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lunes, 18 de octubre de 2021

CUATRO PALABRAS SOBRE LA ESPADA Y EL LAÚD DE DON JUAN PALOU Y COLL.

CUATRO
PALABRAS


SOBRE


LA
ESPADA Y EL LAÚD


DE


DON
JUAN PALOU Y COLL.


Aquel
criadero de incomparable poesía, aquel palacio encantado de la
imaginación, aquella palestra de las pasiones más sublimes, aquel
paraíso del pensamiento nacional que, galeote sin ventura de todas
tiranías, allí sólo encontraba refugio deleitable, aquel teatro
español, de veneranda y gloriosísima memoria, es hoy vergüenza de
propios y menosprecio de extraños. Una turba bullidora de
inteligencias ruines hormiguea allí en donde ingenios peregrinos,
convirtiendo la quinta esencia de sus espíritus en rimas puras como
el oro y musicales como la plata, despertaban con ellas el sonoro
corazón de las muchedumbres. Lo que más caracteriza a esos
jornaleros a destajo que, salvas poquísimas excepciones, señorean
la escena patria es, amén de su fecundidad verdaderamente milagrosa,
lo débil, enfermizo y miserable de su numen. No busquéis en sus
raquíticos engendros un sólo átomo de vitalidad sana; todos nacen
éticos. Por esto, lejos de recibir con desvío producciones como La
Espada y el laúd que, si de algo pecan es de exceso de fuerza y
plétora de vida, hoy más que nunca deberían acogerse con gratitud
señalada. Si algún lunar tiene esta obra inspiradísima, hijo es de
un verdadero genio dramático; y valen más los extravíos del genio
que los aciertos casuales de la necedad.


El
Sr. Palou acostumbra dar sus reñidas batallas de pasiones y
sentimientos dentro de un espacio muy angosto, y en él guerrean con
encarnizado empuje, sin que apenas sufra menoscabo la destreza de las
maniobras, ni amaine un punto la serenidad del que las dirige, ni el
ardoroso brío de los contendientes haga degenerar el combate en
confusa y desordenada pelea. Sin embargo, a ser más autorizada
nuestra voz, aconsejaríamos al Sr. Palou que procurase ensanchar
algo el ceñido círculo en donde luchan los afectos y pasiones de
sus dramas, disminuir el número de los combatientes y no efectuar
las operaciones con tan vertiginosa rapidez. Sus luchas dramáticas
tienen espectadores y pueden estos no ver tan claro desde fuera del
palenque como el autor desde dentro; y por lo mismo, no tributar
completa justicia a su portentosa habilidad.


De
lo que llevamos dicho, implícitamente se deduce que, en nuestro
humilde sentir, lo que más enaltece los dramas del Sr. Palou es su
valor psicológico. El de La Espada y el laúd es a todas luces
acendrado. Para justipreciarlo debidamente basta fijar la atención
en los caracteres principales que descuellan en el drama que nos
ocupa.


AUSIAS
MARCH
... (Ausiàs March, poeta valenciano, en lengua valenciana) Verdadera encarnación de la poesía contemplativa
enguirnaldada con la celeste aureola de un amor puro y extático,
es una figura arrancada de los versos mismos de aquel gran poeta
provenzal
. Su alma es toda profundo lirismo y reconcentrada
pasión. En carecer de carácter exteriormente activo consiste y debe
consistir su carácter, pues su actividad es eminentemente interna.
De esta clase de levantados espíritus pudiéramos decir, a
perdonársenos lo técnico de la frase en gracia de su actitud, que
su fuerza centrífuga es insignificante, y poderosa, por lo
contrario, su fuerza centrípeda. Si alguna vez, menos por
motivos de utilidad práctica propia o ajena que a impulso de móviles
puramente abstractos, toman parte en los acontecimientos del mundo
exterior, suelen hacerlo de una manera brusca o distraída y floja.
Viven como anacoretas en el silencioso retraimiento de la meditación
o en el oasis regalado de la fantasía:


y
sólo penosamente salen de estas regiones intelectuales. He aquí por
qué el Sr. Palou ha dado a su protagonista cierto carácter
relativamente pasivo, he aquí por qué la hazaña que realiza es tan
maravillosa como instantánea; he aquí por qué guarda en la acción
cierto aire, digámoslo así, desorientado que es su mayor y más
artística belleza. Para él, su adorada Teresa no es simplemente un
dechado de hermosura y un ángel de pureza, es el imán de su
imaginación acalorada, el astro radiante del cual su alma es
girasol. El ultraje sangriento hecho por Don Martín a su honor y a
sus blasones, a trechos, a ráfagas encienden su ira, pero no logran
desquiciar su corazón del arrobamiento lírico y amoroso que le
avasalla. Finalmente: cuando su hermana Beatriz le enseña súbito al
villano raptor de su honra, Ausias sediento de venganza y
próximo a lanzarse sobre su presa, se detiene de pronto y exclama en
son de reconvenirse a sí mismo:


¡Ay!
¡ídolo mío!...
¡ya me olvidaba de ti!


¡Triunfo
del amor absorbente del poeta que arrastra todas sus potencias
espirituales al centro de su alma, alcanzado a costa de otro
sentimiento expansivo y diametralmente contrario! ¡Rasgo magistral,
pincelada profunda que pone en claro de repente el carácter del
poeta enamorado!


TERESA...
Pocas veces hemos admirado en la escena una personificación tan
sublime del amor femenino. Teresa ama con su cerebro, con su corazón,
con sus nervios, con todo su ser. Ama como amarán las mujeres el día
que Dios se digne realizar en su alma algunas mejoras urgentes. La
gloria del trovador y los hechos hazañosos del soldado cautivan la
parte poética y fantaseadora de su espíritu; la gratitud, por haber
salvado la vida a su hermano y a ella, acendran su irresistible
simpatía; súbela de punto la férrea voluntad de su padre, que la
obliga a casarse con un ambicioso de aviesos y vulgares instintos. Su
amor recorre toda la escala cromática de la pasión, delicada y
fuerte a un tiempo, hasta estallar en el do de pecho del último
acto. Nace en el cielo de su alma, un amoroso afecto, cual nubecilla
atornasolada y leve: poco a poco se espesa y aploma; la surcan a
ratos ráfagas de pasión incandescente, conviértese por fin en una
tempestad.
Después que Rebolledo ha explicado a Don Martín el
horroroso peligro que acaba de correr su hija, y del cual
bizarramente ha triunfado el heroico esfuerzo de Ausias March, dice:

TERESA. ¡Padre!
REBOLL. ¡Qué quieres!
TERESA.
(Besándole la mano.) ¡Ay, padre!


(Bajo
después de mirar con recelo y aversión a Martín.)


¿Me
amáis?
Con este rasgo profundamente delicado indica Teresa su
afecto por Ausias, su odio al capitán, y toma el pulso al corazón
de su padre para calcular los grados de resistencia que podrá oponer
su cariño paternal al que ella siente por el poeta guerrero. Si en
tan tremenda lucha queda vencida, no por esto llevará al odiado
verdugo de su dicha ni un pensamiento criminal. La fortaleza de su
virtud le inspira los siguientes versos:
«Que la que noble ha
nacido


y
por fiel y honesta pasa,


no
ha de llevar cuando casa,


una
lágrima al marido.»

Aquel maravilloso instinto que crece y se
desarrolla al abrigo de toda pasión, hace adivinar a Teresa, que
para el apetecido vencimiento necesita auxiliares. Empieza por
conquistarse las simpatías de Beatriz, aun antes de saber que era la
hermana de su amado. Pero si nadie la ayuda, si las armas con que su
ingenio cuenta son inservibles, armado está su corazón, hercúleo
es su brío: luchará sola.
Violante le dice:


Nadie
en tu apoyo hallarás.”
Y ella contesta:


¿Sí?
pues mira, eso bastara


para
que yo más le amara...
si pudiera amarle más.”
Así
procede la pasión en hidalgos pechos.
¿Queréis amilanar a los
ruines? Dejadles solos en el combate.
¿Queréis envalentonar a
los esforzados? Negadles todo auxilio.


El
tercer acto de La Espada y el laúd es un volcán, las pasiones del
drama rebientan en tremendas erupciones. La de Teresa ruge,
truena, estalla. Sabe Rebolledo, ya convertido a la religión
apasionada de su hija, ya enemigo de Don Martín, que éste prepara,
junto con Garcés, una emboscada para asesinar a Ausias apenas salga
de la cárcel, en la cual una orden del rey le tiene preso; sabe
también que Violante y Teresa para esquivar la indignación
formidable del monarca, han ido a romper sus prisiones. ¡Trance
cruel! Vuela a impedir la catástrofe amenazadora.

REBOLL. (Va a la
puerta y exclama):
¡Maldición!...


¡Abierta!
¡Instante cruel!


Si
es cierto lo que ha contado


Doña
Beatriz, y han librado


a
Ausias March... ¡Mísero de él!...


Le
asesina ese traidor...


Aún
le puedo yo salvar.


Vamos
antes a mirar


si
aún está preso.


Teresa
y Violante acechan entre la sombra a este bulto que la oscuridad no
les permite reconocer. Primero le creen enviado del rey para impedir
la fuga de Ausias.


Después
un pensamiento desvariado, aunque compatible con la violenta zozobra
que las enloquece, las hace sospechar que es el rey en persona. Una
idea se les ocurre de golpe, una idea esencialmente propia de dos
mujeres, unidas por el lazo de fuego de una común exaltación:
encerrar al hombre de cuya repentina llegada a la cárcel auguran las
más terribles consecuencias para el objeto de sus cuidados. Con dos
pinceladas centelleantes rasguea el autor la situación moral de
Teresa.


PRIMERA.


VIOL.
(Aplicando el oído a la puerta.) Este hombre ya baja.


TERESA.
Es ley.
que espere hasta que mi amante
trasponga el Ebro,
Violante.


VIOL.
¡Si es el rey!
TERESA. ¡Que espere el rey!


SEGUNDA.


REBOLL.
(Dentro, con voz de trueno, empujando la puerta): ¡Abran!


TERESA.
¡Padre!


REBOLL.
¡Que asesinan


a
Ausias March!


Ter.
y Viol. (Alteradas): ¡Jesús!
REBOLL. Abrid.
TERESA.
(Pidiendo a Violante la llave, que ella misma estrecha
convulsivamente en su mano): ¡La llave, la llave!


¡Si
esto no es unir la más exquisita naturalidad con la mayor violencia
de la pasión, confesamos paladinamente que desconocemos las leyes
más rudimentarias del corazón humano! Si un amor tan magistralmente
dramático no merece los aplausos de la prensa y del público, peor
para el público y peor para la prensa.


BEATRIZ...
Nada exaspera tanto a los corazones leales como una torpe y


cobarde
villanía: por esto la culebra de un odio mortal se enrosca en el de
Beatriz, apenas se ve infamemente abandonada por el ladrón de su
honra. La madre de Beatriz baja al sepulcro anonadada bajo el peso de
tan atroz desventura: esto acaba de enconar su herida, y presta
cierto sello sagrado a sus propósitos de venganza. Toda la sustancia
de su alma se hace odio odio egoísta, odio sin tregua, sin descanso,
sin cuartel. El valor de su hermano, el amor de Teresa, son para ella
dos dagas de acerada punta. En Ausias y en su amada sólo mira dos
poderosos instrumentos de su vengadora misión. No será ella quien
pordiosee la mano de su enemigo para satisfacer las sandias
exigencias de una sociedad cuyo voto desdeña. Quédense estas
miserables transacciones que el mundo apadrina para las mujeres al
uso cuya rastrera virtud sólo es en el fondo miedo del qué dirán.
Beatriz ha salido del claustro, en donde con fingido nombre moraba,
para lavar la mancha de su honor con la sangre vil del que se lo ha
robado; una vez satisfecho su anhelo, al claustro volverá. Así sale
de su cueva solitaria la ensañada leona en busca del que la arrebató
a sus cachorros, le encuentra, le acomete, se embriaga con su sangre,
y rugiendo de terrible júbilo, entra otra vez en su guarida.


