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lunes, 22 de junio de 2020

246. EL CELEBRADO SALTO DE PERO GIL, ESCUDERO DEL CID


246. EL CELEBRADO SALTO DE PERO GIL, ESCUDERO DEL CID
(SIGLO XI. TRAMACASTILLA)

246. EL CELEBRADO SALTO DE PERO GIL, ESCUDERO DEL CID  (SIGLO XI. TRAMACASTILLA)


En cierta ocasión, cabalgaba el Cid con sus mesnadas por las tierras altas de la sierra de Albarracín. Iba camino de Valencia, tras haber pasado unos días en el palacio de la Aljafería, junto al rey moro de Sarakusta, su aliado. Se enteró el rey musulmán de Albarracín de la presencia en sus tierras de don Rodrigo y organizó una partida de jinetes armados, ordenándoles que hostigaran simplemente a las tropas cristianas, pero sin presentar batalla campal abierta. Avanzaban con absoluto sigilo para tratar de aprovechar al máximo el factor sorpresa.

Una tarde, cuando el sol estaba todavía muy alto en el horizonte, avistaron al grueso de la hueste cristiana junto al Villar, pero, dada la diferencia de fuerzas, decidieron seguir vigilantes y esperar a la noche. Sin embargo, un vigía moro descubrió, algo separados del resto, a un grupo de cuatro o cinco caballeros, entre los que se encontraba el Cid, así es que decidieron atacar al considerarse superiores.

El Cid y los suyos, apenas repuestos de la sorpresa, se aprestaron a la lucha. El cuerpo a cuerpo inevitable dejó algunos muertos sobre el monte y don Rodrigo se pudo poner a salvo, mas Pero Gil, su fiel escudero, salió huyendo por la inmensa llanada que tenía enfrente confiando en la velocidad de su caballo. Los perseguidores, conocedores del terreno, aflojaron incluso la carrera, sabedores de que al final del llano el fugitivo se encontraría con una foz inmensa que le obligaría a detenerse y por lo que quedaría a su merced.

En efecto, el corcel conducía a Pero Gil directamente hacia el profundo desfiladero de Barrancohondo. En su estrecha base, sólo cabía el hilillo de agua del río Guadalaviar. Al llegar al borde del precipicio, su caballo se detuvo temeroso del abismo que se abría a sus pies. Mas Pero Gil aguijoneó con fuerza al bruto, se abrazó a su cuello, y ambos aparecieron al otro lado del profundo foso. Los jinetes moros, llenos de espanto y de admiración a la vez, no se atrevieron a emular al cristiano, que, una vez libre, pudo llegar junto al Cid, que celebró su regreso.

Tan inverosímil gesta impresionó tanto a todos que los juglares cristianos y moros la cantaron pronto convertida en versos, difundiéndola de castillo en castillo, de plaza en plaza, de palacio en palacio.

[Tomás Laguía, César, «Leyendas y tradiciones...», Teruel, 12 (1954), 146-148.]

domingo, 14 de junio de 2020

197. EL TESORO ESCONDIDO DE ALÍ MOHAL


197. EL TESORO ESCONDIDO DE ALÍ MOHAL (SIGLO XI. MONREAL DEL CAMPO)

Tras arduos y sucesivos intentos, Rodrigo Díaz se apoderó, por fin, de Valencia. La población musulmana pudo permanecer en sus casas, pero el Cid gravó a estas comunidades con ingentes impuestos y, en muchas ocasiones, tuvieron problemas para reunir el dinero. El ex rey valenciano Alcadir era uno de los que tenían dificultades para pagar su cuota, de manera que acudió a solicitar ayuda a un rico moro llamado Alí Mohal. Pero éste, un verdadero usurero, no estaba dispuesto a prestar un dinero que consideraba de difícil recuperación, así es que cargó sus inmensos tesoros en un número interminable de mulas y salió huyendo hacia el interior del país.

Llegó Alí Mohal a Segorbe, donde el tributo a pagar por su señor se estipulaba en seis mil dinares. Por miedo a ser requerido para otro préstamo, también huyó. En Jérica, la cantidad debida ascendía a tres mil dinares, que tampoco estaba dispuesto a adelantar, y prosiguió, por lo tanto, su camino. En Albarracín, el tributo todavía era más elevado, así es que ni se detuvo. En ese constante deambular, Alí Mohal se dirigió al amplio valle del Jiloca hasta encontrar, en las cercanías de Monreal, un lugar que estimó seguro para guardar su inmenso tesoro. Se trataba de una cueva, la que hoy se conoce como «El Caño del Gato» o, mejor, «La Gruta del Gato». Invirtió bastante dinero, aunque, en realidad, era una parte ínfima de su riqueza para adecuar y adecentar la cueva, disimulando perfectamente la entrada para que pasara inadvertida.
197. EL TESORO ESCONDIDO DE ALÍ MOHAL (SIGLO XI. MONREAL DEL CAMPO)
Alí Mohal convirtió la oquedad en una magnífica vivienda, en la que se encerró con al menos doce esposas, todas ellas bonitas y jóvenes, que fue sumando a su harén en cada población visitada. En las largas horas de espera, para mejor disimular sus tesoros, los introdujo en sacos cosidos con pieles de gato.
Un día, Alí Mohal fue descubierto cabalgando por la comarca y, a toda prisa, se escondió en su cueva palacio. Para mayor seguridad, decidió tapiar la entrada, pero provocó un movimiento de rocas, de modo que el desprendimiento cerró por completo el acceso, enterrando para siempre al usurero. Por eso generaciones de ayer y de hoy han buscado el tesoro, pero sólo han hallado huesos humanos y restos de bolsas de piel.
[Datos proporcionados como «El Caño del Gato», por Ángel Fuertes, Miguel A. Sánchez, Ángel Villava y Alberto Villar. Colegio «Ntra. Sra. del Pilar». Monreal del Campo.]

sábado, 6 de julio de 2019

JAIME I HEREDA LA ESPADA TIZONA


119. JAIME I HEREDA LA ESPADA TIZONA (SIGLO XIII. MONZÓN)

Un día como tantos otros, paseaban por los alrededores de Monzón un grupo de templarios y dos niños. Eran éstos el príncipe Jaime —huérfano y heredero del rey Pedro II, que había muerto en Muret— y su primo Ramón, conde de Provenza.

