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lunes, 22 de junio de 2020
246. EL CELEBRADO SALTO DE PERO GIL, ESCUDERO DEL CID

domingo, 14 de junio de 2020
197. EL TESORO ESCONDIDO DE ALÍ MOHAL
miedo a ser requerido para otro préstamo, también huyó. En Jérica, la cantidad debida ascendía a tres mil dinares, que tampoco estaba dispuesto a adelantar, y prosiguió, por lo tanto, su camino. En Albarracín, el tributo todavía era más elevado, así es que ni se detuvo. En ese constante deambular, Alí Mohal se dirigió al amplio valle del Jiloca hasta encontrar, en las cercanías de Monreal, un lugar que estimó seguro para guardar su inmenso tesoro. Se trataba de una cueva, la que hoy se conoce como «El Caño del Gato» o,
mejor, «La Gruta del Gato». Invirtió bastante dinero, aunque, en realidad, era una parte ínfima de su riqueza para adecuar y adecentar la cueva, disimulando perfectamente la entrada para que pasara inadvertida.

Un día, Alí Mohal fue descubierto cabalgando por la comarca y, a toda prisa, se escondió en su cueva
palacio. Para mayor seguridad, decidió tapiar la entrada, pero provocó un movimiento de rocas, de modo que el desprendimiento cerró por completo el acceso, enterrando para siempre al usurero. Por eso generaciones de ayer y de hoy han buscado el tesoro, pero sólo han hallado huesos humanos y restos de bolsas de piel.
Alberto Villar. Colegio «Ntra. Sra. del Pilar». Monreal del Campo.]
sábado, 6 de julio de 2019
JAIME I HEREDA LA ESPADA TIZONA
la fuente del Saso, cerca de la ermita de san Vicente y santa Quiteria, donde un monje hacía vida eremítica.
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| fuente del Saso, Monzón. |
para templarla. Luego le dijo que se la ofreciera a santa María de Lascellas. Con su patrocinio, aquella espada sería fuente de muchas venturas y valentía.
Pero cuando comenzó la reconquista de Valencia, acordándose de las palabras del eremita, mandó mensajeros al castillo montisonense para que le enviaran, junto con sus joyas, la famosa espada Tizona, que alternó con las espadas Villardell y San Martín.
https://es.wikipedia.org/wiki/Tizona
La Tizona o Tizón es una de las espadas (junto a la Colada) que la tradición o la literatura atribuye al Cid Campeador. Según el Cantar de mio Cid (compuesto hacia 1200) la Tizón (su nombre hasta el siglo XIV) pertenecía al rey Búcar de Marruecos y el Cid se la ganó en Valencia.
Al igual que sucede con la otra espada que el Cantar de mio Cid y la tradición posterior atribuye Más tarde hubo una común opinión que identificaba la espada de Jaime I de Aragón el Conquistador, llamada Tisó, con la que se atribuye en el cantar de gesta al héroe castellano, pero se trata de otra creencia legendaria, pues en el Llibre dels fets (autobiografía del rey aragonés), donde se comentan con detalle aspectos de la Tisó, no se habla del origen cidiano de ninguna manera, por lo que lo más probable es que se trate de una coincidencia en el nombre de la espada. Además, la Tisó de los reyes de Aragón procedía de Ramón Berenguer I, que poseía esta espada hacia 1020. Esto hace difícil que la espada pasara de los condes de Barcelona al Cid y luego volviera a poder de la Casa de Aragón, y es más lógico pensar que la Tisó siempre perteneció a esta Casa.
Hay otras varias Tizonas a las que se les ha atribuido ser la del Cid. Una de ellas figuraba en el inventario de los tesoros de la cámara regia de Castilla que fueron enajenados por Álvaro de Luna, recuperados en 1452 y localizados en un inventario de 1503 en el alcázar de Segovia. En dicho inventario se describía «una espada que se dice Tizona, que fue del Cid; tiene una canal por medio de amas partes, con unas letras doradas; tiene el puño e la cruz e la mançana de plata, e en ella castillos e leones de bulto [='en relieve'], e un leoncico dorado de cada parte de la cruz en medio; e tiene una vaina de cuero colorado, forrada de terciopelo verde». Esta espada era ceremonial, por los detalles de su guarnición (que reflejan la heráldica castellana) y pertenecería a algún miembro de la realeza de Castilla o de su familia; tras esta mención no hay más noticias, aunque se piensa que la hoja de espada con número de inventario G. 180 de la Real Armería de Madrid pudiera pertenecer a la espada descrita en 1503.

