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sábado, 20 de junio de 2020

214. LA VENGANZA DEL JUDÍO NOBLE (SIGLO ¿XV? IBIECA)


214. LA VENGANZA DEL JUDÍO NOBLE (SIGLO ¿XV? IBIECA)

214. LA VENGANZA DEL JUDÍO NOBLE (SIGLO ¿XV? IBIECA)


Una joven muchacha —perteneciente a una influyente y noble familia de judíos aragoneses cuyo padre se dedicaba al comercio— hacía algunos días que se sentía bastante enferma, aquejándole un extraño y desconocido mal. Y, aunque externamente no mostraba signo alguno de dolencia, la realidad era que la muchacha se sentía absolutamente incapaz de salir de su habitación, puesto que no quería ver a nadie.

Los mejores y más afamados físicos judíos —que siempre habían sido reputados como los mejores del país y eran consultados por las más importantes familias del reino, incluida la del rey— no acertaban a atajar de manera alguna la enfermedad, alcanzando como mucho a diagnosticarla como «mal de amores».

Totalmente desesperado por la angustia de ver en aquel estado a su hija, y como último recurso a su alcance, acudió el padre de la muchacha (a pesar de las diferencias religiosas que les separaban) a un fraile alquimista que gozaba de notable fama, solicitándole que le preparara un brebaje con el que intentar la curación. El fraile, que no estaba muy seguro de poder acertar con la fórmula precisa —incluso con miedo a que fuera contraproducente su aplicación—, se negó a acceder a las pretensiones del noble judío, dándole las explicaciones pertinentes que éste se negó a aceptar.

Airado el judío y, sin duda, enloquecido por la desesperación de verse sin amparo, no asimiló la razonada negativa del fraile alquimista y urdió en su mente obnubilada una tremenda venganza. Contrató a una banda de facinerosos y, aprovechando la oscuridad de la noche, cuando la comunidad se hallaba rezando maitines el día de san Juan Bautista, fiesta del monasterio, todos los frailes fueron acuchillados hasta morir.

Una enorme mancha negruzca, visible todavía hoy, delata en el muro interno de la estancia donde rezaban los frailes la sangre inocente derramada en aquella noche aciaga.

[Ferrer, Escolástico, «Rutas turísticas, 2. Ibieca», Folletón del Altoaragón, 2 (1980), 3.]

domingo, 8 de marzo de 2020

21-25




21. SALTERIO. Un volumen en folio en
pergamino, de 414 páginas. Es del siglo XV. Al principio hay un
Calendario, en el cual después de expresarse los días que tiene
cada mes, y los días de la luna, también se expresan las horas que
en aquel mes tiene el día y la noche.
Algún escritor ha
supuesto que este Códice es del siglo XIV; pero no es así, porque
en el Calendario se halla la fiesta de San Vicente Ferrer, y
este Santo no fue canonizado hasta el siglo XV.

En el Códice que nos ocupa también está el oficio de difuntos.
Merece mencionarse una nota que hay al final, que era peculiar del
aniversario que se celebraba por cada Canónigo, a los treinta días
de haber ocurrido su fallecimiento.
Son dignos así mismo de
notarse los dos Himnos que hay en las últimas páginas, y se
rezaban entonces en el oficio de San José, los cuales
son totalmente distintos de los que se usan en el actual rezo.
Los
tipos tan grandes de este Breviario, y el mucho uso que al
parecer se hizo del mismo, manifiestan que sirvió largo tiempo en el
coro para los señores Capitulares, cuando los Maitines eran a
media noche.

22. LECCIONARIO. Un volumen en folio en
pergamino, de 260 páginas. Es del siglo XIV. Al principio le falta
una hoja, que se ha suplido con unas líneas de letra más moderna
que se ven al comenzar la primera página.
En este Códice así
como en otros de esta iglesia que tratan de liturgia, se observan
algunas diferencias entre los ritos de aquella época
y los de la actual; así es que las lecciones del rezo
canónico
de algunos Santos son diversas de las que ahora
se usan.
Consiste esto en que según la disciplina de aquel
tiempo, cada iglesia, o cada diócesis, tenía sus
ritos propios; lo cual fue derogado por Bula del
Sumo Pontífice San Pío V
, en la que se dispuso que todos los
rezos de los Breviarios y Misales se conformasen
con el rito Romano.