REBOLLEDO.
Hay en él dos hombres en uno: el hombre de dos limpios pensamientos,
de noble, alto y vigoroso sentir, y el hombre de preocupaciones
aristocráticas, amigo de sus blasones y ganoso de acrecentar el
lustre y poderío de su casa. El primero aboga entusiasta por Ausias
March, y con el fuego de la más entrañable convicción, pondera su
heroísmo y la gloria poética que en los torneos del gay saber
alcanzará. Mima el otro su orgullo y encarece los medros que a sus
timbres y a su fortuna acarreará el casamiento de su hija con Don
Martín que un fatal compromiso abona, y la voluntad de un rey
terrible ordena. Estos dos hombres luchan y forcejean a brazo partido
en la arena calcinada de su espíritu, ora uno, ora otro miden el
suelo hasta que el hombre natural vence al artificial, y triunfa de
la nobleza de blasón la del alma. Toda la del valeroso anciano
brilla en los siguientes versos:
“Oíd, y Dios es testigo
de
que estoy acostumbrado
a sentir, como soldado,
mucho más de lo
que digo.”
Y centellea en estos otros que profiere rabioso al
temer que Don Martín y Garcés haya tenido la alevosía de asesinar
a Ausias:
REBOLL. “La impunidad se prometen...
(A Teresa que
quiere irse por la derecha.)
¡Quieta! - Si el crimen
cometen...
¡Canas mías!...
(Saca la espada y dice con
desvarío.)
¡Hierro mío,
que la misma edad contáis,
de mi
vida honradas huellas...
maldición en ti... y en ellas...
si
en su sangre no os bañáis!”
Así se expresa el héroe canoso,
en quien la nieve de los años no ha enfriado la bravura del
corazón!
DON MARTÍN... Carácter crónicamente vulgar amasado
con el cieno de un libertinaje sin imaginación y de una vanidad
desenfrenada. Por capricho sedujo a Beatriz; por haber mejorado de
fortuna la abandonó; por ambición y codicia desea enlazarse con
Teresa. Así son y han sido y serán todos estos tenorios en
calderilla que la putrefacción social engendra, que las mujeres
miman, que la impunidad envalentona, que el mundo premia con los
resplandores de un prestigio tan majadero como infame.
Dos
acciones hay en La espada y el laúd, pero que convergen a un foco
común. Forman dos círculos concéntricos, de los cuales el amor de
Teresa es el círculo máximo, la venganza de Beatriz el círculo
mínimo, y Ausias March el centro. Los demás personajes son otros
tantos radios.
Por lo mismo es indudable que Ausias March es el
verdadero protagonista del drama mencionado, aunque conserve en la
acción el carácter exteriormente inactivo de que hemos hablado
antes. Enumerar los bellísimos pormenores de fondo y forma que lo
avaloran, sería tarea por demás prolija. El ligero análisis que de
sus admirables caracteres acabamos de hacer, basta para señalar
dicha producción como joya de muchos quilates, que una conjuración
de circunstancias desgraciadas no ha permitido al público ni a la
prensa de Madrid apreciar debidamente.
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domingo, 24 de octubre de 2021

TÁNTALO.

II.

TÁNTALO. 

Este amor virgen, que por espacio de tres años había dormido, como un niño inocente, en la cuna de mi corazón, cambió en un momento. Mi pasión purísima, digna del pecho de un ángel, se había desceñido su aureola celestial. 

El atractivo del deleite inspiraba mis acentos, encendía mis suspiros, y asestaba mis miradas. Mi virtud estaba agonizando. Toda la pureza de mi antiguo afecto se había desvanecido, y quedaba el amor material, como una densa humareda al desaparecer la llama alumbradora de una antorcha. Un vértigo espantoso se apoderó de mi cabeza, que ardía entonces como la sangre de mi corazón. 

Y ella?... Pobre flor en medio del desierto, cómo no doblegar tu airoso tallo al encendido soplo del huracán! Confusos entreveo aquellos instantes de embriaguez que remedan un cielo y pertenecen al infierno. Recuerdo no muy distintamente unas manos blanquísimas estrechadas contra mi pecho, unos labios de finísimo coral pegados a los míos, como dos claveles que juntan sus copas encarnadas al impulso de un ligero vientecillo; un hermoso cuello rodeado con mis brazos; y... un cañón de pistola asestado a mi corazón. 

Sus latidos se sucedían rápidamente: eran los últimos. Su padre nos había  sorprendido y exclamó: Me has quitado el honor, voy a matarte. Yo le repliqué. Me quitas la vida, yo te perdono!... y no oí el tiro. 

Ignoro si los despojos de mi carne, por entre las rendijas del sepulcro, pasaron de su obscuro seno a regiones desconocidas, o si eran fantásticas las formas corpóreas en que me vi de nuevo envuelto. Parecióme atravesar un desierto árido y sombrío. El movimiento de unas alas que me precedían arrojaba de trecho en trecho vivísimas chispas, que brillando un momento para indicar mi ruta, se perdían después en aquella completa obscuridad. Ningún obstáculo se interponía a mi camino. Mis pies no daban un tropiezo, ni sentían la dureza del sitio en que se afirmaban. El más ligero airecillo no hirió mi rostro, ni el rumor más leve penetraba en mis oídos. Bajo mis plantas no había una flor que perfumase aquel ambiente muerto, ni una zarza que se enredase con mis vestidos. En vano procuraba escuchar: ni se oía el canto de un ave, ni el chasquido de una rama mecida por el viento; una hoja de álamo hubiera permanecido allí tan inmoble como una roca sepultada en las entrañas de la  tierra. Sin duda había caminado larguísimo espacio, y la extremada soltura de mis miembros no había disminuido un punto. Respiraba tan suavemente como si dormido en un barquichuelo hubiese seguido la reposada corriente de majestuoso río. De repente mi cuerpo dio un golpe contra un pelado risco, a manera de la barquilla que dirigida por inexperto niño choca en las gradas del puerto. 

Era aquella roca un mojón del imperio de Satanás. Mi ángel era el misterioso guía que me había conducido hasta allí para separarse de mí eternamente. Un suspiro suyo me estremeció. Estábase vuelto de espaldas y no podía mirarme a la cara porque yo era réprobo. ¡Réprobo! Una sola ráfaga de culpa bastó para marchitar, despojar, destruir, una corona adquirida con tantos años de resistencia a la debilidad humana. Yo era réprobo ¡después de haber sido tan desgraciado! La aldabada que en mi delirio creí dar a las puertas de la felicidad, fue a las puertas del infierno; y se abrieron. Yo era réprobo. ¡Dios justiciero! Cuántos malvados pasean la tierra después de diez mil crímenes, y mi primer desliz ha de arrebatarme a una, vida y salvación? Un día más, y me hubiera arrepentido. Arrepentido? Oh! La criaste tan hermosa! tan seductora! Había tanto fuego en mi corazón! La había amado yo tanto! Dios terrible, piedad! Perdona algo a quien pudo perdonar a su asesino. Déjamela ver al través de las sombras de la noche eterna, déjamela amar en la mansión misma del odio, y el infierno perderá la mitad de sus tormentos. 

Mi ángel bueno desapareció después de abandonarme a un emisario de Satanás, a manera de un alcaide partidario de un rey vencido, que entrega las llaves de la fortaleza al afortunado usurpador. La marca de condenación echó una llamarada funesta en medio de mi frente abatida, como un rayo que serpea entre los pliegues de negrísima nube. Y sin embargo el infierno no era completo para mí. En sus orillas no se me había despojado enteramente de la esperanza, ni del amor. El objeto de mi cariño en la tierra iba a serlo en los abismos

Víla (la vi) venir para acompañarme en aquella soledad sin límites: para ser mi sol en el lugar de las tinieblas; para ser mi ídolo allí donde no reina Dios. 

¿Murió también a manos de su inflexible padre por haberme amado en demasía? No lo sé. 

La roca donde yo de pie había oído el terrible fallo estaba empotrada en un vastísimo arenal, en que ni una sola yerba, ni una pintada concha, ni los restos carcomidos de un marisco alteraban la uniformidad de color y superficie. Un lago de verdinegras aguas se extendía a lo lejos sin que liviana brisa dibujase en ellas la arruga más ligera. Una luz melancólica, parecida al moribundo crepúsculo de una tarde lluviosa del otoño, iluminaba aquel cuadro imponente y desconsolador. Un manto de pegajosa niebla rodeaba aquel mundo misterioso, como la mortaja de un difunto. Una curva interminable era la valla que dividía las aguas de la parduzca arena. Ni unas ni otra la habían roto jamás. El ojo más lince no hubiera encontrado una altura en que descansar. Aquel horizonte siempre igual mostraba con evidencia que pertenecía al mundo de la eternidad. 

Una barca solitaria recibió a los dos seres de carne, y al espíritu rebelde que sin tocar el timón la dirigía. Deslizábase por aquel piélago sin vida, como una estrella apagada cruzando su órbita vacía. No tenía velas ni remos, y ni una burbujita de espuma señalaba su rápida carrera. 

Oh! cómo deseaba entonces dirigir mil preguntas a mi desdichada compañera! 

y la tenía a mi lado, y no podía hablarla. El ceño de aquel nuevo Caronte nos convencía de que el más leve murmullo no debía alterar la monotonía de aquella terrífica escena. Nuestro silencio parecido al de aquellas aguas, al de aquellas playas, al de aquella atmósfera, era un suplicio aterrador. 

Llegamos por fin. Satanás nos admitió en su reino, pero sus dientes rechinaron horriblemente cuando supo que sus nuevos vasallos podían amarse mutuamente. Amar en la mansión del odio más encarnizado! Amar donde el aborrecimiento es mutuo como los tormentos! Amar donde todos son los verdugos, y las víctimas de cada uno! Amar allí donde se aborrece cordialmente a Dios, y se le aborreciera aún en el acto mismo de romper las cadenas, apagar las llamas, y abrir las puertas del abismo! Oh! esto era una excepción asombrosa. Satanás no podía presenciarlo; pero el permiso obtenido del cielo era irrevocable. Una vasta soledad debía aislarnos para siempre. Los aullidos de los precitos resonaban a lo lejos como el ruido prolongado de un terremoto, y este ruido no debía cesar jamás. Nuestros ojos sentían una picazón inconcebible con aquella luz enfermiza, y esta luz hija de la sombra nunca había de sufrir la menor variación. Un vapor hediondo se alzaba hasta nuestras cabezas y debía permanecer sin disiparse nunca. La cálida atmósfera que nos circuía semejaba el vaho de una bestia disforme, y nunca debía soplar el céfiro que la refrescase. Pero en cambio estábamos juntos, nos amábamos, y nuestra vehemente pasión debía ser, como el infierno, inmutable y eterna. Esta situación casi me hacía dudar si nuestra suerte era deplorable. 

Mas, ay de mí! Cómo era posible que en el infierno existiese un amor puro? 

Si mi primer y único delito no hubiese cambiado la naturaleza de aquella purísima llama, el lugar de la maldición de Dios la hubiera maleado, como el aire de una ciudad apestada inficiona al viajero que se detiene en ella. Ay de mí! 

Yo no la amaba ya como en los años de mi ardorosa juventud, en que un suspiro, una mirada tierna, me hubieran colmado de una felicidad indefinible. 

