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miércoles, 21 de julio de 2021

VI, L´INCENDI.

VI

L´INCENDI.

Corpora devolvunt inhumum.
(Ovidi.)







Anem,
anem, volantne;
Germans per Deu, qu´ab l´ardent flam
batalla
L´entabanat fustam...”
Axí la veu dels campanars,
trencantne
Lo silenci paurós, al cor devalla;
- ¡Foch! -
crida ab fréstech clam.



***

VI
EL
INCENDIO.



Vamos,
vamos, volando; hermanos, por Dios, que los encalabrinados maderos
pugnan por desaire de la espantosa llama...” Así la voz de los
campanarios, rompiendo el pavoroso silencio nocturno, baja hasta el
corazon de todos.
- ¡Fuego! - grita, con implacable clamor.



***







Ja
esbufegan y cruxen
Les jáceres salsides; la ventada
De fum
allarga´l vel;
Los sòtils bullan, siulan y
s´afluxan,
S´esfondran; y de cop la flamarada
S´espaya y
munta al cel.


***

Ab rabia ´s ravexina,
De tancats
finestrals romp la barrera,
Ni home dexa acostar;
Com un gegant
fester l´espay il-lumina,
Y als homs qui menan máquina feynera
Y
pluja fan baxar.


***

Va es lo remey; salvades
No son les
joyes de la tendra esposa,
Ni del vellet lo pis.
Del edifici
altívol esvencades
Se creman les partes; infern se posa
Hont
era un paradís.


***



Resoplan,
crujen las jacenas ardiendo; el viento levanta el humo como negro
manto; los techos hierven, silvan, se aflojan, y se desploman; a
llamarada se espacia, y sube al cielo.
***

Con rabia se
encrespa; rompe la barrera que la oponen puertas cerradas; no deja
acercársele nadie. Como gigantesca antorcha, ilumina el espacio; á
su luz los bomberos traen las diligentes máquinas, que derraman el
suspirado líquido.



***

Vano
recurso. No se han salvado las joyas de la novel esposa, ni la
habitacion de los abuelos. Las paredes del hermoso edificio se caen;
son pasto de las llamas. El infierno sucede al paraíso.



***


Y
axampla ´l foch ses ales;
Ni un raig de lluna, ni un estel
blanquejan
L´escampada ruentor;
Negres ombres remouen ab llurs
pales
Les cendres de les ruines qu´espurnejan
Y brollan greu
calor.


***


¡Quadro molt trist (trits)! Van, vénen...
Á
vora del foguer l´orfe ´s desana;
Ha llimosna implorat.....
Y
ab los sorolls que passan y s´extenen,
Sens finar, s´ou lo clam
de la campana:
“Germans, teniu pietat.”
4 Setembre de
1868.



Ensancha
el fuego las alas. Ni un rayo de luna, ni un lucero brillan en el
rojizo fondo de la atmósfera. Negras sombras remueven con sendas
palas los escombros, que chisporrotean y despiden sofocante calor.



***

¡Triste
cuadro! Para algunos todo se vuelve ir y venir..... Cerca de la
hoguera he visto á un huérfano desmayarse, y pedir limosna.... Y
con los ruidos que se levantan y se prolongan, se oye incesantemente
el clamor de las campanas:
Hermanos, compadeceos.

martes, 23 de junio de 2020

311. LOS CORPORALES DE FRAGA


311. LOS CORPORALES DE FRAGA (SIGLO XV. FRAGA)

Nos hallamos en un día del año 1460. En Fraga, los frailes predicadores de San Agustín tienen abierta casa. Están llevando allí a cabo una importante tarea evangelizadora, sobre todo entre la población judía, aunque bien es verdad que muchas de las conversiones que se producen lo son un tanto forzadas por las circunstancias extra religiosas, pues la monarquía de Alfonso V el Magnánimo y de la reina María favorecía esta política.

En ese día, en la iglesia conventual de los Agustinos se ha declarado un voraz incendio y, aunque las llamas no la han destruido por completo, sí ha ardido totalmente el hermoso retablo mayor, incluido el Sagrario que lo presidía.

En pocas horas, todo es ceniza: las maderas y los ropajes, los cantorales y los lienzos. Sin embargo, las propias llamas transportan por el aire, cercana al techo, la hostia consagrada que ocultaba el Sagrario en el momento del incendio: la depositan bajo un candelabro donde al cabo del rato volvió a su estado natural. También vuelan los corporales, completamente intactos, como llevados por ángeles, yendo a pegarse en las piedras de la crucería de la capilla mayor. De allí los recogerán con artificio unos frailes. También ha quedado milagrosamente indemne una imagen de Nuestra Señora.

El prodigioso hecho fue conocido rápidamente en todos los rincones del Reino y, desde luego, no había podido suceder en un momento más oportuno, cuando los herejes e infieles dudaban más que nunca. La palabra ilustrada de los frailes predicadores hizo el resto y les convenció no sólo a quienes negaban la veneración a las sagradas imágenes, sino también la real presencia de Cristo en el Santísimo Sacramento del altar. Allí mismo, aquel día aciago, acababa de darse una prueba palpable de ello.

Ferrer de Lanuza, el que fuera Justicia de Aragón, gobernador por aquel entonces de Fraga, por orden de la reina María mandó rehacer el retablo para reponerlo en su sitio y dar a conocer al mundo pruebas testimoniales de la verdadera fe.

[Blasco de Lanuza, V., Historias eclesiásticas y seculares de Aragón, I, lib. 5, cap. 30. Faci, Roque A., Aragón..., I, págs. 14-15.]