Mostrando las entradas para la consulta caballero ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta caballero ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas

domingo, 17 de octubre de 2021

FERNÁN CABALLERO.

FERNÁN
CABALLERO.

Fernán Caballero, Cecilia Böhl de Faber



Formular
un juicio acabado de Fernán Caballero, y aquilatar definitivamente
sus altas dotes literarias, no es cosa de fácil logro para quien,
como nosotros, sólo puede contar con un criterio inseguro.
Venturosamente, escritores nacionales de incontestable respetabilidad
y bien asentada nombradía, unas veces con los encarecimientos del
entusiasmo, otras con el sesudo lenguaje de una crítica razonada,
han venido a confirmar la estimación y aplauso que el público ha
dispensado siempre a las producciones del esclarecido novelista. Y,
para que la celebridad de nuestro Fernán (Fernan en el original)
reuniese todas las condiciones de legitimidad apetecibles, ese nombre
modestamente sencillo, por un privilegio otorgado a muy pocas
lumbreras de la literatura española contemporánea, ha traspuesto la
valla de los Pirineos, y la Europa inteligente le rinde ya el
homenaje de su admiración y simpatía. Las obras de Fernán se
hallan traducidas en francés, en alemán y en bohemio, y
periódicos extranjeros tan importantes como el diario inglés
Chamber‘s llenan sus columnas con lisonjeras apreciaciones del
hechicero narrador. El tan elegante como profundo Carlos de Mazade, a
quien las letras patrias del siglo presente son deudoras de
investigaciones llenas de atinada sagacidad; Antonio de Latour,
erudito apasionado e incansable, literato ameno y variado como un
artista, minucioso y paciente como un anticuario; y, por fin, el
barón Fernando Wolf, sabio portentoso y benemérito patriarca de la
crítica europea; jueces de tan notoria competencia, en fin, han
hecho al autor de La Gaviota toda la justicia que debía esperarse de
la alteza de su criterio y de la sinceridad de sus intenciones. (Ver la chaika de Chéjov)


No
se ocultará, pues, al buen juicio del Sr. D. Luis María Samper que,
para justipreciar el complicado mérito de un escritor que, como

Fernán Caballero, ha recibido la doble sanción del encomio popular
y de la autoridad científica más encumbrada, no conviene proceder
de ligero ni cavalièrement, como dicen nuestros vecinos de
allende. En nuestro humilde sentir, de este defecto adolecen los
párrafos críticos que ha dedicado el Sr. Samper al más eminente
novelador de España. De otro modo, ¿cómo se concibe que una
persona dotada del recto sentido literario que suponemos a dicho
señor, haya calificado a Fernán Caballero de romancista mediocre,
arrancándole la palma gloriosa de la novela nacional contemporánea
de costumbres que propios y extraños le conceden?


Son
tan vagas las razones en que funda el Sr. Samper su peregrina
aserción, que no es socorrida tarea el refutarlas de una manera
cabal y satisfactoria. Lo más natural, pues, en este caso es indicar
las dotes de novelista superior que reúne Fernán Caballero.


Una
de las cualidades que más resplandecen en sus novelas, es sin duda
aquella condición esencialísima de toda producción del arte, y
especialmente del género escogido por Fernán para dar a luz los
tesoros de su alma, a saber: verdad.
En tanto la tienen los
caracteres que ha pintado, en cuanto son, casi todos, retratos de
personajes reales y verdaderos, embellecidos con aquella aureola
ideal, animados por aquel soplo creador, que es uno de los atributos
más indelebles del genio. Fernán, lo mismo que Cervantes,
Goldsmith, Dickens, y Balzac cuando no metafisiquea, no ha necesitado
para dar vida inmortal a los caracteres que ha delineado tan
primorosamente, hacer esfuerzos colosales de imaginación ni
extraordinarios tours de force; con aquel tacto exquisito que escoge
los tipos sociales que merecen los honores del pincel, ha condensado
y puesto de relieve los rasgos de las fisonomías morales que
intentaba reproducir, con sobriedad de colorido, con fuerza, con
briosa y gráfica energía. Y ¿qué diremos de la verdad maravillosa
que brilla en las situaciones, ya sublimes, ya tiernas, ora
sencillas, ora complicadas, y siempre lógicas y naturales, a que da
lugar el juego variado de los caracteres pintados por Fernán?


Fácil
y grato nos sería aglomerar ejemplos que patentizasen hasta qué
punto posee el autor de La Gaviota y de Clemencia tan preciosas
cualidades; pero nos lo impiden los angostos límites que hemos
fijado a esta rectificación. Por otra parte, ya que el Sr. Samper el
único ejemplo que ha citado en apoyo de su intento, ha sido La
Gaviota, cuyo desenlace tacha de completamente ilógico, nos
ceñiremos a esta originalísima novela, como prueba relevante de la
verdad y lógica con que sabe trazar sus caracteres nuestro gran
pintor de costumbres.


Marisalada
es una organización eminentemente vulgar; dando a la palabra
vulgaridad la acepción que le dan las naturalezas exquisitas y
delicadas, esto es, una ruindad en el pensar y sentir, espontánea,
vigorosa, incurable. Esencialmente refractaria a todo lo noble,
poético y elevado, lejos de adquirir con sus hábitos de vida
agreste y montaraz un sello de salvaje grandeza, lo único que
adquiere es un carácter duro, voluntarioso y díscolo. Ama su casa
como el pájaro su nido, porque le sirve de albergue, no por ser la
morada de su padre, que la adora. Cuando el buen Stein, corazón de
oro de ley, alma tierna, melancólica y suave como una melodía de
Schubert, tomando la vulgaridad crónica de Marisalada por ingenua
sencillez, se esfuerza en pintarle las puras fruiciones de un amor
poéticamente honrado, las bruscas contestaciones de ella hacen el
efecto de una salida de tono, de una rechinante inarmonía. Los
dulces sonidos de la flauta con que Stein entretiene sus ocios, nunca
hacen venir lágrimas a los ojos de La Gaviota, ni llenan su alma de
sublime tristeza; tan sólo la sorprenden y hechizan, como a las
serpientes de la Luisiana, causándole un placer confuso y maquinal.
Luego que su portentosa voz y su gran talento musical llegan a
trasformarla en una prima donna, los aplausos frenéticos del público
entusiasmado y el fetichismo de sus adoradores no alcanzan a darle
orgullo artístico; únicamente le dan un poco de plebeya vanidad.
Tan indiferente al amor de cabeza del duque como al amor de corazón
del desventurado Stein, sólo puede ser sensible al amor material de
un torero. Como todas las mujeres de su estofa, ninguna belleza moral
hace mella en el grosero corazón de Marisalada, que no sabe rendirse
sin degradarse. Necesita una voluntad de bronce que la tiranice
brutalmente, y una hermosura corpórea en todo el lujo de su
vitalidad y energía. Estas circunstancias concurren en Pepe Vera.

Es lo que se llama en España un real mozo: robusto, bien plantado, hermoso y valiente, trata a sus queridas con el cariño,
tan parecido al desprecio, de un sultán de calañés. He aquí el
bello ideal de Marisalada. Por un castigo eminentemente justo, pues
sigue de cerca a su alevosía conyugal, La Gaviota pierde el órgano maravilloso de su voz, y el enjambre de sus cortesanos y admiradores
la abandona, como huyen los pájaros del árbol seco y caído. ¿Qué
debiera haber hecho entonces la hija de Santaló en la opinión del
Sr. Samper? ¿Clavarse un puñal en el pecho como una mujer
apasionada, ella que tiene impresiones y no sentimientos?
Prescindiendo de lo inmoral y manoseado de semejante recurso, el
suicidio poquísimas veces da la explicación lógica de un carácter;
no desata el nudo, lo rompe. ¿Debía entrar en una casa de
corrección como una Dama de las Camelias sin camelias, que, cansada
de dar la carne al diablo, da los huesos a Dios? Pero Marisalada,
aunque pecadora, estaba muy lejos de merecer un encierro que sólo
conviene a las mujeres de mundo arrepentidas. ¿Debía buscar la paz
de su corazón en las dulzuras del misticismo y en las prácticas de
una devoción triste pero consoladora, como la pobre Dolores?
Considérese cuán antinatural hubiera sido que una alma hosca y
fiera, que un corazón frío y seco, hubieran entrado suavemente en
una vía de penitencia, de lágrimas, de oración, de espiritualismo.
Marisalada podía como todo el mundo llegar a ser una buena
cristiana, pero una devota, simpática y dulce, no grosera, no
supersticiosa, nunca podía serlo sin echar a perder completamente
todas las condiciones de su carácter especial. Pero Fernán
Caballero con ese instinto admirable que le caracteriza, ha casado a
su heroína con el barbero de Villamar, Ramón Pérez. De esta manera
la hija de Santaló consigue lo único en que piensa una mujer de su
calaña, cuando se halla en su caso: buscar quien la mantenga; pero
al propio tiempo tiene a su lado un castigo sempiterno y providencial
en Ramón Pérez, que la hiere sin cesar en sus recuerdos de lujo, en
su vanidad, en su hermosura marchita y hasta en la susceptibilidad de
sus instintos musicales, que han sobrevivido, como un sarcasmo, a la
pérdida irreparable de su voz prodigiosa.


