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martes, 20 de julio de 2021

XV, SON ORDINAS.

XV

SON
ORDINAS.
A MADONA CONSOLACIÓ FABRA DE FUSTER.

En
quelque climat que j´érre
Plus que touts les autres líeux

Cet hereux coin de la térre
Me plait, et rit á mes
yeux.



(Fénelon.)



Entre
´l Puig de l´Aucadena
Y lo castell d´Alaró,
La vall
d´Ocmadrá s´axampla,
Revoltada de turons.

¿T´en
recordas? Díes eran,
Los díes primers d´Agost,
Que de
Lloseta surtíam
Per veure vostra partió.

Caminant enver
ponent,
De la tarde á la claror,
Arribárem á la
casa,
Ardits, entrada de fosch.



XV
SON
ORDINAS.



A
CONSUELO FABRA DE FUSTER.

Entre el Monte de la Alcadena y el
derruido castillo de Alaró, en el centro de la Isla de Mallorca, se
extiende el pintoresco Valle de Ocmadrá, ceñido de cerros.

¿Te
acuerdas? Corrían los primeros días de Agosto. Salímos una tarde
de Lloseta, para ir á ver el predio Son Ordínas, situado en aquel
valle.

Caminando hácia poniente, con el entusiasmo propio de
jóvenes viajeros, llegamos al cortijo, cuando los últimos rayos del
crepúsculo de despedían de nosotros.


Quína
casa tant alegre;
Gran y rica possessió;
Per tu qui vius de
grandeses,
Per tu qui lo camp adors.

L ´oratje passa
tranquil,
Ple d´embalsamada olor,
Que xupa d´arbres
fruyters,
De blats y mates y polls.

Un cel puríssim nos
volta
Ab argentada lluentor;
Blau cortinatje de seda
Suspés
sobre ´ls cims dels monts.

De matí, quant l´auba guayta
Del
Orient per lo balcó,
Tota la vall s´enllesteix,
Fadrina en
festa major.

Per la casa, en los parrals,
Marruquejan los
coloms;
En los ametlers s´ascolta
Xerradissa de gorrions.

De
los sementers revolan
Les guátleres als rostolls,
Y per
l´ample espay s´aguantan
Com inmòvils los voltons.



Qué
casa tan alegre; qué posesión tan vasta y abundante: digna de ti
que vives de grandezas; digna de ti que deliras por el campo.

Soplan
mansos cefirillos, embalsamados con los suaves olores que roban á
los árboles frutales, á los trigos, á las floridas matas y álamos
blancos.

Un cielo purísimo abriga la tierra con plateados
reflejos, cual inmenso cortinaje de seda azul, apoyado sobre las
altas cumbres.

Cuando el alba se asoma por los balcones del
Oriente, el valle entero se engalana, como doncella en la fiesta del
Santo Patron.

En los parrales de la casa se arrullan las
palomas; en los almendros charlan los gorriones.

Las
codornices vuelan de las sementeras á los rastrojos; y en el
infinito espacio se sostienen inmóviles los
buitres.

Allí
Natura regala,
Mare fecunda, sos dons,
Al home, rey de la
terra
Qui la festeja ab amor.

La vetlada los missatjes,
La
gent de feyna, al entorn
De la llar, resan ab l´amo
Les
cristianes oracions.

Los Diumenjes, surt apenes
De lo día
la claror,
Quant en l´oratori veuen
Levar LA VÍCTIMA
tots.

En l´ivern les titinoyes
Seguexen als sembradors,
Y
l´áliga per les neus (nuus, nubes traduíx mes
avall
)
S´en du ´l robat anyelló.

En la dolça
primavera,
Per la Pascua del Senyor,
Cullita de rosses
faves
Replegan á forfollons.

Remat de blanques ovelles,
De
negres cabres y bochs,
Destinan al sacrifici,
Trists y alegres,
los pastors.



Allí
Naturaleza, madre fecunda, regala sus dones al hombre, al rey de la
Creacion, que la cuida amorosamente.

Durante la velada los
labriegos y mozos de labranza, al rededor del hogar, rezan con el
cortijero las oraciones del Cristianismo.

Los Domingos, apénas
luce la claridad del alba, se van al Oratorio, á ofrecer a Dios la
augusta VÍCTIMA.



En
el Invierno las pajaritas de nieve siguen á los labradores; miéntras
el águila se cierne en las nubes, con el robado corderillo en las
garras.

En la dulce Primavera, por la Pascua del Señor, se
recoge á montones la cosecha de rubicundas habas.

Tristes al
par que alegres los pastores, destinan al sacrificio rebaños de
blancas ovejas, de negras cabras y machos de cabrío.



L´estiuada,
grosses garbes
De blat s´extenen per tot;
Y en l´era, entre
munts de palla,
Estols de forts segadors.

Per Sant Llorens
belles figues,
Per Sant Bernat fresch bessó;
Y en Setembre ´l
Sol madura



Entre
pámpols el rich most.

Vénen boyroses diades,
Y plujes de
la tardor;
Llestes cullidores cullen
L´oliva, cantant
cançons.

Lo tafoner també canta
En la tafona afanyós;
La
prensa prem les olives,
L´oli regalima á doll.

¡Quína
casa tan alegre!
¡Gran y rica possessió!
Natura en ella vos
dona
Sos homenatjes mellors.

De la casa de tos
pares
Exires, Consolació;
Es digna de tu exa casa
Dels
pares de ton espòs.



En
el verano enormes gavillas de trigo se descubren por do quier; y en
las eras, entre montes de paja, grupos de tostados segadores.

Por
San Lorenzo, se cogen magníficos higos; por San Bernardo, rojizas
frescas almendras: y en el mes de Setiembre, el Sol hace madurar, á
la sombra de los pámpanos, el rico mosto.

Y llegan los
nebulosos días, y las lluvias del Otoño: y ágiles aceituneras
recogen cantando el precioso fruto.

Tambien el almazarero
canta afanoso en la almazara; la prensa estruja las aceitunas; el
aceite escurre á borbotones.

¡Qué casa tan alegre! ¡Qué
posesion tan vasta y rica! Naturaleza os tributa allí sus grandes
homenajes.

De la casa de tus mayores acabas de salir,
Consuelo; es digna de ti esa casa de los padres de tu esposo.



¿T´en
recordas? Un migdía,
Per fugir la xafogor,
Anárem al bosch.
Tu gosas
Del bosch á dins les negrors.

Entre alzines
centenaries
Que s´abraçan ab los rochs,
El torrent del
Astorell
Forma gegantesch un gorch.

Devora ´l Gorch
de María
,
Sobre penyal alterós,
De les alzines á
l´ombra,
Respirant l´oratje dolç;

Parlávam de la
bellesa
Derramada pe´l Creador,
De les llegendes antigues,
De
les velles tradicions.

De Catalunya y Mallorca
Los dos
genis protectors,
Venían á ferte ofrena
D´un vell
esdevenidor.

¿T´en recordas? Oblidarho
Possible fore;
mes no;
No hu oblidarém, Madona,
En tant lo mon sía
mon.

Agost de 1880.



¿Te
acuerdas? Una mañana, á eso del mediodía, para huir de los ardores
caniculares, nos fuímos al bosque. Tú gozas inmensamente en la
oscuridad de las selvas.

Entre encinas seculares, abrazadas á
las rocas, el torrente del Astorell forma gigantesco remanso.

Junto
al Remanso de María, sentados en alta peña, á la sombra de
las chaparras, respirando el puro ambiente;

hablábamos de la
belleza derramada por el Creador, de las leyendas antiguas, de las
viejas tradiciones.

Los dos genios protectores de Cataluña y
Mallorca, venían, en alas del deseo, á ofrecerte brillante
porvenir.

¿Te acuerdas? - Olvidarlo posible sería; mas, no;
no lo olvidaremos, Señora, miéntras dure nuestra existencia en el
Mundo.

miércoles, 21 de julio de 2021

XXIII, LOS CASTELLS.

XXIII

LOS
CASTELLS.



(GLOSES
MALLORQUINES.)



I
SANT
CARLES.




Jo
som guarda vigilant,
Al extrem de la badía;
Totes les barques
voltant
Saludan ma batería.







II
BELLVER.

Jo
guart antigues memories
De los reys de nostra terra;
Lo pinar
oí mes glories,
Rims de pau, clamors de guerra.




XXIII



LOS
CASTILLOS.




I
SAN
CÁRLOS.

Soy el vigilante centinela, colocado al extremo
occidental de la bahía de Palma. Todas las embarcaciones, al doblar
Cala Figuera, saludan mis baterías.



II
BELLVER.

Yo
guardo con fidelidad las antiguas memorias de los reyes de Mallorca;
los pinares que me rodean vieron mi esplendor, trovadores en la paz,
almogávares en la guerra.




III
L´ALMUDAYNA.



Los
arabs mos murs bastiren
Y de jardins me rodaren,
Los plahers
que en mi gaudiren
Per son mal fat ja passaren...;
Los reys de
Mallorca oíren
Noms d´amor que aquí los daren...;
Los reys
d´Aragó finiren
Que mes cambres cobejaren...;
Angel de bronzo
en pedestal molt fort
Impedeix que me muyra de dissort.







IV
EL
TEMPLE.

Encara mos murs torrats
Pe´l sol encés de
orient,
Murmuran veus de combats
De mos cavallers amats,
Quant
lo sol s´en va á ponent.



V
BENDINAT.



Les
ombres de los Moncades
Que á Santa Ponça moriren,
Aman les
meues murades,
Protegexen mes garrigues.

III
LA
ALMUDAINA.

Los árabes edificaron mis muros, circunvalándome
de jardines; las horas de placer que disfrutaban huyeron, para
desgracia suya... Los reyes de Mallorca oyeron aquí palabras de amor
de sus súbditos... Los reyes de Aragon, que tanto anhelaron mi
dominio, acabaron tambien para siempre... El ángel de bronce, que en
alto pedestal tiende sus alas sobre mis torres, impide que la mala
suerte acabe de destruirme.

IV
EL TEMPLE.

Mis muros,
tostados por el sol de la mañana, murmuran aún confuso vocerío.
Mis amados caballeros anímanse al combate, cuando se acerca la
noche.



V
BENDINAT.



Las
sombras de los Moncadas, que murieron en la batalla de Santa Ponza,
aman mis muros, protegen mis mohedas.




VI
CASTELL
D´ALARÓ.

En lo penyal alterós,
Rodat del inmens
abisme,
M´axecava gloriós
Abans del fer cataclisme;
Quant
mos mártyrs guerrers sa sanch donavan
Per la fe del bon rey que
defensavan.







VII
CASTELL
DEL REY.

Sobre una roca tallada
Resistesch mar de
Llevant
Som una ruina esfondrada
Que reb del vell Temps lo
plant.




VIII
SANTUERI.







Apenes
si dins Mallorca
Algú ma historia coneix;
Passan los noms de
més fama,
També el meu desapareix.

IX
LES TORRES Y LES
ATALAYES.







Vetlávam
les arribades
Dels pirates destructors,



Y
enceníam les flamades,
Per veure prest replegades
Les tropes
dels defensors.







X
VEU
DE LA PATRIA.







Vosaltres
sou los héroes de ma historia,
Que mes terres sabéreu defensar;



Jo´n
guardaré simpática memoria,
Y vostres pedres no caurán jamay.







Agost
de 1881.



VI
CASTILLO
DE ALARÓ.

En altísima cumbre, rodeado del inmenso abismo,
levantábame glorioso, ántes del feroz asalto, en que mis mártires
guerreros daban su sangre por D. Jaime II.







VII
CASTILLO
DEL REY, en Pollenza.



Desde
la cima de mi enorme tajo, resisto la violencia del mar de Levante;
soy destrozada ruina, que guardo lágrimas de los tiempos antiguos.







VIII
SANTUERI,
en Felanitx.



Apénas
si álguien recuerda ya mis historia: pasan los más famosos nombres;
también desaparece el mío.







IX
LAS
TORRES Y LAS ATALAYAS.



Espiábamos
las incursiones de los malditos piratas; encendíase luégo en
nuestras plataformas alarmantes hogueras, para que se reuniesen
instantáneamente los defensores de la Isla.



X
VOZ
DE LA PATRIA.

Vosotros sois los héroes de mi historia, que
supisteis mi suelo defender; yo de ello guardaré grata memoria, y
vuestras piedras no podrán caer.

(V. nota 18.)

domingo, 19 de julio de 2020

CAPÍTULO LVI.


CAPÍTULO LVI.

Que trata de la vida de Aurembiaix, XIII condesa de Urgel. - De los casamientos se trataron a la condesa, y de que solo tuvo efecto el del infante don Pedro de Portugal.
- De lo que hizo el infante don Pedro después de renunciado el condado de Urgel, hasta que murió.

