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lunes, 13 de julio de 2020

CAPÍTULO LII.


CAPÍTULO LII.

De Armengol de Castilla, nono conde de Urgel. - Privilegio que dio a la ciudad de Balaguer, en que hace francos en alodio todos sus términos. - Conquista de la ciudad de Almería, y todo lo demás que se sabe de este conde de Urgel, hasta su muerte.

Hasta estos tiempos todos los condes de Urgel habían vivido en Cataluña, ahora ya iban mudando de tierra y por muchos años los hallaremos en Castilla. Armengol de Moyeruca dejó un hijo de su mismo nombre, y por ser niño, nombró para su gobierno y educación a su suegro, el famoso conde Pedro Anzures, señor de Valladolid, varón de gran prudencia y gobierno. Este se encargó de las cosas del nieto, que prefería a los de otras hijas, y todo el restante de su vida entendió en la buena administración de ellas.
A los sarracenos del condado de Urgel no fue poco el ánimo que se les acrecentó, cuando entendieron que los almorávides habían muerto al conde Armengol de Moyeruca; y teníanse persuadidos que su casa habría dado al través, porque el conde Pedro Anzures estaba en Castilla, y en Cataluña lo gobernaba un vizconde, como era costumbre hacerlo cuando los condes se ausentaban de sus condados.
Conquistó Armengol de Gerp la ciudad de Balaguer, mas no pudo sacar los moros del todo, porque su poder era grande: contentóse de concederles todo lo que le pidieron, con que quedasen súbditos y vasallos suyos; y ellos lo aceptaron con los tributos y parias que queda dicho cuando fue la presa de Balaguer, y estaban con esperanza de alzarse cuando posible les fuese, y sacar los cristianos de la ciudad, porque aún les había quedado parte de esta y del castillo, con obligación de pagar ciertos derechos a los condes; pero viendo las mudanzas habían sucedido en aquella ilustre casa de Urgel, y que había buena ocasión de levantarse, por ser el conde niño, se alzaron con los castillos y fuerzas que tenían en el condado, y los de Balaguer intentaron de echar fuera de la ciudad a los cristianos, sin hacer caso ni del vizconde que estaba allá, ni del conde Pedro Anzures, ni de otra persona alguna a quien debieran respetar. De todo esto tuvo aviso el conde Pedro Anzures, que estaba en Castilla, para que en nombre de su nieto acudiera a remediarlo. Aconteció este levantamiento el año de 1106, que fue poco más de tres años después de muerto Armengol de Moyeruca, y cuando menos se pensaba en ello, porque era grande el valor de Berenguer, conde de Barcelona, que reprimía el orgullo de ellos y aseguraba toda Cataluña; Pero por estar ocupado en otras empresas lejos del condado de Urgel, tomaron osadía de hacer este levantamiento. !Qué daños no causa una niñez o ausencia de un príncipe!
El conde Pedro Anzures, luego que entendió todo esto, dejó los estados y negocios de Castilla encomendados a doña Elo o Luisa (Eloísa, que todo es uno), su mujer, y llegó con la presteza posible a este principado, y con lucido ejército se presentó ante la ciudad de Balaguer, que estaba casi señoreada de los moros. Estaba la ciudad muy fortificada y proveida, y el ejército no era tal que pudiera tomarla. No osó probar fortuna, porque se acordaba cuán mal había salido a algunos condes de Urgel, que habían tomado en presas (empresas) mayores que sus fuerzas: pidió favor al conde Ramón Berenguer de Barcelona, que se dio muy grand* y entonces acometió la ciudad, y aunque pertrechada * arte y naturaleza, ayudando sus ciudadanos, en breves *días se vio el conde señor de ella y de muchos castillos de aquella comarca y de otros estaban a las orillas del Segre, donde se habían retirado una infinidad de moros, de *quienes alcanzó una grandiosa victoria, a los postreros días del mes de octubre del año cuarenta y seis de Felipe, rey de Francia, que es de Cristo señor nuestro 1106. Conquistada la ciudad de nuevo, se limpiaron los templos que la bárbara impiedad había sacrílegamente profanado, y el conde Pedro Anzures, con alguno de los caballeros más ancianos d* el condado, dividieron los despojos ganados. Hízose esta división el 1° de noviembre y reconociendo el favor recibido de Ramón Berenguer, conde de Barcelona, que con * mano les había socorrido, de común acuerdo le adjudicaron un castillo que a la parte meridional de Balaguer estaba, llamado Niummur, a un cuarto de legua. Este castillo es el que al día presente decimos Rápita, que en lengua arábiga es lo mismo que casa de devoción o mezquita que está fuera de poblado. Otro edificio del mismo nombre había junto a Tortosa, (San Carlos de la Rápita) en los Alfaques (donde se fundó un monasterio de monjas de la orden de san Juan), en que vivían los alfaquíes, de quienes tomaron el nombre los Alfaques, puerto harto conocido (sobre todo en la conquista de Mallorca por Jaime I).
Nota etimológica: Alfaque cast. y port., alfac mall., alfách cat. y val. Banco de arena que se hace en las costas del mar y en las bocas de los ríos. Acad. Acaso de alfacc, "fauces" en Raimundo Martín. Es de notar que la voz lat. usada en pl. vale, según Nebrija, "per translationem," las entradas estrechas de algunas cosas, como de valles, ríos, etc., estrechura. Así las palabras "fauces portus," que se encuentran en los Comentarios de Julio César, significan "la entrada de un puerto," que, en mi humilde sentir, es la verdadera acepción de la palabra alfaque, y no la de banco de arena. Creo que la circunstancia de aglomerarse esta en las entradas de los puertos y de los ríos (ejemplo: el delta del Ebro) ha sido parte para incurrir en tal equivocación. De no satisfacer esta congetura (conjetura) habría que buscar el origen de alfaque en alfalaq (alfaq, sincopada la sílaba la) "montón de arena," a no considerar la voz cast. como metátesis de alcoffa, "ora arenarum" en Freytag, "bande longue de sable" en Kazimirski.

Dieron también al dicho Ramón Berenguer la mitad de la azuda de Balaguer, que * el palacio real de los moros, que esto significa el vocablo Azuda (çuda, Zuda). En el auto de esta división, sacado del real archivo de Barcelona, del primer libro de los Feudos, verá el lector la llaneza del conde Pedro Anzures y el estilo de sus tiempos, y las cláusulas o cautelas con que se aseguraban las partes, en los instrumentos, y dice así:
(texto casi ilegible por mal escaneado) Hec est convenientia quam facio ego comes Petrus et nos seniores de Urgello vobis domino Raymundo Barchinonensi comiti et * vestre. Colligimus vos * Dei adjutorio la medietate de tota ipsa Zuda de Balaguer et donamus vobis ipsum castellum de Niummur vel de Rabita (Rapita, Rápita) ad totam vestram … hereditatem ad facere quidquid volueritis vos et posteritas vestra vel cui illud donaveritis: * donat Raymundus comes ad comitem Petrum et ad nepotem suum Ermengaudum illam medietatem de Zuda ut teneat eam per suam * sie quod per quantas vices ibi comes Raymundus fuerit et voluerit demandare inde potestatem ille aut homo per illum cui ille mandaverit quod donet et inde potestatem per fidem sine malo ingenio in tali convenientia quod comes Raymundus non tollat eam * comitem Petrus et ad Ermengaudum nepotem suum neque ad posteritatem eorum nisi tale forfactum fecissent quod illi emendare voluerint non potuissent infra quadraginta dies quod ille eas demandasset nisi fuerit per tale uncumbro quod habeat sine ullo enganno illo encumbre passato infra quadraginta dies quod eis illud fa* et ei illud adresent. Et convenit comes Petrus per se et per Ermengaudum quod illam partem de civitate Balegarii et de terminis suis comiti Raymundo donatam habent quod nec illi nec *orum fortia ne poder ne conser non eam illi tollent nec lin tollent et quisquis eam tollere quesierit quod illi per fidem ei inde valeant. Quod similiter convenit istam ipsam convenientiam quod eam attendat comiti Raymundo ille vicecomes Geraldus per fidem et sine malo ingenio: et si evenerit causa de illis comitibus aut de Geraldo vicecomite qui istam partem tenderit quod non sint in illis partibus aut in illis terris sic *endaquod de illis deveniat quisquis unquam istam medietatem de illa Zuda tenuerit quod ad comitem Raymundum inde respondeat et fidelis inde comiti predicto sit per fidem sine ullo malo ingenio sic quod comes Barchinonensis Raymundus totum suum talentum et totam suam voluntatem possit ibi facere. Et convenit Barchinonensis comes ad comitem domnum Petrum et Ermengaudum quod illam medietatem de ipsa Zuda et illam aliam partem de Balaguer et de omnibus suis terminis et castellis scilicet Lautens et Gerp et Castello et Algerre et Os cum tinentiis suis quod ille nec consulto suo non eis tollat et nullus christianus qu* eis hoc tollere querat quod comes Barchinonensis inde eis valeant e de hoste palatina de moros. Et convenit ille predictus comes et ill* vicecomes Geraldus predicto Raymundo Barchinonensi comiti quod quando Ermengaudus fuerit crescut et grandis quod faciet hoc ipsum sacramentum (sacramento, jura) et illum ipsum hominiscum (homenaje) comiti Barchinonensis qualem habet factum ille comes Petrus per illam suam partem de illa Zuda: quod si hoc non facere quesisset predictus comes Petrus et predictus vicecomes Geraldus tornent illam suam medietatem de illa zuda Barchinonensi comiti poderosam et sine ullo *encombro et sine ullo embargo (sin embargo) per totam suam voluntatem et suum talentum facere:et quisquis de illis vivus fuerit aut quisquis per eos illam medietatem comitis de illa Zuda tenuerit sicut supra scriptum est si* illud attendat sine arte et sine malo ingenio per directam fidem sine ullo engan. Et ego Raymundus comes Barchinonensis dono *uxor (mujer) mee Almodi et filiis quos de ea habuero omnia que acaptavi in Balagario. Actum est hoc quinto nonas novembris anno XXXXV* regnante Philippo rege. (Felip de França, los condes eran sus vasallos, no independientes como quieren hacer creer).

Alcanzada esta victoria y dejadas las cosas del condado de Urgel en buen estado, se volvió el conde don Pedro a Valladolid, donde, como uno de los más principales señores le ocupó el rey don Alonso en el gobierno de sus reinos y estuvo allá hasta el año de 1109, cuando por haber caído en desgracia de la reina y haberle ella despojado de su patrimonio y estado, se volvió al condado de Urgel, donde fue muy favorecido del conde de Barcelona y del rey de Aragón, el cual le dio para él y su mujer, con diez criados otros tantos caballos, lo que hubiesen menester para su comida y tres mil sueldos para gastos extraordinarios, que por estos tiempos, en que había tanta falta de dinero, era una gran cosa. El conde don Pedro, agradecido de esta y otras mercedes, que de aquel rey había merecido, le hizo donación de la mitad de la zuda (digo del castillo) de Balaguer, que la otra mitad la tenía el conde de Barcelona, con las tres partes de la ciudad y sus términos, con la mitad de los castillos de Laurens, Montaron, Buaso, Castellon, Algerre y Albesa, que aún estaban en poder de infieles; pero colígese que era grande la confianza de tomarlos, pues estando en poder ajeno, ordenan de ellos como de cosa propia: ya la otra parte de la ciudad de Balaguer, que era la cuarta, se la retuvo en su poder para si y para la condesa, su mujer, y Armengol, su nieto; y el rey vuelve a dar a dicho conde Pedro Anzures y a Armengol, su nieto, la misma mitad de la zuda o castillo que había recibido de ellos, para que de aquella hora en adelante lo tengan por el rey y en feudo suyo, y que esto mismo guardara el conde Armengol cuando fuere mancebo y se hubiere armado caballero, y no queriéndolo observar, que en tal caso pueda el rey cobrar la mitad de la zuda que él había dado en feudo al conde Pedro Anzures y la cuarta parte de la ciudad de Balaguer. A mas de esto, dice Zurita que el conde hizo homenaje y le juró fidelidad por los castillos, tierras y fortalezas que en Castilla le habían sido restituídas por orden del rey de Castilla, y antes se las había quitado la reina doña Berenguela, por disgustos que pasaron entre ellos, de que hacen larga memoria las historias de aquel reino. Las palabras de Zurita, en sus índices latinos, son estas: Petrus Azurius, comes, qui ex castellanis proceribus in magna potentia erat, Balagueria se cum Elone uxore recipit, uts Ermengaudi pueri nepotis ditionem, mauris oppositam, tueretur ac sustineret. Balagueris *arcem Azudam nominant, ac tres urbis regionis regi condonat; et cum castella propugnaculaque suae ditionis Castellae regni à rege suscepisset, se regi ea, irato aut pacato, traditurum sacramento spondet.
Siendo el abuelo del conde varón tan sabio y experimentado, es de creer que debía haber grandes conveniencias que le obligaron a meter dueños extraños en la hacienda del nieto; pero como después han pasado tantos siglos, ignoramos lo que le obligó a esto. En el libro primero de los Feudos del archivo real de Barcelona se conserva el auto, el cual está sin día ni año, como era costumbre no meterlos en los autos de esta calidad, y dice de esta manera:
In Dei nomine. Hec est convenientia quam facio ego comite don Pedro Azuris ad vos seniori meo regi Adefonso Aragonensium et Pampilonensium regi filio Regis Sancii et Regine Felicie: id est dono vobis tota illa Zuda de Balaguer ingenua libera cum illas tres partes de tota illa civitate et de totos suos terminos et totos suos dretaticos et cum omnibus suis pertinentiis qui pertinent ad illas tres partes de illa civitate et de suos terminos similiter. Adhuc dono vobis tota illa medietate de illos castellos unde moros sunt adhuc tenentes qua hora Deus Omnipotens illos dederit ad *Christianismo pro nomine Laurens et Montoron et Buasso et Castilgon et Agerre (Algerre) et Albessa (Albesa): et si ego comite don Petro potuero illos prendere antequam vos quod vobis inde donem illa medietate et si vos domino *meo regi illos potueritis prendere antequam ego quod similiter mibi *in donetis illa medietate: et de istos castellos si nobis inde voluerit *i aliquo tornare per habere dedero ad mille solidos quod ego comes don Petro mittam in ea medietate et vos domino regi illa altera medietate: et de mille solidis in suso quod vos ibi mittatis quantum ad vos se asimilaverit quoniam ego non inde ibi ponam nisi quingentos. Et hoc donativum supra nominatum dono et concedo vobis et quod illud habeatis ingenuum et liberum ad vestram propriam hereditatem per facere inde totam vestram voluntatem et * omnis generatio et posteritas vestra vel ad cui vos eam dederitis extra illos castellos quos francos prendiderint antequam vos illos prendissetis illa Zuda de Balaguer. Et convenit illo comite don Petro ad regem pro se et pro Ermengaudio suo nepto (nieto, antes sale nepotem) quod istam partem supra scriptam quam habet donata ad regem quod illos nec jure concilio nec jure forcia quod non eum ei tollat: et quisquis eum ei tollere voluisset quod illos inde ei valeant per fidem sine malo ingenio. Et ego comite don Petro retineo me ibi per ad meam propriam alodem (alodio) et de mea muliere et de Ermengaudo meo nepte illa quarta parte de illa civitate cum tota illa quarta parte de totos suos terminos de totos suos dretaticos et de omnibus suis pertinentiis qui pertinent ad illa quarta parte de illa civitate et de suos terminos. Et rex donat ad illo comiti don Petro et ad Ermengaudo suo nepto illa medietate de illa Zuda quo modo in antea eam tenebunt per fevum (feudo) et quod contineat pro sua manu et illam agnoscat per eum illos homines de rege qui tenuerint illa Zuda salva quod inde sedeant homines de illo comite don Petro et de Ermengaudo suo nepto pro illa medietate de illa Zuta salva illi fidelitate de rege: et quando ibi voluerint intrare illo comite don Petro aut sua muliere aut Ermengaudo in illa Zuta cum tantos homines illos ibi colligant quod tota hora sedeant unde plus poteras illos homines de rege pro illa Zuta tenere de tale guisa quod ille comite nec suos homines quod non inde possint sacare de illos homines de rege. Et quando fuerit Ermengaudo illo mancepo tan grandis et fuerit cavallero si quesierit atorchare conveniencias quod habet factas illo comite eum rege et fecerit illos juramentos ad regem quod ei fecit illo comite don Petro et in convenio attendat Rex ad Ermengaudo istos convenios quod habet factos cum illo comite don Petro pro illa quarta de Balaguer et pro illa medietate de illos castellos: et si tantum quod non illud quesisset facere Ermengaudo quod se retineat illa quarta parte de illa civitate et de illa medietate de illa Zuta quod per eum tenebat post obitum de illo comite et de sua *muriere et rex quod fuisset absolutum de illo sacramento quod fecit. Et venit rex ad illo comite don Petro pro illa media Zuta quam ei habet donata per fevum et pro ista quarta parte de Balaguer et pro illa medietate de illos castellos qui sunt supra scriptos per ad alodem ille nec suo concilio neque sua forza quod non eam illi
*ullat et quisquis illud ei tollere voluisset quod rex inde ei valeat per fidem sine malo ingenio. Et rex donat ad illo comite don Petro et ad sua muliere in lurs dies tamdiu vivos fuerint et prendere illud quesierint pane et vino et carne per decem homines et cibaria (cebada, para cebar; civada; sivada, sibada) per ad decem caballos et pro lure sollata tres mille solidos de dineros.

Residió el conde don Pedro Anzures en el condado de Urgel con su mujer y familia, hasta el año de 1108, que ya era vuelto a Castilla, porque las cosas de la reina doña Urraca, (Berenguela escribe antes) que le obligó a salirse de aquellos reinos, tenían muy diferente estado del que él las dejó cuando se vino. Lleváronse también el nieto, el cual aún era muy muchacho: pruébase esta ida, porque en el dicho año y al último día del mes de marzo, él y la condesa Elo o Luisa, su mujer, dotaron la iglesia catedral de Valladolid, que en el año de 1095 habían fundado; y por haber estado allá tantos años el conde, hay de él muchas memorias en las escrituras antiguas de aquellos reinos, y en los privilegios (que) concedían aquellos reyes, en que era costumbre confirmarlos los caballeros que residían cabe de los reyes. Por memorias antiguas parece que la primera confirmación o firma del conde Armengol, de que tenemos noticia, fue en un concilio provincial se tuvo en lar ciudad de Oviedo el año 1111, en que presidió Pelagio (Pelayo) obispo de ella, y se hicieron en él muchos decretos contra los sacrílegos y violadores de las inmunidades eclesiásticas. Fueron los confirmadores la reina doña Urraca, sus hijos, hijas y hermanos, y muchos señores de aquellos reinos, y entre ellos el conde Armengol.
Murió por estos tiempos la condesa doña Elo, abuela del conde, como parece por una escritura otorgada en 9 de enero, año 1117, en que el conde don Pedro dio parte de unas heredades al monasterio de san pedro de Dueñas, y dice que la da por el alma de la condesa doña Elo, su mujer. Muerta ella, volvió otra vez el conde Armengol a Cataluña, para ayudar al rey don Alfonso en la conquista de Zaragoza, donde llevó mucha gente del condado de Urgel; y el autor del antiguo libro llamado Flos mundi, que otras veces he alegado, dice que fueron en ella muchos caballeros de Cataluña, y los que nombra después del conde de Urgel, fueron: Hugo, vizconde de Cardona, Guillermo de Anglesola, Bernardo de Anglesola, T. de Bellpuig, Tomás de Cervera, Gombaldo de Ribelles y Ot de Moncada; y dice que todos se volvieron muy remunerados a sus casas, argumento cierto de la mucha parte que tuvieron en la conquista de aquella ciudad, la cual con tanta gloria de los conquistadores fue restituída a la santa fé católica, y echados de ella los moros, que impíamente habían profanado los lugares sagrados de ella.
Algunos años después, reconociendo el conde los grandes servicios que él y sus antecesores habían recibido de los ciudadanos de Balaguer, en las batallas pasadas y aún en la presa de la misma ciudad, y que, por su valor y piedad, nunca cesó en ella el culto divino y ley cristiana, ni menos sufrieron otro señor que los condes de Urgel, les concede en franco alodio ciertos términos y parte de tierra en el dicho auto o privilegio contenidos, el cual fue hecho a 3 de las calendas de julio del año diez del rey Ludovico, (Lluís, Luís, Loís, Luis, Luisico el gabacho, Ludwig, que no era señor de los condes, qué va, aparece en los textos para hacer bulto) que es el de Cristo señor nuestro 1120. Firmáronle Oton, obispo que era entonces de Urgel, y el vizconde Geraldo o Guerau, de quien ya en uno de los autos arriba nombrados hay hecha memoria; y éste, que durante la menor edad del conde había gobernado aquella tierra, le dio entera y cierta noticia de los servicios había hecho a sus pasados y a él aquella ciudad, de lo que movido el conde, les * este privilegio. (cortadas las palabras de la derecha)
In nomine Sancte et Individue Trinitatis Patris et Filii et *Spi Sancti Amen. Ego Ermengaudus gratia Dei Urgellensis comes cum consensu et voluntate Geraldi vicecomitis et domini *Ott episcopi decrevimus facere cartam donationis quam et facimus alode ad homines commorantes in Balagarium quod damus eis proprium alode. Isti sunt per nomina illi qui a principio *steter in supradicto Balaguer qui portarunt pondus et aestus fa*sitis captivitatem et rancuras multas et tenuerunt Balaguer ad *norem Dei et christianitatis et ad honorem et servicium suorun *niorum in fide. Hii sunt per nomina Bernardus de Guadal et Bernardus Guirt Girbertus et Bernat Bernardi Fortes et Izarnus *Raimundus Mir et Mir Arnald Radulfus presbiter et Pontius de Gradan *Guillelmus Rayner et Atto Guitardus et Arnaldus Guerrer Guillelmus *bater et Corvin Bernardus Cucuz et Arnaldus Mir Petrus Bernar* Bernardus Gerunt Petrus Guillelmi et Arnaldus Petri Arnaldus *fret et Petrus Mir Pontius Mayol et Amer Bernardus Selva et *Guillelmus Compayn. In primis damus illis ad hortos habendum su* Monsfavar unde habeant hortalia sic determinatum per qua* partes: Prima de illu orto Sancte Marie secunda de illa acechia *tia illa sorte sancti Petri de Osca quarta Sicoris (Segre). Deinde damus in illa plana de Vilanova de illa sorte de Miro Arnaldi de Concal* usque ad illum terminum de illo prestinguo et de illa margine que ad Sicorim (Segre). Hic vero quantum concludunt istas quatuor pa* excepta illa turrim de Bernardo Bigeri. Item damus illis aliam versam ad Trencavias sic determinata de illa sorte Senelasco *tagnones usque in illo villare antiquo de alia parte de illo * usque in Sicorim quantum concluditur in istis quatuor partibus * integro. Item damus in illa parte de Castelione sic determinata quatuor partes: prima pars de ipso muro usque in ipso safaregio *tia pars de illa porta de Castelione ipsa via usque in illa via pergit ad Albesam quantum concludunt istas quatuor partes *tegro. Igitur damus illis de illa parte de Cione alia division* determinata a parte orientis ipsam marginem usque in Cione * tertia parte ab illa torre de Berengario Beccu de quarta parte Sicoris: quantum inter istas quatuor partes omnia concluduntur damus similiter concedimus ad integrum. Ego vero predictus Ermengaudus cum dicto Geraldo vicecomite et episcopo Ottone facimus hec predicta scriptura et concedimus istis supramemoratis hominibus de Balagario ut habeant et possideant quantum in ista carta resonat illis et omnis posteritas eorum ad proprium allode et ad facere suam voluntatem: si quis tamen quod minime facere credimus ut nullus propinchus vel extraneus contra hunc nostrum scriptum insurrexerit et dirrumpere voluerit sub anathema sit et in futurum non possit inde aliquid condemnare. Facta carta hereditaria sive donationis notum diem quinta feria quod est tertio calendas julii epacta XI coé VI luna XXII indictione XV regnante Lodovico rege in anno suo decimo eodem comes Ermengaudus in Balagario et in Urgellum.
Ego igitur supradictus comes Ermengaudus qui hanc cartam scribere jussi et legentem audivi manibus meis Sig+num infixi.
Ego vicecomes Geraldus similiter ad confirmandam hanc cartam Sig+num infigi.
Ego episcopus Otto in hac carta Sig+num confirmationis injeci. Sig+num Arnaldi Berengarii. Sigi+num Petri Berengarii.
Arnaldus Berengarius testis. Berengarius Artaldus testis. Raymundus Arnaldus testis.

De este auto se infiere: que los condes de Urgel ponían vizcondes en su lugar y ausencia, así como el conde de Barcelona; que este vizconde se llamó Geraldo, de quien, en uno de los dos autos del conde Pedro Anzures, que pusimos arriba, queda hecha mención; que el culto divino no faltó aun en tiempo de los moros en aquella ciudad, aunque ellos fuesen dueños de ella, y este se conservó por el buen cuidado y piedad de sus vecinos; y que el conde de Barcelona y el rey de Aragón no tenían parte en ella, (pero sí el rey de Francia) por cuanto, así como firmaron el vizconde y el obispo de Urgel, es infalible hicieran lo mesmo el conde y el rey, si en aquella ciudad y territorio tuvieran algún interés; a lo menos en dicho auto se hiciera alguna memoria de ellos. Es este privilegio una de
las antiguas concesiones tiene aquella ciudad, y prerogativa grande de que posean sus tierras y heredamientos en franco alodio.
Por estos tiempos casó Armengol con Arsende, hija que era de los vizcondes de Ager: el nombre del padre no he podido averiguar, por la poca memoria o continuación hay de esta casa y linaje. Zurita es el que afirma ser esta señora de aquella casa, y así está comunmente recibido.
Pocos años después, que fue el de 1126, hubo una muy sangrienta batalla con los moros delante del castillo de Corbins, y se perdieron en ella muchos cristianos, y las cosas estuvieron en gran peligro, y el rey don Alfonso de Aragón tuvo vistas con el conde de Barcelona y con sus hijos, para dar favor a la guerra contra los infieles. El anal de Ripoll dice, hablando de este encuentro: Hoc anno ante castrum Corbins incursu mohabitarum multi christianorum perierunt; y dice también, que murió Bernardo, conde de Pallars; pero no especifica si fue su muerte en esta batalla. Después tuvieron algún remedio las furias de los moros, y dieron lugar al conde para ir a Castilla, donde era, para los estados tenía en aquel reino, muy necesaria su presencia, porque era muerto su suegro, y él quedaba heredero de Valladolid y de grand* estado en los reinos de Castilla y León. Fue sepultado en la iglesia mayor de Valladolid, que él había fundado, y en el sepulcro puso el conde su nieto sus armas, digo los jaqueles (jaque, del ajedrez) de oro y negro, porque los caballeros castellanos no usaban entonces de escudos de armas, como usaron después. Por nueva sucesión, hubo de residir allá algunos años, y fue muy estimado del rey don Alonso, hijo que fue de la reina doña Urraca, porque favorecía (aunque secretamente) la pretensión de aquel rey, el cual, por haber fallecido el de Aragón (Alfonso I el batallador) sin hijos, aspiraba a la sucesión del reino, por ser don Ramiro, hermano del muerto, sacerdote (Ramiro II el Monje) y obispo e incapaz de contraer matrimonio. Entróse con gran ejército por el reino de Aragón y tomó muchos lugares y pueblos de don Ramiro, que ya se intitulaba rey: éste, porque no podía resistir, se retiró con los suyos a las montañas, y el de Castilla entró en Zaragoza, usando del título de rey de Aragón, afirmando privilegios antiguos y concediendo otros nuevos. Estaban con él Ramón Berenguer, conde de Barcelona, y Armengol de Urgel, Alonso Jordán, señor de san Gil y de Tolosa, primo del rey y los condes de Fox, Pallars y Comenge, y muchos caballeros catalanes, franceses, castellanos y de Aragón. El rey don Ramiro estuvo retirado al castillo de Monclus en las montañas de Sobrarbe, hasta el noviembre del año 1135, y se intitulaba rey de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza. Algunas personas trabajaron por la paz, y la concluyó san Olegario, arzobispo de Tarragona, de nacion catalan, natural de Barcelona. Vino este santo a Zaragoza, y después de varios tratos, quedó concordado que el de Castilla por toda su vida quedara con la ciudad de Zaragoza y sus apendicios, y por ellos hiciese reconocimiento al rey don Ramiro, y que después de muerto, viniese todo a don Ramiro y a sus sucesores. Vino esta paz muy bien al conde de Urgel, por ser su condado muy vecino a aquel reino y poseer en él muchos lugares y, entre otros, la villa de Bolea. Los aragoneses también holgaron mucho de este trato, por no meter rey estranjero, (el de Castilla) mientras había hijo y hermano de sus últimos reyes. Después de dado asiento a las pretensiones de los dos reyes, volvió el conde al reino de Castilla, y fue confirmador de muchos privilegios y escrituras reales de aquellos reinos. Las que han venido a mi noticia son: la que a 2 de junio de 1135, estando el rey en Valladolid, otorgó al conde don Rodrigo Martínez Osorio, de toda la heredad que el rey tenía en Famusco y en el infantado de san Pelayo, en Castilla. Asímismo confirmó a 2 de octubre de 1136 una donación que el rey de Castilla y Berenguela, su mujer, hermana de Ramón Berenguer, conde de Barcelona, hacen a la iglesia catedral de Astorga de unos lugares que doña Urraca, madre del rey había dado; y fue este uno de los primeros privilegios de Castilla que llaman rodados, de que habla la ley segunda, título 8.° de la tercera Partida, cuando dice; que «en la carta del privilegio rodado, después de haberse puesto la fecha, se escriban los nombres de los reyes e de los infantes e de los condes que fueron sus vasallos que le confirman, también de otro señorío como del suyo, e después deben facer la rueda del signo de scrivir, en medio el nombre del rey aquel que el da, y en el cerco maior de la rueda deven scrivir el nombre del alférez e del maiordomo, como le confirman, e de la una parte e de la otra deven scrivir los nombres de los arzobispos e de los obispos e de los ricos hombres de los reynos, e después destos sobredichos deben scrivir los nombres de los merinos mayores e de aquellos que deven fazer justicia, e de los notarios que son en reglas que son juso de la rueda.”
Esto dice la ley, y en el real archivo de Barcelona hay uno de estos privilegios.
El año siguiente de 1137, estando el conde en Cuenca con el rey, confirmó otro privilegio concedido a todos los cristianos que tenían hijos, casa y mujer en Toledo, para que no paguen portazgos ni otro tributo en todo el reino, por razón de ninguna mercadería.
En el año 1144 ya estaba el conde Armengol en Cataluña, y con Ramón Berenguer el cuarto pasó a Francia a socorrer al conde Berenguer Ramón, hermano del de Barcelona, que era conde de Prohenza (Provenza, Provincia, Provintia, Provence, Provença, etc), a quién Ramón de Baucio y sus hijos le habían movido guerra, pretendiendo algunos intereses en el dicho condado; y con los Condes de Urgel y Barcelona pasaron muchos caballeros de Aragón y Cataluña. Del condado de Urgel fueron Guillermo de Anglesola y Bernardo de Anglesola y Gombau de Ribelles. Ganóse la villa de Mompeller (Montpellier, Montispessulani) dejaron con gran sosiego las cosas de Berenguer Ramón y victoriosos se volvieron a Cataluña.
Estando en Castilla, confirmó en el año 1146, a 10 de las calendas de mayo, una donación que el rey Alonso y Berenguela, su mujer, hacen pro redemptione animae suae et parentum suorum a la iglesia de Santiago de Mezeruela de la villa de Manzanares; y en el mes de enero del año 1149, confirma la donación que el dicho rey de Castilla hace al arzobispo de Toledo y canónigos de aquella catedral, de la mejor y más principal mezquita de la villa de Calatrava, con sus viñas y todo lo que poseía en tiempo de los moros.
Movió entonces el rey de Castilla la conquista de la ciudad de Almería, en que trabajó mucho y se señaló el conde Armengol. Es Almería ciudad marítima y muy principal en el reino de Granada. Los latinos la llamaron Urgi, y al seno hay allá llamaron Urgitanum: es muy antigua en España y los primeros pueblos que tuvieron obispos; en ella fuélo san Indalecio, discípulo del apóstol Santiago. Era por estos tiempos esta ciudad de grande contratación y riqueza, y tenían en ella acogida todos los piratas que corrían aquellos mares e infestaban las costas del Mediterráneo: acogíanse allá algunas veces más de ochenta bajeles de ellos. Al rey de Castilla y el conde de Barcelona, que tenían muchas leguas de mar y sus vasallos frecuentaban la navegación, convenía más que a otros príncipes quitar de ella aquella cueva de ladrones. Antes de empeñarse en esto, fue muy conveniente apaciguar algunas alteraciones entre el rey de Navarra y Ramón Berenguer, conde de Barcelona; fueron las vistas en san Estévan de Gormaz, donde interviniendo también por medianero el conde de Urgel, se concordaron y entendieron a la conquista de Almería.
El primero que salió en campaña fue el rey de Castilla, el cual, de camino, tomó muchos pueblos de moros, y entre ellos la ciudad de Córdoba, que era el más principal pueblo que tenían los moros en España; pero halló grande dificultad en conservarla, y sin detenerse en ella, por la falta que podía hacer a la empresa de Almería, la dejó a Aben Gami o Aben Ami, moro, gobernador o rey que era entonces de ella, el cual le prometió fidelidad, con juramento que hizo sobre el Alcoran. Entretanto el conde de Barcelona, con su armada naval, aguardaba otra de genoveses, que venía a sueldo del pontífice Eugenio III. Las dos armadas fueron a Almería, y juntas las fuerzas de mar con las del rey de Castilla, se puso asedio a la ciudad por mar y por tierra, y por esta parte ganaron algunas torres, y derribaron buena parle del lienzo del muro. Atemorizados los de dentro, ofrecieron algunos partidos, que no quisieron aceptar los cristianos; apretaron el cerco ya, y a 17 de octubre de 1147 la entraron por fuerza: fue el saco grande; porque era la más rica ciudad de toda la marina.
La joya más notable que se tomó, fue un plato o escudilla de esmeralda, de inestimable precio: de este se contentaron los genoveses por la parte les cabía en aquellas victorias.
Consérvase en el día de hoy en Génova, por haber servido a Cristo nuestro señor en el jueves de la cena: es de inestimable valor, y afirman los lapidarios, que partiéndole en partes del tamaño que suelen ser comunmente las otras esmeraldas, no habría riqueza ni dinero con que poderlo pagar; trajéronle los godos a España, según se piensa, y créese piadosamente, que cuando Cristo señor nuestro se sirvió de él, que no era de aquella materia, sino que, por milagro, se convirtió en esmeralda, mandándolo así el que crió el cielo y todas las cosas de él y de la tierra. Jayme Ferrer, catalán de nación y lapidario famoso, en un tratado escribió sobre la comedia del poeta Dante, describe muy por menudo esta piedra, y considerando su quilate y valor; dice que si se dividiera en piedras menudas, valiera un grande tesoro: está hecho con seis ángulos o puntas, y tiene de ruedo cuatro palmos y medio catalanes. Fueron con el conde de Barcelona muchos caballeros, que se señalaron notablemente en esta conquista. El obispo de Pamplona refiere unos versos que trae el autor de la historia de Toledo, a la fin de su obra, en que, aunque bárbaros y mal concertados, como mejor supo, cuenta esta conquista de Almería, y la orden que el rey de Castilla tuvo en llevar sus gentes, y los sucesos de ella; porque era costumbre de los reyes antiguos de España, para animar a los caballeros que se señalasen con hechos de inmortal memoria, llevar en sus ejércitos poetas que en metro ...

