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lunes, 13 de julio de 2020

CAPÍTULO L.


CAPÍTULO L.

Que contiene la vida de Armengol de Gerp, séptimo conde de Urgel. - De la
conquista de Balaguer, y descripción de aquella villa.

El condado de Urgel se iba cada día dilatando, y el valor y fama de sus condes se extendía por España, y ellos iban a porfía por aventajar los unos a los otros, sin reparar en inconvenientes ni peligros, porque ningunos podían meter límite a sus altos pensamientos. El hijo del que murió en Barbastro se llamó Armengol, así como el padre, y por diferenciarle, le llamaron de Gerp, por haber edificado y muerto en el castillo de Gerp, vecino de la ciudad de Balaguer. Muerto su padre, heredó el condado de Urgel y los tributos o parias que cada año lo pagaban los reyes moros.
Los primeros años del gobierno de su condado fueron muy sosegados y quietos, y en ellos llegó a Barcelona Hugo Cándido, cardenal del título de san Clemente, que venía de Aragón, donde le había enviado el papa Alejandro. Este Hugo Cándido no fue natural de Barcelona, sino de Trento, y fue creado cardenal el año 1049: digo esto, porque hay algunos que piensan que un cardenal Hugo que hubo el año 1240, a quien inadvertidamente dan el nombre de Cándido, que fue religioso de la orden de santo Domingo y escribió muy doctamente sobre la Biblia, sea el que intervino en la ordinacion de los Usajes de Barcelona, y equivocándose, toman el uno por el otro, lo que causa alguna confusión en las historias.
Este cardenal, después de haber dejado en muy buena orden las cosas ecclesiásticas de aquel reino, llegó a Cataluña en ocasión que estaba Ramón Berenguer, el Viejo, conde de Barcelona, ocupado en el sitio de la villa de Cervera de Urgel, que así la llamaban antiguamente, y era de moros, que habían acudido con tributo al dicho conde y ahora se lo negaron, declarándose contra de él, corriendo y talando toda la tierra de los cristianos, sus vecinos.
Obligaron al conde a la defensa de sus vasallos y castigo de los moros; puso sitio a la villa, que era muy fuerte y poblada, circuida de buenos y fuertes muros, con un castillo al un extremo de ella, que es la fuerza más principal de aquel pueblo, del cual escribe muy curiosamente Pedro Giscafré, su síndico, en un libro Del triunfo del Santo Misterio que es sucinta y curiosa historia de aquella villa y verdadera relación de sus grandezas. Asistieron en el sitio de ella con el conde Ramón Berenguer muchos prelados, y entre ellos el obispo de Vique, el abad de Ripoll, Ramón de Cervera y Ramón de Guardia, Berenguer de Anglesola y muchos vasallos del conde de Urgel. Fue grande la defensa hicieron los moros, y entonces, para mejor combatir la villa y defenderse de las surtidas de los cercados, se edificó junto a aquella, a la parte inferior, una torre fuerte, cuyas ruinas y señales aún quedan. Estando ocupado el conde de Barcelona en esta empresa, tuvo nueva de la venida del cardenal, y luego encomendó el campo a un caballero muy principal llamado Ramón de Timor, que después se llamó Ramón de Cervera, y se fue a recibirle. Grande sin duda era la utilidad de la conquista de Cervera, y la presencia del conde y demás prelados importaba mucho para ella; pero todo lo dejaron en saber la venida del cardenal, anteponiendo las cosas del servicio de Dios a las de su estado.
Llegado el cardenal, se congregó un concilio de los obispos y demás prelados de Cataluña. Entre otras cosas muy acertadas que ordenaron, la más notable fue, que de común consentimiento dejaron el oficio, rito y ceremonias góticas que hasta entonces habían observado, y tomaron las romanas, prohibiendo del todo a los clérigos el uso del matrimonio, que había quedado del tiempo del rey Vitiza, penúltimo rey godo, y quedando obligados a perpetua castidad, como el día de hoy se guarda.
Dióse asímismo entonces de mano a algunas leyes antiguas que hasta entonces se habían observado, pero tan alteradas, quitadas y añadidas, que eran casi otras de las que se hicieron en tiempo del rey godo Eurico, en cuya ordinacion se halló san Severo, obispo de Barcelona, con sesenta obispos católicos, cerca del año 480. Juntáronse en Barcelona cortes, y en ellas intervino el cardenal, con todos aquellos que tienen lugar en ellas; y Tomich (Tomic) dice, en particular, que fue en ellas el conde Armengol, que en estos tiempos andaba en los veinte y tres años de su edad. De consentimiento de Ramón Berenguer y de la corte fueron nombradas veinte y una personas, y entre ellas fue Arnaldo de Tost, vizconde de Ager, para ordenar y componer nuevas leyes, por las cuales se gobernase y rigiese este principado, y que el día de hoy se observan, y nombran Usajes de Barcelona (usatges): y es tan grande el cuidado que se tiene de la guardia y observancia de ellas, que, entre otros juramentos que hacen los reyes y sus ministros, es uno de guardar aquellos, por contener en sí gran equidad y justicia: fueron ciento y setenta y cuatro, y andan impresos en los libros de las Constituciones de Cataluña.
Cerca de estos tiempos, y en los idus de enero del año ocho del rey Felipe, que es de Cristo nuestro señor 1068, dio el conde privilegio a los del lugar de Valldelort de que jamás ningún señor les pudiese imponer más censo de aquel que solían pagar en tiempo del conde su padre.
Finidas estas cortes, emprendió el conde Armengol la conquista de la ciudad de Balaguer y sus comarcas. Es Balaguer población principal y antigua en los pueblos ilergetes y fundación de Hércules líbico, la segunda vez que vino a España, mil seiscientos setenta y ocho años antes del advenimiento de Cristo señor nuestro, y le nombró Balaguer.
Otros hacen más moderna esta fundación, y la ponen en el año 1.591 antes del nacimiento, y la atribuyen a Sicoro, antiguo rey de España, de quien el río Segre toma el nombre de Sicoris, de cuyas riberas salieron los de los pueblos sicanos, que poblaron la isla de Sicilia, que llamaron Sicania. La interpretación de este nombre de Balaguer, no se sabe; hay empero quien la deriva de un gran grito o balato, que, estando en el puesto más alto de la ciudad dio Hércules mirando a los suyos metidos en una famosa batalla, diciendo: ó quam urgens bellum; de que quedó Urgellum, y del balito o balato Balagarium; y así llamaron a la ciudad que allí se fundó. Esto en opinión de algunos es apócrifo, y graves autores lo juzgan por tal: los que hacen fundador a Sicoro, (Segre) dicen que Balaguer en lengua líbica, (Libia) que era la que usaban estos antiguos reyes, quiere decir señorío de los valles. (bal : val : vallis : valle : vall + ager: Ager).

