EL PERGAMINO ORIGINAL DEL FUERO DE JACA CONCEDIDO POR EL REY SANCHO RAMÍREZ.
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Ricardo del Arco.
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El célebre fuero o carta magna otorgado a la ciudad aragonesa de Jaca por el rey Sancho Ramírez, era hasta ahora conocido únicamente por la copia del instrumento original contenida en el códice que conserva aquel Municipio, denominado "Libro de la Cadena".
Este es un infolio en pergamino que consta de dos partes, que claramente se distinguen por la desigualdad de su confección:
la primera y más esencial se escribió por los años de 1270; ocupa 84 folios y contiene documentos reales y municipales, copiados todos por una misma mano en letra francesa, hermosa y limpia, con algunas iniciales adornadas, pero con descuidos e inexactitudes que acusan al copista de mediano lector de letra antigua y de menos que mediano latino. La segunda parte la forman los 17 últimos folios, que contienen documentos pontificios, reales y episcopales, los cuales, seguramente, no estaban
en el archivo del Concejo, sino que se llevaron del de la Catedral para completar con ellos el cartulario; están escritos en varias ocasiones y por distintas personas, en peor letra que los de la primera parte, pero con más corrección, y no más tarde del
año 1312, excepto el último, que lo fué antes del 1323. Está encuadernado en tapas de madera forradas de cuero, guarnecidas en sus ángulos con clavos de hierro y mostrando señales de haber tenido otros mayores, a modo de sellos, en los centros, para unir el broche que lo cerraba. Por estos detalles se le llama en documentos del siglo XIV "el libro de los sellos redondos de hierro'''; cuando éstos desaparecieron le dieron el nombre de '''libro de las cubiertas vermellas''', que ha durado hasta fin del XVIII , añadiendo alguna vez en estos últimos tiempos el calificativo "de la Cadena", que no se nombra en los primeros; cadena que se pondría para sujetarlo, acaso en 1544, cuando fué trasladado desde el domicilio del Jurado o notario que lo guardaba a la actual Casa Consistorial (1).
(1) Dámaso Sangorrin: El Libro de la Cadena del Concejo de Jaca... Transcripción, traducción y anotaciones del cronista de la ciudad don --- (Zaragoza. 1921). pág. IV.
Los folios I verso, 2, 3 y 4 recto, contienen la copia del fuero concedido por Sancho Ramírez en el año (según reza allí) 1062, o sea la Era 1100. Esta ha sido la única fuente de todas las ediciones del famoso privilegio, tan interesante en la historia de la legislación española; es decir, a lo que parece, el documento original no ha sido conocido hasta que yo lo he descubierto recientemente en el Archivo municipal de Jaca. Veámoslo.
El analista Zurita fué el primer historiador que dio noticia del fuero, en sus índices latinos, al año 1064, como indicando que en esa fecha otorgó el rey el privilegio. El original, como se verá, coincide con la copia en la data, o sea en la Era 1100, año 1062, probablemente equivocada por omisión de alguna cifra.
¿De qué coligió Zurita esa fecha? De haber visto el pergamino original, hubiera hecho alguna reflexión para rectificarla. Sirvióse, pues, de una copia, que seguramente debieron comunicarle.
El padre fray Ramón de Huesca imprimió el tomo de su Teatro histórico de las iglesias del Reino de Aragón, dedicado a la de Jaca, en 1802. En la página 71 de ese volumen (el VIII de la serie) habla del fuero de Sancho Ramírez, indicando las leyes
que el Monarca otorgó a la ciudad para su gobierno, "como consta del diploma que publicamos en el apéndice I, según se halla en el "Libro de la Cadena", de la misma ciudad, que es de vitela y caracteres muy antiguos, en que están sus privilegios. Dichos fueros se hicieron tan famosos en toda España, que venían de Castilla, Navarra y otras partes a Jaca para llevarlos á sus tierras, como lo testifica el rey don Alonso II en un privilegio, de que luego hablaremos; y el padre Moret refiere algunas ciudades de Navarra y Castilla que se gobernaban por los fueros de Jaca".
Publicó, en efecto, el privilegio tal como está; en el "Libro de la Cadena", aunque indicando en el epígrafe que "se halla en pergamino suelto, en el archivo de dicha Ciudad, caxón 5, leg. 13, núm. 3, y en el libro de la Cadena de la misma, fol. 1."
Pero el padre Huesca no vio el original, no obstante haber estado en Jaca preparando la edición de su Teatro, cosa que no le ocurrió a Zurita, y ello por dos razones: la signatura que el documento tenía en tiempo del padre Huesca era la misma que ostenta hoy, o sea el núm. 1 de los privilegios reales, y no el núm. 3, del leg. 13. Además, y es prueba concluyente, después de inserta la copia del privilegio tomada del "Libro de la Cadena", añade: "La data está defectuosa, pues habla del año de la Encarnación sin expresarlo, y la Era M. C. que señala corresponde al año del Señor 1062, y don Sancho Ramírez no subió al trono hasta el mes de mayo del siguiente. Zurita, que pudo ver el original, afirma en los índices latinos sobre el año 1064 que el rey don Sancho dió a Jaca en este año, en el principio de su reinado, las leyes, forma de gobierno y título de ciudad que menciona el privilegio."
Además, de haber visto, el padre Huesca el original, se hubiera valido de él para la publicación, como más fidedigno que una copia en la que se registran muchas variantes, errores o malas lecturas, como veremos.
Don Tomás Muñoz y Romero, en su Colección de fueros municipales y cartas pueblas (Madrid, 1847), publicó este fuero jaqués, pero tomándoilo del padre Huesca, por lo cual adolece de todos los defectos de infidelidad de aquél. Antes que él lo publicaron Llorente, en el tomo III, pág. 454 de sus Noticias históricas de las Provincias Vascongadas, aunque —(dice Muñoz Romero— no con tanta corrección como le imprimió el padre Huesca-.
Zuaznavar, en su Ensayo histórico sobre la legislación de Navarra, y Yanguas, en su Diccionario de antigüedades del Reino de Navarra, dieron también este fuero según la misma fuente. El padre Moret, en sus Investigaciones históricas de aquel Reino, asignó al documento nada menos que el año 1090.
En nuestros días, don Gabriel Llabrés ha publicado una noticia del "Libro de la Cadena", en la Revista de Huesca, tomo I (año 1903), págs. 281 a 292, seguida de la transcripción de cuatro documentos del "Libro", uno de ellos este fuero jaqués. La
lectura es más fiel que la que en 1921 ha hecho don Dámaso Sangorrin. Llabrés no conoció el pergamino original.
Dicho señor Sangorrin, cronista de Jaca, ha dado a la luz una edición del "Libro de la Cadena del Concejo de Jaca" (Zaragoza, 1921), con atinados comentarios a los documentos de que se compone. Tampoco el cronista de aquella antigua ciudad ha
visto el pergamino original, porque no lo menciona; antes bien, en la pág. 102 de su obra, dice: "El copiante (del '''Libro de la Cadena") omitió la fecha de la Encarnación, que sin duda constaría en el original además de la Era..." ; y en la pág. 103: "Lo que sospecho es que en el original decía Era MCXV..." Ni una ni otra cosa son ciertas; el copiante, que tantos errores cometió al trasladar el documento original, al llegar a la fecha copió bien, porque en el original se omitió el año de la Encarnación y la Era
es M.a C.a, y no la que sospecha el señor Sangorrin, M. C. XV.
Por tanto, el pergamino original es inédito, y ha permanecido oculto desde el siglo XVIII. A mis manos llegó registrando el Archivo municipal de Jaca, como comisionado de Real orden para realizar el inventario de varios archivos de la provincia no incorporados al Cuerpo facultativo de Archiveros. Un índice del siglo XVIII me dio el rastro, y al fin lo encontré (1), con la satisfacción natural, por tratarse del documento más enaltecedor de Jaca, el más importante, sin duda, de Aragón y uno de los más
insignes de España, citado por todos los historiadores nacionales y extranjeros de nuestra Legislación. Esa es la razón que me ha movido, no sólo a dar cuenta a la Real Academia de la Historia del importante hallazgo, sino a ofrecer una transcripción fiel del curiosísimo documento acompañada de la fotografía, anotando las variantes —errores del copista y errores de lectura, por mejor decir—- que aparecen en las ediciones del padre Huesca (y de Muñoz Romero, por tanto) y de Sangorrin, en numero de 67, Las primeras van indicadas con la inicial H, y las segundas con
la inicial S (2).
(2) Las variantes de la edición de Llabrés son, poco más o menos, las de la de Sangorrin, por lo que me abstendré de anotarlas o compararlas con el original, salvo las que sean distintas. Llabrés no pone diptongos (que no se usaban entonces ni constan en el Libro de la Cadena) como el señor Sangorrin; pero en cambio escribe siempre Jacca o Jaccam, en vez de Iaca, o Iacea, Iaccam.
(1) Encontré, además, el documento más antiguo del Archivo: una donación del rey Ramiro I a los vecinos de Osas, de la villa de Suersa, concediéndoles fuero, en 30 de mayo del año 1042; un privilegio de Alfonso I (1106), otro de Pedro II (1212) sobre el Almudi, dotado de magnífica bula plúmbea; casi toda la serie, en fin, de los privilegios concedidos a Jaca, los cuales dormían entre el polvo del olvido, en un hermoso armario inexplorado .........
El documento tiene todos los caracteres apetecibles de autenticidad (letra, signo de Sancho Ramírez, firma de Pedro I, abreviaturas, ancianidad del pergamino, etc.), y es, sin duda alguna, el original, por lo demás bien conservado.
En él el rey Sancho Ramírez declara a Jaca ciudad; y para que sea bien poblada, le concede todos los buenos fueros que los habitantes le habían pedido, a saber:
I. Que cada cual edifique y cierre a su arbitrio su vivienda.
II. Que el que hiera a otro en presencia del Rey o en su palacio, hallándose el Monarca en él, pagará 1.000 sueldos o se le cortará la mano; en caso contrario, pagará la multa según el fuero de ausencia Real.
III. Que si alguien mata a otro sorprendido en delito de robo, no tenga pena de homicidio.
IV. Que en hueste no tengan obligación de llevar sino víveres para tres días, y eso cuando se trate de guerra regular o que el Rey esté sitiado por el enemigo. Si el cabeza de familia no quiere ir, podrá mandar en su lugar un peón armado.
V. Que el que adquiera una heredad la posea libre un año y día, sin traba alguna; después de este plazo pagará al Rey 60 sueldos el que quiera despojar al poseedor de su derecho.
VI. Que tengan libertad de pastos y leñas en terreno donde puedan ir y volver en el día.
VII. Que no tengan obligación de aceptar desafíos sino por voluntad de ambas partes; y para tenerlos con los de fuera se necesitará el beneplácito de los hombres de Jaca.
VIII. Que nadie pueda ser preso dando la fianza correspondiente.
IX. El que fornicare con mujer, consintiéndolo ella, si no es casada, no pague multa; pero si usa de violencia, búsquela marido o tómela por esposa. Si la mujer ultrajada pide justicia dentro de dos días, lo probará con testigos fidedignos de Jaca; pero transcurridos tres días sin reclamar, no tendrá derecho alguno.
X. Que el que vaya contra su vecino con armas, lanza, espada, maza o cuchillo, pagará 1.000 sueldos o será privado de la mano; si alguno mata a otro, pague 500 sueldos; si solamente le hiriere con el puño o le asiere por los cabellos, 25 sueldos; si le arroja en tierra, 250 sueldos.
XI. El que allane la morada del vecino o saque de ella prenda, pague 25 sueldos al dueño de la casa.
XII. Que el merino real no perciba calonia de ningún vecino sin la aprobación de seis hombres buenos.
XIII. Que los vecinos no estén obligados a comparecer en juicio fuera de Jaca.
XIV. El que tenga medidas o pesos falsos, pague 60 sueldos de multa.
XV. Que los de Jaca vayan a moler a los molinos que quisieren, excepto los judíos y los que fabrican pan para la venta.
XVI. Que no enajenen sus fincas a eclesiásticos ni a infanzones.
XVII. Que el que quiera prender a otro por deudas llame al Merino, y éste lo encierre en el Palacio Real, a la custodia del carcelero. Pasados tres días, el denunciante dará ración diaria de pan al preso, y si no lo hace, sea puesto éste en libertad.
XVIII. Que el que embargue un sarraceno o una sarracena guárdelo en el Real Palacio, en donde el dueño del preso le dará ración de pan y de agua, porque es persona y no es justo que quede sin alimento como una bestia.
Estos son los preceptos que contiene el fuero de Jaca, otorgado por Sancho Ramírez. Fué confirmado y adicionado por Ramiro II el Monje, en 1134 y por Alfonso II, en 1187. En este último dice el Rey que de Castilla, de Navarra y de otras partes venían a Jaca a aprender y trasladar sus usos y costumbres.
Respecto a la fecha, encontrado el original, hay que desechar las conjeturas, y afirmar que es la Era 1100, o sea año 1062, con error del "scriptor", o sin él. Bonilla y San Martín, en la pág. 6, nota 2, de su admirable estudio El derecho aragonés en el siglo XII (Huesca, 1920), dice: "Esta fecha (1062) , y no la de 1064, que es la que generalmente suele darse, figura en el texto del "Libro de la Cadena" o de los Privilegios de Jaca. Véase la edición del fuero, por don Gabriel Llabrés, en la Revista de Huesca (1903), tomo I (único publicado), pág. 289."
En su citada obra, Bonilla y San Martín analiza los preceptos del fuero jaqués y los de otros del siglo XII , considerándolo el primero aragonés, o sea el más antiguo, que tiene alguna extensión; pues a excepción del de Tudela (1127), del de Calatayud
(1131) y del de Daroca (1142), los restantes son brevísimos documentos: cartas pueblas, privilegios, en los que apenas se alude a algunas de las más importantes instituciones jurídicas.
De aquellas disposiciones, unas se refieren al servicio militar (la 4); otras, al reconocimiento de derechos individuales (1, 5, 6, 8, 11, 12, etc.), otras a la propiedad (5, 6, 16; etc.); otras son de índole penal (2, 3, 5, 9, 10, 11, 14); otras, en fin, de derecho
procesal (8, 12, 13, 17, 18).
He aquí la transcripción de este curioso documento, en la que se marcan con letra cursiva las abreviaturas resueltas. En notas van las variantes de los textos anteriormente publicados, para restablecer la pureza del original.
"In nomine nostri ihesu Xpi. et indiuidue (I) trinitatis patris et filii et spiritus sancti amen. Hec (2) est carta auctoritatis / et confirmationis quam Ego Sancius gratia dei aragonensium rex et pampilonensium, facio uobis notum omnibus hominibus qui sunt / usque in orientem (3) et hoccidentem (4) et septentrionem et meridiem, quod ego uolo constituere ciuitatem in mea uilla que (5) dicitur / iaka (6). In primis con dono (7) uobis omnes malos fueros quos abuistis (8) usque in hunc diem quod ego constitui iakam (9) esse ciuitatem, et ideo quod ego uolo quod sit bene populata concedo et confirmo uobis et omnibus qui populauerint in iaca (10) mea ciuitate, totos illos bonos / fueros quos michi demandatis (11) ut mea ciuitas sit bene populata, et unus quisque (12)
(1) S., indiuiduae.
(2) S., Haec.
(3) S., oriente.
(4) H., occidentem; S., occidente.
(5) S., quae.
(6) H., Jacca; S., iacca.
(7) H. y S., condono.
(8) H. y S-, habuistis.
(9) H., Jaccam; S., iacam.
(10) H., Jacca; S., iacca.
(11) S., demandastis.
(12) H. y S., unusquisque.
claudat suam parietem secundum suum posse, et si euenerit / quod aliquis ex uobis ueniat ad contencionem et percuciet aliquem ante me uel in palatio meo me ibi stante, pariet mille solidos aut perdat / pungnum. Et si aliquis uel miles uel buryensis (i) aut rusticus percusserit aliquem et non ante me nec in meo palatio (2)
quam uis (3) ego sim in / iacca, non pariet calonia nisi secundum forum quod habetis quando non sum in uilla. Et si euenerit causa quod si aliquis qui sit hoccisus (4) in furto fuerit inuentus / in iaca (5) aut in suo termino non parietis homicidium. Dono et concedo uobis et successoribus uestris cum bona uoluntate ut non eatis in hoste nisi cum pane / dierum trium, et hoc sit per nomen de lite campale, aud (6) ubi ego sim circumdatus uel successoribus meis ab (7) inimicis nostris. Et si dominus domus illuc non / uolet ire, mittat pro se uno pedone armato. Et ubi cumque (8) aliquid comparare uel acaptare (9) potueritis in iacam (10) uel foras iacam (11) hereditatem / de ullo nomine, abeatis (12) eam liberam et ingenuam sine ulo (13) malo cisso (14). Et post quam (15) anuo uno et die supra eam tenebitis sine inquietatione / quisquis eis inquietare uel tollere uobis uoluerit der. milii (16) LXa solidos et in svaper (17) confirmet uobis liereclitatew. Et quantuw uno die ire et reddire in ómnibus / partibwj potueritís abeatis pastua (iS)
(1) H, y S., burgensis.
(2) H,, palacio meo; S-, palatio meo.
(3) S., quamuis.
(4) H. y S.j occisus.
(5) H., Jacca; S., íacca.
(g) H. y S., aut.
(7) S-, ad.
(8) H. y S., ubiqumque.
(9) H. y S., accaptare.
(10) H., Jaccam; S., Iaccam.
(11) Ibidem.
(12) H. y S., habeatis.
(13) H. y S, ullo.
(14) Muñoz Romero, en la nota 3 de la pág. 237, dice con manifiesta
ligereza: "Llórente: Sine uno malo uso. Císso debe ser equivocación,
debiendo decir lo que pone Llórente.) El original dice no lo que supone
Llórente, sino "malo cisso".
(15) H, y S., postquam.
(ió) H. y S., michi.
(17) H. y S., insuip:
er.
(18) H., habeatis pasqua; S., habeatis pascfoua.
et siluas in ómnibus locis, skuti homares in circuitu illiiu abent (1)
in suis terminis. Et quoá non taciatis belmw duelluw inter tros /
msi ambobuis placeat (2), ñeque cum homimbus dé foris;
, nisi uo~
lumítate (3) Iwminibus iacce (4). Et quoá nxúlus ex uohis sedeat
captw¿ dando fidanzas de uestro pede.. Et / si aliquis ex uobiy cura
a,liqua fomina excepto maritata fornicationem faciatis uolunta-
tem (5) snuitieri'S, non detis colonia»*. Et si sdt causa quoá / eam
•forcet det ei marito aut accipiat <per uxorem. Et si miilier forzata
se damat prima die nel secuná.^, aspróbet per ueridicos testes /
iaccenses. Post tres dios trans actos si clamare se uoiuerit nichil
ei ualeat. Et si aliquis ex uohis iratus contra ukinum suuw armas
traerit (6) / lanza, spada, maza, uel cultrum, donet inde mille so-
lidos aut pt'rdat pu-ngntvm. Et si units hocciderit (7) ad aliuw
peitet (8) D. soflídos. Et si muís ad / alium cum pugno percxxxe-
rit uei ad capillos apr^lienderit, peitet (9) inde XXVu m
(10) solí-
aos. Et si in terraw iactet peitet (11) CCas
La
(12) solidos. Et si
aliquis in domo uicini sui •/ üatus intrauerit u<?l pignora inde tra-
xerit, peitet (13) XXV m
solidos domino domus, et quoá merinus
mcus non accípiet (14) caloniam de ullo nomine iacce (15) nisi per
laudamentum / de sex múioúhus uicinis iaccensibw.?. Et tmllus
ex ómnibus hominibus de iaca (16) non uadat ad íiuidicium in nullo
loco nisi tantuwi intus iacam (17). Et si aliqwis falsa (18) mensu-
( I )
( 2 )
(3)
(4)
(5)
(6)
(7)
(8)
(9)
<io)
(11)
(12)
(13)
(14)
<*5)
<i<5)
<I7)
08)
H.
H.
S.,
H.
H.
H.
H.
H.,
H.
H.
H.
H.
H.
H.
H.
H.
H.
H.
y S., habent.
y S., placuerit.
cum úoluntate.
Jacca; S., iaccae.
y S., volúntate.
y S., traherit.
y S-, occiderít
peccet; S., pectet
y S., pectet.
y S-, XXV.
y S-, pectet.
y S-, CCL.
y S-, pectet.
y S-, accipíat.
, Jaqce; S-, iaccae.
, nulos... d'e Jacca; S-,
, Jacca.m; S-, iaccam.
y S-, falsa-m.
raw / ueí pesum tenuerit peictet (1) LXa
(2) solidos. Et quod
omites nomines uad'ant ad moiendum in moíendinis ubi uoiuerint,
exceptis íudeis, et qui panew causam (3) uenditioms / faciunt. Et
non detis unirás honores nec uencfcatis ad ecclesism ñeque ad in-
fanzones. Et si aliquis homo est captw pro auere quod debeat,
ilíe qui uoluerít ca- / pere illuw hominem cu » meo merino capiat,
et ín palatio meo mittat, et nneus carcerarius seruet euan, et tri-
bus dieb«j trans actis (4), ille qui cepit (5) eum / <Jet ei cotidie
unam obolataw (6) pañis, et si noluerit faceré meus carcerarwj
eiciat eum foris. Et si aliquis homo pignorauerit sarracena? ue\
sarracenas (7) uicini / suí mitat eum in palatio meo (8), et dic-
ti (9) sarraceni u<?l sarracene det ei panem et aquam quía est homo-
et non debet ieinnare sicuti bestia. Et quicumque uoluerit / istam
cartam quaw fatio (10) papulatoribus iacce (rr) pro crudelitate sua
áhi'Yumpere, sit excomunicatMA* et anatcmatizatz^ (12), ¡et omwifno-
separatus a toto dei consorcio / si sit de meo genere ue\ de alio,.
ati¥«;
amen, amen, fiat, ñat, fíat.
Faeta carta in fanno ab inoarnaci-onis (13) dowini nostñ Ihesu
Xpi. Ea
Ma
Ca
.
Ego Sancius gratis, dei aragonensiuw rex et pampilonensiuw
hec (14) supra dicta iussi (15) et hoc signum m Sancii manu mea
feci.
Ego Petras films Sancii aragonensium regis^ fiílii (16) Rani1
-
( I)
(2)
(3)
(4)
(5)
(6)
(7)
(8)
(9)
(10)
(11)
(12)
(13)
(14)
(i5)
(16)
H.,
H.
H.
H.
S.,
H.
H.
H.
H.
H.
H.,
H ,
s.
s.,
H.,
s.,
, peccet; S., p-ectet.
y S., LX.
y $,, tamtuin. Llabrés, tam.
y S.j transactis.
caepit
y S-, obulatam.
y S-, sarracenum Y el sarracenam. Llabrés, l
y $,, mittat eum in palacio meo.
y S., dominus.
y S., fació-
, Jaece; S-, iaccae.
excommunicatus et anatematizáis.
incarnationis.
haec.
supradicta jussi. s.filius.
miri regis hec (i) supra dicta (2) scribi uolui et hoc signum (firma del rey Pedro I, en caracteres arábigos) manu mea feci.
RICARDO DEL ARCO,
Correspondiente.
Huesca, 1 de diciembre de 1924.
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jueves, 7 de noviembre de 2019
PERGAMINO ORIGINAL DEL FUERO DE JACA
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miércoles, 3 de julio de 2019
RAMIRO II, REY DE ARAGÓN, HUYE ILESO DE PAMPLONA
108. RAMIRO II, REY DE ARAGÓN, HUYE
ILESO DE PAMPLONA
Para demostrarle a Ramiro II su reconocimiento y fidelidad, los monjes, con el abad García al frente, le obsequiaron con uno de sus más preciados tesoros, la conocida como espada de don Lope Juan.
(SIGLO XII. JACA)

Corría el año 1135. Tras la muerte de
Alfonso I el Batallador había tenido lugar un auténtico drama político e institucional de alcance peninsular que se saldó con el
nombramiento de Ramiro II como rey de Aragón y la separación de las
tierras pamplonesas, que pasaron a depender de García Ramírez el
Restaurador, aunque sometido en vasallaje por ellas.
Los nuevos monarcas acababan de pactar
oficialmente la nueva frontera navarro-aragonesa yendo a descansar a
continuación a Pamplona. Pero, aquella misma noche, el monarca
pamplonés intentó apoderarse por la fuerza de la persona del
aragonés para retenerle y obligarle no sólo a levantar el vasallaje
que habían pactado de común acuerdo, sino también para arrancarle
la entrega del propio reino de Aragón, pues el pamplonés estimaba
que no le pertenecía dada su calidad de monje.
Cuando estaba a punto de consumarse el
secuestro proyectado por los secuaces de García Ramírez el
Restaurador, Ramiro II el Monje fue advertido del peligro que corría
por Íñigo de Axuar. El monarca aragonés convocó sin pérdida de
tiempo a don Cajal, don Férriz y don Pedro de Atarés para estudiar
la situación, conviniendo todos en que el monarca debía salir de
manera urgente y a escondidas de Pamplona.
Cuando comenzaba a anochecer, salían
de la ciudad, con todo el sigilo posible, cinco caballerías, entre
ellas la que montaba el rey Ramiro II. Caminaron con celeridad y sin
apenas descansos, en dirección a la ciudad de Jaca, hasta llegar al
monasterio de Leire, que estaba a mitad del camino, y donde la
comitiva real se detuvo durante tres días a la espera de todos los
suyos. Allí fue recibido no sólo con fiestas, sino como a su rey
natural.
![]() |
monasterio de Leire |
Para demostrarle a Ramiro II su reconocimiento y fidelidad, los monjes, con el abad García al frente, le obsequiaron con uno de sus más preciados tesoros, la conocida como espada de don Lope Juan.
![]() |
espadas en Castelserás, aceros de Hispania, Ricardo Lop Moliner. |
[Zurita, Jerónimo, Anales de la Corona de Aragón, libro I, págs. 20-221.]
https://www.academia.edu/37545226/LA_OTRA_CAMPANA_DE_HUESCA_1
http://www.diariodelaltoaragon.es/NoticiasImprimir.aspx?Id=875570
https://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/53745/1/tesis_noemi_catalan_romero.pdf
https://es.scribd.com/document/377518311/Zurita-Anales-de-La-Corona-de-Aragon
https://www.academia.edu/37545226/LA_OTRA_CAMPANA_DE_HUESCA_1
http://www.diariodelaltoaragon.es/NoticiasImprimir.aspx?Id=875570
https://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/53745/1/tesis_noemi_catalan_romero.pdf
https://es.scribd.com/document/377518311/Zurita-Anales-de-La-Corona-de-Aragon
Pamplona (en vascuence y cooficialmente, Iruña) es un municipio y ciudad española, capital de la Comunidad Foral de Navarra.
Pamplona está ubicada en el norte de la península ibérica, y en el centro de la cuenca de Pamplona. Se extiende a ambas orillas del río Arga y por ella discurren otros dos ríos, el Elorz (afluente del Arga) y el Sadar (afluente del Elorz). Cuenta con una población de 199 066 habitantes (INE, 2018) —203 382 según los datos del padrón municipal— repartida en una superficie de 25,098 km², según los datos del registro municipal. Su área metropolitana alcanza los 334 830 habitantes distribuidos en una superficie de 488,6 km².
Tradicionalmente se ha creído que la ciudad fue fundada en el 74 a. C. por el general romano Pompeyo como Pompaelo o Pompelo sobre un poblado preexistente, de supuesto origen vascón, quizá denominado Bengoda, aunque ninguna fuente histórica clásica recoge este dato; Estrabón sí alude, sin precisar detalles, que la fundación de Pamplona fue obra de Pompeyo. La ciudad se convertiría desde entonces en una de las poblaciones más importantes del territorio de los vascones. Tras las invasiones de los pueblos germanos del siglo VI, el reino visigodo de Toledo se estableció en Pamplona, pero manteniendo continuas campañas contra los vascones. La posterior conquista musulmana de la península ibérica del siglo VIII logró la sumisión del territorio pamplonés.
Durante la primera mitad del siglo IX, la nobleza local, con la alianza de la familia Banu Qasi, consiguió la consolidación de un núcleo de poder independiente liderado por Íñigo Arista, que convirtió a Pamplona en la capital del Reino de Pamplona el cual, avanzada la Edad Media, se transformará en el Reino de Navarra. En 1423 Carlos III de Navarra dictó el Privilegio de la Unión que unificó los tres burgos de Pamplona en una única ciudad. En 1512 fue ocupada por las tropas enviadas por Fernando el Católico, con la derrota definitiva en 1521, y que junto con la parte peninsular del antiguo reino navarro quedó anexionada en la Corona española.
La mayoría del nacionalismo vasco la considera también capital histórica de Euskal Herria.
La mayoría del nacionalismo vasco la considera también capital histórica de Euskal Herria.
Su patrimonio histórico y monumental, así como diversas celebraciones que tienen lugar a lo largo del año, la convierten en una ciudad receptora de turismo nacional e internacional. Destacan los Sanfermines, de fama internacional, llenándose sus calles de miles de forasteros venidos de todas las partes del mundo. Los festejos comienzan con el lanzamiento del chupinazo (cohete) desde el balcón del ayuntamiento a las doce del mediodía del 6 de julio, y terminan a las doce de la noche del 14 de julio con el Pobre de mí, una canción de despedida. Su fama mundial es un fenómeno reciente, vinculado también a la difusión que les dio Ernest Hemingway con su novela Fiesta.
Entre sus monumentos más representativos se encuentran la catedral de Santa María, la iglesia de San Saturnino, la iglesia de San Nicolás, la Ciudadela o la Cámara de Comptos, todos ellos declarados Bien de Interés Cultural.
Es el centro financiero y comercial de Navarra, además de constituir también el centro administrativo de la comunidad a causa de ser la sede de las instituciones de la administración autonómica y de la administración territorial del Estado. También es un importante núcleo de actividad industrial, especializada en las actividades de producción de materiales de construcción, metalurgia, papel y artes gráficas y transformados cárnicos. La empresa automovilística Volkswagen, ubicada en el polígono industrial de Landaben, es la factoría industria que más puestos de trabajo genera en la cuenca de Pamplona, con una plantilla aproximada de 5000 trabajadores en 2009. Asimismo destaca la actividad comercial, tanto mayorista como minorista.
La ciudad cuenta con dos universidades: la Universidad Pública de Navarra y la Universidad de Navarra, además de contar con un centro asociado de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). La primera, fundada en 1987, contaba con 7276 alumnos en el curso 2007-08 y figura como la 28.ª universidad de España por número de alumnos según la clasificación del diario El Mundo.10 La segunda, fundada en 1952, es de titularidad privada y su propiedad y gestión corresponden al Opus Dei; en el curso 2007-08 contaba con 13.490 alumnos y figura como la 8.ª de España.10 En el ámbito sanitario dispone del Complejo Hospitalario de Navarra, formado por los hospitales públicos Hospital de Navarra y Hospital Virgen del Camino, y de varios centros privados, destacando entre estos últimos la Clínica Universidad de Navarra, gestionada también por el Opus Dei.
El topónimo Pamplona deriva de Pompelon, nombre latino difundido en tiempos de la Antigua Roma por autores clásicos como el geógrafo griego Estrabón (64 a. C.- 14), a quien se debe la referencia más antigua conocida de la ciudad. En su obra, Estrabón refería brevemente que Pompelon era la ciudad más importante del pueblo de los vascones, y Pompeios polis, es decir, la "ciudad de Pompeyo" en alusión al nombre del linaje del general romano Cneo Pompeyo Magno (106-48 a. C.), versión que es la más comúnmente aceptada acerca de su significado.18 En obras antiguas y medievales se han usado las grafías de Pampejopolis, Pampelo, Pampelona, Pampilona, Pampalona, Pampelone, Pampeluna, Pampelune, Pampilo, Pamplon, Pamplona, Pompelo o Pompilone. El gentilicio derivado es pamplonés o pamplonesa, y "pamplonica" es empleado coloquialmente.
El topónimo tradicional de Pamplona en vascuence es Iruña el cual se documenta desde el siglo X y, en consecuencia, tiene reconocido el carácter de denominación oficial de Pamplona en esa lengua. No obstante, la Real Academia de la Lengua Vasca rechaza el topónimo tradicional y oficial de Iruña y prefiere en cambio la forma lingüística Iruñea.
Etimológicamente, las formas lingüísticas Iruña e Iruñea se relacionan con la raíz derivada del sustantivo uri, iri/hiri, idi o ili, que significan ciudad. Algunas de las grafías empleadas en los textos medievales y modernos para el topónimo en vascuence de Pamplona son: Iruña, Erunga, Ironía, Irunga, Irunia, Irunna, Irunnia, Irunpa, Orunia, Urunia, Yronia, Yrunea, Yrunia, Yruynna o Irunia. Los gentilicios para la denominación en vascuence son: iruñar, uruñar, iruindar, irunxeme o iruinxeme. En el siglo XVII, cronistas como el padre José Moret y Arnaud Oihenart señalaron que la denominación en vascuence era la del asentamiento prerromano. Aunque la hipótesis más aceptada es la que establece el origen etimológico del nombre en vascuence "Iruña" a la contracción de "iru ona" (tres buenos), en alusión a la unión de los tres Burgos que hasta 1423 formaban lo que a partir de entonces fue una sola ciudad. Otras hipótesis, basadas en estudios numismáticos, han identificado este asentamiento con el nombre de "Bengoda", el de "Olcairum" o el de "Bentian".
Etimológicamente, las formas lingüísticas Iruña e Iruñea se relacionan con la raíz derivada del sustantivo uri, iri/hiri, idi o ili, que significan ciudad. Algunas de las grafías empleadas en los textos medievales y modernos para el topónimo en vascuence de Pamplona son: Iruña, Erunga, Ironía, Irunga, Irunia, Irunna, Irunnia, Irunpa, Orunia, Urunia, Yronia, Yrunea, Yrunia, Yruynna o Irunia. Los gentilicios para la denominación en vascuence son: iruñar, uruñar, iruindar, irunxeme o iruinxeme. En el siglo XVII, cronistas como el padre José Moret y Arnaud Oihenart señalaron que la denominación en vascuence era la del asentamiento prerromano. Aunque la hipótesis más aceptada es la que establece el origen etimológico del nombre en vascuence "Iruña" a la contracción de "iru ona" (tres buenos), en alusión a la unión de los tres Burgos que hasta 1423 formaban lo que a partir de entonces fue una sola ciudad. Otras hipótesis, basadas en estudios numismáticos, han identificado este asentamiento con el nombre de "Bengoda", el de "Olcairum" o el de "Bentian".
El uso de los topónimos en castellano y en vascuence están reconocidos por el Decreto Foral 338/1990 de 20 de diciembre, "por el que se establecen las denominaciones oficiales de la Capital de la Comunidad Foral" en su artículo único:
Las denominaciones oficiales de la capital de la Comunidad Foral de Navarra son Pamplona e Iruña. Dichas denominaciones serán las legales a todos los efectos.
La bandera y el escudo de armas de Pamplona son sus símbolos oficiales. La historia de ambos remonta al Privilegio de la Unión, la Carta Fundacional de la ciudad otorgada por el rey Carlos III el Noble el 8 de septiembre de 1423 y que formalizó la unión de los tres burgos medievales.
La bandera de Pamplona es de color verde y tiene unas proporciones de 2 a 3, con el escudo municipal en el centro en sus colores. Fue declarada oficial por el Ayuntamiento en 1930, tras ser empleada por primera vez en 1923, con motivo del quinto centenario del Privilegio de la Unión. Aunque en este documento se determinaba el uso del color azul para el pendón de la ciudad, los colores azul y blanco fueron los que se utilizaron hasta la adopción del verde, sin que todavía se haya podido documentar las razones de este cambio.
El escudo de armas pamplonés ha conservado los elementos del blasón que fue otorgado a la ciudad en 1423, que se distingue por las figuras de un león en posición pasante y una corona, a los que se añadieron las "cadenas", el entonces emblema del reino navarro y de su soberano. Su descripción heráldica es la siguiente:
En campo de azur, un león pasante de plata, lampasado y armado de gules, y surmontado por una corona real de oro. Bordura de Navarra, que es de gules, cargada con una cadena de oro.
La descripción oficial refiere también el uso de una corona ducal, y habitualmente se representa en la forma de un escudo de contorno apuntado. Este blasón es también compartido con la ciudad hermanada de Pamplona, en Colombia, mientras que el municipio vecino de Arbizu emplea una variante con el león en posición opuesta o "alterada".