El papa Inocencio III, para evitar que Simón de Monfort (el gran enemigo de Pedro II) pudiera hacer daño a Jaime, encomendó al infante-niño a don Guillén de Montrodó, maestre del Temple, encargándole de su educación tanto en las letras como en los secretos de las armas. El castillo de Monzón se convirtió así en la auténtica escuela del futuro Jaime I el Conquistador.

Anduvieron hasta llegar a la ermita de la virgen de la Alegría y al regreso se detuvieron a beber agua en la fuente del Saso, cerca de la ermita de san Vicente y santa Quiteria, donde un monje hacía vida eremítica.

JAIME I HEREDA LA ESPADA TIZONA (SIGLO XIII. MONZÓN)
fuente del Saso, Monzón.

Al verlos, el eremita se acercó a la comitiva y, dirigiéndose a Jaime, le dijo que se fijara en la espada que llevaba colgada el maestre Montrodó. Era la espada Tizona que blandiera en su día el Cid, y que había llevado a Monzón la hija de éste, Cristina, cuando en 1098 se había casado con el señor de Monzón, Ramiro Sánchez.


Hizo el monje que Jaime tomara la espada y que la introdujera en el remanso acuoso de la fuente como para templarla. Luego le dijo que se la ofreciera a santa María de Lascellas. Con su patrocinio, aquella espada sería fuente de muchas venturas y valentía.

Jaime creció en edad y fue coronado como Jaime I, rey de Aragón. Abandonó Monzón e inició su reinado. Pero cuando comenzó la reconquista de Valencia, acordándose de las palabras del eremita, mandó mensajeros al castillo montisonense para que le enviaran, junto con sus joyas, la famosa espada Tizona, que alternó con las espadas Villardell y San Martín.

[Castillón, Francisco, El santuario dela Virgen de la Alegría de Monzón, págs. 79-81.]

https://es.wikipedia.org/wiki/Tizona

La Tizona o Tizón es una de las espadas (junto a la Colada) que la tradición o la literatura atribuye al Cid Campeador. Según el Cantar de mio Cid (compuesto hacia 1200) la Tizón (su nombre hasta el siglo XIV)​ pertenecía al rey Búcar de Marruecos y el Cid se la ganó en Valencia.

Al igual que sucede con la otra espada que el Cantar de mio Cid y la tradición posterior atribuye Más tarde hubo una común opinión que identificaba la espada de Jaime I de Aragón el Conquistador, llamada Tisó, con la que se atribuye en el cantar de gesta al héroe castellano, pero se trata de otra creencia legendaria, pues en el Llibre dels fets (autobiografía del rey aragonés), donde se comentan con detalle aspectos de la Tisó, no se habla del origen cidiano de ninguna manera, por lo que lo más probable es que se trate de una coincidencia en el nombre de la espada. Además, la Tisó de los reyes de Aragón procedía de Ramón Berenguer I, que poseía esta espada hacia 1020. Esto hace difícil que la espada pasara de los condes de Barcelona al Cid y luego volviera a poder de la Casa de Aragón, y es más lógico pensar que la Tisó siempre perteneció a esta Casa.

Hay otras varias Tizonas a las que se les ha atribuido ser la del Cid. Una de ellas figuraba en el inventario de los tesoros de la cámara regia de Castilla que fueron enajenados por Álvaro de Luna, recuperados en 1452 y localizados en un inventario de 1503 en el alcázar de Segovia. En dicho inventario se describía «una espada que se dice Tizona, que fue del Cid; tiene una canal por medio de amas partes, con unas letras doradas; tiene el puño e la cruz e la mançana de plata, e en ella castillos e leones de bulto [='en relieve'], e un leoncico dorado de cada parte de la cruz en medio; e tiene una vaina de cuero colorado, forrada de terciopelo verde». Esta espada era ceremonial, por los detalles de su guarnición (que reflejan la heráldica castellana) y pertenecería a algún miembro de la realeza de Castilla o de su familia; tras esta mención no hay más noticias, aunque se piensa que la hoja de espada con número de inventario G. 180 de la Real Armería de Madrid pudiera pertenecer a la espada descrita en 1503.

JAIME I HEREDA LA ESPADA TIZONA (SIGLO XIII. MONZÓN)


Otra presunta Tizona estuvo en poder de los marqueses de Falces, a quienes llegaría entregada en custodia por Fernando II de Aragón el Católico, más específicamente a la familia Velluti. Se conservaba desde por lo menos el siglo XVII en el Castillo palacio de Marcilla. Es esta la espada que se depositó en el Museo del Ejército de Madrid, aunque actualmente se expone en el Museo de Burgos, junto con otros objetos presuntamente vinculados al Cid. Es un arma de 1,153 kg. Su hoja tiene 933 mm de longitud en total (con filo 785 mm) y 43 mm de ancho máximo. La acanaladura del centro mide 336 mm.