En tiempo de los romanos floreció mucho y hubo reyes que tomaron el título de la ciudad: uno de ellos fue Belistágenes, que las historias llaman rey de Balaguer, y de los fieles amigos de los romanos en España; porque habiéndose levantado contra ellos todos los pueblos de aquellas comarcas, solo Belistágenes perseveró en en su devoción, lo que celebró Tito Livio y otros autores. Después, en tiempo de los moros, se conservó también el título de rey de Balaguer muchos años, y fueron tributarios a los condes de Urgel, hasta que del todo los sacaron de la ciudad y condado. El sitio de ella está tendido por lo largo a la ribera del río Segre, cuyas aguas bañan sus muros: participa de llano y enriscado; la parte enriscada está dividida en dos puntas o riscos; en la parte llana están edificadas muchas y buenas casas, donde moran los caballeros y ciudadanos y demás gente lucida de la ciudad. Tiene una grandiosa plaza que llaman el Mercadal, que puede competir con las mejores de España. En ella, en tiempo de los condes y aún después, se celebraban los juegos y fiestas públicas; por el un lado pasa una caudalosa acequia de agua que se toma del río Segre, una legua antes de llegar a la ciudad, que sirve para el riego de la huerta y uso de los molinos. Sobre el río Segre hay una hermosa puente de piedra que
sustentan cinco arcos, labrada de sillería, muy ancha y larga, capaz para gran tránsito: pasan por ella los que, viniendo del mediodía, van a la ciudad. Al cabo de ella hay una puerta muy ancha y grande, que es la principal de la ciudad, y muy bien labrada y con majestuoso frontispicio: en medio de ella hay una imagen del arcángel san Miguel (tutelar de la casa de Urgel), de piedra, muy grande, en medio de los dos escudos de las armas de Urgel y Cataluña, en franja; de donde infiero, ser edificio hecho después del año 1334, que el condado de Urgel vino a ser de los hijos de los reyes de Aragón y condes de Barcelona. Algo más arriba están otros dos escudos con las de Urgel solas. A la otra parte, y delante de la puente, hay otro insigne monasterio de la orden de santo Domingo, que fundó el conde Armengol de Cabrera, del cual se da noticia en su vida. Los muros a la parte de tierra son a lo antiguo, aunque renovados en algunas partes; pero a la parte que mira al río, labrados a lo moderno, con sus terraplenes que sirven de paseadores, para comodidad de los vecinos, por gozar de apacible y alegre vista.
La vega es grande y fértil, poblada de hermosas huertas y jardines, y espesas alamedas: extiéndese por las orillas del río Segre, cuyas aguas, conducidas por cada parte del río con caudalosas acequias, sirven para el riego de ella, sin faltar jamás. Había allí entre otras casas de campo una más principal que todas, que llamaban la casa fuerte de la condesa, que estaba tras el monasterio de predicadores, y era casa de recreo de los condes, y edificio suntuoso y fuerte, como lo denotan algunos rastros que no ha muchos años parecían por aquellos campos. Es tradición de los vecinos, que tenían los condes una mina secreta que salía del castillo y pasaba por bajo del río y desbocaba en esta casa, lo que, si es cierto, es cosa espantosa, y tanto más admirable, cuanto más caudaloso es el río Segre que pasa sobre ella: pero la riqueza de los condes podía emprender cosas mayores.
El terreno produce todo género de granos, frutos, legumbres, cáñamos, linos, salitre, vino y lo demás necesario para el uso del hombre; y esto con tanta abundancia, que de lo que se vende entra en la ciudad mucho dinero que la enriquece.
A la otra parte de la vega, hacia el mediodía, sobre una colina, hay un castillo que llaman Rapita (Rápita), y era antiguamente mezquita de moros, donde hacían sus ceremonias moriscas: así lo denota el nombre Rapita, que quiere decir mezquita o casa de devoción que está fuera de poblado. Hay también en medio de la vega, hacia occidente, a la mano izquierda del camino que va de Balaguer a Lérida, un monasteri que lo fue de religiosas cistercienses, obra antigua y maciza. Llámase de las Franquesas. Por estar tan cercano al río está muy sujeto a las avenidas de él, pero puede resistir a ellas. Las religiosas se acabaron, y por ser de aires mal sanos no han puesto otras; porque las aguas se encharcan, y los vapores que se levantan corrompen los aires. Está unido al monasterio real de Poblet, y residen allí uno o dos monjes, que cuidan de la casa y heredades, y celebran misa. Hay en la iglesia algunos sepulcros antiguos de piedra, levantados en alto, no se sabe de quién son, porque no hay armas ni inscripciones: dicen por allá los vecinos ser de algunos principales caballeros, que solían por aquellas partes usar tales sepulturas, como aún los hay muchos por las iglesias de todos aquellos contornos. Consérvanse los claustros y dormitorios y otros cuartos del monasterio, pero amenazando ruina, por haber muchos años están inhabitados.
En un alto de la ciudad, que está a la parte del occidente, está edificada la iglesia mayor, so invocación de Nuestra Señora: es edificio moderno, del tiempo del infante don Jaime, conde de Urgel, hijo del rey don Alfonso: es todo de sillería y de una sola nave, muy grande y capaz, adornado de muchos y muy buenos retablos, y la sacristía muy rica; acúdese al culto divino con grande puntualidad y devoción: la vista de que goza es admirable, y por estar en lugar alto, descubre gran parte del campo de Urgel: residen en ella doce canónigos, un plebano y doce beneficiados.
En el otro risco o recuesto, que está al principio de la ciudad, a la parte de oriente, frontero de la puente, estaba edificado el castillo y alcázar de los condes, el cual era muy fuerte y suntuoso, y de fácil defensa, según lo denotan las ruinas y cimientos de sus muros y torres derribadas, edificados sobre otros más viejos que estaban sobre durísimas y grandes peñas, todo de sillería y obra romana: su grandeza y antigua majestad hoy mal se puede conjeturar, porque desde el año 1413 fue derribado. Queda algún rastro de las cisternas, caballerizas y demás oficinas subalternas; la puerta era hacia el mediodía y de tal traza, que cuatro hombres la podían defender; estaba muy adornada de jaspes, mármoles y pórfidos, de que hay algunos pedazos junto al castillo, que son recuerdos de lo que fue en tiempos pasados, y testimonio verdadero de la instabilidad y mudanza de las cosas del siglo. En el claustro superior del monasterio de Poblet están las colunas que se sacaron de este castillo, y de aquellas adornaron aquel claustro: las piedras de las ventanas del palacio real del mismo Poblet estaban también en este castillo, y por ellas se echará de ver que tal sería este castillo de donde se sacaron.
Había en él una iglesia que llamaban Santa María de la Zuda, donde residían clérigos y celebraban los oficios divinos, cumpliendo con algunas fundaciones dejaron allá los fieles; y en esta iglesia tenían algún derecho los abades de San Pedro de Ager. Era por la parte de occidente, mediodía y tramontana casi imposible la subida; pero por la parte de oriente, entre el castillo y la iglesia de Almata, hay un grande foso que le sirve de defensa: en él vivió el grande rey don Alfonso el tercero, mucho tiempo antes que fuera rey; aquí nació el rey don Pedro el tercero, y sus hermanos, y de ello hace estima en su crónica.
A la otra parte del foso, y fuera los muros de la ciudad, hay una grande llanura, en que en el año 1413 asentó el rey don Fernando el primero su real, para mejor combatir el castillo. Aquí hay una iglesia antigua que llaman Santa María de Almata; es a modo de cruz, con solo tres brazos, que miran a oriente, occidente y septentrión; es la bóveda de ellos redonda, con una cornisa muy llana y sin labor alguna; el brazo que mira al oriente es nuevo, labrado a lo moderno, y cubierto con un gran cimborio, por el cual recibe la luz: aquí está el altar mayor y la santa imagen de Cristo nuestro señor, tan celebrada en el
mundo: a la parte del mediodía la cortina de la pared corre igual, y en esta parte hay una capilla pequeña, donde antiguamente estaba la santa imagen que está en el altar mayor, y en memoria de ello, hay una inscripción que dice así:

EN ESTA CAPILLA ESTUVO LA IMAGEN
DEL SANTO CRISTO MÁS DE 600 AÑOS
Y SE TRASLADÓ A LA CAPILLA NUEVA
A XXI DE MARZO DE MDCXXVI .
EN PRESENCIA DEL REY NUESTRO SEÑOR,
DON PHELIPE IIII Y III DE ARAGÓN Y DEL SERENÍSIMO INFANTE DON CARLOS SU HERMANO ETC.

En esta parte hay una puerta que mira al mediodía; la otra mira al septentrión y llaman la puerta del Real, por haberlo puesto aquí el rey don Fernando cuando prendió al conde de Urgel y aún quedan aquí rastros de una trinchera o muro que hizo el dicho rey. La que mira al poniente es la más principal y mejor, y está frontera al castillo: hay dentro de ella un pórtico muy adornado de colunas y espacioso, que engrandece la entrada de la iglesia. Antiguamente estaba por cabeza de él una imagen de nuestra Señora que llamaban de Almata, y el día presente las religiosas, para mejor consuelo suyo, la tienen dentro del monasterio con gran decencia y ornatos. A la parte de oriente es la capilla mayor, y en ella la imagen santa de Cristo, señor nuestro crucificado, que es una de las más devotas que hay en el mundo, y son sin cuento los beneficios y mercedes hace Dios por ella: la devoción es grande e innumerables los milagros, como lo atestiguan los votos colgados por las paredes; y si se hubiera cuidado de su conservación, estuvieran todas cubiertas de ellos, y pudieran competir con las de Monserrate, Guadalupe y otras casas de devoción y santuarios de España. Aquí se muestra la omnipotencia de Dios curando diversas enfermedades, como son calenturas, mal francés y dolores del cuerpo; vuelve la vista a los ciegos, sana cojos y mancos, favorece a los navegantes, resucita a los muertos y hace otras maravillas, de que están llenas las memorias. Diré de una, y es que aparecen algunas veces de noche en el río Segre cinco luces, o más o menos, y andan por el agua y paran en el escollo donde paró esta santa imagen cuando se halló; y aun en la misma iglesia se han visto muchas veces; y esto es tan cierto y continuo, que apenas hay ninguno de aquella tierra que no pueda ser testigo de ello: es frecuentada de todas las naciones del mundo, y está la hospitalidad tan a su punto, que no les falta nada a los peregrinos y novenarios que continuamente acuden allí, para los cuales hay una gran casa y cierto número de personas eclesiásticas que tienen cuidado de ellos, ejercitando la hospitalidad con tanto amor y limpieza, que su apacible trato es para llamar allá todo el mundo. En el año de 1626, viniendo el rey a jurar a Barcelona, visitó el santo crucifijo y fue hospedado en esta casa, con todos los grandes que venían en su compañía.
Entre la iglesia y casa de peregrinos hay un monasterio de monjas de san Francisco, que fundó el infante don Jaime, hijo del rey don Alfonso, y dotó magníficamente; y tenía prerogativas de fundación real, por haber sido el fundador hijo, hermano y tío de reyes. Las monjas claustrales se acabaron; las rentas se disminuyeron, y el patrimonio del convento quedó muy perdido por haberse acabado los condes de Urgel, patrones y fundadores de aquella casa, que con sus limosnas la socorrían y amparaban. Acabadas y suprimidas las monjas claustrales, estuvo mucho tiempo sin religiosas, y la casa se vino a acabar de todo punto, porque gran parte de ella vino al suelo. A la postre, los paheres de la ciudad se ampararon de ella y levantaron lo caído, y edificaron de nuevo lo que era menester, y se hicieron patrones, y a instancia de ellos metieron la observancia, y vinieron a fundar religiosas observantes del monasterio de Santa Clara de Tarragona, y están súbditas al obispo de Urgel, el cual las visita y tiene allá clérigos muy ejemplares que las ministran los sacramentos y cuidan del servicio de ellos. De esto hay memoria en unas piedras que están en las paredes de aquel convento, y la una dice así: 

