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sábado, 4 de septiembre de 2021

los pahers de la vila de Cervera. Johan Mates

Als molt honorables e savis senyors los pahers de la vila de Cervera.

Molt honorables e savis senyors. En Johan Mates portador de aquesta es per nosaltres trames aqui per dar orde al pagament faedor per hu o dos mesos segons la quantitat bastara als cent rocins de que havem scrit al egregi comte de Pallas capita. E per quant la major part dels diners he exir dels inquisidors e exequdors dels bens dels acuydats e dels enemichs ordonats en aquexa vila en poder dels quals segons per vostre sindich e per altres havem avis habiten de X e XII milia sous. Per ço vos pregam e encarregam que si master sera siau propricis al dit Mates tant en consell com altres coses per forma se hajen promptament los dits diners e cent rocins. A fi lo dit egregi comte haja forma de fer lo honor del Principat e calor a vosaltres e altres de aqueixa terra en poder treballar segurament per la vida. E per aquesta no mes sino que si coses algunes sentiu de Castella e de Johan Ferrandez Galindo de aquelles nos vullau certificar. Data en Barchinona a XV de octubre del any Mil CCCC sexanta tres.
- M. de Montsuar. - Los deputats del General et cetera.
Domini deputati et cetera.

Als molt honorables e savis senyors los pahers de la vila de Cervera.

Cervera es un municipio y ciudad del centro-oeste de Cataluña, capital de la comarca de la Segarra y cabeza del partido judicial de Cervera, en la provincia de Lérida, España. El municipio de Cervera, de 55,19 km², se encuentra dentro de la Depresión Central en el sector meridional de la comarca de la Segarra. La población censada es de 9440 habitantes.

La ciudad se caracteriza por la riqueza de su patrimonio cultural y monumental. Un total de once monumentos del municipio están catalogados como Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN) por la Generalidad de Cataluña: el castillo (siglo XI), la iglesia de San Pedro el Grande (siglo XI), el recinto amurallado (siglo XVI), la parroquia de Santa María (siglos XIV-XV), el edificio de la Paeria (paeres, pahers, paería, siglos XVII-XVIII), la Universidad (siglo XVIII), el núcleo histórico, el Sindicato (siglo XX) y los castillos los núcleos agregados Castellnou de Olujas, la Preñanosa y Malgrat.

La etimología de la palabra no tiene nada que ver con el can Cerbero, guardián de los Infiernos en la mitología griega. Dada la antigüedad del nombre, cabe suponerle un origen prelatino, y relacionarlo con la raíz pre-indoeuropea kar, ker (peña), seguida de la raíz ibero-vasca -erri (lugar). El nombre de Cervera designaría pues un lugar en la peña, que encaja perfectamente con la descripción del municipio. Lo más probable es que venga de "lugar de ciervos", lo que avala el escudo de la localidad, con dos ciervos.

El año 1026, tres familias campesinas construyeron un primer establecimiento en la Segarra, en aquellos momentos deshabitada. Más tarde los condes de Barcelona les confirmaron la posesión de aquellas tierras que habían ocupado, muy probablemente para reafirmar su poder, ya que la Segarra era en aquellos momentos una zona fronteriza entre el dominio cristiano y el musulmán, creando una primera fortaleza (castrum Cervarie).

Estabilizada la frontera occidental en Lérida en 1149, Cervera creció rápidamente en forma de villa cerrada (con las casas adosadas a la muralla, es decir la pared de las casas era a la vez el muro defensivo). Los habitantes se habían liberado de los abusos de los señores feudales, y a partir de privilegios reales el municipio organizó sucesivamente en forma de Cofradía (1182), de Consulado (1202), y desde el 1267 hasta la actualidad, de Paeria. No fue, sin embargo, hasta el siglo XVIII, concretamente en 1702, que no se le concediera el título de ciudad por parte del rey Felipe V.

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lunes, 22 de junio de 2020

252. VOTO Y FÉLIX, EN SAN JUAN DE LA PEÑA


252. VOTO Y FÉLIX, EN SAN JUAN DE LA PEÑA
(SIGLO VIII. SAN JUAN DE LA PEÑA)

252. VOTO Y FÉLIX, EN SAN JUAN DE LA PEÑA


Los hermanos Voto y Félix provenían de una noble familia hispanogoda y vivían con su padre en la fortaleza construida en uno de los montes pirenaicos donde se congregaron buena parte de los cristianos huidos de Zaragoza tras la invasión árabe. Un buen día el anciano padre los alertó acerca de un grito o quejido que había oído en la Peña Maladeta y de una densa nube negra que rodeaba la cumbre del monte Cóculo, ambos hechos indicadores, según la tradición, de que iba a suceder una gran desgracia.

