucesor, no llegó a un mes, y el de Aureliano, que vino después de estos, duró seis años, y murió el de Cristo 278. Tácito y Floriano, uno en pos de otro, fueron emperadores; pero sus imperios juntos no llegaron a un año. Vino después de ellos Probo, y tuvo por sucesor a Caro y sus hijos Carino y Numerario; y luego, tras de ellos, el imperio de Diocleciano y Maximiano (Maximiliano?), que fueron los más grandes perseguidores que haya tenido la Iglesia y sus fieles, con pensamiento de acabar de una vez la Iglesia santa y religión cristiana: y apenas quedó provincia, ciudad ni pueblo del imperio romano que no experimentase su crueldad, quedando la tierra regada con sangre de ilustres e infinitos mártires que, menospreciando sus tormentos, libremente confesaban la fé católica. Dejo los de otras partes; digo solo de Cataluña. En Barcelona fueron martirizados santa Eulalia, santa Julia, San Cugat o Cucufate, santa Juliana y santa Semproniana, de quienes habla largamente Pujades; en Colibre san Vicente, de quien hace memoria el martirologio romano a 19 de abril; en Gerona padecieron san Narciso, obispo de aquella ciudad, san Feliu, su diácono y san Invento, que llaman san Trobat, con trescientos compañeros, san Román, Vincencio, Oroncio y santa Aquilina, madre de los dos, san Víctor, diácono, san Germán, Paulino Justo y Seilí. Sin estos, dice Flavio Dextro que en Celtiberia fueron martirizados mil doscientos dos españoles; en Tarragona, san Domicio, santa Pelagia, santa Aquila y santa Teodosia; en la villa de Palamós, santa Sotera, virgen; en Roda, pueblo de la Celtiberia, san Dionisio y san Amonio; y en Badalona san Anastasio, natural de la ciudad de Lérida, con sesenta y tres compañeros que, después de haber padecido muchos malos tratos, fueron degollados a 11 de mayo de 305, sin otros muchos de que hacen memoria Ambrosio de Morales, el abad de Monte-Aragón y otros.

domingo, 8 de marzo de 2020

140-147




140.
MISAL. Un volumen en 4.° mayor, en pergamino, de 266 páginas. Es
del siglo XIII. Al principio tiene un Calendario; pero le faltan los
meses de Noviembre y Diciembre. En el margen del mismo están
señalados los días egipcíacos. En la página que precede al
Calendario, están escritas de letra más moderna las oraciones que
dice el sacerdote al ponerse los sagrados ornamentos, en las
cuales son de notar algunas pequeñas diferencias respecto de las que
se dicen actualmente.
Según la costumbre de los Misales de aquel
tiempo, en este también están dibujadas antes del Cánon las
imágenes del Cristo y del Salvador, con las figuras y alegorías
de que se ha hecho mención en otros Misales. El que nos ocupa está
bien conservado, y tiene las iniciales de los capítulos y párrafos
adornadas con dibujos de colores según el estilo de aquel siglo.


141. MARSILIO DE PADUA. Un volumen en 4.° mayor, en
pergamino, de 200 páginas. Es del siglo XIV. Su autor llamado de
Padua porque naciò en dicha ciudad, floreció a
últimos del siglo XIII o principios del XIV. fue un célebre
político y jurisconsulto. Una de sus principales obras
es la que contiene este Códice. Se titula «El defensor de la paz»
porque expone la grave cuestión acerca la potestad del Papa y
del Emperador.
Toda la materia se explica seguidamente sin
haber divisiones de tratados; tan sólo en la parte superior de cada
página hay una sencilla indicación del número de la cuestión que
allí se expone.
Al final hay un resumen o índice de los
asuntos.

142. ARISTÓTELES. Un volumen en 4.° mayor, en
pergamino, de 142 páginas. Es del siglo XIII. Contiene los ocho
libros phisicorum de aquel filósofo. Al principio hay tres
folios que no pertenecen a este Códice. El primero y segundo libro
tienen una inicial que manifiesta comenzar allí el tratado; en los
demás libros quedó esto por hacer, y sólo se conoce el principio
del libro por el blanco que allí se ve. De todos modos los libros
están bien indicados con números de color en la parte superior de
cada folio. Hay notas en el margen de letra muy diminuta y clara;
algunas son de época posterior a la del Códice. También las hay
entre las líneas, especialmente en los últimos folios.