No
nos detendremos en reseñar menudamente las demás dotes de novelista
superior que concurren en Fernán Caballero.


Recuerde
el Sr. Samper aquellas descripciones inimitables en las cuales la
naturaleza habla y siente; aquellos diálogos ya profundos, ya
airosos, llenos de chispa, de vivacidad de colorido; aquel estilo
siempre original, siempre ingenioso; llano sin prosaísmo, elevado y
elocuente sin pompa hueca, sin declamatoria exageración. Si tal vez
la escasez de intriga ha hecho al Sr. Samper negar el mérito
sobresaliente de Fernán como novelista, este crítico sabe mejor que
nosotros que El Quijote, no pocas novelas de Fielding y Richardson,
muchas de Walter Scott, I Promesi Sposi de Manzoni, casi todas
las de Bulwer, Dickens y Jules Sandeau, y por lo general todas las
que son estudios fisiológicos o históricos, carecen de acción, o,
si la tienen, es sencilla, tenue, casi nula; y nadie niega a estos
ilustres escritores el primer lugar en el género novelesco.


En
cuanto a la intención general de las obras de Fernán Caballero,
está muy lejos de ser hija de ningún espíritu de secta
político-literaria como asegura el señor
D. Luis María. La
intención bien clara de estas inmarcesibles producciones ha sido el
reproducir exactamente y con escrupulosa fidelidad la verdadera
fisonomía del pueblo español, antes de que el prurito nivelador del
siglo la haga desaparecer por completo; así como un retratista se
apresura a trasladar al lienzo las queridas facciones de un amigo,
antes que la muerte las borre para siempre.


Creeríamos
lastimar la dignidad de Fernán Caballero vindicándole de la manía neo-católica que le echa en cara el señor Samper. El
catolicismo de Fernán, como inspirado directamente por el Evangelio
y la Iglesia, no es nuevo (neo) ni viejo; es eterno, como hijo de
aquél que dijo: Ego sum veritas. (yo soy la verdad)


Concluiremos
refutando dos aserciones del Sr. Samper, igualmente injustas, aunque
de menos importancia.
Las digresiones doctrinales de Fernán
Caballero en sus novelas no pueden tildarse justamente de sermones,
como se le antoja decirlo al Sr. Samper. Esta palabra aplicada en
sentido indirecto, como lo hace dicho señor, no puede indicar más
que inoportunidad o pesadez. Las digresiones doctrinales de nuestro
autor no son inoportunas, porque unas veces sirven de clave para
explicar ciertos caracteres, como en los preciosísimos consejos que
da el Abad a Clemencia (en la novela de este nombre), granos de
divina semilla que, fructificando en el corazón de esta joven
encantadora, llegan a hacerla un modelo acabado de alta discreción,
poética sabiduría y nunca desmentida delicadeza de sentimientos;
otras son desahogos naturalísimos y lógicos del autor, autorizados
por todos los novelistas conocidos, y especialmente por el gran padre
de la novela moderna, Cervantes.
No son pesados, ni por su
extensión, pues casi todos son excesivamente cortos, ni por su
vulgaridad, puesto que son de una originalidad marcadísima, y en
ellos habla más un sentimiento ilustrado y puro que una fría, tiesa
y encopetada razón.


Respecto
al exagerado antiextranjerismo de que el Sr. Samper acusa de paso a
Fernán Caballero, a propósito de La Gaviota (en donde precisamente
el autor personifica, ridiculizándolo, el españolismo exagerado en
el general Santa María), sólo advertiremos a dicho señor una cosa
muy sencilla, pero concluyente. Fernán Caballero, según tenemos
entendido, ha tenido ocasión de tratar a muchos extranjeros, y ha
viajado lo bastante para conocer las extravagancias y preocupaciones
de las demás naciones y sus buenas dotes. He aquí por qué en sus
novelas ha puesto en ridículo aquellas, respetando siempre estas
(*).
Además, si alguna vez hubiese hecho un poco fuertes las
tintas de sus figuras cómicas del extranjero, muy natural es
perdonarlo en la pluma más, verdaderamente española de la
literatura nacional.


(*)
Un crítico extranjero, más justo que el señor Samper, el
concienzudo Latour, dice, a propósito de esto: «Fernán Caballero
quiere apasionadamente a España, y la prefiere a todos los países
del mundo; pero la pinta bastante bella, para no tener necesidad de
realzarla calumniando a los demás; y, si en sus obras introduce
franceses o ingleses, sus retratos, alguna vez poco favorecidos, muy
raras veces son caricaturas.- N. del A.

sábado, 27 de julio de 2019

EL NOMBRAMIENTO DEL PRIMER CONDE DE LUNA


146. EL NOMBRAMIENTO DEL PRIMER CONDE DE LUNA (SIGLO XIV. DAROCA)

Zaragoza, 1310. Una dama perteneciente a una distinguida familia aragonesa, con ramificaciones en Daroca, ante el temor que le producía el parto que esperaba, prometió visitar los Corporales si todo se desarrollaba con bien y dedicar el neófito a la Iglesia. En efecto, tras nacer el niño, madre e hijo se trasladaron para cumplir la promesa ofrecida. Desde muy corta edad, el muchacho, llamado Lope de Luna, fue educado en las artes marciales, hasta ser armado caballero por el rey en 1336.

Esta ceremonia, ante Pedro IV, fue celebrada en La Seo zaragozana, en presencia de prelados, nobles y síndicos de las villas y ciudades del reino

Cuando el rey le preguntó a Lope el porqué de querer ser armado caballero, el joven le contestó que para servir a Dios, a la Religión y a su dama. Tras el espaldarazo real, caballeros, damas y doncellas le fueron colocando los restantes atributos del caballero, para finalizar Bernardo de Cabrera ciñéndole la espada e Isabel de Urrea la espuela, una espuela tan bella que en adelante se le conocería como Lope, el «caballero de la espuela».

Poco tiempo después, estalló en Aragón una tremenda conspiración contra el rey, la denominada Unión. Pedro IV huyó a Barcelona y desde allí viajó a Valencia, donde trató de apaciguar a los nobles levantiscos. En Aragón, todas las ciudades excepto Calatayud, Huesca, Teruel y Daroca se aliaron con la Unión.

Como pudo, reorganizó su ejército Pedro IV y Lope de Luna capitaneó las tropas de las ciudades leales al rey. Concentró sus huestes en Daroca, reconstruyó sus murallas —incluido el torreón que se llamaría del «caballero de la espuela», hoy de Cariñena— y se aprestó a la defensa del rey, declarando la guerra a la Unión. Acudió con sus tropas a Tarazona, por donde entraba el rey de Castilla, y luego a Épila, donde más de quince mil desleales, capitaneados por el infante don Fernando, creían poder asestar el golpe definitivo al rey.

El encuentro fue sangriento, pero las tropas llegadas de Daroca con don Lope de Luna fueron decisivas en la victoria real. Pedro IV, al vencer en Épila el 21 de junio de 1348, pudo anular los privilegios de la Unión, castigó a los nobles insurrectos y concedió al «caballero de la espuela», don Lope de Luna, el título de conde de Luna, el primer título condal que se concedía a una persona que no fuera hijo de rey.

Beltrán, José, Tradiciones y leyendas de Daroca. Daroca, 1929.]



El condado de Luna fue un título nobiliario aragonés,​ creado el 18 de agosto de 1348, por el rey Pedro IV de Aragón, a favor de Lope de Luna, III señor de Segorbe y IX señor de Luna, con motivo de la victoria en la batalla de Épila contra la Unión de Aragón.


Su denominación hace referencia a la localidad de Luna, en la provincia de Zaragoza, en la comarca de las Cinco Villas. Quedó extinguido en 1430, cuando Alfonso V de Aragón desposeyó de sus títulos y posesiones, incorporándolas a la corona, a Fadrique de Aragón por traición.

En la actualidad está vigente el condado de Luna creado por Felipe II el 18 de agosto de 1598, a favor de Francisco de Gurrea y Aragón, VI duque de Villahermosa, a cambio de su renuncia al condado de Ribagorza.

Lope de Luna, IX señor y I conde de Luna, III señor de Segorbe.
María de Luna, II condesa de Luna, IV señora de Segorbe.
Martín I de Aragón, II conde consorte de Luna, IV señor consorte de Segorbe.
Martín I de Sicilia, III conde de Luna, V señor de Segorbe.
Fadrique de Aragón, IV conde de Luna, VI señor de Segorbe.

