Mostrando entradas con la etiqueta rebaño. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta rebaño. Mostrar todas las entradas

lunes, 22 de junio de 2020

234. LA CRISTIANA PEINADORA (SIGLO XIV. RASAL)


234. LA CRISTIANA PEINADORA (SIGLO XIV. RASAL)

234. LA CRISTIANA PEINADORA (SIGLO XIV. RASAL)


En una cueva cercana a las casas de Rasal, población habitada por cristianos viejos, tenía acondicionada su vivienda un ganadero moro, cuya esposa lucía una larga, brillante y siempre limpia cabellera más negra que el propio azabache. Eran los únicos moros de la comarca y vivían apartados del resto de los habitantes, pero en modo alguno rehuían relacionarse con quien les buscaba. No es de extrañar, por lo tanto, que con el caminar cansino propio de su edad, una anciana cristiana del pueblo se acercara diariamente a la casa del matrimonio para peinar a la mujer de manera desinteresada.

La anciana cristiana y la mora hablaban poco, pero se sentían a gusto juntas. Y en agradecimiento a aquella delicada dedicación diaria, la pareja musulmana recompensaba de cuando en cuando a la anciana con una vaca de su manada, de modo que ésta llegó a reunir un numeroso rebaño que ella misma sacaba a pastar cada día y devolvía por la tarde hasta su corraliza.

Por no se sabe qué motivo, como única condición para que las cosas siguieran sucediendo normalmente, el moro le rogó a la anciana que cuando condujera sus vacas jamás debía mirar hacia atrás hasta que el último animal hubiese entrado en el corral.

Como el tiempo pasaba, la vacada de la anciana se fue haciendo enorme. Un día, el camino de regreso —que normalmente siempre le había parecido corto— se le hizo eterno. La anciana, ayudada por un bastón, intentaba despistarse admirando el paisaje, pero el número de reses se le hacía infinito, interminable, y quiso saber cuántas quedaban aún por entrar en el refugio. Se acordó de la recomendación del ganadero y pudo soportar la tentación de mirar hacia atrás durante un cierto tiempo, pero, cansada ya de esperar, la mujer se olvidó de lo pactado y acabó volviendo la cabeza. En ese mismo instante, todas las vacas menos cuatro se dispersaron y desaparecieron como por encanto.

Parece ser que más que un castigo fue una treta interesada del ganadero moro, pues, conocedor de la debilidad humana, sabía que algún día se olvidaría la anciana de lo pactado y que ésta, orgullosa como era seguiría con las visitas a su mujer para intentar no volver nunca más la cabeza, con lo que facilitaría el encuentro que ambas deseaban.

[Beltrán, Antonio, Leyendas aragonesas, págs. 103-104.]

http://www.rasalmagico.com/rasal.htm

El Valle del Garona transcurre longitudinal desde la población de Arguis, donde comienza, hasta el río Gállego, a su paso por La Peña - Estación, justo al comienzo del Pantano de la Peña. Frente a Rasal, por su cara Sur, se levanta majestuoso el pico Pusilibro en la Sierra de Loarre, con una altura de casi 1.600 metros, frontera con el llano de Huesca y comienzo del Prepirineo...

jueves, 9 de enero de 2020

Leyenda, Orihuela del Tremedal, milagro

Leyenda de Orihuela del Tremedal (Teruel)
La ermita del Tremedal, se construyó en ese monte porque según cuenta la leyenda Nuestra Señora la Virgen del Tremedal se apareció a un sencillo pastor manco que cuidaba de su rebaño, la Virgen dice al pastorcillo que tiene hambre, instándole para que comparta con ella la comida que lleva en el zurrón.
El pastor, ante la sonrisa de la Señora. Comprende lo que quiere y se dispone a satisfacer aquel deseo. Y cuando maniobra con su mano única para sacar de la bolsa su torta, la Virgen le detiene con una mirada, diciéndole, con esa mano no, con la otra. El pastor le dice “cuanto diera yo por tener la otra, que ahora me falta”, pero la Virgen insiste, decidido mete su muñeca derecha en el zurrón y al sacarla de nuevo está la mano en su lugar, rendido de gozo y de emoción se postra a los pies de la Señora para darle las gracias por el bien recibido y pedirle cuenta de cuanto desee, que él lo realizará en el momento.
La Señora le dijo: “Baja a Orihuela y publica el favor que te he hecho y hazles saber de mi parte que yo he tomado asiento en esta sierra, que gusto de ser en ella venerada para consuelo y beneficio de sus vecinos”.

