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viernes, 27 de agosto de 2021

Geroni Rosselló, pobre mare, Victor Balaguer

¡POBRE MARE!


(Á n'en Victor
Balaguer
)





Baix del llorer que la tempesta esbranca,  Espallissada jau;  La sanch li brolla, l'esperit li manca,  Tròssos lo sceptre de ses mans li cau.


Baix del llorer que
la tempesta esbranca,


Espallissada jau;


La sanch li brolla,
l'esperit li manca,


Tròssos lo sceptre
de ses mans li cau.





Lo lleó a sos peus,
tot pres d'ardenta febra,


Ne llança trists
udols,


Y l'espantosa nit
desentenebra


De los incèndis la
claror tan sols.





Trona el canó,
espurnetjan les espases,


S'ouen de lluyta els
crits;


Fer el germá al
germá, les bales rases


Murs enderrocan per
gegants bastits.





¡POBRE MADRE!


(A D. Victor
Balaguer
)


Acongojada y
andrajosa yace a la sombra del laurel que desgaja la tormenta:
brótale la sangre; su espíritu desfallece; de sus manos le cae
hecho pedazos el cetro.


Postrado el león a
sus pies y devorado por ardiente fiebre, lanza tristes ahullidos:
envuélvenla de una noche espantosa las tinieblas, rasgadas tan solo
por el siniestro resplandor del incendio.


Truena el cañón,
centellean las espadas, escúchase el grito feroz de la lucha: asesta
el hermano contra el hermano su arma homicida: las balas rasas
derrumban los muros altivos que levantó una raza de gigantes.





Cáuen los márbres de les arts jolies,


Bèfanse els antichs
reys;


Renechs de Deu y
folles flastomies


Dins lo temple
ressonan de les lleys.





Les fulles santes de
gloriosa historia


Rompen irades mans;


S'endevallan los
prous, munta l'escoria,


La virtut calla y
cridan los vilans.





Del nòm de pátria
y de la fe s'en riuen,


Perque lo mon
s'esbuch;


Y, vils, de
“germandat” lo mot escriuen


En lo punyal traidor
y en lo trabuch.





Ruïna y sanch
escampan a mans plenes,


Portant per tot
l'esglay;


Cridant la llibertat
forjan cadenes,


Perque envilida no
respires may.





¡Ah, mare de mon
cor! ¿qué fas?¿qué esperas?


Alsa't! alsa't al
punt!


Si no açòtas ades
aqueixes feras


¿Quí may com tú
caurá de tan amunt?





Ton lleó afua'ls
qu'als alarbs afuares,


Y fibble 'ls que son
sorts:


Arrera els vils que
't volen fer de pares,


Y no han sigut per
tú sino fills borts!





Caen las estatuas labradas por el cincel primoroso del arte; béfase
la memoria de los antiguos soberanos; resuenan en el sagrado templo
de las leyes desatentadas blasfemias, y los votos impíos con que se
reniega de Dios.


Iracundas manos
rasgan las hojas santas de nuestros fastos llenos de gloriosos
hechos: sucumben los buenos y sube ensoberbecida la escoria: enmudece
la virtud, y vocean revoltosos los villanos.


Riénse de la
fé, escarnecen el nombre de patria paraque el orbe se hunda,
y escriben, los muy viles, la palabra “fraternidad” en la hoja
del puñal traidor y en el cañón del trabuco.


Esparcen a manos
llenas la sangre y la ruina, infundiendo por do quiera terror y
espanto; cadenas forjan al grito santo de libertad, para que
envilecida no puedas nunca alcanzar respiro.


¡Ay, madre de mi
alma! ¿qué te detiene? ¿qué esperas? Levántate! levántate sin
demora! Si pronto no azotas esos tigres ¿quién como tú habrá
caído de tan alto?


Azúzales tu fiero
león, el león que azuzaste al atrevido agareno! Azota el rostro de
los que son sordos a tus clamores! Atrás, los villanos, que
mintiendo ser tus padres, no fueron para ti sino hijos
espúreos.





Fills borts los qui lo plom y la metralla


Ne fonen p'el cor
teu,


Y encenen la
discòrdia y la baralla,


Fent bèfa del qui
creu, reptant a Deu.





