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domingo, 24 de noviembre de 2019

EL JURAMENTO INCUMPLIDO


184. EL JURAMENTO INCUMPLIDO (SIGLO XIV. SOS DEL REY CATÓLICO)

El señor del castillo que en tiempos hubo en Sos, próximo a la fuente de la Bóveda, se quedó viudo y con una hija, niña todavía. El principal entretenimiento de ésta consistía en mezclarse con las ovejas del rebaño que acudía a la fuente cada día, y jugar con el hijo del pastor, un muchacho algo mayor que ella. Los chicos crecieron juntos a la par que el amor que fueron sintiendo mutuamente, aunque la diferencia de clase social era un obstáculo casi insalvable.

Soñó la muchacha una noche que el zagal vendía su rebaño, compraba armas y caballo y partía a luchar contra los moros, logrando ganar fama, honores y dinero, de modo que, distinguido por el rey como caballero, volvía a Sos para casarse con ella. Como ambos sabían las dificultades que tendrían para casarse, la joven contó al pastor el sueño y éste decidió convertir en realidad el sueño y marchó en busca de aventuras, no sin antes arrancar de la muchacha el juramento de que le esperaría hasta que regresara convertido en todo un caballero. Si era perjura, dijo ella, su alma debería vagar siempre en torno a la fuente.

EL JURAMENTO INCUMPLIDO (SIGLO XIV. SOS DEL REY CATÓLICO)


Partió el pastor y durante muchos años la muchacha, con la mente puesta en su pastor, rechazó a cuantos pretendientes solicitaron su mano. No obstante, acabó por ceder ante las pretensiones del joven señor de un castillo cercano, llegando, incluso, a acordar el día del enlace. Pero el día anterior a la boda, jornada de preparativos, llegó al castillo un grupo de guerreros; al frente, su jefe, que cubría su cabeza con un hermoso casco y solicitaba hospitalidad al castellano sosiense que gustoso se la concedió, además del permiso para seguir guardando su anonimato, fruto de un juramento, favor que también obtuvo. Nadie sabía, pues, quién era.

Al día siguiente, todo estaba preparado. La novia camina hacia el altar. La ceremonia llega al momento de la bendición. Es entonces cuando el misterioso guerrero se adelanta hacia el altar y, descubriéndose, le dice a la novia:
«Que el Señor castigue tu perjurio y te aplique el castigo que tú misma elegiste».
Eran las palabras del antiguo pastor, hoy capitán famoso. Compungida por lo sucedido, la joven desapareció y desde aquel día su imagen vaga en torno a la fuente, la «fuente del juramento», símbolo para quienes se juran fidelidad.

[Garcés, Máximo, «La fuente del Juramento», en La villa de Sos..., págs. 113-114.]





https://www.schole.es/la-promesa-de-diputados-y-senadores/

domingo, 28 de junio de 2020

HISTORIA DE LOS CONDES DE URGEL. Capítulo I.


HISTORIA DE LOS CONDES DE URGEL.

Capítulo I.

En que se describen los pueblos Ilergetes.

Están el condado de Urgel y el vizcondado de Ager en el Principado de Cataluña, en una partida o región de tierra que los antiguos llamaron los pueblos Ilergetes, nombrados así de la ciudad de Lérida, llamada de ellos Ilerda, que fue la cabeza y pueblo más principal de ellos. Ocupaban muy gran parte del reino de Aragón y Principado de Cataluña, y no acaban de determinarse los autores qué tierra era la que correspondía bajo o dentro los límites de estos pueblos; pero siguiendo la más común y cierta opinión, hallo que, mirados todos juntos, eran de figura cuadrangular y constaban de cuatro lados y puntas. El primer lado, de la parte de oriente, tenía la distancia de tierra que corre desde la fuente del río Gállego hasta la fuente o nacimiento del río Llobregat, fingiendo o tirando una línea de la una fuente a la otra. De la parte del mediodía, les dieron Florián de Ocampo y otros por límite el río Segre; pero es cierto dilatarse muy gran espacio de tierra de la otra parte del dicho río, extendiéndose hasta los montes de Segarra y tirando o fingiendo una línea desde la fuente del Llobregat hasta el río Ebro. Por la parte de poniente tenían al río Ebro, cuanto discorre de la entrada del Gállego hasta la villa de Flix, que está a las orillas del mismo Ebro; y por el septentrión, considerada cierta raya, según la postura que Tolomeo señala, desde la fuente del Gállego hasta el Ebro, dividiendo la región de estos Ilergetes de otros españoles nombrados Vascones. Hay dentro de esta tierra diez ríos caudalosos, cuyas riberas son tan pobladas y fértiles, que pocas en España las aventajan. El más principal de estos ríos es Ebro, al que Marineo Siculo da el primer lugar entre los ríos de España, como aquel de quien esta provincia fue llamada Iberia, según dice Plinio (Lib. 3, c. 3.): quem propter universam Hispaniam Graeci appellavere Iberiam; y tiene su nacimiento cerca de un puerto llamado Fuentible, que es lo mismo que fuentes de Ebro, que está cerca de Aguilar del Campo, y corre a raíz de Cantabria, atraviesa Navarra, Aragon y Cataluña, y después de haber corrido más de ciento y diez leguas, junto a Tortosa entra en el mar Mediterráneo, con tan grande furia, que gran trecho aun queda su agua dulce y sabrosa. Es río navegable, y antiguamente lo fue mucho más; y en tiempo de los romanos se navegaba hasta Logroño, en el reino de Navarra, que, comparado, lo que hoy se navega es poco; y así parece que quieren afirmar algunos autores (Garibay), que Tubal, cuando vino a poblar España, empezó por Cantabria, subiendo y navegando por este río arriba. Recibe en sí diez y siete ríos grandes y caudalosos, sin las otras muchas aguas que entran en él de Navarra, Aragón y Cataluña. Abunda de mucha pesca, especialmente de sábalos, que son admirables: sus aguas son muy sanas y apacibles, y las estiman mucho las mujeres, por hacer las manos y cara muy blancas y blandas; y por esto son traídas de unas partes a otras: cujus aqua, dice Sículo, vel ad bibendum, vel ad lavandum perutilis, in cadis ad regiones alias transfertur; ea siquidem manus albiores et facies molliores facit, et pota, corpora saniora; y finalmente, cuando fue la seca general de España, no quedó en ella cosa verde sino fue en la orilla de este río y de Guadalquivir.
Segre es el otro río que hay en estos pueblos; y este traviesa por el condado de Urgel: es muy celebrado por haber salido de sus riberas los pobladores de la isla y reino de Sicilia, que le dieron el nombre de Sicania. Llamáronle los antiguos Sicano y Sicoris o Segre los modernos. Vivían en sus orillas una gente que se llamaban Sicanos: estos, dice Tucídides que echaron de sus casas y moradas los Sigios, gente húngara, feroz y bárbara, que, dejada su tierra, vinieron a poblar en España, movidos por ventura del oro y plata que manó del incendio de los Pirineos, que convidó a muchas naciones bárbaras, que vinieron para gozar del tesoro que aquellos montes dentro de sus entrañas tenían. Salidos de aquí los Sicanos, pasaron a la isla de Sicilia, que hasta entonces se llamaba Trinacria, por razón de las tres puntas o promontorios que hace, y quedó con el nombre de Sicania, y vivieron en ella mucho tiempo nuestros Sicanos; y Tucídides, autor griego, que vivía el año 450 antes del nacimiento de Jesucristo señor nuestro, afirma, que en su tiempo aún había descendientes de aquella nación, que tenían una parte de aquella isla, hacia el occidente. Marineo Sículo da otra causa de haber pasado esta gente a Sicilia, y dice que hubo en la España citerior algunas guerras civiles entre los vecinos y moradores de las orillas del Segre, y los que quedaron vencidos dejaron esta provincia y pasaron a Italia, y de aquí a Sicilia, donde llegaron cansados y codiciosos de tomar asiento y reposo; y por hallar aquella isla casi deshabitada, conociendo su fértil y buen terruño, se quedaron en ella; y Silio lo cantó con estos versos:

Post dirum Antiphae sceptrum et ciclopea regna,
Vomere verterunt primum nova rura Sicani;
Pyrene missit populos, qui, nomen ab amne
Asciti patrio, terrae imposuere vacanti.