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*daria al de Urgel la tercera parte de las parias, o tributos que le diesen los de la dicha ciudad, y si no valiesen mil morabatines, promete pagar y suplir lo que faltase; y por todo el tiempo se tardaría en tomar Lérida, le prometió mil morabatines, esto es, quinientos a Pascua y quinientos el día de san Miguel.
A 18 de setiembre del año 1148, confirmó en Toledo la donación que el rey don Alonso y Berenguela, su mujer, hicieron de la villa de Alvires, en el reino de León, junto a Majorica, de que arriba hablamos, en favor de Martín Díaz de Prado, criado de aquellos reyes.
Asímismo, a 24 de marzo del año siguiente, confirmó ciertas leyes o fueros que otorgó el rey a cierta aldea que estaba junto a Burgos. Había entonces en la corte de aquel rey grandes lutos, por ser muerta, a los primeros de febrero, la reina doña Berenguela, que fue hija de Ramón Berenguer, tercer conde de Barcelona, y hermana del cuarto, y tía de Dulce, que fue nuera del conde Armengol.
Por estos tiempos se efectuó la conquista de Lérida y otros pueblos de aquella comarca: emprendióla con grandes veras el conde de Barcelona, juntando todas las fuerzas que pudo del principado de Cataluña y reino de Aragón. El conde de Urgel, como más interesado, por razón de la vecindad tenía con la ciudad de Lérida, y por lo que estaba tratado con el conde de Barcelona, dejadas las cosas de Castilla, acudió con cuatro mil infantes y ochocientos caballos. Había entre ellos muchos caballeros que tenían castillos y lugares en su condado de Urgel; estos fueron Berenguer de Anglesola, Galceran de Pinós, Pons de Ribelles, Oliver de Termens, Ramon de Peralta, Berenguer Despes, Gombau de Besora, Pere Sbert de Mediona, Guillen de Alentorn, Pons de Oluja, Guillen de Pinel, Ramón de Caldes y otros. No faltaron los condes de Pallars y Ampurias, ni el vizconde de Cardona, que en su compañía llevaron a Guillen de Cervera, Pedro Alamany, Ramón de Anglesola, Guillen de Bellera, Berenguer de Eril y Artal de Mur. Del reino de Aragón acudió mucha nobleza. Acaecieron grandes cosas en este cerco, porque los moros echaron el resto en la defensa de esta ciudad: los de las riberas de Ebro, Segre y Cinca daban continuos socorros y por estorbarlos, envió el conde de Barcelona algunas compañías de almugávares que lo impidieron. En el mes de setiembre se puso muy de propósito el cerco a la ciudad, y porque había gente para todo, le pusieron también a Fraga, que eran los dos pueblos mejores de toda aquella comarca. Todo el tiempo que duraron estos medios fue notable el daño que las continuas baterías dieron a los cercados: cada día había asaltos; el más recio fue a 24 de octubre, que la ciudad fue entrada por la parte de la puerta de san Antón. Fue muy celebrada esta presa de los cristianos, por haber ganado un pueblo de los mejores y más fuertes y abastecidos tenían los moros en esta parte de la España Tarraconense. Rindióse asímismo en el dicho día la villa de Fraga. En el mes de enero del año 1149 de la encarnación, el conde de Barcelona y el de Urgel, el cual dice en el auto que abajo citaré per manum comitis Barcinone Ilerdum habet, conceden aquella ciudad en franco alodio a los vecinos de ella, y ordenaron algunas leyes eran menester para su buena policía y aumento. Otorgóse este auto en el mes de enero del año 1149 de la encarnación, y firmáronle Alfonso, hijo primogénito del conde de Barcelona, el cual fue rey de Aragón; Armengol, hijo primogénito del conde de Urgel; Arnaldo Mir, conde de Pallars; G. R. Dapifer, Ramón de Pujalt, Bernat de Belloc, G. de Jorba, G. de Cervera, G. de Castellvell, Berenguer de Anglesola, Gombau de Ribelles, Arnaldo de Pons y B. de Torroja; y los vecinos de la ciudad se obligaron tenere et conservare civitatem et villam Ilerde secundum posse suum, prometiendo ayudarles a los condes todo lo posible.
El conde de Barcelona con gran liberalidad dividió premios a los que lo habían merecido; y porque el de Urgel fue a quien más le debía el buen suceso de esta victoria, cumplió con él lo que antes de la conquista se le había prometido, y le dio también, según dicen algunos autores, los lugares y castillos de Aytona, Albesa, y la conquista de los lugares de aquella comarca, que son Alguayre, Almenar, Algerri, Alfarras, Corbins, Tamarit de Litera, Alcarraz y otros que estaban a las riberas de Segre y Noguera Ribagorzana, que después se fueron poco a poco conquistando y se añadieron algunos de ellos al condado de Urgel. El conde Armengol, agradecido del servicio había recibido de sus amigos y vasallos, les hizo parte de la victoria: a Gombau de Besora, que en la presa de Lérida se señaló notablemente, le dio una calle entera y dos torres de la ciudad, que por mucho tiempo les quedó las torres de Besora, y estaban muy vecinas al castillo, y una de ellas, que terminaba por tres partes con la costa del castillo real, y de otra parte cum via publica fue en el año 1328, a 5 de los idus de diciembre, vendida a Ferrario de Lilleto, baile general, por treinta libras jaquesas, el que la compró para servicio del rey don Alfonso, y, a lo que yo conjeturo, para unirla y aplicarla al castillo real. Vendiéronla los herederos de Raimundo de Penafreita, como parece en un auto que estaba en el real archivo, el cual hace larga designación de las terminaciones de la torre, y dice: quae est juxta castrum domini regis et afrontatur ex duabus partibus in carraria publica qua itur de Sede Ilerdensi (la Seo, Seu) usque Predicatores et ex alia parte in carraria per quam itur ad turrim predictam per portam superiorem et alia in platea terre que est juxta dictum castrum et turrim predictam et ex alia in loco qui dicitur la Devesa domini regis; y conquistada mucha parte de la tierra que le dio el conde de Barcelona y unida a su casa, hizo también merced a muchos de los caballeros habían ido con él. A Oliver de Termens dio la villa de Corbins, a Galceran de Pinós, la villa de Albesa en feudo; y porque este caballero se señaló mucho en esta ocasión, el conde de Barcelona le remitió el alodio directo que tenía en la villa de Alguayre, de que, por sus grandes merecimientos, le había hecho merced en esta ocasión; y dice Tomic, que el de Urgel fue muy liberal en dar muchas villas y castillos de los que había ganado, a aquellos que le habían servido; y esa es la razón porque había antiguamente tantas familias nobilísimas en estos condados, porque estos condes de Urgel siempre fueron muy liberales con la gente noble que les sirvió y se preciaron de tener en su condado muchos caballeros y barones. Dice Garibay que de esta vez ganó también a los moros un lugar llamado Curiana, aunque después se lo volvió, y sin estas ganó otras tierras y fortalezas, en el año de 1150.
No dejaré aquí de advertir para los curiosos el estilo y modo tenían en este tiempo en confirmar los privilegios, diferente del de ahora, que el privilegio confirmado se mete o inserta en el confirmante: entonces no era así, sino que cada rey, cuando confirmaba, metía su firma después de la del que le había concedido, y si otro confirmaba después, metía asímismo su firma, de suerte que en un mismo privilegio hay firmas del padre, hijo, nieto y otros descendientes, que en el tiempo se concedió el tal privilegio ni eran conocidos, ni aún nacidos en el mundo. Esto ha causado admiración a algunos y descrédito de los tales privilegios, no siendo sino muy grande crédito y autoridad de todos ellos; y así muchas veces estos privilegios están registrados con una firma sola en unos registros, y en otros con dos o más. Sea ejemplo el privilegio arriba calendado hecho en enero del año de la encarnación 1149, el cual, en el fol. 152 del libro 1.° de los Feudos, está sin la firma del rey don Pedro, y en en el saco A, núm. 34 del armario 3, está con la firma del dicho rey y de otros magnates que le firmaron; y la razón es, porque en el libro Feudorum se escribió antes de ser confirmado de este rey, y en el dicho saco A se metió después de la confirmación; y esto basta por ejemplo, aunque, si quisiera, pudiera traer otros muchos.
El año siguiente de 1150, el conde Armengol, con mucha caballería e infantería catalana, pasó a Castilla, en favor del rey Alonso, que quería cobrar la ciudad de Córdoba, que, como queda dicho, había tomado cuando fue a Almería, y por no poderse detener en ella, la dejó a Aben Gami, moro, que la tuvo algún tiempo por el mismo rey de Castilla, no porque hubiese amistad entre los dos, sino porque el rey no pudo hacer otra cosa. Sucedió que un numeroso ejército de gente africana, que llamaban musmitas, feroz y guerrera, después de conquistar el reino de Marruecos y gran parte del África, pasaron a España, y se hicieron señores de todas las ciudades que los moros tenían en ella, y ejecutaron grandes crueldades contra los pocos cristianos que entre los mismos moros españoles, con sus clérigos y obispos, vivían, desde la pérdida de España. Aben Gami, que de cualquier manera quería ser señor de Córdoba, se allegó a estos musmitas, negando el vasallaje al rey Alonso, el cual pasó allá, el verano de este año, con poderoso ejército, y en una batalla campal venció y destrozó los enemigos, quebrando poderosamente sus fuerzas; puso cerco a Córdoba, donde estaba fuerte el moro, y ganó gran parte de la ciudad con su mezquita mayor, la cual entró y saqueó, haciendo grande destrozo en los enemigos. En esta batalla y conquista de Córdoba hizo el de Urgel grandes hazañas, y vengó la muerte de Armengol de Córdoba, su antecesor, y fue
dichoso en esta conquista, que aquel en su empresa. En batalla se halló Ramón Berenguer, conde de Barcelona, el cual, cuando el rey de Castilla fue allá, estaba en su reino, y no pudieron él y los suyos faltar a su cuñado. Fueron en esta batalla con el rey de Castilla, Garci Ramírez, rey de Navarra, el conde don Fernando de Galicia, Fernán Joanes, el conde don Ponce, mayordomo del emperador, y otros muchos señores y caballeros. De todo esto da noticia un privilegio que trae el obispo de Pamplona, hecho a 23 de julio de este año, en que dicho rey de Castilla hace merced a un caballero llamado Pelayo, cautivo, de ciertas heredades y posesiones en el término de Astorga, y se la hace por los servicios que de él había recibido en las guerras que había tenido contra los moros; y dice que se dio este privilegio o carta en el tiempo que dicho rey tenía cercada a Córdoba, y peleó sobre ella contra treinta mil musmitas y con otros andaluzes, y les venció. Es la fecha de esta carta el dicho día, y está confirmada por los arriba nombrados. Sin esto, consta de otro privilegio concedido por este rey a 13 de marzo del año 1151, en favor del monasterio de San Isidro de Dueñas, en que le da los lugares de Baños y Ontoria, en Castilla, y dice el dicho rey, que peleó en Córdoba con los musmitas y les venció, y se hallaron con él sus hijos y el conde de Urgel, el conde Ramiro Flores, y Nuño Pérez, alférez del rey: tráelo el obispo de Pamplona.
Por otro privilegio hecho a 2 de enero 1153 consta, que en este tiempo estaba en Salamanca con los reyes Alonso de Castilla y Sancho, su hijo, quien ya se daba título de rey, y con los arzobispos de Toledo y otras muchas personas que, con el conde Armengol, fueron confirmadores.
Estaba ya por estos tiempos muy viejo y falto de salud, y con dificultad podía asistir a los reyes ni seguir la corte, por la edad le tenía trabadas las fuerzas; y así ya no se halla en los privilegios otorgados por estos tiempos confirmación suya, impedido de sus enfermedades, de las cuales murió en Castilla, a 28 de junio del año 1154, según el anal de Ripoll y la más común y corriente opinión. El padre Mariana dice que murió a 23 de agosto; el obispo de Pamplona, en la era 1193, que es año 1155 de Cristo señor nuestro. Está sepultado en el monasterio de nuestra señora de Valbuena, del orden del Cistel, ocho leguas junto a Valladolid, el cual monasterio pocos años antes había fundado doña Estefanía, su hermana, mujer que fue del conde don Pedro González Girón. Llamó esta señora para dicha fundación monjes del monasterio de Verdones, en Francia, que vinieron de allá con su abad, y ha sido uno de los más famosos monasterios que de esta sagrada orden ha habido en España, cuya fundación se atribuyeron a si muchos reyes de Castilla, preciándose de fundadores y bienhechores de esta casa, dotándola muy magníficamente, y concediendo muchas y muy grandes prerogativas, de que goza, muy debidas a la santidad y religión de los monjes, de ella.
De su mujer Arsende, que era del linaje de los vizcondes de Ager, tuvo dos hijos y tres hijas: los hijos fueron Armengol; que llamaron de Valencia, y fue conde de Urgel, y Galceran, que llamaron de Salas, por haber nacido y ser señor de un pueblo llamado así, en el marquesado de Pallars; las hembras fueron Isabel o Sibilia, que casó con Ramón Folc, (Folch) vizconde de Cardona, que llamaron el Prom, y Estefanía, que casó con Arnaldo Mir, conde de Pallars, y después con Bernardo Roco, gobernador y capitán general de las Asturias por los reyes don Fernando segundo y don Alonso, su hijo, de León. Era este linaje de los Rocos muy antiguo en aquel reino y estimado de los reyes: el hijo de este Bernardo Roco y de doña Estefanía, que también se llamaba Bernardo, tomó por armas quince escaques o jaqueles (del ajedrez, schachs, scacs, etc) de los condes de Urgel, y eran siete negros y ocho de oro. Yo he visto, entre otros, un privilegio del rey Alonso de León en favor de este Bernardo, que, por ser cosa del conde y testimonio cierto de la cuenta en que eran tenidos sus parientes, lo pongo aquí, sacado del archivo real de Simancas, que no es de menor autoridad que el de Barcelona, y dice así:
In nomine Domini Amen. Ego Alfonsus Dei gratia rex Legionis et Galletie etc. Per hanc cartam notum facio omnibus tam presentibus quam futuris quod do Bernaldo Roco duci et signifero ac successoribus suis ut possit facere in fluvio Tago quod est juxta opidum qui dicitur Alcantara molendina et piscaria in eo loco quem signaverit donus Hernandus magister de Calatrava cui ego heri dedi per meum privilegium castrum et villam predictam cum omnibus pertinentiis suis intus et exira cum suis directis postaticis molinis et aqueductibus eorum canalibus piscationibus et aquis earum pasquis pratis et cum quanto ibidem ad prestitum hominum esse videtur de quibus omnibus oro et jubeo magistro ut cum faciat partitionem cum fratibus et militibus suis ut det dicto Bernardo Roco bonam ac meliorem partem tam de canalibus quam de piscationibus et de ceteris omnibus supra contentis. Hoc autem do pro bonis et grandis servitiis que mihi fecit et etiam pro illis que fecit Armengol comes Urgelli avunculus ejus illustrissimo patri meo et eo quod sit nobilis ex genere comitum et principum natus. Quicumque hanc cartam donationis mee contrahire presumpserit sit maledictus et cum Juda Domini proditore et Datan et Abiron quos vivos terra absorbuit penas luat in perpetuum in inferno. Facta carta apud Cauriens quinto calendas junii era M.CC.LI.
Ego Alfonsus rex Legionis et Galletie hanc cartam quam fieri jussi roboro et confirmo.
P. Compostellanus archiepiscopus - P. Ovetensis episcopo. - Roderico episcopo Legionis.
- San Astoricensis episcopo (Astorga?). - Gumsalvo Salmanticensis episcopo. - Girardo Cauriensis episcopo. - Ego Infans dona Sancia regis Legionensis filia confirmo. - Ego Infans dona Dulcia regis Legionensis filia confirmo. - Dono Sancio Fernandez regis signifero tenente Legione Zamora Stremadura et Transserra et de manu ejus Fernandez Sancii signifer confirmo. - Comite dono Alvaro regis maiordomo et pro eo Petrus Marinus confirmo. - Dono Roderico Gomez Transtamar Montenigrum de Monterosum confirmo.
- Dono Roderico Fernandez Astoricam et Benaventum confirmo.- Presentibus Garcia Joanne Petro Pelagii Gunsalvi et multis aliis.
Abbas Arvensis de mandato domini regis propia manu scripsit.

Dura aún esta familia de los Rocos, y por haber dado el maestro Garci Fernández, maestre de Alcántara, a Diego Roco, nieto del hijo de doña Estefanía, unos heredamientos de gran consideración en un teritorio o término que llaman Campofrío, donde tenían su casa solariega, les quedó el nombre de Roco y Campofrío, y desde entonces acá se han nombrado así. Tienen por armas quince jaqueles, y están en algunas de sus sepulturas, que denotan la antigüedad de este linaje. De los últimos que yo he tenido noticia, son don Francisco Roco, que llaman de Córdoba, y de aquí quisieron algunos decir, que tomó este nombre por descender de Armengol de Córdoba, conde de Urgel, de quien descendía doña Estefanía, mujer de Bernardo Roco; pero no por esto tomó el apellido de Córdoba, sino por haber emparentado sus pasados con personas del linaje de Córdoba. Es este don Francisco del consejo del rey de Castilla, su oidor en Sevilla, Veinte y cuatro de Córdoba, y en el año 1639 fue procurador a cortes, y tiene hijos. También hay un caballero en aquellos reinos, que se llama don Pedro Roco y Campofrío, que desciende por línea de varón del hijo de doña Estefanía. Ha habido en este linaje personas de gran talento y consideración, y siempre han casado noblemente, y se hace en Castilla mucho caso de ellos. El ser esta familia sangre y descendencia de la casa de Urgel, me ha dado ocasión de hacer de ella esta memoria, porque, fuera de los
reyes de Castilla y duques de Cardona, hallo pocos que, con certeza, puedan afirmar que sean descendientes de aquella casa.
De sus estados dejó heredero a Armengol, su hijo mayor: a este, muriendo sin hijos, sustituyó a Galceran, y muriendo sin ellos, a Estefanía, su hija; y faltando ella sin hijos, hace heredero suyo a Guillen Ramon Dapifer, y después de él, a Pedro, su sobrino, hijo de Teresa, hermana del mismo Ramon Dapifer.
Estimó mucho la ciudad de Balaguer y sus vecinos, y les otorgó diversos privilegios y exenciones, en pago de los buenos y grandes servicios había recibido de ellos, confesando debérseles la conquista y conservación de la ciudad. Dejó mucho y muy grande estado, así en Cataluña, como en Castilla y reino de Aragón, y en su tiempo estuvo su casa en mayor grandeza y autoridad que no había estado hasta entonces, y su fama corrió por todo el mundo. Poseyó el condado cincuenta y tres años.

domingo, 28 de abril de 2019

ABEN AIRE, EL BUEN VALÍ DE SARAKUSTA


12. ABEN AIRE, EL BUEN VALÍ DE SARAKUSTA (SIGLO X. ZARAGOZA)

Abd al-Rahmán III al Nasir —el primer gran califa de Córdoba, que gobernó entre 912 y 961— dio unidad al mundo musulmán hispano, eliminando para ello a los distintos focos disgregadores existentes en la Península cuando él se hizo cargo del emirato. El valle del Ebro constituía uno de esos focos de disensión de modo que decidió acabar con ella, para lo cual organizó un poderoso ejército con el que acudió a Zaragoza alarmado por las noticias de que un musulmán, con ansias de independencia, conocido como Muhammad ben Maxin, pretendía gobernar como independiente en la ciudad y sus tierras aledañas.
La expedición del gran califa cordobés fue absolutamente victoriosa, de modo que tras apoderarse sucesivamente de Calatayud, Alcañiz, Híjar, Belchite y Fuentes de Ebro, entre otras plazas importantes, entró también en Sarakusta, tomando posesión solemne (dice la leyenda) del palacio de la Aljafería, donde ordenó celebrar extraordinarias fiestas, en las que «se corrieron cañas y sortijas, se lancearon toros y se organizaron zambras populares».
Tras conquistar, pacificar y reorganizar la comarca, y antes de regresar victorioso a Córdoba, el califa Abd al-Rahmán III decidió nombrar valí de Sarakusta a Aben Aire, un capitán de su ejército y hombre de su entera confianza, quien, con su acertado y ponderado gobierno, dejó un gratísimo recuerdo en la ciudad. En efecto, a él se atribuye, por ejemplo, la construcción del que sería gran palacio de la Zuda, así como importantes mejoras urbanísticas, a la par que fue muy tolerante tanto con los judíos como con los cristianos, a quienes permitió vivir aislados en barrios propios, estos últimos congregados a la vera de la iglesia de Santa María la Mayor.
La fama y el aprecio de Aben Aire alcanzaron a ser tales, que cuando Sarakusta pasó a manos de los cristianos, la Zaragoza cristiana le dedicaría una calle, a la que vulgarmente se le denominó de Bonaire o Buenaire.
[Sánchez Pérez, José Augusto, El Reino de Aragón, pág. 99.]

palacio de la Aljafería
palacio de la Aljafería
Torreón, Zuda, Zaragoza
Torreón de la Zuda, Zaragoza

https://es.wikipedia.org/wiki/Torre%C3%B3n_de_La_Zuda




http://www.enciclopedia-aragonesa.com/voz.asp?voz_id=11344

https://csic-primo.hosted.exlibrisgroup.com/primo-explore/search?query=creator,exact,%20S%C3%A1nchez%20P%C3%A9rez,%20Jos%C3%A9%20Augusto,AND&sortby=rank&vid=34CSIC_VU1&lang=es_ES&mode=advanced&offset=0

jueves, 2 de julio de 2020

CAPÍTULO XXVI.


CAPÍTULO XXVI.

César, vencidos Afranio y Petreyo, se vino a Lérida, y le quitó el nombre que le habían sobrepuesto, y le volvió el antiguo; y de los sucesos de España hasta la venida del Hijo de Dios al mundo.

Gerónimo Pujades, en su Crónica de Cataluña, dice, no sin fundamento, que César, después de vencidos los enemigos y quedado señor de toda la España Tarraconense y en particular de la ciudad de Lérida, se partió para ella, así para descansar del trabajo pasado, como para ordenar el regimiento de la tierra y aparejar lo necesario para emprender las guerras que pensaba tener en la España Ulterior. Entonces dicen que le quitó el nombre de Mont public que así se llamaba aquella ciudad, y le volvió el nombre de Lérida, que dura hasta el día de hoy. Esta mutación de nombre solo la hallo en Pedro Tomic; y holgara yo mucho de saber aquel autor de dónde la sacó, no hallando tal cosa en los autores antiguos que hacen memoria de esta ciudad, ni aun en el mismo César, que, contando los sucesos que tuvo antes de tomarla y después por menudo, no olvidaría este, y más siendo hecho suyo y que redundaría en honra y decoro de aquella ciudad. Los que han tenido esta opinión dicen que Lérida, por mal nombre y por escarnio, la llamaron Mont public, por ser lugar público y común a los pueblos ilergetes y a cualesquier otros, para sacrificar a los falsos dioses; y el más principal de ellos a buena razón había de ser la diosa Venus, pues, por ocasión de estos sacrificios, siete rameras hicieron su habitación en la plaza que hoy llaman la Zuda, y por la publicidad en que vivían y ejercitaban su deshonesto oficio, llamaban a la ciudad, como por escarnio y burla, Mont public, como hoy suelen llamarse las casas donde vive tal gente: y entre aquellos ciegos gentiles era religión venerar aquel ídolo con mujeres que, perdido el velo de la honestidad, libremente se entregaban a los devotos que visitaban aquella falsa diosa, para honrarla con tales actos; pero no por esto quedó olvidado el nombre de Lérida, antes conservándole aquella ciudad, le daban este otro de Mont public que del todo mandó olvidar César, como a deshonesto y de mal sonido.
Antes que se saliese de España Afranio, acordándose que los infortunios que tuvo se los había pronosticado una esclava que tenía, llamada Afrania, que sería augur o adivina, y había muerto por aquellos días; ya que él había de dejar la España, no quiso que la memoria de ella se perdiera, sino que durase para siempre; y para mejor conservarla, mandóla labrar un suntuoso sepulcro, y en él una inscripción que dice: Afrania. L.L.Chrocale. S., esto es, que aquella memoria la dedicaba a Afrania, que había sido esclava y después fue liberta de Lucio Afranio, y le había pronosticado los infelices sucesos que tuvo en aquella guerra. Hacen mención de esta mujer don Antonio Agustín, Diálogo 6 y el doctor Pujades.
Consérvase aún esta memoria en aquella ciudad, en la calle que baja de la iglesia de san Lorenzo al hospital, sobre la puerta principal de la casa del doctor José Sabata,
catedrático de prima en aquella universidad, y uno de los más doctos e insignes varones que hemos conocido en estos tiempos.
Vencidos ya los enemigos de César, y hecho ya señor de la España Tarraconense, después de haber descansado algunos días en la ciudad de Lérida, pasó a la Ulterior, y allí venció a Marco Varron, legado de Pompeyo; y dejando buen gobierno y regimiento en las dos Españas, se volvió a Roma a recibir la honra del triunfo, que por muchas razones, según el uso de aquellos siglos, le era debido.
Cuarenta y cinco años antes del nacimiento del Señor, según la mejor cuenta, fue la muerte de Pompeyo, a quien sus hechos dieron nombre de grande. Murió en Egipto; y confiado de la autoridad del rey Tolomeo Dionisio que se le declaró amigo, se había recogido en aquel reino y metido por sus puertas, y él le mandó alevosamente matar. Dejó dos hijos: el mayor se llamó Neyo Pompeyo, y Sexto Pompeyo el menor; y fueron los dos valerosos soldados y tan poco afortunados como el padre: quisieron cobrar en España lo que César le había tomado, y pasaron a ella con gran poder; pero César, dejados los negocios que tenía en Roma, con la mayor celeridad que pudo vino a España, y después de varios sucesos quedó vencedor, Neyo Pompeyo muerto, y Sexto se escapó huyendo; y vencidos de esta manera los pompeyanos, César quedó otra vez señor de España, triunfando de sus enemigos, e hizo muchas mercedes a los naturales; y en Cataluña, Tarragona y Ampurias quedaron hechas colonias. (“Ens culunitzan”, dijo otro Pompeyo, Fabra, unos cuantos siglos más adelante, aproximadamente en 1920).
Apaciguada España, dejó en ella César sus gobernadores y se volvió a Roma. Apenas había llegado allá y cuando Sexto Pompeyo, que había estado retirado en la Lacetania, que es parte de Cataluña, comenzó a tentar los ánimos de los paisanos, y halló entre ellos buenos amigos, juntó los que habían quedado de su hermano, y con los suyos se puso en campaña, con ánimo de renovar las guerras pasadas y cobrar lo perdido.
Estando en esto, aconteció la muerte de Julio César, a quien mataron con veinte y tres puñaladas (fue sin querer) en el senado cuando estaba en la cumbre de su majestad y poder, mandándolo todo, sin que nadie osase contradecirle. Fue su muerte en los idus de marzo, esto es, a quince, que, según se lo habían pronosticado Espurina y otros augures y adivinos, era para él, aquel día infausto, aciago y triste, y él haciendo poco caso de tales vaticinios, había hecho burla de ellos y escarnio de los que le adivinaban tales infortunios. Con este suceso quedó tan animoso Sexto Pompeyo, que, sin hallar resistencia en los cesarianos, que con la pérdida de su capitán y caudillo iban con turbación descarriados, se apoderó de toda España Citerior, y pasó a la Andalucía con grande poder.
Marco Lépido había quedado por César en la España Tarraconense, pero imposibilitado de resistir a Sexto Pompeyo; y lo que no pudo acabar con fuerza, lo alcanzó con maña, y concertó con él, que con el dinero y riquezas que había recogido se saliese de España, y fuese a gozar de ellas en Roma; y así lo hizo, y Lépido quedó en España con autoridad y poder de procónsul. Octavio, sobrino de César, fue heredero y sucesor universal, por haberle nombrado tal en su testamento. Era Octavio hijo de Accia, sobrina de César, y de Octavio, pretor de Macedonia. Accia fue hija de Julia, hermana de César, y de Accio Balbo. Tuvo Octavio en el principio muchos encuentros con Antonio y con Marco Lépido que pretendió gran *parte de las provincias del senado romano; y después de haber pasado varias cosas, concordaron que fuese el señorío romano dividido en tres partes, y esta división llamaron triunvirato, de que tantas memorias hallamos en * historias romanas. Octavio quedó con Italia, África, Cerdeña y Sicilia; Marco Antonio con Francia y Flandes, Marco Lépido con las dos Españas, Citerior y Ulterior, y * la Galia Narbonense. De Grecia y Asia no se habló, porque Bruto y Casio, homicidas de César, se habían quedado con ellas. Pactaron que esta división o triunvirato durara por cinco años; pero no se efectuó, porque Octavio se alzó con todo, dejando vencidos a Lépido y Antonio;
y el señorío romano vino a quedar en poder de solo Octavio, que con título de emperador, lo vino a regir y gobernar todo. Vino entonces por procónsul a España Neyo Domicio Calvino, el cual tuvo en nuestra Cataluña guerras con los de Cerdaña, y les venció y tomó tanto tesoro, que quedó muy rico; y la parte que cupo a Octavio fue tal, que bastó para el gasto de su triunfo y reedificar su palacio, que quedaba destruido de un incendio, y le dejó adornado de muchas figuras y artificiosas labores. Pasó esto en el año 38 antes del nacimiento de nuestro señor Jesucristo, cuando comenzó la cuenta de las eras, que tantos años duró en nuestra España, donde no contaban por el año del Señor, sino por el principio del gobierno de Octavio César Augusto, hasta que el rey don Pedro el cuarto de Aragón, como a católico príncipe, dejando la cuenta de las eras de César, mandó contar por los años de la natividad de Cristo señor nuestro (1). Era este modo de contar, que añadían al año de la natividad 38 años, así que el corriente año 1639 de la natividad del Señor, añadiéndole 38 años, será el de la era de César 1677.
(1) Aun cuando el autor afirma que el rey D. Pedro IV fue el que mandó dejar la cuenta de la era de César, debe hacerse presente, que en Cataluña rara vez se encuentra un documento fechado de este modo, ni aún en tiempo de los reyes de Aragón, como puede verse en su archivo; a no ser algunos, pero muy escasos, del tiempo de los primitivos condes, que solían fechar por años de los reyes de Francia, y acumular a veces en un mismo instrumento dos o más cuentas diferentes; de manera, que la referencia de Monfar, cuando supone que D. Pedro introdujo tan útil reforma, debe entenderse respecto a la cuenta por la Encarnación, que era la que se usaba en este país, y no a la era de Cesar. Véase la pracmática de dicho rey, sancionada en las cortes de Perpiñan de 1350.

domingo, 28 de abril de 2019

Leyendas para una historia paralela del Aragón medieval

Leyendas para una historia paralela del Aragón medieval

http://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/30/14/_ebook.pdf

Agustín UBIETO ARTETA. 


https://es.wikipedia.org/wiki/Agust%C3%ADn_Ubieto_Arteta

Originario de Ayerbe, nacido en plena guerra civil, a su inequívoca vocación docente (fue profesor ayudante de universidad, catedrático de instituto y de escuela universitaria e inspector de bachillerato antes de convertirse en el primer profesor titular hispano de universidad de didáctica de la historia) une la investigadora, siendo autor de más de treinta libros y medio centenar de artículos, tanto de historia medieval (varios cartularios y crónicas; El real monasterio de Sigena (1188-1300); Toponimia medieval aragonesa; Los tenentes de Aragón y Navarra en los siglos XI y XII; Historia de Aragón en la Edad Media: bibliografía para su estudio; Aproximación al estudio de la nobleza aragonesa -siglos XI y XII-: aspectos genealógicos; La documentación eclesial aragonesa de los siglos XI al XIII, dentro del contexto socioeconómico de la época, etc.) como de didáctica de la historia (Ideas para comentar textos históricos; Los mapas históricos: análisis y comentario; Lecturas para comprender Aragón; Aragón, comunidad histórica –Atlas histórico-didáctico–; Cómo se formó Aragón; El entorno, lo que nos rodea, como fuente histórica y materia de estudio; Archivos locales y didáctica de la Historia: utilización de fuentes de acceso fácil para el estudio de la localidad; etc.), además de la faceta divulgadora a través de la serie de cortometrajes didácticos titulada Comprender Aragón (El porqué de los despoblados; El lenguaje de los castillos; Los nombres de nuestros pueblos; La sal, instrumento del poder; El debe y el haber de los monasterios; El Derecho aragonés, indultado; El lino y el cáñamo; etc.).


http://manuelsiurana.blogspot.com/2008/04/don-agustn-ubieto-arteta-por-manuel.html


http://dialnet.unirioja.es/servlet/busquedadoc?db=2&t=Agust%C3%ADn+Ubieto+Arteta&td=todo






























































































































  • 1972: Toponimia aragonesa medieval.

    • 1976: Un obituario calahorrano del siglo XV.
    • 1978: Notas sobre el patrimonio calceatense en los siglos XII y XIII.
    • 1987: Los Mapas históricos: análisis y comentario.
    • 1988: El Entorno, lo que nos rodea, como fuente histórica y materia de estudio.
    • 1994: Aragón: territorio, evolución histórica y sociedad.
    • 1997: Vicisitudes históricas del cenobio sijenense.
    • 1998: Leyendas para una historia paralela del Aragón medieval.
    • 1999: Los monasterios medievales de Aragón. Función histórica.
    • 1999: El Monasterio dúplice de Sigena.
    • 2001: El largo camino hacia las comarcas en Aragón: (aproximación didáctica).
    • 2005: Cómo se formó Aragón (versión web y .pdf).
    • 2007: Propuesta metodológica y didáctica para el estudio del patrimonio.
    • 2007: Lecturas para comprender Aragón 2.

