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domingo, 28 de junio de 2020

355. EL MAR RECONOCE A PEDRO DE LUNA COMO PAPA


355. EL MAR RECONOCE A PEDRO DE LUNA COMO PAPA (SIGLO XV. PEÑÍSCOLA)

El aragonés don Pedro de Luna era en aquellos momentos todavía Benedicto XIII, pero se había iniciado ya el principio del fin, cuando el mundo le había comenzado a volver la espalda. Estamos en 1415. Tras recibir a varias embajadas encabezadas por el propio Emperador, en las que el rey de Aragón, don Fernando I de Antequera, también participaba solicitando su renuncia al papado, don Pedro siguió terne (en sus trece) en su decisión agravando con ello el conflicto.

Estando en Colliure, donde recibió a los últimos embajadores, y presionado por el desarrollo de los acontecimientos, decidió apartarse a meditar en medio de la soledad y la calma del castillo de Peñíscola. Preparó en poco tiempo el viaje y se embarcó en la pequeña localidad francesa.

No es normal que el mar Mediterráneo presente ribetes bravíos, pero en esta ocasión, cuando el barco de Benedicto XIII había zarpado, se desencadenó una auténtica tempestad. Las olas eran de tamaño oceánico de modo que la nave de don Pedro de Luna desaparecía por momentos. Todo el mundo creyó llegado su último suspiro, de manera que —arrodillados en la bodega, puesto que en la cubierta se corría el riesgo de ser barridos por las enormes olas— los acompañantes pontificios imploraban a Dios.

Don Pedro de Luna, el Papa del Mar como se le denominó en alguna ocasión, desafió la tempestad y se encaminó a la proa de la embarcación. Arrodillado, mirando al cielo, solicitó la salvación para él y para los suyos si la Providencia le reconocía como verdadero vicario de Cristo, de manera que si no era así deseaba y solicitaba que la tempestad hundiera su nave.

Lo cierto es que la tempestuosa tormenta amainó casi en el acto y el mar quedó en absoluto reposo, aunque el cielo seguía enviando una auténtica cortina de agua. El pontífice, dirigiéndose a los suyos, que no daban crédito al portento, les gritó: «¡Proa al sur! ¡Vamos a Peñíscola!».
Aquella prueba divina, en la que el mar representó papel tan decisivo, le reafirmó en su idea de no renunciar a la dignidad pontificia. Peñíscola era el lugar perfecto para la resistencia ante los hombres.

[Simó Castillo, Juan B., Pedro de Luna, el papa de Peñíscola, pág. 161.]

domingo, 21 de junio de 2020

216. LA CONVERSIÓN DE LOS JUDÍOS DAROCENSES (SIGLO XV. DAROCA)


216. LA CONVERSIÓN DE LOS JUDÍOS DAROCENSES (SIGLO XV. DAROCA)

Discurría un día del mes de junio de 1444. La fama de los Corporales era ya tal que el Papa había concedido un jubileo, que fue pregonado a los cuatro vientos, tanto que a Daroca llegaron gentes de todo el mundo. Había cristianos, moros y judíos; gentes sencillas y guerreros; reyes, prelados, caballeros...
Las calles eran un auténtico hervidero, un constante ir y venir.

Aquel día llegó también un enigmático peregrino, que logró hospedaje en la casa de una linajuda familia darocense, la del barón Francisco de Ezpeleta. En sus estancias, reinaba la alegría, pero la dueña de la casa, al ver al joven romero, que estaba totalmente callado, quedó entristecida dado el parecido que el muchacho tenía con su hijo desaparecido. Notaron sus huéspedes el cambio de humor de la dueña de la casa e inquirieron el porqué. Contó la dueña cómo su hijo —enamorado de la hija de un potentado judío, llamado Manasés y no pudiendo soportar el confinamiento y la muerte de ésta por su padre— mató al joven hebreo que deseaba casarse con ella, por lo que tuvo que huir. Ahora, el joven romero que se hospedaba en su casa, que permanecía en silencio, le recordaba a su hijo Alvarado. Todos volvieron los ojos hacia él, pero el peregrino siguió callado.
Francisco de Ezpeleta, para romper la tensión creada, invitó a todos a salir a la calle y escuchar la palabra del fraile Vicente Ferrer, en una de sus múltiples intervenciones para tratar de atraer a los judíos al cristianismo. En la plaza, la voz majestuosa y los argumentos del dominico valenciano lograron que ciento diez judíos solicitaran la conversión, destacando entre ellos Manasés.

Naturalmente, cuando regresaron todos a casa, todo lo visto y oído fue objeto de nueva y animada conversación. Más que nunca la anciana y el barón estaban pendientes del peregrino, cada vez más triste, tanto que no pasó desapercibido para todos los demás. Le invitaron a hablar, y el joven, entre lloroso y emocionado, se confesó ser un gran pecador. Poco a poco fue contando la historia de la bella hebrea muerta por su padre, el asesinato de su rival y su huida y peregrinar como romero.

Alvarado se abrazó a su madre y todos celebraron el reencuentro.

[Beltrán, José, «Los cien mil peregrinos», en Tradiciones y leyendas..., págs. 105-113.]

jueves, 12 de marzo de 2020

Núm. 27. Reg.n. 1377. fol. 118. 28 oct. 1340.

Núm. 27.
Reg.n. 1377. fol. 118. 28 oct. 1340.