CIVITAS BALAGARII MONIALIUM ISTUD COENOBIUS CONDIDIT CUJUS AEDIFICIUM
INCOHATUM FUIT LV NONAS MAII MDCVII CONSULIBUS EXLSTENTIBUS
MAGNIFICIS FRANCISCO TORRES MEDICINAE DOCTORE BABTISTA GOMAR CIVE
FRANCISCO BOTELLA BARTHOLOMEO SALVAT DE REPUBLICA OPTIME MERITIS S. P. Q. B.
La otra dice así:
A 21 DE MARS 1622 ESSENT PAERS DE AQUESTA CIUTAT DE BALAGUER LOS MAGNIFICHS PERE MORATO MIQUEL ALÇAMORA HYERONIM SPERT Y MATHEU GARROFER PATRONS DEL PRESENT MONESTIR DE SANTA CLARA DE ALMATA FOREN TRETES AB AUCTORITAT APOSTOLICA DEL MONESTIR DE SANTA CLARA DE TARRAGONA Y INTRODUHIDES EN AQUEST PER FUNDADORES SOR BENETA CASALS ABADESSA SOR DOROTHEA PALAU VICARIA Y SOR SERAFINA MONTANER MESTRA DE NOVISSIES.

Lo que hace más célebre esta casa y llama a ella a todo el mundo es la muy devota y piadosa imagen de Cristo señor nuestro crucificado, de cuya venida diré lo que escribe aquel santo varón fray Vicente Domenech, del orden de predicadores, cuyas palabras son estas: “Como aya venido el sancto crucifixo á la ciudad de Balaguer, no he podido hallar auto authentico que lo diga; pero he visto en la misma iglesia donde oy lo tienen una scritura antigua, la qual refiere que vino por el río Segre arriba con grande luz y con mucha compañía de ángeles que cantaban las grandezas de Dios; y tienen por tradición que viniendo río arriba, se detuvo en un scollo o pequenyo penyasco que aun parece dentro del agua, y que viniendo con procesion la ciudad para tomarla, se apartó la sancta imágen por el agua adentro, y que baxaron tambien las monjas claustrales Franciscas del Mata, que assi se lama el lugar donde sta edificada su casa, y se dejó recibir por la abbadessa, y á causa desto se la subieron a su monasterio, donde la tienen con gran veneración, y es visitada de todas las naciones del mundo como uno de los más insignes santuarios de la cristiandad.” Y el doctor Onofre Menescal, en su sermón del rey don Jaime el segundo, hablando de los santos de Cataluña, pone entre ellos el santo crucifijo de Balaguer, por estas palabras:
Lo sant crucifici de Balaguer; que dihuen ving* vingué per lo riu Segre, y arribá ab gran llum y companyía de ángels que cantaban alabansas á Deu.
Esto es lo que se sabe por ahora; pero sin duda debieron pasar otras muchas cosas, y tiempo, que todo lo consume, las ha entregado al olvido. La ciudad y clero de Balaguer han hecho diligencias grandes en buscar memorias antiguas, pero no hallo más de lo que tengo dicho; placerá a Dios se hallen tiempos por venir, así como ha Dios descubierto otras cosas semejantes que hasta nuestros días estaban del todo olvidadas. El doctor Jaime Prades, valenciano, en la Historia del uso y adoración de las santas imágenes, dice estas palabras: “ En aquellos mismos tiempos, aquel sancto *viejo Nicodemus enseñó contra aquellos mismos judíos m* claramente por obra también, la misma confesión de e* fé, habiéndole dado primero el mismo Jesucristo cumpli* la noticia de su divinidad y humanidad. Porque escrib* Anastasio, doctor, que fue en tiempo del concilio Nice* segundo, y Gregorio Turonense, que este santo labró con su mano tres crucifijos (porque no se pudiese dudar en es* de su voluntad), representando en cualquiera de ellos la figura de Cristo, de la manera que le vio él enclavado en la cruz; y aunque bastaba la relación que de ello hicieron * habérnosle mostrado tal en sus evangelios los evangelistas sagrados, quiso dárnosle más adelante retratado al vivo, cuerpo muerto, de color amarillo, cual suele ser el de los muertos, los ojos oscuros, turbios y vueltos en blanco, con la boca abierta, todo rociado de sangre, llagados y rasgados aquellos miembros santísimos y del todo ajenos * su belleza, y tan maltratados, que aún a sus enemigos movieran a compasión; y esto para moverse a sí primero con esta vista, y después a nosotros, y porque semejante acto fuese como un testimonio de que descubiertamente confesaba la pasión de Cristo contra la infidelidad de aquellos judíos, y también para que, a ejemplo suyo, los que estaban por venir en todos tiempos hiciesen otras imágenes para el propio efecto; en lo cual no le engañó su pretensión, pues con grande gloria del mismo Jesucristo y aprovechamiento de sus almas, han los cristianos adorado y confesado su pasión por aquellas santas imágenes. Porque una de estas fue la que derramó en Berito sangre y agua en abundancia, convirtiendo toda una sinagoga de judíos, conforme adelante diremos; y hoy en día por estas mismas es también glorificado en la ciudad de Balaguer de Cataluña, y en San Agustín de *Burgos, y en Orense de Castilla; y es tanta la fé y devoción que tienen los cristianos por este medio a la pasión y muerte de Cristo nuestro redentor, que en otros pueblos pretenden más ciertamente tener las mismas imágenes. Esto dice aquel aquel curioso autor, que con tanta piedad escribió la historia de las santas imágenes, contra la falsa opinión de Lutero y otros herejes modernos.
Está esta santa imagen en el altar mayor, dentro de un hermoso tabernáculo: cúbrenlo tres ricas cortinas, y cuando la quieren enseñar a los fieles, sale cierto número de los sacerdotes que residen allá, con sus sobrepellices y cirios encendidos, y con voz lastimosa y devota cantan algunos versos del salmo 50, y en el entretanto van poco a poco corriendo las cortinas, y con dos o más velas que al rededor de la santa imagen están encendidas, se divisan y ven muy bien el santo rostro, llagas, manos y demás partes y color de la santa imagen, y después rezan alguna oración y cierran las cortinas. En tiempo de esterilidad de agua, que acontece muchas veces en aquella tierra, la sacan en procesión; y en otro tiempo la mudaban por nueve días en otro altar, perseverando en oración, devociones y procesiones que acuden de diversos pueblos; y es cosa maravillosa ver la abundancia de agua que Dios envía, fertilizando con ella la tierra; y en
tiempos de grandísima esterilidad, con procesión la bajan al río Segre, cerca del escollo donde fue hallada, y allá, con las aguas del río, la bañan, suplicando a nuestro Señor, que mediante el tocamiento de la santa imagen en las aguas las bendiga, dándoles virtud para que hagan el efecto que el devoto pueblo suplica, enviándolas del cielo con abundancia, para regar y fertilizar aquella tierra; y es tanta la misericordia de Dios y la virtud de aquel santo crucifijo, que apenas pasan muchos días que no se vea el fruto de aquellas devociones, las cuales y todo sea para mayor gloria de Dios, que cada día hace maravillas.
En la capilla en que antes estaba la santa imagen hay una memoria moderna que dice estas palabras: (Es la misma que se halla continuada en las páginas 341 y 42).
Estas palabras han hecho reparar, porque es cierto, que las monjas claustrales no estuvieron en Almata hasta el año 1351, porque, como dije allí, era la iglesia mayor y parroquial de Balaguer; y dando por cierto que las monjas claustrales franciscas de Almata bajaron al río cuando vino la santa imagen y que la tomó la abadesa, no podía haber seiscientos años era allá la imagen cuando se hizo aquella memoria, que fue el año 1626, y así hemos de decir, o que los seiscientos años han de ser muchos menos, o que las monjas eran de otra religión, o que el hallazgo de la santa imagen fue después del año 1351.
Acabadas ya las cortes de Barcelona, en que se hicieron los usajes, dio principio el conde Armengol una gran guerra que por muchos llevó contra los moros sus vecinos, con pretensión de echarlos de una vez de todas las tierras y límites de su condado, acabando con ellos. Valiéronle, según parece en antiguas memorias, el obispo de Urgel, el conde de Pallars, Ramón de Cervera, Guillen de Anglesola; Raimón Folc, vizconde de Cardona, hijo de Hugo Folc; Galcerán de Pinós, Hugo de Treyá, Berenguer de Puig-vert, Oliver de Termens, Gerardo o Guitardo de Ribelles, Juan Despes, Ramón de Peralta, Bernt de Peramola, Pons de Oliva, Asbert Dez-Palau, Juan de Pons, Guillen de Majà, Galcerán de Artisé, Guillen de Alentorn, Ramón de Monsonis, Bernat de Billvés, Benet de san Gruni, Pedro de Torá y Arnaldo Dalmau, y otros muchos caballeros amigos y vasallos del conde. Con ellos bajó como un rayo por las riberas del Segre, conquistando todos los castillos que había de la una y de la otra parte; de aquí pasó a las riberas de Sió, y tomó todos los lugares que había por allá; llegó hasta las villas de Sanahuja y Guisona, y se apoderó de ellas. En esta ocasión conquistó a Linyola y otros pueblos vecinos, cautivando muchos de aquellos infieles. De esta conquista habla un auto de confirmación hecho por Armengol y Arsende, su mujer, condes de Urgel, en favor de Ramón Arnau, de ciertos réditos; y usando del latín de aquellos tiempos, dice:
damus tibi haec omnia praenominata quod ab antiquo tempus avi de me Ermengaudus comitum qui obit a Gerp fecit dono in vita sua ad Arnaldo Dalmatii patre tuo quando Linerola fuit decepta a Xpianis et pagani captivus etc. y de esta vez quedó toda aquella tierra por los cristianos. Luego, pues, que fue señor de la campaña; entendió en la conquista de la ciudad de Balaguer, que era la plaza más fuerte e inexpugnable que por aquella parte quedaba a los moros, donde se eran todos retirados con lo mejor de sus haciendas. Hay cercano a Balaguer,a la parte oriental, media legua distante, a la ribera del Segre, sobre grandes peñas, un lugar llamado Gerp: este puesto escogió Armengol por acomodado para hacer en él plaza de armas para la conquista de Balaguer, y fortificó en él un castillo, cuyos cimientos aún quedan. No es este castillo el que al presente dura en el mismo lugar de Gerp, sino otro algo más apartado, y de aquí se quedó el nombre de Gerp. En autos, empero, y antiguas escrituras parece que a este conde llamaban los moros Armengol de Tuligisa, no se sabe porqué. El abad Briz Martinez, en la historia de San Juan de la Peña, dice que sería por alguna hazaña en el lugar o territorio de este