    La reconstrucción histórica se ha basado fundamentalmente en las fuentes documentales escritas (en general, las emanadas del poder establecido) y en las arqueológicas, pero cada vez va adquiriendo más empuje otro tipo de fuentes y ayudas, como las que proporcionan la arqueología industrial, la elaboración seriada y estadística de datos, la fotografía, los exvotos, la cartografía histórica, etc. Entre las que últimamente han adquirido un fuerte vigor en Aragón están las leyendas, transmitidas oralmente, en principio, pero recogidas ya la mayor parte por escrito en un momento determinado, aunque en los medios de difusión más variopintos, dispersos o inalcanzables.
    Las trescientas cincuenta y nueve leyendas recopiladas permiten hilvanar una historia más o menos paralela del Aragón medieval, una historia quizás algo alejada de la realidad, pero creada por el pueblo, que ha tratado de buscar explicaciones a hechos cuya trama interna no alcanzaba a descifrar ni comprender. La Historia que el pueblo ha trazado con estos relatos legendarios carece de rigor científico, pero gana en calor humano, en sencillez y en naturalidad.
    Primera edición,
    1998 Segunda edición, 2010

    Publicación número 2.817 de la Institución «Fernando el Católico»,
    Organismo autónomo de la Excma. Diputación de Zaragoza, plaza de España, 2, 50071 Zaragoza (España)

    ifc@dpz.es http://ifc.dpz.es
    Diseño de la colección Víctor M. Lahuerta
    Impresión Gráficas Mola, SC
    ISBN 978-84-9911-081-3 D.L. Z 3265/2010
    © Agustín Ubieto Arteta. Zaragoza, 2010
    © del diseño gráfico, Víctor M. Lahuerta. Zaragoza, 2010
    © de la presente edición, Institución «Fernando el Católico». Zaragoza, 2010 Impreso en España Unión Europea / Printed in Spain European Union


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    IV. ÍNDICES (la paginación corresponde con el PDF original)

    II.1. ÍNDICE DE LEYENDAS

    1. LA CONQUISTA MUSULMANA.......... 43
    6. La pérdida de Belmonte .......... 47
    10. El origen de Centenero .................. 51

    2. RECONQUISTA Y REPOBLACIÓN ............... 55
    2.1. RECONQUISTA ................... 55
    13. El primer almogávar aragonés.............. 55
    14. La defensa de Mediano........................... 56
    15. La localización de Saz ....... 57
    17. La reconquista de Aínsa ...................... 59
    18. La reconquista de Jaca..................... 59
    19. Las mujeres en la reconquista de Jaca................. 60
    22. La Santa Cruz guía el camino.................... 63
    25. La reconquista de Alquézar........... 65
    28. El sitio de Barbastro de 1064............. 68
    38. La reconquista de Luna.......... 77
    40. El Cid, en Calanda............................... 78
    43. La traición del moro Glafar................ 81
    44. La reconquista de Monzón ............ 81
    50. La reconquista de Alagón ..................... 87
    51. La reconquista de Borja ............... 87
    52. Borja, en manos del Batallador ............... 88
    54. La cañada de la celada ......... 90
    56. La reconquista de Maluenda ......... 92
    57. La reconquista de Daroca ........ 93
    59. El exilio de Zafadola ............. 95
    60. La reconquista de Alcañiz.............. 96
    62. La cabra de oro inalcanzable............. 97
    67. La reconquista de Camañas.......... 102
    69. El origen de Alcorisa...................... 104
    70. La fundación de Teruel..................... 105
    71. El juez traidor........... 105
    72. La reconquista de Villel............ 106
    75. La reconquista de Morés ............... 109
    80. La promesa del guerrero.......... 114
    2.2. REPOBLACIÓN....................... 115
    86. La presa de Almonacid ........... 119
    87. El legado de Martina Pérez.............. 120
    3. EL MUNDO CRISTIANO ............. 123
    3.1. LOS REYES.......... 123
    109. La burla de Ramiro II ................. 141
    112. La muerte de Ramiro II ............ 144
    113. La aparición de un falso Alfonso I................. 145
    118. La primera espada de Jaime I ............... 150
    120. La espada de Villardell................ 151
    126. La pérdida de Pitilla......... 156
    127. Pedro III desafió a un dragón................. 157
    128. El guante de Conradino para Pedro III ............... 158
    130. Jaime II elige esposa (1314) .............. 160
    132. La condesa de Urgell pretende envenenar a Fernando I.
    134. Fernando II, armado caballero de María....... 163
    3.2. LA NOBLEZA Y LOS SEÑORÍOS ............... 165
    136. El nacimiento de la nobleza aragonesa .... 165
    137. El origen de los Aysa .............. 166
    138. García Aznárez, asesino de Céntulo de Bigorra....... 167
    139. La cruenta muerte del barón de Espés...... 168
    140. El origen de los Maza ............. 169
    142. El origen del topónimo Nonaspe....... 170
    143. El señorío de Albarracín, vasallo de Santa María ..... 171
    144. Origen de la baronía de Escriche ....... 172
    145. Pedro Fernández de Azagra, milagrosamente ileso . 173
    146. El nombramiento del primer conde de Luna .... 173
    147. La fuerza de las armas ................... 174
    148. Revuelta campesina........................... 175
    149. La muerte del conde Artal, señor de Mequinenza . 176
    150. Las herraduras del marqués de Ayerbe ...... 177
    151. La historia también gasta bromas .... 178
    152. El mal «señor» de Fabara ........... 179
    153. La curación milagrosa del hijo del conde de Ribagorza .... 180
    3.3. LA VIDA CORTESANA................................. 181
    154. La condesa traidora ....................... 181
    155. Los afectos castellanos de la reina Sancha ... 182
    156. La prisión de la reina doña Urraca ....... 182
    157. El duque de Híjar y la hija de Jaime I....... 183
    158. Jaime I castiga a su trovador.... 184
    159. La sombra de la princesa doña Blanca ...... 185
    160. Nace la Orden de la Banda de la Virgen del Pilar.. 186
    161. La reina María llora la ausencia de Alfonso V .. 187
    162. El trovador de la Aljafería ..... 188
    163. El príncipe de Viana escapa de Mallén .. 189
    164. El trovador que murió de amor .......... 189
    3.4. LAS PUGNAS FAMILIARES............................... 190
    165. Las primeras armas de Jaime I............ 190
    166. Las consecuencias de la pugna entre los Albir y los Frago 191
    167. Los Marcilla y los Segura, frente a frente......192
    168. La pelea de Pedrola............................. 193
    169. Los Urrea contra los Cornel ................ 194
    170. La loca enamorada de Montalbán..... 195
    171. Los Luna y los Urrea, enfrentados................ 196
    172. Luchas de los Luna contra los Urrea ....... 197
    173. Los Muñoz y los Marcilla, frente a frente .... 197
    3.5. LA GUERRA ENTRE CRISTIANOS....198
    174. Las mujeres, vencedoras ante las tropas de Pedro el Cruel 198
    175. Miguel de Bernabé, en el sitio de Daroca ... 199
    176. La defensa del castillo de Báguena.......... 200
    177. La resistencia heroica de Bueña ........... 201
    178. El portal de la traición................................... 202
    3.6. AMORES Y DESAMORES ................. 203
    179. Los celos de Alfonso de Barbastro............ 203
    180. Los amores de Clara y Manfredo......... 204
    181. Un nuevo puente sobre el Turia: el de doña Elvira.205
    182. La venganza de Arnaldo, señor de Castro de Malavella.. 206
    183. Los amores de Berenguer de Azlor y Aldonza de Entenza 206
    184. El juramento incumplido ....... 207
    187. Los rosales del amor............................ 210
    4. EL MUNDO MUSULMÁN................................ 213
    188. Un toro de oro espera ............... 213
    190. La reina mora de Guarrinza .......... 215
    191. Las tres moras de Zaragoza........... 215
    192. La piedra horadada por el amor ........ 216
    193. La princesa mora que buscó la libertad.......... 217
    194. El toro de oro que espera oculto.......... 218
    195. La construcción del castillo de Trasmoz........ 219
    196. La venganza de Abdelmelic............. 220
    197. El tesoro escondido de Alí Mohal......... 221
    198. Las revueltas musulmanas previas a la reconquista de Sarakusta .. 222
    199. El tesoro de Cañarda ......... 223
    200. La eterna espera de la mora de Guadalaviar..224
    201. El tesoro de la reina mora ................. 224
    202. La mora de la basa............. 225
    203. La mora encantada de Bastarás ............. 226
    204. La mora encantada de Sallaón............................................................... 227
    205. El amor de Zoraida y los alarifes de Teruel...... 228
    206. La losa mora............................................... 229
    207. El tesoro de la mora de Siresa ......... 230
    208. La larga espera de la reina mora.............. 230
    209. El tesoro de El Castellar ............. 231
    5. EL MUNDO JUDÍO ............ 233
    210. El Cid expulsa a los judíos de Tamarite ....... 233
    211. Los amores de Juan el herrero y la bella hebrea ....... 234
    212. El milagroso hallazgo del cuerpo de santo Dominguito
    de Val........... 235
    213. El monasterio de San Miguel de Foces, asaltado ...... 236
    214. La venganza del judío noble................. 236
    215. El augurio de Vicente Ferrer............. 237
    216. La conversión de los judíos darocenses......... 238
    217. La conversión del judío dormido ................ 239
    6. RELACIONES ENTRE CRISTIANOS Y MUSULMANES............. 241
    6.1. RELACIONES AMISTOSAS ............. 241
    218. Los mozárabes de Peralta de la Sal........... 241
    219. Los amores imposibles de Zoma y María ....... 242
    220. La enamorada del Cid ................ 243
    221. El nacimiento de un mudéjar ................ 244
    222. Los amores de Roderico de Mur y Zulima......... 245
    223. Almanzor y los mozárabes de La Almunia .......... 245
    224. Dos pretendientes para Zaida .............................. 246
    225. La cueva de la mora encantada ................ 247
    226. El amor pudo a la religión ....................... 248
    227. El alma del castillo de Gallur ........... 249
    228. El amor, nueva religión.......................... 250
    229. La conversión del moro Tocón.................... 251
    230. El tesoro escondido de Mustafá................. 252
    231. El amor de don Pedro de Azagra................ 252
    232. La mora que acudió a la Virgen de Salas.............. 253
    233. La mora peinadora..................................... 254
    234. La cristiana peinadora ......................... 255
    235. La conversión del alfaquí zaragozano................ 256
    236. La lavandera morica de Sena ................. 257
    237. Las tres doncellas encantadas ............................. 258
    238. La mora solitaria y el pastor de Luesia............ 259
    6.2. RELACIONES PROBLEMÁTICAS........ 260

    239. Orosia muere a manos musulmanas......... 260
    240. Nunilo y Alodia, víctimas de la intransigencia religiosa...... 261
    241. Visorio, asesinado por una partida de moros ..... 261
    242. La persecución de Elena.............. 262
    243. Los mozárabes de Zaragoza, expulsados a El Burgo .... 263
    244. El agua de Tarazona .................... 264
    245. La venganza del conde cristiano...... 265
    246. El celebrado salto de Pero Gil, escudero del Cid .... 266
    247. La conversión de un moro ............ 267
    248. Galiano Galinás roba un cáliz a los moros ............... 268
    249. El pozo de Ainés.............. 269
    250. La expulsión de los moros de Pina................ 270
    7. ASPECTOS RELIGIOSOS ..................................... 271
    7.1. LOS MONASTERIOS................... 271
    251. Nacimiento de San Juan de la Peña.................... 271
    252. Voto y Félix, en San Juan de la Peña ........... 272
    253. García Jiménez funda San Juan de la Peña ................ 273
    254. Fundación del monasterio de San Martín de Cercito .... 274
    255. Antecedentes del monasterio de Trasobares.......... 275
    256. Balandrán, elegido heraldo de la virgen del Pueyo ... 275
    257. Fundación del monasterio de Trasobares........ 276
    258. Don Pedro de Atarés, fundador de Veruela...... 277
    259. La reina Sancha funda el monasterio de Sigena ...278
    260. Los condes de Sástago construyen el santuario de Monler. 279
    261. Gil de Atrosillo, señor de Estercuel, y la aparición de la Virgen ................ 280
    262. La fundación del monasterio de Santa Fe............. 281
    263. Los condes de Sástago crean la cartuja de Fuentes..... 282
    264. El túnel bajo el Ebro........................... 283
    7.2. LOS PEREGRINOS ......................................... 283
    265. San Marcial visita Benasque......................... 283
    266. El peregrino anónimo ........................284
    267. Los peregrinos escultores................... 285
    268. El romero de Castiello................................. 286
    269. San Gregorio, peregrino ...................... 287
    7.3. LOS SANTOS ................... 288
    270. El vaticinio de san Valero ..................... 288
    271. El destierro del obispo san Ramón................... 289
    272. San Ramón cura a una joven desahuciada..................... 290
    273. San Ramón libera a dos soldados...................... 291
    274. San Licer quiso reposar definitivamente en Zuera........ 291
    275. Santo Domingo predica la devoción del rosario ..... 292
    276. Santo Domingo intercede por la noble Alejandra........... 293
    277. Santo Domingo, amamantado por una vaca ........ 294
    278. San Roque, en el hospital de Valdealgorfa ........ 295
    279. Los predicadores Gregorio y Domingo, en Besiáns ............... 296
    280. Vicente Ferrer, predicador en Mora de Rubielos ..... 297
    281. La endemoniada de Piedra................... 297
    282. El crucifijo de san Vicente Ferrer .................. 298
    283. Vicente Ferrer salva su propia vida ......... 299
    284. Vicente Ferrer se apiada de la madre trastornada.................. 300
    285. Vicente Ferrer vaticina la destrucción de Teruel..................... 301
    286. Vicente Ferrer predica en Calatayud................................................. 302
    287. Los falsos frailes ............... 302
    288. Vicente Ferrer impide que los diablos se acerquen a Caspe 303
    289. Vicente Ferrer aplaca una tempestad .... 304
    290. Vicente Ferrer instituye la procesión de la disciplina........... 305
    291. La palabra de Vicente Ferrer en Aínsa ........ 306
    292. El mas de Ferrer................ 307
    293. El cuadro desprendido............................ 307
    294. Pedro Arbués, pretendiente de santa Bárbara ...... 308
    295. San Gil y san Ginés, predicadores........ 309
    296. San Blas elige Torrecilla de Alcañiz para quedarse..... 310
    297. Elección de santa Tecla como patrona 311
    7.4. LOS PORTENTOS ......................... 312
    298. La justicia del obispo Bencio.......... 312
    299. Un antídoto contra la sequía............. 312
    300. La Virgen viajera ........................... 313
    301. Los corporales llegan a Daroca......... 314
    302. Invención del rosario............................ 315
    303. Un episodio de la guerra albigense.......... 316
    304. La palidez de la Virgen de Salas ... 317
    305. Las avenidas del Ebro y de la Huerva . 318
    306. Martín Visagra, perjuro.................... 319
    307. Los corporales de Aniñón...... 319
    308. Los corporales de Andorra ..... 320
    309. El agua, transformada en sangre .... 321
    310. La absolución de Lope Fernández de Luna . 322
    311. Los corporales de Fraga .......... 323
    312. Los corporales de Aguaviva........ 324
    313. Los corporales de San Juan de la Peña, intactos ... 325
    314. Los presagios de la campana ......... 325
    315. Graus salvada de la inundación ......... 326
    316. El cadáver del papa Luna............... 327
    317. Catalina, librada de los demonios.......... 328
    318. San Macario cura una quebradura............ 329
    7.5. LAS RELIQUIAS ............. 330
    319. El brazo del apóstol san Pedro, en Siresa ..... 330
    320. García Aznárez trae a Aragón los restos de san Indalecio. 331
    321. El relicario de Jaime I.......... 332
    322. Jaime I dona una espina de la corona de Cristo al monasterio de Samper..... 333
    323. Pan de la Última Cena salvado de las llamas.... 333
    324. El Santo Grial, en Aragón ............ 334
    325. Europa busca el Graal.................. 335
    8. ASPECTOS SOCIO-CULTURALES............... 337
    8.1. LA JUSTICIA................ 337
    326. Nacimiento de los fueros de Sobrarbe y del Justicia ............. 337
    327. La justicia real en entredicho.......... 338
    328. Los falsificadores de moneda ............ 339
    329. Justicia para todos ................ 340
    330. Alfonso V interviene en la lucha de los Marcilla y los Muñoz 340
    331. El escudo de armas del Justicia de Aragón....... 341
    8.2. PLAGAS Y EPIDEMIAS ............................ 342
    332. El miedo a la peste .................... 342
    333. La fundación de Salinas de Hoz ............................. 343
    334. San Miguel lucha contra la plaga de la langosta .... 344
    335. San Sebastián libró de la lepra a Fayón......... 345
    336. La peste de la calle Baja ....................... 346
    337. La plaga de la langosta dominada por la Virgen ... 347
    338. San Sebastián detiene la peste en Azanuy ....... 347
    339. La lucha contra la peste ................. 348
    340. La desaparición de un pueblo: Daymús...... 349
    341. Fuentes de Ebro salvada de la plaga de la langosta................ 350
    342. La peste despuebla Niablas..................... 351
    8.3. LA CULTURA ................. 352
    343. Las medicinas de san Caprasio....... 352
    344. Los excrementos del caballo de Roldán .......... 353
    345. Contienda juglaresca ................. 354
    346. El quitamiedos de Robres ......... 354
    347. Surge la jota................. 355
    348. Salmón a precio de oro ................ 356
    8.4. ARAGONESES ALLENDE LAS FRONTERAS........ 357
    349. Embajada de Pedro Martínez de Bolea a Castilla... 357
    350. Santa Isabel hizo de monedas rosas ............. 358
    351. El cautivo de los griegos........................ 359
    352. El rescate de un esclavo aragonés en Jerusalén.... 360
    353. Sancho Fernández de Heredia y la conquista de Cerdeña .... 361
    8.5. ARAGONESES CON PERSONALIDAD............ 362
    354. Juan Fernández de Heredia lucha contra los turcos... 362
    355. El mar reconoce a Pedro de Luna como papa ... 363
    356. La tozudez de Benedicto XIII......................... 363
    357. El envenenamiento de Benedicto XIII ............. 364
    358. El Papa Luna se traslada en secreto a Roma ...... 365
    359. Benedicto XIII recibe a los emisarios del concilio de Constanza....366

    2. ÍNDICE DE LUGARES DE ORIGEN

    Acumuer (H): 82/186/254. Adahuesca (H): 240/332. Aguaviva (T): 312.
    Aguilar de Alfambra (T): 66. Aínsa (H): 17/291/303.
    Aísa (H): 137.
    Alagón (Z): 50/348.
    Albarracín (T): 45/143/159/192/196/231. Albentosa (T): 123.
    Alcañiz (T): 60.
    Alcolea de Cinca (H): 266. Alcorisa (T): 69/165.
    Alcubierre (H): 343. Almonacid de la Cuba (Z): 86. Alquézar (H): 25/26/213.
    Andorra (T): 308/318. Aniñón (Z): 307.
    Aquilué (H): 233.
    Arándiga (Z): 337.
    Atea (Z): 15.
    Ayerbe (H): 150/151/194. Azanuy (H): 338.
    Báguena (T): 176.
    Barbastro (H): 28/29/30/31/164/179/245/256/271/289/326. Bastarás (H): 203.
    Belmonte (Z): 6.
    Benabarre (H): 292.
    Benasque (H): 265.
    Besiáns (H): 279.
    Bestué (H): 3.
    Betorz (H): 240.
    Biescas (H): 242.
    Bijuesca (Z): 53.
    Binaced (H): 87.
    Binéfar (H): 83.
    Biscarrués (H): 33.
    Blecua (H): 187. Boltaña (H): 241/267. Bono (H): 258.
    Borja (Z): 7/51/52/195/347. Broto (H): 77.
    Bueña (T): 177.
    Bujaraloz (Z): 336.
    Burbáguena (T): 177.
    Calanda (T): 11/40/61. Calasanz (H): 23.
    Calatayud (Z): 215/286/347/349. Camañas(T): 67.
    Capella (H): 299.
    Caspe (Z): 37/283/288. Castejón de las Armas (Z): 134. Castejón de Valdejasa (Z): 209. Castellote (T): 199.
    Castelnou (T): 270. Castiello de Jaca (H): 268. Cella (T): 224.
    Centenero (H): 10.
    Cervera de la Cañada (Z): 297. Chía (H): 248.
    Cimballa (Z): 309.
    Cortes de Aragón (T): 247. Cretas (T): 68.
    Cubel (Z): 80.
    Cuevas de Cañart (T): 201. Cutanda (T): 54.
    Daroca (Z): 9/57/58/65/78/79/125/146/175/189/216/219/229/287/301/ 306.
    Echo (H): 97/112/190.
    Ejea de los Caballeros (Z): 27/46/98/156.
    El Burgo de Ebro (Z): 243.
    El Frasno (Z): 133. El Grado (H): 204. Escatrón (Z): 264.
    Escriche (T): 144.
    Estercuel (T): 261.
    Fabara (Z): 152.
    Fayón (Z): 335.
    Fraga (H): 63/64/311.
    Frías de Albarracín (T): 193. Fuentes de Ebro (Z): 341.
    Fuentes de Jiloca (Z): 174.
    Gallur (Z): 42/226/227. Gistaín (H): 202.
    Graus (H): 94/221/222/290/315.
    Griegos (T): 188/220. Guadalaviar (T): 200.
    Híjar (T): 157.
    Huesca: 34/35/36/95/107/109/110/111/140/232/293/304.
    Ibieca (H): 214.
    Illueca (Z): 316.
    Inogés (Z): 352.
    Jaca (H): 18/19/21/108/239/320.
    La Almunia (Z): 172/223. La Fresneda (T): 185.
    La Iglesuela del Cid (T): 41. Labuerda (H): 241.
    Lagueruela (T): 121. Lanaja (H): 55/263. Loarre (H): 1.
    Lobera (Z): 277.
    Luesia (Z): 238.
    Luna (Z): 38.
    Lupiñén (H): 295.
    Maella (Z): 5/148/284. Magallón (Z): 166/321. Mallén (Z): 163.
    Maluenda (Z): 56.
    Mediano (H): 14.
    Mequinenza (Z): 149.
    Monreal del Campo (T): 197/230. Montalbán (T): 170/183.
    Montearagón (H): 323.
    Monzalbarba (Z): 305.
    Monzón (H): 44/116/118/119/122.
    Mora de Rubielos (T): 74/280.
    Morés (Z): 75.
    Mosqueruela (T): 76/124. Munébrega (Z): 282/354. Murero (Z): 15.
    Nonaspe (Z): 142.
    Ortilla (H): 295.
    Oto (H): 342.
    Pedrola (Z): 168.
    Peñarroya de Tastavíns (T): 339.
    Peralta de Alcofea (H): 39.
    Peralta de la Sal (H): 32/218. Piedra (Z): 145/182/281/317.
    Pina de Ebro (Z): 250.
    Pueyo de Araguás (H): 22.
    Rasal (H): 208/234.
    Ricla (Z): 228.
    Roda de Isábena (H): 272/273. Robres (H): 346.
    Rueda de Jalón (Z): 43/59.
    Sabiñán (Z): 237. Salinas de Hoz (H): 333.
    Sallent de Gállego (H): 138.
    Samper de Salz (Z): 322.
    San Juan de la Peña (H): 81/88/136/251/252/253/313/324/325.
    Sástago (Z): 147/260.
    Seira (H): 16.
    Sena (H): 236.
    Siresa (H): 207/319. Sopeira (H): 139/327.
    Tamarite (H): 210.
    Tarazona (Z): 180/225/244/249.
    Tauste (Z): 334. Cómo ta usté? Muy bien, gracias. Pueblo natal de Chusé Inazio Nabarro.
    Teruel: 70/71/117/167/173/178/181/205/285/329/330. Tierga (Z): 62.
    Torla (H): 77.
    Torralba (Z): 20.
    Torrecilla de Alcañiz (T): 296.
    Tosos (Z): 294.
    Tramacastilla (T): 246. Trasmoz (Z): 195/328.
    Trasobares (Z): 4/255/257.
    Valdealgorfa (T): 120/278. Valdesgorfa.
    Velilla de Cinca (H): 340.
    Velilla de Ebro (Z): 314.
    Veruela (Z): 211/258.
    Villanueva de Sigena (H) 259.
    Villarroya de la Sierra (Z) 310. Villel (T): 72.
    Yebra de Basa (H): 239.
    Zaragoza: 2/8/12/47/48/49/93/113/132/135/153/160/161/162/169/ 171/191/198/212/217/235/262/269/275/276/300/331/345/152.
    Zuera (Z): 274.
    Aragón: 90/99/105/106.
    Castilla: 154.
    Cataluña: 127.
    Chipre: 130.
    Aibar (NA): 89.
    Amposta (T): 104.
    Belem (Portugal): 350.
    Burdeos: 129.
    Calahorra (Rioja): 24.
    Monterroso (Galicia): 103.
    Montpellier (Francia): 115.
    Nájera (Rioja): 91.
    Palermo: 128.
    Pamplona: 141.
    Peñíscola: 355/356/357/358/359.
    Perpignan: 158.
    Roma: 114.
    San Miguel de Aralar: 96.
    Soria: 100/101/102.
    Tafalla: 92.
    Valencia: 131.
    Sin lugar: 155/206/302/344.