Otra presunta Tizona estuvo en poder de los marqueses de Falces, a quienes llegaría entregada en custodia por Fernando II de Aragón el Católico, más específicamente a la familia Velluti. Se conservaba desde por lo menos el siglo XVII en el Castillo palacio de Marcilla. Es esta la espada que se depositó en el Museo del Ejército de Madrid, aunque actualmente se expone en el Museo de Burgos, junto con otros objetos presuntamente vinculados al Cid. Es un arma de 1,153 kg. Su hoja tiene 933 mm de longitud en total (con filo 785 mm) y 43 mm de ancho máximo. La acanaladura del centro mide 336 mm.
En este canal está grabada la leyenda
«IO SOI TISONA FUE FECHA EN LA ERA DE MILE QUARENTA»
(«Yo soy Tizona. Fue hecha en la era de 1040 (año 1002)») por una de las caras y por la otra «AVE MARIA GRATIA PLENA DOMINUS MECUM [sic]». Su guarnición tiene el pomo plano, el puño largo y cónico, forrado de alambre de hierro, el arriaz es curvo y las patillas tienen pitones. Todo ello responde a una tipología que data de fines del siglo XV. La inscripción es claramente falsa; por ejemplo, la palabra Tizona se difunde solo a partir del siglo XIV, frente a Tizón, que es el término con que se la nombra en las fuentes más antiguas. Menéndez Pidal considera que esta espada es una falsificación del siglo XVI. Otros autores, como Bruhn, postularon que la hoja puede ser la de la también apócrifa Colada que se describe en el mismo inventario de 1503. Las recientes investigaciones de la Universidad Complutense de Madrid, publicadas en 2001, señalan que la hoja es del siglo XI; sin embargo el Conservador de la Real Armería Álvaro Soler del Campo indica que la hoja está formada por tres piezas soldadas y que su tipología es la misma que la de la empuñadura, guarnición y el epígrafe, que son de época de los Reyes Católicos. Todo indica, por lo tanto, que pese a lo dicho por la Universidad Complutense, se trata de una falsificación de época bastante posterior, aunque se pudieron utilizar fragmentos de hoja de espada del siglo XI para componerla.
El rey Fernando el Católico le entregó la espada al Condestable mosén Pierres de Peralta (Pedro de Peralta y Ezpeleta), primer Conde de Santisteban de Lerín, Barón de Marcilla y abuelo del primer marqués de Falces, por los servicios prestados por este en las negociaciones que permitieron su matrimonio con Isabel de Castilla. Esta espada permaneció hasta el siglo XX custodiada por los marqueses de Falces en el castillo palacio de Marcilla. Se describe la espada así: «Con empuñadura de hierro totalmente negro, hoja de dos filos, delgada, tersa, y flexible».
Después de la Guerra Civil, la espada que conservaban los marqueses de Falces, y que posteriormente estuvo depositada en el Museo del Ejército de Madrid, se trasladó, junto con todo el inventario de esta institución, a su nueva sede del Alcázar de Toledo. El propietario José Ramón Suárez del Otero, marqués de Falces, ofreció su venta al Ministerio de Cultura, que rechazó la compra por no existir constancia histórica de que realmente perteneciera al Cid y por el elevado precio exigido por el propietario (los informes del ministerio la tasaron entre 200.000 y 300.000 euros, según la agencia de noticias Reuters).
Finalmente, la Junta de Castilla y León y la Cámara de Comercio e Industria de Burgos pagaron en el 2007 1.600.000 Euros al marqués de Falces por la espada.67 Se esperaba que su destino final fuese la catedral, donde se encuentra actualmente el sepulcro del Cid y de su mujer Jimena, así como otros recuerdos cidianos como su carta de arras de 1079 por el que sustituye las que le había otorgado antes de 1076 por su matrimonio y el llamado «cofre del Cid» con el que, según la creencia popular, el Cantar de mio Cid engañó a los judíos Raquel y Vidas; pero acabó siendo expuesta en el Museo de Burgos. El arma fue declarada Bien de Interés Cultural en 2002.
En 2013 el marqués de Falces fue condenado a pagar 750.000 euros del dinero recibido de las instituciones públicas de Castilla y León, a la familia del pescador luarqués Salustiano Fernández Suárez y su mujer Jacinta Méndez, declarados sus herederos universales por el último de los sucesores de quienes recibieron la espada en depósito: Pedro Velluti Murga, muerto soltero sin descendencia, ciego, a quien la familia Suárez había cuidado en sus últimos treinta años de vida, los diez últimos en el domicilio de la familia en Luarca.10 Sin embargo, en noviembre de 2016 el Tribunal Supremo revocó dicha sentencia, otorgándole la razón nuevamente al Marqués de Falces.
