sábado, 6 de julio de 2019

LA RÉPLICA DE LA VIRGEN DE LA ALEGRÍA EN BARCELONA


122. LA RÉPLICA DE LA VIRGEN DE LA ALEGRÍA EN BARCELONA
(SIGLO XIII. MONZÓN)

LA RÉPLICA DE LA VIRGEN DE LA ALEGRÍA EN BARCELONA  (SIGLO XIII. MONZÓN)


Es bien conocido por todos cómo el rey aragonés don Jaime I el Conquistador —educado en las armas y en las letras por los Templarios en el castillo de Monzón tras la muerte de su padre Pedro II— sentía por estas tierras una especial predilección, lo cual es muy natural, puesto que siendo niño había recorrido y jugado por todos los alrededores. Recordaba perfectamente el castillo, el Saso y su fuente; recordaba los parajes refrescantes a la vera del caudaloso Cinca y del Sosa exiguo; rememoraba de cuando en cuando al viejo eremita de san Vicente y santa Quiteria; evocaba durante alguno de sus continuos y largos viajes la ermita de Nuestra Señora de la Alegría, donde iba montado sobre un enorme caballo ...

Asimismo, era y es de sobras conocida la grande y profunda devoción que Jaime I el Conquistador tuvo siempre por la figura de la Virgen, predilección de la que existen multitud de pruebas tanto reales como legendarias. No es extraño, por lo tanto, que sintiera algo muy especial en su interior cuando se trataba de cosas referentes a la virgen de la Alegría, a cuyos pies había orado y jugado tantas veces.

Como es natural, su intensa actividad política y militar como rey y señor de tantos territorios como alcanzó a gobernar no le permitía desplazarse, como sin duda era su deseo, a Monzón para deambular sosegadamente por sus alrededores. Por lo tanto, ordenó tallar a un excelente escultor de la corte una réplica casi exacta de su amada virgen de la Alegría montisonense y, cuando estuvo finalizada y a su gusto, la hizo llevar a Barcelona, ciudad a la que solía acudir muy a menudo. Una vez en la ciudad condal, la hermosa talla fue colocada en la catedral, junto a la puerta de san Ibo.

Cuando Jaime I estaba en Barcelona, donde los asuntos de la Corona le llevaban con una cierta frecuencia, solía acudir a la catedral y visitar la imagen réplica de Nuestra Señora de la Alegría, como lo han hecho y hacen tantos montisonenses desarraigados de su tierra, sirviéndoles de vínculo, como al mismo rey, con sus propios recuerdos de niño.

[Castillón, Francisco, El santuario de la virgen de la Alegría de Monzón, pág. 81.]


La Navidad trae la Alegría: el nacimiento del Niño Jesús. Es por ello que existe una Virgen de la Alegría, ya que es la Virgen María quien da la Alegría al mundo. Esta Virgen se venera en una de las primeras capillas que se encuentran entrando en la Catedral de Barcelona por la puerta de Sant Iu, justo a mano derecha. Es aquí también donde actualmente está enterrado el Cardenal Jubany, que fue arzobispo de Barcelona entre los años 1971 y 1990.





JAIME I Y NUESTRA SEÑORA DE LA SILLA

121. JAIME I Y NUESTRA SEÑORA DE LA SILLA (SIGLO XIII. LAGUERUELA)

JAIME I Y NUESTRA SEÑORA DE LA SILLA (SIGLO XIII. LAGUERUELA)
Esta foto de Catedral de Valencia es cortesía de TripAdvisor


La reconquista de la importante plaza musulmana de Valencia, tan costosa en todos los sentidos, colmó, aunque por poco tiempo, las ansias reconquistadoras del rey Jaime I el Conquistador, que apenas si se tomó un respiro en su lucha contra los agarenos.
Lo cierto es que, una vez recobrada Valencia y su tierra de manos de los musulmanes, permaneció allí un cierto tiempo que dedicó a diseñar su defensa, a trazar el plan a seguir para la ocupación y explotación del nuevo territorio y a ordenar las medidas encaminadas al buen gobierno de las tierras ocupadas. Cuando hubo llevado a cabo todo esto, Jaime I el Conquistador pensó en regresar hacia sus tierras aragonesas donde varios asuntos importantes requerían su presencia y actuación.

Durante el regreso hacia Zaragoza, tal como solía a hacer siempre que iba de camino, llevaba consigo, acomodada con mimo y esmero en la silla de su cabalgadura, una imagen no muy grande de la Virgen, a la que es bien sabido cómo el rey aragonés profesaba una gran devoción y a cuya ayuda y amparo decía deberle la reconquista de tres reinos ganados a los musulmanes en más de treinta batallas campales.

Tras algunas jornadas de andadura por las altas tierras turolenses, al llegar con sus huestes y séquito a la altura de Bea y Lagueruela, fue acogido con grandes muestras de respeto y cariño por los pobladores de ambos lugares, de modo que se vio obligado, ante el calor demostrado por aquéllos, a hacer un alto en el camino.

Agradecido por las atenciones y agasajos recibidos, decidió regalarles la imagen que llevaba acomodada en la silla de su caballo y que tanto estimaba.

Sus súbditos de Bea y Lagueruela, sumamente agradecidos y emocionados por el rasgo del monarca, prometieron que la convertirían en adelante en su guía y patrona, dándole el nombre de Nuestra Señora de la Silla, en recuerdo de tan original capilla andante.

[Bernal, José, Tradiciones..., pág. 94.]