Mostrando las entradas para la consulta Sancho Garcés ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta Sancho Garcés ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas

domingo, 21 de julio de 2019

EL NACIMIENTO DE LOS ESPARZA

141. EL NACIMIENTO DE LOS ESPARZA (SIGLO XI. PAMPLONA)

 
EL NACIMIENTO DE LOS ESPARZA (SIGLO XI. PAMPLONA)
 
 
En el año 1076, tuvo lugar en el limítrofe reino pamplonés una grave y profunda crisis política, en cuyo origen estaban involucrados los hermanos de su rey Sancho IV, los llamados infantes Ramiro y Ramón.
La actitud belicosa de ambos fue tal que acabaron despeñando a su hermano en Peñalén, con la pretensión de sucederle en el trono. Ante aquel criminal proceder, los pamploneses sopesaron las distintas alternativas posibles para tratar de salir de la crisis, aunque ninguna de las barajadas pasaba por nombrar como sucesor a alguno de los hermanos asesinos.
 
Por fin, tras largas deliberaciones, decidieron proponer como rey de Pamplona al monarca aragonés Sancho Ramírez, descendiente directo de la familia real pamplonesa. Aceptó éste y cuando le alzaron como rey, a la manera que acostumbraban los navarros, tenía veinticinco años y hacía seis que gobernaba en Aragón. Ambos reinos permanecerían unidos y caminarían juntos hasta la muerte de Alfonso I el Batallador.
 
Juró el rey Sancho Ramírez, como era preceptivo, que guardaría y haría guardar los fueros, las
observancias y las costumbres vigentes en Pamplona, e inmediatamente adoptó medidas encaminadas a tratar de cortar de raíz cualquier posible brote de resistencia, de modo que expulsó de sus tierras tanto al infante fratricida don Ramón como a todos aquellos que se habían declarado de su parcialidad.
 
Fueron momentos tensos y difíciles, pero, según la tradición, de este momento histórico concreto arrancan aquellos que se llamaron y tuvieron por sobrenombre el de Esparza, origen posterior del apellido Esparza, porque fueron echados y «esparcidos» del reino pamplonés para que en él se recuperara la paz perdida, como así sucedió en efecto.
 
[Ubieto, Agustín, Pedro de Valencia: Crónica, págs. 101-102.]
 
El Reino de Pamplona en su auge bajo Sancho el Mayor (de 1029 a 1035)
El Reino de Pamplona en su auge bajo Sancho el Mayor (de 1029 a 1035)
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

  • Besga Marroquín, Armando (Julio de 2003). «Sancho III el Mayor, un rey pamplonés e hispano». Historia 16 (327).

  • Collins, Roger (1989). Los vascos. Madrid: Alianza Editorial.
    ISBN 84-206-2592-2.
  • Jimeno Jurío, José María (2004). ¿Dónde fue la Batalla de "Roncesvalles"?. Pamplona: Pamiela. ISBN 84-7681-392-9.
  • Fortún Pérez de Ciriza, Luis Javier (1993). «El Reino de Pamplona y la Cristiandad Occidental». Historia Ilustrada de Navarra. Pamplona: Diario de Navarra. ISBN 84-604-7413-5.
  • Fortún Pérez de Ciriza, Luis Javier (2000). «La quiebra de la soberanía navarra en Álava, Guipúzcoa y el Duranguesado (1199-1200)». Revista internacional de estudios vascos 45 (2): 439-494. ISSN 0212-7016.
  • Lacarra y de Miguel, José María (1972). Historia política del reino de Navarra: Desde sus orígenes hasta su incorporación a Castilla. Pamplona: Caja de Ahorros de Navarra. OCLC 626529586.
  • Martín Duque, Ángel J. (1993). «Génesis del reino de Pamplona». Historia Ilustrada de Navarra. Pamplona: Diario de Navarra. ISBN 84-604-7413-5.
  • — (2002). «Vasconia en la Alta Edad Media: Somera aproximación histórica». Príncipe de Viana (Año 63, Nº 227): 871-908. ISSN 0032-8472.
  • — (2002). «Definición de espacios y fronteras en los reinos de Asturias-León». Coord. J.I. de la Iglesia Duarte y J.L. Martín Rodríguez. Los espacios de poder en la España medieval: XII Semana de Estudios Medievales, Nájera, del 30 de julio al 3 de agosto de 2011: 315-339. ISBN 84-95747-24-3. (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial y la última versión).
  • Martínez Díez, Gonzalo (2005). El Condado de Castilla (711-1038): la historia frente a la leyenda. 2 tomos. Valladolid. ISBN 84-9718-275-8 (obra completa), ISBN 84-9718-276-6 (vol. 1), ISBN 84-9718-277-4 (vol. 2) |isbn= incorrecto (ayuda).
  • — (2007). Sancho III el Mayor Rey de Pamplona, Rex Ibericus. Madrid: Marcial Pons Historia. ISBN 978-84-96467-47-7.
  • Miranda García, Fermín (1993). «Del apogeo a la crisis». Historia Ilustrada de Navarra. Pamplona: Diario de Navarra. ISBN 84-604-7413-5.
  • Serrano Izko, Bixente (2006). Navarra. Las tramas de la historia. Pamplona: Euskara Kultur Elkargoa. ISBN 84-932845-9-9.
 
El reino de Pamplona fue una entidad política creada en el Pirineo occidental en torno a la ciudad de Pamplona en los primeros siglos de la Reconquista. Su nombre se menciona en los Annales regni Francorum.​ La expresión se siguió utilizando hasta que Sancho VI de Navarra cambió su título de Pampilonensium rex (en español o castellano: rey de los pamploneses) por el de Navarrae rex (en español, rey de Navarra).
Historiográficamente también se emplean las expresiones condado de Pamplona (durante la época de los reyes navarro-aragoneses) y reino de Nájera o reino de Pamplona-Nájera (a partir de 925, tras la conquista de Nájera, la consolidación del reino de Nájera y el reinado de García Sánchez I de Pamplona).
 
La civitas romana de Pompaelo había sido la principal ciudad del impreciso territorio atribuible al pueblo de los vascones, hasta la fundación de Victoriacum por los visigodos (581). Durante el último tercio del siglo VIII, Carlomagno, el rey de los francos, llevó a cabo expediciones en el territorio surpirenáico para crear una marca fronteriza meridional (la posteriormente denominada Marca Hispánica) en el territorio entre los Pirineos y el Ebro que contrarrestara al emirato de Córdoba. Tras el fracaso inicial de tales intentos de expansión, se logró a principios del siglo IX la creación en la parte occidental de los Pirineos de un condado que subsistiría unos diez años. A partir de entonces, de nuevo bajo el control de las autoridades cordobesas (ya con la denominación de emirato de Córdoba), se organizó hacia 824 el reino de Pamplona bajo la dirección de Íñigo Arista, su primer rey, y con el apoyo de sus aliados muladíes de los Banu Qasi, señores de Tudela, y del obispado de Pamplona.
 
En el siglo X el reino de Pamplona rompió con Córdoba e inició su expansión tanto militar como diplomática con alianzas selladas con matrimonios de los monarcas y nobles. De esta forma tenía lazos familiares muy próximos con el vecino reino de León. La dinastía Arista-Íñiga, fundadora del Estado, terminó con Fortún Garcés (870-905) quien, según la tradición, abdicó y se retiró al monasterio de Leyre. Fue sustituida por la dinastía Jimena, que comenzó con Sancho Garcés I de Pamplona (905-925) y cuyo reino se denomina tanto reino de Pamplona como reino de Navarra. 

Sancho Garcés I y su hijo, García Sánchez I, desarrollaron una labor de repoblación y favorecimiento de las nuevas tierras y de los monasterios allí existentes.
Sancho Garcés II y García Sánchez II el Temblón se vieron obligados a capitular ante Almanzor y a pagar tributos al califato de Córdoba.
 
Con Sancho III el Mayor (1004-1035) el reino de Pamplona alcanza su mayor extensión territorial abarcando casi todo el tercio norte peninsular. Antes de morir (1035) dividió sus territorios entre sus hijos:
su primogénito, García Sánchez III, reinó en Pamplona y heredó algunas tierras en Aragón y Castilla;
Fernando I de Castilla obtuvo gran parte del condado de Castilla;
Ramiro I de Aragón recibió tierras en Aragón y Navarra; y Gonzalo en Sobrarbe y otros puntos distantes de Aragón.
De este reparto surge la nueva estructura política del siglo XII con los reinos de Navarra, Aragón y Castilla.
 
El reino de Pamplona estuvo incorporado entre 1076 y 1134 a los territorios aragoneses. Se segregó en el reinado de García Ramírez y en el de Sancho VI de Navarra (1150-1194) pasó a llamarse reino de Navarra.
 
Como recuerda el hispanista Roger Collins, los testimonios que se conservan de la época son muy escasos, de manera que no existe un consenso entre los especialistas para discernir el número preciso de monarcas y la duración de sus mandatos, como tampoco sobre la extensión de su territorio e influencia.
 