Fills borts los qui
ton blau mantell fan tròssos


Tot prometent el bé,


Y creman la suor de
los teus òssos,


Per fer llum a lo
jou qui ja s'en vé.





¿Y ets tú la qui
d'infern les negres portes


Dexas obrir p'el
mal?


¿Ets tú, ma mare,
qui 'l flagell comportes


D'exa maynada que te
fá el dogal?





Tú qu'estampares
tes glorioses gestes


Del mon entre els
recòrts,


¿Soffers que te
desparen les ballestes


Los que fan son
blassó de los seus tòrts?





¿Voldrás que caiga
la geganta torre


Que açí ta gloria
es feu?


Tú qu'ab ton eyma y
ab ton alt discorre


Un mon trobares,
sols sabut de Deu?





¿Voldrás que
l'host del mal, qu'el mal agrupa,


Aport ton ganfanó?


Que en lo teu front
altiu tothom escupa,


Com en vil dòna qui
no té perdó?





Espúreos, sí, los que funden el plomo y la metralla para desgarrar
tus entrañas; los que la discordia atizan y la pelea, escarneciendo
al que cree y desafiando al mismo Dios.


Espúreos, sí, los
que hacen trizas tu rico y glorioso manto, prometiendo la ventura;
mientras queman el sudor de tus huesos, para alumbrar a los que
vienen a uncirnos el yugo.


¿Y eres tú la que
dejas abrir las negras puertas del averno para que el mal nos
aniquile? ¿Eres tú, madre mía, la que sufres el azote de esa
gavilla indigna que te prepara el dogal?


Tú, que grabaste
tus hazañas inmortales entre los más altos recuerdos del mundo,
¿sufres que asesten las ballestas contra tu pecho, esos descreídos
que hacen su blasón de sus mismas infamias?


¿Permitirás que se
derribe la torre gigantesca que en tu suelo levantóse la
gloria, tú que con tu pensamiento y con tu genio supiste encontrar
un mundo cuya existencia solo Dios sabía?


¿Permitirás que la
ominosa hueste del mal, que para el mal se conjura, sea la que ondee
al viento tu gloriosa enseña? Que en tu altiva frente escupan las
naciones, como en vil mujer indigna de perdón?






Lo llamp de ta ira que esglayá la terra


Branda, mare del
cor!


Branda'l valenta per
combatre l'erra!


¡Guarda que t'honra
calçigada mor!





¿Qué fás? ¿qué
esperas? ¿lo teu braç se cança?


¿Ahont son tos
fills lleals?


¿Per no exir mes
s'es posta l'esperança


A dins l'avench sens
fons de los teus mals?





¿D'entre la cendra
les cremades paumes


No veurem reverdir?


¿La patria dels
Pelays, dels Cids, dels Jaumes,


Per la má de
butxins ha de morir?





Recorda't que en las
Navas a tes ires


Caigué el sarrahí
espirant;


Recorda't que ab
sanch turca ne tenyires


Les barbullentes
ones de Llepant.





Que has fet
recorda't a mitj mon de mare,


Ta fe espargint per
tot;


Qu' a lo gegant del
setgle feres care,


Tallant a son llorer
el millor brot.





Que lo trepitx de ta
valenta tropa


Estremia els dos
mons,


Y en tú fixats los
ulls, la vella Europa


Signava ton voler de
jonallons
.





Esgrime, madre del alma, esgrime el rayo de aquella noble ira con que
en otros tiempos pusiste en espanto la tierra! Esgrímelo valerosa,
para confundir tanta mentira! ¡Mira que la muerte amenaza hoy tu
honra ya pisoteada!


¿Qué te detiene?
¿qué esperas? ¿se cansa tu brazo inerte? ¿En dónde están tus
leales hijos? ¿Acaso para no rayar nunca más se hundió tu
esperanza en el abismo sin fondo de tus males?


¿Ya nunca han de
ver nuestros ojos reverdecer las abrasadas palmas de entre la ceniza?
¿La patria de los Pelayos, de los Cides y de los Jaimes ha de morir
a manos de esa horda de verdugos?


Acuérdate de que a
tus iras cayó espirante en las Navas el poderoso agareno; acuérdate
de que enrojeciste con sangre turca las ondas turbulentas de Lepanto.