En este canal está grabada la leyenda
«IO SOI TISONA FUE FECHA EN LA ERA DE MILE QUARENTA»
(«Yo soy Tizona. Fue hecha en la era de 1040 (año 1002)») por una de las caras y por la otra «AVE MARIA GRATIA PLENA DOMINUS MECUM [sic]». Su guarnición tiene el pomo plano, el puño largo y cónico, forrado de alambre de hierro, el arriaz es curvo y las patillas tienen pitones. Todo ello responde a una tipología que data de fines del siglo XV. La inscripción es claramente falsa; por ejemplo, la palabra Tizona se difunde solo a partir del siglo XIV, frente a Tizón, que es el término con que se la nombra en las fuentes más antiguas. Menéndez Pidal considera que esta espada es una falsificación del siglo XVI. Otros autores, como Bruhn, postularon que la hoja puede ser la de la también apócrifa Colada que se describe en el mismo inventario de 1503. Las recientes investigaciones de la Universidad Complutense de Madrid, publicadas en 2001, señalan que la hoja es del siglo XI; sin embargo el Conservador de la Real Armería Álvaro Soler del Campo indica que la hoja está formada por tres piezas soldadas y que su tipología es la misma que la de la empuñadura, guarnición y el epígrafe, que son de época de los Reyes Católicos. Todo indica, por lo tanto, que pese a lo dicho por la Universidad Complutense, se trata de una falsificación de época bastante posterior, aunque se pudieron utilizar fragmentos de hoja de espada del siglo XI para componerla.


El rey Fernando el Católico le entregó la espada al Condestable mosén Pierres de Peralta (Pedro de Peralta y Ezpeleta), primer Conde de Santisteban de Lerín, Barón de Marcilla y abuelo del primer marqués de Falces, por los servicios prestados por este en las negociaciones que permitieron su matrimonio con Isabel de Castilla. Esta espada permaneció hasta el siglo XX custodiada por los marqueses de Falces en el castillo palacio de Marcilla. Se describe la espada así: «Con empuñadura de hierro totalmente negro, hoja de dos filos, delgada, tersa, y flexible».

Después de la Guerra Civil, la espada que conservaban los marqueses de Falces, y que posteriormente estuvo depositada en el Museo del Ejército de Madrid, se trasladó, junto con todo el inventario de esta institución, a su nueva sede del Alcázar de Toledo. El propietario José Ramón Suárez del Otero, marqués de Falces, ofreció su venta al Ministerio de Cultura, que rechazó la compra por no existir constancia histórica de que realmente perteneciera al Cid y por el elevado precio exigido por el propietario (los informes del ministerio la tasaron entre 200.000 y 300.000 euros, según la agencia de noticias Reuters).

Finalmente, la Junta de Castilla y León y la Cámara de Comercio e Industria de Burgos pagaron en el 2007 1.600.000 Euros al marqués de Falces por la espada.6​7​ Se esperaba que su destino final fuese la catedral, donde se encuentra actualmente el sepulcro del Cid y de su mujer Jimena, así como otros recuerdos cidianos como su carta de arras de 1079 por el que sustituye las que le había otorgado antes de 1076 por su matrimonio​ y el llamado «cofre del Cid» con el que, según la creencia popular, el Cantar de mio Cid engañó a los judíos Raquel y Vidas; pero acabó siendo expuesta en el Museo de Burgos. El arma fue declarada Bien de Interés Cultural en 2002.

En 2013 el marqués de Falces fue condenado a pagar 750.000 euros del dinero recibido de las instituciones públicas de Castilla y León, a la familia del pescador luarqués Salustiano Fernández Suárez y su mujer Jacinta Méndez, declarados sus herederos universales por el último de los sucesores de quienes recibieron la espada en depósito: Pedro Velluti Murga, muerto soltero sin descendencia, ciego, a quien la familia Suárez había cuidado en sus últimos treinta años de vida, los diez últimos en el domicilio de la familia en Luarca.10​ Sin embargo, en noviembre de 2016 el Tribunal Supremo revocó dicha sentencia, otorgándole la razón nuevamente al Marqués de Falces.

La primera referencia a la Tizona aparece en el Cantar de mio Cid, donde se la llama Tizón. Este nombre, según el Tesoro de la lengua castellana o española de 1611, proviene del latín titio, un sinónimo de 'brasa, leño ardiente' (teó en chapurriau)

En el antiguo poema de ficción Cantar de Mio Cid, la Tizona tiene personalidad propia, ya que su fuerza varía según el brazo que la esgrime, aterrorizando a los adversarios indignos. Mientras la Tizona está en posesión de los infantes de Carrión, estos desdeñan su fuerza. Tras la afrenta de Corpes, el Cid recupera sus espadas y entrega la Tizona a Pedro Bermúdez para su duelo con el infante Ferrán González. Este se declara vencido antes del combate a espada, atemorizado al ver a Pedro Bermúdez desenvainar la Tizona:

Él dexó la lança, e mano al espada metió;
cuando lo vio Ferrán Gonçález, conuvo [reconoció] a Tizón,
antes qu'el colpe esperasse dixo: —¡Vençudo só!—

Cantar de mio Cid, versos 3642–3645. Edición de Montaner Frutos (2011:213-214).