Si bien durante mucho tiempo se ha afirmado que el germen del Reino de Pamplona es el Ducado de Vasconia, hoy esta afirmación parece descartable, en primer lugar, porque la misma existencia histórica del supuesto ducado es puesta en tela de juicio.​
Este ducado, transcrito también en latín como Wasconiae, fue -suponiendo que fue real- una entidad de la Alta Edad Media constituida hacia el 601-602 por los reyes francos merovingios sobre la base territorial de la circunscripción o ducatus de la provincia bajoimperial romana de Novempopulania, en la antaño provincia augustiniana de Gallia Aquitania, y que se extendía desde el sur del curso bajo del río Garona hasta la vertiente continental de los Pirineos.
 
Pero parece inverosímil que una población tan abrumadoramente rural y dispersa como la vasca de la época fuera capaz de articular formas políticas tan complejas. En este sentido, es significativo que el reino de Pamplona surgiera a partir de una ciudad cuyo propio nombre en vascuence -Iruña, "la ciudad"- da fe de que se trataba de la única ciudad de toda la región. Así pues, parece más acertado afirmar que el futuro reino de Navarra fue el resultado de un indudable origen indígena vasco, pero también de una base urbana y heredera de la Hispania romana (conviene recordar que Pamplona fue fundada por Pompeyo el Grande, de quien toma el nombre). A partir de la alianza entre estas dos realidades históricas y culturales o de la lenta asimilación de ambas, la tradición rural de los vascones y la tradición urbana e hispanorromana -y más tarde hispanogoda- de la ciudad de Pamplona, se fue decantando con el tiempo la personalidad del reino pamplonés. La evidencia indica que esa alianza entre dos mundos enfrentados -el agro vascón y la ciudad hispanogoda- fue posible por la necesidad de sumar fuerzas frente a un poderoso enemigo común: Al-Ándalus.
 
Carlomagno, con el proyecto de defender y dilatar el orbe cristiano, realizó una expedición con la intención de ocupar Zaragoza y debilitar al emir cordobés. Esta expedición fue un fracaso y en su retorno destruyó los muros y la ciudad de Pamplona​ para que no se pudiera rebelar. Al pasar por el Pirineo, su retaguardia fue sorprendida y aniquilada por los vascones en la llamada batalla de Roncesvalles el 15 de agosto del 778. El emir cordobés con sus fuerzas armadas recuperó su poder en Zaragoza en el 781, luego en la comarca de Calahorra, dirigiéndose a tierras vasconas y en Pamplona fue acatado por Jimeno el Fuerte. En el 806 la aristocracia pamplonesa se fue organizando en oposición al califato e incorporándose al Imperio carolingio de Ludovico Pío, sin conocer los términos de esta mutación política. La marca hispánica carolingia de la "Navarra nuclear" era un condado de unos 4000–5000 km² y sólo debió de tener un único conde, Velasco al-Yalasqí, ya que en el 816 se produjo el derrumbamiento de estas marcas en el Pirineo occidental, siendo por tanto efímera y sin cambios profundos. Mientras, Álava entró en la órbita de la monarquía asturiana cuando el príncipe Fruela I venció a los rebeldes vascones, capturó a la que sería su futura esposa, Munia y convirtió este territorio en el baluarte oriental de la monarquía asturiana y manteniendo la descripción de vascones para sus habitantes.
 
Tras la enérgica reacción sarracena, se volvió a instaurar el sistema de obediencia indirecta a Córdoba, considerándose que se establece el Reino de Pamplona con su primer rey Íñigo Arista, que contaba con el apoyo de los Banu Qasi de la ribera. Debía tributar al emir de Córdoba, pero mantenía su propio gobierno y la religión cristiana.​
En los testimonios árabes lo presentan como «señor, conde o príncipe de los vascones (bashkunish)» y, por tanto, es dudoso que fuera considerado en la época como rey (al igual que sus dos descendientes primeros), dado que el territorio era pequeño, como el de un condado, y con una única sede episcopal.​ Esta sumisión era mantenida mediante expediciones armadas punitivas, sin intención, al parecer, de querer mantener una ocupación permanente.​ El territorio era de unos 5000 km² entre las cumbres del Pirineo occidental y los límites que daban las sierras exteriores. En el 824, tras la "Segunda batalla de Roncesvalles", Navarra y los territorios al sur del Pirineo se separan definitivamente del Ducado e inician su propio recorrido. Tras sofocar las revueltas de las fuerzas nobiliarias en Gascuña, el poder carolingio envía sus tropas a Pamplona capitaneadas por dos de sus condes, con el objeto de restaurar su soberanía sobre el territorio. En el retorno de su misión fueron sorprendidos y capturados en los Pirineos tras perder a su guardia armada de vascones o gascones a manos de los "pérfidos montañeses" (vascones cispirenaicos). El conde Eblo fue enviado a Córdoba como trofeo, y el conde Aznar fue puesto en libertad por ser gascón y ser considerado consanguíneo. En 853, el duque de Vasconia jurará por última vez lealtad a un soberano carolingio, iniciando posteriormente una dinámica regional fuera de los poderes centrales carolingios. Los títulos de duque de Vasconia y Aquitania se reunieron definitivamente en la figura de Guillermo VIII de Aquitania a partir de 1063.
 
El hijo de Íñigo Arista, García Iñiguez (851-882) y su nieto, Fortún Garcés (882-905), mantuvieron el mismo territorio sin realizar conquistas.
 
Tras arrebatar el poder a Fortún Garcés, Sancho Garcés I (905-925), hijo de Dadilde, una hermana del conde de Pallars Ramón I, y de García Jiménez, se alzó como rey,​ rompió los compromisos con Córdoba y extendió sus dominios por las tierras de Deyo, el curso del río Ega hasta el Ebro y más allá las comarcas de Nájera y Calahorra, éstas con la ayuda del rey leonés Ordoño II que produjeron la decadencia de la dinastía Banu Qasi. 
 
rey leonés Ordoño II
rey leonés Ordoño II
 
 
La respuesta del emir cordobés Abderramán III fue inmediata y realizó dos expediciones con la victoria en la batalla de Valdejunquera (Valjunquera en Teruel no). Aunque no pudo llegar a la cuenca de Pamplona, sí logró ocupar casi todo el territorio de la Rioja (923). En la siguiente campaña del emir en 924 llegó y arrasó Pamplona. El territorio de Calahorra se adjudicó íntegramente a Sancho Garcés, y por ese motivo casó a su hija Sancha con Ordoño II. Bajo su tutela también quedaron los condados de los valles de los ríos Aragón y Gállego hasta llegar al Sobrarbe.​
El límite occidental era con el reino ovetense de Álava y Castilla. Todo ello conformaba un territorio de unos 15 000 km².
 
 
Julio Asunción, mapa, batalla, Valdejunquera
 
 
 
A su muerte le sucedió García Sánchez I (925-970), menor de edad y tutelado por Jimeno Garcés, hermano del monarca y esposo de una hermana de Toda, la reina viuda. Se establecieron lazos matrimoniales con el reino de León, ya que la reina Toda casó a su hija Oneca con el rey Alfonso IV (924-931) y luego a Urraca con Ramiro II.

Por otra parte, el enlace matrimonial de García Sánchez I con Andregoto enlazaba el condado de Aragón. Sin embargo, este matrimonio fue disuelto por parentesco (primos hermanos), aunque Andregoto siguió ostentando el título de reina. Tras la ruptura, García Sánchez I se casó con Teresa Ramírez, posiblemente hija de Ramiro II de León. También se emparentaron con familias de nobles de los territorios dependientes del de León (Castilla, Álava y Vizcaya), como el conde castellano Fernán González casado primero con una hija de Sancho Garcés I y luego en nuevas nupcias con Urraca Garcés, hija de García Sánchez I; y Urraca Fernández, viuda de los reyes Ordoño III y Ordoño IV, que se casará con el primogénito y futuro heredero del reino.


Urraca Fernández, viuda de los reyes Ordoño III y Ordoño IV

 

Su heredero Sancho Garcés II (970-994) estuvo asistido por su hermanastro Ramiro. Siguió la política matrimonial con la dinastía gascona con el matrimonio de Urraca Garcés, ya viuda, con el conde Guillermo Sánchez, y para frenar las incursiones de Almanzor a una de sus hijas en 982.​ 

Campañas militares de Almanzor. En verde oscuro, territorios hostigados por el militar árabe. El mapa muestra las principales aceifas de Almanzor y las fechas en que se llevaron a cabo.

Campañas militares de Almanzor

 

Al finalizar el siglo X, Almanzor lanzaba incursiones en los reinos cristianos y al menos en nueve ocasiones entraron en territorio pamplonés. En el 966 se reanudaron los enfrentamientos, con la pérdida de Calahorra y el valle del río Cidacos.
Sancho Garcés II en coalición con las milicias del Condado de Castilla sufrió una derrota en Torrevicente (981), y tras ello intentó negociar con el fin de firmar la paz, primero entregando a una de sus hijas y posteriormente a su hijo. Tras el fallecimiento de Sancho Garcés II, en 994, Pamplona tuvo que rendirse tras realizar el califato una expedición. Otras incursiones se producirían con su sucesor García Sánchez II (994-1000), como la efectuada en el 999 en que Pamplona fue completamente arrasada,​ y en una de ellas se produciría su muerte, posiblemente en el año 1000.

