Mostrando las entradas para la consulta Jesucristo ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta Jesucristo ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas

domingo, 28 de junio de 2020

CAPÍTULO III.


CAPÍTULO III.

De las etimologías del nombre de Urgel, y de la ciudad de Balaguer y de su fundación.

Hallar la etimología cierta y verdadera de la palabra Urgellum, y por qué razón se llamó así este condado, es cosa dificultosa, confío lo suele ser el hallar los principios de nombres propios antiguos; de donde nace, que cada uno siente de ellos a su albedrío y voluntad y según se le antoja: y mézclanse entre las verdades tantas fábulas, que oscurecen el crédito a lo poco que se halle de verdad; y por eso dijo muy bien Alciato en sus emblemas: Antiquissima quaeque commentitia; y hablando de sucesos de cosas pasadas, dice: de quo quisque suo judicat arbitrio.

Lo que hallo y siguen algunos autores, aunque otros lo echan muy lejos, acerca la etimología de este vocablo, es que, estando en España Hércules Líbico, que floreció casi 1678 antes de la venida de Jesucristo señor nuestro al mundo, fundó la ciudad que hoy llamamos Seo de Urgel, que Tolomeo (el de la enúresis) en su geografía llama Bergidum; y estando en ella, tuvo algunos encuentros y guerras con los naturales de la tierra (unos señores con una boina roja que daban buenos golpes de hoz): ora fuese que le quisiesen echar de ella, aborreciéndole por ser forastero, ora que le quisiesen destruir aquel edificio, obligáronle a la defensa y a hacer rostro a sus enemigos, que de cada día acudían de nuevo en gran número y con gran poder (es conocida la fecundidad de los de esta tierra, sobre todo en Valencia después de conquistarla Jaime I de Aragón), y le daban mucha pesadumbre. Húbose de retirar por las orillas del Segre abajo, y vino a parar al montecillo o recuesto donde está hoy la ciudad de Balaguer; y de allí, por ser aquel lugar alto y eminente, miraba los escuadrones suyos y de los enemigos como peleaban; y en la ocasión que aquella pelea estaba más encendida y de veras, dio una grande voz, diciendo: O quàm urgens bellum (quàm con à); y de aquí quedó nombrarse toda aquella tierra Urgellum; como si dijéramos urgens bellum, ó terra quae urget bellis, y ha durado hasta hoy, que han pasado más de 3760 años. Esta derivación y etimología hay muchos que la tienen por invención y fábula, semejante a las de aquellos que a España llamaron Cetubalua, quasi coetus Tubalis; a Tarragona llamaron quasi terram agonum, tierra de combates; a Lérida, quasi dans leges, que da leyes; a Manresa, quasi manu rasa, como una mano llana; a Barcelona, nona barca, en memoria de una de las nueve barcas en que Hércules navegaba, la cual dicen que aportó en Barcelona y de ella tomó el nombre esta ciudad (Barcino, Barchinona); y así, según la opinión de estos, habían de estar nombradas las tales nueve barcas, y si llegara la primera o segunda o tercera, así como llegó la nona, se llamara esta ciudad Barca prima o Barca segunda o Barca tercera. Estas etimologías y derivaciones tan ridículas son comunmente aborrecidas de todos los doctos, y de ellas se burla Laurencio Valla, y dice que su misma falsedad, las reprueba (se puede aplicar a todo lo que hace el INV, Institut Nova Història, el IEC, y otros de su cuerda como la Ascuma de Calaceite); porque no es de creer que, siendo Hércules de la Libia, que es región del África, hablara ya en sus tiempos latín tan culto y bueno, que no se habló mejor en Roma en tiempo de Ciceron, ni que usase ya de la lengua latina tantos centenares de años antes de la fundación de Roma, y olvidada la lengua suya natural, usara lengua que en aquellos siglos no era aún conocida en España; ni menos es de creer que durase este vocablo Urgellum escondido en el silencio y del todo olvidado hasta el tiempo de Carlomagno y de Otger Catalon, que fue cerca de los años 737 de Jesucristo Señor nuestro, que volvió a salir a luz y publicarse, después de haber estado sepultado dos mil cuatrocientos y quince años poco más o menos, sin que ninguno de aquellos autores, como eran Tolomeo, Livio, César y otros que escribieron de estos pueblos, hayan usado ni conocido tal vocablo, usando en vez de ello del vocablo Ilergetes, con que nombraron estos pueblos y tierra; y así, siempre he tenido por cosa muy dudosa e incierta esta derivación.

Lo que tengo por cierto es, que con las avenidas de tantas naciones bárbaras que entraron en España, como eran vándalos, godos, alanos (goth + alanos : catalanos, o viene el nombre de Otger Catalon, que sale aquí arriba ?), suevos y otros, de tal manera quedó corrompida la lengua latina que se usaba y corría en ella, que apenas quedó vocablo que no quedase mudado, y entonces el vocablo Ilergetes se mudó en Urgellum, y este tan moderno, es derivativo del otro antiguo, y aunque diversos, retienen alguna asonancia y conformidad entre si; y quitando la última sílaba, ha quedado el de Urgel, que es el que solo se usa hoy y con que vulgarmente es nombrada toda esta tierra; y de aquí se deriva también otro que han hallado los modernos, que es Urgellitanus, adjetivo que significa cosa de Urgel, y Urgellensis et Urgellense, que es lo mismo; porque no es cosa nueva quedar trocados los nombres propios en aquellas provincias donde vienen gentes forasteras y estrañas; y en tiempos de nuestros abuelos lo vimos en las Indias, donde los castellanos mudaron de tal manera los nombres de aquellas provincias y reinos, que apenas hoy queda memoria de los antiguos, y los nombres que han quedado son tan corrompidos y mudados, que, si nacieran aquellos antiguos indios, apenas los entendieran.
Dicen asímismo que, estando Hércules en el recuesto o montecillo donde hoy vemos fundada la ciudad de Balaguer, mirando los escuadrones de su gente como peleaban con los de la tierra, dio aquel grande grito O quàm urgens bellum, admirándose de lo que pasaba en aquella pelea; y de aquel balido (le está llamando borrego o quiere decir berrido?) o voz que dio en aquel lugar, quedó después el nombre de la ciudad o pueblo que se fundó en él y se llamó Balaguer, quasi balatus civitas, ciudad del balido o ciudad del grito, porque este verbo balo, balas, aunque sea propio de las ovejas, algunas veces se aplica a los hombres, y así lo tomó Varron, De re rustica cuando, hablando con un hombre que se llamaba Fáustulo, dijo: quoniam satis balasti, Faustule noster, etc.; pero de esta derivación yo escribo lo mismo que de la de Urgel y juzgo la una por tan apócrifa como la otra, y tengo por algo más fundada la de aquellos que quieren que Balagarium, en lengua líbica, sea lo mismo que dominatrix vallium o domina vallorum, señora de los valles o señorío de los valles, y parece ser más a propósito, por ser este pueblo el más principal de los valles (que) hay en este condado y en el vizcondado de Áger (Ager), que todo lo que hay de las orillas del Segre hacia Aragón y Francia son valles grandes y espaciosos, y el pueblo mejor y más poblado que hay en aquellas partes es esta ciudad, cuyos reyes antiguos señorearon toda aquella tierra, y después de cobrada España de los moros, los condes de Urgel, cuyo estado y naturaleza era en esta ciudad, que fue cabeza de toda aquella espaciosa y dilatada tierra.
/ Algela port. Campo donde hay poca gente. De aljela, "ager" en R. Martín. - Abesana cast. y port. abezana, besana, vesana cast., vessana cat. Según Marina, de albésana, la reja del arado. Pero como la abesana es el surco o surcos que hacen las yuntas en la tierra con el arado y el lugar y tiempo de esta labor, y no el instrumento con que se ejecuta carece de fundamento la etimología. La voz abesana en estos sentidos viene del vocablo de la baja latinidad VERSANA, terra proscissa, ager de novo ad cultum redactus, ager proscissus et nondum satus, tempus, quo agri proscinduntur, derivado del verbo latino verso, volver, revolver, menear, mover de una parte a otra. Simonet. V. Ducange Glos. y cf. el port. vessar.
/
Otros atribuyen la fundación de ella a Sicoro, rey de España, si es verdad que tal rey haya habido, que floreció 1627 o 1635 años antes de Jesucristo nuestro señor; y quieren que él le haya dado este nombre, que en su lengua significaba el señorío de los valles o señora de ellos.

Otros siguen otra derivación, y quieren que este vocablo sea latino y derive de los verbos balo o de su frecuentativo balito (balido), de los balidos de las ovejas (los borregos también balan), por ser aquella tierra muy rica y fértil de ganados; y según esa opinión, este nombre Balagarium sería de tiempo de romanos, que introdujeron en España y en las demás provincias donde llegaron el uso y lenguaje latino, del que, antes de su venida, ninguno o poco conocimiento tuvieron en ella; y parece esto confirmarse con lo que dice Carbonell, que afirma que esta ciudad y la Seo de Urgel son edificios de tiempo de cristianos. Pero Tolomeo, autor antiguo que floreció 150 años después de Jesucristo señor nuestro, en su Geografía, pone en los pueblos Ilergetes por primera y más principal una población llamada Bergusia; y el que tradujo en lengua italiana las obras de aquel autor quiere que este pueblo sea la ciudad de Balaguer, y la pone a los 16° y 30 de longitud, y 43° de latitud, según queda dicho.

jueves, 29 de julio de 2021

VII LA MATINADA DEL DIVENDRES SANT.

VII

LA
MATINADA DEL DIVENDRES SANT.



Á
MA GERMANA MARIETA.



I

A
L´AUBA.







Avuy
finá´l bon Jesús;
Tal día com ´vuy la mort
Tot un Deu del
Cel y Terra
Sofrí clavat en un tronch.



Axecáuvos,
ma germana,
Que vull anar al sermó;
Axecáuvos, les cinch
justes
Toca´l rellotje de Cort.



Temps
prou n´hi há per dormir,
Descans ne tenim bé prou;
Ara al
servici de Deu
Ab afany correrém pront;





VII
LA
MADRUGADA DEL VIÉRNES SANTO.



Á
MI HERMANA MARÍA.



I
AL
ALBA.



Hoy
murió nuestro Señor Jesucristo; hoy el soberano Dios de cielos y
tierra sufrió la muerte, clavado en un madero.



Levántate,
hermana: iremos á oír el sermon; levántate, las cinco dan en punto
en el reloj de la Ciudad.



