Mostrando entradas con la etiqueta castillo de Gerp. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta castillo de Gerp. Mostrar todas las entradas

lunes, 13 de julio de 2020

CAPÍTULO L.


CAPÍTULO L.

Que contiene la vida de Armengol de Gerp, séptimo conde de Urgel. - De la
conquista de Balaguer, y descripción de aquella villa.

El condado de Urgel se iba cada día dilatando, y el valor y fama de sus condes se extendía por España, y ellos iban a porfía por aventajar los unos a los otros, sin reparar en inconvenientes ni peligros, porque ningunos podían meter límite a sus altos pensamientos. El hijo del que murió en Barbastro se llamó Armengol, así como el padre, y por diferenciarle, le llamaron de Gerp, por haber edificado y muerto en el castillo de Gerp, vecino de la ciudad de Balaguer. Muerto su padre, heredó el condado de Urgel y los tributos o parias que cada año lo pagaban los reyes moros.
Los primeros años del gobierno de su condado fueron muy sosegados y quietos, y en ellos llegó a Barcelona Hugo Cándido, cardenal del título de san Clemente, que venía de Aragón, donde le había enviado el papa Alejandro. Este Hugo Cándido no fue natural de Barcelona, sino de Trento, y fue creado cardenal el año 1049: digo esto, porque hay algunos que piensan que un cardenal Hugo que hubo el año 1240, a quien inadvertidamente dan el nombre de Cándido, que fue religioso de la orden de santo Domingo y escribió muy doctamente sobre la Biblia, sea el que intervino en la ordinacion de los Usajes de Barcelona, y equivocándose, toman el uno por el otro, lo que causa alguna confusión en las historias.
Este cardenal, después de haber dejado en muy buena orden las cosas ecclesiásticas de aquel reino, llegó a Cataluña en ocasión que estaba Ramón Berenguer, el Viejo, conde de Barcelona, ocupado en el sitio de la villa de Cervera de Urgel, que así la llamaban antiguamente, y era de moros, que habían acudido con tributo al dicho conde y ahora se lo negaron, declarándose contra de él, corriendo y talando toda la tierra de los cristianos, sus vecinos.
Obligaron al conde a la defensa de sus vasallos y castigo de los moros; puso sitio a la villa, que era muy fuerte y poblada, circuida de buenos y fuertes muros, con un castillo al un extremo de ella, que es la fuerza más principal de aquel pueblo, del cual escribe muy curiosamente Pedro Giscafré, su síndico, en un libro Del triunfo del Santo Misterio que es sucinta y curiosa historia de aquella villa y verdadera relación de sus grandezas. Asistieron en el sitio de ella con el conde Ramón Berenguer muchos prelados, y entre ellos el obispo de Vique, el abad de Ripoll, Ramón de Cervera y Ramón de Guardia, Berenguer de Anglesola y muchos vasallos del conde de Urgel. Fue grande la defensa hicieron los moros, y entonces, para mejor combatir la villa y defenderse de las surtidas de los cercados, se edificó junto a aquella, a la parte inferior, una torre fuerte, cuyas ruinas y señales aún quedan. Estando ocupado el conde de Barcelona en esta empresa, tuvo nueva de la venida del cardenal, y luego encomendó el campo a un caballero muy principal llamado Ramón de Timor, que después se llamó Ramón de Cervera, y se fue a recibirle. Grande sin duda era la utilidad de la conquista de Cervera, y la presencia del conde y demás prelados importaba mucho para ella; pero todo lo dejaron en saber la venida del cardenal, anteponiendo las cosas del servicio de Dios a las de su estado.
Llegado el cardenal, se congregó un concilio de los obispos y demás prelados de Cataluña. Entre otras cosas muy acertadas que ordenaron, la más notable fue, que de común consentimiento dejaron el oficio, rito y ceremonias góticas que hasta entonces habían observado, y tomaron las romanas, prohibiendo del todo a los clérigos el uso del matrimonio, que había quedado del tiempo del rey Vitiza, penúltimo rey godo, y quedando obligados a perpetua castidad, como el día de hoy se guarda.
Dióse asímismo entonces de mano a algunas leyes antiguas que hasta entonces se habían observado, pero tan alteradas, quitadas y añadidas, que eran casi otras de las que se hicieron en tiempo del rey godo Eurico, en cuya ordinacion se halló san Severo, obispo de Barcelona, con sesenta obispos católicos, cerca del año 480. Juntáronse en Barcelona cortes, y en ellas intervino el cardenal, con todos aquellos que tienen lugar en ellas; y Tomich (Tomic) dice, en particular, que fue en ellas el conde Armengol, que en estos tiempos andaba en los veinte y tres años de su edad. De consentimiento de Ramón Berenguer y de la corte fueron nombradas veinte y una personas, y entre ellas fue Arnaldo de Tost, vizconde de Ager, para ordenar y componer nuevas leyes, por las cuales se gobernase y rigiese este principado, y que el día de hoy se observan, y nombran Usajes de Barcelona (usatges): y es tan grande el cuidado que se tiene de la guardia y observancia de ellas, que, entre otros juramentos que hacen los reyes y sus ministros, es uno de guardar aquellos, por contener en sí gran equidad y justicia: fueron ciento y setenta y cuatro, y andan impresos en los libros de las Constituciones de Cataluña.