    3. ÍNDICE ANALÍTICO

    Abad: Alaón: Benito Larrás, 327; Leire: García, 108; Montearagón: 169; Rueda: Gastón de Ayerbe, 147; Samper del Salz: Guillermo, 322; San Ponce de Tomeras: 110; San Juan de la Peña: Jimeno, 88; Paterno, 93; Sancho, 320; San Pedro de Tabernas: 90; Veruela: 169.
    Abárzuza, 253.
    ABDALA, alarife turolense, 205.
    ABDELMELIC BEN RAZIN, señor de Albarracín, 196. ABDERRAHMAN, rey de Huesca, 36.
    ABDELAZIZ, gobernador musulmán de Zaragoza, 81. ABDEL-MECH, rey de Zaragoza, 43.
    ABDEMELIC, militar moro de Zaragoza, 81. ABDERRAHMAN AL-GAFEQUI, 343.
    ABD-AL-RAHMAN [III] AL NASIR, califa de Córdoba, 12. ABEL EL MALEK, walí de Jaca, 18.
    ABEN AMED MUTAMIN, alcaide moro de Borja, 52. ABEN-GAMA, gobernador moro de Daroca, 57, 65. ABEN GANYA, rey de Valencia, 63, 64.
    ABEN JAIR, 188. ABEN JAYE, 188.
    ABEN JOT, creador de la jota, 347.
    ABENLUPO, juez moro de Jaca, 239. Abetito, monte, 88.
    Abiego (H), 26, 332.
    Abín Ferruz, almunia, 338.
    ABU-AMER, santón moro de Daroca, 219. Abuán, 224.
    ABUHASALEM, moro de Zaragoza, 198.
    ABU MERUAN, señor moro de Albarracín, 192. ABU ZEYT, rey moro de Valencia, 78, 125.
    ACISCLO, obispo, 239.
    ACMET, moro, 21.
    Acol, antecedente de Alcorisa, 69.
    Acueducto: de Cella, 192. Acumuer (H), 82, 186, 254.
    Adahuesca (H), 240, 332. Adakún (Vid. Alacón).
    ADELFA, mora de Zaragoza, 198. África, 1, 18, 104, 161.
    Agiria (Vid. Daroca).
    AGNES, reina y esposa de Ramiro II, 107. Ágreda (Soria), 100.
    Aguaviva (T), 309, 312.
    Aguasvivas, río, 86.
    ÁGUEDA, santa, 338.
    Aguilaniu (H), 271.
    Aguilar de Alfambra (T), 66. Aguilón (Z), 294.
    AHMAR, moro de Daroca, 189. AHMED BEN IBRAIN, 58.
    AHMED BEN ABD-AL-MALIK, rey de Rueda de Jalón, 59. AIMERICO DE NARBONA, 28.
    AINES, mudéjar turiasonense, 249. Ainielle (H), 342.
    Aínsa (H), 3, 17, 19, 23, 253, 291, 292, 303.
    Aísa (H), 137.
    AIXA, hija del rey de Albarracín, 193; mora de Aquilué, 233. Alacón (T), 196.
    Alagón (Z), 50, 348.
    ALAMAÑAC, compañero de san Jorge, 36. Alaón, monasterio, 327.
    Alarcos, batalla, 63, 155.
    Alarife: Abdalá, de Teruel, 205; Omar, de Teruel, 205. ALBA, esposa del rey Lobo, 231.
    Albalate del Arzobispo (T), 318.
    Albarracín (T), 45, 143, 145, 159, 167, 177, 188, 192, 193, 196, 197, 200, 220, 231,
    246.
    ALBAYACETO, judío de Zaragoza, 212. Albentosa (T), 123.
    Albero Alto (H), 165. Alberuela de Laliena (H), 332. Albigenses: 303.
    ALCADIR, rey moro de Valencia, 197.
    Alcaide: 185, 192, 195, 316; Báguena: Miguel de Bernabé, 175, 176, 177, 178; Borja: Abén Amed Mutamín, 52; Cella, Garcí Núñez (224); Daroca: Pedro Gilbert, 175; Zoma (219); Gallur: 226; Graus: 221; Monreal: Mustafá, 230; Peralta de la Sal: 218; La Puebla de Castro: Alhor Ben Alí, 222; Villel: Setí Mahomat, 72.
    Alcalá, despoblado cerca de Pina (Z), 250. Alcanadre, río, 55, 236, 259, 266, 271, 344.
    Alcañiz (T), 12, 60, 285, 288, 296.
    Alcolea de Cinca (H), 266. Alcoraz, batalla, 34, 36, 37, 52.
    Alcorisa (T), 69, 165.
    Alcubierre (H), 343.
    ALDA, hija de Vicente Belbís, 78. ALDONZA DE ENTENZA, 183.
    ALEJANDRA, dama zaragozana, 276. ALEJANDRO [V], papa, 359.
    Alfajarín (Z), 169.
    Alfambra (T), 67, 173.
    Alfaquí: de Zaragoza, 235; Jahy ben Jaldún, 58. ALFONSO [I], falso, 113.
    ALFONSO [I] EL BATALLADOR, rey de Aragón, 5, 6, 15, 34, 43, 46, 47, 48, 49, 50, 52,
    53, 54, 55, 56, 57, 58, 59, 60, 62, 63, 64, 68, 95, 97, 98, 99, 100, 101, 102, 103, 104,
    105, 106, 107, 108, 110, 111, 113, 138, 141, 142, 156, 198, 229, 243, 255, 257, 258,
    259, 266, 271, 272, 273, 346.
    ALFONSO [II], rey de Aragón, 66, 68, 70, 71, 74, 76, 113, 144, 155, 199, 259.
    ALFONSO [III], rey de Aragón, 120. ALFONSO [IV], rey de Aragón, 130.
    ALFONSO [V] EL MAGNÁNIMO, rey de Aragón, 131, 132, 160, 161, 173, 311, 314, 316,
    324, 330, 334.
    ALFONSO [VI], rey de Castilla, 101. ALFONSO [VII], rey de Castilla, 59, 63. ALFONSO [VIII], rey de Castilla, 155. ALFONSO DE BARBASTRO, 179.
    Algás: castillo, 68; río, 68.
    Alhambra, 134.
    ALHOR, moro de Zaragoza, 191.
    ALHOR BEN-ALI, alcaide de La Puebla de Castro, 222. ALI MALHALI, moro de Zaragoza, 191.
    ALI MOHAL, moro, 197. ALICIA, 149.
    Aljafería, palacio, 12, 39, 43, 93, 161, 198, 246, 324, 350. Aljama: judía de Barbastro, 289; judía de Zaragoza, 212. ALMANZOR, 154, 223.
    Almazán, 100.
    Almenar, 39.
    Almería, 320.
    Almériz, término de Huesca, 304.
    Almohades: 155.
    Almonacid de la Cuba (Z), 86. Almonacid de la Sierra (Z), 172. Almorávides: 45, 54, 56, 59.
    AL-MOSTAIN, gobernador moro de Zaragoza, 35. AL-MOTAMID, rey de Sevilla, 320.
    ALMUGDAVIR, rey moro de Zaragoza, 93. AL-MUZAFFAR, señor de Lérida, 30.
    ALODIA, santa, 240.
    ALONSO DE ARAGÓN, conde de Ribagorza, 153. ALONSO DE ARHUELLO, arzobispo de Zaragoza, 235. ALONSO DE RUBIELOS, señor de Rubielos de Mora, 73.
    Alpuente, taifa, 196.
    Alquézar (H), 25, 26, 213, 240, 271.
    ALSHAMA, moro de Zaragoza, 191. Altabás, arrabal de Zaragoza, 35. AL-TAMIN, jefe almorávide, 54.
    ALVAR PÉREZ DE AZAGRA, señor de Daroca, 65. ALVAR SÁNCHEZ MUÑOZ, 173.
    ALVARADO, peregrino darocense, 216. AMAD DOLA, rey moro de Zaragoza, 198. Amán, peña, 111.
    Ambel (Z), 51.
    Amezcóa, 253.
    Amposta, 104.
    ANA, santa, 353.
    Andalucía, 59, 168, 320.
    Andorra (T), 308, 309, 318.
    Andorra la Vella, 308, 318.
    ANDRÉS MARTÍNEZ DE GOMBALTE, 177.
    Anento (H), 270.
    ANFORTAS, hijo de Titurel, 325. Aniñón (Z), 307.
    Antequera, 172.
    Antioquía, 68; batalla, 36, 37.
    ANTÓN GUILLEN, 90.
    ANTÓN DE LUNA, 171, 172.
    ANTONIO ARTAL, 162.
    Añavieja, laguna, 244. Apriz, castillo de Jaca, 18. Aquilué (H), 233.
    Aquitania, ducado, 239.
    Ara, río, 17, 267, 291, 342.
    Arabia, 2, 57.
    Aragón, río, 19, 101, 252.
    Aralar, monte, 96.
    Arán, valle, 298.
    Aranda, río, 337.
    Arándiga (Z), 337. Arba de Biel, río, 38.
    Arba de Luesia, río, 238.
    Arco: del Cid, en Calanda, 40.
    ARGENTINA, esposa del conde Garcí Fernández, 154. Arguedas, 209.
    Armas: Aguja de salmar, 72; alabarda, 139; alfanje, 13; almajaneque, 63; arco, 70,
    112, 185; armadura, 165; ballesta, 69, 70, 92; cortaplumas, 25; cuchillo, 72; escudo, 109; espada, 24, 109, 111, 139, 143, 144, 146, 165, 171; espada corta, 127;
    flecha, 97, 112, 185; lanza, 18, 24, 70, 102, 172; máquina, 175, 178; mazas, 35,
    140; puñal, 211, 276; saeta, 34, 95, 188; venablo, 103.
    ARMENGOL, conde, 31.
    ARMENTARIO, conde de Ribagorza, 16. ARNALDO, señor de Castro de Malavella, 182.
    ARTAL, conde y señor de Mequinenza, 149; hijo de Blasco de Alagón, conde de Sástago, 263.
    ARTAL DE ALAGÓN, señor de Gallur, 227.
    ARTAL DE MUR Y PUYMORCA, barón de Aínsa, 303. ARTURO, rey, 325.
    Arzobispo: Zaragoza: 169, 171, 308; Alonso de Arhuello, 235; García Fernández de Heredia, 172, 283; Lope Fernández de Luna, 310.
    Asia, 113.
    Atarés (H), 88, 251.
    Atea (Z), 15.
    Ateca (Z), 134.
    ATO GARCÉS, señor de Barbastro y alférez real, 100. ATÓN, obispo de Pallars, 23.
    Aurín, río, 254.
    AVA, condesa de Ribagorza, 154. Avignon, 147, 331, 359.
    Ayerbe (H), 150, 151, 194, 208.
    Ayerbe de Broto (H), 342. Aytona, 163.
    Azanuy (H), 338.
    AZNAR, conde, 18, 19, 21, 82, 254.
    AZNAR ATÓNEZ, 138.
    AZUCENA, hija de la gitana Estrella, 162.
    Babilonia: Baligante, emir de, 2. Badajoz, 42.
    Báguena (T), 65, 175, 176, 177, 178.
    Bailo (H), 324.
    BALANDRÁN, santo, 256.
    BALIGANTE, emir de Babilonia, 2. BANU HUD, familia, 59.
    BANU JALAFEL, walí de Alquézar, 25.
    Baños: árabes de Tarazona, 225. Barahona, 101.
    BÁRBARA, santa, 294.
    Barbastro (H), 23, 28, 29, 30, 31, 100, 164, 179, 245, 256, 271, 273, 274, 289, 291,
    292, 326.
    Barcelona, 122, 130, 146, 180, 257, 324, 351.
    Barcos: chalanas, 2; galeras, 2.
    Bardallur (Z), 59.
    BARIO, Nuestra Señora de, 3.
    Barón: de Escriche, 144; de Espés, 139; Artal de Mur y Puymorca, 303; Francisco de Ezpeleta, 216.
    Barrancohondo, foz del Guadalaviar, 246.
    Barrio: Alcañiz, Alcañiz Viejo, 60; Calanda, mozárabe, 61; Pina, morería o de la Parroquia, 250; Trasobares, mozárabe, 255; Zaragoza, mozárabe, 243; morería,
    235; Altabás, 35.
    BARTOLOMÉ, san, 294.
    Basarán (H), 342. BASCUEL DE CUTANDA, 179.
    Bastarás (HB), 203.
    Batalla: naval, 104; Aínsa, 17; Alarcos, 63, 155), Alcoraz, 34, 36, 37, 52; Antioquía,
    36, 37; Chío, 301; Cutanda, 54, 56, 58; Épila, 146; Fraga, 55, 63, 68, 99, 100, 104,
    110, 113; Graus, 94; Guadalete, 9; Jaca, 19; Maluenda, 56; Muret, 119; Navas de
    Tolosa, 137, 155, 274; Piedratajada, 33; Zalaca, 63.
    Batea, 68.
    Bea (T), 121.
    Bearn, 274, 320.
    BEATRIZ, de Daroca, 65.
    BEATRIZ DE LUNA, mujer de Blasco de Alagón, conde de Sástago, 263. Beceite (T), 68.
    Belchite (Z), 12, 56, 86.
    Belem (Portugal), 350.
    BELLA, nodriza de la reina Constanza, 180. Belmonte (Z), 6.
    Belsierre (H), 3.
    BELTRÁN, escudero, 21, 145. BELTRÁN GASCON, de Trasobares, 4. BEN AL-AFHIR, cronista, 105.
    BEN ALHAG, moro de Zaragoza, 198. BEN AWARRE, 13.
    BENCIO, obispo de Zaragoza, 8, 16, 93, 298.
    Benabarre (H), 292.
    Benasque (H), 52, 248, 265.
    BENEDICTO, monje de San Juan de la Peña, 252, 253. BENEDICTO [XIII], papa, 316, 331, 355, 356, 357, 358, 359.
    BENITO LARRAS, abad de Alaón, 327. Berbegal (H), 23.
    Berbería, 161.
    Berdejo (Z), 53. Berdún, canal de, 23.
    BERENGUER DE AZLOR, 183.
    BERENGUER DE ENTENZA, señor de Ricla, 228, 301. BERENGUER DE PERATALLADA, 129.
    Bergua (H), 342.
    BERNARDO, fray, 275; san —, fundador del Cister, 257; BERNARDO DE CABRERA, 146.
    BERNARDO DE RIBAGORZA, conde, 23; hijo del conde Ramón, 21, 23. BERNAT AGUILÓ, estafador, 287.
    Besináns (H), 279.
    Beso, fuente de Tarazona, 180. Bestué (H), 3.
    Betorz (H), 240.
    Bielsa (H), 191.
    Biescas (H), 242. Bigorra, conde de, 27. Bijuesca (Z), 53.
    Biscarrués (H), 33.
    BLANCA, reina de Navarra y esposa de Juan II de Aragón, 160; infanta aragonesa, 159. BLANCA DE ANJOU, esposa de Jaime II de Aragón, 130.
    BLANCA DE NAVARRA, reina y mujer de Juan II de Aragón, 163. BLAS, santo, 296.
    BLASCO DE ALAGÓN, 129; conde de Sástago, 147, 263. BLASCO GARCÉS DE MARCILLA, caballero, 70.
    BLASCO MAZA, señor de Gallur, 227. BLASCO PÉREZ, sacristán de Tarazona, 328. Blecua (H), 187.
    Boca del Infierno, 97. Bohemia, ducado, 239.
    Boltaña (H), 191, 241, 267.
    Bono (H), 298.
    Borau (H), 324.
    BORIBONIO, duque de Bohemia o Aquitania, 239. Borja (Z), 7, 51, 52, 106, 107, 195, 232, 258, 321, 347.
    Botaya (H), 81.
    Botín: 18, 64, 86, 92, 104.
    Brecha de Roldán, 111. BRIANDA DE LUNA, 169.
    Bruja: Kundrie, 325; de Trasmoz, 328.
    BUCAR, rey, 45.
    BUCHAR, sobrenombre de Texufín ben Alí ben Yusuf, 104. Bueña (T), 177.
    Buera (T), 25.
    Bujaraloz (Z), 336.
    Burbáguena (T), 125, 353.
    Burdeos, 129.
    BUVES DE COMARCIS, hijo de Aimerico de Narbona, 28.
    Cacabiello, castillo, 10.
    Cadeillán, 241.
    Cadrete (Z), 262.
    CAJAL, 108.
    Calahorra, 24.
    Calamocha (T), 125.
    Calanda (T), 11, 40, 61.
    Calasanz (H), 23.
    Calatayud (Z), 12, 56, 62, 145, 146, 174, 175, 177, 178, 215, 286, 309, 347, 349, 352.
    CALATRAVA, Orden, 68, 137.
    Calcena (Z), 324.
    CALILA, mora de Ricla, 228.
    Calle: Alquézar: San Gregorio, 213; Bujaraloz: Baja, 336; Daroca: Gragera, 219; Ejea:
    Mediavilla, 156; Ramón y Cajal, 156; Fayón: Arrabal, 335; Monzón: Traición, 44;
    Mosqueruela: Ricoshombres, 124; Zaragoza: Buenaire, 12; Sepulcro, 169.
    Camañas (T), 67.
    Camarero real, Pedro Martínez de Bolea, 349.
    Camarlengo real, de Fernando II, 133.
    Campana de Huesca, 109, 110, 111.
    Candespina, 102.
    Canigó, monte, 127.
    Cannes, 343.
    Cañarda, sierra, 199.
    Capella (H), 271, 299.
    Carabantes, 53.
    Carboneras, castillo, 87,
    Carcasona, 343.
    Cárcel: de Florencia, 357. Cariñena (Z), 146, 178, 316.
    CARLOMAGNO, 2, 21, 23, 111, 189.
    CARLOS, rey de los francos, 16; príncipe de Viana, 160, 162, 163.
    CARLOS DE ANJOU, 128, 129.
    CARLOS MARTEL, 343.
    CARLOS [III] DE NÁPOLES, 130.
    Cartuja: de Nuestra Señora de Fuentes, 263. Casasnovas, 87.
    Caspe (Z), 37, 131, 171, 172, 280, 283, 285, 288.
    Castejón de las Armas (Z), 134. Castejón de Valdejasa (Z), 209. Castellote (T), 199.
    Castelnou (T), 270.
    Castelserás (T), 296. Castiello de Jaca (H), 268.
    Castilla, 24, 45, 64, 91, 92, 94, 98, 99, 100, 101, 102, 103, 105, 131, 133, 135, 140, 143,
    146, 154, 171, 175, 177, 178, 209, 255, 273, 310, 349.
    Castillo: Abuán, 224; Aguilar de Alfambra, 66; Alacón, 196; Alagón, 50; Albarracín,
    143, 193; Albentosa, 123; Albero Alto, 165; Alcañiz, 60; Alcolea, 266; Alfajarín,
    169; Algás, 68; Alquézar, 25; de Antón de Luna, 171; Apriz, en Jaca, 18; Ayerbe,
    194; Báguena, 176, 177, 178; Barbastro, 28, 29; Batea, 68; Belmonte, 6; Bijuesca,
    53; Borja, 7, 52; Cacabiello, 10; Calatayud, 56; Carboneras, 86; Castejón de las
    Armas, 134; Castro de Malavella, 182; Panifico, en Cercito, 82; Peña, 126; Peñíscola, 316, 355, 356, 357, 358; Peralta de la Sal, 218; Pitilla, 126; Pomar, 116; Ricla, 225; Rueda de Jalón, 43; Sabiñán, 237; Santa María de Eruson, 82; Sástago, 147; Sora, 156; Sos, 184; Suelves, 84; Tamarite, 210; Tarazona, 180; Tierga, 62;
    Trasmoz, 51, 126, 195, 328; Trasobares, 4; Valtierra, 209; Villel, 72.
    Castro de Malavella, 182. CATALINA, endemoniada, 317.
    Cataluña, 135, 171, 266.
    Catarroja, 301.
    Catedral: Albarracín, 143; Barbastro, 289, 290; Barcelona, 122; Jaca, 43; Valencia,
    131, 307; San Salvador de Zaragoza, 132, 146, 172, 212, 235, 287, 316.
    Caulor, 59.
    Cazorla, tratado, 155.
    Cea, río, 64.
    Cella (T), 70, 192, 224, 330.
    Centenero (H), 10. CÉNTULO DE BEARN, 320.
    CÉNTULO DE BIGORRA, conde, 138.
    Cercito (H), 82, 254.
    Cerdeña, 353.
    Cervera de la Cañada (T), 297.
    CHAFAR AMAD BEN HUD, llamado Zafadola, 59. Chaves, cueva, 203.
    Chía (H), 248.
    Chinchín, puerta de Graus, 222. Chío (H), castillo, 301.
    Chipre, 130.
    Chistau (Vid. Gistaín).
    Ciezmo, monte de Tarazona, 249. Cillas (H), 342.
    Cimballa (Z), 309.
    Cinca, río, 3, 14, 17, 22, 31, 55, 64, 116, 122, 139, 191, 204, 262, 266, 271, 291, 340.
    Cinco Villas, 156.
    Cinegia, puerta de Zaragoza, 8. CIRIACO, obispo de Zaragoza, 319. CÍSTER, orden, 257.
    CLARA, muchacha de Tarazona, 180. Clarés, río, 20.
    CLARIÓN DE VAUDUNE, 28.
    CLEMENCIO, acólito de san Visorio, 241. CLEMENTE, papa, 331.
    Cóculo, monte, 252.
    Cofradía: Albentosa: Nuestra Señora de los Angeles, 123; Belchite, 86; Binaced, San Marcos, 87; Pedrola: Nuestra Señora de los Angeles, 168; Zaragoza: del Rosario, 275, 276.
    Colegiata: Ejea: San Salvador, 156; Mora de Rubielos, 280. Colliure, 355, 356.
    Comendador: Berenguer de Azlor, de Santiago, 183; de San Miguel de Foces, 213. Comminges, 274.
    Compromiso de Caspe: 131, 171, 288.
    Comunidad: Albarracín, 177; Calatayud, 177, 309; Daroca, 177, 307; Teruel, 124, 177.
    Concilio: 16; Constanza, 359; Pisa, 359.
    Conde: Armengol, 31; Artal, señor de Mequinenza, 149; Gómez de Candespina, 102; González Salvadórez, 43; Guillermo de Poitiers, 56; Lope de Luna, 146; Nuño Álvarez de Lara, 43; Ramón, 21; Waldo, hijo de don Rodrigo, 18; Alfambra: Rodrigo, 67; Aragón: Fortún Jiménez, 88, 239; García Aznar, 136; Atarés: 88; Barbastro: 245; Barcelona: Ramón Berenguer IV, 65, 257; Bigorra: 27; Céntulo, 138; Camañas: Rodrigo, 67; Castellano: Fernán González, 154; Garcí Fernández, 154; Sancho, 95; Castilla: García Ordóñez de Nájera, 35, 36; Gonzalvo, 36; Gutierre
    Fernández, 59; Rodrigo Martínez, 59; Entenza: Fernando, 164; Jaca: Aznar, 18,
    19, 21, 82, 254; Galindo, 21, 82, 254; Poitou: 106, 107; Provenza: Ramón, 119; Ribagorza: Alonso de Aragón, 153; Armentario, 16; Bernardo, 21; Ramón II, 154;
    Sancho, 92; Sástago: 260, 263; Urgell: 262, 283; Jaime, 171, 172.
    Condesa: de Urgell, 132; Ava, de Ribagorza, 154; Blanca de Navarra, de Ribagorza, 160; Garsenda de Ribagorza, 154; Hermenjart, 28; Maribel, hija de Fernando de Entenza, 164.
    CONRADINO, sobrino de Manfredo de Sicilia, 128, 129. CONRADO DE LLANZA, 129.
    Conserans, obispo de, 274. Constantinopla, 323, 351.
    Constanza, 359.
    CONSTANZA, reina de Aragón y mujer de Pedro III, 128, 180. Córdoba, 9, 12, 28, 29, 63, 154, 189.
    CORNELIO, hermano de santa Orosia, 239.
    Corporales: Aguaviva, 309, 312; Andorra, 308, 309; Aniñón, 307; Daroca, 146, 216,
    301, 312; Fraga, 309, 311; Montearagón, 309; San Juan de la Peña, 313.
    CORSOUT DE TABARIE, moro, 28.
    Cortes: Aragón, 336;
    Borja, 106, 107;
    Monzón, 106, 107;
    Teruel, 330;
    Zaragoza, 169.
    Cortillas (H), 342.
    Cretas (T), 68.
    CRISTINA, hija del Cid, 119.
    Crucelos, 332.
    Cuarte de Huerva (Z), 262.
    Cubel (Z), 80.
    Cuenca, 58, 196.
    Cueva: Biescas, 242; El Grado, 204; Rasal, 234; San Juan de la Peña, 251; San Vicente de Labuerda, 241; Yebra de Basa, 279; Chaves, en Bastarás, 203; Forato de la Mora, en Aquilué, 233; de la Mora, en Guadalaviar, 200.
    Cuevas de Cañart (T), 201. Cutanda (T), 54, 56, 58, 125.
    Dachera, puerto, 190.
    Daroca (Z), 9, 56, 57, 58, 65, 78, 79, 125, 146, 175, 176, 177, 178, 189, 216, 219, 229,
    287, 301, 306, 307, 312.
    Daymús, despoblado, 340.
    Despoblados: Alcalá, cerca de Pina, 250; Daymús, 340; El Castellar, 100, 102, 162, 209;
    Lascasas de Sevil, 332; Niablas, 342; Novillas, 5; Saz, 15; Torrenublos, 41; Villa,
    333.
    DIEGO, escudero, 145.
    Diócesis: Lérida, 262; Zaragoza, 298.
    DIONÍS, rey de Portugal, 180, 350.
    DOMINGA LÓPEZ, mujer de Vicente Belbís, 78. DOMINGO: santo, 275, 276, 277, 300, 302; beato, 279. DOMINGO DE LA FIGUERA, mercader, 129.
    DOMINGUITO DE VAL, 212.
    DONATO, abad de San Pedro de Tabernas, 16.
    Ducado: Bohemia o Aquitania, Boribonio y Ludemila, 239; Híjar, 157; Villahermosa, Alonso de Aragón, 153.
    Ebro, río, 2, 3, 4, 5, 9, 12, 13, 20, 24, 32, 33, 39, 42, 46, 47, 50, 54, 56, 81, 94, 95, 99,
    102, 104, 132, 147, 156, 169, 172, 189, 190, 209, 212, 218, 227, 243, 255, 259, 260,
    264, 269, 305, 314, 319, 341, 344, 348.
    Echo (H), 97, 112, 190, 254.
    EDUARDO, rey de Inglaterra, 129.
    Ejea de los Caballeros (Z), 27, 46, 98, 156, 277. Exea.
    El Burgo de Ebro (Z), 243, 341.
    El Castellar, hoy despoblado, 100, 102, 162, 209; monte de Mora de Rubielos, 74.
    El Frasno (Z), 133.
    El Grado (H), 204. El Pilaret, 340.
    ELENA, santa, 242.
    ELISENDA DE MONCADA, mujer de Jaime II de Aragón, 130. ELOÍSA, hija del rey de Chipre, 130.
    ELVIRA, 181; mujer de Alfonso de Barbastro, 179.
    Endemoniada: Aínsa, 291; Piedra, 281; Soria, Catalina, 317.
    Enfermedades: cólera, Villa, 333; dolor de genitales, Pedro I, 96; lepra, Fayón, 335; mal de amores, 343; migraña, 343; peste, Azanuy, 338; Bujaraloz, 336; Lascasas de Sevil,
    332; Niablas, 342; Peñarroya de Tastavíns, 339; Vallibona, 339; Villa, 333; quebradura, 318; reumatismo, 343.
    ENRIQUE [III] EL DOLIENTE, rey de Castilla, 161.
    Épila (Z), 146.
    Ermita: 47, 80, 85, 96, 116, 119, 122, 131, 166, 229, 242, 247, 257, 262, 263, 269, 275,
    300, 304, 340.
    Escalas, paso, 327.
    Escartín (H), 342.
    Escatrón (Z), 147, 264.
    Esclavo: 71, 72; aragonés en Jerusalén, 352; Gracia, cristiana, 76; Teófilo, cristiano de
    Zaragoza, 198.
    Escó (Z), 126.
    Escondilla, 72.
    Escriche (T), 144.
    Escudo: Aragón, 17, 22; Justicia de Aragón, 331; los Aysa, 137; los Isarre, 26; Alcorisa, 69; Caspe, 37; Jaca, 19; Maella, 148; Monzón, 44.
    Escultor: peregrino, 266, 267; de Zaragoza, 300; de Jaime I, 122.
    Esera, río, 22, 248, 290, 315.
    Espada: de Jaime I, 118; de don Lope Juan, 108; «Durandel», de Roldán, 344; «Preclara», del conde Bernardo, 21; «Tizona», del Cid y Jaime I, 119; «San Martín», de Jaime I, 119; «Villardell», de Jaime I, 119, 120.
    ESPARZA, 141.
    ESPÉS, barón de, 139.
    ESTEBAN, obispo de Huesca, 271, 272, 273, 299. ESTEFANÍA, reina de Pamplona, 94.
    Estercuel (T), monasterio, 261. ESTHER, judía de Alquézar, 213. ESTRELLA, gitana, 162.
    Europa, 325, 331. EUROSIA (Vid. OROSIA).
    EVANCIO, monje pinatense, 320. Extremadura, 59.
    Fabara (Z), 152.
    FACUNDO, mártir, 64. Falsificador: de moneda, 328. Fantova (H), 279.
    FÁTIMA, señora musulmana de Mora, 73. Fayón (Z), 68, 335.
    FELIPA DE LA CASA, 292. FELIPE [III] DE ANJOU, 161. FÉLIX, santo, 252, 253, 313.
    FERNANDO, infante, 146; hermano de Pedro II de Aragón, 126; conde de Entenza, 164.
    FERNANDO [I], rey de Aragón, 131, 132, 171, 172, 283, 288, 355, 356, 358; rey de Castilla, 24, 91, 92.
    FERNANDO [II], rey de Aragón, 133, 134, 135, 153, 209, 263, 314.
    FERNÁN GONZÁLEZ, conde de Castilla, 154. FERRER DE LANZA, justicia de Aragón, 311. FERRIZ, 108.
    FIRMINIANO, acólito de san Visorio, 241.
    FLOR, amante de Arnaldo, señor de Castro de Malavella, 182. Florencia, 357.
    FLORINDA, la Caba, 1.
    Flumen, río, 111, 344.
    Forato de la Mora, cueva de Aquilué, 233. FORTÚN, 139; Maza, 35; obispo de Jaca, 88. FORTÚN DE GARDE, 90.
    FORTÚN JIMÉNEZ, conde de Aragón, 88, 239. FORTUÚN DE LIZANA (Vid. Fortún de la Maza).
    FORTUÑO FERNÁNDEZ DE HEREDIA, señor de Godojos, 353. FORTUÑO DE VIZCARRA, 13.
    Foz: de Barrancohondo, en el río Guadalaviar, 246.
    Fraga (H), 31, 55, 63, 64, 68, 99, 100, 104, 110, 113, 266, 309, 311, 340.
    Francia, 1, 2, 28, 107, 128, 129, 154, 191, 239, 257, 268, 274, 298, 303, 331, 344, 349.
    FRANCISCO DE EZPELETA, barón de Daroca, 216. FRANCISCO DE VILLANUEVA, juez de Teruel, 330.
    Frías (T), 193.
    Fuenclara, monasterio, 262.
    Fuente: Barbastro, 30; Beso (Tarazona), 180; de la Bóveda (Sos), 184; Cella, 224;
    Mentirosa (Frías), 193; Monzón, 118; Rasal, 208; Saso (Monzón), 119, 122; San
    Juan (Tarazona), 244.
    Fuentes de Ebro (Z), 12, 341. Fuentes de Jiloca (Z), 174.
    Fuero: del Reino, 136; Pamplona, 141; Sobrarbe, 326; Teruel, 71, 178, 330.
    Gaeta, 314.
    Galias, 2, 103, 343.
    GALIANO GALINAS, cristiano de Chía, 248.
    GALINDO, conde, 21, 82, 254; hermano de García Aznárez, 138.
    Gállego, río, 10, 194, 269, 274.
    Gallipienzo, 126.
    Gallocanta (Z), 58.
    Gallur (Z), 42, 126, 226, 227.
    GARCÍA, monje pinatense, 320; abad de Leire, 108; obispo de Zaragoza, 171.
    GARCÍA [III], rey de Pamplona, 91, 92, 93, 94, 108.
    GARCÍA AZNAR, de Trasobares, 4.
    GARCÍA AZNÁREZ, señor de Latrás, 138; señor del valle de Tena, 320. GARCÍ FERNÁNDEZ, conde castellano, 154.
    GARCÍA FERNÁNDEZ DE HEREDIA, arzobispo de Zaragoza, 172, 283.
    GARCÍA ÍÑIGUEZ, rey de Pamplona, 89, 90; rey de Sobrarbe, 19.
    GARCÍA JIMÉNEZ, rey de Sobrarbe, 17, 253.
    GARCI NÚÑEZ, señor de Cella, 224.
    GARCÍA ORDÓÑEZ DE NÁJERA, conde de Castilla, 35, 36. GARCÍ PÉREZ, escudero, 145.
    GARCÍA SÁNCHEZ [II], rey de Pamplona, 88.
    GARSENDA, esposa del conde Ramón II de Ribagorza, 154. Gas, río, 19.
    Gascuña, 27, 35.
    GASTÓN DE AYERBE, abad del monasterio de Rueda, 147. GASTÓN DE ESPES, 27.
    Gavarnié, 344.
    Gelsa (Z), 250.
    Génova, 331.
    Germania, 2.
    Gerona, 130.
    Gibraltar, 1, 4, 7.
    GIL, santo, 295; hermano de Pelegrín de Atrosillo, 165. GIL DE ATROSILLO, señor de Estercuel, 261.
    GINÉS, santo, 295.
    GINFAR AMAD, rey de Rueda de Jalón, 43. GIOMAIL BEN ZEYAN, moro de Valencia, 78. GISBERTA, esposa de Fortuño de Vizcarra, 13. Gistaín (H), 90, 191, 202.
    GLAFAR, rey moro de Rueda de Jalón, 43. Godojos (Z), 353.
    GÓMEZ DE CANDESPINA, conde, 102. GONZÁLEZ SALVADÓREZ, conde, 43.
    GONZALO GARCÍA, mayordomo del infante Jaime, 329. GONZALVO, conde de Castilla, 36.
    GRACIA, esclava cristiana, 76.
    Gran maestre: Juan Fernández de Heredia, de la Orden de Malta, 354. Granada, 134, 168.
    Graus (H), 94, 221, 222, 271, 290, 291, 292, 315.
    GREGORIO, santo, 269; beato, 279; papa, 319.
    GREGORIO [VII], papa, 319, 320. GREGORIO [XII], papa, 359.
    Grial: 307, 324, 325.
    Griegos (T), 188, 220.
    Gruta del Gato, en Monreal, 197.
    Guadalaviar, río, 72, 143, 159, 192, 200, 224, 246.
    Guadalope, río, 296.
    Guara, sierra, 111, 191.
    Guarrinza, valle, 190.
    Guaso (H), 19.
    GUILEIN, hijo de Buvés de Comarcís, 28.
    GUILLÉN DE MONTRODÓ, maestre del Temple, 119.
    GUILLERMO, abad de Samper del Salz, 322; obispo de Pamplona, 48.
    GUILLERMO DE POITIERS, conde, 56.
    GUIRART, hijo de Buvés de Comarcís, 28. Gurrea (H), 34.
    GUTIERRE FERNÁNDEZ, conde, 59.
    GUZMÁN, cristiano de Ricla, 228. GUZMÁN EL BUENO, 177.
    HERMENJART, condesa, 28.
    HERNANDO, conde del castillo de Abuán, 224.
    HERNANDO DÍEZ DE AUX, caballero de Daroca, 79. HERNANDO SÁNCHEZ, de Trasobares, 4.
    Híjar (T), 12, 157.
    Horca, cerro, en Villel, 72.
    Horno: Villel, 72. Horta de San Juan, 68
    Hospedería: Boltaña, 267; Castiello de Jaca, 268. Hospital: Boltaña, 267; Lascasas de Sevil, 332. HOSPITAL, Orden, 87.
    Huecha, río, 347.
    Huerva, río, 262, 305.
    Huesca, 8, 30, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 91, 93, 95, 104, 107, 109, 110, 140, 146, 165, 191,
    208, 232, 233, 240, 271, 274, 293, 299, 304, 323.
    HUGO DE LUSIGNAN, rey de Chipre, 130. HURTADO, renegado cristiano, 78.
    Ibieca (H), 214.
    Ibiza, 77.
    IBN ABDALA, gobernador de Zaragoza, 189.
    Iglesia: Alcolea: San Juan Bautista, 266; Andorra: Santa María Magdalena, 308; San Julián, 318; Ayerbe: San Pedro, 150; Burbáguena: parroquial, 353; Daroca: San Marcos, 301; Santa María la Mayor, 125; Ejea: Santa María, 156; Escatrón: San Javier, 264; Graus: San Miguel, 315; Loarre: mozárabe, 1; Montalbán: parroquial, 183; Munébrega: parroquial, 282; Teruel: San Martín, 205; San Salvador, 205; Santa María, 329; Zaragoza: San Gil, 212; San Miguel de los Navarros, 243, 341; Santa María la Mayor, 8, 12, 198, 269.
    Illueca (Z), 316.
    INDALECIO, san, 253, 313, 320.
    Inglaterra, rey, 129.
    INOCENCIO [III], papa, 114, 119.
    Inogés (Z), 352.
    ÍÑIGO, san, 215.
    ÍÑIGO ARISTA, rey de Pamplona y Sobrarbe, 22, 90.
    ÍÑIGO DE AXUAR, 108.
    ÍÑIGO FORTUÑONES, 142.
    ÍÑIGO ZAIDÍN, alférez y amigo de Jaime I, 77.
    Inquisidor: Pedro de Arbués, 294.
    ISABEL, doncella de Borja, convertida en Zaida, 52. ISABEL LA CATÓLICA, reina, 133, 153.
    ISABEL DE PORTUGAL, infanta aragonesa, mujer de Dionís de Portugal, 180, 350.
    ISABEL SEGURA, amante de Teruel, 167.
    ISABEL DE URREA, 146.
    Isábena, río, 21, 290, 315.
    ISARRE, hermanos, 26.
    Isuela, río (del Moncayo), 62, 257, 337; (del Pirineo), 344.
    Italia, 161.
    Jaca (H), 18, 19, 21, 23, 108, 138, 239, 251, 255, 313, 320, 324. JAHY BEN JALDUN, alfaquí, 58.
    JAIME, conde de Urgell, 171, 172; hijo de Jaime II, 329; san, 41.
    JAIME [I], rey de Aragón, 75, 76, 77, 78, 79, 86, 115, 116, 117, 118, 119, 120, 121, 122,
    123, 124, 125, 126, 157, 158, 165, 301, 321, 322, 328.
    JAIME [II], rey de Aragón, 130, 329.
    JAIME DE BOLEA, 183.
    JAIME DÍEZ DE AUX, caballero de Daroca, 57. JAIME PÉREZ EL MENOR, juez de Teruel, 329.
    JAIME DE URGELL, 132.
    Jalón, río, 43, 50, 56, 75, 134, 174, 215.
    Jérica, 197, 301.
    Jerusalén, 130, 352.
    Jiloca, río, 58, 174, 175, 197, 215, 306.
    JIMENA, esposa del Cid, 24.
    JIMENO, abad de San Juan de la Peña, 88.
    JIMENO GARCÉS, 142.
    JIMENO DE RADA, tenente, 126.
    JORGE, san, 34, 36, 37, 41, 52, 338.
    JOSÉ DE ARIMATEA, 324.
    JUAN, san, 269; Fray, 78; herrero, 211; habitante de Escatrón, 264; rey de Navarra, 314; rey de Portugal, 314.
    JUAN [II], rey de Aragón, 133, 153, 160, 162, 163, 186, 307.
    JUAN ALBIR, habitante de Magallón, 166.
    JUAN DE ARAGÓN, infante de Aragón, luego Juan II, 160. JUAN DE ATARÉS, eremita, 251, 252, 253.
    JUAN BAUTISTA, san, 251, 252, 266.
    JUAN FERNÁNDEZ DE HEREDIA, Gran maestre de la Orden de Malta, 354.
    JUAN LER, anacoreta, 260.
    JUAN DE LUNA, sobrino de Benedicto XIII, 316; el Jaque, de Daroca, 9.
    JUAN MARTÍNEZ DE MARCILLA, 173; amante de Teruel, 167.
    JUAN MIGUEL, pastor de Tena, 186.
    JUAN MORENO, caballero de Daroca, 79.
    JUAN DE LA PIEDAD, habitante de El Frasno, 133.
    JUAN DE PRÓCIDA, caballero siciliano, 128.
    JUAN RODRÍGUEZ DE SALAMANCA, compromisario, 171. JUAN XIMÉNEZ CERDÁN, justicia de Aragón.
    JUANA, reina de Nápoles, 161.
    JUANA ENRÍQUEZ, esposa de Juan II de Aragón, 133, 163.
    Judíos: aragoneses, 284, 308; darocenses, 58; Barbastro, 31, 245, 289; Calatayud, 215;
    Ibieca, 214; Lérida, 210; Munébrega, 282, Peñalba, 283; Tamarite, 210; Teruel,
    285; Trasmoz, 211; Zaragoza, 132, 212, 217; Albayaceto, de Zaragoza, 212; Esther, de Alquézar, 213; Leví, de Alquézar, 213; Manasés, de Daroca, 216.
    Juegos: ajedrez, 126; dados, 126; pelota, 150.
    Juez: Alquézar, musulmán, 240; Bujaraloz, 336; Huesca, Zumail, 240; Jaca, Abenlupo, 239; Peñarroya de Tastavíns, 339; Teruel, 173, 178; Francisco de Villanueva, 330; Ibáñez Domingo Mortón, 71; Jaime Pérez el Menor, 329; Martín de Orihuela, 330.
    Juglar, 179, 345.
    JULIÁN, conde visigodo, 1. Juslibol (Z), 209, 269.
    Justa: Burdeos, 129; Peralta, 39; Soria, 101.
    Justicia: Ferrer de Lanza, de Aragón, 311, 326; Juan Ximénez Cerdán, de Aragón, 331.
    JUSTINA, pastora de Tarazona, 244. KUNDRIE, bruja, 325.
    La Almunia de Doña Godina (Z), 172, 223. La Codoñera (T), 296.
    La Fresneda (T), 185.
    La Ginebrosa (T), 312.
    La Iglesuela del Cid (T), 41. Labuerda (H), 241.
    Lagueruela (T), 121.
    Lanaja (H), 55, 263.
    Langa (Z), 229.
    Lagres (Francia), 343.
    Las Arcas, puerto de montaña, 139. Las Facenas, 87.
    Las Tiesas, 137.
    Lascasas de Sevil, despoblado, 332. Laspuña (H), 3.
    Lastra, monte, 145.
    Latrás (H), 138.
    LEANDRO, san, obispo de Sevilla, 319. Leciñena (Z), 166, 321.
    Lecumberri (Navarra), 90.
    Leire, monasterio, 108.
    León, 64, 102, 179.
    LEÓN ISAURIO, emperador de Constantinopla, 351. LEONOR SESÉ DE URREA, 162.
    Lérida, 63, 93, 99, 163, 210, 262, 266; Al-Muzaffar, señor de, 30. Lerins, isla de Francia, 343.
    Levantamiento: campesino de Maella, 148. LEVÍ, judío de Alquézar, 213.
    LICER, san, 269, 274.
    Lizana, 165.
    LIZANA, noble, 111.
    Lledó (T), 68.
    Loarre (H), 1, 194.
    Lobera de Onsella (Z), 277.
    LOBO, en realidad Muhammad ben Mardanis, rey, 45, 231. LOPE DE ALBERO, señor de Alcorisa, 165.
    LOPE ARTAL DE AZLOR, noble, 162.
    LOPE FERNÁNDEZ DE LUNA, arzobispo de Zaragoza, 310. LOPE JUAN, espada de don, 108.
    LOPE XIMÉNEZ DE URREA, 169.
    LÓPEZ DE GURREA, hermanos, 34.
    LOPE DE LUNA, el «caballero de la espuela», primer conde de Luna, 146. LORENZO, san, 324, 325.
    LUDEMILA, duquesa de Bohemia o Aquitania, 239. Luesia (Z), 238.
    LUIS CORNEL, 169.
    LUIS DE FRANCIA, santo y rey de Francia, 28, 128. Luna (Z), 38.
    Lupiñén (H), 295.
    MACARIO, SAN, 318.
    Maella (Z), 148, 284.
    Maestrazgo, 40, 41.
    Maestre: Guillén de Montrodó, del Temple, 119. Magallón (Z), 78, 166, 321.
    Maladeta, Pico, 252, 298.
    Malanquilla (Z), 53.
    Maleján (Z), 347.
    Mallén (Z), 5, 163.
    Mallo, castillo, junto a Mosqueruela, 76. Mallorca, 77, 261.
    Malta, isla y orden, 354. Maluenda (Z), 56, 174.
    MANFREDO, trovador, 213; rey de Sicilia, 128, 129; paje de la reina Constanza, 180. Manises, 301.
    MANRIQUE DE LARA, trovador, 162.
    MARCELO, monje de San Juan de la Peña, 252, 253. MARCOS, cofradía, 87.
    Marcuello (H), 194.
    MARÍA, joven de Alquézar, 25; cristiana de Daroca, 219; nombre cristiano de Zulima, 222; reina y esposa de Pedro II, 115; reina y esposa de Alfonso V, 161, 311.
    MARÍA BAYOD, hija natural de Jaime I, 157.
    MARÍA DE LUSIGNAN, hija del rey de Chipre y esposa de Jaime II, 130.
    MARÍA PÉREZ, la Varona, 101.
    MARIBEL, condesita, hija de Fernando de Entenza, 164. MARIETA, Zaida de mora, 221.