El término municipal de Pamplona 26 se sitúa en el norte de España, en el área centro de Navarra y del entorno geográfico de la cuenca de Pamplona, denominación tradicional de la comarca en forma de vasto circo rodeado de elevaciones que se abre hacia el sur y el alto valle del río Ebro, hacia donde fluye también la red hídrica que la ha conformado. El municipio se extiende sobre una superficie de 25,14 km² y limita al norte con: Berrioplano, Berriozar, Ansoáin y Ezcabarte; al este con: Villava, Burlada, Valle de Egüés y Aranguren; al sur con: la Cendea de Galar, la Cendea de Cizur y Zizur Mayor; y al oeste con Barañáin, la Cendea de Olza y Orcoyen.
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Ubicación:
22700 Jaca, Huesca, España
domingo, 14 de julio de 2019
JAIME II ELIGE ESPOSA, 1314
130. JAIME II ELIGE ESPOSA (1314) (SIGLO XIV).
Jaime II, que había sido rey de Sicilia antes de acceder al trono de Aragón, se había casado con Blanca de Anjou, hija mayor de Carlos II de Nápoles, con la que había tenido varios hijos, entre ellos quien sería el heredero de la corona, Alfonso IV.
Pero muerta doña Blanca en 1310, parece que el rey Jaime II estuvo dispuesto a consolarse pronto de su viudez, pues al año siguiente envió embajadores suyos a pedir la mano de una cualquiera de las dos hijas, María o Eloísa, del rey de Chipre, Hugo de Lusignan.
Los dos emisarios, una vez puestos en camino para tratar de cumplir encargo tan delicado por parte del rey, pensaron que en lugar de solicitar la mano de «una cualquiera» de las dos hermanas era preferible conocerlas primero y elegir después aquella que mejor les pareciera. Para ello tuvieron que pasar algunos días en torno a la corte chipriota y con el mayor disimulo fueron estudiando, hasta donde podían llegar sin levantar sospechas, el comportamiento de ambas infantas, acabando por decidirse por la más pequeña, llamada Eloísa.
Una vez adoptada la decisión, solicitaron audiencia al rey chipriota al que confesaron sus verdaderas intenciones y le pidieron la mano de Eloísa, la hermana menor, para unirla en matrimonio nada menos que a Jaime II de Aragón, señor del Mediterráneo. Hugo, al saber que era para ceñir la corona de Aragón, les convenció para que se decantaran por la mayor, María, que era la heredera del trono de Chipre y de Jerusalén, y a la que no le faltaban virtudes.
Cambiaron impresiones los dos embajadores aragoneses entre sí y, ante las razones tanto personales como políticas argumentadas por el rey chipriota, accedieron gustosos al cambio, regresando a Barcelona en junio de 1313. Un año después llegó a Gerona procedente de Chipre María de Lusignán, tras varios días de navegación. Allí mismo se verificó el enlace y la coronación de la nueva reina de Aragón, que desgraciadamente habría de morir, sin haberle dado sucesión a don Jaime, en Tortosa, pocos años más tarde, en 1321, fatal desenlace que motivó aún un tercer matrimonio del monarca, entonces con doña Elisenda de Moncada.
[Sánchez Pérez, José Augusto, El Reino de Aragón, págs. 193-194.]
http://www.enciclopedia-aragonesa.com/voz.asp?voz_id=11344
http://worldcat.org/identities/lccn-n84805690
https://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_de_Chipre
María de Chipre o María de Lusignan (1279 - Tortosa, 1319), princesa de Chipre y reina consorte de Aragón entre 1315 y 1319 por su matrimonio con Jaime II de Aragón.
Hija de Hugo III, rey de Chipre y de Jerusalén y de Isabel de Ibelín. Era nieta por vía paterna de Enrique de Poitiers e Isabel de Lusignan y por vía materna de Guido de Ibelín y Felipa de Berlais. Hermana del senescal de Chipre Felipe de Ibelín.
El 15 de junio de 1315 contrajo matrimonio por poderes con Jaime II en la catedral de Santa Sofía de Nicosia y en persona el 27 de noviembre del mismo año en la catedral de Gerona. No tuvo descendencia.
Falleció el mes de septiembre de 1319 en Tortosa.
A la muerte de la reina, su cadáver recibió sepultura en el Convento de San Francisco de Barcelona, donde a lo largo de la Edad Media recibieron sepultura numerosos miembros de la familia real aragonesa, como el rey Alfonso III el Liberal. Allí permaneció sepultado el cadáver de la esposa de Pedro III durante varios siglos, hasta que en 1835 el Convento de San Francisco fue demolido, y la mayoría de los restos de las personas reales allí sepultadas, incluyendo a la reina María de Chipre, fueron trasladados a la Catedral de Barcelona.
En el siglo XX, los restos de la reina fueron colocados en un sepulcro, en el lado izquierdo del Altar Mayor de la Catedral de Barcelona, en el que también se encuentran los restos mortales de otras dos reinas de Aragón, la reina Constanza de Sicilia, esposa de Pedro III el Grande, y la reina Sibila de Fortiá, cuarta esposa de Pedro IV el Ceremonioso. En el mismo sepulcro también descansan los restos de la reina Leonor de Aragón, reina de Chipre por su matrimonio con Pedro I de Chipre, y nieta de Jaime II de Aragón. Los sepulcros, en los que los restos de las reinas fueron depositados en 1998, fueron realizados por el artista español y catalán Frederic Marès.
Arco y Garay, Ricardo del (1945). Sepulcros de la Casa Real de Aragón. Madrid: Instituto Jerónimo Zurita. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. OCLC 11818414.
https://www.worldcat.org/oclc/11818414
https://es.wikipedia.org/wiki/Jaime_II_de_Arag%C3%B3n
Jaime II de Aragón, el Justo (Valencia, 10 de abril de 1267– Barcelona, 2 de noviembre de 1327) fue rey de Aragón, de Valencia y conde de Barcelona entre 1291 y su muerte, y rey de Sicilia entre 1285 y 1302. Ostentó los títulos honoríficos de Portaestandarte, Almirante y Capitán General de la Santa Iglesia Católica.
Segundo hijo de Pedro III y de su esposa Constanza II de Sicilia, de su madre heredó el reino de Sicilia en 1285. Derrotó a su competidor Carlos de Anjou, cuyas fuerzas navales fueron deshechas en más de un encuentro por el almirante Roger de Lauria, nacido en la Basilicata italiana y al servicio de Jaime II. Conquistó parte de Calabria y las islas del golfo de Nápoles.
https://www.academia.edu/34154582/LENGUA_NAPOLITANA_NAPULITANO_UNA_ACADEMIA_POR_UN_PATRIMONIO_DE_LA_HUMANIDAD
https://www.youtube.com/watch?v=6IAq2QWik-k
En 1291 recibió también la Corona de Aragón, al morir sin descendencia su hermano Alfonso III, y se alió con el rey de Castilla con una alianza matrimonial casándose con la hija de éste Isabel de Castilla. Dicha unión fue solo civil al ser frustrada por el Papa a causa de la consanguinidad de los prometidos. No tuvo descendencia dicho matrimonio dado que no llegó a consumarse; la novia en el momento de la boda tenía ocho años de edad. Tras la muerte de su suegro, el rey Sancho IV de Castilla en 1295, este primer matrimonio del monarca aragonés quedó definitivamente anulado.
Intentó obtener una alianza con el sultán Khalil en 1292, pero al disminuir las amenazas exteriores, la dejó sin ratificar.
En 1296 iniciaría una contienda con Castilla, aprovechando la minoría de edad de Fernando IV y los conflictos entre sus regentes, sin declaración de guerra, para conquistar el Reino de Murcia. / Jaime I lo conquistó y lo entregó a Castilla, a su yerno Alonso o Alfonso X el sabio, casado con Violante de Aragón / Alicante sería la primera ciudad en caer en el mes de abril, y tras ella Elche, Orihuela, Guardamar del Segura y Murcia. En 1298 tomaría Alhama de Murcia y Cartagena y el 21 de diciembre de 1300 finalizaba la contienda con la conquista de Lorca. Por la Sentencia Arbitral de Torrellas (1304) y el Tratado de Elche (1305) se firmaría la paz con Castilla, devolviéndole la mayor parte del Reino de Murcia a excepción de los territorios al norte del río Segura, quedando las comarcas de Alicante, Orihuela y Elche en posesión del Reino de Valencia
Su dominio sobre Sicilia había sido contestado por el Papado y los Anjou, por lo que Jaime se avino finalmente a ceder la isla al papa a cambio de los derechos sobre Córcega y Cerdeña y la cesión de la isla de Menorca a Jaime II de Mallorca, por el Tratado de Anagni (1295). Sin embargo, su hermano menor Fadrique o Federico, al que había nombrado gobernador de Sicilia, se negó a abandonar el dominio de la isla y resistió eficazmente la campaña militar de Jaime II para arrebatársela aunque finalmente fue derrotado en 1299. Ese mismo año se reforzó el pacto mediante la boda de Jaime II con Blanca de Anjou, hija de Carlos de Anjou.
Federico fue reconocido como rey de Sicilia por la paz de Caltabellota (1302).
Terminada aquella contienda, Jaime conquistó Cerdeña (1323-1325), que quedó así incorporada a la Corona de Aragón, a pesar de la oposición de Génova y Pisa y de múltiples rebeliones locales posteriores.
repartimiento Cerdeña, compartiment Sardenya
Esta política de expansión en el Mediterráneo se completó con un acuerdo con Castilla para repartirse las respectivas zonas de influencia en el norte de África. Para ello selló una alianza con Sancho IV, las (Vistas de Monteagudo, 1291), quien ayudó a la Corona de Aragón a intensificar su presencia en Túnez, Bugía y Tremecén a cambio del correspondiente apoyo contra los franceses.
Jaime II organizó también una expedición a Oriente bajo el mando de Roger de Flor, concebida para librar al reino de la presencia de las peligrosas compañías militares conocidas como los «almogávares» (1302).
Intentó rescatar a los templarios peninsulares (especialmente a fray Dalmau de Rocabertí, submariscal de la orden) caídos en la expugnación de la isla y fortaleza de Arwad (septiembre de 1302). Para ello, envió una serie de embajadas, las primeras (1304-1305 y 1306-1307) llevadas a cabo por Eymeric de Usall, que llegó a traer consigo a Barcelona al "ustadar" (una especie de primer ministro de temas económicos y militares en Egipto)
Fakhr al-Dihn. Consiguió su libertad en 1315, y fray Dalmau murió en 1326 en el Monasterio de Santa María de Vilabertrán. Otras embajadas de don Jaime pidieron, sin éxito, el Santo Grial y el Lignum Crucis al sultán Muhammad al-Nasir.
En 1312 Felipe IV de Francia conmina a Jaime II a extinguir la Orden del Temple en su Reino, pero no teniendo queja el Rey Aragonés del comportamiento de los Templarios, (recordemos que Alfonso I el Batallador les había legado en testamento todo el Reino, aunque finalmente no prosperó dicha cesión), se niega en principio a actuar contra ellos, aunque instado a ello por el Papa, no tiene más remedio que prenderlos, si bien no los condena sin la celebración de juicio previo, resultado del cual se les declara inocentes en los términos que expresa el acta del mismo:
“Por lo que, por definitiva sentencia, todos y cada uno de ellos fueron absueltos de todos los delitos, errores e imposturas de que eran acusados, y se mandó que nadie se atreviese a infamarlos, por cuanto en la averiguación hecha por el concilio fueron hallados libres de toda mala sospecha: cuya sentencia fue leída en la capilla de Corpus-Christi del claustro de la iglesia metropolitana en el día 4 de noviembre de dicho año de 1312 por Arnaldo Gascón, canónigo de Barcelona, estando presentes nuestro arzobispo y los demás prelados que componían el concilio”.
Jaime II dio su apoyo a las propuestas de fray Ramon Llull sobre la recuperación de Tierra Santa (proyecto Rex Bellator). Su hijo primogénito, el infante don Jaime, renunció a la corona y vistió el hábito blanco con la cruz roja, seguramente con la esperanza de llegar a ser «la espada de la cristiandad».
También la fracasada cruzada de Almería en 1309, a la que ayudó Arnau de Vilanova con sus consejos de sanidad y medicina, se enmarca, junto con la fugaz toma de Ceuta, en la estrategia de Llull del libro De Fine (1305).
Con respecto a su política peninsular:
En las cortes de Zaragoza de 1301 Jaime II de Aragón dictaminó que Ribagorza pertenecía a Aragón y que sus límites estaban en la clamor de Almacellas. Aunque en las cortes de Barcelona de 1305 se protestó esta situación, Jaime II el Justo, tras pedir un informe al Justicia Jimeno Pérez de Salanova, confirmó que Ribagorza se incluía en Aragón.
Consolidó la Corona de Aragón al declarar la unión indisoluble entre los reinos de Aragón y Valencia y el condado de Barcelona (1319).
Obtuvo el vasallaje de los reyes de Mallorca (miembros de la casa real aragonesa).
Recuperó el Valle de Arán.
Reforzó la posición de la Corona sometiendo a la nobleza con el apoyo de las ciudades.
Hizo avanzar la frontera del reino de Valencia a costa del de Murcia, aprovechando la intervención en las disputas sucesorias castellanas (1304).
Reforzó la defensa del flanco sur frente a los musulmanes creando para ello la orden militar de Montesa (1317), aprobada por el papa Juan XXII en 1317, con el fin de luchar contra los musulmanes.
Fundó en 1300 la Universidad de Lérida y en 1305 el Consejo (actual Senado) en Crevillente.
Dirige el fracasado asedio a Almería en 1309.
Al final de su reinado, en 1325, las Cortes reunidas en Zaragoza acordaron la supresión del tormento.
En su testamento otorgado en Barcelona el 28 de mayo de 1327, Jaime II ordenó la erección de la tumba de su padre, el rey Pedro, al mismo tiempo que disponía la creación de la suya y de su segunda esposa, Blanca de Anjou, fallecida en 1310. Se dispuso que los sepulcros se hallaran cobijados, como así se hizo, bajo baldaquinos labrados en mármol blanco procedente de las canteras de San Feliu, cerca de Gerona. Cuando el rey Jaime II dispuso la creación de su propio sepulcro, tomó como modelo el sepulcro de su padre.
En el mausoleo de Jaime y Blanca, ejecutado por Bertrán Riquer entre 1313 y 1315, ambos difuntos tienen estatua yacente sobre sus sepulcros, labradas en mármol, a diferencia del de Pedro III.
Rey y reina aparecen vestidos con el hábito cisterciense. Cada una de las efigies de los monarcas ocupa todo el plano en declive que forma la cubierta del sepulcro, ejecutada en mármol, que cubre la urna de alabastro donde se encuentran los restos de los monarcas.
El epitafio del rey Jaime II se halla enfrente de su sepulcro y dice así:
HONORATUR HAC TUMBA QUI SIMPLICITATE COLUMBA
EST IMITATUS REX JACOBUS HIC TUMULATUS,
REX ARAGONENSIS COMES ET DUX BARCINONENSIS,
MAYORICENSIS REX NEC NON CICILIENSIS:
MORIBUS ET VITA CONSORS SUA BLANCA MUNITA,
ILLUSTRI NATA CARULO SIMUL HIC TUMULATA.
NEC FUIT HIC SEGNIS IN SUBDENDIS SIBI REGNIS,
SUBDITA SUNT JAMQUE SIBI MURCIA SARDINIAQUE,
FLORUIT HIC QUINQUE REGNIS TEMPUS UTRIUMQUE,
RESTITUIT GRATIS TRIA JUS SERVANS DEITATIS,
HIC HUMILIS CORDE PECCATI MUNDUS A SORDE,
MISERICORS MUNDUS ANIMO SERMONE FACUNDUS,
JUDICIS JUSTUS ARMIS BELLOQUE ROBUSTUS,
LAETUS NON MAESTUS VULTU MITISQUE MODESTUS,
DICI PACIFICUS MERUIT QUIA PACIS AMICUS,
REGNA TENET COELI DOMINO TESTANTE FIDELI,
CUM SE COLLEGIT HABITUM CISTERCIENSEM PRAE ELEGIT,
QUI CUNCTA REGIT PARCAT QUAE NESCIUS EGIT.
DEFECIT MEMBRIS SECUNDA NOCTE NOVEMBRIS,
ANNO MILLENO CENTUM TER BIS QUOQUE DENO
SEPTENOQUE PIA SIBI SISTAT DEXTERA VIRGO MARIA. AMEN.
En diciembre de 1835, durante la Primera Guerra Carlista, tropas gubernamentales integradas por la Legión Extranjera Francesa (procedente de Argelia) y varias compañías de migueletes se alojaron en el Monasterio de Santes Creus, causando numerosos destrozos en el mismo, profanando las tumbas reales de Jaime II y su esposa y quemando sus restos, aunque parece que algunos permanecieron en el sepulcro. La momia de la reina Blanca fue arrojada a un pozo de donde fue sacada en 1854. El sepulcro de Pedro III, a causa de la solidez de la urna de pórfido utilizada para albergar los regios despojos, impidió que sus restos corrieran igual suerte.
Elaboró una política de enlaces matrimoniales con la familia real castellana, pero no dio los resultados esperados. La hija de Sancho IV formaba parte del trato y, pese a sus ocho años de edad, fue enviada a Aragón para ser casada con Jaime II, pero tres años más tarde fue devuelta a Castilla, pues el papa Bonifacio VIII no concedió la dispensa matrimonial.
Se casó cuatro veces: con Isabel de Castilla, Blanca de Anjou, María de Chipre y Elisenda de Moncada. Sólo tuvo descendencia con su segunda esposa, Blanca de Anjou, naciendo diez hijos de dicho matrimonio:
Jaime de Aragón (1296-1334), que renunció a sus derechos reales después de su matrimonio con Leonor de Castilla para ingresar en la Orden de San Juan de Jerusalén.
Alfonso IV de Aragón (1299-1336), rey de Aragón, rey de Valencia y conde de Barcelona.
María de Aragón (1299-1347), casada con Pedro de Castilla y, después de enviudar, monja en el Monasterio de Santa María de Sigena.
Constanza de Aragón (1300-1327), casada con Don Juan Manuel.
Blanca de Aragón (c. 1301-1348), monja y priora en el Monasterio de Santa María de Sigena.
Isabel de Aragón (1302-1330), que casó en 1315 con Federico I de Austria.
Juan de Aragón (1304-1334), arzobispo de Toledo, de Tarragona y patriarca de Alejandría.
Pedro IV de Ribagorza (1305-1381), conde de Ribagorza, de Ampurias y de Prades.
Ramón Berenguer I de Ampurias (1308-1364), conde de Prades y señor de la Villa de Elche.
Violante de Aragón (1310-1353), casada con Felipe, déspota de Romania e hijo de Felipe I de Tarento, y posteriormente con Lope Ferrench de Luna, primer conde de Luna.
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Consejo de nobles presidido por Jaime II de Aragón. |
Jaime II, que había sido rey de Sicilia antes de acceder al trono de Aragón, se había casado con Blanca de Anjou, hija mayor de Carlos II de Nápoles, con la que había tenido varios hijos, entre ellos quien sería el heredero de la corona, Alfonso IV.
Pero muerta doña Blanca en 1310, parece que el rey Jaime II estuvo dispuesto a consolarse pronto de su viudez, pues al año siguiente envió embajadores suyos a pedir la mano de una cualquiera de las dos hijas, María o Eloísa, del rey de Chipre, Hugo de Lusignan.
Los dos emisarios, una vez puestos en camino para tratar de cumplir encargo tan delicado por parte del rey, pensaron que en lugar de solicitar la mano de «una cualquiera» de las dos hermanas era preferible conocerlas primero y elegir después aquella que mejor les pareciera. Para ello tuvieron que pasar algunos días en torno a la corte chipriota y con el mayor disimulo fueron estudiando, hasta donde podían llegar sin levantar sospechas, el comportamiento de ambas infantas, acabando por decidirse por la más pequeña, llamada Eloísa.
Una vez adoptada la decisión, solicitaron audiencia al rey chipriota al que confesaron sus verdaderas intenciones y le pidieron la mano de Eloísa, la hermana menor, para unirla en matrimonio nada menos que a Jaime II de Aragón, señor del Mediterráneo. Hugo, al saber que era para ceñir la corona de Aragón, les convenció para que se decantaran por la mayor, María, que era la heredera del trono de Chipre y de Jerusalén, y a la que no le faltaban virtudes.
Cambiaron impresiones los dos embajadores aragoneses entre sí y, ante las razones tanto personales como políticas argumentadas por el rey chipriota, accedieron gustosos al cambio, regresando a Barcelona en junio de 1313. Un año después llegó a Gerona procedente de Chipre María de Lusignán, tras varios días de navegación. Allí mismo se verificó el enlace y la coronación de la nueva reina de Aragón, que desgraciadamente habría de morir, sin haberle dado sucesión a don Jaime, en Tortosa, pocos años más tarde, en 1321, fatal desenlace que motivó aún un tercer matrimonio del monarca, entonces con doña Elisenda de Moncada.
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Sepulcro de la reina María de Chipre, esposa de Jaime II de Aragón, en la Catedral de Barcelona. |
[Sánchez Pérez, José Augusto, El Reino de Aragón, págs. 193-194.]
http://www.enciclopedia-aragonesa.com/voz.asp?voz_id=11344
http://worldcat.org/identities/lccn-n84805690
https://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_de_Chipre
María de Chipre o María de Lusignan (1279 - Tortosa, 1319), princesa de Chipre y reina consorte de Aragón entre 1315 y 1319 por su matrimonio con Jaime II de Aragón.
Hija de Hugo III, rey de Chipre y de Jerusalén y de Isabel de Ibelín. Era nieta por vía paterna de Enrique de Poitiers e Isabel de Lusignan y por vía materna de Guido de Ibelín y Felipa de Berlais. Hermana del senescal de Chipre Felipe de Ibelín.
El 15 de junio de 1315 contrajo matrimonio por poderes con Jaime II en la catedral de Santa Sofía de Nicosia y en persona el 27 de noviembre del mismo año en la catedral de Gerona. No tuvo descendencia.
Falleció el mes de septiembre de 1319 en Tortosa.
A la muerte de la reina, su cadáver recibió sepultura en el Convento de San Francisco de Barcelona, donde a lo largo de la Edad Media recibieron sepultura numerosos miembros de la familia real aragonesa, como el rey Alfonso III el Liberal. Allí permaneció sepultado el cadáver de la esposa de Pedro III durante varios siglos, hasta que en 1835 el Convento de San Francisco fue demolido, y la mayoría de los restos de las personas reales allí sepultadas, incluyendo a la reina María de Chipre, fueron trasladados a la Catedral de Barcelona.
En el siglo XX, los restos de la reina fueron colocados en un sepulcro, en el lado izquierdo del Altar Mayor de la Catedral de Barcelona, en el que también se encuentran los restos mortales de otras dos reinas de Aragón, la reina Constanza de Sicilia, esposa de Pedro III el Grande, y la reina Sibila de Fortiá, cuarta esposa de Pedro IV el Ceremonioso. En el mismo sepulcro también descansan los restos de la reina Leonor de Aragón, reina de Chipre por su matrimonio con Pedro I de Chipre, y nieta de Jaime II de Aragón. Los sepulcros, en los que los restos de las reinas fueron depositados en 1998, fueron realizados por el artista español y catalán Frederic Marès.
Arco y Garay, Ricardo del (1945). Sepulcros de la Casa Real de Aragón. Madrid: Instituto Jerónimo Zurita. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. OCLC 11818414.
https://www.worldcat.org/oclc/11818414
https://es.wikipedia.org/wiki/Jaime_II_de_Arag%C3%B3n
Jaime II de Aragón, el Justo (Valencia, 10 de abril de 1267– Barcelona, 2 de noviembre de 1327) fue rey de Aragón, de Valencia y conde de Barcelona entre 1291 y su muerte, y rey de Sicilia entre 1285 y 1302. Ostentó los títulos honoríficos de Portaestandarte, Almirante y Capitán General de la Santa Iglesia Católica.
Segundo hijo de Pedro III y de su esposa Constanza II de Sicilia, de su madre heredó el reino de Sicilia en 1285. Derrotó a su competidor Carlos de Anjou, cuyas fuerzas navales fueron deshechas en más de un encuentro por el almirante Roger de Lauria, nacido en la Basilicata italiana y al servicio de Jaime II. Conquistó parte de Calabria y las islas del golfo de Nápoles.
https://www.academia.edu/34154582/LENGUA_NAPOLITANA_NAPULITANO_UNA_ACADEMIA_POR_UN_PATRIMONIO_DE_LA_HUMANIDAD
https://www.youtube.com/watch?v=6IAq2QWik-k
En 1291 recibió también la Corona de Aragón, al morir sin descendencia su hermano Alfonso III, y se alió con el rey de Castilla con una alianza matrimonial casándose con la hija de éste Isabel de Castilla. Dicha unión fue solo civil al ser frustrada por el Papa a causa de la consanguinidad de los prometidos. No tuvo descendencia dicho matrimonio dado que no llegó a consumarse; la novia en el momento de la boda tenía ocho años de edad. Tras la muerte de su suegro, el rey Sancho IV de Castilla en 1295, este primer matrimonio del monarca aragonés quedó definitivamente anulado.
Intentó obtener una alianza con el sultán Khalil en 1292, pero al disminuir las amenazas exteriores, la dejó sin ratificar.
En 1296 iniciaría una contienda con Castilla, aprovechando la minoría de edad de Fernando IV y los conflictos entre sus regentes, sin declaración de guerra, para conquistar el Reino de Murcia. / Jaime I lo conquistó y lo entregó a Castilla, a su yerno Alonso o Alfonso X el sabio, casado con Violante de Aragón / Alicante sería la primera ciudad en caer en el mes de abril, y tras ella Elche, Orihuela, Guardamar del Segura y Murcia. En 1298 tomaría Alhama de Murcia y Cartagena y el 21 de diciembre de 1300 finalizaba la contienda con la conquista de Lorca. Por la Sentencia Arbitral de Torrellas (1304) y el Tratado de Elche (1305) se firmaría la paz con Castilla, devolviéndole la mayor parte del Reino de Murcia a excepción de los territorios al norte del río Segura, quedando las comarcas de Alicante, Orihuela y Elche en posesión del Reino de Valencia
Su dominio sobre Sicilia había sido contestado por el Papado y los Anjou, por lo que Jaime se avino finalmente a ceder la isla al papa a cambio de los derechos sobre Córcega y Cerdeña y la cesión de la isla de Menorca a Jaime II de Mallorca, por el Tratado de Anagni (1295). Sin embargo, su hermano menor Fadrique o Federico, al que había nombrado gobernador de Sicilia, se negó a abandonar el dominio de la isla y resistió eficazmente la campaña militar de Jaime II para arrebatársela aunque finalmente fue derrotado en 1299. Ese mismo año se reforzó el pacto mediante la boda de Jaime II con Blanca de Anjou, hija de Carlos de Anjou.
Federico fue reconocido como rey de Sicilia por la paz de Caltabellota (1302).
Terminada aquella contienda, Jaime conquistó Cerdeña (1323-1325), que quedó así incorporada a la Corona de Aragón, a pesar de la oposición de Génova y Pisa y de múltiples rebeliones locales posteriores.
repartimiento Cerdeña, compartiment Sardenya
Esta política de expansión en el Mediterráneo se completó con un acuerdo con Castilla para repartirse las respectivas zonas de influencia en el norte de África. Para ello selló una alianza con Sancho IV, las (Vistas de Monteagudo, 1291), quien ayudó a la Corona de Aragón a intensificar su presencia en Túnez, Bugía y Tremecén a cambio del correspondiente apoyo contra los franceses.
Jaime II organizó también una expedición a Oriente bajo el mando de Roger de Flor, concebida para librar al reino de la presencia de las peligrosas compañías militares conocidas como los «almogávares» (1302).
Intentó rescatar a los templarios peninsulares (especialmente a fray Dalmau de Rocabertí, submariscal de la orden) caídos en la expugnación de la isla y fortaleza de Arwad (septiembre de 1302). Para ello, envió una serie de embajadas, las primeras (1304-1305 y 1306-1307) llevadas a cabo por Eymeric de Usall, que llegó a traer consigo a Barcelona al "ustadar" (una especie de primer ministro de temas económicos y militares en Egipto)
Fakhr al-Dihn. Consiguió su libertad en 1315, y fray Dalmau murió en 1326 en el Monasterio de Santa María de Vilabertrán. Otras embajadas de don Jaime pidieron, sin éxito, el Santo Grial y el Lignum Crucis al sultán Muhammad al-Nasir.
En 1312 Felipe IV de Francia conmina a Jaime II a extinguir la Orden del Temple en su Reino, pero no teniendo queja el Rey Aragonés del comportamiento de los Templarios, (recordemos que Alfonso I el Batallador les había legado en testamento todo el Reino, aunque finalmente no prosperó dicha cesión), se niega en principio a actuar contra ellos, aunque instado a ello por el Papa, no tiene más remedio que prenderlos, si bien no los condena sin la celebración de juicio previo, resultado del cual se les declara inocentes en los términos que expresa el acta del mismo:
“Por lo que, por definitiva sentencia, todos y cada uno de ellos fueron absueltos de todos los delitos, errores e imposturas de que eran acusados, y se mandó que nadie se atreviese a infamarlos, por cuanto en la averiguación hecha por el concilio fueron hallados libres de toda mala sospecha: cuya sentencia fue leída en la capilla de Corpus-Christi del claustro de la iglesia metropolitana en el día 4 de noviembre de dicho año de 1312 por Arnaldo Gascón, canónigo de Barcelona, estando presentes nuestro arzobispo y los demás prelados que componían el concilio”.
Jaime II dio su apoyo a las propuestas de fray Ramon Llull sobre la recuperación de Tierra Santa (proyecto Rex Bellator). Su hijo primogénito, el infante don Jaime, renunció a la corona y vistió el hábito blanco con la cruz roja, seguramente con la esperanza de llegar a ser «la espada de la cristiandad».
También la fracasada cruzada de Almería en 1309, a la que ayudó Arnau de Vilanova con sus consejos de sanidad y medicina, se enmarca, junto con la fugaz toma de Ceuta, en la estrategia de Llull del libro De Fine (1305).
Con respecto a su política peninsular:
En las cortes de Zaragoza de 1301 Jaime II de Aragón dictaminó que Ribagorza pertenecía a Aragón y que sus límites estaban en la clamor de Almacellas. Aunque en las cortes de Barcelona de 1305 se protestó esta situación, Jaime II el Justo, tras pedir un informe al Justicia Jimeno Pérez de Salanova, confirmó que Ribagorza se incluía en Aragón.
Consolidó la Corona de Aragón al declarar la unión indisoluble entre los reinos de Aragón y Valencia y el condado de Barcelona (1319).
Obtuvo el vasallaje de los reyes de Mallorca (miembros de la casa real aragonesa).
Recuperó el Valle de Arán.
Reforzó la posición de la Corona sometiendo a la nobleza con el apoyo de las ciudades.
Hizo avanzar la frontera del reino de Valencia a costa del de Murcia, aprovechando la intervención en las disputas sucesorias castellanas (1304).
Reforzó la defensa del flanco sur frente a los musulmanes creando para ello la orden militar de Montesa (1317), aprobada por el papa Juan XXII en 1317, con el fin de luchar contra los musulmanes.
Fundó en 1300 la Universidad de Lérida y en 1305 el Consejo (actual Senado) en Crevillente.
Dirige el fracasado asedio a Almería en 1309.
Al final de su reinado, en 1325, las Cortes reunidas en Zaragoza acordaron la supresión del tormento.
En su testamento otorgado en Barcelona el 28 de mayo de 1327, Jaime II ordenó la erección de la tumba de su padre, el rey Pedro, al mismo tiempo que disponía la creación de la suya y de su segunda esposa, Blanca de Anjou, fallecida en 1310. Se dispuso que los sepulcros se hallaran cobijados, como así se hizo, bajo baldaquinos labrados en mármol blanco procedente de las canteras de San Feliu, cerca de Gerona. Cuando el rey Jaime II dispuso la creación de su propio sepulcro, tomó como modelo el sepulcro de su padre.
En el mausoleo de Jaime y Blanca, ejecutado por Bertrán Riquer entre 1313 y 1315, ambos difuntos tienen estatua yacente sobre sus sepulcros, labradas en mármol, a diferencia del de Pedro III.
Rey y reina aparecen vestidos con el hábito cisterciense. Cada una de las efigies de los monarcas ocupa todo el plano en declive que forma la cubierta del sepulcro, ejecutada en mármol, que cubre la urna de alabastro donde se encuentran los restos de los monarcas.
El epitafio del rey Jaime II se halla enfrente de su sepulcro y dice así:
HONORATUR HAC TUMBA QUI SIMPLICITATE COLUMBA
EST IMITATUS REX JACOBUS HIC TUMULATUS,
REX ARAGONENSIS COMES ET DUX BARCINONENSIS,
MAYORICENSIS REX NEC NON CICILIENSIS:
MORIBUS ET VITA CONSORS SUA BLANCA MUNITA,
ILLUSTRI NATA CARULO SIMUL HIC TUMULATA.
NEC FUIT HIC SEGNIS IN SUBDENDIS SIBI REGNIS,
SUBDITA SUNT JAMQUE SIBI MURCIA SARDINIAQUE,
FLORUIT HIC QUINQUE REGNIS TEMPUS UTRIUMQUE,
RESTITUIT GRATIS TRIA JUS SERVANS DEITATIS,
HIC HUMILIS CORDE PECCATI MUNDUS A SORDE,
MISERICORS MUNDUS ANIMO SERMONE FACUNDUS,
JUDICIS JUSTUS ARMIS BELLOQUE ROBUSTUS,
LAETUS NON MAESTUS VULTU MITISQUE MODESTUS,
DICI PACIFICUS MERUIT QUIA PACIS AMICUS,
REGNA TENET COELI DOMINO TESTANTE FIDELI,
CUM SE COLLEGIT HABITUM CISTERCIENSEM PRAE ELEGIT,
QUI CUNCTA REGIT PARCAT QUAE NESCIUS EGIT.
DEFECIT MEMBRIS SECUNDA NOCTE NOVEMBRIS,
ANNO MILLENO CENTUM TER BIS QUOQUE DENO
SEPTENOQUE PIA SIBI SISTAT DEXTERA VIRGO MARIA. AMEN.
En diciembre de 1835, durante la Primera Guerra Carlista, tropas gubernamentales integradas por la Legión Extranjera Francesa (procedente de Argelia) y varias compañías de migueletes se alojaron en el Monasterio de Santes Creus, causando numerosos destrozos en el mismo, profanando las tumbas reales de Jaime II y su esposa y quemando sus restos, aunque parece que algunos permanecieron en el sepulcro. La momia de la reina Blanca fue arrojada a un pozo de donde fue sacada en 1854. El sepulcro de Pedro III, a causa de la solidez de la urna de pórfido utilizada para albergar los regios despojos, impidió que sus restos corrieran igual suerte.
Elaboró una política de enlaces matrimoniales con la familia real castellana, pero no dio los resultados esperados. La hija de Sancho IV formaba parte del trato y, pese a sus ocho años de edad, fue enviada a Aragón para ser casada con Jaime II, pero tres años más tarde fue devuelta a Castilla, pues el papa Bonifacio VIII no concedió la dispensa matrimonial.
Se casó cuatro veces: con Isabel de Castilla, Blanca de Anjou, María de Chipre y Elisenda de Moncada. Sólo tuvo descendencia con su segunda esposa, Blanca de Anjou, naciendo diez hijos de dicho matrimonio:
Jaime de Aragón (1296-1334), que renunció a sus derechos reales después de su matrimonio con Leonor de Castilla para ingresar en la Orden de San Juan de Jerusalén.
Alfonso IV de Aragón (1299-1336), rey de Aragón, rey de Valencia y conde de Barcelona.
María de Aragón (1299-1347), casada con Pedro de Castilla y, después de enviudar, monja en el Monasterio de Santa María de Sigena.
Constanza de Aragón (1300-1327), casada con Don Juan Manuel.
Blanca de Aragón (c. 1301-1348), monja y priora en el Monasterio de Santa María de Sigena.
Isabel de Aragón (1302-1330), que casó en 1315 con Federico I de Austria.
Juan de Aragón (1304-1334), arzobispo de Toledo, de Tarragona y patriarca de Alejandría.
Pedro IV de Ribagorza (1305-1381), conde de Ribagorza, de Ampurias y de Prades.
Ramón Berenguer I de Ampurias (1308-1364), conde de Prades y señor de la Villa de Elche.
Violante de Aragón (1310-1353), casada con Felipe, déspota de Romania e hijo de Felipe I de Tarento, y posteriormente con Lope Ferrench de Luna, primer conde de Luna.
- Arco y Garay, Ricardo del (1945). Sepulcros de la Casa Real de Aragón. Madrid: Instituto Jerónimo Zurita. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. OCLC 11818414.