La sucesión fue para el primogénito de unos ocho años de edad Sancho Garcés III (1004-1035), y ésta posiblemente estuvo tutelada por el Califato.​ Los primeros años parece que el reino fue dirigido por su tíos Sancho, y García Ramírez de forma sucesiva,​ y ya en el 1004 asumiría el trono con el asesoramiento de su madre Jimena Fernández. Las relaciones con Castilla se fueron fortaleciendo mediante lazos familiares. La muerte de Almanzor en 1002 y de su sucesor Abd al-Malik en 1008 iniciaron la decadencia del Califato de Córdoba con su división en taifas que Castilla aprovechó para aumentar su territorio, mientras que Sancho aseguró las posiciones en al frontera de la taifa de Zaragoza, en las comarcas de Loarre, Funes, Sos, Uncastillo, Arlas, Caparroso y Boltaña.​


https://es.wikipedia.org/wiki/Muniadona_de_Castilla
 
Antes de 1011 se casó con Muniadona, hija del conde de Castilla Sancho García.​ En 1016 realiza con su tío y suegro Sancho García un acuerdo en cuanto a límites entre el Condado de Castilla y el Reino de Pamplona y los ámbitos de expansión, quedando para Pamplona la expansión hacia el sur y el este, la zona oriental de Soria y el valle del Ebro, incluidas las comarcas zaragozanas.​ No hay documentación directa en cuanto a estos límites exactos.​ El territorio heredado del reino de Pamplona (regnum Pampilonensis) estaba formado por 15 000 km² de Pamplona, Nájera y Aragón con dos círculos de vasallos reales los señores pamploneses y los aragoneses tradicionalmente diferenciados.​
 
En 1017 apoyó a su tía la condesa Mayor de Ribagorza en litigios con su antiguo marido el conde de Pallars, que le aseguró los dominios y se expandió hacia la Ribagorza. En 1025, la condesa renunció al título, traspasándoselo al rey pamplonés, e ingresó en un monasterio.​ Tras la muerte del conde Sancho García, Alfonso V de León intentó restablecer su autoridad en la franja de los ríos Cea y Pisuerga.

Sancho III realizó un arbitraje casando a su hermana Urraca con Alfonso V (1023). En 1029 fue asesinado el García, conde de Castilla y sobrino de Muniadona, por lo que Muniadona se hizo depositaria del condado castellano que sería gobernado por su esposo Sancho III. La herencia del reino de León fue para un menor de edad, Bermudo III (1028), que implicó a Sancho III en la gobernabilidad de este reino, interponiéndose entre las discordias existentes entre el condado de Castilla y el Reino de León, mediante acuerdos matrimoniales. Así una hija de Sancho III, Jimena, se casó con el rey leonés, mientras que la hermana de éste, Sancha se casó con Fernando, segundo hijo de Sancho III y el que tenía encomendado el condado castellano.​ Para ayudar en esta gobernabilidad estuvo durante el año 1034 en tierras leonesas.

https://es.wikipedia.org/wiki/Labort
 
En la reorganización del reino, se supone que creó el vizcondado de Labort,​ entre 1021 y 1023, con residencia del vizconde en Bayona y el de Baztán hacia 1025, si bien no hay constancia documental de ello, ya que no hay ninguna mención ni alusión al vizcondado de Labort o a las tierras de la Baja Navarra en la documentación expedida por Sancho el Mayor.​

José María Lacarra escribía esto sobre esta teoría:

Pero debo confesar que para esta teoría tan bien forjada, no encuentro ninguna base documental. Si bien los nombres de los primeros vizcondes de Labourd pueden ser tenidos por navarros, no está comprobado su entronque con ninguna familia conocida de "seniores" navarros; ni en los documentos de Pamplona se cita nunca el vizcondado de Labourd o de Bayona, ni en los documentos de estas tierras se hace ninguna alusión a las "tenencias" o gobiernos que pudieran tener sus vizcondes en el reino de Pamplona. En resumen, ni hay pruebas de que Sancho el Mayor apoyara militarmente al duque de Gascuña contra el conde de Tolosa, ni que luego le despojara del vizcondado de Labort para entregárselo a su mayordomo, ni de que en vida de Sancho Guillermo realizara el menor acto de hostilidad contra él ni se atribuyera autoridad alguna sobre el ducado de Gascuña. Las relaciones entre ambos debieron ser de amistad, más estrecha que con el conde de Barcelona, dados los antecedentes y los lazos de parentesco que les unían.
 
Algunos autores defienden que, a la muerte del duque Sancho Guillermo, duque de Vasconia, el 4 de octubre de 1032, extendió su autoridad sobre la antigua Vasconia ultrapirenaica comprendida entre el Pirineo y el Garona, como comenzó a ser mencionado en sus documentos.​ Otros autores, como José María Lacarra, Gonzalo Martínez Díez o Armando Besga opinan lo contrario.​
 
Por el Norte, la frontera del reino pamplonés está clara, los Pirineos (caso de haberse extendido la autoridad de los reyes navarros hasta el Baztán, lo que es lo más probable, pero que no se puede acreditar hasta el 1066), y no se modificó. No es cierto, pese a todas las veces que se ha dicho, que Sancho III lograra el dominio de Gascuña (la única Vasconia de entonces, es decir, el territorio entre los Pirineos y el Garona, en el que la población que podemos considerar vasca por su lengua sólo era una minoría).
El rey navarro únicamente pretendió suceder en 1032 al duque de Gascuña Sancho Guillermo, muerto sin descendencia, lo que bastó para que en algunos documentos se le cite reinando en Gascuña. Pero la verdad es que la herencia recayó en Eudes.

https://es.wikipedia.org/wiki/Od%C3%B3n_II_de_Vasconia
 
Francia al inicio del siglo XI, cuando nació Eudes

Se puede decir que Sancho III realizó el primer Imperio Hispánico y fue denominado Rex Ibericus y Rex Navarrae Hispaniarum.

 
A su muerte en 1035 el reino de Pamplona había alcanzado su máxima extensión. Realizó un testamento que ha tenido una gran polémica historiográfica, considerando que repartió todo el territorio en tres reinos. Sin embargo Sancho III el Mayor siguió la tradición sucesoria reservando al primogénito García el reino de Pamplona, con el título real con todo su patrimonio a él anejo hasta entonces, Pamplona, Aragón y tierras de Nájera. El legado de su esposa Muniadona se debió de entregar de forma repartida entre los hijos legítimos. De esta forma García también recibió el territorio noreste del Condado de Castilla (Castella Vetula, la Bureba, Oca...) y el condado de Álava (las tierras vizcaínas, duranguesas y alavesas). Por parte de la herencia materna para Fernando, que ya tenía encomendado el condado de Castilla, recibió el resto de este territorio; Gonzalo el de Sobrarbe y Ribagorza, que debió estar supeditado al hermano primogénito, procedentes de los derechos de familia materna y de conquistas de su padre; y, por último, para el hermanastro Ramiro el condado de Aragón y ciertas poblaciones dispersas por la geografía pamplonesa, supeditado a García. La muerte precoz y poco aclarada de Gonzalo hizo que los territorios correspondientes pasaran a Ramiro. Por tanto, el patrimonio que ostentaba al subir al trono se concentraron en el primogénito García, mientras que el resto, herencia de su esposa Mayor o derecho de conquista, era de más libre disposición.
 
La política exterior del reino de Pamplona con García Sánchez III (1035-1054) estuvo marcada por la relación con sus hermanos. El conflicto armado de su hermano Fernando I, al que apoyó, con su cuñado Bermudo III de León produjo la muerte de este último en la batalla de Tamarón consiguiendo Fernando I la corona leonesa. Esta colaboración se mantuvo durante algunos años. Con el hermanastro Ramiro I de Aragón fue mejor y mantuvo la dependencia teórica del pamplonés, excepto un mal conocido enfrentamiento en Tafalla en 1043 y que fue favorable a García. La alianza entre ellos, y con Ramón Berenguer I, fue eficaz para presionar a la taifa de Zaragoza. Tras la toma de Calahorra en 1044, la frontera pasó a un periodo pacífico en las que se iniciaron relaciones comerciales con la dividida taifa.
 
Al conseguir Fernando I el reino de León, convirtió teóricamente a García Sánchez III vasallo de su hermano en lo relativo a los territorios del condado de Castilla que habían sido repartidos por parte de la herencia materna. Sin embargo, el pamplonés probablemente interpretó que esos territorios habían pasado a ser una extensión de su reino, colocando a distintos tenentes de su círculo nobiliario, desplazando a los locales que tenían intereses relacionados con Fernando I, además de realizar otras medidas políticas.​ Las relaciones se deterioraron hasta el punto de enfrentarse los dos hermanos en la batalla de Atapuerca en septiembre de 1054, donde murió el rey de Pamplona.​ La derrota en esta batalla hizo perder a Pamplona las tierras de Castella Vetula, la Bureba y parte de la cuenca del Tirón.
 
