jueves, 14 de noviembre de 2019

LA SOMBRA DE LA PRINCESA DOÑA BLANCA


159. LA SOMBRA DE LA PRINCESA DOÑA BLANCA (SIGLO XIII. ALBARRACÍN)

Entre las varias torres de Albarracín, una muy hermosa lleva el nombre de doña Blanca, recuerdo romántico del pueblo albarracinense a una historia desgraciada. Porque Blanca, toda bondad y sencillez, hermana menor del príncipe heredero de Aragón, vióse impulsada al exilio por los celos de su cuñada, que pronto sería reina de los aragoneses.

LA SOMBRA DE LA PRINCESA DOÑA BLANCA (SIGLO XIII. ALBARRACÍN)


Con gran pesar, doña Blanca tuvo que emprender, acompañada por su escaso séquito, el camino que le llevaba a su destierro castellano, atravesando para ello las tierras del señorío independiente de Albarracín, donde sus señores le brindaron hospitalidad. Aceptó la princesa, y todo el pueblo, arremolinado en las calles, fue testigo de la llegada de la comitiva que acompañaba a la princesa aragonesa en su recorrido tortuoso por las calles empedradas de la capital dedicada a Santa María, hasta llegar al palacio de los Azagra, que iban a ser sus anfitriones.

Poco a poco fueron pasando los días. Todos, mayores y menudos, deseaban y esperaban volver a ver a Blanca por las calles de Albarracín, pero el sol y la luna se sucedían ininterrumpidamente sin que la princesa fuera vista de nuevo por nadie. El séquito que la acompañara regresó a la corte aragonesa. De Blanca, no se supo nada.

Comenzó el pueblo a pensar que la desdichada princesa podía haber muerto de pena y que su cuerpo joven habría sido enterrado en la torre que, desde entonces, pasó a llamarse como ella. El silencio más absoluto se hizo en torno a la suerte corrida por la princesa aragonesa.

Pero el misterio comenzó pronto a desvelarse y se desvela aún cada plenilunio, cuando la campana próxima a la torre desgrana los doce sones de la medianoche. Entonces, las gentes de Albarracín ven salir de su torre de piedra una sombra clara, figura de mujer y holgadas vestiduras, que lentamente desciende, roca a roca, hasta los huertos y el río, para bañarse en aguas claras del Guadalaviar. Luego, al cabo de un rato, la sombra se desvanece hasta el nuevo plenilunio.

Se trata, sin duda, de la sombra de doña Blanca, la princesa que debió morir de pena en su exilio a causa de unos celos cortesanos.

[Tomás Laguía, César, «Leyendas y tradiciones...», Teruel, 12 (1954), 124-127.]

Tomás Laguía, César, «Leyendas y tradiciones



Obra publicada:

Artículos:
«El beato Joaquín Royo», en revista TERUEL 6 (1951), pp. 7-34. ISSN 0210-3524
«La erección de la Diócesis de Albarracín», en revista TERUEL 10 (1953), pp. 203-230. ISSN 0210-3524
«Notas para la historiografía de Albarracín», en revista TERUEL 11 (1954), pp. 33-55. ISSN 0210-3524
«Leyendas y Tradiciones de la Sierra de Albarracín», en revista TERUEL 12 (1954), pp. 123-148. ISSN 0210-3524
«Las capillas de la catedral de Albarracín», en revista TERUEL 14 (1955), pp. 147-186. ISSN 0210-3524
«Breves notas sobre el arquitecto Pierres Vedel y familia», en revista TERUEL 20 (1958), pp. 113-119. ISSN 0210-3524
«La iglesia de Teruel en la guerra de la Independencia», en revista TERUEL 21 (1959), pp. 136-222. ISSN 0210-3524
«Las capillas de la catedral de Teruel», en revista TERUEL 22 (1959), pp. 5-159. ISSN 0210-3524
«La geografía urbana de Albarracín», en revista TERUEL 24 (1960), pp. 5-127. ISSN 0210-3524
«Breves noticias históricas sobre la fundación de la colegiata de Rubielos de Mora», en revista TERUEL 27 (1962), pp. 149-165. ISSN 0210-3524
«La casa de la Brigadiera (Albarracín)», en revista TERUEL 28 (1962), pp. 199-204. ISSN 0210-3524
«Las iglesias de la diócesis de Albarracín», en revista TERUEL 32 (1964), pp. 5-173. ISSN 0210-3524
«Origen de la Casa de la Misericordia de la ciudad de Teruel», en revista TERUEL 34 (1965), pp. 5-122. ISSN 0210-3524
«Fuentes para la historia de Cella», en revista TERUEL, 38, (1967), pp. 5-130. ISSN 0210-3524
«Notas para la geografía urbana de la ciudad de Teruel», en revista TERUEL 42 (1969), pp. 71-94. ISSN 0210-3524
«Índice de los documentos en papel del Archivo de la Catedral de Teruel, correspondientes a los siglo XII, XIII, XIV y XV», en revista Teruel 48 (1972), pp. 16-156. [Este trabajo ha tenido continuidad merced a unos admiradores del autor, que publicaron los documentos correspondientes al siglo XVI (1978), teniendo prevista la publicación del material correspondiente hasta el siglo XX)].
«Notas y documentos artísticos culturales sobre Teruel Medieval» [en colaboración con Santiago Sebastián López], en revista TERUEL 49-50 (1973), pp. 67-109. ISSN 0210-3524
«Sellos del archivo de la S.I. Catedral de Albarracín», en revista TERUEL 52 (1974), pp. 41-51. ISSN 0210-3524
«Fuentes para la historia del Alto Maestrazgo», en revista TERUEL 57-58 (1977), pp. 135-181. ISSN 0210-3524