Sanctissimo ac beatissimo in Christo patri et domino domino Benedicto divina providencia sacrosancte romane ac universalis ecclesie summo pontiffici Petrus Dei gracia rex Aragonum etc. ejus humilis filius et devotus pedum oscula beatorum. Rumor publicus undique personans ad vestre sanctitatis auditum potuit perduxisse qualiter rex ille perfidus Marrochorum christianorum sanguinem siciens cum maxima multitudine paganorum ad partes cifretavit Hispanie moliens eam et specialiter regnum nostrum Valencie sue quod absit subigere feritati. Unde cum ex hujusmodi causis catholicam fidem et vos patrem sanctissimum caput ipsius ceteraque christiane religionis membra tangentibus et nos multum urgentibus et super aliis quibusdam ad hec necessariis nobilem consiliarium nostrum Raimundum Cornelii de cujus fidelitate atque prudencia ab experto confidimus plene de premissis instructum ad pedes vestre beatitudinis transmitamus: ideo sanctitati vestre intimis et devotis affectibus suplicamus quatenus contemplacione negociorum ipsorum et nostre consideracionis obtentu dignetur vestra clemencia predictum nobilem benigne recipere pacienter audire et supplicaciones nostras ipsius vive vocis oraculo proponendas favorabiliter exaudire: super quibus omnibus vestre placeat sanctitati ipsius nobilis adhibere relatibus fidem plenam. Almam personam vestram conservet Altissimus suo sancto servicio per tempora longiora. Datum Barchinone quinto kalendas novembris anno Domini millessimo CCC° quadragessimo. - Dominicus de Biscarra mandato domini regis.