Cerca de estos tiempos, y en los idus de enero del año ocho del rey Felipe, que es de Cristo nuestro señor 1068, dio el conde privilegio a los del lugar de Valldelort de que jamás ningún señor les pudiese imponer más censo de aquel que solían pagar en tiempo del conde su padre.
Finidas estas cortes, emprendió el conde Armengol la conquista de la ciudad de Balaguer y sus comarcas. Es Balaguer población principal y antigua en los pueblos ilergetes y fundación de Hércules líbico, la segunda vez que vino a España, mil seiscientos setenta y ocho años antes del advenimiento de Cristo señor nuestro, y le nombró Balaguer.
Otros hacen más moderna esta fundación, y la ponen en el año 1.591 antes del nacimiento, y la atribuyen a Sicoro, antiguo rey de España, de quien el río Segre toma el nombre de Sicoris, de cuyas riberas salieron los de los pueblos sicanos, que poblaron la isla de Sicilia, que llamaron Sicania. La interpretación de este nombre de Balaguer, no se sabe; hay empero quien la deriva de un gran grito o balato, que, estando en el puesto más alto de la ciudad dio Hércules mirando a los suyos metidos en una famosa batalla, diciendo: ó quam urgens bellum; de que quedó Urgellum, y del balito o balato Balagarium; y así llamaron a la ciudad que allí se fundó. Esto en opinión de algunos es apócrifo, y graves autores lo juzgan por tal: los que hacen fundador a Sicoro, (Segre) dicen que Balaguer en lengua líbica, (Libia) que era la que usaban estos antiguos reyes, quiere decir señorío de los valles. (bal : val : vallis : valle : vall + ager: Ager).

En tiempo de los romanos floreció mucho y hubo reyes que tomaron el título de la ciudad: uno de ellos fue Belistágenes, que las historias llaman rey de Balaguer, y de los fieles amigos de los romanos en España; porque habiéndose levantado contra ellos todos los pueblos de aquellas comarcas, solo Belistágenes perseveró en en su devoción, lo que celebró Tito Livio y otros autores. Después, en tiempo de los moros, se conservó también el título de rey de Balaguer muchos años, y fueron tributarios a los condes de Urgel, hasta que del todo los sacaron de la ciudad y condado. El sitio de ella está tendido por lo largo a la ribera del río Segre, cuyas aguas bañan sus muros: participa de llano y enriscado; la parte enriscada está dividida en dos puntas o riscos; en la parte llana están edificadas muchas y buenas casas, donde moran los caballeros y ciudadanos y demás gente lucida de la ciudad. Tiene una grandiosa plaza que llaman el Mercadal, que puede competir con las mejores de España. En ella, en tiempo de los condes y aún después, se celebraban los juegos y fiestas públicas; por el un lado pasa una caudalosa acequia de agua que se toma del río Segre, una legua antes de llegar a la ciudad, que sirve para el riego de la huerta y uso de los molinos. Sobre el río Segre hay una hermosa puente de piedra que
sustentan cinco arcos, labrada de sillería, muy ancha y larga, capaz para gran tránsito: pasan por ella los que, viniendo del mediodía, van a la ciudad. Al cabo de ella hay una puerta muy ancha y grande, que es la principal de la ciudad, y muy bien labrada y con majestuoso frontispicio: en medio de ella hay una imagen del arcángel san Miguel (tutelar de la casa de Urgel), de piedra, muy grande, en medio de los dos escudos de las armas de Urgel y Cataluña, en franja; de donde infiero, ser edificio hecho después del año 1334, que el condado de Urgel vino a ser de los hijos de los reyes de Aragón y condes de Barcelona. Algo más arriba están otros dos escudos con las de Urgel solas. A la otra parte, y delante de la puente, hay otro insigne monasterio de la orden de santo Domingo, que fundó el conde Armengol de Cabrera, del cual se da noticia en su vida. Los muros a la parte de tierra son a lo antiguo, aunque renovados en algunas partes; pero a la parte que mira al río, labrados a lo moderno, con sus terraplenes que sirven de paseadores, para comodidad de los vecinos, por gozar de apacible y alegre vista.
La vega es grande y fértil, poblada de hermosas huertas y jardines, y espesas alamedas: extiéndese por las orillas del río Segre, cuyas aguas, conducidas por cada parte del río con caudalosas acequias, sirven para el riego de ella, sin faltar jamás. Había allí entre otras casas de campo una más principal que todas, que llamaban la casa fuerte de la condesa, que estaba tras el monasterio de predicadores, y era casa de recreo de los condes, y edificio suntuoso y fuerte, como lo denotan algunos rastros que no ha muchos años parecían por aquellos campos. Es tradición de los vecinos, que tenían los condes una mina secreta que salía del castillo y pasaba por bajo del río y desbocaba en esta casa, lo que, si es cierto, es cosa espantosa, y tanto más admirable, cuanto más caudaloso es el río Segre que pasa sobre ella: pero la riqueza de los condes podía emprender cosas mayores.
El terreno produce todo género de granos, frutos, legumbres, cáñamos, linos, salitre, vino y lo demás necesario para el uso del hombre; y esto con tanta abundancia, que de lo que se vende entra en la ciudad mucho dinero que la enriquece.
