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jueves, 21 de noviembre de 2019

LOS URREA CONTRA LOS CORNEL


169. LOS URREA CONTRA LOS CORNEL (SIGLO XIV. ZARAGOZA)

Doña Brianda de Luna, una joven perteneciente a la importante familia de este apellido, estaba casada con el rico-hombre don Lope Ximénez de Urrea, mas el destino y la fatalidad quisieron que el enlace no funcionara bien y la muchacha, alegando que su marido era impotente, inició los trámites del divorcio.

Sin esperar la resolución pertinente, la joven abandonó el hogar, que estaba situado entre la calle del Sepulcro y la ribera del Ebro. Intervinieron en el asunto tanto el arzobispo de Zaragoza, que era familiar suyo, como los abades de Montearagón y Veruela, conminando todos a la muchacha a que volviera con su esposo al menos hasta que se resolviera el caso.

Regresó contrariada Brianda con su marido, pero como estaba resuelta a terminar con él, a los pocos días se descolgó por una ventana que daba al río, huyendo en compañía de su primo y amante, don Luis Cornel, para refugiarse ambos en el cercano castillo de Alfajarín. Al hacerse pública esta noticia entre los zaragozanos, los Urrea y los Cornel entablaron una disputa que desembocó incluso en luchas y choques sangrientos.

LOS URREA CONTRA LOS CORNEL (SIGLO XIV. ZARAGOZA)

El rey Pedro IV, viendo que las desavenencias entre tan importantes familias estaban asolando Alfajarín y sus contornos, decidió convocar a ambas partes a las Cortes reunidas en Zaragoza, con citación especial de los dos promotores de la discordia.

Acudió don Lope Ximénez de Urrea, el marido burlado, ante los brazos de las Cortes, pero no así don Luis Cornel, el amante burlador, que no sólo recibió con chanzas a los embajadores del rey sino que incluso arreció sus ataques contra las posesiones de su enemigo.
El rey, profundamente enojado por esta actitud, dispuso que sus tropas arrasaran los campos de Alfajarín, tomaran por asalto el castillo y llevaran prisionero a don Luis Cornel, que fue condenado al destierro, mientras doña Brianda acababa sus días recluida en un convento.

[García Ciprés, G., «Ricos hombres de Aragón. Los Luna», en Linajes de Aragón,
II (1911), 65.


http://www.sipca.es/censo/1-INM-ZAR-017-017-002/.html


  •  Gran Enciclopedia Aragonesa. alfajarin&categoria_id=&subcategoria_id=&conImagenes= «El castillo de Alfajarín»

    1.  Heraldo de Aragón. «Alfajarín rehabilita torre del castillo»
    2.  Turismo de Zaragoza. «El Castillo de Alfajarín»

    El castillo de los Cornel se sitúa en el término municipal de Alfajarín, en la provincia de Zaragoza sobre una cumbre de los Montes Blancos, junto a la ermita de la Virgen de la Peña de la localidad.

    El castillo de Alfajarín fue construido por los musulmanes en el siglo XI. Alfajarín y su castillo se rindieron ante el avance cristiano (1119) tras la reconquista de Zaragoza por Alfonso I el Batallador en 1118, pero poco después volvió a manos musulmanas y en 1131 tuvo que volver a tomarlo el rey Alfonso, poniendo como tenente a Fortún Galíndez.

    Tras la muerte de Alfonso I Batallador, a consecuencia de las heridas sufridas en la batalla de Fraga en 1134, volvió a poder de los almorávides, no siendo reconquistado definitivamente hasta 1141, durante el gobierno de Ramón Berenguer IV quien puso tenentes al frente de la guarnición hasta 1196.

    Desde final del siglo XIII y hasta finales del siglo XIV perteneció a la baronía de los Cornel,​ como consecuencia de la donación hecha por Jaime II de Aragón en 1293. Tras extinguirse esta baronía fue comprado por diferentes personajes. Entre ellos destaca Ramón de Espés y la familia de los Alagón. Con posterioridad el castillo quedó abandonado y comenzó un proceso de ruina.

