139. LA CRUENTA MUERTE DEL BARÓN DE
ESPÉS
(SIGLO XI. SOPEIRA)
El barón de Espés, famoso por su
lucha contra los moros, recorría quebrados caminos, a través del
puerto de Las Aras, para ir desde Espés al monasterio de Obarra, en
Sopeira, pues era fervoroso devoto de su Virgen. Solía hacer el
viaje —armado de espada y de una hermosa alabarda, que decía haber
ganado en batalla— sin más escolta que la de sus tres grandes
mastines y, aunque fue atacado varias veces por salteadores, en todas
fueron ahuyentados por los perros. Un día, al pasar junto al torreón
de la Roca del Castell, oyó una voz que le decía: «Señor de
Espés, señor de Espés: si vas de Obarra a Espés nunca volverás»,
aviso que se repitió, aunque no le hiciera caso. Una tarde, la
amenaza se cumplió. Sus propios perros, aquejados de rabia, según
se dijo, le derribaron del caballo y le dieron muerte a dentelladas.
Encontrado su cadáver por unos labradores, lo condujeron a Obarra,
donde fue enterrado.
Así se explicó su muerte, pero,
pasados algunos años, llegó al cenobio un anciano que solicitó ser
admitido como donado. Buena parte del tiempo la pasaba rezando, entre
sollozos, ante la tumba del barón de Espés. Tal actitud extrañaba
a los monjes, pero no se atrevían a preguntar la causa. Un día,
enfermo de muerte, el anciano solicitó la presencia del abad y de
los monjes del monasterio ante su lecho: «Me llamo Fortún —les
dijo— y soy oriundo de tierras del bajo Cinca. Yo maté al barón
de Espés». Con voz queda, fue relatando el resto de su historia.
Ocurrió —declaró— que el barón,
en el fragor de una batalla, había derribado al anciano, entonces
joven, y le había arrebatado su alabarda. Decidió vengarse y
preparó la estrategia. Le espió en sus constantes viajes a Obarra
—incluso en varias ocasiones fue perseguido por los mastines—,
hasta que un día soltó una liebre ante ellos y, al perseguirla,
dejaron solo al barón. Fue entonces cuando le mató y recuperó su
arma. La sangre leporina en la boca de los mastines indujo a pensar
que era la del barón, apareciendo así como los autores de la
matanza. Le imploró Fortún que le perdonara cuando moría en medio
del camino y luego, arrepentido por el crimen, decidió ingresar en
Obarra para rezar permanentemente ante su tumba.
Otras lenguas menos piadosas hicieron
correr una explicación bien distinta del horrendo crimen, presentado
como un ajuste de cuentas a causa de las relaciones poco edificantes
del barón con una dama de los contornos, visitas que disimulaba con
sus constantes idas y venidas al monasterio.
[Iglesias, Manuel, «Leyendas y
tradiciones ribagorzanas. La leyenda del barón de Espés»,
Cuadernos Altoaragoneses (12/VI/1988), pág. VI.]
https://es.wikipedia.org/wiki/Alabarda
https://es.wikipedia.org/wiki/Sopeira
https://www.huescalamagia.es/blog/el-monasterio-de-obarra-leyenda-del-baron-de-espes/
https://an.wikipedia.org/wiki/Leyenda_d%27o_Bar%C3%B3n_d%27Esp%C3%A9s
https://issuu.com/graus/docs/el_bar__n_de_esp__s_y_el_conde_arna
http://www.enciclopedia-aragonesa.com/voz.asp?voz_id=1966
(Mit.) La leyenda de la muerte del Barón d’Espés tiene muchas versiones. Unos aseguran que fueron las propias «bruxas» y los duendes del Turbón quienes lo mataron; otros, que fue despedazado por los perros de los monjes del monasterio de Obarra. Pudo ser que se lo comieran sus propios perros o que lo arrastrara la corriente del río. Algunas personas mayores del valle de Lierp comentan que recuerdan haber visto en Obarra imágenes de perros esculpidas en piedra, flanqueando el mausoleo del Barón. Toda esta zona está poblada de creencias en duendes y brujas. Se cita al Turbón, junto con el castillo de Boltaña y el pico de Cotiella, como lugares donde se reúnen las brujas para realizar sus ritos satánicos.
http://tiocarlosproducciones02.blogspot.com/2012/09/el-baron-de-espes.html