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domingo, 12 de mayo de 2019

LA RECONQUISTA DE MONREAL DEL CAMPO


2.65. LA RECONQUISTA DE MONREAL DEL CAMPO (SIGLO XII. DAROCA)

Una tarde, Beatriz lloraba desconsoladamente. Junto con Sancho de Ravanera, su hermano, escuchaba preocupada al pregonero. En nombre del señor darocense, Alvar Pérez de Azagra, estaba haciendo un llamamiento para ir a la guerra contra el moro. Sancho, que decidió acudir para ir a tierras de Monreal, llevó a Beatriz a la grupa de su caballo hasta Báguena, donde se quedaría en casa de su tío Martín de Ravanera. Luego se unió a la expedición.

LA RECONQUISTA DE MONREAL DEL CAMPO (SIGLO XII. DAROCA)

Durante mucho tiempo, Sancho guerreó contra los musulmanes por tierras de Teruel hasta llegar a Sagunto siendo uno de los más distinguidos: tomó un castillo, dio muerte a su alcaide y varios servidores y cogió prisionera a una hermosa joven mora que, según averiguaciones posteriores, resultó ser hija de Abén-Gama, antiguo régulo de Daroca. Se enamoró de la muchacha y callando el secreto de querer casarse con ella, la llevó a Báguena para que su hermana la instruyera en la religión cristiana. El resultado fue la fijación del día del bautismo para cuando regresara Sancho.

Enterado Abén-Gama del paradero de su hija, hizo una incursión por tierras de Báguena, lo que obligó a Ramón Berenguer IV a retirar la frontera de Monreal y retrasarla a Daroca. El caudillo moro tomó Báguena y, tras dar muerte a sus heroicos defensores, se llevó a su hija y a Beatriz. A ésta la mató y a su hija, que le confesó el deseo de convertirse al cristianismo, la encerró en una mazmorra, encargando de su custodia a un feroz sarraceno, que la forzó. No obstante, antes de morir, un ángel le administró las aguas del bautismo.
Con la paz, Daroca era un ir y venir de gentes. Se construían iglesias, se empedraban calles, se reparaban las murallas. Sancho reposaba del fragor de la batalla sin saber nada de Beatriz ni de la mora. Indagó entre las gentes, mas nadie sabía nada. Pero al llegar a una plaza, un juglar recitaba una historia que llamaba «el romance de la mora». Al contarla, Sancho reconoció a su hermana y a su amada. Le preguntó al juglar dónde había oído aquella historia y éste le dijo que lo narraban aldeanos turolenses fronterizos con los moros.
Sancho de Ravanera ingresó en la Orden del Temple y, junto a Ramón Berenguer IV, estuvo en la reconquista de Monreal. Hasta que, en una de sus correrías, tuvo la oportunidad de apresar a Abén-Gama, a quien dio muerte para vengar a las dos mujeres de su vida.
[Beltrán, José, «El Templario», en Tradiciones y leyendas de Daroca. Daroca, 1929.]





https://es.wikipedia.org/wiki/Monreal_del_Campo

No os perdáis las mentiras de la serie Knightfall, sobre los Templarios.


Y aquí otro video de catalanistas idiotas que no saben ni mirar en la wikitrolas.cat para ver quién era rey de Aragón, Navarra, Francia en esa época.  





domingo, 8 de marzo de 2020

83-93

83. DICCIONARIO DE NOMBRES DE LA
SAGRADA ESCRITURA Y DE LA TEOLOGÍA. Un volumen en 4.° en pergamino,
de 242 páginas. Es de últimos del siglo XII o de principios del
XIII. No consta el autor. Aunque el contenido de este Códice está
en forma de diccionario, no hay como en los otros Códices que hemos
reseñado, letras iniciales que indiquen el orden alfabético; de
modo que se ha de conocer por las mismas iniciales del texto, aunque
están bien marcadas y todas son de color. 



Algunas hojas del
principio y del fin se hallan muy deterioradas por la acción del
tiempo, y apenas son legibles. Lo demás del Códice está bien
conservado.




84.
RITUAL DE VARIAS BENDICIONES, Y DE LOS SACRAMENTOS, ETC. Un volumen
en folio, en pergamino, de 151 páginas. Según parece, este libro
debía estar reservado para ciertos actos muy solemnes, pues se
distingue por la magnificencia con que se halla escrito, en
caracteres muy grandes, estando además adornadas las letras del
principio de cada párrafo u oración.
Después de las fórmulas
o preces para bendecir el agua los domingos y
demás días que convenga, está la bendición de la pila
bautismal
, y la administración del Sacramento del Bautismo,
del Matrimonio y de la Extrema-Unción; siendo muy de
notar, que en aquel tiempo el bautismo aún se administraba en
esta iglesia por inmersión.
Al final está el oficio de
difuntos, y el Consueta o explicación de todo lo que debía
practicarse en las exequias de los Sres. Capitulares.


85. LA REGLA DE SAN AGUSTÍN. Un volumen en folio en
pergamino, de 472 páginas. Es del siglo XIV. Como los canónigos de
esta catedral vivían antiguamente según la regla de San Agustín,
este libro debía tener en aquel tiempo mucha importancia. También
contiene la fórmula de la admisión y profesión de
los canónigos, y la exposición de dicha Regla, por
Lorenzo de San Rufo.
Después de esto se halla el
Martirologio que se leía antiguamente en esta catedral, donde
se ven muchas adiciones en el margen, que son de fecha posterior.

Por último hay el Necrológio de los Obispos y Canónigos
de esta iglesia. Pero aunque se titula así, también están
apuntadas las defunciones de algunos sacerdotes y otras
personas bienhechoras de esta catedral, expresándose los
aniversarios que debían celebrarse por sus almas.
Este
repertorio no solamente ofrece mucha curiosidad, sino además es de
grande valor histórico.

86. SAN AGUSTÍN Y RICARDO DE SAN
VÍCTOR. Un volumen en 4.° mayor prolongado, en pergamino, de 512
páginas. Es del siglo XIII. Este Códice que fue foliado en época
más reciente, contiene los siguientes tratados de San Agustín.
Sobre la inmortalidad del alma, hasta el folio 5. De la fé, a Pedro
Diácono, hasta el folio 17; después sigue la exposición del
Símbolo. En el folio 18 comienza el Enchiridion hasta el
folio 33. Del libre alvedrio, hasta el 59. Super Génesi ad
litteram
, los doce libros, hasta el folio 124. De spiritu et
littera
, hasta el 136. Contra los Pelagianos hasta el 153.
De diversas cuestiones, hasta 178. De bono conjugali, hasta el 184. Y
de nuptiis et concupiscentia, ad Valerium Cómitem.
Sigue luego
el tratado de la Trinidad, de Ricardo de San Víctor, que
comprende hasta el folio 229, donde principian los cuatro libros de
San Agustín de Doctrina christiana, hasta el fin.
Se
conoce que este Códice debió utilizarse hasta tiempo muy moderno,
porque además de que la foliación está en números arábigos,
contra la costumbre de las foliaciones antiguas que están en números
romanos, hay algunas notas al margen de letra cursiva, que no
releva (revela) más de un siglo y medio de antigüedad.

Las iniciales de cada uno de los tratados en que se divide este
Códice están adornadas con muy buen gusto.
Antes de comenzar el
texto hay una hoja escrita con caracteres modernos, dando noticias
históricas y críticas sobre dichos libros.

87. SERMONES DEL
PAPA INOCENCIO III. Un volumen en 4.° prolongado, en pergamino, de
140 páginas. Es del siglo XIII. Hay un prólogo con una hermosa
inicial, que comienza así traduciéndolo del latín: «Inocencio
Obispo, Siervo de los Siervos de Dios. Al amado hijo Amaldo,
Abad Cisterciense, salud y Apostólica bendición.

Después del prólogo principian los sermones por las dominicas
de Adviento. También hay algunos panegíricos de
Santos y sermones de varias materias morales.
Los asuntos están señalados con mucha claridad antes de cada sermón
con letras encarnadas.
Al principio de este Códice hay dos
hojas, que por la letra y por su contenido se comprende que debían
ser de algún otro libro.


88. CUESTIONES DE FILOSOFÍA.
Un volumen en 4.°, mayor, en pergamino, de 312 páginas. Es del
siglo XIV. Este Códice no tiene división de materias, ni siquiera
están señaladas las distinciones, como en los otros Códices, con
números en el margen o con letras. Únicamente se conoce la
separación del asunto, en que la letra inicial del párrafo es más
grande y está adornada.
Hay foliación hasta la hoja 120, donde
concluyen las cuestiones de Filosofía. Después sigue un diccionario
muy extenso de los cuatro libros del Maestro de las Sentencias.
Por
lo que se observa en este Códice y en otros, en aquel tiempo era
algo frecuente escribir en un mismo libro obras de dos o más
autores.

89. TRES CODLIBETOS DE FRAY HORVEO NATEL BRITON. Un
volumen en 4,° prolongado, en pergamino, de 138 páginas. Es de
principios del siglo XIV. En la parte superior de la primera página
hay esta inscripción en castellano y en letra moderna:
«Tres Codlibetos del Maestro Horveo, Inglés» Probablemente
este último nombre indica la patria del autor. En las notas que hay
al fin de cada codlibeto nada consta sobre esto, aunque se consignan
algunos datos. Dice así una nota copiada del latín. «Concluye el
primer codlibeto de Fray Horveo Natal Briton, de la orden de
Frailes predicadores. Doctor en Teología» Deo
gratias. En el segundo codlibeto se dice lo mismo. Después del
tercero hay una especie (especio en el original) de índice de
otra época y de diferente letra. Este Códice no está foliado; pero
los codlibetos se señalan con números en la parte superior de cada
página. En el margen hay algunas notas muy antiguas.

90.
REGLA DE SAN AGUSTÍN. Un volumen en 4.°, mayor, en pergamino, de
282 páginas. Es del siglo XII. Este Códice es parecido al del n°
85, aunque es mucho más antiguo. Además de la Regla de San Agustín,
también contiene la exposición de la misma por Lorenzo
de San Rufo
, y el Martirologio. Al fin de este hay
una hoja de un antiguo Calendario; se conoce que las demás hojas
fueron cortadas. Sigue después el Necrológio de los Obispos,
Canónigos, y otras personas bienhechoras de esta
iglesia.
Al principio, o sea en los folios 6 y 7, se halla un
documento muy curioso bajo el punto de vista histórico. Es un
escrito firmado y signado por el Obispo D. Ponce de
Torrella
, y por varios Canónigos y Dignidades de
esta iglesia, el año 1225, estableciendo cuando vivían todos
en comunidad, lo que debía darse en la mesa para comer
según los diversos tiempos del año.
También hay una nota de
letra muy antigua, en la parte superior de la página donde comienza
el Martirologio, que dice así, traduciéndola del latín: «Libro de
Santa María (aludiendo al título de esta catedral) Si alguno lo
quitare, sea anatema.»

91. COFRADÍA DE NUESTRA SEÑORA DE
LA CINTA. Un cuaderno en papel, escrito en letra cursiva.
Es del siglo XVII. No se sabe el motivo de haberse puesto este
cuaderno junto con los Códices antiguos. Aunque forma un volumen,
regular, sólo hay escritas doce hojas. Se comprende que tenía por
objeto anotar todo lo referente a la Cofradía de la Santa Cinta,
y a las funciones religiosas con que se honraba la Sagrada Reliquia.

Principia por un resumen de la Bula del Sumo Pontífice Paulo
V
concediendo varias indulgencias a los Cofrades;
luego siguen por orden alfabético diferentes notas relativas a la
fiesta de la Santa Cinta, gastos de la misma, etc.

92.
CANTORAL PARA LA SEMANA SANTA Y OTRAS FESTIVIDADES. Un volumen en 4°
en pergamino, de 194 páginas. Es de últimos del siglo XIII o de
principios del XIV. Contiene las Letanías de los Santos, y la Misa
para los tres días de las Rogativas que se celebran antes de la
Ascensión. Dicha Misa está con notas de canto llano, así como
algunos Evangelios y la mayor parte de lo que se canta en las
funciones de Semana Santa. También contiene la fórmula antigua de
admitir en la iglesia a los penitentes, o sea a los pecadores
públicos después de haber cumplido la penitencia
canónica que se les había impuesto. Y por último están las
oraciones para la consagración de los Santos Óleos en
el Jueves Santo.

93. Misal. Un volumen en 4° en
pergamino, de 224 páginas. Es del siglo XII. Este Misal es muy
parecido a los de los números 10, 11 y 56. Al principio hay dos
hojas que debían pertenecer a otro libro. La oración de San
Francisco de Asís
está añadida en el margen, de letra
distinta, posterior a la del Misal.
Según la costumbre de los
Misales de aquel tiempo, este también tiene en los dos folios antes
del Cánon, dos figuras, una que representa al Salvador, y otra que
representa a Cristo. Dichas figuras son una verdadera especialidad en
su clase por la rareza de los dibujos.



94-99


jueves, 23 de mayo de 2019

FUNDACIÓN Y DESTRUCCIÓN DE LA CIUDAD DE PANO


2.81. FUNDACIÓN Y DESTRUCCIÓN DE LA CIUDAD DE PANO
(SIGLO VIII. SAN JUAN DE LA PEÑA)

FUNDACIÓN Y DESTRUCCIÓN DE LA CIUDAD DE PANO  (SIGLO VIII. SAN JUAN DE LA PEÑA)


En los momentos inmediatamente posteriores a la conquista musulmana de Zaragoza, la principal ciudad del valle medio del Ebro, no era extraño advertir la presencia de pequeños grupos de cristianos huidos y escondidos en bosques, cuevas y montes que esperaban a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos por si podían regresar a los hogares que habían abandonado de manera precipitada. Estos fugitivos solían reunirse para llorar sus penas, solicitar la ayuda de Dios y ayudarse unos a otros. Fue en una de estas reuniones cuando, ante la permanencia de los moros en la ciudad, surgió la idea de reconquistar las tierras perdidas y tratar de fundar una ciudad cristiana.
Animados por esta ilusionante idea, los cristianos huidos —que conocían perfectamente la zona, pues no en vano era su casa— escogieron una cumbre inaccesible, la cima del monte Pano, como lugar de asentamiento de su primera ciudad tras la invasión agarena. Dicho monte, que situado entre Santa Cruz de la Serós y Botaya, está coronado en su cima por una extensa llanura, por lo que el trazado y la construcción fueron fáciles, máxime cuando aún hoy por allí abundan la piedra y la madera. Se dieron cita en aquel lugar familias enteras que se rigieron por los antiguos usos y costumbres bajo la protección de la Cruz, el auténtico símbolo de su fe.
No tardó mucho en llegar la noticia de la existencia de esta nueva y pequeña comunidad a oídos de Abdelaziz, gobernador musulmán de Zaragoza, quien, temeroso de que aquel intento pudiera constituir algún peligro, dispuso inmediatamente un ejército, capitaneado por Abdemelic, para tratar de someter a la ciudad de Pano.

Cuando los cristianos advirtieron la presencia del ejército musulmán se aprestaron a defender sus casas. En principio, las dificultades para acceder al lugar escogido pudieron mantener a salvo sus casas y enseres por un cierto espacio de tiempo, pero finalmente acabó imponiéndose el mayor poderío humano y bélico del ejército atacante, que penetró en la ciudad y la arrasó por completo, frustrando así el sueño de aquellas familias.
Nada quedó en la ciudad de Pano, salvo esta historia.

[Martínez y Herrero, B., Sobrarbe y Aragón..., I, págs. 46-48.]


El Real Monasterio de San Juan de la Peña situado en Botaya, al suroeste de Jaca, Huesca, Aragón (España), fue el monasterio más importante de Aragón en la alta Edad Media. En su Panteón Real fueron enterrados un buen número de reyes de Aragón. Forma parte del camino aragonés del Camino de Santiago. Su enclave es extremadamente singular.


Cuenta la leyenda, que un joven noble de nombre Voto (en algunas versiones, Oto), vino de caza por estos parajes cuando avistó un ciervo. El cazador corrió tras la presa, pero ésta era huidiza y al llegar al monte Pano, se despeñó por el precipicio. Milagrosamente su caballo se posó en tierra suavemente. Sano y salvo en el fondo del barranco, vio una pequeña cueva en la que descubrió una ermita dedicada a San Juan Bautista y, en el interior, halló el cadáver de un ermitaño llamado Juan de Atarés. Impresionado por el descubrimiento, fue a Zaragoza, vendió todos sus bienes junto a su hermano Félix se retiró a la cueva, e iniciaron una vida eremítica.

Este sería el inicio del Monasterio del que escribía don Miguel de Unamuno:

...la boca de un mundo de peñascos espirituales revestidos de un bosque de leyenda, en el que los monjes benedictinos, medio ermitaños, medio guerreros, verían pasar el invierno, mientras pisoteaban la nieve jabalíes de carne y hueso, salidos de los bosques, osos, lobos y otros animales salvajes.

Claustro de San Juan de la Peña.
Claustro de San Juan de la Peña.


Se habitan estas montañas poco después de la conquista musulmana, al construir el castillo de Pano, destruido en el año 734. El origen legendario del Reino de Aragón también encuentra en el monasterio cueva de San Juan de la Peña su propia historia, cuando reunidos los guerreros cristianos junto a Voto y Félix deciden por aclamación nombrar a Garcí Ximénez su caudillo que les conducirá a la batalla por reconquistar tierras de Jaca y Aínsa, lugar este donde se produjo el milagro de la cruz de fuego sobre la carrasca del Sobrarbe.

Reinando en Pamplona García Íñiguez y Galindo Aznarez I, conde de Aragón, comienzan a favorecer al Monasterio. El rey García Sánchez I concedió a los monjes derecho de jurisdicción, y sus sucesores hasta Sancho el Mayor, continuaron esta política de protección. Allí pasó sus primeros años San Íñigo. En el reinado de Sancho Ramírez de Aragón adquiere su mayor protagonismo llegando a ser panteón de los reyes de Aragón.

Fueron devastadores los incendios de 1494 y 1675. A raíz del último de ellos, se construyó el Monasterio Nuevo. El Monasterio Antiguo fue declarado Monumento Nacional el 13 de julio de 1889 y el Monasterio Moderno el 9 de agosto de 1923. La restauración fue dirigida por el arquitecto modernista aragonés Ricardo Magdalena.