Yo la amaba como en los postreros momentos de mi vida, en que el crimen había sofocado la inocencia, el idealismo, la sublimidad de mi amor. Ya no la adoraba como un joven en sus primeras ilusiones: la amaba como un viejo embrutecido en la maldad. Oh! y podía ser otro el amor del infierno que el amor de un lupanar? La amaba con extraordinaria violencia, y no me era suficiente hablarla a solas, tenerla a mi lado, clavar mis ojos en su rostro divino, aspirar su aliento, y absorber sus miradas. Ella había marchitado ya su corona de virgen, y su amor tampoco era el de una virgen. Quise llegar a mis labios aquellas manos blanquísimas, hermosas aún allí donde el ángel se cubriera de horrible fealdad. Mas, ay de mí! Retrocedí espantado y rugiendo de dolor. Al tocarse nuestras manos se inflamaron repentinamente como si una corriente de electricidad infernal hubiese pasado del uno al otro. Quería abrazarla, y su cuerpo volvíase ardiente como si fuese de metal enrojecido. Oh! sin duda le causaba atroces tormentos, y yo también los padecía. Cada vez que renovaba mis tentativas 

alzábase horriblemente majestuosa la llama que nos separaba. Entonces oí unas horrísonas carcajadas que mugían entre la tempestad de blasfemias y maldiciones. Satanás había adivinado que este era el suplicio a que estábamos condenados. Un fuego nos impelía, otro fuego nos rechazaba, y entrambos fuegos insoportables, inextinguibles, eternos. Por qué no nos devoraba de una vez? Por qué no devoraba alomenos su hermosura? Ella conservaba la frescura de su tez, el hechizo de su talle, la magia de su acento, todos los resortes de la seducción. Me fascinaba como una serpiente, y esta fascinación era inevitable. Aun cuando sus torneados brazos quemaban como una antorcha de resina, incitaban al deleite, y este incentivo había de ser sempiterno, sempiternos mis deseos, sempiterna la imposibilidad de satisfacerlos. Oh! esto era horrible, horribilísimo. Cien infiernos a la vez no equivaldrían a esta mezcla de fuego y voluptuosidad. Oh Dios terrible y justiciero! 

Esta exclamación, y un vuelco convulsivo despertáronme de repente, y me encontré bañado en sudor, todo azorado, los músculos contraídos, el corazón latiendo con rapidez y un vehementísimo dolor en mi cabeza efecto de tan horrorosa pesadilla. 

lunes, 1 de junio de 2020

LXXV. Reg.n.1437, fol.21.9 jun.1377.


LXXV.
Reg.n.1437, fol.21.9 jun.1377.

Nos Petrus etc. Regnorum nostrorum regimini disponente Domino presidentes circa curam ipsorum solercia reddimur indefessa soliciti ut juxta debitum regalis officii eorum occurramus dispendiis et profectibus divina cooperante gratia salubriter intendamus. Sane contingit interdum quod sano ducti spiritu aliqua disponimus et providemus credentes ea nostris subditis oportuna que ex post cum actus evidencia dispendiosa illa insinuet in primevum statum reducenda veniunt seu in melius commutanda. Dudum siquidem illustrissimus dominus Jacobus rex Aragonum abavus noster memorie recolende probis hominibus et universitati civitatis et regni Majoricarum concessionem seu privilegium fecit subscriptum cum carta seriei sequentis.
- Noverint universi quod nos Jacobus Dei gratia rex Aragonum Majoricarum et Valencie comes Barchinone et Urgelli et dominus Montispesulani per nos et nostros concedimus vobis universis et singulis probis hominibus et universitati Majoricarum presentibus et futuris imperpetuum quod liceat vobis habere imperpetuum sex juratos habitatores tamen civitatis Majoricarum et regni et liceat eisdem juratis gubernare et administrare et regere totam insulamad fidelitatem et comune comodum universitatis: qui jurati possint eligere habere et vocare consiliarios annuatim quot et quos voluerint et de omnibus qui in illo ipsi jurati anno fecerint circa utilitatem nostram et regimen civitatis et insute et habitatorum earundem ex officio suo cum consilio consiliariorum suorum qui simul cum dictis consiliariis vocati fuerint erimus nos paccati nec inculpabimus indu ipsos in aliquo nec consiliarios eorum nec aliquos quos de consilio demandaverint super aliquo facto quod fecerint vel ordinaverint verbo vel facto dum ipsi jurati et eorum consiliarii in his que ordinaverint vel ministrare eos oportuerit faciant juste. Statuentes quod singulis annis in festo nativitatis Domini ipsi jurati qui pro tempore fuerint cum bajulo nostro insimul presente et consenciente et cum consilio consiliariorum suorum eligant sex juratos habitatores civitatis et insule quos utiliores et meliores viderint et cognoverint secundum scienciam et cognicionem eorum ad dictum officium exercendum nee propter iram odium amorem parentelam precium et promissionem aliquem utilem ad hoc secundum cognicionem eorum dimittant eligere et illos sic ab ipsis electos nobis si presentes in regno fuerimus vel bajulo nostro si absentes fuerimus antequam administraverint presentabunt qui in posse nostro vel in posse bajuli vocatis et presentibus probis hominibus civitatis jurabunt publice sicut inferius continetur ut aliquis juratorum non accipiat aliquod salarium sed gratis et sine aliquo precio per illum annum quo electus fuerit gubernacioni et administracioni civitatis intendere teneatur nec aliquis aliqua causa possit se excusare vel occasione pretendere quin dicti oficii onus et laborem subeat et recipiat: et ille qui uno anno dietum officium tenuerit sequenti anno illud non teneat et de uno hospicio unus tantum et non plures eligantur et ipsi jurati teneantur juvare et consulere tenenti locum nostrum et bajulo et vicario super omnibus quibus eos consulendum ab eis fuerint requisiti. Qui jurati in principio administracionis sue istud facient juramentum: Ego talis promitto quod pro posse meo et sciencia salva in omnibus fidelitate et jure et dominacione domini regis procurabo utilitatem et comune comodum civitatis et regni Majoricarum et habitatorum ejusdem et vitabo inutilia et dampnosa et non recipiam precium vel salarium et ego et alii socii mei jurati fideles et utiles consiliarios vocabimus et in nostris consiliis habebimus et in fine anni pro posse meo et sciencia omni ira odio timore parentela amore servicio vel spe servicii vel munere exclusis cum juratis sociis meis presente bajulo et consenciente alios sex probos homines civitatis et regni habitatores pro juratis eligemus quos digniores cognoverimus ad dictum oficium exercendum nec assumemus jurisdiccionem ordinariam nec arbitrariam et custodiemus jura domini regis et hec omnia sine fraude et dolo juro per Deum et sancta evangelia manibus meis corporaliter tacta. Volumus tiam quod annuatim sit miles unus juratus ex illis sex juratis. Predicta autem omnia concedimus vobis et vestris imperpetuum dummodo ipsi jurati bene et fideliter in ipso officio se habuerint. Datum Valencie nonas julii anno Domini MCCXLIX. - Sig+num Jacobi Dei gratia regis Aragonum Majoricarum et Valencie comitis Barchinone et Urgelli et domini Montispesulani. - Testes sunt Guillermus de Angularia Guillermus de Aquilone Guillermus de Monthecatheno Carrocius Raimundi de Guardia. - Sig+num Petri Andree qui mandato domini regis pro Guillermo Sriba notario suo hec scribi fecit loco die et anno prefixis. - Et preinserto privilegio seu franquisia usi fuerunt inconcusse probi homines et universitas predicti in eleccionibus dictorum juratorum et consiliariorum juxta modum et formam in ipso privilegio expresata usquequo: nos ad quorundam singularium importunitatem et instanciam et volentes experiri si ad predictas elecciones faciendas modus seu via subscripta magis expediret utilitati publice civitatis et regni predictorum ordinavimus ac providimus cum carta sigillo majestatis nostre in pendenti munita data Barchinone XV die decembris anno a nativitate Domini MCCCLXX tercio quod eleccio dictorum sex juratorum et illorum etiam qui deficerent ex numero centum consiliariorum qui inibi annis singulis eliguntur fieret ex tunc per modum seu viam de radolins prout in dicta carta ipsius ordinacionis seu provisionis quam durare voluimus donec in dicto regno personaliter adessemus vel providissemus taliter in predictis clarius ista liquent. Verum cum experiencia rerum magistra docuerit manifeste modum seu viam predictam de radolins quo dicta provisione facta usum fuit alia via ommissa esse inutilem et dumpnosam cadunt namque et veniunt plerumque in elecciones jamdictas per eundem modum seu viam de radolins persone insufficientes et minus idonee sufficientibus et idoneis derelictis cum via ipsa in sorte consistat et per consequens pari amplexu recipiat utrosque: ex quibus et aliis rationabiliter moti nos antequam fieret eleccio juratorum et consiliariorum anni presentis gubernatori Majoricarum literatorie commissimus ac mandavimus quod licendam tribueret faciendi eleccionem predictam modo et forma quibus sibi expediendus videretur: et exquisitis ac habitis prius super hiis per dictum gubernatorem consilio et votis predictorum juratorum et consiliariorum cum omnes ipsi jurati et consiliarii more solito congregati essent unanimes et concordes duobus tantummodo exceptis quod eleccio predicta fieret per modum franquicie seu privilegii preinserti: fuit demum per eundem modum facta ipsa eleccio ex dicti gubernatoris licencia et permissu prout per instrumentum publicum inde factum et nobis exhibitum clare vidimus apparere. Idcirco premissis omnibus in examen debite consideracionis adductis et attento ulterius quod predicta nostra ordinacio et provisio facta non fuit ad postulacionem et supplicationem tocius consilii civitatis et regni predictorum prout decuisset sed personarum singularium ut prefertur licet presentata in dicto consilio ei ausi non fuissent contradicere jurati tunc et consiliarii penarum nostrarum formidine refrenati: tenore presentis ad humilem supplicationem juratorum predicte civitatis et regni pleno maturo et digesto super hiis habito consilio volentes utilitatem ac bonum statum predictorum civitatis et regni prosequi ut tenemur ac revocantes et anullantes et pro revocatis et nullis habentes omnino ex rationis et justicie debito ordinacionem et provisionem nostram predictam habentem quod elecciones predicte per modum de radolins fierent ut est dictum necnon cartam inde factam et omnia et singula in ea contenta quantacumque sint verborum firmitate concepta et omnes alias literas et provisiones factas in prejudicium derogationem seu lesionem franquicie memorate et signanter quandam literam datam Barchinone XVI die decembris anno proxime dicto per quam providimus quod dictis eleccionibus interesset ex tunc dictus gubernator et non bajulus civitatis jamdicte qui eis interesse consueverat et debebat: ordinamus providemus et volumus quod elecciones ipse dictorum sex juratorum et centum consiliariorum fiant et fieri habeant de cetero annis singulis diebus solitis presente dicto bajulo per modum viam et formam franquicie seu privilegii preinserti et usus inde sequti. Ad quos quidem modum et usum elecciones easdem omnino reducimus et tornamus disponentes eos incommutabiliter subsistere ac teneri et servari debere et habere prout servabantur ante nostram ordinacionem pretactam. Mandamus itaque de certa sciencia et expresse gubernatori juratis consiliariis et probis hominibus ac universitati et singularibus personis civitatis et regni predictorum presentibus et futuris sub pena mille morabatinorum auri a quolibet contrafaciente quociens contrafactum fuerit irremissibiliter habendorum et nostre gracie et mercedis quatenus dictum privilegium seu franquiciam ac ordinationem et provisionem nostram hujusmodi quam in nostra bona fide regia promittimus et juramus per dominum Deum et ejus sancta quatuor evangelia nostris manibus tacta tenere et servare perpetuo et inviolabiliter teneant et observent firmiter et ad unguem et contra non veniant quovis causa. in cujus rei testimonium hanc fieri et sigillo majestatis nostre in pendenti jussimus comuniri. Data Barchinone nona die junii anno a nativitate Domini MCCCLXX septimo regnique nostri quadragesimo secundo. - Decanus Urgelli. - Sig+num Petri Dei gratia regis Aragonum etc. - Rex Petrus. - Testes sunt infans Martinus comes de Exerica et de Luna Luppus Cesarauguste archiepiscopus cancellarius Romeus Ilerdensis episcopus Johannes comes Impuriarum Hugo comes Cardone milites. - Dominus rex mandavit michi Bernardo Michaelis.

domingo, 24 de mayo de 2020

EXPULSIONIS HERETICORUM JUDEORUMQUE

Archivo General de la Corona de Aragón.
N. 28 de la caja primera, fol. 28.