Sancho Garcés IV (1054-1076) fue proclamado rey y reconocido por su tío Fernando I, rey de León, en el mismo campo de batalla de Atapuerca. Tenía catorce años y fue tutelado en el gobierno por su madre Estefanía, que tenía gran habilidad política, y parece que también por sus tíos Fernando y Ramiro. Cuando murió la madre en 1058 empezó a destacar el difícil carácter del soberano que le granjeó la enemistad de la nobleza que para 1061 provocó un conato de rebelión. 

La muerte de Ramiro I de Aragón se produjo en 1063, y su hijo Sancho Ramírez inició un progresivo alejamiento del rey de Pamplona, haciéndose vasallo del papa en 1068, rompiendo, de esta forma, la soberanía del reino de Pamplona, para posteriormente proclamarse rey. Mientras tanto Sancho Garcés IV se alió con Al-Muqtadir de Zaragoza.​ Finalmente se produjo un complot que llevó al asesinato de Sancho Garcés IV al ser despeñado en Peñalén, junto a Funes, el 4 de junio de 1076, por parte de su hermano Ramón y su hermana Ermesinda. En el mismo también debieron de participar los dos reinos vecinos.​ Hasta el momento de su muerte el reino de Pamplona contaba con los territorios de Vizcaya, Álava y la Tierra Najerense.
 
Inmediatamente después el reino se lo repartieron sus dos vecinos.
El rey de León y Castilla Alfonso VI, primo de todos ellos, pasó a controlar La Rioja; el Señorío de Vizcaya, atrayéndose a Lope Iñiguez, a cambio de aceptar el señorío hereditario de Haro;​
Álava;
el Duranguesado;
una gran parte de Guipúzcoa y la orilla derecha del bajo Ega, al parecer con el apoyo de los linajes de la zona.​ Por su parte el rey aragonés, Sancho Ramírez, primo también por línea bastarda, hizo lo propio con el resto del territorio pamplonés, con el apoyo de la nobleza nuclear pamplonesa que le aceptó como rey.
De esta forma, el río Ega fue la frontera en la que quedó dividido el reino.​ Las pretensiones de Alfonso VI que se alentaron con la conquista de Toledo (1085), fueron frenadas por la derrota en la batalla de Zalaca (1085) contra los almorávides, lo que le llevó a reconocer a su primo Sancho Ramírez como rey de Pamplona, consiguiendo que le prestara vasallaje por un territorio del núcleo originario del reino, denominado "condado de Navarra".
Sancho Ramírez se centró entonces en expandirse al territorio musulmán en la zona de Ribagorza y con la toma de Arguedas (1084), con el que controlaba gran parte de las Bardenas. A la muerte de Sancho Ramírez, paso el reino a Pedro I (1094-1104) que siguió con la presión al Islam, tomando el Somontano, en cuanto al territorio aragonés, y en cuanto al pamplonés mantuvo el acoso a Tudela con la toma de Sádaba (1096) y de Milagro (1098).
 
Su sucesor, Alfonso I el Batallador (1104-1134), rápidamente llevó la frontera con el Islam al río Ebro. En 1109 se esposó con la hija de Alfonso VI de León, Urraca, con la intención de un gobierno conjunto de los reinos acordado en las capitulaciones matrimoniales. La incompatibilidad de caracteres de los cónyuges condujo a una guerra civil en Castilla.
Urraca y sus partidarios se hicieron fuertes en Galicia y en la parte occidental, coronando en 1111 al primer hijo del primer matrimonio de ésta, Alfonso Raimúndez. Gran parte de la nobleza castellana apoyó a Alfonso el Batallador que, al ver que era imposible unificar los dos reinos, se retiró conservando los territorios que le apoyaron, como fueron Vizcaya, Álava (reunidos en la junta de Argote​), Rioja y otros de Burgos.
Diego López I en 1116 se rebelará contra Alfonso I por la tenencia de Nájera y manteniendo de nuevo una posición pro castellana.
Alfonso I había designado a Fortún Garcés Cajal para retener dicha plaza en 1112, que la mantuvo hasta 1134. De nuevo el señor de Vizcaya, Diego López I, junto con el conde Ladrón Íñiguez, se rebelaron en 1124, por lo que el rey sitió Haro y Diego López I se exilió a Castilla, mientras que Ladrón Íñiguez se reconcilió con el Batallador convirtiéndose en señor de Álava. Cuando murió Diego López I, su hijo, Lope Díaz, en 1126 reconoció al nuevo rey de Castilla, Alfonso VII, que estaba reivindicando los territorios vascos y la Rioja.
 
Por otra parte se tomó Zaragoza (1118) con apoyo de nobles y tropas procedentes del Mediodía francés y de todo el territorio del reino pamplonés, incluidos los territorios occidentales, y aragonés. Inmediatamente después cayó Tudela, el 25 de febrero de 1119, y Tarazona, y luego Calatayud y Daroca.
 
Tras el fallecimiento de Urraca en 1126, su hijo Alfonso VII concentró sus pretensiones en el territorio de Alfonso el batallador. En 1127 mediante mediación se acordó el Pacto de Támara, con el fin de evitar el enfrentamiento de las tropas de Pamplona y Aragón con las castellano-leonesas. En este pacto Alfonso el Batallador renunciaba al título de emperador y se delimitaron las fronteras entre los reinos de Castilla y los de Pamplona y Aragón con devolución de alguno de los territorios a Castilla, retirada ésta que Alfonso I efectúo con lentitud.​ En este pacto quedaba en territorio pamplonés los de Vizcaya, Álava, Guipúzcoa, Belorado, Soria y San Esteban de Gormaz.
 
Asedió Bayona, que estaba en manos de Inglaterra, en los años 1130-1131 sin llegar a tomarla. Por otra parte, en Aragón tras conquistar Mequinenza (1132) se centró en la toma de Fraga, que fracasó tras un asedio de un año de duración, gravemente herido se retiró y murió dos meses después por complicaciones de las heridas, el 7 de septiembre de 1134. El territorio por él controlado había pasado de 24 000 km² a unos 52 000 km², de ellos 8 000 ante Castilla para la monarquía pamplonesa y más de 20 000 km² a los almorávides. La muerte sin hijos legítimos y con un testamento que dejaba a las órdenes militares los dos reinos, era algo imposible de cumplir tanto por la nobleza aragonesa como por la pamplonesa ​y esto marcaría la separación de nuevo entre el reino de Pamplona y Aragón.​ En Aragón se coronó a Ramiro II, un hermano de Alfonso el Batallador, mientras que en el territorio pamplonés la nobleza optó por García IV Ramírez (1134-1150), vástago de la dinastía Jimena.
García Ramírez tuvo que someterse al vasallaje del rey castellano, pero su hijo Sancho VI de Navarra aprovechó la minoridad de Alfonso VIII de Castilla para sacudirse el vasallaje y se intituló como Rex Navarre.
 
 
Batalla de Valdejunquera:
 
La batalla de Valdejunquera o Campaña de Muez fue un combate librado el 26 de julio del año 920 entre el ejército del emir cordobés Abderramán III y el formado por las fuerzas conjuntas de los reyes Ordoño II de León y Sancho Garcés I de Pamplona, que tuvo lugar en la fortaleza de Muez en el valle de Junquera, situado a unos 25 km al suroeste de Pamplona.

No confundir con Valjunquera, Teruel.
 
Abderramán salió de Córdoba el 4 de julio, para dirigir una campaña de castigo por la derrota musulmana por parte de la coalición navarro-leonesa en la batalla de Castromoros, y tras tomar la plaza de Calahorra se dirigió hacia la capital del reino navarro. El rey de Navarra aguardaba dentro de Arnedo, pero viendo que las tropas musulmanas, después de tomar Calahorra, se dirigían hacia su capital, se apresuró a ir al norte y unir sus tropas con las del rey de León, quien venía en su ayuda. Los moros siguieron a Viguera, donde derrotaron a las primeras fuerzas conjuntas que les opusieron Ordoño y Sancho, llegando por fin a Muez, en el valle de Junquera, lugar situado a unos 25 km al suroeste de Pamplona. En la subsiguiente batalla, el 26 de julio de 920, el emir cordobés derrotó nuevamente a las escasas huestes reunidas por leoneses y navarros, quedando cautivos los obispos de Tuy y Salamanca, Dulcidio y Hermogio. Los supervivientes se refugiaron en las fortalezas de Muez y Viguera, que fueron cruelmente asediadas por el emir andalusí. Tras tomar las plazas, todos los cautivos fueron degollados, y, finalmente, arrasó los campos antes de volver a Córdoba.
 
De tal descalabro se culpó a los condes castellanos Nuño Fernández, Abolmondar Albo y su hijo Diego, y Fernando Ansúrez, por no haber acudido al combate. Convocados por el monarca en el lugar de Tejar, a orillas del Carrión, los condes fueron apresados y encarcelados (aunque según la tradición fueran muertos). En cualquier caso, debieron ser liberados poco tiempo después, ya que la documentación los presenta actuando con normalidad.
 