Probablemente existiera algún tipo de cenobio anterior al siglo XI, pero la construcción de mayor importancia empieza el año 1026 por iniciativa de Sancho el Mayor. En el año 1071 el rey Sancho Ramírez cede el conjunto existente a los monjes cluniacenses y favorece su reforma. En este momento se levanta el conjunto que hoy queda, en mayor o menor medida. La reforma benedictina de Cluny no podía obviar la construcción de un claustro que se finalizará ya entrado el siglo XII.

A finales del siglo XI son un conjunto de capiteles de influencia jaquesa del claustro con temas de animales fantásticos y algunos motivos geométricos y vegetales donde destacan los roleos. Un segundo grupo, formado por veinte capiteles, fue encargado en el último tercio del siglo XII al llamado maestro de San Juan de la Peña, autor anónimo, también conocido como Maestro de Agüero, probablemente para sustituir otro anterior.​ El pequeño recinto ofrecía un cerramiento diáfano en forma de arcadas separadas por columnas. Los arcos se veían rematados con cenefas con el típico taqueado jaqués.

El Maestro desarrolla un programa sobre escenas bíblicas donde aparecen entre otras el Anuncio a los pastores, la Natividad, la Anunciación, la Epifanía, el Bautismo y la Circuncisión de Jesús, la Última Cena, episodios sobre Caín y Abel, la Creación de Adán y Eva, así como su Reprobación y posterior condena al trabajo. Seguramente el maestro de Agüero solo elaboró los capiteles para dos alas del claustro ya que a finales del siglo XII el monasterio entró en franca decadencia. El programa iconográfico que plantean los 26 capiteles que conservamos parece enfocar la Salvación a través de la Fe escogiendo los episodios más significativos para ello.

Se trabaja con bajorrelieves casi todos dominados por un horror vacui muy acentuado que provoca contorsiones en algunas figuras que superan el propio marco sacando un brazo como en la escena de Jesús y los Apóstoles. Los gestos son exagerados, casi teatrales, acentuando los ojos y la boca, y confiriendo narratividad a las escenas. En cuanto a las formas, estas se someten a esquemas geométricos que dominan desde la configuración del rostro o los pliegues de los paños, hasta los movimientos de caballos o de la misma agua que se vierte de un jarro a otro.

En el piso superior se encuentra el Panteón real. En él, durante cinco siglos se enterraron algunos de los monarcas de Aragón y de Navarra. Su aspecto actual data del siglo XVIII.

En San Juan de la Peña, los reyes de Aragón fueron sepultados en tumbas de piedra colocadas en tres órdenes superpuestos, desde la roca hacia afuera, presentando a la vista solo los pies del féretro. El panteón real ocupa las dependencias de la antigua sacristía de la iglesia alta, que data del siglo XI; fue reformado por Carlos III en 1770, siguiendo las indicaciones de don José Nicolás de Azara y del conde de Aranda, quien quiso ser enterrado en el atrio. La reforma solo afectó a la decoración, quedando los sepulcros en el mismo lugar; se levantó delante de ellos una pared en la que se colocaron láminas de bronce con las inscripciones correspondientes, se distribuyó por la sala profusión de estucos y mármoles, colocando en la pared frontera unos medallones con relieves que representan escenas de legendarias batallas.

Alberga los restos de algunos monarcas navarros que reinaron en Aragón, de los primeros condes aragoneses y de los tres reyes iniciales de la dinastía ramirense, Ramiro I, Sancho Ramírez, Pedro I, junto con sus esposas.

En 1889 se le otorga el título de Monumento Nacional que en 1920 es completado con la declaración por parte del rey Alfonso XIII como Sitio Nacional. Ya el 2 de febrero de 2004, el Gobierno de Aragón completa su declaración como Bien de interés cultural con la protección del conjunto monástico y su entorno.

La mayor parte del fondo documental del Monasterio se trasladó al Archivo Histórico Nacional de Madrid, donde se encuentra en la sección de Clero. Atendiendo a los trabajos publicados, la documentación se divide en tres grandes grupos:

Textos más antiguos, entre 507 y 1064, que se recogen en el Cartulario de San Juan de la Peña.
Documentos fechados entre 1064 y 1194.
Documentos fechados entre 1195 y finales del siglo XV.

Según la leyenda española sobre el Santo Grial, este permaneció en el monasterio, después de pasar por diversas ubicaciones como la cueva de Yebra de Basa, monasterio de San Pedro de Siresa, iglesia de San Adrián de Sásabe, San Pedro de la Sede Real de Bailo, la Catedral de Jaca, desde 1071 hasta 1399.

La necesidad de atraer a los peregrinos a Santiago que pasaban por el cercano camino de Jaca al monasterio aconsejó que en él se ubicara la reliquia. En 1399 el rey Martín I se llevó el vaso sagrado al palacio de la Aljafería de Zaragoza, donde estuvo más de veinte años, después de una breve estancia en Barcelona, acompañando al rey y posteriormente se trasladó a la Catedral de Valencia.

El primer lugar en España donde se celebra con el rito Romano es en el Reino de Aragón en el monasterio de San Juan de la Peña, el 22 de marzo de 1071, durante la estancia del Santo Cáliz en el monasterio y a continuación se oficializa en el resto del reino, sustituyendo al rito mozárabe.

Martínez y Herrero, Bartolomé (1866). Sobrarbe y Aragón : estudios históricos sobre la fundación y progreso de estos reinos, hasta que se agregó á los mismos el Condado de Barcelona. pp. 54-59. http://bibliotecavirtual.aragon.es/i18n/consulta/registro.cmd?id=3703

Enríquez de Salamanca, Cayetano, Rutas del románico en la provincia de Huesca, Las Rozas (Madrid), 1987, pág. 42, ISBN 84-398-9582-8.

Lapeña Paúl, Ana Isabel (1997). «Documentos en romance del Monasterio de san Juan de la Peña (primera serie, siglo XIII-1325)». Alazet, 9, pp. 215-249.

La introducción del rito romano en Aragón y Navarra.




  • Sitio web oficial del Monasterio de San Juan de la Peña (en español, francés e inglés)


  • http://www.jacetania.es/jacetaneas/opencms/site/web/conoce_la_comarca/jaca/botaya/?comboIdiomas=spanish

    miércoles, 21 de julio de 2021

    XXVIII, diada VI festa centenaria mort Jaume d´Aragó

    XXVIII

    LO
    TROVADOR MALLORQUÍ



    EN
    LA DIADA DE LA VI FESTA CENTENARIA



    CONMEMORATIVA
    DE LA MORT



    DE
    LO ALT EN JAUME D´ARAGÓ.

    Poesía
    que en lo certámen de Valencia de 28 de Juliol de 1876, obtingué lo
    premi de una medalla de bronzo,
    oferta per “La Société pourl´étude des langues romanes.”



    ¡Salut!



    Trovadors,
    bons trovadors,
    Que l´arpa haveu puntejat
    En tan solemne
    dïada,
    En festa tan solemnial;

    Vosaltres que´l cor
    sentiu
    Enardirse y esclatar
    D´amor á la santa patria
    Que
    la velluria ´ns lexá;



    XXVIII
    EL
    TROVADOR MALLORQUIN
    EN LA FIESTA DEL VI CENTENARIO



    DE
    LA MUERTE DEL REY
    DON JAIME DE ARAGON
    .



    ¡Salud!



    Trovadores,
    galanos trovadores, que habéis preparado las históricas arpas, en
    este solemne día, en esta solemnísima conmemoracion;

    Vosotros,
    cuyos pechos enardece el santo amor á la patria que nos legaron
    nuestros abuelos;







    Trovadors,
    bons trovadors,
    Los de vida sens pecat,
    Los de la elevada
    pensa,
    Los de l´harmònich parlar;



    ¡Salut!
    Jo us contempl´ avuy,
    En exa hermosa ciutat
    Que les onetes del
    Turia
    Solen quietes besar.



    No´m
    so mogut de ma terra
    Perque no ho vol lo meu fat,
    (Ma vida aquí
    troba vida
    Per vides arreplegar;)



    No´m
    so allunyat de les roques
    Hont s´esbrava ´l temporal,
    No he
    perdut de vista l´Ángel



    Qui´ns
    defensa la Ciutat;




    Per anármen á
    ascoltarvos,
    Rossinyols enamorats,
    Per ab vosaltres unirme
    Y
    de l´antigor parlar.



    ¡Ay!
    sentir no puch lo alè
    De inspiració celestial,
    Que se desprèn
    de vosaltres
    Y ´ns trasporta á lo Passat.





    Trovadores,
    galanos trovadores, los de historia sin mancilla, los de levantados
    pensamientos, los de armonioso lenguaje;

    ¡Salud! Os contemplo
    hoy reunidos en esa hermosa ciudad, besada por las apacibles olas del
    Turia.



    No
    me he movido de mi tierra, porque no lo quieren los hados; acá mi
    vida halla vida, para juntar muchas vidas en una.



    No
    me he alejado de las rocas, donde se estrellan los temporales; ni he
    perdido de vista el Ángel de bronce, que desde las torres del árabe
    castillo, defiende la ciudad de Palma.



    No
    me he movido de casa, para ir á escucharos, ruiseñores del amor;
    para unirme con vosotros, y hablar de los tiempos antiguos.



    ¡Ay!
    No puedo mecerme en el aura de celestial inspiración, que de
    vosotros se desprende, y nos transporta á lo Pasado.







    Pero
    l´ánima valenta,
    Sens que l´aturi ´l rocam,
    Passa ab ses
    ales divines
    De una volada la mar;

    Y descobreix l´horta
    bella,
    Y arriba al històrich Grau,
    Y respira dolços ayres
    De
    jardins embalsamats;



    Y
    entra á la Ciutat garrida,
    Que vos dona rich hostal;
    Y se
    mescla entre vosaltres,
    Y eus escomet, Valencians.



    ¡Qué
    gaya es la vostra terra,
    Qué superbos los casals,
    Qué
    flayroses les arbredes,
    Y qué delitós lo cant!



    ¡Oh!
    sento unes harmoníes
    Voladores com les aus,
    Ascolt sonores
    esparses,
    Suspirs d´amor ideal.



    Trovadors,
    los d´exa terra,
    Los del enginy sobirá,
    ¡Quína música tan
    dolça!
    ¡Quína llengua avuy parlau!




    Pero
    mi alma, valerosa, sin que valgan á detenerla peñascos y
    promontorios, pasa de un solo vuelo, en alas de su entusiasmo divino,
    el brazo de mar;

    Y descubre la bella huerta, y llega al viejo
    puerto del Grao, y respira el dulce ambiente de embalsamados
    jardines;



    Y
    entra en la graciosa ciudad, que hoy os da fastuosos albergue; y se
    reune con vosotros; y os saluda, hijos de Valencia.



    ¡Qué
    alegre es vuestro país! ¡Qué soberbios palacios! ¡Qué aromosas
    arboledas!
    ¡Qué deliciosos cantares!

    Oigo
    armonías voladoras como los pájaros; escucho estrofas llenas de
    sonoridad, suspiros de ideal amor.



    Trovadores
    de esa tierra, los del soberano ingenio, ¡qué música tan dulce!
    ¡qué lengua tan melodiosa estáis hablando!





    Nosaltres
    no l´hem perduda,
    No l´hem oblidada may;
    Exa llengua qu´ara
    sento
    Nostra mare ´ns la ensenyá.



    Dins
    les pletes mallorquines,
    Per les montanyes y plans,
    Desde la
    platja á la serra,
    Desde ´ls horts als comallars;

    Per
    tot, per tot encarara
    Ressona y vol ressonar;
    Per tot, per
    tot encarara
    S´ouen sos accents corals.



    La
    pageseta refila
    Ses cançons per l´alzinar,
    Lo mariner á la
    lluna
    Ses codolades retrau.



    Per
    la terra de Mallorca,
    Sense por y sense esglay,
    Viu sanitosa y
    xalesta
    La llengua que festejau.



    Trovadors,
    bons trovadors,
    Axí Deu sempre eus ampar,
    Com es ver que
    l´alegría
    Dintre del cor no m´hi cap.



    Nosotros
    no la hemos abandonado; no la hemos olvidado nunca. Esa lengua, cuyos
    acentos resuenan ahora tan dulces, nos la enseñaron nuestras madres.







    A
    lo largo de las dehesas mallorquinas; en las montañas ó en las
    llanuras; desde las playas á las sierras, desde los huertos á las
    hondonadas de los barrancos;

    Por do quiera se la oye; por do
    quiera los ecos reproducen sus afectuosas palabras.



    La
    montañesa modula en el encinar sus populares canciones; el marinero,
    al rayo de la luna, repite sus codoladas.



    En
    tierra de Mallorca, sin padecer temores ni desmayos, goza de perfecta
    salud y vive alegre la lengua que hoy festejáis.

    Trovadores,
    galanos trovadores, así Dios os dé siempre su gracia, com es verdad
    que la satisfaccion rebosa de mi pecho.





    El
    goig lo meu cor umplena
    Perque ´us veig arrenglerats;
    ¡Ditxa
    de la patria mía!
    ¡Tant de bo qu´ella durás!



    ¡Tant
    de bo!... Vostres paraules
    Recordan los temps passats,
    De la
    raça llemosina
    La gloria y los fets més alts.



    Un
    nom repeteix lo llabi,
    Un nom recorre l´espay,
    Un nom avuy
    ressucita:
    Rey En Jaume, Deu vos guart.



    Rey
    En Jaume, de la tomba
    Be vos podeu axecar,
    Veníu veníu de la
    gloria,
    Hon eternalment estau.



    Del
    aplech de los poetes
    Ascoltarèu lo cantar,
    Sentirèu les gayes
    troves
    Ó los himnes trïunfals.



    Mes
    ¡ay! ¿quína veu planyívola
    Ix del cors apesarats,
    Y
    uníssona ´s dexa entendre
    Com un cántich funeral?




    El
    regocijo hinche mi corazon, porque os veo á todos reunidos. ¡Oh
    dicha de mi patria! ¡Ojalá no se acabase nunca!



    ¡Ojalá!...
    Vuestras palabras hacen revivir los tiempos pasados, la gloria y los
    exclarecidos hechos de la raza lemosina.



    Un
    nombre vuela de boca en boca, un nombre recorre el inmenso espacio,
    un nombre resucita: rey Don Jaime de Aragon, Dios te guarde.



    Rey
    Don Jaime de Aragon, bien puedes levantarte del sepulcro; vén, vén
    de la Gloria, en donde estás por toda la Eternidad.



    Escucharás
    los cambios de los poetas, las gayas trovas, los himnos triunfales.



    Mas
    ¿qué lamento es ése, que se escapa de los apesadumbrados pechos, y
    se me figura cántico funeral?





    ¡Ay!
    ¡ay! passaren centuries,
    Sis n´havem passades ja;



    Y
    en tal día com est día
    Valencia esclatava en planys.



    Y
    plorava Catalunya,
    Y l´Aragó, y Alacant,
    Y Montpeller de
    Provença,
    Y´l generós balear.



    Tocavan
    de mort campanes,
    Frares corrían migrats,
    Richs-hòmens y
    duchs y comtes
    Revoltavan el Palau;

    En braços de l´alt En
    Pere
    Espirava lo rey gran,
    Lo rey més gran y més sabi
    Que
    vejeren les etats.



    Ell
    lo renom merexía
    De Conqueridor com cal;
    Ell vos doná
    l´existencia
    La terra, la llum, la pau.



    Ell
    arrancá ab sa potença
    De les arpes del alarb
    Exa terra, mare
    vostra,
    Y ´ns creá la llibertat.




    ¡Ay!
    Pasaron los siglos; seis han pasado ya: y, en tal día como hoy,
    prorrumpía en sollozos todo el reino de Valencia.



    Y
    lloraba Cataluña, y Aragon, y Alicante, y Mompeller de Provenza, y
    el generoso Balear.



    Las
    campanas tocaban á muerto, corrían despavoridos los religiosos,
    richos-hombres y duques y condes rodeaban el Alcázar.



    En
    brazos de Su Alteza, el príncipe D. Pedro, espiraba el gran rey, el
    rey más grande y más sabio que vieran las edades.



    Él
    mereció el renombre de bravo Conquistador; él os dió la
    existencia, el país, la luz, la paz.



    Él
    con su poder arrancó de las garras del alarbe esta tierra, madre
    vuestra; y os creó la libertad.





    Quant
    s´espasa llampegava,
    Y eguinava son cavall,
    Res del mon podía
    abátrel,
    Res podía ´l capturar.



    En
    lo Puig, á Borrïana,
    De Tortosa per avall,
    Sa má ferma y no
    retuda
    Los sarrahins martellá.



    Y
    en los murs, y en les mesquides
    Que clamavan á Ceyán,
    D´Aragó
    y de Catalunya
    Les banderes feu alçar.



    Y
    en les hortes valencianes
    Y en les torres més capdals,
    Abatent
    la mitja lluna,
    Les santes Creus hi plantá.



    Trovadors,
    bons trovadors,
    Qui us planyeu de son trespás,
    També mon cor
    l´ha de plányer,
    També me cal suspirar.



    De
    Mallorca, de Mallorca
    Som avuy la veu lleal;
    Y de ma patria
    Mallorca
    No puch dir lo dol amarch.



    Cuando
    su acero relampagueaba, y relinchaba su bridon, nada era capaz de
    abatirle, nadie era capaz de detenerle.



    En
    el Puig, en Burriana, en el llano de Tortosa, su siempre firme y no
    vencida mano, fué martillo de los sarracenos.



    Y
    en lo alto de los muros, y en las mezquitas, que obedecían á Aben
    Zeyán, enarboló las banderas de Aragon y Cataluña.



    Y
    en las vegas valencianas, y en las más altivas torres, plantó la
    Santa Cruz, sobre las ruinas de la Media Luna.



    Trovadores,
    sencillos trovadores, que os lamentáis de su muerte; también mi
    corazon la lamenta, tambien debo suspirar.



    Soy
    voz de Mallorca; y no me es posible en este día ocultar el amargo
    duelo de mi patria.





    La
    Illa verge que ´l sol daura
    Y besan los vents de mar,
    Avuy sa
    llum y sa ditxa
    Muda en un tristíssim plant.



    Recorda
    que son gran pare
    Tal día com ´vuy finá,
    Son pare, ´l qui
    vida y honra
    Y gloria li va tornar.



    Recorda
    que en los navilis
    Ixqué dels ports catalans;
    Les platjes de
    Santa Ponça
    Los vejeren arribar.



    Y
    ´ls barons de sa companya,
    Y tota la host reyal,
    Envestiren de
    los moros
    Les armades de lleoparts.



    Cavallers
    ardits y prous
    Queyan á mils en lo camp;
    Pero en mig d´ells
    lo gran Príncep
    Avançava guerrejant.



