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domingo, 15 de marzo de 2020

VII. Perg. n. 5. Alfon I°. 24 feb. 1162.

VII. 

Perg. n. 5. Alfon I°. 24 feb. 1162.
(Nota: Alfonso II).

Nos omnes homines habitatores civitatis et ville Barchinone juramus vobis domino nostro Ildefonso regi Aragonensi et comiti Barchinonensi quod de ista hora in antea fideles erimus vobis de vita vestra et de omnibus membris que in corpore vestro se tenent et de omni honore quem vester avus dimisit patri vestro in suo testamento ad diem obitus sui et de omnibus justiciis et directis que dictante justicia vobis vel vestris pervenire debuerint et fideles erimus vobis adjutores et defensores secundum nostrum posse contra cunctos homines et feminas per fidem sine engan de supradicto honore nobis scientibus per Deum et hec sancta IIII evangelia. Actum est hoc VI kalendas marcii anno ab incarnacione Domini millessimo CLXlI. - Poncius de Osore scriptor domini regis qui hec scripsit et signum hoc fecit +.

VIII - Montblanc (Tarragona)

sábado, 15 de febrero de 2020

Contra la manipulación de la Historia de Aragón y Cataluña

Todos los amantes de la Historia, hemos oído hablar de José Luis Corral Lafuente, Este aragonés ilustre, nació en Daroca, Profesor de Historia y escritor. Licenciado en Filosofía y Letras, se doctoró en Historia por la Universidad de Zaragoza, en la que es profesor de historia medieval y director de Taller de Historia S.L. Como medievalista, ha centrado buena parte de su labor investigadora en la España musulmana y en la Historia de Aragón. Es también uno de los más prolíficos autores españoles de novela histórica.

Este es un resumen del propio J. L. Corral, de un texto que publico en 2010, y que conviene recuperar para clarificar ciertos mensajes que llegan desde el ultranacionalismo pancatalanista).

LA CORONA DE ARAGÓN. CONTRA LA MANIPULACIÓN DE LA HISTORIA DE ARAGÓN Y CATALUÑA.

José Luis Corral Lafuente.
LA CORONA DE ARAGÓN. CONTRA LA MANIPULACIÓN DE LA HISTORIA DE ARAGÓN Y CATALUÑA.