Marrero Cabrera, Juan Antonio: «La Tizona en Palacio», en MILITARIA. Revista de Cultura Militar, 2000, pp. 157–167.

http://147.96.1.15/BUCM/revistas/amm/02148765/articulos/MILT0000110157A.PDF

Montaner Frutos, Alberto (ed. lit., estudio y notas), Cantar de mio Cid, Barcelona, Galaxia Gutenberg; Real Academia Española, 2011.
ISBN 978-84-8109-908-9


https://www.caminodelcid.org/cid-historia-leyenda/cantar-mio-cid/


L'espasa de Vilardell és una de les espases de virtut o folklòriques més famoses de Catalunya, tal com reflecteix Martí de Riquer al seu llibre Llegendes històriques catalanes. És potser la llegenda més potent i més ben girada de l'imaginari català, equivalent a la famosa espada Excàlibur de la llegenda del Rei Artús.


sábado, 4 de mayo de 2019

LA AYUDA DE PEDRO RUIZ DE AZAGRA AL CID

2.45. LA AYUDA DE PEDRO RUIZ DE AZAGRA AL CID (SIGLO XI. ALBARRACÍN)

Albarracín, Teruel, Aragón, panorámica


La conquista de Valencia, ciudad situada dentro del territorio musulmán y con una población en su mayoría infiel, constituía un auténtico reto para toda la Cristiandad. Era, en realidad, un sueño inalcanzable por el momento y ni siquiera el rey de Castilla, uno de los más poderosos de su momento, hubiera podido llevar a cabo semejante empresa, aun reuniendo a todas sus fuerzas, pues Valencia estaba densamente poblada y demasiado alejada del territorio cristiano como para aventurarse en su reconquista.
Sin embargo, el mundo cristiano contaba en esos momentos con un valeroso caballero, el Cid Campeador, a quien recurrían unos y otros para encomendarle las más arduas empresas de armas y batallas. También en esta ocasión fue necesaria la intervención de Rodrigo Díaz de Vivar, el verdadero nombre del Cid, quien, con su ánimo y valentía, además de un gran esfuerzo, mantuvo cercada a la ciudad de Valencia durante nueve meses seguidos, hasta que, finalmente, logró capturarla y tomar posesión de ella.
Los moros valencianos contaron con la importante colaboración del rey Búcar y de los almorávides, por eso era más inconcebible la victoria del Cid Campeador. Tan increíble parecía la empresa cidiana que algunos se empeñaron en decir que don Rodrigo contó con la ayuda inestimable de don Pedro Ruiz de Azagra, señor de Albarracín, hecho que todavía confiere a la reconquista de Valencia un mayor contenido legendario, puesto que don Pedro, el señor de Santa María de Albarracín —sin duda un magnífico estadista y un esforzado y valeroso hombre de armas—, vivió muchos años después de la hazaña protagonizada por don Rodrigo Díaz de Vivar.
En efecto, a don Pedro se le reconoce su estrecha relación con Valencia, en tiempos del rey Lobo, de quien era amigo, pero el pueblo estima que su inclinación por la ciudad levantina se basaba en haberla conocido cuando ayudó con sus tropas al Cid.
[Zurita, Jerónimo, Anales..., libro I, pág. 137.]


Albarracín es un municipio y localidad español del suroeste de la provincia de Teruel, en la comunidad autónoma de Aragón. Cuenta con una población de 1054 habitantes (INE 2016). La localidad es Monumento Nacional desde 1961; posee la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes de 1996, y se encuentra propuesta por la Unesco para ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la belleza e importancia de su patrimonio histórico.

Se encuentra situada cerca de la antigua ciudad romana de Lobetum. Los árabes llamaron al lugar Alcartam que se derivaría del antiguo topónimo de Ercávida, pasando a denominarse más tarde como Aben Razin, nombre de una familia bereber de donde se derivaría su nombre actual. Otros opinan que el término «Albarracín» derivaría del celta alb, 'montaña', y ragin, 'viña', 'uva' o del antropónimo Razin.

Sin duda el topónimo procede de Ibn (ben) hijo de Razin (reyes taifas de Albarracín desde la fitna hasta Ibn Mardanís, rey Lobo de Murcia. Es decir, el lugar de los hijos de Razin, aunque hasta el siglo xix su nombre oficial es Ciudad de Santa María de Albarracín, denominándose en época islámica Santa María de Oriente.

El casco antiguo se encuentra construido sobre las faldas de una montaña, rodeada casi en su totalidad por el río Guadalaviar. Al norte se encuentra la sierra de Albarracín, y al sur los montes Universales. Parte de su término municipal está ocupado por el Paisaje protegido de los Pinares de Rodeno.

En los alrededores nacen los ríos Guadalaviar, Tajo, Júcar, Cabriel y Jiloca.

Su término municipal es, por razones históricas, uno de los más grandes de la provincia de Teruel (sólo superado por el de Alcañiz) y en él se encuentran las localidades de: Albarracín (capital del municipio), El Cañigral, Las Casillas de Bezas, Collado de la Grulla, Valle Cabriel, El Membrillo, San Pedro y Valdevecar.

El pueblo está encaramado en un peñón y rodeado por el Guadalaviar. Por este lado y mirando hacia el río se hallan edificadas las casas colgadas. Dentro del pueblo sus calles son empinadas y estrechas, con rincones muy pintorescos. La construcción ofrece la original arquitectura popular con la forja propia de la provincia además de tener el color rojizo característico llamado rodeno.

La localidad se divide en dos zonas: la parte antigua, la Ciudad, con sus casas colgadas sobre la hoz del río; y el Arrabal, situado en la vega del Guadalaviar.