La primera referencia a la Tizona aparece en el Cantar de mio Cid, donde se la llama Tizón. Este nombre, según el Tesoro de la lengua castellana o española de 1611, proviene del latín titio, un sinónimo de 'brasa, leño ardiente' (teó en chapurriau)
En el antiguo poema de ficción Cantar de Mio Cid, la Tizona tiene personalidad propia, ya que su fuerza varía según el brazo que la esgrime, aterrorizando a los adversarios indignos. Mientras la Tizona está en posesión de los infantes de Carrión, estos desdeñan su fuerza. Tras la afrenta de Corpes, el Cid recupera sus espadas y entrega la Tizona a Pedro Bermúdez para su duelo con el infante Ferrán González. Este se declara vencido antes del combate a espada, atemorizado al ver a Pedro Bermúdez desenvainar la Tizona:
Él dexó la lança, e mano al espada metió;
cuando lo vio Ferrán Gonçález, conuvo [reconoció] a Tizón,
antes qu'el colpe esperasse dixo: —¡Vençudo só!—
Cantar de mio Cid, versos 3642–3645. Edición de Montaner Frutos (2011:213-214).
Marrero Cabrera, Juan Antonio: «La Tizona en Palacio», en MILITARIA. Revista de Cultura Militar, 2000, pp. 157–167.
http://147.96.1.15/BUCM/revistas/amm/02148765/articulos/MILT0000110157A.PDF
Montaner Frutos, Alberto (ed. lit., estudio y notas), Cantar de mio Cid, Barcelona, Galaxia Gutenberg; Real Academia Española, 2011.
ISBN 978-84-8109-908-9
https://www.caminodelcid.org/cid-historia-leyenda/cantar-mio-cid/
sábado, 4 de mayo de 2019
LA AYUDA DE PEDRO RUIZ DE AZAGRA AL CID
mayoría infiel, constituía un auténtico reto para toda la Cristiandad. Era, en realidad, un sueño inalcanzable por el momento y ni siquiera el rey de Castilla, uno de los más poderosos de su
momento, hubiera podido llevar a cabo semejante empresa, aun reuniendo a todas sus fuerzas, pues Valencia estaba densamente poblada y demasiado alejada del territorio cristiano como para aventurarse en su reconquista.
Cid Campeador, a quien recurrían unos y otros para encomendarle las más arduas empresas de armas y batallas. También en esta ocasión fue necesaria la intervención de Rodrigo Díaz de Vivar, el verdadero nombre del Cid, quien, con su ánimo y valentía, además de un gran esfuerzo, mantuvo cercada a la ciudad de Valencia durante nueve meses seguidos, hasta que, finalmente, logró capturarla y tomar posesión de ella.
eso era más inconcebible la victoria del Cid Campeador. Tan increíble parecía la empresa cidiana que algunos se empeñaron en decir que don Rodrigo contó con la ayuda inestimable de don Pedro Ruiz de Azagra, señor de Albarracín, hecho que todavía confiere a la reconquista de Valencia un mayor contenido legendario, puesto que don Pedro, el señor de Santa María de Albarracín —sin duda un magnífico estadista y un esforzado y valeroso hombre de armas—, vivió muchos años después de la hazaña protagonizada por don Rodrigo Díaz de Vivar.
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| Castillo y muralla de Albarracín |
https://www.casadevelazquez.org/publications/librairie-en-ligne/livre/identidad-y-representacion-de-la-frontera-en-la-espana-medieval-siglos-xi-xiv/
viernes, 3 de mayo de 2019
SANTIAGO AYUDA AL CID EN TORRENUBLOS
(SIGLO XI. LA IGLESUELA DEL CID)
del Maestrazgo, camino de sus dominios levantinos, intentando debilitar las fuerzas musulmanas de su retaguardia, se vio en la necesidad de entablar batalla con un potente contingente armado musulmán, encuentro que tuvo como escenario concreto la llanada que da entrada a la actual ermita del Cid, donde se dice que había fundado el poblado de Torrenublos, cerca de La Iglesuela del Cid.
tierras de Levante.
Ni que decir tiene que esta ayuda inesperada dio bríos nuevos a los guerreros cristianos, a la vez que
los combatientes moros quedaron atónitos y asustados, acabando por perder una batalla que sólo unos minutos antes creían tener ganada.
tierras turolenses, dedicado al Apóstol, al que por aquí se le llamaba no Santiago sino san Jaime.