A la otra parte de la vega, hacia el mediodía, sobre una colina, hay un castillo que llaman Rapita (Rápita), y era antiguamente mezquita de moros, donde hacían sus ceremonias moriscas: así lo denota el nombre Rapita, que quiere decir mezquita o casa de devoción que está fuera de poblado. Hay también en medio de la vega, hacia occidente, a la mano izquierda del camino que va de Balaguer a Lérida, un monasteri que lo fue de religiosas cistercienses, obra antigua y maciza. Llámase de las Franquesas. Por estar tan cercano al río está muy sujeto a las avenidas de él, pero puede resistir a ellas. Las religiosas se acabaron, y por ser de aires mal sanos no han puesto otras; porque las aguas se encharcan, y los vapores que se levantan corrompen los aires. Está unido al monasterio real de Poblet, y residen allí uno o dos monjes, que cuidan de la casa y heredades, y celebran misa. Hay en la iglesia algunos sepulcros antiguos de piedra, levantados en alto, no se sabe de quién son, porque no hay armas ni inscripciones: dicen por allá los vecinos ser de algunos principales caballeros, que solían por aquellas partes usar tales sepulturas, como aún los hay muchos por las iglesias de todos aquellos contornos. Consérvanse los claustros y dormitorios y otros cuartos del monasterio, pero amenazando ruina, por haber muchos años están inhabitados.
En un alto de la ciudad, que está a la parte del occidente, está edificada la iglesia mayor, so invocación de Nuestra Señora: es edificio moderno, del tiempo del infante don Jaime, conde de Urgel, hijo del rey don Alfonso: es todo de sillería y de una sola nave, muy grande y capaz, adornado de muchos y muy buenos retablos, y la sacristía muy rica; acúdese al culto divino con grande puntualidad y devoción: la vista de que goza es admirable, y por estar en lugar alto, descubre gran parte del campo de Urgel: residen en ella doce canónigos, un plebano y doce beneficiados.
En el otro risco o recuesto, que está al principio de la ciudad, a la parte de oriente, frontero de la puente, estaba edificado el castillo y alcázar de los condes, el cual era muy fuerte y suntuoso, y de fácil defensa, según lo denotan las ruinas y cimientos de sus muros y torres derribadas, edificados sobre otros más viejos que estaban sobre durísimas y grandes peñas, todo de sillería y obra romana: su grandeza y antigua majestad hoy mal se puede conjeturar, porque desde el año 1413 fue derribado. Queda algún rastro de las cisternas, caballerizas y demás oficinas subalternas; la puerta era hacia el mediodía y de tal traza, que cuatro hombres la podían defender; estaba muy adornada de jaspes, mármoles y pórfidos, de que hay algunos pedazos junto al castillo, que son recuerdos de lo que fue en tiempos pasados, y testimonio verdadero de la instabilidad y mudanza de las cosas del siglo. En el claustro superior del monasterio de Poblet están las colunas que se sacaron de este castillo, y de aquellas adornaron aquel claustro: las piedras de las ventanas del palacio real del mismo Poblet estaban también en este castillo, y por ellas se echará de ver que tal sería este castillo de donde se sacaron.
Había en él una iglesia que llamaban Santa María de la Zuda, donde residían clérigos y celebraban los oficios divinos, cumpliendo con algunas fundaciones dejaron allá los fieles; y en esta iglesia tenían algún derecho los abades de San Pedro de Ager. Era por la parte de occidente, mediodía y tramontana casi imposible la subida; pero por la parte de oriente, entre el castillo y la iglesia de Almata, hay un grande foso que le sirve de defensa: en él vivió el grande rey don Alfonso el tercero, mucho tiempo antes que fuera rey; aquí nació el rey don Pedro el tercero, y sus hermanos, y de ello hace estima en su crónica.
A la otra parte del foso, y fuera los muros de la ciudad, hay una grande llanura, en que en el año 1413 asentó el rey don Fernando el primero su real, para mejor combatir el castillo. Aquí hay una iglesia antigua que llaman Santa María de Almata; es a modo de cruz, con solo tres brazos, que miran a oriente, occidente y septentrión; es la bóveda de ellos redonda, con una cornisa muy llana y sin labor alguna; el brazo que mira al oriente es nuevo, labrado a lo moderno, y cubierto con un gran cimborio, por el cual recibe la luz: aquí está el altar mayor y la santa imagen de Cristo nuestro señor, tan celebrada en el
mundo: a la parte del mediodía la cortina de la pared corre igual, y en esta parte hay una capilla pequeña, donde antiguamente estaba la santa imagen que está en el altar mayor, y en memoria de ello, hay una inscripción que dice así:

EN ESTA CAPILLA ESTUVO LA IMAGEN
DEL SANTO CRISTO MÁS DE 600 AÑOS
Y SE TRASLADÓ A LA CAPILLA NUEVA
A XXI DE MARZO DE MDCXXVI .
EN PRESENCIA DEL REY NUESTRO SEÑOR,
DON PHELIPE IIII Y III DE ARAGÓN Y DEL SERENÍSIMO INFANTE DON CARLOS SU HERMANO ETC.