Ya
dormiremos más otro día; sobrado tiempo queda para el descanso;
ahora debemos correr con presteza al servicio de Dios.








Ara
qu´els braços extesos
Per derramar gracia al cor,
Per darnos
una aferrada
Estreta té´l Fill del Hom.



Vaja,
sí, ma germaneta,
Vestíuvos saya de dol,
Llarch vestit de
merin negre,
Espessa manta de gro;




Y
ab cabells plans, á imatge
De la Mare dels Dolors,
A ab los
ulls baxos, plorosos,
Y gens falaguer lo còs;

Ab humil
cara mostráune
Del pit lo greu desconhort;
Que l´Esglesia nos
convida
A que dexem vuy lo mon.
¡Ay, Deu meu, per mi
moríreu;
Muyra mon pecat per vos!





II
PE´L
CARRER.



Qué
n´es de fredós l´oratje;
Còm siula lo ventijol;
D´un
extrem á altre natura
Desficiosa se conmou.


Ahora tiene el
Hijo del Hombre abiertos los brazos, para derramar su gracia en el
corazon, para abrazarnos estrechísimamente.



Vaya,
hermanita. Vístete traje de luto; larga falda de negro merino,
mantilla de espesa seda.



Ciñe
tu pelo, sin rizos, como el de la Vírgen de los Dolores; ten los
ojos bajos y llorosos, el paso grave;

El ademan humilde, el
rostro compungido, para demostrar de alguna manera el acerbo dolor
del alma: que la Iglesia nos convida á que hoy dejemos el mundo.



¡Ay
Dios mío, por mí moriste! ¡Muera por Ti mi pecado!



II
EN
LA CALLE.



Qué
aire tan frío. Silba el viento. Naturaleza se conmueve toda por
extraño modo.





Tardana´s venguda
l´auba,
No llambrejará lo sol,
Qu´avuy tapat, esmortit,
Roda
per un cel boyrós.



Mes ¡ay! ¿còm lluhir
podría
Si Jesucrist son autor,
Si´l Sol diví de
Justicia
Apaga ses resplendors?

Mira el cel, ma
germaneta,
Mira lo cel, que fa por,
Perque los ángels avuy
No
volen mirar lo mon.

Y plany la naturalesa
Los traballs de
son Creador;
Cada any sembla que s´asusta;
Veus, filla meua,
ja plou.



No´s
descobreix la montanya,
Ni clareja l´horizont,
Ni una campana
ressona,
Ni lo fum ix dels fogons;

Ni les gayes
pagesetes
Esmeltan son pit ab flors;
Perqu´es ben trista
diada
Del Divendres sant lo jorn.
¡Ay, Deu meu!. per mi
moríreu!

¡Muyra mon pecat per vos!







Tarde
lució el alba; el sol no mostrará su faz, porque cubierto,
desmayado, gira en el nublado cielo.



Mas
¡ay! ¿Cómo brillar pudiera, si Jesucristo, su autor, divino Sol de
Justicia, apaga los propios resplandores?

Mira el cielo,
hermana mía, mira el cielo; infunde pavor, porque hoy los ángeles
no quieren mirar el mundo.



La
Naturaleza se conduele de los padecimientos de su Creador; todos los
años se asusta. Ya está lloviendo, hija mía.



No
se ven las montañas; no hay un claro en el horizonte; ni una campana
resuena; ni el humo se escapa de los hogares;

ni las graciosas
campesinas esmaltan con flores su pecho; porque es tristísimo día,
el día del viérnes Santo.



¡Ay
Dios mío, por mí moriste! ¡Muera por Tí mi pecado!





III
DINS
LA SEU.



Baix d´estos archs nos
espera
La verge de la oració;
No cerquem aygua beneyta,
Que´s
d´alegría recort...

Encara la Casa-Santa
Destil-la ses
resplandors,
Sobre´l sepulcre d´argent
Ahont reposa lo
Deu-Hom.



Sacramentat tot lo
día
Des l´ofici de Dijous,
En tota la nit passada
Ací ha
ascoltat sublims vots.



Ni un ciri, ni una
catifa,
un domás se veu p´en lloch;
Sens ornaments
les columnes,
Despullat lo Altar major.



Sobre les rònegues
pedres,
Demunt los banchs y escalons,
S´asseuen en terra
broja,
Moguts per la devoció,

Homes y dones del poble,

Mariners y texidors,
Qu´han vengut per meditar
La mort de
son Redentor.



III
EN LA CATEDRAL.




Bajo estas bóvedas
nos espera la vírgen de la oracion; no busquemos agua bendita, que
es recuerdo de gozo espiritual...

Áun está iluminado el
Monumento, y el resplandor de sus hachas se difunde sobre el argénteo
sepulcro, donde descansa el Hijo del Hombre.



Sacramentado desde la
misa del Juéves Santo, toda la noche ha escuchado quí sublimes
deseos.



Ni una vela, ni una
alfombra, ni un damasco se ven en los otros lados de la iglesia; sin
adornos las columnas, desnudo el altar mayor.



Sobre las solitarias
piedras, en los bancos y escalones, se sientan, en el santo suelo,
llevados de su devocion,

hombres y mujeres del pueblo,
marineros, tejedores, que han venido á meditar la sagrada muerte de
Jesucristo.





¡Quín silenci! ¡quín
silenci!
Les ombres dels sigles morts
Sembla qu´ouen, y
s´acostan,
Ab llurs mantos descomposts...

Lo sacerdot dés
la trona
Conta de Deu la Passió,
Y á la multitut
plorosa
Relliquies mostra ab fervor;




Un quadro del
Ecce-Homo,
Quant treyan Deu al balcó;
Espines de la corona
Que
li aficaren al front.



Ne
conta les set paraules
Que en la creu digué´l Senyor;
Lo
perdó dels enemichs,
Del home la redempció;

Son gran
crit, quant espirava;
Y´l terratrémol del mon,
Entés per un
humil sabi
D´una llunyana regió.

Los desgraciats que
ascoltan
Suspirs llan
çan y singlots;
Ningú´s distrau,
ningú parla;
Y posantse de genolls,


¡Qué silencio!
Las sombras de los pasados siglos prestan atencion, y se acercan, con
los mantos agitados...

El sacerdote desde el púlpito narra la
Pasion del Redentor, y enseña á la llorosa muchedumbre santas
reliquias;



un
cuadro del Ecce-Homo, que representa cuando Pilátos sacó a Jesus al
balcon; espinas de la corona, que le hincaron en la frente.



Cuenta
las siete palabras que el Señor habló en la Cruz; el perdon de los
enemigos; la redencion del género humano;



su
gran clamor, cuando espiraba; y el terremoto del mundo, interpretado
por humilde sabio de lejanas regiones.



Los
pobres trabajadores que escuchan, lanzan profundos suspiros y
sollozos; ninguno se distrae, ninguno habla; y poniéndose de
rodillas,


Miran la
encreuat Jesús
Que senyala´l sacerdot...
Míra´l, oh germana
mía;
Tres hores de cruels dolors

Costaren á Deu los
hòmens
Y llurs térboles passions.
Míra´l, extés per
nosaltres,
Li ratjava sanch á doll........
¡Ay, Deu meu, per
mi moríreu!
¡Muyra mon pecat per vos!



Març
de 1869.





Miran
al crucificado Jesus, que el sacerdote tiene en las manos.... Míralo,
hermana mía: tres horas de crueles dolores

costaron á Dios
las turbulentas pasiones humanas. Míralo, clavado por nosotros, le
saltaba la sangre á torrentes.......

¡Ay Dios mío, por mí
moriste! ¡Muera por tí mi pecado!

lunes, 13 de julio de 2020

CAPÍTULO XXXIX.


CAPÍTULO XXXIX.

Prosigue la historia de los reyes godos, desde Teudiselo hasta Recesvinto, y los obispos de Urgel que hubo en este tiempo.

