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domingo, 11 de julio de 2021

X, égloga Valldemossina, imitació de Garcilaso

X

ÉGLOGA VALLDEMOSSINA.
(IMITACIÓ DE GARCILASO)



Vull fugir del gran mon la tiranía
La remor ascoltat de les
arbredes,
Y de los fills del camp la llengua pura;
Tal volta la
dolcíssima harmonía
Dels aucells, y verdor de les pinedes
En
mon pit calmarán la desventura.
La pau de la Natura
Es joya
molt preuada,
Més que l´or de l´entrada;
Diuen que travalar
quietes les hores
Se sent dels torrentols just á les vores.
La
Santa Imatge qui lo cor inspira
De les gentils pageses,
Envíe
fresca inspiració á ma lira.

X
ÉGLOGA VALLDEMOSINA.
(IMITACIÓN DE GARCILASO)


Quiero huir la tiranía del gran mundo, escuchando el manso ruido de
la arboleda, y la pura lengua de los hijos del campo. Tal vez los
melodiosos gorjeos de los pajarillos, y la verdura de los pinares
mitiguen las ansias de mi corazon. La paz de la Naturaleza es más
preciosa que el oro de los palacios. Dicen que á orillas de los
arroyos, se deslizan suavemente las horas. La santa Imágen de la
Vírgen, que inspira el corazon de las graciosas lugareñas, envíe
fresca inspiracion á mi lira.

Ja la Mare de Deu, molt carinyosa,
Treya de son mantell les riques
diades
Del mes de Maig, escampador d´aromes.
Y n´eran molt de
veure en la xamosa
Vila de la Beata les marjades
Esclatar en
esmelts de noves pomes.
Un matí que les comes
Lo clar Sol
festejava,
Y novella cantava
Pe´l sementer la jove
cadernera;
Sobre ´l folgat herbey de la vorera
Del llampant
torrentol que´l puig bressola
De Na Fátima ombrívol,
Mirantse
´l puig en l´aygua qui trescola;

Recolzat un pastor s´hi
llamentava
De la mala dis-sort que´l perseguía,
Y dexant son
flaviol, tristíssim deya:
¿Te´n recordas, Silvestre?
Sorollava
Lo ventol esguardant ta bella aymía,
Y una catifa de
fullam li feya.
Y ella com llum sonreya,
Dient: ta aymía
plora
Per tu, y sempre t´anyora.
Llevòrs ple de vivor mil
besadetes
Brostava mon coret, com floretetes
Brosta la vall
pe´l temps de primavera.
¡Ay, Bon Jesús, servaume;
Tirar
no´m voldrèu Vos per la carrera!

Ya
la Madre de Dios, llevada de su maternal cariño a los hombres, sacaba
de entre los pliegues de su manto los azules días de Mayo, pebetero
de ricos aromas. Eran de ver en la pintoresca villa de la Beata, los
huertos brotando flores, esmalte de los nuevos frutos. Una mañana en
que el Sol acariciaba las faldas de los montes, y los jilgueros
cantaban en las sementeras: sobre el hojoso musgo de la orilla del
claro riachuelo, que lame los piés del sombrío Monte de Fátima,
miéntras el Monte se mira en la plácida corriente;

Recostado
un pastor, se lamentaba de su fatídica desventura; y, soltando su
caramillo, con profunda tristeza decía: ¿Te acuerdas, Silvestre?
Suspiraba el cefirillo al mirar á tu amada, y tendía delante de sus
piés alfombra de hojas y flores. Y ella como la luz sonreía,
diciendo: - Tu amada llora por ti, y siempre echa de ménos tu
presencia.
- Entónces de mi corazon brotaban con viveza millares
de besos, como del valle brotan florecillas durante la primavera. ¡Ay
Jesús mío, valme; que se burla de mí la mala suerte!

Na
Bel ab sos ditets de blanca rosa
Formava un ramellet de dolça
flayre
Ab aquelles besades, y en sa boca
Dúya´l, enamorada
com esposa.
Son suspir no´m fugía, perque l´ayre
Travavan
les alzines dins llur soca.
Com enmelada coca
Sos dietats
m´encisavan,
Y mos mals axellavan
Si perdía ´l falcó
m´escampadissa,
O ´s trencava un xotet en la bardissa,
O
robavan gorrions lo blat de ´l era.
¡Ay, Bon Jesús,
servaume;
Tirar no´m voldrèu Vos per la carrera!

Una fada
maleyta pogué exirne
Del infern, y ha esmortit s´hermosa
cara,
Tan plena de frescor quant de Deu volía;
Y sos ulls ha
enfosquit, qu´embadalirne
Feyan les ovelletes de son pare,
Si
les agombolava en la masía.
Feresta malaltía,
Qui ma dolça
penyora
Del cor ab má traydora
Robar me vols, ¿no sabs que hi
ha niuada
Dintre mon cor ma tortereta aymada?
¿No sabs que
n´es mon pit bona sagrera?
¡Ay, Bon Jesús, servaume;
Tirar
no´m voldrèu Vos per la carrera!