En esta parte hay una puerta que mira al mediodía; la otra mira al septentrión y llaman la puerta del Real, por haberlo puesto aquí el rey don Fernando cuando prendió al conde de Urgel y aún quedan aquí rastros de una trinchera o muro que hizo el dicho rey. La que mira al poniente es la más principal y mejor, y está frontera al castillo: hay dentro de ella un pórtico muy adornado de colunas y espacioso, que engrandece la entrada de la iglesia. Antiguamente estaba por cabeza de él una imagen de nuestra Señora que llamaban de Almata, y el día presente las religiosas, para mejor consuelo suyo, la tienen dentro del monasterio con gran decencia y ornatos. A la parte de oriente es la capilla mayor, y en ella la imagen santa de Cristo, señor nuestro crucificado, que es una de las más devotas que hay en el mundo, y son sin cuento los beneficios y mercedes hace Dios por ella: la devoción es grande e innumerables los milagros, como lo atestiguan los votos colgados por las paredes; y si se hubiera cuidado de su conservación, estuvieran todas cubiertas de ellos, y pudieran competir con las de Monserrate, Guadalupe y otras casas de devoción y santuarios de España. Aquí se muestra la omnipotencia de Dios curando diversas enfermedades, como son calenturas, mal francés y dolores del cuerpo; vuelve la vista a los ciegos, sana cojos y mancos, favorece a los navegantes, resucita a los muertos y hace otras maravillas, de que están llenas las memorias. Diré de una, y es que aparecen algunas veces de noche en el río Segre cinco luces, o más o menos, y andan por el agua y paran en el escollo donde paró esta santa imagen cuando se halló; y aun en la misma iglesia se han visto muchas veces; y esto es tan cierto y continuo, que apenas hay ninguno de aquella tierra que no pueda ser testigo de ello: es frecuentada de todas las naciones del mundo, y está la hospitalidad tan a su punto, que no les falta nada a los peregrinos y novenarios que continuamente acuden allí, para los cuales hay una gran casa y cierto número de personas eclesiásticas que tienen cuidado de ellos, ejercitando la hospitalidad con tanto amor y limpieza, que su apacible trato es para llamar allá todo el mundo. En el año de 1626, viniendo el rey a jurar a Barcelona, visitó el santo crucifijo y fue hospedado en esta casa, con todos los grandes que venían en su compañía.
Entre la iglesia y casa de peregrinos hay un monasterio de monjas de san Francisco, que fundó el infante don Jaime, hijo del rey don Alfonso, y dotó magníficamente; y tenía prerogativas de fundación real, por haber sido el fundador hijo, hermano y tío de reyes. Las monjas claustrales se acabaron; las rentas se disminuyeron, y el patrimonio del convento quedó muy perdido por haberse acabado los condes de Urgel, patrones y fundadores de aquella casa, que con sus limosnas la socorrían y amparaban. Acabadas y suprimidas las monjas claustrales, estuvo mucho tiempo sin religiosas, y la casa se vino a acabar de todo punto, porque gran parte de ella vino al suelo. A la postre, los paheres de la ciudad se ampararon de ella y levantaron lo caído, y edificaron de nuevo lo que era menester, y se hicieron patrones, y a instancia de ellos metieron la observancia, y vinieron a fundar religiosas observantes del monasterio de Santa Clara de Tarragona, y están súbditas al obispo de Urgel, el cual las visita y tiene allá clérigos muy ejemplares que las ministran los sacramentos y cuidan del servicio de ellos. De esto hay memoria en unas piedras que están en las paredes de aquel convento, y la una dice así: 

CIVITAS BALAGARII MONIALIUM ISTUD COENOBIUS CONDIDIT CUJUS AEDIFICIUM
INCOHATUM FUIT LV NONAS MAII MDCVII CONSULIBUS EXLSTENTIBUS
MAGNIFICIS FRANCISCO TORRES MEDICINAE DOCTORE BABTISTA GOMAR CIVE
FRANCISCO BOTELLA BARTHOLOMEO SALVAT DE REPUBLICA OPTIME MERITIS S. P. Q. B.
La otra dice así:
A 21 DE MARS 1622 ESSENT PAERS DE AQUESTA CIUTAT DE BALAGUER LOS MAGNIFICHS PERE MORATO MIQUEL ALÇAMORA HYERONIM SPERT Y MATHEU GARROFER PATRONS DEL PRESENT MONESTIR DE SANTA CLARA DE ALMATA FOREN TRETES AB AUCTORITAT APOSTOLICA DEL MONESTIR DE SANTA CLARA DE TARRAGONA Y INTRODUHIDES EN AQUEST PER FUNDADORES SOR BENETA CASALS ABADESSA SOR DOROTHEA PALAU VICARIA Y SOR SERAFINA MONTANER MESTRA DE NOVISSIES.

Lo que hace más célebre esta casa y llama a ella a todo el mundo es la muy devota y piadosa imagen de Cristo señor nuestro crucificado, de cuya venida diré lo que escribe aquel santo varón fray Vicente Domenech, del orden de predicadores, cuyas palabras son estas: “Como aya venido el sancto crucifixo á la ciudad de Balaguer, no he podido hallar auto authentico que lo diga; pero he visto en la misma iglesia donde oy lo tienen una scritura antigua, la qual refiere que vino por el río Segre arriba con grande luz y con mucha compañía de ángeles que cantaban las grandezas de Dios; y tienen por tradición que viniendo río arriba, se detuvo en un scollo o pequenyo penyasco que aun parece dentro del agua, y que viniendo con procesion la ciudad para tomarla, se apartó la sancta imágen por el agua adentro, y que baxaron tambien las monjas claustrales Franciscas del Mata, que assi se lama el lugar donde sta edificada su casa, y se dejó recibir por la abbadessa, y á causa desto se la subieron a su monasterio, donde la tienen con gran veneración, y es visitada de todas las naciones del mundo como uno de los más insignes santuarios de la cristiandad.” Y el doctor Onofre Menescal, en su sermón del rey don Jaime el segundo, hablando de los santos de Cataluña, pone entre ellos el santo crucifijo de Balaguer, por estas palabras:
Lo sant crucifici de Balaguer; que dihuen ving* vingué per lo riu Segre, y arribá ab gran llum y companyía de ángels que cantaban alabansas á Deu.