Prosiguiendo la historia de los reyes godos, se nos pone delante Teudiselo, que fue capitán de Teudio, su antecesor, y por su muerte fue elegido rey, aunque no reinó más de un año, porque, no pudiendo los godos sufrir sus deshonestidades, le mataron en Sevilla en el año de 548.
Agila fue rey de los godos, y era arriano y persiguió a los católicos con gran coraje. Este se valió de los romanos contra Atanagildo, que aspiraba a quitarle el reino, como a la postre se lo quitó, después de haber reinado cinco años, y huyó a Mérida, y aquí fue muerto de los suyos, por su poco valor y ánimo. Este rey volvió los romanos a España, y después tuvieron sus sucesores harto en que entender, para sacarlos de ella. Fue su muerte el año 553.
Atanagildo fue sucesor del antecedente, y en vida de él se quiso algunas veces levantar con el reino, y no pudo salir bien con ello, hasta que le dejó vencido y muerto. Este rey dejó la secta arriana y murió católico, aunque no lo osó publicar por temor de los godos, que eran arrianos. Sobre el tiempo en que murió discrepan los autores, pero Marco Máximo, a quien sigo en todo lo que puedo, dice que murió el año de 568.
Muerto este, vacó el reinado algunos años; otros, y es lo más verosímil, solo dicen haber sido esta vacante de meses; sea como quiera, Liuva fue rey, y el segundo año de su reinado tomó por compañero a Leovigildo, (Ludwig, Luis, Louis, Luis, Luís, Lluís, etc) hermano suyo, a quien dio lo de España, y él se quedó con lo de Francia, que lo gozó solo un año y murió el de 570. En tiempo de este rey o poco antes que fue el año de 568, nació el maldito Mahoma, que tanto daño y fatiga ha causado en el mundo, como es notorio, y experimentó antes de muchos años nuestra España.
Por muerte de Liuva quedó solo en el reino Leovigildo, su hermano. Casó este con Teodosia, hija de Severiano, que descendía de sangre real; y don Lucas de Tuy dice que fue hijo de Teodosio, rey de Italia, y era capitán y gobernador de la provincia de Cartagena. Su mujer fue Teodora, de quien hubo muchos hijos, que fueron san Leandro y san Isidoro, ambos arzobispos de Sevilla; y el otro san Fulgencio, que lo fue de Écija, y después de Cartagena: las hijas fueron Teodosia, que, como dije, casó con nuestro rey Leovigildo, y la otra se llamó Florencia, que fue virgen y abadesa de un monasterio.
Fue Leovigildo arriano, y como tal persiguió cruelmente a los católicos: tuvo dos hijos, Hermenegildo y Recaredo; y al mayor, después de haberlo perseguido, lo mandó matar, solo porque era católico, y hoy está en el número de los santos mártires, como diremos después en otro lugar. Tomó el rey para su fisco las rentas de las Iglesias, quitándoles los privilegios y prerogativas, y lo que peor era, hizo a muchos apostatar con halagos y dádivas, y a otros con fuerza y con tormentos.
En tiempo de este rey, y en el vizcondado de Áger, que el abad Juan de Valclara que después fue obispo de Gerona, llama Montes Agerenses, vivía un caballero llamado Aspidio, el cual era señor de aquella tierra: este se levantó con ella y tomó armas contra del rey, que envió contra de él sus ejércitos, y le venció y prendió a su mujer e hijos y se los llevó cautivos, sin decir a dónde; y la tierra quedó confiscada, con todas las riquezas y tesoros que tenía; y después el rey tomó algún concierto con él y le volvió la tierra que le había quitado, con alguna mayor sujecion, asegurándose que le sería bueno y fiel vasallo. El abad Viclarense, que cuenta esto, le llama senior, y Morales y Mariana se detienen mucho en declarar esta palabra senior; pero como en los Usajes de este principado de Cataluña es tan usada, nadie hay en él que ignore su significación.
Las demás cosas de este rey dejo, como ajenas de mi instituto, por haber muchos que las tratan: solo diré que murió católico, que no fue poca dicha para él, y que mostró grande arrepentimiento de haber sido arriano y perseguido a los católicos; y en señal de esto, mandó alzar el destierro a san Leandro, y que Recaredo, su hijo, estuviese a consejo de él y de san Fulgencio, sus tíos: y esta fue la mayor riqueza que le pudo dejar, porque con tales consejeros, salió muy católico, justo y buen príncipe, como diremos después. Murió Leovigildo, miércoles a 2 de abril, día de santa Teodosia, al amanecer, año de 587, y quedó sepultado en Toledo, en santa María la Vieja.
Había sido grande la persecución de los católicos en tiempo de los reyes pasados, que casi todos habían sido arrianos. Entró la herejía en ellos de esta manera: cuando vinieron a las tierras del imperio, pidieron al emperador Valente, hereje arriano, obispos y maestros que les enseñasen la doctrina cristiana y bautizasen; y el mal emperador, en vez de darles varones católicos, les dio maestros y prelados arrianos, y estos les inficionaron de manera, que casi toda aquella nación quedó manchada de esta herejía. No quedó el mal emperador sin pago de su maldad, porque, en una batalla que tuvo con los godos, fue vencido, y se retiró a una casa pajiza, donde se escondió, por no venir a poder de sus enemigos; pero ellos, que lo supieron, metieron fuego a la casa y lo quemaron vivo, el año de 382, llevando de esta manera el debido pago de haber engañado a aquella nación con la herejía arriana, que duró en ellos hasta este tiempo del rey Recaredo, hijo de Leovigildo, que, con los buenos consejeros y ayos que su padre le dejó, salió tan buen rey y tan católico, que pudo ser ejemplo y dechado de reyes. De él y de sus hechos tratan todos los historiadores, así eclesiásticos como seculares, y nunca acaban de engrandecer su religión, piedad y virtud. A instancia suya se juntó el concilio Toledano tercero, en que, entre otras cosas santas y buenas que se hicieron, fue condenar por mala y abjurar la herejía de Arrio, y confesar la fé católica. Celebráronse, sin este, en España otros concilios, y las cosas de los católicos hallaban gran favor en el rey, que después de haber reinado más de quince años, murió con universal dolor y sentimiento de todos los católicos, el año 601 de Cristo señor nuestro.
Liuva fue hijo de Recaredo y tomó el reino luego de muerto su padre, y le duró no más de un año, porque se levantó un caballero de gran linaje, llamado Viterico, y de pequeña conciencia: este le prendió y cortó una mano, y después le mató, habiéndóse ya alzado con el reino. Esto pasó el año de 604. Dicen que este rey se llamaba Liuva, y que era bastardo.
Viterico, después de muerto Liuva, quedó con el reino, y reinó con poca honra, y jamás quedó con victoria cumplida en las batallas que tuvo con los romanos, que aún perseveraban en querer ser señores de España. Reinó algunos siete años, y por los muchos desafueros y agravios que hizo a los suyos, le mataron el año de 609, y Tarragona batió moneda en honra suya.
Gundemaro vino después de Viterico: fue buen rey y muy católico, alcanzó algunas victorias de los romanos, y concedió que los malhechores que se acogiesen a las iglesias, quedasen seguros. Reinó solo dos años no cumplidos. Murió el de 612, según Morales, o 617, según otros.
Sisebuto fue sucesor de Gundemaro. Fue muy valeroso y alcanzó de los romanos algunas victorias, y edificó algunos templos, como el de santa Leocadia de Toledo, y otros. Sobre los años que duró su reinado y el que murió hay mucha discrepancia en los autores. Siguiendo a Illescas en su Pontifical, murió el año de 619, y después de haber ocho y medio años que reinaba. Morales dice haber muerto el año de 621.
Recaredo segundo, siendo niño, quedó, por muerte del padre, rey; pero no llegó su reinado a un año, porque murió al séptimo mes después del padre, y así algunos autores no lo ponen en el número de los reyes godos.
Suintila, el que vino después de Recaredo en el reino de los godos, fue hijo del otro rey Recaredo primero, y por la tiranía de Viterico y sucesión de Gundemaro, no pudo alcanzar el reino que le pertenecía, pero, por ser gran caballero y muy virtuoso, le tomó por yerno el rey Sisebuto y le hizo capitán general, y después, por muerte de Recaredo segundo, fue alzado por rey, y fue el primero que se vio señor y monarca de toda España, porque acabó de sacar del todo a los romanos. Dejó tres hijos: Rechimero, que le premurió, Sisenando y Chintila, que el uno tras del otro le fueron sucesores, aunque algunos no quieren que le fuesen hijos. Duróle el reino poco más de diez añosm porque murió el de 631.
Las costumbres del rey Suintila fueron tales, que obligaron a sus vasallos a desampararle y tomar por rey a Sisenando; y aunque al principio de su reinado tuvo algunas faltas, pero enmendado de ellas, fue buen rey y católico; y en su tiempo se congregó el cuarto concilio Toledano y después de haber reinado cinco años, murió el de Cristo 636.
Chintila fue muy buen rey y muy católico, y en su tiempo se celebraron el quinto y sexto concilios Toledanos. Floreció en su tiempo la virtud, porque había muchos obispos santos; reinó cuatro años poco más o menos, y murió el de 640.
Después de Chintila eligieron los godos por rey a Tulga, caballero muy principal y virtuoso: fue muy católico, y el reino le duró solo dos años, y murió antes de entrar al tercero, en el de 642, o de 640, según opinión de otros.
Chindasvinto, valiéndose de los medios que le fueron más a propósito, no reparando en si eran lícitos o no, fue elegido rey de los godos, y con violencia tomó posesión del reino; pero sentado en el solio real, fue muy católico y virtuoso, y muy celoso de la honra de Dios. Celebróse en su tiempo el concilio Toledano séptimo, y por su diligencia se halló el libro de los Morales de san Gregorio sobre Job. Tomó por compañero y sucesor en el reino a Recesvinto, su hijo; fue su reinado muy pacífico, sin rastro de guerras ni herejías, y duró diez años, y murió el de 652, o 650, según otros.
Recesvinto, hijo del precedente, quedó en el reino. Fueron tantas sus virtudes y cristiandad, que no acaban nunca los historiadores de decir bien de él; y como mi intento solo es dar noticia de los señores de los pueblos ilergetes y condado de Urgel, lo dejo, remitiéndome a los autores que cita Gerónimo Pujades, que hablan de este buen rey. Dejó un hijo llamado Teodofredo, a quien el mal rey Vitiza mandó quitar los ojos; y fuera más útil a España que le mandara quitar la vida, porque no engendrara a sus dos hijos Acosta y Rodrigo (Roderico), que fueron los que por sus vicios, negligencias y pecados perdieron nuestra España. Reinó diez y ocho años, y murió el de 672. Celebráronse en su tiempo muchos concilios.