    Marqués: de Ayerbe, 150, 151;
    Marqués de Suelves, 84.
    Martín, río, 85, 157.
    Mártires: de Zaragoza, 198; Orosia, 239;
    San Pedro de Arbués, 314. MARSILIO, walí de Zaragoza, 2, 20.
    MARTÍN, santo, 254; hijo de Fortuño de Vizcarra, 13; obispo de Albarracín, 143.
    MARTÍN [I], rey de Aragón, 171, 172, 215, 280, 309, 324.
    MARTÍN [V], papa, 359.
    MARTÍN DE ALPARTIR, cronista, 316.
    MARTÍN DE AYSA, 137.
    MARTÍN GONZÁLEZ, caballero aragonés, 24.
    MARTÍN MARTÍNEZ DE GOMBALTE, 177.
    MARTÍN DE ORIHUELA, juez de Teruel, 330.
    MARTÍN PÉREZ, señor de Escondilla y de Villel, 72.
    MARTÍN PÉREZ DE LUNA, noble aragonés, 125.
    MARTÍN PÉREZ DE VILLEL, señor de Ricla, 228.
    MARTÍN DE RAVANERA, 65.
    MARTÍN VISAGRA, vecino de Daroca, 306.
    MARTINA, pastora de Acumuer, 186; prometida de Hernando Díez de Aux, 79.
    MARTINA PÉREZ DE LOZANO, fundadora de la cofradía de San Marcos, en Binaced, 87.
    Mas de Ferrer (H), 292.
    Mas de la Pudiola, 292.
    Matamoros, barranco, 20.
    Matarraña, río, 68, 148.
    MATEO MARTÍNEZ, mosén darocense, 301.
    MATILDE, prometida de Juan de Luna, 9.
    Mayordomo: Gonzalo García, del infante Jaime, 239. Mediano (H), 14.
    Medicinas: brebajes, 343; conjuros, 117; hierbas, 117; medicinas de san Caprasio, 343; músicas, 117; pócima, 67; quitamiedos de Robres, 346; sopas de ajo, 117.
    MELEK, hijo del walí de Albarracín, 224.
    MELILAH, princesa mora, 57.
    MENCIA, mujer de Arnaldo, señor de Castro de Malavella, 182. Mequinenza (Z), 149.
    Mercado: Bujaraloz, 336; Valencia, 71; Zaragoza, 172.
    METODIO, santo, 239.
    Mezquita: Daroca, 219.
    Midi, 269.
    MIGUEL, arcángel san, 48, 74, 310, 334.
    MIGUEL DE BERNABÉ, alcaide de Báguena, 175, 176, 177, 178. MIGUEL IN EXCELSIS, santo, 96.
    MIGUEL PÉREZ ZAPATA, señor de Cuarte, Cadrete y Purroy, 262. Milagro, 209.
    Mirabayo, paradero, en Híjar, 157. Miralsot (H), 340.
    MOHAMAD, moro turolense, 205.
    MOHAMED ALTABILL, rey moro de Zaragoza, 191. Molina de Aragón, 58, 145, 196.
    Molino: Albentosa (de Arriba), 123; Villel, 72. Momagastre, castillo, 32.
    Mombrún, 87.
    Monasterio: Alaón, 327; Fuenclara, 262; Leire, 108; Montearagón, 99, 169, 309, 323;
    Montserrat, 351; Piedra, 145, 182, 281, 309, 317; Predicadores, de Zaragoza, 275;
    Rueda, 147, 264; Samper del Salz, 322; San Juan de la Peña, 17, 19, 81, 88, 93,
    104, 136, 251, 252, 253, 313, 320, 324, 325; San Martín de Cercito, 82, 254; San
    Pedro de Siresa, 82, 97, 207, 254, 255, 257, 319, 324; San Pedro de Tabernas, 16,
    90, 324; San Ponce de Tomeras, 107, 110; Santa Cruz, 90; Santa Fe, 262; Santa
    María de Obarra, 21, 23, 139; Selvamayor, 27; Sigena, 155, 259; Trasobares, 255,
    257; Trinitarios, de Daroca, 306; Veruela, 169, 211, 258.
    Moncayo, 62, 195, 211, 244, 257, 258, 324.
    Monedas: aragonesa, 328; mazmudinas, 126; morabetinos, 126, 209; morabetinos aiars, 126; morabetinos alfonsinos, 126; morabetinos lupinos, 126; siclos de plata, 88.
    Monegros, 55, 155, 259, 263, 283.
    Monreal del Campo (T), 65, 197, 230.
    Montalbán (T), 170, 173, 183. Monte Mayor (antigua Luna), 38. Monte Perdido, pico, 77.
    Montearagón, monasterio, 99, 169, 309, 323.
    Monteros: reales, 97.
    Monterroso, 103.
    Monler, santuario, 260.
    Monsalvat (Vid. San Juan de la Peña). Montpellier, 115, 301.
    Monzalbarba (Z), 166, 305.
    Monzón (H), 39, 44, 77, 83, 106, 107, 116, 118, 119, 122, 126.
    Mora: 65; de Albarracín, 220; de la Basa, 202; Bastarás, 203; Borja, 232; Gallur, 226;
    Guadalaviar, 200; Guarrinza, 190; Luesia, 238; Rasal, 208, 234; Sabiñán, 237; Sallaón, 204; Saravillo, 206; Sena, 236; Siresa, 207; Tarazona, 225; Aixa, de Albarracín, 193; Aixa, de Aquilué, 233; Calila, de Ricla, 228; Fátima, de Mora, 73; Serena Alma, de Gallur, 227; Zaida, de Cella, 192; Zoraida, de Teruel, 205.
    Mora de Rubielos (T), 73, 74, 280.
    Morata (Z), 174.
    Morella, 100, 132, 163, 261.
    Morería de: Pina, 250; Zaragoza, 47, 49, 235.
    Morilla de Ilche (H), 256. Mosqueruela (T), 76, 124.
    Mozárabes: 13, 15, 20, 42, 60, 61, 137, 152; Cretas, 68; Daroca, 219; Huesca, 240; La
    Almunia, 223; Loarre, 1; Peralta de la Sal, 218; Tamarite, 210; Tarazona, 244;
    Trasobares, 255, 257; Zaragoza, 243, 305, 341; Pedro Cardona, valenciano, 78.
    Mudéjares: 49, 194, 205, 208, 230; Borja, 232; Langa, 229; Pina, 250; Tamarite, 210;
    Zaragoza, 235; Ainés, turiasonense, 249; alcaide de Graus, 221; Tocón, 229.
    MUDIELOS, hermanos, 34. Muela, en Teruel, 70.
    Muela de San Juan, 188, 200.
    MUHAMMAD BEN MARDANIS, llamado rey Lobo, 231. MUHAMMAD BEN MAXIN, de Zaragoza, 12.
    MULEY TAREC, gobernador moro de Valencia, 347. Munébrega (Z), 282, 354.
    Muniesa (T), 247.
    Muralla: Alagón, 50; Aguilar de Alfambra, 66; Albarracín, 193; Báguena, 175, 176;
    Bijuesca, 53; Bueña, 177; Calatayud, 215; Constantinopla, 351; Daroca, 58, 146,
    175, 189; Ejea, 156; Fraga, 63; Fuentes de Jiloca, 174; Huesca, 34, 95, 140; Lizana, 165; Mora de Rubielos, 74; Muela de San Juan, 188; Pomar, 116; Teruel, 178;
    Valencia, 79; Zaragoza, 47, 48, 56, 172, 300, 305.
    Murcia, 59, 63, 64, 231.
    Murero (Z), 15.
    Muret, batalla, 119.
    MURID OMED, moro de Daroca, 57.
    Música: flauta, 67; tamboril, 161; trompeta, 161. MUSTAFA, alcaide moro de Monreal, 230.
    MUZA, 8, 10, 18, 189.
    Nájera, corte de, 91.
    Nápoles, 130, 160, 161, 314, 349.
    Narbona, 343; obispo de, 79; Aimerico de, 28.
    Navarra, 19, 51, 90, 126, 163, 177, 186, 314.
    Navas de Tolosa, batalla, 137, 155, 274.
    Niablas, despoblado, 342.
    Nimes (Francia), 343. Noguera Ribagorzana, río, 21. Nonaspe (Z), 68, 142.
    Novillas (Z), 5.
    Nuestra Señora: Alegría: Barcelona, 122; Monzón, 122; Aliaga: Muniesa, 247; Ángeles:
    Albentosa, 123; Cubel, 80; Pedrola, 168; Zaragoza, 351; Antigua: Monzalbarba,
    305; Bario: Bestué, 3;
    Blanca: Piedra, 317;
    Cantal: Oliete, 85; Capítulo: Trasobares,
    255, 257; Castillo: Alagón, 50; Aniñón, 307; Belmonte, 6; Bijuesca, 53; Cerro: Castejón de las Armas, 134; Cigüela: Torralba, 20; Encontrada: Chía, 248; Fuente: Peñarroya de Tastavíns, 339; Fuentes: Lanaja, 263; Guía del Guerrero: Cubel, 80; Huerta: Arándiga, 337; Huesca, 304; Magallón, 166, 321; Humillada: Calanda, 61; Jerusalén: Inogés, 352; Linares: Benabarre, 292; Magallón: Leciñena, 166; Mar: Munébrega, 354; Mártires: Atea, 15; Mayor: Zaragoza, 8, 12, 166, 198, 269; Milagro: Zaragoza, 300; Miramonte: Biscarrués, 33; Monler: Sástago, 260; Mora: Peralta de la Sal, 32; 218; Nieves: Bujaraloz, 336; Oliva: Ejea, 46; Olivar: Estercuel, 261;
    Zaragoza, 275, 300; Palacios: La Almunia, 223; Peña: Aguilar de Alfambra, 66; Pilar: Zaragoza, 61, 135, 153, 160; Portillo: Zaragoza, 47, 166; Pueyo: Barbastro, 256;
    Ríos: Rasal, 208; Rosario: Zaragoza, 276; Sagrada: Monzalbarba, 166, 305; Salas:
    Huesca, 232, 304; Silla: Lagueruela, 121; Tocón: Langa, 229; Veruela: Veruela, 258;
    Victoria: Jaca, 19; Villarroya: Villarroya, 310; Zaragoza la Vieja: El Burgo, 243, 341.
    NUNILO, santa, 240.
    NUÑO ÁLVAREZ DE LARA, conde, 43.
    OBAIDALA, señor moro de Alacón, 196.
    Obispo: Acisclo, 239; Albarracín: Martín, 143; Barbastro: Ramón, 271, 272, 273, 299;
    Conserans: Licer, 274; Huesca: Esteban, 271, 272, 273, 299; Jaca: Fortún, 88; Narbona, 79; Pallars: Atón, 23; Pamplona: Guillermo, 48; Ribagorza: 16; Sevilla: san
    Leandro, 319; Zaragoza: 93, 125; Bencio, 8, 16, 93, 298; Ciriaco, 319; García, 171;
    Paterno, 93.
    Oliete (T), 85.
    Olite (Navarra), 160.
    Olsón, sierra, 13.
    OMAR, alarife turolense, 205.
    OMAR BEN AHMED, jerife, 58.
    Onda, 39.
    Ontiñena (H), 344.
    Orden: Órdenes Militares, 152, 199; Banda, 160; Calatrava, 68, 137; Císter, 257, 258,
    281, 322; Dominicos, 309; Franciscanos, 98, 309, 351; Hospital o San Juan, 68,
    87, 155, 213, 259; Jarra, 161; Malta, 354; Montesa, 359; Predicadores, 275, 279,
    287, 293, 300; 315; San Agustín, 310; Santiago, 183; Temple, 65, 77, 118, 119,
    122, 227, 259; Trinitarios, 306.
    ORDERIC VITAL, cronista, 104. Ordesa, valle, 344.
    Oroel, monte, 19.
    OROSIA o EUROSIA, santa, hija de los reyes de Bohemia o Aquitania, 239. Ortilla (H), 295.
    Otal (H), 342.
    Oto (H), 342.
    OTO DE POITIERS, emir, 21.
    Oza, selva, 112.
    PALACÍN, señor de Gallur, 227.
    Palacio: Real de: Nájera, 91; Pamplona, 89; Zaragoza, 348; Albarracín, 193, 196; Daroca, 219; Lanaja, 55; Olite, 160; árabe de Zaragoza, 198; la Aljafería, 12, 43, 93,
    161, 246, 324, 350; la Alhambra, 134; la Zuda, 12; de Almanzor, en La Almunia, 223; de doña Urraca, en Soria, 100, 102; de Urriés, de los marqueses de Ayerbe, 150, 151; duque de Híjar, 157; conde de Ribagorza, en Zaragoza, 153; de Jaime I, en Mosqueruela, 124.
    Palermo, 128.
    Pallars, Atón, obispo de, 23. Palomera, sierra, 67.
    Pamplona, 19, 89, 90, 92, 94, 95, 108, 141.
    Panifico, castillo de Cercito, 82.
    Panillo, sierra, 22.
    Pano, sierra, 22, 81, 251.
    PANTALEÓN, santo, 269.
    Papa: Alejandro V, 359; Benedicto XIII, 316, 331, 355, 356, 357, 358, 359; Clemente,
    331; san Gregorio VII, 319, 320; Gregorio XII, 359; Inocencio III, 114, 119; Martín V, 359; san Sixto, 324. Paracuellos de Jiloca (Z), 174.
    Paradero o parque: de Mirabayo, en Híjar, 157. París, 23, 28, 257.
    Parroquia, barrio de Pina, antigua morería, 250. PARSIFAL, 325.
    Pastor: 33, 302; de El Burgo, 243; Fuentes de Ebro, 341; Lobera, 277; Luesia, 238; la
    Maladeta, 298; Sigena, 259, Yebra de Basa, 239; san Balandrán, 256; san Visorio,
    241; Justina, de Zaragoza, 244; Pedro Novés, 261.
    PATERNO, abad de San Juan de la Peña y obispo de Zaragoza, 93.
    Patrón: San Bartolomé (Tosos), 294; san Blas (Torrecilla de Alcañiz), 296; san Caprasio (Alcubierre), 343; san Gil (Ortilla), 295; san Ginés (Lupiñén), 295; san Macario (Andorra), 318; san Pedro Arbués (Aguilón), 294; san Sebastián (Fayón), 335; san Vicente Ferrer (Graus), 290.
    Patrona: Santa Bárbara (Tosos), 294; santa Pelagia (Cretas), 68; santa Tecla (Cervera de la Cañada), 297.
    PEDRO, santo, 289, 319; abad de San Pedro de Tabernas, 90; fray, 78; señor de Mediano, 14; habitante de Zaragoza, 275; doncel, hijo de Ato Garcés, 100; infante de Aragón, luego Pedro I, 320.
    PEDRO [I], rey de Aragón, 34, 35, 36, 37, 39, 44, 95, 96, 106, 140, 273; rey de Castilla, 174, 175, 176, 177, 178.
    PEDRO [II], rey de Aragón, 114, 115, 118, 119, 122, 126, 155, 274, 303.
    PEDRO [III], rey de Aragón, 120, 127, 128, 129, 180, 349, 350.
    PEDRO [IV], rey de Aragón, 146, 169, 174, 177, 178, 336, 347.
    PEDRO AHONES, noble aragonés, 125. PEDRO ALFONSO, 345.
    PEDRO ARBUÉS, santo e inquisidor, 294, 314. PEDRO ATARÉS, señor de Borja, 106, 108, 258.
    PEDRO DE AZAGRA, señor de Albarracín, 231. PEDRO DE BIOTA, 142.
    PEDRO CARDONA, mozárabe de Valencia, 78.
    PEDRO FERNÁNDEZ DE AZAGRA, 167; señor de Albarracín, 145. PEDRO GIL, escudero del Cid, 246.
    PEDRO GILBERT, alcaide de Daroca, 175. PEDRO GONZÁLEZ DE LARA, 102.
    PEDRO MARTÍNEZ DE BOLEA, camarero real, 349.
    PEDRO MARTÍNEZ DE LUNA (Vid. Benedicto XIII).
    PEDRO NOVES, pastor, 261.
    PEDRO RUIZ DE AZAGRA, señor de Albarracín, 45, 143. PEDRO SEGURA, 167.
    PEDRO DE SESÉ, 90. PEDRO TIZÓN, 106.
    PEDRO DE URREA, noble aragonés, 172. Pedrola (Z), 168.
    PELAGIA, santa, patrona de Cretas, 68.
    PELEGRÍN DE ATROCILLO, noble, 165.
    Peña, castillo, 126.
    Peña del Morrón, en La Iglesuela del Cid, 41. Peñacil (o Peña del Cid), en Montalbán, 170, 183. Peñalba (H), 283.
    Peñalén (Navarra), 141. Peñarroya de Tastavíns (T), 339.
    Peñíscola, castillo, 316, 355, 356, 357, 358, 359. Peralta de Alcofea (H), 39.
    Peralta de la Sal (H), 32, 218. Perarrúa (H), 279, 299.
    Peregrino: De Alcolea, 266; Boltaña, 267; Castiello de Jaca, 268; Monzón, 118; conde francés, 154; Alvarado, de Daroca, 216; Blasco de Alagón, 147; García Aznárez, 320; san Gregorio, san Juan, san Licer y san Pantaleón, 269; san Marcial, 265.
    PEREGRINO DE CASTILLAZUELO, 106.
    Perpignan, 158, 331, 343, 356.
    PETRONILA, reina de Aragón, 107, 113, 257.
    Piedra, monasterio, 145, 182, 281, 309, 317; río, 145. Piedra del Moro, 32.
    Piedratajada, batalla, 33.
    Pina (Z), 250.
    Pirineos, 190, 207, 239, 241, 253, 269, 270, 274, 298, 324, 325, 326, 343, 346.
    Pisa (Italia), 359.
    Pitilla (Navarra), 126.
    Plagas: De la langosta en: Arándiga, 337; Fuentes de Ebro, 341; Tauste, 334. Plan (H), 202.
    Plaza: De Aínsa, 291; Alta, de Ayerbe, 150; Mercado, de Calatayud, 286; Mercado, de Teruel, 329.
    Poitou, conde de, 106, 107. Pomar de Cinca (H), 116. Portalé, puerto de montaña, 138.
    Portento: 301, 302, 307, 308, 309, 310, 311, 312, 313, 314, 315.
    Portugal, 180, 314.
    Posada: Mora de Rubielos, 280; cerca de Sariñena, 263. Pota del Caballo, 40.
    PRADO, noble gallego, 103.
    Presa hidráulica: Almonacid de la Cuba, 86. PRIMITIVO, mártir, 64.
    Provenza, 119.
    Puebla de Fantova (H), 279.
    Puente: Calanda, del Cid, 40; Mediano, 14; Teruel: san Francisco, 181; doña Elvira, 181. Puerta: Barcelona: San Ibo, en la catedral, 122; Calanda, de Valencia, 61; Calatayud, de Zaragoza, 286; Graus, de Chinchín, 222; Teruel, de la Traición, 178; de Zaragoza, 178; Zaragoza, Cinegia, 8; Oriente, 8; Quemada, 305; Valencia, 48.
    Puerto de mar: Barbastro, 28; Ragusa, 351.
    Puerto de montaña: Dachera, en Guarrinza, 190; Tena, 186. Puértolas (H), 3.
    Puebla de Castro (H), 222. Pueyo, santuario, 256.
    Pueyo de Araguás (H), 22. Punta la Mora, en Luesia, 238.
    Purroy (Z), 262.
    Puyarruego (H), 3.
    Queiles, río, 180.
    QUELO, habitante de Fayón, 335. Quemada, puerta de Zaragoza, 305. Quicena (H), 323.
    QUITERIA, santa, 119, 122.
    Ragusa, puerto, 351.
    RAMIRO, infante pamplonés, 141; habitante de Mosqueruela, 76. RAMIRO [I], rey de Aragón, 24, 91, 92, 93, 94, 105, 221.
    RAMIRO [II], rey de Aragón, 106, 107, 108, 109, 110, 111, 112, 257.
    RAMIRO GARCÉS, infante de Pamplona, 43.
    RAMIRO SÁNCHEZ, señor de Monzón, 119.
    RAMÓN, conde, 21; infante pamplonés, 141; conde de Provenza y primo de Jaime I, 119.
    RAMÓN [II], conde de Ribagorza, 154.
    RAMÓN BERENGUER [IV], conde de Barcelona, 65, 257.
    RAMÓN GUILLERMO o SAN RAMÓN, santo, obispo de Barbastro, 271, 272, 273, 299.
    Rasal (H), 208, 234.
    Reina: Agnes, esposa de Ramiro II de Aragón, 107; Alba, mujer del Rey Lobo, 231; Blanca de Navarra, mujer de Juan II, 163; Constanza, mujer de Pedro III, 128, 180; Elisenda de Moncada, mujer de Jaime II, 130; Estefanía, de Pamplona, 94; Isabel de Aragón, reina de Portugal, 180, 250; Isabel la Católica, 133, 153; Juana Enríquez, mujer de Juan II, 133, 163; María, esposa de Pedro II, 115; María, mujer de Alfonso V, 161, 311; María de Lusignan, mujer de Jaime II, 130; Petronila, de Aragón, 107, 113, 257; Sancha de Castilla, mujer de Alfonso II, 155, 259; Urraca, de Castilla, 98, 99, 100, 102, 103, 105, 156.
    Reino: De Albarracín, 200; Granada, 134; Monzón, 116; Pomar, 116. Redonda, monte de la, 261.
    Relicario: Alfonso I, 64; Jaime I, 321; Montearagón, 323; Samper de Salz, 322; San Juan de la Peña, 324, 325.
    Reliquia: 16, 64, 319, 320, 321, 322, 323, 324, 325.
    Rey: Albarracín, 246; Almería, 320; Francia, 331, 349; Nápoles, 349; Sarakosta, 246; Sevilla, 320; Sobrarbe, 82; Abderrahmán, de Huesca, 36; Abdel-Mech, de Zaragoza, 43; Abu Zeyt, de Valencia, 78, 125; Ahmed ben Abd al Malik, de Rueda de Jalón, 59; Alcadir, de Valencia, 197; Alfonso [I], de Aragón, 5, 6, 15, 34, 43, 46,
    47, 48, 49, 50, 52, 53, 54, 55, 56, 57, 58, 59, 60, 62, 63, 64, 68, 95, 97, 98, 99, 100,
    101, 102, 103, 104, 105, 106, 107, 108, 110, 111, 113, 138, 141, 142, 156, 198, 229,
    243, 255, 257, 258, 259, 266, 271, 272, 273, 346; Alfonso [II], de Aragón, 66, 68,
    70, 71, 74, 76, 113, 144, 155, 199, 259; Alfonso [III], de Aragón, 120; Alfonso [IV],
    de Aragón, 130; Alfonso [V], de Aragón, 131, 132, 160, 161, 173, 311, 314, 316,
    324, 330, 334; Alfonso [VI], de Castilla, 101; Alfonso [VII], de Castilla, 59, 63; Alfonso [VIII], de Castilla, 155; Al-Motamid, de Sevilla, 320; Almugdavir, de Zaragoza, 93; Amad Dola, de Zaragoza, 198; Arturo, de Inglaterra, 325; Bucar, 45; Carlos [II], de Nápoles, 130; Dionís, de Portugal, 180, 350; Eduardo, de Inglaterra, 129; Enrique [III], de Castilla, 161; Fernando [I], de Aragón, 131, 132, 171,172, 283, 288, 355, 356, 358; Fernando [I], de Castilla, 24, 91, 92; Fernando [II],
    de Aragón, 133,134, 135, 153, 209, 263, 314; García [III], de Navarra, 91, 92, 93, 94, 108; García Íñiguez, de Pamplona y Sobrarbe, 19, 89, 90; García Jiménez, de Sobrarbe, 17, 253; García Sánchez [II], de Pamplona, 88; Ginfar Amad, de Rueda de Jalón, 43; Glafar, de Rueda de Jalón, 43; Hugo de Lusignan, de Chipre, 130; Íñigo Arista, de Pamplona y Sobrarbe, 22, 90; Jaime [I], de Aragón, 75, 76,77, 78, 79, 86, 115, 116, 117, 118, 119, 120, 121, 122, 123, 124, 125, 157, 158, 165,
    301, 321, 322, 328; Jaime [II], de Aragón, 130, 329; Juan, de Navarra, 314; Juan,
    de Portugal, 314; Juan [II], de Aragón, 133, 153, 160, 162, 163, 186, 307; Lobo, de Murcia y Valencia, 45, 231; san Luis, de Francia, 28, 128; Manfredo, de Sicilia, 128, 129; Martín [I], de Aragón, 171, 172, 215, 280, 309, 324; Mohamed Al-tabill, de Sarakosta, 191; Pedro [I], de Aragón, 34, 35, 36, 37, 39, 44, 95, 96, 106,
    140, 273; Pedro [I], de Castilla, 174, 175, 176, 177, 178; Pedro [II], de Aragón,
    114, 115, 118, 119, 122, 126, 155, 274, 303; Pedro [III], de Aragón, 120, 127, 128,
    129, 180, 349, 350; Pedro [IV], de Aragón, 146, 169, 174, 177, 178, 336, 347; Ramiro [I], de Aragón, 24, 91, 92, 93, 94, 105, 221; Ramiro [II], de Aragón, 106,
    107, 108, 109, 110, 111, 112, 257; Sancho [II], de Castilla, 94; Sancho [III] el Mayor, de Pamplona, 91; Sancho [IV], de Pamplona, 141; Sancho [IV], de Castilla, 349; Sancho [VII], de Navarra, 126, 155; Sancho Garcés, de Pamplona y Sobrarbe, 22, 89, 90, 136, 319; Sancho Ramírez, de Aragón, 26, 27, 30, 33, 34, 38, 44,
    94, 95, 138, 140, 141, 255, 257, 320.
    Ribagorza, 13, 16, 21, 23, 32, 92, 93, 153, 160, 298, 299.
    Ribota, río, 20.
    Ricla (Z), 78, 223, 228.
    Riguala (H), 13.
    Ríos: Aguasvivas, 86; Alcanadre, 55, 236, 259, 266, 271, 344; Algás, 68; Ara, 17, 267,
    291, 342; Aragón, 19, 101, 252; Aranda, 337; Arba de Biel, 38; Arba de Luesia,
    238; Aurín, 254; Cea, 64; Cinca, 3, 14, 17, 22, 31, 55, 64, 116, 122, 139, 191, 204,
    262, 266, 271, 291, 340; Clarés, 20; Ebro, 2, 3, 4, 5, 9, 12, 13, 20, 24, 32, 33, 39,
    42, 46, 47, 50, 54, 56, 81, 94, 95, 99, 102, 104, 132, 147, 156, 169, 172, 189, 190,
    209, 212, 218, 227, 243, 255, 259, 260, 264, 266, 269, 305, 314, 319, 341, 344, 348;
    Ésera, 22, 248, 290, 315; Flumen, 111, 344; Gállego, 10, 194, 269, 274; Gas, 19;
    Guadalaviar, 72, 143, 159, 192, 200, 224, 246; Guadalete, 9; Guadalope, 296;
    Huecha, 347; Huerva, 262, 305; Isábena, 21, 290, 315; Isuela (Moncayo), 62,
    257, 337; Isuela (Pirineo), 344; Jalón, 43, 50, 56, 75, 134, 174, 215; Jiloca, 58, 174,
    175, 197, 215, 306; Martín, 85, 157; Matarraña, 68, 148; Noguera Ribagorzana,
    21; Piedra, 145; Queiles, 180; Ribota, 20; Segre, 344; Selcós, 244; Sosa, 122; Sotón, 295; Tajo, 9; Turia, 117, 178, 181, 270; Vero, 29, 30, 163, 290, 299.
    Rivas (Z), 347.
    Robres (H), 346.
    Roda de Isábena (H), 13, 272, 273, 299. RODRIGO, rey visigodo, 1; conde de Camañas, 67.
    RODRIGO DÍAZ DE VIVAR (EL CID), 24, 39, 40, 41, 45, 94, 101, 119, 192, 196, 197, 210,
    220, 224, 246.
    RODRIGO DE LIZANA, noble aragonés, 165. RODRIGO MARTÍNEZ, conde, 59.
    RODERICO DE MUR, caballero grausino, 222. ROLDÁN, 2, 344; descendiente de Roldán, 111.
    Roma, 96, 114, 147, 271, 319, 320, 324, 325, 358, 359.
    Romería: Santa Quitería, 340. ROQUE, santo, 278, 338.
    Rosario: 275, 276, 302.
    Rosellón, 174.
    Royuela (T), 143. Rubielos de Mora (T), 73.
    Rueda, monasterio, 147, 264.
    Rueda de Jalón (Z), 43, 59.
    Sabiñán (Z), 237.
    Sabiñánigo (H), 138.
    Sagunto, 65.
    Sahla, 196.
    Salerno, 96.
    Salinas de Hoz (H), 334. Sallaón, collado, 204.
    Sallent de Gállego (H), 138. Samper del Salz (Z), 322.
    San Beltrán de Comminges, 265. San Clemente, peña, 279.
    San Francisco, puente de Teruel, 181. San Juan, sierra, 19.
    SAN JUAN, Orden, 68, 155.
    San Juan de Mozarrifar (Z), 269.
    San Juan de la Peña (H), 17, 19, 81, 88, 93, 104, 136, 251, 252, 253, 313, 320, 324,
    325.
    San Lázaro, próximo a Teruel, 71.
    San Martín de Cercito, monasterio, 82, 254. San Miguel, peña, 111.
    San Miguel de Aralar, santuario, 96.
    San Pedro de Siresa, monasterio, 82, 97, 207, 254, 255, 257, 319, 324.
    San Pedro de Tabernas, monasterio, 16, 90, 324. San Pedro de Torrecilla, 94.
    San Ponce de Tomeras, monasterio, 107, 110. San Salvador, ermita, 116.
    San Vicente, ermita de Monzón, 119. San Vicente de Labuerda, 241.
    SANCHA, reina de Aragón y mujer de Alfonso II, 155, 259; Ava, condesa de Ribagorza, 154.
    SANCHA LÓPEZ, mujer de Pelegrín de Atrocillo, 165. SANCHA MARTÍNEZ DE MARCILLA, 173.
    SANCHO, infante de Pamplona, 43; hijo de Sancho [III] el Mayor y conde de Ribagorza, 92; conde castellano, 95; infante, hijo ilegítimo del rey García de Pamplona, 94; hijo de Garcí Fernández, 154; abad de San Juan de la Peña, 320.
    SANCHO [II] GARCÉS (ABARCA), rey de Pamplona, 22, 89, 90, 136, 319; rey de Sobrarbe, 22.
    SANCHO [II], rey de Castilla, 94.
    SANCHO [III] EL MAYOR, rey de Pamplona, 91. SANCHO [IV] DE PEÑALÉN, rey de Pamplona, 141. SANCHO [IV], rey de Castilla, 349.
    SANCHO [VII] EL FUERTE, rey de Navarra, 126, 155. SANCHO FERNÁNDEZ DE HEREDIA, 353.
    SANCHO FRAGO, habitante de Magallón, 166.
    SANCHO RAMÍREZ, rey de Aragón, 26, 27, 30, 33, 34, 38, 44, 94, 95, 138, 140, 141, 255,
    257, 320.
    SANCHO DE RAVANERA, de Daroca, 65. SANCHO SÁNCHEZ MUÑOZ, caballero, 70.
    Sangüesa (Navarra), 186. Santa Isabel, sierra, 10. Santa Cruz, monasterio, 90.
    Santa Cruz de la Serós (H), 81. Santa María de las Cellas, 119. Santa María de Eruson, 82.
    Santa María la Mayor, iglesia de Zaragoza, 93. Santa María de Obarra, monasterio, 21, 23, 139. Santa Quiteria, ermita de Monzón, 119.
    Santas: Águeda, 338; Alodia, 240; Ana, 353; Bárbara, 294; Elena, 242; María Magdalena, 308; Nunilo, 240; Orosia, 239; Pelagia, 68; Quiteria, 119, 122, 340; Tecla,
    297.
    Santiago, 154, 265, 266, 268.
    SANTIAGO, apóstol, 41, 269; Orden, 183. Santísimo, acampo de Zaragoza, 269.
    Santo Domingo, sierra, 277.
    Santos: Agustín, 311; Balandrán, 256; Bartolomé, 294; Bernardo, 257; Blas, 296; Caprasio, 343; Domingo, 275, 276, 277, 300, 302; Dominguito de Val, 212; Félix,
    252, 253, 313; Francisco, 351; Geraldo, 27; Gil, 295; Ginés, 295; Gregorio, 269,
    319; Indalecio, 253, 313, 320; Íñigo, 215; Jaime, 41; Jorge, 34, 36, 37, 41, 52, 338;
    Juan, 269; Juan Bautista, 251, 252, 266; Julián, 318; Leandro, 319; Licer, 269,
    274; Lorenzo, 324, 325; Macario, 318; Marcial, 265; Marcos, 87, 301; Martín, 254;
    Metodio, 239; Miguel, 48, 310, 315, 334, 341; Miguel Arcángel, 74; Miguel in Excelsis, 96; Nicolás de Bari, 314; Pablo, 289; Pantaleón, 269; Pedro, 289, 319, 324,
    331, 358; Pedro Arbués, 294; Ramón, 271, 272, 273, 299; Roque, 278, 338; Santiago, 41; Sebastián, 296, 335, 338; Sixto, 324; Valero, 270, 296, 340; Vicente, 119,
    122; Vicente Ferrer, 132, 215, 216, 217, 266, 280, 281, 282, 283, 284, 285, 286,
    287, 288, 289, 290, 291, 292, 293, 309, 315, 331, 358; Victorián, 36; Visorio, 241;
    Voto, 252, 253, 313.
    Santos Lugares, 354.
    Santuario: Albarracín: Nuestra Señora de los Dolores, 143; Aralar: San Miguel, 96; Atea: Nuestra Señora de los Mártires, 15; Barbastro: Nuestra Señora del Pueyo, 256; Biescas: Santa Elena, 242; Ibieca: San Miguel de Foces, 213; Huesca: Nuestra Señora de Salas, 232, 304; de Monler: 260; Monzalbarba: Nuestra Señora de la Antigua, 305; Monzón: Nuestra Señora de la Alegría, 122; y San Vicente y Santa Quiteria, 119, 122; Selgua: San Salvador, 116; Velilla de Ebro: San Nicolás de Bari, 314; Zaragoza: Nuestra Señora del Olivar, 275; y San Miguel de los Navarros, 48.
    Saona, 331.
    Saravillo (H), 202, 206.
    Sariñena (H), 263.
    Sasa (H), 342.
    Saso, fuente, en Monzón, 118, 119, 122.
    Sástago (Z), 147, 260, 263.
    SEBASTIÁN, santo, 296, 335, 338; vaquero de Soria, 244.
    SEGISMUNDO, emperador, 356, 359.
    Segorbe, 197, 301.
    Segre, río, 344.
    Seira (H), 16.
    Selcós, río, 244.
    Selgua (H), 116.
    Selva, Oza, 112.
    Selvamayor, monasterio, 27.
    Sena (H), 236.
    Sens (Francia), 343.
    Señés (H), 90.
    Señor: Alacón: Obaidalá, 196; Albarracín: 159, 167; Abdelmelic ben Razín, 196; Abú Meruán, 192; Pedro de Azagra, 231; Pedro Fernández de Azagra, 145; Pedro Ruiz de Azagra, 45, 143; Alcorisa: Lope de Albero, 165; Amezcoa y Abárzuza: García Jiménez, 253; Atarés: 88; Barbastro: Ato Garcés, 100; Borja: Pedro Atarés, 106,
    108, 258; Camañas: Rodrigo, 67; Castro de Malavella: Arnaldo, 182; Cella: Garcí Núñez, 224; Cuarte, Cadrete y Purroy: Miguel Pérez Zapata, 262; Daroca: Alvar Pérez de Azagra, 65; Escondilla: Martín Pérez, 72; Espés:, 139; Estercuel: Gil de Atrosillo, 261; Fabara: 152; Gallur: Artal de Alagón, 227; Blasco Maza, 227; Orden del Temple, 227; Palacín, 227; Godojos: Fortuño Fernández de Heredia, 353; Híjar, 157; Latrás y Valle de Tena: 138, 320; Lérida: Al-Muzaffar, 30; Mediano: Pedro, 14; Mequinenza: conde Artal, 149; Monzón: Ramiro Sánchez, 119; Ricla: Berenguer de Entenza, 228, 301; Martín Pérez de Villel, 228; Rubielos de Mora: Alonso, 73; Sástago: Blasco de Alagón, 147, 260, 263; Somed: 182; Suelves: 84; Villel: Martín Pérez, 72.
    Señora: Fátima, de Mora, 73; Martina Pérez de Lozano, de Mombrún, Fuenclara, Las Facenas y Casasnovas, 87.
    Sepúlveda, 102.
    SERENA ALMA, mora de Gallur, 227.
    SETI MAHOMAT, alcaide moro de Villel, 72. Sevilla, 42, 320.
    Sicilia, 128, 129, 130.
    Sierra/monte: Abetito, 88; Albarracín, 188, 224, 246; Alcubierre, 343; Amán, 111; Ara-
    lar, 96; Canigó, 127; Cañarda, 199; Ciezmo, 249; Cóculo, 252; Frías, 193; Guara,
    111, 191; Ibérico, 133; Lastra, 145; Luna, 38; Maladeta, 252, 298; Morena, 80; Ol-
    són, 13; Oroel, 19, 251; Palomera, 67; Panillo, 22; Pano, 22, 81, 251; Peñacil, 170;
    Perdido, 77; Pueyo, 256; Redonda, 261; Sallaón, 204; San Clemente, 279; San
    Juan, 19, 251; San Miguel, 111; San Valero, 340; Santa Isabel, 10; Sevil, 332; Sil,
    13; Troncedo, 22.
    Sigena, monasterio, 155, 259.
    Sil, sierra, 13.
    SIMÓN DE MONTFORT, 119, 303.
    Sinagoga: Zaragoza, 212.
    Siresa (H), 2, 82, 112, 207, 319, 324, 325.
    SIXTO, papa, 324.
    SOBEYA, hija de Mohamed Altabill, 191.
    Sobrarbe, 17, 19, 22, 23, 32, 93, 136, 241, 251, 253, 326.
    Sobrepuerto, 342.
    Somed, 182.
    Somontano, 164, 218, 292.
    Somport, 268.
    Sopeira (H), 139, 327.
    Soperún (H), 23.
    Sora, castillo, 156.Soria, 100, 101, 102, 244, 300, 317.
    Sos, 248.
    Sos del Rey Católico (Z), 126, 133, 184.
    Sosa, río, 122.
    Sotón, río, 295.
    Sotonera, 295.
    Suelves (H), 84.
    SULAIMAN BEN YAQZAN BEN AL-ARABI, 2.
    Taifa: Reinos taifales, 59; Albarracín, 195, 196; Gallur, 42; Rueda, 59; Zaragoza, 43,
    52, 62, 195, 198.
    Tajo, río, 9.
    Tamarite (H), 210.
    Tarazona (Z), 56, 62, 100, 146, 177, 180, 225, 244, 249, 328.
    Tarbes (Francia), 274.
    Tarifa, 177.
    TARIK, 8, 9, 219.
    Tauste (Z), 5, 334.
    TECLA, santa, 297.
    TEMPLE, Orden, 65, 77, 118, 119, 122, 227.
    Templos: Mezquita, 2; sinagoga, 2.
    Tena, valle, 138, 186, 320.
    TEÓFILO, esclavo cristiano de Zaragoza, 198.
    Terremoto: Valencia, 131.
    Teruel, 65, 70, 71, 72, 73, 74, 76, 78, 117, 124, 125, 146, 167, 173, 174, 176, 177, 178,
    181, 205, 285, 329, 330.
    Tesoro: 42, 49, 55, 108; Ayerbe, 194; Castellote, 199; Cuevas de Cañart, 201; El Cas-
    tellar, 209; Griegos, 188; Guarrinza, 190; Monreal, 197, 230; Siresa, 207; Sos, 248;
    Tierga, 62.
    TEXUFIN BEN ALI BEN YUSUF, 104.
    Tierga (Z), 62.
    TITUREL, 325.
    TOCÓN, moro de Langa, 229.
    TODA, hija del conde Galindo, 21; mujer del conde Bernardo de Ribagorza, 23. TODA RAMÍREZ, fundadora del monasterio de Trasobares, 257.
    Toledo, 8, 9, 42, 59, 98.
    Torla (H), 344.
    Torneo: Mora de Rubielos, 73. Torralba de Ribota (Z), 20.
    Torre: Albarracín: Doña Blanca, 159; Daroca: Jaque, 9; del «caballero de la espuela» o de Cariñena, 146; Graus: Peña del Moral, 221; Teruel: San Martín, 205; San Salvador, 205; Zaragoza: Santa María la Mayor, 269; Zuda, 172.
    Torrecilla de Alcañiz (T), 296. Torrelapaja (Z), 53.
    Torrenublos, 41.
    Torrijo (Z), 53.
    Tórtoles (Z), 328.
    Tortosa, 99, 100.
    Tosos (Z), 294.
    Tozal de las Forcas, en Alquézar, 26.
    Tozal de la Mora, en Sena, 236. Tramacastilla (T), 246.
    Trasmoz (Z), 51, 126, 195, 211, 328.
    Trasobares (Z), 4, 255, 257.
    Tratado: Cazorla, 155.
    Tributo: 93, 203.
    Troncedo, sierra, 22.
    Trovador: de Barbastro, 164; de Jaime I, 158; Guzmán, 228; Manfredo, 213; Manri-
    que de Lara, 162; Pedro, 100.
    Tudela (Navarra), 5.
    Túnel: Ejea: Carasoles, 156; Corona, 156; Cuco, 156; Rueda: bajo el Ebro, 264; Tierga, 62.
    Turia, río, 117, 178, 181, 270.
    Urci, 320.
    Urgell, 132, 171, 172, 262, 283.
    URRACA, reina y mujer de García Íñiguez, 89, 90; reina y mujer de Alfonso I el Batallador, 98, 99, 100, 102, 103, 105, 156.
    Urrea (Z), 59.
    Usón (H), 319.
    Valdealgorfa (T), 278.
    Valderrobres (T), 68.
    Valencia, 45, 58, 63, 64, 71, 75, 76, 77, 78, 79, 117, 119, 121, 124, 131, 146, 171, 173,
    197, 199, 220, 231, 246, 261, 284, 301, 307, 324.
    VALERIANO, emperador romano, 324. VALERO, santo, 270, 296, 340.
    Vallibona, 339.
    Valtierra (Navarra), 209. Vaudune, Clarion de, 28. Velilla de Cinca (H), 340. Velilla de Ebro (Z), 314. Velilla de Jiloca (Z), 174.
    Vero, río, 29, 30, 163, 290, 299.
    Veruela, monasterio, 169, 211, 258.
    VICENTE, santo, 119, 122.
    VICENTE BELBÍS, de moro llamado Abu Zeyt, rey de Valencia, 78.
    VICENTE FERRER, fraile dominico y santo, 132, 215, 216, 217, 266, 280, 281, 282, 283,
    284, 285, 286, 287, 288, 289, 290, 291, 292, 293, 309, 315, 331, 358.
    VICMAR, fraile, 21.
    VICTORIÁN, santo, 36.
    Villa, despoblado, 333.
    Villafeliche (Z), 80.
    Villahermosa, ducado, 153.
    Villanueva de Sigena (H), 236, 259.
    Villar (T), 246.
    VILLARDELL, espada, 119, 120.
    Villarroya de la Sierra (Z), 310. Villel (T), 72.
    VISORIO, santo, 241.
    Vitoria, 95.
    VOTO, santo, 252, 253, 313.
    WALDO, conde e hijo de don Rodrigo, 18.
    Wali: Albarrarín, 224; Alquézar, 25; Borja, 195; Cella, 224; Jaca, 18; Tarazona, 244;
    Zaragoza, 2, 12, 20.
    WITIZA, 1.
    Yebra de Basa (H), 239, 324.
    YUSUF, alcaide moro de Camañas, 67.
    ZAFADOLA, de nombre Chafar Amad ben Hud, 59.
    ZAIDA, hija de Abú el Malek, 18; hija del alcaide de Cella, 192; de Cella, 224; la cristiana Isabel convertida en, 52.
    Zaidín (H), 340.
    Zalaca, batalla, 63.
    ZALDÍVAR, vasco, 21.
    Zaragoza, 2, 5, 8, 9,11, 12, 16, 20, 35, 36, 37, 38, 39, 42, 43, 46, 47, 48, 49, 50, 52, 53,
    54, 56, 58, 59, 60, 61, 62, 63, 81, 93, 104, 105, 113, 121, 125, 132, 133, 134, 135,
    146, 153, 156, 160, 161, 162, 165, 166, 169, 189, 191, 196, 198, 209, 212, 217, 227,
    229, 233, 235, 243, 246, 252, 260, 262, 269, 274, 275, 276, 287, 298, 300, 305, 310,
    319, 326, 331, 345, 348, 351.
    ZILA, moro de Zaragoza, 198. ZOMA, alcaide de Daroca, 219.
    ZORAIDA, hija del rey moro de Mallorca, 77; mora de Graus convertida como Marieta, 221; mora de Teruel.
    Zuda, palacio de Zaragoza, 12. Zuera (Z), 35, 191, 269, 274.
    ZULEIKA, mercader, 57.
    ZULEYA, hija del walí Abén Amed Mutamín, de Borja, 52. ZULIMA, hija del alcaide de La Puebla de Castro, 222.
    ZUMAIL, juez moro de Huesca, 240.

