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miércoles, 21 de julio de 2021

XVI, Á L´ESGLESIA PARROQUIAL DE SAN JAUME, DE BINISSALEM.

XVI

Á
L´ESGLESIA PARROQUIAL DE SAN JAUME,
DE BINISSALEM.
SONET.

Salut,
preciosa bòveda qu´estores
Ab vinyes y figueres tes
murades;
Entre richs caserius ses batayades
Regolfan tes
campanes bullidores.

De viva pedra tens los teus
defores,
Marbre negre compòn tes columnades;
Tens per tot ab
roig pòrfir cisellades
Y ab blanchs rivets les plateresques
vores.

Ton altar de la Verge com s´en puja,
Imatge
n´es del de la Seu divina;
De Cartuxa ta forma n´es
germana.

¡Página d´Art! La gloria mallorquina,
La má
fermant del Temps, qui tot ho enuja,
Te mostrará fins á l´etat
llunyana.

Janer de 1869.





XVI
Á
LA IGLESIA PARROQUIAL DE SANTIAGO,
DE BINISALEM.
SONETO.

Salud,
preciosa bóveda cuyos macizos muros se levantan en medio de
infinitos viñedos é higuerales: el són de tus alegres campanas se
difunde por antiguos caseríos, de donde rebosa el bienestar.

Tu
exterior es de piedra fría, tus columnas de mármol negro; rojo
pórfido, ribeteado de blanco, cincela tus platerescos capiteles y
cornisas.

El altar mayor, que representa la Asuncion de la
Vírgen, es semejante al de nuestra divina Catedral; tus formas
arquitectónicas son por el estilo de las de Cartuja.
¡Página
del Arte! La gloria mallorquina, atando las manos del Tiempo, que
todo lo destruye, te mostrará incólume áun á las lejanas edades
de lo porvenir.

(V. nota 11.)

domingo, 12 de julio de 2020

CAPÍTULO XXIX.

CAPÍTULO XXIX.

Descúbrense en el monte Santo de Granada las reliquias y libros de san Tesifonte y de otros santos discípulos del apóstol Santiago.

El principio a esta santa invención lo dio Sebastián López, natural de la villa de Torres, en el obispado de Jaén. Buscaba este buen hombre un tesoro, y tenía noticia que, cuando se perdió España, en el reino de Granada, en un cerro pelado que tenía piedras azules, se cerró una mina de oro, y que había dentro de ella muchos aposentos, y tenía la boca a la parte de poniente. Jamás se supo quien dio a este hombre esta noticia o receta; e hizo todo lo posible para hallar lo que buscaba, sin dejar cerro alguno que no andase ni mirase buscando piedras azules, que era el primer señal que en el cerro había de hallar. Con esta ansia llegó a Granada, y dióse a buscar su mina por los cerros más cercanos a la ciudad. Antes de proseguir este suceso, es de advertir que en el lugar donde está fabricada la iglesia catedral de Granada, para proseguir aquel suntuoso edificio fue necesario derribar una torre antigua: llegando ya a la mitad de ella, un viernes a 18 de marzo, víspera de san José, 1588, con la tierra cayó en el suelo una caja de plomo, no muy grande, pero bien cerrada; acudieron a ella los oficiales, alegando cada uno el derecho que a la caja tenía, pensando que era algún tesoro; llevaron al fin la caja al arzobispo de aquella ciudad, que era don Juan Méndez; abriéronla y hallaron dentro un hueso y un pergamino escrito, parte en lengua y letra castellana, y lo más en lengua y letra arábiga, y es una profecía de san Juan Evangelista, una relación árabe, en que refiere san Cecilio, primer obispo de Granada, un viaje que hizo a la ciudad de Atenas, donde dice que hubo de san Dionisio Areopagita esta profecía, medio paño de aquel con que la Virgen nuestra señora se enjugó las lágrimas en la pasión de su hijo, nuestro señor, y un hueso de san Estévan, primer mártir. Está la profecía en letra y lengua castellana, como la hablamos el día de hoy: son las letras coloradas y negras, puestas cada una alternativamente en unas casillas como de ajedrez, duplicando algunas y poniendo en medio otras letras griegas, y al fin de todo está el evangelio de san Juan como el que oímos al fin de la misa, y una firma al cabo, ni bien latina, ni del todo arábiga, pero entiéndese que dice Cecilio, obispo de Granada; y después de todo esto, está una memoria que declara todo lo que queda dicho, y dice de esta manera:
RELATIO PATRICII SACERDOTIS.
Servus Dei Cecilius, Episcopus Granatensis, cum in Iberia esset, et cum videret dierum suorum finem, occulte mihi dixit, se habere pro certo suum martirium appropinquare, et utpote ille qui in die amabat, thesaurum suorum reliquiarum mihi commendavit, et me admonuit ut occulte haberem et in loco locarem, ubi in potentiam maurorum nunquam veniret, affirmans esse thesaurum salutis, atque scientiae certae, et plurimum laborasse et iter *fecime terra marique, et debere esse in occulto loco donec Deus vellet illud manifestare; et ego melius quam intellexi in loco clausi ubi jacet, Deum rogans ut eum observet.
Et reliquiae quae hic jacent sunt: Prophetia divi Joannis Evangelistae circa finem mundi; medius pannus quo Virgo Maria abstersit ab occulis lacrimas in passione sui Filii sacrati; os divi Stephani primi martiris. (san Esteban, Esteve, Estévan, Stephano, Stephanus, etc, protomártir ...)
Deo gratias.