nombre. Desde el castillo de Gerp, se dio principio al cerco de Balaguer; pasaron en él grandes cosas y diversos hechos de armas, combatióse la ciudad por todas partes, y más en particular por la de Almata. Los moros que estaban dentro entendían valerosamente en la defensa de ella, pero faltóles el socorro que les podía venir y aguardaban de Lérida, y esto era muy dificultoso, porque el conde era señor de la campaña, y por eso los moros, antes de llegar al último punto, escogieron un honesto partido, por no ver entrada y saqueada la ciudad, y así se rindieron y la entregaron al conde con condiciones. Así se infiere del testamento del conde, el cual, entre otras cosas en que instituye heredero a su hijo, son los tributos que Almudafar, moro, le prestaba por Balaguer; y es cierto que si la ciudad se conquistara a fuerza de armas, toda quedara por los cristianos, sin permitir a los moros parte alguna en ella, antes bien los echara del todo; y así Almudafar (suena como Almudévar) debió de quedar o con el castillo o alguna parte de la ciudad, por la cual se obligó a pagar parias o tributos al vencedor. Después de esto, a los que le habían ayudado a aquella conquista hizo participantes del fruto de la victoria, así como lo habían sido de la guerra. A G. de Bibellas, que fue de los que más se señalaron, dio ciertas rentas sobre la ciudad de Balaguer, y a lo que yo conjeturo, le hizo carlan, (castellán) y le dio los castillos de Roda y Monsonis; a Bernat de Peramola dice Terafa que dio los castillos de Auliana y Peramola; a Gispert de Pons, la carlanía de Pons; a Galceran de Pinos, el castillo y tierras de Taltaull; al obispo de Urgel, que en esta guerra hizo mucho, los castillos y villas de Guisona y Sanahuja, aunque se pretendió que esta donación fue en favor de su Iglesia y no de la mensa episcopal; a Berenguer de Puigvert dio ciertos lugares a las riberas de Sió; a Guillen de Majá, Robió y La-Sentiu; a Arnau Dalmau dio la torre Dalmazor, y en auto de confirmación que de esta donación hizo el conde Armengol y Arsende, su mujer, en favor de Raimundo Arnau, su hijo, en que añadió también la mitad de las décimas que tenía en la torre de Erall, dice: Et est haec omnia infra comitatum Urgelli in finibus Marchiarum in loco quod dicitur Pla* superius Linerola: et habet autem afrontacionis prescriptam turrim a parte orientis in terme de Juliagrossa et de *Montosar, de meridie in termino de Valverd et de *Xerapchenic sive in Pennal de la turrim de la Baralla, a parte vero circii in termino de Linerola, et de aquilone in termino de turrim de Erall; y estas donaciones fueron con pacto que lo tuviesen en feudo por el donador, el cual tenía todo el condado de Urgel franco de todo reconocimiento al conde de Barcelona, por haberlo él con sus fuerzas conquistado; y esta prerrogativa y franqueza conservaron siempre todos los condes de Urgel, hasta Armengol VIII, el cual murió sin hijos, y el condado hizo mudanza, porque después de él, todos los que lo poseyeron, fue con ciertos reconocimientos a los condes de Barcelona y reyes de Aragón, los cuales a la fin vinieron a tener el señorío útil, directo y alodial de todo el condado, perdiéndose del todo la soberanía que tuvieron los primeros condes, por haberle ellos conquistado con su espada, y adquirido de los sarracenos.
Por estos tiempos entró en Cataluña, Amato o Antato, obispo de Oloron, en Francia, legado del pontífice Gregorio VII, para visitar los monasterios del orden de San Benito, que eran muchos en Cataluña; detúvose en el obispado de Gerona, y después en el convento de Besalú; y de allí entró en el condado de Urgel, donde fue muy bien recibido del conde y de Lucía, su mujer, y le rogaron que reformase los monasterios de aquel condado, que eran cuatro, llamados de san Saturnino, de santa Cecilia, de san Andrés y de san Laurencio; y empleándose en esto, le pidieron que el de santa Cecilia, que por negligencia de los abades y monjes estaba algún tanto estragado en la religión, lo hiciese de monjas; y condescendiendo en esto el legado, fueron él y el conde y la condesa a Barcelona, y pidieron algunas religiosas a Eliarda, abadesa del monasterio de san Pedro de las Puellas, para la fundación del nuevo monasterio, y ella las dio a 23 de julio del año 1079, y concertóse que el nuevo monasterio estuviese sujeto a ella y a sus sucesoras. De esto hay auto en el archivo de dicho monasterio de san Pedro de Barcelona, cuya autoridad y antigüedad es muy grande, en el saco A, núm 2. El maestro fray Antonio de Yepes, en la historia de san Benito, tomo 6°, refiere esta misma historia; pero añade que esta Eliarda era abadesa del de las Huelgas de san Pedro: es manifiesto error de los trasladadores, y como a tal, lo advierto de paso.
A 5 de los idus de setiembre del año diez y nueve del rey Felipe, que es de Cristo señor nuestro 1079, el conde hizo donación de Biscarri, que estaba en el condado de Urgel, a Raimundo y Valencia, condes de Pallars, y a Arnaldo, hijo de ellos, y dice: que las terminaciones son a parte orientis in termines de castrum Taravalli, a meridie in termines de castrum Benavente vel in quallum sancti Egidii de *occiduo in *Gaveta vel in Lagunas et ascendit per termines de castrum Lordani et de Castelione usque in montem qui dicitur alto etc. *Ica ut non liceat vobis alium seniorem eligere de supradicto castro neque ad vos neque ad posterita vestra nisi me Ermengaudum aut posterita mea. Y se llamó el conde comes et marchio, y este mismo castillo, con la iglesia y parroquia de san Andrés, a 2 de las calendas de junio del año veinte y cuatro del rey Enrique, que era de Cristo 1054, lo había dado Armengol de Barbastro, su padre, que también se intitulaba conde y marqués, a Arnaldo Miron de Tost, y a Arsende, su mujer, vizcondes de Ager; y después el mismo vizconde de Ager, en su testamento, lo dejó a los dichos Valencia, su hija, y a Arnaldo, su nieto, el cual testamento fue hecho a 4 de los idus de agosto del año doce del rey Felipe, que es de Cristo señor nuestro *1072. Y entiendo que la donación hecha en este año 1079 fue confirmación de la del año 1054 y del testamento del vizconde, por razón del señorío que en este y otros castillos se reservaron los condes de Urgel.
Murió por estos tiempos la condesa Lucía, en la cual tuvo el conde un hijo, que fue Ermengaudo, que llamaron de Mallorca; y el año siguiente de 1080 ya había casado con Adelaida, dama francesa, que se intitulaba condesa de la *Prohenza (Provence, Provenza), por tener en aquella provincia ciertos derechos de que hace alguna mención, aunque muy de corrida, César de Nostradamus en su historia de la Prohenza, en la vida de san Gilberto, segundo conde de la Prohenza. El padre Diago dice haber visto un auto en que el conde y esta Adelaida, su segunda mujer, dieron la tercera parte del castillo de Altet a la iglesia de santa María de Solsona, a 13 de febrero del año veinte del rey Felipe, y nombra siete caballeros principales del condado que fueron presentes, y eran Gerardo Mir, vizconde; Hugo Dalmacio, Ramón *Reembaldo, Berenguer Brocardo, Guillermo Arnaldo, Olivon de Arvernia, Guillermo de Izarno y Berenguer de Puigvert.
Entonces entraron en el condado de Urgel y por los valles de Aran y Andorra algunas gentes extranjeras, inficionadas de la herejía arriana (pone araiana), que aún duraba en el mundo: recogiéronse en un castillo que llaman Monleó, y allí se hicieron fuertes para enseñar su perversa y mala doctrina.
El conde y toda su tierra se alborotó notablemente, y sin dar lugar a que derramasen su ponzoña, fueron al castillo y le dieron combate, y sacaron los herejes y toda Cataluña había ya tomado las armas contra de ellos. Señalóse notablemente un caballero llamado Arnaldo de Perapertusa: este, por orden de Armengol, y con gente suya, trabajó con tantas *veras en la expulsión de esta canalla, que mereció que el conde le diese este castillo, con que le tuviese por él y sus sucesores, y que, requerido, le hubiesen de dar las tenencias. Entonces mudaron el nombre al castillo y le llamaron Castellbó, y los descendientes de este caballero tomaron este apellido, y duró este linaje muchos años en Cataluña.
Tomada la ciudad de Balaguer y todos los lugares y castillos que están alrededor de ella, y los demás de las riberas de Sió y Segre hasta Noguera Ribagorzana, emprendió guerra contra los moros de Lérida y Fraga, y los que estaban a las riberas de Segre y Cinca y Ebro, hasta la ciudad de Tortosa, y con tan grande poder, que no leemos otro tanto de ninguno de los príncipes de estos tiempos. Tuvo principio esta nueva empresa en el año 1091, en la primavera. Entonces se le hizo tributario el rey de Lérida, prometiéndole cada año parias. Subió a Fraga, y por las riberas de Segre y Ebro, llegó a Tortosa: aquí recibió socorros de gente que le envió el rey don Pedro de Aragón, su sobrino, desde Monzón, con que pudo dichosamente proseguir sus victorias, que alcanzó muy grandes de los moros. El rey de Zaragoza, que se llamaba Yuseph Abenhut, (Pep, Josep, Joseph, José, Yusef, etc.) se le hizo tributario, e imitando al de Lérida, le reconoció vasallaje.
En el año 1092 ponen todos la muerte del conde, la cual fue en el castillo de Gerp, después de haber gobernado veinte y ocho años el condado, con los aumentos y victorias que quedan referidas, que discurrieron desde el año 1065, hasta el corriente de 1092. Intitulóse siempre conde y marqués, como el conde su padre.
Casó dos veces, la primera con Lucía, de quien tuvo a Armengol, y que algunos llamaron Luciana, y murió poco antes del año 1080; la segunda con Adelaida o Adaleta, que, como dije, se intitulaba condesa de Prohenza, de la cual tuvo un hijo llamado Guillermo, que heredó los estados de la madre y se intitulaba conde de Niza, y, una hija que se llamó Sancha. A más de estos tres hijos, tuvo una hija que casó con Guillen Jordan, penúltimo conde de Cerdaña, que murió en el año 1102, en la ciudad santa de Jerusalén: de esta hija no he hallado memoria en ningún autor, sino en el libro segundo de los Feudos del real archivo de Barcelona, fól. 87 (1) en que hablando el de Urgel con el de Cerdaña, dice: Quod si ego prescriptus comes Ermengaudus, obiero, sine filiis omnem nostrum honorem dimittam a germanam meam Elisabet conjugem tuam et ad te ipsum eternaliter habendum etc. y en el Armario 16 del dicho real archivo, en el núm. 59, hay otro auto en que el mismo * de Armengol hace memoria de esta hermana.