    Y
    la ciutat fou vençuda,
    Y los catius deslliurats,
    Y en les tors
    de l´Almudayna
    Vetlava l´almogavar.




    La
    Isla vírgen, dorada por el Sol, besada por los vientos del mar, hoy
    convierte su luz y su dicha en tristísimo llanto.



    Recuerda
    que su gran padre murió en tal día como hoy, su padre, el que le
    devolviera la vida, la honra y la gloria.



    Recuerda
    que en la real armada salió de los puertos catalanes. Las
    mallorquinas playas de Santa Ponza le vieron echar pié á tierra.



    Y
    los barones de su mesnada, y toda la hueste real envistieron contra
    las filas de leopardos musulmanes.



    Buenos
    y bravos caballeros caían a miles en el campo de batalla. En medio
    de ellos avanzaba el gran príncipe, blandiendo su montante.



    Y
    fué vencida la ciudad; y liberados los cautivos; y se apostaron
    centinelas almogávares, sobre las torres de la Almudaina.





    Y
    després Mallorca bella,
    Sultana del fer alarb,
    Va ser la verge
    cristiana
    Ungida ab oli sagrat.



    ¡Ay!
    ¡que sía la gloria eterna
    Al bon rey qui´ns batejá!
    ¡Deu
    li haja donat lo premi
    Que guanyaren sos traballs!



    ¡De
    la gloria en les altures
    Deu l´haja clarificat!
    ¡Oh! ¡sí,
    sí! ¡Lo guasardó
    Tinga dels héroes cristians!



    Jo´l
    veig assegut en trono
    De llum y de majestat,
    Resplendent y
    enlluernador,



    Com
    l´Essencia divinal.



    Vèrgens
    y angelets ayrosos
    Fills dels regnes qu´ell salvá,
    Cantan ses
    glorioses gestes
    Duguent palmes celestials.



    Lo
    acompanyan los guerrers
    Qui devora ell van finar,
    En les
    ardentes batalles
    Contra la lley del Islam.




    Y
    luégo la bella Mallorca, sultana del fiero muslim, vino á ser la
    cristiana vírgen, ungida con los sagrados óleos.



    ¡Gloria
    eterna al buen rey, que nos dió el Bautismo! ¡Dios le haya
    concedido el premio que ganaron sus virtudes!



    ¡Dios
    le haya inundado de luz en las alturas de la Gloria! ¡Sí, sí!
    ¡Posea el galardon de los héroes cristianos!



    Véole
    sentado en trono de luz y majestad, resplandeciente, deslumbrador,
    como la divina Esencia.



    Graciosas
    vírgenes y pequeñuelos ángeles, hijos de los reinos que él salvó,
    cantan sus gloriosos hechos, llevando en las manos triunfadoras
    palmas.



    Rodéanle
    los guerreros que murieron á su lado, en las ardientes batallas
    contra el Islam.



    Y
    li sonriuen gojosos
    Los reys cavallers y sants;
    De França lo
    noble Lluis,



    De
    Castella ´l pros Ferrant...



    Trovadors,
    bons trovadors,
    ¿No´l veys al gran capitá?
    Al qui ab son
    sceptre regía
    De Nimes al Cap de Pals?

    Ab sa espasa
    triunfadora
    La patria nos va formar,
    Ab ses lleys se
    sabïesa
    Nos proclamava germans.



    Cantem,
    cantem de sa gloria
    Los recorts benavirats,
    Esperances de la
    patria
    Son los recorts qu´exalçam.

    Cantem en la nostra
    llengua
    Un afectuosíssim lay,
    La llengua en la que dictava
    Lo
    rey sa Historia inmortal.



    Del
    Conqueridor les gestes
    Inflamen l´estol de vats,
    Y dexe la
    festa d´ara
    Recordança perpetual.




    Y
    le dirigen inefable sonrisa los reyes caballeros y santos; el noble
    Luis de Francia, el buen Fernando de Castilla.

    Trovadores,
    galanos trovadores, ¿no le veis al gran capitan? ¿Al que con su
    cetro regía nuestra tierra desde Nímes al cabo de Palos?



    Con
    su vencedora espada formó nuestra patria; con sus sabias leyes
    proclamaba nuestra fraternidad.



    Cantemos,
    cantemos los bienhadados recuerdos de su gloria. Los recuerdos de hoy
    esperanzas son de la patria.



    Cantemos
    en nuestra lengua lemosina afectuosísimo lay; en la lengua en
    que el rey escribió su inmortal Historia.



    Las
    hazañas del Conquistador inflamen esa muchedumbre de poetas; y deje
    la presente solemnidad, imperecedera memoria en los anales.





    Y
    ´ls temps esdevenidors
    Prengan exemple sagrat;
    Y la patria
    reverdesca
    Quant senta lo noble cant.



    Lo
    Trovador mallorquí
    Vos diu coratjós y pla:
    Germans de fe y de
    victoria,
    ¡Benvinguts! ¡Cantáu, cantáu!



    Juliol
    de 1876.




    Y
    los tiempos de lo porvenir tomen religioso ejemplo; y la patria
    reflorezca, al escuchar tan nobles cantos.



    El
    Trovador mallorquin os dice con entusiasmo sincero: ¡Hermanos en la
    fe y en la victoria, bien venidos seáis! ¡Cantad, cantad!



    (V.
    nota 20.)

    sábado, 25 de septiembre de 2021

    EL DESCONSUELO. DESCONORT. Bilingüe lemosín - castellano.

    EL
    DESCONSUELO.



    Es
    el Desconsuelo uno de los poemas más inspirados y espontáneos que
    haya escrito Lulio. Treinta años de viajes, de penalidades, de
    instancias y de alternativas; treinta años de la más ardorosa fé
    en sus proyectos y de solemnes promesas, sin que pudiera conseguir la
    realización de sus constantes aspiraciones, no habían logrado
    arrancar del corazón del laborioso Raimundo la esperanza firme que
    abrigaba de ver un día entronizada su doctrina por todo el orbe,
    dispuesta la predicación del catolicismo por entre las numerosas
    hordas agarenas, y puesta en pie la cruzada que debía restaurar el
    trono cristiano en la ciudad santa. Mas cuando en 1295 no encontró
    en Roma más respuesta a sus ardientes súplicas que la mofa y el
    escarnio de los poderosos; más apoyo a su ciencia que el
    indiferentismo de la ignorancia, incapaz de comprender las
    concepciones de su espíritu privilegiado; no es extraño que aquella
    incontrastable firmeza cayese en el desaliento, y que preñados los
    ojos de lágrimas, y lleno el corazón de amargura, buscara su alivio
    el desengañado Lulio en la reconcentración de su alma y en las
    íntimas y solitarias fruiciones del saber y de la poesía. Hijo de
    este estado interior de nuestro poeta es la obra de que nos ocupamos.
    Bello es el exordio con que da principio a su melancólico desahogo,
    describiendo la flaqueza de su corazón, el duelo de su alma, y el
    triste desamparo de los hombres que le obligaba a mirar a Dios como
    al único amigo capaz de consolarle. Bellos los recuerdos que dedica
    a los desvíos de su juventud y a la beatífica aparición que le
    apartó del camino de la culpa; y sentidos los versos en que hace
    alusión al estado del mundo, al poco fruto que alcanzara de sus
    trabajos, a las lágrimas que estos pensamientos arrancaban a sus
    ojos, y a lo poco que Dios escucha a veces a los justos y a los
    pecadores que anhelan verle honrado y ensalzado. Después empieza un
    interesante diálogo con un ermitaño que se le aparece en el bosque
    y que le exhorta a que abra su corazón para socorrerle con la
    suavidad y eficacia de su doctrina; diálogo tierno y patético en
    verdad, cuando en él se duele de la poca atención que a sus
    palabras se prestaba, del concepto pobre en que la ignorancia de su
    tiempo le tenía, del menosprecio que por premio de sus afanes
    alcanzara de los que podían ayudarle en sus empresas, y de la
    superficialidad con que juzgaban su célebre Arte en que tanta fé
    tenía; después de haberse privado de su familia y de su hacienda
    por el bien del género humano, de haber vuelto la espalda a las
    seducciones mundanales, y de haber corrido todas las naciones del
    orbe conocido, sin encontrar compañero que participara de su santo
    ardor. El ermitaño a su vez procura enjugar sus lágrimas con toda
    la ternura del alma cristiana, discurriendo ambos sobre el orden del
    mundo, sobre la exaltación de la fé católica, y conversión de los
    infieles; y tocando con alta sabiduría profundas cuestiones de moral
    y ciencia teológica. Sin embargo empero de la suavidad evangélica
    que fluye de todas las páginas de este inspirado poema, y del
    espíritu eminentemente católico que le caracteriza, fue una de las
    obras que escogieron violentos censores y adversarios de la doctrina
    luliana, para llevar a cabo su persistente y encarnizada idea de
    hacer ver al mundo que el venerable Lulio era autor de máximas
    heréticas y anti-cristianas, valiéndose de la calumnia, de la
    falsía y de la impostura. Indigna ver la superficialidad con que
    interpretaban y analizaban los tiernos conceptos del poeta, y la mala
    fé con que, en defecto de razones, tergiversaban y alteraban el
    sentido de los textos originales, si es que originales alguna vez los
    vieron. El encono de los adversarios de Lulio, nacido en su mayor
    parte de la ardorosa defensa que hizo del misterio de la Inmaculada
    Concepción de María, llegó a tan alto grado, que acudían hasta a
    los medios más reprobados para empañar con absurdas ficciones la
    pureza de su vida; valiéndose ya de una palabra mal sonante de los
    traductores del gran maestro, sin cuidarse de acudir a los textos
    lemosines para su comprobación, ya de los mismos sofismas que
    Lulio ponía en boca de los antagonistas del dogma católico en sus
    libros dialogados de polémica, que truncaban a su antojo, para
    regalar al venerable mártir el dictado de hereje. La publicación
    empero del original lemosin
    (lemosín) es la mejor vindicación de tan injustas como
    apasionadas diatribas; y en obsequio a la obra añadimos una
    traducción castellana, que hemos arreglado sobre la que hizo
    el célebre profesor de la doctrina luliana D. Nicolás de Pax,
    especial amigo del cardenal Cisneros; cuya traducción
    demostrará a los que no estén versados en la lectura del lemosin,
    con cuanta injusticia se cebaban los adversarios de Lulio sobre el
    más dulce, el más tierno y el más sentido de los desahogos de su
    alma verdaderamente grande, y nos dispensará al mismo tiempo de
    extendernos en citar sus pasajes más notables, como hemos hecho con
    respecto a las demás composiciones; pues en verdad ¿cómo no
    trascribir el poema entero cuando se trata de hacer ver las bellezas
    de que está sembrado? ¿Cómo citar un pasaje sin hacer agravio a
    los que pasáramos eo silencio? ¿Qué estrofa hay que no sea
    interesante, ya por uno ya por otro concepto?



    En
    este poema, escrito en Roma hacia el año 1295, o sea diez años
    después de haber dejado Lulio aquella ciudad para residir en París,
    Montpeller, Génova, Túnez y Nápoles, se hace mención de los Cien
    nombres de Dios, obra que cita también en otros tratados, sin duda
    por ser uno de los que su autor más apreciaba, prueba evidente y
    otro de los muchos ejemplos que la historia nos ofrece, de lo que se
    engañan los escritores en el juicio de sus propias obras: - "¡Oh
    ermitaño! dice, cansado estoy de tratar con la corte romana, sin que
    ninguna cosa haya podido alcanzar, y si vos queréis trabajar por la
    santa causa de nuestro Señor Jesucristo en la metrópoli, y en ella
    hacer despacio y con diligencia cuanto os sea dado, quizás este
    negocio llegára a su fin, si os quieren escuchar el santo
    Padre y los cardenales; o sino haceos
    juglar en la corte y cantad los Cien nombres de Dios, que escribí en
    rimas para que cantar se pudiesen. Aunque bien mirado no os doy este
    consejo, porque no hagáis menospreciar los libros que Dios me hizo
    concebir." -



    Por
    fortuna podemos ofrecer al lector el texto original de este poema con
    mayor corrección que el de los anteriores, lo cual se debe a las
    muchas copias que hemos tenido ocasión de consultar. Además de las
    modernas que han llegado a nuestras manos, y de un códice del siglo
    XV y otro del XVI o principios del XVII que tenemos a la vista, hemos
    examinado la copia hecha por mano de D. Nicolás de Pax, existente en
    la biblioteca del Instituto Balear, y la que forma parte del antiguo
    códice que perteneció a la librería del convento de dominicos de
    Palma y que dejamos citado al hacernos cargo de la anterior
    composición sobre la Alquimia. Con la minuciosa comparación de
    todos estos códices hemos logrado restablecer el sentido de un
    crecido número de pasajes que aparecía dudoso, y dejar más
    correcto el lenguaje, alterado en algunos puntos, y más exacta la
    medida de los versos.



    Notaráse
    sin duda alguna diferencia en la ortografía, entre este poema y los
    demás que van trascritos, principalmente el de los Cien nombres de
    Dios. Los copistas muchas veces, si eran exactos en la conservación
    de los vocablos anticuados, no lo eran en lo que atañía a la parte
    ortográfica de las palabras: así es que en las copias más modernas
    encontramos muy notables diferencias en el modo de escribirlas. Si se
    mira con alguna detención el poema de los Cien nombres de Dios, se
    conocerá que el códice de donde lo hemos tomado es de fecha
    posterior al que nos ha servido para la publicación de las otras
    composiciones; y si en la que nos ocupa se observan algo más
    anticuados algunos vocablos, débese a la circunstancia de haber
    podido hacer comparaciones con códices de más remota fecha, y a
    que, como era natural, nos ha merecido siempre más fé lo que más
    se acerca a la época en que floreciera el autor. Así no debe
    extrañar el lector ver escrito con frecuencia en este poema eyl por
    éll, fayliment por falliment, con por com, aqueyls o aceyls por
    aquells, foylament por follament, esperital o spirital por
    espiritual, nuyl por null, ceyl por cell, y así de otras muchas
    palabras que fuera prolijo enumerar.




    EL
    DESCONORT.



    Aquest
    es lo Desconort que mestre RAMON LULL feu en sa vellessa,
    com viu que lo papa ne los altres senyors del mon, no
    volgueren metre orde en convertir los infaels, segons que éll
    los requerí moltes e diverses vegades.







    I.







    Deus,
    ab vostra virtut, començ est desconort,



    Lo
    qual fas en xantant, per ço que m' en conort,



    E
    que ab eyl recompte lo fayliment e 'l tort



    Que
    hom fá en vers vos qui ‘ns jutjats en la mort.



    E
    con mays mi conort e menys hay lo còr fort (1),



    Car
    d' Ira e dolor faç mon coratge port;



    Perque
    el conort me torna en molt gran desconort;



    Per
    ayçó eu estich en trebayl e en deport,



    E
    no hay nuyl amich qui negun gaug m' aport,



    Mas
    tansolament vos, per qu' eu lo fax aport,



    En
    casent e levant, e suy say en tal port,



    Que
    res no veyg ne aug d' on me vinga confort.



    EL
    DESCONSUELO.



    Este
    es el Desconsuelo que RAIMUNDO LULIO compuso en su vejez, al ver que
    el papa y los señores de la tierra se negaban a acceder a sus
    reiteradas súplicas en orden a la conversión de los infieles.



    I.



    Dios,
    con vuestra virtud, comienzo este desconsuelo, el cual canto para
    consolarme, y para publicar la grande sinrazón y el agravio que los
    hombres os hacen a vos, Señor, que en el angosto paso de la muerte
    nos juzgáis. Y cuanto, más me consuelo, mayor flaqueza siento en mi
    corazón, porque hago mi alma puerto de enojo y dolor; por lo cual el
    consuelo se me trueca en muy grande desconsuelo; y así estoy en
    placer de una parte y de otra en trabajo. No tengo amigo que me
    consuele, sino vos sólo, Señor, por quien sufro este gran peso; y
    ora cayendo, ora levantándome, hállome de manera que no veo ni oigo
    cosa que pueda darme aliento.




    II.







    Quant
    fuy grans e sentí del mon sa vanitat,



    Comencey
    a far mal e entrey en peccat,



    Oblidam
    lo ver Deus seguent carnalitat;



    Mas
    plach a Jesu-Christ per sa gran pietat



    Qu'
    es presentech a mi cinch vets crucificat,



    Per
    ço qu' el remembrés e 'n fós enamorat,



    Et
    que eu procurés com éll fós ben preycat



    Per
    tot lo mon, e que fós dita veritat



    De
    sa gran trinitat e com fó encarnat;



    Per
    qu' eu suy inspirat e 'n tan gran volentat,



    Que
    res als no amé mays que éll fos honrat:



    E
    lá donchs comença con lo servís de grat.




    III.




    Quant
    pris a consirar del mon son estament,



    Com
    son pauchs christians e molts li descresent,



    Adonchs
    en mon coratge haych tal conçebiment



    Que
    anés a prelats e a reys exament



    E
    a religioses, ab tal
    ordenament (2)



    Que
    s' en seguís passatje e tal preycament,



    Que
    ab ferre e fust e ab ver ergument



    Se
    des a nostra fe tan gran exalçament,



    Que
    'ls infaels venguessen a ver convertiment (3).



    Et
    eu hay ço tractat trenta anys, e verament (4)



    No
    n' hay res obtengut perqu' eu n' estaig dolent



    Tant,
    que 'n plore sovén e ‘n suy en languiment.







    IV.




    Dementra
    qu' eu axí estava en tristor,



    E
    consirán sovén en la gran deshonor



    Que
    Deus pren en lo mon per sofratxa d' amor,



    Com
    a home irat qui fuyg a mal senyor,



    Me
    'n aney al boscatje, on estava ab plor



    Tan
    fort desconortat, qu' el còr n' haich gran dolor;



    Mas
    per ço car plorava e sentia dolçor,



    E
    car ab Deus parlava faent a eyl clamor



    Con
    tan pauch exauseix li just e 'l peccador,



    Quant
    la horon e 'l creon en tractar sa honor;



    Car
    si mays los donava d' ajuda è fervor,



    Pus
    tost
    convertirien lo mon a sa valor.







    II.