    La fortaleza se sitúa sobre un espolón rocoso sobre la ribera del Ebro, defendido por los lados norte y este por acantilados naturales y en el resto se construyó un foso defensivo para proteger la entrada teniendo acceso con puente levadizo protegido con dos torres. En una de las torres se encontraba el acceso en recodo, con arco apuntado revestido de ladrillo, en la actualidad muy deteriorada. La otra torre destaca por su volumen, presenta planta cuadrada, de unos 6 metros de lado, y gran altura. Interiormente se estructuraba en dos plantas superpuestas, cubiertas con bóvedas de cañón apuntado, de las que la de la planta baja ha desaparecido. Posee dos puertas y una ventana en arco apuntado situadas en la cara que mira al interior del recinto. el recinto tiene planta pentagonal irregular midiendo aproximadamente 100 por 60 metros. El muro norte es el menos deteriorado y en él se abre un portillo que lo une con la Torre del Homenaje, vigilado a su vez por un torreón rectangular. En el extremo este presenta existe torreón pentagonal en muy mal estado. Existe un foso artificial en todo este extremo. La torre del homenaje se construyó en el siglo XIV y en esta época también se reforzó todo el castillo. Esta torre debía ser imponente, pero sólo conserva dos paredes de gran espesor. La construcción es de tapial revestido de ladrillo macizo hasta media altura.

    jueves, 4 de julio de 2019

    JAIME I, CONCEBIDO GRACIAS A UNA TRETA PALACIEGA

    115. JAIME I, CONCEBIDO GRACIAS A UNA TRETA PALACIEGA (SIGLO XIII. MONTPELLIER)

    Retrato de Jaime I, por Jaume Mateu. Museo de Arte de Cataluña.
    Retrato de Jaime I, por Jaume MateuMuseo de Arte de Cataluña.

     

    El matrimonio de María de Montpellier con Pedro II el Católico, rey de Aragón, a punto estuvo de originar
    a aquélla su segundo divorcio, lo que no ocurrió gracias a la oposición del papa Inocencio III. El fracaso matrimonial era público, y sólo como consecuencia de una de las treguas de la pareja nació el infante Jaime, luego Jaime I el Conquistador.

    Cómo llegó a nacer Jaime I de unos padres separados es una pregunta que dio rienda suelta a la imaginación y a la leyenda.

    Desclot nos proporciona una explicación legendaria:
    Pedro II se había enamorado de una dama a la que el monarca hizo saber sus sentimientos, circunstancia
    que fue conocida por la reina María, quien solicitó al mayordomo real que le ayudara a suplantar a la dama durante una noche, a fin de que pudiera tener descendencia de su propio marido.

    El mayordomo intermediario dijo al rey que la dama accedía a sus deseos amorosos siempre y cuando no
    hubiera luz en la cámara. El monarca, sin sospecharlo, pasó toda la noche con su propia esposa, aunque, antes del amanecer, la reina se descubrió y el rey, disimulando su contrariedad, siguió con ella hasta bien entrada la mañana.

    Muntaner nos proporciona otra versión de los hechos, más elaborada y completa, con matices distintos.
    Como extracta Soldevila:

    La iniciativa de la estratagema no partió de la reina, sino de los barones de Montpellier, que deseaban
    un heredero para el señorío. Ellos fueron los que convencieron al privado del rey y los que propusieron la suplantación; son ellos los que van a ver a la reina y le exponen el proyecto; los que ordenan plegarias por el éxito del engaño.

    Son ellos —junto con abades y priores, con el representante del obispo y religiosos, con doce damas
    y doncellas, todos con cirios en la mano— los que acompañaron por la noche a la reina a palacio, hasta la antecámara real.

    La reina entró en la cámara y todos quedaron en oración. Al despuntar el alba, entraron en la estancia.
    El rey, asustado, saltó del lecho y tomó su espada. Todos se arrodillaron y le rogaron que mirara a quién tenía a su lado. La reina se incorporó y el rey la reconoció. Tras explicarle humildemente la trama urdida, el monarca, resignado, acabó diciéndoles que, ya que así había sucedido,
    «rogaran a Dios que se cumpliera su deseo».

    [Desclot, Crónica, cap. IV.
    Muntaner, Crónica, cap. III y IV.
    Del libro de Bernardino Gómez Miedes:


    Capítulo VI. De la poca fé que el señor de Mompeller tuvo con la Princesa su mujer, y como viviendo ella se casó con otra. 