Continuando la sucesión de los obispos de Urgel, después de san Justo que, como queda dicho, murió el año de 546, le hallo sucesor a Simplicio, de quien hallo memoria y firma en tres concilios en que asistió; estos fueron el Toledano tercero que, según parece, se celebró el año 589, en el cuarto año del rey Recaredo, era de 627. Asistieron a este concilio sesenta y tres obispos y cinco procuradores de otros tantos ausentes, y en él se ordenaron muchas cosas santas y buenas; y abjuraron la herejía de Arrio, como refieren largamente el doctor Padilla, Morales y otros que hacen larga memoria de lo que pasó en este sagrado concilio. Asistió al de Zaragoza, celebrado en el sexto año del reinado de Recaredo, siendo pontífice el papa Gregorio, año 630 de la era de César, que corresponde al de 592 del Señor. Los cánones que de este concilio se hallan son tres: en el primero dispone cómo han de vivir los clérigos que, dejada la herejía de Arrio, se convierten a la fé católica; en el segundo que se denuncien las reliquias de los arrianos muertos, que entre ellos eran venerados por santos, para que sean quemadas; en el tercero que las iglesias de los arrianos sean de nuevo consagradas por los obispos católicos. Asistió también a otro concilio que se celebró en Barcelona en el año catorce del rey Recaredo, era 637, que es el año de Cristo 599. En él se ordenaron cuatro cánones: el primero que por la celebración de las órdenes no pidan ni reciban nada los obispos; el segundo, que ni por la crisma se da para bautizar se reciba nada; el tercero da forma en nombrar y elegir los obispos; el cuarto pone penas a los que dejaren el hábito de la religión, y contra las mujeres que quedaren en poder de los que las violentaron. Este es el segundo de los concilios celebrados en aquella ciudad. En la iglesia de Urgel está notado que fue diez y seis años obispo.
Sucesor de Simplicio fue Pompedio. La memoria que hallo de este prelado fue que asistió y firmó en el concilio Egarense, celebrado en Cataluña en la ciudad de Egara, que está junto a la villa de Terrasa, en que firmaron doce obispos, y entre ellos Pompedio; y aunque en la firma no diga de dónde era obispo, pero Marco Máximo, obispo de Zaragoza, en sus fragmentos históricos, que continúan la historia de Flavio Dextro, en el año 614, hablando de este concilio dice ser Pompedio obispo de Urgel.
Ranario o Ranurio es el obispo que hallo después del precedente. Este asistió y firmó en el concilio Toledano cuarto, celebrado el año de 633, que fue el tercero del rey Sisenando y undécimo del papa Honorio: este fue el más señalado de cuantos concilios se han celebrado en España, en que concurrieron setenta y dos obispos y siete procuradores de otros tantos ausentes. Lo que pasó en él escriben el doctor Padilla y otros que hacen larga relación de este concilio.
Maurelio asistió al concilio octavo Toledano que se juntó en tiempo del rey Recesvinto, en el año 653 de Cristo nuestro señor. Halláronse en él cincuenta y dos obispos, doce abades y otras dignidades, diez vicarios de obispos ausentes y diez y seis varones ilustres. Asistió también al concilio Toledano nono, celebrado el año 655 del Señor y séptimo del rey Recesvinto, al que asistieron, diez y seis obispos, nueve abades y cuatro varones ilustres. De lo que pasó en ellos hacen larga memoria los autores citados.
En tiempo de estos reyes se usaba en España señalar los católicos sus iglesias, por diferenciarlas de las de los arrianos, porque en un mismo tiempo y pueblo había iglesias de los unos y de los otros; y no solo señalaban los templos, más aún sepulcros, edificios, pilas de agua bendita y todo lo demás les parecía, para que se supiesen cuyas eran las tales cosas. El señal era una cruz, y bajo las dos letras alpha y omega, que son la primera y la prostera del alfabeto griego, en esta forma, A+Ω, y en algunas partes de otra, esto es, que hacían la cifra antigua del lábaro, que significaba el nombre de Cristo, que era una X y en medio de ella una P, (como una espada) de esta manera: *figura de donde quedó el uso de escribir Cristo Xps., y al lado de la cifra ponían el alfa y omega de esta manera: A-X(la P atraviesa la X)-Ω; y esta costumbre se continuó muchos años aún después de la venida de los moros a España, y se observó en los autos y escrituras públicas en el principio, antes de las primeras letras, y por haber sido esta muy común, es bien se sepa el principio de ella.
Mayor herejía de Arrio fue quitar a Jesucristo nuestro señor la igualdad que en la divinidad tiene con el Padre eterno, y hacerlo a él inferior en todo: por esto quien quería mostrar que no seguía este error, sino la doctrina católica, representando a nuestro redentor Jesucristo por la cruz o por la cifra de la X de la P, confesaba también su entera divinidad igual con la del Padre, poniendo aquellas dos letras griegas a y Ω, por las cuales, en el Apocalipsis, se nos enseña la verdadera divinidad de Jesucristo nuestro redentor. Presupuesto que estas dos letras son la primera y postrera del alfabeto griego, dice allí en el Apocalipis nuestro señor Jesucristo de si mismo, por boca del apóstol san Juan: Yo soy alpha y omega; y declarólo más, añadiendo principio y fin, que es atributo y propiedad de la divinidad de Dios, que no puede competir sino a quien es verdadero y enteramente Dios, pues otro no puede ser principio y fin de todas las cosas. Por esta causa los católicos de estos tiempos, por darse a conocer y diferenciarse de los arrianos, se señalaban con este blasón de la alpha y omega como firme testimonio de su verdadera fé, porque un arriano no confesara esto de Jesucristo nuestro señor. Este uso de este católico blasón hallamos venir de más atrás, pues en las monedas del emperador Majencio y de su hermano Decencio está esculpido, como lo notan don Antonio Agustín y Guillermo Coul en sus libros de medallas. Estos dos hermanos se levantaron con el imperio contra Constancio, habiendo muerto el emperador Constante, su hermano: y porque Constancio era muy arriano, ellos quisieron dar a entender de si como eran católicos, y por esto pusieron en sus monedas y banderas la cifra de la X y de la P, que son las dos primeras letras con que en griego se escribe el nombre de Cristo señor nuestro, (XP pronunciado jristós), añadiendo a los dos lados la alpha y omega para confesar su verdadera divinidad igual con la del padre; y con esto llamaban a los católicos para que les siguiesen, mostrando que ellos lo eran. En Cataluña he observado muchos edificios antiguos con esta santa señal; en Barcelona se ve sobre la puerta más principal de San Pablo y en la inscripción o epitafio del sepulcro de Vifredo, conde de Barcelona, que está en aquella iglesia, el cual trae el doctor Pujades en su historia, lib. tercero, cap. 89. Está al principio del epitafio y al fin de él, para denotar cuán católico fue aquel príncipe. En Lérida, en la puerta de San Berenguer o del castillo, en la iglesia Mayor, en la piedra de ella está también grabado, así como también en el real monasterio de Poblet, sobre la puerta más principal; y en el monasterio de San Miguel de Escornalbou (escorná al bou, descornar al toro o buey) en el campo de Tarragona, hasta en las pilas del agua bendita lo ponían, como lo vemos hoy en San Justo de Barcelona, en una pila que está a la mano derecha de los que entran por el portal mayor de aquella iglesia. Pues de los edificios que se hallan en Castilla y sepulcros no digo nada, por haberlo trabajado muy bien el maestro Ambrosio de Morales, en su historia, de quien se ha sacado casi todo este discurso.
Wamba, e quien el vulgo llama Bamba, fue nombrado rey de los godos, después de Recesvinto: sus cosas, así en orden a los cuentos del vulgo, como a la verdad de sus hechos, cuentan Gerónimo Pujades y otros que él alega; lo cierto es que fue nombrado rey con consentimiento de todos los godos, y era tanta su modestia, que ni el aplauso universal y deseo de todos le obligaban a tomar el reino, hasta que un godo, con gran valor, le amenazó de muerte si no consentía a la voluntad de todos; y así le aceptó estando en la ciudad de Toledo, veinte días después de muerto el rey su antecesor. En su coronación se vieron señales extraordinarias: de encima la cabeza del rey salió un vapor
como de humo, a modo de coluna que subia hacia el cielo, y tras este voló una abeja también hacia arriba, habiendo salido de la cabeza del rey: indicios ciertos de la suavidad y buen gobierno que había de tener el nuevo rey, y así lo sintieron todos los que lo vieron. Paulo, mal vasallo suyo, se le rebeló, y los moros de África, con armada poderosa embistieron a España; pero a todos resistió el rey, y con dicha acabó la guerra, quemando los navíos a los moros, y dando a Paulo con benignidad el castigo merecido por infidelidad y atrevimiento.
Había muy a menudo entre los obispos de España diferencias sobre los límites de sus obispados, y en averiguación de ellos gastaba lo más del tiempo el buen rey Wamba, que, sobre esto, se tomase regla cierta y se atacasen las discordias. La instancia del rey fue eficaz y se hizo la división (hitación, de hitos; fita, fites); y dejada la de los otros obispados, diré solo como a la metrópoli de Tarragona asignaron por sufragáneos los obispados de Urgel, Lérida y Huesca, así como antes lo eran, y los límites de estos tres obispados se designaron de esta manera:
Urgel, desde Aurata hasta Nasona, y de Mucanera hasta Vals.
Lérida, desde Nasona hasta Fuente Sala, y de Lora hasta Mata.
Huesca, desde Esplana hasta Cobello, y des Esperle hasta *Ribera.
Qué términos fuesen estos y qué lugares, sería cosa dificultosa la averiguación de ellos, por ser los más poco *usados y casi desconocidos. Con esta división supo cada obispo lo que era suyo y lo que le tocaba y cesaron los pleitos, si algunos había; y con esto y algunos concilios que se juntaron, quedó el estado eclesiástico muy obligado al rey, como a su amparo y protector que era. Ocupado el rey en estas cosas y otras del servicio de Dios y bien de sus reinos, se levantó un conde llamado Ervigio, que era primo hermano del rey Chindasvinto y codicioso de reinar, tuvo traza como dar al rey ponzoña, que no le hizo otro daño más de quitarle la memoria; y conociendo Wamba que aquel accidente mal podría cumplir las obligaciones del reino y se t dejé a los grandes la administración del reino y se recogió a un monasterio del orden de san Benito, donde vivió siete años y tres meses, sirviendo a Dios nuestro señor, que es el verdadero reinar, después de haber tenido el reino de los godos nueve años, un mes y catorce días, que acabaron el año de 681.
Flavio Ervigio, que dio el veneno a Wamba, sucedió en el reino, ora sea porque el rey se lo diese, ora porque él por fuerza se lo tomase. Era Ervigio hijo de una hermana del rey Chindasvinto, de quien había quedado un hijo; pero no fue rey, porque entre los godos el reino no se heredaba por sangre, sino que se daba por elección, aunque a la postre vino a ser hereditario. El favor y poder de Ervigio era mayor que el del hijo del rey Chindasvinto, y, por mejor asegurarse de los deudos de Wamba, casó una hija que tenía con Egica, primo hermano del rey Wamba. Fue este rey muy católico y bueno, aunque no lo fueron los medios por donde le vino el reino. En su tiempo hubo en España mucha hambre; reinó quince años, y murió el de 688.
Egica, primo del rey Wamba, fue sin contradicción alguna rey de España. En él se enfrió la virtud y religión de los reyes godos. En el comienzo de su reinado echó de si a la reina su mujer; fue muy enemigo de su sangre, y desterró al duque Favila, padre que fue del infante don Pelayo, a la ciudad de Tuy, donde vivía también Vitiza, hijo del rey, y tal o peor que él, el cual trabó un día razones con el duque, y le dio con un palo que llevaba en la cabeza, y murió del golpe. Murió Egica el año 702, después de haber reinado trece años.
Vitiza, hijo de Egica, fue rey de los godos, que así como más se iban acercando a su fin, tanto más iba desfalleciendo y menguando la antigua nobleza y valor; y si el padre fue malo, Vitiza fue peor: al principio dio muestras de bueno, mas presto descubrió los vicios y maldades que en el corazón tenía encubiertos. Desterró de sus reinos al infante don Pelayo, y tomó públicamente muchas mancebas, permitiéndolo con ley a sus vasallos. A los clérigos no solo dio licencia para casarse; mas con violencia les obligaba a ello (casato capat; casado o capado). Quitó el obispado de Toledo a Sinderedo, a quien el arzobispo don Rodrigo llama varón claro en el estudio de santidad, y puso en su lugar un hermano o hijo suyo, llamado Opas, para que acabase de corromper a los eclesiásticos, así como él había corrompido a los laicos. Procuró haber a las manos a Teodofredo, hijo del rey Recesvinto y padre de Acosta y de Rodrigo, y le quitó los ojos: a los hijos no lo pudo, porque se dieron cobro. Por estas y otras muchas maldades vino a ser aborrecido de todos, y con esto tuvo Rodrigo buena ocasión de alzarse contra él y sacarlo del reino. Quedó Vitiza preso, y Rodrigo le quitó los ojos, así como él los había quitado a su padre, y le envió a Córdoba, donde acabó sus días. Dejó dos hijos, que después, juntados con los moros, ayudaron a la destrucción de España. Reinó nueve años, y murió el de 711.