martes, 18 de febrero de 2020

LX, reg 24, fol 97, 20 enero 1296


LX.
Reg. n.° 24. fol. 97. 20 ene. 1296.

Bonifacius episcopus servus servorum Dei ad futuram rei memoriam. Redemptor mundi in cuius disposicione universa consistunt civitatem Iherusalem previdens ruituram flevise describitur super cam. Nunquid igitur nos ipsius licet indigne vicarius possumus cohibere lacrimas continere suspiria singultus arcere videntes pro dolor terram sanctam funiculum utique hereditatis dominice depopulatam inmaniter incolis Christi fidelibus expositam debachantum incursibus et a propriis defensoribus derelictam. In hiis profecto dolemus et premimur apponamur assidue et amare punccionis aculeo pressius anxiamur. Et cum non sit fere qui consoletur illam ex omnibus caris suis catholicis principibus et aliis populis chistianis distractis ad concertaciones et bella levamus in circuitu occulos nostros et scrutamur attente unde sibi auxilium veniat et presidium deffensionis occurrat. Ad carisimum itaque in Christo filium nostrum Jacobum Aragone regem illustrem dirigentes considerationis intuitum quem sue dovocionis integritas ad sanctam romanam Ecclesiam a cujus unitate recesserat quia novum adopcionis filium nobis placidum reddit et carum quique de maritimis et mediterraneis gentibus eidem terre depopulatione deserte pensata qualitate temporis oportuno potest adesse sucursu ordinamus et facimus ipsum in devocione Ecclesie permanentem vexillarium capitaneum et amirantum generalem ejusdem Ecclesie in vitam in omni armata marina per ipsam Ecclesiam facienda cum ejusdem Ecclesie sumptibus ac speciali et extremo mandato quandocumque et quocienscumque per ipsam Ecclesiam hujusmodi officii exequtio injungetur eidem pro subsidio terre sancte vel contra quoslibet hostes dicte Ecclesie seu rebelles: preficiendo ipsum personaliter sexaginta galeis armandis per ipsum regem in terris suis cum sumptibus et expensis Ecclesie sepedicte ad rationem viginti quinque milium solidorum currentis monete Barchinone singulis quatuor mensibus pro galea qualibet sufficienter armata. Quibus casibus exequendum hujusmodi vexillarie capitanie et ammirantie officium modo predicto dictus rex Aragonum se astringet et in hoc se et sua dicte Ecclesie obligavit et etiam quod ipse rex congruam miliciam de terris suis ad convenientia gagia necnon et homines idoneos cum sufficientibus armis de eisdem terris et dictarum corpora galearum parata habebit prout exiget qualitas agendorum et galearum numerus supradictus. In aliis autem casibus in quibus personaliter non prefuerit ut premitittur rex predictus tenebitur idem rex juxta mandatum Ecclesie galearum numerum bene armatarum tam de hominibus quam de aliis oportunis et guarnimentis et numerum militum ad rationem et gagia similia de terris suis sub capitaneo vel amiranto quem ponet idem rex de quo contentetur Ecclesia quocienscumque et quandocumque per ipsam Ecclesiam et suis sumptibus requiretur. Quod si aliquando ultra quatuor menses dictas galeas ac homines et milites in talibus Ecclesie predicte serviciis contingerit vel opportuerit perdurare perdurabunt et stabunt ad rationem et gagia supradicta. Si autem in faciendo passagio vel generali subsidio terre sancte princeps aliquis quem dictus rex Aragone probabiliter ex justis rationibus suspectum haberet unde sibi et genti sue verisimiliter timeretur inesse periculum idem rex et gens sua non teneantur in ipso passagio transfretare. Tenebitur nichilhominus idem rex ad ipsius jussum Ecclesie facere guerram tam per terram quam per mare cum militibus personis equestribus et pedestribus et galeis de hominibus armis et aliis guarnimentis bene munitis quibuscumque rebellibus aut inobedientibus ejusdem cum expensis et sumptibus Ecclesie prelibate quandocumque et quocienscumque ab ipsa Ecclesia fuerit requisitus et necessitas seu utilitas hoc requiret et de hoc romano Pontifici qui erit pro tempore simplici verbo credetur: salvis nichilomninus eidem Ecclesie tam servicio prestando per eundem regem ad ipsius regis expensas pro regno Sardinie et Corsice ab eadem Ecclesia sibi concedendo per temporis spacium in concesione hujusmodi distringendum quam aliis que in litteris concessionis hujusmodi exprimentur. Ceterum omnium vassorum rerum mobilium captivorum seu capiendorum non eminentium vel minus notabilium per ipsum regem vel per gentem ipsius que erit in armatis vel guerra predictis pro dicto subsidio terre sancte media pars deputabitur pro subsidio dicte terre tenenda et expendenda secundum rationem et mandatum romani Pontificis reliqua dimidia ratione dictorum officiorum lucris obveniet dicti regis: de personis vero captivis eminentibus vel notabilibus fiet quod romanus Pontifex qui erit pro tempore de ipsis disponet cujus simplici verbo de ipsorum eminentia seu notabilitate credetur. Et si contingat prefatum regem vel gentem ipsius in memoratis guerris vel armatis faciendis pro sepedicte terre subsidio vel terrarum ultramarinarum capere terram vel acquirere terra ipsa restituetur illi catolico vel fideli ad quem de jure spectabit. Quod si in ea jus quis fidelis et catholicus non haberet terra ipsa erit ejusdem Ecclesie et custodietur ad ejus expensas donec romanus Pontifex de ipsa aliter duxerit ordinandum. Donec autem idem rex vel suum stolium decem galearum et ultra erit de speciali et expresso mandato Ecclesie in serviciis terre predicte vel in serviciis ejusdem Ecclesie predictum regem ac regnum Aragone et totam terram regis ipsius necnon et regnum Sardinie et Corsice postquam sibi fuerit a nobis et Ecclesia prefata concessum suscipiemus sub proteccione beati Petri et nostra disponentes ipsa gladio spirituali defendere ac tueri prout expediens fore videbimus cisque fuerit oportunum. Et quandocumque et quocienscumque idem rex transiret personaliter in subsidium terre prefate de speciali et expresso mandato ipsius Ecclesie concedet eadem Ecclesia dicto regi decimam per triennii spacium ecclesiasticorum fructuum reddituum et proventuum predictorum regnorum et terrarrum necnon omnia legata a personis regnorum et terrarum predictorum in subsidium terre sancte ac etiam relicta et male ablata ab eisdem personis quorum restitucio dimissa est in ultimis voluntatibus et persone quibus restitucio ipsa fieri debeat ignorantur. Commitet quoque in casu premisso romanus pontifex alicui vel aliquibus personis quas ad hoc duxerit deputandas quod de tempore precedente dictam comissionem componant cum illis de regnis et tota terra dicti regis Aragonum qui contra interdictum Ecclesie portaverunt vel misserunt prohibita in Alexandriam: et de pecunia recipienda ex composicione prefata fiet quod romanus Pontifex exinde duxerit injungendum. In eodem etiam casu ubi scilicet dictus rex transiret personaliter in subsidium terre sancte de speciali et expresso mandato ipsorum romani Pontificis et Ecclesie commitet Ecclesia certis personis ad hoc per ipsam specialiter deputandis quod personarum qualitate pensata possint componere cum voluntatibus ipsorum vota redimere et votum specialiter terre sancte in predictis regnis et terra regis ejusdem pro preterito tempore: et quod recipi ex ipsa composicione contingerit significabitur dicto romano Pontifici et fiet exinde quod mandabit. Intendimus autem quod predicta fiant ad expressum et sepeciale mandatum nostrum et ejusdem Ecclesie et jamdictus rex Aragonum antequam predicta vel ipsorum quodlibet mandentur eidem per nos vel ipsam Ecclesiam per speciales litteras et expressas non possit aliquid petere a nobis vel successoribus nostris vel ab Ecclesia sepedicta predictorum occasione vel causa et idem rex ad nichil aliud et non aliter quam in superioribus dicitur teneatur per conventa nobis vel Ecclesie et acceptata per ipsum ratione vel causa eorum que presentibus continentur. Omnium autem predictorum interpretatio et declaracio ad romanum Pontificem pertineant qui pro tempore fuerit quociens opus fuerit facienda et super hoc stabitur simplici verbo ejus. Datum Rome apud Sanctum Petrum XlII° kalendas februarii pontificatus nostri anno secundo.


jueves, 13 de febrero de 2020

X, perg 1, apéndice, Jaime I, 10 setiembre 1215

X.

Perg. N° 1 del apéndice de Jaime I.
10 de septiembre 1215. (quarto idus septembris sub era millessima CCL tertia).