En la Edad de Hierro estuvo habitada por la tribu celta de los lobetanos. Se han encontrado importantes pinturas rupestres epipaleolíticas y neolíticas de estilo levantino, esquemático y semiesquemático en el pinar del rodeno. Durante la época romana se llamó, al parecer, Lobetum, y en tiempos de los visigodos, Santa María de Oriente.

Durante el período andalusí, concretamente el siglo xi, el clan bereber de los Banu Razin alcanzó el poder convirtiéndose en la dinastía soberana de la taifa de Albarracín. De este linaje procede el propio nombre de la población (al-Banu Razin: (la ciudad) de los hijos de Razín). De esta magnífica etapa se conservan dos importantes testimonios: la torre del Andador –situada en lo alto del recinto exterior– y el castillo de Albarracín, que albergó la antigua alcazaba de los Banu Razin.

La taifa pasó posteriormente, por cesión y no por conquista, a la familia cristiana de linaje navarro de los Azagra, que mantuvieron de facto la independencia de Castilla y de Aragón desde 1170, llegando a crear un obispado propio. También el poderoso linaje de Lara ejerció su soberanía sobre Albarracín. Tras el fracaso de conquista por parte de Jaime I en 1220, es Pedro III de Aragón quien la conquistó en 1285 tras sitiarla, pasando definitivamente a la Corona de Aragón en 1300. Esta serie de hechos políticos tuvieron como base la importancia de la fortaleza y del sistema defensivo de Albarracín.

Es una antigua sede episcopal denominada, primero Arcabricense y después Segobricense hasta que, tras la desmembración de las iglesias de Segorbe (Castellón) de las iglesias de Albarracín, paso a denominarse Albarracinense, tras la Bula Papal de Juan Pablo II, mantiene su independencia pero pasa a ser regida por el Obispo de Teruel que es también Obispo de Albarracín.

El 21 de junio de 1257 el rey Jaime I concedió en Teruel a la Comunidad de Santa María de Albarracín o Comunidad de aldeas de Albarracín el privilegio sobre competencia de jurisdicción de sexmeros, asistentes y jurados de dicha Ciudad.

Durante la Guerra Civil Española tuvieron lugar en la localidad combates entre las tropas republicanas y las franquistas, cambiando varias veces el control de la población entre ambos bandos. En julio de 1937 tuvo lugar una ofensiva republicana sobre la localidad, constituyendo el mayor enfrentamiento bélico habido en la localidad durante la guerra. En un rápido ataque, el 8 de julio los republicanos se hicieron con el control de la localidad a excepción del ayuntamiento y la catedral, en los que permanecieron sitiados militares y civiles que se habían refugiado previamente. Los sublevados reaccionaron enviando refuerzos y el 13 de julio lograron reconquistar la localidad y expulsar a las tropas republicanas.

La localidad es Monumento Nacional desde 1961; posee la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes de 1996, y se encuentra propuesta por la Unesco para ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la belleza e importancia de su patrimonio histórico.

Conjunto histórico de Albarracín: su conjunto histórico está declarado como bien de interés cultural con el código RI-53-0000030.10​
Catedral del Salvador: situada junto al castillo, es del siglo xvi con una sola nave y capillas laterales. En su museo hay buenos tapices flamencos historiados con la vida de Gedeón.
Alcázar de Albarracín: ubicado en el casco antiguo, recientemente ha sido restaurado y acondicionado para su visita. Entre 2004 y 2006 se han realizado excavaciones arqueológicas y se han restaurado sus estructuras. Si bien conserva un potente recinto amurallado, su interior alberga un interesante campo arqueológico de época medieval. Fue alcázar andalusí, al convertirse el clan de los Banu-Razin en soberanos de este pequeño reino de taifa en el siglo xi, que dio nombre a la ciudad. Durante el siglo xiii y el xiv siguió siendo residencia de los señores de Albarracín, y, tras la conquista aragonesa de la ciudad en 1284, se transformó casi completamente. La fortaleza estuvo ocupada hasta finales del siglo xvi; fue destruida en el siglo xviii tras la Guerra de Sucesión.
Palacio episcopal: se encuentra junto a la catedral. Tiene portada barroca.
Casa Consistorial: se encuentra en la plaza del Ayuntamiento. Es del siglo xvi, con balcones de madera y un corredor corrido sobre el río.
Casa de la Julianeta: casa de construcción popular, se encuentra en el Portal de Molina.
Murallas de Albarracín: del siglo xiv, de construcción cristiana.
Torre del Andador, de aparejo musulmán del siglo x y xi, reforzada con un pequeño recinto rectangular.
Torre de doña Blanca, simétrica a la del Andador, se halla en el extremo del espolón.
Torre de la Muela, hoy desaparecida; similar a las del Andador y de doña Blanca, se hallaba al otro lado del río.

LA AYUDA DE PEDRO RUIZ DE AZAGRA AL CID (SIGLO XI. ALBARRACÍN)
Castillo y muralla de Albarracín


Pedro Ruiz (Rodríguez) de Azagra (muerto en 1186) fue un noble y hombre de armas navarro que se estableció en el señorío independiente de Albarracín, el cual permaneció bajo esta condición hasta 1284.

Era el segundo hijo de Rodrigo Pérez de Azagra. Su hermano mayor fue Gonzalo Ruiz de Azagra y su hermano menor, y a la postre sucesor suyo, Fernando Ruiz de Azagra.

Pedro se casó con Toda (o Tota) Pérez, la hija de otro noble navarro, Pedro de Arazuri. Estos dos Pedros se enajenaron de Navarra prácticamente al mismo tiempo, probablemente porque no aceptaron la sucesión de Sancho VI de Navarra en 1154, después de la muerte de su padre García Ramírez. Entró a formar parte entonces de las huestes a servicio de Muhammad ibn Mardanis, a la sazón gobernante de la taifa de Valencia y Murcia, entre 1166 y 11682​ (o tal vez posteriormente durante los años 1169–1170).