    Cuando fui de edad crecida, sentí la vanidad del mundo, y empecé
    a hacer mal, y a entrar en pecado; y olvidado del Dios verdadero,
    seguí los carnales apetitos; pero Jesucristo por su gran piedad
    quiso cinco veces aparecérseme crucificado, para que me acordara de
    él, le amase y procurara fuese conocido por todo el mundo; y que la
    verdad infalible de la Santísima Trinidad y de la Encarnación
    gloriosa fuese predicada y enseñada: y así yo me sentí inspirado,
    y tuve tan grande amor a Dios, que jamás amé otra cosa, sino que él
    fuese honrado; y entonces empecé a servirle de buena voluntad.







    III.

    Cuando después consideré el estado del mundo, y cuán pocos son
    los cristianos y muchos los incrédulos e infieles, conmovido mi
    corazón me hizo concebir el pensamiento de acudir a los prelados,
    reyes y religiosos; demostrándoles los medios de pasar a los
    dominios de los moros y cómo con predicaciones, argumentos y armas
    se pudiera dar tal ensalzamiento a nuestra santa fé católica, que
    los infieles viniesen a verdadera conversión. En este santo
    negocio
    me he ocupado por espacio de treinta años, y en verdad
    que nada he podido alcanzar; y por eso estoy tan triste, y tan a
    menudo lloro, que me veo reducido a grande flaqueza.







    IV.

    Mientras que yo me abandonaba de esta manera a mis tristes
    pensamientos, considerando con frecuencia los grandes ultrajes que a
    Dios se hacen en el mundo por falta de amor, como hombre enojado y
    descontento que huye de su mal señor, fuíme al bosque, en donde me
    puse a llorar tan desconsolado, que estallaba de dolor mi
    corazón: mas llorando hablaba yo con Dios y hallaba en esto dulzura
    y remedio. Quejábame de que tan poco oiga a los justos y pecadores,
    cuando tratan de su honor divino; porque si más les ayudase y
    favoreciese, más pronto convertirían el mundo a la fé.




    V.




    Enaxí
    com estava ab malencolia,
    A luny guardí e viu un home qui
    venia
    Ab bastó en sa má; gran barba havía;
    En son dors
    selici portech; pauch valia;
    Segons son captener
    ermitá paria (5),
    E quant fó pres de mí, dixme: - Qué havia,

    Ne lo dòl qu' eu menava de hont me venia,
    Ne s' eyl
    per nulla res ajudar m' en podia. -
    E s' eu, las, resposli: - Que
    tan mal me sentia (6),
    Que per éll ni altre no 'm consolaria;

    Car segons que hom pert creix la fellonia,
    E ço qu' eu
    perdut hay ¿e dar quiu poria?







    VI.

    - Ramon! dix l' ermitá, vos ¿qué havets perdut?
    Perque
    nous consolats en lo Rey de salut,
    Qui basta a tot
    çò qui per éyl es vengut?
    Mas aquell qui éll pert no pòt
    haver virtut
    En esser consolat, car tròp es abatut;
    Et si
    vos no havets nuyl amich quius ajut,
    Digatsme vostre còr ne que
    havets haút;
    Car si flac còr havets, ne si sots deçebut,



    Be
    'n poria esser qu' eus fós acorregut
    Per la mia doctrina, tant
    que si sots vençut,
    Qu' eus mostrará a vençre vostre còr
    combatut
    De ira e dolor ab qui Deus hi ajut.



    VII.

    - N' ermitá! s' eu pogués portar a compliment
    La honor que
    eu tracta per Deu tan longuament,
    No hagra re perdut ne 'n
    fará clamament,
    Ans guasanyara tant, que a convertiment
    Ne
    vengron li errat, e lo sanct moniment
    Hagran los
    christians; mas per deffayliment
    D' aqueyls a qui Deus ha donat
    mays d' honrament,
    Qui no‘ m volen ausir, ans tenen a
    nient,
    Mi é mes paraules con hom qui foylament,
    Parla e res
    no fá, segons entendiment,
    Perqu' eu per éyls pert tot lo
    procurament
    Que fás per honrar Deu e d' homens salvament.







    V.

    Estando así abismado en honda melancolía, miré lejos, y vi
    llegar un hombre con un cayado (bastón) en la mano, luenga la
    barba y vestido de cilicio; y según su gesto parecíame
    ermitaño. Y acercándose a mí, díjome: - Qué causa era la de mi
    duelo y de mis lágrimas, y si en algo podíame ayudar. - Respondí,
    que yo tenía y sentía tal mal, que ni él, ni otro podían darme
    consuelo; porque el enojo es grande, a proporción de lo que
    perdemos; y dije, que nadie en el mundo podía darme ya lo que
    perdido había.







    VI.

    - Raimundo (Ramon)! dijo el ermitaño: ¿Qué habéis
    perdido? ¿por qué no os consoláis con Dios omnipotente, el cual a
    todas las criaturas es cumplimiento? Quien pierde a Dios, es quien no
    puede tener virtud de consolación, porque está muy perdido. Y si
    vos no tenéis amigos que os ayuden, abridme vuestro corazón y
    decidme lo que tenéis; porque si flaqueza de corazón o
    entendimiento es en vos, bien podrá ser que por mi doctrina seáis
    socorrido: y si os vence la pasión de ánimo, mostraros he, con la
    ayuda de Dios, a vencer vuestra alma combatida por el enojo y el
    dolor.



    VII.

    - ¡O ermitaño! si yo pudiese llevar a feliz término lo que
    respecto de Dios tan largamente he tratado, no perdiera yo cosa
    alguna, ni menos me quejara: antes ganaría tanto, que los que viven
    en las sombras del error vendrían a convertirse, y los cristianos
    poseerían el Santo Sepulcro de Jesucristo. Mas por culpa de aquellos
    a quienes Dios honra más, los que no sólo no quieren oírme, sino
    que me tienen a mí y a mis palabras en nada, como a hombre que habla
    néciamente y sin discreción, pierdo el trabajo que hago por
    honra de Dios y bien de las gentes.




    VIII.
    Encare
    'us dich, que pòrt una Art general
    Qui novament es dada per dó
    esperital,
    Perque hom pòt saber tota res natural,
    Segons qu'
    entendiment ateyn lo sensual;



    Al
    dret e medicina e a tot saber val,
    Et a theologia, la qual m' es
    mays coral:
    A solre questions nuyla Art tant no val,
    Ne
    errors destruir per raysó natural;
    E tenchla per perduda, car
    quax a hom no ‘n cal,



    Perqu'
    eu ne planch, e' n plor, e n' hay ira mortal:



    Car
    nuyl hom qui perdés tan precios cabal,
    No poria haver gaug may
    de res terrenal.







    IX.

    - Ramon, si vos fayts ço, que a vos se cové,
    En procurar
    honor a Deus, e far gran bé,
    E no sots escoltat ni ajuda nous vé

    D' ayceyls qu' han lo poder, ges per ço nous cové
    Qu' en
    siats despagat, car ceyl que tot ho vé
    Vos n' ha aytant de grat
    com si es complís de sé
    Tot çò que demandats; car hom qui bé
    es capté
    A tractar sa honor, aconseguex en sé
    Mèrit e
    esmenda, dó, pietat, e merce;
    Perque fá gran peccat qui en son
    còr reté
    Ira ne desconort faent a eyl Deus bé,
    Qui 's
    concorda ab gaug, esperança e fé.







    X.

    Ramon, de vostre Art no siats consirós,
    Ans ne siats alegre
    e estatsne joyós,
    Car pus Deus l' haus ha dada, justicia e
    valors
    La multiplicarán en leyals amadors;
    E si vos en est
    temps ne sentits amargórs,
    En altre temps meylor haurets
    ajudadors,
    Tals, qui les apendrán, e' n vençrán les errors
    D'
    aquest mon, e' n farán molt bon fayt cabalors;
    Perqu' eus prech,
    mon amich, conort sia ab vos,
    E duy may no plorets contra fayt
    virtuós;



    Enants
    vos alegrats contra fayt viciós,
    Et esperats de Deu gracia e
    secórs.




    VIII.



    Por
    eso os digo, ermitaño, que traigo una Arte general, que me fue
    inspirada por el Espíritu santo, por medio de la cual puede el
    hombre saber todas las cosas naturales, según la comprensión del
    entendimiento por los sentidos: sirve para aprender el derecho, la
    medicina y todas las ciencias; y asimismo para aprender la teología,
    ciencia para mí la más estimada. No hay otro Arte que tanto valga
    para resolver cuestiones, y para destruir errores por la razón
    natural; y téngola por perdida, porque casi nadie la entiende ni la
    aprecia, y por esto lloro, y estoy en mortal tristeza, porque
    cualquiera que perdiese caudal tan precioso, no podría gozar de cosa
    alguna de este mundo.



    IX.

    - Raimundo, si vos hacéis lo que os toca por la honra de Dios y
    por el bien del género humano, y no sois escuchado ni alcanzáis
    ayuda de aquellos que pueden ayudaros, por eso no debéis estar tan
    descontento. Quien todo lo ve os lo agradece, tanto como si de hecho
    se cumpliera lo que demandáis: porque el que bien procura que a Dios
    se honre, consigue en efecto mérito, piedad y merced. Y por esto
    peca mucho el que guarda enojo en su corazón y se entrega al pesar y
    al desconsuelo, cuando Dios le hace gracia de un bien que tanto se
    aviene con el gozo, la fé y la esperanza.



    X.

    Raimundo, de vuestra Arte no tengáis cuidado; antes alegraos de
    ella, que pues Dios os la dio, justicia y esfuerzo la multiplicarán
    en leales amadores. Y si vos ahora por ella sentís adversidades,
    vendrá otro tiempo mejor en que tengáis ayudadores tales que la
    estudien y aprendan, y en que con ella venzan los errores de este
    mundo, y hagan muchos actos provechosos. Por esto os ruego, amigo
    mío, que os consoléis, que enjuguéis vuestras lágrimas y que os
    alegréis contra los vicios, esperando de Dios merced y socorro.







    XI.

    Ramon, ¿per qué plorats e no 'm fayls béll semblant?
    ¿E
    com no 'us conortats del vostre mal talant?
    Per aquesta raysó me
    fayts estar dubtant
    Que stiats en peccat mortal tan mal estant,

    Perque siats indigne a far res ben estant;
    Car Deus no' s vòl
    servir per nuyl hom en peccant,
    Et si no vé a fí ço que
    desirats tant,
    No es colpa d' aqueyls de qui 'us anats clamant;

    Car no vol Deus que vostre fayt vaja en avant (7)
    Si estats
    en peccat; car de bé tant ni quant
    No pòt hom peccador, d' éyl
    esser començant,
    Car lo bé e 'l peccat en res no han semblant.







    XII.



    -
    N'ermitá, no m' escús que no haja peccat



    Mortalment
    mantes vets, de qu' em som confessat:



    Mas
    depuys Jesu-Christ a mi 's fó revelat



    En
    la crotz, segons que desus vos hay contat,



    Et
    haguí en s' amor mon voler confermat,



    No
    pequí a scient en nuyl mortal peccat;



    Mas
    poria esser en ço qui es passat



    Quant
    era cech del mon amant sa vanitat,



    Que
    no ‘m sia per Christ en far bé ajudat;



    Empero
    si no ‘u era, tòrt faria e peccat,



    Si
    éyl no mi ajudava depuys qu' el hay amat,



    E
    per la sua amor lo mon desamparat,







    XIII.



    -
    Ramon, hom negligent no sab bé procurar,



    Estant
    si negligent; car molt no vòl membrar



    Ço
    qu' enten acabar, perqu' em fayts molt dubtar



    Que
    lo púbblich negoci que volets acabar,



    Ab
    los molt grans senyors qui no 'us volen aydar;



    Car
    ab paucha amor gran fayt no 's pot menar;



    E
    si est pererós de tú ‘t deus rancurar,



    Et
    de ton fayliment no deus altre encolpar.



    Ne
    tu estant occiós no 't deus desconortar,



    Per
    altre, mas per tú qui no ‘t vòls esforçar,



    En
    far tot ton poder com Deus puschas honrar.







    XI.

    Raimundo, ¿por qué lloráis y no me mostráis alegre y sereno
    el rostro? ¿Cómo no os consoláis en vuestro mal? Dudar me hacéis
    si por ventura estando vos en pecado mortal, seáis indigno de hacer
    cosa buena, porque Dios no quiere ser servido por hombre culpable. Y
    si no veis realizados vuestros deseos no es por falta de aquellos
    contra los cuales dirigís vuestros clamores. Si en culpa estáis no
    querrá Dios que vaya adelante vuestro negocio, pues hombre pecador
    no puede ser principio de tanto bien; porque el bien y el mal nunca
    concuerdan.



    XII.

    - Ermitaño, no digo que no haya pecado mortalmente muchas veces,
    pero heme confesado de ello. Desde la hora en que Jesucristo se me
    apareció crucificado, según tengo dicho, y confirmó mi querer con
    su amor, no caí jamás a sabiendas en pecado mortal. Puede ser que
    por lo que hice siendo ciego y amante de las vanidades del mundo, no
    me vea ahora ayudado por Jesucristo en el bien que proyecto: empero
    injuria me haría Dios si no me ayudase, porque le amo, y por su amor
    he dejado el mundo.



    XIII.

    - Raimundo, el hombre negligente no es buen procurador, si de lo
    que quiere acabar se olvida. Por eso me hacéis dudar del éxito del
    negocio que tratáis de llevar adelante con los grandes señores, que
    por otra parte se niegan a ayudaros; porque con poco fervor no se
    puede tratar de tan alta empresa. Si vos sois flojo, quejaos de vos
    mismo, y no culpéis a los demás. Y andando, vos, tan remiso, no os
    debéis desconsolar por la falta ajena, sino por la vuestra, que no
    queréis esforzaros en hacer cuanto os es dable por la honra de Dios.







    XIV.

    - N' ermitá, vos vejats si eu suy occiós
    En tractar
    púbblich bé de justs et peccadors (8),
    Car muller n' hay
    lexada, fills e possessiós,
    Et n' hay estat trenta anys
    en trebayls e langors (9),
    E cinch vets en la cort am mies
    messiós (10)
    N' hay estát, e encare ab los Presicadors,

    A generals capitols tres e enquer als Menors
    Altres tres
    generals capitols; e si vos
    Sabiets que n' hay dit a reys et a
    senyors,
    Ne com hay trebaylat, no seriets dubtós
    En mí que
    sia estát en est fayt pererós,
    Ans n' hauriets pietat si sots
    hom piadós.







    XV.



    -
    Ramon, tot hom qui vol adur a compliment



    Algun
    fayt que sia de molt gran estament,



    Cové
    qu' el sapia tractar discretament;



    Mas
    si vos no sots hom discret ni entenent,



    Segons
    que al fayt cové e 'n fayts rancurament,



    Rancurastvos
    a tòrt e sotsne reprendent



    D'
    aqueyls qui son discrets e fan saviament,



    Ço
    qui ‘n fayt vos cové e al exalçament



    De
    la fe christiana; perque 'us conseyl breument



    Qu'
    estiats consolat en vostre fayliment,



    Consirant
    que no sots en lo fayt covinent,



    Et
    estats entre vos humil e pascient.







    XVI.

    - N' ermitá, s' eu no ço d' aytal discreció
    Qu' en fayt
    tant cabalós no abast ma raysó,
    E si eu ignorant vas éyl fas
    faylió,
    Per soffratxa d' entendre e car discret no só,
    Segons
    que 'l fayt, es gran, per ço vuyl companyó
    Qui m' ajut a
    complir; mas no 'm val pauch ni pró
    Requerir companya, ans suy
    sols abandó;
    Com los guart en la cara e 'ls vuyl dir ma raysó,

    No‘ m volon escoltar, ans disen que fat
    só,
    Los dames, per ço car los dich aytal sermó:
    Pero
    parrá 'l judici qui haurá discreció,
    Ne qui de sos peccats
    atrobará perdó.

    XIV.

    - Ermitaño, mirad si cuando se
    trata del bien público, del bien de justos y pecadores, soy en algo
    negligente: sabed que dejé por esto esposa, hijos y heredades, y que
    pasé treinta años de trabajos y congojas. Cinco veces fui a la
    corte romana a mis expensas: he asistido a tres capítulos generales
    de Predicadores, y otros a tres capítulos generales de
    Menores: y si supieseis lo que he dicho a reyes y a grandes señores,
    y cuánto he trabajado, no dudarais de mi constancia, ni me tuvierais
    por negligente en este negocio; antes me compadecierais, si es que
    seáis hombre piadoso.



    XV.

    - Raimundo, el hombre que quiere llevar a feliz término una
    empresa de tanta importancia, conviene que con discreción la haga
    comprender. Mas si vos no sois tan discreto y sabio como el negocio
    requiere, y al mismo tiempo venís con quejas; con injusticia os
    quejáis de los que obrando con prudencia y sabiduría, hacen lo que
    pertenece y lo que conviene a la exaltación de la fé cristiana. Por
    eso brevemente os aconsejo, que os consoléis con vuestra falta,
    pensando que a tal empresa no sois bastante; y habed en vos humildad
    y paciencia.



    XVI.

    - Ermitaño, si tan poco discreto soy, que mi razón no baste a
    cosa tan provechosa; si yo en mi ignorancia, falto por defecto de
    entendimiento y discreción, por eso demando compañeros que me
    ayuden en la empresa; mas no los puedo hallar ni pequeños ni
    grandes, antes me encuentro solo y desamparado. Y cuando les miro
    cara a cara, y les quiero exponer mis razones, no me quieren
    escuchar, y los más me dicen que soy necio cuando les explico mi
    proyecto. Mas en el día del juicio se verá quién habrá sido
    discreto y quién alcanzará perdón de sus pecados.







    XVII.



    -
    Ramon, l' hom qui 's avar e vol alcun fayt far,



    Ço
    que vòl no ho pòt complir ni acabar;



    Hon
    si vos sots avar e no volets donar



    Del
    vostre, per ço que Deus ne façats honrar,



    De
    vostre cobeytat vos deuriets clamar;



    Car
    ella vos empatxa lo bon fayt procurar.



    O
    si dar no podets, paupertat pòt estar



    Contra
    vostre negoci, e deuriets pensar



    Qu'
    els senyors mays s' enclinon per dar que per preycar,



    E
    los prechs qu' hom los fá; perqu' eus vuyl consellar



    Que
    si donar podets, pensets tost del anar;



    Car
    per donar porets, tota res acabar.







    XVIII.