Sit notum cunctis quod nos Sanccius Dei gratia comes Provincie et regni Aragonum et Cathalonie procurator promittimus et bona fide convenimus vobis dilectis nostris Guillelmo de Cervaria et Petro Aunes quos nunc pro demandanda morte domini Petri inclite recordationis regis Aragonum et pro aliis multis negotiis regni expediendis apud Romam mittimus ad concilium generale quod omnes expensas et missiones quascumque in itinere isto tam eundo quam redeundo et stando apud Romam feceritis et omnia alia quecumque in promovendo negotia domini regis Aragonum mortuo videlicet et vivo domino papa et cardinalibus et aliis in curia et extra curiam pariter cum concilio dompni J. episcopi Sancte Marie dederitis pro hujusmodi negotio expensaveritis ullo modo nos persolvemus vobis vel cuicumque scripto vel verbo vos mandaveritis sine omni dubio et sine aliqua diminutione in pace. Et de hoc toto complendo et attendendo vos et vestros omnes sub Dei fide et legalitate nostra recipimus sicut melius et plenius dici et intelligi potest ad vestrum et vestrorum salvamentum comodum et utilitatem. Verumtamen de expensis et missionibus superius expressis credamini vos et sitis crediti verbo simplici vestro et sine placito et demanda. Datum Osce quarto idus septembris sub era millessima CCL tertia. - Testibus et presentibus G. episcopo oscensi G. episcopo tirasonensi Vitali archidiacono Tirasone Eximino Cornelii Pelegrino de Aunes Roderico de Lizana Blasco Maça Bernardo de Clareto comendatore de Montesono et aliis multis. - Sig+num Berengarii de Parietibus qui mandato domini comitis hoc scribi fecit loco die et era prefixis.



martes, 24 de diciembre de 2019

C, perg 30*, mayo 1157


C
Perg. N°30*. Mayo 1157.

Pateat cunctis fidelibus quod ego Lupus Dei gracia pampilonensis episcopus cernens quamplurima dampna destructiones ac cedes que diu in terra Navarre incessanter contigerant propter gravissimam guerram et multis timendam quam Raimundus comes barchinonensis princeps aragonensis ac Sancius rex Navarre diu inter se agitaverant: desiderans et studens tantis malis finem imponere ante presenciam jamdicti comitis veni eumque crebris et indefessis precibus meis rogavi quatenus ipsius pestifere guerre treuam daret. Tandem sicut episcopalis officii est cum ad tantum malum sedandum et mitigandum pacem et treguam a supradicto comite diligenter exquirerem supradictus venerabilis comes ipsam treuam in manu mea dedit et a parte regis Navarre per manum meam accepit: quam treguam cum predictus rex Navarre et sui posmodum fregissent et quamplurima malefacta et maxima dampna jamdicto comiti et terre sue Aragone fecissent ne iniquitas super iniquitatem iterum aponeretur ad supradictum comitem rursum accessi et in potestate sua tam pro restituendis omnibus malefactis quam pro pace reformanda me ipsum obsidem dedi. Postmodum vero cum prephatus rex Navarre et sui jamdicta malefacta et dampna supradicto comiti redirigere vel restituere nollent prenominatus comes ex his me sepius requisivit atque comonuit et ad ultimum per internuncios suos et literas domino pape de me suam querimoniam fecit qui michi propter hoc litteras suas et mandatum direxit. Quapropter ego Lupus Dei gracia parapilonensis episcopus visis litteris domini pape Adriani apud Montem-Pessulanum et audito ejus mandato in mense januario anno Domini millesimo CLVI tam pro fide mea comiti supradicto promissa quam pro mandato domini mei pape cujus preceptis contraire nec possum nec debeo posui me ipsum et tradidi in manu et in potestate suprascripti Raimundi comitis barchinonensis per ostaticum et ei sub fide mea et ordine conveni atque promissi ne de ostatico suo aliqua occasione vel ingenio me subtraherem vel exirem nisi rex pampilonensis me de isto ostatico traheret grato animo et voluntate comitis et comes jamdictus me inde gratis absolveret restitutis et emendatis sibi omnibus supradictis malefactis et dampnis. Unde ego prelibatus Lupus pampilonensis episcopus bona fide ac spontanea voluntate mea convenio tibi supranominato Raimundo comiti aragonensium principi in vera fide et ordine meo et debita romane ecclesie reverencia quod deinceps sim tibi fidelis de corpore tuo et de vita tua et de omni honore quem modo habes vel in antea conquirere poteris et adjuvabo te ac tibi valebo cum omnibus castris meis et villis quos habeo vel habebo et cum omnibus hominibus meis contra omnes homines et feminas sine tuo engan nisi rex pampilonensis jamdictus de tuo ostatico me eduxerit et tu inde me absolveris gratis et sine aliqua vi restitutis tibi et redirectis supradictis omnibus dampnis et malefactis. Et ut suprascripta omnia tibi fidelius ac firmius compleam et atendam interpono tibi dominum meum papam Adrianum in fidejussorem atque patronum ut que superius scripta sunt mente fideli tibi compleam et atendam sine malo ingenio. Et hoc facio tibi asecurari a venerabili B. terrachonensi archiepiscopo sub cujus diocesi sum constitutus et a discretis episcopis barchinonensi atque cesaraugustano me sicut suprascriptum est recta fide et sine aliqua fraude tibi firmiter tenere atque complere. Et ego Raimundus comes barchinonensis princeps arogonensis et marchio convenio tibi jamdicto Lupo per Dei graciam pampilonensi episcopo ut ab hoc die in antea te manuteneam et tibi valeam et contra omnes homines et feminas consilium tibi et auxilium prebeam bona fide sine engan et quod non faciam placitum ullum aut treuam cum supradicto Sancio rege Navarre aut cum imperatore Castelle ac filiis suis regibus absque tuo consilio vel voluntate. Et per easdem personas suprascriptas quibus michi asecurasti facio tibi asecurari ut que superius tibi convenio tibi firmiter compleam et attendam sine malo ingenio. Acta sunt hec in mense maio apud Ilerdam anno Domini millessimo CLVII in presencia episcoporum barchinonensis et Cesarauguste et Arnalli Mironis comitis plearensis et Raimundi de Podio-alto ac Guillelmi de Cervera. - Sig+num Lupi pampilonensis episcopi. Sig+num Arnalli Mironis comitis palearensis. Sig+num Guillelmi barchinonensis episcopi. Sig+num Raimundi de Podio-alto. Sig+num Guillelmi de Castro-vetulo. Sig+num Guillelmi de Cervera. Petrus Dei gracia cesaraugustanus episcopus. Sig+num Raimundi comes. - Sig+num Poncii scribe qui hoc scripsit die et anno quo supra (alphabeto divisa.)