Acuérdate de que,
como madre, abrigaste medio mundo bajo tu manto glorioso, esparciendo
por do quiera la luz de tu fé; que hiciste frente al gigante del
siglo, segando la rama más preciada de su eterno lauro.


Que el paso de tus
huestes valerosas y aguerridas estremecía los dos hemisferios de la
tierra; que la vieja Europa, fijos en ti los ojos, suscribía de
rodillas a tu voluntad.





Mes ay, tú callas: l'angoxosa pena


Estrengola ton cor!


No hi ha esperança
de virtut ni esmena,


El crit de l'ira
ofega lo teu plor.





Dins l'ombra negre
qu'escampá el deliri


Negú hi veu ni
s'entén;


Fan per ton front
corona de martiri,


Forjantla al foch de
l'òdi que s'encén.





Per la matzina que
te fou donada,


Triaca prou no hi
há;


Tota 't dessangras,
y en ta faç nafrada


Son trist sagell la
mort hi estampa já.





Y de lluny miran ta
pipella closa,


Lo teu badall
darrer!


¿Quí sap lo que
demunt ta negre llosa


Vendrá a axecar la
má del estranger?





Mes no; desperta't
com abans tan alta!


Mògue'ns ton dolor
greu!


Si per salvarte
l'esperit ens falta,


Ab fe y mans juntes
demanémlo á Deu.

____



Mas ay! tú enmudeces: la pena y la congoja te prensan el corazón.
Perdiste ya la esperanza; no crees ya en la virtud ni en la enmienda
de los que así te ultrajan: el grito de la ira ahoga tus ayes y tu
llanto.


Entre la negra
sombra con que te envolvió el delirio, nadie sabe a donde va, nadie
se entiende: fúndese una corona de mártir para tu noble cabeza, y
la funden al fuego de los odios que por momentos crece.


No, no hay triaca
salvadora para el mortal veneno que a beber te dieron. Ah! te vas
toda desangrando, infeliz, y en tu rostro herido ha estampado ya la
muerte su triste sello.


Y en tanto de lejos
observan como cierras tus párpados, como exhalas tu postrer suspiro!
¿Quién sabe lo que vendrá a levantar sobre tu negra losa la mano
del estranjero?


Mas no: levántate,
como antes sube al pedestal de donde has bajado. Muévanos la
intensidad de tu dolor. Si nos falta aliento para salvarte, llenos de
fé y con las manos juntas, pidámoslo a la misericordia de Dios.


____

sábado, 13 de julio de 2019

PEDRO III, EN LAS JUSTAS DE BURDEOS


129. PEDRO III, EN LAS JUSTAS DE BURDEOS (SIGLO XIII. BURDEOS)

PEDRO III, EN LAS JUSTAS DE BURDEOS (SIGLO XIII. BURDEOS)


Es históricamente conocido cómo Pedro III, rey de Aragón, yerno del desposeído y muerto Manfredo, rey de Sicilia, acabó tomando esta isla, vengando a su suegro e incorporándola a sus demás Estados.
Había recogido el guante retador de Conradino. Le quedaba pendiente todavía el personal ajuste de cuentas con Carlos de Anjou, el güelfo al que expulsara de Sicilia. El duelo entre Pedro III (excomulgado por el Papa) y Carlos de Anjou (hijo carísimo de la Iglesia) estaba previsto que se celebrara en Burdeos, en tierras del rey de Inglaterra, a quien el papa Martín IV le rogó que no lo permitiese, como trató de hacer.