No tardó mucho tiempo en concretarse aquel augurio porque, en efecto, desde la torre de la fortaleza vislumbraron junto al río Aragón un numeroso ejército de musulmanes, que no tardó en penetrar en las primeras casas. Pronto se trabó una verdadera batalla, de la que salieron victoriosos los árabes, que regresaron con un respetable botín de guerra. Voto y Félix, que resultaron heridos en la refriega, hallaron al pie de la torre el cadáver de su padre.

Poco más o menos un año después, en una tarde de otoño de los primeros años del siglo VIII, Voto salió de caza por los montes. Divisó un ciervo y corrió tras él; éste, en su huida, cayó a un abismo. Voto, con el caballo desenfrenado y creyendo que iba a correr la misma suerte, se encomendó a san Juan Bautista, como le enseñara su padre, y el animal se paró en seco en el mismo borde del precipicio. Después de dar gracias a Dios por haberlo salvado, descendió por la pendiente y halló abajo una cueva, en la que encontró el cadáver de un viejo ermitaño, Juan de Atarés, a quien dio sepultura.

Conmovido su hermano Félix por el relato que le hizo Voto de lo ocurrido, ambos decidieron ceder a los pobres sus cuantiosos bienes y retirarse a la cueva para consagrarse a la oración y la penitencia. Pocos años después se les agregaron, según la tradición, otros dos anacoretas de Zaragoza, Benedicto o Benito y Marcelo. Había nacido la primera comunidad del monasterio de San Juan de la Peña.

[Sánchez Pérez, José A., El Reino de Aragón, págs. 120-122.]

jueves, 23 de mayo de 2019

FUNDACIÓN Y DESTRUCCIÓN DE LA CIUDAD DE PANO


2.81. FUNDACIÓN Y DESTRUCCIÓN DE LA CIUDAD DE PANO
(SIGLO VIII. SAN JUAN DE LA PEÑA)

FUNDACIÓN Y DESTRUCCIÓN DE LA CIUDAD DE PANO  (SIGLO VIII. SAN JUAN DE LA PEÑA)


En los momentos inmediatamente posteriores a la conquista musulmana de Zaragoza, la principal ciudad del valle medio del Ebro, no era extraño advertir la presencia de pequeños grupos de cristianos huidos y escondidos en bosques, cuevas y montes que esperaban a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos por si podían regresar a los hogares que habían abandonado de manera precipitada. Estos fugitivos solían reunirse para llorar sus penas, solicitar la ayuda de Dios y ayudarse unos a otros. Fue en una de estas reuniones cuando, ante la permanencia de los moros en la ciudad, surgió la idea de reconquistar las tierras perdidas y tratar de fundar una ciudad cristiana.
Animados por esta ilusionante idea, los cristianos huidos —que conocían perfectamente la zona, pues no en vano era su casa— escogieron una cumbre inaccesible, la cima del monte Pano, como lugar de asentamiento de su primera ciudad tras la invasión agarena. Dicho monte, que situado entre Santa Cruz de la Serós y Botaya, está coronado en su cima por una extensa llanura, por lo que el trazado y la construcción fueron fáciles, máxime cuando aún hoy por allí abundan la piedra y la madera. Se dieron cita en aquel lugar familias enteras que se rigieron por los antiguos usos y costumbres bajo la protección de la Cruz, el auténtico símbolo de su fe.
No tardó mucho en llegar la noticia de la existencia de esta nueva y pequeña comunidad a oídos de Abdelaziz, gobernador musulmán de Zaragoza, quien, temeroso de que aquel intento pudiera constituir algún peligro, dispuso inmediatamente un ejército, capitaneado por Abdemelic, para tratar de someter a la ciudad de Pano.

Cuando los cristianos advirtieron la presencia del ejército musulmán se aprestaron a defender sus casas. En principio, las dificultades para acceder al lugar escogido pudieron mantener a salvo sus casas y enseres por un cierto espacio de tiempo, pero finalmente acabó imponiéndose el mayor poderío humano y bélico del ejército atacante, que penetró en la ciudad y la arrasó por completo, frustrando así el sueño de aquellas familias.
Nada quedó en la ciudad de Pano, salvo esta historia.

[Martínez y Herrero, B., Sobrarbe y Aragón..., I, págs. 46-48.]