- Hinojosa Montalvo, José Rampon (2005). Jaime II y el esplendor de la Corona de Aragón. San Sebastián: Nerea. ISBN 978-84-89569-99-7.
- Estal, Juan Manuel del (2009). Itinerario de Jaime II de Aragón (1291-1327). Fuentes Históricas Aragonesas, 47. Zaragoza: Institución Fernando el Católico. ISBN 978-84-7820-984-2.
- Ubieto Arteta, Antonio (1981). La formación territorial «La formación territorial». Historia de Aragón (I). Zaragoza: Anubar.
ISBN 84-7013-181-8. - Modesto Lafuente. Historia General de España. Montaner y Simón, Editores. Biblioteca Digital de Castilla y León.
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domingo, 28 de abril de 2019
Leyendas para una historia paralela del Aragón medieval
Leyendas para una historia
paralela del Aragón medieval
http://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/30/14/_ebook.pdf
Agustín UBIETO ARTETA.
https://es.wikipedia.org/wiki/Agust%C3%ADn_Ubieto_Arteta
Originario de Ayerbe, nacido en plena guerra civil, a su inequívoca vocación docente (fue profesor ayudante de universidad, catedrático de instituto y de escuela universitaria e inspector de bachillerato antes de convertirse en el primer profesor titular hispano de universidad de didáctica de la historia) une la investigadora, siendo autor de más de treinta libros y medio centenar de artículos, tanto de historia medieval (varios cartularios y crónicas; El real monasterio de Sigena (1188-1300); Toponimia medieval aragonesa; Los tenentes de Aragón y Navarra en los siglos XI y XII; Historia de Aragón en la Edad Media: bibliografía para su estudio; Aproximación al estudio de la nobleza aragonesa -siglos XI y XII-: aspectos genealógicos; La documentación eclesial aragonesa de los siglos XI al XIII, dentro del contexto socioeconómico de la época, etc.) como de didáctica de la historia (Ideas para comentar textos históricos; Los mapas históricos: análisis y comentario; Lecturas para comprender Aragón; Aragón, comunidad histórica –Atlas histórico-didáctico–; Cómo se formó Aragón; El entorno, lo que nos rodea, como fuente histórica y materia de estudio; Archivos locales y didáctica de la Historia: utilización de fuentes de acceso fácil para el estudio de la localidad; etc.), además de la faceta divulgadora a través de la serie de cortometrajes didácticos titulada Comprender Aragón (El porqué de los despoblados; El lenguaje de los castillos; Los nombres de nuestros pueblos; La sal, instrumento del poder; El debe y el haber de los monasterios; El Derecho aragonés, indultado; El lino y el cáñamo; etc.).
http://manuelsiurana.blogspot.com/2008/04/don-agustn-ubieto-arteta-por-manuel.html
http://dialnet.unirioja.es/servlet/busquedadoc?db=2&t=Agust%C3%ADn+Ubieto+Arteta&td=todo
1972: Toponimia aragonesa medieval.
http://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/30/14/_ebook.pdf
Agustín UBIETO ARTETA.
https://es.wikipedia.org/wiki/Agust%C3%ADn_Ubieto_Arteta
Originario de Ayerbe, nacido en plena guerra civil, a su inequívoca vocación docente (fue profesor ayudante de universidad, catedrático de instituto y de escuela universitaria e inspector de bachillerato antes de convertirse en el primer profesor titular hispano de universidad de didáctica de la historia) une la investigadora, siendo autor de más de treinta libros y medio centenar de artículos, tanto de historia medieval (varios cartularios y crónicas; El real monasterio de Sigena (1188-1300); Toponimia medieval aragonesa; Los tenentes de Aragón y Navarra en los siglos XI y XII; Historia de Aragón en la Edad Media: bibliografía para su estudio; Aproximación al estudio de la nobleza aragonesa -siglos XI y XII-: aspectos genealógicos; La documentación eclesial aragonesa de los siglos XI al XIII, dentro del contexto socioeconómico de la época, etc.) como de didáctica de la historia (Ideas para comentar textos históricos; Los mapas históricos: análisis y comentario; Lecturas para comprender Aragón; Aragón, comunidad histórica –Atlas histórico-didáctico–; Cómo se formó Aragón; El entorno, lo que nos rodea, como fuente histórica y materia de estudio; Archivos locales y didáctica de la Historia: utilización de fuentes de acceso fácil para el estudio de la localidad; etc.), además de la faceta divulgadora a través de la serie de cortometrajes didácticos titulada Comprender Aragón (El porqué de los despoblados; El lenguaje de los castillos; Los nombres de nuestros pueblos; La sal, instrumento del poder; El debe y el haber de los monasterios; El Derecho aragonés, indultado; El lino y el cáñamo; etc.).
http://manuelsiurana.blogspot.com/2008/04/don-agustn-ubieto-arteta-por-manuel.html
http://dialnet.unirioja.es/servlet/busquedadoc?db=2&t=Agust%C3%ADn+Ubieto+Arteta&td=todo
- 1976: Un obituario calahorrano del siglo XV.
- 1978: Notas sobre el patrimonio calceatense en los siglos XII y XIII.
- 1987: Los Mapas históricos: análisis y comentario.
- 1988: El Entorno, lo que nos rodea, como fuente histórica y materia de estudio.
- 1994: Aragón: territorio, evolución histórica y sociedad.
- 1997: Vicisitudes históricas del cenobio sijenense.
- 1998: Leyendas para una historia paralela del Aragón medieval.
- 1999: Los monasterios medievales de Aragón. Función histórica.
- 1999: El Monasterio dúplice de Sigena.
- 2001: El largo camino hacia las comarcas en Aragón: (aproximación didáctica).
- 2005: Cómo se formó Aragón (versión web y .pdf).
- 2007: Propuesta metodológica y didáctica para el estudio del patrimonio.
- 2007: Lecturas para comprender Aragón 2.
La reconstrucción histórica se ha
basado fundamentalmente en las fuentes documentales escritas (en
general, las emanadas del poder establecido) y en las arqueológicas,
pero cada vez va adquiriendo más empuje otro tipo de fuentes y
ayudas, como las que proporcionan la arqueología industrial, la
elaboración seriada y estadística de datos, la fotografía, los
exvotos, la cartografía histórica, etc. Entre las que últimamente
han adquirido un fuerte vigor en Aragón están las leyendas,
transmitidas oralmente, en principio, pero recogidas ya la mayor
parte por escrito en un momento determinado, aunque en los medios de
difusión más variopintos, dispersos o inalcanzables.
Las trescientas cincuenta y nueve
leyendas recopiladas permiten hilvanar una historia más o menos
paralela del Aragón medieval, una historia quizás algo alejada de
la realidad, pero creada por el pueblo, que ha tratado de buscar
explicaciones a hechos cuya trama interna no alcanzaba a descifrar ni
comprender. La Historia que el pueblo ha trazado con estos relatos
legendarios carece de rigor científico, pero gana en calor humano,
en sencillez y en naturalidad.
Primera edición, 1998 Segunda edición, 2010
Primera edición, 1998 Segunda edición, 2010
Publicación
número 2.817 de
la Institución «Fernando el Católico»,
Organismo
autónomo
de
la
Excma.
Diputación de Zaragoza,
plaza
de
España,
2,
50071
Zaragoza
(España)
ifc@dpz.es
http://ifc.dpz.es
Diseño
de la colección Víctor
M. Lahuerta
ISBN 978-84-9911-081-3 D.L.
Z 3265/2010
©
Agustín Ubieto Arteta. Zaragoza, 2010
©
del diseño gráfico, Víctor M. Lahuerta. Zaragoza, 2010
©
de
la
presente
edición,
Institución
«Fernando
el Católico».
Zaragoza,
2010
Impreso
en
España
–
Unión
Europea
/
Printed
in
Spain
–
European
Union
2. RECONQUISTA Y REPOBLACIÓN ............... 55
239. Orosia muere a manos musulmanas......... 260
III. BIBLIOGRAFÍA
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IV. ÍNDICES (la paginación corresponde con el PDF original)
II.1. ÍNDICE DE LEYENDAS
1. LA CONQUISTA
MUSULMANA.......... 43
2. La conquista de Sarakusta por Carlomagno ....... 44
3. Bestué, librada de los moros......... 45
4. La resistencia de Trasobares a los moros ......... 45
5. La pérdida y despoblamiento de Novillas...... 46
6. La pérdida de Belmonte
.......... 47
7. La defensa cristiana de Borja
........... 48
9. La conquista musulmana de Agiria(Daroca)........ 50
10. El origen de Centenero
.................. 51
11. La toma de Calanda por los musulmanes........... 52
12. Abén Aire, el buen valí de Sarakusta........ 52
2. RECONQUISTA Y REPOBLACIÓN ............... 55
2.1. RECONQUISTA
................... 55
13. El primer almogávar aragonés.............. 55
14. La defensa de Mediano........................... 56
15. La localización de Saz
....... 57
17. La reconquista de Aínsa
...................... 59
18. La reconquista de Jaca..................... 59
19. Las mujeres en la reconquista de Jaca................. 60
21. Las gestas del conde Bernardo de Ribagorza ...... 62
22. La Santa Cruz guía el camino.................... 63
24. Ramiro I lucha por Calahorra.......... 65
25. La reconquista de Alquézar........... 65
27. La reconquista de Ejea por los soldados franceses (1095) 67
28. El sitio de Barbastro de 1064............. 68
29. La dramática rendición de Barbastro (1064)...... 69
30. Barbastro, tomada gracias a una traición............. 70
31. La esclava liberada en Barbastro.......... 71
33. La Virgen colabora en la batalla de Piedratajada .... 72
34. El origen de los López de Gurrea........ 73
35. Un detalle del último asedio de Huesca (1096)..... 74
36. San Jorge pelea en el cerco de Huesca......... 75
37. Los caspolinos, en la batalla de Alcoraz........ 76
38. La reconquista de Luna.......... 77
39. Pedro I de Aragón lucha contra el Cid ......... 77
40. El Cid, en Calanda............................... 78
41. Santiago ayuda al Cid en Torrenublos ... 79
42. La huida de una reina taifal......... 80
43. La traición del moro Glafar................ 81
44. La reconquista de Monzón
............ 81
45. La ayuda de Pedro Ruiz de Azagra al Cid............ 82
48. San Miguel, en la reconquista de Zaragoza........... 85
49. La capitulación de los moros zaragozanos ............ 86
50. La reconquista de Alagón
..................... 87
51. La reconquista de Borja
............... 87
52. Borja, en manos del Batallador
............... 88
53. La virgen del Castillo, defensora de Bijuesca...... 89
54. La cañada de la celada ......... 90
55. La pérdida musulmana de Lanaja
....... 91
56. La reconquista de Maluenda
......... 92
57. La reconquista de Daroca
........ 93
58. Un intento de recuperación mora de Daroca..... 94
59. El exilio de Zafadola
............. 95
60. La reconquista de Alcañiz.............. 96
61. La resistencia de los mozárabes de Calanda ... 96
62. La cabra de oro inalcanzable............. 97
63. Un detalle de la batalla de Fraga (1134)....... 98
65. La reconquista de Monreal del Campo.... 100
66. La reconquista de Aguilar de Alfambra ... 101
67. La reconquista de Camañas.......... 102
68. Cretas, reconquistada el día de santa Pelagia ..... 103
69. El origen de Alcorisa...................... 104
70. La fundación de Teruel..................... 105
71. El juez traidor........... 105
72. La reconquista de Villel............ 106
74. Asedio y reconquista de Mora de Rubielos..... 108
75. La reconquista de Morés
............... 109
76. Reconquista del castillo del Mallo
....... 110
77. El fracaso de la reconquista de Ibiza .... 111
80. La promesa del guerrero.......... 114
2.2.
REPOBLACIÓN....................... 115
81. Fundación y destrucción de la ciudad de Pano ...... 115
82. Fundación de la villa de Acumuer........... 116
83. Delimitación del término municipal de Binéfar .... 117
84. La repoblación de Suelves ...... 117
85. Tras la reconquista de Oliete........ 118
86. La presa de Almonacid
........... 119
87. El legado de Martina Pérez.............. 120
3. EL MUNDO CRISTIANO
............. 123
3.1. LOS
REYES.......... 123
88. La donación de Abetito a San Juande la Peña ... 123
90. La coronación de Sancho Garcés...... 125
91. Cómo accedió Ramiro I al trono de Aragón..... 126
92. Ramiro I huye desnudo de Tafalla......... 126
95. La muerte de Sancho Ramírez......... 129
96. Pedro I, curado por san Miguel in Excelsis ........ 130
97. La escolta chesa de Alfonso I........ 131
99. La muerte de Alfonso I, un castigo de Dios ...... 133
100. El exilio soriano de doña Urraca
......... 133
101. El reto de la Varona a Alfonso I el Batallador .. 134
102. Alfonso I venga su honor en Candespina .. 135
103. Doña Urraca solicita el divorcio a Alfonso I .... 136
104. La victoria naval de Alfonso I el Batallador ... 137
105. Alfonso I y su pretendida homosexualidad........ 138
106. La elección de Ramiro II como rey de Aragón .... 139
107. El matrimonio de Ramiro II el Monje ... 140
109. La burla de Ramiro II
................. 141
110. El escarmiento de los nobles en Huesca ...... 142
111. Ramiro II se enfrenta a Roldán
........ 143
112. La muerte de Ramiro II
............ 144
113. La aparición de un falso Alfonso I................. 145
114. La coronación de Pedro II en Roma.......... 146
118. La primera espada de Jaime I
............... 150
119. Jaime I hereda la espada «Tizona»
......... 150
120. La espada de Villardell................ 151
121. Jaime I y Nuestra Señora de la Silla............ 152
123. Jaime I, cofrade de la Virgen de los Ángeles .. 154
126. La pérdida de Pitilla......... 156
127. Pedro III desafió a un dragón................. 157
128. El guante de Conradino para Pedro III ............... 158
129. Pedro III, en las justas de Burdeos ............ 159
130. Jaime II elige esposa (1314)
.............. 160
131. Alfonso V nace entre terremotos y espanto ..... 161
132. La condesa de Urgell pretende
envenenar a Fernando I.
133. Fernando el Católico, engendrado en El Frasno... 162
134. Fernando II, armado caballero de
María....... 163
135. La Virgen del Pilar salva a Fernando II.......... 164
3.2. LA NOBLEZA Y LOS SEÑORÍOS
............... 165
136. El nacimiento de la nobleza
aragonesa .... 165
137. El origen de los Aysa
.............. 166
138. García Aznárez, asesino de
Céntulo de Bigorra....... 167
139. La cruenta muerte del barón de
Espés...... 168
140. El origen de los Maza
............. 169
141. El nacimiento de los Esparza..... 169
142. El origen del topónimo
Nonaspe....... 170
143. El señorío de Albarracín,
vasallo de Santa María ..... 171
144. Origen de la baronía de Escriche
....... 172
145. Pedro Fernández de Azagra,
milagrosamente ileso . 173
146. El nombramiento del primer conde
de Luna .... 173
147. La fuerza de las armas
................... 174
148. Revuelta
campesina........................... 175
149. La muerte del conde Artal, señor
de Mequinenza . 176
150. Las herraduras del marqués de
Ayerbe ...... 177
151. La historia también gasta bromas
.... 178
152. El mal «señor» de Fabara
........... 179
153. La curación milagrosa del hijo
del conde de Ribagorza .... 180
3.3. LA VIDA
CORTESANA................................. 181
154. La condesa traidora ....................... 181
155. Los afectos castellanos de la
reina Sancha ... 182
156. La prisión de la reina doña
Urraca ....... 182
157. El duque de Híjar y la hija de
Jaime I....... 183
158. Jaime I castiga a su
trovador.... 184
159. La sombra de la princesa doña
Blanca ...... 185
160. Nace la Orden de la Banda de la
Virgen del Pilar.. 186
161. La reina María llora la ausencia
de Alfonso V .. 187
162. El trovador de la Aljafería
..... 188
163. El príncipe de Viana escapa de
Mallén .. 189
164. El trovador que murió de amor
.......... 189
3.4. LAS PUGNAS
FAMILIARES............................... 190
165. Las primeras armas de Jaime
I............ 190
166. Las consecuencias de la pugna
entre los Albir y los Frago 191
167. Los Marcilla y los Segura, frente
a frente......192
168. La pelea de
Pedrola............................. 193
169. Los Urrea contra los Cornel
................ 194
170. La loca enamorada de
Montalbán..... 195
171. Los Luna y los Urrea,
enfrentados................ 196
172. Luchas de los Luna contra los
Urrea ....... 197
173. Los Muñoz y los Marcilla, frente
a frente .... 197
3.5. LA GUERRA ENTRE
CRISTIANOS....198
174. Las mujeres, vencedoras ante las
tropas de Pedro el Cruel 198
175. Miguel de Bernabé, en el sitio de
Daroca ... 199
176. La defensa del castillo de
Báguena.......... 200
177. La resistencia heroica de Bueña
........... 201
178. El portal de la
traición................................... 202
3.6. AMORES Y DESAMORES
................. 203
179. Los celos de Alfonso de
Barbastro............ 203
180. Los amores de Clara y
Manfredo......... 204
181. Un nuevo puente sobre el Turia: el
de doña Elvira.205
182. La venganza de Arnaldo, señor de
Castro de Malavella.. 206
183. Los amores de Berenguer de Azlor y
Aldonza de Entenza 206
184. El juramento incumplido
....... 207
185. La guardia del castillo de La Fresneda .. 208
186. Juan Miguel, soldado de Juan II
...... 209
187. Los rosales del amor............................ 210
4. EL MUNDO
MUSULMÁN................................ 213
188. Un toro de oro espera
............... 213
190. La reina mora de Guarrinza
.......... 215
191. Las tres moras de
Zaragoza........... 215
192. La piedra horadada por el amor
........ 216
193. La princesa mora que buscó la
libertad.......... 217
194. El toro de oro que espera
oculto.......... 218
195. La construcción del castillo de
Trasmoz........ 219
196. La venganza de
Abdelmelic............. 220
197. El tesoro escondido de Alí
Mohal......... 221
198. Las revueltas musulmanas previas a
la reconquista de Sarakusta .. 222
199. El tesoro de Cañarda
......... 223
200. La eterna espera de la mora de
Guadalaviar..224
201. El tesoro de la reina mora
................. 224
202. La mora de la
basa............. 225
203. La mora encantada de Bastarás
............. 226
204. La mora encantada de
Sallaón............................................................... 227
205. El amor de Zoraida y los alarifes
de Teruel...... 228
206. La losa
mora............................................... 229
207. El tesoro de la mora de Siresa
......... 230
208. La larga espera de la reina
mora.............. 230
209. El tesoro de El Castellar
............. 231
5. EL MUNDO JUDÍO
............ 233
210. El Cid expulsa a los judíos de
Tamarite ....... 233
211. Los amores de Juan el herrero y la
bella hebrea ....... 234
212. El milagroso hallazgo del cuerpo
de santo Dominguito
de
Val........... 235
213. El monasterio de San Miguel de
Foces, asaltado ...... 236
214. La venganza del judío
noble................. 236
215. El augurio de Vicente
Ferrer............. 237
216. La conversión de los judíos
darocenses......... 238
217. La conversión del judío dormido
................ 239
6. RELACIONES ENTRE CRISTIANOS Y
MUSULMANES............. 241
6.1. RELACIONES AMISTOSAS
............. 241
218. Los mozárabes de Peralta de la
Sal........... 241
219. Los amores imposibles de Zoma y
María ....... 242
220. La enamorada del Cid
................ 243
221. El nacimiento de un mudéjar
................ 244
222. Los amores de Roderico de Mur y
Zulima......... 245
223. Almanzor y los mozárabes de La
Almunia .......... 245
224. Dos pretendientes para Zaida
.............................. 246
225. La cueva de la mora encantada
................ 247
226. El amor pudo a la religión
....................... 248
227. El alma del castillo de Gallur
........... 249
228. El amor, nueva
religión.......................... 250
229. La conversión del moro
Tocón.................... 251
230. El tesoro escondido de
Mustafá................. 252
231. El amor de don Pedro de
Azagra................ 252
232. La mora que acudió a la Virgen de
Salas.............. 253
233. La mora
peinadora..................................... 254
234. La cristiana peinadora
......................... 255
235. La conversión del alfaquí
zaragozano................ 256
236. La lavandera morica de Sena
................. 257
237. Las tres doncellas encantadas
............................. 258
238. La mora solitaria y el pastor de
Luesia............ 259
6.2. RELACIONES
PROBLEMÁTICAS........ 260
239. Orosia muere a manos musulmanas......... 260
240. Nunilo y Alodia, víctimas de la
intransigencia religiosa...... 261
241. Visorio, asesinado por una partida
de moros ..... 261
242. La persecución de
Elena.............. 262
243. Los mozárabes de Zaragoza,
expulsados a El Burgo .... 263
244. El agua de Tarazona
.................... 264
245. La venganza del conde
cristiano...... 265
246. El celebrado salto de Pero Gil,
escudero del Cid .... 266
247. La conversión de un moro
............ 267
248. Galiano Galinás roba un cáliz a
los moros ............... 268
249. El pozo de
Ainés.............. 269
250. La expulsión de los moros de
Pina................ 270
7. ASPECTOS RELIGIOSOS
..................................... 271
7.1. LOS
MONASTERIOS................... 271
251. Nacimiento de San Juan de la
Peña.................... 271
252. Voto y Félix, en San Juan de la
Peña ........... 272
253. García Jiménez funda San Juan de
la Peña ................ 273
254. Fundación del monasterio de San
Martín de Cercito .... 274
255. Antecedentes del monasterio de
Trasobares.......... 275
256. Balandrán, elegido heraldo de la
virgen del Pueyo ... 275
257. Fundación del monasterio de
Trasobares........ 276
258. Don Pedro de Atarés, fundador de
Veruela...... 277
259. La reina Sancha funda el
monasterio de Sigena ...278
260. Los condes de Sástago construyen
el santuario de Monler. 279
261. Gil de Atrosillo, señor de
Estercuel, y la aparición de la Virgen
................ 280
262. La fundación del monasterio de
Santa Fe............. 281
263. Los condes de Sástago crean la
cartuja de Fuentes..... 282
264. El túnel bajo el
Ebro........................... 283
7.2. LOS PEREGRINOS
......................................... 283
265. San Marcial visita
Benasque......................... 283
266. El peregrino anónimo
........................284
267. Los peregrinos
escultores................... 285
268. El romero de
Castiello................................. 286
269. San Gregorio, peregrino
...................... 287
7.3. LOS SANTOS
................... 288
270. El vaticinio de san Valero
..................... 288
271. El destierro del obispo san
Ramón................... 289
272. San Ramón cura a una joven
desahuciada..................... 290
273. San Ramón libera a dos
soldados...................... 291
274. San Licer quiso reposar
definitivamente en Zuera........ 291
275. Santo Domingo predica la devoción
del rosario ..... 292
276. Santo Domingo intercede por la
noble Alejandra........... 293
277. Santo Domingo, amamantado por una
vaca ........ 294
278. San Roque, en el hospital de
Valdealgorfa ........ 295
279. Los predicadores Gregorio y
Domingo, en Besiáns ............... 296
280. Vicente Ferrer, predicador en Mora
de Rubielos ..... 297
281. La endemoniada de
Piedra................... 297
282. El crucifijo de san Vicente Ferrer
.................. 298
283. Vicente Ferrer salva su propia
vida ......... 299
284. Vicente Ferrer se apiada de la
madre trastornada.................. 300
285. Vicente Ferrer vaticina la
destrucción de Teruel..................... 301
286. Vicente Ferrer predica en
Calatayud................................................. 302
287. Los falsos frailes
............... 302
288. Vicente Ferrer impide que los
diablos se acerquen a Caspe 303
289. Vicente Ferrer aplaca una
tempestad .... 304
290. Vicente Ferrer instituye la
procesión de la disciplina........... 305
291. La palabra de Vicente Ferrer en
Aínsa ........ 306
292. El mas de
Ferrer................ 307
293. El cuadro
desprendido............................ 307
294. Pedro Arbués, pretendiente de
santa Bárbara ...... 308
295. San Gil y san Ginés,
predicadores........ 309
296. San Blas elige Torrecilla de
Alcañiz para quedarse..... 310
297. Elección de santa Tecla como
patrona 311
7.4. LOS PORTENTOS
......................... 312
298. La justicia del obispo
Bencio.......... 312
299. Un antídoto contra la
sequía............. 312
300. La Virgen viajera
........................... 313
301. Los corporales llegan a
Daroca......... 314
302. Invención del
rosario............................ 315
303. Un episodio de la guerra
albigense.......... 316
304. La palidez de la Virgen de Salas ... 317
305. Las avenidas del Ebro y de la
Huerva . 318
306. Martín Visagra,
perjuro.................... 319
307. Los corporales de
Aniñón...... 319
308. Los corporales de Andorra
..... 320
309. El agua, transformada en sangre
.... 321
310. La absolución de Lope Fernández
de Luna . 322
311. Los corporales de Fraga
.......... 323
312. Los corporales de
Aguaviva........ 324
313. Los corporales de San Juan de la
Peña, intactos ... 325
314. Los presagios de la campana
......... 325
315. Graus salvada de la inundación
......... 326
316. El cadáver del papa
Luna............... 327
317. Catalina, librada de los
demonios.......... 328
318. San Macario cura una
quebradura............ 329
7.5. LAS RELIQUIAS
............. 330
319. El brazo del apóstol san Pedro,
en Siresa ..... 330
320. García Aznárez trae a Aragón
los restos de san Indalecio. 331
321. El relicario de Jaime
I.......... 332
322. Jaime I dona una espina de la
corona de Cristo al monasterio de
Samper..... 333
323. Pan de la Última Cena salvado de
las llamas.... 333
324. El Santo Grial, en Aragón
............ 334
325. Europa busca el
Graal.................. 335
8. ASPECTOS
SOCIO-CULTURALES............... 337
8.1. LA
JUSTICIA................ 337
326. Nacimiento de los fueros de
Sobrarbe y del Justicia ............. 337
327. La justicia real en
entredicho.......... 338
328. Los falsificadores de moneda
............ 339
329. Justicia para todos
................ 340
330. Alfonso V interviene en la lucha
de los Marcilla y los Muñoz 340
331. El escudo de armas del Justicia de
Aragón....... 341
8.2. PLAGAS Y EPIDEMIAS
............................ 342
332. El miedo a la peste
.................... 342
333. La fundación de Salinas de Hoz
............................. 343
334. San Miguel lucha contra la plaga
de la langosta .... 344
335. San Sebastián libró de la lepra
a Fayón......... 345
336. La peste de la calle Baja
....................... 346
337. La plaga de la langosta dominada
por la Virgen ... 347
338. San Sebastián detiene la peste en
Azanuy ....... 347
339. La lucha contra la peste
................. 348
340. La desaparición de un pueblo:
Daymús...... 349
341. Fuentes de Ebro salvada de la
plaga de la langosta................ 350
342. La peste despuebla
Niablas..................... 351
8.3. LA CULTURA
................. 352
343. Las medicinas de san
Caprasio....... 352
344. Los excrementos del caballo de
Roldán .......... 353
345. Contienda juglaresca
................. 354
346. El quitamiedos de Robres
......... 354
347. Surge la
jota................. 355
348. Salmón a precio de oro
................ 356
8.4. ARAGONESES ALLENDE LAS
FRONTERAS........ 357
349. Embajada de Pedro Martínez de
Bolea a Castilla... 357
350. Santa Isabel hizo de monedas rosas
............. 358
351. El cautivo de los griegos........................ 359
352. El rescate de un esclavo aragonés
en Jerusalén.... 360
353. Sancho Fernández de Heredia y la
conquista de Cerdeña .... 361
8.5. ARAGONESES CON PERSONALIDAD............ 362
354. Juan Fernández de Heredia lucha
contra los turcos... 362
355. El mar reconoce a Pedro de Luna
como papa ... 363
356. La tozudez de Benedicto
XIII......................... 363
357. El envenenamiento de Benedicto
XIII ............. 364
358. El Papa Luna se traslada en
secreto a Roma ...... 365
359. Benedicto XIII recibe a los
emisarios del concilio de Constanza....366
2. ÍNDICE DE LUGARES DE ORIGEN
Acumuer (H): 82/186/254. Adahuesca (H):
240/332. Aguaviva (T): 312.
Aguilar de Alfambra (T): 66. Aínsa
(H): 17/291/303.
Aísa (H): 137.
Alagón (Z): 50/348.
Albarracín (T):
45/143/159/192/196/231. Albentosa (T): 123.
Alcañiz (T): 60.
Alcolea de Cinca (H): 266. Alcorisa
(T): 69/165.
Alcubierre (H): 343. Almonacid de la
Cuba (Z): 86. Alquézar (H): 25/26/213.
Andorra (T): 308/318. Aniñón (Z):
307.
Aquilué (H): 233.
Arándiga (Z): 337.
Atea (Z): 15.
Ayerbe (H): 150/151/194. Azanuy (H):
338.
Báguena (T): 176.
Barbastro (H):
28/29/30/31/164/179/245/256/271/289/326. Bastarás (H): 203.
Belmonte (Z): 6.
Benabarre (H): 292.
Benasque (H): 265.
Besiáns (H): 279.
Bestué (H): 3.
Betorz (H): 240.
Biescas (H): 242.
Bijuesca (Z): 53.
Binaced (H): 87.
Binéfar (H): 83.
Biscarrués (H): 33.
Blecua (H): 187. Boltaña (H): 241/267.
Bono (H): 258.
Borja (Z): 7/51/52/195/347. Broto (H):
77.
Bueña (T): 177.
Bujaraloz (Z): 336.
Burbáguena (T): 177.
Calanda (T): 11/40/61. Calasanz (H):
23.
Calatayud (Z): 215/286/347/349. Camañas(T): 67.
Capella (H): 299.
Caspe (Z): 37/283/288. Castejón de las
Armas (Z): 134. Castejón de Valdejasa (Z): 209. Castellote (T): 199.
Castelnou (T): 270. Castiello de Jaca
(H): 268. Cella (T): 224.
Centenero (H): 10.
Cervera de la Cañada (Z): 297. Chía
(H): 248.
Cimballa (Z): 309.
Cortes de Aragón (T): 247. Cretas (T):
68.
Cubel (Z): 80.
Cuevas de Cañart (T): 201. Cutanda
(T): 54.
Daroca (Z):
9/57/58/65/78/79/125/146/175/189/216/219/229/287/301/ 306.
Echo (H): 97/112/190.
Ejea de los Caballeros (Z):
27/46/98/156.
El Burgo de Ebro (Z): 243.
El Burgo de Ebro (Z): 243.
El Frasno (Z): 133. El Grado (H): 204.
Escatrón (Z): 264.
Escriche (T): 144.
Estercuel (T): 261.
Fabara (Z): 152.
Fayón (Z): 335.
Fraga (H): 63/64/311.
Frías de Albarracín (T): 193. Fuentes
de Ebro (Z): 341.
Fuentes de Jiloca (Z): 174.
Gallur (Z): 42/226/227. Gistaín (H):
202.
Graus (H): 94/221/222/290/315.
Griegos (T): 188/220. Guadalaviar (T):
200.
Híjar (T): 157.
Huesca:
34/35/36/95/107/109/110/111/140/232/293/304.
Ibieca (H): 214.
Illueca (Z): 316.
Inogés (Z): 352.
Jaca (H): 18/19/21/108/239/320.
La Almunia (Z): 172/223. La Fresneda
(T): 185.
La Iglesuela del Cid (T): 41. Labuerda
(H): 241.
Lagueruela (T): 121. Lanaja (H):
55/263. Loarre (H): 1.
Lobera (Z): 277.
Luesia (Z): 238.
Luna (Z): 38.
Lupiñén (H): 295.
Maella (Z): 5/148/284. Magallón (Z):
166/321. Mallén (Z): 163.
Maluenda (Z): 56.
Mediano (H): 14.
Mequinenza (Z): 149.
Monreal del Campo (T): 197/230.
Montalbán (T): 170/183.
Montearagón (H): 323.
Monzalbarba (Z): 305.
Monzón (H): 44/116/118/119/122.
Mosqueruela (T): 76/124. Munébrega
(Z): 282/354. Murero (Z): 15.
Nonaspe (Z): 142.
Oliete (T): 85.
Ortilla (H): 295.
Oto (H): 342.
Pedrola (Z): 168.
Peñarroya de Tastavíns (T): 339.
Peralta de Alcofea (H): 39.
Peralta de Alcofea (H): 39.
Peralta de la Sal (H): 32/218. Piedra
(Z): 145/182/281/317.
Pina de Ebro (Z): 250.
Pina de Ebro (Z): 250.
Pueyo de Araguás (H): 22.
Rasal (H): 208/234.
Ricla (Z): 228.
Roda de Isábena (H): 272/273. Robres
(H): 346.
Rueda de Jalón (Z): 43/59.
Sabiñán (Z): 237. Salinas de Hoz (H):
333.
Sallent de Gállego (H): 138.
Samper de Salz (Z): 322.
Samper de Salz (Z): 322.
San Juan de la Peña (H): 81/88/136/251/252/253/313/324/325.
Sástago (Z): 147/260.
Sástago (Z): 147/260.
Seira (H): 16.
Sena (H): 236.
Siresa (H): 207/319. Sopeira (H):
139/327.
Tamarite (H): 210.
Tarazona (Z): 180/225/244/249.
Tauste (Z): 334. Cómo ta usté? Muy bien, gracias. Pueblo natal de Chusé Inazio Nabarro.
Tauste (Z): 334. Cómo ta usté? Muy bien, gracias. Pueblo natal de Chusé Inazio Nabarro.
Torla (H): 77.
Torralba (Z): 20.
Torrecilla de Alcañiz (T): 296.
Tosos (Z): 294.
Tosos (Z): 294.
Tramacastilla (T): 246. Trasmoz (Z):
195/328.
Trasobares (Z): 4/255/257.
Trasobares (Z): 4/255/257.
Valdealgorfa (T): 120/278. Valdesgorfa.
Velilla de Cinca (H): 340.
Velilla de Ebro (Z): 314.
Velilla de Cinca (H): 340.
Velilla de Ebro (Z): 314.
Veruela (Z): 211/258.
Villanueva de Sigena (H) 259.
Villarroya de la Sierra (Z) 310. Villel (T): 72.
Villanueva de Sigena (H) 259.
Villarroya de la Sierra (Z) 310. Villel (T): 72.
Yebra de Basa (H): 239.
Zaragoza:
2/8/12/47/48/49/93/113/132/135/153/160/161/162/169/
171/191/198/212/217/235/262/269/275/276/300/331/345/152.
Zuera (Z): 274.
Aragón: 90/99/105/106.
Castilla: 154.
Castilla: 154.
Cataluña: 127.
Chipre: 130.
Aibar (NA): 89.
Amposta (T): 104.
Belem (Portugal): 350.
Burdeos: 129.
Calahorra (Rioja): 24.
Monterroso (Galicia): 103.
Montpellier (Francia): 115.
Nájera (Rioja): 91.
Palermo: 128.
Pamplona: 141.
Peñíscola: 355/356/357/358/359.
Perpignan: 158.
Perpignan: 158.
Roma: 114.
San Miguel de Aralar: 96.
Soria: 100/101/102.
Soria: 100/101/102.
Tafalla: 92.
Valencia: 131.
Sin lugar: 155/206/302/344.
3. ÍNDICE ANALÍTICO
Abad: Alaón: Benito Larrás, 327; Leire: García, 108; Montearagón: 169; Rueda: Gastón de Ayerbe, 147; Samper del Salz: Guillermo, 322; San Ponce de Tomeras: 110; San Juan de la Peña: Jimeno, 88; Paterno, 93; Sancho, 320; San Pedro de Tabernas: 90; Veruela: 169.
Abad: Alaón: Benito Larrás, 327; Leire: García, 108; Montearagón: 169; Rueda: Gastón de Ayerbe, 147; Samper del Salz: Guillermo, 322; San Ponce de Tomeras: 110; San Juan de la Peña: Jimeno, 88; Paterno, 93; Sancho, 320; San Pedro de Tabernas: 90; Veruela: 169.
Abárzuza, 253.
ABDALA, alarife turolense, 205.
ABDELMELIC BEN RAZIN, señor de
Albarracín, 196. ABDERRAHMAN, rey de Huesca, 36.
ABDELAZIZ, gobernador musulmán de
Zaragoza, 81. ABDEL-MECH, rey de Zaragoza, 43.
ABDEMELIC, militar moro de Zaragoza,
81. ABDERRAHMAN AL-GAFEQUI, 343.
ABD-AL-RAHMAN [III] AL NASIR, califa de
Córdoba, 12. ABEL EL MALEK, walí de Jaca, 18.