Esto es lo que se sabe por ahora; pero sin duda debieron pasar otras muchas cosas, y tiempo, que todo lo consume, las ha entregado al olvido. La ciudad y clero de Balaguer han hecho diligencias grandes en buscar memorias antiguas, pero no hallo más de lo que tengo dicho; placerá a Dios se hallen tiempos por venir, así como ha Dios descubierto otras cosas semejantes que hasta nuestros días estaban del todo olvidadas. El doctor Jaime Prades, valenciano, en la Historia del uso y adoración de las santas imágenes, dice estas palabras: “ En aquellos mismos tiempos, aquel sancto *viejo Nicodemus enseñó contra aquellos mismos judíos m* claramente por obra también, la misma confesión de e* fé, habiéndole dado primero el mismo Jesucristo cumpli* la noticia de su divinidad y humanidad. Porque escrib* Anastasio, doctor, que fue en tiempo del concilio Nice* segundo, y Gregorio Turonense, que este santo labró con su mano tres crucifijos (porque no se pudiese dudar en es* de su voluntad), representando en cualquiera de ellos la figura de Cristo, de la manera que le vio él enclavado en la cruz; y aunque bastaba la relación que de ello hicieron * habérnosle mostrado tal en sus evangelios los evangelistas sagrados, quiso dárnosle más adelante retratado al vivo, cuerpo muerto, de color amarillo, cual suele ser el de los muertos, los ojos oscuros, turbios y vueltos en blanco, con la boca abierta, todo rociado de sangre, llagados y rasgados aquellos miembros santísimos y del todo ajenos * su belleza, y tan maltratados, que aún a sus enemigos movieran a compasión; y esto para moverse a sí primero con esta vista, y después a nosotros, y porque semejante acto fuese como un testimonio de que descubiertamente confesaba la pasión de Cristo contra la infidelidad de aquellos judíos, y también para que, a ejemplo suyo, los que estaban por venir en todos tiempos hiciesen otras imágenes para el propio efecto; en lo cual no le engañó su pretensión, pues con grande gloria del mismo Jesucristo y aprovechamiento de sus almas, han los cristianos adorado y confesado su pasión por aquellas santas imágenes. Porque una de estas fue la que derramó en Berito sangre y agua en abundancia, convirtiendo toda una sinagoga de judíos, conforme adelante diremos; y hoy en día por estas mismas es también glorificado en la ciudad de Balaguer de Cataluña, y en San Agustín de *Burgos, y en Orense de Castilla; y es tanta la fé y devoción que tienen los cristianos por este medio a la pasión y muerte de Cristo nuestro redentor, que en otros pueblos pretenden más ciertamente tener las mismas imágenes. Esto dice aquel aquel curioso autor, que con tanta piedad escribió la historia de las santas imágenes, contra la falsa opinión de Lutero y otros herejes modernos.
Está esta santa imagen en el altar mayor, dentro de un hermoso tabernáculo: cúbrenlo tres ricas cortinas, y cuando la quieren enseñar a los fieles, sale cierto número de los sacerdotes que residen allá, con sus sobrepellices y cirios encendidos, y con voz lastimosa y devota cantan algunos versos del salmo 50, y en el entretanto van poco a poco corriendo las cortinas, y con dos o más velas que al rededor de la santa imagen están encendidas, se divisan y ven muy bien el santo rostro, llagas, manos y demás partes y color de la santa imagen, y después rezan alguna oración y cierran las cortinas. En tiempo de esterilidad de agua, que acontece muchas veces en aquella tierra, la sacan en procesión; y en otro tiempo la mudaban por nueve días en otro altar, perseverando en oración, devociones y procesiones que acuden de diversos pueblos; y es cosa maravillosa ver la abundancia de agua que Dios envía, fertilizando con ella la tierra; y en
tiempos de grandísima esterilidad, con procesión la bajan al río Segre, cerca del escollo donde fue hallada, y allá, con las aguas del río, la bañan, suplicando a nuestro Señor, que mediante el tocamiento de la santa imagen en las aguas las bendiga, dándoles virtud para que hagan el efecto que el devoto pueblo suplica, enviándolas del cielo con abundancia, para regar y fertilizar aquella tierra; y es tanta la misericordia de Dios y la virtud de aquel santo crucifijo, que apenas pasan muchos días que no se vea el fruto de aquellas devociones, las cuales y todo sea para mayor gloria de Dios, que cada día hace maravillas.
En la capilla en que antes estaba la santa imagen hay una memoria moderna que dice estas palabras: (Es la misma que se halla continuada en las páginas 341 y 42).
Estas palabras han hecho reparar, porque es cierto, que las monjas claustrales no estuvieron en Almata hasta el año 1351, porque, como dije allí, era la iglesia mayor y parroquial de Balaguer; y dando por cierto que las monjas claustrales franciscas de Almata bajaron al río cuando vino la santa imagen y que la tomó la abadesa, no podía haber seiscientos años era allá la imagen cuando se hizo aquella memoria, que fue el año 1626, y así hemos de decir, o que los seiscientos años han de ser muchos menos, o que las monjas eran de otra religión, o que el hallazgo de la santa imagen fue después del año 1351.
