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lunes, 22 de junio de 2020

249. EL POZO DE AINÉS


249. EL POZO DE AINÉS (SIGLOS XIV-XV. TARAZONA)

249. EL POZO DE AINÉS (SIGLOS XIV-XV. TARAZONA)


Tarazona fue siempre una ciudad de tradición mudéjar, lo cual ha quedado reflejado no sólo en su plano urbano y en sus edificaciones, sino también en otros muchos aspectos de su alma colectiva, cual es el caso del riquísimo repertorio de leyendas y tradiciones.

La convivencia de cristianos, musulmanes y judíos en las poblaciones en las que coexistieron no siempre fue fácil ni tampoco necesariamente violenta. Por el contrario, se conocen abundantes y magníficos ejemplos de tolerancia y de entendimiento mutuos.

El presente es un ejemplo de intolerancia. Se trata de la leyenda que algún autor ubica en el siglo XVI, y quizás tenga razón, y que nos habla de un mudéjar turiasonense, Ainés, uno de los muchos moros que quedaron en la ciudad tras su reconquista, aunque en este caso de un moro rico y poderoso que se negaba a respetar la fiesta dominical de los cristianos, más numerosos y prepotentes, pues la fiesta semanal dedicada a su Dios era otra.

Denunciaron de manera repetida los cristianos la infracción a las autoridades de la ciudad, pero era tal el poder del moro en cuestión que nadie se atrevía a reconvenirle ni castigarle. Al final optaron por implorar el castigo divino, que, al parecer, no se hizo esperar.

Un día festivo para los cristianos, cuando se dirigía a realizar las faenas agrícolas en uno de sus campos, como era su costumbre, el poderoso mudéjar vio abrirse súbitamente la tierra bajo sus pies al pasar junto a la falda del monte Ciezmo. De repente, en un abrir y cerrar de ojos, se produjo un inmenso pozo circular de más de quince metros de profundidad, hundiéndose en él el sarraceno junto con sus servidores y caballerías, que desaparecieron como engullidos por la tierra.

El pozo de Ainés así originado, nombre con el que se le conocería desde entonces, sirvió de advertencia y escarmiento al resto de la población mudéjar turiasonense que, en adelante, por miedo a las consecuencias, respetó la fiesta dominical de los cristianos.

[Beltrán, Antonio, De nuestras tierras..., II, pág. 204.]




domingo, 21 de junio de 2020

225. LA CUEVA DE LA MORA ENCANTADA, Tarazona


225. LA CUEVA DE LA MORA ENCANTADA (SIGLO XII. TARAZONA)

225. LA CUEVA DE LA MORA ENCANTADA (SIGLO XII. TARAZONA)


En la tarde de una primavera temprana, un grupo de muchachos musulmanes —habitantes de una Tarazona dominada hacía ya algunos años por los cristianos— se hallaba paseando por las inmediaciones de la cueva que estaba próxima a los baños árabes, cuando se vieron sorprendidos por la fantástica aparición de la figura blanca y deslumbrante de una hermosa joven, vestida al modo oriental, enjoyada y envuelta en sedas.

Tras detenerse silenciosa unos instantes ante ellos, la fantasmal y atractiva figura, con la mirada absolutamente perdida en el horizonte, como si no hubiera visto a los muchachos, se adentró de nuevo en la cueva que le servía de cobijo, un antro que sus padres les habían descrito tantas veces como lugar maléfico y siniestro. Todos quedaron preocupados, buscando sentido a aquel episodio, aunque para ninguno de ellos lo tenía.

Intrigados como estaban por lo sucedido, volvieron los muchachos en varias ocasiones más al mismo lugar, repitiéndose idéntica escena tantas cuantas veces fueron al paraje, sin mediar nunca palabra alguna.

Un día, sorprendiendo a todos los demás, uno de los chicos se separó del resto, se acercó decidido a la joven y la abrazó con mucha fuerza. Luego, se tomaron ambos de la mano, y se fueron alejando lentamente y en silencio por la vereda que llevaba a la entrada de la cueva. Una vez allí, se adentraron en ella y desaparecieron. Después, se hizo el silencio más absoluto, sin que el muchacho volviera a dar señales de vida. Tanto por el barrio moro como por el resto de la ciudad cristiana, se corrió la noticia, coincidiendo todos en que la cueva estaba habitada por una mora encantada.

