Mostrando entradas con la etiqueta ceniza. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ceniza. Mostrar todas las entradas

lunes, 13 de julio de 2020

CAPÍTULO XLI.


CAPÍTULO XLI.

Del estado en que quedaron las cosas en Cataluña. Venida de algunas familias ilustres, y muerte de Otger Catalon.

Quedaron tan quebrantadas y flacas las fuerzas de los cristianos en España, después de su pérdida, que parecía que jamás habían de cobrar su antiguo valor y brío; pero Dios, que siempre miró estos reinos con ojos de piedad, preservó hombres valerosos y nobles que, recuperándolos y echando los moros de ella, la volvieron a mejor estado de lo que antes tuvo, alentando el espíritu de aquellos antiguos españoles que tan retirados estaban, por no poder prevalecer contra los infinitos moros que cada día venían de África, y como langostas tenían cubierta, destruida y asolada toda la tierra.
Fue tan general esta desdicha, que fue común a todos los reinos de España, donde vivían los moros con tanto reposo, como si los heredaran de sus abuelos o mayores. No fue Cataluña de los menos afligidas y trabajadas provincias; salváronse los godos que en ella quedaron, unos en la ciudad de Barcelona, viviendo en su ley, permitiéndoselo los moros, con quien habían hecho concierto, dando por esto buenas pagas y tributos; y otros por los desiertos y montañas más ásperas de Cataluña y más vecinas de Francia; y allá escondidos, como una pequeña centella bajo la ceniza, aguardaban tiempo oportuno para echar el resplandor que en sí tenían escondido y dar muestras de él.
Los montes Pirineos, harto conocidos en España y Francia, fueron abrigo a muchos; y la vecindad de Francia los consolaba a todos, porque de solo aquel reino confiaban, como siempre, favor y amparo. Pasó allá la mayor parte de la nobleza de Cataluña, donde aguardaba tiempo y ocasión para volver a sus antiguos solares y casas. Los que vivían en los Pirineos cada día crecían en número y armas, el valor no les dejaba reposar, hacían algunas salidas y daños a los moros vecinos, y luego se retiraban a las montañas, donde no podían ser inquietados de ellos, porque la aspereza y fragosidad de la tierra lo impedía (y el frío). Los moros, que ya llevaban esto a mal, se quejaron a sus adalides y capitanes, pidiéndoles que se hiciese algún castigo y demostración en aquellos cristianos, que tan mala vecindad causaban. Su capitán se llamaba Monyos, y era señor de Cerdaña, y temían los moros que aquellas correrías parasen en numerosos ejércitos, y que así como inquietaban a los vecinos, no les inquietasen los demás reinos que aquellos poseían en España: quisieron castigarlos, pero no fueron poderosos para ello, ni para impedir el daño que cada día les causaban. Era también grande el temor que tenían los cristianos, de que el poder y muchedumbre de moros que les echó de España, no les sacara de aquellos montes; pero la aspereza de ellos y la vecindad de Francia les animaba, y mucho más cuando entendieron que Carlos Martel, mayordomo mayor de la casa real de Francia, por haber vencido a sus enemigos, estaba reposado y sin guerras ni cuidados domésticos que le diesen pena. Fueron allá a pedirle socorro, y le representaron el daño que se le esperaba a su rey de la ruin vecindad de los moros, y la utilidad de echar enemigos tan cercanos y enfadosos, de quien no se podía esperar sino todo mal. Vivía en servicio del rey un capitán famoso, llamado Otger Gotlant, que gobernaba cierta parte de Francia, llamada los Campos Catalaunos, entre Tolosa y Burdeos, y hoy los llaman les Catalens de *Catalons, donde, en el año 452, fue vencido el fiero rey Atila, y quedaron por moradores los Catos y Alanos, gentes septentrionales bárbaras, de quien dicen tomó este principado de Cataluña el nombre, llamándose antes España Tarraconense Citerior. A este Otger se acogieron los cristianos, rogándole que como otro Moisés, les