El emir logró una incuestionable victoria el 26 de julio, procediendo seguidamente a devastar los territorios próximos hasta que el 26 de agosto dio la orden de regresar al emirato.
 
El historiador y experto en castillos Iñaki Sagredo hace referencia a esta batalla en un trabajo relacionado con las defensas del reino de Pamplona publicado en el 2008. En sus conclusiones anota que hay un claro error a la hora de situar el lugar de la batalla en Muez, localidad situada en el valle de Güesalaz, zona próxima a la Cuenca de Pamplona. Analizando las etapas, zona del combate y toponimia, este autor sitúa el lugar de la batalla en las proximidades de Mues, no lejos del desfiladero del Congosto, en las campas de la Berrueza o en las cercanías de Los Arcos.
 
Pérez de Urbel, Justo (1945). Historia del Condado de Castilla. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Sagredo Garde, Iñaki (2008). Navarra. Castillos que defendieron el Reino. Tomo IV. Ed. Pamiela.
ISBN 978-8476815991.


https://www.txalaparta.eus/es/libreria/autores/inaki-sagredo-garde

sábado, 29 de junio de 2019

LA CORONACIÓN DE SANCHO GARCÉS (II, Abarca)

90. LA CORONACIÓN DE SANCHO GARCÉS (SIGLO X)
 
Sancho Garcés II de Pamplona, Sancho Abarca
 
 
Mientras andaba el rey García Íñiguez, hijo de Íñigo Arista, por tierras navarras, su esposa, la reina
Urraca, se encontraba de incógnito en el valle de Gistaín y, más concretamente, en el monasterio de Santa Cruz.
 
Había acudido al cenobio en busca del reposo que le había sido prescrito por los médicos. Durante su retiro, supo que iba a ser madre y, en contra de los consejos recibidos, vestida con hábito de monja para seguir guardando el anonimato, se puso en camino para intentar llegar a Señés, donde quería darle la noticia personalmente al fiel Pedro de Sesé, quien la transmitiría al rey.

En el camino, doña Urraca padeció un repentino desmayo que la hizo caer. Afortunadamente, de manera
increíble, la roca sobre la que cayó se ablandó y, en lugar de despedirla al abismo, le sujetó el pie, dejando una huella que aún hoy se puede ver, el llamado «Pie de la monja». Luego, recuperada y animada por el prodigio, siguió camino hasta Señés, donde contó a Pedro de Sesé la noticia de su embarazo para que éste se la transmitiera al rey. Pocos días después, García Íñiguez fue personalmente a buscar a su esposa para llevarla a Pamplona.

Tras descansar en el monasterio de Tabernas —donde el santo abad Pedro bendijo a madre e hijo—, pusieron rumbo a Navarra. A la altura de Lecumberri, fruto de una emboscada, murieron el rey, la reina y casi toda la comitiva, excepto Pedro de Sesé, Antón Guillén y Fortún de Garde.

Cuando estos últimos se repusieron de la refriega, volvieron al lugar del atentado y, al ver muerta a la reina, no dudaron en arrancarle del vientre al niño que gestaba, llevándolo con sumo cuidado a Señés, donde fue criado.

Pasó el tiempo y, vacante el trono, se reunieron las Cortes para elegir nuevo rey para Pamplona y Aragón. Cuando los barones se hallaban deliberando, se presentaron Pedro de Sesé y Antón Guillén explicando lo que sucediera hacía catorce años, dando toda suerte de explicaciones y testimonios acerca de quién era el muchacho que les acompañaba, calzado con rústicas abarcas. Ante las pruebas aportadas, las Cortes proclamaron rey a Sancho Garcés, al que cariñosamente se le apodó Abarca.
 
[Olivera, Gonzalo, «Reyes de Aragón.
Sancho Garcés», en Linajes de Aragón, II (1911), págs. 61-62
Dueso Lascorz, Lucía, «Leyenda del peu de la moncha (Bal de Chistau)», en Leyendas del Alto Aragón,
págs. 71-110.
Andolz, Rafael, «La peña de San Martín». Cuadernos Altoaragoneses, 36 (1987), IV.]
 
 
 
 
 
 
Según la tradición este entorno de La Comuna ha sido testigo de episodios históricos muy relevantes para la historia de Aragón y orígenes del reino. Hoy los datos históricos y los míticos se mezclan de tal forma que es difícil separar realidad de ficción, pero ciertamente muy próximos a nosotros se encuentran algunos que fueron claves para explicar interesantes hechos de nuestra historia ocurridas allá por los siglos IX y X.
 
Sobre un escarpado terreno, en la ladera de la Pena San Martin se hallan los restos (hoy prácticamente absorbidos  por la maleza), lo que fuera la Santa Cruz de Chistau, sitio conocido popularmente como Es Combentos. La tradición sitúa allí un modesto y sencillo claustro de monjas en que estuvo Doña Urraca de Aragón, esposa del Rey García Iñiguez de Navarra, cuando llevaba un hijo en sus entrañas. Se explica así que cuando mueren los dos reyes, fuera en Señes en Casa Sasé, el lugar en el que vivió oculto hasta la edad de 14 años el hijo de ambos, el primer rey de Aragón y Navarra, Sancho Garcés I.
 
Pasaría a la historia como un rey bueno para su pueblo, el rey Sancho Abarca de quién se dice que tomó este apodo por el calzado que le acompañó en su infancia y que él quiso seguir calzando siempre para homenajear al pueblo de Señes y al Bal de Chistau, que también los había tratado y protegido y del que se sentía muy orgulloso.

El Peu de la Moncha.

Camino de los combentos, hay en una piedra una original marca, es una huella, cuenta la tradición que estando Doña Urraca de Aragón embarazada del que sería el rey Sancho Abarca, estuvo a punto de caer precipitada por un zillo, si no fuera porque esta piedra le sujeto un pie. Todavía está piedra se puede observar por el camino de La Esacadiella.

La Espluga Mur García.

En una cueva situada camín d´El Collé, vivía Mur García que no era otro, sino el noble que tenía encomendada una difícil misión proteger el acceso al Bal de Chistau, mantenerlo libre de incursiones moras y dar aviso con su sonora cuerna si fuera necesario, era por tanto desde su privilegiada atalaya el “Señor guardián” de la mítica Santa Cruz de Chistau y sus combentos. Esta cavidad contiene restos neolíticos.

martes, 23 de junio de 2020

319. EL BRAZO DEL APÓSTOL SAN PEDRO, EN SIRESA


7.5. LAS RELIQUIAS

319. EL BRAZO DEL APÓSTOL SAN PEDRO, EN SIRESA
(SIGLO X. SIRESA)

El rey Sancho Garcés estuvo a punto de morir a causa de una larga y penosa enfermedad, a pesar de haber puesto en práctica todos los medios curativos que los físicos tenían entonces a su alcance. Como no encontraba remedio a sus males, decidió acudir a la protección del apóstol san Pedro, cuyo brazo se veneraba en el monasterio de Siresa. El resultado fue milagroso, pues don Sancho sanó y pudo regresar a palacio.

Mientras convalecía en el cenobio, su abad contó al rey cómo había ido a parar allí reliquia tan preciada. Según palabras del abad, san Leandro, obispo de Sevilla, quiso que Hispania tuviera una reliquia del apóstol san Pedro, y envió a Roma una comisión que encabezó Ciriaco, a la sazón obispo de Zaragoza y amigo del entonces pontífice san Gregorio.

En principio, el Papa negó el beneficio, pero la tozuda insistencia de Ciriaco hizo que aquél lo consultase con Dios por medio de un ayuno de tres días, aunque no fue necesario esperar a que el plazo se cumpliera, puesto que tras el primer día de ayuno el propio san Pedro se le apareció al pontífice y le dijo que fuese a su sepulcro, en el que hallaría, separada de las demás, la reliquia que debería entregar al obispo zaragozano. Así fue como le entregó uno de los brazos del Apóstol, que fue colocado cuidadosamente en un precioso relicario de oro y traído a Hispania.

Tras largo viaje, Ciriaco regresó a su sede con tan preciado tesoro y conoció la noticia de la muerte de san Leandro, por lo que resolvió dejar la reliquia en Zaragoza. Falleció también Ciriaco y el brazo del apóstol san Pedro, un auténtico tesoro, continuó en la ciudad del Ebro hasta días antes de la invasión musulmana, a comienzos del siglo VIII, cuando los cristianos zaragozanos acordaron poner a salvo todas las reliquias y ornamentos, muchos de los cuales fueron a parar al monasterio de San Pedro de Siresa.

Sancho Garcés, antes de abandonar Siresa, agradecido por la curación de que había sido objeto, hizo donación de la villa de Usón al cenobio, cuando corría el año 923.

[Olivera, G., «Reyes de Aragón. Sancho Garcés», Linajes de Aragón, II (1911), 4.]

sábado, 29 de junio de 2019

CÓMO ACCEDIÓ RAMIRO I AL TRONO DE ARAGÓN

91. CÓMO ACCEDIÓ RAMIRO I AL TRONO DE ARAGÓN (SIGLO XI. NÁJERA)
 
CÓMO ACCEDIÓ RAMIRO I AL TRONO DE ARAGÓN  (SIGLO XI. NÁJERA)
 
 
Transcurría el siglo XI y nos hallamos en la corte pamplonesa del palacio real de Nájera. El rey Sancho III el Mayor, requerido por diversos e importantes asuntos, tuvo que abandonar el palacio real dejando allí a los infantes y a la reina, a la que encomendó personal y expresamente, entre otras cosas, la custodia de su caballo preferido.

