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domingo, 28 de junio de 2020

336. LA PESTE DE LA CALLE BAJA


336. LA PESTE DE LA CALLE BAJA (SIGLO XIV. BUJARALOZ)

Se estaban viviendo momentos de angustia en la mayor parte de Aragón pues, como un auténtico reguero de pólvora, la peste bubónica, que había partido de los puertos del Mediterráneo, se fue extendiendo por todo el Reino. Poblaciones enteras quedaron incomunicadas y muchas comunidades fueron diezmadas por la muerte. El propio rey, don Pedro IV el Ceremonioso, se lamentaba ante los brazos de las Cortes de que la mitad de los habitantes de su reino había muerto apestada.

Como es lógico, las medidas de seguridad solían ser estrictas en todas las poblaciones, cerrándose las puertas de los muros durante la noche, de modo que no pudiera entrar nadie. Por el día, el control era también severo, aunque a veces, sobre todo en los días en los que se celebraba feria o de mercado, siempre cabía la posibilidad de que alguna persona contagiada por la peste pudiera introducirse sin ser advertido.

Precisamente, uno de esos días de mercado, a media mañana, un hombre pobre recorría pordioseando la calle Baja de Bujaraloz repleta de gente que iba y venía haciendo sus compras. Por el hecho de haber pasado el control de la puerta no levantó sospechas. Casualmente llamó en la vivienda de unas señoras mayores y la criada, compadecida, socorrió al indigente. Aquel acto de caridad fue el comienzo del fin, pues la peste entró en la casa.

Sin poderlo remediar, la peste se extendió con cierta rapidez por toda la calle Baja, de modo que el juez de Bujaraloz se vio forzado a aislarla por sus dos extremos levantando sendos muros de piedra. Toda la rúa quedó incomunicada y sus habitantes tuvieron que socorrerse a sí mismos, pues nadie podía entrar ni salir de ella.

Ante el temor provocado por la epidemia, los vecinos de la calle sometida a cuarentena se encomendaron con fervor a Nuestra Señora de las Nieves, a la que le prometieron dedicarle todos los años una fiesta si les libraba del mal. El milagro se hizo pues, excepto algunos casos aislados, los habitantes de la calle Baja y de Bujaraloz salieron al fin indemnes.

[Datos proporcionados por José F. Jarné Ubieto (profesor) y Marta Escorihuela, Mª Cinta Herrero, Mª Pilar Villagrasa y Mª Mar Villagrasa (alumnas), Instituto