sábado, 6 de julio de 2019

LA ESPADA DE VILLARDELL


120. LA ESPADA DE VILLARDELL (SIGLO XIII. VALDEALGORFA)

Durante toda la Edad Media, fue muy corriente y ciertamente popular la creencia en la existencia de mágicas espadas o dotadas de maravillosos poderes, forjadas las unas bajo una determinada combinación y conjunción de planetas o constelaciones, mientras que las otras debían sus virtudes especiales a algún hecho de carácter más o menos portentoso acaecido en torno a ellas o a quienes las blandían en sus manos.

No es de extrañar, por lo tanto, el extraordinario relato de lo acaecido un buen día a un tal Villardell, quien se encontró al salir de su casa con un anciano mendigo que, como tantos otros, le pidió limosna, hecho absolutamente normal. Compadecido Villardell de aquel pordiosero, depositó su espada en el quicio de la puerta y subió a las habitaciones superiores de la casa a buscar algo de comida con que socorrer al indigente.

Cuando bajó, apenas transcurridos unos instantes, en lugar de su arma vulgar encontró otra de gran hermosura, circunstancia que le dejó entre incrédulo y maravillado. No obstante, la tomó entre sus manos y fue a probarla en el tronco de árbol cercano que, al primer golpe, quedó partido por el medio como si fuera una frágil rama.

LA ESPADA DE VILLARDELL (SIGLO XIII. VALDEALGORFA)


Rápidamente pensó que se trataba de una señal especial o de un don de Dios para librar a la comarca del terrible dragón que desde hacía algún tiempo la asolaba. Así es que, ciertamente envalentonado por todo lo sucedido, corrió a su encuentro y logró darle muerte de un seco y certero mandoble, pero como algunas gotas de sangre de la fiera le salpicaran en la mano y el valiente Villardell, sin que nadie pudiera hacer nada por él, murió en el acto.

Naturalmente, una espada como la de Villardell, que con sus mágicos poderes garantizaba el éxito a quien la manejara, sólo podía estar en manos de un rey, y a ella aludiría Jaime I el Conquistador, en 1274. Y sabido es, asimismo, cómo fue a parar posteriormente a Pedro III, quien, a su vez, se la dejó en herencia a su hijo, Alfonso III el Liberal.

[Pardo y Sastrón, Salvador, Apuntes históricos..., pág. 20


Si la figura de Salvador Pardo Sastrón queda en parte eclipsada por la de su hermano José, justo parece que la traiga hasta aquí intentando realzar su persona y su obra.


Salvador había nacido en Torrecilla de Alcañiz el 29 de Noviembre de 1832 donde su padre, valdealgorfano, ejercía de farmacéutico titular.

Comenzó sus estudios en los Escolapios de Alcañiz donde permanecería hasta 1849, año en que se trasladó a Zaragoza para continuarlos.

Hacía ya unos años que había fallecido su padre y era tutelado por su madre y por su hermano mayor José que sin duda ejercería gran influencia sobre sus estudios posteriores y trayectoria profesional. De hecho, le acompañó en su primer viaje a Zaragoza y le dejó ocupado en la botica de D. Luis Cascante situada frente a los Escolapios zaragozanos. Tras un expediente académico notable, con varios sobresalientes, se graduó de bachiller en filosofía, como entonces se decía y, ganado el año preparatorio para la facultad mayor, se trasladó a Madrid para continuar con sus estudios en 1852.  

Durante sus estudios en la Universidad hizo prácticas en la oficina del Dr. D. Nemesio Lallana, catedrático, y en la botica del hospital General, dirigida por el Dr. Morales. No había comenzado el cuarto año de colegio cuando fue habilitado como farmacéutico y enviado a Guadalix de la Sierra, en Madrid, para combatir la epidemia de cólera morbo de 1856, en cuyo pueblo se le expidió certificado honorífico por su labor profesional. En 1857 obtuvo el título de bachiller en farmacia, que revalidaría a principios de 1858 obteniendo el título de licenciado en farmacia.