    Después de pasado el regocijo de las bodas, y de haber parido la Princesa una hija que llamaron doña María, la cual con mucha gracia de todos los vasallos fue aceptada por sucesora, y señora del estado: diremos lo que hizo don Guillen contra la Princesa su mujer, y lo mucho que a sí mismo faltó; porque se vea la inconstancia y poca fe humana adonde llega, junto con el abominable vicio de la ingratitud, que usó contra su propria carne y heredera. Y asimismo el desordenado apetito, y disoluta vida que de allí adelante tuvo Don Guillen: siguiendo la natural condición de los hombres carnales: los cuales cuanto más apetecen la cosa, y con más codicia la desean, tanto más después de alcanzada la desprecian, y por la hartura que de ella tienen, buscan la variedad dejándose llevar tras ella. Ansí acaeció a don Guillen, a quien, siendo de mediano estado, no le bastó haber casado con hija de Emperador, que venía a casar con Rey, y tener hijos de ella: sino que vencido de su apetito, no solo se apartó de su mujer, pero en vida de ella se casó con otra que llamaban Ynes de España, de quien tuvo tales hijos, que acometió el mayor de alzarse con el estado, y excluir de la herencia a doña María su hermana, siendo verdadera señora de ella:y sobre esto formó gran pleito delante del sumo Pontífice contra la misma, la cual compareció luego por su procurador y (como después diremos) fue en persona a Roma a defender su causa, hasta haber tenido sentencia del mismo Pontífice por la cual fue dado el estado a ella, y al Príncipe don Iayme su hijo: como más adelante contará su historia, la cual pues nos llama para hablar de él, digamos con brevedad por agora las cosas que en este medio pasaron en Aragón, y Cataluña, pues son a propósito de la misma historia.
     
    Jaime I de Aragón recibiendo del obispo y jurista Vidal de Canellas los Fueros de Aragón ante otros magnates eclesiásticos. Inicial miniada N del Vidal Mayor, primera compilación de los fueros aragoneses. El texto en aragonés comienza:

    Nos, don Iavmes, por la g[rat]ia de Dius Rey d'Aragon et de Maillorgas et de Valencia, conte de Barçalona et de Urgel et seynor de Montpesler [...]

    'Nos, don Jaime, por la gracia de Dios Rey de Aragón y de Mallorca y de Valencia, Conde de Barcelona y de Urgel y Señor de Montpellier'.

    Jaime​ I de Aragón el Conquistador (occitano post Pompeyo Fabra: Jaume el Conqueridor, aragonés (fablilla): Chaime lo Conqueridor, occitano: Jacme lo Conquistaire) (Montpellier, 2 de febrero de 1208-Alzira, 27 de julio de 1276) fue rey de Aragón (1213-1276), de Valencia (1238-1276) y de Mallorca (1229-1276), conde de Barcelona (1213-1276), conde de Urgel, señor de Montpellier (1219-1276) y de otros feudos en Occitania.

    Hijo de Pedro II el Católico y de María de Montpellier, era el heredero de dos importantes linajes: la Casa de Aragón y el de los emperadores de Bizancio, por parte de su madre.
    Tuvo una infancia difícil. Su padre, que acabaría repudiando a la reina, solo llegó a concebirlo mediante engaño de algunos nobles y eclesiásticos que temían por la falta de un sucesor, y la colaboración de María, haciendo creer a Pedro que se acostaba con una de sus amantes. Estas circunstancias produjeron el rechazo de Pedro II hacia el pequeño Jaime, a quien no conoció sino a los dos años de su nacimiento.2​ A esa edad, el rey hizo un pacto matrimonial para entregar a su hijo Jaime a la tutela de Simón, Señor de Montfort, para casarlo con la hija de este, Amicia, para lo cual el niño iba a ser recluido en el castillo de Carcasona hasta los 18 años.

    A la muerte de su padre, durante la cruzada albigense, en la batalla de Muret (1213), Simón de Montfort se resistió a entregar a Jaime a los aragoneses hasta después de un año de reclamaciones y solo por mandato del papa Inocencio III. Durante su minoría de edad, estuvo bajo la tutela de los caballeros templarios en el castillo de Monzón, habiendo sido encomendado a [[Guillermo de Montredón|, junto con su primo de la misma edad, el Conde de Provenza Ramón Berenguer V. Mientras, actuaba como regente del reino el conde Sancho Raimúndez, hijo de Petronila de Aragón y Ramón Berenguer IV y tío abuelo de Jaime. Heredó el señorío de Montpellier a la muerte de su madre (1213).