143.
FRANCISCO DE MAIRON Y OTROS AUTORES. Un volumen en folio en
pergamino, de 214 páginas. Es del siglo XV. Contiene primeramente un
trabajo del expresado autor, cuyo título traducido del latín dice:
«Flores extractadas de los libros de la Ciudad de Dios de San
Agustín, y reducidas a la forma de verdades, por el Doctor en
sagrada Teología, el venerable Maestro don Francisco de Mairon,
añadiendo muchos documentos y argumentos teológicos, etc.»
Se
divide en 22 libros, que se indican en números muy pequeños en la
parte superior de cada folio.
Sigue un tratado del Maestro
Nicolás Oresme, de communicatione idiómatum.
Otro
de Retórica, cuyo autor no consta.
Otro que se titula, dici
de omni
, según la mente de Aristóteles y demás filósofos, por
el Doctor y Maestro Reverende Enrique de Hassia.
El sermón
que dicho Maestro Nicolás Oresme predicó delante del Papa
y de los Cardenales, la víspera de Navidad, que fue el
cuarto domingo de Adviento del año 1363, y segundo del
Pontificado de Su Santidad el Papa Urbano V.
El
sermón de San Francisco, que el Maestro Pedro de Ailliaco
predicó en la Universidad de París el año 1382.
La
carta de la Universidad de París al rey de Francia,
sobre el cisma, fechada la víspera de Pentecostés,
día 25 de Mayo del año 1394.
El libro titulado «del
hombre interior» compuesto por el Maestro Ricardo de San Víctor.


144. CONSTITUCIONES PAPALES DE ALEJANDRO III, Y OTROS DOS
OPÚSCULOS.
Un volumen en 4.° mayor prolongado, en pergamino, de
188 páginas. Es de últimos del siglo XII. En este Códice llama la
atención el contener materias tan distintas entre sí; pero según
hemos notado en algún otro Códice, se debe a la escasez de libros
de aquel tiempo, en que siendo tan costoso poderlos adquirir, se
coleccionaban varios opúsculos en un mismo Códice.
En el que
nos ocupa, primeramente están las Constituciones de Alejandro III
dadas la mayor parte en el Concilio Lateranense III.
Después
la Filosofía del Maestro Guielmo de Conchis. Trátase
en ella de la sustancia creatriz, de los elementos, del caos, del
sistema planetario, que se explica con mucha extensión y con
multitud de figuras y círculos. También se trata de la tierra, de
los animales, etc.
Por último, hay un breve opúsculo que
comprende cuatro folios, y se titula traduciéndolo del latín:
«Libro de Cirujía según Constantino el Africano».


145. BREVIARIO. Un volumen en 4.° mayor, en pergamino, de
600 páginas. Es del siglo XIV. Este Breviario es de los más
completos que existen el archivo. Por el estado en que se halla se
comprende que prestó gran servicio en su tiempo. Tiene varios himnos
con notas de música, siendo de notar que algunos son
distintos de los que se usan actualmente.
En el oficio de la
Santísima Virgen
las lecciones del primer Nocturno no son
de la Sagrada Escritura, sino de un Santo Padre.
Dicho
Breviario como los otros de su clase, está escrito con gran
profusión de dibujos en las iniciales de cada capítulo. Al
principio tiene un Calendario en el que falta una hoja que comprende
los dos primeros meses.

146. SAN GREGORIO MAGNO. Un volumen
en folio, impreso en papel cartulina, de 672 páginas. Es de últimos
del siglo XV. Contiene la obra de dicho Santo Padre titulada Moralia.

Este libro es de los llamados incunables;
nombre con que se designan los libros impresos desde que se inventó
la imprenta hasta principios del siglo XVI.
Contiene un prólogo
del Obispo Brixiense. Después sigue un índice alfabético
que ocupa catorce folios. En el primer folio hay una nota manuscrita
que dice: Sedis Dertusae.
Y en el margen se ven algunas
notas, también manuscritas, que abundan más en los primeros
libros en que se divide esta obra.
Al fin hay un párrafo que
traducido del latín dice lo siguiente: «Ha sido concluida esta obra
de los Morales de San Gregorio Papa, corregida y enmendada
diligentísimamente por D. Bartolomé Cremon, Canónigo
regular
, impresa en Venecia por Reynaldo de Novimagio
Teutónico
, año del Señor 1480, el día 14 de Junio,
siendo Presidente de Venecia el ínclito Duque Juan
Mozenigo

Y en el folio último hay una página manuscrita
donde se dan algunas explicaciones sobre este libro.