SUPER FACTO EXPULSIONIS HERETICORUM JUDEORUMQUE AB OMNIBUS TERRIS REGIS CASTELLAE ARAGONUM LEGIONIS SICILIAE GRANATAE ET ÇETERA AC SUPER DEDITIONE REGNI GRANATAE ATQUE PACE FIRMATA INTER IPSUM REGEM NOSTRUM ET REGEM FRANCORUM NEC NON RECUPERATIONE COMITATUUM RUSCINONIS ET CERRITANIAE ETIAMQUE ALIIS PRO PACE SERVANDA MEMORATU DIGNIS PLERAQUE ALIA HIC DESCRIBUNTUR.

EPISTOLA.

Petrus Michael Carbonellus Michaeli Perez Almaçaninvictissimi et religiosissimi ac potentissimi Hispaniae Regis Secretario imprimis docto P. S. D. Quum res secundas in dies magis atque magis Caesarem nostrum assequi intelligam gaudeo equidem haud mediocriter et quantum possum ex corde congratulor tantae Maiestati. Quid autem pulchrius quid laudabilius quid immortalitate dignius quam inimicitias tollere? quam benefacere? quam injuriam propulsare? Non ne haec sunt Regi nostro insita? Quippe qui triginta annis et amplius ab Ruscinonis et Cerritaniae Comitatibus divique nominis Serenissimus Rex Joannes genitor suus spoliati fuere nunc vero recuperati. Sed si illorum recuperationis formam ac nostri Regis egregia facinora omnia enumerare velim tempus deficeret prolixiorque essem. Veruntamen haud possum continere quin de ipsius gestis quicquam memoratu dignum conscribam. Ipse nam Rex noster conferre manum in Sarracenos septem annis et amplius non cessavit immo die secundo januarii anno salulis millesimo quadringentesimo
nonagesimo secundo
(1492) totum Granataecivitatem tubis clangentibus et pompa permagna illic adhibita personaliter intravit eodemque anno MCCCCXXXXII (1442) judeos omnes ab regnis et terris suis universis expulit tanquam pestes mortiferas. Quid amplius. Superioribus annis etiam impresentiarum ut verus fidei catholicae cultor ob Christi ac sacratissime eius matris virginis Mariae decus ac famulatum. Hereticos omnes intra ditionem suam sistentes insecutus fuit ac flammis supponi fecit atque abegit. Deinde quum cuperet rem publicam omnem pace perfrui Secretarium suum virum quam clarissimum Joannem Columbam (cuius tu alumnus es et haec non ignoras) ad Francorum Regemmisit ut de recuperatione Comitatuum Ruscinonis et Ceritaniae atque pace cum ipso Francorum Rege texeret. Sciebat nam hic Rex noster sapientissimus nullam victoriam esse majorem nullam illustriorem quam se ipsum vincere nec non violentum nihil diuturnum. Quippe qui Deo opitulante solertiaque et auspicatu huius nostrae Columbae ab Rege Francorum hos comitatus (ut memoravimus) recuperavit. Sic quod pax Hispaniae restituta est. Tandem his exactis hic Rex noster cum praeclarissima et religiosissima coniuge sua Regina Helisabet fausto ille die veneris XIII huius currentis mensis septembris Perpinianum intravit magna comitante caterva. Quo fit ut jussu Regum haec paxtam expectata et Barcinonae et in terris Hispaniaeatque Francia tubarum clangoribus maximoque aplausu vulgata est. Quid ergo praestantius? Quid admirabilius excogitari possit principe prudentissimo justissimo fortissimo? Quippe qui et Francorum Rex gratiam inter ipsos et suas universas plebes reconciliarint tanquam decus maximum et praesidia arcesque munitissimae Regnorum. Nam nihil esse diuturnum potest quod simultati quod odio quod discordiae sit obnoxium. Quid vero Macedonum imperium aliaque olim imperia excellentiora perdiderit quam latens odium inimiciciae et bellorum atque pugnarum genera quam plurima quae inter hos potentissimos Reges sperabantur atroscissima nisi pax intercessiset. Beata nam sunt Regna civitates castella et oppida quae in pace bellum timent. Nam varia est fortuna belli. Vidisti nunquid Regem hunc nostrum multitudine rerum opprimi? aut varietate negotiorum confundi? aut agendorum magnitudine superari? Magna est equidem sapientia sua quandoquidem scit providere futuris voluit propterea cum Francorum Rege pacem inire haut bellum ut aliqui opinabantur. Hanc igitur pacem servandam docet Virgilius beato Aurelio Augustino referente. "Tu regere imperio populos Romanae memento. Hae tibi erunt artes pacique imponere morem. Parcere subjectis et debellare superbos." vult dicere Virgilius (ut didicerim) quod multiplicata Roma AEneas cupiens in orbe dominari quum esset dominus Romae voluit consilium habere quo pacto obtinere valeret desyderium suum nam Orbem ambiens consilium ipsum invenire nequivit. Tandem super hoc cogitavit dicens secum si patrem meum invenire possem ipse consilio suo quietum me poneret quare descendendo ad inferos Patrem invenit. Cui pater Anchises ego inquit scio ad quid venisti fili tu vis scire quo pacto posses in dominio durare dominarique Orbi toti habe in tuo regimine has regulas. In primis pacis tempore omni Populo honestos mores impone sic quod te diligant omnes teque revereantur ac te filiali amore colant et tineant. Item utaris pace et misericordia subjectis parce probis superbosque et impudentissimos repice. Non insulse Leo Papa hoc retulit quodom in sermone. Haec est vera pax a voluntate Dei non dividi et in his quae solius Dei sunt delectari. Et licet haec omnia tu noris quum per te multum sapias tamen fretus amicicia nostra et ut in codice quem tu apud hoc Regium vidisti Archivum ubi agitur de castellis villis oppidis et redditibus praedictorum comitatuum quem ego refeci ut aliqua in illo addidi huiusmodi epistolam ut Franciscus meuset alii litterarum amatores legere valeant memoriaque tenere scribere placuit. Revertamur igitur unde diggressi sumus. Ad Regem nam seu alium in Potentatuexistentem pertinet pro pace curam gerere quoniam ad laudem regnantis trahitur si ab omnibus pax ametur. Quid profectu est quod Principem melius prae diceret quam quietus populus concors Senatus et universa res publica morum honestate vestita. Ob hanc causam Fredericus Romanorum Imperatur scripsit omnibus Principibus Marchionibus comitibus aliisque viris honore praeditis nos tam divinas quam humanas leges in suo vigore manere cupientes et ecclesias seu ecclesiarum personas sublevare et ab incursu quorumlibet defensare intendentes quibuscumque personis jus suum conservare volumus et pacem diu desyderatam toti terrae per universas regni partes habendam Regia auctoritate indicimus. Christus igitur qui non solum praefectus est urbibus Mundi immo Rex pacificus veniens in hunc mundum ut commotiones et perturbaciones sedaret et quietaret docuit pacem dedit pacem et reliquit pacem. Legitur autem in Gestis Romanorum quod talis consuetudo inolevit quod quum ibi firmari deberet pax inter veros magnos sive praestantes inter quos esset magna discordia ascendebant montem magnum et altum agnusque ducebatur et occidebatur et in conspectu eorum sanguis illius effundebatur in pacis reformatione ac in signum quod quicumque illorum pacem rumperet maxima de eo vindicta reciperetur sanguisque eius effunderetur. Imponamus itaque manum rebus scilicet quod pax est finis omnium bonorum salusque nostra et Francorum atque aliorum qui cupiunt in pace degere vitam. Per hanc autem et Principes satius? et Reges et viri potentes diutius et firmius regnant dominantur timentur et amantur ac faecundi obeunt facinorisque homines ac sediciosi puniuntur bonique praemiantur regnaque et principatus ac potentatus augentur et ditiores efficiuntur. Et ne verbis immoremur finem facio. Verumtamen si quid in me esse animadverteris quod vel usui tibi aut voluptati futurum putes id omne me facturum intelligas. Ex Regio Archivo Barcinonae pridie Kls. Novembres anno salutis millesimo quadringentesimo nonagesimo tertio.

Prefatus amicus meus Mich. Perez Almaçan obiit apud oppidum seu locum vulgo appellatum Madrit Regni Castellae die lune decimo aprilis hebdomadae Sanctae anno salutis M. quingentesimo quartodecimo in cuius laudem aeditum fuit epigramma huiusmodi sub tenore (1).
(l) Editum in Regno Castellae per quendam cuius nomen ignoro. Aliud epigramma extensius edidit Regius Archivarius.

DEO TRINO ET UNI.
Michaeli Perez Almaçano a Secretis
Frd. Regis Catholici Clarissimo qui
probitatem Prudentiam ac FIDEM
Tanti Regis imperio ac rebus domi
forisque felicissime ac fortissime gestis.

PAREM HABUIT. (Parece que pone PÁREM, con tilde)
Vixit An .... D. M.
Obiit quarto id. aprilis M. D. XIIII.
Relicto magno sui desiderio ac cundis colacrimantibus.

D. O. M.
Mich. Perez Almaçano Bilbilitano.(1)
Religiosissimi Ferrandi 2i Reg. Aragonum
Secretario pientissimo: Apud opp. Madriti Reg. Cast.
Quarto id. Aprilis. M.D.XIIII. Vita functo.
Gratia Albiona coniuge bene merenti relicta.
P. Mich. Carb. Reg. Archivarius lachrymas
Pro viro tam circunspecto amico effundens.
H. E. F. (1) Nota: quod antiquitus Bilbilis dicta erat Calataiubia urbs qua hic Almaçan ortus erat.

LIBER DESCRIPTIONIS RECONSILIATIONISQUE PURGATIONIS ET CONDEMNATIONIS HERETICORUM ALIAS DE GESTIS HERETICORUM.

Liber descriptionis reconsiliationisque purgationis et condemnationis hereticorum quem ego Petrus Michael Carbonellus Regius Archivarius et Notarius publicus Barcinonae fessus sed non defatigatus sub brevi forma exaravi absque aliquo domini Regis stypendio sed gratis duntaxat et ex voto in Dei laudem ac fidei Catholicae defensionem ac infidelium opprobrium et confussionem et ut memoriae commendentur. Haec enim fateor me habuisse ab originalibus processibus Sancte Inquisitionis factis per reverendos inquisitores haereticaepravitatis tam in civitatibus Barcinonae Taraconae Vici Gerundeet Helnensi quam earum diocesibus. Veruntamen non modo ad verbum excripsi ea quoe latino sermone exarantur quandoquidem processus ipsi haereticorum sunt partim latino sermone et partim vernacula lingua scripti sed etiam mihi placuit alio stylo sine substantiae mutatione illa edere atque excerpere usque ad folium XLVII exclusive id enim feci ad hunc finem ut verborum significationes cognitionesque magis atque magis memoria teneamus. Deinde a praedicto XLVII folio in antea eo modo quo processus hereticorum mihi exhibetur eiusque effectus traditur continuabitur et eius prosecutio fiet nihilo addito nihiloque remoto.

Reverendus Alfonsus Spina hereticae pravitatis inquisitor jussu Regio preeunte voluit et mandavit mihi Petro Michaeli Carbonello Regio Archivario ut in hoc regesto sive libro continuarem que faciunt pro officio inquisitionis hereticae pravitatis tam privilegia pragmaticas ordinationes statuta et jura quam processiones reconsiliationes gratias absolutiones et condemnationes per eum faciendas seu fieri statuendas et mandandas nominaque omnium et singularium personarum in heretica pravitate deprehensarum juxta ordinem modumque et formam processus inde initiati inserere curarem.

Regia licentia inquirendi adversus hereticos concesa fratri Bernardo de Podio ordinis fratrum minorum in sacra pagina Magistro: pravitatis Hereticae Inquisitori apud provintiam Provintiae a qua heretici fugiendo recedentes Cataloniam petiebant. (Provintiae: Provenza).