    Huérfano de padre y madre, tenía unos 6 años cuando fue jurado en las Cortes de Lérida de 1214. En septiembre de 1218 se celebraron por primera vez en Lérida unas Cortes generales, en las cuales fue declarado mayor de edad.

    En febrero de 1221 contrajo matrimonio en la población soriana de Ágreda, población fronteriza entre Castilla y Aragón, con Leonor de Castilla, hermana de la reina Berenguela de Castilla y tía de Fernando III. Tras la boda la pareja se trasladó a la catedral de Tarazona, donde Jaime fue ordenado caballero. Anulado su primer casamiento por razón de parentesco en 1229, contrajo segundo matrimonio con la princesa Violante (8 de septiembre de 1235), hija de Andrés II, rey de Hungría. Por el testamento de su tío segundo Nuño Sánchez, heredó los condados de Rosellón y Cerdaña y el vizcondado de Fenolleda en Francia (1241).

    Durante los quince primeros años de su reinado, mantuvo diversas luchas contra la nobleza aragonesa, que incluso llegó a hacerle prisionero en 1224. En 1227 afrontó un nuevo alzamiento nobiliario aragonés, dirigido por el infante Fernando, tío del rey, que terminó, gracias a la intervención papal a través del arzobispo de Tortosa, con la firma de la Concordia de Alcalá (marzo de 1227). Este tratado marcó el triunfo de la monarquía sobre los levantiscos nobles, dándole la estabilidad necesaria para iniciar las campañas contra los musulmanes. Esta estabilidad logró el apaciguamiento de las reclamaciones de la nobleza y obispos.

    Ante los ataques de los piratas mallorquines, los mercaderes de Barcelona, Tarragona y Tortosa pidieron ayuda al monarca para acabar con la amenaza. Así, en una reunión de Barcelona (diciembre de 1228) le ofrecieron sus naves, mientras que los nobles catalanes acordaron participar en la empresa a cambio del botín y dominios territoriales. En otra reunión en Lérida, los nobles aragoneses aceptaron las mismas condiciones, pero sugirieron al rey que la empresa se dirigiera contra los musulmanes de Valencia, por lo que su participación no sería significativa.

    El 5 de septiembre de 1229, la escuadra aragonesa, compuesta por 155 naves, 1500 caballeros y 15 000 soldados, zarpó de Tarragona, Salou y Cambrils,​ para conquistar Mallorca a Abú Yahya, el gobernador almohade semiindependiente de la isla.

    Las tropas aragonesas desembarcaron en Santa Ponsa y vencieron a los musulmanes en la batalla de Portopí (13 de septiembre de 1229). Los musulmanes se refugiaron tras las murallas de Madina Mayurqa y crucificaron a varios soldados aragoneses a la vista de las tropas de Jaime. Estas poco después tomaron y pasaron a cuchillo a la población de la ciudad (diciembre de 1229) y se apoderaron de la isla en pocos meses, salvo un pequeño núcleo de resistencia musulmana que logró mantenerse en la sierra de Tramontana hasta 1232. Los pobladores musulmanes huyeron a África o fueron esclavizados.

    Después de pasar a cuchillo la población de Madina Mayurqa, la cantidad de cadáveres fue tal que se produjo una epidemia que diezmó el ejército de Jaime I. Por añadidura, los nobles catalanes intentaron quedarse con el botín, provocando una revuelta que debilitaría aún más el poder militar de Jaime I.

    Mallorca se constituyó como un reino más de la Corona de Aragón bajo el nombre de Regnum Maioricarum et insulae adiacentes, el cual obtuvo una carta de franqueza en 1230. La institución en 1249 del municipio de Mallorca (actual Palma) contribuiría a la institucionalización del reino.

    El monarca aragonés se vio incapacitado para conquistar Menorca a causa de las divisiones internas dentro de su ejército por el botín y la reducción de su ejército debido a unas malas decisiones; aun así, el monarca consiguió por mediación de dos nobles aragoneses (Pedro Maza, y Assalido de Gudal), un noble catalán (Bernaldo de Santa Eugenia) y el comendador del Temple de Mallorca (Ramón de Serra) un vasallaje sobre Menorca, rubricado por el Tratado de Capdepera, por el cual los musulmanes menorquines aceptaron su soberanía (1231).
    El vasallaje sobre Menorca sería transferido al reino de Mallorca como parte del testamento de Jaime I. 

    https://www.academia.edu/3040304/Los_testamentos_de_Jaime_I_de_Arag%C3%B3n_._Repartos_territoriales_y_turbulencias_pol%C3%ADticas._2009_

    Alfonso III de Aragón conquistaría de forma efectiva esta isla, después de la capitulación de Abû ‘Umar en 1287. Fue repoblada, aunque quedó una abundante población musulmana, que más tarde fue desterrada.