    ÍNDICE GENERAL
    I. INTRODUCCIÓN ..................................................................................... 5
    1. Algunas cuestiones previas ................................................................. 7
    2. Una historia paralela a través de las leyendas 13
    II. ANTOLOGÍA DE LEYENDAS 41
    1. La conquista musulmana (1/12) 43
    2. Reconquista y repoblación (13/87) 55
    2.1. Reconquista (13/80) 55
    2.2. Repoblación (81/87) 115
    3. El mundo cristiano (88/187) 123
    3.1. Los reyes (88/135) 123
    3.2. La nobleza y los señoríos (136/153) 165
    3.3. La vida cortesana (154/164) 181
    3.4. Las pugnas familiares (165/173) 190
    3.5. La guerra entre cristianos (174/178) 198
    3.6. Amores y desamores (179/187) 203
    4. El mundo musulmán (188/209) 213
    5. El mundo judío (210/217) 233
    6. Relaciones entre cristianos y musulmanes (218/250) 241
    6.1. Relaciones amistosas (218/238) 241
    6.2. Relaciones problemáticas (239/250) 260
    7. Aspectos religiosos (251/325) 271
    7.1. Los monasterios (251/264) 271
    7.2. Los peregrinos (265/269) 283
    7.3. Los santos (270/297) 288
    7.4. Los portentos (298/318) 312
    7.5. Las reliquias (319/325) 330
    8. Aspectos socio-culturales (326/359) 337
    8.1. La Justicia (326/331) 337
    8.2. Plagas y epidemias (332/342) 342

    Índice general
    8.3. La cultura (343/348) 352
    8.4. Aragoneses allende las fronteras (349/353) 357
    8.5. Aragoneses con personalidad (354/359) 362
    III. BIBLIOGRAFÍA 369
    IV. ÍNDICES 379
    1. Índice de leyendas 381
    2. Índice de lugares de origen 391
    3. Índice analítico 397

    ALGUNAS CUESTIONES PREVIAS

    La reconstrucción histórica se ha basado fundamentalmente en las fuentes documentales escritas (en general, las emanadas del poder establecido) y en las arqueológicas, pero cada vez van adquiriendo mayor empuje otro tipo de fuentes y ayudas, como las que proporcionan la arqueología industrial, la elaboración seriada y estadística de datos, la fotografía, los exvotos, la cartografía histórica, etc. Entre las que últimamente han adquirido un fuerte vigor en Aragón están las leyendas, transmitidas oralmente, en principio, pero recogidas ya la mayor parte por escrito en un momento determinado, aunque en los medios de difusión más variopintos, dispersos o inalcanzables.
    Aunque todavía quedan bastantes por plasmar en letra impresa, es habitual hallar leyendas escritas sueltas en programas de fiesta, hojas parroquiales, revistas escolares, boletines municipales, novelas, cuadernos culturales, prensa e incluso intercaladas en libros de temática diversa. Algunos medios de información incorporan de cuando en cuando colaboraciones sueltas en las que aparecen firmas habituales, como las de Salvador Gisbert (siglo XIX), Rafael Andolz, Víctor Azagra, Manuel Iglesias, etc.
    Por otra parte, si en los cincuenta y siete años que median entre 1929 y 1986 aparecieron al menos cinco libros monográficos sobre leyendas (José Beltrán, Tradiciones y leyendas de Daroca, 1929; César Tomás, Leyendas y tradiciones de la sierra de Albarracín, 1954; Jaime de Caruana, Relatos y tradiciones de Teruel, 1965; Lucía Dueso, Leyendas de l’Alto Aragón, 1985; y Juan Domínguez Lasierra, Aragón legendario, 1984-86), en los siete últimos años —19901996— han visto la luz no menos de siete monografías (Antonio Beltrán, Leyendas aragonesas, 1990; Francisco Lázaro, El bardo de la memoria. Historias y leyendas turolenses, 1992; Alberto Serrano, Guía mágica de la provincia de Teruel, 1993; Rafael Andolz, Leyendas del Pirineo para niños y adultos, 1994; Alberto Serrano, Historia fantástica del viejo Aragón, 1994; José Ramón Marcuello, Mitos, leyendas y tradiciones del Ebro, 1996; y Alberto Serrano, El Moncayo, fantástico, legendario y misterioso, 1996), cuya lectura recomiendo por el atractivo que encierran.
    Es en este contexto en el que hemos intentado aportar una antología de leyendas históricas aragonesas de temática medieval —trescientas cincuenta y nueve concretamente—, que nos pueden permitir esbozar una jugosa historia paralela del Aragón medieval a través de la leyenda, puesto que las hay desde las que explican a su manera la conquista musulmana o el posterior proceso reconquistador y repoblador cristiano, pasando por nuestros reyes, la nobleza y los señoríos, la vida cortesana, las pugnas familiares, las guerras entre cristianos, los amores y desamores. También retratan el mundo musulmán y el judío, así como las relaciones entre cristianos y moros, sin olvidar los aspectos religiosos (los monasterios, los peregrinos, los santos, los portentos y las reliquias) y los socio-culturales (la justicia, la cultura, las plagas y epidemias, los aragoneses allende las fronteras y los aragoneses con personalidad), todo ello en el marco cronológico que va del siglo VIII al XV.
    Por otra parte, el presente trabajo nació con vocación didáctica y, a pesar de las vicisitudes sufridas, pretende tener también una aplicación didáctica, pues gracias a las conclusiones extraídas hoy creemos estar en condiciones de aportar resultados, aunque sea en otro momento y en otro lugar, para su aplicación en el aula.
    Originariamente, el trabajo consistía en lograr que algunos profesores, en varios colegios e institutos, recogieran con sus alumnos leyendas de sus respectivas comarcas para trabajarlas en clase, y no fueron pocas las aportaciones recibidas allá por el año 1982, pero los resultados obtenidos, individualmente considerados, fueron escasos.
    Se involucraron bastantes centros educativos —a cuyos profesores y alumnos agradezco su inestimable colaboración—, que no sólo hicieron una importante tarea recopiladora sino que, además, trabajaron en las aulas con el material conseguido. Sus aportaciones quedan patentes en cada leyenda lograda por esta vía, que vienen a suponer un 4,8% del total de las referencias, pues otras muchas propuestas no eran leyendas, se salían del marco temporal de la Edad Media o ya habían sido fijadas en algún tipo de texto escrito. A este grupo de narraciones recogidas por vía oral en los centros hay que añadir las conseguidas personalmente que no estuvieran publicadas o no tuviera constancia de ello, lo que supone otro 8,6%, de modo que las 59 aportaciones meramente orales a la obra suponen un 13,4% del total.
    Todo esto significa que el 86,6% de las narraciones que presentamos (antes o después, desde el siglo XIII hasta el XX) ya se habían fijado en textos escritos, aunque muchas veces hayan sido difíciles de detectar. La pluralidad de fuentes es enorme, lo que nos obliga a reagruparlas:
    De libros específicos sobre leyendas se han tomado 55 referencias, lo que supone un 12,5% del total.
    Un 0,4% (2 referencias) han sido tomadas de manuscritos de los siglos
    XII y XIII.
    Un 0,9% (4) son leyendas incrustadas en canciones de gesta.


    Un 3,5% (16) han sido localizadas en crónicas medievales de los siglos
    XIII (5), XIV (9) y XV (2).
    El romancero ha aportado un 1,4% (6 referencias).
    En diversas historias generales de España hemos hallado un 10,4% del total, 2 del siglo XVIII y 10 del XX.
    Diversos libros de historia sobre Aragón han aportado el 18,2% del total de referencias: siglo XVI (7), XVII (3), XVIII (44), XIX (8) y del XX (18).
    Las historias de comarcas han contribuido en un 6,5%, distribuidas así: siglo XVII (2), siglo XIX (23) y siglo XX (4).
    Las historias locales han supuesto un 11,1% de aportaciones: del siglo
    XVIII (3), del XIX (8) y del XX (38).
    En libros sobre historias personales o familiares se ha recogido un 6,3%: del siglo XVII (2), del XVIII (10), del XX (16).
    En libros de temática general sobre Aragón se han tomado 21 referencias, lo que significa un 4,7% de la totalidad.
    De libros generales atípicos, 2 (un 0,4%).
    Las revistas, a pesar del enorme esfuerzo de búsqueda, sólo han significado un 8,6%, 7 del siglo XIX y 31 del XX.
    Una fuente que a priori se vislumbraba importante era el periódico, pero la realidad ha sido bien distinta, pues la mayor parte de las leyendas presentadas ya habían aparecido escritas con anterioridad en otros de los medios enumerados. Al siglo XIX pertenecen 3 (un 0,7%) y al XX, 31 (un 7%) del total.
    Como en el caso anterior, los programas de fiestas han sido parcos en resultados, pues únicamente se han tomado 3 referencias, un 0,7%.
    Exactamente igual se puede decir de los periódicos escolares, que han aportado 3 referencias (un 0,7%).
    Por último, permítaseme abrir un capítulo de varios, con 11 referencias o, lo que lo mismo, un 2,4% de aportación.
    Está claro, por lo tanto, que un enorme porcentaje de las leyendas aragonesas de temática medieval, o al menos las que en esta obra quedan recogidas —cerca de un 90%, un 86,6% exactamente— han alcanzado antes o después la letra impresa. Ello quiere decir que, si pretendemos ampliar el 13,4% de las que no lo han sido, a este esfuerzo, que ha sido grande, se debe sumar el de todos, pues donde menos se espera puede aparecer una joya ignorada. En este sentido, esta aportación queda abierta por inacabada.
    Todos y cada uno de los textos ofrecidos —unos conocidos, otros novedosos— son igualmente queridos para el recopilador, que ha tenido que meditar sobre cada uno de ellos (tarea en la que, en parte, han colaborado

    Teresa Sas, del Instituto de Estudios Altoaragoneses, y mi hija María) y proponer una redacción cuidada para no perder datos e intenciones y ajustarlos todos a una medida estándar, lo cual ha supuesto no pocas dificultades.
    Pero no todas las leyendas han tenido la misma fortuna en su devenir. Unas han pasado de puntillas en libros apenas leídos, otras yacen enmascaradas en crónicas de los siglos XIII al XV («Crónica de los Estados Peninsulares», «Chronica Adefonsi imperatoris», «Crónica de los Reyes de Navarra», «Crónica de Pedro Valencia», «Crónica de Desclot», «Crónica de Muntaner», «Crónica latina de los Reyes de Castilla», «Crónicas Anónimas de Sahagún», «Primera Crónica General» y «De rebus Hispaniae» de Ximénez de Rada, entre otras), textos de donde ha habido que arrancarlas. Unas son casi coetáneas al momento al que se refieren, otras son muy posteriores, incluso de pleno Romanticismo; unas son cultas, otras populares. No obstante, todas pretenden dar sentido a hechos y situaciones concretos.
    Un buen puñado de leyendas debieron ser cantadas o glosadas por trovadores y juglares, puesto que, al menos con certeza cuatro, dieron origen a canciones de gesta, y otras tres con mucha probabilidad. De una canción de gesta del siglo XIV nace, o ella misma da origen a la canción, la toma de Zaragoza por Carlomagno y Roldán [leyenda 4] —a lo largo de los 1.410 versos conservados—, con un argumento absolutamente fantástico. El conde Bernardo de Ribagorza, que gobernó a principios del siglo X, dio origen, asimismo, a un relato épico [21, 23], como lo orignaran el sitio de Barbastro por los cruzados en 1064 (canción de 7.392 versos, de finales del siglo XII o comienzos del XIII, narración fantástica donde las haya) [28], y la muerte de Sancho Ramírez ante los muros de Huesca [95]. Prosificada nos ha llegado la canción de gesta que narra la elección de Ramiro II como rey de Aragón [106], mientras alcanzaba más fortuna a través de los siglos, en canción de gesta redactada hacia 1224-1227, la famosa «Campana de Huesca» [110]. Por último, un posible cantar de gesta narró el enfrentamiento de Pedro de Ahones con el rey Jaime I y la muerte de aquel noble [125].
    Otras leyendas alcanzaron tal notoriedad que dieron origen nada menos que a los cuarteles del escudo de Aragón. La victoria de las tropas de García Jiménez en Aínsa, estimuladas por la aparición de una cruz roja sobre una encina [17], es una de ellas, como también lo es la cruz blanca sobre fondo azul, cruz que alentó y guió a los guerreros de Íñigo Arista en Araguás [22], mientras que las cuatro cabezas del tercer cuartel representan a las de los jefes moros que quedaron segadas tras la batalla de Alcoraz [37].
    En torno a la religión, hoy podemos recogernos en la iglesia de San Miguel de los Navarros zaragozana, que recuerda la ayuda del santo en la reconquista de Zaragoza [48], o podemos venerar a santo Dominguito de Val, asesinado por los judíos, porque una luz cegadora delató dónde estaba enterrado su cuerpo [212]. Por otro lado, aunque no fueron los únicos que se originaron, los Corporales de Daroca se basan en una bella tradición legendaria [301], como el importante «voto» que múltiples pueblos de Aragón ofrecieron a los restos de san Indalecio traído desde al-Andalus hasta San Juan de la Peña [320], mientras que el Santo Grial todavía se puede venerar hoy en la seo valenciana, tras haber permanecido en el monasterio pinatense y en la Aljafería [324, 325], y haber dado origen a la célebre ópera Parsifal. Por fin, celebrado fue en toda la Península, pero sobre todo en Portugal y en Aragón, el portento obrado por santa Isabel de Portugal, la reina que naciera en el palacio de la Aljafería, al trocar en rosas las monedas que no quiso que viera su marido [350].
    Importante para los aragoneses fueron sus Fueros y el Justicia de Aragón, ambos fundamentados en una narración legendaria [326], como lo es el famoso «Torico» turolense [70], o el «Primer viernes de mayo» jacetano, que conmemora anualmente la victoria del conde Aznar sobre los musulmanes, ayudado por las mujeres jacetanas y por la Virgen de la Victoria [19].
    Por último, los amores de Manrique de Lara, el «Trovador» prisionero de la Aljafería, inspirarían al italiano Verdi su ópera «Il Trovatore», representada en todo el mundo [162], mientras que otros enamorados, los
    «Amantes de Teruel» se han convertido en espejo mundial donde se miran quienes viven amores atormentados [167].

    Pero si estas y algunas otras leyendas han alcanzado fortuna y fama, con la suma de todas las demás, incluida la más modesta, es posible ensamblar una historia paralela, aunque legendaria, del Aragón medieval, una historia menos fiel que la tramada por otro tipo de fuentes, sobre todo las escritas, pero mucho más jugosa, la historia que esbozamos a continuación.

    1. UNA HISTORIA PARALELA A TRAVÉS DE LAS LEYENDAS

    1. LA CONQUISTA MUSULMANA

    La presente historia comienza cuando un grupo armado de musulmanes atraviesa el estrecho de Gibraltar para apoyar a uno de los dos bandos políticos que se disputaban el trono hispanogodo. En menos de diez años, la administración cambió por completo y los musulmanes se extendieron como un reguero de pólvora por toda la Península. Pues bien, nuestra historia, la tejida con las trescientas cincuenta y nueve leyendas que siguen, ya nos reserva una de ellas para estos momentos iniciales y no pequeña: el conde visigodo don Julián, a quien se le achaca el hecho de haber llevado las conversaciones que facilitaron la entrada de los moros, estuvo preso de éstos en Loarre, donde murió y fue enterrado en terreno no sacro por los cristianos en castigo de lo que para ellos fue una traición [1].
    Lo cierto es que la avalancha mora fue imparable y todo lo que ahora es Aragón capituló o cayó en sus manos por las armas en menos de diez años. De estos momentos, no existen muchos testimonios escritos, ni siquiera de los cronistas árabes, por eso son de agradecer algunos relatos legendarios que van desde la profecía de san Valero, en el siglo IV, de que Castelnou nunca sería invadido por los musulmanes, cuando éstos todavía no existían, hasta los actos heroicos más diversos.
    Sabemos, por las leyendas, naturalmente, que Bestué, al norte de Aínsa, no fue conquistado nunca por los moros [3]; conocemos cómo se produjo el despoblamiento y la huida de las gentes de Novillas antes de que llegaran los soldados [5] o el despoblado de Saz, descubierto en el siglo XII [15]; o el traslado de los habitantes de Centenero buscando seguridad [10], así como la huida a las montañas del obispo de Zaragoza,Bencio, con todas las reliquias y objetos de valor de la sede, pocas horas antes de que entraran en la ciudad los islamitas [8]. Algunas poblaciones resistieron denodadamente y los cristianos dieron grandes pruebas de valor y astucia colectiva e individual, cuales son los casos de Trasobares [4], Belmonte (de Gracián) [6], Borja [7] o Daroca [9], aunque al final acabaron sucumbiendo.

    Capítulo aparte lo constituyen las narraciones sobre la conquista de la Sarakusta mora por los ejércitos de Carlomagno —episodio bélico en el que llega a intervenir hasta el propio emir de Babilonia Baligante [2]—, y de la recuperación de la levantisca Zaragoza por el califa Abderrahmán III, quien nombró walí suyo a Abén Aire, cuya fama y aprecio llegaron a ser tales que cuando Sarakusta pasó a manos de los cristianos, la Zaragoza cristiana le dedicaría una calle, la de Bonaire [12], que ha llegado hasta nuestros días.