Lleva este río arenas de oro, que se coge en él con harta abundancia, y por eso son sus aguas muy saludables: nam aureas affert arenas, et potus est valde salubris. Recoge el Cinca, las dos Nogueras, Pallaresa, porque viene del marquesado de Pallars, y Ribagorzana, porque viene del condado de Ribagorza, y Balira, que viene por la parte del septentrion, y después de haber regado y fertilizado mucha tierra, desaguan en él. Por la parte del mediodía recibe los ríos de Bragos, Lo Corp, Sió y río de Cervera, que traviesan y fertilizan el llano de Urgel; y con estos ríos que, entrados en él, pierden su nombre, y con otras muchas aguas que recoge, después de haber regado y fertilizado gran parte de tierra, acaba en Ebro, que, recogiéndole en sí, le quita y acaba el nombre.
Es notable este río, pues en él, por permisión divina, recibió la hija de Herodias el justo castigo de haber complacido a su impía madre, pidiendo la cabeza del santo precursor Bautista; y fue que los delitos y maldades de Herodes Antipas y de Herodias, su manceba, les merecieron ser echados de Judea y desterrados a Francia y de aquí a Lérida, donde murió infelizmente; y Herodias bailando por su gusto sobre este río, que estaba helado, se rompió el hielo, y ella quedó sumergida, sacando solo la cabeza, que cortaron los mismos pedazos de hielo sobre que ella había bailado, pereciendo en aquel baile. Lucio Dextro, hijo de san Paciano, obispo de Barcelona, lo dice en su Omnimoda Historia, que apareció escrita en nuestros días, por estas palabras: Herodias vero, saltans super Sicorim, flumen llerdae, glacie concretum, summersa, miserabiliter periit. Pero mejor lo dijo Niceforo Calixto, aunque no nombra el río: Eundum filiae Herodiae erat brumali tempore, et fluvius trajiciendus, qui, cum glacie contractus coagmentatusque esset, pedes eum transibat; glacie autem rupta, idque non sine Dei numine, demergitur illa statim, capite tenus, et inferioribus corporis partibus lasciviens moltiusque se movens, saltat, non in terra, sed in undis: caput scelestum, frigore et glacie concretum, deinda etiam convulneratum, et a reliquo corpore, non ferro, sed glaciei crustis ressectum, in
glacie ipsa saltationem letalem exhibuit, spectaculoque ejus omnibus praebito, in memoriam ea que fecerat spectantibus revocat. Y de todo había hablado aquel apostólico varón san Vicente Ferrer, el qual en el sermón hizo en la fiesta del martirio del gran Precursor, dijo estas palabras: Filia vero ejus, cum super glaciem tripudiaret, ub ea glacies resolvitur, et ipsam in aquis continuò submersit, et modo tripudiat cum daemonibus in inferno. Herodes autem in exilium missus ab imperatore, et ibidem miserabiliter vitam finivit.
Hay edificados en esta región de los Ilergetes muchísimos pueblos: los más principales en Aragón son: Huesca, Gurrea, Montaragon, Ayerbe, Balbastro, Monzon, Benavarre, Ripop, Alcolea, Bellver, Fraga, Calamera, Vallobar, Alcubita, Perdiguera, Bujaraloz, Mequinenza, Xelse, Vililla y otros muchos. En Cataluña: Balaguer, ciudad y cabeza del condado de Urgel; la ciudad de Urgel llamada la Seo, donde reside el obispo y cabildo; Agramunt, Tárrega, Linyola, Bellpuig, Anglesola, Aytona, Camarasa, cabeza de estos dos marquesados, Pons, Oliana, Castelló de Farfanya, Áger y otros muchos, que, entre Aragón y Cataluña, pasan de más de cuatrocientas poblaciones con campanario (1: Ocampo, lib. 3°, c. a° ).
Tolomeo en su geografía, después de haber tratado de los Vascones y referido los pueblos hay entre ellos, dice estas palabras: et post hos etiam Ilergetes. In quibus civitates mediterraneae Bergusia, a la que da de longitud 16° y 30, y de latitud 43°, y la traducción italiana dice ser Balaguer; Celsa, de longitud 16°, y de latitud 42° y 45; Bergidum, que quieren algunos sea la Seo de Urgel (y con ellos el padre Gordoño en su Cronología), y tiene de longitud 15° y 30, y 42° y 30 de latitud; Erga, a la que da 15° de longitud y 45, y de latitud 42° y 15; Succosa, a la que da 15° y 10 de longitud, y 42° y 30 de latitud; Osca, que es la ciudad de Huesca, a la que da 16° de longitud, y 42° y 30 de latitud; Burtina, que dicen ser Balbastro, 15° y 10 de longitud, y 41° y 56 de latitud; Gallica Flavia, que dicen ser Fraga, a la que da 15° 30 de longitud, y 41° y 40 de latitud; Orcia, que dicen ser Alcarraz, 15° de longitud y 41° y 30 de latitud; y Ilerda, que es Lérida, 15° y 56 de longitud, y 41° y 26 de latitud.
De estos pueblos era la cabeza la ciudad de Lérida, a la que dan los historiadores varios fundadores. Unos quieren que haya sido Brigo, antiguo rey de España y bisnieto de Tubal, que reinó el año 400 después del diluvio y dejó fundadas muchas ciudades principales, y entre ellas fue la de Lérida. Otros atribuyen la fundación de esta ciudad a Hércules Libio, de quien dicen que, armado de una porra o maza y vestido de una piel de león, iba por el mundo domando monstruos, valiéndose de estas armas, porque aún no estaban inventadas las de acero que después se usaron para destrucción del género humano. Este, dicen que más de 1600 años antes del nacimiento de Jesucristo señor nuestro, llegó en el puesto donde hoy la vemos edificada, con muchos griegos de Acaya y del Ilirico que le seguían, y agradados de la tierra por su apacibilidad y grasura, y por ser en cierta manera semejante a la que ellos habían dejado en Grecia, edificaron en un montecillo que está casi en el medio del llano de Urgel, cuyas faldas baña el río Segre, una ciudad que en su lengua llamaron Ilerda, aludiendo al nombre del Ilirico que hoy decimos Esclavonia, de donde ellos habían salido. Juan Vazeo sigue la opinión de los que dicen ser fundación de Troyanos 1139 años después del diluvio, y que le dieron este nombre en honra del dios Apolo, a quien ellos llamaron llleus, y de aquí vino que muchos escriben Illerda con dos eles y lllergetes asímismo; pero hallamos en los poetas lo contrario, y hacen la primera sílaba breve, lo que no podría ser si se escribiese con dos eles. / Leyda, Lleyda, Lleida /
Es esta ciudad muy celebrada de César en sus Comentarios, por las victorias que cerca de ella alcanzó de Marco Varron, Lucio Afranio y Marco Petreyo, capitanes de Pompeyo; célebre en edificios, templos, casas y copia de vecinos; regalada por su fértil, apacible y dilatada huerta, y por las aguas del río Segre que bañan sus muros y la proveen con abundancia de pescado; ilustre por su antigua universidad, que ha dado al mundo una infinidad de varones doctísimos en todas facultades y ciencias, a la cristiandad un papa, que fue Calixto tercero, que en ella recibió el grado de doctor, como dice Platina, y a la iglesia un santo, que fue san Vicente Ferrer, que en ella recibió el grado de Maestro en Teología; y por eso la alaba Jacobo Mendedorpio en su tratado Academiarum orbis celebrium. Era antiguamente marquesado; y Ramón Berenguer, conde de Barcelona y príncipe de Aragón, se intitulaba marqués de Lérida y Tortosa, como parece en muchas escrituras de su tiempo.
Es est ciudad madre de la de Valencia, y de ella salieron mil mancebos y otras tantas doncellas que, después que el rey don Jaime la conquistó de los moros, la poblaron. Lérida le dio peso y medida, y le comunicó parte de sus armas o señal con que hoy señala la moneda de vellon de aquel reino; y de cuatro flores de lis que hacía Lérida en sus escudos, le dio una, y ella se quedó con tres, en premio de haber sido sus vecinos los primeros que la entraron cuando el rey don Jaime la tomó: reconoce Lérida a Valencia por hija y esta a aquella por madre, y con estos títulos se tratan, reconociendo siempre Valencia, como buena y agradecida hija, lo que debe a Lérida, su madre. Marineo Sículo, tratando de la moneda de Valencia, lo dijo muy bien: Caeterum Valencia suae monetae signum tamquam munus accepit ab Ilerda civitate; nam cum rex Jacobus Valenciam, mauris plenam, propugnatoribus obsideret, convocatis ducibus et cujusque civitatis praefectis, constituit, cunctis assentientibus, ut quae civitas primum Valenciae muros oppugnando prorrumperet et civitatem ingrederetur, ea, in suae virtutis et honoris memoriam, Valenciae colonias mitteret, et pondera, mensuras et monetae signum conferret. Cum igitur Ilerdae cives, acriter oppugnantes, primùm Valenciae muros dirruissent, expugnatam civitatem, mauris fugatis et occissis, ingressi, summa laetitia gestientes, ei, prout rex imperaverat, cultores adolescentes numero mille totidemque puellas virgines tradiderunt, et cum mensuris et ponderibus florem lilii unum quo monetam insignirent. Nam prius Ilerda quatuor in suis armis et insignibus lilii floribus utebatur, nunc vero tribus dumtaxat; quamobrem Valenciae gratissima civitas, in litteris quas ad Ilerdam scribit, eam matrem semper appellat, et in magnis rebus non secus ac parentem charissimam consulit; et Ilerda Valenciam filiam vocat, cujus commodis et honoribus diligenter incumbit.
Lucano en el libro tercero describe esta ciudad y con breves palabras comprende mucho de lo bueno que hay en ella:
Colle tumet modico, levique excrevit in altum
Pingue solum tumulo: super hunc fundata vetusta
Surgit Ilerda manu.