Ibn Mardanis le confió el señorío de Albarracín con la idea de defender el flanco norte de su taifa del expansionismo de Alfonso II de Aragón. Pedro comenzó inmediatamente a cristianizar su señorío, erigiendo iglesias y fundando un obispado. Su negativa a reconocer la soberanía aragonesa a través de su obispo Martin, el cual rechazó reconocer la supremacía del Obispo de Zaragoza, a pesar de ser ordenado para que así fuera por el mismísimo Papa. Pedro también repobló la región de Albarracín, mayoritariamente con colonos provenientes de Navarra.

Pedro se mostró generalmente amistoso con Navarra y con Alfonso VIII de Castilla. En agosto de 1170, él mismo junto con su hermano Gonzalo toman parte en la comitiva enviada por Alfonso VIII para conocer a su prometida, Leonor, en Burdeos escoltándole hasta la presencia del rey.​ Incluso cuando su suegro se alineó con Castilla, Pedro permaneció neutral. En 1172, Cerebruno, el arzobispo de Toledo en Castilla y primado de España, consagró al obispo de Santa María de Albarracín y le incorporó a su diócesis.​ En 1176, Pedro el cual se auto intitulaba como vasallo de Santa María, un título que emplearían la mayoría de sus sucesores, proclamaba ninguna soberanía en la tierra sobre él, exceptuando la Virgen María en el cielo.

En enero de 1180 le vemos firmando en la tercera columna del Fuero de Villasila y Villamelendro firmado en Carrión de los Condes como Petrus Roderici de Azagra, confirmat.

https://www.celtiberia.net/es/conocimientos/?idp=7058

Un tal "Peire Rois" mencionado en el poema Quan vei pels vergiers despleiar, donde el sirviente de Bertran de Born, sea probablemente el citado Pedro Ruiz de Azagra. Compuesto probablemente en 1184, la canción de Bertran es la segunda arenga anti Aragonesa.


Pedro Ruiz de Azagra no dejó descendencia masculina directa, sucediéndole su hermano menor Fernán. Por el contrario sí que dejó una hija llamada Toda Pérez de Azagra, la cual casó con Diego López II de Haro, falleciendo el 16 de enero de 1216.

Asperti, Stefano (2001). "Per «Gossalbo Roitz»." Convergences médiévales: épopée, lyrique, roman. Mélanges offerts à Madeleine Tyssens. Nadine Henrard, Paola Moreno, and Martine Thiry-Stassin, edd. Paris: De Boeck Université.
Buresi, Pascal (2004). La frontière entre chrétienté et Islam dans la péninsule Ibérique: du Tage à la Sierra Morena (fin XIe-milieu XIIIe siècle). Editions Publibook.
Doubleday, Simon R. (2001). The Lara Family: Crown and Nobility in Medieval Spain. Harvard University Press.
Ladero Quesada, Miguel Ángel (2001). "Sobre la evolución de las fronteras medievales hispánicas (siglos XI a XIV)." Identidad y representación de la frontera en la España medieval, siglos XI–XIV: seminario celebrado en la Casa de Velázquez y la Universidad Autónoma de Madrid, 14–15 de diciembre de 1998. Carlos de Ayala Martínez, Pascal Buresi, Philippe Josserand, edd. Madrid: Casa de Velázquez, pp. 5–50.
https://www.casadevelazquez.org/publications/librairie-en-ligne/livre/identidad-y-representacion-de-la-frontera-en-la-espana-medieval-siglos-xi-xiv/
Suárez Fernández, Luis (1976). Historia de España antigua y media. Ediciones Rialp.

viernes, 3 de mayo de 2019

SANTIAGO AYUDA AL CID EN TORRENUBLOS


2.41. SANTIAGO AYUDA AL CID EN TORRENUBLOS (SIGLO XI. LA IGLESUELA DEL CID)

Durante una de las varias expediciones que realizó Rodrigo Díaz de Vivar por las altas y hermosas tierras del Maestrazgo, camino de sus dominios levantinos, intentando debilitar las fuerzas musulmanas de su retaguardia, se vio en la necesidad de entablar batalla con un potente contingente armado musulmán, encuentro que tuvo como escenario concreto la llanada que da entrada a la actual ermita del Cid, donde se dice que había fundado el poblado de Torrenublos, cerca de La Iglesuela del Cid.
Las huestes cristianas de don Rodrigo, habituadas a vencer en mil escaramuzas y batallas, se vieron en esta ocasión acorraladas por un ejército mucho mayor en número y más descansado. La derrota estaba a punto de consumarse sin remedio, lo cual podía haber tenido consecuencias negativas importantes en las tierras de Levante.
Sin embargo, al grito habitual de guerra de «¡Santiago y cierra España!» de los desesperados soldados del Cid, apareció milagrosa e inmediatamente el Apóstol, cabalgando sobre un hermoso caballo, mostrando la cruz de san Jorge sobre su estandarte blanco. Su silueta se recortó enhiesta en el cielo, sobre la Peña del Morrón. El jinete, espoleando a la bestia, logró de ésta un fantástico salto, de modo que se presentó en la explanada en la que tenía lugar la desigual pelea. Debido al peso del caballo y del jinete, caídos desde tan larga distancia, la pata izquierda del corcel quedó marcada en la roca dura, señal que todavía puede verse hoy, a pesar del tiempo transcurrido.
Ni que decir tiene que esta ayuda inesperada dio bríos nuevos a los guerreros cristianos, a la vez que los combatientes moros quedaron atónitos y asustados, acabando por perder una batalla que sólo unos minutos antes creían tener ganada.