En cuanto a su labor profesional, ejerció primero como farmacéutico en Valdealgorfa, donde tomó posesión en julio de 1857. En septiembre de 1858 pasó a Valderrobles donde recibió el nombramiento de subdelegado de farmacia del partido, cuyo cargo conservó ocho años, no obstante haber cambiado su residencia a la próxima villa de Beceite donde permaneció cinco años. Intereses de familia le hicieron fijar definitivamente su residencia en Valdealgorfa en 1866, de donde ya no se movería.

En cuanto a su obra, aparte de algunos artículos en publicaciones periódicas, se centra en temas botánicos e históricos

En 1859 colabora en el proyecto inacabado del Colegio de Farmacéuticos de Madrid de formar una Flora Farmacéutica de España remitiendo un trabajo, hoy desaparecido, “Serie metódica de especies medicinales espontáneas en los términos de Valdealgorfa, partido de Alcañiz (Aragón)”. Comprende 157 especies.

Colaboró tambien en la publicación realizada por su hermano y Loscos en 1866-1867 de la “Serie imperfecta de las plantas aragonesas espontáneas: particularmente de las que habitan en la parte meridional”.


Estudió la vegetación de Valdealgorfa, Valderrobres y Beceite, localidades en las que ejerció como farmacéutico, siendo premiados sus trabajos por el Colegio de Farmacéuticos de Madrid.

En 1883-1884 publicó sus “Apuntes históricos de Valdealgorfa. Su templo y sus cofradías”. Un estudio de referencia para la historia local basado en documentación del archivo municipal, que marcaría el camino a una serie de autores bajoaragoneses que, a partir de este momento, tomarían ejemplo para publicar la historia de otras localidades de la comarca.


En 1868 contrajo matrimonio con Dolores Albesa, enviudando en 1885. De este matrimonio nacieron tres hijos: Recaredo, que murió en 1899 a los 30 años, Fermina, fallecida de niña en 1874, y María Jesús, que en la familia llamaban Jesusa y que se casó con José Ruiz Aguilar en 1901.

Su muerte se produjo como consecuencia de una tisis laríngea el 22 de mayo de 1887 a los 54 años de edad.


Mas Guindal, Joaquin. “Materiales aportados por los farmacéuticos en pro de la Flora medicinal española conservados en el Archivo de la Real Academia de Farmacia”. Anales de la Real Academia de Farmacia, Tomo 8, 1942.

Pardo Sastrón, José.  Diarios 1848-1909.


Pardo y Sastrón, Salvador


Gómez de Valenzuela, Manuel, La vida cotidiana en Aragón..., págs. 138-139.]


Valdealgorfa es una localidad y municipio español de la provincia de Teruel perteneciente a la comarca del Bajo Aragón, comunidad autónoma de Aragón. Tiene un área de 47,06 km² con una población de 685 habitantes (INE, 2008) y una densidad de 14,56 hab/km².


El Ayuntamiento de Valdealgorfa inauguró en 2017 el Centro Expositivo 'Pardo Sastrón' en cuya primera planta se sitúa el Espacio de Indumentaria, sin duda una pieza importante del bonito puzzle que conforma el conjunto de la musealización etnológica en Aragón. Un total de 33 maniquís a los que hay que sumar otras prendas expuestas y que se acompañan de una muestra de documentación antigua desde el siglo XVIII.

Casa palacio de Antonio Puig (s. XVI-XVII). Más tarde del barón de Andilla.
Casa consistorial.
Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora (s. XVIII). En su interior el retablo mayor barroco y el órgano del siglo XVIII.
Portales: el portal de Alcañiz, el portal de San Roque, sobre el que se construyó la capilla dedicada a este santo en el siglo XVII, el del Cantón de Marco y el del Perche.
Ermita de Santa Bárbara.
Capilla del Buen Suceso.
La Nevera. Es un nevero (s. XVII) situado en el barranco de las Fuentes, por la carretera que se dirige hacia la antigua estación de ferrocarril.

