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lunes, 30 de diciembre de 2019

Dels Ajudants de la nostra scrivania.


Dels Ajudants de la nostra scrivania.

Esguatdants ab dreta consideracio que axi per la nostra magnificencia privilegis cartas e letres gracies e provisions per diverses manaments son tot dia atorgadores e aquelles son per dreta justificacio abans que de la nostra cort isquen per certa persona veedores: norresmenys a tolre tota occasio de mudar la substancia o falsificar aquelles retinents transumpts a perdurable memoria en la nostra cort real de aquelles: provehir entenem que certes persones sien ordonades per nos e eletes per loffici dels quals sien les dites coses en los nostres registres scrites e meses. Perque volem que en la dita scrivania oltra los escrivans de manament per nos ja ordonats sien vuit scrivans los quals adjudants sien appellats los quals volem esser estrets de registrar privilegis cartes letres scriptures en nostra scrivania espeegadores e encara scriure e fer en bona forma cartes letres e altres scriptures de la nostra cort segons e per la manera que a aquells sera injunt per lo canceller o vicecanceller o protonotari. Manants als dits adjudants que assiduament dementre que seran en la cort servesquen e estien en la dita scrivania e obeesquen en totes coses e per totes als canceller e vicecanceller e protonotari. E si los dits adjudants seran en les dites coses desobedients o lo servey de la scrivania ab diligencia no faran los dits canceller vicecanceller ol protonotari en absencia dells pusca aquells punir de la quitacio de un mes o de menys. E res no menys volem los dits adjudants tenir secretes aquelles coses que escriuran transladaran o registraran si aquelles coses comanades lurs seran en secret per lur major: e facen sagrament en poder del canceller o en absencia dell al vicecanceller que en lur offici be e lialment se hauran e que res no han fet ne faran per que lo dit sagrament no puxen tenir e aquell fermament observar.
missatges verga cancellaria

sábado, 15 de febrero de 2020

Contra la manipulación de la Historia de Aragón y Cataluña

Todos los amantes de la Historia, hemos oído hablar de José Luis Corral Lafuente, Este aragonés ilustre, nació en Daroca, Profesor de Historia y escritor. Licenciado en Filosofía y Letras, se doctoró en Historia por la Universidad de Zaragoza, en la que es profesor de historia medieval y director de Taller de Historia S.L. Como medievalista, ha centrado buena parte de su labor investigadora en la España musulmana y en la Historia de Aragón. Es también uno de los más prolíficos autores españoles de novela histórica.

Este es un resumen del propio J. L. Corral, de un texto que publico en 2010, y que conviene recuperar para clarificar ciertos mensajes que llegan desde el ultranacionalismo pancatalanista).

LA CORONA DE ARAGÓN. CONTRA LA MANIPULACIÓN DE LA HISTORIA DE ARAGÓN Y CATALUÑA.

José Luis Corral Lafuente.
LA CORONA DE ARAGÓN. CONTRA LA MANIPULACIÓN DE LA HISTORIA DE ARAGÓN Y CATALUÑA.