ABEN AMED MUTAMIN, alcaide moro de Borja, 52. ABEN-GAMA, gobernador moro de Daroca, 57, 65. ABEN GANYA,
rey de Valencia, 63, 64.
ABEN JAIR, 188. ABEN JAYE, 188.
ABEN JOT, creador de la jota, 347.
ABENLUPO, juez moro de Jaca, 239. Abetito, monte, 88.
ABENLUPO, juez moro de Jaca, 239. Abetito, monte, 88.
Abiego (H), 26, 332.
Abín Ferruz, almunia, 338.
ABU-AMER, santón moro de Daroca, 219.
Abuán, 224.
ABUHASALEM, moro de Zaragoza, 198.
ABU MERUAN, señor moro de Albarracín,
192. ABU ZEYT, rey moro de Valencia, 78, 125.
ACISCLO, obispo, 239.
ACMET, moro, 21.
Acol, antecedente de Alcorisa, 69.
Acueducto: de Cella, 192. Acumuer (H),
82, 186, 254.
Adahuesca (H), 240, 332. Adakún (Vid.
Alacón).
ADELFA, mora de Zaragoza, 198. África,
1, 18, 104, 161.
AGNES, reina y esposa de Ramiro II,
107. Ágreda (Soria), 100.
Aguaviva (T), 309, 312.
Aguasvivas, río, 86.
ÁGUEDA, santa, 338.
Aguilaniu (H), 271.
Aguilar de Alfambra (T), 66. Aguilón
(Z), 294.
AHMAR, moro de Daroca, 189. AHMED BEN
IBRAIN, 58.
AHMED BEN ABD-AL-MALIK, rey de Rueda de
Jalón, 59. AIMERICO DE NARBONA, 28.
AINES, mudéjar turiasonense, 249.
Ainielle (H), 342.
Aínsa (H), 3, 17, 19, 23, 253, 291,
292, 303.
Aísa (H), 137.
AIXA, hija del rey de Albarracín, 193;
mora de Aquilué, 233. Alacón (T), 196.
Alagón (Z), 50, 348.
ALAMAÑAC, compañero de san Jorge, 36.
Alaón, monasterio, 327.
Alarcos, batalla, 63, 155.
Alarife: Abdalá, de Teruel, 205; Omar,
de Teruel, 205. ALBA, esposa del rey Lobo, 231.
Albalate del Arzobispo (T), 318.
Albarracín (T), 45, 143, 145, 159,
167, 177, 188, 192, 193, 196, 197, 200, 220, 231,
246.
ALBAYACETO, judío de Zaragoza, 212.
Albentosa (T), 123.
Albero Alto (H), 165. Alberuela de
Laliena (H), 332. Albigenses: 303.
ALCADIR, rey moro de Valencia, 197.
Alcaide: 185, 192, 195, 316; Báguena:
Miguel de Bernabé, 175, 176, 177, 178; Borja: Abén Amed Mutamín,
52; Cella, Garcí Núñez (224); Daroca: Pedro Gilbert, 175; Zoma
(219); Gallur: 226; Graus: 221; Monreal: Mustafá, 230; Peralta de la
Sal: 218; La Puebla de Castro: Alhor Ben Alí, 222; Villel: Setí
Mahomat, 72.
Alcalá, despoblado cerca de Pina (Z),
250. Alcanadre, río, 55, 236, 259, 266, 271, 344.
Alcañiz (T), 12, 60, 285, 288, 296.
Alcolea de Cinca (H), 266. Alcoraz,
batalla, 34, 36, 37, 52.
Alcorisa (T), 69, 165.
Alcubierre (H), 343.
ALDA, hija de Vicente Belbís, 78.
ALDONZA DE ENTENZA, 183.
ALEJANDRA, dama zaragozana, 276.
ALEJANDRO [V], papa, 359.
Alfajarín (Z), 169.
Alfambra (T), 67, 173.
Alfaquí: de Zaragoza, 235; Jahy ben
Jaldún, 58. ALFONSO [I], falso, 113.
ALFONSO [I] EL BATALLADOR, rey de
Aragón, 5, 6, 15, 34, 43, 46, 47, 48, 49, 50, 52,
53, 54, 55, 56, 57, 58, 59, 60, 62, 63,
64, 68, 95, 97, 98, 99, 100, 101, 102, 103, 104,
105, 106, 107, 108, 110, 111, 113, 138,
141, 142, 156, 198, 229, 243, 255, 257, 258,
259, 266, 271, 272, 273, 346.
ALFONSO [II], rey de Aragón, 66, 68,
70, 71, 74, 76, 113, 144, 155, 199, 259.
ALFONSO [III], rey de Aragón, 120.
ALFONSO [IV], rey de Aragón, 130.
ALFONSO [V] EL MAGNÁNIMO, rey de
Aragón, 131, 132, 160, 161, 173, 311, 314, 316,
324, 330, 334.
ALFONSO [VI], rey de Castilla, 101.
ALFONSO [VII], rey de Castilla, 59, 63. ALFONSO [VIII], rey de
Castilla, 155. ALFONSO DE BARBASTRO, 179.
Algás: castillo, 68; río, 68.
Alhambra, 134.
ALHOR, moro de Zaragoza, 191.
ALHOR BEN-ALI, alcaide de La Puebla de
Castro, 222. ALI MALHALI, moro de Zaragoza, 191.
ALI MOHAL, moro, 197. ALICIA, 149.
Aljafería, palacio, 12, 39, 43, 93,
161, 198, 246, 324, 350. Aljama: judía de Barbastro, 289; judía de
Zaragoza, 212. ALMANZOR, 154, 223.
Almazán, 100.
Almenar, 39.
Almería, 320.
Almériz, término de Huesca, 304.
Almogávares: 111.
Almohades: 155.
Almonacid de la Cuba (Z), 86. Almonacid
de la Sierra (Z), 172. Almorávides: 45, 54, 56, 59.
AL-MOSTAIN, gobernador moro de
Zaragoza, 35. AL-MOTAMID, rey de Sevilla, 320.
ALMUGDAVIR, rey moro de Zaragoza, 93.
AL-MUZAFFAR, señor de Lérida, 30.
ALODIA, santa, 240.
ALONSO DE ARAGÓN, conde de Ribagorza,
153. ALONSO DE ARHUELLO, arzobispo de Zaragoza, 235. ALONSO DE RUBIELOS, señor de Rubielos de Mora, 73.
Alpuente, taifa, 196.
Alpuente, taifa, 196.
Alquézar (H), 25, 26, 213, 240, 271.
ALSHAMA, moro de Zaragoza, 191.
Altabás, arrabal de Zaragoza, 35. AL-TAMIN, jefe almorávide, 54.
ALVAR PÉREZ DE AZAGRA, señor de Daroca, 65. ALVAR SÁNCHEZ MUÑOZ, 173.
ALVARADO, peregrino darocense, 216.
AMAD DOLA, rey moro de Zaragoza, 198. Amán, peña, 111.
Ambel (Z), 51.
Amezcóa, 253.
Amposta, 104.
ANA, santa, 353.
Andalucía, 59, 168, 320.
Andorra (T), 308, 309, 318.
Andorra la Vella, 308, 318.
ANDRÉS MARTÍNEZ DE GOMBALTE, 177.
Anento (H), 270.
ANFORTAS, hijo de Titurel, 325. Aniñón
(Z), 307.
Antequera, 172.
Antioquía, 68; batalla, 36, 37.
ANTÓN GUILLEN, 90.
ANTÓN DE LUNA, 171, 172.
ANTONIO ARTAL, 162.
Añavieja, laguna, 244. Apriz, castillo
de Jaca, 18. Aquilué (H), 233.
Aquitania, ducado, 239.
Ara, río, 17, 267, 291, 342.
Arabia, 2, 57.
Aragón, río, 19, 101, 252.
Aralar, monte, 96.
Arán, valle, 298.
Aranda, río, 337.
Arándiga (Z), 337. Arba de Biel, río,
38.
Arba de Luesia, río, 238.
Arco: del Cid, en Calanda, 40.
ARGENTINA, esposa del conde Garcí
Fernández, 154. Arguedas, 209.
Armas: Aguja de salmar, 72; alabarda,
139; alfanje, 13; almajaneque, 63; arco, 70,
112, 185; armadura, 165; ballesta, 69,
70, 92; cortaplumas, 25; cuchillo, 72; escudo, 109; espada, 24, 109,
111, 139, 143, 144, 146, 165, 171; espada corta, 127;
flecha, 97, 112, 185; lanza, 18, 24,
70, 102, 172; máquina, 175, 178; mazas, 35,
140; puñal, 211, 276; saeta, 34, 95,
188; venablo, 103.
ARMENGOL, conde, 31.
ARMENTARIO, conde de Ribagorza, 16.
ARNALDO, señor de Castro de Malavella, 182.
ARTAL, conde y señor de Mequinenza,
149; hijo de Blasco de Alagón, conde de Sástago, 263.
ARTAL DE ALAGÓN, señor de Gallur,
227.
ARTAL DE MUR Y PUYMORCA, barón de Aínsa, 303. ARTURO, rey, 325.
Arzobispo: Zaragoza: 169, 171, 308;
Alonso de Arhuello, 235; García Fernández de Heredia, 172, 283;
Lope Fernández de Luna, 310.
Asia, 113.
Atarés (H), 88, 251.
Atea (Z), 15.
Ateca (Z), 134.
ATO GARCÉS, señor de Barbastro y
alférez real, 100. ATÓN, obispo de Pallars, 23.
Aurín, río, 254.
AVA, condesa de Ribagorza, 154.
Avignon, 147, 331, 359.
Ayerbe (H), 150, 151, 194, 208.
Ayerbe de Broto (H), 342. Aytona, 163.
Azanuy (H), 338.
AZNAR, conde, 18, 19, 21, 82, 254.
AZNAR ATÓNEZ, 138.
AZUCENA, hija de la gitana Estrella,
162.
Babilonia: Baligante, emir de, 2.
Badajoz, 42.
Báguena (T), 65, 175, 176, 177, 178.
Bailo (H), 324.
BALANDRÁN, santo, 256.
BALIGANTE, emir de Babilonia, 2. BANU
HUD, familia, 59.
BANU JALAFEL, walí de Alquézar, 25.
Baños: árabes de Tarazona, 225.
Barahona, 101.
BÁRBARA, santa, 294.
Barbastro (H), 23, 28, 29, 30, 31, 100,
164, 179, 245, 256, 271, 273, 274, 289, 291,
292, 326.
Barcelona, 122, 130, 146, 180, 257,
324, 351.
Barcos: chalanas, 2; galeras, 2.
Bardallur (Z), 59.
BARIO, Nuestra Señora de, 3.
Barón: de Escriche, 144; de Espés,
139; Artal de Mur y Puymorca, 303; Francisco de Ezpeleta, 216.
Barrancohondo, foz del Guadalaviar,
246.
Barrio: Alcañiz, Alcañiz Viejo, 60;
Calanda, mozárabe, 61; Pina, morería o de la Parroquia, 250;
Trasobares, mozárabe, 255; Zaragoza, mozárabe, 243; morería,
235; Altabás, 35.
BARTOLOMÉ, san, 294.
Basarán (H), 342. BASCUEL DE CUTANDA,
179.
Bastarás (HB), 203.
Batalla: naval, 104; Aínsa, 17;
Alarcos, 63, 155), Alcoraz, 34, 36, 37, 52; Antioquía,
36, 37; Chío, 301; Cutanda, 54, 56,
58; Épila, 146; Fraga, 55, 63, 68, 99, 100, 104,
110, 113; Graus, 94; Guadalete, 9;
Jaca, 19; Maluenda, 56; Muret, 119; Navas de
Tolosa, 137, 155, 274; Piedratajada,
33; Zalaca, 63.
Batea, 68.
Bea (T), 121.
Bearn, 274, 320.
BEATRIZ, de Daroca, 65.
BEATRIZ DE LUNA, mujer de Blasco de
Alagón, conde de Sástago, 263. Beceite (T), 68.
Belchite (Z), 12, 56, 86.
Belem (Portugal), 350.
BELLA, nodriza de la reina Constanza,
180. Belmonte (Z), 6.
Belsierre (H), 3.
BELTRÁN, escudero, 21, 145. BELTRÁN
GASCON, de Trasobares, 4. BEN AL-AFHIR, cronista, 105.
BEN ALHAG, moro de Zaragoza, 198. BEN
AWARRE, 13.
BENCIO, obispo de Zaragoza, 8, 16, 93,
298.
Benabarre (H), 292.
Benasque (H), 52, 248, 265.
BENEDICTO, monje de San Juan de la
Peña, 252, 253. BENEDICTO [XIII], papa, 316, 331, 355, 356, 357,
358, 359.
BENITO LARRAS, abad de Alaón, 327.
Berbegal (H), 23.
Berbería, 161.
Berdejo (Z), 53. Berdún, canal de, 23.
BERENGUER DE AZLOR, 183.
BERENGUER DE ENTENZA, señor de Ricla,
228, 301. BERENGUER DE PERATALLADA, 129.
Bergua (H), 342.
BERNARDO, fray, 275; san —, fundador
del Cister, 257; BERNARDO DE CABRERA, 146.
BERNARDO DE RIBAGORZA, conde, 23; hijo
del conde Ramón, 21, 23. BERNAT AGUILÓ, estafador, 287.
Besináns (H), 279.
Beso, fuente de Tarazona, 180. Bestué
(H), 3.
Betorz (H), 240.
Bielsa (H), 191.
Biescas (H), 242. Bigorra, conde de,
27. Bijuesca (Z), 53.
Binaced (H), 87.
Binéfar (H), 83.
Biscarrués (H), 33.
BLANCA, reina de Navarra y esposa de
Juan II de Aragón, 160; infanta aragonesa, 159. BLANCA DE ANJOU,
esposa de Jaime II de Aragón, 130.
BLANCA DE NAVARRA, reina y mujer de
Juan II de Aragón, 163. BLAS, santo, 296.
BLASCO DE ALAGÓN, 129; conde de
Sástago, 147, 263. BLASCO GARCÉS DE MARCILLA, caballero, 70.
BLASCO MAZA, señor de Gallur, 227.
BLASCO PÉREZ, sacristán de Tarazona, 328. Blecua (H), 187.
Boca del Infierno, 97. Bohemia, ducado,
239.
Boltaña (H), 191, 241, 267.
Bono (H), 298.
Borau (H), 324.
BORIBONIO, duque de Bohemia o
Aquitania, 239. Borja (Z), 7, 51, 52, 106, 107, 195, 232, 258, 321,
347.
Botaya (H), 81.
Botín: 18, 64, 86, 92, 104.
Brecha de Roldán, 111. BRIANDA DE
LUNA, 169.
Bruja: Kundrie, 325; de Trasmoz, 328.
BUCAR, rey, 45.
BUCHAR, sobrenombre de Texufín ben Alí
ben Yusuf, 104. Bueña (T), 177.
Buera (T), 25.
Bujaraloz (Z), 336.
Burbáguena (T), 125, 353.
Burdeos, 129.
BUVES DE COMARCIS, hijo de Aimerico de
Narbona, 28.
Cacabiello, castillo, 10.
Cadeillán, 241.
Cadrete (Z), 262.
CAJAL, 108.
Calahorra, 24.
Calamocha (T), 125.
Calanda (T), 11, 40, 61.
Calasanz (H), 23.
Calatayud (Z), 12, 56, 62, 145, 146,
174, 175, 177, 178, 215, 286, 309, 347, 349, 352.
CALATRAVA, Orden, 68, 137.
Calcena (Z), 324.
CALILA, mora de Ricla, 228.
Calle: Alquézar: San Gregorio, 213;
Bujaraloz: Baja, 336; Daroca: Gragera, 219; Ejea:
Mediavilla, 156; Ramón y Cajal, 156;
Fayón: Arrabal, 335; Monzón: Traición, 44;
Mosqueruela: Ricoshombres, 124;
Zaragoza: Buenaire, 12; Sepulcro, 169.
Camañas (T), 67.
Camarero real, Pedro Martínez de
Bolea, 349.
Camarlengo real, de Fernando II, 133.
Campana de Huesca, 109, 110, 111.
Candespina, 102.
Canigó, monte, 127.
Cannes, 343.
Cañarda, sierra, 199.
Capella (H), 271, 299.
Carabantes, 53.
Carboneras, castillo, 87,
Carcasona, 343.
Cárcel: de Florencia, 357. Cariñena
(Z), 146, 178, 316.
CARLOMAGNO, 2, 21, 23, 111, 189.
CARLOS, rey de los francos, 16;
príncipe de Viana, 160, 162, 163.
CARLOS DE ANJOU, 128, 129.
CARLOS MARTEL, 343.
CARLOS [III] DE NÁPOLES, 130.
Cartuja: de Nuestra Señora de Fuentes,
263. Casasnovas, 87.
Caspe (Z), 37, 131, 171, 172, 280, 283,
285, 288.
Castejón de las Armas (Z), 134.
Castejón de Valdejasa (Z), 209. Castellote (T), 199.
Castelnou (T), 270.
Castelserás (T), 296. Castiello de
Jaca (H), 268.
Castilla, 24, 45, 64, 91, 92, 94, 98,
99, 100, 101, 102, 103, 105, 131, 133, 135, 140, 143,
146, 154, 171, 175, 177, 178, 209, 255,
273, 310, 349.
Castillo: Abuán, 224; Aguilar de
Alfambra, 66; Alacón, 196; Alagón, 50; Albarracín,
143, 193; Albentosa, 123; Albero Alto,
165; Alcañiz, 60; Alcolea, 266; Alfajarín,
169; Algás, 68; Alquézar, 25; de
Antón de Luna, 171; Apriz, en Jaca, 18; Ayerbe,
194; Báguena, 176, 177, 178;
Barbastro, 28, 29; Batea, 68; Belmonte, 6; Bijuesca,
53; Borja, 7, 52; Cacabiello, 10;
Calatayud, 56; Carboneras, 86; Castejón de las
Armas, 134; Castro de Malavella, 182;
Panifico, en Cercito, 82; Peña, 126; Peñíscola, 316, 355, 356,
357, 358; Peralta de la Sal, 218; Pitilla, 126; Pomar, 116; Ricla,
225; Rueda de Jalón, 43; Sabiñán, 237; Santa María de Eruson, 82;
Sástago, 147; Sora, 156; Sos, 184; Suelves, 84; Tamarite, 210;
Tarazona, 180; Tierga, 62;
Trasmoz, 51, 126, 195, 328; Trasobares,
4; Valtierra, 209; Villel, 72.
Castro de Malavella, 182. CATALINA,
endemoniada, 317.
Cataluña, 135, 171, 266.
Catarroja, 301.
Catedral: Albarracín, 143; Barbastro,
289, 290; Barcelona, 122; Jaca, 43; Valencia,
131, 307; San Salvador de Zaragoza,
132, 146, 172, 212, 235, 287, 316.
Caulor, 59.
Cazorla, tratado, 155.
Cea, río, 64.
Cella (T), 70, 192, 224, 330.
Centenero (H), 10. CÉNTULO DE BEARN,
320.
CÉNTULO DE BIGORRA, conde, 138.
Cercito (H), 82, 254.
Cerdeña, 353.
Cervera de la Cañada (T), 297.
CHAFAR AMAD BEN HUD, llamado Zafadola,
59. Chaves, cueva, 203.
Chía (H), 248.
Chinchín, puerta de Graus, 222. Chío
(H), castillo, 301.
Chipre, 130.
Chistau (Vid. Gistaín).
Ciezmo, monte de Tarazona, 249. Cillas
(H), 342.
Cimballa (Z), 309.
Cinca, río, 3, 14, 17, 22, 31, 55, 64,
116, 122, 139, 191, 204, 262, 266, 271, 291, 340.
Cinco Villas, 156.
Cinegia, puerta de Zaragoza, 8.
CIRIACO, obispo de Zaragoza, 319. CÍSTER, orden, 257.
CLARA, muchacha de Tarazona, 180.
Clarés, río, 20.
CLARIÓN DE VAUDUNE, 28.
CLEMENCIO, acólito de san Visorio,
241. CLEMENTE, papa, 331.
Cóculo, monte, 252.
Cofradía: Albentosa: Nuestra Señora
de los Angeles, 123; Belchite, 86; Binaced, San Marcos, 87; Pedrola:
Nuestra Señora de los Angeles, 168; Zaragoza: del Rosario, 275, 276.
Colegiata: Ejea: San Salvador, 156;
Mora de Rubielos, 280. Colliure, 355, 356.
Comendador: Berenguer de Azlor, de
Santiago, 183; de San Miguel de Foces, 213. Comminges, 274.
Compromiso de Caspe: 131, 171, 288.
Comunidad: Albarracín, 177; Calatayud,
177, 309; Daroca, 177, 307; Teruel, 124, 177.
Concilio: 16; Constanza, 359; Pisa,
359.
Conde: Armengol, 31; Artal, señor de
Mequinenza, 149; Gómez de Candespina, 102; González Salvadórez,
43; Guillermo de Poitiers, 56; Lope de Luna, 146; Nuño Álvarez de
Lara, 43; Ramón, 21; Waldo, hijo de don Rodrigo, 18; Alfambra:
Rodrigo, 67; Aragón: Fortún Jiménez, 88, 239; García Aznar, 136;
Atarés: 88; Barbastro: 245; Barcelona: Ramón Berenguer IV, 65, 257;
Bigorra: 27; Céntulo, 138; Camañas: Rodrigo, 67; Castellano: Fernán
González, 154; Garcí Fernández, 154; Sancho, 95; Castilla: García
Ordóñez de Nájera, 35, 36; Gonzalvo, 36; Gutierre
Fernández, 59; Rodrigo Martínez, 59;
Entenza: Fernando, 164; Jaca: Aznar, 18,
19, 21, 82, 254; Galindo, 21, 82, 254;
Poitou: 106, 107; Provenza: Ramón, 119; Ribagorza: Alonso de Aragón,
153; Armentario, 16; Bernardo, 21; Ramón II, 154;
Sancho, 92; Sástago: 260, 263; Urgell:
262, 283; Jaime, 171, 172.
Condesa: de Urgell, 132; Ava, de
Ribagorza, 154; Blanca de Navarra, de Ribagorza, 160; Garsenda de
Ribagorza, 154; Hermenjart, 28; Maribel, hija de Fernando de Entenza,
164.
CONRADINO, sobrino de Manfredo de
Sicilia, 128, 129. CONRADO DE LLANZA, 129.
Conserans, obispo de, 274.
Constantinopla, 323, 351.
Constanza, 359.
CONSTANZA, reina de Aragón y mujer de
Pedro III, 128, 180. Córdoba, 9, 12, 28, 29, 63, 154, 189.
CORNELIO, hermano de santa Orosia, 239.
Corporales: Aguaviva, 309, 312;
Andorra, 308, 309; Aniñón, 307; Daroca, 146, 216,
301, 312; Fraga, 309, 311; Montearagón,
309; San Juan de la Peña, 313.
CORSOUT DE TABARIE, moro, 28.
Cortes de Aragón (T), 247.
Cortillas (H), 342.
Cretas (T), 68.
CRISTINA, hija del Cid, 119.
Crucelos, 332.
Cuarte de Huerva (Z), 262.
Cubel (Z), 80.
Cubel (Z), 80.
Cuenca, 58, 196.
Cueva: Biescas, 242; El Grado, 204;
Rasal, 234; San Juan de la Peña, 251; San Vicente de Labuerda, 241;
Yebra de Basa, 279; Chaves, en Bastarás, 203; Forato de la Mora, en
Aquilué, 233; de la Mora, en Guadalaviar, 200.
Cuevas de Cañart (T), 201. Cutanda
(T), 54, 56, 58, 125.
Dachera, puerto, 190.
Daroca (Z), 9, 56, 57, 58, 65, 78, 79,
125, 146, 175, 176, 177, 178, 189, 216, 219, 229,
287, 301, 306, 307, 312.
Daymús, despoblado, 340.
Despoblados: Alcalá, cerca de Pina,
250; Daymús, 340; El Castellar, 100, 102, 162, 209;
333.
DIEGO, escudero, 145.
Diócesis: Lérida, 262; Zaragoza, 298.
DIONÍS, rey de Portugal, 180, 350.
DOMINGA LÓPEZ, mujer de Vicente
Belbís, 78. DOMINGO: santo, 275, 276, 277, 300, 302; beato, 279.
DOMINGO DE LA FIGUERA, mercader, 129.
DOMINGUITO DE VAL, 212.
DONATO, abad de San Pedro de Tabernas,
16.
Ducado: Bohemia o Aquitania, Boribonio
y Ludemila, 239; Híjar, 157; Villahermosa, Alonso de Aragón, 153.
Ebro, río, 2, 3, 4, 5, 9, 12, 13, 20,
24, 32, 33, 39, 42, 46, 47, 50, 54, 56, 81, 94, 95, 99,
102, 104, 132, 147, 156, 169, 172, 189,
190, 209, 212, 218, 227, 243, 255, 259, 260,
264, 269, 305, 314, 319, 341, 344, 348.
Echo (H), 97, 112, 190, 254.
EDUARDO, rey de Inglaterra, 129.
El Castellar, hoy despoblado, 100, 102,
162, 209; monte de Mora de Rubielos, 74.
El Frasno (Z), 133.
El Frasno (Z), 133.
El Grado (H), 204. El Pilaret, 340.
ELENA, santa, 242.
ELISENDA DE MONCADA, mujer de Jaime II
de Aragón, 130. ELOÍSA, hija del rey de Chipre, 130.
ELVIRA, 181; mujer de Alfonso de
Barbastro, 179.
Endemoniada: Aínsa, 291; Piedra, 281;
Soria, Catalina, 317.
Enfermedades: cólera, Villa, 333;
dolor de genitales, Pedro I, 96; lepra, Fayón, 335; mal de amores,
343; migraña, 343; peste, Azanuy, 338; Bujaraloz, 336; Lascasas de
Sevil,
332; Niablas, 342; Peñarroya de
Tastavíns, 339; Vallibona, 339; Villa, 333; quebradura, 318;
reumatismo, 343.
ENRIQUE [III] EL DOLIENTE, rey de
Castilla, 161.
Épila (Z), 146.
Ermita: 47, 80, 85, 96, 116, 119, 122,
131, 166, 229, 242, 247, 257, 262, 263, 269, 275,
300, 304, 340.
Escalas, paso, 327.
Escartín (H), 342.
Escatrón (Z), 147, 264.
Esclavo: 71, 72; aragonés en
Jerusalén, 352; Gracia, cristiana, 76; Teófilo, cristiano de
Zaragoza, 198.
Escó (Z), 126.
Escondilla, 72.
Escriche (T), 144.
Escudo: Aragón, 17, 22; Justicia de
Aragón, 331; los Aysa, 137; los Isarre, 26; Alcorisa, 69; Caspe, 37;
Jaca, 19; Maella, 148; Monzón, 44.
Escultor: peregrino, 266, 267; de
Zaragoza, 300; de Jaime I, 122.
Esera, río, 22, 248, 290, 315.
Espada: de Jaime I, 118; de don Lope
Juan, 108; «Durandel», de Roldán, 344; «Preclara», del conde
Bernardo, 21; «Tizona», del Cid y Jaime I, 119; «San Martín», de
Jaime I, 119; «Villardell», de Jaime I, 119, 120.
ESPARZA, 141.
ESPÉS, barón de, 139.
ESTEBAN, obispo de Huesca, 271, 272,
273, 299. ESTEFANÍA, reina de Pamplona, 94.
Estercuel (T), monasterio, 261. ESTHER,
judía de Alquézar, 213. ESTRELLA, gitana, 162.
Europa, 325, 331. EUROSIA (Vid.
OROSIA).
EVANCIO, monje pinatense, 320.
Extremadura, 59.
Fabara (Z), 152.
FACUNDO, mártir, 64. Falsificador: de
moneda, 328. Fantova (H), 279.
FÁTIMA, señora musulmana de Mora, 73.
Fayón (Z), 68, 335.
FELIPA DE LA CASA, 292. FELIPE [III] DE
ANJOU, 161. FÉLIX, santo, 252, 253, 313.
FERNANDO, infante, 146; hermano de
Pedro II de Aragón, 126; conde de Entenza, 164.
FERNANDO [I], rey de Aragón, 131, 132,
171, 172, 283, 288, 355, 356, 358; rey de Castilla, 24, 91, 92.
FERNANDO [II], rey de Aragón, 133,
134, 135, 153, 209, 263, 314.
FERNÁN GONZÁLEZ, conde de Castilla,
154. FERRER DE LANZA, justicia de Aragón, 311. FERRIZ, 108.
FIRMINIANO, acólito de san Visorio,
241.
FLOR, amante de Arnaldo, señor de
Castro de Malavella, 182. Florencia, 357.
FLORINDA, la Caba, 1.
Flumen, río, 111, 344.
Forato de la Mora, cueva de Aquilué,
233. FORTÚN, 139; Maza, 35; obispo de Jaca, 88. FORTÚN DE GARDE,
90.
FORTÚN JIMÉNEZ, conde de Aragón, 88,
239. FORTUÚN DE LIZANA (Vid. Fortún de la Maza).
FORTUÑO FERNÁNDEZ DE HEREDIA, señor
de Godojos, 353. FORTUÑO DE VIZCARRA, 13.
Foz: de Barrancohondo, en el río
Guadalaviar, 246.
Fraga (H), 31, 55, 63, 64, 68, 99, 100,
104, 110, 113, 266, 309, 311, 340.
Francia, 1, 2, 28, 107, 128, 129, 154,
191, 239, 257, 268, 274, 298, 303, 331, 344, 349.
FRANCISCO DE EZPELETA, barón de
Daroca, 216. FRANCISCO DE VILLANUEVA, juez de Teruel, 330.
Frías (T), 193.
Fuenclara, monasterio, 262.
Fuente: Barbastro, 30; Beso (Tarazona),
180; de la Bóveda (Sos), 184; Cella, 224;
Mentirosa (Frías), 193; Monzón, 118;
Rasal, 208; Saso (Monzón), 119, 122; San
Juan (Tarazona), 244.
Fuentes de Ebro (Z), 12, 341. Fuentes
de Jiloca (Z), 174.
Fuero: del Reino, 136; Pamplona, 141;
Sobrarbe, 326; Teruel, 71, 178, 330.
Gaeta, 314.
Galias, 2, 103, 343.
GALIANO GALINAS, cristiano de Chía,
248.
GALINDO, conde, 21, 82, 254; hermano de
García Aznárez, 138.
Gállego, río, 10, 194, 269, 274.
Gallipienzo, 126.
Gallocanta (Z), 58.
Gallur (Z), 42, 126, 226, 227.
GARCÍA, monje pinatense, 320; abad de
Leire, 108; obispo de Zaragoza, 171.
GARCÍA [III], rey de Pamplona, 91, 92, 93, 94, 108.
GARCÍA [III], rey de Pamplona, 91, 92, 93, 94, 108.
GARCÍA AZNAR, de Trasobares, 4.
GARCÍA AZNÁREZ, señor de Latrás,
138; señor del valle de Tena, 320. GARCÍ FERNÁNDEZ, conde
castellano, 154.
GARCÍA FERNÁNDEZ DE HEREDIA,
arzobispo de Zaragoza, 172, 283.
GARCÍA ÍÑIGUEZ, rey de Pamplona, 89, 90; rey de Sobrarbe, 19.
GARCÍA JIMÉNEZ, rey de Sobrarbe, 17, 253.
GARCÍA ÍÑIGUEZ, rey de Pamplona, 89, 90; rey de Sobrarbe, 19.
GARCÍA JIMÉNEZ, rey de Sobrarbe, 17, 253.
GARCI NÚÑEZ, señor de Cella, 224.
GARCÍA ORDÓÑEZ DE NÁJERA, conde de
Castilla, 35, 36. GARCÍ PÉREZ, escudero, 145.
GARCÍA SÁNCHEZ [II], rey de Pamplona,
88.
GARSENDA, esposa del conde Ramón II de
Ribagorza, 154. Gas, río, 19.
Gascuña, 27, 35.
GASTÓN DE AYERBE, abad del monasterio
de Rueda, 147. GASTÓN DE ESPES, 27.
Gavarnié, 344.
Gelsa (Z), 250.
Génova, 331.
Germania, 2.
Gerona, 130.
Gibraltar, 1, 4, 7.
GIL, santo, 295; hermano de Pelegrín
de Atrosillo, 165. GIL DE ATROSILLO, señor de Estercuel, 261.
GINÉS, santo, 295.
GINFAR AMAD, rey de Rueda de Jalón,
43. GIOMAIL BEN ZEYAN, moro de Valencia, 78. GISBERTA, esposa de
Fortuño de Vizcarra, 13. Gistaín (H), 90, 191, 202.
GLAFAR, rey moro de Rueda de Jalón,
43. Godojos (Z), 353.
GÓMEZ DE CANDESPINA, conde, 102.
GONZÁLEZ SALVADÓREZ, conde, 43.
GONZALO GARCÍA, mayordomo del infante
Jaime, 329. GONZALVO, conde de Castilla, 36.
GRACIA, esclava cristiana, 76.
Gran maestre: Juan Fernández de
Heredia, de la Orden de Malta, 354. Granada, 134, 168.
Graus (H), 94, 221, 222, 271, 290, 291,
292, 315.
GREGORIO, santo, 269; beato, 279; papa,
319.
GREGORIO [VII], papa, 319, 320.
GREGORIO [XII], papa, 359.
Grial: 307, 324, 325.
Griegos (T), 188, 220.
Gruta del Gato, en Monreal, 197.
Guadalaviar, río, 72, 143, 159, 192,
200, 224, 246.
Guadalope, río, 296.
Guara, sierra, 111, 191.
Guarrinza, valle, 190.
Guaso (H), 19.
GUILEIN, hijo de Buvés de Comarcís,
28.
GUILLÉN DE MONTRODÓ, maestre del
Temple, 119.
GUILLERMO, abad de Samper del Salz,
322; obispo de Pamplona, 48.
GUILLERMO DE POITIERS, conde, 56.
GUILLERMO DE POITIERS, conde, 56.
GUIRART, hijo de Buvés de Comarcís,
28. Gurrea (H), 34.
GUTIERRE FERNÁNDEZ, conde, 59.
GUZMÁN, cristiano de Ricla, 228.
GUZMÁN EL BUENO, 177.
HERMENJART, condesa, 28.
HERNANDO, conde del castillo de Abuán,
224.
HERNANDO DÍEZ DE AUX, caballero de Daroca, 79. HERNANDO SÁNCHEZ, de Trasobares, 4.
HERNANDO DÍEZ DE AUX, caballero de Daroca, 79. HERNANDO SÁNCHEZ, de Trasobares, 4.
Híjar (T), 12, 157.
Horca, cerro, en Villel, 72.
Horno: Villel, 72. Horta de San Juan,
68
Hospedería: Boltaña, 267; Castiello
de Jaca, 268. Hospital: Boltaña, 267; Lascasas de Sevil, 332.
HOSPITAL, Orden, 87.
Huecha, río, 347.
Huerva, río, 262, 305.
Huesca, 8, 30, 34, 35, 36, 37, 38, 39,
91, 93, 95, 104, 107, 109, 110, 140, 146, 165, 191,
208, 232, 233, 240, 271, 274, 293, 299,
304, 323.
HUGO DE LUSIGNAN, rey de Chipre, 130.
HURTADO, renegado cristiano, 78.
Ibieca (H), 214.
Ibiza, 77.
IBN ABDALA, gobernador de Zaragoza,
189.
Iglesia: Alcolea: San Juan Bautista,
266; Andorra: Santa María Magdalena, 308; San Julián, 318; Ayerbe:
San Pedro, 150; Burbáguena: parroquial, 353; Daroca: San Marcos,
301; Santa María la Mayor, 125; Ejea: Santa María, 156; Escatrón:
San Javier, 264; Graus: San Miguel, 315; Loarre: mozárabe, 1;
Montalbán: parroquial, 183; Munébrega: parroquial, 282; Teruel: San
Martín, 205; San Salvador, 205; Santa María, 329; Zaragoza: San
Gil, 212; San Miguel de los Navarros, 243, 341; Santa María la
Mayor, 8, 12, 198, 269.
Illueca (Z), 316.
INDALECIO, san, 253, 313, 320.
Inglaterra, rey, 129.
INOCENCIO [III], papa, 114, 119.
Inogés (Z), 352.
ÍÑIGO, san, 215.
ÍÑIGO FORTUÑONES, 142.
ÍÑIGO ZAIDÍN, alférez y amigo de
Jaime I, 77.
Inquisidor: Pedro de Arbués, 294.
ISABEL, doncella de Borja, convertida
en Zaida, 52. ISABEL LA CATÓLICA, reina, 133, 153.