(1) Al libro de los feudos, tal como existe ahora en el archivo, le *faltan muchísimas hojas, que el autor tuvo seguramente a la vista, y *se cree desaparecieron ya a poco más de mediados del siglo XVII. Entonces debió de hallarse todo lo relativo al condado de Urgel; por consiguiente existe ahora casi ninguno de los documentos que Monfar cita a ca* como continuados en aquel libro.

Fue, a lo que se conjetura, sepultado en el monasterio de Ripoll, así como sus ascendientes. Hay de él dos testamentos: del uno hace mención Zurita, lib. 1, cap. 30, y dice que a Armengol, su hijo, le dejó bajo del gobierno de don Ramón, vizconde de Cardona; y de Ponce, vizconde de Gerona; y de Guerao, su hijo, que también se llamaba vizconde de Cabrera; y de Bernardo, obispo de Urgel, y de Ramón, obispo de Pallars; y de don Artal, hijo de don Artal, conde de Pallars; y sobre todo dejaba a Berenguer Ramón, conde de Barcelona, y al rey don Sancho, que tuviesen el gobierno de su estado y de su hijo para defensa de la tierra, y mandaba que cualquiera de estos príncipes que tuviese el regimiento del condado acudiese con el rey don Alonso de Castilla, y se enviase allá su hijo, y quedase debajo de su guarda. En caso que muriese su hijo, llama a la sucesión del estado a don Ramón, don Guillen y don Berenguer, sus hermanos, y si estos no viviesen, nombra por sucesor al infante don Pedro, su sobrino, hijo del rey de Aragón, y muriendo el infante sin dejar hijos, sustitúyele al conde de Barcelona, don Berenguer Ramón. Este testamento fue sin duda antes del año 1086, en que comenzó a reinar el infante don Pedro, sobrino del conde.
Después de este, y en el año 1090, hizo otro testamento, que está en el real archivo de Barcelona, en el armario de los testamentos, núm. 70, el cual da mucha noticia se las cosas y estado del condado, y por esto lo pongo aquí por entero, y es el que sigue:

Testamentum Ermengaudi de Gerp, comitis et marchionis Urgelli.

Nemo rationalium animalium, etc. (1)
(1) El manuscrito deja aquí una página en blanco, donde sin duda debía
continuarse el testamento; ahora es imposible llenar este vacío, porque si bien el índice antiguo de armarios tiene efectivamente continuada la nota de este documento, no se le ha hallado en su lugar correspondiente, ni siquiera viene ya comprendido en el inventario general de las escrituras en pergamino.

lunes, 23 de agosto de 2021

FLORS DE MALLORCA.

FLORS DE MALLORCA.


POESÍES DE AUTORS
VIVENTS,


PREMIADES LES MES EN
LOS JOCHS FLORALS


DE BARCELONA.


ESTAMPA DE PERE JOSEPH GELABERT.


1873.



/ Nota del
editor, Ramón Guimerá Lorente:
Reemplazo la preposición á con
tilde por a sin tilde. La ó por o.
Actualizo la ortografía sólo
en castellano. Ejemplo, rios: ríos.
Fuente del PDF:
https://datos.bne.es/resource/bimo0000875978

/


INTRODUCCIÓ.


L'amor a la llengua pátria, poch menys que mort entre nosaltres en los començaments del
present setgle, gayre no fá que se es despert en lo mes íntim de la
nostra ánima; l'harpa de la terra, olvidada de los nostres pares
per un altre qu'els era estranya, y que en ses mans no produia sovint
mes que sons ingrats y poch escoltívols, per bona sort l'havem
recobrada per sentirne melodíes molt plasents, plenes de força y
energia unes voltes, y altres d'una dolçura y tendresa jamay prou
lloades. Avesárenmos a veure la nostra parla tant malmenada y
envilida, venguda a tanta pobresa, no servintse d'ella mes que pera
les burles y les rialles, pera les vulgaritats y les sátires, que ni
esment posavem tant sols en la gentilesa y galanura que li son tant
naturals y tant propies: y seguint lo prejudici sens consciencia de
tothom, no pensavem ni imaginat haviam que a la primera conró que li
donassen, tan hermoses floretes en son clos s'havian de obrir, de
tant richs colors y de tant pures esencies. Mes axó es lo que ha
esdevengut venturosament. Alguns bons fills de la benvolguda Mallorca
han respost ab entusiasme y ab ver y alt patriotisme al crit de sos
companys d'altres terres; y unint los seus esforços als dels
catalans, de qui som los fills majors, y als de Valencia, que tenim
per germans, han conseguit tots fer reviure les lletres pátries,
presentar al mon literari sa llengua materna jolia y engalanada, axí
com cal a una princesa digna d'asseure's al costat de ses germanes
del mitxjorn d'Europa, avuy reynes y emperatrius que tota la terra
reverencia y escolta.


Los fills de la
nostra illa han ajudat y contribuit, no poch, a la tan venturosa
restauració.


Ab axó no han
desmentit lo bon nom que lexaren los nostres antepasats d'altres
centuries, may romasos endarrera en lo camí científich y literari
seguit per Catalunya, qui se obria pas constantment entre los realmes
mes avançats del mon. Y si 'Is qu' avuy conren lo sol dels antichs
comtes de Barcelona veuen lograda ja la ressurrecció miraculosa,
part d'axó es deu per cert als embats restauradors de Mallorca, que
entre 'Is perfums de les flors dels valls y fondalades de tan delitós
paradís, li han aportat veus mágiques y enciseres, perles perdudes
y olvidades dins los lloguerets y les masíes que s'amagan entre les
nostres fresques muntanyes, per hont en lo temps de bonesa se
passejava ardida y triunfadora.