Continuando los obispos de Urgel que lo fueron por estos tiempos, hallo después memoria de Teuderico, a quien llaman algunos episcopologios, segundo; pero esto no lo afirmo, porque no ha venido a mí noticia el primero. De este pelado hallo que en el concilio Toledano décimotercio, celebrado el año de 683, siendo rey Ervigio, asistió Florencio, su vicario, que firmó por él. Juntáronse en este concilio cuarenta y ocho obispos, ocho abades, veinte y siete vicarios o procuradores de obispos ausentes, y veinte y seis condes o varones ilustres.
Celebróse en su tiempo el concilio décimoquinto Toledano, siendo rey Egica, el primer año de su reinado, que fue el del Señor 688. Asistieron en él sesenta y un obispos, doce entre abades y otras dignidades, y cinco vicarios de obispos ausentes, y entre ellos Florencio, presbítero, que firma por Teuderico, obispo de Urgel, y diez y siete condes.
Celebróse asímismo el décimosexto concilio Toledano, en el año de 693 y sexto del rey Egica, en que asistió nuestro obispo personalmente. Halláronse en él cincuenta y ocho obispos, cinco abades, tres vicarios de obispos ausentes, y diez y seis entre condes y varones ilustres de la casa y corte del rey. De lo que se ordenó en los concilios tratan
largamente el doctor Padilla, Morales y otros. Después de este año no hallo memoria de otros obispos, y los hubo, cierto, que con su rebaño se retiraron a lo más áspero de los Pirineos, donde jamás faltaron cristianos y templos en que se celebró misa, que, por ser tierra tan áspera se pudieron allá conservar muchos años.

domingo, 12 de julio de 2020

CAPÍTULO XXX.


CAPÍTULO XXX.

De la sentencia que dieron el arzobispo de Granada y las personas que juntó para ello, sobre la verdad y certidumbre de estas santas reliquias.

Don Pedro de Castro y Quiñones, arzobispo de Granada, fue el que con mayor cuidado procuró sacar a luz la verdad de estas reliquias: hizo sobre ello muy grande proceso, y ha sido el más cumplido y riguroso que jamás se haya hecho en semejante materia, porque, como el suceso excede tanto a los demás, ha querido Dios que en todo haya esta ventaja; y después de averiguado todo lo que se podía averiguar, hizo la junta que se requiere en el santo concilio Tridentino, y conforme a él y a los breves apostólicos que, para el conocimiento de esta causa, tenía, a 30 de abril de 1600, en la iglesia mayor de Granada, pronunció la sentencia siguiente.

IN NOMINE DOMINI NOSTRI JESU CHRISTI.

Nos don Pedro de Castro, por la gracia de Dios y de la santa sede apostólica arzobispo de Granada, del consejo del rey nuestro señor, con consejo y asenso de los reverendísimos prelados don Juan de Fontseca, obispo de Guadix, (pone Guádix) del consejo de S. M., conprovincial y sufragáneo nuestro, y don Sebastián Quintero, obispo de Galípoli y don Alonso de Mendoza, abad de Alcalá la Real habiendo tratado de las reliquias que en el año del nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo (pone Jesucrito) de 1588 se hallaron, derribando una torre antiquísima en esta santa iglesia, y otras en el año de 1595, en el monte que llaman Val-Paraíso, cerca de esta ciudad, el conocimiento y aprobación de las cuales a Nos pertenece por derecho y por el santo concilio de Trento y por especial comisión de nuestro muy santo padre Clemente VIII; visto este proceso y todas las informaciones, averiguaciones y diligencias en él hechas, y habiendo habido consejo y deliberación con varones muy doctos, píos, y teólogos y de otras facultades, que con Nos congregamos, y todo lo demás que fue necesario y verse convino:
Fallamos de un mismo parecer y asenso, (consenso) en que fueron todos conformes, que debemos declarar, declaramos, definimos y pronunciamos las dichas reliquias en este proceso contenidas, conviene a saber, la mitad del paño con que nuestra señora la gloriosa virgen María limpió sus lágrimas en la pasión de su Hijo, nuestro Redentor, y el hueso de San Estévan, protomártir, ser y que son verdaderamente el medio paño de nuestra señora y el hueso del protomártir san Estévan, y haber estado ocultas, cerradas y guardadas dentro una pared de la torre antiquísima que estaba edificada en el sitio donde se edificó la iglesia mayor de esta ciudad, metidas en una caja de plomo *betumada por dentro y fuera, y dentro en la caja, una carta de pergamino, antiquísima, en la cual refiere Patricio, sacerdote, que estaban allí las dichas reliquias, y que él las escondió por mandado de san Cecilio; y se halló todo dentro en dicha caja de plomo en el dicho año de 1588, sábado día de san José, a 19 de Marzo, derribando y deshaciendo la dicha torre. Asímismo declaramos, definimos y pronunciamos los huesos, cenizas y polvos, y la masa blanca que en el año 95 hallamos dentro de las cavernas de dicho monte, que llaman de Val-Paraíso, ser verdaderamente reliquias de santos mártires, que gozan y reinan con Dios nuestro señor en el cielo; conviene a saber, de los santos mártires san Cecilio, san Hisquio, san Tesifon, discípulos del bienaventurado apóstol Santiago el Zebedeo, y de san Septentrio y Patricio, discípulos de san Cecilio, y de san Turilio, Panuncio, Maronio, Centulio, discípulos de san Hisquio, y de san Maximino y Lupario, discípulos de san Tesifon, y las de san Mesiton; y los dichos santos Cecilio, Hisquio y Tesifon, y juntamente con ellos los dichos sus discípulos, y san Mesiton, haber padecido martirio, quemados vivos dentro en las cuevas y cavernas del dicho monte por Jesucristo nuestro Redentor y por su santa fé católica, y por la indicación y predicación del santo Evangelio, en el año segundo del imperio de Nerón; san Cecilio y sus discípulos en las calendas de marzo, quemados como las piedras cuando se vuelven cal y san Tesifon y sus discípulos en las calendas de abril, como lo dicen y muestran cuatro láminas de plomo antiquísimas, escritas en lengua latina, con antiquísimos caracteres, y otros instrumentos, también de plomo, antiquísimos, que todo ha estado oculto y cerrado dentro en las dichas cavernas hasta agora que lo hallamos en el dicho año de 95, y parece resulta y se averigua por este proceso, y lo ha mostrado y comprobado Dios nuestro señor por muchos milagros: en consecuencia de lo cual, declaramos las dichas reliquias deber ser recibidas, honradas, veneradas y adoradas con honra y culto debido, como reliquias verdaderas de nuestra Señora y de los dichos mártires, que reinan con Dios nuestro señor, según que la Iglesia católica romana acostumbra venerar las reliquias de los santos, y deber ser expuestas públicamente al pueblo cristiano y a todos los fieles para el tal efecto, y que pueden invocarlas. Y Nos, con los aquí congregados, así las recibimos y veneramos, y mandamos que se pongan y coloquen en guarda y custodia y lugar muy *decente a nuestro parecer o del reverendísimo arzobispo que fuere de esta Iglesia; y asímismo declaramos el dicho lugar y monte de Val-Paraíso, en las cavernas del cual padecieron martirio todos los dichos santos, ser lugar santo y sagrado, y deber ser honrado y venerado como las dichas láminas lo mandan, en memoria de los santos que padecieron martirio en él, y tener las prerogativas que da el derecho y los sacros cánones a los tales lugares sagrados, y mandamos que en todo se le guarden. Y por esta nuestra sentencia así lo pronunciamos y mandamos, y firmamos de nuestro
nombre, y sellamos con nuestro sello pendiente.
PETRUS DE CASTRO, JOANNES, EPISCOPUS
ARCHIEPISCOPUS GRANATENSIS. GUADIX, SUBSCRIPSI.
S. EPISCOPUS GALIPOLENSIS, ALFONSUS, ABBAS,
SUBSCRIPSI. SUBSCRIPSI.

Sin esto, lo firmaron los señores de la audiencia y chancillería real de Granada y muchas otras personas eruditísimas, así clérigos como religiosos de diversas órdenes, algunos de ellos consultores del Santo Oficio, como se puede ver en los discursos del doctor Gregorio López de Madera, fiscal de S. M. en la chancillería de Granada, que fue el que escribió admirablemente sobre la invencion de las santas reliquias, dando razón y soltando las dificultades que hallaban algunos que no estaban satisfechos de este santo descubrimiento.

domingo, 1 de agosto de 2021

XIV, AL VENERABLE SENYOR VICARI DE JESUSCRIST, LO SANT PARE PÍO IX;

XIV

AL
VENERABLE SENYOR
VICARI DE JESUSCRIST,
LO SANT PARE PÍO IX;



en
la festa universal del quincuagèssim Aniversari
de sa prelatura
de Bisbe.



Cantem en nostra llengua les glories de l´Esglesia;
La gloria del
Pontífice que la goberna en Cap.
¡Salut al venerable Senyor, de Crist vicari!
¡Salut al vell Nostramo de la cristiana Nau!

La
terra de Mallorca li envía s´escomesa;
Pregaries mallorquines
ascolti sa bondat:
La terra de Mallorca, fidel y cristïana,
No
pot may oblidarse de sos camíns leals.







XIV
AL
VENERABLE SEÑOR
VICARIO DE JESUCRISTO,
EL SANTO PADRE PÍO
IX;
en la fiesta universal del quincuagéssimo Aniversario
de
su dignidad de Obispo.



Cantemos
en nuestra lengua la gloria de la Iglesia; la gloria del Pontífice,
su Jefe. ¡Salud al venerable Señor, vicario de Jesucristo!
¡Salud
al anciano Piloto de la católica Nave.



La
tierra de Mallorca le envía su saludo; plegarias mallorquinas
escuche su bondad. La tierra de Mallorca, siempre fiel y cristiana,
nunca se olvida del leal camino.




Cristiana
n´es Mallorca desque´l bon Rey en Jaume
Ab sanch de ses ferides
un jorn la batejá;
Cristiana sempre, y pura, les flors de sa
corona
Devant la santa Esglesia tot temps sap deposar.



Avuy
que el mon catòlich fá festa aniversaria
Del día en que el gran
Pío fo bisbe consagrat,
Avuy que les esglesies del Univers
s´alegran,
Mallorca s´ubrïaca del goig universal.



