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lunes, 22 de junio de 2020

255. ANTECEDENTES DEL MONASTERIO DE TRASOBARES

255. ANTECEDENTES DEL MONASTERIO DE TRASOBARES (SIGLO XI. TRASOBARES)

255. ANTECEDENTES DEL MONASTERIO DE TRASOBARES (SIGLO XI. TRASOBARES)


Estamos en Jaca, capital del reino. Sancho Ramírez, rey de los aragoneses, estima que debe coordinar sus esfuerzos con los cristianos de Castilla para oponer un frente común a los musulmanes que dominan el valle del Ebro. Prepara, pues, un viaje a tierras castellanas, que debe hacerse con toda discreción para no levantar sospechas.

Acompañado solamente por un criado, emprendió el viaje disfrazado de arriero y, tras cabalgar día y noche, ambos se perdieron en el camino. Estaban en tierra de moros y, por lo tanto, temerosos de caer en sus manos. De repente, el canto de un gallo al alborear el nuevo día les indicó que se hallaban cerca de un poblado. Decidieron hacer un alto y redoblaron la vigilancia para no verse sorprendidos por los vigías moros.

El criado, con sumo cuidado, se adentró en la desconocida población y, dirigiéndose a una de las casas de su barrio mozárabe, le proporcionaron las vituallas necesarias para proseguir el viaje y le informaron que el poblado se llamaba Trasobares. Luego, durante el retorno junto a don Sancho que le estaba esperando ansioso, en medio de una intensa y casi cegadora luz, vio una imagen de la Virgen. Se sintió emocionado y sorprendido, y corrió cuanto pudo para contarle al rey lo que acababa de sucederle.

A pesar del peligro que suponía, los dos fueron al lugar de la aparición. Entonces, el rey, con sumo cuidado, tomó y envolvió la imagen entre paños y, tras acomodarla en la silla de su montura, decidió suspender el viaje a Castilla y regresar a Jaca sin dilación para, una vez allí, ir a depositar la imagen en el monasterio de San Pedro de Siresa.

Años más tarde, Alfonso I el Batallador reconquistó Trasobares para Aragón. A petición de los cristianos del pueblo, el rey ordenó devolver la imagen al lugar donde se apareciera, construyendo para ella una ermita, germen del monasterio femenino cisterciense que allí se fundaría, cuya sala capitular sería presidida por la imagen, de manera que pronto se le conocería como Nuestra Señora del Capítulo.

[Bernal, José, Tradiciones..., págs. 78-79.
Sánchez Pérez, José A., El culto mariano en España, págs. 112-113.]


El origen de la villa actual es medieval, y debe su existencia al monasterio de monjas cistercienses o «bernardas» fundado en dicho lugar en el siglo XII. La elección de este apartado lugar, en el somontano del Moncayo y a orillas del río Isuela, para dicha fundación se debe a la aparición de la Virgen María al mismísimo rey de Aragón, Sancho Ramírez, allá por el año 1092, en este lugar. Al parecer, y según la tradición, por estas fechas el rey Sancho Ramírez emprendió una peligrosa expedición desde Aragón a Castilla para entrevistarse con el rey castellano Alfonso VI. Para ello tuvo que atravesar las tierras del poderoso reino taifa de Zaragoza. De incógnito, y con solo unos criados por compañía, Sancho Ramírez emprendió el viaje por «caminos ocultos», según dice la tradición. Ya cerca de Castilla el rey y compañía acamparon para pasar la noche en una hondonada junto al río Isuela, lugar donde encontraron la acogida de tres leñadores cristianos y sus familias que vivían en unas cabañas en este lugar. Aquella noche, mientras el rey dormía un gran resplandor iluminó el lugar, tanto que los gallos comenzaron a cantar. Asombrados, los presentes presenciaron la aparición de la Virgen rodeada de ángeles que la veneraban. Una vez acabado el prodigio, y vuelta la oscuridad, los presentes, al acercarse al lugar donde se había producido el hecho, descubrieron una imagen en madera de la Virgen que el rey Sancho decidió llevarse a Aragón a su vuelta de Castilla. Así la imagen fue trasladada al monasterio de Siresa, en el Pirineo. El rey Alfonso I el Batallador, hijo de Sancho Ramírez, reconquistó toda la zona de Trasobares en fechas posteriores a 1118 y, a petición de la gente que habitaba el lugar, llamado ya «Trium Obantium» o «Tres Obares» —Tres vencedores— en recuerdo de los tres leñadores que habían conservado el lugar para los cristianos, devolvió la imagen a su lugar de origen, fundándose una pequeña ermita para su veneración. Textualmente el privilegio firmado por El Batallador dice: «volo enim ut restituatis supradictam imaginem sindicis vel procuratoribus loci Trium Obantium». La tradición ha conservado incluso el nombre de aquellos «tres vencedores»: Hernando Sánchez, García Aznar y Beltrán Gascón. Son apellidos que históricamente se encuentran en el pueblo, lo que da verosimilitud a la tradición. Posteriormente, sobre 1168, se produjo la fundación del monasterio ya citado, alrededor del cual creció una pequeña villa, que fue Trasobares. Fue una dama noble castellana, doña Toda Ramírez, tercera abadesa del monasterio navarro de Santa María de la Caridad de Tulebras, quien lo fundó tras pedir a la reina Petronila de Aragón el lugar donde se encontraba la pequeña ermita dedicada a la Virgen como sede de este nuevo monasterio para hijas de «ricos hommes» (homnes, homines, etc) de Aragón. Previamente la animosa dama había viajado hasta París para entrevistarse con Bernardo de Claraval, fundador del Císter y futuro santo, para solicitar su permiso para esta fundación. El privilegio de fundación lo concedió el rey Alfonso II el Casto, en 1188. Este privilegio incluía el señorío de la villa de Trasobares, a las que ya a finales del siglo XII se añadiría la donación de los términos de Aguarón y Tabuenca, lo que convirtió a sus habitantes en vasallos del monasterio. También recibió el monasterio otros privilegios, como los de pacer sus ganados en diversos lugares del reino, tal como lo hacían los ganados reales. La iglesia del monasterio quedó dedicada a Santa María de los Ángeles, en alusión a las circunstancias de la aparición de la Virgen a Sancho Ramírez. El monasterio, que nunca fue grande en capacidad —unas treinta monjas, más sirvientes—, quedó sujeto espiritualmente al gran monasterio cisterciense del otro lado del Moncayo, Santa María de Veruela. La llamada Guerra de los dos Pedros, entre Pedro IV de Aragón y Pedro I de Castilla, entre 1356 y 1369, supuso el primer quebranto importante en la vida del monasterio, al estar cerca de la frontera castellano-aragonesa. En 1357 el ejército castellano destruyó las villas de Trasobares y Calcena, teniéndose que refugiar sus habitantes en el cercano castillo de Tierga, aguas abajo del Isuela. Las monjas eligieron retirarse a Aguarón, en tierras de Cariñena, junto a Cosuenda, lugar más lejano y seguro, y que les pertenecía. El Compromiso de Caspe (1412) supuso la inesperada ruina del convento. La abadesa de Trasobares, Violante de Luna, se negó (ja ja ja !!) a aceptar el fallo que nombraba rey de Aragón al castellano Fernando de Antequera, un Trastámara, (descendiente de los reyes de Aragón) ya que los Luna apoyaban al candidato Jaime de Urgel. En una novelesca peripecia la abadesa huyó de Trasobares, refugiándose en el castillo de Loarre junto con su primo, y, dicen, que amante, Antón de Luna, cabeza de los partidarios «urgelistas» en Aragón e instigador del asesinato del arzobispo de Zaragoza García Fernández de Heredia, partidario de Fernando de Antequera. Tras un riguroso asedio que duró un año, y que sobrepasó en duración y tenacidad al que el propio candidato al trono, Jaime de Urgel, (Jayme Darago) llevó a cabo al castillo de Balaguer, la abadesa «guerrera» fue detenida y se dispuso su traslado al castillo de Sora, en las Cinco Villas. Pero nuevamente Violante (Yolanda) volvió a fugarse sirviéndose de un falso salvoconducto. El Papa Benedicto XIII, otro Luna (Papa Luna) y tío de la abadesa rebelde, actuó expeditivamente, tal vez para demostrar al nuevo rey la fidelidad de su familia; excomulgó a la abadesa, que incluso había tenido un hijo con su primo, ordenó a las monjas abandonar el convento de Trasobares, trasladándolas nuevamente a Aguarón, y ordenó su demolición, a excepción de la iglesia. El castigo incluía además la prohibición de que las monjas se llevaran la imagen de la Virgen de Trasobares. Durante el derribo del convento se cuenta que se produjo el milagroso suceso de que al caer un cascote sobre la nariz del niño Jesús que sostiene la imagen de la Virgen, de ella manara sangre. Dicho suceso dicen ocurrió porque la imagen, desde siempre, no se encontraba en la iglesia del convento —que no se derribó—, sino en la sala capitular, lo que le valió a la talla el otro nombre, aparte del de «Nuestra Señora de los ángeles», que ostenta y que es más popular: «Nuestra Señora del Capítulo». Otro hecho prodigioso del que se da noticia sucedió durante la ausencia de las monjas. Un día los habitantes de la villa escucharon el canto de la salve en la iglesia, a la hora en que las monjas lo solían realizar. Al entrar en la iglesia, pensando que las monjas habían vuelto, se la encontraron vacía, por lo que tuvieron por cierto que habían sido los propios ángeles los que habían cantado la Salve. Hasta 1419, por medio de una bula del Papa Martín V, no fueron autorizadas las monjas a regresar al monasterio, reconstruyéndolo en su totalidad excepto la iglesia. La vida de la comunidad monástica, y de la villa, continuó apaciblemente, aunque con sobresaltos como el del 18 de enero de 1810, en plena Guerra de la Independencia, cuando una partida francesa apresó al párroco del pueblo, Manuel Sancho, saqueando el archivo parroquial y desapareciendo varios libros antiguos y dinero. El monasterio pervivió hasta 1837, fecha en que la Desamortización de Mendizábal desalojó a las monjas - quedaban diez - del lugar y las agregó a las del monasterio de santa Lucía en Zaragoza. Sin embargo, unas pocas fueron al monasterio de Tulebras (Navarra), llevándose el rico báculo de plata que el Papa Luna (Benedicto XIII) había regalado a la abadesa Violante de Luna. Actualmente dicho báculo se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Las propiedades del convento pasaron, teóricamente, a manos particulares. Sin embargo, solo un par de edificios fueron adquiridos por estos, quedando el resto abandonado y arruinándose con el tiempo.