Puesta por mano del rey en posesión del condado de Urgel, la condesa Aurembiaix, y gozando con sosiego los estados de su padre, así los de Cataluña y Aragón, como también los de Castilla y Galicia, muchos pretendieron casar con ella, por ser la más rica y principal mujer hubiese en estos tiempos en España. Había sido desposada con don Álvaro, hijo de don Pedro Fernández, que llamaron Alv* Pérez, que fue hijo de don Pedro Fernández de Castro, *que llamaron el Castellano, y fue gran señor en Galicia, *su hermana doña Elo casó con don Ponce de Cabrera y descendía del conde don Pedro Fernández de Trava: este matrimonio no pasó, por haber parentesco entre los desposados, aunque no se dice en qué grado. Sin este se le *trataron otros casamientos, pero por estar las cosas de su matrimonio en el estado que queda dicho, y por otros respec* no tuvieron efecto. En el archivo Real de Barcelona y en * armario general de Cataluña, n°. 110, he visto un auto * que el rey don Pedro, el primero en Cataluña (idiota, a ver si muestras un texto donde ponga que es rey de Cataluña) y segundo * Aragón, padre del rey don Jaime, y Elvira, condesa * Urgel, concertaron de casar esta señora con don Jaime * hijo del rey y señor de Mompeller, cuando tuviese edad para ello: el dote era el condado de Urgel, y el esponsalici * donación propter nuptias, el condado de Pallars y las villas de Cervera, Camarasa y Cubells, con todos sus términos * jurisdicciones; y por seguridad de esto dio el rey por *fiadedores, muchos caballeros de sus reinos; por Aragón, García Romeu, Blasco Romeu, Sancho de Antillon, Aznar Pardo * Martín de Canet, Arnaldo de Alascano, Ato de Foces, Guillen de Alcalá, Matalo y Fortunio Valerio; de Cataluña Guillen, vizconde de Cardona, Hugo de Mataplana, Ramon Galceran, Ramón de Moncada, G. de Cervelló, Guillen Ramón Senescal, R. de Cervera, el mozo, Hugo de Torroja, Ramón Alamany y Arnau de Timor; y todos estos por parte del rey aseguraron el cumplimiento de este casamiento. Esto pasó en el mes de febrero de este año de 1210, después no se efectuó: está este auto en pergamino y dividido por alfabeto (alphabeto divisa), según el uso y estilo de aquellos tiempos; y practicábase de esta manera, que en un mismo papel o pergamino se escribían dos copias del auto que las partes habían firmado; y aquellas signaba el escribano, y después, en el espacio que había entre el un auto y el otro, escribía las letras del alfabeto, aquellas que podían caber en una linea; esto hecho, con unas tijeras cortaban el pergamino por medio de aquellas letras del alfabeto, y cada una de las partes se llevaba su auto por entero, y con la mitad de aquellas letras que se habían cortado, esto es, media A, media B, media C, etc.;. y eso servía por prueba de la verdad del auto, así que, en caso se sospechase de él, o se dudase de lo concertado entre las partes, o cuando habían de alegar de su derecho, cada uno de ellos sacaba su auto, y si las letras conformaban y eran las mismas, el auto se daba por bueno y verdadero, y no padecía excepción o nulidad, y esto era muy usado en estos siglos; y en el archivo real de Barcelona y en otros particulares de Cataluña hay infinitos de estos; pero por no haber tenido efecto este casamiento, y haber ella quedado desposeída y desheredada del estado de sus padres, estuvo muchos años sin casar, y vivió retirada en el monasterio de San Hilario de Lérida, del orden cisterciense, fuera de los muros de Lérida.
Había prometido esta señora al rey de no casar sino a su voluntad, y así tomó marido de mano del rey, que fue el infante don Pedro, hijo del rey don Sancho el primero de Portugal, llamado el Poblador. Este infante casi toda su vida vivió desterrado del reino de Portugal, y fue muy perseguido del rey don Alonso, su hermano, por parecerle excesivo lo que el padre le había mandado en el testamento * y también porque, en virtud del testamento del abuelo * pretendía la mitad del reino de Portugal; y fue tal la indignación que contra de él concibió el rey su hermano, que *le obligó a dejar su patria y reino y pasarse a Marruecos, donde vivió mucho tiempo; y estando allá, sucedió el martirio de cinco religiosos del orden de San Francisco, que habían pasado a aquellos reinos para predicar la fé de nuestro Señor a aquellos infieles; y las reliquias de estos santos mártires fueron después, por cristiana diligencia y piadoso cuidado de este infante, que se hallaba en la corte de* Miramamolin, puestas en cobro y llevadas a Portugal. Dice un autor, que por ventura permitió Dios la resolución de que este príncipe eligiese este destierro en las discordias con su hermano, previniendo ya el medio por donde no se perdiesen tales reliquias, pues para redimirlas del furor de * infieles, no fue menester menos que el total respeto que ellos le tenían; y entre otras maravillas que Dios obró p* la intercesión de estos santos fue el tomar el hábito de e* santa religión el glorioso San Antonio de Padua, que *mado con tal ejemplo, y con gran celo de la honra de Dios * determinó ofrecer su vida por la confesión de la santa *fé católica, trocando su hábito de canónigo reglar de San Agustín con el de fraile menor. Mas aunque llevaba este infante tan grande tesoro, no se tuvo por seguro en el reino de Portugal, y así se pasó a los de la Corona de Aragón * donde fue muy bien recibido y tratado del rey don Jaime * por el parentesco había entre los dos, por ser el infante primo hermano del rey don Pedro, padre del rey don Jaime: heredóle de algunos lugares y rentas en el campo de Tarragona, y le dio mujer de la casa real, deuda del rey, que fue la condesa Aurembiaix. Concertóse la boda a 11 de julio de este año 1229 en la villa de Espluniga; los capítulos y conciertos no fueron muy largos, según el uso de aquellos tiempos: hélos visto en el archivo real de Barcelona, armario 16, n°. 388, y en este último se conservan pendientes los sellos del infante y de la condesa, y son de cera: el del infante tiene en la una parte su figura, armado, a caballo y un escudo embrazado, con las armas del reino de Portugal, y a la mano derecha una lanza con una banderilla; y a la otra parte una figura de leon o lobo, que por estar algún poco desfigurada por su antigüedad, no se divisa; y como están las letras del rededor muy gastadas, solo se pueden leer estas: a la una parte, Petri, y a la otra, Filii Sancii. El sello de la condesa a la una parte tiene las armas de Urgel, y en la otra no se puede bien atinar. Estos capítulos matrimoniales son los siguientes:
In Dei nomine amen. Noverint tam presentes quam futuri quod ego Aurembiaix Dei gratia Urgelli comitissa recipio infantem dominum Petrum Portugalensem pro marito directo et do ei comitatum meum Urgelli quantum habeo in illo vel habere debeo vel lucravero quod habeat et possideat illum in omnibus diebus illius et post mortem illius debeat remanere comitatum in quo mandavero ego et si habeo filium vel filiam de illo post mortem illius debeat remanere in illo. Ego infans domnus Petrus Portugalis recipio dominam Aurembiaix Dei gratia comittisam Urgelli pro domina directa et do ei viginti mille morabatinorum pro arris ad forum Barchinone quod habeat illos in potestate Templi et in Hospitali et quod post mortem meam faciat de illis quod sibi placuerit. Facta carta apud Splunigam die XI julii sub era MCCLXVII (era 1267: año 1229).
Berengarius de Podio viridi testis.- Berengarius de Podio vidi testis.- Ugo Sanctii testis.
- Guilermus de Cardona testis * Guilermus de Anglesola testis.- Guilermus de Çaguardia testis - Gombau de Ribelles testis.- Pontius de Cervaria testis. - *Berengarius de Podio viridi (Puigvert o Puigverd, pueyo verde) testis. - Rodericus Gomesius de Britaris testis.
- Gonzalvus Garcia testis. - Joannes Ferrandi testis..

Esto pasó a 11 del mes: a 15 fueron los novios a la * de Valls, del campo y arzobispado de Tarragona, que * uno de los pueblos que el rey había dado al infante, y a* en presencia del mismo rey, de Nuño Sancho, Guillen * Anglesola, B. de Puigvert, Jaime de Cervera, Pedro de *lou, Pedro Sancho, Rodrigo Gómez de Britaris, el infante don Fernando, hijo del rey don Alonso de León y de doña Teresa, hija de Sancho, rey de Portugal, que era hermana del infante don Pedro; Gonzalo García, Pedro Juan * Portocareyro, caballero portugués, Juan Fernández, *lendo Suarez, Velasco Eris, canónigo auriense, Lopes Per*
caballero de la orden de Uclés, y Guillermo Domingo A*rici, capellán del infante, y otros muchos caballeros de Portugal, Aragón y Cataluña, se celebraron las bodas con mucha grandeza y real aparato, y otra vez se volvió a *confirmar el dicho auto hecho a 11 del mes, y fueron testigos que quedan nombrados. Este segundo auto está en el archivo de Barcelona, arm. 16, saco A, n° 57. Y aunque el *rey en todo lo que podía hacía merced y favor al infante, * su condición y facilidad, y temía que con el nuevo estado moviese algunas pretensiones antiguas, y quisiese revolver * que quedaba asentado entre la condesa y el rey, el cual *ra asegurarse de esto, estando en Cervera, a 9 de mayo, * año 1230, tomó al infante juramento de fidelidad, y promesa que por su parte haría que se cumpliesen todos los conciertos hechos entre el rey y la condesa, su mujer, guardando también el rey lo que le había prometido: es el auto breve, y sacado del archivo real de Barcelona, de un libro antiguo de pergamino, cubierto de tablas, del rey don Jaime el primero, es el que sigue:
Manifestum sit omnibus quod ego domnus Petrus infans Portugalensis promitto et convenio bona fide vobis domino Jacobo illustri regi Aragonum comiti Barchinone consanguineo nostro esse fidelis et legalis super omnia jura vestra que habetis in comitatu Urgelli et faciam attendi a domna Aurembiaix bona fide et sine ingenio omnes illas conventiones que sunt inter vos et ipsam de comitatu eodem secundum quod in cartis inter vos et ipsam super hoc confectis plenius continetur vobis attendentibus eidem convenientias supradictas quas de comitatu prefato cum eadem fecistis. Data apud Cervariam IX kalendas madii era MCCLLXXI. (error, hay 2 L)
Sig+num domini Petri infantis Portugalensis.
Hujus rei testes sunt frater Guilelmus Catelli magister militie Templi. Frater Rigaldus de Rupe preceptor Miraveti. R. de Serra preceptor Montissoni. Assalit de Gudal. Sentiu de Orta. Rodericus Eximenus de Luzia. Gonsalvus Garcie Petrus Garcie *Menendus Suarii Portugalenses.

En el punto que yo vi este auto dije que el escritor anduvo errado en poner la era de 1271, que corresponde con el año de 1233: porque, sacados treinta y ocho años de los de la era, viene a quedar solo el año de 1233. Esta cuenta de era, tan usada en España, tuvo principio en el año de 774 de la fundación de Roma, en que, por razón de ciertos repartimientos que se hicieron del gobierno de aquella república, cupo a Octaviano César el gobierno de dicha provincia, y de aquí tomaron ocasión los español* adulando a su gobernador, de comenzar de su tiempo * principio de la cuenta de los años, y acostumbraban ll* Era de César, con intento de granjear con esto la gracia de aquel príncipe; así, si al año de Cristo añadimos treinta y ocho años, hallaremos puntualmente el año de la era. De este modo de contar muchos años; pero porque se toma* muchos errores, unas veces quitando años, otras añadiendo, tuvieron a bien dejar este modo de contar y to* el de los años de Cristo Señor nuestro: así lo ordenó en * cortes del año 1351 el rey don Pedro, y da por motivo * esta ordenación, porque más a menudo se haga memoria del nacimiento del Salvador. Lo mismo en Castilla el rey don Juan el primero,el año 1383, y poco después lo imitaron los portugueses; y hallamos que en tiempo del emperador Justiniano, Dionisio, abad romano, quitadas todas las ma*ras de contar que por aquel tiempo se usaban, introdujo * cuenta de los años de Cristo, y con esto se quitaron muchos errores en que cada día topaban muchos escribanos *poco prácticos de estas cuentas. Uno de ellos fue el que escribió este auto, que por poner era 1268 o 1269, puso 1271, * cual tiempo ya era muerta la condesa Aurembiaix, según se infiere de muchos autos que he visto, y, como dice Zurita, murió el año de 1231, que era el de la era 1269: así que según la cuenta del notario, este auto se hizo el año *1239 de Cristo Señor nuestro, y era disparate que siendo muerta la condesa se obligase el infante a hacerle cumplir los tratos había entre ella y el rey; y si se me objetare que según ese auto aun no era muerta la condesa, y así no es errado * año, doy por su respuesta otro, hecho a 3 de las calendas de octubre, del cual consta ser ella muerta; pues dice en él el infante, que le pertenece el condado de Urgel en virtud del testamento de la condesa, y si no fuese publicado el testamento, el cual de derecho no se puede publicar sino después de la muerte del testador, no lo dijera, pues ya en los capítulos matrimoniales que arriba vimos tenía el infante algún título para ser señor del condado, y dejando aquel título, se vale del testamento de la condesa como a más nuevo y firme, asegurado con la muerte de ella, que fue en el mes de agosto de dicho año 1231, en la ciudad y castillo de Balaguer, después de haber poco más de dos años que estaban casados, y sin dejar hijos. A 11 del dicho mes otorgó su testamento, e hizo heredero suyo, a su voluntad, al infante don Pedro, su marido, a quien hizo legado particular de la villa de Valladolid y demás lugares de Galicia que habían sido del conde don Pedro Anzures, y le absolvió de los veinte mil morabatines que le había asignado por arras.
Su cuerpo fue sepultado en San Hilario de la ciudad de Lérida, que es de monjas del orden cisterciense, donde vivió mucho tiempo retirada, cuando Guerau de Cabrera le tenía ocupado el condado. Vese el día de hoy su sepulcro sobre cuatro columnas junto al de la condesa doña Elvira, su madre, aunque ambos algo consumidos del tiempo. Dejó para su alma mil morabatines y a la orden de Uclés todo lo que poseía en Castilla; a Nuño Sánchez, hijo que fue de Alfonso, rey de Aragón, a quien ella quería mucho, una espada que tenía en Montalbán, encomendada a los caballeros de la dicha orden de Uclés; pero porque no pesará a los curiosos ver el testamento de esta señora y el estilo de aquellos siglos, le traigo aquí, y es el que se sig* (cortado a la derecha el scan)