Isabel,
con sus diminutos dedos de blanca rosa, entretejía con aquellos
besos un oloroso ramo, y lo llevaba en la boca como enamorada
consorte. No se desvanecían del todo sus suspiros; porque el aire se
enredaba en los troncos de las encinas. Sus palabras me tenían
hechizado, sabiéndome á pastelillos con miel; y mitigaban mi dolor,
si el gavilan atacaba mis palomas, ó algun corderillo enfermaba en
el redil, ó si bandadas de gorriones robaban el trigo de la era.
¡Ay, Jesus mío, valme; que se burla de mí la mala suerte!

Una
maldita fada pudo escapar del infierno, y ha marchitado el
hermoso rostro de Isabel, tan lleno de frescura cuando Dios quería;
y ha oscurecido sus ojos, que eran el embeleso de las ovejas de su
padre, cuando ella las abrigaba en los establos del predio. ¡Ah!
horrible enfermedad, que quieres arrebatar con traidora mano la dulce
prenda de mi corazon, ¿no sabes que en éste formó su nido mi amada
tórtola? ¿No sabes que mi pecho es para ella cual sagrada ermita?
¡Ay, Jesus mío, valme; que se burla de mí la mala
suerte!

Aygues,
qui aviat aviat vos empenyíau,
Quant jo ací de l´amor la mel
tastava,
Al lluny del lluny contant mes amoretes;
Eures, qui
les olives estrenyíau,
Mentres lo goig del pit al cel muntava
A
despertar les gayes aucelletes;
Jo us deya mes secretes
Tristors;
y, al clar de lluna,
L´òliba´m responía dés la runa:
Per
la primaveral y encesa rosa
Que´t creyas del verjer la més
flayrosa,
Besar deus una trista passionera.
¡Ay, Bon Jesús,
servaume;
Tirar no´m voldrèu Vos per la carrera!

Per tu´m
recordo que la vall ombrosa,
Per tu les violes, y remors
boscanes,
Y´l cant del rossinyol més m´eternían;
Per tu la
fontanella barbullosa
Me delitava, y´l blanch de les
cabanes
Colgat entre les rames qui´s movían.
Los somnis que
venían,
Les amors qui me veyan,
Volatejant de flor en flor se
deyan:
Mira exa colometa malmenada,
Cayguda en mig del erm y
desanada,
Que dins l´herba punxosa s´esparvera.
¡Ay, Bon
Jesús, servaume;
Tirar no´m voldrèu Vos per la
carrera!

Aguas, que apresuradamente os
deslizabais, cuando yo gustaba en estos sitios la miel del amor, y
contabais á lo léjos mis amores; hiedras, que os abrazabais con los
olivos, miéntras el gozo del corazon subía al cielo á despertar
las alegres avecillas: yo os comunicaba en secreto mos tristezas; y,
al melancólico rayo del astro de la noche, la lechuza me respondía
de lo alto del ruinoso muro: en lugar de la encendida pura rosa de
primavera, que se te figuraba la flor más olorosa del verjel,
besarás una triste pasionaria. ¡Ay, Jesus mío, valme; que se burla
de mí la mala suerte!

Por ti el umbroso valle, por ti las
violetas, y susurros del bosque, y los trinos del ruiseñor más me
agradaban; por ti la ruidosa fuentecilla me daba sumo gozo, y la
blancura de las cabañas que se descubren entre las movibles ramas de
los árboles. Los ensueños que se me acercaban, los amorcillos que
me veían, volando de flor en flor murmuraban entre sí: Mira esa
ajada paloma, desfallecida en el desierto (yermo) cuál se
estremece de miedo entre espinas y abrojos.
¡Ay, Jesus mío,
valme; que se burla de mí la mala suerte!

Aquí
sos tendres planys interrompía
El pastoret, y lo blau cel
mirantne
Pe´l desconhort semblava que´s fonía.

Una perla
vivíssima brollantne
De sos ulls en ses galtes se desfeya,
Per
l´herba de la vora travalantne.

Ab sa tristor melancoliós no
veya
Lo ramat dels anyells, ni la dolçura
Del ventijol del
auba li sonreya.

Que ab má pitjada beure ´ns fa l´agrura
Del
dol de nostra aymía, l´astorada
Ombra del mal qui á son llindar
s´atura.

Ab axò un ermitá, de venerada
Forma y cenrosa
barba, quiet venía,
Silenciós removent l´herba estufada.

Y
ab veu blana, com es la melodía
Dels ángels, al pastor li
assegurava
Que Deu nostre Senyor provehiría.

Mes
Silvestre, qui ab ell se consolava:
- ¿Sabeu còm estará la meua
vida,
Lo meu conhort?, plorós li preguntava.