Este condado de Luna es diferente y sin ninguna relación con el condado de Luna, que con la misma denominación, se creó posteriormente en Castilla por el rey Enrique IV de Castilla, el 22 de febrero de 1462, a favor de Diego Fernández de Quiñones.






EL NOMBRAMIENTO DEL PRIMER CONDE DE LUNA
Página del Armorial de Gelre donde aparece el escudo de la Casa de Luna.





lunes, 15 de julio de 2019

FERNANDO II, ARMADO CABALLERO DE MARÍA


134. FERNANDO II, ARMADO CABALLERO DE MARÍA (SIGLO XV. CASTEJÓN DE LAS ARMAS)

FERNANDO II, ARMADO CABALLERO DE MARÍA (SIGLO XV. CASTEJÓN DE LAS ARMAS)


La reconquista del reino de Granada se fraguó lentamente, a pesar de ser el último reducto musulmán que quedaba en la Península Ibérica. Poco a poco fueron cayendo las principales plazas que rodeaban a la capital hasta que, por fin, le tocó el turno a la ciudad de la Alhambra. En Aragón, la guerra granadina tuvo su reflejo, pues no en vano Fernando II el Católico fue partícipe directo en estos últimos instantes.
Cuenta la tradición que don Fernando se hallaba en Zaragoza acabando de realizar los preparativos que le llevarían a acometer el último asalto a la ciudad granadina, cuyas huertas y alrededores estaban ya en manos de los cristianos. Cuando tuvo todo organizado, partió con su séquito desde Zaragoza —donde había rendido una de sus escasas visitas a la ciudad— y, como era habitual, siguió la ruta natural del río Jalón para encaminarse hacia la Meseta. Estaban previstas las etapas a realizar por la comitiva, una de las cuales les llevó a levantar su campamento para pernoctar en Castejón, población cercana a Ateca, ya casi en los confines del reino de Aragón, aunque el rey pasó la noche en su castillo.

A la mañana siguiente, Fernando II asistió a la celebración de la Misa, y antes de abandonar tierras aragonesas, manifestó su deseo de ser armado ante la imagen de Nuestra Señora del Cerro, venerada en una pequeña ermita de esa localidad. El ceremonial fue muy sencillo por deseo expreso del monarca y en medio de un gran silencio se consagró ante sus capitanes y guerreros como caballero de María, a la que solicitó piadosamente su intercesión y ayuda para la guerra final que iba a emprender.

Nuestra Señora del Cerro, Castejón, Fernando II armado caballero


Pasó el tiempo, los Reyes Católicos reconquistaron Granada y Fernando II, victorioso, se vio precisado a volver a Aragón, haciéndolo una vez más por la ruta del Jalón. Al pasar de nuevo por Castejón —pueblo denominado desde entonces Castejón de las Armas por haberse armado caballero de María en él— se detuvo media jornada y ordenó —en recuerdo y agradecimiento de la ayuda divina recibida— no sólo construir una capilla dedicada a la Purísima Concepción, sino también la colocación de los escudos de Aragón y Castilla en el altar de la imagen de la virgen del Cerro, su valedora en la batalla. Hecho todo esto, prosiguió viaje a Zaragoza.

[Faci, Roque A., Aragón..., II, pág. 470.]


Castejón de las Armas es un municipio de España, en la provincia de Zaragoza, comunidad autónoma de Aragón. Tiene un área de 16,09 km² con una población de 87 habitantes (INE 2017) y una densidad de 5,41 hab/km². A nivel eclesiástico está dentro del Arciprestazgo del Alto Jalón.

El municipio está situado en la Comarca de Calatayud a 103 km de Zaragoza, a una altitud de 660 metros. Se encuentra asentado en las proximidades de las confluencias de los ríos Piedra y Jalón, lo que le confiere un bello paisaje formado por las vegas de ambos ríos. Parte de su término municipal está protegido dentro de la red Red Natura 2000 con la denominación de Riberas del Jalón (Bubierca-Ateca), que comprende una franja entre Bubierca y Ateca de la ribera del río Jalón.



Originariamente se denominaba Castejón de Ateca, en el siglo XVI paso a llamarse con su actual denominación.

Castejón de las Armas, le viene dado por la fábrica de armas blancas de muy buen temple, la fabricación de estas existía ya en 1495, todavía en el siglo XVI se fabricaban espadas famosas en la comarca; y dónde, cuenta la leyenda, que el Rey Fernando II el Católico, Rey de Aragón y de Castilla, en una de sus batallas, y a petición de su deseo, fue armado ante la imagen de Nuestra Señora del Cerro. Al terminar la conquista de Granada, volvió a este lugar, y en agradecimiento a las victorias conseguidas y a la ayuda divina recibida, orden construir la capilla dedicada a la Purísima Concepción y a colocar los escudos de Aragón y Castilla en el altar de la imagen de la Virgen del Cerro.

Los monumentos y sitios destacados en la población son varios como la Iglesia de El Salvador de 1280 de estilo gótico, destacando en su interior dos retablos barrocos en madera, y una talla también en madera que representa a la Virgen , de 123 centímetros de altura;
La Ermita de la Virgen del Cerro, que data del siglo XV aunque el edificio actual de estilo colonial fecha del siglo XVII; Restos de El castillo medieval del siglo XIV dónde cuentan que el Rey Fernando II paso una noche; El Río Piedra, famoso por sus truchas y la vegetación a lo largo de su cauce, atraviesa el pueblo dividiéndolo en dos; Las Fuentes de su localidad; La Chichulana lugar emblemático por sus vistas. Es el punto más alto del pueblo, desde dónde se divisa gran parte de la comarca, se puede llegar caminando desde el pueblo disfrutando de la naturaleza; Santorcal es una antigua casa de labranza a la que se llega después de recorrer la vega del Río Piedra, andando o en bicicleta, disfrutando de su bella vegetación; La fábrica de papel actividad económica destacable del pasado en la que se fabricaba con dos tinas y papel florete que se llevaba a Madrid, la fábrica funcionó hasta los años veinte del siglo pasado. Actualmente es una vivienda particular.

Las fiestas populares en honor a su patrón San Pascual Bailón el 17 de mayo , y la Fiesta Mayor a principios de agosto en Honor a la Virgen del Cerro.

sábado, 2 de octubre de 2021

EL CONCILIO. EL CONSILI.

EL
CONCILIO.



La
noticia divulgada por la Europa de que la iglesia iba a celebrar en
Viena un concilio general por el año 1311, durante el pontificado de
Clemente V, inspiró al gran Lulio el poema de que nos ocupamos,
entre otras obras en las que en tal ocasión manifestó un ardiente
celo por la extirpación de los errores, la conversión de los
infieles, la conquista de los Santos Lugares, y la dilatación del
dogma católico. En París, en vísperas de emprender el viaje hacia
la gran ciudad del imperio alemán para echarse a las plantas del
jefe de la grey cristiana, fue donde trazó Lulio en enérgicos
versos lo que aquel gran acontecimiento hacía concebir a su
infatigable imaginación. La esperanza que tenía en los resultados
de aquella asamblea, encendió en su corazón la llama del entusiasmo
que rebosa en los versos de la obra El Concilio. El objeto que en
ella se propuso era excitar a los poderosos para que emprendiesen el
recobro del Santo Sepulcro, y hacerles presente las virtudes de que
debía estar adornado el corazón de los que habían de tomar parte
en tan trascendentales deliberaciones, y los vicios que en ellas
deben alejar de sí.

la iglesia iba a celebrar en Viena un concilio general por el año 1311, durante el pontificado de Clemente V




Divídese
la obra en once capítulos. El primero consiste en una introducción,
en la que manifiesta el objeto de la composición, y exhorta a los
que han de concurrir al concilio, a que no sean en él avaros ni
perezosos, a que sean esforzados y cumplidos de amores, de suspiros y
lágrimas, para que Dios les haga llevar a feliz término la santa
empresa del honor divino. - "Aconsejaos, exclama, de hombres de
entendimiento esclarecido no de artificiosos y astutos, porque el que
va vestido de vicios y mala intención va mal apuesto; a lo cual
añade: que quien está negativo en el concilio, niega al Señor, que
expiró en la cruz; y concluye diciendo: - "Ayúdeos Dios en el
concilio, porque mucho temo que se os engañe. Antes que habléis
mirad por donde empezáis; no os fiéis de todo el mundo, porque hay
muchos de intención torcida. En el concilio el astuto cordero burla
al lobo y al león, y la zorra se ríe de la raposa. El
sí es peor a veces que el no, y si no andáis con prevención seréis
engañados y escarnecidos. Tened presente siempre que vuestro objeto
es Dios, vía por la cual ascendemos al cielo; y si persistís día y
noche en el concilio, no os vendrá daño, antes estaréis seguros y
seréis perfectos.