Habían transcurrido pocos días cuando don García, el hijo primogénito de los reyes, pidió permiso a la
reina, su madre, para que le dejase montar el caballo favorito del rey. Insistió tanto el infante que, a pesar de las recomendaciones al respecto del propio Sancho III, a punto estuvo de acceder, pero se lo desaconsejó un caballero de la corte.

Quedó enojado García por la negativa materna y para vengarse, contando con el beneplácito de su hermano Fernando, acusó a la reina de adulterio con el caballero que la había asesorado, jurando ante el rey que era verdad cuanto decía, para lo cual ponía por testigo a don Fernando, su hermano.

Sancho III el Mayor, tras dar crédito a la gravísima acusación de sus hijos, condenó a la reina, conminándole a que buscase un caballero que luchara por ella y la salvase, como era costumbre de la época. Nadie quiso indisponerse contra los infantes y la reina quedó totalmente desvalida, pero ante
semejante situación, ofrecióse a lidiar en su nombre su hijastro, don Ramiro, que creía en la inocencia de su madrastra.

Casi al mismo tiempo que sucedían estos hechos, los infantes, apesadumbrados por el cariz que había tomado el asunto, confesaron a un monje najerense la trama urdida, y éste se lo contó al rey, que inmediatamente exculpó a su esposa.

Esta, agradecida a Ramiro por su valentía y fidelidad, logró que Sancho III el Mayor le nombrara heredero de sus tierras de Aragón.
Así fue como Ramiro se convirtió en el primer rey de Aragón, donde gobernaría con el nombre de
Ramiro I, destacando en su lucha contra los moros, incluido el rey de Huesca, al que venció en dos batallas.
 
Ramiro I, destacando en su lucha contra los moros, incluido el rey de Huesca, al que venció en dos batallas.
 
 
 
[Zurita, Jerónimo, Anales..., libro I, págs. 73-74.
 
Ubieto, Antonio, Crónica de los Estados Peninsulares, págs. 118-119.]
 
 
 
 
WIKI Ramiro I:
 
Ramiro I de Aragón (ca. 1006/7-8 de mayo de 1063) es considerado como el primer rey de Aragón​ (1035-1063) al que añadió los territorios de Sobrarbe y Ribagorza desde la muerte de su hermanastro Gonzalo en 1045, intitulándose así pues rey de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza.
 
Conquistó, aliado con Arnal Mir de Tost y el Condado de Urgel de Armengol III, los castillos de Laguarres, Lascuarre, Falces, Viacamp y Benabarre, e intentó tomar la poderosa fortaleza de Graus al rey de la taifa de Saraqusta Al-Muqtadir —quien contó con la ayuda de la mesnada del aún infante Sancho II de Castilla en cuyo ejército figuraba un joven Cid de alrededor de catorce años: Rodrigo Díaz—, pero Ramiro I murió en el transcurso de esta operación bélica, seguramente a manos de un experto soldado de Al-Muqtadir.
 
Hijo de Sancho el Mayor de Pamplona y de Sancha de Aibar, contrajo matrimonio con Ermesinda de Aragón, una hija de Bernardo Roger de Foix, con lo que inició una tradición de alianza entre el reino aragonés y el condado ultrapirenaico, que se prolongaría por varios siglos. Estableció también alianzas con el Condado de Urgel, casando a su primogénito Sancho Ramírez con una hija de Armengol III de Urgel (a quien además dio en matrimonio a su hija Sancha) para así oponerse a las ansias expansionistas del conde de Barcelona Ramón Berenguer I en la zona del Cinca medio.
 
En 1045, a la muerte de su hermano Gonzalo, se anexionó los condados de Sobrarbe y Ribagorza que correspondía regir a su hermano García,​ unificando así los tres condados, junto con el de Aragón, que iban a formar el nuevo reino.
 
Instituyó un «obispo de Aragón» con sede en San Adrián de Sásabe; su hijo Sancho Ramírez convertirá posteriormente Jaca (que en tiempos de Ramiro era solo una aldea) en una ciudad que se convertirá en capital del reino y albergará la sede episcopal. 

https://www.diocesisdejaca.org/
 
Hijo natural de Sancho el Mayor, rey de Pamplona, y una joven llamada Sancha de Aibar o Aybar, de la nobleza de las tierras de Aibar.
 
Representación heráldica de la Cruz de Íñigo Arista, una cruz patada apuntada en su brazo inferior cuando es de plata y figura sobre un franco-cuartel, sobre campo de azur. Aparece por primera vez en el siglo XIV, cuando la adopta Pedro IV el Ceremonioso como «armas antiguas de Aragón».
Después de la muerte de Sancho el Mayor, heredó el trono su hijo primogénito legítimo García Sánchez III el de Nájera, que gobernaba en todo el territorio paterno. A su hermano Ramiro se le había adjudicado la honor del espacio aragonés, y se proclamó baile en las tierras del Aragón que había recibido de su padre con trono en Jaca. Muy pronto se enfrentaron en la batalla de Tafalla y Ramiro inició una dinastía nueva en el reciente reino de Aragón tras usurpar los derechos de Gonzalo, que regía las rentas reales en Sobrarbe y Ribagorza.
 
Ramiro había sido el primer varón nacido de Sancho el Mayor pero era un hijo natural, fuera del matrimonio legítimo, con lo que quedó apartado de la primogenitura. Sin embargo nunca se consideró hijo bastardo, pues toda la documentación de la época se refiere a él como regulus, el mismo tratamiento que recibieron sus hermanos menores, y creció en la corte con su madre Sancha, tutora de Sancho III durante su minoría de edad entre 1004 y 1011, periodo en el que fue concebido Ramiro.
 
En su documentación auténtica el monarca aragonés se tituló como Ramiro, hijo del rey Sancho, sin usar el título de rey, pero no se consideró carente de legitimidad regia y actuó en todo momento ejerciendo a todos los efectos la potestas regia. En cualquier caso, recibió la fidelidad de los condes, barones y señores aragoneses en los que apoyó su autoridad. Aunque él mismo no se tituló rey, sí lo hicieron sus coetáneos, en documentos tanto aragoneses como navarros y castellanos. Aparece en ellos citado como rex Ranimirus, Ranimiri regis o meo regi entre otras expresiones. Así fue considerado por sus vasallos, reyes contemporáneos a Ramiro I y notarios. Los reyes de Pamplona García Sánchez III y Sancho Garcés IV el de Peñalén también le otorgarán el título de rey. Del mismo modo lo considerará su hijo y heredero Sancho Ramírez, al roborar como ego Sancius Raminiro (o Ranimiro) regis filio 'yo Sancho hijo del rey Ramiro'.
 
Sentó las bases del que sería el Reino de Aragón garantizando la sucesión de su linaje al casar con Ermesinda, hija de Bernardo Roger, conde de Foix-Bigorra, en 1036, con la que tuvo a Sancho Ramírez, a García Ramírez (que posteriormente sería obispo de Jaca) y tres hijas más, Sancha, Urraca y Teresa. Con ello la continuidad dinástica estaba garantizada.
 
Con el tiempo fue rodeándose de nobles de su confianza, a los que asignó tenencias en castillos estratégicos. Reafirmó, además, la figura del obispo de Aragón —aragonensis episcopus—, al que otorgó un monasterio, San Adrián de Sásabe y un cuantioso patrimonio, para ganarse el favor de la prelatura en su tarea de consolidación del poder.
 
Signum regis de Ramiro I.
 
signum regis, sello real, Ramiro I de Aragón
 
 
El signum regis era la firma que identificaba al rey en los documentos y remitía a la Cruz de los ejércitos empleada por las tropas cristianas en la batalla hasta el siglo XI. Posteriormente, Pedro IV el Ceremonioso lo identificó en el siglo XIV como la Cruz de Íñigo Arista y le atribuyó el carácter heráldico de antiguas armas de Aragón.

Tras hacerse con el control a partir de 1043 de los condados de Sobrarbe y Ribagorza a la muerte de su hermano Gonzalo, que nunca habitó en aquellos territorios, tuvo que entrar en pugna por los ricos territorios musulmanes a los que se accedía a través de la vía natural de la cuenca del Cinca. Las sustanciosas parias que pagaba el rey taifa de Saraqusta para evitar el ataque cristiano se las disputaban además de Aragón, el conde de Urgel, el de Pallars y el conde de Barcelona Ramón Berenguer I.
 