Quoniam nullus in carne positus mortem evadere potest id* co in Christi nomine ego Aurembiaix Dei gratia comitissa *gelli in nostra plena memoria et sano et integro intellectu *rante divina misericordia facio meum testamentum scriber* eligo manumissores meos quos precor et volo esse dompnum *rengarium episcopum Ilerdensem et domnum Pontium Dei *gratia episcopum Urgelensem et fratrem Guilelmum de Cerv* qui dividant omnia nostra sicut in hac pagina inferius scrip* est sine damno quod inde non eveniat: et testamentum is* esse volo firmum et stabile omnibus temporibus seculorum. *In primis igitur dimitto corpus meum et animam meam omnipotenti Deo et eligo sepulturam meam in monasterio Sancti *Hilarii ilerdensi cum mille morabatinis quos ibi pro anima mea *dimitto:
et constituo heredem meum infantem dompnum Petrum Portugalensem virum meum et comitem totius terre nostre et *comitatus Urgelli cum omni jure quod in eo habeo aut habere *debeo * quocumque modo vel causa videlicet cum militibus et omnibus aliis hominibus tam viris quam mulieribus ubicumque locorum per totum comitatum Urgelli existentibus sicut melius * plenius ad profectum prefati infantis dici et intelligi pote* quem comitatum relinquo eidem ut predictum est jure heredi*rio perpetuo possidendum ita quod et in vita et in morte possit * ipso facere et ordinare et disponere quidquid sibi placuerit:
in istis omnibus concedo eidem infanti Petro illud nostrum dominium quod in ipso habeo et habere debeo ullo modo. V* siquidem et mando et districte precipio omnibus baronibus militibus et aliis hominibus comitatus totius per fidelitatem hominium et naturalitatem quibus mihi tenentur stricti qu* adhereant et attendant sepe fato infanti cum castellis et villis * omnibus aliis locis et juribus ad me pertinentibus in comita* eodem et habeant ipsum de cetero verum et naturalem do* num et succesores suos quos preelegerit in perpetuum. Quicumque autem ex illis qui sub dominio nostro per totum comitatu * predictum sunt et esse debent contra hanc institutionem mea * venire presumserit et infanti predicto non attenderit ut super* essum ipso facto bazare ac perfidus ab omnibus habea* modo dimitto sepe nominato infanti Petro omne jus *habeo et habere debeo in Valle Oleti et totam hereditatem quam habeo vel habere debeo in Gallecia ut faciat ex eis *nat et ordinet pro voluntate sua quidquid voluerit omne * seculi. Volo et mando quod predictus infans Petrus vir * teneatur post mortem meam de arris quas mihi cons* eas simili modo eidem dimitto. Volo denique et man* idem infans Petrus persolvat omnia debita nostra et *cut ipse mihi bona fide promissit. Mando insuper ordi*les omnes possessiones meas et hereditates et res alias * Castella habeo vel habere debeo in quibuscumque locis *ibus juribus ad me pertinentibus in regno eodem ex* quod habeo in Valle Oleti quod jam superius domno infanti concessi. Mando insuper et concedo domno N. * cosanguineo meo ensem meum quem habeo apud * Albanum (Montalbán) in custodia fratrum Uclensium. Relinquo etiam * Ferrandi mille morabatinos ad casamentum suum. Item * Petro Nuni centum et quinquaginta morabatinos ad * suam. Legata autem nostra et debita ut predictum est * ando quod domnus infans persolvat sicut ea melius *re poterit de redditibus comitatus secundum quod eos *re poterit. Inde et dimitto domino Pape sub protectione * bona nostra ubicumque sint et hoc testamentum * plicans eidem humiliter et devote ut intuitu pietatis * mum illum et ratum haberi faciat et executioni man* est in presenti pagina ordinatum: quod siquis contra*mptaverit ipsum per censuram ecclesiasticam compes* tamentum istud inviolabiliter faciat observari. Actum * estamentum III idus augusti anno domini M.CC.XXXI. (1231).
* Aurembiaix comitisse Urgelli que hoc testamen* nostra manu firmo et concedo testibus ac manu* firmare rogo.
* Raymundi de Serra preceptoris Montisonis. - * Raymundi Oller preceptoris de Corbinis.
- Sig+num * de Monte preceptoris Gardennii.- Sig+num Pontii de *e militis.- Sig+num Petri de Albarellis.- Sig+num *rii de Beliaña militum.- Sig+num fratris Ferrandi militis. - Sig+num Berengarii de Pania Celsonensis camera* Sig+num Matii Bejo civis Illerde testium.
Raymundus presbiter qui hoc jussu R. Gacet capella*:
Albesa scripsit et hoc Sig+num fecit.

No quedó el rey muy contento de la disposición d* condesa, no porque le pesase el bien y aumento * infante, a quien quería mucho, sino que pensó que c* era forastero, remiso y flojo de condición, no lo alie* en favor de Ponce de Cabrera, que por esto estaba algo quieto, y pretendía que ni la condesa había podido d* el condado al infante, ni que el infante le podía retener * perjuicio suyo; pero el rey, previniendo a lo que podía * lo quiso unir a la corona real, antes que Ponce de Cabrera * o por concierto, o por muerte del infante o por fuerza * armas, se apoderase de él; y así hicieron concambio de * manera: que el infante, donatione inter vivos, transfirió * rey y sus sucesores para siempre el condado de Urgel con todos sus términos, con todo el señorío y derecho * competía, así en virtud del testamento de la condesa co* de otra cualquiera manera, reservándose Valladolid; y * rey, aceptada la donación, dio al infante de por su vida * reino e islas de Mallorca y Menorca, y que fuese obliga* de acogerle en los lugares y castillos fuertes y guardar paz y guerra con moros y cristianos a él y a sus sucesores * y que muerto el infante, sus herederos se quedasen con * la tercera parte de las islas y con las obligaciones ante* dentes, y reservándose, a más del soberano y recto domin* toda la Almudayna y las villas y castillos de Pallensa (PollençaPollensa, Pollentia) y O*ron. Con estos y otros pactos y reservas, el infante * bien a todo, por dar gusto al rey, que así lo quería y pedía, por importar a la conservación de la real corona. Todo esto pasó en el castillo de la ciudad de Lérida, a 29 de setiembre de 1231, donde también el infante prestó homenaje al rey, en presencia de Berenguer, obispo de Lérida, Bernardo, abad de Santas Creus, fray Guillermo de Cervera, religioso del monasterio de Poblet, fray Pedro Cendra, varón santo de la orden de Predicadores claro por milagros, y más por su virtud y santidad (cuyo cuerpo está sepultado en un sepulcro de mármol en la capilla de Santo Domingo, en el monasterio de Predicadores de Barcelona, y elevado sobre cuatro columnas de jaspe, y en él entallados muchos de los milagros que por su intercesión obró Dios), fray Bernardo de Castell Bisbal, Ato de Foces, mayordomo de Aragón, Rodrigo de Lizana, Blasco Maza, Sancho de Orta, Roderico Giménez de Luzia (Luesia), Pedro Maza, Bernardo de Rocafort, García de Orta, Pedro Pérez de Tarazona, justicia de Aragón, que fue de los más claros varones de estos tiempos, y otros muchos que fueron testigos de esto. Así consta claro en un auto que trae Dameto en su historia de Mallorca, y escusaré yo el meterlo aquí; pero queriéndolo comprobar por mi curiosidad con el original, que está en el real Archivo de Barcelona, lo he hallado tan mendoso y falto, que me ha parecido necesario meterle aquí por entero; y porque se vea, andando estos autos de unas manos a otras, cuánto pierden, y el daño que pueden causar las negligencias de los trasladadores imperitos, es el auto este:

Manifestum sit omnibus quod ego infans domnus Petrus *consulto et ex certa scientia ac spontanea voluntate per me et per omnes successores meos cum presenti carta dono absolvo * definio vobis domino Jacobo Dei gratia regi Aragonum et re*ni Majoricarum comiti Barchinone et domino Montis-Pesulani et vestris successoribus in eternum totum comitatum Urgel* cum terminis et pertinentiis suis et cum omnibus que pertine* ad eundem vel pertinere debeant liberum scilicet et quietum * totum jus quod in eo habeo vel habere debeo ratione donation* vel Iegati illustris domne Aurembiaix quondam comitisse Urgelli sive ex testamento suo sive alio quolibet ullo modo: it* quod ab hac die in antea in qua hec present scribit* carta totum predictum comitatum et totum jus quod in eo habeo vel habere debeo cum omnibus que pertinent ad eundem * pertinere debent habeatis causa donationis inter vivos et ca* proprietatis cum omni pleno jure et potestate perpetuo ad *bendum ad omnes vestras et vestrorum voluntates sine omni * meorumque retentione que ibi vel in eo non fecero ullo m* excepto jure quod predicta comitissa habebat in Valle Oleti * mihi retineo sicut in testamento illud mihi concessit. Nos ita* Jacobus rex predictus per nos et successores nostros recipi* hanc donationem comitatus Urgelli a vobis illustri infante d*no Petro donamus concedimus et laudamus vobis ad *habendum et tenendum integre diebus omnibus vite vestre totum reg* Majoricarum cum pertinentiis suis et cum omnibus que pe*nent ad eundem cum exitibus et redditibus quos ibi habe* et habere debemus et in insula quoque Minoricarum per *terram scilicet et per mare in hunc scilicet modum: quod reg* Majoricarum et insulam Minoricarum cum omnibus que pe*nent ad easdem teneatis in tota vita vestra per nos et suc*sores nostros in feudum et ad consuetudinem Barchinone et * ciatis inde nobis homagium et donetis potestatem de omni* castris iratus et paccatus quandocumque nos voluerimus et fac*tis inde pacem et guerram per nos et successores nostros * christianis et de tota Andaluzia: et post mortem vestram habe* successores vestri quos vos eligeritis tertiam partem totius ter* nostre in insulis supradictis et omnium exituum et reddituum ip*sarum qui scilicet proveniunt vel provenient omni tempore pe* terram et per mare. Et ipsi successores vestri teneant ipsa* tertiam partem per nos et successores nostros in feudum ad consuetudinem Barchinone et donent nobis potestatem de castris et faciant per nos et successores meos inde pacem et guerram de christianis de Andaluzia retentis nobis integre Almudayna in civitate Majoricarum (Palma de Mallorca) et duobus castris Olorone (Alaró) scilicet et Polença. Alia vero omnia cum omni senioratico ac integra jurisdictione ad nos vel nostros post obitum vestrum libere revertantur. Concedimus insuper vobis quod ordinetis et disponatis libere prout vobis videbitur expedire de possessionibus omnibus et honoribus et statu insularum predictarum salvo dominio nostro et nostra fidelitate. Stabilimenta ordinamenta autem que inde feceritis rata sint semper et firma tanquam si a nobis specialiter essent facta et promittimus vobis per nos et successores nostros nunquam contravenire. Preterea si alia castra de novo preter illa que dicta sunt edificaveritis in insulis supradictis liceat vobis hoc facere et quod teneatis ea vos et successores vestri in perpetuum per nos et nostros ad consuetudinem Barchinone et quod detis inde potestatem nobis et quod habeamus nos et nostri duas partes exituum et reddituum de unoquoque castro post obitum vestrum et vos et successores vestri tertiam partem ad vestram vestrorumque voluntatem tam per terram quam per mare. Pretera concedimus vobis quod possitis emere possessiones militum et baronum et religiosorum de quibus possitis facere omnes vestras voluntates vos et vestri salvo senioratico jurisdictione et jure nostro. Denique promittimus bona fide et sine enganno vobis dare et facere juvamen auxilium et valensam ad defensionem et retentionem predicti regni et insularum contra omnes homines et promittimus vobis hec attendere et complere ut superius continentur sub sacramento vobis a nobis prestito corporaliter et sub homagio quod inde vobis facimus ad forum Aragonie. Et ego infans domnus Petrus facio vobis homagium ore et manibus ad consuetudinem Barchinone pro supradictis omnibus attendendis et conservandis et juro omnia supradicta et singula per me et successores meos perpetuo vobis et successoribus vestris fideliter observare. Data apud Illerdam tertio kalendas octobris anno Domini M. CC. XXXI. (1231)
Sig+num Jacobi Dei gratia regis Aragonum et regni Majoricarum comitis Barchinone et domini Montis-pesulani.
Hujus rei testes sunt Berengarius episcopus Illerdensis. - Frater Bernardus abbas Sanctarum Crucum. - Frater Guiliermus * Cervaria. - Frater Bernardus de Castro Episcopali.- Atho * Focibus majordomus Aragonis. - Rodericus de Lizana. - Blasco Masça. - Sancius de Orta.- Rodericus Eximini de Luzia. - *trus Maça.- Bernardus de Rocafort.- García de Orta.- Pe* Perez justicia Aragonis.
Sig+num Guilelmi scribe qui mandato domini regis et *infantis pro Petro Sanctii notario ipsius domini regis hanc car* scripsit die loco et anno prefixis.