El
segundo capítulo va dirigido al Sumo Pontífice Clemente V, a quien
arenga para que no ande remiso en la celebración del concilio, para
que le honre con su presencia, y haga en él cuanto pueda por la fé
de Jesu-Cristo; diciéndole, que si así no lo practica será
blasfemado y aborrecido de las gentes, y que Dios le pedirá estrecha
cuenta de su conducta. Aconséjale que lejos de ser orgulloso y
altivo en el concilio, que es el camino por donde con fina y
perseverante voluntad se llega a buen término, sea noble y use de
largueza en sus concesiones. Indúcele también a que haga predicar
la fé católica y probarla con razones concluyentes, para atraer los
infieles al bautismo y a la salvación eterna; y concluye en estos
términos: - "Si el concilio no se celebra o no tiene buen
éxito, miedo he de que gran mal nos sobrevenga; mas quien ante el
daño permanezca indiferente, irá a hospedarse en mala casa, para
padecer eternamente males sin cuento y sin que sienta el consuelo de
los que se arrepienten. Rogad a Dios, alto pontífice, que en este
gran suceso seáis ayudado, que el Espíritu-Santo os ilumine, que la
excelsa reina de los cielos os tenga siempre en su memoria y que el
Dios del amor os preste el necesario auxilio en el gran negocio de su
honra." -



Dirígese
a los cardenales en el tercer capítulo, como consejeros que son del
Sumo Pontífice; a los cuales recuerda el grande premio que
alcanzarán de Dios, si cooperan al buen éxito del concilio; y
amenázales con la cólera divina, si en él promueven obstáculos.
Les ruega que escojan buenos caballeros para emprender la reconquista
de los Santos Lugares, y continúa diciéndoles: - "El que no
haga todo el bien que le será dable, atraerá sobre sí la venganza
celeste; pues con no hacer el bien, hará mal; al paso que no hará
mal procurando hacer el bien; y pues en vuestras manos reside el
poder, sed amigos del bien." - "Consagrad a Dios el poder
que de Dios habéis recibido, porque si no lo hacéis, vais a excitar
su enojo y os sobrevendrán grandes males." - "Vuestra
decidida voluntad puede conquistar y llevar a buen fin el orbe todo,
con sólo dedicar a Dios el poderío que tenéis. Contribuid, pues, a
los buenos resultados del concilio, que valen más que todos los
tesoros imaginables, y que el descanso y las vanas comodidades del
mundo.” -



Los
príncipes son objeto del capítulo cuarto, y es uno de los más
enérgicos e inspirados de la obra. Después de alentar a los reyes y
barones para que levanten su bandera, dice: - "Caballero que
bien sabe amar, no debe permanecer indeciso un solo momento en
emprender la gloriosa conquista de la Siria. Ármense, pues, para la
honra de Dios, con vigor y esfuerzo, reyes y emperadores. Pronto
veremos quienes serán los buenos, quienes harán de la razón
bandera, y armadura del amor (de) Dios; y quienes los prelados
que dispuestos a la santa empresa, darán la señal, diciendo: -
Prontos estamos: sús, bravos paladines!" - "Al buen
caballero cúmplele cabalgar, embrazar el escudo, empuñar la espada
o enristrar la lanza; cúmplele amar a Dios para dedicarse a su
servicio, emprender la conquista del Santo Sepulcro y alcanzar el
perdón de sus culpas. Mucho avergonzaréis, ó príncipes, al jefe
de la iglesia, si mostrándoos dispuestos a acometer la santa
empresa, no os ayuda ni favorece. "
- "No es cortés el
caballero que no ama a Dios sobre todas las cosas; ni sabe dar buenos
mandobles en su servicio quien se encenaga en el pecado. ¡Ah,
caballero! corre con todo tu brío y tu voluntad a servir a tu Dios."
- "El caballero que a Dios sirve no conoce el miedo, porque Dios
le da esfuerzo, y el santo amor le alienta. ¡Ah, caballero! Ama la
caridad y el bien de tu prójimo, si quieres merecer el nombre de
valiente. No hay caballero esforzado si no se adorna de virtudes, ni
lo es el que con falso amor se olvida, descansando en su lecho, de la
honra de Dios.” - “El buen caballero ha de servir a la justicia,
ha de perseguir la sinrazón y el mal, para que el bien pueda
entronizarse." -
"Más vale el paladín aventurero para
el servicio de Dios, que el malvado que desama a su Criador y no
llora sus desvíos. ¡Ah caballeros! Pronto veremos cuales serán los
primeros, cuales serán los más esforzados!" -



El
capítulo quinto se ocupa de los prelados, a quienes encarga que no
sean desidiosos ni amigos de la molicie y que den lo que reciben, en
pro de la santa conquista; que empleen todo su poder y valimiento en
hacer bien; y que ofrezcan a Dios cuanto tengan, puesto que en dar
hacen una buena obra, avisándoles de que si así no lo practican,
verán cuán tremendo les parecerá el juicio de Dios. - "Prelado,
dice, considera lo honrado (que) te ves por Jesucristo, y cuán
poco le amas, no procurando el recobro de su santo sepulcro; ve pues
a honrarle sin mezquinidad (mezquindad) de corazón; ve a ser
una de sus columnas en el concilio." - "¿Qué harás de la
gran potestad que has recibido?
¿La emplearás en el servicio de
Dios? Si así no lo haces, ¿qué es lo que dirás al parecer ante el
tribunal de la justicia divina, cuando aquel juez recto exclame:
-
Puesto que quisiste mi mal, ve a los eternos tormentos. -



"No
imagines que puedas engañar a Dios, ni que puedas torcer sus justos
juicios; si nada quieres hacer por él, te expones a ser blanco de la
ira celeste; si no practicas el bien, no creas encontrar excusa a los
ojos de tu Criador." - "Después dirígeles consejos e
infúndeles el temor de Dios, y les asegura el menosprecio de los
hombres si no procuran el buen éxito del concilio; y concluye
diciendo: - "¿Qué vale, ó prelados, vuestro anillo, vuestro
soberbio caballo, vuestro rico manto, vuestro séquito de apuestos
donceles, si en vuestros hechos no hay discreción, si cuando es
oportuno no hay ardimiento en vuestro espíritu, no hay nobleza en
vuestro corazón?" -



Trata
en el siguiente capítulo de los religiosos. Díceles que exhorten al
Papa y le aconsejen, y que prediquen la cruzada; y les advierte que
el que vaya contra el concilio, bajo su hábito va vestido de mal y
no procede con lealtad. Añade que el religioso contemplativo hace su
lecho de temor de Dios, que no se arredra por amenazas ni
contrariedades, y que el que quiere servir a Dios debe sacrificar por
él su existencia, predicando su santa ley, y enseñándola a los
infieles; porque mucho complace a Dios el que muere para sostener la
verdad; y concluye diciendo: - "Religioso, si el Papa va a la
conquista de Ultra-mar, todos le seguirán, y el triunfo
indudablemente coronará la empresa: si tienes, pues, ardimiento,
clama, predica con valor. Tú sabes que el perro ladra para que el
hombre despierte y evite el mal que amenaza; ladremos, pues, para
despertar aquellos que pueden contribuir a la santa empresa. Cubrirte
has con el hábito del bien y del buen ejemplo; el amor verdadero
debe hacerte esforzado; y sin miedo has de elevar tu voz para
predicar las excelencias del Señor." -



El
capítulo séptimo está dedicado a la contrición (contriccion),
la que desea hiera los corazones, para que brote de ellos el amor,
los suspiros y las lágrimas en satisfacción de los pecados. Dice,
entre otras cosas, que la contrición pierde su nombre, si no hay
verdadero arrepentimiento, si no llora amargamente su pecado; y si no
tiene éxito el concilio, será porque muchos se vestirán con paño
de falsedad, puesto que la hipocresía va en torno a veces de la
contrición, levantándola el traidor a menudo por enseña; siendo en
el fondo maldad lo que nos parece bueno en el exterior; aunque otros
de más elevado ánimo, hacen de la contrición su cota de malla y su
manto; a todo lo cual añade:
- “A ti me entrego, o contrición;
y con tal que inspires la devoción, que induzcas a la celebración
del gran concilio, y que alejes de todos la perfidia, contigo iré a
la Tierra Santa para la exaltación del bien; porque el que se
arrepiente, pronto queda perdonado, en todo obra con justicia, en
todo anda derecho, y es valeroso, porque tras ti
se guarece."
-



El
octavo capítulo se ocupa de la satisfacción, a la que llama casa
donde no habita mal alguno. Y después de varios conceptos, exclama:
- "Si no eres partidario del concilio, te haces enemigo de la
santidad y tendrás la ira de Dios suspendida sobre tu cabeza."
- "Considera todo cuanto Dios te ha dado, los bienes de que te
colma, y todo cuanto le robaste, y si de ello no has razón, en mala
hora naciste." - "Si en este mundo no das la debida
satisfacción de tu culpa, irás a las profundidades del infierno,
asediado de toda clase de males, sin que conozcas el bien. ¡Ah,
caballero! Sé bueno y valiente paladín, y acude el primero a donde
Dios te llama." -