    N'
    ermitá, cert siats que hanc mays cobeytat



    De
    diners ne d' honors en mí no ha habitat;



    Et
    en aquest negoci de mon patrimonat



    May
    tota vets despes e hay tant larguejat,



    Que
    tuyt li meu infant n' estan en paupertat;



    D'
    hon de avaricia no' n dey esser reptat,



    Ne
    donar eu no pusch a los homens de grat,



    Car
    no suy home rich ne senyor de ciutat;



    Perque
    no m' encolpets, ans m' hajats escusat;



    Be
    'us dich, s' eu fós senyor d' emperi o regnat



    Tant
    del meu hi donara trò que fós acabat;



    Mas
    home qui pauch dona no es bé escoltat.







    XIX.



    -
    Ramon, gloria vana fá hom a sí amar,



    Et
    per ço que hom faça las gents de sí parlar



    Dient
    de hom lausors, per ço qu' els sia car,



    E
    que l' amén e l' honren en soven nomenar;



    Hon
    si vos trebaylats per vos mateix lausar,



    Erguyl,
    gloria vana vos fan tant menysprear,



    Que
    no 'us denyen veser ne' us volen escoltar (11),



    Car
    nuyl fayt tan honrat vil hom no deu menar:



    Et
    tot home es vil e está en peccar,



    Qui
    mays que no li' n tayn se vuyla far honrar;



    Perque
    de vostre tòrt vuylats nuyl encolpar.







    XVII.

    - Raimundo, hombre avaro no puede dar cumplimiento a lo que
    quiere: por esto si vos sois codicioso, y no consentís en dar de lo
    vuestro por honra de Dios, quejaros debéis tan sólo de vuestra
    avaricia; porque ella os impide hacer la buena obra. Y si nada podéis
    dar, la pobreza puede contrariar vuestro intento, porque habéis de
    tener presente que los grandes señores más se inclinan por dádivas,
    que por palabras o por ruegos. Por esto os digo que si tenéis algo
    que dar, vivid persuadido que presto será la ida, porque dando
    podréis llevar a cabo cuanto quisiereis.







    XVIII.

    - Ermitaño, estad seguro de que codicia de dinero y de honra en
    mí nunca halló cabida; muy al contrario, he siempre gastado en este
    negocio de mi caudal con tanta largueza, que por esto mis hijos
    quedan empobrecidos, por lo que no debéis calificarme de avaro. Ni
    podría yo dar mucho a los hombres, porque no soy rico, ni soy señor
    de villas ni de ciudades. Así pues, no me inculpéis, antes tenedme
    por excusado. Y os aseguro que si empuñaran mis manos cetro de reino
    o de imperio, no dejaría de dar hasta que fuese acabada la empresa.
    Pero hombre que poco da no es oído.







    XIX.

    - Raimundo, la vanagloria hace tener al hombre mucho amor propio
    y le hace trabajar para que de él se hable y pregone la fama sus
    alabanzas, y le estimen y honren, y le tengan las gentes en su
    memoria. Si vos pues trabajáis por honra propia, la soberbia y la
    vanagloria tanto os rebajan que ni se dignarán miraros las gentes,
    ni escucharos, porque hombre vil no debe tratar cosa de tanta honra.
    Y vil es y está en pecado, quien más gloria quiere que la que le
    pertenece. Por esto, de vuestra sinrazón no queráis a nadie culpar.







    XX.



    -
    N' ermitá, eu no say per qual entenció



    Vos
    havets de mí tanta mala estimació;



    Car
    ans deu hom haver bona presumpció



    D'
    home qui no coneix, que mala oppinió.



    ¿Et
    perque no ‘us pensats que a fayt qui es tan bò



    Se
    puscha tot donar home qui pauch ni pro (12)



    Ne
    vayla en lo fayt? Car si eu tot mal so



    Segons
    que ho requer natura e raysó,



    Tractara
    lo contrari. E si Deus mi perdó,



    Hanch
    mays en mon coratje entenció no fó



    Que
    per haver lausors parles d' aytal sermó;



    Car
    en hom peccador nuyl laus pòt esser bò.







    XXI.



    -
    Ramon, per aventura vos no sots conegut,



    Et
    per ço podets esser en lo fayt desçebut;



    Car
    nuyl tresor qui sia en terra abscondut



    No
    cové ges que sia desirat ni volgut;



    Hon
    si vostre sauber no es aperçebut



    Cous
    pensats, que per ço ne siats cresegut:



    Mas
    mostrats que saubets per ço que vos ajut



    Vostra
    Art e sauber; car hom desconegut



    No
    há per ignorar honrament ne virtut;



    E
    si vos, mon amich, amats d' homens salut



    E
    de Deus honrament e no sia perdut,



    Fayts
    que vostre sauber sia bé conegut.







    XXII.

    - N' ermitá, ¿cous pensats qu' eu tal sauber çelás
    Ab lo
    qual nostra fe tant forment se provás,
    Als homens qui errats
    son, per ço que 'ls salvás
    Deus, lo qual tant desir que tot
    home l' amás?
    Ans siats ben segúr que en demostrar son las:

    Mas si hom en mos libres forment estudiás,
    (fortment; forment : trigo candeal)
    Et per altre sauber en
    re no 'ls oblidás,
    Yo 'n fóra conegut; mas si com gat
    qui pas
    Tost per brases los ligen, perque ab eyls no fás
    Quax
    res de mon negoci; mas si fos qui ‘ls membrás
    Et qui be 'ls
    entenés e en res no duptás,
    Pogra hom per mos libres metre el
    mon en bon cas.







    XX.

    - Ermitaño, yo no sé por cuál intención me tenéis vos en tan
    mal concepto: porque de hombre no conocido, antes se debe presumir
    bien que mal. Pero ¿por qué no creéis que para hecho tan bueno se
    pueda encontrar hombre de mucho valer? Si según imagináis, yo fuese
    mal hombre en todo, razón y naturaleza me aconsejaran lo contrario
    de lo que hago. Así Dios me perdone, como nunca en mí hubo
    intención de hablar de este negocio por alabanza mía, la cual no
    parece bien en hombre pecador como yo.



    XXI.

    - Raimundo, por ventura vos no sois bastante conocido, y por eso
    en el negocio pudierais ser engañado. Ningún tesoro oculto debajo
    de la tierra puede ser deseado ni querido; por eso, si no conocen las
    gentes vuestra ciencia, nunca se os tendrá por lo que sois. Mostrad
    lo que sabéis; mostrad vuestra Arte y ciencia, y os darán ayuda,
    porque hombre no conocido, no es honrado ni reputado; y si vos, mi
    amigo, amáis la honra de Dios y la salud de los hombres, haced que
    vuestra ciencia se extienda a fin de que no se pierda.



    XXII.

    - Ermitaño, ¿cómo pensáis que yo esconda tal ciencia, cuando
    con ella se puede incontestablemente probar nuestra fé? ¿Cómo
    pensáis que la oculte a los hombres errados, que por mi saber pueden
    alcanzar la salvación de Dios, a quien quisiera tanto amasen?
    Aseguroos que estoy cansado ya de enseñar; y si los hombres
    muy de veras estudiasen en mis libros, y por otra doctrina no los
    olvidaran, yo fuera conocido; pero léenlos algunos como gato que
    pasa por brasas encendidas; por eso casi nada alcanzo con ellos en
    este negocio. más si hubiese algunos que de mi Arte se acordasen y
    la comprendiesen, y en nada de ella quedasen dudosos, podríase por
    mis libros poner el mundo en buen estado.

    XXIII.
    - Ramon,
    ço que dich fas per vos aconortar;
    Mas perque no 'us volets
    asbtenir de plorar, (abstenir)
    Porá esser ben leu
    que me' n vulla hujar;
    Empero escoltats e vejats si 's pòt fár

    Ço que vos demandats al papa; car no par
    Que sia possible la
    nostra fe provar,



    Ne
    que home pogués aytals homens trobar,
    Que si mateixs donesson
    a greu marturiar



    Als
    malvats sarrahins per eyls a presicar.



    On
    per aço, amich, no ‘us devets maravellar,



    Si
    ‘l papa e 'ls cardenals nous volon atorgar



    Ço
    que los demandats, pus que no si pòt fár.







    XXIV.



    -
    N' ermitá, si la fé hom no pogués provar,



    Donchs
    Deus als christians no pográ encolpar



    Si
    a los infaels no la volon mostrar;



    Els
    infaels se pogren de Deus per dret clamar;



    Car
    major veritat no lax argumentar,



    Perque
    l' entendiment ajut a nostra amar,



    Con
    mays am trinitat e de Deus l' encarnar,



    E
    a la falsetat mays puscha contrastar;



    Escrit
    hay lo passatje on hay mostrat tot clar,



    Com
    lo molt Sant Sepulcre se puscha recobrar,



    Et
    con hom atrop homens qui vajon presicar



    La
    fe sens pahor de mòrt e qui ho saubra fár.







    XXV.

    - Ramon, si hom pogués demostrar nostra fé,
    Hom perdera
    mèrit; e per ço no 's cové
    Qu' es puscha demostrar; pus que s'
    en perdés bé;
    Car en perdre lo bé, fóre lo mal de se
    Causa
    al demostrar, qui contra el mèrit vé,
    Lo qual hom ha per creure
    veritat, qui no 's vé
    Per força d' argument, ans solament per
    fé,
    Encara qu' el humá entendre no conté,



    Tota
    virtut de Deu qu' infinida es manté,
    Tant, que causa finida tota
    ella no té;
    Perque vostra raysó no par que vayla re,
    E car
    no 'us consolats, fayts ço qui 's descové.







    XXIII.

    - Raimundo, dígoos lo que os digo para consolaros, mas si no
    queréis dar fin a vuestro llanto, no es extraño que me canse.
    Escuchad, y mirad bien si lo que demandáis al sumo Pontífice puede
    llevarse adelante; porque imposible me parece demostrar con razones
    nuestra fé, y que se hallasen hombres de tanta abnegación que se
    ofrecieran a padecer el cruel martirio que los malvados infieles les
    dieran en su predicación. Por esto, amigo mío, no os debéis
    maravillar, si el Papa y los cardenales no os quieren conceder lo que
    pedís, puesto que es imposible.



    XXIV.

    - Ermitaño, si no fuese posible probar nuestra fé, pudiera Dios
    culpar a los cristianos si no la demostrasen a los infieles, los
    cuales se podrían quejar justamente de Dios, si no permitiera que la
    mayor verdad se probase, para que el entendimiento ayude a amar la
    santa Trinidad, la Encarnación, y los otros artículos; y
    entendiéndolos puede el hombre mejor resistir a la falsedad. Escrito
    tengo además y demostrado claramente el modo como el Santo Sepulcro
    se puede recobrar y el medio de hallarse hombres que supieran
    predicar la santa fé sin temor de la muerte.



    XXV.

    - Raimundo, si el hombre pudiese demostrar nuestra fé, perdería
    el mérito de la fé: y por eso no conviene que se pueda demostrar,
    pues perdería aquel bien; y perdiéndose aquel bien, sería tal
    demostración causa de mal, contrario al mérito que se gana creyendo
    la verdad, no por fuerza de argumentos, sino por la fé. Y aún más
    os digo, que el entendimiento humano no comprende todas las verdades
    de Dios, las cuales son infinitas; pues cosa finita no las puede
    contener todas; por lo cual vuestra razón es nula, y no
    consolándoos, hacéis lo que no es debido.







    XXVI.



    -
    N' ermitá, si hom fós a sí mateix creat,



    Ço
    qu' entenets provar contengra veritat;



    Mas
    car Deus crea home, per qu' en sia honrat,



    Qui
    es pus noble fí, e ha mays d' altetat,



    Que
    la fí que hom ha en esser gloriat:



    D'
    hon no val tal raysó, e já es demunt provat,



    Que
    la fé 's pòt provar, si bé havets membrat;



    E
    si bé 's pòt provar, no 's segueix que creat



    Contengua
    e comprena trestòt l' ens increat;



    Mas
    qu' en enten aytant, com en éyl s' en es dat;



    Per
    ço que hom haja de Deus plena bontat,



    Son
    membrar, e entendre, poder e volentat.







    XXVII.



    -
    Ramon, ¿com vos pensats, que hom per presicar



    Pogués
    los sarrahins adur a batejar (13),



    Car
    segons Mafumet ha volgut ordonar,



    Qui
    diu mal de sa ley, no puscha escapar (14),



    E
    que aytals raysons no vuylan disputar.



    Perque
    a mí no par utilitat lo anar (15);



    Enquer
    qu' hom no saubria la lur lengua parlar (16),



    Qui
    es lenguatje arabich; e per enterpretar



    No
    poria ab éyls negun bé enantar (17).



    Si
    hom apremia 'l lenguatje poria tròp tardar;



    Perqu'
    eus dó de conseyl, que anets Deus pregar



    En
    un' alta muntanya e ab mí Deus contemplar.







    XXVIII.

    - N' ermitá, els sarrahins son en tal estament,



    Que
    cells qui son savis, per força d' argument
    No creen
    Mafumet; ans tenen a nient
    L' Alcorá, per ço car no
    visch honestament;
    Perque aqueyls vendrian tost a convertiment,

    Si hom ab eyls estava en gran disputament,
    Et la fe los
    mostrava per força d' argument;
    Et aqueyls convertits,
    convertrian la gent;
    Et en apendre lur lenguatje hom no
    está longuament (18);
    Ne no cal qu' hom blastom Mafumet
    mantinent.
    Et qui fá ço que pòt, lo Sanct Spirament
    Fa
    ço que a éyl cové donant lo compliment.







    XXVI.

    - Ermitaño, si el hombre fuese criado para sí mismo, fuera
    verdad lo que decís; mas como Dios crió al hombre para que le
    honrase, lo cual es más noble y más alto fin que la gloria que el
    mortal anhela procurarse; síguese que vuestra razón nada vale. Y
    tengo ya manifestado, que la fé se puede probar, si lo recordáis; y
    aunque se puede probar, no se deduce de aquí que la cosa creada
    contenga ni comprenda la cosa increada; pero entiéndese tanto cuanto
    le es concedido, para que el hombre reciba de Dios plena gracia en el
    entender, memorar, poder y querer.



    XXVII.

    - Raimundo, ¿cómo pensáis que por la predicación pudiese el
    hombre conducir los moros al bautismo? Según la ley que Mahoma dejó
    escrita, les está prohibido disputar con los cristianos, y debe ser
    penado quien mal dijere de la ley mahometana; y por eso me parece que
    no fuera muy útil ir allá. Además, no sería fácil encontrar
    hombres que supiesen el idioma arábigo, y poco se alcanzaría si
    tuviesen que valerse de intérpretes.
    Si algunos hubiera que
    quisiesen aprender aquella lengua, tardarían mucho en saberla; por
    lo mismo os aconsejo, que nos vayamos los dos a una alta montaña
    para contemplar a Dios.



    XXVIII.

    - Ermitaño, en tal estado se hallan los moros, que muchos de sus
    sabios por razón natural no creen en Mahoma, antes hacen muy poco
    aprecio del Alcorán, porque Mahoma vivió deshonestamente. Por este
    motivo no fuera difícil la conversión de aquellos, si les
    patentizasen con buenos argumentos las verdades de nuestra fé; y
    después los convertidos reducirían el vulgo a la misma creencia. Ni
    es cierto además que se necesite mucho tiempo para aprender la
    lengua arábiga, ni es necesario decir desde luego mal de
    Mahoma. Y a quien hace lo que puede, el Espíritu santo lo ayuda, y
    da cumplimiento a su buen propósito.







    XXIX.

    - Ramon, quant Deus volrá qu' el mon sia convertit,
    Lavors
    dará lenguatges per lo Sanct Sperit,
    A convertir lo mon, segons
    que havets ausit
    De Christ, e d' els apostols, d' hon es
    fayt mant escrit;
    Lo qual convertiment será p' el mon sentit,

    Tant, que en una fe serán tot li home unit;
    La qual may no
    será en est mon departit;
    Aqueyl será nostre e per Deus
    departit;
    Et jamay nuyl peccat no ‘y será consentit;

    Et car en aquest temps cascun hom ha faylit
    Tan forment,
    que no vòl que sia exausit.







    XXX.



    -
    N' ermitá, en tots temps ama Deus veritat,



    Et
    vòl esser per home conegut, et amat;



    Et
    per ço en tots temps ha home libertat



    En
    far bé e no mal; e seria forçat,



    Si
    en est temps hon som no havia potestat



    En
    tractar honrament a Deus e charitat



    A
    son prohisme, ver perqu' eu no son pagat



    De
    ço que dit havets; d' hon havets gran peccat



    En
    ço que affermats, que tot ens es ligat;



    E
    ‘n est temps hom no pòt convertir li errat,



    Ni
    per Deu pòt esser a sa honor ajudat;



    Perqu'
    en vostre parlar estich desconsolat.







    XXXI

    - Ramon, molt meylor seny es qui sap retenir (19)
    Ço que es
    guasanyat, que anar convertir (20)
    Los sarrahins malvats, pus no
    volon ausir;
    Perque als christians deu hom tant de bé dir
    De
    Deus en preycant, qui 'ls faça Deus servir;
    Encara qu' hom no
    sap si bé se pòt seguir
    D' anar als sarrahins; car poria y
    faylir,
    En tant que eyls volguesen hom axí destruir;
    Et aço
    que mays es no poden devenir
    Nuyl temps bons christians; car no
    's poden partir
    D' aço qu' han costumat: perqu' eus playa
    jaquir
    Vostra ira, e mudats aylor vostre desir (21).

    XXIX.

    - Raimundo, cuando Dios quiera la entera conversión del mundo,
    entonces dará las lenguas por el Espíritu Santo para predicar, así
    como sucedió con los apóstoles de Jesucristo, según queda escrito;
    y será oída la predicación por todo el orbe, y todos los hombres
    estarán unidos en una misma fé, la cual jamás será en este mundo
    disipada, y jamás el pecado consentido. Mas ahora no hay hombre
    mortal que no tenga faltas, por eso Dios no los quiere oír.



    XXX.

    - Ermitaño, Dios siempre quiere que el hombre le ame y conozca
    la verdad. Por esto le ha dado el libre albedrío, así para hacer el
    bien, como para dejar de practicar el mal; y forzado obrara si en
    nuestros tiempos no pudiese amar a su prójimo, y a Dios, procurando
    su honra. Así pues, lo que decís no me satisface, antes pecáis
    mucho al asegurar que todas las cosas están ligadas, que en la
    actualidad no es posible la conversión de los infieles, y que Dios
    no puede ayudarles en el negocio de su honra: por lo cual vuestro
    hablar mucho me desconsuela.



    XXXI.