¡Ah! ¿tal
volta ´m dirèu que s´es mostida
Aquella blanca rosa, qu´
encisera
Per mí dins esta vall havía exida?

Al
llegar aquí el pastorcillo interrumpió sus lamentos, y dirigiendo
una mirada al cielo, daba claras muestras de la honda pena que le
aquejaba.

Una vivísima perla brotó de sus ojos, corrió por
sus mejillas, y se deslizó sobre el musgo de la márgen.

Sumido
en melancólica tristeza, no paraba miéntes ni en el rebaño de
corderillos, ni en la frescura de las brisas del alba.

Porque
con extraordinario sentimiento probamos la copa de la amargura,
cuando nos la presenta la asustada sombra del dolor, desde el umbral
donde vive nuestra amada.
En esto, un ermitaño de venerable
aspecto y cenicienta barba, se acercaba paso á paso, abriéndose
camino disimuladamente al través de la exuberante vegetacion.
Y
con voz llena de suavidad, cual debe de ser la melodía de los
ángeles, infundíale al pastor la confianza de que Dios muy pronto
acudiría á su remedio.
Mas Silvestre, que con sus palabras se
consolaba, le pregunta lloroso: ¿sabéis cómo sigue á estas horas
la que es mi vida?

¿Tal vez venís para decirme que se ha
marchitado aquella blanca rosa, de hechizos llena, que brotara para
mí en este valle?

-
No, lo bon pastoret; ja la pradera
Per tot sonriu, les flors ab la
rohada
Ne copsan los alens de primavera.

El mon fa festa.
¿Y nostra Verge aymada
Qui de matí´t vejé, la Creu
divina
Besant, no´tornaría l´estimada?-

L´ermitá diu;
y surt la tendra nina
De l´ombra del brancam, ab faç
riallosa,
Com matinera gota d´aubahina.

Enllestida ab
volant y ab flochs ayrosa,
Son trajo li coneix de rampallada
En
Silvestre, y l´abraça molt gojosa....

Y atxerevit prenent la
caramella:
¡Isabel, deya, còm s´encén ta ullada,
Cóm
s´alegra ma ditxa moridora!
De dalt lo Teix quant me sorprèn
l´aubada,
No llúu com tu cap matinal estrella,
Ni com tu de
delit es movedora.
Que en avant vividora
Deu te fassa. Los
lliris,
La blancura dels ciris
Del altar de Cartuxa tu
superes;
Míra´t en estes clares fontinyoles,
Y ho diu l´aygua
qui besa les riberes,
Mentres du brins y fulles y
atzeroles.

Mentres du brins y fulles y atzeroles.



- No, buen pastorcillo, no. El
prado sonríe, las flores con el rocío beben el aliento de la
primavera.

El mundo celebra su cumpleaños. Y la Vírgen, que
te ha visto esta madrugada besar la santa Cruz, ¿no te ha de
devolver tu adorada novia?-
Dice el ermitaño, y sale de la sombra
de los árboles la cándida doncella, alegre el semblante, como gota
de rocío matinal.

Adornada con blanca toca de muselina, al
estilo mallorquin, y anchas cintas verdes en su sombrerito de paja,
Silvestre la reconoce al momento, y la abraza cariñosamente.

Y
presuroso, recogiendo su caramillo, la decía: Isabel, ¡cómo se
anima tu mirada: cómo revive mi moribunda dicha! Cuando la aurora me
sorprende sobre la cumbre del Téix, no brillan tanto como tú las
estrellas de la mañana, ni me causan tanto placer.
¡Qué
Dios te conceda largos años de vida! Tú eres más blanca que los
lirios, y más que las velas del altar (cirios) de Cartuja.
Mírate en estas claras fuentecillas, y te lo dice el agua que besa
las márgenes, arrastrando sólo briznas, hojarasca y acerolas.

Anem
á reposar, la més garrida
D´entre les pagesetes. Valldemossa
La
llar ovir de nostre be y ventura.
Jo era un romeu perdut prop
d´una fossa,
Y florint m´esperança ja pansida,
Tu ets lo
llumeneret de ma foscura.
La pau de la Natura
Per mi tos ulls
inclouen;
Y lo soroll que mouen
Los pinars qui saludan
l´ermitatje
No´s tan placévol com ta veu. Grat sía
Mil
vegades á Deu y á son Imatge,
Puys rebrota mon goig curant
m´aymía.

Setembre de 1868.

Vámonos
a descansar, oh la más linda de las campesinas. Valldemosa vea
levantarse el hogar de nuestro bien y ventura. Yo era un peregrino
extraviado, próximo al precipicio: mi esperanza marchita reverdece;
tú eres la lucecilla en mi oscuridad. Para mí la paz de la
Naturaleza se encierra en tus ojos. El ruido que mueven los pinares
al saludar la Ermita, no es tan placentero como tu voz. ¡Gracias
sean dadas mil veces á Dios, y á su Madre; pues renace mi dicha con
la curacion de mi amada!

(V. nota 6.)