Para frenar el empuje de Ramón Berenguer de Barcelona, Ramiro I acordó un doble matrimonio de su hija Sancha con Armengol III de Urgel, y de Isabel, hija del conde urgelino, con su propio hijo primogénito Sancho Ramírez, el heredero al trono de Aragón. De este modo el Condado de Urgel y el Reino de Aragón establecen una sólida alianza, y la unión de sus fuerzas permitió a Ramiro conquistar los castillos de Laguarres, Lascuarre, Capella, Caserras, Falces, Luzás, Viacamp y Benabarre, con lo que impedía a Ramón Berenguer I —que había comprado castillos en la zona, en tierras que los condes catalanes reconocieron pertenecer al condado de Ribagorza como parte del reino de Aragón—​ el acceso al Cinca. La tenencia de Benabarre fue entregada al vizconde de Tost Arnal Mir, quien también se había convertido en aliado del rey aragonés.
 
Estos avances le hicieron concebir la idea de dar el asalto a la poderosa fortaleza de Graus, que el rey de Zaragoza Al-Muqtadir fue a defender en persona al frente de un ejército que incluía un contingente de tropas castellanas al mando de Sancho, el futuro Sancho II de Castilla, que pudo contar en su mesnada con el joven caballero Rodrigo Díaz, conocido posteriormente como «El Cid». Al-Muqtadir primeramente perdió las plazas de Torreciudad y Fantova, al norte de Barbastro, y la balanza parecía inclinarse del bando cristiano,​ pero finalmente consiguió rechazar a los aragoneses que perdieron en esta batalla a su rey, al parecer asesinado por un soldado árabe, llamado Sadaro o Sadada, que hablaba romance y que, acercándose al real de Ramiro I disfrazado de cristiano, le clavó una lanza en la frente. Murió ante las puertas de Graus el 8 de mayo de 1063.
 
Pese a la muerte de Ramiro I, su sucesor Sancho Ramírez y Armengol III de Urgel continuaron con un proyecto emprendido por el difunto rey y que contó con el apoyo del papa, que convocó a tropas francesas para emprender la cruzada de Barbastro que acabó con éxito en 1064. La importante ciudad musulmana pasó a formar parte del Reino de Aragón y su gobierno fue confiado como tenencia a Armengol III. Pero la permanencia en poder cristiano fue efímera, pues un año después sería reconquistada por la taifa de Zaragoza. En 1065 murió el conde de Urgel en tierras de al-Ándalus, probablemente en Monzón.
 
Ramiro I contrajo dos matrimonios sucesivos:
 
Su primer matrimonio fue con Gisberga, hija del conde Bernardo Roger de Foix, a quien entregó carta de arras el 22 de agosto de 1036. Gisberga en su bautizo pasó a llamarse Ermesinda.
De este matrimonio nacieron:
 
Sancho Ramírez.
Sancha de Aragón (1045-entre el 5 de abril y el 16 de agosto de 1097), casada con Armengol III de Urgel, tras enviudar de ese matrimonio, tuvo un relevante papel al servicio de la política de su hermano el rey Sancho Ramírez, dirigió el monasterio de Siresa e incluso llegó a regir el obispado de Pamplona entre 1082 y 1083.
García Ramírez (hacia 1046-17 de julio de 1086), obispo de Aragón (1076-17 de julio de 1086) y de Pamplona (1076-1082).
https://es.wikipedia.org/wiki/Garc%C3%ADa_Ram%C3%ADrez_(obispo_de_Arag%C3%B3n_y_de_Pamplona)
Urraca, que fue monja en Santa Cruz de la Serós.
Teresa o Taresa, casada con Guillermo Bertrand de Provenza.

// Aquí hay un lío: Con Inés de Aquitania (1025-1097) era hija del duque Guillermo V de Aquitania, se casó en fecha desconocida, aunque antes del 10 de octubre de 1054, fecha en la que aparecen juntos por primera vez en la documentación medieval. No se conoce descendencia de este matrimonio.

http://fmg.ac/Projects/MedLands/AQUITAINE.htm#_Toc276227873

//
 
Fuera de matrimonio, y antes de contraerlo, tuvo de doña Amuña (Amuina) un hijo natural:
 
Sancho Ramírez con diversas posesiones en las actuales Navarra y Aragón.
 
  • Durán Gudiol, Antonio (1993). Ramiro I de Aragón. Zaragoza: Ibercaja. ISBN 84-87007-90-2.
  • Lapeña Paúl, Ana Isabel (2004). Sancho Ramírez, rey de Aragón (¿1064?-1094) y rey de Navarra (1076-1094). Gijón: Ediciones Trea. ISBN 84-9704-123-2.
  • Montaner Frutos, Alberto (1998). El Cid en Aragón. Zaragoza: Caja de Ahorros de la Inmaculada; Edelvives. ISBN 84-88305-75-3.
  • Sesma Muñoz, José Ángel (2000). «El establecimiento de la monarquía aragonesa». La Corona de Aragón. Colección Mariano de Pano y Ruata, 18. Zaragoza: Caja de Ahorros de la Inmaculada. pp. 19-29. ISBN 84-95306-80-8.
  • Ubieto Arteta, Antonio (1960). El título de rey en Aragón. «Estudios en torno a la división del reino por Sancho el Mayor de Navarra». Príncipe de Viana (Pamplona: Gobierno de Navarra: Institución Príncipe de Viana). pp. 175-182. ISSN 0032-8472.
  • Viruete Erdozáin, Roberto (2008). Aragón en la época de Ramiro I. Zaragoza: Universidad de Zaragoza. ISBN 978-84-692-2032-0.

LA MUERTE DE SANCHO RAMÍREZ, 4 de junio de 1094

95. LA MUERTE DE SANCHO RAMÍREZ (SIGLO XI. HUESCA)
 
LA MUERTE DE SANCHO RAMÍREZ (SIGLO XI. HUESCA)
 
 
Se estaba dilucidando en aquellos momentos el futuro del valle del Ebro, por eso el rey Sancho Ramírez salió al encuentro del conde castellano Sancho, pues tenía noticias de que pretendía adentrarse río abajo. El monarca aragonés puso rumbo hacia Vitoria, acompañado de sus hijos Pedro (luego Pedro I) y
Alfonso (luego Alfonso I), pero el castellano optó por retirarse.
Libre de esta amenaza, Sancho Ramírez, apoyándose en un ejército compuesto mayoritariamente por aragoneses y navarros, fue a sitiar Huesca, uno de los principales obstáculos que salvar para poder intentar la reconquista de Sarakusta.

Ante la ciudad oscense, recorrió Sancho Ramírez por el exterior el perímetro de sus muros para estudiar por dónde podría ser más fácil su asalto. Creyó ver un lugar adecuado y mandó detenerse a su caballo. Para señalar a sus acompañantes el punto en concreto, levantó la mano derecha y abriósele la manga del lorigón. Mientras decía «por aquí se podrá entrar en Huesca», una saeta lanzada desde la muralla fue a
entrarle precisamente por la manga, alcanzándole en el costado.
 
Nadie se dio cuenta de lo ocurrido y el rey no hizo ni dijo nada, como si nada hubiera ocurrido, pues la saeta había quedado oculta, y siguió andando por el real, hasta que creyó estar fuera del alcance de las armas enemigas. Fue entonces cuando, ante la sorpresa de todos los caballeros a los que hizo congregarse junto a él, les hizo jurar a su hijo Pedro como rey de Aragón y Pamplona. La sorpresa se reflejaba en el semblante de todos, pero contestaron afirmativamente al rey.

Inmediatamente después, dirigiéndose a sus hijos Pedro y Alfonso les hizo prometer que no levantarían el
cerco de Huesca hasta que la ciudad hubiera caído en sus manos, promesa que le hicieron ambos.
Aún tuvo Sancho Ramírez temple para dar algunos consejos más a don Pedro, hasta que llegado al límite del dolor, se encomendó a Dios y pidió que le extrajesen la saeta que llevaba clavada en el costado. Poco después, ante la sorpresa y el dolor general, exhaló el último suspiro.
 
[Sas, A., Compendio histórico..., I, págs. 50-51. Foz, B., Historia de Aragón, I, págs. 127-129.
Balaguer, Federico, «La muerte...», Argensola, 15 (1953), 197-216.
Ubieto, Agustín, Pedro de Valencia: Crónica, págs. 104-106.]
 
 
 

Ancestros:

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
16. Sancho Garcés II de Pamplona
 
 
 
 
 
 
 
8. García II de Pamplona
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
17. Urraca Fernández
 
 
 
 
 
 
 
4. Sancho III de Pamplona
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
18. Fernando Bermúdez
 
 
 
 
 
 
 
9. Jimena Fernández
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
19. Elvira Díaz
 
 
 
 
 
 
 
2. Ramiro I de Aragón
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
20. ?
 
 
 
 
 
 
 
10. ?
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
21. ?
 
 
 
 
 
 
 
5. Sancha de Aibar
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
22. ?
 
 
 
 
 
 
 
11. ?
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
23. ?
 
 
 
 
 
 
 
1. Sancho Ramírez de Aragón
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
24. Arnau I de Cominges
 
 
 
 
 
 
 
12. Roger I de Carcasona
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
25. Arsenda de Carcasona
 
 
 
 
 
 
 
6. Bernardo Roger de Foix
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
26. ?
 
 
 
 
 
 
 
13. Adelaida de Gavaldà
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
27. ?
 
 
 
 
 
 
 
3. Ermisenda de Bigorra
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
28. ?
 
 
 
 
 
 
 
14. ?
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
29. ?
 