ISABEL DE PORTUGAL, infanta aragonesa,
mujer de Dionís de Portugal, 180, 350.
ISABEL SEGURA, amante de Teruel, 167.
ISABEL SEGURA, amante de Teruel, 167.
ISABEL DE URREA, 146.
Isábena, río, 21, 290, 315.
ISARRE, hermanos, 26.
Isuela, río (del Moncayo), 62, 257,
337; (del Pirineo), 344.
Italia, 161.
Jaca (H), 18, 19, 21, 23, 108, 138,
239, 251, 255, 313, 320, 324. JAHY BEN JALDUN, alfaquí, 58.
JAIME, conde de Urgell, 171, 172; hijo
de Jaime II, 329; san, 41.
JAIME [I], rey de Aragón, 75, 76, 77,
78, 79, 86, 115, 116, 117, 118, 119, 120, 121, 122,
123, 124, 125, 126, 157, 158, 165, 301,
321, 322, 328.
JAIME [II], rey de Aragón, 130, 329.
JAIME DE BOLEA, 183.
JAIME DE BOLEA, 183.
JAIME DÍEZ DE AUX, caballero de
Daroca, 57. JAIME PÉREZ EL MENOR, juez de Teruel, 329.
JAIME DE URGELL, 132.
JAIME DE URGELL, 132.
Jalón, río, 43, 50, 56, 75, 134, 174,
215.
Jérica, 197, 301.
Jerusalén, 130, 352.
Jiloca, río, 58, 174, 175, 197, 215,
306.
JIMENA, esposa del Cid, 24.
JIMENO, abad de San Juan de la Peña,
88.
JIMENO GARCÉS, 142.
JIMENO GARCÉS, 142.
JIMENO DE RADA, tenente, 126.
JORGE, san, 34, 36, 37, 41, 52, 338.
JOSÉ DE ARIMATEA, 324.
JORGE, san, 34, 36, 37, 41, 52, 338.
JOSÉ DE ARIMATEA, 324.
JUAN, san, 269; Fray, 78; herrero, 211;
habitante de Escatrón, 264; rey de Navarra, 314; rey de Portugal,
314.
JUAN [II], rey de Aragón, 133, 153,
160, 162, 163, 186, 307.
JUAN ALBIR, habitante de Magallón,
166.
JUAN DE ARAGÓN, infante de Aragón,
luego Juan II, 160. JUAN DE ATARÉS, eremita, 251, 252, 253.
JUAN BAUTISTA, san, 251, 252, 266.
JUAN FERNÁNDEZ DE HEREDIA, Gran
maestre de la Orden de Malta, 354.
JUAN LER, anacoreta, 260.
JUAN LER, anacoreta, 260.
JUAN DE LUNA, sobrino de Benedicto
XIII, 316; el Jaque, de Daroca, 9.
JUAN MARTÍNEZ DE MARCILLA, 173; amante de Teruel, 167.
JUAN MARTÍNEZ DE MARCILLA, 173; amante de Teruel, 167.
JUAN DE LA PIEDAD, habitante de El
Frasno, 133.
JUAN DE PRÓCIDA, caballero siciliano, 128.
JUAN DE PRÓCIDA, caballero siciliano, 128.
JUAN RODRÍGUEZ DE SALAMANCA,
compromisario, 171. JUAN XIMÉNEZ CERDÁN, justicia de Aragón.
JUANA, reina de Nápoles, 161.
JUANA ENRÍQUEZ, esposa de Juan II de
Aragón, 133, 163.
Judíos: aragoneses, 284, 308;
darocenses, 58; Barbastro, 31, 245, 289; Calatayud, 215;
Ibieca, 214; Lérida, 210; Munébrega,
282, Peñalba, 283; Tamarite, 210; Teruel,
285; Trasmoz, 211; Zaragoza, 132, 212,
217; Albayaceto, de Zaragoza, 212; Esther, de Alquézar, 213; Leví,
de Alquézar, 213; Manasés, de Daroca, 216.
Juegos: ajedrez, 126; dados, 126;
pelota, 150.
Juez: Alquézar, musulmán, 240;
Bujaraloz, 336; Huesca, Zumail, 240; Jaca, Abenlupo, 239; Peñarroya
de Tastavíns, 339; Teruel, 173, 178; Francisco de Villanueva, 330;
Ibáñez Domingo Mortón, 71; Jaime Pérez el Menor, 329; Martín de
Orihuela, 330.
Juglar, 179, 345.
JULIÁN, conde visigodo, 1. Juslibol
(Z), 209, 269.
Justa: Burdeos, 129; Peralta, 39;
Soria, 101.
Justicia: Ferrer de Lanza, de Aragón,
311, 326; Juan Ximénez Cerdán, de Aragón, 331.
JUSTINA, pastora de Tarazona, 244.
KUNDRIE, bruja, 325.
La Almunia de Doña Godina (Z), 172,
223. La Codoñera (T), 296.
La Fresneda (T), 185.
La Ginebrosa (T), 312.
La Ginebrosa (T), 312.
La Iglesuela del Cid (T), 41. Labuerda
(H), 241.
Lagueruela (T), 121.
Lanaja (H), 55, 263.
Langa (Z), 229.
Lagres (Francia), 343.
Las Arcas, puerto de montaña, 139. Las
Facenas, 87.
Las Tiesas, 137.
Lascasas de Sevil, despoblado, 332.
Laspuña (H), 3.
Lastra, monte, 145.
Latrás (H), 138.
LEANDRO, san, obispo de Sevilla, 319.
Leciñena (Z), 166, 321.
Lecumberri (Navarra), 90.
Leire, monasterio, 108.
León, 64, 102, 179.
LEÓN ISAURIO, emperador de
Constantinopla, 351. LEONOR SESÉ DE URREA, 162.
Lérida, 63, 93, 99, 163, 210, 262,
266; Al-Muzaffar, señor de, 30. Lerins, isla de Francia, 343.
Levantamiento: campesino de Maella,
148. LEVÍ, judío de Alquézar, 213.
LICER, san, 269, 274.
Lizana, 165.
LIZANA, noble, 111.
Lledó (T), 68.
Loarre (H), 1, 194.
Lobera de Onsella (Z), 277.
LOBO, en realidad Muhammad ben
Mardanis, rey, 45, 231. LOPE DE ALBERO, señor de Alcorisa, 165.
LOPE ARTAL DE AZLOR, noble, 162.
LOPE FERNÁNDEZ DE LUNA, arzobispo de
Zaragoza, 310. LOPE JUAN, espada de don, 108.
LOPE XIMÉNEZ DE URREA, 169.
LÓPEZ DE GURREA, hermanos, 34.
LOPE DE LUNA, el «caballero de la
espuela», primer conde de Luna, 146. LORENZO, san, 324, 325.
LUDEMILA, duquesa de Bohemia o
Aquitania, 239. Luesia (Z), 238.
LUIS CORNEL, 169.
LUIS DE FRANCIA, santo y rey de
Francia, 28, 128. Luna (Z), 38.
Lupiñén (H), 295.
MACARIO, SAN, 318.
Maella (Z), 148, 284.
Maestrazgo, 40, 41.
Maestre: Guillén de Montrodó, del
Temple, 119. Magallón (Z), 78, 166, 321.
Maladeta, Pico, 252, 298.
Malanquilla (Z), 53.
Maleján (Z), 347.
Mallén (Z), 5, 163.
Mallo, castillo, junto a Mosqueruela,
76. Mallorca, 77, 261.
Malta, isla y orden, 354. Maluenda (Z),
56, 174.
MANFREDO, trovador, 213; rey de
Sicilia, 128, 129; paje de la reina Constanza, 180. Manises, 301.
MANRIQUE DE LARA, trovador, 162.
MARCELO, monje de San Juan de la Peña,
252, 253. MARCOS, cofradía, 87.
Marcuello (H), 194.
MARÍA, joven de Alquézar, 25;
cristiana de Daroca, 219; nombre cristiano de Zulima, 222; reina y
esposa de Pedro II, 115; reina y esposa de Alfonso V, 161, 311.
MARÍA BAYOD, hija natural de Jaime I,
157.
MARIBEL, condesita, hija de Fernando de
Entenza, 164. MARIETA, Zaida de mora, 221.
Marqués: de Ayerbe, 150, 151;
Marqués de Suelves, 84.
Marqués de Suelves, 84.
Martín, río, 85, 157.
Mártires: de Zaragoza, 198; Orosia,
239;
San Pedro de Arbués, 314. MARSILIO, walí de Zaragoza, 2, 20.
San Pedro de Arbués, 314. MARSILIO, walí de Zaragoza, 2, 20.
MARTÍN, santo, 254; hijo de Fortuño
de Vizcarra, 13; obispo de Albarracín, 143.
MARTÍN [I], rey de Aragón, 171, 172, 215, 280, 309, 324.
MARTÍN [I], rey de Aragón, 171, 172, 215, 280, 309, 324.
MARTÍN [V], papa, 359.
MARTÍN DE ALPARTIR, cronista, 316.
MARTÍN DE AYSA, 137.
MARTÍN DE AYSA, 137.
MARTÍN GONZÁLEZ, caballero aragonés,
24.
MARTÍN MARTÍNEZ DE GOMBALTE, 177.
MARTÍN MARTÍNEZ DE GOMBALTE, 177.
MARTÍN DE ORIHUELA, juez de Teruel,
330.
MARTÍN PÉREZ, señor de Escondilla y de Villel, 72.
MARTÍN PÉREZ DE LUNA, noble aragonés, 125.
MARTÍN PÉREZ, señor de Escondilla y de Villel, 72.
MARTÍN PÉREZ DE LUNA, noble aragonés, 125.
MARTÍN PÉREZ DE VILLEL, señor de
Ricla, 228.
MARTÍN DE RAVANERA, 65.
MARTÍN DE RAVANERA, 65.
MARTÍN VISAGRA, vecino de Daroca, 306.
MARTINA, pastora de Acumuer, 186;
prometida de Hernando Díez de Aux, 79.
MARTINA PÉREZ DE LOZANO, fundadora de la cofradía de San Marcos, en Binaced, 87.
Mas de Ferrer (H), 292.
MARTINA PÉREZ DE LOZANO, fundadora de la cofradía de San Marcos, en Binaced, 87.
Mas de Ferrer (H), 292.
Mas de la Pudiola, 292.
Matamoros, barranco, 20.
Matamoros, barranco, 20.
Matarraña, río, 68, 148.
MATEO MARTÍNEZ, mosén darocense, 301.
MATILDE, prometida de Juan de Luna, 9.
MATILDE, prometida de Juan de Luna, 9.
Mayordomo: Gonzalo García, del infante
Jaime, 239. Mediano (H), 14.
Medicinas: brebajes, 343; conjuros,
117; hierbas, 117; medicinas de san Caprasio, 343; músicas, 117;
pócima, 67; quitamiedos de Robres, 346; sopas de ajo, 117.
MELEK, hijo del walí de Albarracín,
224.
MELILAH, princesa mora, 57.
MENCIA, mujer de Arnaldo, señor de
Castro de Malavella, 182. Mequinenza (Z), 149.
Mercado: Bujaraloz, 336; Valencia, 71;
Zaragoza, 172.
METODIO, santo, 239.
Mezquita: Daroca, 219.
Midi, 269.
MIGUEL, arcángel san, 48, 74, 310,
334.
MIGUEL DE BERNABÉ, alcaide de Báguena,
175, 176, 177, 178. MIGUEL IN EXCELSIS, santo, 96.
MIGUEL PÉREZ ZAPATA, señor de Cuarte,
Cadrete y Purroy, 262. Milagro, 209.
Mirabayo, paradero, en Híjar, 157.
Miralsot (H), 340.
MOHAMAD, moro turolense, 205.
MOHAMED ALTABILL, rey moro de Zaragoza,
191. Molina de Aragón, 58, 145, 196.
Molino: Albentosa (de Arriba), 123;
Villel, 72. Momagastre, castillo, 32.
Mombrún, 87.
Monasterio: Alaón, 327; Fuenclara,
262; Leire, 108; Montearagón, 99, 169, 309, 323;
Montserrat, 351; Piedra, 145, 182, 281,
309, 317; Predicadores, de Zaragoza, 275;
Rueda, 147, 264; Samper del Salz, 322;
San Juan de la Peña, 17, 19, 81, 88, 93,
104, 136, 251, 252, 253, 313, 320, 324,
325; San Martín de Cercito, 82, 254; San
Pedro de Siresa, 82, 97, 207, 254, 255,
257, 319, 324; San Pedro de Tabernas, 16,
90, 324; San Ponce de Tomeras, 107,
110; Santa Cruz, 90; Santa Fe, 262; Santa
María de Obarra, 21, 23, 139;
Selvamayor, 27; Sigena, 155, 259; Trasobares, 255,
257; Trinitarios, de Daroca, 306;
Veruela, 169, 211, 258.
Moncayo, 62, 195, 211, 244, 257, 258,
324.
Monedas: aragonesa, 328; mazmudinas,
126; morabetinos, 126, 209; morabetinos aiars, 126; morabetinos
alfonsinos, 126; morabetinos lupinos, 126; siclos de plata, 88.
Monegros, 55, 155, 259, 263, 283.
Monreal del Campo (T), 65, 197, 230.
Montalbán (T), 170, 173, 183. Monte
Mayor (antigua Luna), 38. Monte Perdido, pico, 77.
Montearagón, monasterio, 99, 169, 309,
323.
Monteros: reales, 97.
Monterroso, 103.
Monler, santuario, 260.
Monsalvat (Vid. San Juan de la Peña).
Montpellier, 115, 301.
Monzalbarba (Z), 166, 305.
Monzón (H), 39, 44, 77, 83, 106, 107,
116, 118, 119, 122, 126.
Mora: 65; de Albarracín, 220; de la
Basa, 202; Bastarás, 203; Borja, 232; Gallur, 226;
Guadalaviar, 200; Guarrinza, 190;
Luesia, 238; Rasal, 208, 234; Sabiñán, 237; Sallaón, 204;
Saravillo, 206; Sena, 236; Siresa, 207; Tarazona, 225; Aixa, de
Albarracín, 193; Aixa, de Aquilué, 233; Calila, de Ricla, 228;
Fátima, de Mora, 73; Serena Alma, de Gallur, 227; Zaida, de Cella,
192; Zoraida, de Teruel, 205.
Mora de Rubielos (T), 73, 74, 280.
Morata (Z), 174.
Morella, 100, 132, 163, 261.
Morería de: Pina, 250; Zaragoza, 47,
49, 235.
Morés (Z), 75.
Morilla de Ilche (H), 256. Mosqueruela
(T), 76, 124.
Mozárabes: 13, 15, 20, 42, 60, 61,
137, 152; Cretas, 68; Daroca, 219; Huesca, 240; La
Almunia, 223; Loarre, 1; Peralta de la
Sal, 218; Tamarite, 210; Tarazona, 244;
Trasobares, 255, 257; Zaragoza, 243,
305, 341; Pedro Cardona, valenciano, 78.
Mudéjares: 49, 194, 205, 208, 230;
Borja, 232; Langa, 229; Pina, 250; Tamarite, 210;
Zaragoza, 235; Ainés, turiasonense,
249; alcaide de Graus, 221; Tocón, 229.
MUDIELOS, hermanos, 34. Muela, en
Teruel, 70.
Muela de San Juan, 188, 200.
MUHAMMAD BEN MARDANIS, llamado rey
Lobo, 231. MUHAMMAD BEN MAXIN, de Zaragoza, 12.
MULEY TAREC, gobernador moro de
Valencia, 347. Munébrega (Z), 282, 354.
Muniesa (T), 247.
Muralla: Alagón, 50; Aguilar de
Alfambra, 66; Albarracín, 193; Báguena, 175, 176;
Bijuesca, 53; Bueña, 177; Calatayud,
215; Constantinopla, 351; Daroca, 58, 146,
175, 189; Ejea, 156; Fraga, 63; Fuentes
de Jiloca, 174; Huesca, 34, 95, 140; Lizana, 165; Mora de Rubielos,
74; Muela de San Juan, 188; Pomar, 116; Teruel, 178;
Valencia, 79; Zaragoza, 47, 48, 56,
172, 300, 305.
Murcia, 59, 63, 64, 231.
Murero (Z), 15.
Muret, batalla, 119.
MURID OMED, moro de Daroca, 57.
Música: flauta, 67; tamboril, 161;
trompeta, 161. MUSTAFA, alcaide moro de Monreal, 230.
MUZA, 8, 10, 18, 189.
Nájera, corte de, 91.
Nápoles, 130, 160, 161, 314, 349.
Narbona, 343; obispo de, 79; Aimerico
de, 28.
Navarra, 19, 51, 90, 126, 163, 177,
186, 314.
Navas de Tolosa, batalla, 137, 155,
274.
Niablas, despoblado, 342.
Nimes (Francia), 343. Noguera
Ribagorzana, río, 21. Nonaspe (Z), 68, 142.
Novillas (Z), 5.
Nuestra Señora: Alegría: Barcelona,
122; Monzón, 122; Aliaga: Muniesa, 247; Ángeles:
Albentosa, 123; Cubel, 80; Pedrola,
168; Zaragoza, 351; Antigua: Monzalbarba,
255, 257; Castillo: Alagón, 50;
Aniñón, 307; Belmonte, 6; Bijuesca, 53; Cerro: Castejón de las
Armas, 134; Cigüela: Torralba, 20; Encontrada: Chía, 248; Fuente:
Peñarroya de Tastavíns, 339; Fuentes: Lanaja, 263; Guía del Guerrero: Cubel, 80; Huerta: Arándiga, 337; Huesca, 304; Magallón,
166, 321; Humillada: Calanda, 61; Jerusalén: Inogés, 352; Linares:
Benabarre, 292; Magallón: Leciñena, 166; Mar: Munébrega, 354;
Mártires: Atea, 15; Mayor: Zaragoza, 8, 12, 166, 198, 269; Milagro:
Zaragoza, 300; Miramonte: Biscarrués, 33; Monler: Sástago, 260;
Mora: Peralta de la Sal, 32; 218; Nieves: Bujaraloz, 336; Oliva:
Ejea, 46; Olivar: Estercuel, 261;
Zaragoza, 275, 300; Palacios: La
Almunia, 223; Peña: Aguilar de Alfambra, 66; Pilar: Zaragoza, 61,
135, 153, 160; Portillo: Zaragoza, 47, 166; Pueyo: Barbastro, 256;
Ríos: Rasal, 208; Rosario: Zaragoza,
276; Sagrada: Monzalbarba, 166, 305; Salas:
Huesca, 232, 304; Silla: Lagueruela,
121; Tocón: Langa, 229; Veruela: Veruela, 258;
Victoria: Jaca, 19; Villarroya:
Villarroya, 310; Zaragoza la Vieja: El Burgo, 243, 341.
NUNILO, santa, 240.
NUÑO ÁLVAREZ DE LARA, conde, 43.
OBAIDALA, señor moro de Alacón, 196.
Obispo: Acisclo, 239; Albarracín:
Martín, 143; Barbastro: Ramón, 271, 272, 273, 299;
Conserans: Licer, 274; Huesca: Esteban,
271, 272, 273, 299; Jaca: Fortún, 88; Narbona, 79; Pallars: Atón,
23; Pamplona: Guillermo, 48; Ribagorza: 16; Sevilla: san
Leandro, 319; Zaragoza: 93, 125;
Bencio, 8, 16, 93, 298; Ciriaco, 319; García, 171;
Paterno, 93.
Oliete (T), 85.
Olite (Navarra), 160.
Olsón, sierra, 13.
OMAR, alarife turolense, 205.
OMAR BEN AHMED, jerife, 58.
OMAR BEN AHMED, jerife, 58.
Onda, 39.
Ontiñena (H), 344.
Orden: Órdenes Militares, 152, 199;
Banda, 160; Calatrava, 68, 137; Císter, 257, 258,
281, 322; Dominicos, 309; Franciscanos,
98, 309, 351; Hospital o San Juan, 68,
87, 155, 213, 259; Jarra, 161; Malta,
354; Montesa, 359; Predicadores, 275, 279,
287, 293, 300; 315; San Agustín, 310;
Santiago, 183; Temple, 65, 77, 118, 119,
122, 227, 259; Trinitarios, 306.
ORDERIC VITAL, cronista, 104. Ordesa,
valle, 344.
Oroel, monte, 19.
OROSIA o EUROSIA, santa, hija de los
reyes de Bohemia o Aquitania, 239. Ortilla (H), 295.
Otal (H), 342.
Oto (H), 342.
OTO DE POITIERS, emir, 21.
Oza, selva, 112.
PALACÍN, señor de Gallur, 227.
Palacio: Real de: Nájera, 91;
Pamplona, 89; Zaragoza, 348; Albarracín, 193, 196; Daroca, 219;
Lanaja, 55; Olite, 160; árabe de Zaragoza, 198; la Aljafería, 12,
43, 93,
161, 246, 324, 350; la Alhambra, 134;
la Zuda, 12; de Almanzor, en La Almunia, 223; de doña Urraca, en
Soria, 100, 102; de Urriés, de los marqueses de Ayerbe, 150, 151;
duque de Híjar, 157; conde de Ribagorza, en Zaragoza, 153; de Jaime
I, en Mosqueruela, 124.
Palermo, 128.
Pallars, Atón, obispo de, 23.
Palomera, sierra, 67.
Pamplona, 19, 89, 90, 92, 94, 95, 108,
141.
Panifico, castillo de Cercito, 82.
Panillo, sierra, 22.
Pano, sierra, 22, 81, 251.
PANTALEÓN, santo, 269.
Papa: Alejandro V, 359; Benedicto XIII,
316, 331, 355, 356, 357, 358, 359; Clemente,
331; san Gregorio VII, 319, 320;
Gregorio XII, 359; Inocencio III, 114, 119; Martín V, 359; san
Sixto, 324. Paracuellos de Jiloca (Z), 174.
Paradero o parque: de Mirabayo, en
Híjar, 157. París, 23, 28, 257.
Parroquia, barrio de Pina, antigua
morería, 250. PARSIFAL, 325.
Pastor: 33, 302; de El Burgo, 243;
Fuentes de Ebro, 341; Lobera, 277; Luesia, 238; la
Maladeta, 298; Sigena, 259, Yebra de
Basa, 239; san Balandrán, 256; san Visorio,
241; Justina, de Zaragoza, 244; Pedro
Novés, 261.
PATERNO, abad de San Juan de la Peña y
obispo de Zaragoza, 93.
Patrón: San Bartolomé (Tosos), 294;
san Blas (Torrecilla de Alcañiz), 296; san Caprasio (Alcubierre),
343; san Gil (Ortilla), 295; san Ginés (Lupiñén), 295; san Macario
(Andorra), 318; san Pedro Arbués (Aguilón), 294; san Sebastián
(Fayón), 335; san Vicente Ferrer (Graus), 290.
Patrona: Santa Bárbara (Tosos), 294;
santa Pelagia (Cretas), 68; santa Tecla (Cervera de la Cañada), 297.
PEDRO, santo, 289, 319; abad de San
Pedro de Tabernas, 90; fray, 78; señor de Mediano, 14; habitante de
Zaragoza, 275; doncel, hijo de Ato Garcés, 100; infante de Aragón,
luego Pedro I, 320.
PEDRO [I], rey de Aragón, 34, 35, 36,
37, 39, 44, 95, 96, 106, 140, 273; rey de Castilla, 174, 175, 176,
177, 178.
PEDRO [II], rey de Aragón, 114, 115,
118, 119, 122, 126, 155, 274, 303.
PEDRO [III], rey de Aragón, 120, 127,
128, 129, 180, 349, 350.
PEDRO [IV], rey de Aragón, 146, 169,
174, 177, 178, 336, 347.
PEDRO AHONES, noble aragonés, 125.
PEDRO ALFONSO, 345.
PEDRO ARBUÉS, santo e inquisidor, 294,
314. PEDRO ATARÉS, señor de Borja, 106, 108, 258.
PEDRO DE AZAGRA, señor de Albarracín,
231. PEDRO DE BIOTA, 142.
PEDRO CARDONA, mozárabe de Valencia,
78.
PEDRO FERNÁNDEZ DE AZAGRA, 167; señor
de Albarracín, 145. PEDRO GIL, escudero del Cid, 246.
PEDRO GILBERT, alcaide de Daroca, 175.
PEDRO GONZÁLEZ DE LARA, 102.
PEDRO MARTÍNEZ DE BOLEA, camarero
real, 349.
PEDRO MARTÍNEZ DE LUNA (Vid. Benedicto XIII).
PEDRO NOVES, pastor, 261.
PEDRO MARTÍNEZ DE LUNA (Vid. Benedicto XIII).
PEDRO NOVES, pastor, 261.
PEDRO RUIZ DE AZAGRA, señor de
Albarracín, 45, 143. PEDRO SEGURA, 167.
PEDRO DE SESÉ, 90. PEDRO TIZÓN, 106.
PEDRO DE URREA, noble aragonés, 172.
Pedrola (Z), 168.
Peña, castillo, 126.
Peña del Morrón, en La Iglesuela del
Cid, 41. Peñacil (o Peña del Cid), en Montalbán, 170, 183. Peñalba
(H), 283.
Peñalén (Navarra), 141. Peñarroya de
Tastavíns (T), 339.
Peñíscola, castillo, 316, 355, 356,
357, 358, 359. Peralta de Alcofea (H), 39.
Peralta de la Sal (H), 32, 218.
Perarrúa (H), 279, 299.
Peregrino: De Alcolea, 266; Boltaña,
267; Castiello de Jaca, 268; Monzón, 118; conde francés, 154;
Alvarado, de Daroca, 216; Blasco de Alagón, 147; García Aznárez,
320; san Gregorio, san Juan, san Licer y san Pantaleón, 269; san
Marcial, 265.
PEREGRINO DE CASTILLAZUELO, 106.
Perpignan, 158, 331, 343, 356.
PETRONILA, reina de Aragón, 107, 113,
257.
Piedra, monasterio, 145, 182, 281, 309,
317; río, 145. Piedra del Moro, 32.
Piedratajada, batalla, 33.
Pina (Z), 250.
Pirineos, 190, 207, 239, 241, 253, 269,
270, 274, 298, 324, 325, 326, 343, 346.
Pisa (Italia), 359.
Pitilla (Navarra), 126.
Plagas: De la langosta en: Arándiga,
337; Fuentes de Ebro, 341; Tauste, 334. Plan (H), 202.
Plaza: De Aínsa, 291; Alta, de Ayerbe,
150; Mercado, de Calatayud, 286; Mercado, de Teruel, 329.
Poitou, conde de, 106, 107. Pomar de
Cinca (H), 116. Portalé, puerto de montaña, 138.
Portento: 301, 302, 307, 308, 309, 310,
311, 312, 313, 314, 315.
Portugal, 180, 314.
Posada: Mora de Rubielos, 280; cerca de
Sariñena, 263. Pota del Caballo, 40.
PRADO, noble gallego, 103.
Presa hidráulica: Almonacid de la Cuba,
86. PRIMITIVO, mártir, 64.
Provenza, 119.
Puebla de Fantova (H), 279.
Puente: Calanda, del Cid, 40; Mediano,
14; Teruel: san Francisco, 181; doña Elvira, 181. Puerta: Barcelona:
San Ibo, en la catedral, 122; Calanda, de Valencia, 61; Calatayud, de
Zaragoza, 286; Graus, de Chinchín, 222; Teruel, de la Traición,
178; de Zaragoza, 178; Zaragoza, Cinegia, 8; Oriente, 8; Quemada,
305; Valencia, 48.
Puerto de mar: Barbastro, 28; Ragusa,
351.
Puerto de montaña: Dachera, en
Guarrinza, 190; Tena, 186. Puértolas (H), 3.
Puebla de Castro (H), 222. Pueyo,
santuario, 256.
Pueyo de Araguás (H), 22. Punta la
Mora, en Luesia, 238.
Purroy (Z), 262.
Puyarruego (H), 3.
Queiles, río, 180.
QUELO, habitante de Fayón, 335.
Quemada, puerta de Zaragoza, 305. Quicena (H), 323.
QUITERIA, santa, 119, 122.
Ragusa, puerto, 351.
RAMIRO, infante pamplonés, 141;
habitante de Mosqueruela, 76. RAMIRO [I], rey de Aragón, 24, 91, 92,
93, 94, 105, 221.
RAMIRO [II], rey de Aragón, 106, 107,
108, 109, 110, 111, 112, 257.
RAMIRO GARCÉS, infante de Pamplona,
43.
RAMIRO SÁNCHEZ, señor de Monzón, 119.
RAMIRO SÁNCHEZ, señor de Monzón, 119.
RAMÓN, conde, 21; infante pamplonés,
141; conde de Provenza y primo de Jaime I, 119.
RAMÓN [II], conde de Ribagorza, 154.
RAMÓN BERENGUER [IV], conde de
Barcelona, 65, 257.
RAMÓN GUILLERMO o SAN RAMÓN, santo,
obispo de Barbastro, 271, 272, 273, 299.
Rasal (H), 208, 234.
Reina: Agnes, esposa de Ramiro II de
Aragón, 107; Alba, mujer del Rey Lobo, 231; Blanca de Navarra, mujer
de Juan II, 163; Constanza, mujer de Pedro III, 128, 180; Elisenda de
Moncada, mujer de Jaime II, 130; Estefanía, de Pamplona, 94; Isabel
de Aragón, reina de Portugal, 180, 250; Isabel la Católica, 133,
153; Juana Enríquez, mujer de Juan II, 133, 163; María, esposa de
Pedro II, 115; María, mujer de Alfonso V, 161, 311; María de
Lusignan, mujer de Jaime II, 130; Petronila, de Aragón, 107, 113,
257; Sancha de Castilla, mujer de Alfonso II, 155, 259; Urraca, de
Castilla, 98, 99, 100, 102, 103, 105, 156.
Reino: De Albarracín, 200; Granada,
134; Monzón, 116; Pomar, 116. Redonda, monte de la, 261.
Relicario: Alfonso I, 64; Jaime I, 321;
Montearagón, 323; Samper de Salz, 322; San Juan de la Peña, 324,
325.
Reliquia: 16, 64, 319, 320, 321, 322,
323, 324, 325.
Rey: Albarracín, 246; Almería, 320;
Francia, 331, 349; Nápoles, 349; Sarakosta, 246; Sevilla, 320;
Sobrarbe, 82; Abderrahmán, de Huesca, 36; Abdel-Mech, de Zaragoza,
43; Abu Zeyt, de Valencia, 78, 125; Ahmed ben Abd al Malik, de Rueda
de Jalón, 59; Alcadir, de Valencia, 197; Alfonso [I], de Aragón, 5,
6, 15, 34, 43, 46,
47, 48, 49, 50, 52, 53, 54, 55, 56, 57,
58, 59, 60, 62, 63, 64, 68, 95, 97, 98, 99, 100,
101, 102, 103, 104, 105, 106, 107, 108,
110, 111, 113, 138, 141, 142, 156, 198, 229,
243, 255, 257, 258, 259, 266, 271, 272,
273, 346; Alfonso [II], de Aragón, 66, 68,
70, 71, 74, 76, 113, 144, 155, 199,
259; Alfonso [III], de Aragón, 120; Alfonso [IV],
de Aragón, 130; Alfonso [V], de
Aragón, 131, 132, 160, 161, 173, 311, 314, 316,
324, 330, 334; Alfonso [VI], de
Castilla, 101; Alfonso [VII], de Castilla, 59, 63; Alfonso [VIII], de
Castilla, 155; Al-Motamid, de Sevilla, 320; Almugdavir, de Zaragoza,
93; Amad Dola, de Zaragoza, 198; Arturo, de Inglaterra, 325; Bucar,
45; Carlos [II], de Nápoles, 130; Dionís, de Portugal, 180, 350;
Eduardo, de Inglaterra, 129; Enrique [III], de Castilla, 161;
Fernando [I], de Aragón, 131, 132, 171,172, 283, 288, 355, 356, 358;
Fernando [I], de Castilla, 24, 91, 92; Fernando [II],
de Aragón, 133,134, 135, 153, 209,
263, 314; García [III], de Navarra, 91, 92, 93, 94, 108; García
Íñiguez, de Pamplona y Sobrarbe, 19, 89, 90; García Jiménez, de
Sobrarbe, 17, 253; García Sánchez [II], de Pamplona, 88; Ginfar
Amad, de Rueda de Jalón, 43; Glafar, de Rueda de Jalón, 43; Hugo de
Lusignan, de Chipre, 130; Íñigo Arista, de Pamplona y Sobrarbe, 22,
90; Jaime [I], de Aragón, 75, 76,77, 78, 79, 86, 115, 116, 117, 118,
119, 120, 121, 122, 123, 124, 125, 157, 158, 165,
301, 321, 322, 328; Jaime [II], de
Aragón, 130, 329; Juan, de Navarra, 314; Juan,
de Portugal, 314; Juan [II], de Aragón,
133, 153, 160, 162, 163, 186, 307; Lobo, de Murcia y Valencia, 45,
231; san Luis, de Francia, 28, 128; Manfredo, de Sicilia, 128, 129;
Martín [I], de Aragón, 171, 172, 215, 280, 309, 324; Mohamed
Al-tabill, de Sarakosta, 191; Pedro [I], de Aragón, 34, 35, 36, 37,
39, 44, 95, 96, 106,
140, 273; Pedro [I], de Castilla, 174,
175, 176, 177, 178; Pedro [II], de Aragón,
114, 115, 118, 119, 122, 126, 155, 274,
303; Pedro [III], de Aragón, 120, 127, 128,
129, 180, 349, 350; Pedro [IV], de
Aragón, 146, 169, 174, 177, 178, 336, 347; Ramiro [I], de Aragón,
24, 91, 92, 93, 94, 105, 221; Ramiro [II], de Aragón, 106,
107, 108, 109, 110, 111, 112, 257;
Sancho [II], de Castilla, 94; Sancho [III] el Mayor, de Pamplona, 91;
Sancho [IV], de Pamplona, 141; Sancho [IV], de Castilla, 349; Sancho
[VII], de Navarra, 126, 155; Sancho Garcés, de Pamplona y Sobrarbe,
22, 89, 90, 136, 319; Sancho Ramírez, de Aragón, 26, 27, 30, 33,
34, 38, 44,
94, 95, 138, 140, 141, 255, 257, 320.
Ribagorza, 13, 16, 21, 23, 32, 92, 93,
153, 160, 298, 299.
Ribota, río, 20.
Ricla (Z), 78, 223, 228.
Riguala (H), 13.
Ríos: Aguasvivas, 86; Alcanadre, 55,
236, 259, 266, 271, 344; Algás, 68; Ara, 17, 267,
291, 342; Aragón, 19, 101, 252;
Aranda, 337; Arba de Biel, 38; Arba de Luesia,
238; Aurín, 254; Cea, 64; Cinca, 3,
14, 17, 22, 31, 55, 64, 116, 122, 139, 191, 204,
262, 266, 271, 291, 340; Clarés, 20;
Ebro, 2, 3, 4, 5, 9, 12, 13, 20, 24, 32, 33, 39,
42, 46, 47, 50, 54, 56, 81, 94, 95, 99,
102, 104, 132, 147, 156, 169, 172, 189, 190,
209, 212, 218, 227, 243, 255, 259, 260,
264, 266, 269, 305, 314, 319, 341, 344, 348;
Ésera, 22, 248, 290, 315; Flumen, 111,
344; Gállego, 10, 194, 269, 274; Gas, 19;
Guadalaviar, 72, 143, 159, 192, 200,
224, 246; Guadalete, 9; Guadalope, 296;
Huecha, 347; Huerva, 262, 305; Isábena,
21, 290, 315; Isuela (Moncayo), 62,
257, 337; Isuela (Pirineo), 344; Jalón,
43, 50, 56, 75, 134, 174, 215; Jiloca, 58, 174,
175, 197, 215, 306; Martín, 85, 157;
Matarraña, 68, 148; Noguera Ribagorzana,
21; Piedra, 145; Queiles, 180; Ribota,
20; Segre, 344; Selcós, 244; Sosa, 122; Sotón, 295; Tajo, 9; Turia,
117, 178, 181, 270; Vero, 29, 30, 163, 290, 299.
Rivas (Z), 347.
Robres (H), 346.
Roda de Isábena (H), 13, 272, 273,
299. RODRIGO, rey visigodo, 1; conde de Camañas, 67.
RODRIGO DÍAZ DE VIVAR (EL CID), 24,
39, 40, 41, 45, 94, 101, 119, 192, 196, 197, 210,
220, 224, 246.
RODRIGO DE LIZANA, noble aragonés,
165. RODRIGO MARTÍNEZ, conde, 59.
RODERICO DE MUR, caballero grausino,
222. ROLDÁN, 2, 344; descendiente de Roldán, 111.
Roma, 96, 114, 147, 271, 319, 320, 324,
325, 358, 359.