251. NACIMIENTO DE SAN JUAN DE LA PEÑA


7. ASPECTOS RELIGIOSOS

7.1. LOS MONASTERIOS

251. NACIMIENTO DE SAN JUAN DE LA PEÑA (SIGLO VII. SAN JUAN DE LA PEÑA)

251. NACIMIENTO DE SAN JUAN DE LA PEÑA (SIGLO VII. SAN JUAN DE LA PEÑA)


Don Juan de Atarés era un respetado caballero cristiano que, perteneciente a una noble y prestigiosa familia hispanogoda, tenía su casa solariega en Atarés, pueblecito cercano a Jaca, donde fundamentalmente se dedicaba a la agricultura y a la ganadería. Un día, a fines del siglo VII, movido por su profunda vocación religiosa, decidió renunciar a sus cuantiosos bienes y a su familia y se hizo penitente.

Se estableció en solitario Juan de Atarés en una cueva del monte llamado Pano, en un aislado paraje de la sierra de San Juan, cerca de Jaca, donde pasaba las horas orando. Un día, sin saber por dónde había llegado, lo fue a visitar un caballero ricamente vestido (era, en realidad el propio Lucifer disfrazado) y ambos salieron a hablar al exterior de la cueva. De pronto se oyó un gran estruendo y las piedras de la montaña comenzaron a moverse hasta formar un hermoso palacio. Mostró así Satanás a don Juan su inmenso poder y le incitó a que renunciara a Dios regresando a las cosas del siglo. Por respuesta, el anacoreta Atarés comenzó a rezar y cayó al suelo privado de sentido.

Cuando volvió en sí vio que se hallaba en presencia de un ángel y observó cómo el suntuoso palacio se venía abajo con otro gran estruendo. «Ya ves lo que queda del poderío del enemigo de Dios que ha venido a tentarte», le dijo el ángel, y le pidió que se trasladara a una gran cueva que había en el monte Uruel y labrara allí un altar bajo la advocación de san Juan Bautista, a quien debía encomendar su vida y su alma.

Una vez que desapareció el ángel, Juan de Atarés se aprestó a cumplir la orden recibida. Anduvo por el monte y encontró una oquedad, en cuyo fondo existía una inmensa gruta. Preparó un pequeño habitáculo para resguardarse de la intemperie y colocó una imagen de san Juan Bautista toscamente modelada con su propia navaja en un improvisado altar, fundando así una iglesia en honor de san Juan, donde andando el tiempo surgiría un famoso monasterio en el que los monjes harían vida en común y de donde arrancaría —la leyenda se encargará de decírnoslo— el nacimiento del reino de Sobrarbe y del condado de Aragón.

[Libro de S. Voto. Manuscrito Bibl. Universitaria de Zaragoza. Cop. siglo XIII, fol. 0-2.
Papebroch, D., Acta Sanctorum, Mai VII, págs. 61-63. Risco, P., España Sagrada, 30, págs. 400-408.
Sánchez Pérez, José A., El Reino de Aragón, págs. 118-120.]





jueves, 7 de noviembre de 2019

PERGAMINO ORIGINAL DEL FUERO DE JACA

EL PERGAMINO ORIGINAL DEL FUERO DE JACA CONCEDIDO POR EL REY SANCHO RAMÍREZ.

http://www.cervantesvirtual.com/descargaPdf/el-pergamino-original-del-fuero-de-jaca-concedido-por-el-rey-sancho-ramirez/

Ricardo del Arco.

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El célebre fuero o carta magna otorgado a la ciudad aragonesa de Jaca por el rey Sancho Ramírez, era hasta ahora conocido únicamente por la copia del instrumento original contenida en el códice que conserva aquel Municipio, denominado "Libro de la Cadena".

Este es un infolio en pergamino que consta de dos partes, que claramente se distinguen por la desigualdad de su confección:
la primera y más esencial se escribió por los años de 1270; ocupa 84 folios y contiene documentos reales y municipales, copiados todos por una misma mano en letra francesa, hermosa y limpia, con algunas iniciales adornadas, pero con descuidos e inexactitudes que acusan al copista de mediano lector de letra antigua y de menos que mediano latino. La segunda parte la forman los 17 últimos folios, que contienen documentos pontificios, reales y episcopales, los cuales, seguramente, no estaban
en el archivo del Concejo, sino que se llevaron del de la Catedral para completar con ellos el cartulario; están escritos en varias ocasiones y por distintas personas, en peor letra que los de la primera parte, pero con más corrección, y no más tarde del
año 1312, excepto el último, que lo fué antes del 1323. Está encuadernado en tapas de madera forradas de cuero, guarnecidas en sus ángulos con clavos de hierro y mostrando señales de haber tenido otros mayores, a modo de sellos, en los centros, para unir el broche que lo cerraba. Por estos detalles se le llama en documentos del siglo XIV "el libro de los sellos redondos de hierro'''; cuando éstos desaparecieron le dieron el nombre de '''libro de las cubiertas vermellas''', que ha durado hasta fin del XVIII , añadiendo alguna vez en estos últimos tiempos el calificativo "de la Cadena", que no se nombra en los primeros; cadena que se pondría para sujetarlo, acaso en 1544, cuando fué trasladado desde el domicilio del Jurado o notario que lo guardaba a la actual Casa Consistorial (1).
(1) Dámaso Sangorrin: El Libro de la Cadena del Concejo de Jaca... Transcripción, traducción y anotaciones del cronista de la ciudad don --- (Zaragoza. 1921). pág. IV.

Los folios I verso, 2, 3 y 4 recto, contienen la copia del fuero concedido por Sancho Ramírez en el año (según reza allí) 1062, o sea la Era 1100. Esta ha sido la única fuente de todas las ediciones del famoso privilegio, tan interesante en la historia de la legislación española; es decir, a lo que parece, el documento original no ha sido conocido hasta que yo lo he descubierto recientemente en el Archivo municipal de Jaca. Veámoslo.
El analista Zurita fué el primer historiador que dio noticia del fuero, en sus índices latinos, al año 1064, como indicando que en esa fecha otorgó el rey el privilegio. El original, como se verá, coincide con la copia en la data, o sea en la Era 1100, año 1062, probablemente equivocada por omisión de alguna cifra.
¿De qué coligió Zurita esa fecha? De haber visto el pergamino original, hubiera hecho alguna reflexión para rectificarla. Sirvióse, pues, de una copia, que seguramente debieron comunicarle.

El padre fray Ramón de Huesca imprimió el tomo de su Teatro histórico de las iglesias del Reino de Aragón, dedicado a la de Jaca, en 1802. En la página 71 de ese volumen (el VIII de la serie) habla del fuero de Sancho Ramírez, indicando las leyes
que el Monarca otorgó a la ciudad para su gobierno, "como consta del diploma que publicamos en el apéndice I, según se halla en el "Libro de la Cadena", de la misma ciudad, que es de vitela y caracteres muy antiguos, en que están sus privilegios. Dichos fueros se hicieron tan famosos en toda España, que venían de Castilla, Navarra y otras partes a Jaca para llevarlos á sus tierras, como lo testifica el rey don Alonso II en un privilegio, de que luego hablaremos; y el padre Moret refiere algunas ciudades de Navarra y Castilla que se gobernaban por los fueros de Jaca".
Publicó, en efecto, el privilegio tal como está; en el "Libro de la Cadena", aunque indicando en el epígrafe que "se halla en pergamino suelto, en el archivo de dicha Ciudad, caxón 5, leg. 13, núm. 3, y en el libro de la Cadena de la misma, fol. 1."
Pero el padre Huesca no vio el original, no obstante haber estado en Jaca preparando la edición de su Teatro, cosa que no le ocurrió a Zurita, y ello por dos razones: la signatura que el documento tenía en tiempo del padre Huesca era la misma que ostenta hoy, o sea el núm. 1 de los privilegios reales, y no el núm. 3, del leg. 13. Además, y es prueba concluyente, después de inserta la copia del privilegio tomada del "Libro de la Cadena", añade: "La data está defectuosa, pues habla del año de la Encarnación sin expresarlo, y la Era M. C. que señala corresponde al año del Señor 1062, y don Sancho Ramírez no subió al trono hasta el mes de mayo del siguiente. Zurita, que pudo ver el original, afirma en los índices latinos sobre el año 1064 que el rey don Sancho dió a Jaca en este año, en el principio de su reinado, las leyes, forma de gobierno y título de ciudad que menciona el privilegio."
Además, de haber visto, el padre Huesca el original, se hubiera valido de él para la publicación, como más fidedigno que una copia en la que se registran muchas variantes, errores o malas lecturas, como veremos.