papa Martín IV

No obstante, Pedro III no quiso faltar a aquella cita de honor, pero sabía que Eduardo de Inglaterra controlaría todos los caminos que llevaban a Burdeos y que, además, tenía que atravesar Francia, dos peligros a sortear.
Lo de Burdeos, en definitiva, era una trampa, pero su honor le llevaba a ella.
Sin embargo, en Burdeos todo se había preparado. La cristiandad entera estaba pendiente de lo que allí pudiera ocurrir. Entre las muchas comitivas que se dirigían a Burdeos estaba la del famoso mercader y tratante de caballos Domingo de la Figuera, conocido en toda Europa. Como siempre, su comitiva era numerosa. Al cargo de mercancías y cabalgaduras iban tres criados pobremente vestidos, aparte de su mayordomo. En realidad, el mayordomo era Pedro III y los tres criados Blasco de Alagón, Berenguer de Peratallada y Conrado de Llanzá.
Bajo el disfraz, la comitiva aragonesa llegó a Burdeos, donde era bien sabido que no acudiría Carlos de Anjou, por habérselo prohibido el Papa. El senescal de Burdeos recibió aviso de que le aguardaba un mensajero del rey de Aragón, un encapuchado que le dijo si estaba en condiciones de garantizar la seguridad del rey aragonés, quien se podría presentar allí en poco tiempo.
El senescal inglés indicó al mensajero que bajo ningún concepto se presentara Pedro III, pues sería preso, ya que los hombres del rey de Francia y de Carlos de Anjou estaban por todas partes. Entonces, el mensajero le dijo al senescal si conocía personalmente al rey aragonés. Como dijera que sí, el interlocutor le mostró su rostro y, sin pensarlo más, fue a tomar posesión de su sitio en el palenque. Sólo le pudieron hacer desistir tras recibir un documento acreditativo de haberse presentado a la justa.

[Balaguer, Víctor, Instituciones y reyes de Aragón..., págs. 115-123.]

Pere Rey, Pedro III de Aragón, representado en la Genealogía de la Casa de Aragón redactada por orden el rey Martín I de Aragón.
Pedro III de Aragón, representado en la Genealogía de la Casa de Aragón redactada por orden el rey Martín I de Aragón.


Pedro III el Grande en el collado de las Panizas, por Mariano Barbasán. 1891. (Diputación Provincial de Zaragoza).
Pedro III el Grande en el collado de las Panizas, por Mariano Barbasán. 1891. (Diputación Provincial de Zaragoza).
Pedro III de Aragón (Valencia, 1240 - Villafranca del Penedés, 11 de noviembre de 1285),​ llamado el Grande, fue hijo de Jaime I el Conquistador y su segunda esposa Violante de Hungría. Sucedió a su padre en 1276 en los títulos de rey de Aragón, rey de Valencia y conde de Barcelona. Además, llegó a ser también rey de Sicilia.

Casado el 13 de junio de 1262 en la catedral de Montpellier con Constanza de Hohenstaufen, hija y heredera de Manfredo I de Sicilia, fueron coronados en Zaragoza, probablemente el 17 de noviembre de 1276,​ en una ceremonia en la que Pedro canceló el vasallaje que con el papado había concertado su abuelo Pedro II.

Todo su reinado se centró en la expansión de la Corona de Aragón por el Mediterráneo y para ello aprovechó su matrimonio con Constanza para reivindicar la corona siciliana. Sicilia se encontraba desde 1266 bajo la soberanía de Carlos de Anjou quien, con el apoyo del papa Clemente IV, que no deseaba a ningún Hohenstaufen en el sur de Italia, había sido investido rey tras derrotar en Benevento a Manfredo, quien falleció en la batalla.

El monarca angevino hizo cegar a los tres hijos varones de Manfredo y, en 1268, capturó e hizo decapitar a Conradino que –como nieto de Federico II– era el último heredero varón de la casa Hohenstaufen. La línea sucesoria pasó entonces a Constanza, quien ofreció refugio en Aragón a las familias partidarias de su padre, los Lanza, los Lauria y los Prócidas. Desde ahí, Juan de Procida, Roger de Lauria y el resto del antiguo partido Hohenstaufen organizaron la oposición a Carlos de Anjou con Pedro como candidato con el apoyo bizantino.

Una flota de la corona aragonesa, al mando de Conrado Lanza, recorre en 1279 las costas africanas para restablecer la soberanía feudal de Aragón sobre Túnez, que la muerte del emir Muhammad I al-Mustansir había debilitado. Posteriormente, en 1281, Pedro III armó una flota para invadir Túnez y solicitó al recién elegido papa Martín IV una bula que declarara la operación militar como cruzada, pero el papa, de origen francés y partidario de Carlos de Anjou, se la negó.