Petrus Dei gratia Rex Aragonum Valentiae Maioricarum Sardiniae et Corsicae Comesque Barcinonae Rossilionis et Ceritaniae. Venerabili et religioso fratri Bernardo de Podio ordinis fratrum minorum in Sacra pagina Magistro pravitatis hereticae Inquisitori in provintia Provintiae salutem et dilectionem. Nuper percepto per sanctissimum in Christo Patremet dominum dominum Innocentium divina providentia papam sextum quod non nulli judei de çaecitate judaica ad lumen Christi verum pervenire cupientes qui sanctum chrisma et baptismum in lavacro regenerationis susceperant ut canes ad vomitum redeuntes nomen Christi sanctum ad fidem ac Ecclesiam sanctam catholicam abnegando deludentes de comitatu Venaysini et aliis locis et terris eidem domino Papae immediate subjectis ac de provintia Provintiae et aliis terris et locis vobis dicto Inquisitori auctoritate apostolica decretis exiverant et fugiendo ad Regnum nostrum Aragonum et terras alias nobis subjectas et ad alia loca atque Regna se transtulerant et in ipsis locis ac Regnis judeisando et secundum perfidum judaicum judeorum ritum vivendo nomen Domini nostri Dei Jesu-Christi et fidem praedictam blasphemando degebant vos inde dominus Papa ad nos et nostram Regiam maiestatem destinavit haec nefandissima crimina expositurus et ad inquirendum cum ipsis neophitis et eorum singulis sexus utriusque de et super omnibus antedictis cum omnibus et singulis emergentibus dependentibus et connexis exinde eosque quos de praedictis culpabiles possitis reperire capiendum carcerandum et puniendumjuxta canonicas sanctiones etiam si qui ipsorum sepulti essent exhumandum vos specialiter deputavit ac nobis scripsit ut vobis et vestris favoribus consiliis et auxiliis quibus indigeretis circa praemissa subvenire curaremus prout haec omnia et singula in suis apostolicis litteris tam apertis quam secretis nobis per vos pro parte ipsius domini Papae presentatis et directis plenius continentur et vidimus contineri. Vosque in nostri presentia constitutus praedictis et quibusdam aliis nobis per vos diligenter expositis humiliter nobis supplicastis ut illis et favoribus et consiliis et auxiliis quibus idem dominus noster Papa nobis scripserat pro praedictis vobis favorabiliter per nos et nostros subditos subvenire vellemus. Nos vero ut filius obedientiae et catholicae fidei sedulus zelator cupientes exhortationibus apostolicis condescendere et devotius parere et vestris suplicationibus aequitati consonis et rationi sicut decet favorabiliter annuere ac factis fidei ut fervidus auxiliator assistere vobis fratri Bernardo inquisitori predicto sequendo quantum possumus commode de presenti ipsius domini nostri summi Pontificis voluntatem plenam et liberam licentiam auctoritatem et facultatem damus concedimus et impartimur ac vos quamdiu tamen infra Regna vel terras nostras praesentialiter extiteritis et non alias per vos vel alium seu alios regnicolas tamen nostros cum dictis neophitis sexus utriusque sic ut predicitur judaisantibus et eorum singulis nec non cum quibuscumque aliis judeis et judeabus ac personis aliis etiam christianis et nostrorum regnorum ac terrarum nostrarum incolis qui forsitan dictae apostasiae possunt esse in causa et culpabiles vel vehementer suspecti reperiri de praedictis aut parte eorundem poterunt vel alias vos informare ubilibet infra dicta nostra Regna et quascumque terras alias nobis quomodolibet subjectas inquirere inquisitiones et informationes quascumque tam summarias et secretas quam alias recipere et facere et quoscunque culpabiles aut suspectos de praedictis seu eorum singulis capere incarcerare capique et incarcerari facere eosque corrigere et punire juxta et secundum canonicas sanctiones et alias dictum inquisitionis officium cum omnibus et singulis emergentibus incidentibus dependentibus et connexis ac incumbentibus et necessariis circa predicta et quaelibet eorundem et prout in litteris apostolicis supradictis dictae vestrae commissionis a Sede apostolica habetis in mandatis exercere. Et nihilominus ut facta fidei quae favoribus multifariis promerentur et privilegiata sunt ut canonicae sanctiones attestantur suum sicut decet et optamus Deo placabilem sortiantur effectum universis et singulis officialibus et subditis nostris dictorum nostrorum regnorum et terrarum aliarum et locorum quoruncunque nobis quovismodo sive immediate vel mediate subiectorum praesentibus et futuris et ipsorum cuiuslibet officialium locatenentibus praesentium tenore districte praecipiendo mandamus quatenus ipsi et eorum singuli cum per vos dictum inquisitorem seu deputandum vel deputandos regnicolas tamen nostros super praedictis requirentur vobiscum in captione dictorum judaisantium et aliorum quoruncunque culpabilium vel suspectorum praedictorum ac in praemissis aliis omnibus et singulis exercendis faciendis et complendis assistant et consilium auxilium et favorem vobis et dictis deputandis per vos ad praemissa prebeant carceresque securos et sufficientes vobis assignent et reliqua praestent quae per brachium saeculare inquisitoribus et gerentibusfacta fidei praestari et fieri debet et est secundum jura solitum vobisque ac vostris per vos ut praedicitur deputandis de securo et solito conducto provideant quandocunque fuerint requisiti et quoscunque nostros regios et naturales laicos et domiciliatos in regnis vel terris nostris notis ubilibet constitutos et quos vos et dicti vestri deputandi duxeritis eligendos quosque vos et vestri deputandi ad predicta non exemptos seu alienigenas a terris nostris notarios sumere habeatis fortiter compellant si fuerit necesse ad vobiscum et cum ipsis deputandis et quolibet ipsorum assistendum ut scribas et notarios in praedictis in quocumque videbitur expedire vobisque et deputandis per vos ac singulos dum tamen infra terras nostras presentialiter fueritis ut praefertur in omnibus et singulis antedictis cum emergentibus dependentibus et connexis et praedictis el quolibet eorundem pareant efficaciter et intendant sicut nobis omni morosa dilatione et oppositione ac excusatione cessantibus quibuscumque ut mereantur fidei catholice zelatores reputari et ne sententias a canone latas contra fautores hereticorum et impeditores officium dicte inquisitionis et fidei negotiorum nostramque indignationem damnabiliter incurrant. Nostre tamen intentionis omnino existit quod locorum ordinarii ut Episcopi seu vicarii eorundem vel locatenentes ipsorum vicariorum aut inquisitor seu inquisitores dictorum nostrorum Regnorum et terrarum seu ipsorum alter ad electionem tamen vestram dicti inquisitoris et vestrorum vobiscum et cum ipsis deputandis in omnibus et singulis processibus ex dicta causa fiendis et ferendis sentenciis assistant et una vobiscum sententialiter diffiniant. In receptione enim seu examinatione testium nostri officiales Regii vel alii locorum temporales coadiuvent et assistant vobis et vestris deputandis cum per vos vel eos fuerint requisiti. Volumus insuper et per presentes decernimus quod si per vos dictum inquisitorem infra terras nostras existentem contingat ad predicta exercenda aliquos deputarequod transumpto harum nostrarum litterarum in instrumento publico et sub nostro sigillo inserto absque decreto cuiusquam judicis ordinarii per quoscunque subditos nostros et dictorum regnorum et terrarum talis et tanta fides adhibeatur et tantam efficatiam et roboris et valoris firmitatem obtineant ac si presentes littere nostre originaliter exhiberentur. Nihilominus omnes et singulas condemnationes et alia emolumenta inde provenientia vobis et nostro fisco applicari et per nostrum thesaurarium exigi levari et recipi laboribus et mercede dictorum notariorum et aliorum circa predicta necessariorum et solitorum duntaxat exceptis volumus et jubemus. Datum Cervarie octava die novembris anno a nativitate Domini M trecentesimo quinquagesimo nono. P. Cancelarius. (1359)
Praeinsertas sanctorum doctorum et summorum Pontificum auctoritates constitutiones statuta et ordinationes mihi Petro Michaeli Carbonello Regio Archivario hoc in loco transcribere libuit ad liquido monstranda quae pertinent ad hereticae pravitatis inquisitionem specialiter super juramento inquisitoribus ipsius hereticae pravitatis prestando per illos qui praesunt civitati vel loco alio quocumque nomine conseantur. Quod quidem juramentum modo predicto die veneris XX mensis julii anno a nativitate Domini MCCCC octogesimo septimo (1487) praestiterunt personae subscriptae in civitate Barcinona personaliter existentes reverendo in Christo patri fratri Alfonso Spina (1) predictae hereticae pravitatis inquisitori. Et primo Ills. Dominus Infans Henricus Aragonum et Siciliae Comes Emporiarum et caetera Locumtenens generalis Serenissimi domini Regis. Magnifici Franciscus Malet Regens Cancellariam Petrus de Perapertusa Vicarius Barcinonae Joannes Çarriera Baiulus generalis Principatus Cataloniae et caeteri officiales jurisdictionem exercentes.

(1) Memoria tenequod prefatus dominus Alfonsus Spina ingressus est civitatem Barcinonae die dominica quinta julii anno praedicto MCCCCLXXXVII.
En el relato que precede, antes del párrafo que empieza Nostre tamen, marca el autor la señal de nota, y en esta se extiende con el siguiente escrito, al pie del cual esplicaen cierto modo los motivos que le han impulsado á ello.