LXXXVII, perg 297, 15 enero 1156


LXXXVII
Perg. N° 297. 15 ene. 1156.

Notum sit omnibus quod ego Lupus pampilonensis episcopus propter plurima malefacta et dampna que injuste et sub tregua fuerant facla a Sancio rege Navarre et ab hominibus ejus comiti barchinonensi et aragonensium principi in regno aragonensi videns dampna et pericula que propter hoc iminebant terre Navarre precibus et mandato predicti regis ac nobilium virorum terre illius intravi in ostatico et in manu jamdicti comitis pro redirigendis et restituendis omnibus dampnis et malefactis que post dictam treguam supradictus rex et sui comiti barchinonensi et suis in terra ejus intulerant. Et conveni ei sub fide et ordine meo ne ab eius potestate aliquo modo discederem absque eius licencia vel permissione donec omnia supradicta malefacta in integrum ei restituerentur. Tandem quia visum est comiti quod pacta que facta fuerant sibi secundum tenorem rei non implebatur domino pape super me suam querimoniam fecit. Dominus vero papa per literas suas mihi mandavit quatenus iudicio terrachonensis archiepiscopi ac ilerdensis episcopi sicut conveneram comiti ita sibi atenderem et compelerem visis itaque literis domini pape ego Lupus pampilonensis episcopus ad dominum comitem barchinonensem ad Montem-Pessulanum sine mora perveni. Ibique recognoscens me supradictum sibi fecisse ostaticum misi meipsum in potestate sua per ostaticum et conveni ei in osculo pacis sub fide et ordine meo de manu vel potestate sua aliquo modo exirem sine sua licencia et si quandoque ipse mihi daret licenciam exeundi redirem et starem in sua potestate quocienscumque ipse mihi mandaret per se vel per nuncium aut nuncios suos. Et ut hoc totum firmius ei attenderem et complerem feci hoc totum domino comiti convenire dominum meum terrachonensem archiepiscopum et G. barchinonensem episcopum et Ortalle helenensem episcopum concedens in hoc negocio dominum papam jamdicto comiti etiam choadjutorem et hoc totum fuit factum apud Montem Pessulanum in presencia predictorum episcoporum et Guillielmi Montispessulani atque Guillielmi Raimundi Raimundi Dapiferi et Guillielmi de
Castro-vetulo ac Bernardi de Bello-loco et Raimundi de Podio-alto et Berengarii de Turre-rubea et Arnalli de Lercio ac Raimundo de Vila de mulis atque Orberti de
Castro-vetulo et Ortalli de Castra-novo et aliorum plurimorum nobilium virorum. Anno ab incarnacione Domini millesimo CLVI. XVIII kalendas februarii. - Sig+num Lupi pampilonensis episcopi. Sig+num Bernardi tarrachonensis archiepiscopi. Sig+num Guillelmi barchinonensis episcopi. Sig+num Artalli helenensis episcopi. Raimundi abbatis Sancti Rufi. Sig+num Guillelmi Montis-Pessulanis. Sig+num Guillelmi Raimundi Dapiferi. Sig+num Guillelmi de Castro-vetulo. Sig+num Bernardi de Bello-loco. Sig+num Raimundi de Podio-alto. Sig+num Berengarii de Turre-rubea. Sig+num Arnalli de Lercio. Sig+num Raimundi de Vila de mule (o mulc, normalmente pone Muls). Sig+num Arberti de
Castro-vetulo. Sig+num Artalli de Castro-novo. Sig+num Poncii scribe qui hoc scripsit. (alphabeto divisa.)

Nota: rei non implebatur: res no, no res, nada + verbo (implebatur).
Montem Pessulanum, Montem-Pessulanum, Montispessulani: (de) Montpellier, Mompeller, etc.
Turre-rubea: Torre roja, Torroja;
Monte Rubeo, Monte-rubeo: Monte Rojo, Monroyo, Mont-Roig, Monroch, etc.

Castro-vetulo: Castellvell, Castillo viejo.
Castra-novo, Castro-novo: Castelnou, castell nou, castillo nuevo (castra: castillos).

Poncii scribe qui hoc scripsit: Poncii escriba que/qui lo escribe; ho (pronunciado u) escriu.

jueves, 4 de julio de 2019

LA CORONACIÓN DE PEDRO II EN ROMA

114. LA CORONACIÓN DE PEDRO II EN ROMA (SIGLO XIII. ROMA)

Pedro II, rey de Aragón, hizo un viaje que hoy llamaríamos de Estado a Roma, cuando ya llevaba gobernando los destinos del reino desde hacía ocho años. Allí, ante el Papa y con la intervención de éste, fue coronado solemnemente rey de los aragoneses.

De lo que ocurrió en Roma, así como del acto de la coronación efectuada por Inocencio III, pronto comenzaron a correr versiones y noticias de todo tipo, algunas no exentas de cierta verosimilitud.