Acordóse de ella también Horacio en sus sermones, cuando hablando con su poema, le dice:

Contrectatus ubi manibus sordescere vulgi,
Corporis aut tineas pasces taciturnus inertes,
Aut fugies Uticam, aut unctus mitteris Ilerdam.

domingo, 24 de noviembre de 2019

LOS AMORES DE CLARA Y MANFREDO

180. LOS AMORES DE CLARA Y MANFREDO (SIGLO XIII. TARAZONA)

Pedro III iba con frecuencia a Tarazona, ciudad especialmente querida por su esposa, la siciliana Constanza, que solía venir acompañada por un séquito de fieles personas, como Bella, su nodriza, y su joven paje siciliano, Manfredo.

En cierta ocasión, en el alcázar se dio una recepción en honor de los embajadores que habían ido a apalabrar la boda de la infanta Isabel (luego santa Isabel) con el monarca luso Dionis, contándose entre los asistentes Clara, hija de un caballero turiasonense por la que la reina sentía predilección.

Entre Clara y Manfredo surgió lo que parecía un apasionado amor, y todos los días se encontraban en la olmeda de la fuente del Beso. Pronto se intuyó en palacio que las relaciones habían ido más allá de lo que los preceptos religiosos permitían, de modo que Manfredo se vio obligado a dar palabra de casamiento a Clara, con gran alegría de doña Constanza, la reina


LOS AMORES DE CLARA Y MANFREDO, Tarazona, fuente del beso


Sin embargo, las relaciones entre Clara y Manfredo se fueron enfriando hasta que, en cierta ocasión, cuando llegó él desde Barcelona no fue a verla y la joven provocó un encuentro con Manfredo, que se resistió a efectuar la boda.

Confesó Clara lo sucedido a la reina quien le afeó el haberse entregado a Manfredo antes del matrimonio, pero, no obstante, accedió a hablar con el joven para tratar de solucionar la desavenencia. Todo fue en vano. El paje real le dijo a doña Constanza que, como ella bien sabía por su origen, ningún caballero siciliano llevaría al altar a una de sus mancebas. Al saberlo, Clara tomó una decisión.

Un atardecer, como solían hacer, citó a Manfredo en la fuente del Beso, quien acudió pensando en una despedida amistosa. Clara, no obstante, volvió a recordarle la promesa. Este, ante la nueva negativa, en un descuido del joven, le hundió la daga que llevaba escondida. Se tornó roja el agua de la fuente y del Queiles, mientras el cuerpo de Manfredo quedaba inerte.

La joven huyó de Aragón temerosa de la justicia del rey e ingresó en un convento de clarisas, de donde la quiso rescatar santa Isabel, ya reina de Portugal, cuando se enteró de tan triste historia.
Pero Clara, aunque agradecida, declinó la oferta, contestándole que «no quiero servir en corte alguna, porque estoy vieja para dama y muy moza para dueña».

sábado, 6 de julio de 2019

JAIME I HEREDA LA ESPADA TIZONA


119. JAIME I HEREDA LA ESPADA TIZONA (SIGLO XIII. MONZÓN)

Un día como tantos otros, paseaban por los alrededores de Monzón un grupo de templarios y dos niños. Eran éstos el príncipe Jaime —huérfano y heredero del rey Pedro II, que había muerto en Muret— y su primo Ramón, conde de Provenza.

El papa Inocencio III, para evitar que Simón de Monfort (el gran enemigo de Pedro II) pudiera hacer daño a Jaime, encomendó al infante-niño a don Guillén de Montrodó, maestre del Temple, encargándole de su educación tanto en las letras como en los secretos de las armas. El castillo de Monzón se convirtió así en la auténtica escuela del futuro Jaime I el Conquistador.

Anduvieron hasta llegar a la ermita de la virgen de la Alegría y al regreso se detuvieron a beber agua en la fuente del Saso, cerca de la ermita de san Vicente y santa Quiteria, donde un monje hacía vida eremítica.

JAIME I HEREDA LA ESPADA TIZONA (SIGLO XIII. MONZÓN)
fuente del Saso, Monzón.

Al verlos, el eremita se acercó a la comitiva y, dirigiéndose a Jaime, le dijo que se fijara en la espada que llevaba colgada el maestre Montrodó. Era la espada Tizona que blandiera en su día el Cid, y que había llevado a Monzón la hija de éste, Cristina, cuando en 1098 se había casado con el señor de Monzón, Ramiro Sánchez.


Hizo el monje que Jaime tomara la espada y que la introdujera en el remanso acuoso de la fuente como para templarla. Luego le dijo que se la ofreciera a santa María de Lascellas. Con su patrocinio, aquella espada sería fuente de muchas venturas y valentía.