Acabadas ya las cortes de Barcelona, en que se hicieron los usajes, dio principio el conde Armengol una gran guerra que por muchos llevó contra los moros sus vecinos, con pretensión de echarlos de una vez de todas las tierras y límites de su condado, acabando con ellos. Valiéronle, según parece en antiguas memorias, el obispo de Urgel, el conde de Pallars, Ramón de Cervera, Guillen de Anglesola; Raimón Folc, vizconde de Cardona, hijo de Hugo Folc; Galcerán de Pinós, Hugo de Treyá, Berenguer de Puig-vert, Oliver de Termens, Gerardo o Guitardo de Ribelles, Juan Despes, Ramón de Peralta, Bernt de Peramola, Pons de Oliva, Asbert Dez-Palau, Juan de Pons, Guillen de Majà, Galcerán de Artisé, Guillen de Alentorn, Ramón de Monsonis, Bernat de Billvés, Benet de san Gruni, Pedro de Torá y Arnaldo Dalmau, y otros muchos caballeros amigos y vasallos del conde. Con ellos bajó como un rayo por las riberas del Segre, conquistando todos los castillos que había de la una y de la otra parte; de aquí pasó a las riberas de Sió, y tomó todos los lugares que había por allá; llegó hasta las villas de Sanahuja y Guisona, y se apoderó de ellas. En esta ocasión conquistó a Linyola y otros pueblos vecinos, cautivando muchos de aquellos infieles. De esta conquista habla un auto de confirmación hecho por Armengol y Arsende, su mujer, condes de Urgel, en favor de Ramón Arnau, de ciertos réditos; y usando del latín de aquellos tiempos, dice:
damus tibi haec omnia praenominata quod ab antiquo tempus avi de me Ermengaudus comitum qui obit a Gerp fecit dono in vita sua ad Arnaldo Dalmatii patre tuo quando Linerola fuit decepta a Xpianis et pagani captivus etc. y de esta vez quedó toda aquella tierra por los cristianos. Luego, pues, que fue señor de la campaña; entendió en la conquista de la ciudad de Balaguer, que era la plaza más fuerte e inexpugnable que por aquella parte quedaba a los moros, donde se eran todos retirados con lo mejor de sus haciendas. Hay cercano a Balaguer,a la parte oriental, media legua distante, a la ribera del Segre, sobre grandes peñas, un lugar llamado Gerp: este puesto escogió Armengol por acomodado para hacer en él plaza de armas para la conquista de Balaguer, y fortificó en él un castillo, cuyos cimientos aún quedan. No es este castillo el que al presente dura en el mismo lugar de Gerp, sino otro algo más apartado, y de aquí se quedó el nombre de Gerp. En autos, empero, y antiguas escrituras parece que a este conde llamaban los moros Armengol de Tuligisa, no se sabe porqué. El abad Briz Martinez, en la historia de San Juan de la Peña, dice que sería por alguna hazaña en el lugar o territorio de este
nombre. Desde el castillo de Gerp, se dio principio al cerco de Balaguer; pasaron en él grandes cosas y diversos hechos de armas, combatióse la ciudad por todas partes, y más en particular por la de Almata. Los moros que estaban dentro entendían valerosamente en la defensa de ella, pero faltóles el socorro que les podía venir y aguardaban de Lérida, y esto era muy dificultoso, porque el conde era señor de la campaña, y por eso los moros, antes de llegar al último punto, escogieron un honesto partido, por no ver entrada y saqueada la ciudad, y así se rindieron y la entregaron al conde con condiciones. Así se infiere del testamento del conde, el cual, entre otras cosas en que instituye heredero a su hijo, son los tributos que Almudafar, moro, le prestaba por Balaguer; y es cierto que si la ciudad se conquistara a fuerza de armas, toda quedara por los cristianos, sin permitir a los moros parte alguna en ella, antes bien los echara del todo; y así Almudafar (suena como Almudévar) debió de quedar o con el castillo o alguna parte de la ciudad, por la cual se obligó a pagar parias o tributos al vencedor. Después de esto, a los que le habían ayudado a aquella conquista hizo participantes del fruto de la victoria, así como lo habían sido de la guerra. A G. de Bibellas, que fue de los que más se señalaron, dio ciertas rentas sobre la ciudad de Balaguer, y a lo que yo conjeturo, le hizo carlan, (castellán) y le dio los castillos de Roda y Monsonis; a Bernat de Peramola dice Terafa que dio los castillos de Auliana y Peramola; a Gispert de Pons, la carlanía de Pons; a Galceran de Pinos, el castillo y tierras de Taltaull; al obispo de Urgel, que en esta guerra hizo mucho, los castillos y villas de Guisona y Sanahuja, aunque se pretendió que esta donación fue en favor de su Iglesia y no de la mensa episcopal; a Berenguer de Puigvert dio ciertos lugares a las riberas de Sió; a Guillen de Majá, Robió y La-Sentiu; a Arnau Dalmau dio la torre Dalmazor, y en auto de confirmación que de esta donación hizo el conde Armengol y Arsende, su mujer, en favor de Raimundo Arnau, su hijo, en que añadió también la mitad de las décimas que tenía en la torre de Erall, dice: Et est haec omnia infra comitatum Urgelli in finibus Marchiarum in loco quod dicitur Pla* superius Linerola: et habet autem afrontacionis prescriptam turrim a parte orientis in terme de Juliagrossa et de *Montosar, de meridie in termino de Valverd et de *Xerapchenic sive in Pennal de la turrim de la Baralla, a parte vero circii in termino de Linerola, et de aquilone in termino de turrim de Erall; y estas donaciones fueron con pacto que lo tuviesen en feudo por el donador, el cual tenía todo el condado de Urgel franco de todo reconocimiento al conde de Barcelona, por haberlo él con sus fuerzas conquistado; y esta prerrogativa y franqueza conservaron siempre todos los condes de Urgel, hasta Armengol VIII, el cual murió sin hijos, y el condado hizo mudanza, porque después de él, todos los que lo poseyeron, fue con ciertos reconocimientos a los condes de Barcelona y reyes de Aragón, los cuales a la fin vinieron a tener el señorío útil, directo y alodial de todo el condado, perdiéndose del todo la soberanía que tuvieron los primeros condes, por haberle ellos conquistado con su espada, y adquirido de los sarracenos.