147.
TRATADO ASCÉTICO. Un volumen en 4.° escrito parte en cartulina y
parte en pergamino, de 346 páginas. Es del siglo XV. Contiene varios
tratados o meditaciones sobre la Pasión del Señor. No
consta quien es el autor. Según parece, en este Códice tan sólo
hay una parte de la obra, que es la segunda, pues en las primeras
líneas dice traducido del latín: «Comienza aquí la segunda parte
de
esta obra, que fue compuesta en honor de la memoria de la
Pasión del Señor».
Siguen luego las meditaciones, sirviendo de
principal tema las siete palabras que dijo el Salvador, y se indican
con números en la parte superior de las páginas. La división de
los asuntos está señalada con iniciales de color.








36-40

36. CÓDIGO
DE JUSTINIANO. Un volumen en folio en pergamino, de 418 páginas. Es
de principios del siglo XIII. Contiene los IX primeros libros de
dicho Código. Le faltan algunas hojas del principio; el final está
completo. Al examinar este Códice se comprende el mucho uso que se
hizo de él en su tiempo para el estudio y para la enseñanza, pues
obsérvase que todas las hojas están muy manoseadas. 



Pero lo que
principalmente llama la atención, es el extraordinario número de
glosas o comentarios que se ven en el margen; que la mayor parte
parecen del mismo tiempo en que se escribió el texto. También hay
notas de diferentes épocas, escritas con caracteres sumamente
pequeños, muchas de las cuales están entre las líneas.
Además,
todas las leyes de este Código, que son innumerables, tienen algún
adorno o dibujo de colores; y al principio de los libros en que está
dividido, hay en letras de colores alguna alusión al emperador
Justiniano; diciendo por ejemplo: Imperator Máximus, ú
otro nombre equivalente.

37. JUAN GUALENSE, de la orden de
Frailes menores. Un volumen en 4.° prolongado, en pergamino, de 258
páginas. Consta de dos partes. La primera, que comprende hasta la
página 180, contiene la Suma o resumen de las Colecciones de los
Frailes menores. Se halla dividida en distinciones, y estas
subdivididas en partes. Después de los dos primeros folios, donde
está el plan o distribución general de la obra, hay
un prólogo. En el inventario de los Sres. Denifle y Chatelain
consta que esta obra también se halla en el Catálogo de la
biblioteca de Santa Genoveva, tomo I, p. 155,
manuscrito 251, y en varias otras bibliotecas. Hace mención
de la la misma el Bibliógrafo Sbaralea, en su
Suplemento, página 429.
La segunda parte trata de la
«Vida y costumbres de los filósofos» Este Códice está escrito en
letras muy correctas, y también se hallan adornadas con dibujos de
colores las iniciales de cada capítulo o párrafo.

38.
CONCORDANCIAS DE LA BIBLIA.
Un volumen en folio grande, en
pergamino, de 688 páginas. Es del siglo XIII.
Contiene tan sólo
las concordancias que se comprenden desde la letra H hasta la O
inclusive. Al fin del Códice hay una nota que traducida dice:
«Concluye la letra O.» Es de creer que la obra estaba dividida en
otros dos tomos, que debían comprender las letras anteriores y
posteriores a las de este
Códice.

39. BERNARDO DE
PARENTINIS. TRATADO ÚTIL SOBRE EL OFICIO DE LA MISA.
Un tomo en
4.° menor, en pergamino, de 220 páginas. Es del siglo XIV. Le
precede un prólogo. Antes de este tratado hay otro más breve
escrito en ocho folios de papel cartulina, que contiene como en
resumen todo lo que debe observarse en la celebración de la Misa.
Esta especie de cuaderno que se añadió al Códice, se conoce que
fue escrito para instrucción del clero de esta diócesis, pues en la
línea 13 de la página tercera se leen las palabras in Episcopatu
dertusensi
.

Lo demás que constituye el asunto principal
del libro está dividido en capítulos. Al final hay un largo índice.
En la última página se ve una nota de letra encarnada y muy
antigua, que traducida dice: «Este libro es de Fray (sigue un nombre
raspado que no es posible leer) de la orden de Predicadores.»
En
este Códice están adornadas con dibujos de colores todas las
iniciales de los capítulos y párrafos. Hay otro ejemplar en la
Biblioteca de Chartres, manuscrito 423.

