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domingo, 24 de noviembre de 2019

UN NUEVO PUENTE SOBRE EL TURIA: EL DE DOÑA ELVIRA


181. UN NUEVO PUENTE SOBRE EL TURIA: EL DE DOÑA ELVIRA
(SIGLO XIII. TERUEL)

Para entender esta historia hay que adentrarse en el Teruel ya cristiano de hace setecientos años, aproximadamente, pues corrían los momentos finales del siglo XIII.

Al otro lado del Turia, en medio de la rica vega que riegan y vivifican sus aguas, vivía Elvira, una joven de no poca hermosura física y espiritual, y, además, dueña de una buena parte de aquellas tierras feraces. Su belleza, por un lado, y su riqueza, por otro, hicieron que la muchacha tuviera siempre abundantes pretendientes de toda clase y condición, aunque ella decidió conceder su mano a un joven turolense de escasos medios económicos, pero con el que compartía pensamientos y proyectos.

Se formalizaron las relaciones con la aquiescencia de sus familias, festejaron una temporada y se casaron. Mas, al poco tiempo de celebrarse la boda, uno de los antiguos pretendientes de la muchacha, que tenía abierta tienda en la plaza, sin duda guiado tanto por los celos como por el despecho, decidió tomarse la venganza a la que creía tener derecho. Así es que una tarde, cuando el joven marido de Elvira regresaba ilusionado desde Teruel a la casa de la vega para encontrarse con su esposa, que le estaba esperando, al intentar atravesar al otro lado del río por el único puente existente por aquel entonces, el puente de San Francisco, se vio sorprendido por el pretendiente despechado, quien lo derribó y sin darle opción a defenderse le dio muerte a traición.

Puede suponerse que el dolor de Elvira fuera inmenso por el amor de su vida perdido de manera tan trágica, tanto que no accedió jamás a contraer nuevo matrimonio, aferrada permanentemente a su memoria. Y como tenía que ir a Teruel con bastante frecuencia y no podía soportar el tener que atravesar por el lugar en el que había sido tan vilmente asesinado su marido, decidió construir a su costa un segundo puente de tablas que, además, acortaba el camino entre Teruel y su casa. Así nacía el «Puente de doña Elvira».

UN NUEVO PUENTE SOBRE EL TURIA: EL DE DOÑA ELVIRA


[Ubé, Antonio, «Puentes sobre el Turia», Diario Lucha (21/03/1948). Caruana, Jaime de, «Los puentes de Teruel», Teruel, 3 (1951), 35-65.]

viernes, 22 de noviembre de 2019

LOS CELOS DE ALFONSO DE BARBASTRO


3.6. AMORES Y DESAMORES

179. LOS CELOS DE ALFONSO DE BARBASTRO (SIGLOS XII-XIII. BARBASTRO)

Como cantaba un juglar de la época, era conocido que don Alfonso de Barbastro estaba casado con Elvira, una hermosa y complaciente mujer, de la que su marido desconfiaba, máxime cuando sabía con certeza que Bascuel de Cutanda la galanteaba en cuantas ocasiones tenía, aunque también es cierto que la dama no le correspondió nunca.

LOS CELOS DE ALFONSO DE BARBASTRO (SIGLOS XII-XIII. BARBASTRO)


Con sigilo, dado el caso, solicitó consejo a sus más íntimos amigos, tramando con ellos una estratagema plausible que le hiciera salir de dudas. Así es que comunicó Alfonso a Bascuel que iba a acudir en ayuda del rey de León contra los musulmanes, y le pidió que le acompañara, puesto que el rey de Aragón no precisaba por entonces de sus servicios. Don Bascuel, como caballero que era, le contestó públicamente que le acompañaría, aunque es sabido que en privado manifestó todo lo contrario.

Ambos caballeros, tras preparar de forma concienzuda el viaje, salieron una tarde de Barbastro, en compañía de sus fieles escuderos. La primera etapa fue, por lo tanto, corta. Así es que al llegar la noche, amparados por la oscuridad y cada uno por su lado, don Alfonso y don Bascuel decidieron regresar a Barbastro.

Se presentó don Alfonso, el marido, en su casa haciéndose pasar por su rival, pero doña Elvira, que se dio cuenta del engaño, lo hizo apalear y encerrar hasta la mañana siguiente, mientras se entregaba a don Bascuel.

Cuando se hizo de día, doña Elvira reunió a sus vasallos que habían quedado en la ciudad y les refirió cómo don Bascuel había intentado deshonrarla, lo que provocó la ira de todos, que se aprestaron a tomarse la justicia por su mano. Así es que llegaron a la estancia donde creían estaba encerrado don Bascuel y se encontraron con el marido, produciéndose el natural desconcierto.

Don Alfonso se vio obligado a pedir perdón a su mujer y al propio don Bascuel, que dijo haber regresado a Barbastro al notar la ausencia de don Alfonso en el campamento.

[Raynouard, François, Choix des poésie originales des troubadours, págs. 398-414. Ubieto,Antonio, Historia de Aragón: Literatura medieval, I, págs. 357-358.]