Quiso el Cid recordar así la victoria que consiguiera merced a su intervención milagrosa.
Iglesuela del Cid..., pág. 62.]
http://worldcat.org/identities/lccn-n96043623
https://es.wikipedia.org/wiki/La_Iglesuela_del_Cid

EL CID, EN CALANDA
| Templo del Pilar (Calanda) |
PEDRO I DE ARAGÓN LUCHA CONTRA EL CID CAMPEADOR
primero, y más tarde hacia Monzón. Los vigías de Pedro I pusieron al monarca aragonés al corriente de las andanzas del Cid, de modo que, sabiendo que se acercaba, se aproximó con sus caballeros hasta
Piedra Alta, donde decidió elegir un paraje adecuado y plantó sus tiendas de campaña para esperarle.
«a holgarse por el campo,
armados de buena guisa»,
o sea, a divertirse un poco con un simple ejercicio. Enterados los aragoneses a través de su red de espías de los movimientos de esta partida, les salieron al paso desde su improvisado campamento con ciento cincuenta guerreros, entablando un lucha desigual contra el Cid y sus hombres, en una especie de improvisada justa o torneo, pues, de común acuerdo, decidieron luchar uno contra uno sucesivamente.
«como es muy honrado»,
dice el legendario romance, accedió a su petición.
lunes, 29 de abril de 2019
RAMIRO I LUCHA POR CALAHORRA
en forma de romance, cómo resolvieron los hermanos Fernando I, rey
de Castilla y León, y Ramiro I, rey de Aragón, la contienda entablada entre ambos por la posesión de Calahorra, importante
enclave del curso medio del Ebro en tierras riojanas. «Por quitar
muertes y guerras», acordaron que lidiasen solamente dos caballeros,
uno de cada bando, de modo que el vencedor obtendría la plaza para
su señor, quien la dominaría en adelante.
nombró para que le representara en la lid al famoso guerrero Rodrigo
de Vivar, mientras Ramiro, el aragonés, depositaba su confianza en
Martín González. Ambos paladines acudieron convenientemente
pertrechados al campo de batalla convenido al efecto, entablando un
duro y cruento combate cuerpo a cuerpo. Cuando ya estaban quebradas
las lanzas y heridos ambos contendientes, Martín gritó
bravuconamente al Cid que
«non volveréis a Castilla…
/ ni Jimena, vuestra esposa,
/ jamás vos verá a su lado».
Rodrigo, enfurecido por aquellas palabras, se encomendó a Dios y comenzó a
combatir a Martín con tales fuerzas, que lo derribó al suelo,
segándole la cabeza con su espada.
sangre el arma y dar gracias a Dios por la victoria que acababa de
lograr para su rey y su reino, se dirigió el Cid Campeador a los
jueces de la contienda preguntándoles si debía hacer algo más para
ganar definitivamente la ciudad, concluyendo éstos que, según el
trato pactado, el rey aragonés Ramiro I había perdido todos sus
posibles derechos sobre la misma. El rey Fernando se dirigió raudo
hacia él para abrazarlo y felicitarlo. Calahorra sería en adelante
castellana.

- Amela Valverde, Luis (2002) "Calagurris y la fijación de nuevos límites territoriales en la antigüedad". Kalakorikos, n.º 7, pp. 31-50.
- Amigos de la Historia de Calahorra (2011). "Historia de Calahorra"
- Catalán Carbonell, Fernando; Valoria Escalona, Miguel Ángel; Catalán Carbonell, José Joaquín (1970). "Conozca Calahorra y su comarca". Calahorra: Gráficas Numancia.
- de Felipe Castillón, Jesús (2000). "Calahorra". León: Edilesa.
- Gómez Fraile, José M.ª (2001) "Sobre la adscripción étnica de Calagurris y su entorno en las fuentes clásicas". Kalakorikos, n.º 6, pp. 27-70.
- Gutiérrez Achútegui, Pedro (1959) "Historia de la muy noble, antigua y leal ciudad de Calahorra". Logroño: Talleres Gráficos de Editorial Ochoa
- Schulten, Adolf (1927) "Las referencias sobre los Vascones hasta el año 810 después de J.C.". Revista Internacional de Estudios Vascos.
- Ayuntamiento de Calahorra
- Página de Calahorra
- Video promocional de la ciudad
- A. de Peregrinos del Sr. Santiago de Galicia de Calahorra