Jaime creció en edad y fue coronado como Jaime I, rey de Aragón. Abandonó Monzón e inició su reinado. Pero cuando comenzó la reconquista de Valencia, acordándose de las palabras del eremita, mandó mensajeros al castillo montisonense para que le enviaran, junto con sus joyas, la famosa espada Tizona, que alternó con las espadas Villardell y San Martín.

[Castillón, Francisco, El santuario dela Virgen de la Alegría de Monzón, págs. 79-81.]

https://es.wikipedia.org/wiki/Tizona

La Tizona o Tizón es una de las espadas (junto a la Colada) que la tradición o la literatura atribuye al Cid Campeador. Según el Cantar de mio Cid (compuesto hacia 1200) la Tizón (su nombre hasta el siglo XIV)​ pertenecía al rey Búcar de Marruecos y el Cid se la ganó en Valencia.

Al igual que sucede con la otra espada que el Cantar de mio Cid y la tradición posterior atribuye Más tarde hubo una común opinión que identificaba la espada de Jaime I de Aragón el Conquistador, llamada Tisó, con la que se atribuye en el cantar de gesta al héroe castellano, pero se trata de otra creencia legendaria, pues en el Llibre dels fets (autobiografía del rey aragonés), donde se comentan con detalle aspectos de la Tisó, no se habla del origen cidiano de ninguna manera, por lo que lo más probable es que se trate de una coincidencia en el nombre de la espada. Además, la Tisó de los reyes de Aragón procedía de Ramón Berenguer I, que poseía esta espada hacia 1020. Esto hace difícil que la espada pasara de los condes de Barcelona al Cid y luego volviera a poder de la Casa de Aragón, y es más lógico pensar que la Tisó siempre perteneció a esta Casa.

Hay otras varias Tizonas a las que se les ha atribuido ser la del Cid. Una de ellas figuraba en el inventario de los tesoros de la cámara regia de Castilla que fueron enajenados por Álvaro de Luna, recuperados en 1452 y localizados en un inventario de 1503 en el alcázar de Segovia. En dicho inventario se describía «una espada que se dice Tizona, que fue del Cid; tiene una canal por medio de amas partes, con unas letras doradas; tiene el puño e la cruz e la mançana de plata, e en ella castillos e leones de bulto [='en relieve'], e un leoncico dorado de cada parte de la cruz en medio; e tiene una vaina de cuero colorado, forrada de terciopelo verde». Esta espada era ceremonial, por los detalles de su guarnición (que reflejan la heráldica castellana) y pertenecería a algún miembro de la realeza de Castilla o de su familia; tras esta mención no hay más noticias, aunque se piensa que la hoja de espada con número de inventario G. 180 de la Real Armería de Madrid pudiera pertenecer a la espada descrita en 1503.

JAIME I HEREDA LA ESPADA TIZONA (SIGLO XIII. MONZÓN)


Otra presunta Tizona estuvo en poder de los marqueses de Falces, a quienes llegaría entregada en custodia por Fernando II de Aragón el Católico, más específicamente a la familia Velluti. Se conservaba desde por lo menos el siglo XVII en el Castillo palacio de Marcilla. Es esta la espada que se depositó en el Museo del Ejército de Madrid, aunque actualmente se expone en el Museo de Burgos, junto con otros objetos presuntamente vinculados al Cid. Es un arma de 1,153 kg. Su hoja tiene 933 mm de longitud en total (con filo 785 mm) y 43 mm de ancho máximo. La acanaladura del centro mide 336 mm.

En este canal está grabada la leyenda
«IO SOI TISONA FUE FECHA EN LA ERA DE MILE QUARENTA»
(«Yo soy Tizona. Fue hecha en la era de 1040 (año 1002)») por una de las caras y por la otra «AVE MARIA GRATIA PLENA DOMINUS MECUM [sic]». Su guarnición tiene el pomo plano, el puño largo y cónico, forrado de alambre de hierro, el arriaz es curvo y las patillas tienen pitones. Todo ello responde a una tipología que data de fines del siglo XV. La inscripción es claramente falsa; por ejemplo, la palabra Tizona se difunde solo a partir del siglo XIV, frente a Tizón, que es el término con que se la nombra en las fuentes más antiguas. Menéndez Pidal considera que esta espada es una falsificación del siglo XVI. Otros autores, como Bruhn, postularon que la hoja puede ser la de la también apócrifa Colada que se describe en el mismo inventario de 1503. Las recientes investigaciones de la Universidad Complutense de Madrid, publicadas en 2001, señalan que la hoja es del siglo XI; sin embargo el Conservador de la Real Armería Álvaro Soler del Campo indica que la hoja está formada por tres piezas soldadas y que su tipología es la misma que la de la empuñadura, guarnición y el epígrafe, que son de época de los Reyes Católicos. Todo indica, por lo tanto, que pese a lo dicho por la Universidad Complutense, se trata de una falsificación de época bastante posterior, aunque se pudieron utilizar fragmentos de hoja de espada del siglo XI para componerla.


El rey Fernando el Católico le entregó la espada al Condestable mosén Pierres de Peralta (Pedro de Peralta y Ezpeleta), primer Conde de Santisteban de Lerín, Barón de Marcilla y abuelo del primer marqués de Falces, por los servicios prestados por este en las negociaciones que permitieron su matrimonio con Isabel de Castilla. Esta espada permaneció hasta el siglo XX custodiada por los marqueses de Falces en el castillo palacio de Marcilla. Se describe la espada así: «Con empuñadura de hierro totalmente negro, hoja de dos filos, delgada, tersa, y flexible».

Después de la Guerra Civil, la espada que conservaban los marqueses de Falces, y que posteriormente estuvo depositada en el Museo del Ejército de Madrid, se trasladó, junto con todo el inventario de esta institución, a su nueva sede del Alcázar de Toledo. El propietario José Ramón Suárez del Otero, marqués de Falces, ofreció su venta al Ministerio de Cultura, que rechazó la compra por no existir constancia histórica de que realmente perteneciera al Cid y por el elevado precio exigido por el propietario (los informes del ministerio la tasaron entre 200.000 y 300.000 euros, según la agencia de noticias Reuters).

Finalmente, la Junta de Castilla y León y la Cámara de Comercio e Industria de Burgos pagaron en el 2007 1.600.000 Euros al marqués de Falces por la espada.6​7​ Se esperaba que su destino final fuese la catedral, donde se encuentra actualmente el sepulcro del Cid y de su mujer Jimena, así como otros recuerdos cidianos como su carta de arras de 1079 por el que sustituye las que le había otorgado antes de 1076 por su matrimonio​ y el llamado «cofre del Cid» con el que, según la creencia popular, el Cantar de mio Cid engañó a los judíos Raquel y Vidas; pero acabó siendo expuesta en el Museo de Burgos. El arma fue declarada Bien de Interés Cultural en 2002.

En 2013 el marqués de Falces fue condenado a pagar 750.000 euros del dinero recibido de las instituciones públicas de Castilla y León, a la familia del pescador luarqués Salustiano Fernández Suárez y su mujer Jacinta Méndez, declarados sus herederos universales por el último de los sucesores de quienes recibieron la espada en depósito: Pedro Velluti Murga, muerto soltero sin descendencia, ciego, a quien la familia Suárez había cuidado en sus últimos treinta años de vida, los diez últimos en el domicilio de la familia en Luarca.10​ Sin embargo, en noviembre de 2016 el Tribunal Supremo revocó dicha sentencia, otorgándole la razón nuevamente al Marqués de Falces.