La Historia es una materia propicia para la manipulación. En este sentido, el caso de la historia de la Corona de Aragón es paradigmático. A mediados del siglo XIX un movimiento cultural, y político, nacido en Barcelona y denominado “la Renaixença” se empeñó en cambiar la historia a base de alterar definiciones y de imaginar símbolos y espacios que jamás existieron.
En su desvarío historiográfico, algunos eruditos de ese movimiento comenzaron a acuñar conceptos que nunca existieron como “la Corona catalana-aragonesa”, “los condes-reyes”, “los reyes-condes”, “los reyes de Cataluña”, la “Confederación catalana-aragonesa” y otras denominaciones falsas, de ese mismo estilo, que culminó con la peregrina ya histórica denominación, ya en el siglo XX, de “Els Països Catalans” para definir un inexistente territorio "histórico" común en el que se incluían los actuales Cataluña, Rosellón, Cerdaña, las comarcas orientales de Aragón, la Comunidad de Valencia y las Islas Baleares.
Proyectando ideas políticas nacionalistas del presente en el pasado, se alteró el ordinal dinástico de los reyes de Aragón, de modo que Alfonso II el Casto pasó a ser “Alfons I” y Pedro II el Católico, “Pere I de Catalunya”; y así siguen siendo denominados estos soberanos en los ficheros del Archivo de la Corona de Aragón y en las denominaciones de algunos políticos ultranacionalistas catalanes.
La llamada Corona de Aragón tuvo su origen en una unión dinástica basada en una alianza matrimonial, siguiendo el derecho medieval sucesorio navarro y aragonés y el derecho canónico. La Corona de Aragón no se llamó así desde el principio. En el siglo XII ni los reyes de Aragón ni los condes de Barcelona tenían como distinción de su rango una "corona". El primero de ellos en ser coronado fue Pedro II, y lo hizo en Roma en 1204 de manos (o mejor de pies, según una leyenda) del papa Inocencio III. Para ser rey legítimo de Aragón era necesario haber nacido de matrimonio canónico, jurar los fueros de Aragón, y luego los de los demás territorios de la Corona, y ser coronado en la catedral de La Seo de Zaragoza.
Desde 1068 los reyes de Aragón eran vasallos de la Santa Sede, y por tanto debían juramento de homenaje a los papas. Por ello, la monarquía aragonesa adoptó sus colores heráldicos, el rojo y el amarillo, copiando los de su señor feudal, el papado, pues esos eran los que usaban los pontífices en la Edad Media.
La Corona de Aragón se sostuvo en sus soberanos y en la continuidad de su linaje, y ello a pesar de que los tres primeros, Alfonso II, Pedro II y Jaime I accedieron al trono en minoría de Edad, con algunas dificultades.
Los Estados fundacionales de la llamada Corona de Aragón fueron el reino de Aragón (con la reina Petronila) y el condado de Barcelona (con el conde Ramón Berenguer IV, que también lo era además de Ausona, Cerdaña, Besalú y Gerona). Pero no de Urgel, por ejemplo. Desde 1137 se fueron sumando otros territorios; en algunos casos por incorporación pacífica, como el marquesado de Provenza o los condados de Pallars y Urgel; en otros por conquista a los musulmanes, como las tierras de Lérida, Fraga, Tortosa, Teruel, el reino de Mallorca, el de Valencia o el señorío de Albarracín; y en otros durante el proceso de expansión mediterránea, como los reinos de Sicilia, Cerdeña, Nápoles o los ducados de Atenas y Neopatria en Grecia.
Estos soberanos nunca se intitularon “reyes de la Corona de Aragón”, sino que lo hicieron con todos y cada uno de sus títulos privativos. Así, Petronila fue reina de Aragón, como heredera de Ramiro II, y condesa de Barcelona, por su matrimonio con Ramón Berenguer IV, que fue príncipe de Aragón y conde de Barcelona; Alfonso II fue rey de Aragón, conde de Barcelona y marqués de Provenza; Jaime I, rey de Aragón, rey de Valencia, rey de Mallorca, conde de Barcelona y señor de Montpellier; y Pedro IV rey de Aragón, rey de Valencia, rey de Mallorca, conde de Barcelona y duque de Atenas y Neopatria, e incluso rey de Jerusalén, entre otros títulos. Y cuando se abreviaban los títulos y sólo se colocaba uno, siempre prevalecía el más antiguo e importante en el orden protocolario: rey de Aragón.
Desde luego, los soberanos de la Corona nunca se intitularon como “reyes o condes de Cataluña”, pues aunque desde fines del siglo XII ya aparece el macrotopónimo "Cataluña", la idea de un territorio llamado Cataluña, de extensión similar a la actual Comunidad Autónoma española del mismo nombre, que englobara a la mayoría de los condados cristianos altomedievales del noreste hispano, y a las tierras de Lérida, Tarragona y Tortosa no se concretó hasta el reinado de Jaime I, ya en el siglo XIII, cuando comenzaron a definirse las fronteras políticas entre los reinos y Estados de Aragón, Cataluña y Valencia, que no quedaron perfiladas definitivamente hasta bien entrado el siglo XIV.
Dentro de la unidad dinástica de la Corona de Aragón, cada uno de los Estados que la integraron mantuvo sus instituciones políticas, su autonomía fiscal, su lengua, sus derechos, sus costumbres, sus normas cívicas, su moneda, su sistema de medidas y su cultura hasta los Decretos de Nueva Planta impuestos por la dinastía de Borbón a comienzos del siglo XVIII. La Corona de Aragón fue un ejemplo de convivencia y tolerancia que, en su propia historia, puede dejar no pocas enseñanzas a la España y a la Europa contemporáneas.
Lamentablemente, ultranacionalistas indocumentados o tergiversadores están empeñados en falsificar esta historia.


martes, 23 de junio de 2020

328. LOS FALSIFICADORES DE MONEDA

328. LOS FALSIFICADORES DE MONEDA (SIGLO XIII. TRASMOZ)

328. LOS FALSIFICADORES DE MONEDA (SIGLO XIII. TRASMOZ)


En la Edad Media, las monedas metálicas eran acuñadas en talleres especializados llamados cecas, que eran controlados por quienes tenían el derecho de emitir moneda que, en el caso del reino de Aragón, eran los reyes. Falsificar monedas era delito severamente castigado.

Aparte de legendarias historias de brujería, como los famosos aquelarres de su castillo, Trasmoz es, asimismo, conocido legendariamente por haber sido un importante centro de falsificación de moneda aragonesa, hechos ambos que parecen estar concatenados.

Parece históricamente cierto que, en tiempos de Jaime I el Conquistador, hacia 1267, hubo en Trasmoz una ceca fraudulenta, regentada acaso por un sacristán de Tarazona, un tal Blasco Pérez, que vivía en el castillo, el cual pretendió engrosar sus bolsillos a base de acuñar monedas aragonesas de curso corriente sin el debido permiso real, dado que la imitación era de fácil realización.

Pero para llevar a cabo tan delictiva como pingüe actividad era preciso conseguir el metal y acarrearlo, fundirlo y troquelarlo. Por fin, procedía almacenar el dinero contante y sonante y distribuirlo, todo lo cual no era fácil sin que se levantaran las naturales sospechas. Como el desaprensivo falsificador no era tonto, ideó también la manera de alejar a posibles curiosos, de modo que improvisó e incluso debió escenificar fantasmagóricos y tremebundos aquelarres, inventando toda suerte de brujas y de seres fantásticos.

Como había previsto el falso monedero, pronto corrió y se extendió la noticia de tan truculentas reuniones, lo que alejó, en efecto, a los curiosos. No obstante, como no era el único defraudador establecido —en la cercana población de Tórtoles funcionó y se descubrió por entonces otra ceca fraudulenta— la policía de Jaime I acabó descubriendo y castigando al desaprensivo.

Pero para entonces, el castillo de Trasmoz se había convertido, en la mente del pueblo, en uno de los centros más importantes del brujerío aragonés, fama que le ha acompañado durante siglos.

[Beltrán, Antonio, Leyendas aragonesas, pág. 153.]

https://trasmoz.com/castillo-de-trasmoz/