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domingo, 28 de junio de 2020

356. LA TOZUDEZ DE BENEDICTO XIII


356. LA TOZUDEZ DE BENEDICTO XIII (SIGLO XV. PEÑÍSCOLA)

Discurría el año 1415 y el aragonés don Pedro Martínez de Luna, es decir, el papa Benedicto XIII se hallaba en la ciudad de Perpignan donde fueron a reunirse con él el rey Fernando I de Aragón, el emperador Segismundo, los embajadores del Concilio y los representantes de casi todos los príncipes cristianos. El objetivo que llevaban era único: intentar poner fin al cisma pontificio que tenía divididos a todos los Estados de occidente. Benedicto XIII, al que se le pedía su renuncia, en un largo discurso de seis horas, expuso sus tesis en defensa de sus derechos a ser Papa, de modo que no pudieron arrancarle la dimisión que todos esperaban.

Para buscar el sosiego del que tan necesitado estaba, se trasladó el Papa Luna a la población de Colliure donde a los pocos días se vio obligado a recibir una segunda embajada semejante, con idéntica pretensión y con los mismos resultados negativos.

Muy inquieto ya por el desarrollo de los acontecimientos, Benedicto XIII determinó por fin poner rumbo al castillo fortaleza de Peñíscola, donde recibió un tercero e idéntico mensaje que obtuvo, una vez más, su negativa tajante, demostrando su ánimo, tan inquebrantable y firme como la roca misma que sostenía el castillo de su retiro.

Fue en este último escenario y dentro de ese ambiente tan cargado y enrarecido cuando, al parecer —para reafirmar todavía más su decidida negativa a renunciar a los que creía legítimos derechos para ser papa—, dijo:
«Estoy en mis trece».

La frase, tan corriente hoy entre nosotros para demostrar nuestra pertinacia sobre alguna cosa, tenía en boca de don Pedro Martínez de Luna el sentido de que reclamaba para sí el décimotercer lugar entre los pontífices llamados Benedicto. A pesar de todo, el 6 de enero de 1416 el rey de Aragón, hasta entonces su aliado, le abandonaba a su suerte. Comenzaba para el Papa Luna el comienzo del fin.

[García Ciprés, G., Ricos hombres de Aragón. D. Pedro Martínez de Luna (el «antipapa»), «Linajes de Aragón», II (1911), 186.]