Parece ser que, según la leyenda naturalmente, era costumbre que el papa, para poner de mayor relieve la dignidad pontificia, colocaba la corona sobre la cabeza de los reyes coronados con los pies, en lugar de hacerlo, como parece lógico, con las manos.

Pedro II, que se enteró de esta curiosa costumbre protocolaria cuando se hallaba en Roma, la estimó algo vejatoria y humillante para cualquier autoridad secular, por modesta que fuera, pero sobre todo para el representante de un reino tan importante como el aragonés. Ideó entonces cómo evitar pasar por el trance sin que ello molestara al pontífice.

Tras barajar varias alternativas con sus asesores, Pedro II se decidió finalmente por la de confeccionar una corona de pan blando, con escasa corteza, que hizo elaborar y cocer el mismo día en que iba a tener lugar el acto de la solemne coronación.

Se preparó con todo detalle la ceremonia, a la que acudieron, aparte de los representantes vaticanos, no sólo la delegación aragonesa, sino también embajadores de otros Estados. Tras el rey Pedro II, un camarlengo portaba una bandeja con la corona de pan encima. El salón era todo luz.

Cuando llegado el momento de la coronación Inocencio III se descalzó y quiso tomar el pan con los pies para proceder como era costumbre, se vio imposibilitado para manejar la corona de pan blando, de modo que se vio obligado a tomarla con las manos para colocarla en la cabeza de Pedro II.

[Blancas, Jerónimo, Comentarios a las cosas de Aragón, pág. 5.

A la memoria de Jerónimo de Blancas, cronista del Reino de Aragón
https://archive.org/details/comentariosdela00blangoog/

Palacios, Bonifacio, La coronación de los Reyes de Aragón, 1204-1410, pág. 23.]



LA CORONACIÓN DE PEDRO II EN ROMA

Pedro II de Aragón el Católico en un acto feudal en febrero de 1198. Es la única imagen contemporánea al rey de Aragón que se conoce. Aparece sentado en el trono y coronadoLiber feudorum Ceritaniae (1200-1209).

Pedro II, Osca, als presentz, fuero, bando, occitano aragonés

Pedro II de Aragón, apodado «el Católico» (Huesca, julio de 1178a​-Muret, actual Francia, 13 de septiembre de 1213), fue rey de Aragón (1196-1213), conde de Barcelona (como Pedro I, 1196-1213) y señor de Montpellier (1204-1213). Era hijo de Alfonso II el Casto de Aragón y Sancha de Castilla.

Nació, casi con toda probabilidad en el mes de julio de 1178 en Huesca, ciudad en la que estaba su padre Alfonso II que ese mismo mes otorgó al menos dos documentos. Recibió el bautismo en la catedral de Huesca. Su infancia transcurrió en la capital altoaragonesa criado por su ama Sancha de Torres.

Pedro II gobernó como rey de Aragón, conde de Barcelona y señor de Montpellier; según Iglesias Costa esto suponía asumir el reconocimiento sobre Sobrarbe y Ribagorza, aunque esos títulos se omitieron desde Alfonso II.​ Estos eran antiguos condados ya unidos al Reino de Aragón en tiempos de Ramiro I.

En líneas generales, el reinado de Pedro II estuvo dedicado a la política en los territorios transpirenaicos con limitados resultados y finalmente fracasada, lo que, aparte de la merma crónica de recursos financieros y el endeudamiento de la corona durante su reinado, determinó una menor atención a la frontera hispánica, logrando apenas alguna posición avanzada en territorio andalusí, como Mora de Rubielos (1198) Manzanera (1202) Rubielos de Mora (1203), Camarena (1205) y Serreilla, El Cuervo, Castielfabib y Ademuz (1210)​ si bien desempeñó un papel político de apoyo a una acción cristiana conjunta que frenara la fuerza del poder almohade en la península, y participó activamente junto a Alfonso VIII de Castilla y Sancho VII de Navarra en la campaña que culminó en la batalla de Las Navas de Tolosa en 1212, un triunfo cristiano, según muchos decisivo, y de gran resonancia ya en aquellos momentos.

Pedro II renovó la infeudación o vasallaje de Aragón a San Pedro (al igual que ya hicieran tiempo atrás Sancho Ramírez y Pedro I) con su coronación por el papa Inocencio III en el monasterio de San Pancracio de Roma en noviembre de 1204, adquiriendo también el compromiso de la concesión al Papado de una suma anual.​ Esta política de legitimación papal le convirtió en el primer monarca del reino que fue coronado y ungido. A partir de él y por concesión de la Santa Sede en bula dictada el 6 de junio de 1205, los monarcas aragoneses debían ser coronados en la Seo de Zaragoza de manos del arzobispo de Tarragona tras solicitar la corona al Papa (formalidad que implicaba el permiso de Roma), haciéndose extensiva esta prerrogativa a las reinas en 1206.

Los Reys Darago


Casado en 1204 con María de Montpellier, un matrimonio guiado por sus intereses en el mediodía francés que le proporcionó la soberanía sobre la ciudad de Montpellier, su escasa vida marital estuvo a punto de crear una situación de crisis sucesoria por falta de heredero. La reina María dio finalmente un hijo, Jaime I, (treta palaciega) que garantizó la continuidad de la dinastía aunque hubo un intento de divorcio, que el Papa no concedió, para casarse con María de Montferrato, heredera nominal del reino cruzado de Jerusalén, por entonces inexistente ya en la práctica.



occitania, Aragón, 1213
Occitania, Aragón, 1213

Pedro II no renunció a la política en Occitania y con él se dan, a la vez, la culminación y el fracaso de esa política en la Corona de Aragón que, heredada de la casa condal de Barcelona desde el siglo XI y las campañas con ayuda de magnates ultrapirenaicos de Alfonso I de Aragón, su padre Alfonso II había acrecentado en su doble condición de 
Rey de Aragón y Conde de Barcelona.