La primera referencia a la Tizona aparece en el Cantar de mio Cid, donde se la llama Tizón. Este nombre, según el Tesoro de la lengua castellana o española de 1611, proviene del latín titio, un sinónimo de 'brasa, leño ardiente' (teó en chapurriau)

En el antiguo poema de ficción Cantar de Mio Cid, la Tizona tiene personalidad propia, ya que su fuerza varía según el brazo que la esgrime, aterrorizando a los adversarios indignos. Mientras la Tizona está en posesión de los infantes de Carrión, estos desdeñan su fuerza. Tras la afrenta de Corpes, el Cid recupera sus espadas y entrega la Tizona a Pedro Bermúdez para su duelo con el infante Ferrán González. Este se declara vencido antes del combate a espada, atemorizado al ver a Pedro Bermúdez desenvainar la Tizona:

Él dexó la lança, e mano al espada metió;
cuando lo vio Ferrán Gonçález, conuvo [reconoció] a Tizón,
antes qu'el colpe esperasse dixo: —¡Vençudo só!—

Cantar de mio Cid, versos 3642–3645. Edición de Montaner Frutos (2011:213-214).

Marrero Cabrera, Juan Antonio: «La Tizona en Palacio», en MILITARIA. Revista de Cultura Militar, 2000, pp. 157–167.

http://147.96.1.15/BUCM/revistas/amm/02148765/articulos/MILT0000110157A.PDF

Montaner Frutos, Alberto (ed. lit., estudio y notas), Cantar de mio Cid, Barcelona, Galaxia Gutenberg; Real Academia Española, 2011.
ISBN 978-84-8109-908-9


https://www.caminodelcid.org/cid-historia-leyenda/cantar-mio-cid/


L'espasa de Vilardell és una de les espases de virtut o folklòriques més famoses de Catalunya, tal com reflecteix Martí de Riquer al seu llibre Llegendes històriques catalanes. És potser la llegenda més potent i més ben girada de l'imaginari català, equivalent a la famosa espada Excàlibur de la llegenda del Rei Artús.


domingo, 21 de junio de 2020

220. LA ENAMORADA DEL CID, Griegos

220. LA ENAMORADA DEL CID (SIGLO XI. GRIEGOS)


220. LA ENAMORADA DEL CID (SIGLO XI. GRIEGOS)


Un rey moro del altiplano hoy turolense, sin duda de Albarracín, tenía una joven y bella hija que se había enamorado perdidamente de un caballero cristiano, que algunos aseguran que no era otro que el mismísimo Cid Campeador, tan asiduo visitante de estas tierras que le encaminaban a Valencia. No obstante, entre ambos jamás había mediado palabra alguna, puesto que nunca se habían visto, aunque la muchacha estaba resuelta a verle y declararle sus sentimientos.

Un día —enterada de que el caballero cristiano merodeaba por las tierras de su padre y que pretendía hostigar al rey islamita— la bella mora, conocedora del terreno, decidió acudir a un paraje en el que manaba una fuente por la que, sin duda, tendrían que pasar los cristianos. Allí esperaría la llegada de su enamorado y hablaría con él.

Se enteró el rey de la ausencia de su hija y, en un intento desesperado de evitar que cayera en manos del cristiano y aun a trueque de perderla, invocó a un mago para que la convirtiera en estrella. El hechicero procedió al encantamiento, pero en el último momento, apenado por el triste futuro que se le imponía, introdujo una variación en la fórmula ritual, pues la clarividencia connatural a estos nigromantes le hizo ver tiempos mejores y más felices para la bella dama.

Así ocurrió y desde entonces todas las noches se asoma en forma de estrella a los reinos de su padre para contemplarlos desde el cielo. Cada cien años toma de nuevo la forma de una hermosa doncella y, sentada junto a la fuente donde fuera encantada, peina sus cabellos pausadamente con un peine de oro macizo y piedras preciosas.

Se cuenta que un pastor coincidió con una de esas apariciones y, acercándose a la joven, oyó que ésta le preguntaba a quién prefería, si a ella o al peine. El pastor, tentado por la codicia, prefirió el peine de oro y pedrería, así que ella se lo arrojó y desapareció. Pero el peine se convirtió en astilla de pino y la princesa, que sigue brillando en el cielo como estrella, hace ya tiempo que le perdonó y sólo espera el día de volver a la fuente por si aparece el caballero al que sigue amando.

[Beltrán, Antonio, Introducción al folklore aragonés (I), págs. 108-109.]


Domina la vista sobre Griegos la imponente Muela de San Juan, uno de los miradores más privilegiados de la Sierra de Albarracín, pero además de estas impactantes vistas, donde se ubican las pistas de esquí de fondo, los alrededores de Griegos conservan una rica biodiversidad: la dehesa boyal es, en primavera, un estallido de flora que atrae a numerosos fotógrafos y naturalistas. Abundante fauna se puede avistar en cualquier época del año y para aquellos que prefieran contemplarla a resguardo, queda la visita a su Museo de Mariposas. Griegos atesora también entre sus hitos, ser el segundo pueblo más alto de España, otro atractivo más para este pueblo encalado.

sábado, 6 de julio de 2019

LA PRIMERA ESPADA DE JAIME I


118. LA PRIMERA ESPADA DE JAIME I (SIGLO XIII. MONZÓN)

fuente del saso, Monzón, LA PRIMERA ESPADA DE JAIME I


El padre del rey Jaime I el Conquistador, Pedro II de Aragón, vivió los últimos días de su vida ensombrecidos por las insidias y la traición de sus propios hermanos, hasta que lograron matarlo junto con su mujer, la reina.
No contentos con ello, quisieron y planearon acabar, asimismo, con todos sus descendientes, pero uno de sus hijos, que todavía era muy pequeño, logró huir camuflado entre los carromatos de unos mercaderes, que lo dejaron en el castillo de Monzón, al cuidado de los templarios.

Estos monjes guerreros trataron de educar al joven infante, que estaba llamado a ser rey de Aragón como hijo del monarca fallecido, pero no sabiendo a ciencia cierta cuál podría ser su verdadera vocación, intentaron favorecer por igual su contacto tanto con el mundo de las letras y el religioso y como con el castrense. Fueron observando atentamente las inclinaciones naturales y los progresos del muchacho y pronto descubrieron la pasión del pequeño Jaime por las armas cuando jugaba con otros niños de su edad, de modo que acabaron procurándole una espada con la que ejercitarse.

El infante Jaime había ido aprendiendo los movimientos correctos de la mano y del cuerpo con la espada empuñada. Así es que un día, cuando pretendía acostumbrarse a la nueva arma que acababan de entregarle, yendo camino de la fuente delSaso, en las afueras de Monzón, se encontró con un peregrino.

No conocía de nada a aquel hombre, pero se detuvo con él para charlar, a la vez que seguía haciendo ejercicios con su espada nueva. El peregrino, que no dejaba de mirarle, le dijo al infante: «Jaime, lava tu espada en este agua y tus batallas serán ganadas en todos los lugares que desees conquistar». El niño paró en su juego y, haciendo caso a invitación tan sugestiva, sumergió el arma en las aguas cristalinas del manadero, acto que repitió en varias ocasiones antes de regresar al castillo para seguir recibiendo lecciones.
El agua de la fuente, al conjuro del desconocido peregrino, dio a Jaime energía para ser un buen guerrero y sabiduría para gobernar con justicia.