Cuando todo acabó, una vez atendidos los heridos y enterrados los muertos, tras poner a buen recaudo los cautivos moros y habiendo sido repartido el botín, el Cid dio descanso a los suyos. Mientras, junto a la huella que dejara la pata del caballo, se levantó un hermoso peirón, a la manera de estas tierras turolenses, dedicado al Apóstol, al que por aquí se le llamaba no Santiago sino san Jaime. Quiso el Cid recordar así la victoria que consiguiera merced a su intervención milagrosa.
[Faci, Roque A., Aragón..., II, págs. 44-45.
Alejos Puig-Izquierdo, Fidel, La Iglesuela del Cid..., pág. 62.]


https://es.wikipedia.org/wiki/Santiago_el_Mayor


http://worldcat.org/identities/lccn-n96043623

https://es.wikipedia.org/wiki/La_Iglesuela_del_Cid

SANTIAGO AYUDA AL CID EN TORRENUBLOS (SIGLO XI. LA IGLESUELA DEL CID)

EL CID, EN CALANDA


2.40. EL CID, EN CALANDA (SIGLO XI. CALANDA)

Rodrigo Díaz de Vivar —uno de los mayores estrategas, guerreros y políticos de su tiempo— fue un viajero de constante caminar, apareciendo siempre mezclado en acciones bélicas de todo tipo o en foros políticos diversos, tanto en territorio bajo dominio cristiano como musulmán, convirtiéndose, sin ningún género de dudas, en un personaje decisivo en la configuración geopolítica peninsular del momento.
En ese constante ir y venir de un lado a otro, el Cid Campeador vivaqueó en varias ocasiones por las tierras altas y quebradas del Bajo Aragón y, sobre todo, por las del Maestrazgo, llegando incluso a fundar, según la legendaria tradición, una nueva población para que le sirviera de apoyo logístico en sus acciones guerreras. / La Iglesuela del Cid /

Muchas son las evidencias del paso del Cid en varios pueblos de tan amplias comarcas, cual es el caso de Calanda, población en la que, en cierta ocasión, tuvo que refugiarse a todo galope dada la persecución de que era objeto, saltando con su caballo el arroyo que las lluvias torrenciales habían crecido, célebre y recordado salto del que todavía queda hoy una huella visible en la roca, la llamada «Pota del Caballo». Las prisas de la acción no le permitieron entrar normalmente ni por el «puente Cil» ni por el «arco del Cid», nombres que los calandinos les pusieron en honor de tan famoso personaje.
[Anónimo, «Puente y Portal del Cid», en Variedades, BHGBA, I-II (1908), 35.]


El Puente Cid de Calanda, también llamado "Puente romano", es un viaducto situado sobre el río Guadalopillo. Data del finales del siglo XVIII. Recibe este nombre en homenaje al Cid Campeador, quien pasó por estas tierras.

Templo del Pilar (Calanda)



PEDRO I DE ARAGÓN LUCHA CONTRA EL CID CAMPEADOR


2.39. PEDRO I DE ARAGÓN LUCHA CONTRA EL CID (SIGLO XI. PERALTA)

Después de haber cometido verdaderos estragos a los moros levantinos en la comarca de Onda y Almenar y soportada una larga y fatigosa cabalgada de varias jornadas, llegó el Cid Campeador con sus hombres a las puertas de la musulmana ciudad de Zaragoza. Tal como era habitual, el guerrero castellano fue huésped en el palacio del rey moro de la Aljafería, donde recuperó fuerzas y recompuso su hueste.

PEDRO I DE ARAGÓN LUCHA CONTRA EL CID CAMPEADOR

Tras descansar unos días en la ciudad del Ebro, partió de nuevo con sus hombres en dirección a Huesca, primero, y más tarde hacia Monzón. Los vigías de Pedro I pusieron al monarca aragonés al corriente de las andanzas del Cid, de modo que, sabiendo que se acercaba, se aproximó con sus caballeros hasta Piedra Alta, donde decidió elegir un paraje adecuado y plantó sus tiendas de campaña para esperarle.
Llegado el Cid a Monzón, determinó pasar allí unos días, uno de los cuales salió a recorrer la comarca acompañado por doce caballeros de su confianza
«a holgarse por el campo,
armados de buena guisa»,
o sea, a divertirse un poco con un simple ejercicio. Enterados los aragoneses a través de su red de espías de los movimientos de esta partida, les salieron al paso desde su improvisado campamento con ciento cincuenta guerreros, entablando un lucha desigual contra el Cid y sus hombres, en una especie de improvisada justa o torneo, pues, de común acuerdo, decidieron luchar uno contra uno sucesivamente.
A pesar de ser muchos menos en número, el grupo del Cid venció a los caballeros aragoneses, apresando a siete de ellos con sus caballos y armas, mientras los demás huían temerosos del campo de batalla. Las horas que siguieron a la refriega fueron tensas, pero, tras suplicar los vencidos clemencia al Campeador para que los dejara en libertad, don Rodrigo,
«como es muy honrado»,
dice el legendario romance, accedió a su petición.
[Gella, José, Romancero Aragonés, págs. 53-55.]