La
devoción es el objeto del capítulo noveno, que empieza con estas
palabras:
- "Devoción, ¿á dónde estás? ¿No nos es dado
saber si irás al concilio, si le quieres, o si dirás al Padre Santo
y a los cardenales que señora eres de su albergue?” -
Dícele
que sea amiga de la bondad, del entendimiento y de la voluntad, a lo
cual añade:
- "Las consideraciones, los suspiros y las
lágrimas te piden un amor ardiente. ¡Ojalá que vayas a la gran
conquista, que prelados y barones te abriguen en su pecho para cobrar
en ti aliento y ardor, y que seas puerto de consolación? Ahora se
verá lo que valen tus lágrimas; y si nada consiguen ¿quién te
creerá de hoy en adelante? ¿Quién creerá ya con las palabras y el
llanto de Raimundo?" - "Ahora es tiempo de que con el papa
Clemente des comienzo a la alta empresa, y que todo el mundo reciba
de ello contento; de lo contrario ¿quién creerá después en tu
loro, en tu palabra y en tus elocuentes razonamientos? - ¿De qué
sirve que ciña el yelmo una cabeza sin devoción?"
-
"Llorando me iré al concilio a exhortar a los grandes señores.
Ven conmigo y ayúdame; y levantaremos hasta el cielo nuestra voz,
hasta que hayamos conseguido nuestro intento." -



La
oración da materia al capítulo décimo, a la cual dice
personificándola: -"Ven en nuestra compañía y predicarás al
Dios de bondad, para que nos ayude a honrarle y a dar término al
concilio, disponiendo la santa conquista de Ultramar. Ruega al
Todopoderoso que dé esfuerzo y voluntad al Papa, a los cardenales, a
los prelados, a los barones y a todas las órdenes religiosas para
acometer grandes empresas." - Y entre otros conceptos, añade:

- "Oración, si mientras tus labios murmuran la plegaria,
forjas el mal en el fondo de tu corazón o imaginas el modo de
practicarlo, mucho yerras y nada vales." - "Oración,
óigote cantar y veo que operas milagros, mas poco basta para
extraviarte, hasta el punto de que parezca que tienes más grande
amor a las riquezas, al ocio y a los placeres de los sentidos, que al
Dios a quien te diriges. Si no tienes firmeza en tu voluntad, no
vayas al concilio, puesto que en él perdería el Señor sus
derechos; mas si te sientes inspirada por el amor, Dios te ayudará,
el concilio llegará a su término y de él emanarán grandes bienes.
Mas todo cuanto a Raimundo es dable hacer para ordenarlo, es levantar
su bandera y exhortar con el ejemplo de un amor grande a todos los
que habiendo recibido del Todopoderoso el mundanal poder, puedan
contribuir a su feliz éxito.” -



Por
último constituye el capítulo undécimo una plegaria o himno,
dirigido al Ser Supremo, para que dé a los padres del concilio, por
consejeros a la justicia y a la prudencia, a la fortaleza por ayuda y
por tesoro a la templanza; para que en el la fé tenga amigos, la
esperanza infunda aliento, y la caridad encienda los corazones en
santa llama; y por último para que aleje de su recinto la avaricia,
la gula, la soberbia, la pereza, la envidia y la ira.



Abundan
en esta poesía, que puede colocarse entre las escogidas del poeta,
los rasgos valientes y los elevados conceptos. Como está dedicada al
asunto que fue el móvil constante de todas las acciones,
peregrinaciones y trabajos de Lulio, está llena de inspiración y
entusiasmo; a todo lo cual se unen una dicción esmerada y una
versicación (versificación) que nada deja que desear.







EL
CONSILI.







Del
Consili qui feu mestre RAMON LULL



malorquí.







I.







Un
consili vuyl començar



En
mon coratge, e xantar,



Per
ço que faça enamorar



Tots
cells qui ho poden far



Per
Deu servir,



E
lo sepulcre conquerir:



Molt
ho desir.




En
consili tan gran siats,



E
tan bellament ordenats,



Que
Deus ne sia molt honrats



E
mant hom ne sia salvats,



E
tot lo mon



En
lònch, ample e pregon (1)



Haja
ahon,




En
consili no façats fòr
Per argent, castell ne per òr;
Temets
ho cóm seny si que mòr;
Car si havets bò e gran còr,
¡Ah!
¿qué dirán
Juseu, sarrahí, crestian,
Tártres e man?
En
consili no siats duptós,



Avár,
ni trist, ne pererós;



Tant
fòrts siats complits d' amors,



De
suspirs, lágremes e plors,



Per
bòn amar



Que
Deus vos faça acabar



Lo
seu honrar.







En
consili hajats consell



Ab
hom ardit e no volpell,



A
consellar per bòn capdell (2),



E
si ‘u havets serets molt bell;



Car
hom vestit



De
vicis e mal sperit,



Es
mal garnit.







En
consili qui 'us diu de no,



De
no diu al Senyor del trò,



Qui
per amor en la creu fó:



Si
éll lo lexa abandó



Al
diable,



Infern
será son stable



Turmentable.







En
consili Deus vos ajut;



Temme
no siats desçebut, (me tem; me temo)



Car
mant home ha leu volgut



Alcú
bé far qui es recregut



Al
començar;



Prech
Deus qu' eus vulla amparar



Ab
bò amar.















En
consili ans que parlets,



Guardats
en quals començarets;



En
tots homens non vos fiets,



Car
mant home no está drets.



¡Ah,
bòn amich!



Savi
's qui per altre 's castich



E
tem destrich.







En
consili lo péch moltó (cordero avispado)



Engana
'l lop e lo leó,



E
la volp engana al rapó (3) (vulpes : zorra; rapó :
raposo, raposa; rabosa : zorra, zorro
)



E
mant hoc es pijor que no. (este hoc: sí OCcitano)



Si
no ‘us guardats,



Per
mant hom serets enganats



E
meynspreats. (menyspreats : menospreciados)







En
consili guardats la fí



De
Deu, qui está lo camí



De
paradis, veray fí;



E
si hi anats vespre e matí (4),



Segur
irets, (iréis)



Barat
ne tòrt, mal no tembrets (6); (temeréis)



Perfayt
serets (6).











II.



DEL
PAPA.




SENYOR
en Papa quint Clement,



Qui
estats Senyor de tanta gent!



Fayts
qu' el consili sia breument;



Si
tròp hi fayts delongament



Parrá
barat,



E
Deus vos en haurá desgrat (7);



Serets
jutjat.







Senyor
en Papa! ¿qué farets?



¿Vostre
consili honrar lets?



Si
no 'y fayts tot quant porets,



Per
tot lo món blasmat serets,



E
mal volgut;



Mostrarets
siats recresut,



E
es perdut.







Senyor
en Papa! ¿qué fará



Lo
gran poder qui ‘n vos está?



Si
no 'l fayts far tot quant porá (8),



A
Jhesu-Christ s' en clamará



Fortment
de vos;



E
car no vòl sia occiós,



E
es raysós.

Senor en Papa! tal vos riu,
Que volria no
fossets viu;
Guardats que no siats altiu
Al consili, qui está
riu
E bòn camí,
Perque hom vá a bona fí
Ab voler fí.

Senyor en Papa! per lo món



En
lònch, ample e pregon,



Vostre
poder hi es en tòrn;



Perque
sant Pere n' ha sejòrn (9),



Hajats
l' on vos,



No
siats avar, pererós,



Mas
larch e pròs.







Senyor
en Papa! fayts preycar



La
sancta fé e mostrar clar,



Perque
vengon a batejar



Tuyt
l' infesel, e per salvar; (infieles)



E
eu say raysons,



Contra
que no vál lurs sermons;



Dats
hi perdons.







Senyor
en Papa! eu m' escús



Al
bòn rey, salvayre Jhesus (10);



Qu'
eu vos ne pregat sajus



Qu'
el consili pujets en sús;



Al
jutjament



Diray
que al Papa Clement



Ho
fuy dient.







Si
el consili no es ni val,



Pahor
ay qu' en ischa gran mal; (salga; cuando significa surta :
sortir
)



E
qui dirá: - "Res no m' en cal” -



Crey
que iray en mal hostal



Tots
mals sofrir,



Pena
e dan sens penedir,



E
sens exir.









Senyor
en Papa! Deus pregats



Que
en est pas siats aydats,



P'
el Sanct Sperit spirats,



Per
nostra dona remenbrats;



E
'l Deu d' amor



Ajút
a la cuyta major,



Per
sa honor.







III.



DELS
CARDENALS.







CARDENAL,
es bò cardenil



De
gran porta bòna, humil,



Per
la qual entra hom gentil,



Que
ço que fá tot va a fil.