Romería: Santa Quitería, 340. ROQUE,
santo, 278, 338.
Rosario: 275, 276, 302.
Rosellón, 174.
Royuela (T), 143. Rubielos de Mora (T),
73.
Rueda, monasterio, 147, 264.
Rueda de Jalón (Z), 43, 59.
Sabiñán (Z), 237.
Sabiñánigo (H), 138.
Sagunto, 65.
Sahla, 196.
Salerno, 96.
Salinas de Hoz (H), 334. Sallaón,
collado, 204.
Sallent de Gállego (H), 138. Samper
del Salz (Z), 322.
San Beltrán de Comminges, 265. San
Clemente, peña, 279.
San Francisco, puente de Teruel, 181.
San Juan, sierra, 19.
SAN JUAN, Orden, 68, 155.
San Juan de Mozarrifar (Z), 269.
San Juan de la Peña (H), 17, 19, 81,
88, 93, 104, 136, 251, 252, 253, 313, 320, 324,
325.
San Lázaro, próximo a Teruel, 71.
San Martín de Cercito, monasterio, 82,
254. San Miguel, peña, 111.
San Miguel de Aralar, santuario, 96.
San Pedro de Siresa, monasterio, 82,
97, 207, 254, 255, 257, 319, 324.
San Pedro de Tabernas, monasterio, 16,
90, 324. San Pedro de Torrecilla, 94.
San Ponce de Tomeras, monasterio, 107,
110. San Salvador, ermita, 116.
San Vicente, ermita de Monzón, 119.
San Vicente de Labuerda, 241.
SANCHA, reina de Aragón y mujer de
Alfonso II, 155, 259; Ava, condesa de Ribagorza, 154.
SANCHA LÓPEZ, mujer de Pelegrín de
Atrocillo, 165. SANCHA MARTÍNEZ DE MARCILLA, 173.
SANCHO, infante de Pamplona, 43; hijo
de Sancho [III] el Mayor y conde de Ribagorza, 92; conde castellano,
95; infante, hijo ilegítimo del rey García de Pamplona, 94; hijo de
Garcí Fernández, 154; abad de San Juan de la Peña, 320.
SANCHO [II] GARCÉS (ABARCA), rey de
Pamplona, 22, 89, 90, 136, 319; rey de Sobrarbe, 22.
SANCHO [II], rey de Castilla, 94.
SANCHO [III] EL MAYOR, rey de Pamplona,
91. SANCHO [IV] DE PEÑALÉN, rey de Pamplona, 141. SANCHO [IV], rey
de Castilla, 349.
SANCHO [VII] EL FUERTE, rey de Navarra,
126, 155. SANCHO FERNÁNDEZ DE HEREDIA, 353.
SANCHO FRAGO, habitante de Magallón,
166.
SANCHO RAMÍREZ, rey de Aragón, 26,
27, 30, 33, 34, 38, 44, 94, 95, 138, 140, 141, 255,
257, 320.
SANCHO DE RAVANERA, de Daroca, 65.
SANCHO SÁNCHEZ MUÑOZ, caballero, 70.
Sangüesa (Navarra), 186. Santa Isabel,
sierra, 10. Santa Cruz, monasterio, 90.
Santa Cruz de la Serós (H), 81. Santa
María de las Cellas, 119. Santa María de Eruson, 82.
Santa María la Mayor, iglesia de
Zaragoza, 93. Santa María de Obarra, monasterio, 21, 23, 139. Santa
Quiteria, ermita de Monzón, 119.
Santas: Águeda, 338; Alodia, 240; Ana,
353; Bárbara, 294; Elena, 242; María Magdalena, 308; Nunilo, 240;
Orosia, 239; Pelagia, 68; Quiteria, 119, 122, 340; Tecla,
297.
Santiago, 154, 265, 266, 268.
SANTIAGO, apóstol, 41, 269; Orden,
183. Santísimo, acampo de Zaragoza, 269.
Santo Domingo, sierra, 277.
Santos: Agustín, 311; Balandrán, 256;
Bartolomé, 294; Bernardo, 257; Blas, 296; Caprasio, 343; Domingo,
275, 276, 277, 300, 302; Dominguito de Val, 212; Félix,
252, 253, 313; Francisco, 351; Geraldo,
27; Gil, 295; Ginés, 295; Gregorio, 269,
319; Indalecio, 253, 313, 320; Íñigo,
215; Jaime, 41; Jorge, 34, 36, 37, 41, 52, 338;
Juan, 269; Juan Bautista, 251, 252,
266; Julián, 318; Leandro, 319; Licer, 269,
274; Lorenzo, 324, 325; Macario, 318;
Marcial, 265; Marcos, 87, 301; Martín, 254;
Metodio, 239; Miguel, 48, 310, 315,
334, 341; Miguel Arcángel, 74; Miguel in Excelsis, 96; Nicolás de
Bari, 314; Pablo, 289; Pantaleón, 269; Pedro, 289, 319, 324,
331, 358; Pedro Arbués, 294; Ramón,
271, 272, 273, 299; Roque, 278, 338; Santiago, 41; Sebastián, 296,
335, 338; Sixto, 324; Valero, 270, 296, 340; Vicente, 119,
122; Vicente Ferrer, 132, 215, 216,
217, 266, 280, 281, 282, 283, 284, 285, 286,
287, 288, 289, 290, 291, 292, 293, 309,
315, 331, 358; Victorián, 36; Visorio, 241;
Voto, 252, 253, 313.
Santos Lugares, 354.
Santuario: Albarracín: Nuestra Señora
de los Dolores, 143; Aralar: San Miguel, 96; Atea: Nuestra Señora de
los Mártires, 15; Barbastro: Nuestra Señora del Pueyo, 256;
Biescas: Santa Elena, 242; Ibieca: San Miguel de Foces, 213; Huesca:
Nuestra Señora de Salas, 232, 304; de Monler: 260; Monzalbarba:
Nuestra Señora de la Antigua, 305; Monzón: Nuestra Señora de la
Alegría, 122; y San Vicente y Santa Quiteria, 119, 122; Selgua: San
Salvador, 116; Velilla de Ebro: San Nicolás de Bari, 314; Zaragoza:
Nuestra Señora del Olivar, 275; y San Miguel de los Navarros, 48.
Saona, 331.
Saravillo (H), 202, 206.
Sariñena (H), 263.
Sasa (H), 342.
Saso, fuente, en Monzón, 118, 119,
122.
Sástago (Z), 147, 260, 263.
Saz, despoblado, 15.
SEBASTIÁN, santo, 296, 335, 338;
vaquero de Soria, 244.
SEGISMUNDO, emperador, 356, 359.
Segorbe, 197, 301.
Segre, río, 344.
Seira (H), 16.
Selcós, río, 244.
Selgua (H), 116.
Selva, Oza, 112.
Selvamayor, monasterio, 27.
Sena (H), 236.
Sens (Francia), 343.
Señés (H), 90.
Señor: Alacón: Obaidalá, 196;
Albarracín: 159, 167; Abdelmelic ben Razín, 196; Abú Meruán, 192;
Pedro de Azagra, 231; Pedro Fernández de Azagra, 145; Pedro Ruiz de
Azagra, 45, 143; Alcorisa: Lope de Albero, 165; Amezcoa y Abárzuza:
García Jiménez, 253; Atarés: 88; Barbastro: Ato Garcés, 100;
Borja: Pedro Atarés, 106,
108, 258; Camañas: Rodrigo, 67; Castro
de Malavella: Arnaldo, 182; Cella: Garcí Núñez, 224; Cuarte,
Cadrete y Purroy: Miguel Pérez Zapata, 262; Daroca: Alvar Pérez de
Azagra, 65; Escondilla: Martín Pérez, 72; Espés:, 139; Estercuel:
Gil de Atrosillo, 261; Fabara: 152; Gallur: Artal de Alagón, 227;
Blasco Maza, 227; Orden del Temple, 227; Palacín, 227; Godojos:
Fortuño Fernández de Heredia, 353; Híjar, 157; Latrás y Valle de
Tena: 138, 320; Lérida: Al-Muzaffar, 30; Mediano: Pedro, 14;
Mequinenza: conde Artal, 149; Monzón: Ramiro Sánchez, 119; Ricla:
Berenguer de Entenza, 228, 301; Martín Pérez de Villel, 228;
Rubielos de Mora: Alonso, 73; Sástago: Blasco de Alagón, 147, 260,
263; Somed: 182; Suelves: 84; Villel: Martín Pérez, 72.
Señora: Fátima, de Mora, 73; Martina
Pérez de Lozano, de Mombrún, Fuenclara, Las Facenas y Casasnovas,
87.
Sepúlveda, 102.
SERENA ALMA, mora de Gallur, 227.
SETI MAHOMAT, alcaide moro de Villel,
72. Sevilla, 42, 320.
Sicilia, 128, 129, 130.
Sierra/monte: Abetito, 88; Albarracín,
188, 224, 246; Alcubierre, 343; Amán, 111; Ara-
lar, 96; Canigó, 127; Cañarda, 199;
Ciezmo, 249; Cóculo, 252; Frías, 193; Guara,
111, 191; Ibérico, 133; Lastra, 145;
Luna, 38; Maladeta, 252, 298; Morena, 80; Ol-
són, 13; Oroel, 19, 251; Palomera, 67;
Panillo, 22; Pano, 22, 81, 251; Peñacil, 170;
Perdido, 77; Pueyo, 256; Redonda, 261;
Sallaón, 204; San Clemente, 279; San
Juan, 19, 251; San Miguel, 111; San
Valero, 340; Santa Isabel, 10; Sevil, 332; Sil,
13; Troncedo, 22.
Sigena, monasterio, 155, 259.
Sil, sierra, 13.
SIMÓN DE MONTFORT, 119, 303.
Sinagoga: Zaragoza, 212.
Siresa (H), 2, 82, 112, 207, 319, 324,
325.
SIXTO, papa, 324.
SOBEYA, hija de Mohamed Altabill, 191.
Sobrarbe, 17, 19, 22, 23, 32, 93, 136,
241, 251, 253, 326.
Sobrepuerto, 342.
Somed, 182.
Somontano, 164, 218, 292.
Somport, 268.
Sopeira (H), 139, 327.
Soperún (H), 23.
Sora, castillo, 156.Soria, 100, 101,
102, 244, 300, 317.
Sos, 248.
Sos del Rey Católico (Z), 126, 133,
184.
Sosa, río, 122.
Sotón, río, 295.
Sotonera, 295.
SULAIMAN BEN YAQZAN BEN AL-ARABI, 2.
Tafalla (Navarra), 92.
Taifa: Reinos taifales, 59; Albarracín,
195, 196; Gallur, 42; Rueda, 59; Zaragoza, 43,
52, 62, 195, 198.
Tajo, río, 9.
Tamarite (H), 210.
Tarazona (Z), 56, 62, 100, 146, 177,
180, 225, 244, 249, 328.
Tarbes (Francia), 274.
Tarifa, 177.
TARIK, 8, 9, 219.
Tauste (Z), 5, 334.
TECLA, santa, 297.
TEMPLE, Orden, 65, 77, 118, 119, 122,
227.
Templos: Mezquita, 2; sinagoga, 2.
Tena, valle, 138, 186, 320.
TEÓFILO, esclavo cristiano de
Zaragoza, 198.
Terremoto: Valencia, 131.
Teruel, 65, 70, 71, 72, 73, 74, 76, 78,
117, 124, 125, 146, 167, 173, 174, 176, 177, 178,
181, 205, 285, 329, 330.
Tesoro: 42, 49, 55, 108; Ayerbe, 194;
Castellote, 199; Cuevas de Cañart, 201; El Cas-
tellar, 209; Griegos, 188; Guarrinza,
190; Monreal, 197, 230; Siresa, 207; Sos, 248;
Tierga, 62.
TEXUFIN BEN ALI BEN YUSUF, 104.
Tierga (Z), 62.
TITUREL, 325.
TOCÓN, moro de Langa, 229.
TODA, hija del conde Galindo, 21; mujer
del conde Bernardo de Ribagorza, 23. TODA RAMÍREZ, fundadora del
monasterio de Trasobares, 257.
Toledo, 8, 9, 42, 59, 98.
Torla (H), 344.
Torneo: Mora de Rubielos, 73. Torralba de Ribota (Z), 20.
Torre: Albarracín: Doña Blanca, 159;
Daroca: Jaque, 9; del «caballero de la espuela» o de Cariñena,
146; Graus: Peña del Moral, 221; Teruel: San Martín, 205; San
Salvador, 205; Zaragoza: Santa María la Mayor, 269; Zuda, 172.
Torrecilla de Alcañiz (T), 296.
Torrelapaja (Z), 53.
Torrenublos, 41.
Torrijo (Z), 53.
Tórtoles (Z), 328.
Tortosa, 99, 100.
Tosos (Z), 294.
Tozal de las Forcas, en Alquézar, 26.
Tozal de la Mora, en Sena, 236.
Tramacastilla (T), 246.
Trasmoz (Z), 51, 126, 195, 211, 328.
Trasobares (Z), 4, 255, 257.
Tratado: Cazorla, 155.
Tributo: 93, 203.
Troncedo, sierra, 22.
Trovador: de Barbastro, 164; de Jaime
I, 158; Guzmán, 228; Manfredo, 213; Manri-
que de Lara, 162; Pedro, 100.
Tudela (Navarra), 5.
Túnel: Ejea: Carasoles, 156; Corona,
156; Cuco, 156; Rueda: bajo el Ebro, 264; Tierga, 62.
Turia, río, 117, 178, 181, 270.
Urci, 320.
Urgell, 132, 171, 172, 262, 283.
URRACA, reina y mujer de García
Íñiguez, 89, 90; reina y mujer de Alfonso I el Batallador, 98, 99,
100, 102, 103, 105, 156.
Urrea (Z), 59.
Usón (H), 319.
Valdealgorfa (T), 278.
Valderrobres (T), 68.
Valencia, 45, 58, 63, 64, 71, 75, 76,
77, 78, 79, 117, 119, 121, 124, 131, 146, 171, 173,
197, 199, 220, 231, 246, 261, 284, 301,
307, 324.
VALERIANO, emperador romano, 324.
VALERO, santo, 270, 296, 340.
Vallibona, 339.
Valtierra (Navarra), 209. Vaudune,
Clarion de, 28. Velilla de Cinca (H), 340. Velilla de Ebro (Z), 314.
Velilla de Jiloca (Z), 174.
Vero, río, 29, 30, 163, 290, 299.
Veruela, monasterio, 169, 211, 258.
VICENTE, santo, 119, 122.
VICENTE BELBÍS, de moro llamado Abu
Zeyt, rey de Valencia, 78.
VICENTE FERRER, fraile dominico y
santo, 132, 215, 216, 217, 266, 280, 281, 282, 283,
284, 285, 286, 287, 288, 289, 290, 291,
292, 293, 309, 315, 331, 358.
VICMAR, fraile, 21.
VICTORIÁN, santo, 36.
Villa, despoblado, 333.
Villafeliche (Z), 80.
Villahermosa, ducado, 153.
Villanueva de Sigena (H), 236, 259.
Villar (T), 246.
VILLARDELL, espada, 119, 120.
Villarroya de la Sierra (Z), 310.
Villel (T), 72.
VISORIO, santo, 241.
Vitoria, 95.
VOTO, santo, 252, 253, 313.
WALDO, conde e hijo de don Rodrigo, 18.
Wali: Albarrarín, 224; Alquézar, 25;
Borja, 195; Cella, 224; Jaca, 18; Tarazona, 244;
Zaragoza, 2, 12, 20.
WITIZA, 1.
Yebra de Basa (H), 239, 324.
YUSUF, alcaide moro de Camañas, 67.
ZAFADOLA, de nombre Chafar Amad ben
Hud, 59.
ZAIDA, hija de Abú el Malek, 18; hija
del alcaide de Cella, 192; de Cella, 224; la cristiana Isabel
convertida en, 52.
Zaidín (H), 340.
Zalaca, batalla, 63.
ZALDÍVAR, vasco, 21.
Zaragoza, 2, 5, 8, 9,11, 12, 16, 20,
35, 36, 37, 38, 39, 42, 43, 46, 47, 48, 49, 50, 52, 53,
54, 56, 58, 59, 60, 61, 62, 63, 81, 93,
104, 105, 113, 121, 125, 132, 133, 134, 135,
146, 153, 156, 160, 161, 162, 165, 166,
169, 189, 191, 196, 198, 209, 212, 217, 227,
229, 233, 235, 243, 246, 252, 260, 262,
269, 274, 275, 276, 287, 298, 300, 305, 310,
319, 326, 331, 345, 348, 351.
ZILA, moro de Zaragoza, 198. ZOMA,
alcaide de Daroca, 219.
ZORAIDA, hija del rey moro de Mallorca,
77; mora de Graus convertida como Marieta, 221; mora de Teruel.
Zuda, palacio de Zaragoza, 12. Zuera
(Z), 35, 191, 269, 274.
ZULEIKA, mercader, 57.
ZULEYA, hija del walí Abén Amed
Mutamín, de Borja, 52. ZULIMA, hija del alcaide de La Puebla de
Castro, 222.
ZUMAIL, juez moro de Huesca, 240.
ÍNDICE GENERAL
I. INTRODUCCIÓN
..................................................................................... 5
1. Algunas cuestiones previas
................................................................. 7
2. Una historia paralela a través de
las leyendas 13
II. ANTOLOGÍA DE LEYENDAS 41
1. La conquista musulmana (1/12) 43
2. Reconquista y repoblación
(13/87) 55
2.1. Reconquista (13/80) 55
2.2. Repoblación (81/87) 115
3. El mundo cristiano (88/187) 123
3.1. Los reyes (88/135) 123
3.2. La nobleza y los señoríos
(136/153) 165
3.3. La vida cortesana (154/164) 181
3.4. Las pugnas familiares
(165/173) 190
3.5. La guerra entre cristianos
(174/178) 198
3.6. Amores y desamores (179/187) 203
4. El mundo musulmán (188/209) 213
5. El mundo judío (210/217) 233
6. Relaciones entre cristianos y
musulmanes (218/250) 241
6.1. Relaciones amistosas (218/238) 241
6.2. Relaciones problemáticas
(239/250) 260
7. Aspectos religiosos (251/325) 271
7.1. Los monasterios (251/264) 271
7.2. Los peregrinos (265/269) 283
7.3. Los santos (270/297) 288
7.4. Los portentos (298/318) 312
7.5. Las reliquias (319/325) 330
8. Aspectos socio-culturales
(326/359) 337
8.1. La Justicia (326/331) 337
8.2. Plagas y epidemias (332/342) 342
Índice general
8.3. La cultura (343/348) 352
8.4. Aragoneses allende las fronteras
(349/353) 357
8.5. Aragoneses con personalidad
(354/359) 362
III. BIBLIOGRAFÍA 369
IV. ÍNDICES 379
1. Índice de leyendas 381
2. Índice de lugares de origen 391
3. Índice analítico 397
https://historia-aragon.blogspot.com/2019/11/guardia-castillo-la-fresneda-matarranya-teruel.html
ALGUNAS CUESTIONES PREVIAS
La reconstrucción histórica se ha
basado fundamentalmente en las fuentes documentales escritas (en
general, las emanadas del poder establecido) y en las arqueológicas,
pero cada vez van adquiriendo mayor empuje otro tipo de fuentes y
ayudas, como las que proporcionan la arqueología industrial, la
elaboración seriada y estadística de datos, la fotografía, los
exvotos, la cartografía histórica, etc. Entre las que últimamente
han adquirido un fuerte vigor en Aragón están las leyendas,
transmitidas oralmente, en principio, pero recogidas ya la mayor
parte por escrito en un momento determinado, aunque en los medios de
difusión más variopintos, dispersos o inalcanzables.
Aunque todavía quedan bastantes por
plasmar en letra impresa, es habitual hallar leyendas escritas
sueltas en programas de fiesta, hojas parroquiales, revistas
escolares, boletines municipales, novelas, cuadernos culturales,
prensa e incluso intercaladas en libros de temática diversa. Algunos
medios de información incorporan de cuando en cuando colaboraciones
sueltas en las que aparecen firmas habituales, como las de Salvador
Gisbert (siglo XIX), Rafael Andolz, Víctor Azagra, Manuel Iglesias,
etc.
Por otra parte, si en los cincuenta y
siete años que median entre 1929 y 1986 aparecieron al menos cinco
libros monográficos sobre leyendas (José Beltrán, Tradiciones y
leyendas de Daroca, 1929; César Tomás, Leyendas y tradiciones de la
sierra de Albarracín, 1954; Jaime de Caruana, Relatos y tradiciones
de Teruel, 1965; Lucía Dueso, Leyendas de l’Alto Aragón, 1985; y
Juan Domínguez Lasierra, Aragón legendario, 1984-86), en los siete
últimos años —19901996— han visto la luz no menos de siete
monografías (Antonio Beltrán, Leyendas aragonesas, 1990; Francisco
Lázaro, El bardo de la memoria. Historias y leyendas turolenses,
1992; Alberto Serrano, Guía mágica de la provincia de Teruel, 1993;
Rafael Andolz, Leyendas del Pirineo para niños y adultos, 1994;
Alberto Serrano, Historia fantástica del viejo Aragón, 1994; José
Ramón Marcuello, Mitos, leyendas y tradiciones del Ebro, 1996; y
Alberto Serrano, El Moncayo, fantástico, legendario y misterioso,
1996), cuya lectura recomiendo por el atractivo que encierran.
Es en este contexto en el que hemos
intentado aportar una antología de leyendas históricas aragonesas
de temática medieval —trescientas cincuenta y nueve
concretamente—, que nos pueden permitir esbozar una jugosa historia
paralela del Aragón medieval a través de la leyenda, puesto que las
hay desde las que explican a su manera la conquista musulmana o el
posterior proceso reconquistador y repoblador cristiano, pasando por
nuestros reyes, la nobleza y los señoríos, la vida cortesana, las
pugnas familiares, las guerras entre cristianos, los amores y
desamores. También retratan el mundo musulmán y el judío, así
como las relaciones entre cristianos y moros, sin olvidar los
aspectos religiosos (los monasterios, los peregrinos, los santos, los
portentos y las reliquias) y los socio-culturales (la justicia, la
cultura, las plagas y epidemias, los aragoneses allende las fronteras
y los aragoneses con personalidad), todo ello en el marco cronológico
que va del siglo VIII al XV.
Por otra parte, el presente trabajo
nació con vocación didáctica y, a pesar de las vicisitudes
sufridas, pretende tener también una aplicación didáctica, pues
gracias a las conclusiones extraídas hoy creemos estar en
condiciones de aportar resultados, aunque sea en otro momento y en
otro lugar, para su aplicación en el aula.
Originariamente, el trabajo consistía
en lograr que algunos profesores, en varios colegios e institutos,
recogieran con sus alumnos leyendas de sus respectivas comarcas para
trabajarlas en clase, y no fueron pocas las aportaciones recibidas
allá por el año 1982, pero los resultados obtenidos,
individualmente considerados, fueron escasos.
Se involucraron bastantes centros
educativos —a cuyos profesores y alumnos agradezco su inestimable
colaboración—, que no sólo hicieron una importante tarea
recopiladora sino que, además, trabajaron en las aulas con el
material conseguido. Sus aportaciones quedan patentes en cada leyenda
lograda por esta vía, que vienen a suponer un 4,8% del total de las
referencias, pues otras muchas propuestas no eran leyendas, se salían
del marco temporal de la Edad Media o ya habían sido fijadas en
algún tipo de texto escrito. A este grupo de narraciones recogidas
por vía oral en los centros hay que añadir las conseguidas
personalmente que no estuvieran publicadas o no tuviera constancia de
ello, lo que supone otro 8,6%, de modo que las 59 aportaciones
meramente orales a la obra suponen un 13,4% del total.
Todo esto significa que el 86,6% de las
narraciones que presentamos (antes o después, desde el siglo XIII
hasta el XX) ya se habían fijado en textos escritos, aunque muchas
veces hayan sido difíciles de detectar. La pluralidad de fuentes es
enorme, lo que nos obliga a reagruparlas:
De libros específicos sobre leyendas
se han tomado 55 referencias, lo que supone un 12,5% del total.
Un 0,4% (2 referencias) han sido
tomadas de manuscritos de los siglos
XII y XIII.
Un 0,9% (4) son leyendas incrustadas en
canciones de gesta.
Un 3,5% (16) han sido localizadas en
crónicas medievales de los siglos
XIII (5), XIV (9) y XV (2).
El romancero ha aportado un 1,4% (6
referencias).
En diversas historias generales de
España hemos hallado un 10,4% del total, 2 del siglo XVIII y 10 del
XX.
Diversos libros de historia sobre
Aragón han aportado el 18,2% del total de referencias: siglo XVI
(7), XVII (3), XVIII (44), XIX (8) y del XX (18).
Las historias de comarcas han
contribuido en un 6,5%, distribuidas así: siglo XVII (2), siglo XIX
(23) y siglo XX (4).
Las historias locales han supuesto un
11,1% de aportaciones: del siglo
XVIII (3), del XIX (8) y del XX (38).
En libros sobre historias personales o
familiares se ha recogido un 6,3%: del siglo XVII (2), del XVIII
(10), del XX (16).
En libros de temática general sobre
Aragón se han tomado 21 referencias, lo que significa un 4,7% de la
totalidad.
De libros generales atípicos, 2 (un
0,4%).
Las revistas, a pesar del enorme
esfuerzo de búsqueda, sólo han significado un 8,6%, 7 del siglo XIX
y 31 del XX.
Una fuente que a priori se vislumbraba
importante era el periódico, pero la realidad ha sido bien distinta,
pues la mayor parte de las leyendas presentadas ya habían aparecido
escritas con anterioridad en otros de los medios enumerados. Al siglo
XIX pertenecen 3 (un 0,7%) y al XX, 31 (un 7%) del total.
Como en el caso anterior, los programas
de fiestas han sido parcos en resultados, pues únicamente se han
tomado 3 referencias, un 0,7%.
Exactamente igual se puede decir de los
periódicos escolares, que han aportado 3 referencias (un 0,7%).
Por último, permítaseme abrir un
capítulo de varios, con 11 referencias o, lo que lo mismo, un 2,4%
de aportación.
Está claro, por lo tanto, que un
enorme porcentaje de las leyendas aragonesas de temática medieval, o
al menos las que en esta obra quedan recogidas —cerca de un 90%, un
86,6% exactamente— han alcanzado antes o después la letra impresa.
Ello quiere decir que, si pretendemos ampliar el 13,4% de las que no
lo han sido, a este esfuerzo, que ha sido grande, se debe sumar el de
todos, pues donde menos se espera puede aparecer una joya ignorada.
En este sentido, esta aportación queda abierta por inacabada.
Todos y cada uno de los textos
ofrecidos —unos conocidos, otros novedosos— son igualmente
queridos para el recopilador, que ha tenido que meditar sobre cada
uno de ellos (tarea en la que, en parte, han colaborado
Teresa Sas, del Instituto de Estudios
Altoaragoneses, y mi hija María) y proponer una redacción cuidada
para no perder datos e intenciones y ajustarlos todos a una medida
estándar, lo cual ha supuesto no pocas dificultades.
Pero no todas las leyendas han tenido
la misma fortuna en su devenir. Unas han pasado de puntillas en
libros apenas leídos, otras yacen enmascaradas en crónicas de los
siglos XIII al XV («Crónica de los Estados Peninsulares»,
«Chronica Adefonsi imperatoris», «Crónica de los Reyes de
Navarra», «Crónica de Pedro Valencia», «Crónica de Desclot»,
«Crónica de Muntaner», «Crónica latina de los Reyes de
Castilla», «Crónicas Anónimas de Sahagún», «Primera Crónica
General» y «De rebus Hispaniae» de Ximénez de Rada, entre otras),
textos de donde ha habido que arrancarlas. Unas son casi coetáneas
al momento al que se refieren, otras son muy posteriores, incluso de
pleno Romanticismo; unas son cultas, otras populares. No obstante,
todas pretenden dar sentido a hechos y situaciones concretos.
Un buen puñado de leyendas debieron
ser cantadas o glosadas por trovadores y juglares, puesto que, al
menos con certeza cuatro, dieron origen a canciones de gesta, y otras
tres con mucha probabilidad. De una canción de gesta del siglo XIV
nace, o ella misma da origen a la canción, la toma de Zaragoza por
Carlomagno y Roldán [leyenda 4] —a lo largo de los 1.410 versos
conservados—, con un argumento absolutamente fantástico. El conde
Bernardo de Ribagorza, que gobernó a principios del siglo X, dio
origen, asimismo, a un relato épico [21, 23], como lo orignaran el
sitio de Barbastro por los cruzados en 1064 (canción de 7.392
versos, de finales del siglo XII o comienzos del XIII, narración
fantástica donde las haya) [28], y la muerte de Sancho Ramírez ante
los muros de Huesca [95]. Prosificada nos ha llegado la canción de
gesta que narra la elección de Ramiro II como rey de Aragón [106],
mientras alcanzaba más fortuna a través de los siglos, en canción
de gesta redactada hacia 1224-1227, la famosa «Campana de Huesca»
[110]. Por último, un posible cantar de gesta narró el
enfrentamiento de Pedro de Ahones con el rey Jaime I y la muerte de
aquel noble [125].
Otras leyendas alcanzaron tal
notoriedad que dieron origen nada menos que a los cuarteles del
escudo de Aragón. La victoria de las tropas de García Jiménez en
Aínsa, estimuladas por la aparición de una cruz roja sobre una
encina [17], es una de ellas, como también lo es la cruz blanca
sobre fondo azul, cruz que alentó y guió a los guerreros de Íñigo
Arista en Araguás [22], mientras que las cuatro cabezas del tercer
cuartel representan a las de los jefes moros que quedaron segadas
tras la batalla de Alcoraz [37].
En torno a la religión, hoy podemos
recogernos en la iglesia de San Miguel de los Navarros zaragozana,
que recuerda la ayuda del santo en la reconquista de Zaragoza [48], o
podemos venerar a santo Dominguito de Val, asesinado por los judíos,
porque una luz cegadora delató dónde estaba enterrado su cuerpo
[212]. Por otro lado, aunque no fueron los únicos que se originaron,
los Corporales de Daroca se basan en una bella tradición legendaria
[301], como el importante «voto» que múltiples pueblos de Aragón
ofrecieron a los restos de san Indalecio traído desde al-Andalus
hasta San Juan de la Peña [320], mientras que el Santo Grial todavía
se puede venerar hoy en la seo valenciana, tras haber permanecido en
el monasterio pinatense y en la Aljafería [324, 325], y haber dado
origen a la célebre ópera Parsifal. Por fin, celebrado fue en toda
la Península, pero sobre todo en Portugal y en Aragón, el portento
obrado por santa Isabel de Portugal, la reina que naciera en el
palacio de la Aljafería, al trocar en rosas las monedas que no quiso
que viera su marido [350].
Importante para los aragoneses fueron
sus Fueros y el Justicia de Aragón, ambos fundamentados en una
narración legendaria [326], como lo es el famoso «Torico»
turolense [70], o el «Primer viernes de mayo» jacetano, que
conmemora anualmente la victoria del conde Aznar sobre los
musulmanes, ayudado por las mujeres jacetanas y por la Virgen de la
Victoria [19].
Por último, los amores de Manrique de
Lara, el «Trovador» prisionero de la Aljafería, inspirarían al
italiano Verdi su ópera «Il Trovatore», representada en todo el
mundo [162], mientras que otros enamorados, los
«Amantes de Teruel» se han convertido
en espejo mundial donde se miran quienes viven amores atormentados
[167].
Pero si estas y algunas otras leyendas
han alcanzado fortuna y fama, con la suma de todas las demás,
incluida la más modesta, es posible ensamblar una historia paralela,
aunque legendaria, del Aragón medieval, una historia menos fiel que
la tramada por otro tipo de fuentes, sobre todo las escritas, pero
mucho más jugosa, la historia que esbozamos a continuación.
1. UNA HISTORIA PARALELA A TRAVÉS DE
LAS LEYENDAS
1. LA CONQUISTA MUSULMANA
La presente historia comienza cuando un
grupo armado de musulmanes atraviesa el estrecho de Gibraltar para
apoyar a uno de los dos bandos políticos que se disputaban el trono
hispanogodo. En menos de diez años, la administración cambió por
completo y los musulmanes se extendieron como un reguero de pólvora
por toda la Península. Pues bien, nuestra historia, la tejida con
las trescientas cincuenta y nueve leyendas que siguen, ya nos reserva
una de ellas para estos momentos iniciales y no pequeña: el conde visigodo don Julián, a quien se le achaca el hecho de haber llevado
las conversaciones que facilitaron la entrada de los moros, estuvo preso de éstos en Loarre, donde murió y fue enterrado en terreno no
sacro por los cristianos en castigo de lo que para ellos fue una
traición [1].
Lo cierto es que la avalancha mora fue
imparable y todo lo que ahora es Aragón capituló o cayó en sus
manos por las armas en menos de diez años. De estos momentos, no
existen muchos testimonios escritos, ni siquiera de los cronistas
árabes, por eso son de agradecer algunos relatos legendarios que van
desde la profecía de san Valero, en el siglo IV, de que Castelnou
nunca sería invadido por los musulmanes, cuando éstos todavía no
existían, hasta los actos heroicos más diversos.
Sabemos, por las leyendas,
naturalmente, que Bestué, al norte de Aínsa, no fue conquistado nunca por los moros [3]; conocemos cómo se produjo el despoblamiento
y la huida de las gentes de Novillas antes de que llegaran los
soldados [5] o el despoblado de Saz, descubierto en el siglo XII
[15]; o el traslado de los habitantes de Centenero buscando seguridad
[10], así como la huida a las montañas del obispo de Zaragoza,Bencio, con todas las reliquias y objetos de valor de la sede, pocas
horas antes de que entraran en la ciudad los islamitas [8]. Algunas
poblaciones resistieron denodadamente y los cristianos dieron grandes
pruebas de valor y astucia colectiva e individual, cuales son los
casos de Trasobares [4], Belmonte (de Gracián) [6], Borja [7] o Daroca [9], aunque
al final acabaron sucumbiendo.
Capítulo aparte lo constituyen las
narraciones sobre la conquista de la Sarakusta mora por los ejércitos
de Carlomagno —episodio bélico en el que llega a intervenir hasta
el propio emir de Babilonia Baligante [2]—, y de la recuperación
de la levantisca Zaragoza por el califa Abderrahmán III, quien
nombró walí suyo a Abén Aire, cuya fama y aprecio llegaron a ser
tales que cuando Sarakusta pasó a manos de los cristianos, la
Zaragoza cristiana le dedicaría una calle, la de Bonaire [12], que
ha llegado hasta nuestros días.
2. RECONQUISTA Y REPOBLACIÓN
2.1. RECONQUISTA
El proceso de recuperación por los
cristianos de las tierras que los moros les habían arrebatado fue
lento y lleno de dificultades. Si las fuentes escritas son
relativamente abundantes en datos y nombres, las leyendas al respecto
son también muchas y bastante más jugosas en su información.
Sólo a través de la leyenda tenemos
conocimiento del nombre del primer almogávar que se echó al monte
para resistir y hostigar al moro: Fortuño de Vizcarra, en las
tierras quebradas de Roda [13]; o cómo el monasterio de San Pedro de
Tabernas —donde fueron a parar varios obispos a cuya cabeza estaba
el zaragozano Bencio— se convirtió en el primer núcleo organizado
de resistencia, desde donde se conectó con el mundo carolingio [16]
en busca de ayuda.
Las primeras y estimuladoras victorias
de los cristianos se centran en Aínsa, Jaca y Pueyo de Araguás. En
Aínsa, la portentosa aparición de una cruz roja sobre una encina
dio bríos a los hombres del rey de Sobrarbe, García Jiménez, y al
origen posterior de uno de los cuarteles del escudo actual de Aragón
[17]. En Jaca, la lucha por la reconquista se fragua entre amores
imposibles [18] —los de Waldo y Zaida—, con la intervención
armada de las mujeres jacetanas, así como la colaboración de la
Virgen que fue decisiva para asegurar la ciudad [19], más la ayuda
que prestara el conde Bernardo de Ribagorza al jacetano Galindo [21].
Muy cerca, en Araguás, cuando todo parecía perdido para los
cristianos sitiados, una cruz dibujada en el cielo permitió al rey
Íñigo Arista llegar con los refuerzos precisos para vencer a los
moros [22], proporcionando así motivo para un nuevo cuartel del
escudo aragonés de hoy: una cruz en campo azul celeste.
