Así pues un día el tirano Gabardón acudió en busca de ayuda a un amigo suyo, el valeroso y arrogante Guara, para que rompiera dicha unión. Siguiendo las órdenes de Gabardón, Guara cogió su cayado y partió en dos el macizo montañoso de un golpe seco, separando a los dos enamorados para siempre, y creando la brecha del río Flumen al cual derramaría sus lágrimas Gabardiella eternamente. Gratal, al verse separado de su amor para toda la eternidad, clamó venganza, y al anochecer mientras Guara dormía, alzó su propio picacho y lo clavó en el corazón del gigante dormido permaneciendo así hasta hoy.