[Datos proporcionados por Mª Paz Aurusa y Olga Guallarte, Cº de «Santa Ana». Monzón.]

domingo, 14 de junio de 2020

200. LA ETERNA ESPERA DE LA MORA DE GUADALAVIAR


200. LA ETERNA ESPERA
DE LA MORA DE GUADALAVIAR (SIGLO XII. GUADALAVIAR)

La suerte estaba echada. Los guerreros cristianos dominaban la situación por doquier. Cuando le tocó la hora al reino sarraceno de Albarracín, que no podía esperar ayuda alguna, la mayor parte de la población mora permaneció en sus casas, pero sus principales responsables políticos huyeron hacia el Levante y el Sur.
Entre los emigrantes, marchó presuroso un jinete llevando a la grupa de su montura a una joven y bella mora. Como el peso de ambos dificultaba la huida, al llegar al pie de la Muela de San Juan, a la entrada de una enorme gruta, el jinete sarraceno descabalgó a la joven, diciéndole que le esperara allí hasta su regreso, en el que todavía confiaba.
La «cueva de la mora», aunque ni grande ni profunda, tiene en sus entrañas recónditas moradas y quebrados pasadizos, de modo que la gente, temerosa, no se atreve a entrar. Lo cierto es que la bella joven musulmana, tras quedarse totalmente sola, se aposentó en la oquedad y se dispuso a esperar cuanto tiempo fuera preciso.
Mientras, los victoriosos ejércitos cristianos, imparables en su avance, se apoderaron por completo del reino albarracinense, de modo que el regreso al pasado musulmán, que había sido glorioso, fue imposible. Pero la bella joven siguió esperando a su caballero.
Todavía ahora hay quien dice que, año tras año, el día de san Juan, cuando las primeras luces del día iluminan las cumbres de la Muela de San Juan y van invadiendo con lentitud las gargantas y valles que confluyen en el valle del brioso Guadalaviar, la muchacha sale de la cueva y, sentándose a la vera de una fuente clara que mana junto a la misma, se la ve peinar pausadamente, sin prisa alguna, su larga y negra cabellera con un peine de oro, sirviéndole las aguas de espejo. Luego, terminado su tocado, regresa a la cueva para salir sólo al año siguiente, esperando eternamente presa de tan singular encantamiento.
[Tomás Laguía, César, «Leyendas y tradiciones...», Teruel, 12 (1954), 143-144.]

* Hasta no hace mucho, los mozos de la comarca, junto con sus jóvenes esposas, solían acudir a celebrar junto a la fuente —como «Fuente de los Mozos» se le conoce— el segundo banquete tras las nupcias, esperando que la constancia y la fe en una promesa, cual fue el caso de la bella muchacha mora, fortaleciera el vínculo recién estrenado.

https://nogueradealbarracin.wordpress.com/2011/07/16/la-leyenda-de-la-cueva-de-la-mora/
200. LA ETERNA ESPERA  DE LA MORA DE GUADALAVIAR



https://www.comarcadelasierradealbarracin.es/index.php/la-comarca-portal-del-ciudadano/conocenos/introduccion/54-portal/conocenos/introduccion/165-leyendas

193. LA PRINCESA MORA QUE BUSCÓ LA LIBERTAD


193. LA PRINCESA MORA QUE BUSCÓ LA LIBERTAD (SIGLO X-XI. FRÍAS DE ALBARRACÍN)

En la corte musulmana de Albarracín, el rey tenía encerrada a su hija Aixa en una lóbrega habitación del alcázar real. Estaba confinada allí por el grave delito de ser hermosa y objeto de un posible pacto con algún reyezuelo sarraceno del que obtener provecho. Nadie, pues, la podía ver, no fuera que los planes paternos pudieran fallar.
Sin embargo, una noche de verano en que el señor albarracinense se hallaba ausente de la ciudad, Aixa logró salir del recinto amurallado y lanzarse a la libertad por los montes de Frías. Se escondió entre las paredes de un semiderruido castillo, a cuyo pie brotaba una fuente de claras aguas. La princesa disfrutó así de la quietud del monte, del volar vertiginoso de los pájaros, del susurro de las hojas al ser mecidas por el viento... Se sentía libre.

En la corte, en cambio, todo era inquietud, pues se temió que Aixa había sido raptada. Se registró toda la ciudad, hasta el último rincón; se recorrió el río; se enviaron emisarios a todos los castillos, incluso los cristianos. Nadie supo dar la más mínima noticia que pudiera conducir al paradero desconocido de la princesa.
Se recurrió, asimismo, a magos y adivinos venidos de todos los confines, pero ningún conjuro logró dar fruto. Cuando ya se desconfiaba del procedimiento, una hechicera llegada de al-Andalus le dijo al rey que su hija estaba viva, y que fue ella misma quien eligió la libertad. No obstante, jamás podría hallarla, aunque sí castigarla a distancia, si así lo deseaba.
La hechicera, con el beneplácito del rey, ideó un castigo sibilino. Ya que la muchacha deseaba vivir como el corzo y el águila, como éstos debía sufrir alguno de los rigores de la naturaleza. La condenó así a que, siempre que acudiera a la fuente a saciar su sed, las aguas del manadero se retiraran, como así ocurrió desde aquel día.
Hoy, cualquiera que recorra con sosiego las montañas de Frías, como hiciera Aixa, podrá hallar la «fuente Mentirosa» o «Burlona», única en toda la comarca de manadero intermitente: tan pronto emerge su hilo de cristal como desaparece por algún tiempo. En las ruinas próximas, Aixa, sin embargo, prefirió la libertad a la espera interminable en la sala lóbrega del palacio real.
[Tomás Laguía, César, «Leyendas y tradiciones...», Teruel, 12 (1954), 138-140.]

lunes, 22 de junio de 2020

242. LA PERSECUCIÓN DE ELENA (SIGLOS X-XI. BIESCAS)

242. LA PERSECUCIÓN DE ELENA (SIGLOS X-XI. BIESCAS)

242. LA PERSECUCIÓN DE ELENA (SIGLOS X-XI. BIESCAS)


En nuestros pueblos y ciudades, las relaciones entre los musulmanes, dominadores, y los cristianos mozárabes, sometidos, solían ser generalmente pacíficas, pero, no obstante, en determinados momentos la coexistencia entre ambos pueblos se deterioraba.

En cierta ocasión, una joven muchacha de la localidad de Biescas, llamada Elena —que había salido a llevar la comida a su padre y hermanos y le aguardaban en la borda alta donde estaban trabajando— fue perseguida enconadamente por un grupo de moros armados. La muchacha, que apenas si mantenía corriendo la distancia que le separaba de sus perseguidores, sintió los efectos del cansancio y se paró para tomar aire y sentarse en una piedra.

En aquel momento, se sucedieron una serie de hechos absolutamente insólitos. La losa sobre la que descansaba Elena se convirtió en silla cómoda y, junto a ella, brotó una fuente abundante de agua clara que le permitió recuperar fuerzas. En el suelo, humedecido por el agua, quedaron marcadas las huellas de sus pies. Este último detalle no tendría importancia si no fuera por el hecho de que la joven se había puesto las zapatillas al revés para tratar de despistar a sus perseguidores, como así sucedió.

Esta estratagema le proporcionó una cierta ventaja, aunque al fin los moros perseguidores adivinaron la añagaza que había urdido la joven y volvieron a pisarle los talones.

Sintiéndose perdida, la muchacha se introdujo en una cueva para esconderse. Sin duda alguna, este hecho hubiera sido inútil si una araña, trabajando con celeridad inusitada, no hubiera cerrado con su tela sutil la entrada del antro. Porque, en efecto, al llegar allí los moros perseguidores y ver la telaraña intacta, dijeron: «Donde la araña tejió, Elena no entró». En ese momento, desorientados sobre el camino que Elena podía haber emprendido, desistieron en su persecución.
En la actualidad, una ermita y una fuente junto a la cueva delatan el paso de santa Elena, que todavía tiene allí su santuario, en las afueras de Biescas.

[Datos proporcionados por Isabel Castillo. Colegio «San Vicente de Paúl». Barbastro.]