23. EL EVANGELIO DE SAN LÚCAS Y
EL DE SAN JUAN. Un volumen en folio en pergamino, de 318 páginas. Es
del siglo XIV. Al principio de cada uno de estos dos Evangelios
hay un prólogo y una viñeta alusiva de muy buen gusto. Además de
los Comentarios de Rábano Mauro, que están en el margen, hay
entre las líneas del texto curiosas notas o glosas,
escritas por el mismo que escribió el Códice. Posteriormente se
pusieron más notas de otra mano.
Este Códice también es
de los notables del archivo, por el buen gusto del escrito, y
por las diversas combinaciones que se observan entre la letra
del texto y la de los comentarios. Todo está con una
perfección admirable. Llaman la atención los grandes
márgenes
de las páginas, tan extensos, que ocupan mucho más
que el escrito; lo cual prueba el lujo con que hacían estos
trabajos, y la importancia que se les daba hasta en la parte
material.
Nótase así mismo que este Códice contiene tan
sólo dos Evangelios; y es porque atendido el gran precio que
tenían entonces los libros, a veces se subdividían los de la
Sagrada Escritura, y otros, para facilitar más su estudio.

24.
ARISTÓTELES. Un volumen en folio en pergamino, de 570 páginas. Es
de últimos del siglo XIII o de principios del XIV. Contiene ocho
libros de la obra que se titula Physicorum. Tratra del cielo y
del mundo, de la generación y de la corrupción. Hay cuatro libros
de los metèoros. Tres del alma, del sentido, de la memoria,
del sueño y de la vigilia, de la longevidad y de la brevedad de la
vida, de la juventud y de la vejez.
Son muy abundantes las notas
de este Códice, puestas en el margen con diversas letras, que por la
forma con que están, indican ser de épocas posteriores al tiempo en
que se escribió el libro.

25. COMENTARIOS SOBRE LOS
PREDICABLES DE PORFIRIO. PREDICAMENTOS Y PERIHERMENIAS
DE ARISTÓTELES. Un volumen en 4.° mayor prolongado, de 312
páginas. Es del siglo XIV. Está escrito su mayor parte en papel
cartulina, pues sólo cada unas doce hojas hay dos folios en
pergamino; no pudiéndose comprender el motivo de tal distribución,
que también se nota en algunos otros Códices.
Al principio del
que nos ocupa hay un prólogo, de letra sumamente pequeña, cuyas
primeras líneas traducidas del latín dicen así: «Al nobilísimo
Sr. D. Juan, nacido de Real linaje, hijo del Ilustre
Rey de Aragón, su humilde subdito, Benedicto de Undis.
Maestro en artes, que las enseña en Tolosa, etc.» Después,
al comenzar los comentarios de otra de las partes de este libro, pone
otra dedicatoria a dicho don Juan, hijo del Rey de Aragón.






sábado, 7 de marzo de 2020

Catálogo 11-15

11. Misal. Un volumen en 4.° en
pergamino, de 280 páginas. Es del siglo XII. De este Misal histórico
hacen mención varios escritores.
Martorel lo cita en su
Historia de Tortosa. También se ocupan del mismo el P. Risco en su
«España Sagrada» y el P. Villanueva en su «Viaje literario.» 



Describiendo Martorel este Misal dice: «Está con cubiertas de
finísima plata, y en ellas un Cristo pintado con esmalte de
finísimos colores, clavados los dos pies en la Cruz con dos clavos,
señal evidente de grande antigüedad, y a la otra parte un Salvador,
y al derredor de él muchas piedras finas.» Hasta aquí
Martorel.
Dichas piedras actualmente no están en el Misal. Es de
creer que se sacaron por temor de que fueran robadas en algún sitio
o guerra, dándoles después otro destino, pues antiguamente había
mucha afición de adornar con piedras finas los ornamentos sagrados.