El Real Monasterio de San Juan de la Peña situado en Botaya, al suroeste de Jaca, Huesca, Aragón (España), fue el monasterio más importante de Aragón en la alta Edad Media. En su Panteón Real fueron enterrados un buen número de reyes de Aragón. Forma parte del camino aragonés del Camino de Santiago. Su enclave es extremadamente singular.


Cuenta la leyenda, que un joven noble de nombre Voto (en algunas versiones, Oto), vino de caza por estos parajes cuando avistó un ciervo. El cazador corrió tras la presa, pero ésta era huidiza y al llegar al monte Pano, se despeñó por el precipicio. Milagrosamente su caballo se posó en tierra suavemente. Sano y salvo en el fondo del barranco, vio una pequeña cueva en la que descubrió una ermita dedicada a San Juan Bautista y, en el interior, halló el cadáver de un ermitaño llamado Juan de Atarés. Impresionado por el descubrimiento, fue a Zaragoza, vendió todos sus bienes junto a su hermano Félix se retiró a la cueva, e iniciaron una vida eremítica.

Este sería el inicio del Monasterio del que escribía don Miguel de Unamuno:

...la boca de un mundo de peñascos espirituales revestidos de un bosque de leyenda, en el que los monjes benedictinos, medio ermitaños, medio guerreros, verían pasar el invierno, mientras pisoteaban la nieve jabalíes de carne y hueso, salidos de los bosques, osos, lobos y otros animales salvajes.

Claustro de San Juan de la Peña.
Claustro de San Juan de la Peña.


Se habitan estas montañas poco después de la conquista musulmana, al construir el castillo de Pano, destruido en el año 734. El origen legendario del Reino de Aragón también encuentra en el monasterio cueva de San Juan de la Peña su propia historia, cuando reunidos los guerreros cristianos junto a Voto y Félix deciden por aclamación nombrar a Garcí Ximénez su caudillo que les conducirá a la batalla por reconquistar tierras de Jaca y Aínsa, lugar este donde se produjo el milagro de la cruz de fuego sobre la carrasca del Sobrarbe.

Reinando en Pamplona García Íñiguez y Galindo Aznarez I, conde de Aragón, comienzan a favorecer al Monasterio. El rey García Sánchez I concedió a los monjes derecho de jurisdicción, y sus sucesores hasta Sancho el Mayor, continuaron esta política de protección. Allí pasó sus primeros años San Íñigo. En el reinado de Sancho Ramírez de Aragón adquiere su mayor protagonismo llegando a ser panteón de los reyes de Aragón.

Fueron devastadores los incendios de 1494 y 1675. A raíz del último de ellos, se construyó el Monasterio Nuevo. El Monasterio Antiguo fue declarado Monumento Nacional el 13 de julio de 1889 y el Monasterio Moderno el 9 de agosto de 1923. La restauración fue dirigida por el arquitecto modernista aragonés Ricardo Magdalena.

Probablemente existiera algún tipo de cenobio anterior al siglo XI, pero la construcción de mayor importancia empieza el año 1026 por iniciativa de Sancho el Mayor. En el año 1071 el rey Sancho Ramírez cede el conjunto existente a los monjes cluniacenses y favorece su reforma. En este momento se levanta el conjunto que hoy queda, en mayor o menor medida. La reforma benedictina de Cluny no podía obviar la construcción de un claustro que se finalizará ya entrado el siglo XII.

A finales del siglo XI son un conjunto de capiteles de influencia jaquesa del claustro con temas de animales fantásticos y algunos motivos geométricos y vegetales donde destacan los roleos. Un segundo grupo, formado por veinte capiteles, fue encargado en el último tercio del siglo XII al llamado maestro de San Juan de la Peña, autor anónimo, también conocido como Maestro de Agüero, probablemente para sustituir otro anterior.​ El pequeño recinto ofrecía un cerramiento diáfano en forma de arcadas separadas por columnas. Los arcos se veían rematados con cenefas con el típico taqueado jaqués.

El Maestro desarrolla un programa sobre escenas bíblicas donde aparecen entre otras el Anuncio a los pastores, la Natividad, la Anunciación, la Epifanía, el Bautismo y la Circuncisión de Jesús, la Última Cena, episodios sobre Caín y Abel, la Creación de Adán y Eva, así como su Reprobación y posterior condena al trabajo. Seguramente el maestro de Agüero solo elaboró los capiteles para dos alas del claustro ya que a finales del siglo XII el monasterio entró en franca decadencia. El programa iconográfico que plantean los 26 capiteles que conservamos parece enfocar la Salvación a través de la Fe escogiendo los episodios más significativos para ello.