     

    domingo, 30 de junio de 2019

    DOÑA URRACA SOLICITA EL DIVORCIO A ALFONSO I

    103. DOÑA URRACA SOLICITA EL DIVORCIO A ALFONSO I (SIGLO XII. MONTERROSO)
     
    DOÑA URRACA SOLICITA EL DIVORCIO A ALFONSO I  (SIGLO XII. MONTERROSO)
     
     
    Alfonso I el Batallador, rey de Aragón, y doña Urraca, reina de Castilla, habían convenido y contraído matrimonio, un enlace promovido con fines políticos, que se proyectó no sin grandes resistencias por parte de sus respectivos vasallos, tanto en Castilla como en Aragón, y que finalizó de mala manera, tras vivir momentos y enfrentamientos muy tensos, incluidos varios confinamientos de la reina castellana.
     
    En Galicia, por razones de índole política que no vienen ahora al caso, la resistencia contra la celebración del matrimonio fue constante y enorme, de manera que ambos monarcas decidieron acudir allí con sus ejércitos para tratar de pacificar a sus nobles. Comenzaba el verano del año 1110 y la expedición primera, tras dura y sangrienta batalla, supuso la toma y captura del importante castillo de Monterroso, dentro de cuyas defensas fue hallado y apresado uno de los rebeldes, el noble Prado.
     
    Al poco de tomar la fortaleza, tuvo lugar allí una tensa y dramática escena, pues Prado se aclamó a
    doña Urraca, su señora natural, de modo que se refugió materialmente bajo su manto. La reina lo cubrió por completo e incluso extendió los brazos sobre él para demostrar que lo tomaba bajo su protección y amparo. Aquella situación, a la que asistían como testigos varios nobles tanto castellanos como aragoneses, se hizo embarazosa e interminable, mirándose a los ojos fijamente los dos esposos en son de reto.
     
    A los pocos instantes, el rey Alfonso I el Batallador, sin tener ningún tipo de consideración hacia la reina, su esposa, según la versión de la crónica que nos relata lo sucedido, tomó un venablo y lo lanzó contra Prado hiriéndole de muerte. La situación se hizo entonces insostenible y doña Urraca, aconsejada por sus nobles y muy molesta personalmente por lo sucedido, planteó al rey aragonés la disolución del matrimonio solicitándole el divorcio. Luego, sin mediar más palabras, tomó sus enseres y emprendió el regreso hacia León, mientras Alfonso I el Batallador continuaba en Galicia.
     
    [Ubieto, Antonio, Crónicas anónimas de Sahagún, págs. 30-35.]
     
     
     
     
     

     

    Antonio Ubieto Arteta , ed. 1987. Crónicas Anónimas de Sahagún . Textos Medievales, 75. Zaragoza: Anubar Ediciones.

    Julio Puyol y Alonso , ed. 1920. "Las Crónicas Anónimas de Sahagún." Boletín de la Real Academia de la Historia , 76 : 7-26 , 111-22 , 242-57 , 339-56 , 395-419 , 512-19 ; y 77 : 51-59 , 151-92 .

     

     
    venablo , lanza arrojadiza
    venablo, lanza arrojadiza,
    comprar en aceros de Hispania (Castelserás, Teruel, Aragón)
     
     
     
     
     
     
     
     
     
    Monterroso es una localidad y municipio español, situado en el oeste de la provincia de Lugo, cerca del centro geográfico de la comunidad autónoma de Galicia. Es capital de la comarca de Ulloa, partido judicial de Chantada, y comprende 30 parroquias, compuestas por 108 núcleos de población. En dicho término municipal se encuentra el establecimiento penitenciario de A Vacaloura.
     
    Se denomina Monterroso porque a mediados del siglo XII se asientan a vivir en el monte, donde está construido el pueblo actual, llamado Monterroso.
     