Sólo se sabe que, transcurridos algunos años, en un intrincado escarpe de los aledaños fue encontrada, descolorida y rota, una elegante escarpela carmesí, dentro de la cual se halló una pequeña cruz de plata

[Pérez Urtubia, Teófilo, «La cueva Bayona», Heraldo de Aragón, 10-X-1978.]



domingo, 31 de mayo de 2020

LXXII. Reg.n.878, fol.165 ?. 24 jun.1345.


LXXII.
Reg.n.878, fol.165 ?. 24 jun.1345.

Petrus et cetera dilectis et fidelibus universis et singulis officialibus nostris vel eorum loca tenentibus ad quos presentes pervenerint salutem et cetera. Quamquam nos cum privilegio nostro duxerimus concedendum universis et singulis populatoribus popule de Penyas Albas site in monte Tirasone et illis qui inibi venerint populare quod per sex annos a principio dicte popule in antea continue numerandos non teneantur littigare nec eorum debita christianis vel judeis exsolvere quinimo per dictos sex annos elongati inde
existant penis et usuris cessantibus quibuscumque prout hec et alia in privilegio supradicto lacius continentur: vos tamen seu aliqui vestrum recusatis dictum privilegium observare Michaeli Sanccii de Conchiellos populatori dicte popule et aliis qui ad eandem venerunt postea seu a modico citra tempore populare asserendo seu pretendendo dictum privilegium per nos fuisse concessum dumtaxat primis populatoribus dicte popule et non aliis. Quocirca a nobis super hoc remedio justicie postulato vobis et cuilibet vestrum dicimus et expresse mandamus quatenus prenominato Michaeli Sanccii de Conchiellos et universis et singulis aliis qui ad eandem populam venerunt vel de cetero venerint populare observetis et observari faciatis privilegium supradictum quoniam nos declaramus hujus serie intentionis nostro fuisse et esse dictum privilegium debere extendi non solum primis populatoribus sed aliis etiam qui ad eandem venerunt postea seu venient de cetero populare ita quod per dictos sex annos postquam inibi venerunt seu venerint populare non teneantur seu constringatur littigare vel eorum debita christianis vel judeis exsolvere ut prefertur nec ratione predicta per vos seu vestrum aliquem capiantur sub pena in dicto privilegio expressata. Datum Perpiniani VII kalendas julii anno Domini MCCCXLV. - a. vicecancellarius. - Guillermus de Moraria mandato regis facto per Blascum Daysa consiliarium.

lunes, 23 de diciembre de 2019

LIII


LIII
Perg. N° . Año 11**

In Dei nomine et ejus gratia. Hec est carta donationis que ego Fortun Açenariç facio ad vos Açenar Garçeç et ad vestra mulier domna Oria: dono vobis in Consellos hereditate sub jussionis et gratia de illo comite de Barcilona et princeps Aragonensium de illo mortuorum per nomine in Campulser ad VIII k. et III arsemenatura et aliud de via Tarazona in suso inter Samanes et Consellos et sunt inter totas ad XVI k. II arsemenatura et una era intrata de villa et illo orto qui fuit de Mariem de Angil. Et hoc donativuum dono illum vobis ad fidelitate de illo comite de Barcilona et de me et omnis nostra posteritate ut abeatis illam libera et franca et salva vos et filiis vestris et omnis generacio vel posteritas vestra per secula cuncta. - Facta carta era MCLXXXVI regnante Raimundus comite in Aragone et in Superarbi sive in Ripacorça in Çaragoça et in Taraçona sive in Calataiube: episcopus Michael in Taraçona et in Tudela sive in Calataiube. Testes Garcia Sangiç de illos Faios: Guigelm Sanç de Torrellas: Martin Oxarra: don Lop de Çaragoça: Gontçalbo Cornel: Petro Medalla justicia et Enneco Lopiç Nabarro.

domingo, 24 de noviembre de 2019

LOS AMORES DE CLARA Y MANFREDO

180. LOS AMORES DE CLARA Y MANFREDO (SIGLO XIII. TARAZONA)

Pedro III iba con frecuencia a Tarazona, ciudad especialmente querida por su esposa, la siciliana Constanza, que solía venir acompañada por un séquito de fieles personas, como Bella, su nodriza, y su joven paje siciliano, Manfredo.

En cierta ocasión, en el alcázar se dio una recepción en honor de los embajadores que habían ido a apalabrar la boda de la infanta Isabel (luego santa Isabel) con el monarca luso Dionis, contándose entre los asistentes Clara, hija de un caballero turiasonense por la que la reina sentía predilección.