    2. RECONQUISTA Y REPOBLACIÓN

    2.1. RECONQUISTA

    El proceso de recuperación por los cristianos de las tierras que los moros les habían arrebatado fue lento y lleno de dificultades. Si las fuentes escritas son relativamente abundantes en datos y nombres, las leyendas al respecto son también muchas y bastante más jugosas en su información.
    Sólo a través de la leyenda tenemos conocimiento del nombre del primer almogávar que se echó al monte para resistir y hostigar al moro: Fortuño de Vizcarra, en las tierras quebradas de Roda [13]; o cómo el monasterio de San Pedro de Tabernas —donde fueron a parar varios obispos a cuya cabeza estaba el zaragozano Bencio— se convirtió en el primer núcleo organizado de resistencia, desde donde se conectó con el mundo carolingio [16] en busca de ayuda.
    Las primeras y estimuladoras victorias de los cristianos se centran en Aínsa, Jaca y Pueyo de Araguás. En Aínsa, la portentosa aparición de una cruz roja sobre una encina dio bríos a los hombres del rey de Sobrarbe, García Jiménez, y al origen posterior de uno de los cuarteles del escudo actual de Aragón [17]. En Jaca, la lucha por la reconquista se fragua entre amores imposibles [18] —los de Waldo y Zaida—, con la intervención armada de las mujeres jacetanas, así como la colaboración de la Virgen que fue decisiva para asegurar la ciudad [19], más la ayuda que prestara el conde Bernardo de Ribagorza al jacetano Galindo [21]. Muy cerca, en Araguás, cuando todo parecía perdido para los cristianos sitiados, una cruz dibujada en el cielo permitió al rey Íñigo Arista llegar con los refuerzos precisos para vencer a los moros [22], proporcionando así motivo para un nuevo cuartel del escudo aragonés de hoy: una cruz en campo azul celeste.
    Se sublevaron los mozárabes de Torralba en pleno siglo IX y reconquistaron su terruño, aunque efímeramente [20], mientras Bernardo de Ribagorza continuaba con sus gestas de fábula tomando el enclave de Calasanz y ensanchando su condado por el sur [23].
    Por el oeste, Ramiro I y su hermano, el castellano Fernando I, pugnaban por la estratégica plaza de Calahorra, decidiendo jugársela en lucha personal entre el Cid y el aragonés Martín González, que perdió [24]. Poco después caería en manos cristianas Alquézar, donde fueron decisivos tanto la valentía de una muchacha de Buera que dio muerte al walí [25] como el arrojo de los hermanos Isarre, a los que distinguió Sancho Ramírez [26], a quien, por cierto, vemos reconquistando transitoriamente Ejea con ayuda de guerreros franceses [27].
    La toma y ocupación de Barbastro, en 1064, cuya campaña motivara la predicación de la primera cruzada conocida, nos ha legado varios relatos legendarios, algunos de ellos encumbrados a la categoría de canción de gesta, como aquel que trajo a los narbonenses y al propio rey Luis de Francia al puerto marítimo barbastrense [28]; o la terrible matanza de moros mientras buscaban el agua vivificadora del Vero [29]; o el relato que narra cómo un moro traidor debió delatar al enemigo cristiano dónde estaban las fuentes de agua de la ciudad, lo cual significaba entregarla [30], o, por último, el rasgo humanitario del caballero cristiano liberando a una esclava [31].
    Si singular es la huida del señor moro de Momagastre, que quedó sepultado bajo una enorme losa cuando pretendía llevar consigo la imagen de la Virgen [32], curiosa es la solicitud de ayuda de Sancho Ramírez a la Virgen en Biscarrués que le condujo a la victoria en la inexistente batalla de Piedratajada [33], o la toma de Monte Mayor que, por haber ocurrido en una noche de luna llena, pasó a denominarse Luna [38]. Mientras, el Cid, que dejaba huellas que llegan hasta hoy en Calanda donde se refugió [40], era ayudado por Santiago en la conquista de Torrenublos, junto a La Iglesuela del Cid [41], o por Pedro Ruiz de Azagra, el albarracinense, en la toma de Valencia [45], o sus tropas se peleaban con las de Pedro I de Aragón cerca de Peralta de Alcofea [39].
    El cerco de Huesca, por su parte, fue prolífico en detalles legendarios, encabezados por la muerte de Sancho Ramírez [95] y la ayuda prestada por el caballero san Jorge en la batalla de Alcoraz [36], pero no son menos interesantes los relatos que nos hablan del recuento de guerreros famosos que había en cada bando, lo que permitió a Pedro I predecir el triunfo de los suyos al contar con uno más [35]; o las gestas de los hermanos Mudiello a lo largo de la muralla oscense, que dieron origen al linaje de los López de Gurrea [34], y la aportación de los bravos caspolinos, en cuyo territorio quedaron las cabezas segadas de tres de los cuatro reyes moros que perecieron en la batalla y que quedarían inmortalizados en las tres y cuatro cabezas de los escudos de Caspe y de Aragón [37], respectivamente.
    Además de tomar Monzón, al parecer con la ayuda traicionera de alguno de sus habitantes moros que dieron la señal de ataque con una campana [44], los prolegómenos del cercode Sarakusta adquieren forma legendaria en Gallur, Rueda de Jalón y Ejea. En la taifa de Rueda, tuvo lugar una alevosa traición del moro Glafar [43], mientras la taifa de Gallur, gobernada por una mujer, caía en manos cristianas [42], en tanto que Ejea era ganada por Alfonso I el Batallador, con la ayuda de la Virgen y de los franceses [46], victoria tan importante que le hizo merecer la reconciliación con su esposa Urraca [98].
    Por fin, le tocaba el turno a Zaragoza, en cuyo asedio y posterior ataque Alfonso I se vio socorrido por los navarros y éstos por san Miguel, lo que daría origen a la iglesia de San Miguel de los Navarros actual [48]. El monarca aragonés capituló las condiciones de la rendición con los moros zaragozanos dando muestras de magnanimidad [49], aunque tuvo que soportar el levantamiento de los mudéjares que quedaron en la ciudad que a punto estuvieron de recuperarla para el Islam, lo que no consintió la virgen del Portillo, que avisó del peligro a los guardianes cristianos que estaban dormidos [47].
    Tras la caída de Zaragoza, el Batallador asedió y tomó Alagón guiado durante la noche por la luz intensa que les producía la Virgen [50] y, poco después, Borja, que cayó en sus manos a pesar del pacto que el alcaide moro había hecho con el diablo [51, 52]. En Bijuesca, los islamitas a punto estuvieron de recuperar el castillo, pero lo impidió la Virgen con sus ánimos a los exhaustos cristianos [53]. Luego sitió Calatayud, tomó Tierga —donde todavía aguarda un enorme tesoro— [62], reconquistó Maluenda [56] y se encaminó a Daroca, en cuyo asedio y toma destacó Jaime Díez de Aux [57], población ésta que estuvo a punto de perderse cuando, dormidos los centinelas cristianos, los moros fueron descubiertos al despertarse aquéllos por los ruidos producidos por una bandada de ocas [58]. Como puede verse, rodeado por las tierras recién ganadas por Alfonso I, quedaba Zafadola en su reinecillo taifal de Rueda, de modo que tramó y logró una espectacular huida a Castilla [59].
    El Batallador, sabedor de los refuerzos almorávides que llegaban del Levante, les preparó concienzudamente una celada en Cutanda [54] y con su victoria no sólo aseguró las tierras que había ganado sino que pudo proseguir su camino triunfante. Así entraron los cristianos en Lanaja, donde la hija del alcaide se convirtió en toro al ser perseguida por el cristiano que la amaba [55], se adueñó de buena parte de Los Monegros —destacando el valor de los guerreros de Robres gracias al quitamiedos que ingerían antes de cada combate— [346], y se apoderó de Alcañiz, de donde huyeron al exilio muchos moros [60].
    Y llega así el momento culminante de la lucha por la importante plaza de Fraga, donde, en principio, Alfonso I obtuvo una victoria parcial gracias al influjo de las singulares reliquias que atesoraba en una arqueta que siempre llevaba consigo [64], pero no aceptó la rendición de los fragatinos, a los que pretendía vencer por completo por las armas o por las imprecaciones de un monje [63]. Lo cierto es que, tras ser derrotado y herido de muerte, tuvo todavía fuerzas para vencer a sus enemigos en una batalla naval [104], y su muerte fue considerada por muchos como un castigo de Dios [99].

    Afortunadamente para los cristianos aragoneses, la capital del Ebro resistió la contraofensiva almorávide e incluso Ramón Berenguer IV reconquistaba Monreal del Campo, donde brilló con luz propia el darocense Sancho de Ravanera [65]. A partir de ahí, ya en época de Alfonso II, se incorporan Aguilar de Alfambra —valiéndose de un rebaño de cabras con teas encendidas que pusieron en fuga al enemigo— [66], Camañas—conseguida por el señor de Alfambra como venganza a las relaciones del alcaide moro con su propia mujer— [67] y Cretas, cuyos habitantes eligieron a santa Pelagia como patrona por ser este el día de la liberación [68]. Para entonces se habían hecho famosos los guerreros de Alcorisa [69].
    La toma de Teruel y su ubicación actual, en el montículo donde apareció un toro entre cuyas astas brillaba una estrella [70], constituyó otro hito importante en el proceso reconquistador aragonés, aunque la ciudad estuvo a punto de perderse por la traición de uno de sus jueces [71], pues se aseguraba un punto estratégico. Así, por ejemplo, cayeron a continuación Villel —gracias a la actuación heroica de una mujer— [72] y Mora de Rubielos, cabiendo la duda si tras un asedio prolongado [74] o por el matrimonio de la señora musulmana de Mora de Rubielos y del señor cristiano de Rubielos de Mora, ambos profundamente enamorados [73].
    Las últimas actuaciones reconquistadoras de los cristianos aragoneses tuvieron lugar en tiempos de Jaime I, que cercó Morés durante meses, pues no supo cortar el aprovisionamiento de agua y pescado de los moros sitiados [75], y la toma del castillo de Mallo, junto a Mosqueruela, aprovechando la estratagema urdida en torno a la bella muchacha Gracia [76].
    Todavía, sin embargo, continuó la pugna de los aragoneses contra los musulmanes fuera de los límites de Aragón, como en Ibiza —de cuyo fracaso se culpó Íñigo Zaidín, que se retiró apesadumbrado a Monte Perdido [77], o en Valencia, donde brilló el valor del darocense Hernando Díez de Aux [79], sin olvidar al guerrero de Villafeliche que cada año iba a luchar al Sur y que prometió construir, como hizo, un santuario a la Virgen si regresaba ileso [80].
    Las acciones bélicas y reconquistadoras de los aragoneses, como acabamos de ver, están suficientemente representadas en este corpus legendario, explicando, a su manera, alguno de los hechos acaecidos que son callados u omitidos por otro tipo de documentación.

    2.2. LA REPOBLACIÓN

    Tras la conquista del territorio quedaba una ingente tarea por hacer: repoblar, reconstruir, organizar, administrar... Es cierto que en este terreno existen muchas menos noticias, pero algunas hay.

    Sabemos, por ejemplo, cómo los cristianos que huyeron a las montañas pirenaicas en el momento de la invasión construyeron, cerca de donde luego surgiría el monasterio pinatense, una ciudad de nueva planta, la de Pano, aunque no pudo aguantar el primer ataque moro y fue arrasada hasta no quedar vestigio alguno [81]. Asimismo, conocemos los pormenores de la fundación de la villa de Acumuer, en el siglo IX, a cuyo municipio se asignó el recién fundado monasterio de San Martín de Cercito [82]. Y los casos de la repoblación de Suelves, cuyo señor (el marqués de Suelves) repartió entre sus vasallos tierra para su supervivencia [84] y la reconstrucción de Oliete tras su reconquista, con el hallazgo bajo una piedra de una imagen de la Virgen, que por eso se llamó del Cantal [85].
    Si lo que serían luego los términos municipales fueron generalmente pactados por aquellos que estaban en condiciones de hacerlo, generalmente reyes y señores, conocemos un procedimiento mucho más cercano al pueblo y con intervención del pueblo, cual es el caso de la delimitación de los términos de Monzón y Binéfar encomendada a dos ancianas mujeres [83].
    También tenemos un ejemplo de legado territorial, el de la señora Martina Pérez de Lozano, quien, una vez rechazado por el concejo de Binaced entregó su extenso patrimonio a los frailes sanjuanistas [87].
    Por último, la leyenda nos ha dejado testimonio de la construcción de una importante obra de utilidad pública que ha llegado hasta nosotros, la presa de Almonacid de la Cuba en el cauce del río Aguas, fruto de la ayuda militar pactada por los hombres de Almonacid y de Belchite con Jaime I el Conquistador a cambio de su construcción [86].

    3. EL MUNDO CRISTIANO

    3.1. LOS REYES

    Entre los reyes aragoneses hay algunos absolutamente legendarios, inexistentes, pero sobre casi todos los monarcas reales existen leyendas más o menos verosímiles. Los dos tipos están representados en los relatos reunidos.
    Entre los reyes fabulosos, nos encontramos a un primer rey de Sobrarbe, llamado García Jiménez, al crear el primer cenobio pinatense [253] y vencer a los moros a las puertas de Aínsa tras aparecérsele una cruz roja sobre una encina [17] y a Iñigo Arista en acción semejante ante el Pueyo de Araguás [22]. También nos dice la leyenda que muerto el rey sobrarbense Sancho García los nobles se reunieron para nombrar nuevo monarca y pactaron con él [136], o que García Sánchez II otorgó a San Juan de la Peña la heredad de Abetito [88], mientras que de Sancho García, llamado Abarca,

    tenemos dos versiones de cómo fue arrancado del vientre de su madre, la reina, una vez que ésta fuera asesinada por unos desalmados [89, 90].
    Sobre Ramiro I tenemos varias noticias legendarias, encabezadas por la que nos narra cómo debió el reino a la defensa que hiciera de su madre, acusada de adulterio por su propio hermano, al negarle ésta la montura de un caballo [91]. Luego le veremos huir desnudo de Tafalla cuando el campamento aragonés fue asaltado por los hombres del rey de Pamplona, su hermano [92], y peleará contra el hermano castellano, Fernando I, por la posesión de Calahorra [24]. También nos aparece nombrando obispo de los mozárabes zaragozanos al abad pinatense Paterno [93], para acabar muriendo a manos de Sancho II de Castilla por haber dado cobijo a la esposa de éste [94].
    A su hijo y sucesor, Sancho Ramírez, lo hallamos varias veces: distingue a los hermanos Isuerre por sus acciones bélicas en la toma de Alquézar [26], es apoyado por guerreros franceses en la efímera reconquista de Ejea [27], se adentra en solitario en terreno enemigo y rescata la virgen de Trasobares que llevará a Siresa [255], solicita ayuda a la Virgen para que le valga en la batalla de Piedratajada [33] o asedia y conquista la plaza de Monte Mayor, o sea, Luna [38] y de Monzón [44], desterrando de Navarra a los Esparza [141] y de Aragón al noble García Aznárez por haber asesinado a Céntulo de Bigorra [138], aunque éste se ganará su perdón cuando llevó a San Juan de la Peña los restos de san Indalecio [320]; o para acabar muriendo frente a los muros de Huesca [95], ante los cuales hace jurar a los suyos de que acatarán a su hijo Pedro I.
    A Pedro I lo vemos ante las murallas de Huesca cuando manda hacer recuento de efectivos [35], premia el valor demostrado por los hermanos Mudielo [34], o levanta el destierro a Maza que acude a ayudarle con una nueva arma [140]. Sabemos de él en la batalla de Alcoraz, cuando recibiera la ayuda de san Jorge [36] o recompensara a los caspolinos por su arrojo [37]. Cambiando de escenario, lo hallamos en el asedio y toma de Monzón [44] y, cerca de allí, en Peralta de Alcofea, enfrentándose en una escaramuza al Cid [39]. Pero también es humano cuando acude a San Miguel in Excelsis para ser curado de una grave dolencia [96].
    La riqueza legendaria sobre Alfonso I el Batallador es variada y rica en matices, pues no en vano fue uno de los personajes más populares de la Europa del momento. Ya siendo niño se hizo rodear de una escolta personal de chesos que le acompañarán toda la vida [97]. Como soldado, que conoce las características de todos sus hombres [346], lo vemos en la conquista de Ejea [46], de Zaragoza [47, 48, 49], de Alagón [50], de Borja [52], de Maluenda [56], de Daroca [57], de Tierga [62] y de Alcañiz [60], y prepara concienzudamente la celada que le condujo a la importante victoria de Cutanda frente a los almorávides [54], e incluso a una primera victoria sobre los fragatinos [64], ante quienes fue derrotado [63], aunque luego, herido de muerte, vencería en una fantástica batalla naval [104].

    Aunque se reconcilió con su mujer, Urraca, tras la toma de Ejea [98], la encerró en El Castellar [156] y en Soria [100] y acabó divorciándose de ella [103], vengando su propio honor en Candespina [102], pero nada tuvo que ver el fracaso de su matrimonio en la pretendida homosexualidad que le achacaron sus enemigos [105]. Antes de su muerte, que fue considerada por algunos como un castigo de Dios por haber sido negligente con él [99], tuvo que sufrir el oprobio de verse vencido en Soria por la Varona [101]. Lo cierto es que su fama hizo que muchos años después de su muerte apareciera un falso Alfonso I, durante la minoría de edad de Alfonso II, que creó no pocos problemas sociales y políticos [113].
    La trama legendaria nos presenta a Ramiro II siendo elegido rey en Monzón por los nobles frente a Pedro Taresa [106] y obligado a casarse con doña Agnés para dotar al reino de un heredero [107]; unos nobles y guerreros que se burlan de él cuando monta armado a caballo [109] y de los que se toma cumplida venganza, dando origen a una de las más famosas leyendas de la historia, la de la Campana de Huesca [110]. Pudo huir ileso de la trampa que le tendiera en Pamplona García Ramírez [108] y llegó a enfrentarse con éxito a Roldán, un descendiente del famoso Rolando carolingio [111], antes de morir en Echo de manera accidental durante una cacería [112].
    A la reina Petronila, siendo todavía menor de edad, la encontramos dando su conformidad a doña Toda Ramírez para que fundara el monasterio de Trasobares [257], y a su marido, el conde barcelonés Ramón Berenguer IV, en la reconquista de Monreal del Campo [65].
    El escenario en el que vemos a Alfonso II es, naturalmente, el de la actual provincia de Teruel. Está en el asedio de Aguilar de Alfambra, en cuya fortaleza entra tras un rebaño de cabras con los cuernos en llamas [66], y entra triunfador en Cretas el día de santa Pelagia [68], pero su acción más importante se desarrolla ante Teruel [70], donde tuvo que actuar con celeridad para castigar al juez que estuvo a punto de entregar la ciudad al enemigo [71]. Por otro lado, los defensores del castillo sarraceno de Mora a punto estuvieron de disuadirle para que levantara el cerco cuando arrojaron por los muros todo tipo de vituallas, como indicando que podrían resistir indefinidamente [74], aunque no les sirvió la estratagema y la plaza pasó a poder del monarca aragonés. Por último, lo hallamos nombrando barón de Escriche al valiente que logró librar a la comarca de una terrible fiera que tenía atemorizados a todos [144]. En cuanto a su mujer, la reina Sancha, de quien se decía que estaba enamorada en secreto del rey castellano Alfonso VIII [155], la hallamos fundando el monasterio de Sigena [259].
    Pedro II no ha sido excesivamente afortunado con las leyendas, pero conservamos una que muestra el carácter del monarca, cuando urdió una estratagema para no ser coronado por el Papa con los pies, pues hizo amasar una corona con miga de pan lo que obligo al pontífice a tomarla con las manos [114].

    Sin embargo, Jaime I el Conquistador ha visto enriquecer su ya bien documentada biografía con abundantes relatos legendarios que comienzan antes incluso de su nacimiento, puesto que, según la tradición, fue concebido merced a una treta palaciega [115]. Siendo todavía niño, recibe su primera espada en Monzón [118], a la que luego añadiría las espadas Villardell [120] y Tizona, heredada ésta del propio Cid [119]. Hombre cultivado por sus preceptores templarios tanto en las artes marciales como en las letras, pronto asistimos a su estreno con las armas luchando contra Rodrigo de Lizana en favor de don Lope de Albero, desde entonces incondicional apoyo [165], o imponiendo su autoridad ante el díscolo Pedro Ahones [125], a la par que observamos las buenas relaciones con el duque de Híjar de quien será huésped su hija María [157].
    Se distinguió don Jaime I en completar la reconquista aragonesa y aun en sumar a su corona otras tierras, de modo que tenemos noticias legendarias de la incorporación de los reinos de Monzón y Pomar al vencer a sus sobrinos [116], o ganando Morés tras larguísimo asedio [75] y el castillo del Mallo [76], cercano a Mosqueruela, villa ésta a la que convirtió en sede veraniega de la corona [124]. Luego le veremos intentando recuperar Ibiza, donde su íntimo amigo de la niñez Íñigo Zaidín fracasó como jefe de la expedición [77], y recibiendo al rey moro valenciano Abu Zeyt como aliado [78], para acabar conquistando Valencia [79]. Por cierto que, antes de esta importante expedición, a punto estuvo de morir a causa de una misteriosa enfermedad en Teruel, de la que se salvó gracias a unas sopas de ajo [117]. Pero no sólo guerreó, sino que también repobló la tierra adentro, cual es el caso de la construcción de la presa sobre el río Aguas en Almonacid [86] a cambio de ayuda militar en la huerta levantina.
    Fue hombre cultivado y sensible —por eso castigó a su trovador que había destrozado las vasijas de un ceramista que tarareaba una canción suya [158]— y bastante religioso, por lo que podemos verle regalando una preciada espina de la corona de Cristo al monasterio de Samper [322] o un relicario personal a la virgen de la Huerta de Magallón [321]. Asimismo, hace donación de la imagen de la Virgen que llevaba siempre en su silla de montar a las gentes de Lagueruela [121] o se hace cofrade de la de los Ángeles en Albentosa [123], pero su principal devoción mariana era, sin duda alguna, la virgen de la Alegría del Monzón de su niñez, de manera que hizo colocar una réplica exacta en la catedral de Barcelona [122]. Por todo eso no encaja mucho el hecho de haberse jugado la plaza de Petilla con el rey navarro [126].
    Pedro III —hijo de don Jaime I y doña Violante de Hungría y padre de santa Isabel de Portugal— nos es mostrado como un valiente tanto cuando desafía a un dragón en solitario en el monte Canigó [127], como cuando acepta el reto de vengar a Conradino de Sicilia [128] y acude rodeado de peligros y enemigos a la justa de Burdeos [129]. Pero también es magnánimo al perdonar a Pedro Martínez de Bolea, quien, actuando por su cuenta, pactó con el rey de Castilla evitando una guerra segura [349]. De cuando en cuando iba a su palacio de Tarazona que tanto gustaba a su mujer, la reina Constanza, donde tuvo lugar el drama amoroso entre la turiasonense Clara y Manfredo, el paje siciliano de ésta [180].
    De sus hijos Alfonso III y Jaime II no abundan las noticias legendarias, pues sólo conocemos lo acontecido en Chipre a los embajadores del segundo cuando fueron a procurarle una esposa [130].
    Si la leyenda pasa de puntillas sobre Alfonso IV, no ocurre lo mismo con su hijo Pedro IV el Ceremonioso, a quien vemos nombrar como primer conde de Luna a don Lope de Luna, que le había ayudado a luchar contra los unionistas [146], intervenir en la pugna entablada entre los Urrea y los Cornel en Zaragoza [169], o abolir los fueros turolenses tras la traición del juez que permitió la entrada de los ejércitos castellanos en Teruel [178]. Pero también sabe recompensar a los herederos de los hermanos Gombalte, que fueron inmolados por el alcaide de Bueña antes que entregar la plaza a Pedro I el Cruel de Castilla [177], en la lucha que durante años mantuvo con éste.
    De los hijos del Ceremonioso, don Juan I pasa desapercibido por nuestras páginas y Martín I el Humano nos aparece como responsable del traslado del Santo Grial de San Juan de la Peña a la Aljafería zaragozana [324] y del agua que se convirtió en sangre en Cimballa al monasterio de Piedra [309].
    El primer monarca de la casa castellana, Fernando I de Antequera, no sólo tuvo que luchar directamente en el campo de batalla contra su opositor, el conde de Urgell, sino que estuvo a punto de ser envenenado por la condesa [131]. No fue así, y le vemos nombrando confesor suyo a fray Vicente Ferrer, su gran valedor en Caspe, tras enterarse de cómo había logrado impedir que los diablos se acercaran a esa ciudad durante las deliberaciones de los compromisarios [288].
    De Alfonso V sabemos que nació entre terremotos y espanto [132] o cómo su mujer, la reina María, lloraba su prolongada ausencia italiana [161], pero también lo vemos en Teruel interviniendo para poner fin a las sempiternas luchas entre los Muñoz y los Marcilla [173, 330], incluso recortando los fueros turolenses, o accediendo a que se trasladara el cadáver de Benedicto XIII desde Peñíscola a su villa natal, Illueca [316].
    No tuvo mucha más suerte Juan II, pero aún le podemos ver encerrando en Mallén a su hijo Carlos, el Príncipe de Viana, que logró evadirse de la prisión [163], y conocemos al soldado Juan Miguel, que marchó a la guerra con el rey [186] y todavía le espera en Acumuer Martina, su prometida. Pero mayor repercusión tuvieron dos milagrosas curaciones de la virgen del Pilar, la de su mujer, la reina doña Blanca [160] —en cuyo honor instituyó la Orden de la Banda— y la de su nieto, hijo de don Alonso de Aragón, conde de Ribagorza [153].
    Por fin, de Fernando II el Católico sabemos, por ejemplo, que fue engendrado en El Frasno [133], armado caballero de María, poco antes de dirigirse a la conquista de Granada, en Castejón de las Armas [134], y salvado de la muerte por la virgen del Pilar [135].
    A través de este repaso de urgencia, vemos cómo la imaginación popular ha tratado de explicar algunas sinrazones y no pocos hechos que carecían de sentido desde la ignorancia. Pero también observamos, en ocasiones, noticias premeditadas de cronistas del bando contrario que pronto se convirtieron en leyenda, pues muchas de las invenciones se escribieron en crónicas coetáneas con claras intenciones, generalmente descalificadoras. No obstante, por ser leyendas no dejan de tener su porqué y su para qué.


    3.2. LA NOBLEZA Y LOS SEÑORÍOS

    Pero no sólo los reyes aragoneses dieron origen a esta trama legendaria, enormemente jugosa, divertida unas veces o cruel otras. También la nobleza y sus señoríos, todo un régimen social y político característico del antiguo régimen, desempeñaron un papel estelar.
    Sabemos, por ejemplo, cuándo tiene lugar su nacimiento, tras la muerte del cuarto rey de Sobrarbe, Sancho García, y del quinto conde de Aragón, García Aznar. En torno a San Juan de la Peña, donde estaban refugiados, los guerreros más influyentes creyeron llegado el momento de cambiar el rumbo de los acontecimientos y para ello decidieron nombrar de entre ellos a doce barones, en quienes recayó el gobierno del territorio, con lo que dieron origen a los «seniores», poco después llamados «ricos-hombres», germen de la nobleza aragonesa [136].
    Conocemos, asimismo, el origen de algunas de las casas y familias de nobles aragoneses, como la de los Aysa, en las montañas de Jaca [137]; la de los Esparza navarros, en tiempos de Sancho Ramírez [141]; o el influyente linaje de los Maza, nacido junto a los muros de la Huesca sitiada por Pedro I [140]. Asistimos al nacimiento de la baronía de Escriche, cuando Alfonso II nombró primer barón al valiente que libró a la comarca de una terrible fiera [144], y al alumbramiento del condado de Luna, merced de Pedro IV a don Lope de Luna por la ayuda que le prestara con sus soldados frente a los coaligados unionistas [146].
    Somos testigos del vasallaje que Pedro Ruiz de Azagra hiciera del liberado feudo de Albarracín a Santa María [143], y también de algunas actuaciones negativas, como el asesinato que García Aznárez cometiera en la persona de Céntulo de Bigorra, que le valió ser desterrado por Sancho Ramírez [138], o la cruenta muerte del barón de Espés durante uno de sus frecuentes viajes a Obarra [139]. Terrible fue, asimismo, el comportamiento del señor de Sástago cuando asesinó al abad del monasterio de Rueda para solventar las diferencias existentes entre ambos [147], y trágica la muerte del conde Artal, a la sazón señor de Mequinenza, por tratar de abusar de una muchacha [149]. Noticias tenemos del marqués de Ayerbe y de su palacio [150], así como de la burla que vivió el prócer por parte de las gentes de la villa por su vil comportamiento [151].
    Y es que los problemas de algunos señores con sus súbditos fueron frecuentes, cual es el caso del enfrentamiento del de Nonaspe con los suyos [142], o la bella historia de amor que se teje al calor de una revuelta campesina que dio origen al nombre de la villa de Maella [148], así como la precipitada huida del señor de Fabara ante las protestas del pueblo por sus constantes vejaciones y tiranía [152].
    Los relatos legendarios nos hablan también de algunos hechos singulares como, por ejemplo, la milagrosa salvación de don Pedro Fernández de Azagra, señor de Albarracín, que salió indemne tras perderse durante una noche tormentosa por las cercanías del monasterio de Piedra [145]; o lo sucedido al hijo del conde ribagorzano Alonso de Aragón, hijo del rey Juan II, que fue salvado in extremis por la propia virgen del Pilar cuando ya los médicos lo habían dado por muerto [153].
    Podemos seguir, por fin, la actuación de un trovador en Barbastro en la pequeña corte del conde de Entenza [164].

    3.3. LA VIDA CORTESANA

    Poseemos interesantes informaciones tanto de la corte real como de los salones de algunos señoríos, en los que las mujeres constituyeron un foco de atención primordial. Ese es el caso de la condesa ribagorzana Ava, a la que hallamos en Castilla donde, tras apasionadas escenas de amores y desamores, entra en connivencia con el propio Almanzor [154]; o sabemos de la amistosa acogida que el duque de Híjar dispensara en su palacio a María, hija de Jaime I [157]. También conocemos con cierto detalle el exilio de la princesa aragonesa doña Blanca en la corte albarracinense, donde no sólo fue muy querida sino donde ha dejado una imperecedera huella legendaria que llega hasta hoy, puesto que todavía se puede ver su leve figura en las noches limpias de plenilunio [159].
    Varias reinas se asoman también a las páginas legendarias. La que más huella ha dejado es, sin duda alguna, la castellana y controvertida doña Urraca, esposa de Alfonso I el Batallador, a la que vemos confinada por éste en El Castellar, desde donde caminaba a Ejea por un larguísimo túnel
    [156] y donde se reconcilió con su esposo tras tomar el rey la villa [98], para encontrarla de nuevo enclaustrada en Soria [100] antes de solicitar el divorcio [103]. Conocemos, asimismo, las desventuras de doña Sancha, mujer de Alfonso II y fundadora del real monasterio de Sigena, a la que muchos creían enamorada en silencio del rey castellano Alfonso VIII, aunque jamás le declaró su amor [155]. Más tarde advertimos la grave enfermedad y curación milagrosa de doña Blanca de Navarra, quien peregrinó a Zaragoza para dar gracias a la virgen del Pilar por haberle salvado la vida y

    donde instituyó en su honor la Orden de la Banda [160]. Vemos, por fin, a la queridísima reina María llorando la prolongada ausencia de su esposo, el rey Alfonso V [161].
    Desde la leyenda, podemos asistir a las desventuras y vicisitudes amorosas del noble Manrique de Lara, el famoso trovador prisionero en la Aljafería, que llegaría a su consagración definitiva a través de una famosa ópera [162], a la par que vemos encarcelado por su padre Juan II, en Mallén, al Príncipe de Viana, si bien logró fugarse con sus bienes merced a la ayuda de sus incondicionales [163].
    Podemos oír, por fin, las melodías de los trovadores que van de corte en corte, de modo que al famoso juglar de la Aljafería se le unirá el que en Barbastro actúa para el conde de Entenza, de cuya hija se enamora locamente hasta morir [164]. E incluso asistimos al castigo impuesto por Jaime I a su trovador por haber destrozado éste las vasijas de un ceramista porque entendía que tarareaba mal sus tonadas [158].


    3.4. LAS PUGNAS FAMILIARES

    En este mundo cortesano, fueron frecuentes las pugnas entre familias de abolengo, de modo que el monarca se vio obligado a intervenir en múltiples ocasiones para tratar de imponer la paz entre ellas. No es extraño, por lo tanto, que Jaime I hiciera sus primeras armas luchando contra Rodrigo de Lizana que había atacado injustificadamente a don Lope de Albero [165].
    Los Albir y los Frago dirimieron con las armas sus diferencias en Magallón hasta terminar su contienda en drama, cuando Juan Albir fue muerto en la misma ermita de la Virgen, que acabó huyendo a los montes de Leciñena, donde se apareció a un pastor [166]. Los Segura y los Marcilla, dos importantes familias turolenses, turbaron la paz de la ciudad durante años, finalizando en tragedia los amores de Isabel y Diego, inmortalizados para siempre por la leyenda como los «Amantes de Teruel» [167]. También en Teruel lucharon los Marcilla contra los Muñoz, lo que dio origen a unos segundos «amantes», a la par que para sofocar el conflicto se viera obligado a intervenir el propio rey Alfonso V [173].
    Existen todavía más casos de enemistades, y así podemos ver a los Luna y los Urrea, enfrentados por la cuestión sucesoria al trono, ensangrentando el solar aragonés, como cuando Antón de Luna cortó la mano al obispo García de Zaragoza [171] o cuando tras matar el mismo don Antón
    —defensor del conde de Urgell— al arzobispo de Zaragoza, Pedro de Urrea le presentó batalla campal junto a la Zuda cesaraugustana [172] obligándole a huir.
    Los Urrea, una vez más, y los Cornel lucharon a muerte en Zaragoza y sus alrededores debido a la fuga perpetrada por los amantes Brianda de Luna y Luis Cornel, hasta que Pedro IV llevó el caso ante las mismas Cortes del reino [169].
    Con final más feliz acabaron las desavenencias de dos muchachos de familias rivales de Pedrola pues, tras perdonar la vida uno de ellos al otro, fueron a dar gracias a la Virgen [168], hecho que todavía se conmemora hoy en la localidad, como se recuerda con simpatía en Montalbán el enlace de una muchacha y un joven de familias antagónicas, tras fingir ella que estaba loca [170].

    3.5. LA GUERRA ENTRE CRISTIANOS

    Pero además de las pugnas internas entre familias rivales, las leyendas nos han transmitido abundantes e impresionantes testimonios del enfrentamiento entre los castellanos y los aragoneses en la llamada «guerra de los dos Pedros», Pedro IV el Ceremonioso de Aragón y Pedro I el Cruel de Castilla.
    A lo largo del recorrido del ejército castellano —que se adueñó de parte de las Comunidades de Calatayud, Daroca, Albarracín y Teruel—, encontramos hitos señalados, como, por ejemplo, la victoria aragonesa en Fuentes de Jiloca, donde las mujeres de la localidad sorprendieron a los invasores [174]. Luego asistiremos al asedio de Daroca, en cuya defensa tuvo una participación destacada Miguel de Bernabé [175], el alcaide de Báguena, que poco después prefirió morir abrasado entre los muros de su castillo antes que rendirse al invasor [176].
    En el camino hacia Teruel, las tropas de Pedro I el Cruel hallaron resistencia inusitada ante la fortaleza de Bueña, a cuyos pies murieron los hermanos Gombalte por negarse su alcaide a entregar la plaza, lo que motivó el reconocimiento de Pedro IV a los herederos de los hermanos sacrificados [177]. Poco después, el juez de Teruel abrió el «Portal de la Traición» a los castellanos que dominarían la ciudad durante varios años [178].


    3.6. AMORES Y DESAMORES

    Para finalizar este repaso de urgencia a las vivencias legendarias del mundo cristiano medieval aragonés, antes de adentrarnos en el musulmán y el judío, señalaremos unas historias de amores y desamores, alguna de las cuales finalizó bien, como les ocurriera a los enamorados de Montalbán [170], e incluso otras están todavía por terminar, como en el caso de Martina, que todavía espera en Acumuer a que regrese su Juan Miguel, que se fue a la guerra a luchar al lado de Juan II [186], pero, por regla general, la tragedia fue el denominador común.

    Recordemos los dramas amorosos en los que estuvieron mezcladas las familias turolenses de los Marcilla con los Segura [167] y con los Muñoz
    [173] y las tormentosas relaciones por cuestión semejante entre los Urrea y los Cornel en Zaragoza [169]. Pero también asistimos al desenlace borrascoso provocado por los celos de Alfonso de Barbastro que le llevaron a la cárcel [179], o a la muerte del paje siciliano Manfredo que murió en Tarazona a manos de su despechada enamorada, la turiasonense Clara [180].
    En Teruel, la joven doña Elvira costeó las obras de un nuevo puente sobre el río Guadalaviar, que todavía está hoy en pie, para no tener que atravesar el entonces existente en el que fue asesinado su marido por un enamorado celoso [181]. Constancia queda en una oquedad del monasterio de Piedra de los cuerpos inertes de Flor y su amante, muertos por el marido de aquélla, el señor de Castro de Malavella, don Arnaldo [182].
    Sabemos, asimismo, de las desventuras amorosas de Berenguer de Azlor y Aldonza de Entenza que, como en el caso de los amantes turolenses, fueron enterrados juntos en la iglesia de Montalbán [183].
    También murió por amor la hija del alcaide del castillo de La Fresneda a manos de los arqueros de su padre [185].
    Por otra parte, la hija del señor de Sos del Rey Católico todavía vaga por los contornos de la villa por haber faltado al juramento de fidelidad a su prometido mientras éste luchaba contra los moros para tratar de hacer fortuna [184], mientras en Blecua tenía lugar un singular drama fruto de la costumbre de los padres de comprometer el matrimonio de sus hijos. En efecto, una muchacha de la localidad no aceptó como marido al joven que sus padres le habían destinado enamorándose de otro y, tras aparecer muertos por el candidato despechado, fueron enterrados en tumbas cercanas, entrelazándose poco después las ramas de los rosales que nacieron en sus cabeceras [187].