El dicho arzobispo recogió todo esto y lo veneró como reliquias: murió aquel prelado, y se quedó de esta manera; y el sucesor, que fue don Pedro de Castro y Quiñones, no trató de ello, hasta que le obligó la correspondencia de lo que se halló en el monte buscando el tesoro.
Continuaba, pues, Sebastián López en visitar los cerros vecinos de la ciudad de Granada, que no son pocos: día de Todos Santos del año 1594 subió al cerro que llamaban Val-Paraíso y hoy Monte Santo, y allá halló una piedra que le pareció que tenía oro, y margarita la llaman los afinadores. De esta piedra tomó motivo para cavar, y lo continuó por algunos días, y descubrió tres bocas de cuevas que mostraban serlo, en que la tierra con que estaban llenas era movediza y puesta a mano: buscó ayuda, porque solo no podía continuar la empresa, y porque se iban descubriendo diversos caminos y ramos en aquella cueva, y en uno de ellos, en el mes de marzo del año 1595, hallaron una lámina de plomo con algunos renglones, escrita con letras extraordinarias e inusitadas, nunca vistas ni leídas en inscripciones ni monedas antiguas. Buscaron quien la leyese, y no hallaron nadie hasta que la llevaron al colegio de la Compañía de Jesús, y un padre de ella la leyó y halló que decía: Corpus ustum divi Mesitonis, martiris. Passus est sub Neronis imperatoris potentatu. Fueron continuando en cavar aquellas cavernas, y en diferentes días hallaron otras láminas de la misma letra latina y ortografía, y en todas tres estaban dobladas las letras hacia dentro, como que las hubiesen doblado para así mejor guardar y conservar las letras. Decía, pues, la una de estas dos últimas láminas de esta manera:
Anno secundo Neronis imperii, Marcii kalendis, passus fuit martirium in hoc Illipulitano, electus ad hunc effectum, sanctus Hischius, apostoli Jacobi discipulus, cum suis discipulis Turilo, Panuncio, Maronio, Centulio, per medium ignem, in quo vivi ambusti fuerunt; aeternam vitam transivere; ut lapides in calcem conversi fuerunt; quorum pulveres in hujus sacri montis cavernis jacent, qui, ut ratio postulat, in eorum memoriam veneretur.
La otra lámina decía.
Anno secundo Neronis imperii, kalendis aprilis, passus est matirium in hoc Illipulita....us Ctesiphon, dictus, priusquam converteretur, Abenatar, divi Jacobi apostoli discipulus, vir litteris et sanctitate praeditus, qui plumbi tabulis scripsit librum illum, Fundamentum Ecllesiae apellatum; et simul passi sunt sui discipuli divus Maximinus et Luparius, quorum pulvis et libri sunt cum pulveribus divorum martirum in hujus sacri mont … cavernis. In eorum memoriam venerentur.

Prosiguióse en abrir y vaciar las dichas cavernas, como dicho, y hallaron en una de ellas, como mazmorra, entre cenizas, tierra y carbones, una cabeza o calavera de hombre, y una pierna y pie y otros huesos, y muchos de ellos medio quemados; y la mazmorra también quemada y abrasadas las paredes, que parece claramente que el fuego se hizo allá dentro y fueron quemados allí. Fueron cavando más adelante y vaciando la tierra, y descubrieron otra caverna hecha a mano como horno, y estaba también quemada y abrasada, y rajadas las piedras, paredes y el techo como si hubiera habido calera allí con poderoso fuego, y allí hallaron muchas cenizas, carbones y pedazos como de cal, y una masa blanca muy liviana, tiznada y mezclada con carbones, que tendría de bulto como dos fanegas, la cual, examinada por oficiales, son huesos quemados, mezclados con cenizas y piedras que se quemaron entonces; y esto parece que corresponde a la lámina de san Hisquio, donde dice que él y sus cuatro discípulos fueron quemados vivos, y vueltos en cal como piedras.
A 22 de abril del mismo año 1595, se halló el libro que dice la una lámina: está metido en una caja o cubierta de plomo; en el suelo de ella, por la parte de dentro, tiene escrito de la misma letra antigua este letrero.
LIBER FUNDAMENTI ECCLESIAE SALOMONIS CARACTERIBUS SCRIPTUS.
A 25 del dicho mes y año se halló en otra caverna otro libro, escrito en tablas de plomo, metido en una caja o cubierta de plomo: y en esta cubierta, por la parte de dentro, en el suelo de ella, está escrito, con la misma forma de letras y caracteres que las dichas láminas, esto:
Liber De Essentia Dei, quem Divus Cthesipon, apostoli Jacobi discipulus, in sua naturali lingua arabica, Salomonis caracteribus scripsit; et alius, Fundamentum Ecllesiae appellatus, qui in hujus sacri cavernis montis jacet. Deus * Nerone Imperatore hos duos liberet libros. Imposuit finem hic mr. suis operibus, scribens miracula et vitae …. itatem sui magistri …. vi in hujus sacri montis ca.... est....
Lo que falta no se puede leer, por estar muy gastadas las letras. Además de esto, cavando en las cavernas de dicho monte, se hallaron otros diez y seis o diez y siete libros en hojas de plomo y en lengua árabe, y uno de ellos no se entiende en qué letras está; y en uno de ellos se halla como san Tesifonte y Cecilio eran hermanos, naturales de Arabia, y, como tengo ya dicho, el uno había nacido ciego, y mudo el otro (no me grites que no te veo!), y que Cristo nuestro señor les había dado la vista y habla y les encomendó al apóstol Santiago, y así, por ser árabes, escribieron aquellos libros en arábigo.
Esto es lo que pasó en la invencion de las reliquias de san Tesifonte y sus compañeros: las diligencias y averiguaciones que se hicieron sobre la verdad de ellas, y las dificultades que se ofrecieron a algunos, refieren el doctor Gregorio López de Madera en sus discursos que hace de la certidumbre de estas reliquias, y don Castellá Mauro Ferrer en su historia del apóstol Santiago. Y así, las dejo, y solo traigo en él capítulo siguiente la sentencia que dio sobre esto el arzobispo de Granada, con que se quita y da solución a las dificultades que pueden ofrecerse sobre esta dichosa invencion.