¡Ah,
gran nom ha!



Cardenal,
lo poder que ha



¡Ah!
qu' en fará?







Cardenal,
es lo conseller



Del
Papa, e ha lo poder



Que
ha 'l Papa en son mester;



E
ço que ensemps poden fer,



¿A
qual punir



Si
élls no volen Deu servir?



¡Ah!
¿quí 'l pòt dir?







Si
'ls cardenals han bòn consell



Qu'
el consili sia bò e bell,



Cascú
ab gran gaug s' aparell;



Car
Deus será totstemps ab éll



Sus
en lo cèl,



Cherubin,
Seraphin, Michael,



E
Gabriel.



Cardenal
que vòl destorbar



Qu'
el consili no 's puscha far,



Lo
consili s' irá clamar



A
Deu, qui ‘l venjará ben car.



¡Lás!
¿qu' es fará,



Car
no li ‘n valrá puig ne plá



Ne
tot quant ha?







Senyors
cardenals! ordenats



Que
cavaller sia triats



Religiosos,
e si los dats



Ço
del temple, e les potestats



D'
altres maysós (casas, órdenes religiosas; maison,
maisons
)



De
las altres religiós,



Cavallers
bos.







Tal
cavaller vaja estar



Per
totstemps may en Ultra-mar;



La
décima li fayts donar



Per
lo Sepulcre cobrar;



Lo
gran poder



Qui
haurá ¿quí lo pòt saber?



Vullats
ho fer.







Cell
qui no fá 'l bé que porá,



Sapia
que Deus s' en venjará;



Car
en no far bé, mal fará,



E
en far bé nuyl mal fará.



E,
dónchs, senyors,



Puis
qu' el poder está en vos, (pues ya que el poder está en
vosotros
)



Estiats
bos.









Senyors
cardenals! dats a Deu



Lo
vostre poder qui es seu;



Si
no ho fayts seralí greu;



Porie
‘us en venir mal leu.



¡Ah!
bé 'us guardats



Que
son poder no li tollats;



Car
es venjats (11).







Senyors
cardenals! ab voler



Podets
tot lo món conquerer,



Ab
que donets vostre poder



A
Deu, e podets ho leu fer,



Pus
que 'us vullats:



Si
no ho fayts será car comprats.



¡Ah!
bé 'us guardats.







Senyors
cardenals! lo consili



Fayts
per venir a bona fí,



Que
val mays que argent ne cosí,



Ne
sejorn, vespre ne matí.



¡Ah,
Deus amat!



Ha
son orde cardenalat (12);



Qu'
en sia honrat.





IV.
DELS
PRINCEPS.




SENYORS
princeps, duchs e marques!



Sapiats
gran maravella es



Si
'l consili no 's fá ades,



E
lo millor que parria mes;



Tan
bò que no fó,



Cascú
meta son ganfanó,



Per
gran perdó.







Cavaller
qui bé sàb amar



En
conquerir tot Ultra-mar,



En
nuyla res no deu duptar;



Pensar
pòt que Deus vòl aydar



A
sa honor.



Vagen,
dónchs, rey, emperador



Ab
gran vigor.







Rey,
emperayre e baró!



Cras
veyrem si serán bò,



Ne
de raysó fán ganfanó,



E
del amor de Deu gonilló;



E
quals prelats



Diguen:
- Nos som aparellats;



Senyors,
anats! -







Al
cavaller tayn cavalcar,



Escut
e sella, e brochar (silla de montar; la otra silla es
cadira; cadiera aragonés
)



Espasa
e llança, e còlps dar; (espada y lanza, y golpes dar;
llança, con ll
)



E
taynli atresí amar,



Per
conquerir



Lo
Sepulcre, per Deu servir;



Peccats
delir.



Senyors
prínceps! si prometets



Al
Papa que trestuyt irets



E
que 'y farets tot quant porets,



En
gran vergonya metrets,



Si
no 'us vòl dar



Per
lo Sepulcre acobrar.



Vets
l' on pregar.







Cavaller
no tinch per cortes,



Si
Deus no ama mes que res;



No
sàb fer còlps a manes (13)



D'
amor, si gran peccador es;



¡Ah,
cavaller!



En
Deu servir fay ton poder



E
volenter.







Cavaller
qui es servidor



De
Deu, no ha de res pahor,



Car
conforte 's en son Senyor,



E
en força de bòn amor.



¡Ah,
cavaller!



Si
tú vòls esser bòn guerrer



Ama
bé fer.







Nuyl
cavaller está ardit,



Si
de virtuts no es complit,



E
falsa amor sia 'n son llit (14) (vemos lit y llit; pero no escribe
Llull
)



E
que lo honor de Deu l' oblit



¡Ah,
gran baró!



Mit
tota ta entenció



Que
sias bò.















Cavaller
es per dret servir



E
que lo mal faça fugir,



Perque
lo bé puscha venir,



E
que lo dó per obeir



Al
Deu d' amar,



Ab
que vaja en Ultra-mar




exalçar.







May
val cavaller pasejats,



Per
tal que Deus sia honrats,



Que
malvat viu e desamats



Per
Deu, e no plòr sos peccats.



¡Ah,
cavallers!
Cras veyrem quals son primers



E
bòns guerrers.




V.
DELS
PRELATS.







REMEMBRAR
vuyl a los prelats,



Qui
per Deu estan tan bastats,



Que
no sian tróp sejornats,



E
que donen ço que 'ls es donats,



A
conquistar



Tota
la terra d' Ultra-mar,



Pus
qu' es pòt far.







Prelat!
tant quant ha de poder



En
far bé, lo bé li quer



Que
dó a Deu de son haver;



E
lo donar es son bé fer



En
son bòn lòch;



Sino
delay no 'ls parra jòch.



¡Ah!
fòrt los tòch!



Prelat!
guarda quant est honrat



Per
Jhesu-Christ, molt deshonrat;



Car
per tú está pauch amat,



E
p' el Sepulcre no cobrat,



¡Ah!
vay l' honrar
Per lo consili emparar,



Sens
còr avár.







Senyors
prelats! ¿e qué farets



De
lo gran poder que havets?



¿A
Deu honrar dar lo volrets?



Si
no ho fayts, ¡ah! ¿qué direts



Al
jutjament,



Quant
Deus dirá: - “Mon malvolent!



Vay
a turment!" -







Prelat!
no pòts Deus enganar,



Ne
en res no lo pòts forçar;



E
si del seu no li vòls dar,



De
tú 's porá fortment venjar;



Si
no est bò,



No
haurás escusació;



Dir
t' ha de no.







Senyors
prelats! bé 'n son certá (13



Que
si lo consili no 's fá,



Vos
hi metrets la vostra má;



Aquella
má on fugirá



A
greu dolor



Perpetual,
per qui 'l Senyor



Ha
deshonor.









Senyors
prelats! tal mal me sent (16)



Car
vey alcú ensenyament,



Que
el consili no sia nient (17);



E
si ho es ha defalliment (18)



Pena
e mal,



De
qui serets perpetual



Malvat
hostal.







Senyors
prelats! bé 'us es vengut



Si
fayts consili e rebut;



Si
no 'l fayts mal vos es cresut,



Lo
consili no fós sabut,



Ne
nomenats;



Per
mant home serets blasmats



E
meynspreats.

Senyors prelats! no es leó



Qui
no faça tembre el moltó:



E
diets hòc, puis diu de no (19) (hòc : sí en
OCcitano, lenga d´Òc, oc, och
)



De
ço en qui ha gran raysó,



Pauch
es temut;




li fora que estés mut,



No
recreut.







Senyors
prelats! no val anell



Ne
gran cavall, ne bél mantell,



Ne
gran flocha de mant donçell (20) (flota, muchedumbre)



Si
en sos fayts no ha capdell,



Discreció,



E
que sia ardit e prò



Quant
es raysó.















VI.



DELS
RELIGIOSOS.

RELIGIÓS! fayts monastir,



Per
tal que 'y puscats Deu servir;



Si
en Ultra-mar l' anats bastir,



P'
el consili podets venir (21),



E
preycar,



E
per lo Papa a pregar,



E
consellar.







Religiós
bò se sotsmet



A
servir Deu quant éll vá dret;



E
si contra el consili es met,



Sots
son habit está nelet,



Habit
de mal;



Sots
lo qual habit no val



Ni
es leyal.







Religiós
contemplatiu



Temor
de Deu está son niu;



No
tem menaças ne nuyl briu,



Ne
no vòl esser sejorniu:



Vay
preycar



Que
anem tuyt en Ultra-mar



Per
Deus honrar!







Religiós!
entinme bé; (entiéndeme)



Si
contra Deu fay nuyla re,



Molt
pus gran pena te cové;



Car
fenys te que faças mays bé



Que
altre, e par



Que
mays que altre 't deus guardar



En
lo mal far.