Y havia d'esser axí.
Mallorca, ahont ja en lo setgle de la conquesta ressonaren les veus poderoses de RamonLull, de Romeu de Ça-Burguera, y d'en Pere Torrella (1);

qu'en
lo qui 's seguí oia tant ben trovar al Infant en Jaume (2), a Fra
Anselm de Turmeda (3), a n'en Maymó Peris, a n'en Berenguer de Noya
y a lo Mercader mallorquí; que en lo setgle XV contava entre los
molts de sos trobadors a n'en Jaume d'Aulesa, a n'en Ramon Vivot y a
n'Arnau Descós; que en lo seguent sentí cantar les esparçes del
Menyspreu del mon, a n'en Francesch d'Aulesa, y les rimes d'en Benet
Espanyol; y que veé espirar la llengua en lo setgle XVII entre els
tendres gemechs d'en Rafel Bover:


(1) Sols les obres
rimades d'en Lull han estat publicades: les d'en Ça-Burguera forman
juntament ab sa Biblia en rims un códice que´s troba en la
Biblioteca Colombina: y les d'en Pere Torrella les havem vistes
en poder del distingidíssim catalanista y bibliógrafo en
Marian Aguiló.


(2) L'infant de
Mallorca anomenat en Jaume IV, fill del rey desventurat que morí
lluytant en la batalla de Llummajor, era molt destre y hábil en
l'art de trobar, com ho assegura el P. Ginebreda en la dedicatoria
que li fa de la versió catalana del llibre de Boeci dit de Consolatione.


(3) Fra Anselm de Turmeda fo natural de Mallorca, segons ho prova un bellíssim poema
inédit seu, que ha trobat ab la seua jamay prou agraida diligencia
lo citat Aguiló, y ho confirman alguns documents que tenim en la
illa.


Mallorca, que
guardada per les ones del mar ab que Deu la vá cenyir, per sa
ventura sens dupte, pogué alliberarse, mes que les altres terres
catalanes, del contacte estrany y de les influencies verinoses de la
provincia dominant, havia de conservar naturalment richs joyells de
la pedreria antiga de la gentil madona. l'essent sos fills per
naturalesa tan devots de lo bell, y per amor amichs tan fervents de
les coses de la patria; y veént la patria, mes encare que en lo
terreny y en les institucions, en la llengua, que aporta l'historia
de tots los setgles y de totes les dominacions y converteix en una
sola familia los qui la matexa parlen, havian per necessitat de
ajudar ab tot son poder y ab totes ses forçes a la empresa noble y
santa de traurerla de l'abandó en que la havian tinguda, de
purificarla de les lletjures que la deslluíen, y de axecarla y
ennoblirla pera los mes trascendentals conceptes de la ciencia y les
aspiracions mes altes de la poesía.


Y certament qu'els
mallorquins no se son mostrats pererosos tractantse de colre y honrar
a una mare que en altre temps tants de doctes veneraren, esteneren
tants de reys y tants de poetes enriquiren. No bé fóren restaurats
en Barcelona los antichs Jochs florals, fòu constituit lo sávi
Consistori qu'havia de aportar a tant bona fi la santa creuada que es
predicava, y pregonat lo primer cartell cridant a la lluyta als bons
fills de la patria catalana, sentírense batre los còrs dels nostres
jóvens escriptors; y fent cessar tot seguit les cantarelles, que ab
parla per ells mes penosa els inspiravan los purs sentiments de la
seua ánima, los recorts de son passat gloriós, y les altes
esperançes de son esdevenidor, parlaren la seua llengua propia,
trobantse ab ella mes forts de esperit, mes tendres de veu y de
paraula, mes poderosos d'enginy, y de colors mes richs pera descriure
y pintar los fets altíssims dels qui en tan bon temps l'havian
parlada, inmortal l'havian feta, y le dictaren per totes les
encontrades de la terra.


Els nostres
trovaires que per dó especial de Deu, y tal volta per l'aves de
respirar dins los perfums dels nostres florits vergers, d'oír la
dolça música dels aucells dels nostres prats delitosos, dels
nostres boschs ombrívols y de les nostres quexoses fontanes, per la
costum de veure estesa devant sos ulls una naturalesa sempre
hermosíssima, sempre riallera, insinuant, magnífica y altament
inspiradora, s'han fet un cor tot ple del sentiment de la bellesa,
tot d'una fibra tendre y delicada, un esperit entusiasta per tot lo
noble y per tot lo gran, no podian restar sorts a la crida que s'els
feya en nom d'una mare comuna, de tant
temps enrera esmarrida plorosa, y als reclams de la fe, del amor y de
la patria.


Y cert que no's
feren esperar gayre temps. En sos còrs trobaren son ressò les mágiques paraules;
y acompanyats de tot son cabal y de totes ses riqueses, y ab l'ánima
vestida de sentiments tant íntims y empesa per tant delicades
aspiracions, pogueren aportar y aportaren a la llengua y a la
literatura maternes lo que pertanyent los era, pera que de tots fós
la obra qu'es començava, y de tots la gloria del treball que
s'emprenia. Y bé s'hi poden conexer en l'adreç ab que es torna
adornar la revivada donçella al ferse culta y literaria, les perles
que Mallorca li guardava y que de l'illa li foren restituides; axí
com en l'esperit de la poesía catalana, de sí forta y vigorosa,
tota la delicadesa de sentiments, tota la ternura d'espressió, totes
les tintes suaus, tots los plasents colors ab qu'els nostres poetes,
primorosos per instint, estétichs per intuició, dolsos y y
sentimentals per naturalesa, han intentat embellirla; contribuint ab
ses dots y ab son enginy a donar a la llengua la flexibilitat y
galanura de les mes privilegiades, y a la musa divina de la terra la
sensillesa popular en la forma y l'intensidad del sentiment en el
fondo.


Mes, axí com
malevetjan engalanar a la aymia de son cor, per repararla de la ruina
en que la posaren
l'olvit y el menyspreu dels darrers setgles; axí com diligents li
aportan los grans preciosos
que de son bellíssim collar se veuen encare lluir per açí y per
allá, vius y encisadors a
la flama sagrada de la llar dels pagesos, caents de ses rústiques
converses o enfilats a ses dolçes corrandes; axí com l'escalfan ab
lo alé pur de son amor, per ferne l'espressió mes alta de la
bellesa y de la veritat; compláulos la gala ab que se 'Is presenta
de allá les muntanyes de Catalunya, s' enamoran de l'espressió
forta y varonil que hi ha presa, y los mòu la manera tota seua de
dir y cantar l'indomable esperit de la terra. Y de tantes joyes
enriquida, animada de tanta valentia, y feta suau ab modos tant
delicats y ab tan amorosos y tendres vocables, l'han regoneguda altre
volta per la guardadora mes propia de llurs pensaments, al exemple de
los trobadors que la creuada seguiren, despèrts per la veu del
Consistori; perque ella es la sola ab que 's pot cantar l'esperit de
la nostra patria, l'amor dels nostres còrs y la fe ab que la nostra
ánima s'en puja a los espays de la poesía.


Axí es com ab lo
voler y ab I' esforç de tots la llengua s'es feta una per tota la
terra que senyoretjaren
los Jaumes y els Peres, esporgantla, d'acort, de les corrupcions que en quiscum lloch
s'hi troban; axí es com tots tenen part en la noble y lloable
empresa, y a tots pertany
l'honra d' haverla aportada a tant bon terme. Y per cert que molt plasent ens es y
fort ne gaudim, cuant en les literaries justes veém als cisnes del
Llobregat y del Túria, confusos de tal manera ab los qui umplen de
ses armoníes els ècos de Mallorca, sens que ningú endevinar pugue
per les notes y paraules de sos cantars, lo lloch ahont naxqueren y
ahont s'albergan; com possible no era conexerho en los millors temps
de la literatura catalana, cuant una era també la llengua en tot lo
que fou l'antich realme d'Aragó, unes eran les costums y'ls usos
establerts, y una l'historia en que sos fets gloriosos
s'escrivian.


La perseverancia, la
ferma voluntat ab qu'els nostres poetes han treballat y ab que s'afanyan per
coronar l'obra del comunal propòsit, es demostra per l'honra que
n'han recullit en les
justes poètiques celebrades en la ciutat comptal, (y estos
son los eruditos: de comite: comte: conde: comtal; no comptal,
compte, que viene de cómputo, cuenta
) ahont ¡lloat sia Deu! han
compartit ab los trobadors de Catalunya les joyes oferides p´el
Consistori y'ls diplomes de Mestres en Gay saber, fortment desitjats
dels qui senten tan alt
en son cor l'amor de la patria, que per ella per sa gloria volen
ferse grans, y merexents del renom que la fama escampa y dels llorers
ab que corona.


Com ho han lograt
los fills de Mallorca, per honra de l'illa que tant aman, crides ne
fan les flors belles,
que plenes del perfum esquisit de la vera poesía, y que son ornament
delitós de la moderna literatura catalana, esmaltan los volúms
jolius que de les composicions premiades publica tots los anys el
Consistori.


Mes, com en mans de
tothom no corren en l'illa exos volúms, havem cregut satisfer el públich desitx,
qu'es el de tots los qui no's mostran indiferents a les coses qui'ns
pertanyen, donant en lo present llibre una mostra de les obres ab que
quiscun autor ha obtingut joyes de les ofertes anualment en los
certámens, començant per les dels Mestres en Gay saber, per l'órdre
del temps de la seua proclamació, y seguint per les dels qui han
sigut premiats ab una o mes joyes, guardat lo mateix órdre; lo cual
deu significar al lector que no ha de judicar del mérit dels poetes
en lo volúm continguts, per lo lloch en que 'ls havem colocats, sino
per les cualitats que troben y regonescan en les obres que hi havem
volgut incloure. Y si ha afagit una versió castellana, pera
que (peraque) fòra de les terres ahont la nostra llengua es
parla, se pugue tenir una idea del esperit y carácter dels nostres
poetes, ja qu'els qui aquella no conexen, no la poden tenir dels
primors de forma y de rítmica que les fan dignes de tota alabança.