acaudillase y librase de la servidumbre y pesado yugo de tantos Faraones. No fue necesario pedirlo muchas veces, porque el blasón de tan buena obra le movió a tomar de buen ánimo una empresa tan santa y pía como era echar la morisma de Cataluña y poner en libertad los cristianos que en ella quedaban. Llegó a ella con poderoso ejército, llevando consigo la gente más lucida de Cataluña, que en las calamidades pasadas se habían pasado a Francia, con las reliquias y riquezas que pudieron llevar. Los más principales en linaje y poder fueron aquellos varones que Marineo Siculo quiere fuesen alemanes, no siendo sino godos y descendientes de familias nobilísimas de aquella nación, de quien descienden hoy muchos linajes y familias ilustres y nobles en Cataluña. Vinieron con ánimo de sacar los moros de sus propias casas y heredamientos, de donde años atrás les habían expelido, y volver a ellos. Entraron en Cataluña por las riberas del río Garona, que nace en ella y desagua en el mar Océano, y por el valle de Aran y puerto de Piedras Blancas, y pararon en la tierra que después se llamó marquesado de Pallars, donde se apoderaron de algunos castillos fuertes, como era Valencienes, Esterri y otros. Los que no pararon en Pallars pasaron más adelante; pero jamás dejaban los montes, que no estuviesen seguros de la tierra por do habían de pasar. Llegaron de esta manera a la ciudad de Urgel, que la hallaron poblada de cristianos, cuya ciudad está en lo más alto y áspero del Pirineo, y por esto se pudieron mejor conservar en ella, sin que llegasen los moros, y nunca les faltaron obispos y prelados; y según parece en memorias de aquella Iglesia, después de Teuderico, que fue el último obispo de quien hablamos, hallo a Estéfano, que fue obispo diez y nueve años, y a Dotila, que lo fue seis. Acudieron los de la ciudad de Urgel al refresco y regalo de aquel valeroso ejército, proveyéndole con gran puntualidad de todo aquello que pudieron. Reforzáronse de manera, que tuvieron ánimo para mayores empresas de las que hasta aquel punto tenían pensadas, cada día acudía gente; y las fuerzas se aumentaban de manera, que pudieron emprender conquistas mayores. Bajaron a lo llano, habiendo dejado las mujeres y los niños, y todo lo que les podía ser estorbo a los intentos que llevaban, en la Seo de Urgel, porque no había otra población de cristianos, en que con mayor seguridad, pudiesen quedar. Bajados a lo llano y atravesando por Cataluña, fueron a poner cerco a Empurias, que era pueblo muy principal y rico, y acudieron a favor de los cercadores todos aquellos cristianos que vivían derramados por aquellas montañas vecinas. Era el tiempo riguroso y grande el frío, (la mayoría de moros no lo soporta) y Otger aún no había experimentado los aires y clima de la tierra: estaba en medio de sus enemigos; las vituallas faltaron, sintióse hambre, siguiéronse enfermedades, y luego muertes. La más sentida fue la de Otger, el cual, viéndose cercano a sus postreros días, nombró sucesor y señaló capitán general de aquellas huestes al famoso Dapifer de Moncada, su primo, y uno de los compañeros que con él habían venido. Depositaron el cuerpo de Otger en el monasterio de San Andrés de Exalada, (Eixalada) que en aquella ocasión se fundó a las riberas del río Tech, cuyas avenidas le amenazaban ruina y obligaron a que, dejando aquel sitio, se buscase otro: este fue en el valle de Coxá, donde, so invocación del arcángel san Miguel, patrón y tutelar de la casa de los condes y condado de Urgel, y san Germán, se edificó, que dura el día de hoy con abad y monjes claustrales del orden de san Benito, que viven en él. Aquí fueron trasladados los sepulcros y huesos y todo lo que había en el monasterio de San Andrés, y entre otras antiguallas que se conservan, es el epitafio o inscripción del sepulcro de Otger, que da prueba y testimonio de lo que tengo referido, y dice de esta manera:

DUCIS OTHIGERII CRUCIS CHRISTI AMICI VERI
SUBTUS IN HAC FOSSA QUIESCUNT CORPUS ET OSSA.
PROLES THODBERTI BAVARI MARTIS EXPERTI (Bavari, Baviera, Bayern?)
FUIT ET IN VITA EUM TIMUIT ISMAELITA.
OB CAUSAM LEGIS DEI TUM JUSSU REGIS
ARMA FERENS SAEVA STIPATUS MAGNA CATERVA
SODALIUM BENE TRANSIVIT JUGA PYRENNE
POST AQUITANIAM QUAERENDO TERRAM HISPANIAM.
GERENDO BELLUM TUTAVIT PALLAS URGELLUM
CAETERISQUE PAGUM RAUSILIONIS ET AGRUM
VITAM AD EMPORIAM RELIQUIT ATQUE MEMORIAM.
*QUEM HEROES DUXERE HIC NOVEM TURBAE QUOQUE PLANXERE
MARCHIA JAM TOTA PLORAT ORATQUE DEVOTA
UT SACRUM MUNUS DET EI TRINUS ET UNUS.

Fue su muerte a los últimos de setiembre, año 735, y veinte y uno después de la lamentable pérdida de España.

martes, 23 de junio de 2020

311. LOS CORPORALES DE FRAGA


311. LOS CORPORALES DE FRAGA (SIGLO XV. FRAGA)

Nos hallamos en un día del año 1460. En Fraga, los frailes predicadores de San Agustín tienen abierta casa. Están llevando allí a cabo una importante tarea evangelizadora, sobre todo entre la población judía, aunque bien es verdad que muchas de las conversiones que se producen lo son un tanto forzadas por las circunstancias extra religiosas, pues la monarquía de Alfonso V el Magnánimo y de la reina María favorecía esta política.

En ese día, en la iglesia conventual de los Agustinos se ha declarado un voraz incendio y, aunque las llamas no la han destruido por completo, sí ha ardido totalmente el hermoso retablo mayor, incluido el Sagrario que lo presidía.

En pocas horas, todo es ceniza: las maderas y los ropajes, los cantorales y los lienzos. Sin embargo, las propias llamas transportan por el aire, cercana al techo, la hostia consagrada que ocultaba el Sagrario en el momento del incendio: la depositan bajo un candelabro donde al cabo del rato volvió a su estado natural. También vuelan los corporales, completamente intactos, como llevados por ángeles, yendo a pegarse en las piedras de la crucería de la capilla mayor. De allí los recogerán con artificio unos frailes. También ha quedado milagrosamente indemne una imagen de Nuestra Señora.

El prodigioso hecho fue conocido rápidamente en todos los rincones del Reino y, desde luego, no había podido suceder en un momento más oportuno, cuando los herejes e infieles dudaban más que nunca. La palabra ilustrada de los frailes predicadores hizo el resto y les convenció no sólo a quienes negaban la veneración a las sagradas imágenes, sino también la real presencia de Cristo en el Santísimo Sacramento del altar. Allí mismo, aquel día aciago, acababa de darse una prueba palpable de ello.

Ferrer de Lanuza, el que fuera Justicia de Aragón, gobernador por aquel entonces de Fraga, por orden de la reina María mandó rehacer el retablo para reponerlo en su sitio y dar a conocer al mundo pruebas testimoniales de la verdadera fe.

[Blasco de Lanuza, V., Historias eclesiásticas y seculares de Aragón, I, lib. 5, cap. 30. Faci, Roque A., Aragón..., I, págs. 14-15.]

domingo, 8 de marzo de 2020

111-119

111.
BREVIARIO SEGÚN EL USO DE LA CATEDRAL DE TORTOSA. Un volumen en 8.°
en pergamino, de
1,036 páginas. Es del siglo XIV. Al
principio tiene un Calendario muy completo. El día primero de Agosto
está la fiesta del
Santo Ángel Custodio, patrón de
Tortosa
; y en el lugar correspondiente se halla el rezo
propio, que después se insertó en el
Breviario para uso de
esta
catedral, impreso en Liòn el año 1547.
También se ve en el Calendario la fiesta de la
Expectación del
parto de Nuestra Señora
, el día 18 de Diciembre


Luego
sigue el Salterio con los Himnos, según el orden de
los Breviarios actuales; pero no están numerados los Salmos,
ni hay foliación ni índice; únicamente se indican los rezos ú
oficios con una breve nota de letra encarnada. Las lecciones de los
nocturnos de este Breviario son mucho más breves. Es digno de
notarse, que en los rezos de los Santos todas las lecciones
son históricas, como las del segundo nocturno de los rezos
actuales, aunque también son más breves. En el tercer nocturno
está la Homilía, como en los rezos de ahora.
Este
Breviario es de los más completos que se conservan entre` los
los
(todos los) Códices del archivo.