    4. EL MUNDO MUSULMÁN

    Aunque no con tanta abundancia como en el caso de los aragoneses cristianos, también nos ha quedado constancia legendaria de los aragoneses musulmanes, a quienes poco después de la conquista ya los vemos buscar los tesoros escondidos por los cristianos en su precipitada huida, cual es el caso de la Muela de San Juan, junto al actual pueblo turolense de Griegos [188]. Y es que el de los tesoros es un tema recurrente en las relaciones entre ambas comunidades.
    Así, por ejemplo, antes de pasar a manos cristianas el castillo de Ayerbe, los sarracenos escondieron un tesoro para el día que regresaran [194], como hiciera Alí Mohal, que peregrinó con el suyo desde Valencia hasta Monreal, quedando enterrado con él [197]. Exactamente igual hicieron los moros de Castellote quienes, ante la inminencia de la conquista cristiana, escondieron sus riquezas en la montaña Cañarda [199], tal como hicieran la reina mora de Cañart [201] y los habitantes de El Castellar en su huida hacia Castejón de Valdejasa [209]. También sabemos de la mora codiciosa de Siresa que vagaba por los bosques atesorando riquezas [207] o cómo Mustafá de Monreal que, aunque se quedó a vivir como mudéjar esperando tiempos mejores, jamás reveló dónde había escondido el suyo [230].
    Comentario aparte merecen algunas mujeres agarenas que se retiraron en soledad a esperar el regreso de los suyos, regreso que nunca se produjo, como le ocurriera a la mora de Guadalaviar que aún confía en la vuelta de su guerrero [200], o la mujer musulmana que vagó de valle en valle buscando a su enamorado hasta dar con su cuerpo muerto [206], o la reina mora de Rasal que todavía confía en el retorno de su marido [208].
    Por otra parte, es normal hallar noticias legendarias de moras encantadas que suelen narrar historias de convivencia pacífica, siendo casi siempre aceptadas con cariño y asombro por los cristianos que las contemplan, excepto en el caso de la mora de Bastarás, que tenía atemorizados a todos los pastores de la comarca [203]. Preciosa es la historia de la joven y bella islamita que decidió vivir sola en la actual Basa de la Mora, cerca de Saravillo, hastiada por las continuas luchas entre los hombres [202] y que muchos dicen verla aún en el fondo de aguas limpias del ibón, como enternecedora es la historia de la mora encantada de Sallaón, en El Grado, que se unió a un cristiano y ambos todavía mantienen limpios los pozos de agua [204]. Aún recuerdan en Sena la siempre joven mora que tendía la ropa limpia al sol, aunque nunca era vista de día [236].
    Como en el lado cristiano, no es difícil hallar referencias legendarias acerca de problemas cortesanos, cual es el caso del gobernador moro de Zaragoza permanentemente rechazado por la darocense Salima, a la que mandó enterrar viva por despecho y aún pide venganza en ocasiones desde la muralla [189]. Vemos, asimismo, a la inmensamente rica reina mora de Guarrinza, pero aislada de los suyos en pleno Pirineo [190].
    Sabemos con cierto detalle, por otro lado, de las tres hijas del rey moro de Sarakusta que huyeron a Francia para librarse de su padre, si bien murieron heladas bajo la nieve, siendo delatadas hoy por la montaña de las Tres Sorores [191]. También huyó Aixa, subyugada por su padre, el rey de Albarracín, que buscó la libertad, aunque una hechicera la convirtió en fuente cerca de Frías [193].
    Entrañable es la historia de amor entre el joven príncipe Abenracín y Zaida, hija del señor moro de Cella, de cuyo romance nos queda hoy, según la leyenda, el acueducto que toma sus aguas en el Guadalaviar [192]. Como fruto de la pugna amorosa por la hermosa Zoraida podemos admirar ahora las torres de San Martín y San Salvador de Teruel levantadas por sus dos pretendientes [205].

    Por fin, noticias tenemos de Abdelmelic, señor de la taifa de Albarracín, que sufrió un atentado en casa del alcaide de Alacón, su cuñado y vasallo, por lo que recibió un castigo ejemplar [196], como poseemos datos acerca de las revueltas internas que tuvieron lugar en Zaragoza poco antes de su reconquista, entre los que destaca la que protagonizó uno de sus prohombres, Zila [198].

    5. EL MUNDO JUDÍO

    Respecto al mundo judío, son frecuentes los intentos de conversión a la fe católica, fundamentalmente por parte de fray Vicente Ferrer, a quien encontramos en su tarea evangelizadora en Daroca [216] o en Zaragoza, donde logró convencer a un afamado rabino [217], si bien en Calatayud fue apedreado por toda la población, incluida la cristiana, lo que le condujo a predecir que la ciudad sería inundada por los ríos que allí se juntan, el Jalón y el Jiloca, aunque san Íñigo salió en defensa de los bilbilitanos [215].
    Las relaciones entre católicos y hebreos no fueron excesivamente cordiales a juzgar por las leyendas que nos son conocidas. Así, por ejemplo, Juan, herrero que trabajaba en la construcción del monasterio de Veruela, se vio rechazado por una bella judía de Trasmoz, lo que le llevó a quitarse la vida [211], pero más grave fue el incidente ocurrido en la aljama zaragozana, cuando los hebreos asesinaron a Dominguito de Val, cuyo cuerpo, ocultado por aquéllos, fue delatado por una luz fantástica [212]. Asimismo, el monasterio de San Miguel de Foces fue totalmente arrasado por mandato de un judío despechado porque los monjes no quisieron acudir en ayuda de su hija [213, 214]. No es extraño, pues, que los miembros de esta minoría religiosa fueran expulsados de algunas poblaciones, como ocurriera en Tamarite, donde se reclamó la presencia para ello del propio Cid [210].


    6. RELACIONES ENTRE CRISTIANOS Y MUSULMANES

    6.1. RELACIONES AMISTOSAS

    Entre las comunidades cristiana y musulmana hubo trato constante, siendo abundantes los casos de tolerancia y comprensión mutua. Así, por ejemplo, vemos al alcaide moro de Peralta de la Sal permitiendo que los mozárabes de la localidad siguieran venerando a la Virgen, a la que incluso invocó su propia mujer en más de una ocasión [218]. Por su parte, los cristianos de Graus facilitaron que el antiguo alcaide musulmán y su hija Zoraida siguieran viviendo entre ellos, llorando amargamente la muerte de ambos [221], aunque más

    sorprendente parece el hecho de que el propio Almanzor consintiera que los cristianos de La Almunia de Doña Godina veneraran públicamente a la Virgen [223] o que, en Langa, la imagen de la Virgen en cuya ermita se había cometido un crimen eligiera la casa del moro Tocón para buscar refugio [229]. Pero todavía es más llamativo el hecho de que una mora de Borja, preocupada por la incurable enfermedad de su hijo, decidiera peregrinar hasta la ermita de la virgen de Salas de Huesca, donde alcanzó la curación [232].
    Ejemplos de relaciones amistosas existen varios, como el de la mora encantada de Aquilué que peinaba todos los días a una señora cristiana [233] o el contrario, el de la mujer cristiana de Rasal que hacía lo propio con la esposa de un ganadero mudéjar [234], aunque más singular es la actitud del pastor cristiano de Luesia que llevaba todos los días leche a una mora solitaria [238]. En este clima no es de extrañar, por lo tanto, alguna conversión, como le ocurriera a un alfaquí zaragozano [235].
    Abundantes son, por otra parte, las relaciones amorosas entre miembros de ambas comunidades, relaciones que no siempre tuvieron el resultado feliz de Zoma, el alcaide moro de Daroca, con la cristiana María [219], de Zaida de Cella con el conde cristiano Hernando [224], del joven cristiano de Tarazona que se fue a vivir con una mora encantada [225], o de la bella mora de Ricla y su enamorado cristiano que decidieron olvidar de sus respectivas religiones aquello que les separaba y mantener lo que les unía [228].
    En otras ocasiones, las cosas no resultaron tan positivas. Y así, la hija del rey moro de Albarracín, que estaba enamorada del Cid, fue encantada por una bruja para impedir que el amor prosperara [220]. Más dramático fue el final de Zulima, la hija del alcaide sarraceno de La Puebla de Castro, quien tras enamorarse y unirse al reconquistador de la plaza, Roderico de Mur, fue asesinada en Graus por moros enemigos de su padre [222].
    Final dramático tuvieron, asimismo, el joven guerrero cristiano que, una vez liberada Gallur, regresó para unirse a una muchacha musulmana [226], y el tenente de la misma localidad, don Artal de Alagón, quien enamorado del espectro de Alma Serena, enloqueció de amor [227], mientras que Alba, la mujer del Rey Lobo, se enamoró de don Pedro de Azagra, aunque falleció llevándose su secreto [231]. Por fin, recordemos la bella historia de las tres doncellas moras de Sabiñán que fueron encantadas y convertidas en tres palomas por querer a tres muchachos cristianos, a los que todavía esperan revoloteando en torno a las torres del viejo castillo [237].

    6.2. RELACIONES PROBLEMÁTICAS

    Pero no siempre las relaciones entre moros y cristianos fueron amistosas, pues en ocasiones privó la intransigencia religiosa, como le ocurriera a la joven Orosia, que fue hecha prisionera y sentenciada a muerte [239], lo mismo que les sucedió a las muchachas Nunilo y Alodia, que prefirieron

    morir antes que renunciar a su fe [240]. O la actitud del conde cristiano que se negó, una vez reconquistada Barbastro, a propiciar el rescate de dos jóvenes agarenas [245], mientras que un mudéjar turiasonense fue engullido por la tierra por trabajar en domingo [249].
    Existieron persecuciones enconadas y encarnizadas, como la que terminó con la vida del joven Visorio, asesinado por una partida de moros [241], o la que puso en aprietos a Elena de Biescas, que se salvó de manera milagrosa [242], aunque más espectacular fue la huida de un escudero del Cid, quien, acorralado por varios soldados musulmanes, dio un salto inverosímil con su montura en la foz del Guadalaviar y burló a sus perseguidores [246].
    Hubo apresamientos inhumanos, cual es el caso de un mozárabe de Tarazona, que lo fue porque descubrió de dónde procedía el agua que manaba en las fuentes de la ciudad, circunstancia que las autoridades musulmanas querían mantener en secreto para que nadie pudiera envenenarla [244], o el apresamiento de un joven cristiano de Muniesa que se salvó gracias a la intervención prodigiosa de la Virgen [247].
    También tenemos noticias legendarias de robos cometidos entre ambas comunidades, como el caso protagonizado por un cristiano de Chía, quien sustrajo un cáliz a los moros de Sos y pudo salvarse de su persecución al producirse una avenida repentina del río Ésera una vez que él lo había cruzado [248].
    No es de extrañar, por lo tanto, que se produjeran expulsiones por uno y otro lado. Así vemos cómo los mozárabes de Sarakusta fueron echados de la ciudad y confinados en lo que desde entonces se llamaría El Burgo de Ebro, acudiendo allí la imagen de la Virgen que veneraban [243], pero también asistimos al exilio de los mudéjares de Pina merced a una estratagema de los cristianos de la localidad [250].

    7. ASPECTOS RELIGIOSOS

    En la sociedad medieval aragonesa, todo lo relacionado con la religión tuvo una gran importancia, por eso no es de extrañar que sean abundantes las leyendas que tienen como fondo alguna motivación religiosa. De entre la variada gama de este tipo de leyendas, nos detendremos fundamentalmente en aquellas que hablan de los monasterios, los peregrinos, los santos, los milagros o portentos y las reliquias.

    7.1. LOS MONASTERIOS

    Los monasterios desempeñaron un papel primordial en el sistema religioso, político, económico y social de la época, y son muchos los relatos legendarios que nos dicen cosas de ellos.

    Entre los viejos cenobios pirenaicos, tenemos noticias de San Martín de Cercito —que fue asignado a la recién nacida villa de Acumuer [82] tras haber sido fundado por el conde Galindo [254]—; de Alaón, cuyo abad fue condenado a muerte por el rey por haberle desobedecido [327]; de San Pedro de Tabernas, convertido en el primer núcleo de la resistencia cristiana tras la invasión musulmana [16]; de San Pedro de Siresa, donde fue a parar un brazo del apóstol san Pablo [319]; y, sobre todo, de San Juan de la Peña. De éste sabemos de su primer eremita, Juan de Atarés [251], de la construcción del primer cenobio por parte del rey García Jiménez [253], de la instalación de la primera comunidad cenobítica con Voto y Félix [252], de la donación de Abetito que recibió de García Sánchez II [88], así como de la arqueta que contenía el Santísimo Sacramento y quedó intacta tras un pavoroso incendio de su iglesia [313] y del Santo Grial hasta que Martín I lo mandó a la Aljafería [324] o Parsifal se lo llevó a Oriente [325].
    Hallamos luego los cenobios del Somontano y aledaños, como el levantado en honor de la Virgen del Pueyo de Barbastro después de aparecerse a Balandrán [256], el de San Miguel de Foces, junto a Ibieca, donde tuvieron lugar dos luctuosos hechos protagonizados por los judíos [213, 214], y el de Montearagón, en el que se declaró un gran incendio del que quedó indemne el fragmento de pan de la Última Cena que en él se conservaba [323].
    Por último, tenemos noticias de los monasterios que nacieron con la expansión territorial del reino. Así sabemos de las fundaciones del convento de Trasobares por doña Toda Ramírez [255, 257], del de Veruela por Pedro Atarés [258] y de Sigena por la reina doña Sancha [259]. Los condes de Sástago propiciaron tanto el nacimiento de Monler [260] como de la Cartuja de las Fuentes [263], y don Gil de Atrosillo, señor de Estercuel, levantaba el de Nuestra Señora del Olivar [261]. Del de Rueda tenemos dos noticias: el asesinato de su abad a manos del señor de Sástago [147] y el descubrimiento del pasadizo que por debajo del Ebro unía el monasterio con Escatrón [264]. Por su parte, los monjes de Fuenclara, molestados por los hombres del conde de Urgell, decidieron instalarse en Santa Fe, levantado su nueva casa cerca de Zaragoza, a la vera del Huerva [262]. Por último, tenemos noticias tanto del monasterio de Samper, al que Jaime I donó una espina de la corona de Cristo [322], como del que fundaron los monjes franceses de San Caprasio, en la Sierra de Alcubierre [343], que fue famoso por las medicinas que ellos mismos elaboraban.

    7.2. LOS PEREGRINOS

    No son ajenos al mundo legendario los peregrinos que iban y venían de un confín a otro. Algunos de ellos eran santos que tomaban esta caracterización, como sucediera en Benasque con san Marcial [265], o el viaje conjunto que emprendieron los santos Licer, Juan, Gregorio y Pantaleón [269], que fueron quedándose en Zuera, San Juan de Mozarrifar, montes aledaños a Zaragoza y Juslibol, respectivamente.
    En Alcolea se recuerda todavía al peregrino anónimo que, después de tallar un magnífico crucifijo, desapareció sin dejar rastro [266], tal como sucediera con otros dos romeros escultores en la villa de Boltaña [267]. Por su parte, en Castiello de Jaca se conservan todavía las reliquias que transportara un romero que iba a Santiago y al que fuerzas ocultas no le dejaban salir de la población [268].

    7.3. LOS SANTOS

    Abundantes son las noticias legendarias referentes a diversos santos en todo Aragón. Muchas de ellas explican por qué algunos pueblos los eligieron como patrones. Si san Licer lo es de Zuera se debe a que al paso de sus reliquias por allí, llevadas por soldados franceses, las campanas comenzaron a repicar solas [274]. San Pedro Arbués, patrón de Aguilón, tuvo problemas cuando intentó cortejar a santa Bárbara, patrona de Tosos [294]. San Blas eligió Torrecilla de Alcañiz para quedarse [296] y santaTecla fue nombrada patrona de Cervera de la Cañada después de salir repetidamente su nombre de entre las bolas introducidas en un saquete [297]. Por su parte, san Gil y san Ginés, que predicaron juntos por tierras de la Hoya de Huesca, se vieron sorprendidos por una avenida del río Sotón, quedando uno a cada orilla, de modo que uno se refugió en Ortilla y el otro en Lupiñén, cuyos habitantes acabaron proclamándolos patrones respectivos [295]. Los habitantes de Cretas, por otro lado, tal como habían decidido con antelación, nombraron patrona a la santa del día de la liberación por Alfonso II, santa Pelagia [68]. En Graus, por último, sus habitantes eligieron como patrón a san Vicente Ferrer, población en la que vivió durante algún tiempo y donde instituyó la procesión de la disciplina [290].
    Vemos en nuestras páginas a varios santos aragoneses, comenzando por el citado san Pedro Arbués [294]. Así hallamos a san Ramón cuando huye de su diócesis barbastrense hacia Roda, presionado por el obispo de Huesca, obrando milagros por los pueblos que pasa [271] y, más concretamente, resucita a una joven desahuciada en Roda [272], libera a distancia de la cárcel a dos soldados cargados de grilletes a quienes vemos en Roda para orar ante la tumba de su libertador [273] o provoca la lluvia que tan necesaria era para las gentes de Capella [299]. San Balandrán, un joven pastor de Ilche a quien se le aparece la virgen del Pueyo, será su heraldo ante los barbastrenses [256]. En san Voto y su hermano Félix está el germen de la primera comunidad de San Juan de la Peña [252]. Santas Nunilo y Alodia morirían como mártires en Huesca por no renunciar a su fe cristiana [240], como le sucedió a san Visorio, asesinado por una partida de moros incontrolados [241]. Y, por último, nos encontramos con santa Isabel, hija de Pedro III de Aragón y reina de Portugal, convirtiendo en rosas las monedas que llevaba para repartir entre los pobres cuando fue descubierta por su marido, el rey portugués [350].
    Hallamos, asimismo, nombres tradicionales en el santoral cristiano. San Valero, un hombre del siglo IV, por ejemplo, al pasar por Castelnou hacia su destierro, pronosticó que dicha población no sería invadida por los musulmanes cuando éstos todavía no existían [270]; san Gregorio se instala en las proximidades de Zaragoza [269]; san Roque visita el hospital de Valdealgorfa donde todavía quedan pertenencias suyas [278]; san Blas eligió a Torrecilla de Alcañiz para quedarse [296]; san Miguel vence a la plaga de la langosta en tierras de Tauste [334]; san Sebastián no sólo libró de la lepra a las gentes de Fayón [335], sino que también detuvo la peste en Azanuy [338]; san Marcial fue peregrino por tierras de Benasque [265]; san Macario salvó de la muerte a un muchacho de Andorra [318]; y santa Orosia era sentenciada a muerte en tierras jacetanas [239], mientras los beatos predicadores Gregorio y Domingo morían en Besiáns dando origen a un hecho portentoso [279].
    Consideración aparte merecen santo Domingo, san Indalecio y san Vicente Ferrer. Santo Domingo, que fue amamantado de niño por una vaca en tierras de Lobera de Onsella [277], lo hallamos en Zaragoza predicando la devoción del Rosario [275] e intercediendo por la noble y pecadora Alejandra, de modo que logró que su alma no se escapara de su cabeza separada del cuerpo antes de que pudiera confesar [276]. Los restos mortales de san Indalecio, por su parte, fueron traídos desde Andalucía a San Juan de la Peña por el proscrito García Aznárez, lo que le valió el perdón de Sancho Ramírez [320], pero lo más importante fue el multitudinario voto al que se sumaron multitud de pueblos de Aragón. Por último, es de destacar la gran cantidad de leyendas propiciadas por san Vicente Ferrer.
    El dominico valenciano, que desempeñara tan importante papel en la crisis dinástica que se resolvió en Caspe, ha dejado abundante constancia legendaria de su paso por todo Aragón en su intento de convertir a los judíos. Aunque en alguna ocasión tuviera problemas, cual es el caso de Calatayud, donde fue apedreado [215], o de Teruel, cuya destrucción vaticinó tras marchar de la ciudad sin haber logrado convertir a ningún hebreo [285], lo normal es hallar leyendas positivas de su peregrinar. Lo vemos predicando con éxito ante los judíos de Daroca [216], de Calatayud, donde salvó de la muerte a un muchacho despeñado [286], y de Zaragoza, donde fue capaz de convertir a un influyente rabino [217]. Predica en Mora [280], Maella [284], Barbastro [289], Graus [290], Aínsa [291], Benabarre [292], lugares todos ellos en los que queda constancia de los milagros realizados. Además, en Piedra, sanó a una endemoniada [281], logró salvar su propia vida en Caspe ante los sicarios del conde de Urgell [283] e impide que los demonios entren en la ciudad del Compromiso durante las deliberaciones [288]; descubre a los falsos frailes que timaban a los comerciantes de Daroca [287]; en el convento de Huesca, cuando ya había fallecido, hizo que
    se desprendiera un cuadro sobre la cabeza del prior dominico por negarse a festejar su aniversario por coincidir con la Semana Santa [293]. Y si Munébrega conserva un crucifijo tallado por el propio fraile [282], Graus se salvó de la inundación provocada por los ríos Ésera e Isábena gracias al crucifijo que legara al pueblo el fraile predicador [315].

    7.4. LOS PORTENTOS

    Las páginas legendarias están repletas de narraciones milagrosas o portentosas, de hechos y circunstancias inexplicables a la luz de la razón: victorias militares casi imposibles, curaciones inverosímiles, castigos ejemplarizantes, favores especiales, victorias contra los elementos naturales desatados, etc.
    Una buena parte de este tipo de relatos legendarios se centran en la ayuda portentosa, milagrosa podríamos decir, que los guerreros cristianos recibieron en el momento menos esperado. La aparición de una cruz roja sobre una encina dio ánimos a los hombres de García Jiménez para reconquistar Aínsa [17] y otra cruz recortada en el cielo azul posibilitó la victoria de Íñigo Arista en Araguás [22]. La intercesión de la Virgen fue determinante en la reconquista de Ejea [46], Zaragoza [47], Alagón [50], Bijuesca
    [53] y Calanda [61] o en la liberación de prisioneros [247]. San Jorge intervino en la reconquista de Huesca [36], Santiago ayudó al Cid en Torrenublos [41] y san Miguel en Zaragoza [48], mientras san Ramón ayudaba a evadirse a dos soldados [273]. Por fin, Alfonso I venció a los musulmanes en Fraga con la ayuda de las reliquias que portaba consigo [64].
    Llenas están las páginas legendarias, asimismo, de curaciones portentosas. Pedro I fue curado por san Miguel in Excelsis [96]; la virgen del Pilar sanó a Fernando II [135], al hijo del conde ribagorzano [153] y a la reina doña Blanca de Navarra [160]; san Ramón arrancó de la muerte a una joven de Roda [272], san Vicente Ferrer a un muchacho en Calatayud [286] y san Macario a otro de Andorra [318]. La peste fue detenida en Azanuy por san Sebastián
    [338] y este mismo santo libró a Fayón de la lepra [335]. Por último, diversas endemoniadas fueron sanadas por san Vicente Ferrer en Piedra [281] y en Aínsa [291], y por la intercesión de la virgen Blanca en Piedra [317].
    Asistimos a castigos ejemplares, como el caso del mudéjar de Tarazona que vio abrirse la tierra bajo sus pies por haber trabajado en domingo [249], la petrificación de un pastor y sus reses cerca de Bono por el obispo Bencio de Zaragoza [298], o la conversión en estatua de piedra del darocense Martín Visagra por perjuro [306].
    Varios son los casos en los que los elementos naturales desatados (riadas, tempestades, plagas, etc.) fueron aplacados milagrosamente, como el caso de la tempestad que conjuró san Vicente Ferrer en Barbastro [289], la avenida del Ebro en Monzalbarba contenida por la Virgen [305] o la riada padecida en Graus que remitió gracias al crucifijo que allí había dejado san Vicente Ferrer [315], mientras que san Ramón, por el contrario, hizo llover en Capella que padecía una pertinaz sequía [299]. La plaga de la langosta fue abortada de manera portentosa en sitios tan dispares como Tauste [334], Arándiga [337] o Fuentes de Ebro [341].
    Por otra parte, varias fueron las poblaciones aragonesas, además de Daroca [301], en las que se produjeron Corporales —Aniñón [307], Andorra [308], Fraga [311], Aguaviva [312] y San Juan de la Peña [313], entre otras— lo que dio origen a todo un reguero de fervorosas peregrinaciones, mientras en Cimballa el agua utilizada en misa, ante la duda del sacerdote que la celebraba, se convirtió en sangre, reliquia que el rey Martín I hizo llevar al monasterio de Piedra [309].
    El fervor de algunos fieles consiguió favores especiales a la hora de la muerte, como los casos de la noble Alejandra, que conservó el alma en la cabeza que tenía separada del cuerpo hasta que logró ser confesada [276] y del hombre decapitado en Villarroya de la Sierra que, en idénticas circunstancias, fue confesado por el arzobispo de Zaragoza [310].
    Hallamos narraciones curiosas, como la ayuda que Gallinás recibió de la Virgen tras haber robado un cáliz a los moros [248], la de la imagen de la Virgen que viajó varias veces entre Soria y Zaragoza [300], el caso del pastorcillo que vio transformados en rosas milagrosamente los nudos que hacía en un junto, con lo que inventó el rosario [302], la palidez que le ha quedado a la virgen de Salas de Huesca tras haber sido profanado su templo [304], o el olor a néctar que despidió el sepulcro del Papa Luna en Peñíscola antes de ser trasladado a Illueca [316]. En otro caso, una fulgurante luz mostró dónde había sido enterrado santo Dominguito de Val tras ser asesinado por los judíos [212], o sonó una campana sin que nadie la tañera, como ocurriera cuando los restos de san Licer pasaban por las calles de Zuera [274] o las varias veces que la campana de Velilla de Ebro ha presagiado acontecimientos diversos [314].
    Por último, no faltan casos de relación con el propio Diablo, como el pacto que sellara el walí moro de Borja para defender la plaza de los cristianos [51, 52], o como cuando san Vicente Ferrer impidió que se acercara a Caspe durante la celebración de las deliberaciones del Compromiso
    [288] o el pacto que hiciera con él el barón Artal de Mur, en honor del cual llegó a instituir en Aínsa la «misa del Diablo» [303].

    7.5. LAS RELIQUIAS

    Para finalizar este somero repaso acerca del sacralizado mundo medieval aragonés, haremos referencia a las reliquias, que dieron lugar a un curioso movimiento en todo el mundo cristiano, rivalizando iglesias, monasterios, reyes y nobles.

    Ya hemos visto al obispo Bencio de Zaragoza, en su huida hacia el Pirineo poco antes de tomar los moros la ciudad, transportando los tesoros y las reliquias de la sede cesaraugustana para ponerlos a salvo [8], cómo Alfonso I logró vencer a los musulmanes gracias a las reliquias que siempre le acompañaban [64] o lo que le sucedió en Castiello de Jaca al romero que transportaba un saco lleno de ellas [268].
    Sabemos, por otra parte, que Jaime I el Conquistador hizo entrega del preciado relicario que siempre llevaba consigo a la virgen de la Huerta de Magallón en reconocimiento a la ayuda que ésta le prestara en la guerra [321] y donó una espina de la corona de Cristo al monasterio de Samper [322]; o cómo el rey Sancho Garcés sólo logró sanar de la grave enfermedad que padecía ante el brazo del apóstol san Pedro custodiado en Siresa [319]. También nos ha llegado noticia legendaria del traslado de los restos de san Indalecio al monasterio de San Juan de la Peña [320], cenobio en el que estuvo durante mucho tiempo una de las reliquias más importantes que puedan existir, el Santo Grial [324, 325].
    Por último, recordemos cómo el monasterio de Montearagón pudo vanagloriarse de custodiar pan de la Última Cena, que se salvó milagrosamente de un pavoroso incendio [323].

    8. ASPECTOS SOCIO-CULTURALES

    8.1. LA JUSTICIA.

    Si otras fuentes han sido incapaces de precisar el nacimiento exacto de la institución del Justicia de Aragón, la leyenda precisa cuándo y en qué circunstancias, justamente cuando alumbran los no menos legendarios fueros de Sobrarbe [326], un Justicia al que vemos al final de nuestro recorrido en la Seo zaragozana dando origen a su escudo de armas ante el Papa Luna [331].
    Por otra parte, hallamos algunas leyendas referidas a la administración de justicia, sobre todo la real. En una ocasión, con motivo de la condena a muerte del abad de Alaón, quedó en entredicho [327]; en otra, la vemos actuar con contundencia, cual es el caso de los falsificadores de moneda de Trasmoz [328]. En Teruel, dos son las ocasiones que motivaron enfrentamiento entre la justicia real y los jueces turolenses apegados al Fuero, una con motivo de la visita a la ciudad del infante don Jaime, hijo de Jaime II [329], y otra cuando Alfonso V se vio obligado a intervenir en la secular lucha entre los Marcilla y los Muñoz, recortando las libertades del fuero turolense, lo que motivó un gran descontento popular [330].

    8.2. PLAGAS Y EPIDEMIAS

    Abundantes son, asimismo, las noticias legendarias referentes a plagas y epidemias, verdadero azote de una sociedad que no disponía de medios técnicos ni médicos para combatirlas.
    La peste, por ejemplo, originó el despoblamiento de Lascasas de Sevil [332] y de Niablas —cuyos supervivientes fueron a parar a Oto [342]— y, si no sucedió lo mismo en Azanuy, fue debido a la intercesión protectora de san Sebastián [338]. Por otro lado, tras perecer ahogados en el río Cinca casi todos los habitantes de Daymús, la peste afectó a los escasos supervivientes, muy pocos de los cuales pudieron buscar nuevo acomodo fundando el poblado de Velilla de Cinca [340]. Por su parte, el juez de Bujaraloz dio órdenes de aislar toda la calle Baja para que la terrible enfermedad no contagiara al resto de la población [336]. Finalmente, tenemos noticias de las siete muchachas de Peñarroya de Tastavíns que accedieron a casarse con siete jóvenes supervivientes de la enfermedad en Vallibona, gracias a lo cual se salvó de la desaparición este pueblo [339], hecho que todavía se conmemora actualmente cada siete años.
    Tenemos noticias de la gran mortandad que causó el cólera en Villa que quedó despoblada pues los pocos supervivientes abandonaron sus casas y dieron lugar al nacimiento de Salinas de Hoz [333], aunque mejor suerte corrió Fayón, a la vera del Ebro, pues san Sebastián libró milagrosamente a sus gentes del contagio de la lepra [335].
    Por último, veamos tres ejemplos de la demoledora plaga de la langosta. Tauste se vio libre merced a la lucha titánica de san Miguel [334] y Arándiga gracias a la intercesión de la Virgen [337], tal como sucediera en Fuentes de Ebro, cuya feraz huerta se vio cubierta por estos voraces insectos, aunque Nuestra Señora de Zaragoza la Vieja, trasladada desde El Burgo de Ebro para la ocasión, les hizo levantar el vuelo y desaparecer salvando las cosechas de la supervivencia [341].

    8.3. LA CULTURA.

    Desafortunadamente no nos han llegado muchas las leyendas de tipo cultural y las existentes lo son de temática variada y dispersa, lo cual no permite hacer síntesis coherente, aunque un aspecto destaca de los demás, la existencia y proliferación de trovadores, como aquel al que Jaime I castigó por haber destrozado las vasijas de un ceramista por el hecho de que éste tarareaba con entonación deficiente una de sus trovas [158]. Famoso fue el trovador Manrique de Lara, encarcelado en la torre de la Aljafería e inmortalizado por Verdi [162]. También sabemos de los amores y desventuras del juglar que actuó en Barbastro para el conde de Entenza y su familia [164] y podemos asistir a una contienda de juglares en Zaragoza que fue solventada por el propio rey [345].
    Aparte de esto, son de destacar las medicinas que hicieron famosos a los monjes franceses de san Caprasio, asentados en la Sierra de Alcubierre [343], y el quitamiedos que elaboraban e ingerían los soldados de Robres que lucharon junto a Alfonso I el Batallador, que les hacía ser superiores a todos los demás, aunque guardaron en secreto su composición [346].
    Por último, cabe destacar la llegada al reino de un moro valenciano exiliado que se asentó en Borja o Calatayud, no queda claro, y que trajo consigo unos nuevos acordes musicales que darían origen a la jota [347].

    8.4. ARAGONESES ALLENDE LAS FRONTERAS.

    Tenemos constancia legendaria de algunos aragoneses que vivieron fuera de su tierra desiguales aventuras. Hallamos así en la corte portuguesa a santa Isabel, la princesa hija de Pedro III, nacida en la Aljafería, y reina del país vecino, convirtiendo en rosas las monedas que a punto estuvo de descubrirle su marido cuando las iba a dar a los pobres [350]. Sabemos de las andanzas en Castilla de Pedro Martínez de Bolea quien, arriesgando su vida y hacienda, logró que Pedro III no entrara en guerra con el monarca castellano [349]. Hallamos a Sancho Fernández de Heredia regresando a su Burbáguena natal y trayendo consigo una imagen de santa Ana que aún se venera en la localidad [353]. Conocemos noticias de un aragonés que estuvo cautivo en Constantinopla y trajo a Zaragoza, tras vivir varias peripecias, una hermosa imagen de la Virgen que halló enterrada junto a los muros de la ciudad oriental [351]. La leyenda nos cuenta, en fin, las vicisitudes que padeció otro aragonés que vivió como esclavo en Jerusalén y que, tras lograr su liberación, trajo consigo a su pueblo de Inogés otra talla mariana [352].

    8.5. ARAGONESES CON PERSONALIDAD.

    Para finalizar este recorrido temático a través de las narraciones legendarias que constituyen esta antología, nos detendremos momentáneamente en la consideración de dos personajes reales y legendarios a la vez. Por una parte, hallamos a Juan Fernández de Heredia quien, tras vencer a los turcos en los Santos Lugares, recaló en su pueblo, Munébrega, donando una bella imagen de la Virgen que había adquirido como botín de guerra [354]. Pero el personaje que ha originado más relatos legendarios, no podía ser de otra manera, es don Pedro de Luna, a quien el propio mar reconoció como auténtico papa [355], se salvó de morir por envenenamiento gracias al aviso que le hizo llegar una bruja [357], hizo un viaje de incógnito a Roma sobre su propia capa [358] y recibió a los emisarios del Concilio de Constanza [359].

    Terne en no abdicar como pontífice, cuando toda Europa —incluso su rey— estaba en su contra, nos lanza su famosa frase de «estoy en mis trece», refiriéndose a Benedicto XIII, naturalmente [356], y es capaz, en plena crisis, con su personalidad arrolladora, de dar origen al escudo de armas del Justicia de Aragón en la seo de San Salvador de Zaragoza [331]. Por eso no es extraño que de su tumba de Peñíscola irradiara olor a néctar, poco antes de ser trasladados sus restos mortales a su villa natal, Illueca [316], por decisión de Alfonso V.

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