La Historia es una materia propicia para la manipulación. En este sentido, el caso de la historia de la Corona de Aragón es paradigmático. A mediados del siglo XIX un movimiento cultural, y político, nacido en Barcelona y denominado “la Renaixença” se empeñó en cambiar la historia a base de alterar definiciones y de imaginar símbolos y espacios que jamás existieron.
En su desvarío historiográfico, algunos eruditos de ese movimiento comenzaron a acuñar conceptos que nunca existieron como “la Corona catalana-aragonesa”, “los condes-reyes”, “los reyes-condes”, “los reyes de Cataluña”, la “Confederación catalana-aragonesa” y otras denominaciones falsas, de ese mismo estilo, que culminó con la peregrina ya histórica denominación, ya en el siglo XX, de “Els Països Catalans” para definir un inexistente territorio "histórico" común en el que se incluían los actuales Cataluña, Rosellón, Cerdaña, las comarcas orientales de Aragón, la Comunidad de Valencia y las Islas Baleares.
Proyectando ideas políticas nacionalistas del presente en el pasado, se alteró el ordinal dinástico de los reyes de Aragón, de modo que Alfonso II el Casto pasó a ser “Alfons I” y Pedro II el Católico, “Pere I de Catalunya”; y así siguen siendo denominados estos soberanos en los ficheros del Archivo de la Corona de Aragón y en las denominaciones de algunos políticos ultranacionalistas catalanes.
La llamada Corona de Aragón tuvo su origen en una unión dinástica basada en una alianza matrimonial, siguiendo el derecho medieval sucesorio navarro y aragonés y el derecho canónico. La Corona de Aragón no se llamó así desde el principio. En el siglo XII ni los reyes de Aragón ni los condes de Barcelona tenían como distinción de su rango una "corona". El primero de ellos en ser coronado fue Pedro II, y lo hizo en Roma en 1204 de manos (o mejor de pies, según una leyenda) del papa Inocencio III. Para ser rey legítimo de Aragón era necesario haber nacido de matrimonio canónico, jurar los fueros de Aragón, y luego los de los demás territorios de la Corona, y ser coronado en la catedral de La Seo de Zaragoza.
Desde 1068 los reyes de Aragón eran vasallos de la Santa Sede, y por tanto debían juramento de homenaje a los papas. Por ello, la monarquía aragonesa adoptó sus colores heráldicos, el rojo y el amarillo, copiando los de su señor feudal, el papado, pues esos eran los que usaban los pontífices en la Edad Media.
La Corona de Aragón se sostuvo en sus soberanos y en la continuidad de su linaje, y ello a pesar de que los tres primeros, Alfonso II, Pedro II y Jaime I accedieron al trono en minoría de Edad, con algunas dificultades.
Los Estados fundacionales de la llamada Corona de Aragón fueron el reino de Aragón (con la reina Petronila) y el condado de Barcelona (con el conde Ramón Berenguer IV, que también lo era además de Ausona, Cerdaña, Besalú y Gerona). Pero no de Urgel, por ejemplo. Desde 1137 se fueron sumando otros territorios; en algunos casos por incorporación pacífica, como el marquesado de Provenza o los condados de Pallars y Urgel; en otros por conquista a los musulmanes, como las tierras de Lérida, Fraga, Tortosa, Teruel, el reino de Mallorca, el de Valencia o el señorío de Albarracín; y en otros durante el proceso de expansión mediterránea, como los reinos de Sicilia, Cerdeña, Nápoles o los ducados de Atenas y Neopatria en Grecia.
Estos soberanos nunca se intitularon “reyes de la Corona de Aragón”, sino que lo hicieron con todos y cada uno de sus títulos privativos. Así, Petronila fue reina de Aragón, como heredera de Ramiro II, y condesa de Barcelona, por su matrimonio con Ramón Berenguer IV, que fue príncipe de Aragón y conde de Barcelona; Alfonso II fue rey de Aragón, conde de Barcelona y marqués de Provenza; Jaime I, rey de Aragón, rey de Valencia, rey de Mallorca, conde de Barcelona y señor de Montpellier; y Pedro IV rey de Aragón, rey de Valencia, rey de Mallorca, conde de Barcelona y duque de Atenas y Neopatria, e incluso rey de Jerusalén, entre otros títulos. Y cuando se abreviaban los títulos y sólo se colocaba uno, siempre prevalecía el más antiguo e importante en el orden protocolario: rey de Aragón.
Desde luego, los soberanos de la Corona nunca se intitularon como “reyes o condes de Cataluña”, pues aunque desde fines del siglo XII ya aparece el macrotopónimo "Cataluña", la idea de un territorio llamado Cataluña, de extensión similar a la actual Comunidad Autónoma española del mismo nombre, que englobara a la mayoría de los condados cristianos altomedievales del noreste hispano, y a las tierras de Lérida, Tarragona y Tortosa no se concretó hasta el reinado de Jaime I, ya en el siglo XIII, cuando comenzaron a definirse las fronteras políticas entre los reinos y Estados de Aragón, Cataluña y Valencia, que no quedaron perfiladas definitivamente hasta bien entrado el siglo XIV.
Dentro de la unidad dinástica de la Corona de Aragón, cada uno de los Estados que la integraron mantuvo sus instituciones políticas, su autonomía fiscal, su lengua, sus derechos, sus costumbres, sus normas cívicas, su moneda, su sistema de medidas y su cultura hasta los Decretos de Nueva Planta impuestos por la dinastía de Borbón a comienzos del siglo XVIII. La Corona de Aragón fue un ejemplo de convivencia y tolerancia que, en su propia historia, puede dejar no pocas enseñanzas a la España y a la Europa contemporáneas.
Lamentablemente, ultranacionalistas indocumentados o tergiversadores están empeñados en falsificar esta historia.


miércoles, 25 de diciembre de 2019

CLXVII, 24 octubre 1173

CLXVII

Reg. 1, fol. 11. 5 y 24 octubre de 1173.