Cuando la flota se disponía a zarpar, tuvieron lugar en Sicilia los acontecimientos conocidos como las Vísperas sicilianas que provocaron la expulsión de la isla, tras una gran matanza, de los franceses. Los sicilianos enviaron entonces una embajada a Pedro III ofreciéndole la corona siciliana, a la que tenía derecho gracias a su matrimonio. El rey aragonés puso entonces su flota rumbo a Sicilia, donde arribó el 30 de agosto de 1282 y fue coronado rey en la ciudad de Palermo.

Inmediatamente envió una embajada a Carlos de Anjou, que se encontraba en Mesina, instándole a reconocerle como rey de Sicilia y a abandonar la isla. La derrota de la flota angevina en Nicoreta, a manos del almirante Roger de Lauria, obligó a Carlos a dejar Mesina y refugiarse en su reino de Nápoles.

El papa Martín IV respondió a la coronación siciliana de Pedro III con su excomunión (9 de noviembre de 1282) y su deposición como rey de Aragón (21 de diciembre de 1283), ofreciendo la corona al segundo hijo del rey de Francia, Carlos de Valois, a quien invistió el 27 de febrero de 1284, y declarando una cruzada contra Aragón, entre 1284 y 1286, por su intervención en los asuntos sicilianos en contra de la voluntad papal. La mayor parte del conflicto se desarrolló en tierras catalanas, aunque los primeros episodios se sucedieron en la frontera navarro-aragonesa. Como respuesta, los aragoneses atacaron a los franceses en Mallorca y Occitania.

La situación en la que se encontró Pedro III era totalmente inestable, ya que no sólo tenía que enfrentarse a la invasión francesa que se preparaba al norte de los Pirineos, sino que tuvo que hacer frente a graves problemas en el interior de sus reinos surgidos ante las necesidades económicas que provocó la conquista de Sicilia.

Pedro III soluciona los problemas internos concediendo, en las Cortes de Tarazona (1283-84), la formación de la Unión aragonesa y prestando juramento al Privilegio General que defendía los privilegios de la nobleza; asimismo concedió al Condado de Barcelona la constitución “Una vegada l´any” en las cortes celebradas en Barcelona entre 1283 y 1284.

Solucionados los problemas interiores, pudo centrar su atención en la invasión francesa, que al mando del propio rey francés Felipe III tomó en 1285 la ciudad de Gerona, para inmediatamente tener que retirarse cuando la flota aragonesa retornó de Sicilia al mando de Roger de Lauria e infligió a la escuadra francesa una derrota total en las islas Formigues y a continuación una derrota en tierra en el barranco de las Panizas, cuando las tropas francesas se retiraban.

Tras su gran victoria, Pedro III se dispuso a enfrentarse a su hermano Jaime II de Mallorca y a su sobrino el rey Sancho IV de Castilla, que no le habían prestado apoyo durante su conflicto con los franceses,pero su prematura muerte lo impidió. A finales de octubre de 1285, el rey enfermó cuando se disponía a emprender viaje a Barcelona y tuvo que detenerse en la localidad de San Climent donde los médicos, que viajaron desde la capital para atenderle, no pudieron hacer nada para salvarle. Falleció el 11 de noviembre de 1285 en la festividad de san Martín. Los estudios forenses de sus restos, exhumados en 2010, indican que probablemente su deceso se debió a una afección pulmonar.

En su testamento, Pedro III dispuso que su cadáver recibiera sepultura en el Monasterio de Santes Creus, de la orden cisterciense. Las exequias del monarca se celebraron con gran solemnidad y el cuerpo del rey fue colocado en una urna de pórfido rojo, que el almirante Roger de Lauria trajo desde Sicilia. Él fue el primer monarca aragonés en recibir sepultura en el Monasterio de Santes Creus.

El rey Jaime II de Aragón, ordenó la erección de las tumbas del rey Pedro III el Grande, su padre, al mismo tiempo que disponía la creación de su propia tumba y la de su segunda esposa, Blanca de Nápoles. Se dispuso que los sepulcros se hallaran cobijados, como así se hizo, bajo baldaquinos labrados en mármol blanco procedente de las canteras de San Felíu, cerca de Gerona. Cuando el rey Jaime II dispuso la creación de su propio sepulcro, tomó como modelo el sepulcro de su padre.