Gonzalo M. Borrás Gualis, historiador.
José Casanova Ruiz, sociólogo.
Julián Casanova Ruiz, historiador.
José Pardo Sastrón, botánico.
José Guarc Pérez, sacerdote e historiador.



Valdealgorfa, Valdesgorfa





JAIME I HEREDA LA ESPADA TIZONA


119. JAIME I HEREDA LA ESPADA TIZONA (SIGLO XIII. MONZÓN)

Un día como tantos otros, paseaban por los alrededores de Monzón un grupo de templarios y dos niños. Eran éstos el príncipe Jaime —huérfano y heredero del rey Pedro II, que había muerto en Muret— y su primo Ramón, conde de Provenza.

El papa Inocencio III, para evitar que Simón de Monfort (el gran enemigo de Pedro II) pudiera hacer daño a Jaime, encomendó al infante-niño a don Guillén de Montrodó, maestre del Temple, encargándole de su educación tanto en las letras como en los secretos de las armas. El castillo de Monzón se convirtió así en la auténtica escuela del futuro Jaime I el Conquistador.

Anduvieron hasta llegar a la ermita de la virgen de la Alegría y al regreso se detuvieron a beber agua en la fuente del Saso, cerca de la ermita de san Vicente y santa Quiteria, donde un monje hacía vida eremítica.

JAIME I HEREDA LA ESPADA TIZONA (SIGLO XIII. MONZÓN)
fuente del Saso, Monzón.

Al verlos, el eremita se acercó a la comitiva y, dirigiéndose a Jaime, le dijo que se fijara en la espada que llevaba colgada el maestre Montrodó. Era la espada Tizona que blandiera en su día el Cid, y que había llevado a Monzón la hija de éste, Cristina, cuando en 1098 se había casado con el señor de Monzón, Ramiro Sánchez.


Hizo el monje que Jaime tomara la espada y que la introdujera en el remanso acuoso de la fuente como para templarla. Luego le dijo que se la ofreciera a santa María de Lascellas. Con su patrocinio, aquella espada sería fuente de muchas venturas y valentía.

Jaime creció en edad y fue coronado como Jaime I, rey de Aragón. Abandonó Monzón e inició su reinado. Pero cuando comenzó la reconquista de Valencia, acordándose de las palabras del eremita, mandó mensajeros al castillo montisonense para que le enviaran, junto con sus joyas, la famosa espada Tizona, que alternó con las espadas Villardell y San Martín.

[Castillón, Francisco, El santuario dela Virgen de la Alegría de Monzón, págs. 79-81.]

https://es.wikipedia.org/wiki/Tizona

La Tizona o Tizón es una de las espadas (junto a la Colada) que la tradición o la literatura atribuye al Cid Campeador. Según el Cantar de mio Cid (compuesto hacia 1200) la Tizón (su nombre hasta el siglo XIV)​ pertenecía al rey Búcar de Marruecos y el Cid se la ganó en Valencia.

Al igual que sucede con la otra espada que el Cantar de mio Cid y la tradición posterior atribuye Más tarde hubo una común opinión que identificaba la espada de Jaime I de Aragón el Conquistador, llamada Tisó, con la que se atribuye en el cantar de gesta al héroe castellano, pero se trata de otra creencia legendaria, pues en el Llibre dels fets (autobiografía del rey aragonés), donde se comentan con detalle aspectos de la Tisó, no se habla del origen cidiano de ninguna manera, por lo que lo más probable es que se trate de una coincidencia en el nombre de la espada. Además, la Tisó de los reyes de Aragón procedía de Ramón Berenguer I, que poseía esta espada hacia 1020. Esto hace difícil que la espada pasara de los condes de Barcelona al Cid y luego volviera a poder de la Casa de Aragón, y es más lógico pensar que la Tisó siempre perteneció a esta Casa.