Por estos tiempos entró en Cataluña, Amato o Antato, obispo de Oloron, en Francia, legado del pontífice Gregorio VII, para visitar los monasterios del orden de San Benito, que eran muchos en Cataluña; detúvose en el obispado de Gerona, y después en el convento de Besalú; y de allí entró en el condado de Urgel, donde fue muy bien recibido del conde y de Lucía, su mujer, y le rogaron que reformase los monasterios de aquel condado, que eran cuatro, llamados de san Saturnino, de santa Cecilia, de san Andrés y de san Laurencio; y empleándose en esto, le pidieron que el de santa Cecilia, que por negligencia de los abades y monjes estaba algún tanto estragado en la religión, lo hiciese de monjas; y condescendiendo en esto el legado, fueron él y el conde y la condesa a Barcelona, y pidieron algunas religiosas a Eliarda, abadesa del monasterio de san Pedro de las Puellas, para la fundación del nuevo monasterio, y ella las dio a 23 de julio del año 1079, y concertóse que el nuevo monasterio estuviese sujeto a ella y a sus sucesoras. De esto hay auto en el archivo de dicho monasterio de san Pedro de Barcelona, cuya autoridad y antigüedad es muy grande, en el saco A, núm 2. El maestro fray Antonio de Yepes, en la historia de san Benito, tomo 6°, refiere esta misma historia; pero añade que esta Eliarda era abadesa del de las Huelgas de san Pedro: es manifiesto error de los trasladadores, y como a tal, lo advierto de paso.
A 5 de los idus de setiembre del año diez y nueve del rey Felipe, que es de Cristo señor nuestro 1079, el conde hizo donación de Biscarri, que estaba en el condado de Urgel, a Raimundo y Valencia, condes de Pallars, y a Arnaldo, hijo de ellos, y dice: que las terminaciones son a parte orientis in termines de castrum Taravalli, a meridie in termines de castrum Benavente vel in quallum sancti Egidii de *occiduo in *Gaveta vel in Lagunas et ascendit per termines de castrum Lordani et de Castelione usque in montem qui dicitur alto etc. *Ica ut non liceat vobis alium seniorem eligere de supradicto castro neque ad vos neque ad posterita vestra nisi me Ermengaudum aut posterita mea. Y se llamó el conde comes et marchio, y este mismo castillo, con la iglesia y parroquia de san Andrés, a 2 de las calendas de junio del año veinte y cuatro del rey Enrique, que era de Cristo 1054, lo había dado Armengol de Barbastro, su padre, que también se intitulaba conde y marqués, a Arnaldo Miron de Tost, y a Arsende, su mujer, vizcondes de Ager; y después el mismo vizconde de Ager, en su testamento, lo dejó a los dichos Valencia, su hija, y a Arnaldo, su nieto, el cual testamento fue hecho a 4 de los idus de agosto del año doce del rey Felipe, que es de Cristo señor nuestro *1072. Y entiendo que la donación hecha en este año 1079 fue confirmación de la del año 1054 y del testamento del vizconde, por razón del señorío que en este y otros castillos se reservaron los condes de Urgel.
Murió por estos tiempos la condesa Lucía, en la cual tuvo el conde un hijo, que fue Ermengaudo, que llamaron de Mallorca; y el año siguiente de 1080 ya había casado con Adelaida, dama francesa, que se intitulaba condesa de la *Prohenza (Provence, Provenza), por tener en aquella provincia ciertos derechos de que hace alguna mención, aunque muy de corrida, César de Nostradamus en su historia de la Prohenza, en la vida de san Gilberto, segundo conde de la Prohenza. El padre Diago dice haber visto un auto en que el conde y esta Adelaida, su segunda mujer, dieron la tercera parte del castillo de Altet a la iglesia de santa María de Solsona, a 13 de febrero del año veinte del rey Felipe, y nombra siete caballeros principales del condado que fueron presentes, y eran Gerardo Mir, vizconde; Hugo Dalmacio, Ramón *Reembaldo, Berenguer Brocardo, Guillermo Arnaldo, Olivon de Arvernia, Guillermo de Izarno y Berenguer de Puigvert.
Entonces entraron en el condado de Urgel y por los valles de Aran y Andorra algunas gentes extranjeras, inficionadas de la herejía arriana (pone araiana), que aún duraba en el mundo: recogiéronse en un castillo que llaman Monleó, y allí se hicieron fuertes para enseñar su perversa y mala doctrina.