Se sublevaron los mozárabes de Torralba en pleno siglo IX y reconquistaron su terruño, aunque
efímeramente [20], mientras Bernardo de Ribagorza continuaba con sus
gestas de fábula tomando el enclave de Calasanz y ensanchando su
condado por el sur [23].
Por el oeste, Ramiro I y su hermano, el
castellano Fernando I, pugnaban por la estratégica plaza de
Calahorra, decidiendo jugársela en lucha personal entre el Cid y el
aragonés Martín González, que perdió [24]. Poco después caería
en manos cristianas Alquézar, donde fueron decisivos tanto la
valentía de una muchacha de Buera que dio muerte al walí [25] como
el arrojo de los hermanos Isarre, a los que distinguió Sancho
Ramírez [26], a quien, por cierto, vemos reconquistando
transitoriamente Ejea con ayuda de guerreros franceses [27].
La toma y ocupación de Barbastro, en
1064, cuya campaña motivara la predicación de la primera cruzada
conocida, nos ha legado varios relatos legendarios, algunos de ellos
encumbrados a la categoría de canción de gesta, como aquel que
trajo a los narbonenses y al propio rey Luis de Francia al puerto
marítimo barbastrense [28]; o la terrible matanza de moros mientras
buscaban el agua vivificadora del Vero [29]; o el relato que narra
cómo un moro traidor debió delatar al enemigo cristiano dónde
estaban las fuentes de agua de la ciudad, lo cual significaba
entregarla [30], o, por último, el rasgo humanitario del caballero
cristiano liberando a una esclava [31].
Si singular es la huida del señor moro
de Momagastre, que quedó sepultado bajo una enorme losa cuando
pretendía llevar consigo la imagen de la Virgen [32], curiosa es la
solicitud de ayuda de Sancho Ramírez a la Virgen en Biscarrués que
le condujo a la victoria en la inexistente batalla de Piedratajada
[33], o la toma de Monte Mayor que, por haber ocurrido en una noche
de luna llena, pasó a denominarse Luna [38]. Mientras, el Cid, que
dejaba huellas que llegan hasta hoy en Calanda donde se refugió
[40], era ayudado por Santiago en la conquista de Torrenublos, junto
a La Iglesuela del Cid [41], o por Pedro Ruiz de Azagra, el
albarracinense, en la toma de Valencia [45], o sus tropas se peleaban
con las de Pedro I de Aragón cerca de Peralta de Alcofea [39].
El cerco de Huesca, por su parte, fue
prolífico en detalles legendarios, encabezados por la muerte de
Sancho Ramírez [95] y la ayuda prestada por el caballero san Jorge
en la batalla de Alcoraz [36], pero no son menos interesantes los
relatos que nos hablan del recuento de guerreros famosos que había
en cada bando, lo que permitió a Pedro I predecir el triunfo de los
suyos al contar con uno más [35]; o las gestas de los hermanos
Mudiello a lo largo de la muralla oscense, que dieron origen al
linaje de los López de Gurrea [34], y la aportación de los bravos
caspolinos, en cuyo territorio quedaron las cabezas segadas de tres
de los cuatro reyes moros que perecieron en la batalla y que
quedarían inmortalizados en las tres y cuatro cabezas de los escudos
de Caspe y de Aragón [37], respectivamente.
Además de tomar Monzón, al parecer
con la ayuda traicionera de alguno de sus habitantes moros que dieron
la señal de ataque con una campana [44], los prolegómenos del cercode Sarakusta adquieren forma legendaria en Gallur, Rueda de Jalón y
Ejea. En la taifa de Rueda, tuvo lugar una alevosa traición del moro
Glafar [43], mientras la taifa de Gallur, gobernada por una mujer,
caía en manos cristianas [42], en tanto que Ejea era ganada por
Alfonso I el Batallador, con la ayuda de la Virgen y de los franceses
[46], victoria tan importante que le hizo merecer la reconciliación
con su esposa Urraca [98].
Por fin, le tocaba el turno a Zaragoza,
en cuyo asedio y posterior ataque Alfonso I se vio socorrido por los
navarros y éstos por san Miguel, lo que daría origen a la iglesia
de San Miguel de los Navarros actual [48]. El monarca aragonés
capituló las condiciones de la rendición con los moros zaragozanos
dando muestras de magnanimidad [49], aunque tuvo que soportar el
levantamiento de los mudéjares que quedaron en la ciudad que a
punto estuvieron de recuperarla para el Islam, lo que no consintió
la virgen del Portillo, que avisó del peligro a los guardianes
cristianos que estaban dormidos [47].
Tras la caída de Zaragoza, el
Batallador asedió y tomó Alagón guiado durante la noche por la luz
intensa que les producía la Virgen [50] y, poco después, Borja, que
cayó en sus manos a pesar del pacto que el alcaide moro había hecho
con el diablo [51, 52]. En Bijuesca, los islamitas a punto estuvieron
de recuperar el castillo, pero lo impidió la Virgen con sus ánimos
a los exhaustos cristianos [53]. Luego sitió Calatayud, tomó Tierga
—donde todavía aguarda un enorme tesoro— [62], reconquistó Maluenda [56] y se encaminó a Daroca, en cuyo asedio y toma destacó
Jaime Díez de Aux [57], población ésta que estuvo a punto de
perderse cuando, dormidos los centinelas cristianos, los moros fueron
descubiertos al despertarse aquéllos por los ruidos producidos por
una bandada de ocas [58]. Como puede verse, rodeado por las tierras
recién ganadas por Alfonso I, quedaba Zafadola en su reinecillo
taifal de Rueda, de modo que tramó y logró una espectacular huida a
Castilla [59].
El Batallador, sabedor de los refuerzos
almorávides que llegaban del Levante, les preparó concienzudamente
una celada en Cutanda [54] y con su victoria no sólo aseguró las
tierras que había ganado sino que pudo proseguir su camino
triunfante. Así entraron los cristianos en Lanaja, donde la hija del
alcaide se convirtió en toro al ser perseguida por el cristiano que
la amaba [55], se adueñó de buena parte de Los Monegros —destacando
el valor de los guerreros de Robres gracias al quitamiedos que
ingerían antes de cada combate— [346], y se apoderó de Alcañiz,
de donde huyeron al exilio muchos moros [60].
Y llega así el momento culminante de
la lucha por la importante plaza de Fraga, donde, en principio,
Alfonso I obtuvo una victoria parcial gracias al influjo de las
singulares reliquias que atesoraba en una arqueta que siempre llevaba
consigo [64], pero no aceptó la rendición de los fragatinos, a los
que pretendía vencer por completo por las armas o por las
imprecaciones de un monje [63]. Lo cierto es que, tras ser derrotado
y herido de muerte, tuvo todavía fuerzas para vencer a sus enemigos
en una batalla naval [104], y su muerte fue considerada por muchos
como un castigo de Dios [99].
Afortunadamente para los cristianos
aragoneses, la capital del Ebro resistió la contraofensiva
almorávide e incluso Ramón Berenguer IV reconquistaba Monreal del Campo, donde brilló con luz propia el darocense Sancho de Ravanera
[65]. A partir de ahí, ya en época de Alfonso II, se incorporan
Aguilar de Alfambra —valiéndose de un rebaño de cabras con teas
encendidas que pusieron en fuga al enemigo— [66], Camañas—conseguida por el señor de Alfambra como venganza a las
relaciones del alcaide moro con su propia mujer— [67] y Cretas,
cuyos habitantes eligieron a santa Pelagia como patrona por ser este
el día de la liberación [68]. Para entonces se habían hecho
famosos los guerreros de Alcorisa [69].
La toma de Teruel y su ubicación
actual, en el montículo donde apareció un toro entre cuyas astas
brillaba una estrella [70], constituyó otro hito importante en el
proceso reconquistador aragonés, aunque la ciudad estuvo a punto de
perderse por la traición de uno de sus jueces [71], pues se
aseguraba un punto estratégico. Así, por ejemplo, cayeron a
continuación Villel —gracias a la actuación heroica de una mujer—
[72] y Mora de Rubielos, cabiendo la duda si tras un asedio
prolongado [74] o por el matrimonio de la señora musulmana de Mora de Rubielos y del señor cristiano de Rubielos de Mora, ambos
profundamente enamorados [73].
Las últimas actuaciones
reconquistadoras de los cristianos aragoneses tuvieron lugar en
tiempos de Jaime I, que cercó Morés durante meses, pues no supo
cortar el aprovisionamiento de agua y pescado de los moros sitiados
[75], y la toma del castillo de Mallo, junto a Mosqueruela,
aprovechando la estratagema urdida en torno a la bella muchacha
Gracia [76].
Todavía, sin embargo, continuó la
pugna de los aragoneses contra los musulmanes fuera de los límites
de Aragón, como en Ibiza —de cuyo fracaso se culpó Íñigo Zaidín, que se retiró apesadumbrado a Monte Perdido [77], o en
Valencia, donde brilló el valor del darocense Hernando Díez de Aux
[79], sin olvidar al guerrero de Villafeliche que cada año iba a
luchar al Sur y que prometió construir, como hizo, un santuario a la Virgen si regresaba ileso [80].
Las acciones bélicas y
reconquistadoras de los aragoneses, como acabamos de ver, están
suficientemente representadas en este corpus legendario, explicando,
a su manera, alguno de los hechos acaecidos que son callados u
omitidos por otro tipo de documentación.
2.2. LA REPOBLACIÓN
Tras la conquista del territorio
quedaba una ingente tarea por hacer: repoblar, reconstruir,
organizar, administrar... Es cierto que en este terreno existen
muchas menos noticias, pero algunas hay.
Sabemos, por ejemplo, cómo los
cristianos que huyeron a las montañas pirenaicas en el momento de la
invasión construyeron, cerca de donde luego surgiría el monasterio pinatense, una ciudad de nueva planta, la de Pano, aunque no pudo
aguantar el primer ataque moro y fue arrasada hasta no quedar
vestigio alguno [81]. Asimismo, conocemos los pormenores de la
fundación de la villa de Acumuer, en el siglo IX, a cuyo municipio
se asignó el recién fundado monasterio de San Martín de Cercito
[82]. Y los casos de la repoblación de Suelves, cuyo señor (el marqués de Suelves) repartió
entre sus vasallos tierra para su supervivencia [84] y la
reconstrucción de Oliete tras su reconquista, con el hallazgo bajo una piedra de una imagen de la Virgen, que por eso se llamó del
Cantal [85].
Si lo que serían luego los términos
municipales fueron generalmente pactados por aquellos que estaban en
condiciones de hacerlo, generalmente reyes y señores, conocemos un
procedimiento mucho más cercano al pueblo y con intervención del
pueblo, cual es el caso de la delimitación de los términos de
Monzón y Binéfar encomendada a dos ancianas mujeres [83].
También tenemos un ejemplo de legado
territorial, el de la señora Martina Pérez de Lozano, quien, una vez
rechazado por el concejo de Binaced entregó su extenso patrimonio a
los frailes sanjuanistas [87].
Por último, la leyenda nos ha dejado
testimonio de la construcción de una importante obra de utilidad
pública que ha llegado hasta nosotros, la presa de Almonacid de la Cuba en el cauce del río Aguas, fruto de la ayuda militar pactada
por los hombres de Almonacid y de Belchite con Jaime I el Conquistador a cambio de su construcción [86].
3. EL MUNDO CRISTIANO
3.1. LOS REYES
Entre los reyes aragoneses hay algunos
absolutamente legendarios, inexistentes, pero sobre casi todos los
monarcas reales existen leyendas más o menos verosímiles. Los dos
tipos están representados en los relatos reunidos.
Entre los reyes fabulosos, nos
encontramos a un primer rey de Sobrarbe, llamado García Jiménez, al
crear el primer cenobio pinatense [253] y vencer a los moros a las
puertas de Aínsa tras aparecérsele una cruz roja sobre una encina
[17] y a Iñigo Arista en acción semejante ante el Pueyo de Araguás
[22]. También nos dice la leyenda que muerto el rey sobrarbense
Sancho García los nobles se reunieron para nombrar nuevo monarca y
pactaron con él [136], o que García Sánchez II otorgó a San Juan
de la Peña la heredad de Abetito [88], mientras que de Sancho
García, llamado Abarca,
tenemos dos versiones de cómo fue
arrancado del vientre de su madre, la reina, una vez que ésta fuera
asesinada por unos desalmados [89, 90].
Sobre Ramiro I tenemos varias noticias
legendarias, encabezadas por la que nos narra cómo debió el reino a
la defensa que hiciera de su madre, acusada de adulterio por su
propio hermano, al negarle ésta la montura de un caballo [91]. Luego
le veremos huir desnudo de Tafalla cuando el campamento aragonés fue asaltado por los hombres del rey de Pamplona, su hermano [92], y
peleará contra el hermano castellano, Fernando I, por la posesión
de Calahorra [24]. También nos aparece nombrando obispo de los
mozárabes zaragozanos al abad pinatense Paterno [93], para acabar
muriendo a manos de Sancho II de Castilla por haber dado cobijo a la
esposa de éste [94].
A su hijo y sucesor, Sancho Ramírez,
lo hallamos varias veces: distingue a los hermanos Isuerre por sus
acciones bélicas en la toma de Alquézar [26], es apoyado por
guerreros franceses en la efímera reconquista de Ejea [27], se
adentra en solitario en terreno enemigo y rescata la virgen de
Trasobares que llevará a Siresa [255], solicita ayuda a la Virgen
para que le valga en la batalla de Piedratajada [33] o asedia y
conquista la plaza de Monte Mayor, o sea, Luna [38] y de Monzón
[44], desterrando de Navarra a los Esparza [141] y de Aragón al
noble García Aznárez por haber asesinado a Céntulo de Bigorra
[138], aunque éste se ganará su perdón cuando llevó a San Juan de
la Peña los restos de san Indalecio [320]; o para acabar muriendo
frente a los muros de Huesca [95], ante los cuales hace jurar a los
suyos de que acatarán a su hijo Pedro I.
A Pedro I lo vemos ante las murallas de
Huesca cuando manda hacer recuento de efectivos [35], premia el valor
demostrado por los hermanos Mudielo [34], o levanta el destierro a
Maza que acude a ayudarle con una nueva arma [140]. Sabemos de él en
la batalla de Alcoraz, cuando recibiera la ayuda de san Jorge [36] o
recompensara a los caspolinos por su arrojo [37]. Cambiando de
escenario, lo hallamos en el asedio y toma de Monzón [44] y, cerca
de allí, en Peralta de Alcofea, enfrentándose en una escaramuza al
Cid [39]. Pero también es humano cuando acude a San Miguel in
Excelsis para ser curado de una grave dolencia [96].
La riqueza legendaria sobre Alfonso I
el Batallador es variada y rica en matices, pues no en vano fue uno
de los personajes más populares de la Europa del momento. Ya siendo
niño se hizo rodear de una escolta personal de chesos que le
acompañarán toda la vida [97]. Como soldado, que conoce las
características de todos sus hombres [346], lo vemos en la conquista
de Ejea [46], de Zaragoza [47, 48, 49], de Alagón [50], de Borja
[52], de Maluenda [56], de Daroca [57], de Tierga [62] y de Alcañiz
[60], y prepara concienzudamente la celada que le condujo a la
importante victoria de Cutanda frente a los almorávides [54], e
incluso a una primera victoria sobre los fragatinos [64], ante
quienes fue derrotado [63], aunque luego, herido de muerte, vencería
en una fantástica batalla naval [104].
Aunque se reconcilió con su mujer,
Urraca, tras la toma de Ejea [98], la encerró en El Castellar [156]
y en Soria [100] y acabó divorciándose de ella [103], vengando su
propio honor en Candespina [102], pero nada tuvo que ver el fracaso
de su matrimonio en la pretendida homosexualidad que le achacaron sus
enemigos [105]. Antes de su muerte, que fue considerada por algunos
como un castigo de Dios por haber sido negligente con él [99], tuvo
que sufrir el oprobio de verse vencido en Soria por la Varona [101].
Lo cierto es que su fama hizo que muchos años después de su muerte
apareciera un falso Alfonso I, durante la minoría de edad de Alfonso
II, que creó no pocos problemas sociales y políticos [113].
La trama legendaria nos presenta a
Ramiro II siendo elegido rey en Monzón por los nobles frente a Pedro
Taresa [106] y obligado a casarse con doña Agnés para dotar al
reino de un heredero [107]; unos nobles y guerreros que se burlan de
él cuando monta armado a caballo [109] y de los que se toma cumplida
venganza, dando origen a una de las más famosas leyendas de la
historia, la de la Campana de Huesca [110]. Pudo huir ileso de la
trampa que le tendiera en Pamplona García Ramírez [108] y llegó a
enfrentarse con éxito a Roldán, un descendiente del famoso Rolando
carolingio [111], antes de morir en Echo de manera accidental durante
una cacería [112].
A la reina Petronila, siendo todavía
menor de edad, la encontramos dando su conformidad a doña Toda
Ramírez para que fundara el monasterio de Trasobares [257], y a su
marido, el conde barcelonés Ramón Berenguer IV, en la reconquista
de Monreal del Campo [65].
El escenario en el que vemos a Alfonso
II es, naturalmente, el de la actual provincia de Teruel. Está en el
asedio de Aguilar de Alfambra, en cuya fortaleza entra tras un rebaño
de cabras con los cuernos en llamas [66], y entra triunfador en
Cretas el día de santa Pelagia [68], pero su acción más importante
se desarrolla ante Teruel [70], donde tuvo que actuar con celeridad
para castigar al juez que estuvo a punto de entregar la ciudad al
enemigo [71]. Por otro lado, los defensores del castillo sarraceno de
Mora a punto estuvieron de disuadirle para que levantara el cerco
cuando arrojaron por los muros todo tipo de vituallas, como indicando
que podrían resistir indefinidamente [74], aunque no les sirvió la
estratagema y la plaza pasó a poder del monarca aragonés. Por
último, lo hallamos nombrando barón de Escriche al valiente que
logró librar a la comarca de una terrible fiera que tenía
atemorizados a todos [144]. En cuanto a su mujer, la reina Sancha, de
quien se decía que estaba enamorada en secreto del rey castellano
Alfonso VIII [155], la hallamos fundando el monasterio de Sigena
[259].
Pedro II no ha sido excesivamente
afortunado con las leyendas, pero conservamos una que muestra el
carácter del monarca, cuando urdió una estratagema para no ser
coronado por el Papa con los pies, pues hizo amasar una corona con
miga de pan lo que obligo al pontífice a tomarla con las manos
[114].
Sin embargo, Jaime I el Conquistador ha
visto enriquecer su ya bien documentada biografía con abundantes
relatos legendarios que comienzan antes incluso de su nacimiento,
puesto que, según la tradición, fue concebido merced a una treta
palaciega [115]. Siendo todavía niño, recibe su primera espada en
Monzón [118], a la que luego añadiría las espadas Villardell [120]
y Tizona, heredada ésta del propio Cid [119]. Hombre cultivado por
sus preceptores templarios tanto en las artes marciales como en las
letras, pronto asistimos a su estreno con las armas luchando contra
Rodrigo de Lizana en favor de don Lope de Albero, desde entonces
incondicional apoyo [165], o imponiendo su autoridad ante el díscolo
Pedro Ahones [125], a la par que observamos las buenas relaciones con
el duque de Híjar de quien será huésped su hija María [157].
Se distinguió don Jaime I en completar
la reconquista aragonesa y aun en sumar a su corona otras tierras, de
modo que tenemos noticias legendarias de la incorporación de los
reinos de Monzón y Pomar al vencer a sus sobrinos [116], o ganando
Morés tras larguísimo asedio [75] y el castillo del Mallo [76],
cercano a Mosqueruela, villa ésta a la que convirtió en sede
veraniega de la corona [124]. Luego le veremos intentando recuperar
Ibiza, donde su íntimo amigo de la niñez Íñigo Zaidín fracasó
como jefe de la expedición [77], y recibiendo al rey moro valenciano
Abu Zeyt como aliado [78], para acabar conquistando Valencia [79].
Por cierto que, antes de esta importante expedición, a punto estuvo
de morir a causa de una misteriosa enfermedad en Teruel, de la que se
salvó gracias a unas sopas de ajo [117]. Pero no sólo guerreó,
sino que también repobló la tierra adentro, cual es el caso de la
construcción de la presa sobre el río Aguas en Almonacid [86] a
cambio de ayuda militar en la huerta levantina.
Fue hombre cultivado y sensible —por
eso castigó a su trovador que había destrozado las vasijas de un
ceramista que tarareaba una canción suya [158]— y bastante
religioso, por lo que podemos verle regalando una preciada espina de
la corona de Cristo al monasterio de Samper [322] o un relicario
personal a la virgen de la Huerta de Magallón [321]. Asimismo, hace
donación de la imagen de la Virgen que llevaba siempre en su silla
de montar a las gentes de Lagueruela [121] o se hace cofrade de la de
los Ángeles en Albentosa [123], pero su principal devoción mariana
era, sin duda alguna, la virgen de la Alegría del Monzón de su
niñez, de manera que hizo colocar una réplica exacta en la catedral
de Barcelona [122]. Por todo eso no encaja mucho el hecho de haberse
jugado la plaza de Petilla con el rey navarro [126].
Pedro III —hijo de don Jaime I y doña
Violante de Hungría y padre de santa Isabel de Portugal— nos es
mostrado como un valiente tanto cuando desafía a un dragón en
solitario en el monte Canigó [127], como cuando acepta el reto de
vengar a Conradino de Sicilia [128] y acude rodeado de peligros y
enemigos a la justa de Burdeos [129]. Pero también es magnánimo al
perdonar a Pedro Martínez de Bolea, quien, actuando por su cuenta,
pactó con el rey de Castilla evitando una guerra segura [349]. De
cuando en cuando iba a su palacio de Tarazona que tanto gustaba a su
mujer, la reina Constanza, donde tuvo lugar el drama amoroso entre la
turiasonense Clara y Manfredo, el paje siciliano de ésta [180].
De sus hijos Alfonso III y Jaime II no
abundan las noticias legendarias, pues sólo conocemos lo acontecido
en Chipre a los embajadores del segundo cuando fueron a procurarle
una esposa [130].
Si la leyenda pasa de puntillas sobre
Alfonso IV, no ocurre lo mismo con su hijo Pedro IV el Ceremonioso, a
quien vemos nombrar como primer conde de Luna a don Lope de Luna, que
le había ayudado a luchar contra los unionistas [146], intervenir en
la pugna entablada entre los Urrea y los Cornel en Zaragoza [169], o
abolir los fueros turolenses tras la traición del juez que permitió
la entrada de los ejércitos castellanos en Teruel [178]. Pero
también sabe recompensar a los herederos de los hermanos Gombalte,
que fueron inmolados por el alcaide de Bueña antes que entregar la
plaza a Pedro I el Cruel de Castilla [177], en la lucha que durante
años mantuvo con éste.
De los hijos del Ceremonioso, don Juan
I pasa desapercibido por nuestras páginas y Martín I el Humano nos
aparece como responsable del traslado del Santo Grial de San Juan de
la Peña a la Aljafería zaragozana [324] y del agua que se convirtió
en sangre en Cimballa al monasterio de Piedra [309].
El primer monarca de la casa
castellana, Fernando I de Antequera, no sólo tuvo que luchar
directamente en el campo de batalla contra su opositor, el conde de
Urgell, sino que estuvo a punto de ser envenenado por la condesa
[131]. No fue así, y le vemos nombrando confesor suyo a fray Vicente
Ferrer, su gran valedor en Caspe, tras enterarse de cómo había
logrado impedir que los diablos se acercaran a esa ciudad durante las
deliberaciones de los compromisarios [288].
De Alfonso V sabemos que nació entre terremotos y espanto [132] o cómo su mujer, la reina María, lloraba
su prolongada ausencia italiana [161], pero también lo vemos en
Teruel interviniendo para poner fin a las sempiternas luchas entre
los Muñoz y los Marcilla [173, 330], incluso recortando los fueros
turolenses, o accediendo a que se trasladara el cadáver de Benedicto
XIII desde Peñíscola a su villa natal, Illueca [316].
No tuvo mucha más suerte Juan II, pero
aún le podemos ver encerrando en Mallén a su hijo Carlos, el
Príncipe de Viana, que logró evadirse de la prisión [163], y
conocemos al soldado Juan Miguel, que marchó a la guerra con el rey
[186] y todavía le espera en Acumuer Martina, su prometida. Pero
mayor repercusión tuvieron dos milagrosas curaciones de la virgen
del Pilar, la de su mujer, la reina doña Blanca [160] —en cuyo
honor instituyó la Orden de la Banda— y la de su nieto, hijo de
don Alonso de Aragón, conde de Ribagorza [153].
Por fin, de Fernando II el Católico
sabemos, por ejemplo, que fue engendrado en El Frasno [133], armado
caballero de María, poco antes de dirigirse a la conquista de
Granada, en Castejón de las Armas [134], y salvado de la muerte por
la virgen del Pilar [135].
A través de este repaso de urgencia,
vemos cómo la imaginación popular ha tratado de explicar algunas
sinrazones y no pocos hechos que carecían de sentido desde la
ignorancia. Pero también observamos, en ocasiones, noticias
premeditadas de cronistas del bando contrario que pronto se
convirtieron en leyenda, pues muchas de las invenciones se
escribieron en crónicas coetáneas con claras intenciones,
generalmente descalificadoras. No obstante, por ser leyendas no dejan
de tener su porqué y su para qué.
3.2. LA NOBLEZA Y LOS SEÑORÍOS
Pero no sólo los reyes aragoneses
dieron origen a esta trama legendaria, enormemente jugosa, divertida
unas veces o cruel otras. También la nobleza y sus señoríos, todo
un régimen social y político característico del antiguo régimen,
desempeñaron un papel estelar.
Sabemos, por ejemplo, cuándo tiene
lugar su nacimiento, tras la muerte del cuarto rey de Sobrarbe,
Sancho García, y del quinto conde de Aragón, García Aznar. En
torno a San Juan de la Peña, donde estaban refugiados, los guerreros
más influyentes creyeron llegado el momento de cambiar el rumbo de
los acontecimientos y para ello decidieron nombrar de entre ellos a
doce barones, en quienes recayó el gobierno del territorio, con lo
que dieron origen a los «seniores», poco después llamados
«ricos-hombres», germen de la nobleza aragonesa [136].
Conocemos, asimismo, el origen de
algunas de las casas y familias de nobles aragoneses, como la de los
Aysa, en las montañas de Jaca [137]; la de los Esparza navarros, en
tiempos de Sancho Ramírez [141]; o el influyente linaje de los Maza,
nacido junto a los muros de la Huesca sitiada por Pedro I [140].
Asistimos al nacimiento de la baronía de Escriche, cuando Alfonso II
nombró primer barón al valiente que libró a la comarca de una
terrible fiera [144], y al alumbramiento del condado de Luna, merced
de Pedro IV a don Lope de Luna por la ayuda que le prestara con sus
soldados frente a los coaligados unionistas [146].
Somos testigos del vasallaje que Pedro
Ruiz de Azagra hiciera del liberado feudo de Albarracín a Santa
María [143], y también de algunas actuaciones negativas, como el
asesinato que García Aznárez cometiera en la persona de Céntulo de
Bigorra, que le valió ser desterrado por Sancho Ramírez [138], o la
cruenta muerte del barón de Espés durante uno de sus frecuentes
viajes a Obarra [139]. Terrible fue, asimismo, el comportamiento del
señor de Sástago cuando asesinó al abad del monasterio de Rueda
para solventar las diferencias existentes entre ambos [147], y
trágica la muerte del conde Artal, a la sazón señor de Mequinenza,
por tratar de abusar de una muchacha [149]. Noticias tenemos del
marqués de Ayerbe y de su palacio [150], así como de la burla que
vivió el prócer por parte de las gentes de la villa por su vil
comportamiento [151].
Y es que los problemas de algunos
señores con sus súbditos fueron frecuentes, cual es el caso del
enfrentamiento del de Nonaspe con los suyos [142], o la bella
historia de amor que se teje al calor de una revuelta campesina que
dio origen al nombre de la villa de Maella [148], así como la
precipitada huida del señor de Fabara ante las protestas del pueblo
por sus constantes vejaciones y tiranía [152].
Los relatos legendarios nos hablan
también de algunos hechos singulares como, por ejemplo, la milagrosa
salvación de don Pedro Fernández de Azagra, señor de Albarracín,
que salió indemne tras perderse durante una noche tormentosa por las
cercanías del monasterio de Piedra [145]; o lo sucedido al hijo del
conde ribagorzano Alonso de Aragón, hijo del rey Juan II, que fue
salvado in extremis por la propia virgen del Pilar cuando ya los
médicos lo habían dado por muerto [153].
Podemos seguir, por fin, la actuación
de un trovador en Barbastro en la pequeña corte del conde de Entenza
[164].
3.3. LA VIDA CORTESANA
Poseemos interesantes informaciones
tanto de la corte real como de los salones de algunos señoríos, en
los que las mujeres constituyeron un foco de atención primordial.
Ese es el caso de la condesa ribagorzana Ava, a la que hallamos en
Castilla donde, tras apasionadas escenas de amores y desamores, entra
en connivencia con el propio Almanzor [154]; o sabemos de la amistosa
acogida que el duque de Híjar dispensara en su palacio a María,
hija de Jaime I [157]. También conocemos con cierto detalle el
exilio de la princesa aragonesa doña Blanca en la corte
albarracinense, donde no sólo fue muy querida sino donde ha dejado
una imperecedera huella legendaria que llega hasta hoy, puesto que
todavía se puede ver su leve figura en las noches limpias de
plenilunio [159].
Varias reinas se asoman también a las
páginas legendarias. La que más huella ha dejado es, sin duda
alguna, la castellana y controvertida doña Urraca, esposa de Alfonso
I el Batallador, a la que vemos confinada por éste en El Castellar,
desde donde caminaba a Ejea por un larguísimo túnel
[156] y donde se reconcilió con su
esposo tras tomar el rey la villa [98], para encontrarla de nuevo
enclaustrada en Soria [100] antes de solicitar el divorcio [103].
Conocemos, asimismo, las desventuras de doña Sancha, mujer de
Alfonso II y fundadora del real monasterio de Sigena, a la que muchos
creían enamorada en silencio del rey castellano Alfonso VIII, aunque
jamás le declaró su amor [155]. Más tarde advertimos la grave
enfermedad y curación milagrosa de doña Blanca de Navarra, quien
peregrinó a Zaragoza para dar gracias a la virgen del Pilar por
haberle salvado la vida y
donde instituyó en su honor la Orden
de la Banda [160]. Vemos, por fin, a la queridísima reina María
llorando la prolongada ausencia de su esposo, el rey Alfonso V [161].
Desde la leyenda, podemos asistir a las
desventuras y vicisitudes amorosas del noble Manrique de Lara, el
famoso trovador prisionero en la Aljafería, que llegaría a su
consagración definitiva a través de una famosa ópera [162], a la
par que vemos encarcelado por su padre Juan II, en Mallén, al
Príncipe de Viana, si bien logró fugarse con sus bienes merced a la
ayuda de sus incondicionales [163].
Podemos oír, por fin, las melodías de
los trovadores que van de corte en corte, de modo que al famoso
juglar de la Aljafería se le unirá el que en Barbastro actúa para
el conde de Entenza, de cuya hija se enamora locamente hasta morir
[164]. E incluso asistimos al castigo impuesto por Jaime I a su
trovador por haber destrozado éste las vasijas de un ceramista
porque entendía que tarareaba mal sus tonadas [158].
3.4. LAS PUGNAS FAMILIARES
En este mundo cortesano, fueron
frecuentes las pugnas entre familias de abolengo, de modo que el
monarca se vio obligado a intervenir en múltiples ocasiones para
tratar de imponer la paz entre ellas. No es extraño, por lo tanto,
que Jaime I hiciera sus primeras armas luchando contra Rodrigo de
Lizana que había atacado injustificadamente a don Lope de Albero
[165].
Los Albir y los Frago dirimieron con
las armas sus diferencias en Magallón hasta terminar su contienda en
drama, cuando Juan Albir fue muerto en la misma ermita de la Virgen,
que acabó huyendo a los montes de Leciñena, donde se apareció a un
pastor [166]. Los Segura y los Marcilla, dos importantes familias
turolenses, turbaron la paz de la ciudad durante años, finalizando
en tragedia los amores de Isabel y Diego, inmortalizados para siempre
por la leyenda como los «Amantes de Teruel» [167]. También en
Teruel lucharon los Marcilla contra los Muñoz, lo que dio origen a
unos segundos «amantes», a la par que para sofocar el conflicto se
viera obligado a intervenir el propio rey Alfonso V [173].
Existen todavía más casos de
enemistades, y así podemos ver a los Luna y los Urrea, enfrentados
por la cuestión sucesoria al trono, ensangrentando el solar
aragonés, como cuando Antón de Luna cortó la mano al obispo García
de Zaragoza [171] o cuando tras matar el mismo don Antón
—defensor del conde de Urgell— al
arzobispo de Zaragoza, Pedro de Urrea le presentó batalla campal
junto a la Zuda cesaraugustana [172] obligándole a huir.
Los Urrea, una vez más, y los Cornel
lucharon a muerte en Zaragoza y sus alrededores debido a la fuga
perpetrada por los amantes Brianda de Luna y Luis Cornel, hasta que
Pedro IV llevó el caso ante las mismas Cortes del reino [169].
Con final más feliz acabaron las
desavenencias de dos muchachos de familias rivales de Pedrola pues,
tras perdonar la vida uno de ellos al otro, fueron a dar gracias a la
Virgen [168], hecho que todavía se conmemora hoy en la localidad,
como se recuerda con simpatía en Montalbán el enlace de una
muchacha y un joven de familias antagónicas, tras fingir ella que
estaba loca [170].
3.5. LA GUERRA ENTRE CRISTIANOS
Pero además de las pugnas internas
entre familias rivales, las leyendas nos han transmitido abundantes e
impresionantes testimonios del enfrentamiento entre los castellanos y
los aragoneses en la llamada «guerra de los dos Pedros», Pedro IV
el Ceremonioso de Aragón y Pedro I el Cruel de Castilla.
A lo largo del recorrido del ejército
castellano —que se adueñó de parte de las Comunidades de
Calatayud, Daroca, Albarracín y Teruel—, encontramos hitos
señalados, como, por ejemplo, la victoria aragonesa en Fuentes de
Jiloca, donde las mujeres de la localidad sorprendieron a los
invasores [174]. Luego asistiremos al asedio de Daroca, en cuya
defensa tuvo una participación destacada Miguel de Bernabé [175],
el alcaide de Báguena, que poco después prefirió morir abrasado
entre los muros de su castillo antes que rendirse al invasor [176].
En el camino hacia Teruel, las tropas
de Pedro I el Cruel hallaron resistencia inusitada ante la fortaleza
de Bueña, a cuyos pies murieron los hermanos Gombalte por negarse su
alcaide a entregar la plaza, lo que motivó el reconocimiento de
Pedro IV a los herederos de los hermanos sacrificados [177]. Poco
después, el juez de Teruel abrió el «Portal de la Traición» a
los castellanos que dominarían la ciudad durante varios años [178].
3.6. AMORES Y DESAMORES
Para finalizar este repaso de urgencia
a las vivencias legendarias del mundo cristiano medieval aragonés,
antes de adentrarnos en el musulmán y el judío, señalaremos unas
historias de amores y desamores, alguna de las cuales finalizó bien,
como les ocurriera a los enamorados de Montalbán [170], e incluso
otras están todavía por terminar, como en el caso de Martina, que
todavía espera en Acumuer a que regrese su Juan Miguel, que se fue a
la guerra a luchar al lado de Juan II [186], pero, por regla general,
la tragedia fue el denominador común.
Recordemos los dramas amorosos en los
que estuvieron mezcladas las familias turolenses de los Marcilla con
los Segura [167] y con los Muñoz
[173] y las tormentosas relaciones por
cuestión semejante entre los Urrea y los Cornel en Zaragoza [169].
Pero también asistimos al desenlace borrascoso provocado por los
celos de Alfonso de Barbastro que le llevaron a la cárcel [179], o a
la muerte del paje siciliano Manfredo que murió en Tarazona a manos
de su despechada enamorada, la turiasonense Clara [180].
En Teruel, la joven doña Elvira costeó
las obras de un nuevo puente sobre el río Guadalaviar, que todavía
está hoy en pie, para no tener que atravesar el entonces existente
en el que fue asesinado su marido por un enamorado celoso [181].
Constancia queda en una oquedad del monasterio de Piedra de los
cuerpos inertes de Flor y su amante, muertos por el marido de
aquélla, el señor de Castro de Malavella, don Arnaldo [182].
Sabemos, asimismo, de las desventuras
amorosas de Berenguer de Azlor y Aldonza de Entenza que, como en el
caso de los amantes turolenses, fueron enterrados juntos en la
iglesia de Montalbán [183].