Et él después que ovo leídas las cartas, como quier que ende oviese gran pesar, non quiso ý ál fazer, ca non avié plazo más de nueve días en que saliese. Enbió por sus parientes e por sus vasallos, e díxoles cómo el rey le mandava salir de su tierra e que non le dava de plazo más de nueve días, e que querié saber d’ellos cuáles querién ir con él o cuáles fincar. Minaya Álvar Fáñez le dixo: “Cid, todos iremos convusco e servos hemos leales vasallos”. Todos los otros dixieron otrosí que irién con él donde quier que él fuese, e que se non quitarién d’él nin le desamparién por ninguna guisa. El Cid gradeciógelo estonces mucho, e díxoles que si Dios le bien feziese, que gelo galardonarié muy bien. Otro día salió el Cid de Bivar con toda su compaña

lunes, 29 de abril de 2019

RAMIRO I LUCHA POR CALAHORRA


2.24. RAMIRO I LUCHA POR CALAHORRA (SIGLO XI. CALAHORRA)

Cuenta la leyenda, que fuera recogida en forma de romance, cómo resolvieron los hermanos Fernando I, rey de Castilla y León, y Ramiro I, rey de Aragón, la contienda entablada entre ambos por la posesión de Calahorra, importante enclave del curso medio del Ebro en tierras riojanas. «Por quitar muertes y guerras», acordaron que lidiasen solamente dos caballeros, uno de cada bando, de modo que el vencedor obtendría la plaza para su señor, quien la dominaría en adelante.
Fernando, el monarca castellanoleonés, nombró para que le representara en la lid al famoso guerrero Rodrigo de Vivar, mientras Ramiro, el aragonés, depositaba su confianza en Martín González. Ambos paladines acudieron convenientemente pertrechados al campo de batalla convenido al efecto, entablando un duro y cruento combate cuerpo a cuerpo. Cuando ya estaban quebradas las lanzas y heridos ambos contendientes, Martín gritó bravuconamente al Cid que
«non volveréis a Castilla
/ni Jimena, vuestra esposa,
/jamás vos verá a su lado».
Rodrigo, enfurecido por aquellas palabras, se encomendó a Dios y comenzó a combatir a Martín con tales fuerzas, que lo derribó al suelo, segándole la cabeza con su espada.
Tras limpiar parsimoniosamente de sangre el arma y dar gracias a Dios por la victoria que acababa de lograr para su rey y su reino, se dirigió el Cid Campeador a los jueces de la contienda preguntándoles si debía hacer algo más para ganar definitivamente la ciudad, concluyendo éstos que, según el trato pactado, el rey aragonés Ramiro I había perdido todos sus posibles derechos sobre la misma. El rey Fernando se dirigió raudo hacia él para abrazarlo y felicitarlo. Calahorra sería en adelante castellana.
[Gella, José, Romancero Aragonés, págs. 48-49.]


Calahorra es un municipio y ciudad de la comunidad autónoma de La Rioja, España, perteneciente a la comarca de la Rioja Baja. Tiene 23.827 habitantes,4​ según los datos del INE para el año 2016, una extensión de 91,41 km² y una densidad poblacional de 260,5 hab/km². Ostenta los títulos de Muy Noble, Muy Leal y Fiel Ciudad. Desde los siglos IV-V es sede de la diócesis de su mismo nombre, que en tiempos pasados llegaba hasta el Cantábrico. Es la segunda ciudad de la comunidad autónoma de La Rioja en importancia y población tras la capital, Logroño y la más importante dentro de La Rioja Baja.


Destaca por su producción agrícola, sus viñedos y su antigüedad. Fue una importante ciudad romana: Calagurris Nassica Iulia que se hizo famosa con el asedio de Pompeyo pues prefirió que murieran de hambre casi todos sus habitantes antes que rendirse al enemigos (esta es la Fames Calagurritana simbolizada por la Matrona) y por su ceca que mantuvo hasta la Edad Media. Por ello ofrece una gran variedad de monumentos y rasgos históricos, fundamentalmente romanos. Calahorra, además, es cuna del gran maestro en oratoria Marco Fabio Quintiliano, autor de varios textos y maestro en la corte romana, y de uno de los mejores poetas cristianos de la Antigüedad, Aurelio Prudencio, autor del Peristephanon, catorce himnos dedicados a santos mártires (entre los que se encuentran los patronos de Calahorra: San Emeterio y San Celedonio). Como curiosidad, en honor a la ciudad se le otorgó a un cráter de Marte el nombre de Calahorra.


RAMIRO I LUCHA POR CALAHORRA (SIGLO XI. CALAHORRA)









  • Amela Valverde, Luis (2002) "Calagurris y la fijación de nuevos límites territoriales en la antigüedad". Kalakorikos, n.º 7, pp. 31-50.
    • Amigos de la Historia de Calahorra (2011). "Historia de Calahorra"
    • Catalán Carbonell, Fernando; Valoria Escalona, Miguel Ángel; Catalán Carbonell, José Joaquín (1970). "Conozca Calahorra y su comarca". Calahorra: Gráficas Numancia.
    • de Felipe Castillón, Jesús (2000). "Calahorra". León: Edilesa.
    • Gómez Fraile, José M.ª (2001) "Sobre la adscripción étnica de Calagurris y su entorno en las fuentes clásicas". Kalakorikos, n.º 6, pp. 27-70.
    • Gutiérrez Achútegui, Pedro (1959) "Historia de la muy noble, antigua y leal ciudad de Calahorra". Logroño: Talleres Gráficos de Editorial Ochoa
    • Schulten, Adolf (1927) "Las referencias sobre los Vascones hasta el año 810 después de J.C.". Revista Internacional de Estudios Vascos.



  • Ayuntamiento de Calahorra