Ramón Berenguer I había iniciado, en oposición a los condes de Tolosa, una política de penetración en Occitania del condado de Barcelona con la adquisición de los territorios de los condados de Carcasona y Rasés (más tarde perdidos a manos de los Trencavel), que continuó en el siglo XIII con Ramón Berenguer III y IV, consolidando su posición en la zona como condes de Provenza y obteniendo, entre 1130 y 1162, el vasallaje de numerosos señores en la zona.

Alfonso II, en el contexto de la expansión almohade (que actuaba de freno a la expansión hacia el sur en la Península Ibérica), pero ahora también como primer soberano titular de la Corona de Aragón (lo que le proporcionaba una base de poder territorial más amplia) había reforzado su presencia en Occitania frente al expansionismo del condado de Tolosa y estuvo «a punto de crear un reino pirenaico que englobara las cuencas del Ebro y del Garona». Pedro II será quien con más decisión lo intentará hacer realidad, culminando la tradición dinástica occitana ahora en un nuevo contexto de alianzas ante el intento de expansión en la zona de otra monarquía rival, los capetos.

Pese a que el condado de Provenza, perteneciente a la Casa de Aragón-Barcelona, había sido asignado a su hermano Alfonso II de Provenza, Pedro II mantuvo su actividad en aquel complejo tablero de intereses marcado por su atomización política, el intento de expansión francesa sobre ella, el desarrollo del catarismo y los consiguientes conflictos con el papa Inocencio III, interesado en erradicarlo e imponerse en la zona.

En 1200 concertó el matrimonio de su hermana Leonor y Raimundo VI de Tolosa. En un concilio en Bagnères-de-Luchon de 1201, Bernardo IV de Cominges se hizo vasallo del rey de Aragón, a cambio de la entrega del Valle de Arán, que pertenecía al rey católico.
En 1202 se celebró la boda del conde de Tolosa con la infanta Leonor.
En 1204, Pedro II se casó con María, heredera del conde de Montpellier, teniendo además, como vasallo, a Ramón-Roger Trencavel, vizconde de Béziers y Carcasona. Ese mismo año intervino en la zona forzando una paz entre su hermano, el conde de Provenza, y el conde de Forcalquier, aliado de Pedro II.


Asimismo se hizo feudatario de la Santa Sede en noviembre de ese mismo año, sin duda con las miras puestas en jugar un papel político en la zona desde una posición de preeminencia y legitimidad, en su condición de rey coronado por el Papa y distanciado del catarismo, catarrismo no, contra el que tanto en Provenza como en Montpellier se tomaron algunas medidas, teniendo que sofocar en esta última ciudad una revuelta en 1206.

Por otro lado, interesado en una alianza con el Sacro Imperio Romano Germánico, comprometió a otra de sus hermanas, Constanza, con el rey de Sicilia Federico II Hohenstaufen, matrimonio que se culminó en 1210, para ser en 1212 coronadas como emperadores del Sacro Imperio.

A lo largo de los siglos xii y xiii, la influencia del catarismo, una herejía cristiana con orígenes en Asia Menor y los Balcanes (paulicianos y bogomilos), se había ido extendiendo en el occidente latino y consolidado con fuerza en la llamada Occitania o territorios del actual mediodía francés, donde se estructuró una Iglesia cátara con varios obispados y cuyo epicentro era la zona de la ciudad de Albi, por lo que también se lo denomina movimiento albigense. La situación de coexistencia con esta iglesia rival, tolerada por los poderes de la zona (situación favorecida por la atomización del poder político y la ausencia de un centro de poder efectivo en Occitania, nunca logrado por el condado de Tolosa), amenazaba allí la hegemonía de la Iglesia romana.

Al mismo tiempo, la prosperidad occitana despertaba la ambición expansionista de la monarquía francesa de los Capetos y de sus baronías de la Isla de Francia, dispuestos a servirse de cualquier argumento para intervenir en los territorios de la Langue d'oc.
Por su parte, Inocencio III encontró en la monarquía francesa el medio más favorable de atajar la «herejía» y reducir a sus prosélitos a la obediencia a Roma, por lo que se mostró siempre complaciente y predispuesto a favorecer las empresas del rey francés, a quien también apoyará en la batalla de Bouvines y en sus conflictos con Inglaterra.
De esta comunión de intereses surgió la cruzada contra los albigenses que se empezó a fraguar a inicios del siglo xii y que finalmente el papa predicó en toda la cristiandad latina, con especial éxito en la Isla de Francia, legitimando al monarca francés en su política expansiva al enviar contra los territorios occitanos –considerados heréticos por Roma– un poderoso ejército mandado por Simón de Montfort bajo la denominación de Cruzada.






Dinero de Pedro II de Aragón (1205-1213). Anverso: Busto del rey coronado. Leyenda: PETRO REX. Reverso: Cruz procesional sobre vástago con florituras de ramas a los lados o «arbor ad modum Floris» (mal llamada "Encina de Sobrarbe", como se interpretó desde el siglo XVI). Leyenda a ambos lados del vástago: ARA-GON.