40.
COLECCIÓN DE CÁNONES DEL PAPA ALEJANDRO III. Un volumen en 4.° en
pergamino, de 180 páginas. Es de últimos del siglo XII o de
principios del XIII. En la portada le faltan algunas hojas; el final
está completo.
Respecto al motivo de haberse coleccionado
separadamente los cánones o decretos del Papa
Alejandro III, que ya se hallan en las Decretales de Gregorio IX,
tal vez fue para dividir las materias en aquel tiempo en que el
precio de los libros era tan crecido,
Se observa en este Códice
y en casi todos los más antiguos, que en el margen de las hojas hay
muchos puntos agujereados. Según parece, servían de guía
para escribir las líneas, hasta que más adelante se
introdujo el uso del lápiz.
Al fin del libro hay unos
curiosos versos en latín, escritos de otra mano y probablemente en
diferente época. Cada verso se refiere sucesivamente a la Gramática,
Dialéctica, Retórica, Aritmética, Geometría, Música y
Astronomía. Luego siguen otros versos en la misma forma, alusivos a
Prisciliano, Tulio, Pitágoras, Ptolomeo y algunos otros filósofos.






domingo, 7 de julio de 2019

EL GUANTE DE CONRADINO PARA PEDRO III


128. EL GUANTE DE CONRADINO PARA PEDRO III (SIGLO XIII. PALERMO)

Estamos en plena efervescencia de las terribles y asoladoras pugnas en las que los güelfos (partidarios de los Papas) y los gibelinos (partidarios del Emperador) dividen y ensangrientan a la Europa del siglo XIII.

Entre los gibelinos más activos y comprometidos, destacaba el rey Manfredo de Sicilia, que a la sazón era suegro del rey Pedro III de Aragón desde dieciséis años antes de acceder éste a la corona aragonesa, puesto que se había casado con la hija de Manfredo, Constanza.

El Papa —como máximo representante de los güelfos y deseoso de tener a Sicilia como feudo de la Iglesia— persiguió con encono a Manfredo, destituyéndolo como rey y dando Sicilia a Carlos de Anjou, hermano menor de San Luis de Francia. Pero Carlos de Anjou sólo poseía Sicilia teóricamente, de modo que se vio obligado a ir a ganársela de manera efectiva por las armas.

Así es que organizó un ejército e invadió la isla, derrotando y matando a Manfredo. Poco tiempo después, Conradino, su sobrino, que se presentó como heredero legítimo, siguió idéntica suerte.
Sin embargo, Conradino, antes de morir ajusticiado en el patíbulo, protagonizó una escena que, si de momento no tuvo consecuencias palpables, sí dio frutos maduros algunos años más tarde. Con el porte muy digno, como un auténtico caballero que era, antes de entregar su cabeza al verdugo, paseó retador la mirada entre la multitud que estaba presente en la ejecución y, quitándose el guante que cubría su mano diestra, lo arrojó con fuerza hacia gentío como en demanda de un vengador.

La tradición y las crónicas sicilianas aseguran que recogió el guante lanzado por Conradino un conocido caballero siciliano llamado Juan de Prócida y que éste, pensando en quién pudiera ser capaz de poder hacer efectivo el reto, no dudó que ese era el rey de Aragón, así es que fue a entregárselo a Pedro III, yerno del rey ajusticiado por Carlos de Anjou, haciéndole de esta manera heredero de la venganza siciliana.





EL GUANTE DE CONRADINO PARA PEDRO III (SIGLO XIII. PALERMO)

II (texto sin revisar)

Cuando Pedro el Épico subió en 1276 al trono de Aragón, llevaba ya diez y 
seis años de matrimonio con Constanza, hija de Manfredo, rey de Sicilia y uno de los más firmes adalides de la causa gibelina. Constanza, en quien luego vino á recaer el trono de Sicilia, es la que el Dante llama generatrice 
dell'onor di Sicilia e d'Aragona.
Hacía ya mucho tiempo que oía hablar el mundo de güelfos y gibelinos, 
poderosísimos bandos, partidario el uno de los Papas, y de los Emperadores el 
segundo, influyentes y batalladores partidos, al último de los cuales, es decir, 
al gibelino, acabó por pertenecer el altísimo poeta sentenciado á ser quemado 
en estatua, y á quien, sin embargo, tantas estatuas habían de levantarse en el 
mundo, el mismo del que decían las matronas veronesas al verle pasar por las calles de Verona, solo y proscripto de Florencia, señalándolo á sus hijos: 
—¿ Veis ese hombre de túnica roja, coronado de laurel? Pues ese hombre ha estado en el infierno. 