Don Tomás Muñoz y Romero, en su Colección de fueros municipales y cartas pueblas (Madrid, 1847), publicó este fuero jaqués, pero tomándoilo del padre Huesca, por lo cual adolece de todos los defectos de infidelidad de aquél. Antes que él lo publicaron Llorente, en el tomo III, pág. 454 de sus Noticias históricas de las Provincias Vascongadas, aunque —(dice Muñoz Romero— no con tanta corrección como le imprimió el padre Huesca-.
Zuaznavar, en su Ensayo histórico sobre la legislación de Navarra, y Yanguas, en su Diccionario de antigüedades del Reino de Navarra, dieron también este fuero según la misma fuente. El padre Moret, en sus Investigaciones históricas de aquel Reino, asignó al documento nada menos que el año 1090.
En nuestros días, don Gabriel Llabrés ha publicado una noticia del "Libro de la Cadena", en la Revista de Huesca, tomo I (año 1903), págs. 281 a 292, seguida de la transcripción de cuatro documentos del "Libro", uno de ellos este fuero jaqués. La
lectura es más fiel que la que en 1921 ha hecho don Dámaso Sangorrin. Llabrés no conoció el pergamino original.
Dicho señor Sangorrin, cronista de Jaca, ha dado a la luz una edición del "Libro de la Cadena del Concejo de Jaca" (Zaragoza, 1921), con atinados comentarios a los documentos de que se compone. Tampoco el cronista de aquella antigua ciudad ha
visto el pergamino original, porque no lo menciona; antes bien, en la pág. 102 de su obra, dice: "El copiante (del '''Libro de la Cadena") omitió la fecha de la Encarnación, que sin duda constaría en el original además de la Era..." ; y en la pág. 103: "Lo que sospecho es que en el original decía Era MCXV..." Ni una ni otra cosa son ciertas; el copiante, que tantos errores cometió al trasladar el documento original, al llegar a la fecha copió bien, porque en el original se omitió el año de la Encarnación y la Era
es M.a C.a, y no la que sospecha el señor Sangorrin, M. C. XV.
Por tanto, el pergamino original es inédito, y ha permanecido oculto desde el siglo XVIII. A mis manos llegó registrando el Archivo municipal de Jaca, como comisionado de Real orden para realizar el inventario de varios archivos de la provincia no incorporados al Cuerpo facultativo de Archiveros. Un índice del siglo XVIII me dio el rastro, y al fin lo encontré (1), con la satisfacción natural, por tratarse del documento más enaltecedor de Jaca, el más importante, sin duda, de Aragón y uno de los más
insignes de España, citado por todos los historiadores nacionales y extranjeros de nuestra Legislación. Esa es la razón que me ha movido, no sólo a dar cuenta a la Real Academia de la Historia del importante hallazgo, sino a ofrecer una transcripción fiel del curiosísimo documento acompañada de la fotografía, anotando las variantes —errores del copista y errores de lectura, por mejor decir—- que aparecen en las ediciones del padre Huesca (y de Muñoz Romero, por tanto) y de Sangorrin, en numero de 67, Las primeras van indicadas con la inicial H, y las segundas con
la inicial S (2).

(2) Las variantes de la edición de Llabrés son, poco más o menos, las de la de Sangorrin, por lo que me abstendré de anotarlas o compararlas con el original, salvo las que sean distintas. Llabrés no pone diptongos (que no se usaban entonces ni constan en el Libro de la Cadena) como el señor Sangorrin; pero en cambio escribe siempre Jacca o Jaccam, en vez de Iaca, o Iacea, Iaccam.

(1) Encontré, además, el documento más antiguo del Archivo: una donación del rey Ramiro I a los vecinos de Osas, de la villa de Suersa, concediéndoles fuero, en 30 de mayo del año 1042; un privilegio de Alfonso I (1106), otro de Pedro II (1212) sobre el Almudi, dotado de magnífica bula plúmbea; casi toda la serie, en fin, de los privilegios concedidos a Jaca, los cuales dormían entre el polvo del olvido, en un hermoso armario inexplorado .........

El documento tiene todos los caracteres apetecibles de autenticidad (letra, signo de Sancho Ramírez, firma de Pedro I, abreviaturas, ancianidad del pergamino, etc.), y es, sin duda alguna, el original, por lo demás bien conservado.

En él el rey Sancho Ramírez declara a Jaca ciudad; y para que sea bien poblada, le concede todos los buenos fueros que los habitantes le habían pedido, a saber:

I. Que cada cual edifique y cierre a su arbitrio su vivienda.
II. Que el que hiera a otro en presencia del Rey o en su palacio, hallándose el Monarca en él, pagará 1.000 sueldos o se le cortará la mano; en caso contrario, pagará la multa según el fuero de ausencia Real.
III. Que si alguien mata a otro sorprendido en delito de robo, no tenga pena de homicidio.
IV. Que en hueste no tengan obligación de llevar sino víveres para tres días, y eso cuando se trate de guerra regular o que el Rey esté sitiado por el enemigo. Si el cabeza de familia no quiere ir, podrá mandar en su lugar un peón armado.
V. Que el que adquiera una heredad la posea libre un año y día, sin traba alguna; después de este plazo pagará al Rey 60 sueldos el que quiera despojar al poseedor de su derecho.
VI. Que tengan libertad de pastos y leñas en terreno donde puedan ir y volver en el día.
VII. Que no tengan obligación de aceptar desafíos sino por voluntad de ambas partes; y para tenerlos con los de fuera se necesitará el beneplácito de los hombres de Jaca.
VIII. Que nadie pueda ser preso dando la fianza correspondiente.
IX. El que fornicare con mujer, consintiéndolo ella, si no es casada, no pague multa; pero si usa de violencia, búsquela marido o tómela por esposa. Si la mujer ultrajada pide justicia dentro de dos días, lo probará con testigos fidedignos de Jaca; pero transcurridos tres días sin reclamar, no tendrá derecho alguno.
X. Que el que vaya contra su vecino con armas, lanza, espada, maza o cuchillo, pagará 1.000 sueldos o será privado de la mano; si alguno mata a otro, pague 500 sueldos; si solamente le hiriere con el puño o le asiere por los cabellos, 25 sueldos; si le arroja en tierra, 250 sueldos.
XI. El que allane la morada del vecino o saque de ella prenda, pague 25 sueldos al dueño de la casa.
XII. Que el merino real no perciba calonia de ningún vecino sin la aprobación de seis hombres buenos.
XIII. Que los vecinos no estén obligados a comparecer en juicio fuera de Jaca.
XIV. El que tenga medidas o pesos falsos, pague 60 sueldos de multa.
XV. Que los de Jaca vayan a moler a los molinos que quisieren, excepto los judíos y los que fabrican pan para la venta.
XVI. Que no enajenen sus fincas a eclesiásticos ni a infanzones.
XVII. Que el que quiera prender a otro por deudas llame al Merino, y éste lo encierre en el Palacio Real, a la custodia del carcelero. Pasados tres días, el denunciante dará ración diaria de pan al preso, y si no lo hace, sea puesto éste en libertad.
XVIII. Que el que embargue un sarraceno o una sarracena guárdelo en el Real Palacio, en donde el dueño del preso le dará ración de pan y de agua, porque es persona y no es justo que quede sin alimento como una bestia.

Estos son los preceptos que contiene el fuero de Jaca, otorgado por Sancho Ramírez. Fué confirmado y adicionado por Ramiro II el Monje, en 1134 y por Alfonso II, en 1187. En este último dice el Rey que de Castilla, de Navarra y de otras partes venían a Jaca a aprender y trasladar sus usos y costumbres.
Respecto a la fecha, encontrado el original, hay que desechar las conjeturas, y afirmar que es la Era 1100, o sea año 1062, con error del "scriptor", o sin él. Bonilla y San Martín, en la pág. 6, nota 2, de su admirable estudio El derecho aragonés en el siglo XII (Huesca, 1920), dice: "Esta fecha (1062) , y no la de 1064, que es la que generalmente suele darse, figura en el texto del "Libro de la Cadena" o de los Privilegios de Jaca. Véase la edición del fuero, por don Gabriel Llabrés, en la Revista de Huesca (1903), tomo I (único publicado), pág. 289."
En su citada obra, Bonilla y San Martín analiza los preceptos del fuero jaqués y los de otros del siglo XII , considerándolo el primero aragonés, o sea el más antiguo, que tiene alguna extensión; pues a excepción del de Tudela (1127), del de Calatayud
(1131) y del de Daroca (1142), los restantes son brevísimos documentos: cartas pueblas, privilegios, en los que apenas se alude a algunas de las más importantes instituciones jurídicas.
De aquellas disposiciones, unas se refieren al servicio militar (la 4); otras, al reconocimiento de derechos individuales (1, 5, 6, 8, 11, 12, etc.), otras a la propiedad (5, 6, 16; etc.); otras son de índole penal (2, 3, 5, 9, 10, 11, 14); otras, en fin, de derecho
procesal (8, 12, 13, 17, 18).
He aquí la transcripción de este curioso documento, en la que se marcan con letra cursiva las abreviaturas resueltas. En notas van las variantes de los textos anteriormente publicados, para restablecer la pureza del original.