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domingo, 8 de marzo de 2020

APÉNDICES

APÉNDICES. 



Concluida la reseña de los Códices, parécenos oportuno
insertar los Apéndices que están al fin del inventario de los Sres.
Denifle y Chatelain, y que según verán nuestros lectores, contienen
fragmentos muy interesantes copiados de dichos Códices.
Entre
ellos ocupa un principal lugar por su extensión el que pertenece al
Códice de número 6, que contiene como es de ver en el Catálogo, la
exposición del Símbolo de los Apóstoles por el célebre dominico
español Fray Raimundo Martín, que vivió a mediados del
siglo XIII.
Atendiendo a que hasta el presente no hay noticia de
que exista otro ejemplar en las bibliotecas de Europa, su contenido
ofrece un doble interés. Por otra parte, los Sres. Denifle y
Chatelain tuvieron buen cuidado en escoger los mejores fragmentos del
citado Códice; y sobre todo, nada omitieron de cuanto se pueda
referir a los sarracenos y judíos, y a los
escritores árabes. Así lo expresan en el prólogo de dicho
Apéndice, que es el de número I°.
Pero antes de los Apéndices
copiaremos la siguiente introducción, que precede a su inventario
latino.

ECCLESIA cathedralis urbis
Dertusae (nunc Tortosa dicunt) in Catalonia,
cujus historiam ac fata nuper enarravit D. Ramón O'Callaghan,
canonicus archivistaque ejusdem, a restabilito saltem
episcopatu an. 1151, multos pretiososque codices
possedit. Quanquam autem, post varias vicissitudines, non tot hodie
percurrere licet quot inventariis saeculo XV sequentibusque usque ad
saec. XVIII confectis seu exaratis enumerantur, restat adhuc
collectio nec infima nec spernenda. Quam cum alter nostrum bis
visitavisset codicum statum lamentabilem, asseribus avulsis,
deploraverat, nihilque magis cupiebat quam ut iterum Dertusam
adeundi occasionem haberet, brevemque librorum superstantium
descriptionem conficeret.
Itaque hujus anni mense Septembri, post
exploratum tabularium Barcinonense, ambo Dertusam
provolavimus. Tempus fortasse non optime elegeramus; namque improviso
advecti, urbem vittis, vexillis, floribusque ornatam, musicis
concursibus occupatam (ut fit quottanis ad celebrandum S.
cincturae B. M. Virg. festum
), denique festivitatibus magis
quam labori paratam invenimus. Praeterea infelici casu tunc
archivista aeger lectum retinebat. Nihilominus, intercedente
fr. Angelo A. Ciarán, O. P., qui acriter in illis sollemnibus
vastam praedicatione sua cathedralem movebat,
comiter
a canonicis porta tabularii nobis aperta fuit,
ibique commodissime codices inspiciendi, describendi, immo
photografandi licentia concessa est. Praeter
libros capitulares, duo armaria codicibus 147
referta invenimus; qui quidem jam uniformiter dorso e pelle
ovina
flavi coloris tabulisque linteolo spissius flavescente
coopertis vestiti, temporum injurias vincent.
Tres dies ibi
commorati, raptim singulos libros unus vel alter inspeximus.
Numeri jam in singulis positi curam habuimus, etsi ordo melior non
aegre dari potuisset. Exempli gratia, Biblia fere integra cum
commentario Rabani nunc inter numeros 67, 61, 2, 28, 12
distrahitur. At non nostrum erat praefixam seriemt urbare (seriem
turbare)
, et facile minimum id vitium indice nostro
resarcietur. Deest praeterea quasi generatim in codicibus
numeratio foliorum.
Non ingratum erit lectoribus
in Appendice recipere quaedam hucusque incognita et quaedam
specimina codicum antiquiorum.
Grates imo corde agimus
canonicis Dertusensibus, qui nobiscum ut cum amicis,
non ut cum externis et advenis agebant, nobisque thesaurum
cathedralis, inter alia calicem mirifici operis, á
Papa Luna, i. e. Benedicto XIII, donatam monstrarunt.

Denique veniam á collegis nostris doctisque oramus, si quid in
hoc inventario, quod sine auxilio librorum impressorum
conficiendum fuit, nos fugerit vel in errores nos traxerit. Neque
silentio praetereundum, multes codices in principio mutilos
esse, quod laborem nostrum detinuit. Caetera
non catalogum
integrum condere, sed saltem praecipuorum tractatuum
inventarium non inutile parare ambitio nostra fuit.


Dertusae, 4 sept. 1895.

HENRICUS DENIFLE, O.
P.
AEMILIUS CHATELAIN.




appendix I

domingo, 17 de octubre de 2021

CUATRO PALABRAS SOBRE LA ORATORIA SAGRADA

CUATRO
PALABRAS


SOBRE
LA ORATORIA SAGRADA




I.


La
literatura nacional conserva un preciosísimo tesoro de producciones
místicas que han sido siempre alimento regalado de las almas
piadosas y deleite de los amadores de la lengua castellana. Si bien,
empero, las obras de Ávila, León, Granada, Chaide, Márquez y Roa
entrañan la esencia más pura, lo más sublime, delicado y verdadero
de los afectos religiosos, ningún orador sagrado, digno de este
nombre, cuentan las letras españolas entre aquellos ilustres
varones.


Capmany
achaca tan singular anomalía a la humildad de los predicadores
nacionales, que les indujo, no sólo a esquivar toda pompa mundana,
toda magnificencia y ornato en sus sermones, sino a improvisarlos.
«Me inclino a creer, - dice el crítico citado, - que aquellos
oradores cristianos, tal vez persuadidos de que en manos del Altísimo
todos los instrumentos son iguales, que la sola idea de Dios cuyos
ministros eran, debía producir mayor impresión que los vanos
socorros del hombre, y que en el menosprecio de una gloria mundana,
entraba el menosprecio del arte oratorio; descuidaron los adornos
esenciales de la elocuencia, temiendo injuriar la verdad y humildad
religiosa y debilitar la causa del cielo defendiéndola con las armas
de la tierra.»


Sin
embargo, mal se pueden conciliar aquel alarde faustuoso (→
fastuoso)
de ciencia de nuestros escritores místicos, aquel su
resplandeciente lujo de metáforas y toda suerte de retóricos
aliños, con la modestia y humildad que el eminente Capmany les
atribuye como única razón de su falta de elocuencia.
Mucho más
fundada y valedera me parece la explicación que del fenómeno
literario que me ocupa, consigna D. Alberto Lista en uno de sus
concienzudos artículos críticos.


«Nuestros
predicadores -dice- deseaban acomodarse a la capacidad del vulgo,
generalmente muy poco instruido en España.


Bossuet
y Massillon, predicando en la corte de Luis XIV, tenían por oyentes
a los hombres más sabios de su siglo. Nuestros Granadas y Chaides no
tuvieron un teatro tan ventajoso, pero leían sus obras las personas más instruidas de España. Por eso escribieron mejor que
predicaron


Los
escritores ascéticos mencionados florecieron bajo reinados gloriosos. Pero cuando la monarquía exhausta, desangrada por sus
continuas guerras, embrutecida con sus hábitos de esclavitud política y religiosa, dejó arrancar uno a uno de su antes indómita
frente aquellos laureles inmortales conquistados en Lepanto, Pavía y
San Quintín, las artes y ciencias abandonaron también poco a poco
la miserable nación española. Bajo el bochornoso reinado de Carlos II, las envilecidas inteligencias de nuestra patria no acertaban a
producir más que monstruosidades, que universalmente aplaudidas por el pueblo, estragaban su gusto y hacían más y más incurable su
enfermedad intelectual. Nadie ignora que en aquella edad llegó a su
apogeo el conceptismo, extraña y grotesca manía que cifraba el
bello ideal literario en adelgazar los conceptos, hasta que de puro
sutiles y afiligranados, ni su mismo autor a comprenderlos acertaba.
La elocuencia sagrada no pudo escapar al general contagio.
Convirtiéronse los púlpitos en jaulas de locos. Los ministros del
Señor, infatuados por su ridícula vanidad у por los encomios de la
multitud imbécil, desdeñaban el estudio de la Biblia y de los
santos Padres, y consultaban mil disparatados y estrambóticos
sermonarios, embutidos de toda suerte de necedades, que de ingenio en
ingenio y de boca en boca, llegaban a un grado inconcebible de
extravagancia.


A
pesar de la inveterada depravación del gusto literario y de la
elocuencia sagrada, no faltaban algunos españoles discretos y sabios
que hacían resonar su voz indignada por tan escandalosos abusos. Mas
nada conseguían sus esfuerzos, y sus clamores morían desautorizados
sin eco alguno.


Pero,
afortunadamente para el porvenir de la oratoria del púlpito, poco
después de promediar el siglo pasado, apareció una obra que dio el
golpe decisivo a la elocuencia de guirigay, y cuya sazonadísima
oportunidad hizo que fuera recibida con extraordinario aplauso.