El sepulcro del rey Pedro III fue realizado entre los años 1291 y 1307 por Bartomeu de Gerona y es más rico que el de su hijo Jaime II y su esposa. Un gran templete de caladas tracerías alberga el sepulcro del rey, consistente en una urna de pórfido rojo, antes una pila de baño romana, traída a España por el almirante Roger de Lauria. La urna de pórfido se encuentra rodeada por imágenes de santos.

El epitafio del rey Pedro III, colocado enfrente del mausoleo, en el pilar que separa el presbiterio de la capilla lateral del crucero, reza la siguiente inscripción:

PETRUS QUEM PETRA TEGIT GENTES ET REGNA SUBEGIT,

FORTES CONFREGITQUE CREPIT, CUNCTA PEREGIT, AUDAX MAGNANIMUS SIBI MILES QUISQUI FIT UNUS, QUI BELLO PRIMUS INHERET JACET HIC MODO IMUS, CONSTANS PROPOSITO VERAX SERMONE FIDELIS, REBUS PROMISSIS FUIT HIC ET STRENUUS ARMIS, FORTIS JUSTITIA VIVENS AEQUALIS AD OMNES, ISTIS LAUDATUR VI MENTIS LAUS SUPERATUR, CHRISTUS ADORATUR DUM PENITET UNDE BEATUR, REX ARAGONENSIS COMES ET DUX BARCINONENSIS, DEFECIT MEMBRIS UNDENA NOCTE NOVEMBRIS, ANNO MILLENO CENTUM BIS ET OCTUAGENO,

QUINTO, SISTE PIA SIBI TUTRIX VIRGO MARIA.

En diciembre de 1835, durante la Primera Guerra Carlista, tropas gubernamentales integradas por la Legión Extranjera Francesa (procedente de Argelia) y varias compañías de migueletes se alojaron en el edificio monacal, causando numerosos destrozos en el mismo. Las tumbas reales de Jaime II y su esposa fueron profanadas. Los restos de Jaime II, hijo de Pedro III, fueron quemados, aunque parece que algunos restos permanecieron en el sepulcro. La momia de la reina Blanca de Nápoles fue arrojada a un pozo, de donde fue sacada en 1854. El sepulcro de Pedro III, a causa de la solidez de la urna de pórfido utilizada para albergar los regios despojos, impidió que sus restos corrieran igual suerte.

En 2009 se hallaron los restos mortales del rey en su tumba de Santes Creus.​ Mediante una sofisticada técnica de endoscopia y una analítica de los gases contenidos en su interior, se ha podido comprobar que es la única tumba de un monarca de la Corona de Aragón que no ha sido nunca profanada.


De su matrimonio con Constanza en 1262 nacieron:

Alfonso III de Aragón (1265-1291), rey de Aragón, Valencia y conde de Barcelona.
Jaime II de Aragón el Justo (1267-1327), rey de Aragón, Valencia, conde de Barcelona, rey de Cerdeña y de Sicilia.
Isabel de Aragón (1271-1336), «Santa Isabel de Portugal», reina consorte de Portugal por su matrimonio en 1288 con Dionisio I de Portugal.
Federico II de Sicilia (1272-1337), rey de Sicilia.
Violante (1273-1302), casada en 1297 con el infante Roberto de Nápoles, futuro Roberto I.
Pedro de Aragón (1275-1296).
Tuvo tres hijos naturales de su relación con María Nicolau, antes de contraer matrimonio con Constanza:

Jaime Pérez de Aragón (m. 22 de mayo de 1285). Primer señor de Segorbe.5​ Casado con Sancha Fernández, hija de Fernando Díaz o Rodrigo Díaz, señor de Benaguasil, y de su mujer Alda Fernández de Arenós, señora del Vall de Lullén, de quien tuvo a Constanza Pérez de Aragón quien fuera II señora de Segorbe, enlazada con Artal Ferrench de Luna, VIII señor de Luna;
Juan Pérez de Aragón;
Beatriz Pérez de Aragón, falleció en Portugal en 1316 y recibió sepultura en el monasterio de Monasterio de Santa Clara-a-Velha en Coimbra. Con su esposo, Ramón de Cardona, acompañó a su media hermana Isabel de Aragón cuando esta se casó con el rey Dionisio de Portugal. Fueron padres de cinco hijos: Guillermo, Ramón, Isabel, Beatriz y Leonor.
De la relación que mantuvo alrededor de 1275-1280 con Inés Zapata, a quien le donó las villas de Llíria y Alzira en el Reino de Valencia, nacieron cuatro hijos ilegítimos:

Fernando de Aragón. Caballero Hospitalario, su padre le dio el señorío de Albarracín en 1284 después de asediar y tomar la ciudad en septiembre de ese año, derrotando a Juan Núñez I de Lara. En 1305 fue enviado por su hermano Federico II, a ocupar Rodas y otras islas Griegas, expedición que fracasó.
Sancho de Aragón. Castellán de Amposta.
Pedro de Aragón,​ luego Pedro de Aragão, marchó al reino de Portugal en 1297 en compañía de su media hermana Isabel de Aragón y usó del apellido de Aragón y de las armas del rey su padre. Caballero hidalgo en Portugal. Su hermana, la reina Isabel, le dejó 1000 libras en su testamento otorgado en 1314. Se casó en Portugal​ con Constança Mendes da Silva, segunda hija de Soeiro Mendes "Petite" da Silva y de su primera esposa Maria Anes Brochado, de la cual tuvo un hijo.
Teresa de Aragón.​ Contrajo tres matrimonios: el primero con García Romeu III, ricohombre de Aragón, hijo de García Romeu II; el segundo con Artal IV de Alagón (m. 1295), X señor de Alagón en 1293, III señor de Sástago, I señor de Pina de Ebro, de Calanda y de Alcubierre, con descendencia; y el tercero con Pedro López de Oteiza.




Restos de Pedro III de Aragón en el siglo XXI
Restos de Pedro III de Aragón en el siglo XXI

domingo, 7 de julio de 2019

EL GUANTE DE CONRADINO PARA PEDRO III


128. EL GUANTE DE CONRADINO PARA PEDRO III (SIGLO XIII. PALERMO)

Estamos en plena efervescencia de las terribles y asoladoras pugnas en las que los güelfos (partidarios de los Papas) y los gibelinos (partidarios del Emperador) dividen y ensangrientan a la Europa del siglo XIII.

Entre los gibelinos más activos y comprometidos, destacaba el rey Manfredo de Sicilia, que a la sazón era suegro del rey Pedro III de Aragón desde dieciséis años antes de acceder éste a la corona aragonesa, puesto que se había casado con la hija de Manfredo, Constanza.

El Papa —como máximo representante de los güelfos y deseoso de tener a Sicilia como feudo de la Iglesia— persiguió con encono a Manfredo, destituyéndolo como rey y dando Sicilia a Carlos de Anjou, hermano menor de San Luis de Francia. Pero Carlos de Anjou sólo poseía Sicilia teóricamente, de modo que se vio obligado a ir a ganársela de manera efectiva por las armas.

Así es que organizó un ejército e invadió la isla, derrotando y matando a Manfredo. Poco tiempo después, Conradino, su sobrino, que se presentó como heredero legítimo, siguió idéntica suerte.
Sin embargo, Conradino, antes de morir ajusticiado en el patíbulo, protagonizó una escena que, si de momento no tuvo consecuencias palpables, sí dio frutos maduros algunos años más tarde. Con el porte muy digno, como un auténtico caballero que era, antes de entregar su cabeza al verdugo, paseó retador la mirada entre la multitud que estaba presente en la ejecución y, quitándose el guante que cubría su mano diestra, lo arrojó con fuerza hacia gentío como en demanda de un vengador.

La tradición y las crónicas sicilianas aseguran que recogió el guante lanzado por Conradino un conocido caballero siciliano llamado Juan de Prócida y que éste, pensando en quién pudiera ser capaz de poder hacer efectivo el reto, no dudó que ese era el rey de Aragón, así es que fue a entregárselo a Pedro III, yerno del rey ajusticiado por Carlos de Anjou, haciéndole de esta manera heredero de la venganza siciliana.