Nota: Quod egregius ille doctor Franciscus de Mayronis in suo quodam tractatu de hereticis dicit heresim esse errorem sed non quemcumque errorem qui est contra fidem catholicam aut Ecclesiam ut habetur in proemio de origine heresis Augustini ubi dicitur quod non omnis error est heresis licet heresis sine errore esse non possit: hec autem diffinitio confirmiatur per illud quod dicitur actuum V° ubi secta saduceorum fuit vocata heresis quia non solum contra fidem veteris testamenti negabant resurectionem et Angeles sed etiam contra Synagogam Phariseorum utrumque confitentium. Et nota quod heresis secundum Isidorum VIII ethimologiarum c. III et XXIIII q. II c. heresis ab electione vocatur quod scilicet unusquisque id sibi eligat quod ilii esse videtur ut philosophi paripathetici achademici epicurei et stoici vel sicut alii qui perversum dogma cogitantes arbitrio suo ad instruenda sive suscipienda quelibet ipse sibi elegit. Nobis ergo ex nostro arbitrio nihil inducere licet nec eligere quod aliquis de arbitrio induxerit. Apostolos Dei habemus auctores qui nec ipsi quicquam ex suo arbitrio quod inducerent elegerunt sed acceptam a Christo disciplinam fideliter nationibus assignaverunt. Ita quod si Angelus etiam de caelis aliter evangelizaverit anathemata vocatur haec ille. Ex his patet quod heresis habuit ortum ab electione propri judicii quia non eligunt ea que sunt a Christo vere tradita sed ea que sibi suggerit mens propria. Attende etiam quod dicit Augustinus in li. contra Epistolam fundamenti non credere inquit evangelio nisi quia Ecclesie catholice credo. Etiam nota quod diverse opiniones doctorum Sacre Scripture si non pertineant ad fidem et ad bonos mores absque periculo auditores utranque opinionem sequi possunt in tali enim casu locum habet illud Rom. XIIII unusquisque in sensu suo abundat. In aliis autem que pertinent ad fidem et bonos mores nullus excusatur si sequatur opinionem erroneam alicuius Magistri non quidem propter ignorantiam quia tunc immunes haberentur a peccato qui secuti sunt opinionem Arrii Nestorii et aliorum errantium in fide nec etiam excusari potest propter simplicitatem et ignorantiam quia in rebus dubiis potissime in his que sunt fidei non est de facili praestandus assensus. Ideo ut diect Augustinus III de doctrina christiana consulere debet aliquis regulam fidei quam de scripturarum planioribus locis et auctoritate Ecclesiaa percipit. Praeterea legi quod utile est esse hereses in Ecclesia Dei licet in se hereses male sint et hoc probatur auctoritate Apostoli I Cor. XI ubi dicitur Oportet hereses esse ut qui probati sunt manifesti fiant in vobis super quo dicit glosa Oportet et utile est etiam hereses esse sicut errant in hiis qui dubitabant de resurrectione etc. Et licet Apostolus dicat Oportet hereses esse tamen non vult nec optat ut hereses sint sed quia sic futurum est dicit et quia hoc utile est. Et attende manifeste utiles esse hereses non in se quia male sunt sed quia earum causa excitantur catholici viri ad consyderandas veritates fidei catholicae et sacrae scripturae qui primo inadversenter quasi somno gravi dormiebant. - An sit cum hereticis aut aliis hominibus publice disputandum de fidei respondetur secundum Thomam in secunda secunde q. X quod in disputatione fidei sunt duo consyderanda unum ex parte disputantis scilicet quia disputat tanquam dubius de fide et experiri volens veritatem tunc peccat proculdubio tanquam infidelis. Si autem disputat ad confutandum errores vel ad exercitium est laudabilis. Aliud est consyderandum ex parte audientium utrum scilicet ipsi sint instructi et firmi in fide tunc enim nullum est periculum disputare aut si audientes sunt simplices et in fide titillantes et tunc circa tales distinguendum est quia si sunt solicitate ab infidelibus intentibus in eis fidem corrumpere tunc necesse est publice disputare dummodo inveniantur aliqui ad hoc idonei per hoc nam simplices in fide firmabuntur et tolletur decipiendi facultas in fidelibus. Si vero non sunt solicitati tunc periculorum est publice de fide disputare coram simplicibus quorum fides etiam ex hoc est firmior quod nihil diversum audierunt et ideo non expedit eis ut audiant verba infidelium disputantum contra fidem. Prohibentur quoque omnes laici publice disdutare de fide vel oculte. Qui vero contra fecerit excomunicationis laqueo innodetur extra. de hereti. C. quecumque li. VI. Nota hic de modo inquirendi hereticos scilicet quod si papa dat certam formam illa tenenda est alias possunt queri per accusationem inquisitionem
et denuntiationem sed in examinatione testium contra hereticos debent interesse duae personae religiose et si fieri potest per publicam personam conscribi testium dicta extra. de hereti. C. ut officium li. VI. S. volumus et conceditur religiosis qui dum essent in saeculo tabellionatus officium habuerunt et exercuerunt et etiam clericis si in sacris sint constituti exercere libere officium tabellionatus quo ad premissa si eis injunctum fuerit ut in dicto C. ut officium S. concedentes. Item tenentur Diocesani vel Archiepiscopi vel Archidiaconi semel saltem in anno per se vel per alios querere hereticos ubi fama est eos habitare et illos quos credunt de hoc aliquid scire debent compellere jurare ut indicent si quos habent suspectos propter occulta conventicula vel alia signa extra. in C. excomunicamus S. addicimus. Suspectus autem si vocatus confitetur et speratur de correctione potest ei injungi penitentia salutaris. Si autem negat et ante sit infamatus indicetur ei purgatio quam si non prestiterit excomunicabitur et usque ad satisfactionem condignam ab omnibus evitabitur. Et si per annum sic steterit extunc. velut hereticus condemnetur ....
Item illi que presunt civitati vel loco alii quocumque nomine censeantur ad requisitionem eorum debent jurare prescise attendere inviolabiliter observare ac facere ab omnibus suis subditis inviolabiliter observari toto tempore sui regiminis constitutiones in favorem fidei a Sede Apostolica promulgatas ac etiam reprobatas quas qui jurare noluerit et servare ut infamis et tanquam hereticorum fautor ac de fide suspectus officio et honore sui regiminis oxpolietur nec ulterius ad dignitatem aliquam vel officium publicum assumatur nec teneat aliquid quod fecerit ut potestas ballivus vel consul vel rector extra. li. VI C. ut officium S. statuimus. Debent etiam omnes rectores in hoc negotio parere diocesanis et etiam inquisitoribus nec aliquo modo debent cognoscere de hoc crimine ut captus liberare et huiusmodi alias sunt excomunicati et si excomunicationem sustinuerunt per annum condemnari debent tanquam heretici extra in C. ut inquisitionis li. VI. Item in negotiis heresis procedi potest simpliciter et de plano et si periculum esset non nominatis accusationibus vel testibus publice nisi coram aliquibus providis precipiendo et de tenendo secretum sed cessante periculo publicentur fit in aliis judiciis extra. in capitulo statuta li. VI. Sed numquid hereticus poterit appellare dico quod hereticis inhibita est appellatio extra. eodem C. ut inquisitionis li. VI. - Nota quod non potest quispiam esse inquisitor nisi altigerit quadragessimum annum et tam ipsi quam comissarii deputati non possunt pecuniam extorquere nec scienter ecclesiarum bona ob delictum clericorum fisco Ecclesiae applicare alioquin sunt excomunicati ipso facto a qua non possunt absolvi praeter quam in mertis articulo donec illis a quibus extorserint plene satisfecerint de pecunia sic extorta nullis privilegiis pactis aut remissionibus super hoc valituris extra. de hereticis volentes in Clementinis. Et nullo modo potest inquisitor procedere contra aliquem officialem vel nuncium Romanae Curiae ut patet in Extravaganti Joan XXII que incipit confrater. Quis proprie dicatur relapsus respondetur quod accusatus de heresivel suspectus vehementi suspitione qui in juditio abiuravit et postea commitit ipsam talis censetur relapsus licet antea heresis crimen non fuerit plene probatum.Sed si levis fuit suspicio non debet judicari relapsus quamquam ex hoc sit gravius puniendus non tamen debet ex hoc in heresim relapsorurn pena puniri extra. de hereticis accusatus li. VI. Qui vero in una specie scire in uno fidei articulo vel sacramento Ecclesiae erravit et postea abjuravit simpliciter vel generaliter heresim si postea erret in alio relapsus est judicandus Extra. eo. accusatus li. VI. Ille autem de cuius lapsu in heresim ante abjurationem constiterat vel nunc constat si postea hereticos receptet deducat visitet vel associet vel numera aut dona eis donet vel mittat vel favorem impendat qui excusari non possit judicari debet relapsus Extra. eo. accusatus li. VI in tali casu verum est quod dicit Apostolus ad Ro. I qui talia agunt digni sunt morte non sonlum qui faciunt sed etiam qui consentiunt facientibus. Item est notandum quam penam incurrunt Episcopi vel inquisitores vel eorum substituti si maliciose aut fraudulenter imponant alicui crimen heresis vel aliquid alio falso imponentes quod impediat executionem officii eorundem respondetur quod si ipsi causa odii gratiae vel amoris vel lucri vel commodi temporalis omiserint procedere vel aliquem vexarent imponendo ipsam heresim etc. si Episcopi sunt vel supra per triennium incurrunt suspensionem ab officio. Si inferiores sunt excomunicati sunt a qua non nisi per papam possunt absolvi preterquam in mortis articulo et eandem penam incurrunt si omiserint contra quemquam procedere ubi fuerit procedendum Extra. de hereticis multorum in Clemen. Etiam est videndum si in aliquo casu sunt heretici tolerandi respondetur quod in pena heresis tria possumus consyderare primo ipsius gravitatem criminis secundo Ecclesiae corrigentis charitatem tertio ipsorum fidelium utilitatem. Considerando primo criminis gravitatem statim cum heretici deprehensi sunt essent interficiendi magis quam incendiarii aut falsarii unde Exodi. XXXII statim cum Moyses descendit de monte mandavit quod frater interficeret fratrem suum et proximus proximum pro peccato idolatriae. Et Deutero. VII mandatum fuit populo Israelitico ut aras hereticorum subverteret et sculptilia combureret. Et III Regum XXII dicitur quod Rex Ozias vidit sepulchra in montibus tulitque ossa eorum de sepulchris et combuscit illa. Si vero consyderamus in tali crimine charitatem ecclesiae tunc non statim traduntur heretici exterminio sed circa eos servatur ordo correctionis fraternae quia monetur primo et secundo et si postmodum reperiuntur relapsi non amplius Ecclesia eos tolerat quia nihil amplius de eorum correctione imperat. Sed consyderando utilitatem fidelium si aliqui sint heretici qui sic defendunt falsitatem sententiae suae ut in terra multitudinerm faciant et conventiculorum segregationes vel ecclesiae conturbationes cogitent tunc absque alia dilatione vel inquisitione exterminandi sunt quia cum bonum commune sit preferendum privato magis est providendum saluti communi quam saluti alicuius vel aliquorum. Sed id unum omiseram de pena qua sunt puniendi heretici et respondetur quod quadruplici pena scilicet excomunicatione depositione rerum ablationeet militari persecutione. Excomunicatione quia omnis hereticus sive occultus sive manifestus ipso jure est excomunicatus majore excomunicatione XXIII q. I. C. I et II. Extra. de heret. C. ad abolendam. Secundo depositione quia indistincte sive clericus sive laycus etiam Papa vel imperator vel quilibet alius debet deponi ab omni dignitate XL. dist. si Papa XXXIIII q.I. qui contra pacem. Tertio rerum temporalium oblatione quia omnia bona eorum debent confiscari Ecclesiae cui deserviebant si erant clerici vel laici si in temporali jurisdictione sunt Ecclesiae subjecti. Aliorum vero laicorum bona principibus secularibus confiscantur. Quarto militari persecutione si enim propter malos puniendos oportuit Regiam maiestatem non solum legibus esse decoratam sed armis armatam multo fortius propter hereticos exterminandos. Ideo dicit gl. I. Cor. v. de Paulo quod cum videbat aliquos protervos ad corrumpentes fidem Sathanae tradebat corporaliter vexandos. Sic ergo heretici non solum excomunicantur et deponuntur sed etiam omni officio et beneficio debent expoliari et si clericus sit debet degradari et demum quilibet talis debet reliqui arbitrio potestatis secularis animadversione debita puniendus scilicet crematione nisi continuo post deprehensionem erroris ad fidem velit reverti et errorem suum abjurare et satisfactionem exhibere et sic redeuntes debent in perpetuo carcere recludi Extra. de hereticis excomunicamus II. Sed quam penam incurrunt credentes receptores defensores et fautores hereticorum respondetur quod quilibet talis est excomunicatus et si non satisfecerit infra annum ex tunc ipse jure est infamis nec ad publica officia seu consilia nec ad eligendos aliquos ad huiusmodi nec ad testimonium debet admiti nec potest condere testamentum nec ad alicuius hereditatis successionem accedere. Nullus quoque a super quocumque negotio sed ipse aliis cogetur

ADVERTENCIA.