Con el derecho que adquirió el rey don Jaime con e* auto, de aquí adelante usó el título de conde Urgel, y * puso en todas las provisiones y despachos que salieron * su real cancillería: consta de todos los registros y autos * este rey; y el infante quedó con solo el título de señor * Mallorca, y no de gobernador o teniente por el rey, * han informado algunos que no habían visto el dicho auto * que el infante pasó con armada a la isla, quitándola de *der de los moros y librándola de su tiranía, y que por * adquirió el señorío de aquella isla; como sea muy averiguado que vino de Portugal, desterrado, sin gente ni dine* ni aun ánimo para salir con tan grande empresa. No * mucho tiempo de este señorío, porque estando en Cataluña tuvo nueva que el rey de Túnez hacía grandes aparejos * armada contra su isla, y que había embargado ciertos navíos de pisanos y genoveses, que estaban en sus puertos, lo que certificó Bernardo de Santa Eugenia con su carta, y * esto despachó al rey un bergantín. El rey, luego que tu* aviso de esto, partió a Tarragona, y allá hizo llamamiento general de catalanes y aragoneses, para que, los que estaban obligados, fueran cierto día al puerto de Salou, que está junto a Tarragona, y capaz de una grande armada, porque él en persona quería pasar al socorro de aquellas islas, que era el primer reino que él había ganado de los infieles, y había avisado por dos veces al infante, que pusiera bien y fortificara aquellas islas para resistir a los enemigos, y el infante, a quien pensaba el rey hacer general de esta armada, lo tomó con tal flojedad, que aunque dijo que haría lo que el rey le mandaba, jamás puso en ejecución cosa alguna; y estando el rey embarcado, a la que quería partir la armada, llegó el postrero de todos al puerto. Mandó avisar al rey que ya estaba aquí, y el rey se detuvo: el infante pasó con un barco, y dijo al rey que había venido para pasar con él a la isla de Mallorca, de lo que el rey, que conocía ya la condición del infante, hizo admiración, y le preguntó qué gente llevaba, y le dijo que cuatro caballeros, y los demás vendrían después; y el rey, según escribe en su historia, le dijo que no le parecía que viniese como debía venir; y el infante se quedó con el rey con un caballero y escudero suyo, y los otros caballeros que habían venido con el infante se embarcaron en otro navío, y de la demás gente que dijo el infante que vendría, ninguno pareció, porque no la había; y dice un autor, que cuanto más propincuo era el infante al rey en sangre, tanto más se alejaba en magnanimidad y valor. Pasados a Mallorca, tuvieron certeza que ni venía el rey, ni armada de Túnez, ni había poder para ello: el rey se volvió entonces a Cataluña, y dejó muy encomendada la isla al infante; mas por no estar muy satisfecho de él, le dejó por asistentes o consejeros a don Bernardo de Santa Eugenia, don Pedro Massa (Maza, Maça) y otros, con los cuales, y con don Nuño Sánchez, que a lo que entiendo era primo hermano del padre del rey, fueron a la conquista de Iviza y de la Formentera, y la tomaron el año de 1235; y el año siguiente * estando el rey en Calatayud, hizo el infante pleito y homenaje, por mandado del rey, a la reina doña Violante * en caso que el rey muriera, acudiría con los mesmos d*chos de aquellas islas a ella y sus hijos, y de la propia *nera que era obligado al rey su marido: esto pasó * de mayo del año 1235. Desde este tiempo hasta el * 1244, no hallo cosa notable que decir de él, sino que *deseoso de volver a Cataluña y vivir en tierra firme, sin *dado de si acometerían sus islas los moros, estando en *Valencia, a 15 de las calendas de setiembre de este a* en presencia de don Vidal de Cañelles, Gombau de *Entenza G. Cardona, maestre del Temple, de Pedro Cornel, mayordomo de Aragón, G. Romeu, Guillen de Entença, Romeu *Durfort y Gimeno de Foces, de nuevo hizo otra donación del condado de Urgel y de dichas islas al rey don Jaime, reservándose * derecho le competía en la villa de Valladolid y en la isla de Iviza; y el rey le dio las villas y castillos de Murviedro, Burriana, Almenara, Segorbe y Morella, en el reino de Valencia; y dice el rey que hace esta donación retento nobis capite castri de Morella et capite castri de Muroveteri, y que pue* disponer de la tercera parte de dichos castillos y villas a *da su voluntad, y que les tenga en feudo del rey, y ha* de dar las tenencias, siendo requerido, a uso y costumbre * Barcelona, y que de los castillos que él edificare de nuevo p*da disponer de la tercera parte de ellos; y añade en el dicho auto estas palabras:
Item promittimus vobis quod ea que pa* sidebamus in dictis castris villis et terminis eorum illa die q* fecimus compositionem Barcinone super Majoricas et dictis *tris scilicet quinta mensis septembris M.CC.XL.III, faciemus vos tenere et habere in pace: et si aliquid a die illa citra alienavimus de predictis recuperabimus et restituemus illud vobis tenendum et possidendum sicut ipsa castra vel faciemus vobis emendam que valeat vobis tantum.
Pero el rey cada día era avisado del peligro que corrían aquellas islas, estando el infante en ellas, y don Gimeno de Urrea y Blasco de Alagón habían dicho al rey, que estas islas se perderían por el descuido y flojedad del infante; y así tuvo por bien sacarle de ellas y heredarle en tierra firme, donde pasase a vivir: y en confirmación de esto, he visto en la historia de Mallorca del doctor Dameto, un auto hecho a 3 de junio de 1244, en que el infante notifica a los moradores de la ciudad e isla de Mallorca, como había dado por concambio aquellas islas al rey de Aragón, y así les absuelve del juramento de fidelidad que le habían prestado, y les manda que de aquí adelante reciban y tengan por señor suyo al rey don Jaime.
Fue juzgado y tenido por hombre de poco ánimo, amigo de regalo y descanso, y muy ingrato y desconocido, porque habiéndole el rey don Jaime acogido en sus reinos y dado heredamientos, y casádole tan principalmente, como hemos visto, dándole lugar y llamándole en las cortes que celebró en Cataluña los años de 1234 y 1242, y disimulando su cobardía y poco ánimo, favoreció con consejo y ayuda a don Alfonso, hijo primogénito del rey, que tenía algunos disgustos con su padre; y siendo requerido por parte del mismo rey, que le acogiese en las villas y castillos que tenía en el reino de Valencia, y estaba obligado a ello, no solo lo rehusó, sino que los entregó al infante, que puso guarnición en ellos, y hacía desde allí la guerra a moros y cristianos, amigos del rey, conmoviendo y alterando los pueblos * tenían su voz; y cuando en Valencia Alazdrac, caudillo * los moros, se rebeló, y el rey le quiso echar de aquel reino * el que más le embarazó fue este infante, antefiriendo su provecho e interese propio al general, y les dio favor y cons* como se defendiesen, y el rey se hubo de concertar con * para que lo dejase y no contradijese a cosa tan útil como * aquella expulsión; y por esto en el año de 1250, habién* se él y el infante don Alfonso retirado a Sevilla, le quitó * rey todo lo que le había dado en el campo de Tarragona, * isla de Iviza, y otras cosas, aunque después se las volvió * excepto las villas del reino de Valencia de donde le ha* movido guerra, y eran Morella, Segorbe Murviedro, *Almenar y Castelló, que las puso en poder de tercero, hasta que se determinase por justicia lo que se había de hacer de él * y según lo que después pasó, yo creo que se las debió d* volver al infante, porque el último de junio de 1254, él las * volvió al rey, y el rey le dio treinta y nueve mil sueldos de renta de por vida, con el dominio y jurisdicción de Mallorca, con que pasó el restante de su vida. Después, cuando los portugueses, aborreciendo la flojedad del rey Sancho Capelo, sobrino que era de este infante, en su lugar tomaron al rey don Alonso, pidió este infante al rey don Jaime, enviase procuradores para ver si hallarían entrada para pedir y cobrar los derechos que este infante tenía en el reino, que según dicen Beuter y otros, eran que el rey don Alonso,su hermano, había de partir con él las tierras de Portugal, fundándose en el testamento del rey don Alonso Enríquez, primer rey de Portugal; y él cedió estos derechos a favor del de Aragón, y que por ellos le dio el reino de Mallorca y Menorca. Verdad es que arriba hemos visto el auto o título con que espectaban a este infante estas islas, y en él no se habla palabra de esta cesión de derechos, y tengo por cierto que jamás la hubo, porque ni los autores partugueses han llegado a mi noticia dicen nada de ello, ni en las escrituras reales he visto originales de tiempo de este rey se habla de ello, y el rey no dejara pasar por alto una cosa que tan bien estaba a su corona, como era añadir a ella parte de un reino tan principal, ilustre y belicoso, como es el de Portugal. El doctor Dameto, en su erudita historia del reino de Mallorca, dice lo mismo que Beuter, y por confirmar su opinión, pone el auto de dicho cambio, pero yo no hallo en él memoria que el infante cediese sus derechos en favor del rey, sino solo el condado de Urgel: puede ser que en orden a esto haya algún otro auto; pero este no ha llegado a mi noticia, como llegó a la de dichos autores. Digo pues, que estos procuradores que fueron a pedir estos derechos,
fueron muy mal recibidos de los portugueses, que les echaron de su tierra, y de ello quedó el infante muy corrido y con temor que el rey no le quitase las tierras y heredades le había dado en el reino de Valencia; pero para quitarle de este temor, el magnánimo rey le confirmó la donación le había hecho de ellas.
Tuvo un hijo bastardo llamado Pedro Alonso, y según dice Zurita, tuvo la encomienda de Alcañiz, de la orden de Calatrava, que era de las más ricas de ella, y a lo que entiendo, la debió de poseer poco tiempo, y por esto no se halla memoria de él en la Crónica de la orden de Calatrava; éste siguió la corte del rey don Jaime, y tuvo el infante de este hijo un nieto, llamado Ruy Martínez.
Las demás acciones de este infante, sus hechos, y las concesiones hechas a las islas de Mallorca y Menorca y sus *nos, dejo como ajenas de esta historia, y solo he apuntado * que queda dicho, por haber sido conde de Urgel y heredero de la condesa Aurembiaix.
En lo que toca a su muerte, creo fue en la ciudad de Mallorca, cuyo dominio volvió a cobrar el año de 1254, como queda dicho, y así pudo ser que muriese allá donde te* su patrimonio: fue sepultado en la iglesia del monasterio * San Francisco, y estuvo allá la sepultura muchos años, después se consumió con un terrible incendio que *sucedió en ella.

jueves, 14 de marzo de 2019

Libro octavo

LIBRO
OCTAVO

Capítulo primero, de la fama y renombre que el Rey
ganó por la conquista de Mallorca, y como fue llamado y prohijado
por el Rey de Navarra.

Conquistada la ciudad
y
Isla de Mallorca, el nombre y fama del Rey fue tan célebre, y se
extendió con tanta gloria y reputación suya, por todas partes: que
no solo acrecentó el temor y espanto a los Reyes Moros, pero mereció
todo favor y gracia para con los Príncipes Cristianos. Porque demás
que amedrentó al Rey de Túnez, uno de los más poderosos de África,
para que no osase enviar el socorro prometido al Rey de Mallorca: Y a
quien el sumo Pontífice y ciudades de Italia tuvieron en tanto, que
invocaron su favor y ayuda (como adelante se dirá) para contra el
Emperador Federico: También el Rey don Sancho de Navarra, entendidos
sus tan prósperos
successos
y señaladas hazañas, se le aficionó en tanta manera, que lo
prohijó, y aunque con desigualdad suya, quiso también ser de él
prohijado. Mas porque tratemos agora de este tan señalado efecto de
amor y afición, como se arguye de la adopción, o prohijamiento, que
pasó entre estos dos Reyes, junto con los varios
successos
del: declaremos quien fue este Rey don Sancho de Navarra, juntamente
con las causas y razones que tuvo, así para prohijar al Rey de
Aragón, como para ser prohijado del, no embargante que el partido
del de Aragón fuese muy aventajado al suyo. Fue este Rey don Sancho,
el mejor y más esforzado que jamás tuvo Navarra, a quien por su
grande constancia en llevar siempre sus empresas adelante, demás de
ser muy valiente de su persona, llamaron el fuerte. El cual después
que salió victorioso de aquella famosísima, y siempre memorable
batalla de Vbeda, en las Navas de Tolosa, cuando hecho un cuerpo con
los Reyes de Castilla y Aragón, vencieron a doscientos mil Moros
(como en el primero libro se ha dicho) volviendo a Navarra, con el
ocio se hizo excesivamente gordo, y también con la dolencia de gota
que le sobrevino, que miserablemente le atormentaba, vino a ser tan
gafo, y lisiado de pies y de manos, que ya no podía moverse de un
lugar, sino estarse tullido siempre en la cama, volviéndose tan
deforme
(difforme),
que tenía empacho de ser visto en público. Puesto que dicen otros,
que su mal fue una muy grave dolencia de cáncer que se le encendió
en una pierna, y que por esto se estuvo siempre retirado en el
castillo de Tudela, sin salir del mucho tiempo, y sin dejarse ver
sino a muy pocos de sus privados. Le hacía (
haziale)
a este buen Rey, viejo, enfermo, y sin hijos continua y solapada
guerra el Rey de Castilla, pretendiendo tener derecho al reyno de
Navarra, y para no mostrarse en ella, solicitaba a don Diego López
de Haro
señor de Vizcaya (que es la Cantabria marítima) con el cual
de mucho antes tenía el Rey de Navarra diferencias, por los pueblos
de Álava (
Alaua)
y Guipuzcua entre Navarra y Vizcaya. Y así con esta ocasión el de
Castilla le valía con gente y dinero para proseguir la guerra en su
nombre contra el de Navarra. Con esto don Diego con la gente
Castellana corría el campo a don Sancho, y no había quien le
resistiese. De suerte que viéndose don Sancho imposibilitado para
defenderse dellos, y que por mucho que se acomodaba en los partidos
de paz que les movía, no querían venir a concordia: determinó de
avenirse con el Rey de Aragón, y con su favor y ayuda valerse contra
ellos. Pues como se hallase en Tudela, ciudad de las principales de
Navarra, de muy alegre, llano y hermoso asiento, a la ribera del Ebro
río caudalosísimo, en los confines de Aragón y de Castilla, y a
vista del gran monte de Moncayo, envió sus embajadores al Rey don
Iayme a Zaragoza, donde a la sazón era llegado de la conquista de
Mallorca, para hacerle saber, como tenía muy grande voluntad y
afición de alcanzar su amistad, y hacer ciertas alianzas y
conciertos con él muy a su gusto y provechosos para sus Reynos. Y
como por sus manifiestos impedimentos de edad y dolencias, no pudiese
ir en persona a verse con él, le rogaba muy de veras quisiese venir
a verle en Tudela, pues estaba propinca a Zaragoza. Oído esto por el
Rey, y entendida la gran dolencia y impedimentos de don Sancho, pues
la distancia no era más de una jornada, determinó de ir a verle, y
contentarle: así por conocer a un tan esclarecido y bien nombrado
Rey que tan amigo y estimado fue del Rey don Pedro su padre: como por
lo bien que a los Reyes está visitarse, y conocerse por las
personas: a fin de que viéndose como en espejo los unos a los otros,
y lo que son, con lo que representan vengan en mayor conocimiento de
si mismos: y consideren que el sujeto de su grandeza y dignidad Real
es naturaleza humana, y que en sustancia no son más que los otros
hombres, sino que viene de la mano de Dios, alzar los muchos a uno
por Rey y sujetarle. Llevó pues consigo el Rey a don Atho de Foces
su mayordomo mayor, a don Rodrigo Lizana, don Guillen de Moncada,
Pedro Pérez justicia de Aragón, y a don Blasco Maza (no Alagón),
del cual sobrenombre está equivocada la historia del Rey, como sea
así que don Blasco de Alagón andaba entonces por el reyno de
Valencia con Zeyt Abuzeyt en la conquista, como dijimos en el libro
cuarto. Llegados pues a Tudela, no pudo ser el Rey, ni en la ciudad,
ni fuera de ella, tan decentemente recibido, como a su Real persona
se debía, por los impedimentos y dolencias del de Navarra. Antes fue
necesario subir al castillo, y entrar dentro del
retrete
donde el Rey estaba, para en llegando, poderle más presto hablar que
ver. Y así por entonces hechos sus cumplimientos de palabras
amorosas, se salió a su aposento dentro en palacio, donde fue con
todos los suyos muy espléndidamente hospedado. El día siguiente
volvió a visitar al Rey don Sancho: el cual se esforzó a
enderezarse en la cama, y comenzando su plática dijo al Rey. Que el
grande amor y afición que le tenía junto con el deseo de ver su
persona, por ser hijo de tan esclarecido padre como lo fue el Rey don
Pedro su mayor amigo y compañero que tuvo en la victoria de Vbeda
contra los Moros, había sido la principal causa para procurar su
venida a Tudela: pero mucho más por acabar de entender del los
felices successos que había oído de sus memorables empresas:
habiéndose aventajado con ellas en valor y gloria, a todos los Reyes
de España: y no menos por la proximidad (
propinquidad)
y vínculo del parentesco que entre ellos había: pues con ningún
otro le tenía más conjunto que con él, excepto don Tibaldo su
sobrino hijo de Tibaldo Conde de Champaña, y de doña Blanca su
hermana. Al cual por su ingratitud y menosprecio de muchas buenas
obras de padre que le había hecho: en fin le había dado ocasión
para tratar y acabar con sus vasallos, le privasen de la sucesión
del Reyno, y llamasen a él que tanto les convenía para todo
beneficio común y defensa del mismo reyno. Por esto hallaba que para
debilitarle la sucesión, ninguna otra vía mejor, ni más firme
había, que prohijándose el uno al otro, y acogiéndose en el total
derecho y sucesión de sus reynos. Pues podría con harto mejor
partido ser él llamado a la sucesión de Navarra, que no él a la de
Aragón: siendo ya viejo de LXXVIII años, y que no era posible
naturalmente vivir más que él siendo mozo que apenas llegaba a los
XXIIII (XXIV). Como acabó su plática el de Navarra, el Rey hizo
muchas gracias por el buen concepto que de él tenía, y la afición
y benevolencia con que lo confirmaba: que no faltaría por él de
corresponder con su amor, y con todo el oficio de agradecimiento que
le debía. Y en lo que tocaba al negocio de la adopción, que para él
era muy nuevo y de mucha consideración, que pensaría sobre ello,
comunicándolo con los suyos, y que entendido lo que era, y adonde
podía llegar el efectuarse, sin perjuicio de sus reynos y sucesor,
él se revolvería y le respondería. Con esto se salió afuera, y se
fue a su aposento a tratar y consultar una tan grande novedad con los
suyos.