Todas las cóleras de la Santa Sede cayeron sobre Manfredo el gibelino. Persiguióle el Papa, sin tregua, sin descanso, sin cuartel, y, ardiendo en deseos de tener á Sicilia como feudo de la Iglesia, ofreció el reino á Carlos de Anjou, hermano menor de San Luis, que fué rey de Francia, y tío de Felipe el Atrevido que entonces lo era. Aceptó Carlos, y con gran poder de franceses pasó á Sicilia para combatir á Manfredo de cuyas manos debía arrancar el reino que tan rumbosamente le daba el Papa... para cuando lo hubiese conquistado. 

Manfredo el excomulgado y Carlos el pretendiente, á la cabeza de numerosa hueste cada uno, se encontraron al pie de los muros de Benevento, y en sangrienta batalla recogió Carlos de Anjou la corona caída de la yerta frente de Manfredo, cuyo cadáver fué arrojado á los perros que vagaban errantes por las orillas del Verde. 

Conradino, gentil mancebo de diez y siete años, sobrino de Manfredo, se presentó á ocupar el trono de Sicilia. Fué vencido también, hecho prisionero y condenado á muerte. 

Vestido de púrpura estaba el cadalso, como dispuesto para regia pompa, encapotado el cielo y oscuro el día, como negándose el sol á presenciar el acto. Con varonil entereza subió el joven Conradino al patíbulo, y, antes de entregar al verdugo su cabeza, paseó una mirada por la multitud que en la plaza de Nápoles se agrupaba junto al tablado, y, descalzando el guante de su diestra, lo arrojó al gentío como en demanda de un vengador

La tradición y las crónicas sicilianas cuentan que recogió el guante un caballero de Sicilia llamado Juan de Prócida, quien fué á entregárselo al rey de Aragón, haciéndole heredero de la venganza siciliana. 

Esta leyenda dio origen á un drama de los Sres. Doncel y Valladares, que en los buenos tiempos del romanticismo recorrió con aplauso todos los teatros de España, titulado El guante de Conradino, y también, más recientemente, prestó asunto al poema dramático El guante del degollado, que vive aún en la escena catalana. 

Carlos de Anjou, teniendo por escabel los cadáveres de Manfredo y Conradino, subió al trono de Sicilia, á la que castigó con tanto desafuero, tanta venganza y tanta tiranía, que el pueblo le llamaba Carlos sin merced. Y así, víctima infeliz, fué subiendo Sicilia la cuesta de su calvario, hasta llegar el último día de Marzo de 1282, y con él el primero de su libertad. Fué aquél el día terrible y sangriento conocido en la historia por las Vísperas sicilianas. Al toque de vísperas, en Palermo, comenzó la matanza de los franceses, y el pueblo arboló la bandera de su independencia, arrojando á Carlos de Anjou y fijándose desde aquel momento la atención y las miradas de todos en Pedro de Aragón, esposo de Constanza, heredera legítima de aquel trono. 

Al ocurrir el sangriento suceso y catástrofe de las Vísperas, Carlos de Anjou se hallaba en Roma junto al Pontífice, y Pedro de Aragón en Cataluña preparando con urgencia, una escuadra poderosa, con todos los aprestos y armamentos de guerra y con mucha gente de armas de mar y tierra, sin que nadie supiera, sólo el rey, cuál debía ser el destino de aquella fuerza. // ....

domingo, 9 de junio de 2019

Tomo I, texto XXII, Manuel Paleologo, emperador Constantinopla


XXII.
Reg. 2.252, fol. 91. 25 de junio de 1409.

Excellentissimo principi domino Manueli in Cristo Dei fideli et ejus gratia imperatori et moderatori Romeorum Paleologo semper augusto Martinus Dei gratia rex Aragonum salutis et honoris continui incrementum. - Excellentissime princeps nobilem et dilectum nostrum Aliotum de Caupena cujus est la Legena de la Payada excellentie vestre recommittimus affective serenitatem vestram excellentissime princeps internis affectibus deprecantes quatenus nostri honoris instinctu eundem nobilem Aliotum cui propter plura grata servicia per ipsum nobis impensa multum afficimur recomendatum habere dignetur cum locus occurrerit in agendis; et obligabit nos vestra serenitas quam incrementis felicibus conservet Altissimus ad cuncta concernentia sua beneplacita et honores. Data Barchinone sub nostro sigillo secreto XXVa die junii anno a nativitate Domini millessimo quadringentessimo nono. - REX MARTINUS. - Dominus rex mandavit michi - Bernardo Medici. - Excellentissimo principi domino Manueli in Cristo Dei fideli et ejus gratia imperatori ac moderatori Romeorum Paleologo semper augusto.


Diplomatari de l'Orient català (1301-1409), JA JA, l´Orient català, estos del IEC están bastante pasados de rosca.