112. RITOS
PARA LA ADMISIÓN Y RECONCILIACIÓN DE LOS PENITENTES PÚBLICOS. Un
volúmen en 8.° en pergamino, de 384 páginas. Es del siglo XIV.
Este curioso libro, que es el único en su clase que ha quedado de
aquella época, explica con todos los pormenores las ceremonias
que se practicaban en la catedral de Tortosa, para la admisión
y reconciliación de los penitentes, a quienes según
la antigua disciplina canónica se imponían
penitencias públicas cuando los pecados eran
públicos.
Después de haber puesto el señor Obispo
a los penitentes en el primer día de cuaresma el
vestido propio de penitentes y la ceniza; habiendo
practicado estos durante la cuaresma ciertos rezos y
actos de devoción en el claustro; dice este libro, que
el día del Jueves Santo se verificaba la
reconciliación con grande solemnidad. Antes de
la Misa el Prelado, el Cabildo y el Clero,
se dirigían en procesión a la puerta de la catedral
donde estaban los penitentes. Al lado de los mismos se hallaba
el párroco ú otro sacerdote, que informaba al Prelado
sobre si habían cumplido la penitencia que les fue impuesta.

Se rezaban allí algunas preces; el Prelado
les hacia una exhortación; y regresando la procesión
al interior de la iglesia, iban con ella los penitentes
hasta el presbiterio, donde se postraban para dar
gracias a Dios.
Al final de este Códice hay una hoja que
al parecer no corresponde al mismo. En
ella se hace alusión a un rezo o responso por los
difuntos; y con este motivo se menciona el histórico
cementerio de San Juan, que estaba en las afueras del
Temple de esta ciudad, llamadas también por esto afueras
de San Juan
.

113. SAN AGUSTÍN. DIÁLOGO SOBRE SETENTA Y
UNA CUESTIONES. Un volumen en 4° menor, en pergamino, de 72 páginas.
Es de últimos del siglo XI, o de principios del XII. En el
folio primero hay algunas observaciones o prólogo de época más
reciente, no constando quién es el autor. Después sigue un
índice de las setenta y una cuestiones; y a continuación se
exponen estas en forma de preguntas y respuestas. Se supone
que pregunta Orosio y que le responde San
Agustín
.
Al final hay tres folios añadidos; se comprende
que faltaban, y fueron hechos en época posterior. En el margen de
algunas páginas se ven dibujos que aunque sencillos ofrecen algo de
original.

114. CUESTIONES LOGICALES. Un tomo en 4 ° en
cartulina, de 306 páginas. Es del siglo XIV. No consta el autor.
Siguen a dicho tratado las cuestiones sobre los supuestos de
Mercilio de Inghen. Después están las cuestiones sobre las
consecuencias, compiladas en París por el Maestro 
Jaime de Iman, Regente en la Facultad de artes. Y por último
las obligaciones, escritas en París por el Maestro Wilhelmo
Buzer
, el año 1360; y otras cuestiones cuyo autor no
consta.
Al final de las cuestiones de Mercilio hay una
nota que traducida dice: «Estos supuestos son de Nicolás
Surrana, estudiante de Metafísica, año del Señor
1,405».





115.
BREVIARIO SEGÚN EL USO DE LA IGLESIA DE TORTOSA. Un volumen en 4.°
en cartulina, de 648 páginas. Es de últimos del siglo XIV. Al
principio tiene un Calendario; después hay dos Tablas en las que se
expresan las fiestas movibles, en igual forma que se usa en los
Breviarios actuales. A continuación de dichas Tablas se ven unos
círculos, que ni parecer sirven para conocer la Letra
dominical y el Áureo número que corresponde a
cada año.