Capítulo II. Como el Rey sabido el parecer y resolución de los de
su consejo cerca el prohijamiento, la dio por respuesta al de
Navarra, el qual tuvo por buena, y del concierto que hicieron.





Maravillado quedó
el Rey extrañamente de la proposición hecha por el de
Nauarra.
Y recogido en su aposento mandó llamar a los de su consejo que traía
consigo: a los cuales notificó la larga plática que con el Rey de
Navarra había tenido, y lo que muy de veras le había propuesto
cerca de la adopción y prohijamiento que habían de hacer el uno al
otro, para poder entrar en la sucesión de los reynos. Puesto que el
fin y alma de esta proposición le parecía no era otro, que por
obligarle a la
defensión
de Navarra contra Castellanos. Oyendo esto los del consejo se
admiraron muy mucho de
tal demanda, y aunque a la verdad parecía
cosa muy aventajada para el de Aragón, todavía se
altercó
mucho, y hubo diversos pareceres sobre ello. Pues aunque al Rey le
estaba muy bien, y le convenía el partido, si quiera para mayor
confirmación del derecho antiguo que por sus antepasados fue
adquirido al Reyno de Navarra: pero que adoptar el Rey al de Navarra,
no le podía hacer, siendo vivo don Alonso su hijo único, ya jurado
Príncipe sucesor por los barones y grandes, y por las villas y
ciudades del Reyno, y también por los de Lérida. Porque era cosa
monstruosa un viejo de casi 80 años, ser prohijado por un mozo de
tan poca edad: y que también era muy fuera de razón y justicia
convidar a otro a la sucesión del Reyno, echando fuera al legítimo
sucesor del. Pues como se tratase esto entre ellos, y como cosa muy
desaforada y contra toda razón, se dejase indeterminada y dudosa:
con las mismas razones y dudas fue referida por don Blasco Maza,
Foces y Lizana, al Rey de Navarra. El cual lo representó así a los
de su consejo. Pero como su fin era no tanto prohijar al Rey, cuanto
valerse de su favor y ayuda contra los Castellanos, y esto importase
muy mucho al Reyno: todavía volvió por respuesta a los mesmos, e
insistió, en que cumplía se hiciese esta alianza y confederación
por vía del prohijamiento: puesto que por él ningún derecho le
quedase a la sucesión de Aragón sino muertos el Rey y el Príncipe
don Alonso sin hijos. De suerte que leída esta
determinación y
decreto de los Navarros al Rey, los halló tan útiles, y honrosos
para si, y para el Reyno de Aragón tan provechosos, que luego, con
la aprobación de los de su consejo, solo que le quedase la sucesión,
prometió de ayudar al Rey de Navarra con todo su poder y estado: y
cumplir con diligencia cuantos conciertos y capítulos sobre esto se
formasen: y así el uno al otro se adoptaron de la manera que está
dicho. Se hallaron (
hallaronse)
presentes a este célebre acto los principales señores de título,
y Barones, con los síndicos de las ciudades y villas Reales del
Reyno de Navarra, y también los señores y de su consejo que tajo
(
truxo) el
Rey de Aragón. Los cuales por ambas partes con juramento afirmaron,
que tendrían perpetuamente ellos y sus descendientes, por rato, y
grato todo lo allí concertado y decretado. La cual adopción y
prohijamiento, aceptados por los dos Reyes, y con la mano y sello de
ellos firmados, se concluyó con tanta autoridad y firmeza, que no
deben tener en poco los Reyes de Aragón su derecho tan justamente
por esta vía adquirido a este Reyno: si quiera para más justificar
la antigua y pacífica posesión que del tienen. Porque si se atiende
a lo que significa adopción, si se considera que el Rey con todo el
reyno de Navarra, que podían, la hicieron, y con expreso juramento
confirmaron el concierto y cumplimiento de ella: si se examinare la
causa dello, que fue por valerse del favor y ayuda del Rey que
adoptó, para beneficio y defensa del Reyno constituido en tan
manifiesta necesidad: si en fin se tiene respeto, a que la cumplió
el adoptado, y que lo defendió con su persona, gente, y dinero,
muchas veces, y las hubo contra el Rey de Castilla, no embargante que
era su propio yerno, como adelante se dirá, no hay
otro que
inferir de todo esto, sino que con la muerte del Rey don Sancho
adoptante, se acabó de confirmar y consolidar la sucesión y
derechos del Rey don Iayme el adoptado, y sus sucesores, en el reyno
de Navarra. Según se muestra por el mesmo instrumento y auto de
adopción, el cual pone Geronymo Zurita en el libro tercero de sus
Annales de los Reyes de Aragón. Y que por ser auto tan célebre y
solemne le inferiremos aquí palabra por palabra. Si quiera porque se
entienda del lenguaje que había entonces en el Reyno de Aragón,
haber sido poco diferente en los vocablos, del que agora se usa,
salvo en la pronunciación y estilo.







Capítulo III. Contiene el tratado formal del auto de concordia y
adopción que los dos Reyes de Aragón y Navarra se hicieron el uno
al otro.



Conocida cosa
sea ad todos los que son, & son por venir, que yo don Iayme por
la gracia de Dios Rey de Aragón, desaffillo ad todo ome, &
affillo a vos don Sancho Rey de Navarra de todos mios regnos, &
de mias tierras, & de todos mios señoríos que
oue
ni he ni deuo auer, & de castiellos & de villas & de
todos mis señorías. Et si por auentura deuiniesse de mi Rey de
Aragó, antes q d vos Rey de Navarra, vos Rey d Navarra que herededes
todo lo mio, assi como de suso es escrito, sines contradezimiento
(cótradezimiéto), ni contraria (cótraria) d nulhome del mundo. Et
por mayor firmeza de est feyto, & de esta auinença, quiero &
mando (mádo) que todos mios ricos homes, & mios vassallos, &
mios pueblos juren a vos señoría Rey de Navarra, que vos atiendan
lealmente (lealmét), como escrito es de suso. Et si no lo fiziessen,
que fincassen por traydores, & que nos pudiessen saluar en ningún
logar. Et yo el Rey de Aragon vos prometo, & vos conuiengo
lealmét, que vos faga aentender, & vos atienda luego, assi como
de suso es escrito: & si non (nó) lo fiziesse, que fosse traydor
por ello. Et si por auétura embargo
y
aue
nenguno de part de Roma, o
houiere, yo Rey de Aragon so tenudo por conueniença por desferlo ad
todo mio poder. Et si nul home dl sieglo vos quisiesse fer mal por
est pleyto, ni por est paramiento que yo è vos femos, que yo vos
ayude lealment contra todo home del mundo. Adonde mas que nos
ayudemos cótra el Rey de Castiella toda via por fe sines engaño.

Et yo dó Sancho Rey de Navarra por la gracia de Dios, por estas
palabras, & por estas conueniéças desafillo ad todo home, &
afillo a vos don Iayme Rey de Aragon de todo el Regno d Navarra, &
de aquello qui el reyno de Navarra pertañe: & quiero & mádo
que todos mios ricos homes & mios Concellos juren a vos señoría,
que vos atiendan esto con Navarra, & có los castiellos, &
con las villas si por auentura deuéiesse antes de mi que de vos. Et
si no lo fiziessen que fossen traydores, assi como escrito es de
suso. Et ambos ensemble femos paramiéto & conueniençia, que si
por auétura yo en mía tierra camiasse ricos homes, o Alcaydes, o
otros qualesquiere en mios castiellos, aquellos aqui yo los diere
castiellos, o castiello, quiero & mádo que a qll qui los reciba
por mi que viéga a vos, & vos faga homenage. Que vos atiéda
esto assi como sobre escrito es. Et vos Rey de Aragon, que lo fagades
cúplir a mi desta misma guisa, & por estas palabras en vuestra
tierra. Et vos Rey de Aragó atendiendo me esto, yo don Sancho de
Navarra por la gracia de Dios, vos pmeto a buena fe que vos atienda
esto assi como escrito es é esta carta. Et si no lo fiziesse que
fosse traydor por ello, vos Rey de Aragó atédiédome esto assi como
sobre escrito es en esta carta. Et sepá todos aqllos qui esta carta
verá, que yo dó Iayme por la gracia de Dios Rey de Aragó: Et yo dó
Sancho por la gracia de Dios Rey de Navarra, amigamos entre nos por
fe sines engaño & fiziemos homenage el vno al otro d boca &
de manos, & juramos sobre quatro Euangelios que assi lo
atendamos, Et son testimonios de est feyto, & de est paramiento
que fizieró el Rey de Aragon, & el Rey de Navarra, & del
Affillamiento assi como escrito es en estas cartas, don Atho de Foces
mayordomo dl Rey de Aragó, & don Rodrigo d Liçana, & don
Guillen de Moncada, & don Blasco Maça, & don Pedro Sanz
notario & repostero del Rey de Aragon. Et don Pedro Perez
justicia de Aragon, & frayre Andreu Abad de Oliua, & Eximeno
Oliuer móge, & Pedro Sáches d Variellas, & Pedro Exemenez
de Valtierra, & Aznar d Vilana, & dó Martin de Miraglo, &
don Guillé justicia de Tudela, & don Arnalt Alcalde de Ságuessa.
Facta carta domingo segúdo día de Febrero en la fiesta de santa
Maria Cádelera, in Era Millesima ducétissima sexagessima nona en el
castillo de Tudela. Que fue año d la natiuidad del Señor M.CCXXXI.

puesto que en este instrumento de la adopción, ninguna mención
se hace del infante don Alonso, como el Rey lo affirma, por ventura
de consentimiento de ambas partes.





Capítulo IV. Como se trató entre los dos Reyes de la defensa de
Navarra, y de lo que prometió el de Aragón para ella, y del súbito
arrepentimiento del de Navarra, y del dinero que le pidió prestado
el de Aragón.




Hecho ya el auto, e
instrumento de la adopción entre los dos Reyes sellado y firmado por
muchos,comenzó a tratar de la guerra y medios que se habían de
inquirir para echar el enemigo de la tierra. Sobre lo cual los Reyes
y los grandes de los dos reynos que allí se hallaron trataron largo.
Pero sobre todos el Rey don Sancho como muy platico y cursado en
cosas de guerra, advertía lo que más convenía hacer en el
proseguirla, animando mucho a todos, y concluyendo su larga plática
y discurso, con decir que gente por gente no debían nada los
Nauarros a los Castellanos, los cuales en número podían sobrarles
pero no en valor y fuerzas. Y que valiéndose Navarra de la compañía
y favor y amparo de Aragón ayuntados los dos ejércitos, no solo
defenderían muy bien a Navarra, pero aun serían poderosos para
entrar en Castilla, y echar de sus reynos al mismo Rey. No contradijo
en cosa alguna el Rey a lo que el de Navarra habló: sino que
concluyó la conversación, con decir que estaría presto y en orden
para cierto plazo con dos mil caballos, con tal que los Nauarros
acudieren con otros mil para el mismo plazo y no en otra manera. Lo
cual prometieron ellos de cumplir muy a su tiempo. Pero ni dieron el
modo, ni mostraron la posibilidad para ello. Porque su Rey aunque
quedó rico de la jornada y despojos de Vbeda, no solo estaba enfermo
de la podagra que comienza por los pies pero aun enfermaba más de
las manos, por tenerlas siempre muy atadas a la bolsa. Y así era
fama que la mayor parte de los trabajos que por la guerra tenía,
nacían de la avaricia, por no querer gastar, ni sustentar las
guarniciones necesarias por las fronteras del Reyno, para hacer
rostro al enemigo. De manera que, o por los dos males, o porque ya se
hubiese arrepentido de haber privado del Reyno a don Thibaldo su
sobrino, súbitamente dio muestras muy contrarias del concierto
primero. Y de ahí adelante en las pláticas que se tenía de la
guerra, comenzó a hablar con mucha tibieza y disgusto, sin dar calor
a los negocios, sino respondiendo con algún fastidio a lo que sobre
ellos le preguntaban. Mas no embargante esto, volvió el Rey a
confirmar lo dicho y prometido, que fue de traer los mil caballos
para la fiesta de pascua de Resurrección, y los otros mil para el
día de S. Miguel de Setiébre y que los tendría en orden en los
confines de Aragón y Navarra: siempre que los Navarros tuviesen los
otros mil prometidos como está dicho, para el mismo plazo.
Finalmente como quedase concertado que se vería otra vez en Tudela
en la fiesta de Pascua: el Rey entendió en despedirse, y en
tanto que se trataba de esto, pidió al de Navarra prestados cien mil
sueldos. Los cuales le prestó don Sancho de buena gana, y se le
ofrecieron por rehenes y prendas cuatro villas del Reyno de Aragón
vecinas a Navarra, que fueron Herrera, Peñaredonda, Ferrel y
Faxina. Recibiendo la moneda el Rey la empleó toda en beneficio del
Reyno de Navarra. Porque las compañías de soldados que poco antes
había mandado hacer en Zaragoza para otra parte, mandó venir luego
a estar en guarnición y guarda de aquellas villas y castillos de
Navarra que están en frontera de Castilla, hacia donde don Lope
hacía sus correrías y entradas.