    - Raimundo, mucho mejor es conservar lo que se ha ganado, que ir
    a convertir a los malvados sarracenos que no quieren entrar en razón.
    Por eso vale más que cuidemos de los cristianos, manifestándoles
    las excelencias de Dios por medio de la predicación del Evangelio, a
    fin de que quieran hacerse sus leales servidores. Además, ¿quién
    sabe si se lograría el bien que pensáis con respecto a los
    infieles? ¿Quién sabe si ellos pervirtieran a los que les
    predicasen? Y lo peor es, que nunca fueran ellos buenos cristianos;
    porque no es fácil que se olvidasen de su creencia y de sus
    costumbres. Así pues, dejad vuestro enojo y trocad ese deseo en cosa
    mejor.



    XXXII.



    -
    N' ermitá, si fóssen pauch li presicador,



    Et
    li clergue setglar et li frayre menor,



    Et
    encara li monge, tant abat e prior,



    Ço
    que vos havets dit fóre conseyl meylor.



    Mas
    car en nostra fe ha mant hom de valor



    Qui
    desiren morir per far a Deus honor,



    Et
    qui poren bastar a tuyt nos e a llor;



    Per
    ço hay desplaser, car ceyls qui son major



    No
    fan ço que deven en dar a Deu lausor;



    Si
    'ls payres convertits no han la fe en cor,



    Hauranle
    lurs enfans; e disets gran follor,



    Car
    nuyl hom res no pèrt si mor pe ‘l Creador.



    XXXIII.

    - Ramon, segons qu' aug dir, mant home es anat
    Presicar als
    sarrahins et han pauch avançat (22),
    Et encara als tartres, d'
    hon son maravellat
    Com axí estats forts en vostra volentat;
    Car
    de tot fayt que hom se sia fadigat,
    Et majorment com vets que
    tants l' an asajat,
    Bé deu hom departir pus sia assenat (23),

    Et si no s' en parteix, fás hom tenir per fat;
    Perqu' eus
    conseyl, germá, que hajats pietat.
    De vostre còrs mateix que
    tant havets hujat;
    Et estats en un loch hon siats repausat (24),

    Et dels vostres dampnatges estiats consolat.







    XXXIV.

    - N' ermitá, ceyl qui vòl molt servir e honrar



    Son
    bòn senyor, no l' deu per nuyla res lexar,



    Ne
    d' eyl bé a servir no 's deu may anujar;



    Mas
    car en vostre còr ha fretura d' amar,



    No
    saubets vos mateix ne altre consolar;



    Car
    si hom en un temps no pòt fayt acabar,



    En
    altre ho porá far, si bé lo sab menar;



    Et
    qui bon fayt comença no‘ l ha a començar;



    E
    si 'ls primers fan pauch, altres porán molt far,



    Perqu'
    eus prech per mercé que mi lexets estar;



    Car
    no 'm par que ab vos pogués res guasanyar,



    Ans
    hon mays me disets, mays mi fayts entristar.







    XXXII.

    - Ermitaño, si los religiosos, predicadores, menores, clérigos,
    seglares, monjes, abades y priores fuesen pocos, sería más prudente
    y acertado lo que me decís; mas en nuestra santa religión cristiana
    hay muchos hombres valerosos, dispuestos a morir por la honra de
    Dios; y ellos bastan para nosotros, y para los infieles: por esto
    duélome de que los príncipes de la fé cristiana, no hagan lo que
    deben por la gloria del Supremo Ser.
    Si los moros convertidos no
    tienen fé verdadera y de corazón, sus hijos la tendrán.
    Así
    pues, errado andáis, porque nada pierde quien muere por su Criador.



    XXXIII.

    - Raimundo, oigo decir que muchos han ido a predicar a los moros
    y a los tártaros, y han aprovechado poco. Maravíllome pues, de que
    tan recio persistáis en vuestro propósito; porque en cosa por otros
    tentada, y de que se han fatigado, no debe el hombre empeñarse; y si
    permanece firme en su propósito, da pruebas de poco juicio. Por
    esto, suplícoos, hermano, que de vuestro mismo cuerpo tan cansado
    hayáis piedad, y retiraos en un lugar donde podáis reposar y os
    remediéis de los daños que habéis experimentado.



    XXXIV.

    - Ermitaño, el que de veras quiere servir y honrar a su buen
    señor, por ninguna cosa debe dejarse, ni cansarse de bien servirle.
    Por la falta de amor que hay en vuestro corazón, no os sabéis
    consolar a vos mismo, ni a otro. Lo que no es dable en un tiempo
    llevar a cabo, si bien se sabe gestionar, en otro se podrá hacer: a
    quien empieza buena obra, no le queda por hacer tanto: y si los
    primeros hacen poco, los otros podrán hacer más. Así pues, os
    ruego por merced, que me dejéis, ya que en vos no puedo cosa alguna
    alcanzar; que mayor tristeza me causáis, cuanto más me decís.







    XXXV.



    Ramon
    s' enfayloní, et no volia ausir



    L'
    ermitá, qui ‘l pregava còm se degués jaquir



    Del
    gran dòl que menava, et començet a dir:



    -
    Senyor Deus gloriós! ¿Ha al mon tal martír



    Com
    aquest que sostench, còm tú no puix servir,



    Et
    no hay qui m'ajut? ¿Cóm puscha romanir



    Esta
    Art que m' has dada, d' hon tant bé es pòt seguir,



    La
    qual tem que es perdra aprés lo meu finir?



    Car
    nuyl hòm no la sab bé segons mon albir,



    Ne
    eu no pusch forçar nuyl hom de la ausir.



    ¡Ay,
    las! ¿Si ella 's pèrt a tú qué poray dir



    Qui
    la m' has comanada per ella enantir?







    XXXVI.



    -
    Ramon, li philosoph qui fòren antigament,



    De
    esta Art que tú has, no fóren conexent,



    Perque
    apar no sia de gran profitament;



    Car
    si ella fós vera, fóre al començament



    Per
    éyls atrobada; car lur entendiment




    pus alt que lo teu; empero si eu ment



    Et
    que l' hages haúda de Deus, fas fayliment,



    Com
    tems qu' aprés ta mòrt ella vayla nient;



    Car
    tot ço que Deus dóna ve a bon compliment,



    Encara
    qu' els antichs, de mentre qu' eron vivent,



    Las
    Arts que éyls fassion no hagren estament,



    Enans
    son exalçades per li altre seguent. -







    XXXVII.



    -
    Consolar se vòl Ramon, empero felló fó,



    Quant
    vé que l' ermitá havia oppinió



    Qu'
    els philosophs antichs, en los quals fe no fó,



    Sian
    estats començ de tot ço qui es bo,



    Conexent
    Trinitat e Encarnació;



    Car
    philosoph antich no hac oppinió



    Que
    en Deus fós trinitat, et ab hom unió (25);



    Ne
    l' obra que ha en si Deus per producció



    No
    amet, ne conech; e donchs ¿per qual raysò



    Li
    philosoph antich hagron mays d' avisó



    En
    lur entendiment, que aquells qui pres só,



    Que
    han lig e creença de resurecció?







    XXXV.

    Entonces Raimundo se enojó y no quería oír al ermitaño, que
    le rogaba se consolase en el dolor que le oprimía; y exclamó: - O
    Señor glorioso! ¿Hay en el mundo martirio como el que sufro, cuando
    veo que no os puedo servir, ni tengo quien me ayude? ¿Cómo quedará
    esta Arte que me disteis, de la cual puede seguirse tanto bien? Mucho
    temo que después de mi muerte, no se pierda; porque según veo,
    ningún hombre la sabe cual yo quisiera, sin que pueda obligar a que
    la oigan. ¡Ay triste de mí! Si ella se pierde, ¿qué os podré
    decir, Señor, a vos, que me la disteis, para que la extendiese?



    XXXVI.

    - Raimundo, los filósofos antiguos no tuvieron noticia de
    vuestra Arte, lo que prueba no ser ella de gran provecho; porque si
    ella fuese verdadera, la hubieran concebido, siendo como era su
    entendimiento más alto que el vuestro. Pero si la recibisteis de
    Dios, no hacéis bien en haber temor de que después de vuestros días
    se pierda: porque cuanto Dios da, viene a cumplido fin; y aún os
    digo, que, en vida de los autores, sus Artes fueron tan poco
    favorecidas, como después han sido ensalzadas. -



    XXXVII.

    Quería consolarse Raimundo; pero enojóse, viendo que el
    ermitaño opinaba que los antiguos filósofos, en los cuales no hubo
    fé, habían sido principio de todo lo que es bueno, para conocer la
    santa Trinidad y la Encarnación: siendo así que ellos no creyeron
    que Dios fuese trino en personas, ni que se quisiese humanar; ni
    conocieron la producción que Dios tiene en sí; luego ¿por cuál
    razón los filósofos antiguos tuvieron mayor aviso en su
    entendimiento que los que después fueron, los cuales tuvieron ley y
    creencia de resurrección?




    XXXVIII.

    - Ramon, no pusch dir res d' hon sias consolat;
    Entén estas
    raysós et no sias irat (26),
    ¿En que n' es Deus si l' mon no es
    en bòn estat?
    Car no leva ne baxa a éyl quant es creat,
    Com
    sia en sí complit, no havent necessitat
    De nuyla creatura, d'
    hon deus esser pagat
    Del compliment que Deus há en sí per sa
    bontat.
    Et tú, foyl, estás trist quax si Deus fós mirvat
    Per
    lo mal estament en qu' el mon es trobat:
    ¡Foyl! ¿cóm no t'
    alegras en plena deytat,
    Et gita et no cura tot ço que es creat,

    Per ço que ton còr bast Deus complit no mirvat?



    XXXIX.

    - N' ermitá, mal me fá lo vostre consolar,
    E fó fòrt
    aycell punt hon vos poguí trobar;
    Et si no fós que tem vergonya
    e mal estar,
    De huy mays en avant ab vos volgra parlar;
    Et
    donchs ¿còm podets dir qui 'm puscha consolar
    En ver Deus a
    unir, no servir, ni membrar,
    Conexer, ne amar? E si bé pòt
    bastar



    Tot
    Deus per sí mateix, a mon còr per amar
    No 'm basta, car no 'l
    vey molt forment bé honrar;
    E car per tan vils causas lo vey
    tant menyspressar,
    Estaig en desconort, e no' m pusch
    alegrar;
    Mas en ço que Deus es estaig en confortar.



    XL.

    - Ramon, tot quant Deus fá tot ho fá justament,
    Et si met
    en infern li malvat descresent,
    No ‘n devets per tot ço haver
    desolament (27).
    Et car vos sots ayrat, car Deus fá jutjament,

    Vostra ira es peccat, e faylits malament
    Contra Deu, e amats
    aqueyls qui falsament
    Creen contra ver Deu estant desobeent;
    Et
    si en vos fós bò ne leyal amament
    Vos seriets pagat; car Deus
    dona turment
    A ceyls qui tot dia fan vas eyl fayliment;
    Car
    home qui bé am, no fá rancurament
    De ço que fá l' amat pus
    que ho fá dretament.



    XXXVII.

    - Raimundo, ¿nada puedo decir con que podáis recibir consuelo?
    atended a esta razón, y no permanezcáis enojado. ¿Qué le importa
    a Dios si el mundo no está en buen orden? Cierto es que ninguna cosa
    criada realza ni rebaja a Dios; pues él es en sí cumplido, sin
    necesidad de la criatura. Por tanto debéis estar contento del
    cumplimiento que Dios tiene en sí mismo por su bondad. ¿Porqué,
    vos solo, habéis locamente de entristeceros de esto, como si Dios
    recibiese disminución por el mal estado del mundo? Insensato sois,
    cuando no os alegráis en la plenitud de bienes que Dios tiene. Echad
    la tristeza, y no curéis de lo criado; para que Dios, cumplido y no
    imperfecto, llene el deseo de vuestro corazón.



    XXXIX.

    - Ermitaño, mal me hace vuestra consolación. ¡Desdichada fue
    la hora en que me vi con vos! Y si no me refrenase temor de
    vergüenza, de hoy en adelante jamás volvería a hablaros. ¿Cómo
    podéis decirme que reciba consuelo, cuando veo que Dios no es oído,
    servido, acatado, conocido ni amado? Aunque Dios por sí mismo baste
    al amor de mi corazón, faltame verle honrado, en vez de verle
    en menosprecio por cosas tan viles, de lo cual estoy muy triste, sin
    poderme alegrar. Mas en lo que Dios es, estoy bien consolado.



    XL.

    - Raimundo, en todo cuanto Dios obra hay el sello de su divina
    justicia, y si condena a las penas del infierno a los incrédulos, no
    debéis por eso desconsolaros, así como no debéis enojaros de lo
    que Dios obra justamente; pues pecado es vuestro enojo, y con él
    erráis malamente contra Dios, amando aquellos que falsamente creen
    contra la verdad del Eterno, y le son inobedientes. Si en vos hubiera
    bueno y leal amor, no os descontentara que Dios dé tormentos a los
    que cada día le ofenden; porque el hombre que bien ama, no tiene
    cuidado ni pesar de lo que su amado hace, porque Dios obra siempre
    con justicia.



    XLI.



    -
    N' ermitá, eu no ‘m duyl per ço que fá 'l Senyor,
    Ans en tot
    ço que fá lo laus be e l' aor;
    Mas per ço car volria qu' hom
    li faés honor,
    Et que sobre quant es hom li hagués amor,
    Me
    duyl molt, e 'm complanch, e n' estich en tristor;
    Et car vos no
    sabets d' hon vé ma greu dolor,
    No saubets conortar ne dar negun
    secor;
    Perqu' es bò que 'm lexets estar en ira e en plor,
    Et
    aprendets com siats meylor consolador;
    Car fòrt pauch ne saubets
    e já li peccador
    Per vos mays no valrán, car no havets vas lor
    (28),
    Caritat, com Deus sia d' eyls gran perdonador.



    XLII.
    - Ramon, per ço car am que en gaug estiats
    Et que ira ne dòl en
    nuyla res hajats,
    Vos vuyl bé consolar e prechvos que augats

    Deus soffer que lo mon sia axí malvats,
    Per ço que éyl
    mils puscha perdonar a tots lats;
    Car hon mays éyl perdona mays
    ha de pietats,
    Et mays li 'n cové grat; perque segur siats (29)

    Que Deus ha a son pobble tan alta caritats,
    Que en quax tots
    los homens del mon serán salvats;
    Car si mays no eran li salvats
    que 'ls dampnats,
    Seria sa mercé sens gran caritats:
    Perque
    'en la gran mercé de Deu vos consolats.




    XLIII.



    -
    N' ermitá, tot dia me tenits en parlament,



    Et
    no 'm lexats membrar mon engoxós turment,



    Et
    fayts ho per ço com git a oblidament (30)



    L'
    ira e l' desconort d' hon me vé languiment;



    Mas
    res no acabats e fayts avocament,



    Mays
    de gran pietat que de gran jutjament;



    Perque
    'en axò errats, car en Deu egualment



    Son
    jutjar e perdonar, segons ordonament



    De
    las suas virtuts; car nuyla no consent



    Qu'
    en sa justicia haja nuyl minvament;



    Perque
    deu peccador haver gran spavent,



    Et
    es ço perqu' eu plor, car no ha honrament.







    XLI.
    - Ermitaño, no me duele lo que mi Señor hace, antes le adoro y
    alabo en cuanto hace; mas como quisiera que le honrasen y amasen
    sobre todas las cosas, no dejo de lamentarme y de estar triste; y no
    me consoláis ni me socorréis, porque no sabéis de dónde viene el
    dolor mío. Por eso convendría que me dejaseis a solas con mi pesar
    y mis lágrimas. Aprended a ser mejor consolador; porque poco sabéis
    consolar con vuestras palabras. Jamás los pecadores os querrán,
    porque no tenéis caridad con ellos, estando como está Dios siempre
    dispuesto a perdonarles.



    XLII.
    - Raimundo, pues por cuanto quisiera que os consolaseis y en nada
    recibieseis duelo y enojo, ruégoos que me oigáis. Dios sufre que el
    mundo sea malvado, como lo es, para que él pueda ejercer su
    misericordia y perdonar mejor por do quiera; pues cuanto más
    perdona, mayor piedad ejerce y más le es agradecido. Así, vivid en
    la persuasión de que Dios tiene tanta caridad con su pueblo, que
    casi todos los hombres del mundo lograrán la salvación; porque si
    no son más los salvados que los condenados, fuera su misericordia
    sin grandeza de caridad. Consuéleos pues la divina
    misericordia.







    XLIII.

    - Ermitaño, todo el día me entretenéis con palabras, y no me
    dejáis recordar mi hondo y angustioso pesar. Quizás lo hacéis para
    que destierre de mí el desconsuelo que tanto me acongoja; pero nada
    venís a conseguir, contando más con la gran misericordia de Dios
    que con su gran justicia. Andáis muy equivocado si creéis que la
    misericordia de Dios no ha de ser igual a su justicia, según el
    orden de sus dignidades, de las cuales ninguna consiente que la
    divina justicia sea diminuta. De esto el pecador debiera espantarse:
    y cuando veo que no se tributa a Dios el honor que le es debido, mis
    ojos se inundan de lágrimas.







    XLIV.

    - Ramon, aqueyls homens qui son predestinat,
    Cové per gran
    força que élys sian salvat;
    Car si no ho eron, poria esser
    mudat
    Lo sauber que Deus ha en contrarietat;
    En lo qual
    mudament no está possibilitat.
    Car si estar hi podia, no seria
    acabat
    Lo sauber que Deus há, e seria minvat;
    Et car está
    complit, siats donchs consolat
    En lo seu compliment, contr' el
    qual fayts peccat,
    En quant no 'us conortats en ço qui 's ja
    jutgat,
    E per voler de Deus en axí oltrejat,
    Con ho sab son
    sauber e ho fá ver veritat.



    XLV.

    - N' ermitá, si fossets home prou ben letrat,
    Mils sauberets
    parlar d' home predestinat;
    Ne agrets en oblit de Deus sa
    libertat,
    La qual ha en sí leix e en quant ha creat;
    Per la
    qual ha a hòm donada libertat (31),
    Col vuyla molt servir, no
    qu' en sia forçat,
    Com Deus sia tan bò qu' es deu servir de
    grat;
    Lo qual servir no pòt si de necessitat
    Per hòm
    predestinat fós servit e amat,
    Et fóre hom salvat et no fóre
    jutjat;
    Car judici no pòt esser sens libertat,
    Ne libertat
    constreyn precís ne predestinat.







    XLVI.