Hec est sacramentales conditio ac legalis publicatio ultime voluntatis nobilis regina aragonensis Petronille nomine verbis tantummodo edite cujus ordo infra VI menses coram sacerdote et judice Mirone legaliter actus est. Nos scilicet magister Guillelmus et Raimundus Dalmacii presbiteri testes et juratores sumus testificamur namque jurando per Deum vivum et verum in personis trinum et in deitate unum super altare Sancti Felicis martiris quod est constructum in ecclesia beatorum martirum Justi et Pastoris infra menia urbis Barchinone supra cujus sacrosanctum altare has conditiones manibus propriis juramus quia vidimus et audivimus et presentes adfuimus quando jamdicta testatrix egritudine detenta unde obiit suis verbis ordinavit suam ultimam voluntatem de honore suo et de rebus suis. Concessit domino Ildefonso filio suo regi aragonensi omne suum regnum Aragonis integriter. Dimissit barchinonensi sedi suum corpus ad sepeliendum et mandavit familiam suam induere unumquemque secundum suum valorem. Hoc totum ita ordinavit jamdicta testatrix III° idus octobris anno XXXVII regni Ledoici junioris. Deinde ingravescente languore quo detinebatur migravit ad Dominum eodem die et anno. Hanc igitur ipsius testatricis ultimam voluntatem nos prescripti testes sicut vidimus et audivimus in proscripto altari coram sacerdote et judice Mirone et aliis testibus clericis ac laicis veram esse fideliter corroboramus et jurando confirmamus. Hoc adjecto ut omnia sua debita et malefacta de suis rebus solvantur. Late conditiones VIIII kalendas novembris et anno prefixo. Sig+num magistri Guillelmi presbiteri. Sig+num Raimundi presbiteri. Nos hujus rei testes et juratores sumus. Sig+num Petri de Rivopulli. Sig+num Guillelmi de Alfodio. Sig+num Raimundi primicherii. Sig+num Petri Arberti Poncii. Sig+num Burgetus. Sig+num Geralli de Fexa. Sig+num Mironis judicis. Nos qui huic sacramento presentes adfuimus. - Sig+num Petri de Corron junioris qui hoc scripsit die et anno quo supra.

//

Nota:

Petri de Corron junioris: En otros textos vemos a Petri de Corron, este es junior.

III° idus octobris anno XXXVII regni Ledoici junioris. (aún se calendaba con los reyes de Francia, el 37 del reinado de Luis, Loys, junior, Ludovico, Ludovicus, etc, hay muchas variantes)

sábado, 27 de julio de 2019

ORIGEN DE LA BARONÍA DE ESCRICHE


144. ORIGEN DE LA BARONÍA DE ESCRICHE (SIGLO XII. ESCRICHE)

Una fiera —los más creen que un descomunal y sanguinario lobo— tenía atemorizados a todos los habitantes del lugar de Escriche. No sólo descuartizaba a sus víctimas, sino que su piel era como el mismísimo acero, de modo que ni flechas ni espadas parecían hacerle mella pues salían despedidas. Los caminantes que sabían de su existencia daban grandes rodeos para no atravesar tan peligrosa zona, que muy pronto quedó totalmente despoblada. La noticia se extendió por todo el reino.

Un día se presentó ante el rey aragonés Alfonso II —hasta quien había llegado la noticia— un valiente guerrero diciendo que él se comprometía a dar muerte a la fiera, para lo cual tan sólo solicitaba una espada que fuera algo mejor que la suya y un gran espejo. Aunque extrañaron sobremanera las condiciones, fue aceptada su oferta.

El joven salió en su busca del feroz animal, sin que tardara mucho en encontrarlo. Al verlo, el monstruo se abalanzó furioso sobre el guerrero, que lo esperó con el espejo delante, apoyado en el suelo. Cuando el bruto vio reflejado su cuerpo en el cristal, titubeó unos breves instantes, pero los suficientes para que el bravo guerrero le introdujera certeramente la espada por la boca, único lugar vulnerable del animal.