Y
ab los perfums de rosa qu´exhalan ses planures,
Y ab la remor
d´alzines que surt dels comallars,
Y ab lo renou que mouen del
mar les braves ones,
Un cántich d´alegría tramet al Pare
Sant.

¡Salut, oh Vell de Roma, que ferm,
incontrastable,
Aguantas lo timó de la cristiana Nau!
¡Molts
anys pugas reveure la llum d´esta dïada!
¡Molts anys pugas
combatre pe´l Be de tos Infants!



9
Abril de 1877.





Mallorca
es cristiana desde que el buen Rey D. Jaime la bautizó, con sangre
de sus heridas. Siempre cristiana y pura, sabe poner las flores de su
corona á los piés de la santa Iglesia.



Hoy
que el mundo católico celebra el aniversario del día, en que el
gran Pío IX fué consagrado obispo; hoy que saltan de júbilo todas
las iglesias del universo mundo; Mallorca se embriaga del gozo
universal.



Y
con el olor de rosas que exhalan sus llanuras, y el rumor que mueven
las encinas de los montes, y el ruido que levantan las bravas olas
del mar, un cántico de alegría trasmite al Padre Santo.



¡Salud,
Anciano de Roma, que, firme, incontrastable, aguantas el timon de la
nave de San Pedro! ¡Muchos años vuelvas á ver la luz de este día!
¡Muchos años puedas combatir, para bien de tus hijos!

martes, 23 de junio de 2020

278. SAN ROQUE, EN EL HOSPITAL DE VALDEALGORFA


278. SAN ROQUE, EN EL HOSPITAL DE VALDEALGORFA (SIGLO XIV. VALDEALGORFA)

278. SAN ROQUE, EN EL HOSPITAL DE VALDEALGORFA (SIGLO XIV. VALDEALGORFA)


Como en una buena parte de nuestros pueblos, el de Valdealgorfa poseía su propio hospital, que en este caso estaba al cargo del municipio, y se mantenía gracias a las rentas que producían algunos campos y heredades donados piadosa y altruistamente por sus habitantes.

No era muy grande el edificio, pero sí suficiente y estaba adosado a la pequeña ermita que el pueblo había puesto bajo la advocación de san Roque. En sus dependencias no sólo se acogía y atendía a los habitantes de la villa, como es natural, sino que también se amparaba a cuantos caminantes y peregrinos necesitaran de cuidados.

La tradición extendida en Valdealgorfa y en toda la comarca asegura que el propio Roque, como viandante asiduo que era y antes de fallecer en el año 1327, visitó y honró con su presencia este modesto centro hospitalario.
Dada la fama que alcanzó por su dedicación a los menesterosos —tanta que el propio pueblo presionó a las autoridades eclesiásticas para su canonización—, se guardaron, como si de auténticos tesoros se tratara, el poyo en el que, según los nativos, descansó de la fatiga del camino, la ventana por la que se asomó y apoyó, y la estaca en la que colgó sus alforjas de viandante.

[Pardo Sastrón, Salvador, Apuntes históricos de Valdealgorfa..., pág. 61.]

“El culto de la gloriosa Santa Bárbara en este pueblo ni aún tradicionalmente se tiene noticia de su origen, y es probable que como especial abogada de fenómenos y accidentes, que invariablemente todos los años tan frecuentemente nos impresionan, sea hasta cierto punto coetáneo de su población. No sucede lo mismo con el de su Cofradía. Dos hechos, a cual más notables, la ocasionaron, perfectamente y con cándida sencillez explicados por el notario que testifica su escritura. Dice así:

'In Dei nominae. Sea a todos manifiesto que en el año contado del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, de mil seiscientos noventa y seis, día es a saber ventitrés de enero, en el lugar de Valdealgorfa, ante la presencia de mí, Juan Francisco Rosales, notario Real y Apostólico, y testigos que lo firmarán, comparecieron personalmente los señores doctores Estevan Rosa, Rector; mosén José Pueyo, mosén Gabriel Fuster, mosén Jerónimo Bañolas, mosén Domingo Gros, mosén Gregorio Berich, beneficiados; Andrés Pueyo, justicia y juez ordinario; Juan Francisco Martín y Antonio Piquer, jurados; Isidro Callao, Pascual Burgués, Miguel Joan Aguilar, Ignacio Martín, Joan Francisco Bosque, Joan Merino, Miguel Pellicer, Pedro Piquer, Marco Conchal, Joan Francisco Pueyo, Jusepe Merino, Francisco Blanco, Vicente Aguilar, Jusepe Juste, Miguel Bañolas, Miguel Joan Piquer, Eugenio Estevan, Gaspar Conchal, Francisco Bosque, Ignacio Lorente, Francisco Pueyo, Bernardo Martín, todos vecinos y habitadores del dicho lugar de Valdealgorfa; todos juntos y cada uno de por sí, propusieron tales y semejantes palabras en efecto continentes, que:
Por muchos años y tiempo a esta parte, a devoción del pueblo, hicieron y fabricaron, como de presente lo está dentro de la dicha iglesia parroquial de dicho lugar, una capilla y altar de la Virgen del Rosario, y en el retablo de dicho altar pusieron la santa imagen de la gloriosa Santa Bárbara, y dentro de su término hicieron y fabricaron una ermita y casa de la Señora Santa Bárbara con su retablo puesto y dorado, y en el segundo cuerpo del dicho retablo, a devoción del pueblo, pusieron la santa imagen de San Gregorio Obispo, y dentro de dicha ermita haber, como de presente lo hay, un ermitaño que vive y habita en ella, la cual ha sido y es muy visitada por los vecinos y habitadores de dicho lugar, por las muchas obras, gracias y milagros que han recibido de Dios Nuestro Señor, implorando el auxilio y amparo de dicha Santa Bárbara y de dicho San Gregorio, y señaladamente en los años pasados, habiendo por dos ocasiones muchas tempestades de truenos y rayos, cayendo como cayeron en dicha iglesia dos rayos y centellas, y estando en la dicha iglesia todo el pueblo implorando el auxilio divino, por intercesión de Santa Bárbara, aunque muchas personas quedaron despavoridas y como muertas, no peligró ninguna, hallándose como se hallaron libres y sanas; sólo se introdujo el rayo y centella por el altar mayor y por el Santísimo Sacramento de Nuestro Señor Jesucristo Sacramentado, quedando, como quedaron, muchas imágenes del retablo mayor como quemadas, pero gracias al Señor, aunque dicho rayo entró en el sagrario, no peligró el vaso de las formas consagradas, dando todo el pueblo, de todo lo sobredicho, infinitas gracias a Dios Nuestro Señor por haberlos librado de tantos trabajos por su infinita bondad y misericordia.
Y así mismo, en el año mil seiscientos ochenta y ocho, se llenó todo el término de langosta, en tal conformidad que salían todos los habitantes del mismo a matarla y no fue posible el aniquilarla, si bien parecía que cuantas más diligencias corporales hacían para matarla, tanto más se aumentaba, y todo el pueblo, confesados y comulgados, con procesión general, imploraron el auxilio divino por intercesión del Señor San Gregorio Obispo. Y como por milagro se desvaneció dicha langosta y quedó todo el término libre de dicha langosta, sin hacer daño alguno, y en acción de gracias, dicho lugar le votó de guardar toda la vida la fiesta del Señor San Gregorio Obispo, y poner su santa imagen en el segundo cuerpo del retablo de Santa Bárbara, siendo cofrades suyos, y no haber, ni estar fundada en dicho lugar cofradía. Todos los arriba nombrados les pareció instituir y fundar en la iglesia parroquial la cofradía de dicha santa en el altar y capilla de Nuestra Señora del Rosario, y estar en ella su santa imagen.’