Religiós!
si vòls servir



Molt
Deu, vay per s‘ amor morir,



E
de la sancta fé ver dir



Als
infaels, per convertir; (infieles; se encuentran
variaciones de esta palabra
)



Car
gran plaer



Ha
Deu d' hom qui vòl sostener



Mòrt
per dir ver.







Religiós!
oració



Fay
a Deu molt gran, qu‘ él nos dó



Consili
verdader e bò, (verdadero; vertader; de veritas: veritat,
vertat, verdad
)



E
qu' el Papa dó gran perdó



Ab
gran tresòr;



Car
l' un e l' altre han lo fòr,



E
mal hi mòr.







Religiós
bò es presich



Que
faça a l' hom que se castich (22)



E
que dó a cell qui te rich;



E
pus que t' es mes en oblit,



Vay
preycar



Lo
Papa, que vuyla passar



En
Ultra-mar.







Religiós!
si 'l papa vá



En
Ultra-mar, tot hom irá,



Tota
la terra conquerrá. (conquistará; conquerirà)



Religiós!
si en tú ha



Gran
ardiment,



Crida,
preyca valentment



E
mantinent.















Religiós!
tú saps qu' el chá, (cà; can, perro)



Tant
ladre, qu' hom s' en despertá, (lladre; ladra)



E
fuyg lo mal e lo bé fá.



¿Quál
de nosaltres ladrará,



Per
despertar



Aquells
qui poden gran bé far



En
Ultra-mar?







Religiós!
lo teu habit



Deu
esser de molts béns complit.



E
de bons eximplis guarnit,



Per
ver amor esser ardit;



E
sens pahor



Deu
esser gran preycador



Per
lo Senyor.







VII.



DE
CONTRICCIÓ.







CONTRICCIÓ,
a mon albir (23)



Tròp
vos delicats en dormir (24),



¿Per
qué no anats còr ferir



Del
qual façats amor exir,



E
gran amar,



Dolor,
sospirs e molt plorar,



Per
satisfar?







Contricció,
cell qui no 'us vòl



Sens
fina amor está tot sòl;



E
si lo còr contrit no ‘s dòl,



De
tot en tot serets en sòl;



Ja
gras capó (28) (capón gordo, con mucha grasa; gras, como el foie
gras
)



No
'us valrá a dampnació,



Préchs
ni perdó.



Contricció,
lo nòm perdrets,



Si
dels peccats dòl no havets;



E
que 'ls peccats tant no plorets,



Com
sabets que gran scarn fets;



Si
no 'ls mundats,



Plena
estarets de barats



E
falsetats.

Contricció, hipocrita



Vos
vá en torn, e si no 's fá



Lo
consili, vostra lana



De
falsetat mant hom vestrá,



Per
destruir



Lo
consili, fá jaquir



Deus
a servir.







Contricció,
vostre panó



Alcuna
vets es tració;



Car
ço que defòra eus per bò,



De
dins es mal e falió



E
gran peccat;



Perque
havets lo nòm mudat



Per
gran barat.







Contricció,
cota e mantell



Fán
de vos mant hom gran e bell,



E
si vos sots de bòn capdell,



Deus
vòl que hajats mant donçell



E
mant cavall,



A
destruir mal en vall



D'
on mal tresall.















Contricció,
no 'us vuyl mentir;



No
‘m play ab vos en lur dormir,



¿D'
on fayts devocio exir



Si
‘l consili fayts er jaquir (26)?



E
car plorats



Per
ço que façats grans barats,



Mal
vos n‘ es dats.







Contricció,
a vos me dó



Ab
que amets devoció,



E
far consili gran e bò,



Fòra
de tota tració



E
mal pensar;



Ab
vos iray en Ultra-mar,




exalçar.







Contricció,
qui bé es penet,



Tantost
es exit de nelet;



E
en tot ço qui es ha dret,



E
per tot vá cap dret (27)



E
es ardit,



Pus
que está de mal exit,



Per
vos guarnit.







Contricció,
lo dejunar



Que
fayts, el sospir e plorar,



Oració
e lo cantar,



Tot
se coneix al satisfar



De
qual part vé;



Car
luny está lo mal al bé,



Ço
leu hom ve (28).















VIII.



DE
SATISFACCIÓ.







SATISFACCIÓ
es hostal



En
qui no está negun mal,



Ne
tem menaçes ne destral,



Car
satisfer es son cabal;



Perque
Deus há



Qui
li ajuda ça e llá,



Segur
está.







Satisfarás
a ton voler



Del
mal que has fayt, ab bé fer;



Satisfarás
a ton saber,



A
ton membrar e a ton poder,



Que
'ls dóns a Deu,



Per
ço que trestot sia seu



Ab
tot son feu.







Satisfarás
a ton sentir



A
imaginar e consir



En
ayço que no deus tenir,



Ab
còr contrit e ab sospir



De
lo mal far,



E
gran sia lo desirar



En
Deus honrar.

Satisfé consili a Deu
En tot ço que ‘y sia
seu;
Si no ho fas mal ten vendrá leu
En tot quant has, e será
‘t greu.
¡Oh, consili!
No ‘t valdrá tresòr ne cosí
A
mala fí.



Si
lo consili bò no ‘t sáb,
De sanctetat te farás gàb
(29);
Nuyl bé menjarás en ton màb,
Ira de Deu será en ton
càp.
¡Ah, robador!
No faças a Deu deshonor,
Lo teu
Senyor.

Consira quant t‘ ha Deus donat,
E com te fá
estar bastat,
E quant es ço que ‘l has emblat;
Si no ho
sàbs, mala fuist nat.
Hages consell
Ab virtuts, no ‘t dóns
del coltell,
Hages capdell.

Si no satisfás en aquest
món,
En infern irás tan pregon,
Que de tot mal haurás
ahon,
E nuyl bé no ‘t será en torn.
¡Ah, cavaller!
Sias
bò e valent guerrer
E vay primer.

Si satisfás a ton
parent
De ayço en que no has nient,
No satisfás, mas
fentement (30)
Sabrás ho al traspassament,
Quant Deus dirá:
-
“Qui no satisfá ço que ha,
Dampnat será.” -






Si
satisfás a ta honor



Mays
que a Deu, car es millor;



Si
a éll satisfás amor,



Ell
te dará lo dó major



De
salvament,



Hon
estarás eternalment



Alegrament.







Qui
satisfá sí ha raysó,



No
está pech, ne es moltó;



Si
al consili diu de no,



No
estará veray ne bò,



E
tot lo mal



Que
li vendrá, será hostal



De
mal cabal.

IX.



DE
DEVOCIÓ.







DEVOCIÓ!
¿e hon estats?



¿Poriem
saber si vendriats



A
est consili, si 'l amats?



E
que al Papa tòst digats



E
al cardenal



Que
dona sots de lur hostal



Perfayt
cabal (31)?







Devoció
de volentat,



Siats
cosina de bontat,



D'
enteniment e de bòn grat,



E
que no 'y sia nuyl barat



Ne
dir de no



Al
consili, com sia bò



De
gran perdó.



Devoció,
lo consirar



E
li sospir e li plorar



Requeren
a vos gran amar.



Prelats,
barons a escalfar



Cascú
vos pòrt



En
Ultramar, e siats pòrt



De
bòn conòrt.







Devoció,
tot quant havets,



Sia
amor, lausor e prets;



E
si no fayts quant far porets,



Fals
e debades planyerets (32):



Vostre
plorar,



E
'ls sospirs fayts per enganar



Contra
bé far.







Devoció,
are 's parrá



Si
lo vostre plorar valrá;



E
si no vál, ¡ah! ¿quí creyrá



Vos
e RAMON per paraulá



E
per plorar?



Anats
los altres enganar



E
baratar.







Devoció,
ara es temps



Que
per vos sia tal comèns,



E
per lo Papa quint Clemens,



Tot
lo món ne sia jausens;



E
si fallits,



¿Qui
'us creyrá per plòrs ne per crits



Vostres
bélls dits?















¡Ah!
¿e qué vál gran caparó



En
càp sens devoció?



¿Ne
qué val menjar gras capó



Emblat
a son bòn companyó,



Per
Deus honrat,



Qui
ab hom s' es aparentat



Per
amistat?







Devoció,
iray plorar



E
al consili preycar



Als
senyors qui lo poden far;



E
si vos hi volets anar



E
m' ajudats,



Cridarem
trò sia altrejats




ordenats.







Devoció
sens ardiment,



Discreció,
bò estament,



E
sens manera d' ardiment,



No
valrá 'l consili nient.



¿Qué
nos farem?



De
bòns fayts nos aparellem,



Quant
hi irem.







Qui
bé ama, no ha pahor,



Ne
res no 's té a deshonor;



Pus
que de Deus es servidor,



Al
nostro hostal lexem pahor (33);



E
ardiment



Sia
nostre pà e piment, (sea nuestro pan y pimienta)



E
bòn talent.