Hay lugares que irradian un magnetismo especial, uno de ellos es el entorno de Santa Elena. La magia y el misterio rodean esta zona estratégica, que concentra la religiosidad popular del alto Gállego, que tiene su epicentro en la ermita de Santa Elena y más concretamente en su cabecera, que se encaja en la gruta donde la leyenda ubica la ocultación de la santa y brotan las milagrosas aguas de la gloriosa. En los alrededores el Congosto, las galerías defensivas, el dolmen, el puente del Diablo, la olvidada ermita de Santa Engracia…
Desnivel: 200 m. Duración: 2 horas. Época recomendada: todas. Punto de partida y de llegada: capilla de Santa Elena. Asentada junto a la carretera A-136, en pleno desfiladero del Río Gallego, se halla esta construcción religiosa ubicada a 4,5 km de Biescas y a 31 KM de Jaca, que permite a sus aledaños el estacionamiento de vehículos. Marca el inicio del Valle de Tena hacia el norte.

232. LA MORA QUE ACUDIÓ A LA VIRGEN DE SALAS (SIGLO XIII. HUESCA)

232. LA MORA QUE ACUDIÓ A LA VIRGEN DE SALAS
(SIGLO XIII. HUESCA)

232. LA MORA QUE ACUDIÓ A LA VIRGEN DE SALAS  (SIGLO XIII. HUESCA)


En Borja, como en tantos otros lugares de Aragón, convivieron cristianos y moros tras la reconquista. Cada comunidad tenía, como es lógico, sus propias costumbres y tradiciones fruto de la distinta concepción de la vida y de la muerte, mas, con la excepción de aislados y contados casos, la coexistencia solía ser pacífica y el trato entre unos y otros natural.

En el seno de la comunidad mudéjar de Borja, una madre vio cómo su hijo de corta edad enfermaba, sin que los físicos o médicos borjanos ni de los pueblos de alrededor hallaran remedio a su mal. La salud del niño fue agravándose poco a poco hasta acabar muriendo. Es de imaginar el desconsuelo de la madre y las escenas de dolor inmenso a que el fatal desenlace dio lugar.

La desconsolada mora borjana, en sus constantes idas y venidas diarias a la fuente, había oído a unas amigas cristianas que existía en las afueras de la ciudad de Huesca una imagen milagrosa de la Virgen de la que contaban historias inverosímiles. Las amigas las llamaban milagros y, aunque la agarena no entendía cómo pudiera ser posible aquellos hechos tan fantásticos, decidió llevar a su hijo muerto hasta Huesca para pedir por él a la Virgen de sus amigas.

Cuando con cierto recelo les contó a sus vecinas musulmanas qué era lo que pretendía hacer, oyóse de todo, pero no cejó en su empeño y se encaminó a Huesca, mejor dicho, a las afueras de Huesca, puesto que la ermita de la Virgen estaba situada en las huertas aledañas a la ciudad. Allí supo que se llamaba Nuestra Señora de Salas.

Tras un penoso viaje, llegó al santuario oscense y rogó a la Virgen por su hijo muerto desde su fe distinta, pero con el corazón limpio y fue escuchada. El pequeño morico jugaba ya antes de que la madre saliera del templo.
Volvió a Borja y narró en la fuente todo lo que había sucedido mientras el niño correteaba con otros niños. Sus vecinas moras callaron, pero jamás le perdonaron. No se hizo por aquello cristiana, pero desde entonces comprendió que sentía lo que las madres cristianas sentían.

[Aguado Bleye, Pedro, Santa María de Salas en el siglo XIII, pág. 119.]


"La celebración del voto a la Inmaculada Concepción en oficio del TOTA PULCHRA se celebra anualmente en Huesca el 7 de diciembre, vigilia de la festividad católica de la Inmaculada Concepción, con la participación de tres instituciones: la académica, heredera de la Universidad de Huesca, representada por el Claustro del Profesorado del Instituto de Enseñanza Secundaria Ramón y Cajal, la municipal, representada por el Ayuntamiento de Huesca y la eclesiástica, a través del Cabildo Catedralicio, que incorpora un ritual específico en cuanto a procedimiento, usos, intervenciones musicales y de patrimonio mueble, renovado y adaptado al paso de los tiempos. La Ceremonia del Tota Pulchra está protegida por el Gobierno de Aragón como Bien de Interés Cultural Inmaterial con carácter provisional mediante la incoación del procedimiento correspondiente, en fase de exposición pública" Información tomada del programa "LUMEN AD CIVITATEM", la ceremonia del Tota Pulchra y la exposición sobre la misma a desarrollar en la catedral de Huesca del 2 de diciembre de 2013 al 22 de enero de 2014.


http://www.romanicoaragones.com/3-Somontano/990393-HU-Salas.htm


La talla del siglo XIII de la Virgen de Salas se halla expuesta en la sala de orfebrería en la que se muestran algunos otros objetos procedentes de ese santuario acompañando al magnífico frontal que se expone allí de modo permanente. La talla de la Virgen de Salas procede de la localidad de Salas Altas próxima a Barbastro, según relato del S. XVIII de F. Roque Alberto Faci: "...La de Salas, que como huésped de este santuario, está en el nicho principal de su altar, cediéndosele la de la Huerta. Dejó milagrosamente el altar que tenía en el lugar de Salas Altas, pueblo vecino a la ciudad de Barbastro, y por ministerio de Ángeles fue traída a dicha iglesia. La causa porque dicha imagen dejó a Salas Altas, no se sabe, pero si que los de Salas Altas pidieron dicha imágen hallándola menos, y el señor Obispo de Huesca y esta Ciudad, se la negaron, celebrando el favor de esta Reina Soberana en dignarse venir a este templo. Por la venida de Nuestra Señora de Salas se mudó el nombre de Santuario de Huerta, en Salas y desde ese tiempo se llamó Nª Sª de Salas. No se sabe el año cierto de este suceso; pero es seguro fue antes del año 1200, en el cual por el suceso milagroso de la Traslación prodigiosa de Nª Sª de Salas a este Santuario, lo dotó, benefició y reedificó la Reyna Doña Sancha; madre del Rey Don Pedro II y abuela de Don Jaime de Aragón y fundadora del real Monasterio de Sigena." (Texto tomado de J. L. Aramendía). Alfonso X "El Sabio", rey de León y Castilla (1252-1284) le dedicó nada menos que diecisiete de sus cantigas ( Las número 43, 44, 109, 114, 129, 161, 163, 164, 166, 167, 168, 171, 172, 173, 189 y 247); siendo la Virgen a la que más cantigas dedicó y la única aragonesa. Aramendía transcribe la cantiga 164 que justifica su pálido color en relación con un episodio de acusación a su prior de batir moneda falsa. Fue detenido por los soldados del infante Fernando abad de Montearagón cuando se había refugiado en su cementerio: "La virgen dio entonces un gran grito que hizo temblar la Tierra, apartó de si a su Hijo y perdió el color y la hermosura. El infante abad, arrepentido de la violación del asilo sagrado, dio libertad al prior y por consejo del obispo de Huesca, que le reprendió el hecho, entró en la iglesia con su gente, todos con dogales al cuello, para desagraviar a Santa María. La imagen, para demostrar que les perdonaba, acercó a si a su Hijo, pero nunca volvió a recobrar el color perdido". En las sucesivas imágenes muestro tomas generales de la talla, así como primeros planos de las caras de la Virgen y del Niño. También detalles interesantes como el cinturón de la Virgen, la decoración de su escabel o la oquedad que forma el manto de la Virgen junto a su brazo derecho, típica según relata Domingo Buesa de las "Vírgenes-Manto" aragonesas. Tanto la presencia del manto, como el escabel oscense o la corona decorada con palmetas certifican según Buesa, la iconología del siglo XIII de esta Virgen-Ternura o Virgen-Sustentante.

jueves, 29 de julio de 2021

Á L´HORA DEL TRENCH DE L´AUBA.