116. BREVIARIO SEGÚN EL USO DE LA IGLESIA DE
TORTOSA. Un volumen en 4.° en cartulina, de 274 páginas. Es del
siglo XIV. Le falta el Calendario que suelen tener todos los
Breviarios. También le faltan algunas hojas al principio y al fin.
Llama la atención en este Códice que está muy deteriorado, la
diversidad de letras con que fue escrito, deduciéndose que fueron
varios los que trabajaron en él, lo cual no solía suceder en los
antiguos Códices.
A cosa de la mitad del libro hay una hoja
añadida, y más moderna, que contiene las absoluciones y
bendiciones de los tres Nocturnos, que ahora
están al principio en todos los Breviarios. Un poco más adelante se
hallan las letanías. Algunas hojas después, a diferencia de
los actuales Breviarios en que cada rezo está
todo unido, se hallan los capítulos y oraciones de los
Santos, separadas del lugar donde están las lecciones
de los Nocturnos.

117. GRAN LIBRO SOBRE LA SANTÍSIMA
VIRGEN MARÍA. Un volumen en 4.° en pergamino, de 687 páginas. Es
del siglo XIV. Este curioso Códice, cuyo autor no consta,
contiene ciento cincuenta capítulos, exponiendo igual número
de calificativos o atributos que se aplican a la Madre de Dios.
Al principio hay tres hojas de letra muy diminuta, y al parecer de
distinta época, que no pertenecen a este Códice. Siguen luego los
capítulos por su orden. Antes del primer capítulo hay
como un prólogo, que traducido dice así: «AURORA. Con esto
se manifiesta la nobleza de María, su humildad, hermosura,
autoridad, bondad, y dignidad.»
No hay división en los
capítulos, ni estos están señalados al margen ni en la parte
superior de las páginas; únicamente se indican en el texto con
pequeños números romanos de letra encarnada. Al final hay un
índice muy completo. He aquí los títulos de los capítulos. Maria
est: Lux. Coelum coelorum. Coelum empireum. Coelum cristalinum.
Firmamentum coeli. Sol. Luna. Stella matutina. Maris stella. Stella.
Sidus. Dies. Meridies. Aurora. Arcus. Nubes. Nébula. Nix.
Ros. et-cétera (en dos líneas).
Todas las iniciales de
los capítulos y párrafos están adornadas con dibujos de colores.


118. JUAN ESCATO. (Escoto) Libro sobre el Maestro de las
Sentencias. Un volumen en 4.° de 304 páginas, escrito parte en
pergamino y parte en cartulina.
Es del siglo XIV. En la primera
hoja hay una inscripción de letra más moderna que la del Códice,
que dice: Theologia Doctoris Subtilis. Sigue un folio que no
pertenece a este Códice, y luego el prólogo del autor cuyas
primeras palabras traducidas dicen: «Si al hombre en el estado
actual le es necesaria alguna especial doctrina sobrenaturalmente.»

No hay índice ni indicación de las materias con epígrafes o
números, pues todo está seguido. El final no está completo; se ven
allí una o dos hojas que al parecer no corresponden a este Códice.


119. BREVIARIO SEGÚN EL USO DE LA IGLESIA DE TORTOSA. Un
volumen en 4.° en cartulina de 658 páginas. Es del siglo XIV. En
este Breviario el Calendario se halla en el folio 140. En el folio
125 y siguientes hay algunas notas, de diferente letra, relativas a
ciertas misas que se celebraban en esta catedral. Después del
Calendario, en los folios 146 y 149 hay algunas Tablas de las
fiestas, y varios datos relativos a la liturgia de esta iglesia.

Merece además notarse que en este Breviario está el rezo de
San Rufo
y el de su octava. Ya se tenía en los tiempos
pasados como un dato importante, pues se consignó en una nota
que se ve al principio de este Breviario, que dice: En el fòlio
296 de aquest Breviari está lo offici ab octava de Sant Rupho.





120-129