Capítulo
V. Como se partió el Rey para Zaragoza, y de allí a Tarragona, y de
los conciertos que hizo con don Pedro de Portugal por pasar al
condado de Vrgel.


Se volvió (
volvióse)
el Rey de Tudela a Zaragoza algún tanto desabrido, después de
hechas sus promesas y conciertos con el de Navarra, y halló que
andaban muchos rumores por la tierra, cerca del grande aparato de
guerra, que el Rey de Túnez hacía para venir con gruesa armada
sobre Mallorca, con ánimo de conquistarla para si. Esta nueva se
confirmaba por lo que se sabía de ciertas naves de Genoveses y
Pisanos que el mismo de Túnez mandó embarcar en el puerto de Bona
de su reyno, y mucho más por las cartas que recibió el Rey de
Santaugenia gobernador de la Isla, venidas con una fragata a gran
prisa para avisar de lo mismo. Sintió mucho el Rey esta nueva,
porque le obligaba a volver luego a Mallorca. Y así partió en la
hora para Tarragona, a donde mandó convocar cortes para Catalanes y
Aragoneses
, llamando sobre todos a los que gozaban de caballerías de
honor, y mucho más a los que tenían campos y heredamientos en la
Isla, que les cupieron por la repartición hecha al tiempo de la
conquista, para que a cierto día se hallasen todos puestos en orden
en el puerto de Salou, donde él en persona se había de embarcar con
el ejército para Mallorca. Entretanto que el Rey aguardaba la gente
de Aragón y Cataluña, vino al puerto don Pedro de Portugal, a quien
poco antes casó el Rey con Aurembiax condesa de Urgel, y le había
hecho merced de algunas villas en el campo de Tarragona, y también
la Condesa su mujer, que poco antes era muerta, le había dejado
heredero del Condado: al cual recibió muy bien el Rey, y se holgó
mucho con su vista. Y como por una parte desease hacerle todo favor y
mercedes: y por otra mejorar el patrimonio Real para si, y a sus
sucesores, pensó prudentísimamente lo que a los dos estaría bien.
Que el Condado de Urgel, que era de los más poderosos y principales
de Cataluña, no solo en fertilidad de campo, pero en valor y número
de gente guerrera, se incorporase en la corona Real, y entrase en
posesión del antes que don Poncio Cabrera por muerte del mismo don
Pedro pretendiese haberlo: y que en recompensa, se le diese la Isla
de Mallorca, y también Menorca en ser conquistada. Lo cual propuesto
ante don Pedro, vino bien en ello, más por
condescender
con la voluntad del Rey, que así lo quería, y lo pedía con algún
afecto: que por trocar la vida y asiento de tierra firme con la
Isleña. Sobre esto hicieron su concierto y escritura de concordia.
Que transferido y transportado por don Pedro en el Rey, todo el
derecho por el testamento de la condesa su mujer le pertenecía al
Condado de Urgel, transportase el Rey en el la señoría del Reyno de
Mallorca, y derecho de Menorca, con las demás Islas conjuntas,
siempre que se conquistasen, tomándolas en feudo, y poseyéndolas
durante su vida, conforme a la costumbre y Ley de Barcelona:
reservándose el Rey para si la fortaleza de la ciudad, dicha
Almadayna, con las villas y castillos de Alaró y Pollença: y que
fuese él y su ejército acogido en todos los otros lugares fuertes
de la Isla mayor, siempre que menester fuese. Que don Pedro tratase
bien y tuviese por amigos los que el Rey tenía en la Isla. Que
muerto don Pedro, sus herederos quedasen con sola la tercera parte de
la Isla, y la tuviesen con el mesmo feudo ellos y sus sucesores. Lo
postrero, que de presente gobernasen las Islas en nombre y con poder
de don Pedro, los mesmos don Pero Maça, y su compañero Sentaugenia
gobernadores puestos por el Rey, por ser muy platicos en el gobierno
y en la continua defensa de ella. Estos tratos y conciertos se
hicieron allí en el puerto, presente Pedro Pérez justicia de
Aragón, y los demás señores y barones que allí se hallaban. Los
cuales loó y aceptó don Pedro, y con juramento solemne prometió de
guardar en todo y por todo. Este fue realmente el derecho que don
Pedro tuvo a las Islas de Mallorca y Menorca. De donde se
collige
ser fingido y fabuloso lo que refiere un antiguo historiador: que don
Pedro por si mismo conquistó y sojuzgó estas Islas. Como sea muy
averiguado, que vino de Portugal muy pobre y desterrado que ni tenía
gente, ni dineros, para salir con tan grande empresa. Y aun si no
fuera recogido y amparado por el Rey su primo, nunca él hubiera
llegado a aquel estado de intitularse Rey de Mallorca. Demás que era
hombre tan remiso y desaprovechado que no tenía ánimo para pensar
en tan alta empresa. Porque amonestado por el Rey, se pusiese luego
en orden para navegar, y ir a defender su reyno y Islas, y por esto
le hiciese general
del
armada: fue tal su diligencia, que llegó el postrero de todos los
señores y Barones del reyno al puerto, con solos cuatro caballeros
de compañía, ya cuando el Rey había entrado en la galera, a donde
le recogió con harto empacho y paciencia: por ser hombre don Pedro
que cuanto más propinquo era en sangre al Rey, tanto más se le
alejaba en magnanimidad y valor.


Capítulo VI. Como el
Rey pasó a Mallorca, y sabido que el de Túnez no armaba, movió
guerra contra los Moros de la Isla que se habían rebelado, de los
cuales se rindieron la mayor parte.



Llegado ya el
plazo para pasar a la Isla, ajuntada la armada y embarcados los
trescientos caballos ligeros, con nueve compañías de infantería,
gente muy lucida, que se hicieron en los dos reynos:
como
aguardasen tiempo hecho, para hacerse a la vela, llegaron al Rey don
Aspargo Arzobispo de Tarragona, y don Guillen Ceruera antiguo y
valeroso capitán que fue del Rey don Pedro, que entonces era monje
de Poblete, hombres ya muy viejos, y le suplicaron muy
encarecidamente mirase bien lo que hacía, y que por entonces no
navegase, ni tantas veces tentase la fortuna que era variable por
mar: ni con tan poca gente como llevaba, saliese en campo contra un
tan poderoso Rey como el de Túnez: que sería mejor enviar a don
Nuño capitán valerosísimo, tan platico en la Isla, y experto en
las cosas de la guerra, para solo fortificar y defender la ciudad,
hasta que su Real persona, con mayor ejército, y más gruesa armada
fuese a socorrer la Isla: pero aprovechó poco su pía amonestación.
Antes encomendándose el Rey en las oraciones y sacrificio
dllos
se hizo a la
vela, y con viento próspero a tercero día llegó
con la mayor parte del armada a la Isla, al puerto de Sollar. De
donde tomó la posta y se puso en la ciudad antes que se supiese su
partida de Tarragona. Al cabo de tres días llegó la otra parte del
armada a la ciudad. Cuya tan impensada venida con su Real persona,
espantó mucho a los de la Isla, aunque estaban tan apercibidos para
la guerra que se holgó extrañamente de verlos, y los alabó mucho.
Pasados XV días después de llegado, vino nueva cierta de África,
por las espías que el Rey al punto que llegó a la Isla envió a
Berbería con una fragata armada en hábito de mercaderes, como el
Rey de Túnez ni hacía armada, ni por aquel año podía emprender
jornada alguna, por estorbos y alborotos que se habían levantado en
su Reyno, lo cual alegró mucho a toda la Isla. Hallándose pues el
Rey libre de este recelo, determinó con el
ejército que trajo,
y la demás gente que hizo en la Isla, hacer guerra de nuevo contra
tres mil moros que se habían juntado y tomado las fortalezas de
Pollença, Sátuer (Santver), y Alarò, y se defendían en ellas
valerosamente con muy grande daño de toda la Isla, impidiendo la
contratación de ella, robando y persiguiendo a todos los Christianos
hasta los Moros de paz, porque no se ayuntauan con ellos. Era cabeza
y capitán de esta conjuración y motín un valeroso Moro llamado
Xuarpio. El cual como entendió que el Rey iba a buscarle con campo
formado, no quiso seguir el mal ejemplo de otros capitanes Moros
pertinaces, ni provocar al Rey a mayor ira contra si: sino que debajo
de
honrosos conciertos y condiciones, hizo saber al Rey por medio
de un cautivo Christiano que le envió, se pondría en sus manos con
toda su gente. El Rey se holgó mucho de la demanda y prometió de
cumplirla con las convenciones que el Moro pidió. El cual luego vino
para él con toda su gente, dejadas las armas aparte, y le entregó
las fortalezas que tanto importaban, señaladamente la de
Alarò,
como antes dijimos, que también había tomado. Las cuales cobradas
por el Rey, movido por la generosidad y buen trato de Xuarpio, a él
y cuatro capitanes o cabodescuadras parientes suyos
hizo mercedes
de campos y heredades, con otros beneficios de estima: y por su
respeto perdonó a todos los que le siguieron, los cuales de allí
adelante le fueron muy fieles. Demás destos había otros
dos mil
rebelados que no quisieron darse al Rey por mucho que ofreció
perdonarles, y tratarles como a Xuarpio y a los suyos: antes se
subieron a los más altos montes de la Isla, donde se rehicieron, con
otros más que se juntaron con ellos, y llegaron a número de tres
mil. Mas pues quedaba ya la Isla poblada de Christianos, para
poderles resistir: no quiso el Rey por entonces detenerse en
perseguirlos, porno perder el tiempo, que tan forzado le era emplear
en averiguar negocios graves con su presencia en los dos reynos, y
mucho más en acudir al Rey don Sancho de Navarra, por ser ya llegado
el plazo para verse con él.






Capítulo VII. Del
recelo que el Rey tuvo, no mudasen de propósito los Navarros, cuyo
origen, ingenios y costumbres se describen.

No fuera parte
otra razón ni causa alguna para hacer desistir al Rey de la guerra
comenzada, con los rebeldes de la Isla, que tanto se la inquietaban,
sino el haber empeñado su palabra al Rey de Navarra de acudir con su
caballería a Tudela para el día del plazo: recelándose del, no
pretendiese con
este achaque de la tardanza, salirse de lo
concertado entre ellos: según que a la despedida le dio algún
indicio y sentimiento dello. Sospechando también de los Navarros, no
pretendiesen lo mismo: así por seguir la opinión de su Rey, como
por cubrir por esta vía su imposibilidad de poner en campo, y tener
en orden para el mesmo plazo los mil caballos que habían prometido.
Porque tenía muy conocidas las condiciones y costumbres de ellos, y
temía que de ser ellos no menos cortos de paciencia que de
posibilidad, no dejarían de culparle de tardo, sin tener
consideración, que de su tardanza no se les había recrecido daño
alguno, y así se dio toda la prisa que pudo por salir de la Isla, y
ser luego en Navarra. Mas porque el recelo del Rey cerca la
impaciencia y corta posibilidad de los Nauarros, no nos haga
sospechar de ellos cosas que no sean dignas de tan esclarecida
nación, y gente valerosa: será bien que hagamos una breve relación
de lo que se entiende de sus usos
y costumbres, y que saquemos a
luz sus generosas virtudes y señalados hechos, para que a respeto
destos, sean de poco momento algunos descuidos (si se pueden llamar)
de naturaleza, que se hallan en ellos, como en qualesquiere otras
naciones los suyos, y mayores. Porque son los Navarros y Vizcaynos (a
los cuales juntos llama Plinio Cántabros, y los pone en un cantón
de la España, entre Septentrión y Poniente) gente que no solo en
batalla campal, pero en los particulares desafíos de uno a uno, se
han mostrado siempre valentísimos: y que de ser hombres de grandes
fuerzas, puestos en el ejercicio de las armas, hacen un ánimo y
pecho tan generoso, que no se ofrece en la guerra cosa por muy ardua
y peligrosa que sea, que no sean ellos de los primeros en
emprenderla. Viene les esto de su proprio natural y cosecha, y no por
ser descendientes de los Godos, como algunos muy al revés de lo que
pasa piensan. Como sea verdad, que la fama y
belicoso
valor de los Cántabros antecedió muchos años y siglos a la venida
de los Godos en España. Pues ya en el tiempo del Emperador Augusto
Cesar, el Poeta Horacio llama belicosos a los Cántabros y confiesa
el mismo Augusto, por lo que escribe del, Suetonio Tranquillo, que
ninguna guerra tuvo en su vida más difícil, ni más peligrosa y
dudosa, que la de los Cántabros. De los cuales se halla ser hombres,