Muerta la fiera, renació la calma en toda la comarca. Los habitantes que habían huido atemorizados regresaron a sus casas; la vida continuó. El rey, agradecido por tan valerosa hazaña y por el gran servicio que había prestado a la comunidad, decidió premiar al guerrero dándole en tenencia todo el territorio que pudiese recorrer en un solo día, naciendo de esta manera tan singular la que sería baronía de Escriche.
La letrilla de una jota inmortalizó hasta hoy la gesta:
«Nadie le tema a la fiera, que la fiera ya murió;
al revolver una esquina, un valiente la mató».


[Alfonso Zapater, Aragón pueblo a pueblo, tomo VII, pág. 1.014.]




Alfonso Zapater Gil (Albalate del Arzobispo, 19 de julio de 1932 - Zaragoza, 30 de mayo de 2007) fue un escritor y periodista español.

Pasó su infancia y juventud en su pueblo natal, Albalate del Arzobispo, que compartió con Urrea de Gaén. Su producción abarca todos los géneros: novela, teatro, ensayo y poesía. Ha obtenido importantes premios literarios, entre ellos el San Jorge (en su doble vertiente de novela y poesía), Padre Llanas, Ciudad de Barbastro, Ciudad de Jaca y el nacional de teatro Miguel Hernández. En 1981 fue finalista del Premio Nadal con El accidente.​ Publicó más de treinta libros, además de obras como Aragón, pueblo a pueblo (diez volúmenes), Historia de la jota aragonesa (tres volúmenes), Tauromaquia aragonesa (tres volúmenes) y Líderes de Aragón, siglo XX (cuatro volúmenes).


Desde 1966 escribía una página diaria para Heraldo de Aragón, «Zaragoza al día», donde mezclaba el reportaje, la crónica, la entrevista y el comentario o la opinión. En dicho periódico permaneció hasta su muerte el 30 de mayo de 2007.





  • Montserrat, Concha (31 de mayo de 2007). «Alfonso Zapater Cerdán, periodista y escritor»El País.






  • miércoles, 3 de julio de 2019

    APARICIÓN DE UN FALSO ALFONSO I


    113. APARICIÓN DE UN FALSO ALFONSO I (SIGLO XII. ZARAGOZA)

    Corrían tiempos en los que el reino de Aragón se hallaba inmerso en una pacífica minoría de edad de su rey Alfonso II, tutelado por su madre doña Petronila —la hija del rey monje—, cuando un hecho verdaderamente singular vino a turbar ese sosiego sobre todo entre el pueblo, por otra parte bastante crédulo y ávido de noticias sobre los componentes de la monarquía, institución siempre algo distante e inaccesible.

    Lo cierto es que poco a poco se fue corriendo la desconcertante noticia de que Alfonso I el Batallador —que para todo el mundo había fallecido tras la triste derrota de Fraga ante los musulmanes— no sólo estaba vivo sino que había sido visto en público en repetidas ocasiones y en lugares diversos. En efecto, un hombre desconocido comenzó a aparecer a los ojos de todos diciendo que era el mismísimo Batallador.

    Entre el pueblo hubo quienes, por razones e intereses muy diversos, quisieron dar crédito a un personaje que, con ciertos artificios, logró algunos adeptos. Como la memoria del añorado Batallador era todavía venerada entre los aragoneses, sobre todo entre los más ancianos, todos quisieron ver en él a aquel que decía ser, máxime cuando era capaz de hablar de hechos concretos y hazañas que los oyentes recordaban perfectamente e incluso dar razones convincentes de ciertos linajes y familias.

    Sin embargo, entre los seniores y ricos hombres nadie creía que aquel anciano pudiera ser el mismo Batallador, por mucho que quisiera justificar su ausencia del reino por haber marchado a Asia como peregrino, interviniendo allí en múltiples batallas contra los turcos. Buena parte de esta nobleza, sobre todo la que estaba más próxima al palacio real, instó a que doña Petronila pusiera fin a aquella situación, propicia para quienes deseaban nuevas alteraciones de las que sacar provecho.