II


Á
L´HORA DEL TRENCH DE L´AUBA.



MEDITACIÓ
Y SÚPLICA.



Deus, Deus meus,
Ad Te de luce vigilo.
(Salm LXII.)







Ab
la llum matinera de la diada,
Ab les gayes cançons del
passerell,
Oh Deu, mon Deu, desperta
L´ánima mía, pren
assedegada
Son vol rápit envers vostre Escambell.







II


Á
LA HORA DEL ALBA.




MEDITACION
Y SÚPLICA.



Con
la primera luz del día, con las alegres canciones de los pajarillos,
oh Dios, Dios mío, despiértase mi alma, y toma, sedienta de Ti, su
rápido vuelo hacia tu Trono.





Jau
lo còs en lo llit, mes ab dalera
Mon pensament s´enlayra fins á
Vos.



¿No
sou font sanitosa
Que la carn esmortuida regenera,
Que fa
s´alegri l´esperit dolrós?



Del
erm los solitaris en esta hora
La salmodia començan del matí;
Al
sò d´una campana,
Que´s sent de los pinars per més enfora,
Ab
fe us demanan lo socors diví.



Pare
nostre, qu´estau en les altures,
De resplendentes glories
rodejat,
Com l´ermitá us imploro;
Permeteume que conte
desventures,
Que us demane consol per caritat.



¿Lassa
còm no ha d´estar l´ánima mía
Si per tot vostre Nom veig
malehir,
Y, ensenyorint la terra,
Axecarse ab ergull la
flastomía,
Fahent als hòmens del Creador fugir?







Aun
ántes de levantarse de la cama el cuerpo, anheloso mi pensamiento se
remonta hasta Ti. ¿No eres la fuente de salud, que regenera la
enfermiza carne, que alegra el doliente espíritu?

Los
solitarios del yermo principian ahora la salmodia matutina; al són
de una campana, que resuena más allá de los pinares, con fe
impetran de Ti divino auxilio.



Padre
nuestro, que estás en los Cielos, rodeado de resplandeciente gloria;
como el ermitaño te imploro. Permíteme que te cuente desventuras;
que por caridad te suplique me consueles.



¿Cómo
no ha de estar angustiada mi alma, si por do quiera oigo maldecir tu
santo Nombre? Írguese estólida la blasfemia, enseñoreándose del
mundo; los hombres huyen de su Creador.





Lo
Regne de la pau y la bonesa
Que Vos vinguéreu á establir al
mon,
´Par que retut ne quedi.



Triunfa
lo mal, s´engrexa la vilesa,
Floca la guerra, la justicia´s
fón.



La
Voluntat del univers regina,
Qui del no-rés tragué los mars, la
llum,
La gran naturalesa;
La Voluntat, dels ángels lley
divina,
Menysprehada n´es de vanitat pe´l fum.



Guaytáu,
Senyor, desde lo trono altíssim,
Guaytáu... No hi há nengú que
fassa ´l bé;
La miseria ´ns atupa;
Per moltes parts hi falta
lo suavíssim
Pa d´esperit, y´l de lo còs també.



¡Ah!
Si d´amor la font veym estroncada
Y l´arbre de la ciencia
enmatzinat,
Si´l cor y el seny patexen;
La descarnida fam, la
set irada,
Del còs de molts gaudexen á ciutat.







El
Reino de la paz y la bondad, que Tú viniste á establecer en el
mundo, aparece derrotado. El mal triunfa, se engorda la vileza, es
aclamada la guerra, desconócese la justicia.

La Voluntad
reina del universo, que de la nada sacó los mares, la luz, la
grandiosa naturaleza; la Voluntad, divina ley de los ángeles; es acá
abajo despreciada, por el humo de los vanos caprichos.



Mira,
Señor, desde tu trono altísimo; mira... Nadie practica el bien. La
miseria nos azota. En muchas partes falta el dulce pan del espíritu,
y áun el del cuerpo.



¡Ah!
que se ha secado la fuente del amor; que se ha envenenado el árbol
de la ciencia. El corazon y el entendimiento sufren. Y por cima de
eso, la descarnada hambre, la rabiosa sed, se apoderan de muchos
infelices en las ciudades modernas.







Y
´ls contratemps los hòmens no sofferen,
Y, omplerts d´enveja y
de mortal rencor,
Foch del infern vomitan;
Los deutes de son
pròxim no alleugeran,
Y ´ls oys cobejan enjegant
l´amor...

L´ánima mía fins al moll dels òssos
Assabarada
d´amargor está.



L´ampla
terra consiro,
Y l´infantívol innocencia, trossos,
Ab vell
vestit, despellissada vá.



Aydat
de los plahers ab la falsía
Per fernos renegar vé el
tentador;
Ens breça, ens afalaga;
Per places y carrers, de nit
y día,
Rialler presenta lo pecat traydor.



¡Oh
Pare, Pare nostre!, ¿ens abandona
La omnipotencia? La que ´ls
lliris vest;



Y
á les aus boscatanes
En lo xarmat ivern socors les dona,
¿A
Satán nos entrega que ´ns envest?







Y
los hombres no soportan con paciencia los contratiempos; y, comidos
de envidia y de mortal rencor, vomitan fuego del infierno. No
perdonan las faltas del prójimo; abrigan, sí, los odios, cerrándose
al amor fraternal.



Mi
alma está anegada en amargura, hasta los tuétanos. Contemplo la
redondez de la tierra: la cándida inocencia anda por ahí
destrozada, con viejos arreos, horriblemente andrajosa.



Ayudado
de los falsos placeres, para hacernos apostatar, viene el tentador.
Nos acaricia, nos halaga; por calles y plazas, de noche y de día,
nos presenta risueños los más infames vicios.



¡Oh
Padre, Padre nuestro!, ¿nos abandona la omnipotencia? La que viste
los lirios del valle, y en el desnudo invierno ampara las aves del
bosque, ¿nos entrega á la furia de Satán?







¡No,
per ditxa!... Lo sol sa llum destrena,
Y de la boyra axuga ´l
regalim;
Sol de la pura gracia,
Envïaunos un raig de llum
serena,
Calor qu´axugui dels pecats lo llim...

Vejentme
past de l´infernal llobera,
Moltes vegades invoquí ´l sant
Nom;
Vos lo crit exoíreu
Y me lliuráreu de l´horrible
fera,
Perque sou sempre el lliurador del hom.



Aveníu,
donchs, bon Deu; per la clemencia,
Per la Mare puríssima eus ho
dich;
Ohíu la humil pregaria.
¡Daunos ajuda, santa
Providencia;
Agenollat posantme eus ho suplich!



Senyor,
vostra fortesa vencedora
Habite avuy en lo pregon dels cors;
Y
la virtut s´axequi,
Com al bes de la rohada animadora
S´axecan
ara les mostisses flors.

Janer 1871.







¡No,
por dicha!... El sol destrenza su cabellera de luz, y enjuga el
reguero de gotas caídas de las nieblas. Sol de pura Gracia, envíanos
un rayo de serena lumbre, cuyo calor enjugue el cieno de los pecados.



Viéndome
pasto del lobo infernal, otras veces invoqué el santo Nombre. Tú
oíste mi grito, y me libraste de la horrible fiera; porque Tú eres
siempre libertador de los humanos.



Vén,
pues, oh Dios. Por tu clemencia, por tu purísima Madre te lo ruego.
Acoge mi humilde plegaria. ¡Danos alivio, santa Providencia; te lo
suplico de rodillas!



Señor
tu invencible fortaleza habite hoy en lo profundo de los corazones. Y
levántese la virtud; como, al beso del vivificante rocío, se
levantan ahora las flores macilentas.