X.
DE
ORACIÓ.

ORACIÓ! venits ab nos.
E que siam bòns
companyós;
Vos preyrets Deus qui es bòs
Que ajút a fayre s‘
honors
Per sí honrar,
E lo consili acabar
Per
Ultra-mar.

Oració, a Deu pregats
Que al Papa dó
volentats,
Com es lo poder que ‘ls ha dats
Als cardenals e
als prelats,
E los barons
E a totas religions,
Per far fayts
bòns.

Oració, qui prega Deu
Que li perdó los peccats
leu
El dó e no vòl esser seu,



Lo
consili li es molt greu;
Vá per camí
A hostal greu de mala

Vespre e matí.

Oració, en mant hom sots,



Qui
Deus prega per ço desots,



Plora,
suspira al sanglots,



E
de Deu no 'l cal una crots (34),



Perque
fallits;



Car
ets en homens mal nudrits (35)



De
bòn fayts dits.



Oració,
si com pregats



Ço
que en boca vos formats,



En
vostre còr mal pensats,



Com
lo façats greument errats,



Res
no valets;



Car
no fayts lo bé que parlets,



E
mal volets.







Oració,
Deus diu de no



A
quí 'l prega ab tració,



Ab
sacrifici qui es bò



Mala
lo met en son mentó.



Anats
dormir;



Mantes
vets m' havets fayt fallir,



Deus
escarnir.







Oracio,
al hom pech



Diu
hom cauech bauech (36):



-
E com vos estats fals alberch!




'us fá qui 'us diu qui' s famech. -



Oració,



Lo
mal puja è lo bé no;



Deus
vos perdó (37).







Los
apostols preycaven,



Deus
los dava que volien,



Los
infaels convertien,



E
per amar élls morien,



E
per honrar;



Tròp
vos havets venuda car
Per oblidar.





Oració,
veig vos xantar,



Molt
e petits miracles far;



Ab
petit vos veig destorbar;



Par
que no hajats gran amar,



Mays
en cosí,



En
sejornar, e en bòn ví (38),



E
en aur fí.







Oració,
ja no anets



Al
consili si no volets;



Car
Deus hi perdrá sos drets.



E
si vos molt amar volets,



Deus
vos valrá;



Per
vos lo consili es fará,



E'
l bé 'n vendrá (39).







RAMON,
tot ço que pòt far



Per
bòn consili ordenar,



Ab
la senyera e preycar,



Aquells
qui 'l poden ordenar



Per
gran amor,



E
qui han la força mayor



Per
lo Senyor.





XI.




Senyor
Deus: pluja,
Perque el mal fuja,
Car peccat puja!
------




Senyor,
tal pluja donats,
Que en amor, Papa, prelats,
El Sepulcre sia
cobrats,
E lo gran nòm vostre honrats.
Senyor Deus!
pluja,
Perque el mal fuja,
Car peccat puja!

Quant el
consili es justats (40),
Ver Deus, justicia donats
Per
conseller a los prelats;
Car no ‘y será nuyl barats.
Al
consili ver Deus ajudats (41).
Senyor Deus! pluja,
Perque el
mal fuja,
Car peccat puja!

Prudencia sia conseller,
Que
consella fayt vertader;
A lo consili es mester;
Sens ella no
valrá diner.
Senyor Deus! pluja,
Perque el mal fuja,
Car
peccat puja!


Fortitudo
de gran confòrt



De
lo consili sia pòrt;



Si
no ho es já me ‘n desconòrt,



Car
lo bé hi perdrá son sòrt (42).



Senyor
Deus! pluja,



Perque
el mal fuja,



Car
peccat puja!







Si
lo consili ha son fòr,



Temprança
gran será el tresòr,



Car
tot será vestit d' òr,



E
de virtuts, e de bòn còr.



Senyor
Deus! pluja,



Perque
el mal fuja,



Car
peccat puja!







Si
la fé grans amichs no há



A
lo consili ¿qué fará?



Lo
consili es clamará



A
Deu, car la fé no ‘y valrá.



Senyor
Deus! pluja,



Perque
el mal fuja,



Car
peccat puja!







Qui
'l consili volrá honrar,



Esperança
vuyla menar;



Car
ab ella es porá acabar (43),



Fals
hom no ‘y porá contrastar.



Senyor
Deus! pluja,



Perque
el mal fuja,



Car
peccat puja!







Caritat
venits aydar



Al
consili, per lo bé far,



E
‘l Papa enamorar



E
cardenals aconsellar.



Senyor
Deus! pluja,



Perque
el mal fuja,



Car
peccat puja!







Avaricia
es camí



Per
qui hom vá a mala fí;



Si
ella es al consili



Ell
no valrá un peytani (44).



Senyor
Deus! pluja,



Perque
el mal fuja,



Car
peccat puja!







Glotonía
es destral



Ab
còlp mortal;



Si
al consili ha hostal,



Lo
consili en res no vál.



Senyor
Deus! pluja,



Perque
el mal fuja,



Car
peccat puja!







Si
al consili vá ergull



Ab
nuyl hom, ne en éll l' acull,



Tot
hi será de mal escull;



No
‘y cal anar RAMON LULL.



Senyor
Deus! pluja,



Perque
el mal fuja,



Car
peccat puja!





Accidia
e neglijar



De
far bé e destorbar,



Si
al consili pót entrar,



No
‘y cal nuyl hom bò anar.



Senyor
Deus! pluja,



Perque
el mal fuja,



Car
peccat puja!







Enveja
es desijament



De
fembra, castell e argent;



Si
lo consili es son parent,



Tot
será vestit de nient.



Senyor
Deus! pluja,



Perque
el mal fuja,



Car
peccat puja!







Ira
es trista passió;



D'
ella no vé consell bò:



Si
al consili ha maysó,



Lo
consili no será bò.



Senyor
Deus! pluja,



Que
RAMON s' huja,



Car
lo mal puja!





VARIANTES.




(1)
En lònch e ample e ‘n pregon



(2)
Aconsellar per bòn capdell,



(3)
E la vòlp engana al capó (*)



(4)
E si anats vespre, matí,



(5)
Barat ne tòrt, mal no pendrets;



(6)
Per fayt secrets.



(7)
E Deus vos haurá desgrat;



(8)
Si no li fayts far quant porá,



(9)
Perque sant Pere ne sejorn,



(10)
Ab bòn Rey, salvayre Jhesus;



(11)
Car envenjats.



(12)
A son orde cardenalat;



(13)
No sáb fer còlps amanés



(14)
E falsa amor si en son llit



(15)
Senyors prelats! Bé 'n son cèrt ¡ah!



(16)
Senyors prelats! tan mal me sent,



(17)
Que el consili no si ment;



(18)
E si 'u es ha defalliment



(19)
Qui no 'n faça tembre un moltó;



E
qui diu hoc e puis diu no
(hoc : sí en
OCcitano, lenga d‘Óc, oc, òc, och; en 146x todavía se encuentra
en textos de los deputats del General de Cathalunya residents en
Barchinona. Y pretenden decir que el catalán es una lengua diferente
al occitano, con todas sus variantes o dialectos: provenzal,
provençal, lemosin, lemosín, de Limoges, lengadoc, languedoc,
vivaroaupenc, gascón : aranés, etc
).



(20)
Ne gran flota de mant donçell,



(21)
Al consili podets venir,



(22)
Que fas a l' hom que se castich,



(23)
Contricció, es a mon albir



(24)
Tròp vos delitats en dormir,



(25)
J‘ agras capó



(26)
Si ‘l consili fayts en jaquir?



(27)
E per tot vá cap aret



(28)
Coleu hom ve.



(29)
De seendat te farás gàb;



(30)
No satisfás, mas fen tament



(31)
Per fayt cabal.



(32)
Fals adebadas planyerets: (debades; en vano)



(33)
Al nostre hostal lexem pahor;



(34)
E de Deu no 'l cal una nots, (**)



(*)
En el texto dice rapó en vez del vocablo capó (capón) de la
variante. La palabra rapó no la hemos visto usada por ningún
autor lemosín; ni sabemos, si es que no sea equivocación de
copista, su equivalencia castellana, aunque hayamos usado en el
extracto que va al frente de la composición de la palabra raposa,
para no dejar intraducido el pasaje. (la canción ai vist lo lop,
lo “rainard”, la lebre; rabosa : zorra, zorro
)



(**)
En otro códice se lee: E de Deu no 'l cal una tiots, (crots
: crotz : creu : cruz
)



(35)
Car ets en homens mal noyrits
(36) Diu hom cavech bavech:
(37)
Deus vos ho perdó.
(38) E en sejornar, e en bon ví,
(39) E 'l
ben venrá
(40) Quant al consili er justats,



(41)
Al consili ver Deus aydats.
(42) Car lo bé hi perdrá son
fòrt.
(43) Car ab ella es porá cobrar,
(44) Ell no valrá un
peytavi.