El conde y toda su tierra se alborotó notablemente, y sin dar lugar a que derramasen su ponzoña, fueron al castillo y le dieron combate, y sacaron los herejes y toda Cataluña había ya tomado las armas contra de ellos. Señalóse notablemente un caballero llamado Arnaldo de Perapertusa: este, por orden de Armengol, y con gente suya, trabajó con tantas *veras en la expulsión de esta canalla, que mereció que el conde le diese este castillo, con que le tuviese por él y sus sucesores, y que, requerido, le hubiesen de dar las tenencias. Entonces mudaron el nombre al castillo y le llamaron Castellbó, y los descendientes de este caballero tomaron este apellido, y duró este linaje muchos años en Cataluña.
Tomada la ciudad de Balaguer y todos los lugares y castillos que están alrededor de ella, y los demás de las riberas de Sió y Segre hasta Noguera Ribagorzana, emprendió guerra contra los moros de Lérida y Fraga, y los que estaban a las riberas de Segre y Cinca y Ebro, hasta la ciudad de Tortosa, y con tan grande poder, que no leemos otro tanto de ninguno de los príncipes de estos tiempos. Tuvo principio esta nueva empresa en el año 1091, en la primavera. Entonces se le hizo tributario el rey de Lérida, prometiéndole cada año parias. Subió a Fraga, y por las riberas de Segre y Ebro, llegó a Tortosa: aquí recibió socorros de gente que le envió el rey don Pedro de Aragón, su sobrino, desde Monzón, con que pudo dichosamente proseguir sus victorias, que alcanzó muy grandes de los moros. El rey de Zaragoza, que se llamaba Yuseph Abenhut, (Pep, Josep, Joseph, José, Yusef, etc.) se le hizo tributario, e imitando al de Lérida, le reconoció vasallaje.
En el año 1092 ponen todos la muerte del conde, la cual fue en el castillo de Gerp, después de haber gobernado veinte y ocho años el condado, con los aumentos y victorias que quedan referidas, que discurrieron desde el año 1065, hasta el corriente de 1092. Intitulóse siempre conde y marqués, como el conde su padre.
Casó dos veces, la primera con Lucía, de quien tuvo a Armengol, y que algunos llamaron Luciana, y murió poco antes del año 1080; la segunda con Adelaida o Adaleta, que, como dije, se intitulaba condesa de Prohenza, de la cual tuvo un hijo llamado Guillermo, que heredó los estados de la madre y se intitulaba conde de Niza, y, una hija que se llamó Sancha. A más de estos tres hijos, tuvo una hija que casó con Guillen Jordan, penúltimo conde de Cerdaña, que murió en el año 1102, en la ciudad santa de Jerusalén: de esta hija no he hallado memoria en ningún autor, sino en el libro segundo de los Feudos del real archivo de Barcelona, fól. 87 (1) en que hablando el de Urgel con el de Cerdaña, dice: Quod si ego prescriptus comes Ermengaudus, obiero, sine filiis omnem nostrum honorem dimittam a germanam meam Elisabet conjugem tuam et ad te ipsum eternaliter habendum etc. y en el Armario 16 del dicho real archivo, en el núm. 59, hay otro auto en que el mismo * de Armengol hace memoria de esta hermana.

(1) Al libro de los feudos, tal como existe ahora en el archivo, le *faltan muchísimas hojas, que el autor tuvo seguramente a la vista, y *se cree desaparecieron ya a poco más de mediados del siglo XVII. Entonces debió de hallarse todo lo relativo al condado de Urgel; por consiguiente existe ahora casi ninguno de los documentos que Monfar cita a ca* como continuados en aquel libro.

Fue, a lo que se conjetura, sepultado en el monasterio de Ripoll, así como sus ascendientes. Hay de él dos testamentos: del uno hace mención Zurita, lib. 1, cap. 30, y dice que a Armengol, su hijo, le dejó bajo del gobierno de don Ramón, vizconde de Cardona; y de Ponce, vizconde de Gerona; y de Guerao, su hijo, que también se llamaba vizconde de Cabrera; y de Bernardo, obispo de Urgel, y de Ramón, obispo de Pallars; y de don Artal, hijo de don Artal, conde de Pallars; y sobre todo dejaba a Berenguer Ramón, conde de Barcelona, y al rey don Sancho, que tuviesen el gobierno de su estado y de su hijo para defensa de la tierra, y mandaba que cualquiera de estos príncipes que tuviese el regimiento del condado acudiese con el rey don Alonso de Castilla, y se enviase allá su hijo, y quedase debajo de su guarda. En caso que muriese su hijo, llama a la sucesión del estado a don Ramón, don Guillen y don Berenguer, sus hermanos, y si estos no viviesen, nombra por sucesor al infante don Pedro, su sobrino, hijo del rey de Aragón, y muriendo el infante sin dejar hijos, sustitúyele al conde de Barcelona, don Berenguer Ramón. Este testamento fue sin duda antes del año 1086, en que comenzó a reinar el infante don Pedro, sobrino del conde.
Después de este, y en el año 1090, hizo otro testamento, que está en el real archivo de Barcelona, en el armario de los testamentos, núm. 70, el cual da mucha noticia se las cosas y estado del condado, y por esto lo pongo aquí por entero, y es el que sigue:

Testamentum Ermengaudi de Gerp, comitis et marchionis Urgelli.

Nemo rationalium animalium, etc. (1)
(1) El manuscrito deja aquí una página en blanco, donde sin duda debía
continuarse el testamento; ahora es imposible llenar este vacío, porque si bien el índice antiguo de armarios tiene efectivamente continuada la nota de este documento, no se le ha hallado en su lugar correspondiente, ni siquiera viene ya comprendido en el inventario general de las escrituras en pergamino.