jueves, 14 de noviembre de 2019

LA CONDESA TRAIDORA, CASTILLA


3.3. LA VIDA CORTESANA

154. LA CONDESA TRAIDORA (SIGLO X. CASTILLA)

El de las manos blancas


El conde castellano Garcí Fernández, hijo de Fernán González, era un joven apuesto del que se dice que enamoraba a las damas por la belleza de sus manos, que debía ocultar con guantes. Tal es así que enamoró a Argentina, una princesa francesa que pasaba por Castilla hacia Santiago, con la que se casó. No obstante, las continuas ausencias del conde enfriaron el amor, y Argentina acabó regresando a Francia tras un conde francés peregrino, abandonando al castellano. Decidió Garcí Fernández vengarse y, disfrazado de mendigo, marchó a Francia. Merodeando por el palacio donde vivía Argentina, supo de la existencia de Sancha (en la realidad era la condesa ribagorzana Ava, hija de los condes Ramón II y Garsenda), hija del conde con el que aquélla había huido, y decidió enamorarla valiéndose de sus manos. No sólo logró tal propósito, sino que, deslizándose furtivamente hasta el lecho de los adúlteros, les dio muerte, huyendo a Castilla con Sancha, a quien su padre el conde y Argentina tenían encerrada.

Una vez en Castilla, Garcí Fernández y Sancha se casaron naciendo de ambos un niño llamado Sancho. Pero la infidelidad surgió de nuevo y Sancha, siguiendo el ejemplo que le diera su padre, el conde francés, se entregó a Almanzor, que le prometió en secreto hacerla reina si le ayudaba a vencer a las tropas castellanas, con las que mantenía un constante duelo.

La traidora Sancha preparó una estratagema diabólica: estando al cuidado de los establos condales, hizo alimentar con salvado en lugar de cebada al caballo de García Fernández, debilitando así sus fuerzas. Y consiguió, asimismo, que el conde diera permiso a la mayor parte de sus guerreros con motivo de la Navidad. Advirtió inmediatamente a Almanzor quien, reclutando una nutrida hueste, entró en tierras de Castilla, sorprendiendo al conde castellano, que, dada la debilidad de su montura, fue hecho prisionero y llevado a Córdoba donde murió.

Sancha tramó también la muerte de su propio hijo Sancho, preparándole una pócima mortal, aunque una sirvienta fiel avisó al joven conde de ello. Cuando su madre trató de hacerle beber el mortal brebaje, éste le obligó a que bebiera ella primero lo que significó su muerte. Almanzor, que de nuevo iba a tomar por sorpresa a los castellanos, se vio descubierto, sufriendo una tremenda derrota que acabó con su vida. El conde Sancho había salvado a Castilla y al mundo cristiano hispano.

[Iglesias Manuel, Roda de Isábena, pág. 41; — «Leyendas y tradiciones ribagorzanas. La condesa traidora», en Cuadernos Altoaragoneses, 66 (1988), pág. VI.]


García Fernández el de las Manos Blancas (Burgos, c. 938a​-Medinaceli, 995) fue conde de Castilla de 970 a 995.


Hijo de Fernán González y Sancha Sánchez, seguía reconociendo la superioridad jurídica de los monarcas leoneses, aunque tuvo plena autonomía administrativa en su territorio. Para hacer frente al peligro musulmán que se cernía sobre sus fronteras, amplió la base social del condado promulgando las ordenanzas sobre los caballeros villanos de Castrojeriz, equiparando a los caballeros villanos con los infanzones: aquellos campesinos que dispusieran de un caballo para la guerra serían equiparados automáticamente con los nobles de segunda clase.