y mujeres bien hechos, de afable rostro, y bien proporcionados
miembros: aunque en común no muy grandes ni dispuestos, pero
alegres, y en un punto coléricos. Son gente muy unida entre si, y
muy aparejada para morir por la defensa de su patria. Los ingenios de
si no son muy eminentes, sino cuando se cultivan, ejercitándose en
letras, y en otras
qualesquier
artes
mechanicas,
porque se aplican, y las trabajan más que otros; Puesto que de su
natural inclinación y fines, son todos casi iguales, y desean unas
mesmas cosas, señaladamente los Vizcaínos: de los cuales a este
propósito dijo uno, que no había más de un Vizcaíno en el mundo.
Demás que son tan amigos de guardar
siempre unas mismas
costumbres de vida, y trajes de vestir, que apenas solían permitir
se les apegase algo de los extraños. Su lenguaje se cree comenzó en
ellos, o que es la primera lengua que se habló en España. Y por eso
es burla creer, les quedó de los Romanos, o Godos, porque no hay
lengua más diferente de la suya, que la Española moderna, así
Castellana como Aragonesa, con haber nacido estas dos de la Romana
(como adelante probaremos) pues demás de ser muy obscura y
remotísima del común hablar de España la Vizcaína, apenas se
puede bien pronunciar, y ni escribir,
según lo afirma Pomponio
Mela. Tampoco se cree haber salido del lenguage de los Godos, por ser
muy diferente del Vizcayno lo que se halla escrito dellos. Asimismo
son los Vizcaynos y Nauarros
pobres de vocablos propios y
aquellos en el hablar
preposteramente
collocados
. Lo que se entiende dellos,
cuando recién salidos de su patria hablan en Romance, porque las más
veces, o han de usar de superfluos circunloquios para declarar sus
conceptos, o en medio de la plática callar, y así hablan más sobre
pensado. De aquí es que en la fidelidad, a la cual es proprio el
silencio, exceden a las otras naciones, y huyen de los que mucho
parlan, como de que quien mucho yerra: y como tienen el ánimo bueno
y sencillo, es tanta la estima y cuenta que hacen de su hidalguía,
como del más fino instrumento que se puede hallar para mantener fama
y honra, que constituyen su principal riqueza en gozar de ella, mas
la tienen en tanto, que por ella morirá así el pobre como el rico,
así el pequeño como el grande, puesto que no haya sujeto de
hacienda para mantener el estado della. Con esta
su grandeza de
ánimo han emprendido por mar y por tierra hazañas muy arduas y
valerosas, y que han salido con ellas. Porque no se ha de poner en lo
ínfimo de sus hechos, que por mucho que los
conquistaron los
Moros, no fueron del todo echados de sus tierras, y patria, y que
también fueron los Navarros de los primeros que las cobraron de los
Moros, y los echaron dellas. Sobre todo porque de tal manera han
conservado siempre la verdadera fé y religión Christiana, que jamás
se halla haber poco ni mucho discrepado de ella. Por donde se
concluye de ellos, que según su valor y ánimo, son pocas las
tierras y reyno que poseen. Y así (volviendo a la historia) se
entiende que no fue falta de ellos, sino de la tierra, no haber
puesto en campo la caballería prometida. Y que por eso tanto menos
razón hubo para zaherir al Rey la tardanza. Cuya magnanimidad y
valor fue tanto, que no embargante que los Navarros, muerto su Rey
don Sancho, no dieron lugar a que el Rey se valiese del
prohijamiento, les fue padre, y les tuvo siempre por hijos, pues en
la primera y segunda vacante del Reynado (como adelante se verá)
nunca les faltó, antes los defendió y amparó del Rey de Castilla
con su persona, ejército, y hacienda por muchas veces. De manera que
por acudir a
Navarra, se despidió de la Isla, dejando por
gobernador a don Pero Maça en ella: al cual hizo merced de la villa
de san Gairén (
Gayren).
Porque con el mesmo orden que había repartido en la ciudad las
casas, y defuera los campos y heredades, así a los principales de su
consejo, y del ejército, había hecho mercedes de pueblos y
Baronías.
Tabien
dexo al
mesmo Santaugenia por compañero de la gobernación a don Pero Maça:
y encargó mucho a los dos, que aparejasen lo necesario para la
guerra y empresa de Menorca, porque volvería muy presto para solo
entender en la conquista de ella.

Capítulo VIII. Como el Rey
volvió a Tudela, y hallando a don Sancho disgustado por no haber
llegado al plazo, se despidió del con buena gracia, y de lo que pasó
con un soldado que halló en la antecámara.

Partiose luego el
Rey de la Isla con solas tres galeras, y a tercero día aportó en
Tarragona. De allí hechos algunos negocios, que no faltaron, de la
provincia, pasó a Zaragoza, a donde se le ofrecieron algunos bien
importantes, pero los unos resolvió, los otros dejó comenzados para
averiguar a la vuelta de Tudela, donde se daba extraña prisa por
llegar antes que se supiese de su venida. Pues como entendió que el
Rey don Sancho siempre estaba en Tudela, se partió a verse con él
con los mesmos don Atho su mayordomo, Lizana, Moncada, Pedro Pérez
que fueron antes con él a Tudela, salvo don Pero Maça que se quedó
en la Isla. Como llegase a vista de la ciudad saliole a recibir don
Pedro Ximeno de Valtierra nobilísimo caballero de Navarra, y de
antes conocido del Rey, al cual notificó como don Sancho su Rey
estaba, muy desabrido contra él por no haber acudido su Real persona
para el día de Pascua con la caballería prometida. Como oyó esto
el Rey, tanto más deseó verse luego con el de Navarra, y llegado a
Palacio, se entró para él, que le halló en el mismo retrete y cama
donde le dejó. Luego le significó las justas y bastantes causas de
su tardanza, y de cuan grande y evidente peligro había librado la
Isla con su presencia, y cuan necesario le había sido el detenerse
en ella, o se perdiera todo. Mas que de su tardanza no recibiese
pena, que la recompensaría con añadir doscientos caballos más a
los dos mil que tenía prometidos para ayuda de la guerra: sobre la
cual en este medio no hallaba que se hubiese innovado cosa alguna ni
hecho movimiento por el señor de Vizcaya: y así no había por qué
culparle por la tardanza. Que en fin estaba prompto y en orden para
acudir con su caballería, si también lo estaban los mil caballos de

Navarra. Pero que se maravillaba del poco estruendo de armas, y
de los pocos, o ningún caballo que había hallado en la ciudad, ni
fuera de ella: que mandase hacer muestra general, porque juntados los
dos ejércitos iría él en persona con ellos a echar a fuera los
Castellanos, y presentarles batalla. Como el Rey acabase su
razonamiento, y aguardase la respuesta de don Sancho, y ninguna le
diese, antes mostrase le fatigaban mucho sus males, saliose un poco
fuera del retrete, y vio un soldado con semblante de valeroso y
platico, que andaba triste y pensativo paseando por la antecámara.
Al cual
preguntó quién era, y qué negocios de palacio le
distraían de la guerra, de qué ejército venía allí enviado.
Vengo, dijo el soldado, con
recaudos
del capitán de las compañías y gente que está
en guarnición
y guarda del reyno por las fronteras, para significar al Rey, como se
ofrece una muy buena ocasión para hacer salto sobre don Lope y los
Castellanos en cierto puesto donde han de
acudir, para que
ninguno dellos escape de preso o muerto, con solos doscientos
caballos ligeros que de nuevo le provean: y con haber hoy cuatro días
que vine con este despacho, no se me ha dado lugar para hablar a su
alteza. Alterose tanto el Rey de oír esto, que sin avisar primero,
tomó de la mano al Soldado, y se metió por el retrete adentro,
quejándose al mismo don Sancho de la flojedad
de los suyos, por
dejar perder tan buena ocasión como se les ofrecía para triunfar de
sus enemigos, haciendo contar al soldado lo que pasaba, a lo cual
añadió el Rey que le proveyese de vituallas
para unos catorce
días, que partiría luego con su gente para ellos, y los acometería.
Mas don Sancho, o que por sus dolencias estuviese muy fatigado, o por
causa de Thibaldo su sobrino que ya era vuelto en su gracia, hubiese
mudado de propósito, y se arrepintiese del prohijamiento hecho,
fuele muy pesado todo cuanto el Rey le decía. El cual como entendió
que don Sancho ni quería proveer lo que convenía para beneficio de
su reyno, ni tampoco en cosa alguna valerse, ni
aprovecharse de
sus ofrecimientos, y que era perder tiempo porfiarle más sobre ello:
mostró que estaba siempre prompto y en orden para cumplir lo
prometido, y con esto se despidió del y de los Navarros. Y pues se
hallaba libre desta guerra determinó volver a Zaragoza, y de allí
pasar a delante a los confines del reyno de Valencia, por reprimir
las entradas y correrías que los Moros hacían en los dos reynos, y
para dar orden como acabar la guerra de Mallorca contra los
rebelados.







Capítulo
IX. De las nuevas que el Rey tuvo de la guerra de Mallorca, y de la
venida de los gobernadores a persuadirle pasase a ella, porque a solo
él querían rendirse los Moros.

Partiendo el Rey de Tudela
vino a Thauste pueblo antiguo camino de Zaragoza, a donde encontró
con unos mercaderes de Cataluña que pasaban a Navarra. A los cuales
preguntó qué nuevas
había en Barcelona de la guerra de
Mallorca, respondió uno de ellos, como se decía por muy cierto, que
los Moros que se habían rebelado en las montañas estaban fuertes: y
que por mucho que los gobernadores de la Isla con su ejército daban
en ellos, y con diversas escaramuzas los habían muy maltratado y
muerto a muchos, todavía se defendían con gran daño de los
Christianos, a los cuales salteaban por los caminos, y hacían muy
grandes robos y muertes por la Isla. También se decía que con la
esperanza que los Moros tenían de la venida del rey de Túnez en su
socorro se entretenían, sin quererse dar a ningún partido. Puesto
que el día que partimos de Barcelona se dijo, como trataban, de
concierto con los gobernadores: pero que no se tenía por nueva
cierta. Agradecioles el rey la relación hecha, y no dejó de creer
algo de lo que le dijeron. Estando pues con algún pensamiento y
recelo de lo que sería, llegó un correo de a caballo con cartas de
los gobernadores de la Isla, que eran llegados a Zaragoza, avisando
como para el día siguiente serían con su alteza. No dejó el Rey de
recibir mayor alteración de esta nueva que de la que los mercaderes
le dieron, y así pasó toda aquella noche con el mismo recelo.
Venida la mañana levantose antes del día, y dichas sus devociones
estando oyendo misa sintió grande estruendo de gente de a caballo
que entraba por palacio y sabido que eran los gobernadores, que
partieron de Zaragoza de buena madrugada llegaban en aquel punto,
acabada la misa mandó que entrasen. Como los vio el Rey: sospechando
que no sin muy grande causa, y necesidad urgente, venían los dos
juntos, pues dejaban la Isla sola: después de haberlos muy bien
recibido y abrazado con mucho amor y muestra de alegría, venciendo
con su magnanimidad el sobresalto y mala sospecha que de esta venida
tenía, preguntoles medio riendo. Quereys me ya decir como la Isla es
perdida? O que se la ha sorbido la mar, o que la han vuelto a cobrar
los Moros con el favor del Rey de Túnez? y que solos vosotros habéis
escapado de las manos dellos para traerme la nueva? Los pilotos han
desamparado la nave, sin duda que es perdida. A estas palabras,
haciéndose adelante don Pero Maça por atajar la mala sospecha del
Rey, respondió. No querays, Rey y señor nuestro, atormentaros con
tan engañosa sospecha: ni a nosotros privarnos de la buena opinión
que para con vos hemos siempre ganado. Mas presto pensad de la Isla y
de nosotros, que si no quedase sana y salva a vuestra devoción y
servicio, y tan segura como está la nave con buenas ancoras en el
puerto, que los pilotos nunca la dejaran, ni jamás apartaran la mano
del timón, y gobierno de ella. Antes por haberla dejado muy a
recaudo y segura, os traemos
una nueva muy alegre, y no menos
honrosa para nosotros que útil y provechosa para toda la Isla. La
cual porque no
menospreciassedes,
no
creheyendola:
ni la
desechassedes
por falta de no haber bien
entendido lo que pasa: pensad cual
ella es, que venimos los dos en persona a darla. Sabed señor que los
Moros que poco ha, al tiempo de vuestra partida, dejastes en la Isla
rebelados y retirados a la montaña, han hecho tantos daños y males
por toda ella, que otra vez nos han traido casi a punto de perderla,
y a nosotros con ella. Y así ha sido necesario hacerles de nuevo
guerra, y ir a perseguirlos dentro de sus cuevas con campo formado.
Mas como no
pudiessemos
sacarlos de ellas, y en volver las espaldas luego se esparciesen por
la Isla a hacer sus acostumbradas cabalgadas, determinamos de subir a
los montes más altos a talar y destruirles sus campos que allí
tenían muy cultivados, y cogerles el infinito ganado de que se
mantenían. Lo cual fue parte y causa, para que acometiéndoles de
partido lo escuchasen. Aunque las condiciones que pedían eran muy a
gusto de ellos, y que tiraban a toda libertad. Las cuales nos pareció
no admitir, por no concluir cosa tan perniciosa, como era dejarlos a
toda su libertad, sin vuestra Real autoridad y consulta: ni tampoco
desecharles del todo su demanda: por que ellos como desesperados no
se arrojaren sobre nosotros, y como tales hiciesen algún grande daño
y destrozasen los nuestros. Porque a causa de haberlos tan maltratado
así en las escaramuzas como en haberles talado sus campos, y quitado
el ganado, están tan mal con nosotros, que se han juramentado a que,
o a ningún otro se rendirán que a vuestra Real persona:
o que a
muy gran costa de nuestras vidas perderán las suyas ante nosotros.
Por tanto señor os suplicamos que os deis toda prisa, para que con
vuestra pronta ida y presencia, entendáis en apagar del todo esta
centella que tantas veces vuelve a revivir, para el continuo incendio
y ruina de la
Isla. Porque si os detenéis, haced cuenta que
dentro pocos días quedaréis sin ella. Pues el Rey de Túnez en
quien siempre confían estos perros y le llaman, por una parte, y la
Isla de Menorca por otra, con las otras dos propinquas, como miembros
que son de la mayor, viéndoos absente se nos atreverán a hacer
cruel guerra, por cobrar su cabeza.

Capítulo X. Como
determinó el Rey de pasar a la Isla, y del testamento que hizo,
dejando por su universal heredero a don Alonso su hijo.