Orihuela, Tremedal, Teruel

Nuestra Señora la Virgen del Tremedal

Orihuela, Tremedal, Teruel 2

Orihuela, Tremedal, Teruel 3

Orihuela, Tremedal, Teruel 4

Foto de Ramón Guimerá Lorente tomada en la zona de la ermita. Mi madre, Ángeles Lorente Sánchez nació en Alustante, muy cerca de Orihuela del Tremedal.


Tremedal, Moncho, Ramón Guimerá Lorente



domingo, 24 de noviembre de 2019

EL JURAMENTO INCUMPLIDO


184. EL JURAMENTO INCUMPLIDO (SIGLO XIV. SOS DEL REY CATÓLICO)

El señor del castillo que en tiempos hubo en Sos, próximo a la fuente de la Bóveda, se quedó viudo y con una hija, niña todavía. El principal entretenimiento de ésta consistía en mezclarse con las ovejas del rebaño que acudía a la fuente cada día, y jugar con el hijo del pastor, un muchacho algo mayor que ella. Los chicos crecieron juntos a la par que el amor que fueron sintiendo mutuamente, aunque la diferencia de clase social era un obstáculo casi insalvable.

Soñó la muchacha una noche que el zagal vendía su rebaño, compraba armas y caballo y partía a luchar contra los moros, logrando ganar fama, honores y dinero, de modo que, distinguido por el rey como caballero, volvía a Sos para casarse con ella. Como ambos sabían las dificultades que tendrían para casarse, la joven contó al pastor el sueño y éste decidió convertir en realidad el sueño y marchó en busca de aventuras, no sin antes arrancar de la muchacha el juramento de que le esperaría hasta que regresara convertido en todo un caballero. Si era perjura, dijo ella, su alma debería vagar siempre en torno a la fuente.

EL JURAMENTO INCUMPLIDO (SIGLO XIV. SOS DEL REY CATÓLICO)


Partió el pastor y durante muchos años la muchacha, con la mente puesta en su pastor, rechazó a cuantos pretendientes solicitaron su mano. No obstante, acabó por ceder ante las pretensiones del joven señor de un castillo cercano, llegando, incluso, a acordar el día del enlace. Pero el día anterior a la boda, jornada de preparativos, llegó al castillo un grupo de guerreros; al frente, su jefe, que cubría su cabeza con un hermoso casco y solicitaba hospitalidad al castellano sosiense que gustoso se la concedió, además del permiso para seguir guardando su anonimato, fruto de un juramento, favor que también obtuvo. Nadie sabía, pues, quién era.

Al día siguiente, todo estaba preparado. La novia camina hacia el altar. La ceremonia llega al momento de la bendición. Es entonces cuando el misterioso guerrero se adelanta hacia el altar y, descubriéndose, le dice a la novia:
«Que el Señor castigue tu perjurio y te aplique el castigo que tú misma elegiste».
Eran las palabras del antiguo pastor, hoy capitán famoso. Compungida por lo sucedido, la joven desapareció y desde aquel día su imagen vaga en torno a la fuente, la «fuente del juramento», símbolo para quienes se juran fidelidad.

[Garcés, Máximo, «La fuente del Juramento», en La villa de Sos..., págs. 113-114.]





https://www.schole.es/la-promesa-de-diputados-y-senadores/