Dinero de Pedro II de Aragón (1205-1213). Anverso: Busto del rey coronado. Leyenda: PETRO REX. Reverso: Cruz procesional sobre vástago con florituras de ramas a los lados o «arbor ad modum Floris» (mal llamada "carrasca o encina de Sobrarbe", como se interpretó desde el siglo XVI). Leyenda a ambos lados del vástago: ARA-GON.

El acontecimiento que desató el conflicto fue el asesinato en enero de 1208 de Pierre de Castelnau, enviado a Toulouse como legado papal para mediar en nombre de Roma, que indujo al Papa a excomulgar al conde de Toulouse y promulgar la cruzada contra los albigenses.

La guerra «relámpago» en 1209 se dirigió inicialmente contra los vizcondados de la dinastía occitana Trencavel, donde se produjo la brutal toma de Béziers, con una matanza generalizada sin distinción de credo que quedó luego ilustrada en la célebre frase atribuida por las crónicas al legado papal Arnaud Amaury.​ Esta fase inicial de la cruzada acabó con el sitio y la subsiguiente toma de la ciudad de Carcasona en el verano de 1209, tras lo cual le fueron otorgadas al cruzado francés Simón de Montfort, por el propio legado papal, las tierras sometidas de la familia Trencavel. Desde sus nuevas posesiones mantendría una política de ataques y asaltos a los señoríos de la zona incluido el fracasado intento de toma de Toulouse en 1211 y comenzaba la persecución y quema de cátaros a través de la Inquisición, creada expresamente por Roma en 1184 con el objetivo de erradicar la llamada herejía cátara o albigense.

La situación creada generó entre los poderes occitanos un sentimiento de amenaza y repulsa ante la intervención francesa y la cruzada que era propicio para que Pedro II el Católico, como rey y vasallo del papado desde 1204, pudiera obtener una posición de prestigio en la zona actuando como intercesor ante el papado y protector ante Simón de Montfort (ya en la toma de Carcasona de 1209 evitó una matanza negociando con los cruzados una expulsión de los cátaros), prestigio acrecentado con su participación exitosa contra los musulmanes en las Navas de Tolosa. Habiendo obtenido el vasallaje del conde de Toulouse, Raimundo VI, y de otros poderes de la zona, desplegó una política de pacificación concertando el matrimonio de su hijo, el futuro Jaime I, con la hija de Simón de Monfort, entregándole a este, como garantía, la tutela del joven príncipe y único heredero del linaje, que permaneció en Carcasona. Asimismo negoció con Arnaud Amaury, ahora obispo de Narbona y también presente en la campaña de las Navas, la convocatoria de un sínodo en Lavaur para intentar la reconciliación.

Tras el fracaso de la reconciliación entre occitanos y Simón de Montfort, Pedro II se declaró protector de los señoríos occitanos amenazados y de Toulouse. Pese a que su hijo permanecía bajo tutela en poder de Simón de Montfort y la excomunión de Inocencio III, que había optado finalmente por apoyar la causa francesa, reunió finalmente un ejército en sus reinos y territorios peninsulares con el que pasó los Pirineos y junto a los aliados occitanos puso cerco a la ciudad de Muret, donde acudió Simón de Montfort. Partiendo de una situación ventajosa en cuanto a fuerzas y avituallamientos, en la campaña, parece ser, sus huestes actuaron con precipitación y desorganización sin esperar la llegada de todos los contingentes. Resultaría muerto al ser aislado por los caballeros franceses en un combate en el que el rey ocupaba una posición de peligro en la segunda escuadra, en lugar, según era lo habitual, de situarse en la retaguardia. La muerte del rey trajo el desorden y la desbandada entre las fuerzas tolosano-aragonesas y la consiguiente derrota.​ Muret supuso el fracaso y abandono de las pretensiones de la Corona de Aragón sobre los territorios ultrapirenaicos y, según el autor Michel Roquebert, el final de la posible formación de un poderoso reino aragonés-occitano que hubiera cambiado el curso de la historia de Francia y España.

Excomulgado por el mismo Papa que lo coronó, permaneció enterrado en los Hospitalarios de Toulouse, hasta que en 1217 el Papa Honorio III autorizó el traslado de sus restos al panteón real del Monasterio de Santa María de Sigena en Huesca, donde fue enterrado fuera del recinto sagrado.

Muerto Pedro II, Simón de Monfort mantenía aún en custodia a Jaime, el heredero al trono, que había quedado en ese mismo año de 1213 huérfano de padre y de madre, al morir también la reina María de Montpellier con solo 33 años en Roma, donde había viajado para defender la indisolubilidad de su matrimonio.

Ante esta situación, los nobles aragoneses y catalanes posiblemente solicitaran la restitución del joven heredero a Simón de Montfort. Se envió una embajada del reino a Roma para pedir la intervención de Inocencio III quien, en una bula y por medio del legado Pedro de Benevento, exigió contundentemente a Simón de Montfort la entrega de Jaime que se produjo finalmente en Narbona en la primavera de 1214, donde le esperaba una delegación de notables de su reino, entre los cuales se encontraba Guillem de Montredon, maestre del Temple en Aragón encargado de su tutela.

Siendo un niño, Jaime I de Aragón cruzará por primera vez los Pirineos para ser, junto a su primo, Ramón Berenguer V de Provenza, formado y educado con los templarios de Aragón en Monzón, deteniéndose antes en Lérida, donde le juran fidelidad unas Cortes conjuntas de Aragón y Condado de Barcelona.