"In nomine nostri ihesu Xpi. et indiuidue (I) trinitatis patris et filii et spiritus sancti amen. Hec (2) est carta auctoritatis / et confirmationis quam Ego Sancius gratia dei aragonensium rex et pampilonensium, facio uobis notum omnibus hominibus qui sunt / usque in orientem (3) et hoccidentem (4) et septentrionem et meridiem, quod ego uolo constituere ciuitatem in mea uilla que (5) dicitur / iaka (6). In primis con dono (7) uobis omnes malos fueros quos abuistis (8) usque in hunc diem quod ego constitui iakam (9) esse ciuitatem, et ideo quod ego uolo quod sit bene populata concedo et confirmo uobis et omnibus qui populauerint in iaca (10) mea ciuitate, totos illos bonos / fueros quos michi demandatis (11) ut mea ciuitas sit bene populata, et unus quisque (12)
(1) S., indiuiduae.
(2) S., Haec.
(3) S., oriente.
(4) H., occidentem; S., occidente.
(5) S., quae.
(6) H., Jacca; S., iacca.
(7) H. y S., condono.
(8) H. y S-, habuistis.
(9) H., Jaccam; S., iacam.
(10) H., Jacca; S., iacca.
(11) S., demandastis.
(12) H. y S., unusquisque.

claudat suam parietem secundum suum posse, et si euenerit / quod aliquis ex uobis ueniat ad contencionem et percuciet aliquem ante me uel in palatio meo me ibi stante, pariet mille solidos aut perdat / pungnum. Et si aliquis uel miles uel buryensis (i) aut rusticus percusserit aliquem et non ante me nec in meo palatio (2)
quam uis (3) ego sim in / iacca, non pariet calonia nisi secundum forum quod habetis quando non sum in uilla. Et si euenerit causa quod si aliquis qui sit hoccisus (4) in furto fuerit inuentus / in iaca (5) aut in suo termino non parietis homicidium. Dono et concedo uobis et successoribus uestris cum bona uoluntate ut non eatis in hoste nisi cum pane / dierum trium, et hoc sit per nomen de lite campale, aud (6) ubi ego sim circumdatus uel successoribus meis ab (7) inimicis nostris. Et si dominus domus illuc non / uolet ire, mittat pro se uno pedone armato. Et ubi cumque (8) aliquid comparare uel acaptare (9) potueritis in iacam (10) uel foras iacam (11) hereditatem / de ullo nomine, abeatis (12) eam liberam et ingenuam sine ulo (13) malo cisso (14). Et post quam (15) anuo uno et die supra eam tenebitis sine inquietatione / quisquis eis inquietare uel tollere uobis uoluerit der. milii (16) LXa solidos et in svaper (17) confirmet uobis liereclitatew. Et quantuw uno die ire et reddire in ómnibus / partibwj potueritís abeatis pastua (iS)
(1) H, y S., burgensis.
(2) H,, palacio meo; S-, palatio meo.
(3) S., quamuis.
(4) H. y S.j occisus.
(5) H., Jacca; S., íacca.
(g) H. y S., aut.
(7) S-, ad.
(8) H. y S., ubiqumque.
(9) H. y S., accaptare.
(10) H., Jaccam; S., Iaccam.
(11) Ibidem.
(12) H. y S., habeatis.
(13) H. y S, ullo.
(14) Muñoz Romero, en la nota 3 de la pág. 237, dice con manifiesta
ligereza: "Llórente: Sine uno malo uso. Císso debe ser equivocación,
debiendo decir lo que pone Llórente.) El original dice no lo que supone
Llórente, sino "malo cisso".
(15) H, y S., postquam.
(ió) H. y S., michi.
(17) H. y S., insuip:
er.
(18) H., habeatis pasqua; S., habeatis pascfoua.

et siluas in ómnibus locis, skuti homares in circuitu illiiu abent (1)
in suis terminis. Et quoá non taciatis belmw duelluw inter tros /
msi ambobuis placeat (2), ñeque cum homimbus dé foris;
, nisi uo~
lumítate (3) Iwminibus iacce (4). Et quoá nxúlus ex uohis sedeat
captw¿ dando fidanzas de uestro pede.. Et / si aliquis ex uobiy cura
a,liqua fomina excepto maritata fornicationem faciatis uolunta-
tem (5) snuitieri'S, non detis colonia»*. Et si sdt causa quoá / eam
•forcet det ei marito aut accipiat <per uxorem. Et si miilier forzata
se damat prima die nel secuná.^, aspróbet per ueridicos testes /
iaccenses. Post tres dios trans actos si clamare se uoiuerit nichil
ei ualeat. Et si aliquis ex uohis iratus contra ukinum suuw armas
traerit (6) / lanza, spada, maza, uel cultrum, donet inde mille so-
lidos aut pt'rdat pu-ngntvm. Et si units hocciderit (7) ad aliuw
peitet (8) D. soflídos. Et si muís ad / alium cum pugno percxxxe-
rit uei ad capillos apr^lienderit, peitet (9) inde XXVu m
 (10) solí-
aos. Et si in terraw iactet peitet (11) CCas
 La
 (12) solidos. Et si
aliquis in domo uicini sui •/ üatus intrauerit u<?l pignora inde tra-
xerit, peitet (13) XXV m
 solidos domino domus, et quoá merinus
mcus non accípiet (14) caloniam de ullo nomine iacce (15) nisi per
laudamentum / de sex múioúhus uicinis iaccensibw.?. Et tmllus
ex ómnibus hominibus de iaca (16) non uadat ad íiuidicium in nullo
loco nisi tantuwi intus iacam (17). Et si aliqwis falsa (18) mensu-
( I )
( 2 )
(3)
(4)
(5)
(6)
(7)
(8)
(9)
<io)
(11)
(12)
(13)
(14)
<*5)
<i<5)
<I7)
08)
H.
H.
S.,
H.
H.
H.
H.
H.,
H.
H.
H.
H.
H.
H.
H.
H.
H.
H.
y S., habent.
y S., placuerit.
cum úoluntate.
Jacca; S., iaccae.
y S., volúntate.
y S., traherit.
y S-, occiderít
peccet; S., pectet
y S., pectet.
y S-, XXV.
y S-, pectet.
y S-, CCL.
y S-, pectet.
y S-, accipíat.
, Jaqce; S-, iaccae.
, nulos... d'e Jacca; S-,
, Jacca.m; S-, iaccam.
y S-, falsa-m.

raw / ueí pesum tenuerit peictet (1) LXa
 (2) solidos. Et quod
omites nomines uad'ant ad moiendum in moíendinis ubi uoiuerint,
exceptis íudeis, et qui panew causam (3) uenditioms / faciunt. Et
non detis unirás honores nec uencfcatis ad ecclesism ñeque ad in-
fanzones. Et si aliquis homo est captw pro auere quod debeat,
ilíe qui uoluerít ca- / pere illuw hominem cu » meo merino capiat,
et ín palatio meo mittat, et nneus carcerarius seruet euan, et tri-
bus dieb«j trans actis (4), ille qui cepit (5) eum / <Jet ei cotidie
unam obolataw (6) pañis, et si noluerit faceré meus carcerarwj
eiciat eum foris. Et si aliquis homo pignorauerit sarracena? ue\
sarracenas (7) uicini / suí mitat eum in palatio meo (8), et dic-
ti (9) sarraceni u<?l sarracene det ei panem et aquam quía est homo-
et non debet ieinnare sicuti bestia. Et quicumque uoluerit / istam
cartam quaw fatio (10) papulatoribus iacce (rr) pro crudelitate sua
áhi'Yumpere, sit excomunicatMA* et anatcmatizatz^ (12), ¡et omwifno-
separatus a toto dei consorcio / si sit de meo genere ue\ de alio,.
ati¥«;
 amen, amen, fiat, ñat, fíat.
Faeta carta in fanno ab inoarnaci-onis (13) dowini nostñ Ihesu
Xpi. Ea
 Ma
 Ca
.
Ego Sancius gratis, dei aragonensiuw rex et pampilonensiuw
hec (14) supra dicta iussi (15) et hoc signum m Sancii manu mea
feci.
Ego Petras films Sancii aragonensium regis^ fiílii (16) Rani1
-
( I)
(2)
(3)
(4)
(5)
(6)
(7)
(8)
(9)
(10)
(11)
(12)
(13)
(14)
(i5)
(16)
H.,
H.
H.
H.
S.,
H.
H.
H.
H.
H.
H.,
H ,
s.
s.,
H.,
s.,
, peccet; S., p-ectet.
y S., LX.
y $,, tamtuin. Llabrés, tam.
y S.j transactis.
caepit
y S-, obulatam.
y S-, sarracenum Y el sarracenam. Llabrés, l
y $,, mittat eum in palacio meo.
y S., dominus.
y S., fació-
, Jaece; S-, iaccae.
excommunicatus et anatematizáis.
incarnationis.
haec.
supradicta jussi. s.filius.

miri regis hec (i) supra dicta (2) scribi uolui et hoc signum (firma del rey Pedro I, en caracteres arábigos) manu mea feci.

RICARDO DEL ARCO,
Correspondiente.
Huesca, 1 de diciembre de 1924.


miércoles, 17 de julio de 2019

EL ORIGEN DE LOS AYSA


137. EL ORIGEN DE LOS AYSA (SIGLO IX. AÍSA)

EL ORIGEN DE LOS AYSA (SIGLO IX. AÍSA)


Como tantas otras, la que luego sería importante e influyente familia de los Aysa era un clan hispanogodo que, en el momento de la conquista musulmana, prefirió, antes que pasar a ser mozárabe viviendo en una población gobernada por moros, lanzarse a las altas montañas pirenaicas para llevar, en principio, una vida errante hasta buscar refugio más o menos definitivo entre las sinuosidades del Pirineo jaqués.