Hay otras varias Tizonas a las que se les ha atribuido ser la del Cid. Una de ellas figuraba en el inventario de los tesoros de la cámara regia de Castilla que fueron enajenados por Álvaro de Luna, recuperados en 1452 y localizados en un inventario de 1503 en el alcázar de Segovia. En dicho inventario se describía «una espada que se dice Tizona, que fue del Cid; tiene una canal por medio de amas partes, con unas letras doradas; tiene el puño e la cruz e la mançana de plata, e en ella castillos e leones de bulto [='en relieve'], e un leoncico dorado de cada parte de la cruz en medio; e tiene una vaina de cuero colorado, forrada de terciopelo verde». Esta espada era ceremonial, por los detalles de su guarnición (que reflejan la heráldica castellana) y pertenecería a algún miembro de la realeza de Castilla o de su familia; tras esta mención no hay más noticias, aunque se piensa que la hoja de espada con número de inventario G. 180 de la Real Armería de Madrid pudiera pertenecer a la espada descrita en 1503.

JAIME I HEREDA LA ESPADA TIZONA (SIGLO XIII. MONZÓN)


Otra presunta Tizona estuvo en poder de los marqueses de Falces, a quienes llegaría entregada en custodia por Fernando II de Aragón el Católico, más específicamente a la familia Velluti. Se conservaba desde por lo menos el siglo XVII en el Castillo palacio de Marcilla. Es esta la espada que se depositó en el Museo del Ejército de Madrid, aunque actualmente se expone en el Museo de Burgos, junto con otros objetos presuntamente vinculados al Cid. Es un arma de 1,153 kg. Su hoja tiene 933 mm de longitud en total (con filo 785 mm) y 43 mm de ancho máximo. La acanaladura del centro mide 336 mm.

En este canal está grabada la leyenda
«IO SOI TISONA FUE FECHA EN LA ERA DE MILE QUARENTA»
(«Yo soy Tizona. Fue hecha en la era de 1040 (año 1002)») por una de las caras y por la otra «AVE MARIA GRATIA PLENA DOMINUS MECUM [sic]». Su guarnición tiene el pomo plano, el puño largo y cónico, forrado de alambre de hierro, el arriaz es curvo y las patillas tienen pitones. Todo ello responde a una tipología que data de fines del siglo XV. La inscripción es claramente falsa; por ejemplo, la palabra Tizona se difunde solo a partir del siglo XIV, frente a Tizón, que es el término con que se la nombra en las fuentes más antiguas. Menéndez Pidal considera que esta espada es una falsificación del siglo XVI. Otros autores, como Bruhn, postularon que la hoja puede ser la de la también apócrifa Colada que se describe en el mismo inventario de 1503. Las recientes investigaciones de la Universidad Complutense de Madrid, publicadas en 2001, señalan que la hoja es del siglo XI; sin embargo el Conservador de la Real Armería Álvaro Soler del Campo indica que la hoja está formada por tres piezas soldadas y que su tipología es la misma que la de la empuñadura, guarnición y el epígrafe, que son de época de los Reyes Católicos. Todo indica, por lo tanto, que pese a lo dicho por la Universidad Complutense, se trata de una falsificación de época bastante posterior, aunque se pudieron utilizar fragmentos de hoja de espada del siglo XI para componerla.


El rey Fernando el Católico le entregó la espada al Condestable mosén Pierres de Peralta (Pedro de Peralta y Ezpeleta), primer Conde de Santisteban de Lerín, Barón de Marcilla y abuelo del primer marqués de Falces, por los servicios prestados por este en las negociaciones que permitieron su matrimonio con Isabel de Castilla. Esta espada permaneció hasta el siglo XX custodiada por los marqueses de Falces en el castillo palacio de Marcilla. Se describe la espada así: «Con empuñadura de hierro totalmente negro, hoja de dos filos, delgada, tersa, y flexible».