Entre las gracias espirituales que esta cofradía disfruta son dignas de que nadie ignore que se puede ganar indulgencia plenaria, por estar así concedida, en las cuatro festividades de San Gregorio, Santa Bárbara, Santa María Magdalena y en la Natividad de Nuestra Señora.
Hacía bastantes años (en 1630) que la cofradía de los gloriosos San Martín y Santa María Magdalena y pueblo habían cedido su antiquísima ermita de San Roque para la fundación del convento de religiosas franciscanas de Santa Clara, y sentía vagamente el vacío de un santuario extramuros, que sirviera de honesto recreo y esparcimiento, al par que de sitio en que manifestar y dar, por decirlo así, rienda suelta a su piedad. La cúspide de elevadas montañas cubiertas de gigantescos pinares o seculares encinas parece que nos acercan a los objetos de nuestro culto y los paisajes que frecuentemente magníficos y dilatados a nuestra vista se presentan, infunden un sello de grandeza a nuestro pensamiento y un apacible bienestar al alma donde se anidan rectas y arraigadas creencias religiosas. Nos creemos más cerca de Dios y contemplamos extasiados, con lo ojos del alma, las maravillas de su infinito poder, y en nuestro entusiasmo sólo creemos cúpula digna de su gloria la inmensa bóveda del firmamento, formando durante la noche magnífico tabernáculo tachonado de infinito número de brillantes estrellas. Los pueblos sencillos se dejan arrasar fácilmente por sanas creencias, y son bondadosos y agradecidos con sus bienhechores, y éste de Valdealgorfa no podía sustraerse a esta regla invariable.
Convencido, pues, de la decidida protección dispensada por los gloriosos Santa Bárbara y San Gregorio, como se ve en la escritura de institución, edificaron una ermita en un vecino y elevado monte, como se ve hoy día, cuya obra se llevó a cabo por Juan Aguilar en el año 1689.
Esta obra la pagaron en el año siguiente los jurados del pueblo, y también hicieron fundir una campana para el mismo santuario, cuyo metal costó treinta y tres libras jaquesas, con más de diez que dieron a un artífice (Archivo Municipal, legajo acuerdos y legajo cuentas).
Por estos mismos documentos sabemos que en el año 1696 se pagaron al señor rector don Estevan Roca el viaje y gastos que se originaron al traer la bula de institución de Zaragoza, si bien hoy ignoramos su paradero.
Todas las personas de ambos sexos, habitadores y extravagantes o extranjeros, como se les llamaba, podían ser inscritos en sus listas, pagando un solo sueldo, y el gran número que de estos se conservan prueban la gran veneración y confianza que todos habían depositado en la decidida protección de estos dos santos.
Como siempre se ha hecho, el Municipio nombra todos los años un prior y un mayordomo (hoy le llaman ayudante) que cuidan de hacer las inscripciones de cofrades y recoger toda clase de donativos voluntarios con que atender a la conservación del santuario y honorarios de las festividades de Santa Bárbara y San Gregorio, dando cuenta al mismo de su legítima inversión.
Durante mucho tiempo, estas limosnas, recogidas por medio de pública colecta, fueron de relativa consideración y así vemos que desde los primeros años tenían andas o peanas y una bandera o estandarte de damasco encarnado, que hicieron en el año 1733. A este efecto compraron veinte y una vara valenciana de dicha tela que costó veinte y un sueldos y medio, el asta ocho sueldos y los cordones, treinta y seis. También tenían varios ornamentos y alhajas del culto, como luego se dirá.
Piadosos donantes la enriquecieron, y entre otros, Antonio Bernal dejó en su testamento del año 1742 ocho sueldos de treudo con ciento sesenta de capital, a disposición del señor prior, para ayuda del pago de la misa que todos los días se celebraba en la ermita, y además regaló un cuadro de San Antonio con marco dorado al mismo santuario (Protocolos de Salvador Pueyo, Archivo material hoy de Alcañiz). Este cuadro es quizá el bello lienzo que hoy admiramos en el coro de la parroquia y que existió en la sacristía de la inmediata capilla de Nuestra Señora del Buen Suceso, puesto que cuando se donó ya estaba en construcción esta obra, y en la ermita de Santa Bárbara no existe indicio alguno de tal pintura. Hace más verosímil esta suposición el constar en el libro de Santa Bárbara que en el año 1794 se pagó al pintor, por mandato de mosén José Minacer, por los cuadros que hay en la ermita (cuentas de este año) una libra y doce sueldos jaqueses, con lo que se prueba que en aquel entonces no existía en ella tal cuadro de San Antonio, puesto que de esto no se hace ninguna mención.
Según se lee en la escritura de fundación, tenía esta ermita un santero o encargado desde su primitivo tiempo, al que el pueblo y cofradía vestían decentemente, según consta en el libro y en el archivo municipal. En el año 1740 se le sacó licencia superior para recorrer los pueblos del contorno y también lo hacía el señor prior con el objeto de hacer inscripciones de cofrades. Y tal popularidad había alcanzado en ese país, que se ven inscritos en sus listas numerosos cofrades de los pueblos limítrofes y también del otro lado del río Ebro. Tal era el crédito que no sin motivo esta cofradía había alcanzado. En este mismo año se hizo construir una arquilla al escultor Vicente Sanz que doró Francisco Baquero, para que el ermitaño condujera una pequeña imagen de la santa en sus expediciones. Y es la misma que hoy se conserva.
Siete años después se dieron al dorador diez y siete sueldos por pintar el púlpito.
Si hacemos caso omiso de los gastos que se hicieron en reparación del edificio y otros en pequeñas obras de carpintería, para mayor comodidad de los fieles en las festividades, nada hay de notable en estos años subsiguientes hasta el año 1761, más que la compra de unos corporales y haber concurrido en cuerpo de cofradía a la antiquísima procesión de Nuestra Señora de Fórnoles.
Es de creer que en el último citado año o en alguno de los anteriores, recibieran los de este pueblo, por singular intercesión de la gloriosa Santa Bárbara, algún particular beneficio, pues se hizo una extraordinaria tranza o subasta de leña que los vecinos voluntariamente habían suministrado y que dio el ingreso de bastantes fondos, y en las anuales colectas también se observa un aumento extraordinario, de modo que en el citado año hubo fiestas hasta entonces no acostumbradas, periódicamente. Primeramente se celebró la fiesta con toda solemnidad religiosa en el templo parroquial y en la emita, y luego, dando a ésta el carácter popular y bullicioso que desde antiguo se venía observando, la completaron con danzas de ágiles mancebos y comparsas de soldados y caballetes que ejecutaban diversos ejercicios de juegos vistosos y entretenidos, guiados todos por una bande que para estos casos habían construido. También se recitaban y cantaban loas, y todo se armonizaba con la música que (dice el libro) traían de Belmonte. Para mayor ostentación y lucimiento tenían trajes de ricas telas, hechos expresamente para estos casos. Y estas danzas y juegos eran interrumpidos por expléndidos convites para los ejecutantes y demás personal empleado en ellos, según consta en las actas y cuentas de estos años. Mencionaré en particular que en el ya repetido año gastaron veinte y cinco libras jaquesas y doce sueldos en nueve caballetes adornados de telas, y entregaron otras veinte y cinco a Rudesindo Zorrilla, mercader de Alcañiz, por distintos tafetanes de colores y sedas para la nueva bandera de la soldadesca y nuevos pañales para los danzantes.
Desde luego que el personal eclesiástico era el director de tan extraordinarios regocijos, pues es de notar que beneficiados de la parroquia eran los señores priores en tales años. Y en 1764 una señora religiosa, a quien por su trabajo dieron una libra jaquesa y cuatro sueldos, compuso las loas que se habían de recitar. Coincidencia feliz que les permitió sustraerse a la necesidad de que lo hicieran forasteros como hasta entonces había sucedido.
Insensiblemente, según suele acontecer, del uso morigerado y prudente se pasó al abuso. Los gastos fueron creciendo, tanto en la compra de telas como en la pólvora y convites repetidos ya desde los primeros ensayos de los dances y llamaron la atención de su ilustrísima, que en santa visita del año 1770 los prohibió enteramente. Cierto es que en estas expansiones y populares manifestaciones de alegría y contento, nada halló digno de su censura, mas vio con dolor que se distraían fondos de consideración en distinto objeto del que se dedicaban, que era el mayor culto y solemnidad religiosa de las festividades de los dos santos titulares de la hermandad. Y esto bastó para reprobarlos. En su consecuencia, obedecieron puntualmente el decreto del señor prelado, y ya no se halla noticia de tales funciones, si se exceptúa el año 1815.
No tardaron mucho tiempo en manifestarse los buenos resultados de dicha prohibición, pues los fondos sobrantes en el mismo año se emplearon mucho mejor, en comprar casulla, alba, corporales y manteles. Nombrándose igualmente un cáliz de plata. Se hicieron también algunas reparaciones necesarias, según se desprende del hecho de haberla dado por decente el señor prelado en santa visita del año 1776. En este tiempo debió hacerse la sacristía y el cubierto o atrio como lo hemos visto hasta que se cerró al levantarse el torreón óptico telegráfico que se dirá. Antigua y deteriorada, la peana de la santa patrona, que en forma de templete, como lo eran casi todas las de su tiempo, la deshicieron en el año 1779. Y vendieron sus despojos, cintas, telas y campanillas de plata con que la adornaban, y fabricaron otra que les costó diez y siete libras jaquesas, y el dorarla Miguel Ballester, diez y nueve y cuatro sueldos.
Nada se sabe ocurriera digno de mencionarse hasta el año 1821, en el que renovaron el estandarte o bandera de damasco encarnado, que costó veinte y ocho libras y diez y nueve sueldos. Y en total, franjas, cordones y coserla, cuarenta y cinco libras y quince sueldos.
En 1833 tuvieron el buen gusto de blanquear exteriormente este santuario, de modo que en días tranquilos se distingue perfectamente con un anteojo desde los llanos de Fuentes de Ebro, próximos a Zaragoza, como una blanca paloma perdida en el fondo claro-oscuro de la cordillera de Valderrobles.
A la conclusión de la última guerra civil, en 1875, y con motivo de la instalación de una línea óptico-telegráfica desde Zaragoza a Morella, se habilitó parte de su obra, elevando un torreón, fortificándola en totalidad con aspilleras y un foso que la circunda, y que por inútil hoy y hasta perjudicial debía cegarse. De nada de esta obra se hizo uso ni llegó a estar guarnecida. Mas las aspilleras practicadas en el muro de la capilla, hallándose con puertas decentes y bien colocadas, todavía sirven para refrescar la atmósfera que se produce por el gran concurso de gentes en las festividades, que como la de Pascua del Espíritu Santo, acostumbran a ser en mañanas generalmente calurosas.
La piadosa creencia de que jamás cofrade alguno ha perecido por el fuego del cielo, dio a esta hermandad desde luego mucho crédito, y todavía lo conserva hoy día. Las madres se apresuran a inscribir a sus hijos desde el primer año, a un sin número de forasteros de remotas poblaciones se ven en sus listas, que se conservan desde el primer año.
Es costumbre corriente, luego que en el pueblo o en el contorno ha sucedido algún accidente desgraciado de esta clase, investigar si el que ha padecido era cofrade y hasta hoy no se tiene noticia de que esto haya sucedido jamás. Todos los ancianos se acuerdan que hallándose juntos dos individuos y en tiempo de tempestad, un rayo mató al primero y nada le sucedió al segundo. Este era cofrade, aquél no. Muchos ejemplos como este se podían citar, más por haber ocurrido en mi tiempo y ser una cosa pública y notoria a todo el pueblo, consignaré dos casos para concluir esos renglones.
Regresando Pascual Celma de Alcañiz en compañía de varias personas, entre éstas Bárbara Pellicer, que luego fue su mujer, les sorprendió recia tempestad. Obligados del aguacero cobijáronse todos debajo de un olivo; y en aquél momento se desprendió un rayo, bajó por el tronco y mató un animal, a cuyo rededor se hallaban las dichas personas, sin que éstas recibieran daño alguno y sólo sí el natural sobresalto en tales casos. Registrado el libro, se hallaron en él inscritas todas aquellas personas.
En el verano de 1882 entraron dos chispas eléctricas en la casa de don Fernando Zapater y Pardo, de este pueblo, circulando por toda la casa, sin que nadie recibiera perjuicio. Es de advertir que en este mismo tiempo se hospedaba en la misma casa el ingeniero don Salvador Trabado, ocupado a la sazón en los trabajos de campo y estudio de un ferrocarril de Val de Zafán a Tarragona, llamado del Centro, y cuenta dicho señor, en cuya cama de hierro tocó el rayo, que a la misma hora y sorprendido por la borrasca, se había guarecido en una casa de pastores o paridera; y sondormido, soñaba lo que realmente pasaba en su habitación. Enterado y sorprendido por la relación que a su regreso le hicieron sus huéspedes, no pudo menos de creerse salvo providencialmente. Y enterado de la tradicional y pía creencia de los cofrades de nuestra Santa Bárbara, quiso también ser uno de ellos, inscribiéndose con él a toda su familia.
He comenzado esta relación con dos hechos bien probados y la he concluido con otros dos, entre los muchos que podría decir. Algún sabio me tachará de ignorante o fanático, no importa. Quédese él con su sabiduría que de buen grado le cedo, y yo contento me quedo con mi ignorancia”-

jueves, 29 de julio de 2021

VI, AMOR DEL BON JESÚS.