En aquellos escabrosos y bellos parajes, a los que los invasores agarenos llegaron tan sólo en contadas ocasiones por lo caras que solían pagar tales correrías, esta familia hispanogoda decidió levantar un castillo modesto donde hacerse fuerte en caso de peligro, convirtiéndose en defensores y organizadores de las vidas de quienes vivían en la pequeña comarca circundante.

Cuando comenzó el proceso reconquistador, los caballeros del apellido Aysa empezaron a alcanzar nombradía, siendo famoso su castillo y su valle, que tomaron el nombre de sus señores, y dio origen al nacimiento de toda una villa en torno a los sencillos muros de la fortaleza.

Poco a poco fueron formando parte de la corte y se les ve haciéndose sitio entre los demás apellidos aragoneses, de modo que en el siglo XIII son abundantes los hechos históricos protagonizados por la familia Aysa, en permanente pugna con el concejo de Jaca.

Su espaldarazo definitivo tuvo lugar cuando un Martín de Aysa y sus hijos acompañaron al rey aragonés (Pedro II) en la memorable jornada de las Navas de Tolosa, en julio de 1212, de modo que el monarca, en premio al valor y arrojo que desplegaron en aquella batalla, les confirmó el señorío del valle de Aysa, dándoles, además, tierras y monte en Las Tiesas, donde levantaron otro castillo. Pero sobre todo les concedió que pudieran añadir al escudo de armas que hasta entonces usaban una cruz griega sobre un brazo armado que blandía una porra, haciendo alusión a la cruz roja que, semejante a la que utilizarían luego los monjes guerreros de Calatrava, había aparecido en el horizonte durante la conocida y célebre batalla.

[García Ciprés, G., «Infanzones de Aragón. Los Aysa», Linajes de Aragón, 1 (1910), 56-59.]



Aísa es un municipio aragonés situado en la comarca de La Jacetania (Huesca). Pertenece al partido judicial de Jaca.


De su término municipal forman parte también los núcleos de Candanchú, Esposa y Sinués.​ Hay que destacar igualmente la estación de esquí de Candanchú. A comienzos de 2011 el pueblo de Aísa contaba con una población de 159 habitantes.

Linda por el norte con el término de Ansó, por el este con Canfranc, Villanúa y Borau, por el sur con Jaca, y por el oeste con Valle de Hecho, Aragüés del Puerto y Jasa.

Aísa se encuentra ubicada a orillas del río Estarrún, uno de los afluentes del río Aragón.

Entre las cumbres del municipio, destacan el Pico d'Esper (o Aspe), de 2.640 m de altura,​ y Las Blancas, de 2.131 m.

Parte de su término municipal está ocupado por el Parque natural de los Valles Occidentales.

En 1966, Aísa incorpora el término municipal de Sinués, según lo dispuesto en el Decreto 2063/66, de 30 de junio, publicado en el Boletín Oficial del Estado número 193, de 13 de agosto.

Por otra parte, en 1972 se anexiona igualmente el antiguo término de Esposa, de acuerdo con los términos del Decreto 240/72, de 27 de enero, publicado en el Boletín Oficial del Estado número 33, de 8 de febrero.

Cabe destacar en primer lugar el cuidado caserío del pueblo, con sus tejados formados por lajas de pizarra, ejemplo de la arquitectura rural pirenaica aragonesa.
Dolmen ubicado en su término municipal, el más antiguo del Pirineo.
En su término se halla la ermita de San Esteban, en la que se educó Alfonso I el Batallador.
Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción.
Iglesia gótica de Sinués.
Los caseríos de los pueblos de Aísa y Sinués, junto con la Iglesia parroquial de Sinués fueron incluidos en el catálogo de bienes inscritos como parte del sitio Caminos de Santiago de Compostela: Camino Francés y Caminos del Norte de España, dentro del Patrimonio de la Humanidad.

Es de gran interés el dance de Sinués o palotiau de Sinués, que se celebra por las fiestas del Rosario en Sinués, habiéndose recuperado hace pocos años.














miércoles, 3 de julio de 2019

RAMIRO II, REY DE ARAGÓN, HUYE ILESO DE PAMPLONA

108. RAMIRO II, REY DE ARAGÓN, HUYE ILESO DE PAMPLONA
(SIGLO XII. JACA)

RAMIRO II, REY DE ARAGÓN, HUYE ILESO DE PAMPLONA  (SIGLO XII. JACA)


Corría el año 1135. Tras la muerte de Alfonso I el Batallador había tenido lugar un auténtico drama político e institucional de alcance peninsular que se saldó con el nombramiento de Ramiro II como rey de Aragón y la separación de las tierras pamplonesas, que pasaron a depender de García Ramírez el Restaurador, aunque sometido en vasallaje por ellas.

Los nuevos monarcas acababan de pactar oficialmente la nueva frontera navarro-aragonesa yendo a descansar a continuación a Pamplona. Pero, aquella misma noche, el monarca pamplonés intentó apoderarse por la fuerza de la persona del aragonés para retenerle y obligarle no sólo a levantar el vasallaje que habían pactado de común acuerdo, sino también para arrancarle la entrega del propio reino de Aragón, pues el pamplonés estimaba que no le pertenecía dada su calidad de monje.

Cuando estaba a punto de consumarse el secuestro proyectado por los secuaces de García Ramírez el Restaurador, Ramiro II el Monje fue advertido del peligro que corría por Íñigo de Axuar. El monarca aragonés convocó sin pérdida de tiempo a don Cajal, don Férriz y don Pedro de Atarés para estudiar la situación, conviniendo todos en que el monarca debía salir de manera urgente y a escondidas de Pamplona.

Cuando comenzaba a anochecer, salían de la ciudad, con todo el sigilo posible, cinco caballerías, entre ellas la que montaba el rey Ramiro II. Caminaron con celeridad y sin apenas descansos, en dirección a la ciudad de Jaca, hasta llegar al monasterio de Leire, que estaba a mitad del camino, y donde la comitiva real se detuvo durante tres días a la espera de todos los suyos. Allí fue recibido no sólo con fiestas, sino como a su rey natural.

monasterio de Leire, Leyre
monasterio de Leire

Para demostrarle a Ramiro II su reconocimiento y fidelidad, los monjes, con el abad García al frente, le obsequiaron con uno de sus más preciados tesoros, la conocida como espada de don Lope Juan.


espada de don Lope Juan, aceros de Hispania, Ricardo Lop Moliner, Castelserás
espadas en Castelserás, aceros de Hispania, Ricardo Lop Moliner.



Pamplona (en vascuence y cooficialmente, Iruña) es un municipio y ciudad española, capital de la Comunidad Foral de Navarra.

Pamplona está ubicada en el norte de la península ibérica, y en el centro de la cuenca de Pamplona. Se extiende a ambas orillas del río Arga y por ella discurren otros dos ríos, el Elorz (afluente del Arga) y el Sadar (afluente del Elorz). Cuenta con una población de 199 066 habitantes (INE, 2018) —203 382 según los datos del padrón municipal— repartida en una superficie de 25,098 km², según los datos del registro municipal. Su área metropolitana alcanza los 334 830 habitantes distribuidos en una superficie de 488,6 km².

Tradicionalmente se ha creído que la ciudad fue fundada en el 74 a. C. por el general romano Pompeyo como Pompaelo o Pompelo sobre un poblado preexistente, de supuesto origen vascón, quizá denominado Bengoda,​ aunque ninguna fuente histórica clásica recoge este dato; Estrabón sí alude, sin precisar detalles, que la fundación de Pamplona fue obra de Pompeyo. La ciudad se convertiría desde entonces en una de las poblaciones más importantes del territorio de los vascones. Tras las invasiones de los pueblos germanos del siglo VI, el reino visigodo de Toledo se estableció en Pamplona, pero manteniendo continuas campañas contra los vascones. La posterior conquista musulmana de la península ibérica del siglo VIII logró la sumisión del territorio pamplonés.

Durante la primera mitad del siglo IX, la nobleza local, con la alianza de la familia Banu Qasi, consiguió la consolidación de un núcleo de poder independiente liderado por Íñigo Arista, que convirtió a Pamplona en la capital del Reino de Pamplona el cual, avanzada la Edad Media, se transformará en el Reino de Navarra. En 1423 Carlos III de Navarra dictó el Privilegio de la Unión que unificó los tres burgos de Pamplona en una única ciudad. En 1512 fue ocupada por las tropas enviadas por Fernando el Católico, con la derrota definitiva en 1521, y que junto con la parte peninsular del antiguo reino navarro quedó anexionada en la Corona española.
La mayoría del nacionalismo vasco la considera también capital histórica de Euskal Herria.

Su patrimonio histórico y monumental, así como diversas celebraciones que tienen lugar a lo largo del año, la convierten en una ciudad receptora de turismo nacional e internacional. Destacan los Sanfermines, de fama internacional, llenándose sus calles de miles de forasteros venidos de todas las partes del mundo. Los festejos comienzan con el lanzamiento del chupinazo (cohete) desde el balcón del ayuntamiento a las doce del mediodía del 6 de julio, y terminan a las doce de la noche del 14 de julio con el Pobre de mí, una canción de despedida. Su fama mundial es un fenómeno reciente, vinculado también a la difusión que les dio Ernest Hemingway con su novela Fiesta.

Entre sus monumentos más representativos se encuentran la catedral de Santa María, la iglesia de San Saturnino, la iglesia de San Nicolás, la Ciudadela o la Cámara de Comptos, todos ellos declarados Bien de Interés Cultural.