Las figuras de las cubiertas a que alude Martorel son de estilo
bizantino, y están sobre una plancha de metal dorado. En una
cubierta hay un Crucifijo, que tiene esta inscripción con
abreviaturas: Iesus Nazarenus Rex Iudoeorum; a un lado está
la imagen de la Santísima Virgen, con esta inscripción: María; y
al otro la imagen de San Juan, con esta inscripción. Ioannes. En los
ángulos superiores hay dos figuras de ángeles. Al lado de uno de
ellos se lee: Sol; y al del otro: Luna.
En la otra cubierta hay
una imagen del Salvador, que tiene en las manos un libro donde se
lee: Ego sum qui sum. A los lados del Salvador están las
iniciales de las palabras griegas Alpha et Omega; y en los
ángulos de esta cubierta hay las figuras alegóricas de los cuatro
evangelistas.
Los extremos o bordes de las dos cubiertas están
circuidos con una plancha de plata. En la de una cara se lee:
Sum Deus, et vendor. Sum Rex, et in hac cruce pendor. Y en la
plancha de la otra cara dice: Adstans altari, pia mens gaude
lacrimari
.
Esta última inscripción se halla mutilada;
lo que no es de estrañar atendidas las muchas vicisitudes que
ha pasado este Misal, y las distintas veces que ha estado escondido,
tal vez fuera de la catedral, para poder salvarlo.
En las
crónicas y notas antiguas de esta iglesia se designa este Misal con
el nombre de Misal de San Rufo, únicamente porque en él se
halla la oración propia de dicho Santo. Pero conviene advertir, y lo
hace constar el P. Villanueva en el tomo V de su «Viaje literario»,
que al encuadernarse hubo el descuido de truncar algunos folios,
resultando que la oración propia de San Rufo no está en el lugar
que corresponde
, sino en el folio 61. Y lo mismo sucede con el
Cánon de la Misa, como está allí anotado.
Es de creer que el
Misal que nos ocupa debía destinarse para los Pontificales de
los Prelados, y por eso se adornó con tanto lujo. Hay en el
texto viñetas de muy buen gusto, según el estilo de aquel tiempo.
Antes del Cánon se ven reproducidas las dos figuras del Cristo y del
Salvador que están en las cubiertas; pero las del Cánon son de un
dibujo más perfecto.
A propósito de estas figuras, se comprende
que en aquella época debían estar muy en uso, al menos en esta
iglesia; pues según veremos al reseñar otros Misales, casi todos
los de aquel tiempo las tienen, con la particularidad de que aunque
sean de dibujos más vulgares, todas concuerdan en el fondo, o sea en
el Salvador, en el Cristo, y en las alegorías que tienen a los
lados.

12. LAS CARTAS DE SAN PABLO. Un volumen en folio
grande, en pergamino, de 626 páginas. Es del siglo XIII. Contiene
las cartas del Santo, y los comentarios de Rábano Mauro. Este sabio
escritor, a quien ya hemos citado en el Códice de número 2, nació
en Maguncia por los años de 776, y fue Arzobispo de
dicha ciudad. Comentó la Sagrada Escritura, y por ello en algunos
otros Códices que contienen libros de la Escritura, hacemos mención
de sus comentarios. También escribió un Martirologio,
Homilías, y Poesías religiosas, entre las cuales está
el Himno Veni Creator Spiritus.
El Códice que nos ocupa
como objeto de arte caligráfico es de los más notables del archivo.
Está escrito en tres tipos o letras distintas. En
medio, con caracteres muy grandes, se hallan las cartas de San
Pablo
; y a los lados circuyendo el texto, hay dos
clases de comentarios; unos inmediatos al
texto, y otros
más separados de letra muy diminuta y escrita con suma
perfección
.
Así en este Códice como en algunos otros de la
misma época, se observa en el escrito una circunstancia que merece
notarse. Las líneas de lápiz que suelen servir de pauta,
no están al pie de las letras, sino entre una y otra línea o
sea en el medio. No se sabe el motivo de colocarlas en esta
forma.
De todos modos revela un gran pulso en el escribiente,
el hacer las líneas con tanta rectitud, sin que las letras lleguen
hasta el lápiz. Al principio y al fin de este Códice faltan
algunas hojas destruidas sin duda por la acción del tiempo.