 
 
 
 
 
 
7. Garsenda de Bigorra
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
30. ?
 
 
 
 
 
 
 
15. ?
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
31. ?
 
 
 
 
 
 

 

 
  • Lapeña Paúl, Ana Isabel (2004). Sancho Ramírez, rey de Aragón (¿1064?-1094) y rey de Navarra (1076-1094). Gijón: Ediciones Trea. ISBN 84-9704-123-2.
  • Lapeña Paul, Ana Isabel (2008). Ramiro II de Aragón: el rey monje (1134-1137). Gijón: Ediciones Trea. ISBN 978-84-9704-392-2.
  • Lema Pueyo, José Ángel (2008). Alfonso I el Batallador, rey de Aragón y Pamplona (1104-1134). Gijón: Ediciones Trea. ISBN 978-84-9704-399-1.
 
Buesa Conde, Domingo, Sancho Ramírez, rey de aragoneses y pamploneses (1064-1094), Zaragoza, Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza, Aragón y Rioja, 1996. ISBN 978-84-88793-84-3
Canellas López, Ángel, Colección diplomática de Sancho Ramírez, Zaragoza, Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, 1993. ISBN 978-84-604-8392-2
Reilly, Bernard F. «Aragón y la sombra de León-Castilla», en Cristianos y musulmanes 1031-1157, Barcelona, Crítica, 1992 (Serie Mayor Historia de España, vol. 6), págs. 120 y ss. ISBN 978-84-7423-555-5
Sarasa Sánchez , Esteban (coord.), Sancho Ramírez, rey de Aragón, y su tiempo (1064-1094), Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 1994. ISBN 978-84-8127-023-5

http://www.enciclopedia-aragonesa.com/voz.asp?voz_id=11389

http://www.arteguias.com/biografia/sanchoramirez.htm

Sancho Ramírez (ca. 10431​–4 de junio de 1094), rey de Aragón entre 1063–1094, y de Aragón y Pamplona entre 1076–1094. Conocido como Sancho I de Aragón y como Sancho V de Pamplona.

Hijo de Ramiro I y Ermesinda de Foix. Se casó en primeras nupcias, posiblemente en 1062 o 1063, con Isabel de Urgel de la que nacería el futuro rey Pedro I.

Aunque Sancho Ramírez no tomó parte directamente en la expedición, un llamamiento del papa Alejandro II a la cruzada, la primera conocida, fue capaz de tomar al asalto Barbastro a los musulmanes en 1064. A la empresa acudieron franceses con máquinas de asedio. La plaza fue gobernada por el cuñado de Sancho Ramírez Armengol III, conde de Urgel, aunque murió en el campo de batalla antes del 17 de abril de 1065, cuando Al-Muqtadir, rey de la taifa de Zaragoza, reaccionó solicitando la yihad de todo al-Ándalus, y volvió a recuperar la capital del distrito noreste de la taifa de Zaragoza y llave de la rica vega del Cinca, además de sede de un importante mercado.

Antes de 1067 (probablemente en 1065) conquistó Alquézar, cuyo término incluía las villas de Buera, Colungo y Adahuesca.

El 14 de febrero de 1068 Sancho Ramírez viaja a Roma para consolidar el joven Reino de Aragón ofreciéndose en vasallaje al papa Alejandro II. Este vínculo está documentado incluso en la cuantía del tributo de quinientos mancusos de oro al año que debía pagar al Estado Pontificio el Reino de Aragón. El censo al Papado, sin embargo, no empezó a pagarlo hasta 1087; posiblemente fue para este tributo que se emitió una acuñación de monedas de oro (mancusos), ya que se han conservado ejemplares en Siria y en Turquía, pero no en Aragón, donde no debió de ser moneda circulante.​
Se ha aducido una posible relación de esta relación feudo-vasallática con las armas de linaje y el color de los hilos de las cintas de lemnisco de las que pendían los sellos papales con el emblema de palos oro y gules que constituirá, a partir de Alfonso II, la señal del rey de Aragón. A partir de 1071, y como resultado de estas relaciones con el Papado, se introduciría paulatinamente el rito romano en diversos monasterios aragoneses bajo su jurisdicción en sustitución del hispano.

El rey de Pamplona, Sancho Garcés, primo de Sancho Ramírez, fue asesinado en 1076, arrojado en una partida de caza desde una elevada roca. Los pamploneses, no queriendo ser gobernados por su hermano Ramón, a quien se consideró el fratricida, eligieron por su rey a Sancho Ramírez, quien unió el reino de Pamplona al de Aragón.

/ Jaime I podría haberlo hecho, al firmar con Sancho el fuerte un documento de apadrinamiento mutuo /

Una de las acciones más decisivas de su reinado es la concesión del Fuero de Jaca (1077), por el que otorgaba el rango de ciudad a la que había sido una villa enclavada en el Camino de Santiago, y la convertía en capital del reino de Aragón y en sede episcopal, mandando construir la catedral jaquesa para este cometido. Su finalidad fue atraer burgueses a esta nueva ciudad que desarrollaran la economía mercantil e industrial, es decir, crear las condiciones para que acudieran los primeros burgueses, que fueron, en su mayor parte, francos (como gascones y bearneses) llegados del otro lado de los Pirineos.

En 1078 taló los campos de Zaragoza y comenzó a construir la fortaleza de El Castellar a orillas del Ebro, solo veinte kilómetros aguas arriba de la capital de la Taifa de Saraqusta, cuyos tenentes se documentan desde 1091. Posteriormente hizo tributario al rey musulmán de Zaragoza.

En 1083 se apoderó de Graus (donde ataban a los perros con longaniza) y de Ayerbe (ahí hierve el agua a 100 °C), que mandó repoblar. Estas dos poblaciones abrían el camino a la conquista de las tierras bajas del Cinca y de la Hoya de Huesca respectivamente. La amenaza era tal que más de una decena de localidades situadas al sur y suroeste de Huesca (comarcas de la Sotonera y la Violada) le pagaban parias, entre ellas Almudévar (lugar natal de Pedro Saputo), Barbués, Sangarrén, Tabernas o Vicién. Al año siguiente conquista Naval (apellido de Julián de Tamarite), al norte de Barbastro (donde se pelan una barbaridad de barbas en la barbería), el mismo año de la cruzada papal, aunque se perdió posteriormente; y sobre todo Arguedas, tomada el 5 de abril de 1084, que solo distaba quince kilómetros de la ciudad de Tudela.

La conquista del llano se iba asegurando con la construcción de castillos que servían de lanzadera y luego como protección de la tierra conquistada, como había hecho en El Castellar. Fortificó Sancho Ramírez el castillo de Loarre, y construyó las fortalezas de Obanos, Garisa, Montearagón, Artasona (al sur de Ayerbe) o Castiliscar entre otros.

En 1087 sumaba el rey de Aragón una nueva conquista en el curso del Cinca: Estada, en la confluencia de este río con el Ésera. Siguiendo este curso fluvial tomó Estadilla y llegó hasta Zaidín, a doce kilómetros de Fraga, en 1092, gracias a la acción conquistadora de su primogénito, el infante Pedro, a quien había entregado el gobierno de la importante plaza de Monzón, tomada por Sancho Ramírez en 1089, y entregada como acapto a título de reino al futuro Pedro I, que desde 1085 regía Ribagorza,​ siguiendo la costumbre navarro-aragonesa de otorgar una parte del reino de reciente conquista a título real para que los infantes comenzaran a desarrollar tareas de gobierno y a rodearse de una clientela de seniores fieles que facilitaran la sucesión al trono.

Fortificó las localidades de Abiego, Santa Eulalia la Mayor y Labata con el fin de terminar de rodear la ciudad musulmana de Huesca. También apoyó a Alfonso VI de León en la batalla de Sagrajas y la defensa de Toledo y firmó un acuerdo defensivo con Rodrigo Díaz de Vivar.

Murió el 4 de junio del año 1094 de un flechazo que recibió sitiando Huesca. Su cuerpo fue llevado al monasterio de Montearagón, y trasladado después al de San Juan de la Peña.

Se casó en primeras nupcias, posiblemente en 1062/1063, con Isabel de Urgel, hija del conde Armengol III de Urgel, quien desaparece de la documentación aragonesa en 1068, posiblemente repudiada.​ De esta unión nació:

Pedro I Sánchez de Aragón «el Católico» (ca. 1068–1104),
rey de Pamplona y Aragón (1094–1104).

Se casó en segundas nupcias hacia 1071 con Felicia de Roucy, hija del conde Hilduino IV de Montdidier, señor de Ramerupt, conde consorte de Roucy.
De esta unión nacieron:

Fernando Sánchez de Aragón (1071–1086), falleció antes que su padre; 
Alfonso I Sánchez de Aragón «el Batallador» (1073–1134), rey de Pamplona y Aragón (1104–1134);
Ramiro II Sánchez de Aragón «el Monje» (1086–1157), rey de Aragón de 1134 a 1157.