Se trabaja con bajorrelieves casi todos dominados por un horror vacui muy acentuado que provoca contorsiones en algunas figuras que superan el propio marco sacando un brazo como en la escena de Jesús y los Apóstoles. Los gestos son exagerados, casi teatrales, acentuando los ojos y la boca, y confiriendo narratividad a las escenas. En cuanto a las formas, estas se someten a esquemas geométricos que dominan desde la configuración del rostro o los pliegues de los paños, hasta los movimientos de caballos o de la misma agua que se vierte de un jarro a otro.

En el piso superior se encuentra el Panteón real. En él, durante cinco siglos se enterraron algunos de los monarcas de Aragón y de Navarra. Su aspecto actual data del siglo XVIII.

En San Juan de la Peña, los reyes de Aragón fueron sepultados en tumbas de piedra colocadas en tres órdenes superpuestos, desde la roca hacia afuera, presentando a la vista solo los pies del féretro. El panteón real ocupa las dependencias de la antigua sacristía de la iglesia alta, que data del siglo XI; fue reformado por Carlos III en 1770, siguiendo las indicaciones de don José Nicolás de Azara y del conde de Aranda, quien quiso ser enterrado en el atrio. La reforma solo afectó a la decoración, quedando los sepulcros en el mismo lugar; se levantó delante de ellos una pared en la que se colocaron láminas de bronce con las inscripciones correspondientes, se distribuyó por la sala profusión de estucos y mármoles, colocando en la pared frontera unos medallones con relieves que representan escenas de legendarias batallas.

Alberga los restos de algunos monarcas navarros que reinaron en Aragón, de los primeros condes aragoneses y de los tres reyes iniciales de la dinastía ramirense, Ramiro I, Sancho Ramírez, Pedro I, junto con sus esposas.

En 1889 se le otorga el título de Monumento Nacional que en 1920 es completado con la declaración por parte del rey Alfonso XIII como Sitio Nacional. Ya el 2 de febrero de 2004, el Gobierno de Aragón completa su declaración como Bien de interés cultural con la protección del conjunto monástico y su entorno.

La mayor parte del fondo documental del Monasterio se trasladó al Archivo Histórico Nacional de Madrid, donde se encuentra en la sección de Clero. Atendiendo a los trabajos publicados, la documentación se divide en tres grandes grupos:

Textos más antiguos, entre 507 y 1064, que se recogen en el Cartulario de San Juan de la Peña.
Documentos fechados entre 1064 y 1194.
Documentos fechados entre 1195 y finales del siglo XV.

Según la leyenda española sobre el Santo Grial, este permaneció en el monasterio, después de pasar por diversas ubicaciones como la cueva de Yebra de Basa, monasterio de San Pedro de Siresa, iglesia de San Adrián de Sásabe, San Pedro de la Sede Real de Bailo, la Catedral de Jaca, desde 1071 hasta 1399.

La necesidad de atraer a los peregrinos a Santiago que pasaban por el cercano camino de Jaca al monasterio aconsejó que en él se ubicara la reliquia. En 1399 el rey Martín I se llevó el vaso sagrado al palacio de la Aljafería de Zaragoza, donde estuvo más de veinte años, después de una breve estancia en Barcelona, acompañando al rey y posteriormente se trasladó a la Catedral de Valencia.

El primer lugar en España donde se celebra con el rito Romano es en el Reino de Aragón en el monasterio de San Juan de la Peña, el 22 de marzo de 1071, durante la estancia del Santo Cáliz en el monasterio y a continuación se oficializa en el resto del reino, sustituyendo al rito mozárabe.

Martínez y Herrero, Bartolomé (1866). Sobrarbe y Aragón : estudios históricos sobre la fundación y progreso de estos reinos, hasta que se agregó á los mismos el Condado de Barcelona. pp. 54-59. http://bibliotecavirtual.aragon.es/i18n/consulta/registro.cmd?id=3703

Enríquez de Salamanca, Cayetano, Rutas del románico en la provincia de Huesca, Las Rozas (Madrid), 1987, pág. 42, ISBN 84-398-9582-8.

Lapeña Paúl, Ana Isabel (1997). «Documentos en romance del Monasterio de san Juan de la Peña (primera serie, siglo XIII-1325)». Alazet, 9, pp. 215-249.

La introducción del rito romano en Aragón y Navarra.




  • Sitio web oficial del Monasterio de San Juan de la Peña (en español, francés e inglés)


  • http://www.jacetania.es/jacetaneas/opencms/site/web/conoce_la_comarca/jaca/botaya/?comboIdiomas=spanish