13. ORACIONES DE LAS MISAS DE TODO EL AÑO. Un volumen en
folio en pergamino, de 286 páginas. Es del siglo XIII. También hay
un Calendario. Ante todo está el rito referente a la celebración
del Sacramento del matrimonio. Se dice allí en primer lugar,
que los matrimonios deben celebrarse públicamente, y
que está prohibido celebrarlos: Desde el Adviento hasta la octava de
Reyes. Desde Septuagésima hasta después de la octava de
Pentecostés. Pero esto fue modificado posteriormente por el Concilio
de Trento.

En los antiguos Códices solía ponerse alguna
nota referente a hechos históricos. En el que reseñamos al final
del folio 4.° se lee lo siguiente, que traducimos del latín.
«Año 1352. El día primero de Agosto fue consagrado el Altar
(o Ara) de San Esteban, por D. Bernardo, Arzobispo
de Galatea
» Este altar ahora no existe, y debió ser substituido
por otro.
Después del folio 72, antes de los Prefacios de la
Misa
, hay una figura del Cristo y otra del Salvador, semejantes a
las del Códice n.° 11, aunque el dibujo es de menos mérito, y los
colores ya están muy deteriorados.

14. CAPÍTULOS Y
ORACIONES DE TODO EL AÑO. Un volumen en 4.° mayor, en pergamino, de
368 púginas. Es del siglo XIV. Está escrito con caracteres
muy grandes, pues se comprende que este libro servía para el
Canónigo Semanero, y entonces los Maitines y Laudes
eran por la noche. Llama la atención una oración
propia, del rezo de Nuestra Señora de la Cinta, que
está en una hoja de pergamino suelta, dentro de este Códice, al
folio 173, escrita en letra que se conoce es de aquel mismo siglo.
Esto manifiesta que ya se rezaba entonces dicha oración; lo cual
confirma la tradición relativa a la aparición de la Santísima
Virgen
en esta catedral, y entrega de su Santa Cinta.
Por ser un documento de mucho interés histórico lo copiamos
literalmente. Dice así:

«Deus, qui Ecclesiam Dertusensem
Beatissimae Virginis Maríae Visitatione et Cingulo
decorasti; ejus nobis intercesione concede, ut cingulo fidei
et puritatis accinti, a cunctis peccatorum nexibus eruamur . Per
Dominum...»

En el Códice núm. 81 de que trataremos más
adelante, y que también es del siglo XIV, se halla esta oración en
el mismo Capitulario, sin estar añadida en hoja suelta.
Son
de notar así mismo las oraciones de Santo Tomás de Aquino y
de San Vicente Ferrer, que están al margen con diferente
letra; y es porque cuando se escribió este Capitulario dichos Santos
aún no habían sido canonizados.

15. DIÁLOGOS DE
PEDRO ALFONSO, ex Iudeo Christianus.
Así consta en una nota
antigua que hay al principio de este libro, lo cual indica que el
autor era Judío antes de su conversión. Está en 4.°
mayor prolongado, y tiene 232 páginas en papel cartulina. Es del
siglo XIII. Hállase dividido en 12 títulos, que tratan de diversos
puntos de la religión cristiana. Al principio el autor pone
lo siguiente, que traducimos del latín: «La gracia del Espíritu
Santo nos asista. Amen.» Y después añade: «En nombre de la
Santísima y Divina Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
principia el proemio de Pedro Alfonso, de Judío
Cristiano.» Al fin del libro repite esto mismo, e invoca otra vez la
divina gracia.