Siendo excesivo el número de páginas que comprende el original de los opúsculos de Carbonell para un solo volumen de la Colección, hemos creído conveniente y más cómodo para el lector repartir la materia entre dos tomos de cuatro cientas páginas cada uno, esto es, prescindir de la división en secciones o partes, como se manifiesta en el prólogo, aun cuando parezca ser la más propia, y preferir la de la materia u original, para que los los dos tomos que resulten sean iguales en volumen y no difieran mucho de los demás que les preceden en esta publicación. Sin embargo, para que no parezca interrumpida la sección empezada en las últimas páginas de este volumen, hemos procurado acabar el tomo donde concluyen los documentos que pueden decirse preliminares de la misma, de manera que la parte narrativa o verdadero relato de cuanto corresponde a los sucesos de la Inquisición empieze en el tomo siguiente, al fin del cual se dará el índice completo de todos los opúsculos.
La diferencia que resulte de esta distribución, se compensará proporcionalmente en los tomos sucesivos.

respondere si judex est eius non valet sententia si tabellio non valent eius instrumenta. Et sic in similibus. Si vero sit clericus ab omni officio et beneficio debet deponi et illi qui tales postquam fuerint ab ecclesia denominati evitare contempserint debent excomunicari probantur hec omnia Extra. eodem excomunicamus C. S. credentes. Item omnes clerici qui talibus exibent ecclesiastica sacramenta vel traderent ecclesiasticae sepultarae aut elemosinas seu oblationes eorum reciperent debent privare suo officio ad quod nunquam restituentur sine indulto Sedis Apostolicae speciali similiter et regulares quorum etiam privilegia in illis diocesibus non serventur eis in quibus tales excessus perpetrare presumpserint ut in d. c. excomunicamus S sane clerici. Et nota quod ipsi credentes eorum erroribus heretici sunt dicendi Extra. eodem excomunicamus II. Quicumque etiam hereticos credentes receptores defensores vel fautores eorum scienter presumpserint ecclesiasticae tradere sepulturae excomunicati sunt nec debent absolvi nisi propriis manibus publice extumulent et projiciant corpora damnatorum et locus ille perpetuo eareat sepultura Extra. de heret. c. quicunque li. VI. Item heretici cum omnibus fautoribus modo dictis et ipsorum filii usque ad secundam generationem ad nullum ecclesiasticum beneficium seu officium publicum admittantur alias irritum est. Extra. eo. c. quicunque S. heretici. Et si dicas ex predictis colligitur quod hereticus est multiplici pena puniendushoc videtur irrationabilequia Deus non punit his in id ipsum. Cum ergo omnes heretici sunt excomunicati ut dictum est et excomunicatio si pena sequatur quod non sunt alia pena puniendi respondetur quod pro uno peccato una pena quis punitur sed si ad unum peccatum plura concurrunt que sunt multa peccata vel propter relapsum eiusdem potest homo juste puniri multiplici pena. Sed quis ergo labitur in damnatam heresim punitur pena excomunicationis quia ut dictum est omnis hereticus est excomunicatus sed si post abjuratam heresim iterum labatur debet alia pena corporali puniri vel temporali damnari. Pleraque alia in hac materia scribi possent quae brevitatis gratia omittere placuit.
- Quae supra scribuntur ego quidem P. M. Carbonellus excerpsi ab sacris litteris in favorem fidei et adversus haereticos exaratis et in hunc locum ea collocare curavi adeo ut in promptu quae ad inquisitionem adversum haereticos ipsos pernecessariam pertinere videbuntur si non in totum saltem in partem citius habeantur.

FIN DEL TOMO VIGÉSIMO SÉPTIMO DE LA COLECCIÓN, PRIMERO DE LOS OPÚSCULOS INÉDITOS DEL CRONISTA CATALÁN PEDRO MIGUEL CARBONELL.

domingo, 17 de noviembre de 2019

EL TROVADOR DE LA ALJAFERÍA


162. EL TROVADOR DE LA ALJAFERÍA (SIGLO XV. ZARAGOZA)

En la Zaragoza de mediados del siglo XV, dividida políticamente entre los partidarios del rey Juan II y los del príncipe de Viana, dentro, pues, de un clima enrarecido, el noble Lope Artal de Azlor no tuvo conmiseración para con la gitana Estrella, a la que condenó a ser quemada viva en la hoguera porque había ahogado a su propio primogénito.

EL TROVADOR DE LA ALJAFERÍA (SIGLO XV. ZARAGOZA)


En vano le imploró clemencia Azucena, hija de Estrella, y al no obtenerla juró vengarse de don Lope, de modo que, amparada por la oscuridad, raptó a un hijo del noble para arrojarlo también a la misma hoguera en la que su madre iba a morir. Sin embargo, la fatalidad y el error hizo que fuera el propio hijo de Azucena el que muriera quemado, mientras el descendiente de Lope Artal de Azlor, don Manrique de Lara, se salvaba. El caso es que en el joven y apuesto Manrique, a la sazón celebrado trovador y poeta, creció por todo aquello un ardiente odio contra don Lope Artal de Azlor, ignorando que era su propio padre.

Sucedió por entonces que, enamorado rendidamente de una de las damas de la reina, Leonor Sesé de Urrea se llamaba, tras una justa poética celebrada en el palacio de la Aljafería, donde estaba la Corte, el trovador Manrique (partidario del príncipe de Viana) hubo de enfrentarse a Antonio Artal, del bando realista e hijo de don Lope, y, por lo tanto, hermano suyo, quien también la amaba. Amor y política, pues, enfrentaron a ambos jóvenes, que desconocían su condición de hermanos.

Con el fin de resolver la oposición de la doncella, enamorada del trovador, el realista Antonio Artal recurrió a la ayuda de su hermano Guillén para apresarla contra su voluntad y encerrarla en un convento, de donde la raptó una noche de luna el apasionado Manrique. Por un breve espacio de tiempo, la fortaleza del Castellar, donde se refugiaron, fue escenario de la felicidad de Leonor y Manrique, hasta que éste fue apresado. Durante un tiempo, que se hizo eterno, el torreón de la Aljafería fue prisión inhóspita del trovador, hasta ser condenado a muerte. Se suicidó Leonor a la vez que también moría de remordimiento Antonio Artal, tras conocer demasiado tarde la verdad de su parentesco con don Manrique de labios de Azucena, quien acabó, asimismo, enloqueciendo ante tanto infortunio.


domingo, 17 de octubre de 2021

LA CAMPANA DE LA ALMUDAINA, DRAMA ORIGINAL DE DON JUAN PALOU Y COLL.

LA


CAMPANA
DE LA ALMUDAINA,


DRAMA
ORIGINAL DE


DON
JUAN PALOU Y COLL.


I.


Isla
dorada llaman a Mallorca sus naturales, y bien pudieran llamarla Isla
de oro. Una sonrisa de Dios la hizo brotar llena de hermosura en
medio de las aguas del Mediterráneo. La cobija con amor un cielo de
azul claro, la orean aires puros y deleitables y sus entrañas
dadivosas pagan con usura la solicitud del hombre.
En las cumbres
de sus montañas altísimas crecen el romero, el boj, el tomillo, el
lentisco, el brezo, el enebro y la alhucema, cual si quisiesen
aromatizar de cerca el trono del Señor: más abajo se asientan y
fortalecen espesos bosques de pinos y encinas; en las laderas los
olivares hacen ostentación de su fruto bendecido, y en las faldas
mil viñas, huertas y jardines lujosamente desplegan su
pomposa ufanía. El marinero percibe desde lejos el olor suavísimo
de los limoneros y naranjales que piadosas le traen las auras del
mar. Corren por todas partes las aguas, ora sueltas y libres entre
olmos y álamos blancos, ora aprisionadas en multitud de acequias
toscas vestidas de yedra y musgo. El caserío de pueblos y aldeas,
tan pronto se encarama desparramándose por los riscos y pendientes,
cual bandada de palomas que hacen alto, como se ajunta y recoge en
hondos valles a manera de ovejas que se apiñan a los gritos del
pastor. El frecuente contraste que forman las magnificencias del
cultivo con los horrores más sublimes de la naturaleza salvaje, da a
los paisajes de la isla un carácter maravilloso de originalidad.

¿Qué mucho que trinen ruiseñores en un vergel tan floreciente
y deleitoso?
¿Qué mucho que en tan poético país haya poetas
de valía?


Rigurosa
justicia es, y nada más, dar entre ellos el asiento de preferencia a
uno de los restauradores más beneméritos del habla
lemosina
, Mariano Aguiló, que ha versificado siempre en
este antiguo y glorioso idioma, en menoscabo de la extendida
celebridad que merece, pero con singular provecho de sus propias
concepciones. Digno rival, a veces, de Tomas Moore, deslumbra
con la esplendidez de su fantasía exuberante, otras parece inspirado
por la musa de Schiller; tal es la profunda intención de su lirismo
y la magistral sobriedad que en sus baladas históricas y
tradicionales resplandece. Quien haya leído Esperanza, Una visita a
los muertos, El entendimiento y el amor, A un ciprés, A Dios, D.
Alfonso de Castelnegro y las poquísimas composiciones poéticas que
ha dado a luz aquel escritor, no encontrará ciertamente sobrado
nuestro elogio. - José María Quadrado, que goza de indisputable
nombradía en España como apologista católico, historiador y
publicista, es entrañablemente patético en El último Rey de
Mallorca, ideal y levantado en Aspiración, y revela gran fuerza
dramática en Armadans y Españols. Los verdaderos amantes de las
letras patrias deploran que ingenio de tanto valer no cultive
la poesía con ahínco y constancia. - Tomás Aguiló, aleccionado
tempranamente en la dura escuela del desengaño, toma por inspiración
su quejumbroso aburrimiento y traduce en estrofas la flojedad y
cansancio de su alma. Unas veces se entusiasma con las pueriles
ilusiones de un amor petrarquista, otras imita con notable acierto, y
no pocas se encumbra a muy altas esferas, circunstancia inconcebible
en quien tiene a Renjifo por maestro. Paciente joyero del ritmo,
infatigable buscón de consonantes difíciles y más disertador que
poeta, ha sabido llorar con todas las reglas del arte y enardecerse
sin soltar nunca las andaderas gramaticales. Debemos añadir, sin
embargo, a fuer de justos, que algunas de sus Rimas varias y sus
Baladas mallorquinas son joyas de subido quilate y felicísimas
excepciones de la soñolienta monotonía que por lo general distingue
sus composiciones. - Miguel Victoriano Amer no ha necesitado más que
rimar los latidos de su corazón para encontrar en los ajenos dulce y
tierna consonancia. Con dos alas de oro se eleva su musa a las
regiones de luz; con la caridad y la esperanza. Sencillo, apacible,
resignado, sus versos son, por decirlo así, la respiración
tranquila de su alma. ¡Feliz quien la tiene tan hermosa con Miguel
Victoriano! ¡Feliz quien, como él, no sabe cantar sin mirar el
cielo, ni mirar el cielo sin cantar! - Las poesías de Gerónimo
Rosselló se caracterizan por lo delicadas y primorosas. En sus Hojas
y flores hay sonetos de admirable contextura, romances lindísimos,
odas de robusta entonación y elegías llenas de sentimiento.
-
Victoria Peña y Joaquín Fiol debieran dedicarse con empeño a la
poesía. Dotada la una de bastante imaginación y de exquisita
sensibilidad el otro, la modestia excesiva de sus pretensiones
literarias les impide utilizar debidamente dotes de tan alto precio.


No
hace mucho tiempo que el menos conocido de los poetas baleáricos era
Don Juan Palou. Los celadores de la literatura mallorquina no se
habían dignado extenderle pasaporte para el Parnaso. Su nombre era
el de un simple mortal para aquellos semidioses. Ahora todos le
conceden un puesto de honor en su olimpo. Ahora el deslumbrante
resplandor de su gloria eclipsa las demás. Las nieblas del desdén y
de la duda se han disipado. El drama de Palou se pasea triunfalmente
por todos los teatros de España, con la tranquila seguridad del que
ha hecho prisionera a la victoria. ¿Por qué La Campana de la
Almudaina ha obtenido un éxito tan asombroso y universal?


Aparte
de las dotes extraordinarias que lo avaloran, debe a circunstancias
especialísimas la unanimidad, sin ejemplo, con que ha sido
aplaudida. Para señalarlas no se necesita ser un fenómeno de
sagacidad; basta conocer superficialmente los vicios radicales de que
adolece la escuela dramática de más reciente boga (voga en el
original
) en el teatro español, y las necesidades estéticas que
el público sentía cuando se puso en escena La Campana de la
Almudaina.


El
drama romántico se inauguró en España con una obra memorable que,
siendo producto del espíritu más irresistible de imitación que en
la literatura europea modernamente se ha enseñoreado, conserva un
sello profundo de nacionalidad. Concepción tan original y grandiosa
ha tenido una prole bastarda, en mengua de la escena española,
nodriza de las demás en épocas de gloriosa recordación. Los
mancomunados esfuerzos de la cultura social y del buen gusto lograron
arrojar al crimen del teatro que cedió completamente el
puesto al vicio cuya indulgente condición y dorado libertinaje le
rodean siempre de simpatías. Más tarde, temeroso el drama de que su
negra reputación la malquistase para siempre con la gente sesuda,
determinó formalmente moralizar su conducta hasta entonces
escandalosa, llevando a todo trance en la boca virtud y buena
doctrina. Por fin, dando un paso más, ha lavado sus iniquidades con
una confesión general en regla, ha entrado seriamente en
negociaciones con Dios, y de sirena pecaminosa, se ha convertido en
misionero apostólico.