También murió por amor la hija del alcaide del castillo de La Fresneda a manos de los arqueros de su padre [185].
También murió por amor la hija del alcaide del castillo de La Fresneda a manos de los arqueros de su padre [185].
Por otra parte, la hija del señor de
Sos del Rey Católico todavía vaga por los contornos de la villa por
haber faltado al juramento de fidelidad a su prometido mientras éste
luchaba contra los moros para tratar de hacer fortuna [184], mientras
en Blecua tenía lugar un singular drama fruto de la costumbre de los
padres de comprometer el matrimonio de sus hijos. En efecto, una
muchacha de la localidad no aceptó como marido al joven que sus
padres le habían destinado enamorándose de otro y, tras aparecer
muertos por el candidato despechado, fueron enterrados en tumbas
cercanas, entrelazándose poco después las ramas de los rosales que
nacieron en sus cabeceras [187].
4. EL MUNDO MUSULMÁN
Aunque no con tanta abundancia como en
el caso de los aragoneses cristianos, también nos ha quedado
constancia legendaria de los aragoneses musulmanes, a quienes poco
después de la conquista ya los vemos buscar los tesoros escondidos
por los cristianos en su precipitada huida, cual es el caso de la
Muela de San Juan, junto al actual pueblo turolense de Griegos [188].
Y es que el de los tesoros es un tema recurrente en las relaciones
entre ambas comunidades.
Así, por ejemplo, antes de pasar a
manos cristianas el castillo de Ayerbe, los sarracenos escondieron un
tesoro para el día que regresaran [194], como hiciera Alí Mohal,
que peregrinó con el suyo desde Valencia hasta Monreal, quedando
enterrado con él [197]. Exactamente igual hicieron los moros de
Castellote quienes, ante la inminencia de la conquista cristiana,
escondieron sus riquezas en la montaña Cañarda [199], tal como
hicieran la reina mora de Cañart [201] y los habitantes de El
Castellar en su huida hacia Castejón de Valdejasa [209]. También
sabemos de la mora codiciosa de Siresa que vagaba por los bosques
atesorando riquezas [207] o cómo Mustafá de Monreal que, aunque se
quedó a vivir como mudéjar esperando tiempos mejores, jamás reveló
dónde había escondido el suyo [230].
Comentario aparte merecen algunas
mujeres agarenas que se retiraron en soledad a esperar el regreso de
los suyos, regreso que nunca se produjo, como le ocurriera a la mora
de Guadalaviar que aún confía en la vuelta de su guerrero [200], o
la mujer musulmana que vagó de valle en valle buscando a su
enamorado hasta dar con su cuerpo muerto [206], o la reina mora de
Rasal que todavía confía en el retorno de su marido [208].
Por otra parte, es normal hallar
noticias legendarias de moras encantadas que suelen narrar historias
de convivencia pacífica, siendo casi siempre aceptadas con cariño y
asombro por los cristianos que las contemplan, excepto en el caso de
la mora de Bastarás, que tenía atemorizados a todos los pastores de
la comarca [203]. Preciosa es la historia de la joven y bella
islamita que decidió vivir sola en la actual Basa de la Mora, cerca
de Saravillo, hastiada por las continuas luchas entre los hombres
[202] y que muchos dicen verla aún en el fondo de aguas limpias del
ibón, como enternecedora es la historia de la mora encantada de
Sallaón, en El Grado, que se unió a un cristiano y ambos todavía
mantienen limpios los pozos de agua [204]. Aún recuerdan en Sena la
siempre joven mora que tendía la ropa limpia al sol, aunque nunca
era vista de día [236].
Como en el lado cristiano, no es
difícil hallar referencias legendarias acerca de problemas
cortesanos, cual es el caso del gobernador moro de Zaragoza
permanentemente rechazado por la darocense Salima, a la que mandó
enterrar viva por despecho y aún pide venganza en ocasiones desde la
muralla [189]. Vemos, asimismo, a la inmensamente rica reina mora de
Guarrinza, pero aislada de los suyos en pleno Pirineo [190].
Sabemos con cierto detalle, por otro
lado, de las tres hijas del rey moro de Sarakusta que huyeron a
Francia para librarse de su padre, si bien murieron heladas bajo la
nieve, siendo delatadas hoy por la montaña de las Tres Sorores
[191]. También huyó Aixa, subyugada por su padre, el rey de
Albarracín, que buscó la libertad, aunque una hechicera la
convirtió en fuente cerca de Frías [193].
Entrañable es la historia de amor
entre el joven príncipe Abenracín y Zaida, hija del señor moro de
Cella, de cuyo romance nos queda hoy, según la leyenda, el acueducto
que toma sus aguas en el Guadalaviar [192]. Como fruto de la pugna
amorosa por la hermosa Zoraida podemos admirar ahora las torres de
San Martín y San Salvador de Teruel levantadas por sus dos
pretendientes [205].
Por fin, noticias tenemos de
Abdelmelic, señor de la taifa de Albarracín, que sufrió un
atentado en casa del alcaide de Alacón, su cuñado y vasallo, por lo
que recibió un castigo ejemplar [196], como poseemos datos acerca de
las revueltas internas que tuvieron lugar en Zaragoza poco antes de
su reconquista, entre los que destaca la que protagonizó uno de sus
prohombres, Zila [198].
5. EL MUNDO JUDÍO
Respecto al mundo judío, son
frecuentes los intentos de conversión a la fe católica,
fundamentalmente por parte de fray Vicente Ferrer, a quien
encontramos en su tarea evangelizadora en Daroca [216] o en Zaragoza,
donde logró convencer a un afamado rabino [217], si bien en
Calatayud fue apedreado por toda la población, incluida la
cristiana, lo que le condujo a predecir que la ciudad sería inundada
por los ríos que allí se juntan, el Jalón y el Jiloca, aunque san
Íñigo salió en defensa de los bilbilitanos [215].
Las relaciones entre católicos y
hebreos no fueron excesivamente cordiales a juzgar por las leyendas
que nos son conocidas. Así, por ejemplo, Juan, herrero que trabajaba
en la construcción del monasterio de Veruela, se vio rechazado por
una bella judía de Trasmoz, lo que le llevó a quitarse la vida
[211], pero más grave fue el incidente ocurrido en la aljama
zaragozana, cuando los hebreos asesinaron a Dominguito de Val, cuyo
cuerpo, ocultado por aquéllos, fue delatado por una luz fantástica
[212]. Asimismo, el monasterio de San Miguel de Foces fue totalmente
arrasado por mandato de un judío despechado porque los monjes no
quisieron acudir en ayuda de su hija [213, 214]. No es extraño,
pues, que los miembros de esta minoría religiosa fueran expulsados
de algunas poblaciones, como ocurriera en Tamarite, donde se reclamó
la presencia para ello del propio Cid [210].
6. RELACIONES ENTRE CRISTIANOS Y
MUSULMANES
6.1. RELACIONES AMISTOSAS
Entre las comunidades cristiana y
musulmana hubo trato constante, siendo abundantes los casos de
tolerancia y comprensión mutua. Así, por ejemplo, vemos al alcaide
moro de Peralta de la Sal permitiendo que los mozárabes de la
localidad siguieran venerando a la Virgen, a la que incluso invocó
su propia mujer en más de una ocasión [218]. Por su parte, los
cristianos de Graus facilitaron que el antiguo alcaide musulmán y su
hija Zoraida siguieran viviendo entre ellos, llorando amargamente la
muerte de ambos [221], aunque más
sorprendente parece el hecho de que el
propio Almanzor consintiera que los cristianos de La Almunia de Doña
Godina veneraran públicamente a la Virgen [223] o que, en Langa, la
imagen de la Virgen en cuya ermita se había cometido un crimen
eligiera la casa del moro Tocón para buscar refugio [229]. Pero
todavía es más llamativo el hecho de que una mora de Borja,
preocupada por la incurable enfermedad de su hijo, decidiera
peregrinar hasta la ermita de la virgen de Salas de Huesca, donde
alcanzó la curación [232].
Ejemplos de relaciones amistosas
existen varios, como el de la mora encantada de Aquilué que peinaba
todos los días a una señora cristiana [233] o el contrario, el de
la mujer cristiana de Rasal que hacía lo propio con la esposa de un
ganadero mudéjar [234], aunque más singular es la actitud del
pastor cristiano de Luesia que llevaba todos los días leche a una
mora solitaria [238]. En este clima no es de extrañar, por lo tanto,
alguna conversión, como le ocurriera a un alfaquí zaragozano [235].
Abundantes son, por otra parte, las
relaciones amorosas entre miembros de ambas comunidades, relaciones
que no siempre tuvieron el resultado feliz de Zoma, el alcaide moro
de Daroca, con la cristiana María [219], de Zaida de Cella con el
conde cristiano Hernando [224], del joven cristiano de Tarazona que
se fue a vivir con una mora encantada [225], o de la bella mora de
Ricla y su enamorado cristiano que decidieron olvidar de sus
respectivas religiones aquello que les separaba y mantener lo que les
unía [228].
En otras ocasiones, las cosas no
resultaron tan positivas. Y así, la hija del rey moro de Albarracín,
que estaba enamorada del Cid, fue encantada por una bruja para
impedir que el amor prosperara [220]. Más dramático fue el final de
Zulima, la hija del alcaide sarraceno de La Puebla de Castro, quien
tras enamorarse y unirse al reconquistador de la plaza, Roderico de
Mur, fue asesinada en Graus por moros enemigos de su padre [222].
Final dramático tuvieron, asimismo, el
joven guerrero cristiano que, una vez liberada Gallur, regresó para
unirse a una muchacha musulmana [226], y el tenente de la misma
localidad, don Artal de Alagón, quien enamorado del espectro de Alma
Serena, enloqueció de amor [227], mientras que Alba, la mujer del
Rey Lobo, se enamoró de don Pedro de Azagra, aunque falleció
llevándose su secreto [231]. Por fin, recordemos la bella historia
de las tres doncellas moras de Sabiñán que fueron encantadas y
convertidas en tres palomas por querer a tres muchachos cristianos, a
los que todavía esperan revoloteando en torno a las torres del viejo
castillo [237].
6.2. RELACIONES PROBLEMÁTICAS
Pero no siempre las relaciones entre
moros y cristianos fueron amistosas, pues en ocasiones privó la
intransigencia religiosa, como le ocurriera a la joven Orosia, que
fue hecha prisionera y sentenciada a muerte [239], lo mismo que les
sucedió a las muchachas Nunilo y Alodia, que prefirieron
morir antes que renunciar a su fe
[240]. O la actitud del conde cristiano que se negó, una vez
reconquistada Barbastro, a propiciar el rescate de dos jóvenes
agarenas [245], mientras que un mudéjar turiasonense fue engullido
por la tierra por trabajar en domingo [249].
Existieron persecuciones enconadas y
encarnizadas, como la que terminó con la vida del joven Visorio,
asesinado por una partida de moros [241], o la que puso en aprietos a
Elena de Biescas, que se salvó de manera milagrosa [242], aunque más
espectacular fue la huida de un escudero del Cid, quien, acorralado
por varios soldados musulmanes, dio un salto inverosímil con su
montura en la foz del Guadalaviar y burló a sus perseguidores [246].
Hubo apresamientos inhumanos, cual es
el caso de un mozárabe de Tarazona, que lo fue porque descubrió de
dónde procedía el agua que manaba en las fuentes de la ciudad,
circunstancia que las autoridades musulmanas querían mantener en
secreto para que nadie pudiera envenenarla [244], o el apresamiento
de un joven cristiano de Muniesa que se salvó gracias a la
intervención prodigiosa de la Virgen [247].
También tenemos noticias legendarias
de robos cometidos entre ambas comunidades, como el caso
protagonizado por un cristiano de Chía, quien sustrajo un cáliz a
los moros de Sos y pudo salvarse de su persecución al producirse una
avenida repentina del río Ésera una vez que él lo había cruzado
[248].
No es de extrañar, por lo tanto, que
se produjeran expulsiones por uno y otro lado. Así vemos cómo los
mozárabes de Sarakusta fueron echados de la ciudad y confinados en
lo que desde entonces se llamaría El Burgo de Ebro, acudiendo allí
la imagen de la Virgen que veneraban [243], pero también asistimos
al exilio de los mudéjares de Pina merced a una estratagema de los
cristianos de la localidad [250].
7. ASPECTOS RELIGIOSOS
En la sociedad medieval aragonesa, todo
lo relacionado con la religión tuvo una gran importancia, por eso no
es de extrañar que sean abundantes las leyendas que tienen como
fondo alguna motivación religiosa. De entre la variada gama de este
tipo de leyendas, nos detendremos fundamentalmente en aquellas que
hablan de los monasterios, los peregrinos, los santos, los milagros o
portentos y las reliquias.
7.1. LOS MONASTERIOS
Los monasterios desempeñaron un papel
primordial en el sistema religioso, político, económico y social de
la época, y son muchos los relatos legendarios que nos dicen cosas
de ellos.
Entre los viejos cenobios pirenaicos,
tenemos noticias de San Martín de Cercito —que fue asignado a la
recién nacida villa de Acumuer [82] tras haber sido fundado por el
conde Galindo [254]—; de Alaón, cuyo abad fue condenado a muerte
por el rey por haberle desobedecido [327]; de San Pedro de Tabernas,
convertido en el primer núcleo de la resistencia cristiana tras la
invasión musulmana [16]; de San Pedro de Siresa, donde fue a parar
un brazo del apóstol san Pablo [319]; y, sobre todo, de San Juan de
la Peña. De éste sabemos de su primer eremita, Juan de Atarés
[251], de la construcción del primer cenobio por parte del rey
García Jiménez [253], de la instalación de la primera comunidad
cenobítica con Voto y Félix [252], de la donación de Abetito que
recibió de García Sánchez II [88], así como de la arqueta que
contenía el Santísimo Sacramento y quedó intacta tras un pavoroso
incendio de su iglesia [313] y del Santo Grial hasta que Martín I lo
mandó a la Aljafería [324] o Parsifal se lo llevó a Oriente [325].
Hallamos luego los cenobios del
Somontano y aledaños, como el levantado en honor de la Virgen del
Pueyo de Barbastro después de aparecerse a Balandrán [256], el de
San Miguel de Foces, junto a Ibieca, donde tuvieron lugar dos
luctuosos hechos protagonizados por los judíos [213, 214], y el de
Montearagón, en el que se declaró un gran incendio del que quedó
indemne el fragmento de pan de la Última Cena que en él se
conservaba [323].
Por último, tenemos noticias de los
monasterios que nacieron con la expansión territorial del reino. Así
sabemos de las fundaciones del convento de Trasobares por doña Toda
Ramírez [255, 257], del de Veruela por Pedro Atarés [258] y de
Sigena por la reina doña Sancha [259]. Los condes de Sástago
propiciaron tanto el nacimiento de Monler [260] como de la Cartuja de
las Fuentes [263], y don Gil de Atrosillo, señor de Estercuel,
levantaba el de Nuestra Señora del Olivar [261]. Del de Rueda
tenemos dos noticias: el asesinato de su abad a manos del señor de
Sástago [147] y el descubrimiento del pasadizo que por debajo del
Ebro unía el monasterio con Escatrón [264]. Por su parte, los
monjes de Fuenclara, molestados por los hombres del conde de Urgell,
decidieron instalarse en Santa Fe, levantado su nueva casa cerca de
Zaragoza, a la vera del Huerva [262]. Por último, tenemos noticias
tanto del monasterio de Samper, al que Jaime I donó una espina de la
corona de Cristo [322], como del que fundaron los monjes franceses de
San Caprasio, en la Sierra de Alcubierre [343], que fue famoso por
las medicinas que ellos mismos elaboraban.
7.2. LOS PEREGRINOS
No son ajenos al mundo legendario los
peregrinos que iban y venían de un confín a otro. Algunos de ellos
eran santos que tomaban esta caracterización, como sucediera en
Benasque con san Marcial [265], o el viaje conjunto que emprendieron
los santos Licer, Juan, Gregorio y Pantaleón [269], que fueron
quedándose en Zuera, San Juan de Mozarrifar, montes aledaños a
Zaragoza y Juslibol, respectivamente.
En Alcolea se recuerda todavía al
peregrino anónimo que, después de tallar un magnífico crucifijo,
desapareció sin dejar rastro [266], tal como sucediera con otros dos
romeros escultores en la villa de Boltaña [267]. Por su parte, en
Castiello de Jaca se conservan todavía las reliquias que
transportara un romero que iba a Santiago y al que fuerzas ocultas no
le dejaban salir de la población [268].
7.3. LOS SANTOS
Abundantes son las noticias legendarias
referentes a diversos santos en todo Aragón. Muchas de ellas
explican por qué algunos pueblos los eligieron como patrones. Si san
Licer lo es de Zuera se debe a que al paso de sus reliquias por allí,
llevadas por soldados franceses, las campanas comenzaron a repicar
solas [274]. San Pedro Arbués, patrón de Aguilón, tuvo problemas
cuando intentó cortejar a santa Bárbara, patrona de Tosos [294].
San Blas eligió Torrecilla de Alcañiz para quedarse [296] y santaTecla fue nombrada patrona de Cervera de la Cañada después de salir
repetidamente su nombre de entre las bolas introducidas en un saquete
[297]. Por su parte, san Gil y san Ginés, que predicaron juntos por
tierras de la Hoya de Huesca, se vieron sorprendidos por una avenida
del río Sotón, quedando uno a cada orilla, de modo que uno se
refugió en Ortilla y el otro en Lupiñén, cuyos habitantes acabaron
proclamándolos patrones respectivos [295]. Los habitantes de Cretas,
por otro lado, tal como habían decidido con antelación, nombraron
patrona a la santa del día de la liberación por Alfonso II, santa Pelagia [68]. En Graus, por último, sus habitantes eligieron como
patrón a san Vicente Ferrer, población en la que vivió durante
algún tiempo y donde instituyó la procesión de la disciplina
[290].
Vemos en nuestras páginas a varios
santos aragoneses, comenzando por el citado san Pedro Arbués [294].
Así hallamos a san Ramón cuando huye de su diócesis barbastrense
hacia Roda, presionado por el obispo de Huesca, obrando milagros por
los pueblos que pasa [271] y, más concretamente, resucita a una
joven desahuciada en Roda [272], libera a distancia de la cárcel a
dos soldados cargados de grilletes a quienes vemos en Roda para orar
ante la tumba de su libertador [273] o provoca la lluvia que tan
necesaria era para las gentes de Capella [299]. San Balandrán, un
joven pastor de Ilche a quien se le aparece la virgen del Pueyo, será
su heraldo ante los barbastrenses [256]. En san Voto y su hermano
Félix está el germen de la primera comunidad de San Juan de la Peña
[252]. Santas Nunilo y Alodia morirían como mártires en Huesca por
no renunciar a su fe cristiana [240], como le sucedió a san Visorio,
asesinado por una partida de moros incontrolados [241]. Y, por
último, nos encontramos con santa Isabel, hija de Pedro III de
Aragón y reina de Portugal, convirtiendo en rosas las monedas que
llevaba para repartir entre los pobres cuando fue descubierta por su
marido, el rey portugués [350].
Hallamos, asimismo, nombres
tradicionales en el santoral cristiano. San Valero, un hombre del
siglo IV, por ejemplo, al pasar por Castelnou hacia su destierro,
pronosticó que dicha población no sería invadida por los
musulmanes cuando éstos todavía no existían [270]; san Gregorio se
instala en las proximidades de Zaragoza [269]; san Roque visita el
hospital de Valdealgorfa donde todavía quedan pertenencias suyas
[278]; san Blas eligió a Torrecilla de Alcañiz para quedarse [296];
san Miguel vence a la plaga de la langosta en tierras de Tauste
[334]; san Sebastián no sólo libró de la lepra a las gentes de
Fayón [335], sino que también detuvo la peste en Azanuy [338]; san
Marcial fue peregrino por tierras de Benasque [265]; san Macario
salvó de la muerte a un muchacho de Andorra [318]; y santa Orosia
era sentenciada a muerte en tierras jacetanas [239], mientras los
beatos predicadores Gregorio y Domingo morían en Besiáns dando
origen a un hecho portentoso [279].
Consideración aparte merecen santo
Domingo, san Indalecio y san Vicente Ferrer. Santo Domingo, que fue
amamantado de niño por una vaca en tierras de Lobera de Onsella
[277], lo hallamos en Zaragoza predicando la devoción del Rosario
[275] e intercediendo por la noble y pecadora Alejandra, de modo que
logró que su alma no se escapara de su cabeza separada del cuerpo
antes de que pudiera confesar [276]. Los restos mortales de san
Indalecio, por su parte, fueron traídos desde Andalucía a San Juan
de la Peña por el proscrito García Aznárez, lo que le valió el
perdón de Sancho Ramírez [320], pero lo más importante fue el
multitudinario voto al que se sumaron multitud de pueblos de Aragón.
Por último, es de destacar la gran cantidad de leyendas propiciadas
por san Vicente Ferrer.
El dominico valenciano, que desempeñara
tan importante papel en la crisis dinástica que se resolvió en
Caspe, ha dejado abundante constancia legendaria de su paso por todo
Aragón en su intento de convertir a los judíos. Aunque en alguna
ocasión tuviera problemas, cual es el caso de Calatayud, donde fue
apedreado [215], o de Teruel, cuya destrucción vaticinó tras
marchar de la ciudad sin haber logrado convertir a ningún hebreo
[285], lo normal es hallar leyendas positivas de su peregrinar. Lo
vemos predicando con éxito ante los judíos de Daroca [216], de
Calatayud, donde salvó de la muerte a un muchacho despeñado [286],
y de Zaragoza, donde fue capaz de convertir a un influyente rabino
[217]. Predica en Mora [280], Maella [284], Barbastro [289], Graus
[290], Aínsa [291], Benabarre [292], lugares todos ellos en los que
queda constancia de los milagros realizados. Además, en Piedra, sanó
a una endemoniada [281], logró salvar su propia vida en Caspe ante
los sicarios del conde de Urgell [283] e impide que los demonios
entren en la ciudad del Compromiso durante las deliberaciones [288];
descubre a los falsos frailes que timaban a los comerciantes de
Daroca [287]; en el convento de Huesca, cuando ya había fallecido,
hizo que
se desprendiera un cuadro sobre la
cabeza del prior dominico por negarse a festejar su aniversario por
coincidir con la Semana Santa [293]. Y si Munébrega conserva un
crucifijo tallado por el propio fraile [282], Graus se salvó de la
inundación provocada por los ríos Ésera e Isábena gracias al
crucifijo que legara al pueblo el fraile predicador [315].
7.4. LOS PORTENTOS
Las páginas legendarias están
repletas de narraciones milagrosas o portentosas, de hechos y
circunstancias inexplicables a la luz de la razón: victorias
militares casi imposibles, curaciones inverosímiles, castigos
ejemplarizantes, favores especiales, victorias contra los elementos
naturales desatados, etc.
Una buena parte de este tipo de relatos
legendarios se centran en la ayuda portentosa, milagrosa podríamos
decir, que los guerreros cristianos recibieron en el momento menos
esperado. La aparición de una cruz roja sobre una encina dio ánimos
a los hombres de García Jiménez para reconquistar Aínsa [17] y
otra cruz recortada en el cielo azul posibilitó la victoria de Íñigo
Arista en Araguás [22]. La intercesión de la Virgen fue
determinante en la reconquista de Ejea [46], Zaragoza [47], Alagón
[50], Bijuesca
[53] y Calanda [61] o en la liberación
de prisioneros [247]. San Jorge intervino en la reconquista de Huesca
[36], Santiago ayudó al Cid en Torrenublos [41] y san Miguel en
Zaragoza [48], mientras san Ramón ayudaba a evadirse a dos soldados
[273]. Por fin, Alfonso I venció a los musulmanes en Fraga con la
ayuda de las reliquias que portaba consigo [64].
Llenas están las páginas legendarias,
asimismo, de curaciones portentosas. Pedro I fue curado por san
Miguel in Excelsis [96]; la virgen del Pilar sanó a Fernando II
[135], al hijo del conde ribagorzano [153] y a la reina doña Blanca
de Navarra [160]; san Ramón arrancó de la muerte a una joven de
Roda [272], san Vicente Ferrer a un muchacho en Calatayud [286] y san
Macario a otro de Andorra [318]. La peste fue detenida en Azanuy por
san Sebastián
[338] y este mismo santo libró a Fayón
de la lepra [335]. Por último, diversas endemoniadas fueron sanadas
por san Vicente Ferrer en Piedra [281] y en Aínsa [291], y por la
intercesión de la virgen Blanca en Piedra [317].
Asistimos a castigos ejemplares, como
el caso del mudéjar de Tarazona que vio abrirse la tierra bajo sus
pies por haber trabajado en domingo [249], la petrificación de un
pastor y sus reses cerca de Bono por el obispo Bencio de Zaragoza
[298], o la conversión en estatua de piedra del darocense Martín
Visagra por perjuro [306].
Varios son los casos en los que los
elementos naturales desatados (riadas, tempestades, plagas, etc.)
fueron aplacados milagrosamente, como el caso de la tempestad que
conjuró san Vicente Ferrer en Barbastro [289], la avenida del Ebro
en Monzalbarba contenida por la Virgen [305] o la riada padecida en
Graus que remitió gracias al crucifijo que allí había dejado san
Vicente Ferrer [315], mientras que san Ramón, por el contrario, hizo
llover en Capella que padecía una pertinaz sequía [299]. La plaga
de la langosta fue abortada de manera portentosa en sitios tan
dispares como Tauste [334], Arándiga [337] o Fuentes de Ebro [341].
Por otra parte, varias fueron las
poblaciones aragonesas, además de Daroca [301], en las que se
produjeron Corporales —Aniñón [307], Andorra [308], Fraga [311],
Aguaviva [312] y San Juan de la Peña [313], entre otras— lo que
dio origen a todo un reguero de fervorosas peregrinaciones, mientras
en Cimballa el agua utilizada en misa, ante la duda del sacerdote que
la celebraba, se convirtió en sangre, reliquia que el rey Martín I
hizo llevar al monasterio de Piedra [309].
El fervor de algunos fieles consiguió
favores especiales a la hora de la muerte, como los casos de la noble
Alejandra, que conservó el alma en la cabeza que tenía separada del
cuerpo hasta que logró ser confesada [276] y del hombre decapitado
en Villarroya de la Sierra que, en idénticas circunstancias, fue
confesado por el arzobispo de Zaragoza [310].
Hallamos narraciones curiosas, como la
ayuda que Gallinás recibió de la Virgen tras haber robado un cáliz
a los moros [248], la de la imagen de la Virgen que viajó varias
veces entre Soria y Zaragoza [300], el caso del pastorcillo que vio
transformados en rosas milagrosamente los nudos que hacía en un
junto, con lo que inventó el rosario [302], la palidez que le ha
quedado a la virgen de Salas de Huesca tras haber sido profanado su
templo [304], o el olor a néctar que despidió el sepulcro del Papa
Luna en Peñíscola antes de ser trasladado a Illueca [316]. En otro
caso, una fulgurante luz mostró dónde había sido enterrado santo
Dominguito de Val tras ser asesinado por los judíos [212], o sonó
una campana sin que nadie la tañera, como ocurriera cuando los
restos de san Licer pasaban por las calles de Zuera [274] o las
varias veces que la campana de Velilla de Ebro ha presagiado
acontecimientos diversos [314].
Por último, no faltan casos de
relación con el propio Diablo, como el pacto que sellara el walí
moro de Borja para defender la plaza de los cristianos [51, 52], o
como cuando san Vicente Ferrer impidió que se acercara a Caspe
durante la celebración de las deliberaciones del Compromiso
[288] o el pacto que hiciera con él el
barón Artal de Mur, en honor del cual llegó a instituir en Aínsa
la «misa del Diablo» [303].
7.5. LAS RELIQUIAS
Para finalizar este somero repaso
acerca del sacralizado mundo medieval aragonés, haremos referencia a
las reliquias, que dieron lugar a un curioso movimiento en todo el
mundo cristiano, rivalizando iglesias, monasterios, reyes y nobles.
Ya hemos visto al obispo Bencio de Zaragoza, en su huida hacia el Pirineo poco antes de tomar los moros
la ciudad, transportando los tesoros y las reliquias de la sede
cesaraugustana para ponerlos a salvo [8], cómo Alfonso I logró
vencer a los musulmanes gracias a las reliquias que siempre le
acompañaban [64] o lo que le sucedió en Castiello de Jaca al romero
que transportaba un saco lleno de ellas [268].
Sabemos, por otra parte, que Jaime I el Conquistador hizo entrega del preciado relicario que siempre llevaba
consigo a la virgen de la Huerta de Magallón en reconocimiento a la
ayuda que ésta le prestara en la guerra [321] y donó una espina de
la corona de Cristo al monasterio de Samper [322]; o cómo el rey
Sancho Garcés sólo logró sanar de la grave enfermedad que padecía
ante el brazo del apóstol san Pedro custodiado en Siresa [319].
También nos ha llegado noticia legendaria del traslado de los restos
de san Indalecio al monasterio de San Juan de la Peña [320], cenobio
en el que estuvo durante mucho tiempo una de las reliquias más
importantes que puedan existir, el Santo Grial [324, 325].
Por último, recordemos cómo el
monasterio de Montearagón pudo vanagloriarse de custodiar pan de la
Última Cena, que se salvó milagrosamente de un pavoroso incendio
[323].
8. ASPECTOS SOCIO-CULTURALES
8.1. LA JUSTICIA.
Si otras fuentes han sido incapaces de
precisar el nacimiento exacto de la institución del Justicia de
Aragón, la leyenda precisa cuándo y en qué circunstancias,
justamente cuando alumbran los no menos legendarios fueros de
Sobrarbe [326], un Justicia al que vemos al final de nuestro
recorrido en la Seo zaragozana dando origen a su escudo de armas ante
el Papa Luna [331].
Por otra parte, hallamos algunas
leyendas referidas a la administración de justicia, sobre todo la
real. En una ocasión, con motivo de la condena a muerte del abad de
Alaón, quedó en entredicho [327]; en otra, la vemos actuar con
contundencia, cual es el caso de los falsificadores de moneda de
Trasmoz [328]. En Teruel, dos son las ocasiones que motivaron
enfrentamiento entre la justicia real y los jueces turolenses
apegados al Fuero, una con motivo de la visita a la ciudad del
infante don Jaime, hijo de Jaime II [329], y otra cuando Alfonso V se
vio obligado a intervenir en la secular lucha entre los Marcilla y
los Muñoz, recortando las libertades del fuero turolense, lo que
motivó un gran descontento popular [330].
8.2. PLAGAS Y EPIDEMIAS
Abundantes son, asimismo, las noticias
legendarias referentes a plagas y epidemias, verdadero azote de una
sociedad que no disponía de medios técnicos ni médicos para
combatirlas.
La peste, por ejemplo, originó el
despoblamiento de Lascasas de Sevil [332] y de Niablas —cuyos
supervivientes fueron a parar a Oto [342]— y, si no sucedió lo
mismo en Azanuy, fue debido a la intercesión protectora de san
Sebastián [338]. Por otro lado, tras perecer ahogados en el río
Cinca casi todos los habitantes de Daymús, la peste afectó a los
escasos supervivientes, muy pocos de los cuales pudieron buscar nuevo
acomodo fundando el poblado de Velilla de Cinca [340]. Por su parte,
el juez de Bujaraloz dio órdenes de aislar toda la calle Baja para
que la terrible enfermedad no contagiara al resto de la población
[336]. Finalmente, tenemos noticias de las siete muchachas de
Peñarroya de Tastavíns que accedieron a casarse con siete jóvenes
supervivientes de la enfermedad en Vallibona, gracias a lo cual se
salvó de la desaparición este pueblo [339], hecho que todavía se
conmemora actualmente cada siete años.
Tenemos noticias de la gran mortandad
que causó el cólera en Villa que quedó despoblada pues los pocos
supervivientes abandonaron sus casas y dieron lugar al nacimiento de
Salinas de Hoz [333], aunque mejor suerte corrió Fayón, a la vera
del Ebro, pues san Sebastián libró milagrosamente a sus gentes del
contagio de la lepra [335].
Por último, veamos tres ejemplos de la
demoledora plaga de la langosta. Tauste se vio libre merced a la
lucha titánica de san Miguel [334] y Arándiga gracias a la
intercesión de la Virgen [337], tal como sucediera en Fuentes de
Ebro, cuya feraz huerta se vio cubierta por estos voraces insectos,
aunque Nuestra Señora de Zaragoza la Vieja, trasladada desde El
Burgo de Ebro para la ocasión, les hizo levantar el vuelo y
desaparecer salvando las cosechas de la supervivencia [341].
8.3. LA CULTURA.
Desafortunadamente no nos han llegado
muchas las leyendas de tipo cultural y las existentes lo son de
temática variada y dispersa, lo cual no permite hacer síntesis
coherente, aunque un aspecto destaca de los demás, la existencia y
proliferación de trovadores, como aquel al que Jaime I castigó por
haber destrozado las vasijas de un ceramista por el hecho de que éste
tarareaba con entonación deficiente una de sus trovas [158]. Famoso
fue el trovador Manrique de Lara, encarcelado en la torre de la
Aljafería e inmortalizado por Verdi [162]. También sabemos de los
amores y desventuras del juglar que actuó en Barbastro para el conde
de Entenza y su familia [164] y podemos asistir a una contienda de
juglares en Zaragoza que fue solventada por el propio rey [345].
Aparte de esto, son de destacar las
medicinas que hicieron famosos a los monjes franceses de san
Caprasio, asentados en la Sierra de Alcubierre [343], y el
quitamiedos que elaboraban e ingerían los soldados de Robres que
lucharon junto a Alfonso I el Batallador, que les hacía ser
superiores a todos los demás, aunque guardaron en secreto su
composición [346].
Por último, cabe destacar la llegada
al reino de un moro valenciano exiliado que se asentó en Borja o
Calatayud, no queda claro, y que trajo consigo unos nuevos acordes
musicales que darían origen a la jota [347].
8.4. ARAGONESES ALLENDE LAS FRONTERAS.
Tenemos constancia legendaria de
algunos aragoneses que vivieron fuera de su tierra desiguales
aventuras. Hallamos así en la corte portuguesa a santa Isabel, la
princesa hija de Pedro III, nacida en la Aljafería, y reina del país
vecino, convirtiendo en rosas las monedas que a punto estuvo de
descubrirle su marido cuando las iba a dar a los pobres [350].
Sabemos de las andanzas en Castilla de Pedro Martínez de Bolea
quien, arriesgando su vida y hacienda, logró que Pedro III no
entrara en guerra con el monarca castellano [349]. Hallamos a Sancho
Fernández de Heredia regresando a su Burbáguena natal y trayendo
consigo una imagen de santa Ana que aún se venera en la localidad
[353]. Conocemos noticias de un aragonés que estuvo cautivo en
Constantinopla y trajo a Zaragoza, tras vivir varias peripecias, una
hermosa imagen de la Virgen que halló enterrada junto a los muros de
la ciudad oriental [351]. La leyenda nos cuenta, en fin, las
vicisitudes que padeció otro aragonés que vivió como esclavo en
Jerusalén y que, tras lograr su liberación, trajo consigo a su
pueblo de Inogés otra talla mariana [352].
8.5. ARAGONESES CON PERSONALIDAD.
Para finalizar este recorrido temático
a través de las narraciones legendarias que constituyen esta
antología, nos detendremos momentáneamente en la consideración de
dos personajes reales y legendarios a la vez. Por una parte, hallamos
a Juan Fernández de Heredia quien, tras vencer a los turcos en los
Santos Lugares, recaló en su pueblo, Munébrega, donando una bella
imagen de la Virgen que había adquirido como botín de guerra [354].
Pero el personaje que ha originado más relatos legendarios, no podía
ser de otra manera, es don Pedro de Luna, a quien el propio mar
reconoció como auténtico papa [355], se salvó de morir por
envenenamiento gracias al aviso que le hizo llegar una bruja [357],
hizo un viaje de incógnito a Roma sobre su propia capa [358] y
recibió a los emisarios del Concilio de Constanza [359].
Terne en no abdicar como pontífice,
cuando toda Europa —incluso su rey— estaba en su contra, nos
lanza su famosa frase de «estoy en mis trece», refiriéndose a
Benedicto XIII, naturalmente [356], y es capaz, en plena crisis, con
su personalidad arrolladora, de dar origen al escudo de armas del
Justicia de Aragón en la seo de San Salvador de Zaragoza [331]. Por
eso no es extraño que de su tumba de Peñíscola irradiara olor a
néctar, poco antes de ser trasladados sus restos mortales a su villa
natal, Illueca [316], por decisión de Alfonso V.
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conde don Julián prisionero muerto Loarre
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