Entre Clara y Manfredo surgió lo que parecía un apasionado amor, y todos los días se encontraban en la olmeda de la fuente del Beso. Pronto se intuyó en palacio que las relaciones habían ido más allá de lo que los preceptos religiosos permitían, de modo que Manfredo se vio obligado a dar palabra de casamiento a Clara, con gran alegría de doña Constanza, la reina


LOS AMORES DE CLARA Y MANFREDO, Tarazona, fuente del beso


Sin embargo, las relaciones entre Clara y Manfredo se fueron enfriando hasta que, en cierta ocasión, cuando llegó él desde Barcelona no fue a verla y la joven provocó un encuentro con Manfredo, que se resistió a efectuar la boda.

Confesó Clara lo sucedido a la reina quien le afeó el haberse entregado a Manfredo antes del matrimonio, pero, no obstante, accedió a hablar con el joven para tratar de solucionar la desavenencia. Todo fue en vano. El paje real le dijo a doña Constanza que, como ella bien sabía por su origen, ningún caballero siciliano llevaría al altar a una de sus mancebas. Al saberlo, Clara tomó una decisión.

Un atardecer, como solían hacer, citó a Manfredo en la fuente del Beso, quien acudió pensando en una despedida amistosa. Clara, no obstante, volvió a recordarle la promesa. Este, ante la nueva negativa, en un descuido del joven, le hundió la daga que llevaba escondida. Se tornó roja el agua de la fuente y del Queiles, mientras el cuerpo de Manfredo quedaba inerte.

La joven huyó de Aragón temerosa de la justicia del rey e ingresó en un convento de clarisas, de donde la quiso rescatar santa Isabel, ya reina de Portugal, cuando se enteró de tan triste historia.
Pero Clara, aunque agradecida, declinó la oferta, contestándole que «no quiero servir en corte alguna, porque estoy vieja para dama y muy moza para dueña».

viernes, 22 de noviembre de 2019

LA RESISTENCIA HEROICA DE BUEÑA


177. LA RESISTENCIA HEROICA DE BUEÑA (SIGLO XIV. BUEÑA)

LA RESISTENCIA HEROICA DE BUEÑA (SIGLO XIV. BUEÑA)


La Guerra de los dos Pedros (entre Pedro IV de Aragón y Pedro I de Castilla) fue cruel y despiadada, suponiendo para una parte de Aragón —sobre todo en las «comunidades» de Calatayud, Daroca, Albarracín y Teruel— un auténtico reguero de muerte y destrucción, dando origen a muchos despoblados. Mas, como suele suceder en toda contienda bélica, en ésta se dieron casos de heroísmo, gestas colectivas e individuales, muchas de las cuales, aparte de su veracidad, se han teñido de matices legendarios.

Los ejércitos castellanos ensangrentaron las comarcas de Tarazona y Calatayud y ensombrecieron la de Daroca. En Báguena, su alcalde, Miguel de Bernabé —haciendo arder el castillo e inmolándose él dentro— pasó a la historia por su heroísmo, lo mismo que la resistencia comunitaria de Bueña, en el camino de Teruel. Por fin, la capital turolense fue asaltada, por lo que durante unos años obedeció al rey castellano.

No pudieron entrar en Bueña los soldados castellanos, pero hicieron muchos prisioneros, entre ellos a los hermanos Martín y Andrés Martínez de Gombalde. Ya tenía Pedro I de Castilla un medio de presión ante el alcaide de la plaza, de modo que parlamentó con él, ofreciéndole mercedes y la libertad de los jóvenes si accedía a la entrega del castillo. Si se negaba, los degollarían al pie mismo del muro. Se repitió ante Bueña la escena de Tarifa, y como el hijo de Guzmán el Bueno, los hermanos Gombalde fueron asesinados a la vista de los defensores.
Cuando siguieron camino de Teruel, las tropas castellanas fueron constantemente hostigadas por los hombres de Bueña, vengando así la muerte de sus hijos. Bueña y Tarifa pasaron juntas a la historia.

Una vez finalizada la contienda, Pedro IV el Ceremonioso premió a los hermanos Martínez Gombalde y a sus descendientes con honores y mercedes, desde el castillo causante del dolor a otros en distintos puntos del reino, incluso en Navarra.

[Gisbert, Salvador, «Los dos hermanos Gombalde», Revista del Turia, 13 (1884), 5-7.]