EL GUANTE DE CONRADINO PARA PEDRO III (SIGLO XIII. PALERMO)

II (texto sin revisar)

Cuando Pedro el Épico subió en 1276 al trono de Aragón, llevaba ya diez y 
seis años de matrimonio con Constanza, hija de Manfredo, rey de Sicilia y uno de los más firmes adalides de la causa gibelina. Constanza, en quien luego vino á recaer el trono de Sicilia, es la que el Dante llama generatrice 
dell'onor di Sicilia e d'Aragona.
Hacía ya mucho tiempo que oía hablar el mundo de güelfos y gibelinos, 
poderosísimos bandos, partidario el uno de los Papas, y de los Emperadores el 
segundo, influyentes y batalladores partidos, al último de los cuales, es decir, 
al gibelino, acabó por pertenecer el altísimo poeta sentenciado á ser quemado 
en estatua, y á quien, sin embargo, tantas estatuas habían de levantarse en el 
mundo, el mismo del que decían las matronas veronesas al verle pasar por las calles de Verona, solo y proscripto de Florencia, señalándolo á sus hijos: 
—¿ Veis ese hombre de túnica roja, coronado de laurel? Pues ese hombre ha estado en el infierno. 

Todas las cóleras de la Santa Sede cayeron sobre Manfredo el gibelino. Persiguióle el Papa, sin tregua, sin descanso, sin cuartel, y, ardiendo en deseos de tener á Sicilia como feudo de la Iglesia, ofreció el reino á Carlos de Anjou, hermano menor de San Luis, que fué rey de Francia, y tío de Felipe el Atrevido que entonces lo era. Aceptó Carlos, y con gran poder de franceses pasó á Sicilia para combatir á Manfredo de cuyas manos debía arrancar el reino que tan rumbosamente le daba el Papa... para cuando lo hubiese conquistado. 

Manfredo el excomulgado y Carlos el pretendiente, á la cabeza de numerosa hueste cada uno, se encontraron al pie de los muros de Benevento, y en sangrienta batalla recogió Carlos de Anjou la corona caída de la yerta frente de Manfredo, cuyo cadáver fué arrojado á los perros que vagaban errantes por las orillas del Verde. 

Conradino, gentil mancebo de diez y siete años, sobrino de Manfredo, se presentó á ocupar el trono de Sicilia. Fué vencido también, hecho prisionero y condenado á muerte. 

Vestido de púrpura estaba el cadalso, como dispuesto para regia pompa, encapotado el cielo y oscuro el día, como negándose el sol á presenciar el acto. Con varonil entereza subió el joven Conradino al patíbulo, y, antes de entregar al verdugo su cabeza, paseó una mirada por la multitud que en la plaza de Nápoles se agrupaba junto al tablado, y, descalzando el guante de su diestra, lo arrojó al gentío como en demanda de un vengador

La tradición y las crónicas sicilianas cuentan que recogió el guante un caballero de Sicilia llamado Juan de Prócida, quien fué á entregárselo al rey de Aragón, haciéndole heredero de la venganza siciliana. 

Esta leyenda dio origen á un drama de los Sres. Doncel y Valladares, que en los buenos tiempos del romanticismo recorrió con aplauso todos los teatros de España, titulado El guante de Conradino, y también, más recientemente, prestó asunto al poema dramático El guante del degollado, que vive aún en la escena catalana. 

Carlos de Anjou, teniendo por escabel los cadáveres de Manfredo y Conradino, subió al trono de Sicilia, á la que castigó con tanto desafuero, tanta venganza y tanta tiranía, que el pueblo le llamaba Carlos sin merced. Y así, víctima infeliz, fué subiendo Sicilia la cuesta de su calvario, hasta llegar el último día de Marzo de 1282, y con él el primero de su libertad. Fué aquél el día terrible y sangriento conocido en la historia por las Vísperas sicilianas. Al toque de vísperas, en Palermo, comenzó la matanza de los franceses, y el pueblo arboló la bandera de su independencia, arrojando á Carlos de Anjou y fijándose desde aquel momento la atención y las miradas de todos en Pedro de Aragón, esposo de Constanza, heredera legítima de aquel trono. 

Al ocurrir el sangriento suceso y catástrofe de las Vísperas, Carlos de Anjou se hallaba en Roma junto al Pontífice, y Pedro de Aragón en Cataluña preparando con urgencia, una escuadra poderosa, con todos los aprestos y armamentos de guerra y con mucha gente de armas de mar y tierra, sin que nadie supiera, sólo el rey, cuál debía ser el destino de aquella fuerza. // ....