Después de la Guerra Civil, la espada que conservaban los marqueses de Falces, y que posteriormente estuvo depositada en el Museo del Ejército de Madrid, se trasladó, junto con todo el inventario de esta institución, a su nueva sede del Alcázar de Toledo. El propietario José Ramón Suárez del Otero, marqués de Falces, ofreció su venta al Ministerio de Cultura, que rechazó la compra por no existir constancia histórica de que realmente perteneciera al Cid y por el elevado precio exigido por el propietario (los informes del ministerio la tasaron entre 200.000 y 300.000 euros, según la agencia de noticias Reuters).

Finalmente, la Junta de Castilla y León y la Cámara de Comercio e Industria de Burgos pagaron en el 2007 1.600.000 Euros al marqués de Falces por la espada.6​7​ Se esperaba que su destino final fuese la catedral, donde se encuentra actualmente el sepulcro del Cid y de su mujer Jimena, así como otros recuerdos cidianos como su carta de arras de 1079 por el que sustituye las que le había otorgado antes de 1076 por su matrimonio​ y el llamado «cofre del Cid» con el que, según la creencia popular, el Cantar de mio Cid engañó a los judíos Raquel y Vidas; pero acabó siendo expuesta en el Museo de Burgos. El arma fue declarada Bien de Interés Cultural en 2002.

En 2013 el marqués de Falces fue condenado a pagar 750.000 euros del dinero recibido de las instituciones públicas de Castilla y León, a la familia del pescador luarqués Salustiano Fernández Suárez y su mujer Jacinta Méndez, declarados sus herederos universales por el último de los sucesores de quienes recibieron la espada en depósito: Pedro Velluti Murga, muerto soltero sin descendencia, ciego, a quien la familia Suárez había cuidado en sus últimos treinta años de vida, los diez últimos en el domicilio de la familia en Luarca.10​ Sin embargo, en noviembre de 2016 el Tribunal Supremo revocó dicha sentencia, otorgándole la razón nuevamente al Marqués de Falces.

La primera referencia a la Tizona aparece en el Cantar de mio Cid, donde se la llama Tizón. Este nombre, según el Tesoro de la lengua castellana o española de 1611, proviene del latín titio, un sinónimo de 'brasa, leño ardiente' (teó en chapurriau)

En el antiguo poema de ficción Cantar de Mio Cid, la Tizona tiene personalidad propia, ya que su fuerza varía según el brazo que la esgrime, aterrorizando a los adversarios indignos. Mientras la Tizona está en posesión de los infantes de Carrión, estos desdeñan su fuerza. Tras la afrenta de Corpes, el Cid recupera sus espadas y entrega la Tizona a Pedro Bermúdez para su duelo con el infante Ferrán González. Este se declara vencido antes del combate a espada, atemorizado al ver a Pedro Bermúdez desenvainar la Tizona:

Él dexó la lança, e mano al espada metió;
cuando lo vio Ferrán Gonçález, conuvo [reconoció] a Tizón,
antes qu'el colpe esperasse dixo: —¡Vençudo só!—

Cantar de mio Cid, versos 3642–3645. Edición de Montaner Frutos (2011:213-214).

Marrero Cabrera, Juan Antonio: «La Tizona en Palacio», en MILITARIA. Revista de Cultura Militar, 2000, pp. 157–167.

http://147.96.1.15/BUCM/revistas/amm/02148765/articulos/MILT0000110157A.PDF

Montaner Frutos, Alberto (ed. lit., estudio y notas), Cantar de mio Cid, Barcelona, Galaxia Gutenberg; Real Academia Española, 2011.
ISBN 978-84-8109-908-9


https://www.caminodelcid.org/cid-historia-leyenda/cantar-mio-cid/


L'espasa de Vilardell és una de les espases de virtut o folklòriques més famoses de Catalunya, tal com reflecteix Martí de Riquer al seu llibre Llegendes històriques catalanes. És potser la llegenda més potent i més ben girada de l'imaginari català, equivalent a la famosa espada Excàlibur de la llegenda del Rei Artús.