Bueña es un municipio y población de España, perteneciente a la Comarca del Jiloca, en la Sierra de Lidón (Sistema Ibérico), al noroeste de la provincia de Teruel, comunidad autónoma de Aragón, a 61,4 km de Teruel. Tiene un área de 40,75 km² con una población de 53 habitantes (INE 2016) y una densidad de 1,74 hab/km² con una fuerte tendencia a la regresión demográfica debido a la despoblación. El código postal es 44394.


En su término urbano se han encontrado restos arqueológicos de gran importancia.

Con la victoria en la batalla de Cutanda, Alfonso I conquistó estos terrenos a los musulmanes, siendo tierra fronteriza, pero se perdió a su muerte. Posteriormente fue tomado por Ramón Berenguer IV, pasando a formar parte del Reino de Aragón.

Integrado en la Comunidad de aldeas de Teruel, dentro de la Sesma de Visiedo, su situación, próxima a tierras castellanas, hizo que en esta nueva época se transformase de nuevo en lugar estratégico. En 1363 sufrió un ataque castellano, en donde el alcalde Martín Martínez de Gombalde tuvo la oportunidad de demostrar su valentía, al negarse a entregar el castillo a los invasores. Tal gesto de lealtad hacia la Corona de Aragón costó la ejecución de sus hijos, Andrés y Martín de Gombalde.

Posteriormente, tras la ruptura de relaciones entre Pedro IV y Enrique de Trastámara, volvió a ser zona fronteriza.

CITAS:

También hay leyendas de apuestas macabras en Caminreal y tradiciones orales que nos ponen de manifiesto la valentía y abnegación de personajes de la comarca, como Miguel Bernabé, un labriego de Báguena que defendió en un acto heroico, pagando con su propia vida, el castillo de su pueblo. La misma historia se repite en Bueña en donde el alcaide de la villa, Martínez de Gombalde, no sucumbió a la amenaza, si no entregaba la villa, del sacrificio de la vida de sus hijos, que terminaron muriendo en manos de los ejércitos castellanos.
Francisco Lázaro Polo.

domingo, 12 de mayo de 2019

LA CABRA DE ORO INALCANZABLE, Tierga, siglo XII

2.62. LA CABRA DE ORO INALCANZABLE (SIGLO XII. TIERGA)

Es tradición secularmente transmitida que Tierga —emplazado a la vera del minúsculo río Isuela que nace de las nieves del Moncayo—, como tantos otros fue fundado por los musulmanes durante su secular estancia en nuestra Península. Sus casas, blancas y pequeñas, se apiñaban en las faldas del castillo a lo largo de calles tortuosas pensadas para romper el viento helador del invierno. En aquella enorme fortaleza, solitario y apartado del resto de la población, tenía su residencia el señor del lugar, generalmente dependiente del gobernador o, como en estos momentos, del rey de la taifa sarakustí.

LA CABRA DE ORO INALCANZABLE, Tierga, siglo XII


Amparada en su privilegiada ubicación, su fortaleza era prácticamente inexpugnable para las armas ofensivas de aquellos tiempos, por lo que resistió numerosos embates de los ejércitos cristianos aragoneses, hasta que Alfonso I el Batallador, el reconquistador de Sarakusta, tras asediar y tomar por las armas las cercanas y más importantes poblaciones musulmanas de Tarazona y Calatayud, ordenó poner cerco al castillo de Tierga, sin posibilidades reales de que pudiera recibir socorro alguno desde el exterior dada la situación.
La suerte de Tierga estaba echada y sus defensores, conscientes de ello, decidieron adoptar algunas precauciones. De modo que, a la vista del sitio que padecían y antes de entregar las llaves de la fortaleza al propio Batallador, los moros tierganos decidieron esconder su más preciado tesoro (una cabra fundida en oro) en un pasadizo subterráneo que, al parecer, comunicaba el interior del castillo con un lugar próximo al río Isuela. Luego taponaron cuidadosamente las dos entradas para que la dorada cabra no pudiera ser hallada por los cristianos, con la oculta y remota esperanza de poder recuperarla si la suerte de las armas les era favorable en algún momento.
Tierga, en efecto, no pudo resistir el prolongado asedio de las huestes de Alfonso I el Batallador y cayó por fin en manos cristianas. Como ocurriera en tantos otros lugares, una buena parte de los musulmanes vencidos se quedó y continuó viviendo en las viejas casas en las que habían nacido y cultivando las huertas de siempre. Como jamás retornó a poder musulmán, su secreto continúa sin ser desvelado, aunque los cristianos, generación tras generación, han buscado el túnel que les conduzca a la cabra de oro.
[Recogida oralmente.]

https://es.wikipedia.org/wiki/Tierga

Tierga, la Tertakom celtíbera, es un municipio español de la provincia de Zaragoza situado en la comarca de Aranda, comunidad autónoma de Aragón. Situado a una altitud de 700 msnm, tiene un área de 65,81 km² con una población de 197 habitantes (INE 2016) y una densidad de 2,98 hab/km².