    Habiéndose llegado a originar ya algunos disturbios, y hallándose en Zaragoza doña Petronila y su hijo, que pronto sería Alfonso II, ciudad donde el eco era mayor, se ordenó prender al impostor, que acabó siendo ahorcado, con lo cual de nuevo llegó el sosiego necesario.

    se ordenó prender al impostor, que acabó siendo ahorcado
    lacito amarillo

    [Zurita, Jerónimo, Anales de la Corona de Aragón, libro II, págs. 71-73.
    Ubieto, Antonio, «La aparición del falso Alfonso I...»,
    Argensola, 33 (1958), 29-33.
    Balaguer, Federico, «Alusiones de los trovadores al pseudo Alfonso el Batallador», Argensola, 33 (1959), 39-47.]

    viernes, 31 de mayo de 2019

    reina Petronila, conde Berenguer, Alfonso II

    En esta genealogía del siglo XIV aparecen representados la reina Petronila, el conde Ramon Berenguer IV y el rey Alfonso II, hijo de ambos. Se aprecia perfectamente quienes sí son representados CON corona (reyes), y quien es representado SIN corona (NO rey).

    reina Petronila, conde Berenguer, Alfonso II

    jueves, 30 de mayo de 2019

    regente Ramón Berenguer IV, juramento

    Juramento de la burguesía oscense al regente Ramón Berenguer IV. En ningún sitio le nombran rey pues tal título pasará de su suegro a su hijo Alfonso II a través de Petronila, de la Casa Real de Aragón.
    Ubieto Arteta, Antonio. Qué fue la Corona de Aragón, 1977.

    Juramento de la burguesía oscense al regente Ramón Berenguer IV

    Juro yo .. a ti Ramón Berenguer, conde barcelonés, que desde esta hora en adelante te seré fiel, de tu vida y de tu cuerpo y de todos los miembros que hay en tu cuerpo, con fe y sin engaño. Y te seré fiel de la ciudad de Huesca y de todo el reino aragonés; que ni yo te lo quite ni te lo quite hombre o mujer por mi consejo o asentimiento; y te seré fiel colaborador contra todos los hombres y mujeres por fe y sin engaño, salvada la fidelidad al rey Ramiro y a su hija.

    lunes, 20 de mayo de 2019

    El juez traidor, siglo XII, Teruel


    2.71. EL JUEZ TRAIDOR (SIGLO XII. TERUEL)


    Una vez que ya había sido reconquistada Teruel por el rey aragonés Alfonso II, y dada la importancia estratégica que esta ciudad tenía, los musulmanes intentaron recuperarla en reiteradas ocasiones o, cuando menos, depredaban sus campos y huertas o hacían cautivos a los labradores que sorprendían en los campos en plena faena, para ser luego vendidos como esclavos en el mercado de Valencia, ciudad que todavía era sarracena.
    Una de estas molestas y peligrosas acciones tuvo lugar entre 1183-1184, cuando la ciudad era regida por un juez llamado Ibáñez Domingo de Mortón quien, bien por miedo a las amenazas recibidas, cada vez más serias, bien presa de la codicia, intentó vender Teruel al enemigo a cambio de los numerosos tesoros que le habían sido prometidos y que esperaba disfrutar tras su planeada huida a tierra de moros.
    Pero la traición fue descubierta a tiempo por los turolenses y el juez Domingo de Mortón fue juzgado de acuerdo con el Fuero concedido hacía bien pocos años por el rey Alfonso II. Tras el juicio, en el que fue condenado a morir ahorcado, fue ejecutado en un viejo olmo solitario que crecía en una zona próxima a la ciudad denominada de San Lázaro, debajo del actual viaducto, donde se confinaba a los leprosos.
    La ciudad se salvó para siempre de ser recuperada por los musulmanes y el hecho sirvió de escarmiento.

