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sábado, 29 de junio de 2019

EL RETO DE LA VARONA A ALFONSO I EL BATALLADOR


101. EL RETO DE LA VARONA A ALFONSO I EL BATALLADOR
(SIGLO XII. SORIA)

EL RETO DE LA VARONA A ALFONSO I EL BATALLADOR  (SIGLO XII. SORIA)


Alfonso I el Batallador, el rey que saliera victorioso de tantas batallas campales frente a los moros ensanchando el reino de Aragón hasta casi llegar al mar Mediterráneo, se jactaba un día ante el rey Alfonso VI de Castilla de que ningún caballero castellano sería capaz de vencerle, incluido el famoso Cid Campeador.

El monarca castellano reconocía el valor, la fortaleza y la técnica del Batallador en la lucha personal, pero también estaba seguro del coraje de los suyos, de modo que ideó la manera de hacer cambiar de criterio al rey aragonés humillándole con una derrota, humillante a poder ser.

Para ello hizo llamar a María Pérez, una mujer de tierras de Soria y de valor temerario, que había salido victoriosa en muchas lides personales frente a los hombres más aguerridos, invitándola a pelear contra Alfonso I de Aragón.

Cuando la soriana aceptó, habló el rey castellano con el Cid y le explicó la trama que había urdido. Éste retaría al Batallador, pero quien realmente vestiría su armadura sería María Pérez, de manera que si vencía en la pelea la derrota sería más vergonzante.

La pelea fue dura, como teóricamente correspondía a dos buenos gladiadores, de modo que fue la fortuna quien decidió, y decidió que el vencedor fuera el teórico Cid, que acabó desarmando al rey aragonés.

Si el orgullo de Alfonso I el Batallador se sintió profundamente herido por ser vencido por un caballero castellano, hay que imaginar qué pasó por su mente cuando se descubrió que, en realidad, había sido vencido por una mujer, pues cuando aún estaba tendido en el suelo vio llegar al Cid.

Alfonso VI de Castilla no sólo regaló un anillo a la dama vencedora, sino que además le otorgó el título de Varona, de donde parece derivar el nombre de Barahona, lugar donde al parecer tuvo lugar el singular combate.

[Zamora Lucas, Florentino, Leyendas de Soria, págs. 205-207.]









SANCHO II DE CASTILLA MATA A RAMIRO I DE ARAGÓN


94. SANCHO II DE CASTILLA MATA A RAMIRO I DE ARAGÓN
(SIGLO XI. GRAUS)

SANCHO II DE CASTILLA MATA A RAMIRO I DE ARAGÓN  (SIGLO XI. GRAUS)
SANCHO II DE CASTILLA

Muchas veces los matrimonios concertados entre familias suelen ser fuente de desgracias. Así le sucedió al rey don Sancho II de Castilla, quien se había casado por poderes con una hija de la reina Estefanía de Pamplona sin conocerla previamente.
Tras la boda —cuando la joven princesa partía acompañada por su cortejo nupcial hacia tierras de Castilla para encontrarse con su marido— fue raptada por el infante don Sancho, hijo ilegítimo del rey García de Pamplona. Los dos jóvenes estaban enamorados uno del otro desde hacía tiempo y el infante, ante la idea de perder a su enamorada, decidió raptar a la princesa por sorpresa y tratar de huir ambos juntos al reino de Aragón, donde creían que, con toda seguridad, su tío, el rey Ramiro I, les daría cobijo. Y así ocurrió: don Ramiro los recibió con los brazos abiertos.

Naturalmente, el rey Sancho II de Castilla, viéndose burlado y agraviado de tal guisa, no pudo permanecer impasible, de modo que, movido por la indignación y el sentimiento de venganza, armó con presteza un formidable ejército y se encaminó a toda prisa hacia tierras de Aragón. Dicen algunos que el mismísimo Cid Campeador se encontraba con los suyos entre las filas del monarca castellano agraviado.

Ramiro I fue advertido por los suyos acerca de las intenciones belicosas de Sancho II y decidió salir a su encuentro, enfrentándose ambos ejércitos junto a Graus, en pleno Pirineo. La batalla fue dura y larga y, al final, el rey castellano recuperó su honor al dar muerte al rey aragonés, cuya única culpa había consistido en querer al infante don Sancho como a un hijo propio y, por lo tanto, acogerle en momentos de dificultad.
Los guerreros castellanos regresaron a su tierra de nuevo llevándose consigo un amargo sabor de victoria tras el drama vivido. El rey Ramiro I, por su parte, fue enterrado por los suyos junto a su mujer en San Pedro de Torrecilla. Y Sancho Ramírez, su hijo, se vio precisado a hacerse cargo del gobierno del reino aragonés, en un momento crucial para la suerte de los cristianos aragoneses en el valle del Ebro.

[Ubieto, Antonio, «Una leyenda del“Camino”...»,Príncipe de Viana, 90-91 (1963), págs. 5-27.]