La villa de Tierga está situada en la Comunidad Autónoma de Aragón (España), en la zona Oeste de la Provincia de Zaragoza y forma parte de la Comarca del Aranda.


Está enclavada en pleno Sistema Ibérico, a unos 30 km al Sureste de la Sierra del Moncayo, y situada en la margen izquierda del Isuela, afluente del Río Jalón.


Fue ciudad celtíbera de los lusones conocida con el nombre de Tertakom que emitió su propia moneda.


Severino Aznar Embid, sociólogo, representante del catolicismo social, fundador del Partido Social Popular, miembro de la Asamblea Nacional Consultiva y procurador a Cortes durante cinco legislaturas durante el período franquista.


Cabe destacar la iglesia de San Juan Bautista.


https://es.wikipedia.org/wiki/Tierga

En


https://www.calatayud.org/noticias/MAYO-19/140519_15.htm han econtrado esta leyenda en esta web y la enlazan. Gracias !

jueves, 9 de mayo de 2019

LA RECONQUISTA DE MALUENDA, siglo XII


2.56. LA RECONQUISTA DE MALUENDA (SIGLO XII. MALUENDA)

A lo largo y ancho del valle del Ebro, algunas poblaciones como Belchite, por ejemplo, decidieron capitular sin lucha nada más caer Zaragoza en manos de Alfonso I el Batallador, pero no ocurrió así en otros núcleos importantes del reino moro sarakustí, como son los conocidos casos de Calatayud, Daroca o Tarazona que, dada la tenaz e importante resistencia que opusieron, tuvieron que ser tomadas por la fuerza de las armas.

En efecto, el rey aragonés, crecido por el éxito logrado ante los imponentes muros de Zaragoza y auxiliado por varios caballeros franceses, como el conde Guillermo de Poitiers, se dirigió hacia Calatayud —amparada en su magnífico castillo y considerada como la auténtica llave del Jalón— y la sitió. Luego, una vez asegurado su cerco, partió inmediatamente siguiendo el curso del río Jiloca para tratar de salir al paso de los almorávides, quienes, por fin, se decidieron a socorrer a sus correligionarios del valle del Ebro, y a los que Alfonso I vencería en Cutanda en 1120.

LA RECONQUISTA DE MALUENDA (SIGLO XII. MALUENDA)


Pero el camino de los expedicionarios desde Calatayud a Daroca y Cutanda no fue nada fácil, puesto que cerca de la primera, en el lugar de Maluenda —donde se habían concentrado moros de otras poblaciones aledañas— tuvo lugar un encarnizado e inesperado combate campal en el límite con las casas del poblado, circunstancia que no sólo retrasó la expedición hacia su principal objetivo sino que, según la leyenda, originó importantes pérdidas humanas en la hueste de los cristianos aragoneses.

restos, castillo, Maluenda
Restos del Castillo de Maluenda, sitiado en el siglo X por Abderramán III.


Aunque acabó saliendo victorioso Alfonso el Batallador de la contienda y la guarnición mora de Maluenda tuvo que entregar al fin las llaves (lo cual significaba un problema menos para Calatayud que seguía sitiada), una partida de soldados aragoneses tuvo que retrasarse del resto de expedicionarios para enterrar a sus muertos, asistir a los heridos y hacerse cargo de los
prisioneros. Fue entonces cuando los canteros que formaban parte de la expedición labraron y erigieron la Cruz Blanca —todavía existente como testigo de aquel suceso— y la colocaron enhiesta en el mismo sitio en el que tuvo lugar la batalla, en conmemoración y recuerdo de quienes cayeron allí.
[Recogida oralmente.]


https://es.wikipedia.org/wiki/Maluenda

Maluenda es un municipio español en la provincia de Zaragoza, perteneciente a la Comunidad de Calatayud, comunidad autónoma de Aragón. Tiene un área de 40,09 km² con una población de 989 habitantes (INE 2016) y una densidad de 26,94 hab/km².