    - Ramon, si en vos fós molt gran sperança,
    Si tot lo mon
    está en molt greu balança,
    Del seu mal estament no hagrets
    malanança;
    Car Deus qui es tot ple de gran pietança,
    Aportara
    lo mon en breu en bonança,
    Tant, que cascun home n' haurá
    alegrança,
    Et que ayço sia ver hajats hi fiança;
    Per ço
    car Deus doná a home començança,
    Ab mercé e bondat que ha en
    sa semblança;
    Et si vos per ayço no lexats la tristança,
    No
    haurets ab bontat mercé ni confianza,
    Et serets contra
    Deus e la sua amistança.

    XLIV. - Raimundo, los predestinados
    de necesidad y conveniencia es que se salven: porque si no se
    salvasen el saber de Dios pudiera ser mudado por contrariedad, cuya
    mutación es imposible, porque si posible fuera, la sabiduría divina
    no fuera perfecta. Mas, siendo como es perfecta, consolaos en su
    cumplimiento, contra el cual pecáis si no recibís consuelo en lo
    que Dios ha ya juzgado, en lo que ha ordenado según su saber y
    albedrío, y en lo que su verdad pone en verdad.



    XLV.
    - Ermitaño, si fueseis hombre entendido, supiérais hablar mejor de
    la predestinación del hombre, y no tuvierais en olvido la libertad
    que Dios tiene en sí y en las criaturas, por la cual dio al hombre
    el albedrío de poder servirle sin forzar su voluntad; porque Dios es
    tan bueno, que debe ser servido voluntariamente. Así, Dios no fuera
    servido de libre voluntad por el hombre predestinado, si este por
    necesidad le amase y sirviese. El hombre fuera salvado sin ser
    juzgado: y juicio no puede haber sin que el que es juzgado haya
    libertad, la cual no constriñe al prescrito ni al predestinado.



    XLVI.

    - Raimundo, si en vos hubiese gran esperanza, poco cuidado os
    diera que el mundo estuviese en mal estado, porque Dios tan piadoso
    como es, pondrá en breve el mundo en mejor camino, y todos los
    hombres se alegrarán de ello. Tened firme confianza de que esto
    acontecerá, porque el hombre tomó principio de Dios por gracia,
    piedad y bondad, semejantes a él. Y si por lo que os digo no dejáis
    la tristeza, demostráis desconfiar de su bondad y misericordia, y
    que sois contrario de Dios y de su amor.







    XLVII.



    -
    N' ermitá, ans qu' el mon sia ‘n bon estament,



    Será
    fayt al ver Deu molt gran avilament;



    Encara
    que no veyg far nuyl ordonament



    Com
    lo temps sia pròp; car ço que en córt present,



    Lo
    papa e 'ls cardenals no 'm prenen mantiment,



    Ans
    ho van alongant, d' hon hay gran marriment,



    Tant,
    que no 'n pusch haver negun consolament;



    Car
    ço qu' eu los present, mostra tot clarament



    L'
    ordonament del mon, qui 's pòt fár molt breument,



    Et
    no 'u tenon a rè, ans s' en fan gaubament,



    Com
    s' eu fós home fát qui parlás foylament (32); (aragonés: fato)



    Perque
    d' aytals homens hay desesperament. -







    XLVIII.



    -
    Consirá l' ermitá si per res poria



    Aconortar
    Ramon, qui tan fòrt playnia;



    Per
    ço dix a Ramon: - Que sancta María,



    Et
    ab eyla ensemps cascuna gerarchía



    Dels
    ángels e los sancts, preguen nuyt e dia



    A
    Jesu-Christ son fill, que per merce sia



    Que
    en breu dó al mon ordonament e via,



    En
    sí honrar, servir; per que ço ʻus deuria (33)



    Vos
    consolar Ramon; car Jesu-Christ tota via




    ço d' hon es pregat per sa mayre pia,



    Per
    los ángels e' ls sancts: perque 'us prech ço sia



    Conort
    vostre, e gaug ab vos duy may estía.







    XLIX.



    -
    N' ermitá, quant consir que la dòna d' amor



    Et
    dòna de valor, de just, de peccador,



    Et
    cascú dels sancts, preguen nostro Senyor



    Con
    tot lo mon faça a Jesu-Christ honor,



    Et
    veig qu' el mon li fá tanta de deshonor,



    Adonchs
    eu cuyt morir d' ira e de dolor;



    Et
    car son tant indigne li malvat peccador,



    Que
    Deus quax no sosté que hòm pregue per lor;



    Et
    enaxí lo mon roman en sa error.



    Et
    quax no es qui de Deus vuyla donar lausor,



    Ans
    lausa sí mateix, son fill, et son austor;



    Donchs
    ¿qui deurá haver nuyl gaug sino tristor?







    XLVII.

    - Ermitaño, antes que el mundo venga a buen estado, será hecha
    gran deshonra al Dios verdadero; mas os digo que no veo hacerse
    ordinacion que indique la proximidad de tal tiempo. Lo que yo
    suplico y expongo a la corte de Roma, al papa y a los cardenales no
    lo ejecutan, antes me lo dilatan; por esto siento tal dolor, que no
    puedo en cosa alguna alegrarme. En mis súplicas y peticiones les
    manifiesto el modo de poner el mundo en buen orden con brevedad; mas
    en tan poco me tienen que se burlan de mí como de un loco que habla
    neciamente; de manera que en tales hombres tengo ya perdida la
    esperanza.



    XLVIII.
    Consideró el ermitaño si por alguna manera podría dar consuelo a
    Raimundo, que tan dolorosamente se plañía, y díjole: - Raimundo,
    no dudéis de que la virgen María y todas las jerarquías de los
    ángeles y de los santos ruegan de día y de noche a Jesucristo su
    único Hijo, para que por su misericordia ponga muy presto orden en
    el mundo y dé camino para que sea servido y honrado; y esto,
    Raimundo, os debe consolar, pues Jesucristo por su gran piedad hace
    siempre lo que le ruegan los ángeles, los santos y su piadosa Madre.
    Ruégoos por tanto que esto sea vuestro consuelo, y que de hoy en
    adelante os mostréis alegre.



    XLIX.

    - Ermitaño, cuando pienso que la Señora, llena de amor y valor,
    dueña de justos y de pecadores, y que todos los santos ruegan a
    nuestro Señor, para que todo el mundo honre a Jesucristo, y veo que
    el mundo le hace tanta deshonra; entonces me siento morir de pesar y
    tristeza. Imagino que por ser los hombres tan malvados e indignos,
    Dios casi no quiere ya que nadie ruegue por ellos; y de esta manera
    queda el mundo en su deplorable error; y no se halla apenas hombre
    alguno sobre la tierra que quiera alabar a Dios; antes cada uno se
    alaba solo a sí mismo, a su hijo, a su caballo, a su halcón y a sus
    cosas; ¿quién, pues, podrá alegrarse de cosa alguna? Quién podrá
    dejar de entristecerse?







    L.
    - Ramon, a mi no par siats hòm pascient,
    Per ço car no per rè
    volets consolament.
    ¿Et com no remembrats Job, qui tant fó
    perdent,
    Et qui en sa persona sostench tant de turment;
    Et
    esdevench tan paubre, que en sí no hac nient?
    Empero consolás,
    e vos per res vivent
    No ‘us volets consolar, e estats sanament,

    Et havets heretat, diners e vestiment,
    Infans e d' altres
    causes, d' hon hòm ha pagament (34);
    Et car a Deus no plats
    home impacient,
    No sosté que per vos venga a compliment
    Lo
    seu fayt que menats, que haja honrament.



    LI.
    - N' ermitá, no es molt si hom es consolat
    En perdre sos infans,
    diners o heretat,
    Et estar malalt, pus que a Deus vé de grat.

    Mays ¿qui 's consolará, que Deus sia oblidat,
    Meynspreat,
    blastomat, e tan fort ignorat,
    Et com de tot ço sia Deus
    fortment despagat? 
    Enquer
    que no saubets com eu suy meynspreat
    Per Deu, ferit, maldit,
    e greument blastomat,
    Et en perill de mòrt, e per barba tirat,

    Et per virtut de Deus pascient suy estat.
    Mays que Deus sia
    ‘l mon tant pauch grayt honrat,
    No es hòm en lo mon qui m' en
    fés conortat.




    LII.



    -
    Ramon, segons que 'm par tú fás tot ton poder



    Con
    Deus per tot lo mon honor pogués haver.



    Perque
    Deus just t' en deu aytant de grat haver,



    Com
    si 'l fayt se complía, per que' t deurá valer



    Ayço
    aconsolar et ton dòl romaner.



    Car
    mèrit n' haurás gran, et pòts n' haver esper



    De
    molt gran guasardó, et gita a no ‘n caler



    Lo
    fayliment dels foyls qui a Deus fán desplaer.



    Et
    alegrat en tú et en ton captener



    Et
    no sias tròp fòrts en ço que vols haver,



    Ne
    en ço car los altres no fán a ton voler;



    Et
    a tú abast Deus per amar et temer (35).







    L.
    - Raimundo, paréceme que no sois hombre paciente, porque veo que por
    ninguna cosa os queréis aquietar. Acordaos de Job, que perdió
    tantas cosas, que sufrió en su persona tantos tormentos y vino a
    tanta pobreza, que no tuvo cosa alguna; y sin embargo aquel recibió
    consuelo, y vos por ninguna cosa del mundo os queréis consolar: y
    eso que estáis sano, tenéis heredades, dinero, vestidos, hijos y
    otras cosas de que los hombres reciben contentamiento. No place a
    Dios hombre impaciente, por eso no sufre que por medio vuestro venga
    a feliz término el negocio que tratáis en honra suya.



    LI.

    - Ermitaño, no es mucho sufrir resignado la pérdida de hijos,
    salud y fortuna cuando lo quiere Dios. Mas ¿quién podrá jamás
    consolarse al ver el olvido y el menosprecio en que a Dios se tiene,
    al oír blasfemado su nombre e ignorado su ser, cuando esto tanto le
    agravia? Y aún no sabéis vos lo mucho que por su amor fui
    escarnecido, golpeado, maldecido, tirado por las barbas y puesto en
    peligro de muerte; a todo lo cual por su virtud me he resignado. No
    hay hombre empero en el mundo que pueda consolarme, cuando veo lo
    poco que se le honra sobre la tierra.



    LII.

    - Raimundo, paréceme que vos hacéis cuanto está a vuestro
    alcance para que Dios sea honrado en todas partes, lo cual Dios justo
    os lo agradece, tanto como si lo que deseáis tuviese efecto; y esto
    os debiera consolar en vuestro duelo; y mérito en ello alcanzarais,
    y aun pudierais esperar galardón. No seáis pues como los necios que
    desplacen a Dios: alegraos en vuestro espíritu; no seáis porfiado
    en lo que queréis acabar, ni en lo que los otros no hacen a vuestro
    gusto; contentaos con amar y reverenciar al Criador.

    LIII.
    -
    N' ermitá, no es hòm creat principalment
    Per ço que haja gran
    mèrit e gloriejament:
    Ans es per ço que Deus haja gran
    honrament
    En lo mon per son pobble, perqu' eu no suy jausent
    Si
    hay gran gasardó, ne no estich dolent
    Si n' hay pauch, car no es
    ço mon començament.
    Ans es tota ma ira, e mon dòl e marriment,

    Car no es en lo mon fayt tal ordonament
    Com Deus fós mays
    amat e honrat per tota gent,
    Et que tot home fós en fe de
    salvament.
    Et car vos me volets donar consolament
    D' aço d'
    hon nos pòt dar, parlatsme per nient.



    LIV.

    - Ramon, ¿qual es lo fayt que vos tant desirats
    Per lo qual
    en lo mon fos Deus tant fòrt honrats?
    Car poría bé esser qu'
    en lo fayt no siats,
    Et que altre sia al fayt que vos procurats,

    Per lo qual lo mon sia a bona fí menats.
    Car si altre es lo
    fayt, per nient trebaylats,
    E podets trebaylar si mil anys
    viviats,
    Et no vendrets a fí d' aço hon trebaylats (36);
    Car
    hòm no pòt complir fayts hon es dampnitats.
    Perque 'us prech
    que lo fayt clarament me digats,
    Et que ab duy vejam si 'l
    fayt hon vos estats,
    Es aqueyl perque Deu pòt esser mays amats.



    LV.

    - N' ermitá, la manera com Deus fós mays amat,
    Ja la 'us
    hay recomptada, si bé havets membrat;
    Ço es, qu' el papa hagués
    mant valent hom letrat,
    Qui volguesson per Deu
    esser marturiat,
    Per ço que 'n tot lo mon fós entes et honrat;

    Et a cascú d' aqueyls lenguatge fós mostrat,
    Segons que a
    Miramar ha estat ordonat,
    Et conciencia n' haja qui ho ha
    afoylat;
    Et qu' es fés lo passatje e 'l desé hi fós
    dat
    De tot quant possehissen li clergue e 'l prelat:
    Et ayçó
    tant durás, trò que fos conquistat
    Lo Sepulcre. D' ayço
    libre n' hay ordenat. (Concilio)




    LIII.

    - Ermitaño, no somos criados principalmente para alcanzar
    grandes méritos ni gloria; sino para que procuremos que Dios sea en
    el mundo honrado por su pueblo: y por esta razón no me alegro del
    premio que pueda alcanzar, ni me duelo de que sea escaso, porque no
    soy criado para ese fin; empero me pesa mucho de que no se haga
    ordenación, para que Dios sea más amado y honrado por todo el
    mundo, y para que todas las naciones abracen la fé salvadora. Y
    cuando vos me queréis consolar con lo que no puede dar consolación,
    habláis en vano.



    LIV.

    - Raimundo, ¿qué cosa es la que tanto deseáis, y por la cual
    en el mundo a Dios tanto se honrara? Pudiera acontecer que no fuese
    lo que vos procuráis lo que condujera el orbe a buen fin: pues no
    siendo lo que pensáis, trabajaríais en vano, y si mil años
    vivieseis no llegaríais tal vez a lo que queréis, porque nadie
    puede acabar cosa perjudicial y dañosa. Por eso os ruego que
    claramente me digáis el negocio, y que ambos miremos si aquello en
    que tanto perseveráis, es cosa tal, que con ella pueda Dios ser
    amado y servido.



    LV.

    - Ermitaño, ya os dije, si os acordáis, la manera con que Dios
    fuera más amado y servido; esto es, que el Sumo Pontífice buscase
    muchos hombres esforzados y entendidos que arrostrasen las penas del
    martirio por nuestro Señor, trabajando para que por todo el mundo
    fuese conocido y amado; y que cada cual le fuese enseñada la
    lengua de los infieles
    , así como en el colegio de Miramar
    estuvo ordenado (perdone Dios a quien después lo perturbó) y que el
    papa hiciese la expedición, dando para la conquista general, la
    décima (diezmo) de cuanto poseen los clérigos y
    prelados; y que esto durase hasta que el santo Sepulcro fuese
    conquistado. Sobre este asunto tengo escrito ya un libro.







    LVI.
    - N' ermitá, es encara altre ordonament



    Qui
    será al passatje molt gran enantiment (37),



    A
    destruir l' error hon está mante gent;



    Que
    lo papa faés que a son uniment



    Venguesson
    cismátichs, per gran disputament;



    Del
    qual bon disputar havem fayt tractament;



    E
    'ls cismátichs cobrats, qui son mant hòm vivent,



    No
    es hom qui pogués contrastar malament



    A
    l' esgleya, per ferre ne per nuyl argument;



    Et
    del Temple e Espital fós fét un uniment,



    Et
    que lur major fós Rey del sanct moniment;



    Perque
    a honrar Deus no say tal tractament,



    LVII.



    -
    Consirá l' ermitá si Ramon deya veritat



    Et
    entre sí mateix estech molt apensat,



    Et
    no pòch atrobar pus profitós tractat,



    Que
    ceyl qui diu Ramon d' hon li pres pietat;



    Et
    penedís molt fòrt com tant l' hac trebaylat,



    Ab
    Ramon vòlch esser trist e desconsolat,



    E
    pregua ‘l carament que li fós perdonat,



    En
    plorán, sospirán, e dix: - Ah veritat,



    Devoció
    et caritat! ¿Et vays hon es anat



    Lo
    hon grat que a Deu deuria esser donat? - (bon)



    Quant
    Ramon l' ermitá viu ab sí acordat,



    Adonchs
    lo va baysar: ensemps han molt plorat.







    LVIII.



    -
    Ramon, dix l' ermitá, ¿com poriem móver



    Lo
    papa, e 'ls cardenals, et lo fayt obtener?



    Car
    en tan nobble fayt vuyl totstemps romaner,



    Et
    a éyl a tractar vuyl far tot mon poder;



    Car
    fayt es perque l' hom porá molt mays valer;



    Et
    car abans no 'l ví hayne molt gran desplaer:



    Car
    si ans l' hagués vist res no ‘m pogra tener



    Que
    no prengués arábich et lo vostre sauber,



    Per
    anar als sarrahins per la fe mantener,



    Sens
    pahor de la mòrt, et gran plaser haver



    En
    morir per Jesus, honrar e cartener,



    Car
    mays val per éyl morir que per sí vida haver.







    LVI.

    Ermitaño, otra ordenación pudiera hacerse todavía para llevar
    a cabo la expedición santa, y para destruir el error en que vive
    tanta gente: esto es, que el santo Padre hiciese que todos los
    cismáticos por medio de argumentos viniesen a convertirse y a
    aunarse con los fieles, sobre cuya razonada discusión tengo escrito
    un tratado; y ganados los cismáticos, que son muchos, no hubiera
    quien con armas ni con sofismas pudiese contrastar a la santa
    Iglesia. Y así mismo, que se hiciese una sola orden de las del
    Temple y de los Hospitalarios
    , y que su gran maestre fuese
    hecho rey del santo Sepulcro. En verdad, no sé cosa mejor para
    honrar a Dios. -



    LVII.

    Consideró el ermitaño si Raimundo tenía razón, reflexionó
    mucho consigo mismo, y no pudo hallar más provechoso negocio que el
    que Raimundo le exponía. Compadecióle, y arrepintióse mucho de
    haberle tanto enojado. Quiso dolerse y desconsolarse con Raimundo, y
    rogóle eficazmente que le perdonase; y con suspiros y lágrimas,
    dijo:
    - Oh! verdad, devoción y caridad! ¿dónde está el
    agradecimiento que los hombres deberían tener a Dios? - Y cuando
    Raimundo vio al ermitaño consigo reconciliado, le besó y lloró
    mucho con él.



    LVIII.