    Durante la época romana, el concello era atravesado por varias vías, incluyendo la XIX del Itinerario Antonino, que unía Lugo con Braga.
     
    Por Ligonde pasa el Camino de Santiago. Concretamente el Camino Francés, siendo ésta parroquia la etapa número 27 en el susodicho Camino.
     
    Parroquias que forman parte del municipio:
     
    Arada (Santa María)
    Balboa (San Salvador)
    Bidouredo (Santiago)
    Bispo (Santa María do)
    Cumbraos (San Martiño)
    Fente (San Martiño)
    Frameán (San Pedro)
    Fufín (San Martiño)
    Lavandelo (Santiago)
    Leborei (Santa María)
    Ligonde (Santiago)
    Lodoso (San Xoán)
    Marzán (Santa María)
    Milleirós (San Pedro)
    Esporiz (San Miguel)
    Novelúa (San Cristovo)
    Os Ferreiros (San Cibrao)
    Pedraza (Santa María)
    Penas (San Miguel)
    Pol (San Cibrao)
    Salgueiros (Santa María)
    San Breixo (San Salvador)
    Satrexas (Santa Eufemia)
    Sirgal (Santo André)
    Sucastro (Santa Mariña)
    Tarrío (Santa María)
    Vilanova (San Pedro)
    Viloíde (San Cristovo)
     
    La base económica del ayuntamiento es el sector primario, especialmente la ganadería. Siguiente en importancia es el sector terciario, concentrado en Monterroso (educación, sanidad, administración, comercio, bancos,etc.), así como el Centro Penitenciario de A Vacaloura.
     
    En estos momentos, empieza a resurgir el Turismo en la zona, especialmente el rural, ya que existen alojamientos de calidad en este concello, sumándose poco a poco nuevas incorporaciones...
     
    En semana santa, se celebra el torneo promesas “José Manuel Alvelo”, en el que participan de media, 80 equipos de toda Galicia.

    sábado, 29 de junio de 2019

    LA MUERTE DE ALFONSO I, UN CASTIGO DE DIOS


    99. LA MUERTE DE ALFONSO I, UN CASTIGO DE DIOS (SIGLO XII)

    LA MUERTE DE ALFONSO I, UN CASTIGO DE DIOS (SIGLO XII)


    Alfonso I el Batallador, rey de los aragoneses, había logrado reconquistar prácticamente todas las tierras que vierten sus aguas al río Ebro, e incluso se hubiera podido adelantar en varios siglos la reconquista peninsular si el matrimonio con la reina Urraca de Castilla no hubiera terminado primero en separación y luego en divorcio, pero el caso es que le llegó su hora en Fraga, cuando se aprestaba a tomar una de las pocas llaves que aún le quedaban por adquirir en su camino hacia Lérida y el mar de Tortosa, salida al Mediterráneo tan anhelada por el rey.

    Con cada victoria lograda, su fama en toda la Europa cristiana había ido en aumento y su prestigio era considerable; el mundo musulmán lo tenía como a su principal enemigo y mayor escollo para perpetuarse en la Península. Para los primeros, su muerte tras la derrota de Fraga fue una pérdida irreparable; para los otros, una bendición de Alá.

    El caso es que, a la hora de buscar el porqué del desastre fragatino, la realidad y la fantasía se hermanaron. Entre no pocos, sobre todo entre sus muchos opositores castellanos, la causa de la derrota y del subsiguiente desastre había sido un verdadero castigo de Dios.

    Eran generalmente admitidas su magnanimidad y su belicosidad pero, a decir verdad, en las cosas tocantes a Dios y a la honra de la religión cristiana, estimaban muchos que había sido negligente, fama que, sin duda, le venía porque muchas veces, cuando estaban en plena campaña guerrera, había consentido que los caballos fueran guarecidos en las iglesias y templos, ocupando él mismo, en ocasiones, lugares sagrados para acampar.

    Esta fue para muchos, sin duda alguna, la causa del juicio sumario de Dios hacia Alfonso I, de modo que cayó fulminado ante Fraga, donde, según algunos, no apareció ni vivo ni muerto, aunque otros dicen que lo hallaron tendido en el suelo y que lo enterraron ellos mismos en el monasterio de Montearagón.

    [Ubieto, Agustín, Pedro de Valencia: Crónica, pág. 113.]