Desde
entonces su devoción edifica, fervor religioso le hace acreedor, en
concepto de muchos, a la borla de doctor seráfico. ¡Oh milagros de
la gracia! Algunos ascetas de quevedos y guante blanco, aspirando sin
duda a los honores póstumos de la beatificación, ocupan nuestro
teatro, y no está lejano el día en que veremos poner en escena Los
diez mandamientos de la ley de Dios y Los cinco de la Iglesia, Los
soliloquios de San Agustín, y El Flos Sanctorum por añadidura. ¿Y
quién sabe si tendremos la fortuna de ver a la entrada de los
teatros españoles una pila de agua bendita y de ganar, asistiendo a
ellos, indulgencia plenaria?


Lejos,
muy lejos estamos de ridiculizar la reacción saludable que ha sido
la causa primordial de nuestro drama religioso; lo que conceptuamos
absurdo es la forma


que
actualmente se da a un impulso tan bello y regenerador. Cualidad
esencial de las composiciones teatrales es la acción, no la
oratoria. La moral debe brotar espontáneamente de la acción
dramática, o mejor, flotar en ella como una celeste aureola. En las
producciones a que aludimos acontece lo contrario. Su acción es nula
o desaparece en un océano de disertaciones en verso asonantado,
campanudas, huecas, interminables; y su moraleja o quod erat
probandum, cuando no de falsa, peca de enojosamente trivial y se
prepara, se anuncia, se discute, se motiva con impertinentísima
minuciosidad. Por otra parte, ¿cuántas máximas heterodojas,
cuántos desvaríos, cuántas blasfemias pueden escaparse a
escritores de sospechosa piedad, cuya fé es puramente question d‘
argent, cuya bandera religiosa es una bandera mercantil!


Cansado
el público español de no oír en el teatro más que sermones en
romance destartalado, discreteo lírico, diálogos sempiternos y
sentenciosas majaderías; mal hallado también desde mucho tiempo con
las fechorías del melodrama que sólo acertaba a producirle ataques
nerviosos; y sediento de verdaderas emociones, no pudo menos de
acoger con frenético entusiasmo la obra de Palou que tan
cumplidamente llenaba sus deseos. Acontecíale a este público, el
más desorientado y acomodaticio de Europa, lo que a un catador que
detesta tanto los licores azucarados y flojos que su mala estrella le
depara, como las bebidas alcohólicas que sólo convienen a groseros
y estragados paladares. El drama de Palou ha sido para él un vino
generoso de exquisito sabor y fortaleza, igualmente distinto de los
licorcillos ruines que despachan los flamantes evangelizadores del
teatro, como de las repugnantes pociones melodramáticas.


Indicada
esta circunstancia extrínseca que tan poderosamente ha contribuido
al éxito extraordinario de La Campana de la Almudaina, examinemos
ahora sus cualidades intrínsecas hasta donde alcance nuestro juicio
inexperto y bisoño.


Palou,
con no menos atrevimiento que fortuna, ha fundido en la producción
que


nos
ocupa, la historia, en el crisol de su poderosa fantasía,
trasformándola a su antojo. Si tal ejemplo se generalizase, no sólo
quedaría bruscamente anulado el drama histórico y rota la cadena de
sus legitimas tradiciones, sino que popularizaríanse ideas falsas de
las edades que fueron, acrecentándose más y más la desapoderada
anarquía que reina en la actual escena española. Sin hablar de
aquellos sublimes Ezequieles del arte, Shakespeare, Goëthe, Schiller
y otros genios inmortales, cuyas creaciones son más verdaderas que
la historia misma; Corneille, Racine y Voltaire que ajustaron sus
concepciones imperecederas a principios convencionales y a una
etiqueta dramática, ceremoniosa y glacial; Victorio Alfieri, que
hizo cómplices a los tiempos pasados de su pasión demagógica у de
su odio elocuente contra todas las tiranías; hasta los mismos
melodramaturgos que han sido y son los falsificadores más descarados
de la historia, nunca han variado radicalmente los sucesos ni
creádolos a su sabor, por más que hayan desfigurado los caracteres
que intentaban retratar. Palou, cuya alteza de juicio raya tan alto
como su ilustración, no desconoce seguramente cuán perniciosa sería
esta libertad, aunque con su drama la haya, en cierto modo,
autorizado. Fútil de todo punto sería la excusa de que La Campana
no lleva el título de drama histórico, pues, sabido es que: le nom
ne fait rien a la chose.


En
compensación de este defecto radical, la obra de Palou tiene un
valor dramático a todas luces subido. Su cualidad predominante es
aquella fuerza avara de sí misma que suele constituir el sello
característico de la verdadera potencia intelectual. Tan genuina
robustez artísticamente moderada por cierto instinto secreto y
maravilloso, se armoniza en este drama con una delicadeza suave de
sentir sobre manera exquisita. ¡Consorcio admirable que recuerda
aquel panal de miel que encontró el más fuerte de los hebreos en la
boca del león! En La Campana los caracteres se desarrollan con
vigorosa espontaneidad, estalla el diálogo con reconcentrada
energía, la palabra hierve sin soltar el freno a su expansivo
impulso, y la acción camina con paso firme y seguro a su
originalísimo desenlace. Imponderable es su mérito psicológico; si
se atiende a la doble y complicada lucha que traban entre sí
pasiones llevadas a su apogeo de exaltación y sentimientos
intensísimos. Para aquilatar dote de tanta valía basta analizar
ligeramente las dos grandes figuras fundamentales del drama: Doña
Constanza y el gobernador Centellas. El carácter de la primera nos
parece trazado con maestría y es sin duda uno de los más bellos que
se han visto en la escena.


Hay
un amor de amores inmenso, profundo, inagotable como las entrañas de
la divina misericordia; esencia suya son la ternura y la fortaleza;
lágrimas, abnegación y sacrificio perenne lo nutren, y también
misteriosas venturas y alegrías inefables; todos los idiomas lo
apellidan santo, y su símbolo inmortal está en el cielo.
¡Bendito
sea el amor de madre! Este sentimiento llevado a su grado superlativo
de tensión, señorea despóticamente el alma de la reina viuda. Su
Jaime es a un tiempo para ella recuerdo vivo de su desventurado
esposo y esperanza de la dinastía cuyas glorias y blasones cubre el
luto con su gasa funeral. El ardiente deseo de contemplar a su hijo
sentado algún día en el trono ensangrentado de sus mayores, infunde
a Doña Constanza, sin igual heroísmo y bizarría, y da a su
sentimiento maternal el portentoso alcance y tenacidad de la pasión.
En este bellísimo carácter entran como elementos constitutivos su
amor de madre, su orgullo de reina, su ambición de reina y de madre,
y la ternura que siente por Isabel, hija adoptiva suya.


Centellas
tiene el corazón labrado al fuego de una lealtad indomable. Pero el
amor que le inspira una hija largos años buscada con afán, y cuyo
inesperado encuentro coincide con el peligro terrible, inminente de
perderla, si su lealtad no entra en vergonzosas capitulaciones, hace
bambolear su berroqueño corazón con tremendas sacudidas. Por otra
parte una irresistible simpatía mezclada de gratitud le atrae
involuntariamente hacia Doña Constanza.


Esta,
lucha a brazo partido con la voluntad del gobernador. Ora sagaz y
astuta, ora radiante de centelladora energía, busca afanosamente en
el corazón del aragonés la misma poderosa cuerda que en el suyo
propio vibra, para socavar los cimientos de su constancia y poner su
planta victoriosa sobre el cuello de su obstinada lealtad. ¡Qué
sublime terror, cuando los dos llegan a tener pendientes las vidas de
sus hijos idolatrados de la vibración de aquella campana cuya cuerda
pasa alternativamente a sus manos crispadas!


El
instinto de madre hace ver a Doña Constanza que, enardeciendo hasta
el frenesí el cariño paternal de Centellas con la amenaza terrible
de asesinarla él mismo si toca la campana, le vencerá sin remedio.
Por esto da el golpe de gracia a la moribunda lealtad de Centellas
gritando con voz aterradora:


¿No
quieres? ¿No?


¡Pues
bien, tocarela yo!
Movimiento de suprema exaltación, grito más
de victoria que de lucha. Ninguna intención tiene de tocar aquella
campana cuyo tañido llevaría la muerte al seno de su hijo. Lo único
que quiere es acabar de una vez su triunfo haciendo estallar a
pedazos el corazón de Centellas, bajo la presión de la más
horrorosa angustia.


Sobre
manera lógico nos parece este bellísimo carácter, circunstancia de
incalculable mérito si se atiende a lo que suben en él de punto las
pasiones que lo forman y animan. No brilla esta preciosa cualidad en
el carácter de Centellas. ¿Cómo se comprende que este milagro de
lealtad se crea irresponsable del crimen de traición que pesa sobre
él en concepto de su soberano, por el abrazo de una hija que antes
se conceptuaba capaz de sacrificar en el ara de su honor? Recuérdese
aquel arranque salido del fondo de sus entrañas:


¡Si
por azar


en
ser traidor yo soñara,


la
existencia me arrancara


por
no volverlo a soñar.


::::::::::::::


Mas
ved:


(Vuélvese
de improviso y dice señalando el cuadro de mujer de la izquierda.)


Si
ella respirara


y
el fruto de nuestro amor,


en
holocausto a mi honor,


conmigo
las inmolara.


Estos
rasgos, unidos a otros muchos, quedan desmentidos altamente con su
conducta final. Por demás intenta justificarse con la frívola
excusa formulada en estos versos:


Yo
a mi rey no soy traidor:


¡mi
rey es traidor a mí!
¿Qué noble de aquella época, en la que
el monarca siempre tenía razón, hubiera juzgado la conducta de su
soberano de potencia a potencia como lo hace el espejo de lealtad
Centellas, que tan alto ha hecho sonar en el drama la suya?
Sentimos
que haya escapado a la certera sagacidad de Palou, que, vista la
frescura con que el gobernador se disculpa de lo que debía
forzosamente ser en concepto suyo el mayor de los atentados posibles,
las bellas expresiones con que blasona de su acrisolada fidelidad, se
rebajaban al nivel de fanfarronadas. Los demás caracteres son de
insignificante o nula importancia, menos el simpático Tornamira que
en un sólo rasgo da a conocer su hidalga condición. Dice así:
TORN. ¿Y le habéis curado? (a Centellas.)
CONST. ¡Sí! Y esta
tarde a Palma torna.
TORN. ¿Y podrá reñir?


Qué
hábito de sentir limpiamente, qué nobleza revela esta pregunta:
¿Y
podrá reñir?


Un
lirismo sobrio y de gran valía enaltece a La Campana. Recuérdese la
admirable comparación del sol que dora las nubes que quieren tapar
su luz, los versos en que pinta Doña Constanza el cariño que
profesa a Isabel, y los ardorosos arranques de amor filial de Don
Jaime.


Lunares
nacidos de las mismas cualidades que en La Campana resplandecen,
hacen resaltar con más viveza las perfecciones que la adornan. El
lenguaje peca algunas veces de incorrecto y de poco castizo. La
robustez y energía del estilo rayan a menudo en aspereza.


Palou
ha pasado en un sólo día de la oscuridad a la luz, encontrándose
de súbito frente a frente al sol de su gloria que ni aurora ha
tenido. España ha saludado al joven dramaturgo con hurras de
universal admiración y aplauso.
Mallorca, sacudiendo sus hábitos
de vida material, ha dado el tierno espectáculo de una madre
cariñosa que llorando de gozo ciñe las sienes de un hijo amado con
la corona de laurel que le granjearon sus triunfos. Desde el fondo de
nuestro corazón enviamos la enhorabuena más entrañable a la Isla
dorada que tan hermosamente ha galardonado las fatigas de uno de sus
hijos que más la honran!
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