    - Raimundo, dijo el ermitaño, ¿cómo podríamos inducir al papa
    y a los cardenales a que hagan lo que deseamos? yo en tan noble
    negocio quiero siempre entender; y quiero en ello esforzarme, por ser
    cosa que mucho ha de enaltecer al hombre. Pésame de que antes no lo
    conociera, pues a conocerlo me hubiera apresurado a aprender la
    lengua arábiga y la ciencia vuestra, para ir a tierra de moros en
    defensa de la santa fé, sin temor de la muerte. Pues gran placer
    hubiera sido para mí morir por la honra y amor de Jesucristo; que
    más vale morir por él que para sí mismo vivir.







    LIX.
    - N' ermitá, eu suy las d' aquest fayt amenar



    En
    la córt, pus no ʻ y pux nuyla rè acabar,



    E
    si vos voliets en la cort procurar



    Aquest
    fayt de Jesu-Christ e vostre poder far



    En
    la cort longuament, bé poria estar



    Que
    el fayt vengués a fí si 'us volen escoltar



    Lo
    papa e ‘ls cardenals; sino que quax jutglar



    Vos
    fessets en la córt, et los Cent noms cantar,



    Los
    quals hay fayts de Deu et pausats en rimar,



    Per
    ço que' ls hi cantés e parlés sens duptar;



    Mas
    no 'u hay de conseyl, per ço que meynsprear



    No
    faés los meus libres que Deus m' ha fayts trobar.



    LX.

    - Ramon, s' eu en la cort estich, ¿vos, hon irets?
    ¿Ne
    perque l' hay ab mí vos no procurarets
    Lo fayt de Jesu-Christ,
    pus que mogut l' havets?
    Ne si hòm vos escarnex, e vos ¿en qu'
    en serets?
    ¿Vos mandats a mí fár ço que far no volets?

    Perque ‘m par que ‘n est fayt ni en altre no valets.
    Mas
    anem a la córt, e en res no duptets,
    Et no siats d' aqueyls qui
    dison: - Senyors, fets (38)
    Ço que eyls no farion. - Perque d'
    ayço devets
    Esser envergoynit, e escusa no havets;
    Ans
    fayts hypocresía, de que peccats havets,
    Et lo bé que havets
    fayt per vergonya ‘l perdets.



    LXI.

    - N' ermitá, eu hay prepaus als sarrahins tornar,
    Per ço
    que a la fe los puscha aportar;
    Et vaig sens pahor de mort, que
    fá pus greu portar,
    Que vergonya soffrir per Jesu-Christ honrar,

    La qual en res no tem, ans la deu hòm amar.
    Mas per ço que
    ma Art no faça meynsprear
    En tenir la manera que tenon li
    jutglar:
    Enquer qu' en altre loch crech mays de bé a far:

    Perque ades no propòs a la córt retornar.
    Et car vos tan
    forment me volets encolpar,
    Pòt esser que ho façats per
    vos a escusar
    Al anar a la córt; per que 'u lexem estar. -


    LIX.
    - Ermitaño, cansado estoy de tratar con la corte
    romana, sin que ninguna cosa haya podido alcanzar; y si vos queréis
    trabajar por la santa causa de nuestro Señor Jesucristo en la
    metrópoli, y en ella hacer, despacio y con diligencia cuanto os sea
    dado, quizás este negocio llegará a su fin, si os quieren escuchar
    el santo Padre y los cardenales; o sino
    haceos juglar en la corte, y cantad los Cien nombres de Dios, que
    escribí en rimas para que cantar se pudiesen. Aunque bien mirado no
    os doy este consejo, porque no hagáis menospreciar los libros que
    Dios me hizo concebir.



    LX.

    - Raimundo, si yo voy a la corte, vos ¿a dónde iréis? ¿Por
    qué no procuráis conmigo la causa de Jesucristo, pues la movisteis?
    Y si hacen burla y escarnio de mí, ¿a dónde estaréis vos?
    ¿Pretendéis acaso que yo haga lo que vos no queréis hacer?
    Paréceme que no me deseáis mucho a mí ni a otro en este negocio.
    Ea, pues, vamos a Roma, no vaciléis en nada; no seáis de aquellos
    que dicen: - Señores, haced lo que yo no haría.
    - Avergonzado
    debierais estar de esto; que no tenéis excusa, antes pecáis por
    hipocresía: y lo que hasta aquí lograsteis, lo perdéis por
    vergüenza.



    LXI.
    - Ermitaño, propóngome volver a los moros, para reducirles a la fé;
    y voy sin temor a la muerte, que arredra más que cualquiera
    escarnio sufrido por la honra de Jesucristo.
    Yo no la temo,
    porque el hombre debe desearla. Mas a fin de que no haga yo
    menospreciar mi Arte, obrando a manera de juglar; y porque en otra
    parte pienso hacer mayor bien, no determino volver a la corte. Cuando
    veo la insistencia con que de todos modos me culpáis, sospecho si lo
    hacéis para excusaros de ir a Roma; por eso dejémoslo estar. -







    LXII.



    -
    Penedís l' ermitá con hac Ramon représ,



    Et
    dixli, que per ço que ab éyl en córt estes,



    L'
    havia tant forment en axí escomes.



    -
    Ramon, dix l' ermitá, dos ayns prepaus o tres



    A
    estar en la córt, sotsposat que no res



    Mi
    faça; más aprés prepaus que entengués



    En
    menar aquest fayt d' hon m' havets escomes.



    Mas
    volgra qu' en mon loch altr' en córt estigués,



    Et
    que tot enaxí, un tal clergue s' en fes,



    Trò
    que aquest gran fayt a la córt se presés.


    LXIII.

    - N' ermitá, dix Ramon, bé havets consirat;
    Car per aytal
    clergue pòt esser acabat
    Lo fayt, qué 's bò e gran a la
    christiandat;
    Et digats çá e lá a reys e a prelat,
    Que si'
    l fayt tòst no 's pren, que ja es ordonat
    P' els sarrahins que'
    ls tartres a éyls se son girat.
    Et já n' han convertits una
    gran quantitat,
    E 'ls tartres convertits en lur sarrahinat
    Leu
    porán destruir quax tota christiandat (39);
    En tant, que no será
    christiá ab regnat,
    Ne nuyl prelat haurá cavayl gras sojornat.

    Vejats donchs, n' ermitá, lo mon en qu' es tornat (40).



    LXIV.

    - Ramon, dix l' ermitá, fòrt volria sauber
    Per qual raysó
    se vòl Deus axí captener
    Del mon, lo qual es seu, e gita 'l a
    no caler
    De la sua bontat; ¿còm ho pòt sostener
    Que tant
    peccador va en infern mal haver?
    Perque jo ʻus prech, Ramon, que
    m' en digats lo ver:
    Car hon mays me direts, mays saubray
    retener,
    Et lo fayt que 'm liurats mils poray mantener.
    Car
    pus qu' el mon fos fayt, trò ara a mon parer,
    Si es un hòm
    salvat, mil ne son en doler
    En infern per totstemps, e ayço ¿cos
    pòt fer
    Que l' esgleya ne hòm no 'y fá tot son poder?



    LXII.

    El ermitaño se arrepintió de haber reprendido a Raimundo, y
    manifestóle que le había hablado así, para determinarle a que
    emprendiese con él el camino de la corte. Raimundo, añadió
    entonces el ermitaño, dos o tres años quiero permanecer en Roma,
    aunque nada pueda alcanzar, y después deseo entender en el negocio
    de que me habéis hablado; mas quisiera que después otro en mi lugar
    fuese allá; y que de tales hombre se estableciera una orden
    religiosa, hasta que tan grande beneficio fuese comprendido y
    debidamente apreciado por la corte romana.



    LXIII.

    - Ermitaño, contestó Raimundo, bien pensasteis: porque con esa
    orden fácil fuera se llevase a ejecución cosa tan grande y
    provechosa para el cristianismo. Decid por todas partes a reyes y a
    prelados que se apresuren a hacerlo, pues los moros han pervertido ya
    a los tártaros, los cuales convertidos a la secta mahomética y
    unidos a los sarracenos, podrán destruir toda la cristiandad; tanto,
    que no se hallará cristiano que sea señor de reino, ni habrá
    prelado que tenga caballo grueso. Mirad, pues, ermitaño, a qué es
    venido el mundo.



    LXIV.

    - Raimundo, mucho deseo saber ¿por qué causa Dios quiere así
    olvidarse del mundo que es suyo, y porque lo deja de modo que
    no tiene semejanza de su bondad? Y ¿cómo puede sufrir que tantos
    pecadores vayan al infierno? Ruégoos, Raimundo, que me digáis la
    verdad y la causa de todo esto; porque cuanto más me digáis, de más
    cosas me acordaré, y mejor defenderé el negocio que me encomendáis.
    Según me parece, desde el principio del mundo hasta nuestros días,
    si un hombre se salva, mil se condenan en el infierno. Y ¿cómo es
    que la Iglesia ni nadie se esfuerza en dar a esto remedio?







    LXV.



    -
    N' ermitá, já 'us hay dit, si bé vos pòt membrar,



    Que
    Deus mays creá hòm per sí servir e honrar,



    Que
    per ço que en hòm hagués gloriejar.



    Et
    car hòm no está en la fí de crear,



    En
    quant mays desira per a sí procurar



    Salvació,
    que Deu honrar e ben estar;



    Et
    per ayço aytal hòm no pòt en grat estar,



    Ans
    está en peccat assís en l' abissar,



    Perque
    lo mon se pèrt, e no 's vòl despertar,



    E
    gés no ‘m maraveyl si Deus no 'l vòl amar;



    Ne
    si leixa 'l demoni en lo mon tan mal far,



    Perque
    del tòrt que pren, se puscha fòrt venjar.




    LXVI.



    -
    L' ermitá e Ramon preserent comiat (41),



    Et
    sonse en plorant baysat e abraçat,



    Et
    cascú dix a l' altre, que a Deu fós comanat,



    Et
    en oració l' un per l' altre membrat.



    Al
    partir se sguardaron ab molt gran caritat,



    Pietat
    e dolor, e ab lo gynoyl ficat,



    Cascú
    senyet a l' altre e puys agraciat.



    Lo
    hu 's pertí del altre ab mant sospir gitat,



    Car
    may no proposaven que fóssen assenblat



    En
    est mon, mas en l' altre, si a Deu ven de grat.



    Et
    quant lá un de l' altre se fó un pauch lunyat,



    Tantost
    foron cascú per l' altre desirat.







    LXVII.

    L' ermitá, remembret lo trebayl e l' afayn
    En que Ramon
    havía estat trist en mant ayn,
    Et enquer qu' es metia en perill
    qu' es molt gran,
    Al cel levá sos uyls, mans juntes, jonoylan,

    Ab gran çel e amor a Deu dix en plorán:
    - Ah! Deu gran,
    piadós! Per mercé vos demán
    Que ab vos sia Ramon, e qu' el
    guardets de dan:
    A vos, Deus poderós, a amich Ramon coman (12).

    Et al mont trametets homens qu' hajon talan
    De mòrt per
    vostre amor, e que vajon mostran
    Veritat de la fe, per lo mon
    preycan,
    Segons que ja Ramon ho va bé començan.







    LXV.

    - Ermitaño, si bien lo recordáis, ya os dije que Dios crió al
    hombre, más para que le sirviera y honrara, que para que alcanzase
    gloria. Los hombres no cumplen el fin de la creación, cuando más
    desean y procuran su salvación que la honra de Dios: por eso no
    pueden tales hombres estar en gracia de Dios, antes viven en pecado.
    Este es el abismo, por el cual va deslizándose el mundo, y el mundo
    no quiere despertar de su letargo.
    Por eso no me maravillo si
    Dios no le ama, y si deja hacer al espíritu maligno tanto mal, en
    venganza de las ofensas que recibe.







    LXVI.

    El ermitaño y Raimundo mutuamente se despidieron, y llorando se
    abrazaron y besaron; y el uno dijo al otro, que a Dios le
    encomendaba, y que por él en sus oraciones rogaría.
    Al
    separarse miráronse con mucho amor, piedad y sentimiento, e hincadas
    al suelo las rodillas, cada uno al otro santiguaba y bendecía; y
    después partieron exhalando ambos tiernos suspiros, porque creían
    no volverse a ver más en este mundo, sino en el cielo, mediante la
    voluntad de Dios. Y cuando estuvieron algo distantes los dos se
    desearon mucho.



    LXVII.

    El ermitaño se acordaba del trabajo y las fatigas que Raimundo
    había, durante tantos años, arrostrado, y de que aún iba a ponerse
    en gran peligro. Alzó los ojos al cielo, y de rodillas, con las
    manos juntas, y con ardiente celo, caridad y lágrimas, dijo: - O
    Dios piadoso! por merced os pido que no desamparéis a Raimundo y que
    le guardéis de mal.
    A vos, poderoso Señor, os lo encomiendo;
    enviad al mundo hombres dispuestos a morir como él por vuestro amor,
    y que como él vayan mostrando la verdad de la santa fé, predicando
    por todo el orbe.

    LXVIII.



    Quant
    Ramon remembret la molt gran tempestat



    En
    la qual longuament hac estat tabuxat,



    Et
    membret l' ermitá qui a éyl s' era dat:



    Adonchs
    ploret molt fòrt, e hach d' eyl pietat,



    Et
    dix a Jesu-Christ, mans juntes, jonoylat:



    -
    ¡O vos, ver Deus e hòm, per quí eu hay trebaylat,



    Con
    fossets per lo mon conegut e amat,



    Si
    a dretura plau que vos m' en hajats grat,



    Playa
    'us que l' ermitá sia remunerat,



    Pus
    que s' es mes tant fòrt en ma societat,



    Et
    fayts per éyl complir ço en qu' hay pauch avançat,



    Et
    a mí ajudats a avançar christiandat. -




    LXIX.



    -
    Fenit es lo Desconort que Ramon ha escrit;



    E
    en lo qual del mon l' ordonament ha dit;



    Et
    en rimas pausat per tal que no s' oblit,



    Car
    poria esser que mant hòme ardit



    Se
    metra en lo fayt, trò que sia complit



    Ço
    que tant ha Ramon al papa requerit,



    Car
    si per lo papa lo fayt s' era stablit,



    E
    que li cardenal hi hajon consentit,



    Porán
    esser del mon tot li mal departit,



    Et
    tot lo mon será a Deu tan abeylit,



    Que
    a la fe christiana no será contradit:



    Aquest
    beyl Desconort dó al Sanct Spirit.







    LXVIII.

    Cuando Raimundo recordó la gran tempestad que por tanto tiempo
    le combatiera, y pensó en que el ermitaño se había puesto de su
    parte, lloró mucho, y hubo compasión de él, y dijo a
    Jesucristo con las manos juntas y arrodillado: - ¡O verdadero Dios y
    hombre, por quien tanto he trabajado, para que seáis de todos
    conocido y amado! Si a vuestra justicia place que esto me
    agradezcáis, plázcaos también que por ello sea remunerado el
    ermitaño, ya que lealmente se puso en mi compañía; haced que por
    él se acabe lo que yo he encaminado y adelantado; y ayudadme a mí
    para que pueda trabajar por la prosperidad del reino cristiano.



    LXIX.

    Acabado es el Desconsuelo que Raimundo ha escrito, en el cual ha
    manifestado el orden del mundo. Lo ha compuesto en rimas para que
    mejor pueda conservarse en la memoria; que bien pudiera acontecer que
    algún varón animoso y esforzado emprendiese este negocio, hasta que
    fuera cumplido lo que Raimundo ha tanto suplicado al santo Pastor de
    la Iglesia; porque si Su Santidad lo ordenare, con asentimiento de
    los cardenales, se diera fin a los males de este mundo; y el orbe
    todo fuera ennoblecido a los ojos de Dios; y la fé cristiana se
    viera felizmente libre de todos sus contrarios. Encomiendo este
    triste llanto y Desconsuelo al Espíritu Santo.



    VARIANTES.

    (1)
    E hon mays mi conort e menys hay lo còrt fòrt,
    (2) E a
    religiosos, ab tal ordenament
    (3) Tant qu' els infaels venguessen
    a ver convertiment.
    (4) Eu hay aço tractat trenta anys ha e
    verament
    (5) Segons son captener un ermitá paría,
    (6) E s'
    eu, las, resposli: - Que tal mal sentia,
    (7) Car no vòl Deus que
    vostre fayt vaja ges avant (gens)
    (8) En tractar
    púbblich bé de justs e de peccadors,
    (9) Et n' hay estat trenta
    anys en sospirs e langors,
    (10) E cinch vets a la córt ab mies
    messiós (messions, despeses; gastos)
    (11) Que no 'us
    devien vesér ne 'us volen escoltar,
    (12) Se puscha pus donar
    hòme qui pauch ni pro
    (13) Pogués los sarrahins adur e batiar,

    (14) Qui diu mal de sa ley, no puxa escapar,
    (15) Perque a mí
    no apar utilitat lo anar;
    (16) Enquer com no sabria la lur
    lengua
    parlar,
    (17) No porian ab ells negun be enantar.
    (18)
    Et en pendre lur lenguatje hòm no está longament;
    (19)
    Ramon, molt meylor seny es en qui sab tenir
    (20) Ço que es
    guasanyat, que en amar convertir
    (21) Vostra ira, e mudats millor
    vostre desir.
    (22) Preycar als sarrasins e han pauch
    avantat,
    (23) Bé deu hòm departir pus sia ensenyat,
    (24) E
    estats en un loch hon sia repausat,
    (25) Que en Deus fós
    Trinitat, ni ab hom unió;
    (26) Enten esta raysós e no
    sias errat,
    (27) No ‘n devets per tot ço haver desconsolament.

    (28) Per vos mays no valran, car no havets valor,
    (29) E mays
    li 'n cové grat; perque segur estats
    (30) E fayts ho per ço que
    git a oblidament
    (31) Per la qual ha donada a hòm se libertat,

    (32) Car s' eu fós home fat qui parlás follament;
    (33) En
    sí honrar, servir; perque cous deuria
    (34) Infans e d' altres
    cosas, d' hon hòm ha pagament;
    (33) E a tú abast Deu per amar e
    tener.
    (36) Et no vendriets a fí d' aço hon trebaylats;
    (37)
    Qui sera el pasatje molt gran e mantinent,
    (38) Et no siats d'
    aqueyls qui diuen: - Senyors, fets
    (39) Leu porán destruir quax
    tot christiandat;
    (40) Vejats donchs, n' ermitá, lo mon a qu' es
    tornat.
    (41) N' ermitá e Ramon pregueren comiat,