Libros:

Catálogo de los pergaminos y documentos insertos en ellos existentes en el Archivo de la S.I. catedral de Teruel (1953), Edita Instituto de Estudios Turolenses (IET), Teruel. ISBN 978-84-00-02342-3
Catálogo de la sección de pergaminos del Archivo de la S.I. Catedral de Albarracín (1955), Instituto de Estudios Turolenses, Teruel. ISBN 978-84-00-01446-9
La insigne colegiata de Santa María de Mora de Rubielos (1964). Edita el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). ISBN 978-84-00-00988-5
La desmembración de las Iglesias de Albarracín y Segorbe (1965). Instituto de Estudios Turolenses de la Diputación Provincial de Teruel (CSIC), Teruel [Discurso leído por el autor, en el acto de su recepción en la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de Zaragoza]. ISBN 978-84-00-00989-2

  • Mateu Ibars, Josefina y Mª Dolores (1991). Texto y transcripciones, Universidad de Barcelona, ed. Colectánea paleográfica de la Corona de Aragón. Siglos IX-XVIII. Barcelona. ISBN 84-7528-694-1.
  • Sánchez Garzón, Alfredo (2000). Ayuntamiento de El Cuervo, Teruel, ed. Aproximación histórica: La villa de El Cuervo y su parroquial. Valencia. ISBN 84-931563-1-0.

Estudió Latín y Humanidades, Filosofía y Teología en el Seminario Conciliar de Teruel, siendo ordenado sacerdote el 4 de octubre de 1925.

Como presbítero, ejerció de ecónomo en distintas parroquias de la diócesis de Teruel (Monteagudo del Castillo y Saldón), ejerciendo después como «Maestro de ceremonias» en la Santa Iglesia Catedral de Teruel.

Canónigo archivero de la catedral de Teruel por oposición, desempeñó también la función de «Archivero Diocesano».

Durante el pontificado del obispo diocesano Fray León Villuendas Polo (1885-1968), fue nombrado «vicesecretario de Cámara y Gobierno» del obispado, y «examinador pro-Sinodal» (1947).

Posteriormente, obtuvo por oposición la cátedra de Historia Eclesiástica, Patrología y Liturgia Doctrinal en el Seminario diocesano de Teruel.

En tanto clérigo, fue un «sacerdote de gran espiritualidad, de reconocidas cualidades humanas y de una extraordinaria sensibilidad artística»;2​ su gran pasión intelectual fue la investigación historiográfica, que el eminente archivero llevó a cabo de forma objetiva, rigurosa y metódica.

Gran parte de su trabajo como investigador fue publicado en la revista «TERUEL», órgano oficial del Instituto de Estudios Turolenses (IET), de la Excma. Diputación Provincial de Teruel, adscrito al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Su primera obra publicada en ese medio -«La erección de la Diócesis de Albarracín»- recibió el Premio del IET en el I Certamen de Albarracín (1953). En homenaje a su labor investigadora e historiográfica, la Revista le dedicó los números 55-56 (1976).

César Tomás Laguía, conocido como «Don César», fue un sacerdote católico, escritor e historiador español, nacido en Torremocha, municipio de la provincia de Teruel, en 1903 y fallecido en la ciudad de Teruel en 1979.

JAIME I CASTIGA A SU TROVADOR


158. JAIME I CASTIGA A SU TROVADOR (SIGLO XIII. PERPIGNAN)

En cierta ocasión, se encontraba el rey don Jaime I el Conquistador en Perpignan, rodeado, naturalmente, de todo su numeroso séquito: obispos, condes, barones, notarios, escribanos, camarlengos, pajes, etc. Entre los acompañantes, se encontraba también su trovador.

Salió a pasear el poeta y músico por los alrededores de la ciudad, pasando cerca de una alfarería, de cuyo interior salía la voz de un hombre que entonaba, no muy bien por cierto, una de las baladas preferidas e interpretadas por el trovador. Era el ceramista quien, sentado ante el torno, modelaba una vasija.

Entró el trovador en el alfar y, sin mediar palabra, rompió todas las piezas de barro que el alfarero tenía expuestas al sol. Luego, sin mirarle siquiera ni mediar palabra, se marchó. 

Cuando el dueño del alfar quiso reaccionar, se encontró con el trabajo de muchos días hecho añicos y, lo que es peor todavía, prácticamente arruinado.

Preguntando aquí y allá, supo el alfarero que el causante de su desgracia formaba parte del séquito real como trovador, y se dirigió a palacio para hablar con él, pero éste, en lugar de excusarse y resarcirle por el daño causado, todavía se encolerizó más, diciéndole que, con su mala voz y todavía peor entonación, había desvirtuado y destrozado su melodía, y que no había hecho sino devolverle la misma moneda.

Los gritos airados del sorprendido y vapuleado ceramista llegaron a oídos del rey que quiso saber el porqué de tales lamentos. Con todo respeto, contó aquél al monarca lo sucedido solicitándole justicia, y el rey, entendiendo lo justo de la petición, obligó a su trovador a indemnizarle.

Luego, una vez reparado el daño material a satisfacción del ceramista, Jaime I despachó de la corte al violento trovador pues, como manifestó a quienes le rodeaban en aquel momento, no podía consentir acoger en su séquito a servidores tan pagados de sí mismos y tan avaros de sus obras como para que no las pudieran disfrutar sus súbditos, máxime cuando el poeta cantor había sido pagado con fondos del erario público.

[Del Ter, Armando, «Recopilación de leyendas especialmente de la Alta Montaña (I y II)», Folletón delAltoaragón, 91 y 92 (1983), II, pág. 13.]

JAIME I CASTIGA A SU TROVADOR (SIGLO XIII. PERPIGNAN)