    El juez traidor, siglo XII, Teruel, viaducto


    * Según Caruana, este hecho es histórico, puesto que en el Libro de las Crónicas de Teruel, conservado en el Ayuntamiento, tras el nombre de este juez se señala que «fue enforcado en el olmo de San Lázaro porque quiso vender a los moros Teruel», y prosigue diciendo que una mano posterior añadió: «de Castiel y de Villel», apostillado el propio Caruana que Villel era cristiana desde 1180, pero Castiel —hoy Castielfabib— efectivamente continuaba siendo musulmana y no la conquistaron los cristianos hasta el año 1210.

    olmo, ulmus
    olmo, ulmus






    martes, 14 de mayo de 2019

    LA FUNDACIÓN DE TERUEL


    2.70. LA FUNDACIÓN DE TERUEL (SIGLO XII. TERUEL)

    Teruel, viaducto, acueducto


    Octubre del año 1171. Los cristianos, acaudillados por Alfonso II, llegaron a Cella y prosiguieron su marcha hasta acampar en las cercanías de lo que hoy se llama Villa Vieja, en Teruel. Era tarde y el monarca decidió esperar al nuevo día. Mas cuando se hallaban descansando de la dura jornada, llegó al campamento un mensajero. Según sus noticias, se requería con urgencia al rey en otros lugares del Reino, de modo que éste ordenó replegarse a sus tropas para que esperaran su regreso, negando a varios de los seniores la posibilidad de continuar ellos solos la expedición.
    Sin embargo, acabó atendiendo la propuesta de dos caballeros Blasco Garcés de Marcilla y Sancho Sánchez Muñoz— quienes proponían la fundación de una villa a la que el rey concedería el fuero que estimara conveniente, de manera que su autoridad sobre ella no quedara menguada.

    Accedió Alfonso II y avió monturas y pertrechos para regresar Reino adentro.
    Entre los señores y adalides que iban a acometer lo convenido con el rey surgieron las dudas acerca de dónde ubicar la villa nueva. Como no lograban ponerse de acuerdo, al final decidieron que el emplazamiento se ubicaría allí donde alguna señal de la providencia les marcara.
    Hallándose en estas disquisiciones, supieron de la emboscada que les preparaban las tropas moras que merodeaban por los contornos y decidieron hacerles frente. Los musulmanes habían reunido una gran cantidad de toros a los que les colocaron en las astas y en el testuz materias inflamables (como en el actual toro embolado) y los lanzaron contra el ejército cristiano, al que creían descuidado. Pero no fue así, y lanceros, arqueros, ballesteros e infantes se parapetaron en trincheras. Más lejos esperaba para actuar la caballería.
    Los toros fueron dispersados y los moros acosados y perseguidos hasta vencerles, de manera que las muelas, cerros y llanos de la margen izquierda del río quedaron libres de enemigos. Fue entonces, al amanecer, cuando, sorprendidos, los cristianos vieron en lo alto de la Muela un magnífico toro superviviente de la manada. Entre su cornamenta, lucía una lucecilla, restos, sin duda, de la materia inflamada que encendieron los moros, pero que desde lejos parecía una estrella. Era la señal que esperaban. Aquel sería el lugar del asentamiento de la nueva villa, la de Teruel. (Terol, Turolio)
    [Caruana, Jaime de, «Alfonso II y la conquista de Teruel», Teruel, 7 (1952), 97-140.]



    Teruel es una ciudad española situada en el sur de Aragón, en la zona centro-oriental de la península ibérica. Es la capital de la provincia homónima y posee un importante patrimonio artístico mudéjar (parte del cual ha sido reconocido por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad). Con 35 484 habitantes (INE 2017), es la capital de provincia menos poblada del país. Se encuentra en la confluencia de los ríos Alfambra y Guadalaviar, aguas abajo de la ciudad conocido como Turia. Situada a una altitud de 915 msnm, su clima se caracteriza por presentar inviernos fríos y veranos cálidos y secos.


    Entre sus atractivos turísticos se encuentran sus edificaciones mudéjares, el mausoleo de los Amantes de Teruel, El Torico y el centro paleontológico Dinópolis. Los monumentos mudéjares más destacados son la iglesia de Santa María, catedral de la diócesis de Teruel, y las torres de El Salvador, San Martín y San Pedro, a cuyos pies se encuentra la iglesia que recibe el mismo nombre, también de arte mudéjar.