Oídas
por el Rey las buenas razones de don Pedro, con tan mejoradas nuevas
de las que había entendido antes de los mercaderes, se holgó mucho
con ellos, y se animó en grande manera para pasar de nuevo a
Mallorca. Y así mandó recoger ciertas compañías de soldados que
para la conquista de Menorca tenía ya hechas. Y luego sin más
detenerse en Zaragoza que de paso, se partió para Tarragona, por dar
prisa a la embarcación. Puesto que atendiendo a lo por venir, y
porque andando de cada día envuelto en tantos peligros de guerras y
continuas navegaciones, si falleciese improvisadamente, no quedase
confusa para los suyos la sucesión de sus reinos, hizo testamento de
nuevo, e instituyó a don Alonso su hijo único, a quien la Reyna
doña Leonor su madre criaba en Castilla, por su universal heredero y
sucesor en todos sus reinos y señoríos, así de Aragón, como
también del Reyno de Mallorca después de los días de don Pedro de
Portugal, y de los Condados de Barcelona y Urgel, del Principado de
Mompeller, con todos los otros estados que por tiempo conquistase por
su mano. Mandando a todos los grandes y señores de título, y a los
Barones de sus reinos, y a las ciudades y villas Reales, que le
tuviesen por legítimo y universal heredero suyo, y por tal le
obedeciesen. El cual si muriese sin hijos, sustituya por heredero con
las mismas condiciones a su primo hermano don Ramón Berenguer Conde
de la Prohença y sus hijos y sucesores. Faltando todos estos, a don
Fernando su tío: para que aplacase su antigua cobdicia de reynar,
solo por sus días, por ser ya monje profeso, y que no se podía
casar. Después deste constituyó herederos los más propinquos
parientes de la casa y sangre Real. Así mismo estando con algún
recelo de la institución y crianza de don Alonso, después de
haberle mucho encomendado, y puesto debajo del amparo de la santa
sede apostólica, mandó que tuviesen el cargo de criarlo, y bien
instituirle el buen viejo don Aspargo Arzobispo de Tarragona, por
haber sido el que instituyó a él, y le tuvo en sus brazos al tiempo
que le juraron por Rey en las primeras Cortes que tuvo en Lérida: y
también a los maestres del Ospital y Temple de la corona de Aragón,
y a don Guillen Ceruera monge de Poblete. Mas declaró, que por
cierto tiempo le tuviesen en la fortaleza de Monzón, donde él había
tomado su crianza y primera disciplina del comendador Monredon, al
cual, si vivo fuera, se lo encomendara. Finalmente quiso que esta
sucesión fuese válida, si doña Leonor, y el Rey de Castilla, en
cuyo poder estaba el Príncipe don Alonso, lo entregasen liberalmente
a los
tudores
nombrados, y que entrase en posesión de los Reynos pacíficamente,
no por fuerza, ni con mano armada. El cual testamento fue firmado, y
publicado en Tarragona, en presencia del mismo Arzobispo, del Abad de
Poblete, y de fray Pedro Cendra, religioso doctísimo y de muy santa
vida, que entonces era Prior del convento, y monasterio de
Predicadores en la ciudad de Barcelona, y don Guillen de Moncada, y
de otros grandes y barones de los dos reynos. Del cual testamento y
sucesión del Príncipe don Alonso, se siguió muy grande
contentamiento y aplauso por todos los reynos.










Capítulo
XI. Como pasó el Rey por tercera vez a Mallorca, y determinó
conquistar a Menorca,
cuyo
aßiento
y excelencias de Isla se describen.

Hecho que fue y publicado
el testamento muy a gusto del Rey, y de todos cuantos lo oyeron
(puesto que no se había de poner en ejecución cosa de las que en él
se contenían, sino en caso que falleciese el Rey) entendió luego en
embarcarse con los señores y Barones nombrados, en dos galeras, y
otras naves y bajeles que llevaban las compañías de Infantería que
habían de quedar en la Isla, y partiendo de Salou, a tercero día
aportó con toda la armada en la ciudad de Mallorca. Lo primero que
el Rey hizo en desembarcar fue subir con los Canónigos y Clero que
le salió a recibir en procesión, a la iglesia mayor, donde se holgó
extrañamente viendo la obra que iba muy adelante, con tan admirable
y suntuosa traza, cuanto de ningún otro Templo él había visto: del
cual estaba la capilla mayor acabada. Allí hizo infinitas gracias a
nuestro Señor y a su bendita madre, por tan felices y prósperos
successos que por tierra y por mar siempre le concedían. Luego tuvo
consejo de guerra con los principales capitanes y maestre de campo,
que allí se hallaba el comendador Serrano del Temple expertísimo en
guerra, y con ellos don Assalid Gudal, y los dos gobernadores de la
Isla, con los demás que en el precedente capítulo nombramos. Ante
los cuales propuso la conquista que determinaba hacer de la Isla de
Menorca, por lo mucho que importaba para la conservación y defensa
de Mallorca: antes que los de Túnez y de la Berbería se apoderasen
della, y le naciese allí un cruel
padrastro
para siempre inquietarla: por ser Isla muy fértil y con los puertos
y fortalezas que tenía, muy bastante para mantener ejército: y que
por eso cumplía anticiparse a tomarla. Pues como a todos pareciese
bien la proposición y deliberación del Rey, determinose la
conquista della: y que los soldados bisoños se quedasen en la
ciudad, y los
platicos
entrasen en dos galera y fuesen a Menorca con el orden secreto que se
diese a los capitanes de ellos. Y así se armaron luego y
abastecieron las dos galeras, en las cuales se embarcaron dos
compañías de Infantería muy platica y
lucida, y se partieron
para Menorca. Esta es la menor Isla de las Baleares, la cual tiene a
Mallorca casi (
quasi)
al poniente, y dista de ella (según Plinio, y el Rey en su historia)
XXX millas, hasta el cabo de Formentor, al cual responde enfrente el
puerto de una pequeña, y bien fortalecida ciudad, que llaman
Citadela: que está fundada en alto sobre el puerto bien seguro y
ancho: y es muy deleitosa, por estar rodeada de arrabales, y
caserías, con su campo muy fértil y plantado de frutales y
arboledas, entretejidas con mucha hortaliza (
ortaliza)
y yerbas saludables. Puesto que según la opinión de Marsilio, que
escribió esta historia, solamente es buena para criar todo género
de ganados mayores y menores, y no para todos granos ni mieses. Pero
Tito Livio, y la experiencia dicen, y muestran, que su campo es muy
fértil, y hábil para producir todo aquello que produce el de
Mallorca. Hay dentro de la Isla muy grandes montes, aunque no tan
ásperos y levantados, ni tan cavernosos como los de Mallorca. En el
más alto de estos en medio de la Isla, había edificado un palacio
grande y casa de placer donde se recreaban los Reyes Moros, todas las
veces que pasaban a
ella. En la cual se hallan cuatro puestos,
que son la Citadela, Serinao, Fornel, y Mahò. Este es el más famoso
de toda la Europa porque es muy ancho y muy seguro: y se nombro así,
del Capitán Magon hermano de Anibal famosísimo capitán de
Carthagineses. Los cuales poblaron esta Isla que está al septentrión
de ellos. Según en ella quedan aun señales y memorias de los
pobladores. Y no falta quien escribe que nació Anibal en ella. De
suerte que Mahón y Ciudadela, como principales, y más seguros
puertos de la Isla, tenían guarnición de gente de guerra
sujeta
a los corsarios, y estaban en defensa.




Capítulo
XII. Como llegaron las dos galeras a Citadela, y saltó la gente en
tierra, y del ardid que usó el Rey con los de la Isla para que se le
entregase luego.

Llegaron las dos galeras con los soldados
viejos a tomar puerto en la Citadela, sin que ninguno de la tierra se
los estorbase (
estoruasse)
y luego saltaron en tierra, y publicaron ser gente Christiana,
enviada por el Rey Christiano de Mallorca, y trataron con el
gobernador de la Isla por sus intérpretes, notificándole, que pues
su Rey antiguo de Mallorca había sido vencido y sojuzgado por el Rey
de Aragón, y la ciudad porque no quiso luego rendirse, fue tomada
por fuerza de armas y saqueada, con tanto derramamiento de sangre, y
los demás daños que padeció, que por eso tuviesen los de la Isla
por bien de rendirse y entregarse a toda merced del mismo Rey, que de
su condición era tan benigno y piadoso, que les haría toda merced,
y consentiría se quedasen con sus casas y posesiones pacíficamente
en ella. De otra manera, no queriendo darse a buenas, supiesen que
habían de padecer mayores crueldades y muertes que la ciudad de
Mallorca, y que los echarían de la Isla. Como oyeron esto el
gobernador y principales de ella, que luego fueron allí todos, y
sabían muy bien todo cuanto había pasado en Mallorca, pidieron
tiempo para tener su consejo y dar la respuesta. Y luego les
presentaron mucha cantidad de pan y carnes, pasas y higos para que en
el entretanto comiesen sin desmandarse por la ciudad, y ellos se
entraron en la fortaleza: donde mientras trataban de rendirse,
puestos a unas ventanas que miraban a Mallorca, el Rey que quedaba en
ella con parte del ejército, acompañado con tres de a caballo se
subió en un monte, que es un principal cabo de la Isla llamado, como
dicho se ha, Formentor, o de Menorca, porque la mira de allí, y está
enfrente de la Citadela. Esto era al tiempo que anochecía, y
pensando el Rey en lo que harían los soldados, y el entretenimiento
que podrían hacer los de la Isla por no darse, usó deste ardid con
ellos, y como lo pensó le sucedió. Porque llamó a los capitanes
que le seguían, para que mandasen a los soldados que en un mismo
punto cada uno encendiese las retamas en diversas partes del monte,
señaladamente donde más se descubrían a la Citadela, de manera que
les pareciesen diversas hogueras y para los que las viesen de lejos
representasen lumbres de algún grande ejército. A donde como
echasen los ojos los de la ciudad, que estaban en la fortaleza,
conjeturaron, que aquella visión, o prodigio, no significaba, ni era
otro, que de algún grandísimo ejército de los Cristianos que
estaba muy en orden, aguardando lo que ellos responderían a las
condiciones y partido que se les había ofrecido de parte del Rey:
para que en sabiendo que no querían darse, y que rehusaban su
clemencia, fuesen luego sobre ellos. De suerte que alterados por la
visión, y atajados del miedo luego sin más consulta determinaron
darse a toda merced del Rey. Para esto llamaron a los capitanes
Cristianos, y quien abiertas las puertas de la fortaleza libremente
se la entregaron con toda la Isla. Solo suplicaron se les permitiese
a todos los de la Isla quedar en ella, y no ser echados a otra parte:
pues prometían servir al Rey, y a sus oficiales fidelísimamente,
como perpetuos esclavos. Con esta nueva despacharon luego los
capitanes para el Rey una fragata con el principal dellos, y llegado
ante el Rey hizo relación de todo lo que había pasado en la
Citadela, y como realmente pensaron los Moros, vistos los fuegos del
cabo de Menorca, eran de algún muy grande ejército que venía
sobrellos, y con esto luego en aquel punto se rindieron. Holgó mucho
el Rey del próspero successo, y pacífica entrada de la Isla. Y así
mandó que la tomasen a toda merced suya, y les asegurasen personas y
haciendas con lo demás que pedían. Tomada la fortaleza y pueblo de
la Citadela con todos los otros puertos y pueblos de la Isla, sin
permitir dar a saco tierra alguna: el gobernador con otros
principales de la Isla fueron llevados en una de las galeras al Rey,
y en saltando en tierra todos se le postraron a los pies con su
ceremonia morisca, y besada la rodilla se le rindieron como a su
señor y Rey en su nombre y de toda la Isla.









Capítulo XIII. Como los Moros rebeldes en sabiendo que Menorca era
tomada, se rindieron al Rey, y les perdonó, y como dejando puestos
gobernadores en las dos Islas se volvió para Cataluña.



Desta manera que
habemos dicho, se sojuzgó, y vino en poder del Rey la Isla de
Menorca, cuya nueva fue luego divulgada por toda Mallorca. Pues como
los Moros rebeldes de la montaña, que
hasta allí se estuvieron
a la mira, y no cumplieron lo que habían prometido a los
gobernadores de entregarse a la persona (psona) del Rey en llegando,
entendieron que Menorca se había rendido, y la benignidad y todo
buen partido que el Rey había usado con los de la Isla: en el mismo
punto salieron de sus montes y cuevas, y sin esperar la presencia del
Rey, se esparcieron por los
caminos, y a cualquier soldado
Christiano que encontraban, se le echaban a los pies y se le rendían,
pidiendo perdón a voces. De lo cual gustó mucho el Rey, y fue muy
reída (
reyda)
la burla por todo el ejército. Y habido consejo sobre lo que
dispondrían (
dispornian)
de los Moros rebeldes, fueron los más condenados a perpetuos
esclavos, y trasladados a vender en la tierra firme. Puesto que
algunos probando como fueron forzados por los otros ha haberlos
(
auerlos)
de seguir en la rebeldía, cobraron por merced del Rey parte de sus
campos y caserías, y quedaron en la Isla obligados a servir con sus
personas, y haciendas en los edificios y obras públicas de ella.
Concluida esta guerra de la montaña, quedando ya el Rey absoluto
señor de las dos Islas, se detuvo dos meses más en ellas, y mandó
al uno de los gobernadores residiese con buena guarnición de gente
la mayor parte del año en Menorca, en guarda de la Citadela, por ser
de allí el más breve paso de mar de la una a la otra Isla, para que
se ayudasen y de noche se hiciesen señales de paz y de guerra con
fallas de fuego. Hecho esto, de lo que más se preció el Rey fue,
dejar la Isla mayor muy fortificada de gente y armas: mandando
reedificar los castillos y torres de las atalayas que estaban en los
puertos y calas de mar alrededor de la Isla, y donde no las hubiese,
siendo necesarias, que se edificasen de nuevo, poniendo en ellas
guardas contra la furia de los corsarios de Berbería. De aquí vino
que toda la Isla está cercada de torres y atalayas. Esta guarda
encargó mucho el Rey a los caballeros y barones que tenían campos y
lugares en la Isla: certificándoles usaría de todo rigor, y
condenaría so graves penas, a los que en esto se
houiessen
con descuydo
, señalando la psona
de don Pedro de Portugal, a quien, como está dicho, el Rey había
dado las Islas por su vida. Pero llegó a tanto su flojedad y
tibieza, que hecho de si todo el gobierno y cuidado dellas, porque no
quería quedar allí, según por todas vías procuraba de volver a
tierra firme. Por esta causa, no mucho después, el Rey conquistando
el Reyno de Valencia, le dio ciertas villas en él, las cuales
recibió don Pedro de buena gana, y contento de la recompensa,
renunció libremente en el Rey todo el derecho que a las Islas tenía,
como adelante diremos. De manera que cesando las guerras, vuelta
Mallorca a su buen gobierno de paz, y a ser bien cultivada la tierra,
creció tanto la fertilidad y abundancia de ella, en frutos y las
demás mercaderías de la tierra, que se restituyó en su trato y
comercio primero, con todas las partes marítimas de la Europa. De
suerte que así por la ocasión de su fertilidad, y de las muchas
mercaderías que a ella se traen, como por las que a la Isla sobran y
se llevan a todas partes, no solo volvió a su opulencia antigua:
pero también por las continuas contiendas y escaramuzas que su gente
tiene con los moros corsarios de África, es más belicosa y
ejercitada en armas que ninguna otra.




Fin del libro octavo.