Es el centro financiero y comercial de Navarra, además de constituir también el centro administrativo de la comunidad a causa de ser la sede de las instituciones de la administración autonómica y de la administración territorial del Estado. También es un importante núcleo de actividad industrial, especializada en las actividades de producción de materiales de construcción, metalurgia, papel y artes gráficas y transformados cárnicos. La empresa automovilística Volkswagen, ubicada en el polígono industrial de Landaben, es la factoría industria que más puestos de trabajo genera en la cuenca de Pamplona, con una plantilla aproximada de 5000 trabajadores en 2009. Asimismo destaca la actividad comercial, tanto mayorista como minorista.

La ciudad cuenta con dos universidades: la Universidad Pública de Navarra y la Universidad de Navarra, además de contar con un centro asociado de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). La primera, fundada en 1987, contaba con 7276 alumnos en el curso 2007-08 y figura como la 28.ª universidad de España por número de alumnos según la clasificación del diario El Mundo.10​ La segunda, fundada en 1952, es de titularidad privada y su propiedad y gestión corresponden al Opus Dei; en el curso 2007-08 contaba con 13.490 alumnos y figura como la 8.ª de España.10​ En el ámbito sanitario dispone del Complejo Hospitalario de Navarra, formado por los hospitales públicos Hospital de Navarra y Hospital Virgen del Camino,​ y de varios centros privados, destacando entre estos últimos la Clínica Universidad de Navarra,​ gestionada también por el Opus Dei.

El topónimo Pamplona deriva de Pompelon,​ nombre latino difundido en tiempos de la Antigua Roma por autores clásicos como el geógrafo griego Estrabón (64 a. C.- 14), a quien se debe la referencia más antigua conocida de la ciudad.​​ En su obra, Estrabón refería brevemente que Pompelon era la ciudad más importante del pueblo de los vascones, y Pompeios polis,​ es decir, la "ciudad de Pompeyo" en alusión al nombre del linaje del general romano Cneo Pompeyo Magno (106-48 a. C.), versión que es la más comúnmente aceptada acerca de su significado.18​ En obras antiguas y medievales se han usado las grafías de Pampejopolis, Pampelo, Pampelona, Pampilona, Pampalona, Pampelone, Pampeluna, Pampelune, Pampilo, Pamplon, Pamplona, Pompelo o Pompilone.​​ El gentilicio derivado es pamplonés o pamplonesa, y "pamplonica" es empleado coloquialmente.

El topónimo tradicional de Pamplona en vascuence es Iruña​ el cual se documenta desde el siglo X y, en consecuencia, tiene reconocido el carácter de denominación oficial de Pamplona en esa lengua​. No obstante, la Real Academia de la Lengua Vasca rechaza el topónimo tradicional y oficial de Iruña y prefiere en cambio la forma lingüística Iruñea​.
Etimológicamente, las formas lingüísticas Iruña e Iruñea se relacionan con la raíz derivada del sustantivo uri, iri/hiri, idi o ili, que significan ciudad. Algunas de las grafías empleadas en los textos medievales y modernos para el topónimo en vascuence de Pamplona son: Iruña, Erunga, Ironía, Irunga, Irunia, Irunna, Irunnia, Irunpa, Orunia, Urunia, Yronia, Yrunea, Yrunia, Yruynna o Irunia. Los gentilicios para la denominación en vascuence son: iruñar, uruñar, iruindar, irunxeme o iruinxeme. En el siglo XVII, cronistas como el padre José Moret y Arnaud Oihenart señalaron que la denominación en vascuence era la del asentamiento prerromano.​ Aunque la hipótesis más aceptada es la que establece el origen etimológico del nombre en vascuence "Iruña" a la contracción de "iru ona" (tres buenos), en alusión a la unión de los tres Burgos que hasta 1423 formaban lo que a partir de entonces fue una sola ciudad. Otras hipótesis, basadas en estudios numismáticos, han identificado este asentamiento con el nombre de "Bengoda",​ el de "Olcairum" o el de "Bentian".

El uso de los topónimos en castellano y en vascuence están reconocidos por el Decreto Foral 338/1990 de 20 de diciembre, "por el que se establecen las denominaciones oficiales de la Capital de la Comunidad Foral" en su artículo único:

Las denominaciones oficiales de la capital de la Comunidad Foral de Navarra son Pamplona e Iruña. Dichas denominaciones serán las legales a todos los efectos.

La bandera y el escudo de armas de Pamplona son sus símbolos oficiales. La historia de ambos remonta al Privilegio de la Unión, la Carta Fundacional de la ciudad otorgada por el rey Carlos III el Noble el 8 de septiembre de 1423 y que formalizó la unión de los tres burgos medievales.

La bandera de Pamplona es de color verde y tiene unas proporciones de 2 a 3, con el escudo municipal en el centro en sus colores. Fue declarada oficial por el Ayuntamiento en 1930, tras ser empleada por primera vez en 1923, con motivo del quinto centenario del Privilegio de la Unión. Aunque en este documento se determinaba el uso del color azul para el pendón de la ciudad, los colores azul y blanco fueron los que se utilizaron hasta la adopción del verde, sin que todavía se haya podido documentar las razones de este cambio.

El escudo de armas pamplonés ha conservado los elementos del blasón que fue otorgado a la ciudad en 1423,​ que se distingue por las figuras de un león en posición pasante y una corona, a los que se añadieron las "cadenas", el entonces emblema del reino navarro y de su soberano. Su descripción heráldica es la siguiente:

En campo de azur, un león pasante de plata, lampasado y armado de gules, y surmontado por una corona real de oro. Bordura de Navarra, que es de gules, cargada con una cadena de oro.

La descripción oficial refiere también el uso de una corona ducal, y habitualmente se representa en la forma de un escudo de contorno apuntado.​ Este blasón es también compartido con la ciudad hermanada de Pamplona, en Colombia, mientras que el municipio vecino de Arbizu emplea una variante con el león en posición opuesta o "alterada".

El término municipal de Pamplona 26​ se sitúa en el norte de España, en el área centro de Navarra y del entorno geográfico de la cuenca de Pamplona, denominación tradicional de la comarca en forma de vasto circo rodeado de elevaciones que se abre hacia el sur y el alto valle del río Ebro, hacia donde fluye también la red hídrica que la ha conformado. El municipio se extiende sobre una superficie de 25,14 km² y limita al norte con: Berrioplano, Berriozar, Ansoáin y Ezcabarte; al este con: Villava, Burlada, Valle de Egüés y Aranguren; al sur con: la Cendea de Galar, la Cendea de Cizur y Zizur Mayor; y al oeste con Barañáin, la Cendea de Olza y Orcoyen.

lunes, 20 de mayo de 2019

Jaca, siglo XIII, romanç

En la Jaca del s.XIII parlaven una varietat romanç molt pareguda al valencià i no veig a ningú dir que anaren catalans a implantar allí sa llengua també.
Cabanes Pecourt; Repoblación jaquesa en Valencia, 1980 http://www.anubar.com/coltv/pdf/TV_48.pdf (descarga pdf)

TARAZONA EN LA REPOBLACION VALENCIANA DE 1239

Este romance aragonés, de acuerdo con su manifestación escrita en el Fuero de Jaca, suena así (No recurrimos a su traducción porque no la creemos necesaria para los valencianos).

7 De hom mort dints los termes de Jaca.
Si algun omne mata altre dintz los termens de Jaqua e es pres, deu dar al rey mil ss (sueldos jaqueses) per calonia e garde se dels parentz e dels amicx del mort. E si per aventura no e pres, si algunas cosas aura, sien meses en poder del rey. Mas altres omnes de la ciutat non son tenutz de dar aquel homecidi, sino aquel qui l´a feyt.

En la Jaca del s.XIII parlaven una varietat romanç molt pareguda al valencià

Recordemos el bando de Pedro II, als presentz, en Osca, 1196.

Recordemos el bando de Pedro II, als presentz, en Osca, 1196

Aragonés, occitano, que engloba actualmente al provenzal, lemosín, gascón, vivaroaupenc, languedocienne : langue d´Oc, y otros subdialectos, entre los cuales está el catalán, que con mucho trabajo y dinero se ha convertido en lengua y quiere englobar a otras como el valenciano y mallorquín).

lunes, 29 de abril de 2019

LA RECONQUISTA DE JACA


2.18. LA RECONQUISTA DE JACA (SIGLO VIII. JACA)

Tras la conquista musulmana, en el siglo VIII, Jaca estaba gobernada por Abel el Malek ben Omar, pariente del propio Muza. Vivía en el lujoso castillo de Apriz, acompañado por su hija, la hermosa Zaida, con quien llegara desde África hacía algunos años.
Una tarde del mes de abril, mientras la joven oraba a su dios, se escuchó un rumor lejano que poco a poco se iba acercando: era el walí que regresaba del último combate contra los cristianos. Venía él delante, orgulloso de su nuevo triunfo, seguido de los soldados, que traían un magnífico botín y muchos cautivos. Zaida, inundada por la alegría de saber que su padre estaba a salvo, corrió a esperarlo en la puerta del castillo.
Los soldados miraban complacidos a la bella muchacha, y las penas de los cautivos parecían atenuarse ante ella. Uno de los cristianos prisioneros no pudo contenerse y gritó: «¡Aragón por san Jorge y las hembras sandungueras!». Este atrevido prisionero no era otro que el conde Waldo, hijo de don Rodrigo, a quien el walí, en lugar de darle muerte, lo hizo prisionero con la esperanza de obtener un buen rescate por él.
Zaida había quedado prendada del caballero cristiano y de la lisonja que se atreviera a pronunciar. Por eso, salvando múltiples peligros, la joven se decidió a visitar al cautivo en las mazmorras. Allí, ambos se declararon su mutuo amor, y, tras ocho días de visitas clandestinas, Zaida anunció a su padre que Waldo se convertiría al Islamismo y se casaría con ella. Y así acaeció.
Pero poco duró la felicidad de la pareja, pues la misma noche de la boda entró en Jaca el ejército cristiano y tomó el castillo y la ciudad, acuchillando a todos los infieles, incluido Abel el Malek. Zaida fue hecha prisionera y destinada al servicio de la mujer del conde don Aznar.
Waldo, que había sobrevivido al ataque, reorganizó el ejército moro e intentó recobrar la ciudad, pero fue derrotado por los cristianos, quienes, junto con algunas otras, expusieron su cabeza ensartada en una lanza para escarmiento de los infieles. Zaida se desvaneció ante tan cruel espectáculo.
Así castigaba Dios la apostasía de un cristiano.