    LA FUNDACIÓN DE TERUEL (SIGLO XII. TERUEL), torico



    Para los fenicios su nombre era Thorbat o Thorbet, palabra que podía proceder del hebreo Thor y bat, que significa Domus tauri (señor dios toro). 

    Para los celtíberos era Turba,​ y para los latinos Túrbula; así la llamaba Ptolomeo.

    Teruel estuvo poblada desde los tiempos de los celtíberos, los cuales llamaban al lugar Turboleta. El topónimo Turboleta podría venir del término vasco-íbero itur + olu + eta (lugar de fuente, manadero), según la teoría del vascoiberismo. Hay restos en el yacimiento del Alto Chacón. La zona fue ocupada posteriormente por los romanos, quedando restos en poblaciones cercanas, como los de Cella.

    Algunos autores aseguran que en el mismo emplazamiento de la actual ciudad de Teruel (concretamente en el barrio de la Judería), se asentaba Tirwal, nombre que procedería del árabe, con el significado de "torre", enclave musulmán citado en el año 935. Sin embargo, aunque se ha detectado arqueológicamente la presencia de ocupación islámica de este espacio, los restos localizados no pertenecen a un núcleo de población, sino más bien a una construcción defensiva.

    El 1 de octubre de 1171 el rey aragonés Alfonso II tomó Tirwal con la intención de reforzar la frontera meridional de su reino, que consideraba amenazada por la toma de la ciudad de Valencia por los almohades. Y en ese mismo año fundó la ciudad de Teruel, dotándola de fueros y privilegios para facilitar de este modo la repoblación de la zona.

    Hay que destacar por su importancia histórica que, en el torreón del Cubo, junto a la desaparecida puerta de Zaragoza, se encuentran las más antiguas barras de Aragón que se conservan, significando así Alfonso II el Casto, al esculpir sus cuatro barras de gules en piedra al amurallar Teruel, que era una villa de realengo.

    La fundación de Teruel supone un cambio sin precedentes en la estructura política y territorial del sur de Aragón, ya que el predominio del Albarracín y la Alfambra de época musulmana será sustituido por el de la nueva fundación, Teruel en especial, en detrimento de Alfambra, que quedará en un segundo plano bajo la fórmula jurídica de señorío.

    Según una leyenda, para fundar la nueva ciudad los sabios y las gentes principales de la villa se reunieron y buscaron diversas señales y presagios, encontrando favorable el que un toro mugiera desde un alto (que se correspondería con la plaza principal actual, la del Torico) y que sobre el toro brillara una estrella. De este encuentro toma, según algunos autores, su nombre la ciudad, ya que provendría de juntar en una palabra el vocablo "toro" y el nombre de la estrella, "Actuel", formando de este modo la palabra "Toroel", y después "Toruel". De este fortuito encuentro procedería también el símbolo del toro y de la estrella, que se puede observar tanto en la bandera como en el escudo de la ciudad, además de en el monumento de la Vaquilla (en el que se observa a un vaquillero enfrentándose a un toro y a un ángel situándole la estrella al toro).

    Tras su fundación y repoblación, se constituyó la comunidad de Teruel, conjunto de aldeas del entorno de la localidad.

    Los habitantes de Teruel intervinieron en la conquista de Valencia, que estaba en poder de los musulmanes, y en la guerra de los Dos Pedros contra Castilla, siéndole otorgada a la población el título de ciudad en 1347 por Pedro IV de Aragón, por su colaboración en las guerras de la Unión. Hay que destacar la considerable importancia que alcanzaron las comunidades judía y mudéjar dentro de la vida social y económica de la ciudad, desde que se consolidaran sus aljamas hacia finales del siglo xiii. Es notable el caso de la Judería de Teruel, que conserva todavía su topónimo, y de la que se han localizado abundantes restos arqueológicos.