VI

AMOR
DEL BON JESÚS.



Vous
serez le plus ingrat de
touts les homnes si vous n´aimez
pas
Dieu qui vous aimes tant, et
qui ne se rebute point de
frapper
á la porte de vostre coeur pour y
répandre son
amour.



(FENELON.
- Lletres espirituals.)



Anima
meua, per est mon perduda,



Per
entre´ls espinals desgarriada,
Ovella tendra, dins lo bosch
ombrívol;
S´en ve la nit, y está la guarda llunya;
¿Qué
ferás, lassa, quant lo llop s´en tema
De que tu has fuyta y lo
camí no trobas?
Vindrá lo llop. Sa gola ja aparella,
Ja ses
dents verinoses vol clavarte;
¡Detúrat, infeliça!




VI
AMOR
DE JESUCRISTO.



Alma
mía, perdida por el mundo, extraviada entre las zarzas, pequeña
ovejuela, en la oscuridad del bosque. Viene la noche; está lejos tu
rebaño. ¡Ay triste! ¿Qué vas á hacer, si el lobo se apercibe de
tu fuga y extravío? Ya se acerca el lobo; abre las fauces, quiere
hincar en tus carnes sus venenosos dientes. ¡Párate, infeliz!







¡Oh
bon Pastor! ¿La dexarèu tant sola,
Y abandonada á l´inimiga
furia?
¿La trobarán los vïatjers cadavre
Mig menjat, del
torrent á la vorera?



Sos
òssos compodrits haurán per tomba
L´aspre rocam, ó del milá
les críes?



¡No,
per gracia! ¡Cuytáu, qu´encara es hora,
Cuytáu, Senyor, y á
son ramat tornáula



Sobre
la vostra esquena!



Ánima
mía, ¿sents la veu placévola
Del bon Jesús qui ple d´amor te
crida?
Torna, torna, d´amor ubriacada;
No tengas por de que ab
mal ull te mire;
No cregas, no, que rebujarte vulla;
Ab los
braços extesos Ell t´espera
Per oblidar tes enujants
ofenses,
Per darte una dolcíssima abraçada
Y esser la teua
gloria.



Sempre
Jesús als pecadors estima;
Jesús derrama de los bens la copa.
Un
día, quant los hòmens renegaren
Y Adam seguí les infernals
banderes,
Nengú sortía fiançador del Home,
Nengú per
l´Home del Etern les ires
Resolgué satisfer; les cruels
tristeses
Eran les primogènites germanes
De la nissaga
nostra.


¡Oh buen Pastor! ¿Dejarásla sola, y abandonada á la
enemiga furia?
¿Encontraránla cadáver los viajeros, medio
comido, á la orilla del torrente? ¿Sus restos putrefactos, tendrán
por sepultura las escuetas roca, ó las crías de los cuervos (milá
: milanos
)? ¡No, por gracia! ¡Apresúrate, que es tiempo
todavía; apresúrate, Señor, y vuélvela sobre tus espaldas al
aprisco!



Alma
mía, ¿oyes la plácida voz de Jesucristo que te llama, movido de su
amor? Vuelve, vuelve, de amor embriagada. No temas que te mire con
enojo; no creas que á rechazarte vaya. Con los brazos abiertos Él
te espera; para olvidar tus irritantes injurias; para darte dulcísimo
abrazo, y ser tu gloria.



Jesus
ama siempre á los pecadores; Jesus derrama la copa de los bienes. Un
día, cuando renegaron de su Creador los hombres, y Adan siguió las
banderas del Infierno; nadie salía fiador de los humanos; nadie
resolvió satisfacer por ellos á la divina Justicia: las crueles
tristezas eran las hermanas mayores de nuestra raza (nissaga:
saga
).











Y
Ell més plasent que totes les criatures,
Y Ell més amant que´ls
serafins altívols,
Verb inmortal de la inmortal Essencia,
De
carn mortal ofría revestirse
Y ab sa mort rembre lo perdut
llinatje.
Y aparegué. Y ´ls ángels lo vegeren
Arrufadet
demunt la menjadora,
¡Oh fineses d´amor!, desde
l´infancia
Donantnos bell exemple.



Després
fet home corregué la terra,
Del vall á la montanya, per les
viles,
Conhort suavíssim regalant als pobles.
Exían de sa
boca les paraules
Tant sòls pera dictarnos la sabiesa,
La fe
senzilla, y el perdó benévol.
De son ropatje una virtut
sortía
Qu´als coxos y tullits alleugerava,
Movent llur cor de
teya.



Hereu
del regne de los cels no fore
L´home caygut, sens eix Amor per
mestre,
Que son giny endreçás per bona vía,
Que sa pena
regís malensenyada.



Sens
eix Amor per metje, corrompuda
La terra fore ab lo lleig cranch
del vici;
Sense eix Amor, ¡ay Deu!, per santa víctima,
De los
abyms l´eterna flamarada
Era la nostra herencia.




Y
Él más amable que todas las criaturas, más amoroso que los
elevados serafines. Verbo inmortal de la inmortal Esencia, ofreció
vestirse de carne mortal, y con su muerte redimir el humano linaje.

Y apareció. Los ángeles le vieron, reclinado en el pesebre de
Belen.
¡Oh finezas de amor! Desde la cuna nos dió bellos
ejemplos.



Luégo,
ya hombre, recorrió la tierra de Palestina, los montes, y los
pueblos, regalando la suavidad de su consolacion. Salían de su boca
las palabras, sólo para dictarnos sabias cosas, la Fe sencilla, y el
perdon benévolo. De su vestido salía tal virtud, que aliviaba á
los cojos y tullidos, moviendo á penitencia su corazon de roca
(teya).



Heredero
del reino de Dios, no sería hoy el Hombre caído, sin ese Amor por
maestro, que su juicio endereza al buen camino, que rige su ántes
mal enseñada inteligencia. Sin ese Amor por médico, estaría la
tierra devorada por el horrible cáncer de los vicios. Sin ese Amor,
¡ay Dios!, por santa víctima, la eterna llamarada de los abismos
sería nuestra herencia.







¡Be
ho sap aquexa roca del Calvari!
Allí, clavat Jesús al pal
d´afronta,
Com infelís esclau per l´hom suspira.
Negra fosca
cubreix lo sacrifici,
Estremida la Terra se detura,
Brujit de
flastomíes l´ayre omplena;
Y devalla la veu adolorida
Del bon
Jesús, qui desde l´alt patíbol
Sitio, - tench set, -
clamava.



¿Y
de qué assedegat talment podía
Nostre Jesús estar? ¿Per quí
angunioses
Al etern Pare ses paraules pujan?



¡Ah!
¡prou que´s veu! Estimació tot era;
Patir, set de patir per
nostres ánimes,
Set tormentosa de dexarnos lliure
De fanch
l´esprit, lo cor de l´impuresa,
La Fe del dubte, calcigant per
sempre
De Satanás l´imperi.



Y
un poch abans de bèurese lo cálzer,
¡Oh gran Mártyr del mon!,
en la vesprada,
Havent amat desde´l principi als hòmens
Aymáls
fins á la fí. Los sants Apòstols
Lo viu recort de la passió
reberen,
¡Angèlich Pa, de los cristians fortesa,
Goig de llur
vida, de llur cel penyora,
Miracle hermós qu´al home
dignifica,
Batent son captivatje!







¡Sábenlo,
sí, las rocas del Calvario! Allí, clavado Jesus en afrentoso madero
como un infeliz esclavo, suspira por el Hombre. Negra oscuridad rodea
el Sacrificio; la tierra estremecida va á pararse; sordo ruido de
blasfemias rueda en la atmósfera; y baja la doliente voz de Jesus,
que desde el alto patíbulo clama: Sitio, - tengo sed.



Y
¿de qué podría estar sediento, tan intensamente, nuestro divino
Jesus? ¿Para quién suben al eterno Padre, sus angustiosas
palabras?
¡Ah! ¡Demasiado lo conocemos! Todo era amor; y sed de
padecer por nuestras almas; sed tormentosa de dejarnos libres de
cieno (fango: fanch)
el espíritu, de impureza el corazon, de dudas la fe, hollando para
siempre el satánico imperio.



Y
ántes de apurar el Cáliz de su pasion; ¡oh sublime Mártir del
mundo!, en aquella noche memorable de la última cena, habiendo amado
desde el principio á los hombres, los amó hasta el fin. Los santos
apóstoles recbieron el vivo recuerdo de la pasion, el Pan de los
ángeles, fortaleza de los cristianos, gozo de su vida, prenda de su
cielo, hermoso milagro, que dignifica al hombre, rompiendo su
cautividad.







¿Ho
sents, ánima mía? ¿Y exmoguda
No t´han de Jesucrist aytals
grandeses?
¿Qué més esperas que no´t mous encara?
¿Qué
més cobejas que de greu no ploras?
Torna, torna, d´amor
ubriacada;
No tengas por de que ab mal ull te mire,
No cregas
qu´Ell tot rebujarte vulla;
Ab los braços extesos ja
t´espera,
Vol ser la teua gloria.



___


¡Senyor,
Senyor!, á vostres peus tirada
L´ánima mía reconeix
l´angoxa
Que per ella sentiu, y ses injuries.



¿Per qué ho tench
d´amagar? A la presencia
De vos qu´el sol creáreu ho
confeso.
¡Culpable som; som la perduda ovella!
Mes vos sou bo,
com la remor dels arbres;
Dolcíssim com la mel de primavera;
Sou
del Amor... ¡MISTERI!

Janer 1871.




¿Lo
oyes, alma mía? ¿No te enternecen esas maravillas del Amor de
Jesucristo? ¿Qué más esperas, que áun no te mueves? ¿Qué más
buscas, que no rompes en amargo llanto? - Vuelve, vuelve, de amor
embriagada. No temas que Él te mire con enojo; no creas que vaya á
rechazarte. Ya te aguarda con los brazos abiertos; quiere ser tu
corona..........

¡Señor, Señor!, á tus piés arrojada el
alma mía, reconoce la angustia que por ella sientes, y sus ofensas.
¿A qué negarlo? Ante ti, que el sol creaste, lo confieso. Culpable
soy; soy la perdida oveja. Mas tú eres bueno, como el rumor de los
árboles; dulcísimo, como la miel de primavera. Eres de Amor...
¡MISTERIO!