[X.X., «En el castillo “Apriz” de Jaca», Aragón, 166 (1940), pág. 59.]

2.19. LAS MUJERES EN LA RECONQUISTA DE JACA (SIGLO VIII. JACA)

Jaca, como el resto del actual Aragón, había pasado rápidamente a poder de los musulmanes a comienzos del siglo VIII, y la mayor parte de sus habitantes habían huido hacia las altas montañas en espera de mejores tiempos. Poco después, en San Juan de la Peña, un puñado de no más de trescientos cristianos había nombrado como primer rey de Sobrarbe a García Íñiguez, que no sólo recobró Aínsa y Pamplona, sino que llegó hasta Álava. No obstante, Jaca, a poca distancia del cenobio pinatense, continuaba en manos moras.
Mientras García Iñiguez recorría victorioso tierras alavesas, capitaneaba en su nombre las tropas cristianas que vivaqueaban por las sierras de San Juan y Oroel, hasta llegar a la vera del río Aragón, un guerrero valiente llamado Aznar. Éste, sintiéndose con fuerzas suficientes, decidió sitiar Jaca hasta ganarla por las armas y repoblarla, reparando sus murallas, restituyendo sus iglesias y poniendo en explotación las tierras circundantes que regaban los ríos Aragón y Gas. El rey García Íñiguez, alentado por la recuperación de Jaca, creó —corría entonces el año 759— el condado de Aragón, designando, como no podía ser menos, al valiente Aznar como primer conde del territorio.
Al año siguiente, el primer viernes del mes de mayo, no menos de noventa mil moros, a las órdenes de cuatro experimentados adalides, llegaron desde Navarra para tratar de retomar Jaca, dada su importancia estratégica. El conde Aznar les salió presto al encuentro en las tierras onduladas de Guaso, donde el río Gas confluye en el Aragón.
En la batalla, que fue tremendamente sangrienta y reñida, el menor número de combatientes cristianos fue contrarrestado por su mayor arrojo y por el apoyo moral de la virgen de la Victoria, que se apareció a las tropas para infundirles ánimo. No obstante, fue definitiva la ayuda inesperada de las mujeres jaquesas que, armadas y vestidas completamente de blanco, acudieron en socorro de sus hombres. Sorprendidos, los musulmanes sufrieron una humillante derrota, quedando tendidos en el campo de batalla los cuatro adalides, representados desde entonces en el escudo de armas de la ciudad de Jaca.
[Anónimo, «Conquista de Jaca», en Eco del Pirineo Central, 4 (Jaca, 1881). Lustono, E. de, «La conquista de Jaca», El Pirineo Aragonés, 3 (Jaca, 1882). Leante García, Rafael, Santuarios..., págs. 101-105.

Olivera, Gonzalo, Condado de Aragón..., págs. 26-29.]

https://es.wikipedia.org/wiki/Jaca

Jaca (Chaca o Xaca en aragonés) es un municipio de la provincia de Huesca, capital de la comarca de La Jacetania en la comunidad autónoma de Aragón, España.


El término municipal, además del casco urbano de Jaca, incluye los núcleos de población de Abay, Abena, Acín, Ara, Araguás del Solano, Ascara, Asieso, Astún, Atarés, Badaguás, Banaguás, Baraguás, Barós, Bataraguá, Bergosa, Bernués, Bescós de Garcipollera, Binué, Botaya, Caniás, Espuéndolas, Fraginal, Gracionépel, Guasa, Guasillo, Ipás, Jarlata, Larrosa, Lastiesas Altas, Lastiesas Bajas, Lerés, Martillué, Navasa, Navasilla, Novés, Orante, Osia, Ullé, Villanovilla y Yosa de Garcipollera, denominados «barrios rurales» y que acogían a inicios de 2018 a 951 habitantes.



Panorámica de Jaca a los pies de la peña Oroel desde el Fuerte de Rapitán.
Panorámica de Jaca a los pies de la peña Oroel desde el Fuerte de Rapitán.

Jaca es la capital de la comarca de La Jacetania y dista 72 km de Huesca, la capital provincial, y 143 km de Zaragoza. Está situada en el norte de la provincia, en el valle del Aragón, único gran valle paralelo al eje de la cadena pirenaica. La prolongación de este eje, desde la Cuenca de Pamplona, al oeste, hasta la Cuenca de Tremp, al este, facilita las comunicaciones entre Navarra y Cataluña a través del norte de Aragón.


La ciudad está emplazada en la depresión de la Canal de Berdún, a 818 msnm, sobre una terraza fluvioglaciar en la margen izquierda del río Aragón a la salida del valle de Canfranc, precisamente en el exterior del codo que forma el río al cambiar la dirección norte-sur por la este-oeste que lleva sobre la Canal de Berdún.


Edad Antigua

Iaca o Iacca —nombre antiguo de Jaca— era la capital de los iacetanos, citados por el historiador griego Estrabón (siglo I) como un pueblo que se extendía desde las estribaciones del Pirineo hasta las llanuras, llegando hasta la región de los ilergetes alrededor de Ilerda (Lérida) y Osca (Huesca). Poco se sabe de su límite occidental, pero se ha sugerido que pudo estar en Navardún, término céltico que aludiría al antiguo nombre de unos extintos navarri sobre los cuales surgió luego el topónimo Navarra. Los iacetanos (Iakketanoi, en griego) eran parientes de los aquitanos (Akkitanoi), siendo ambos pueblos parecidos. De acuerdo a Estrabón, hubo entre los iacetanos reminiscencias de usos matrilineales, predominio del pastoreo, agricultura complementaria —acaso a cargo de las mujeres— y actividades guerreras como solución habitual a los problemas económicos.

Iaca acuñó moneda autónoma con alfabeto ibérico y se piensa que controlaba la actual Jacetania y la Canal de Berdún. Excavaciones arqueológicas dentro del casco urbano han descubierto en el nivel más profundo fragmentos de cerámica fabricada a torno con «técnica ibérica», así como cerámica campaniense de tipo A. Dicho material, fechado en el siglo II a.C., supone la aparición de los primeros indicios arqueológicos que se pueden relacionar con la población indígena de Iaca.


Existe una hipótesis alternativa, menos plausible, postulada en el siglo XVI por el cronista imperial Florián de Ocampo —y que decía haber explicado Alonso de Nebrija—, que afirma que Jaca fue fundada por el capitán griego Dionisio Baco —de sobrenombre Yaco— en el año 1325 a. C.


En el año 195 a. C., el cónsul romano Marco Poncio Catón inició la conquista de la ciudad que terminó en la primavera de 194 a. C. A fines del siglo III a. C. y comienzos del II a.C., los iacetanos habían efectuado numerosas expediciones de rapiña sobre los suessetanos afincados en las llanuras centrales de Aragón y parece ser que, en general, lo habían hecho impunemente.​ Conociendo la enemistad entre iacetanos y suessetanos, Catón situó a estos últimos delante de la escasa caballería romana ante las puertas de Iaca, provocando la salida de los montañeses, acostumbrados a vencer siempre a sus vecinos; una vez quedó desguarnecida la ciudad, ésta fue conquistada por el cónsul.



Integrada en el Imperio romano, Jaca constituyó un punto de vigilancia de los caminos del Pirineo y desarrolló una próspera economía cuyo auge se mantuvo hasta el siglo III. En el siglo IV entró en decadencia por la amenaza de los bandidos que atacaban a las caravanas y a los mercaderes que transitaban los caminos pirenaicos.

En las montañas de los Pirineos se conservaron territorios cristianos tras la conquista de los árabes debido al protectorado carolingio establecido por Carlomagno en la llamada Marca Hispánica. Uno de esos condados fue el núcleo del Reino de Aragón. Hacia 920, establecido por el Reino de Pamplona como condado independiente de los francos, Galindo II Aznárez repobló antiguas poblaciones de la cuenca del río Aragón, a lo largo de la cual se articulaba el condado, entre las que se encontraba Jaca, que entonces era una fortaleza habitada por unos pocos pobladores, una aldea con actividad meramente agropecuaria. Pertenecía a una zona dependiente del monasterio de Siresa y contaba con un monasterio con una iglesia de planta basilical, una nave y cabecera plana, que fue reformada en el siglo XI y derribada en 1841.​


Jaca era a comienzos del siglo XI un castro (o campamento militar fortificado) perteneciente al Reino de Pamplona, a cuyo entorno había surgido un conjunto exiguo de viviendas, pero que iría cobrando cada vez mayor importancia por su situación al pie del paso de Somport (uno de los más accesibles para acceder a Francia desde la Edad Antigua) y por su situación estratégica en el Camino de Santiago que, en este siglo, iba a cobrar creciente importancia, y como cabeza del camino hacia Pamplona que recorría la Canal de Berdún.