    Uno de los hechos más relevantes de su historia se produjo en las llamadas Alteraciones de Teruel y Albarracín. Durante el reinado de Felipe II, el Tribunal de la Inquisición cometía constantes contrafueros, por lo que no fue aceptado por estas poblaciones, provocando frecuentes algaradas populares, a veces con violencia hacia los inquisidores. En el año 1572 se produjeron tales altercados que el rey, ejerciendo su autoridad, mandó un ejército castellano al mando del duque de Segorbe a invadir Teruel. Hubo combates durante varios días al estar la ciudad fortificada, pero finalmente la plaza se rindió el Jueves Santo de aquel año. Durante una semana se ajustició a los cabecillas en los jardines del Barón de Escriche, actual plaza de San Juan. Este hecho desacreditó enormemente la foralidad aragonesa.

    En el municipio de Teruel se encuentran, además de la capital provincial, las localidades de Aldehuela, El Campillo, Castralvo, Caudé, Concud, San Blas, Tortajada, Valdecebro, Villalba Baja y Villaspesa.



    domingo, 12 de mayo de 2019

    LA RECONQUISTA DE AGUILAR DE ALFAMBRA


    2.66. LA RECONQUISTA DE AGUILAR DE ALFAMBRA (SIGLO XII. AGUILAR DE ALFAMBRA)

    LA RECONQUISTA DE AGUILAR DE ALFAMBRA (SIGLO XII. AGUILAR DE ALFAMBRA)


    Tras cruentas y reiteradas escaramuzas y auténticas batallas contra los musulmanes por toda la altiplanicie turolense, el rey Alfonso II de Aragón, el reconquistador de Teruel, pudo por fin apoderarse de Aguilar de Alfambra en 1170. Cuenta la leyenda cómo su castillo, hoy llamado de la Virgen de la Peña, sirvió de baluarte casi inexpugnable durante algún tiempo a todos los moros que andaban huidos y dispersos por la comarca y tras sus muros se hicieron fuertes, sin que los guerreros cristianos lograran rendirlos, por más denodados esfuerzos que realizaban.
    Sin embargo, la toma de Aguilar se mostraba totalmente necesaria para poder proseguir la tarea reconquistadora. Así es que los capitanes del ejército cristiano, al ver que no podían vencer mediante las armas a los aguerridos musulmanes empleando la táctica habitual, dada la dificultad existente para entrar en el castillo, decidieron utilizar otra estrategia, concibiendo un ingenioso plan para rendirlos.
    El plan a seguir era sencillo y consistía en reunir —con el mayor de los sigilos para lo cual tuvieron que atarles los hocicos— un enorme rebaño de cabras traídas de toda la comarca que fueron concentradas en una paridera cercana.

    Luego esperaron una noche sin luna, muy oscura, y les colocaron teas encendidas amarradas a los cuernos, lanzando a las bestias de esta guisa y por sorpresa hacia el castillo. Los musulmanes, muchos de los cuales dormían al abrigo de los muros de la inalcanzable fortaleza, despertaron asustados por tan extraño y desmedido ejército, salieron del alcázar y huyeron despavoridos entre aullidos, hasta terminar la mayor parte de ellos como cautivos.
    Del empleo de esta curiosa estratagema que los cristianos utilizaron contra los musulmanes procede el apelativo de chotos con que todavía se designa hoy a los habitantes de Aguilar de Alfambra.

    [Zapater, Alfonso, Aragón pueblo a pueblo, tomo I, pág. 60.]



    https://es.wikipedia.org/wiki/Aguilar_del_Alfambra

    Aguilar del Alfambra es una localidad y municipio de la comarca Comunidad de Teruel en la provincia de Teruel, en la Comunidad Autónoma de Aragón, España. Tiene un área de 39,04 km² con una población de 64 habitantes (INE 2016) y una densidad de 1,64 hab/km².

    Aparece como Aguilar en un texto de 1212. Durante la Edad Media y todo el Antiguo régimen, hasta la división provincial de 1833, fue tierra de realengo, quedando encuadrada dentro de la comunidad de aldeas de Teruel en la sesma del Campo de Monteagudo.