Maluenda está situada en el Sistema Ibérico a orillas del Jiloca a 581 msnm. Comprende una superficie de 4 037 hectáreas, de las cuales 400 son de regadío y 2 000 de secano, correspondiendo el resto al casco urbano y al monte público. Dista 9 km de la capital comarcal, Calatayud, y 90 km de Zaragoza.

Límites:
Noroeste: Paracuellos de Jiloca
Norte: Paracuellos de Jiloca
Noreste: Villalba de Perejil
Oeste: Munébrega
Este: Belmonte de Gracián
Suroeste: Olvés
Sur: Alarba

Sureste: Velilla de Jiloca y Morata de Jiloca

Aunque los orígenes de Maluenda no están completamente esclarecidos, se sabe que existió un asentamiento en la Edad de Bronce, situado en el cerro detrás del Castillo, en donde aún se perciben restos de muros y otras edificaciones. En él se han encontrado diversos materiales como molinos barquiformes, cerámicas de tipología diversa y utillaje lítico en sílex, hoy expuestos en el Museo arqueológico de Calatayud.

En cuanto a época indígena, el hallazgo más notable es un tesoro de denarios ibéricos, junto a un número importante de denarios romanos republicanos que se fechan entre los años 90 y 79 a.C., por lo que su ocultación se relaciona con la Guerra de Sertorio, tan determinante en este territorio. Asimismo, hasta hace pocos años se conservaba un puente romano que permitía cruzar el río Jiloca.

En la Edad Media Maluenda fue una importante plaza militar, como así lo atestiguan sus importantes restos fortificados, y el hecho de ser mencionada por fuentes árabes en las luchas de la Marca Superior contra el poder central de Córdoba. La fortaleza de la plaza existía ya en el siglo X, y es que, según el geógrafo al-Udri, el califa Abderramán III acampó ante los muros del castillo de Malonda, nombre con el que aparece nombrada la villa en documentos de la época. Ello sucedió en los años 933-934, durante la primera campaña de castigo contra el rebelde Muhammad al-Tuyibí de Zaragoza, y luego en (937), cuando la fortaleza, defendida por el propio al-Tuyibí, fue definitivamente ocupada por los ejército califales.

En 1120, Maluenda fue reconquistada para los reinos cristianos por Alfonso I el Batallador y en 1255 pudo ser el escenario de una reunión secreta mantenida entre Jaime I de Aragón y Enrique de Castilla —hermano de Alfonso X el Sabio—, narrada en el Libro de las tres razones del Infante Don Juan Manuel. Posteriormente, en la Guerra de los dos Pedros, desempeñó un importante papel en la defensa del corredor del Jiloca, entre Daroca y Calatayud.​ Tropas castellanas se apoderaron del castillo en 1363. En Maluenda se encontraba el Archivo de la Comunidad de aldeas de Calatayud que en el día de hoy aún no se ha localizado.

Ya en el siglo XIX, el historiador Pascual Madoz, en su Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España de 1845, describe a Maluenda en los términos siguientes: «Tiene 150 casas de mala fábrica y 100 cuevas de peor calidad, que se distribuyen en calles estrechas y 2 plazas; casa de ayuntamiento; escuela de niños». Menciona también la existencia de tres iglesias parroquiales: la de la Asunción de Nuestra Señora, la de San Miguel y la de las Santas Justa y Rufina, así como seis ermitas. Refiere que «Los vecinos se surten para sus usos de las aguas del río Jiloca, de buena calidad» y resalta la producción de trigo, cebada, vino, cáñamo, legumbres y hortalizas, indicando que había «1 fábrica de papel de estraza, batanes, tintes y 2 molinos harineros».

El Castillo, actualmente en ruinas, es una de las pocas fortalezas auténticamente musulmanas de tapial. De acuerdo a La Chanson de Roland, cuando Carlomagno organizó su marcha contra Zaragoza, era Blancandrín su alcaide, lo que indica que fue una de las primeras fortalezas construidas por los musulmanes en Al-Andalus.

La fortaleza se alza sobre una pelada muela oblonga desde donde se domina el pueblo. Tiene planta alargada, cuyo eje mayor era de unos 80 m, adaptada a la cumbre del monte. Consta de dos torreones y un recinto amurallado, parcialmente conservado en el lado orientado hacia la población, pero prácticamente desaparecido en el lado opuesto. Los torreones se sitúan en el lado oeste, son rectangulares y de gran volumen.

http://www.castillodemaluenda.com/vinos/index.php