A la muerte en 1035 del rey de Pamplona Sancho Garcés III, apodado el Mayor, este deja escrito el reparto de sus extensos dominios a sus diferentes hijos. Uno de ellos, Ramiro (1006-1063), que ya ejercía de Régulo en La Jacetania y norte de Huesca, se convertirá en Ramiro I de Aragón y establece en Jaca una residencia regia, posiblemente en el castro fortificado, y situó cerca del monasterio de San Pedro la sede del obispo de Aragón, denominado así hasta que en 1077 Sancho Ramírez dotara a Jaca de su fuero e iniciara, hacia 1082, la construcción de la sede catedralicia. La posesión de fueros, catedral con obispado y su ciudadela, hicieron de Jaca la primera y más importante capital del Reino de Aragón. Sin embargo, entre el monasterio de San Pedro y el castro inicial, la aldea estaba deshabitada. Como señaló José María Lacarra, siendo sede real y residencia habitual del obispo aragonés, comenzaron a llegar personas dedicadas a la administración y comerciantes que hicieron de Jaca algo más que una aldea dedicada exclusivamente a la ganadería y la agricultura.


Retrato idealizado de Galindo II Aznárez, conde de Aragón, que repobló Jaca en torno a 920.
Retrato idealizado de Galindo II Aznárez, conde de Aragón, que repobló Jaca en torno a 920.
Así, en 1063 se celebró en la localidad el Concilio de Jaca. El historiador Jerónimo Zurita, en sus Anales de la Corona de Aragón, refiere que Ramiro I «porque había diversos abusos en el estado eclesiástico y por descuido de los reyes pasados duraban grandes corruptelas contra lo establecido por los sagrados concilios generales que hubo en la primitiva Iglesia, procuró que se congregase en la ciudad de Jaca concilio provincial».

También señala que este monarca fue el primero de los reyes de la península ibérica en restaurar los «cánones», que no debieron ser otros que los establecidos por el Concilio de Roma de 1059 referidos a la vida canónica y al celibato de los clérigos.


Otro de los resultados de este concilio fue restablecer la diócesis de Huesca —suprimida durante el dominio musulmán—, quedando la sede provisional en Jaca en tanto no se reconquistara Huesca.


Pero el definitivo impulso a Jaca se lo dio Sancho Ramírez en 1077 cuando, por lo dispuesto en el mencionado fuero, pionero entre los territorios cristianos y difundido posteriormente en otras ciudades de Navarra o Cuenca, convirtió a la villa en ciudad, la dotó de sede episcopal, en cuya catedral se asentaría el ahora obispo de Jaca, y le dio el estatus que la hacen ser considerada la primera capital del reino entre 1077 y 1096 en que, conquistada Huesca, sucedería en el obispado y capitalidad. Asimismo, edificó Sancho Ramírez un nuevo palacio real en el barrio de Santiago, y unificaría los tres núcleos iniciales (castro fortificado, monasterio de San Pedro y burgo de Santiago) en una sola entidad poblacional unida por dos calles cruzadas, al modo del cardo y decúmano romanos, y las viviendas de todos aquellos hombres francos que quisieran acogerse a los nuevos privilegios que se decretaron para los habitantes de Jaca.


el fuero de Jaca



La pérdida de la capitalidad no implicó para Jaca la desaparición de otras funciones urbanas relacionadas con su situación geográfica. Así, siguió desempeñando su papel de ciudad-mercado y de servicios para su comarca; también, como ciudad final de etapa, Jaca cobraba uno de los cinco peajes que se percibían sobre la ruta de Zaragoza a Francia, y albergaba a los peregrinos a Santiago de Compostela.


Las pestes y los incendios de finales de la Edad Media hundieron a Jaca en una profunda crisis de la que no saldría hasta la intervención de Fernando el Católico para formar un gobierno local. La burguesía se vio favorecida por esta situación y muchos se convirtieron en mecenas de artistas cuyo resultado se puede apreciar especialmente en la catedral.



Vista aérea de la Ciudadela de Jaca.

La situación fronteriza de Jaca se fue determinando a medida que se consolidaban los límites territoriales de los reinos europeos y los Pirineos se erigían como eficaz frontera natural. La ciudad se consolidó como plaza militar desde la que defender los reinos peninsulares de una hipotética invasión francesa. A este respecto, Felipe II ordenó la construcción de varias fortalezas a lo largo de todo el Pirineo. En 1592 este monarca ordenó la construcción de una fortaleza en los campos que habían configurado el Burgo Nuevo, el barrio levantado extramuros de la ciudad. Así, se levantó una soberbia fortaleza pentagonal diseñada por el ingeniero italiano Tiburcio Spannocchi, la Ciudadela de Jaca, para dar respuesta a un ejército provisto de artillería. De esa época es también la bella Casa Consistorial (1544), construida según el estilo de los palacios platerescos aragoneses.

La epidemia de peste que asoló el levante peninsular a mediados del siglo XVII —cuyos primeros brotes surgieron en Valencia en 1647— ocasionó una mortandad entre la población de Jaca del 42%.16​17​ La epidemia llegó en dos oleadas diferenciadas: la primera entre octubre de 1653 y febrero de 1654, y la segunda —la más devastadora— entre mayo y diciembre de 1654.


En la Guerra de Sucesión, Jaca se puso del lado de los Borbones. Por ello, en 1707 fue asediada por aliados del Archiduque Carlos y socorrida por el marqués de Salutcio a cuya vista se retiraron a un bosque, donde fueron atacados por el marqués de Santa Coloma, quien les mató mucha gente e hizo numerosos prisioneros. El rey Felipe V gratificó a la ciudad de Jaca con los títulos de «muy noble, muy leal, y muy vencedora», añadiendo la flor de lis al escudo de sus armas que ostentaba la Cruz de Sobrarbe y las cuatro cabezas, emblema de la batalla de Alcoraz.


A finales del siglo XVIII, Jaca jugó un papel importante en la Guerra del Rosellón, al ser uno de los objetivos de los revolucionarios franceses por su situación estratégica. En la Guerra de la Independencia, la ciudad se rindió a los franceses el 21 de marzo de 1809 a causa de la deserción que fomentó en secreto el misionero Fray José de la Consolación, que gozaba de influencia, quedando dentro de la plaza muy pocos soldados. El general Mina recuperó la plaza en febrero de 1814.


En el marco de las Guerras Carlistas, fueron denunciados en 1839 varios soldados de la guarnición de Jaca por vender armas a los "revolucionarios". Pascual Madoz, en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España de 1845, describe a Jaca en los términos siguientes: «sus casas en número de 488 de sólida y buena construcción todas blanqueadas, cómodas y aseadas en su interior, se distribuyen en 37 calles bien alineadas, empedradas, y la mayor parte con aceras... tiene 7 plazas, entre las cuales solo la llamada Campo del Toro y la del Mercado con soportales, destinada á la venta de hortalizas, son las principales, pues las otras no tienen objeto y son pequeñas».​ La Revolución Gloriosa de 1868 trajo consigo el nacimiento de la Junta revolucionaria de Jaca, enfrentada a la de Huesca, que tomó una serie de medidas tales como la supresión del Seminario o la creación de los Voluntarios de la Libertad, completadas en el sexenio revolucionario con la construcción de la carretera de Jaca a Francia.


Jaca experimentó a principios del siglo XX un despertar urbanístico y demográfico, motivado en buena medida por el derribo de su muralla medieval, que se inició en 1908. En 1928 llegó el ferrocarril a Canfranc, a cuya inauguración asistió el monarca Alfonso XIII. En ese mismo año también se creó la Universidad de Verano.

El 12 de diciembre de 1930 tuvo lugar el episodio de la Sublevación de Jaca, pronunciamiento militar contra la monarquía de Alfonso XIII durante la «dictablanda» del general Berenguer. Se inició con la proclamación de la República desde los balcones del ayuntamiento jaqués y el nombramiento de la primera alcaldía republicana. Al mismo tiempo se organizaron dos columnas dirigidas por el capitán Fermín Galán y Salvador Sediles que partieron hacia Huesca.


La sublevación fue sofocada en la madrugada del día siguiente y el 14 de diciembre fueron fusilados los capitanes Galán y García Hernández, mientras que el capitán Sediles, también condenado a muerte, fue indultado ante las movilizaciones populares. Sin embargo, los efectos de esta sublevación se dejaron sentir en la proclamación de la Segunda República Española cuatro meses después; tras las elecciones del 12 de abril, la monarquía se exilió y se proclamó la República, que les reconoció como "mártires".


Conclusión


Pero tras esto, lo más notable de Jaca es su condición de pionera. Primera capital del Reino de Aragón, primera que aclamó a Ramiro II "el monje", primera que se sublevó a favor de la república, cuando se hizo famosa su Calle Mayor, la misma ruta que cantó Miguel Fleta en ritmo de jota. Grandes personajes y escritores hablaron de Jaca; en el siglo XIII, Alfonso X el Sabio, hablaba de la jacetana fiesta de la victoria; en el Renacimiento, Nebrija, explicaba sus orígenes legendarios; Cervantes la cita en El Quijote hablando de sus grandes montañas; Unamuno alaba la Peña de Oroel; y Ramon y Cajal describe su largo periodo de vida en la ciudad.