El
docto y juiciosísimo P. José Francisco de Isla, conocedor de cuán
desestimados eran los esfuerzos de una franca y enérgica oposición
a los abusos indicados, y acordándose de las armas esgrimidas por
Cervantes para destruir la manía caballeresca de su siglo, enristró
su bien cortada y festiva péñola, y arremetió denodadamente contra
la chillona muchedumbre de predicadorzuelos de relumbrón.


Su
Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas, si bien
sobrado prolija y monótona, es un modelo de sátira, viva,
chispeante y mordaz, al paso que demuestra el profundo conocimiento
que de su idioma tenía aquel distinguidísimo escritor.


II.


A
pesar de lo dicho, no se crea que los Frays Gerundios han
desaparecido por entero de los púlpitos españoles. En villorrios,
aldeas y hasta en populosas ciudades se conservan aún rancios y
vergonzantes partidarios del conceptismo oratorio. Pero, gracias a
los progresos del buen gusto, son escuchados, en general, con el
menosprecio que merecen. Abusos no menos capitales que los
ridiculizados por el padre Isla, cunden actualmente en la oratoria
sagrada. Indicaré los que me han parecido de más relieve y
trascendencia. Uno de los errores más arraigados y generales es
considerar el ejercicio de la palabra divina como un certamen pueril
donde debe hacerse gala y alarde ostentoso de retóricos atavíos,
que muchos confunden lastimosamente con la verdadera elocuencia.
Cuando alguna pasión vivaz y poderosa enardece y arrebata nuestro
ánimo, los tropos y figuras brotan con espontaneidad y brío en el
discurso; pero esforzarse con el corazón mudo y helado en urdir una
tela retórica recamándola tranquilamente de adornos baladíes,
arguye la falta completa de todo instinto de lo bello en literatura.
Lejos de mí condenar en los sermones el ornato cuando nace del fondo
mismo del asunto; pero siempre desdecirá de la majestad sencilla de
nuestra religión, toda gala importuna, todo lujo postizo, toda
exornación frívola o sobrado artificiosa. Por otra parte, ¿cómo
acertarán los fieles a descubrir tal cual pequeño grano de
provechosa doctrina entre tanta paja revuelto? Lo que sí descubrirán
será la vanidad de quien tan sacrílegamente hace servir el
ministerio de la divina palabra de hincapié para adquirir un aplauso
que los necios tan sólo le pueden prodigar.


Abuso
mucho más trascendental que el anterior, y opuesto diametralmente al
verdadero espíritu del cristianismo, es el inmiscuir en las
oraciones del púlpito alusiones políticas, unas veces bajo
apariencias puramente religiosas, y otras con más desembozo y
claridad. No se necesita gran dosis de perspicacia para ver de dónde
nacen en algunos pocos predicadores españoles estas tendencias
profanas. Entusiastas de una causa moralmente perdida en la opinión
pública, se afanan en despertar en el ánimo del pueblo pasiones
aletargadas ya por el tiempo y los desengaños, pareciéndoles el
púlpito lugar oportuno para hacer estallar sus rencores políticos
con mengua de una religión cuya esencia es la caridad, y que tan
maravillosamente transige y se aviene con todas las formas posibles
de gobierno. ¡Ojalá conozcan algún día estos pocos sacerdotes,
cuán contraria es semejante conducta a los verdaderos intereses del
catolicismo!


Achaque
también es de muchos predicadores el convertir el púlpito en
trípode sibilítico, desde donde fulminan amenazas e improperios
contra la muchedumbre consternada. Óyeseles (se les oye)
apostrofar al pecador con las más tremebundas expresiones, y parece
que, como los hijos de Zebedeo, anhelarían que bajase fuego
celestial sobre sus oyentes y les redujese a pavesas. Con voz
tonante, con ademanes energuménicos, esos terroristas del púlpito
no encuentran palabras bastante atroces para anatematizar a los
mundanos. ¿Cuándo conocerán esos predicadores que en el siglo en
que vivimos la palabra de Dios no debe caer como arremolinado
pedrisco sobre la frente del pecador, sino que debe posarse en su
alma como un suave y regalado rocío?


Acostumbran,
por el contrario, otros oradores sagrados excitar la hilaridad de sus
oyentes, con chistes, con arranques extemporáneos de buen humor, que
de ningún modo pueden hermanarse con la dignidad y decoro que
requieren para tratados los asuntos religiosos.


Donde
suele hacerse alarde de esta jovialidad de mal gusto es en los
novenarios y otras funciones sagradas por el estilo. Allí entablan
los predicadores unos diálogos chabacanos entre el penitente y el
confesor, atestados de dichos groseros y de toda suerte de necedades.
Este sainete forma una parte del discurso, que después suele tomar
un giro serio y formal, y es de ver cómo muchos devotos alegres y
beatas casquivanillas se largan bonitamente apenas se concluye la
parte cómica del sermón.


III.


De
prolijos pecaríamos si enumerásemos todos los defectos que bajo el
doble aspecto literario y artístico afean la predicación


¿A
quién no ha chocado la estrambótica manía de algunos flamantes
oradores, de trasplantar en las pláticas religiosas las frases más
en boga entre los novelistas transpirenaicos? (traspirenaicos en
el original
)


Otros
presentan en sus sermones un copioso arsenal de conocimientos
improvisados, con el laudable fin de deslumbrar a la multitud con
alardes pomposos de una erudición tan pronto olvidada como
adquirida. Cuán socorrido y obvio sea proveerse de esa joyería
falsa, es por demás encarecerlo; y cualquiera conoce lo incongruo y
profano de semejante proceder.


Predicadores
hay también, que fiando todo el efecto de su elocuencia en la
robustez de sus pulmones, hacen retemblar los templos con sus gritos
estentóreos y desaforados.


Bueno
es advertir que los dos y res de pecho que tan frenéticos aplausos
suelen arrancar en teatros y coliseos, en nada pueden contribuir a la
eficacia de la palabra divina. De otra manera, no hay duda que
Cristo, al elegir sus apóstoles, hubiera buscado los más férreos
pulmones de la Judea, y esto no consta en el Evangelio. ¿Qué
necesidad hay de asordar al pecador para convertirle? Por otra parte,
es tan miserable la condición humana, que muchos desgraciados
preferirán tal vez condenarse con sus cinco sentidos que salvarse
con pérdida de alguno.


En
extremo desatinada suele ser también la mímica de los predicadores.
Unos se agitan convulsos, y descargan manotadas atronadoras sobre la
baranda del púlpito; costumbre grotesca que Walter Scott llama tocar
el tambor eclesiástico. Otros, por el contrario, se mantienen en una
completa inmovilidad cual la estatua del Comendador. Predicador
conozco, que recita sermones de hora y media con los puños cerrados
delante el pecho como un bóxer (boxeador) en actitud
defensiva.


Muy
útil fuera que los oradores sagrados procurasen no descuidar la
parte mímica, que Cicerón llama felizmente quasi corporis quædam
eloquentia. Creo de gran provecho en la materia el precioso capítulo
que a la acción oratoria dedica el ilustre Capmany en su Filosofía
de la elocuencia.


IV.


De
intento no hemos querido entrar en el fondo de la cuestión, acerca
de la cual acabamos de apuntar algunas ligerísimas observaciones.


Sin
embargo, no soltaremos la pluma sin indicar a los predicadores
españoles la urgentísima necesidad que tienen de no ponerse frente
a frente de la moderna civilización, de no combatir el progreso a
todo trance; en una palabra, de no hacerse odiosos a la sociedad en
cuya marcha desean legítimamente influir, cuyos vicios tratan de
extirpar. Lejos de anatematizar sin apelación las tendencias y
aspiraciones de nuestro siglo, procuren enardecer los pocos
sentimientos nobles que, bajo una capa de cinismo glacial, hierven en
su seno. Lejos de encarnizarse contra la filosofía, procuren
estrechar sus vínculos con la religión. Que siempre esté llena su
boca de palabras de sublime y verdadera caridad, que estudien el
corazón humano, compadezcan sus extravíos, y con mano blanda
cicatricen sus llagas. Así serán elocuentes y encontrarán, sin
buscarlas, bellezas literarias de incalculable valor, siendo a la par
médicos de almas y maestros de la elocuencia más importante de
todas, la elocuencia sagrada.

domingo, 8 de marzo de 2020

36-40

36. CÓDIGO
DE JUSTINIANO. Un volumen en folio en pergamino, de 418 páginas. Es
de principios del siglo XIII. Contiene los IX primeros libros de
dicho Código. Le faltan algunas hojas del principio; el final está
completo. Al examinar este Códice se comprende el mucho uso que se
hizo de él en su tiempo para el estudio y para la enseñanza, pues
obsérvase que todas las hojas están muy manoseadas. 



Pero lo que
principalmente llama la atención, es el extraordinario número de
glosas o comentarios que se ven en el margen; que la mayor parte
parecen del mismo tiempo en que se escribió el texto. También hay
notas de diferentes épocas, escritas con caracteres sumamente
pequeños, muchas de las cuales están entre las líneas.
Además,
todas las leyes de este Código, que son innumerables, tienen algún
adorno o dibujo de colores; y al principio de los libros en que está
dividido, hay en letras de colores alguna alusión al emperador
Justiniano; diciendo por ejemplo: Imperator Máximus, ú
otro nombre equivalente.

37. JUAN GUALENSE, de la orden de
Frailes menores. Un volumen en 4.° prolongado, en pergamino, de 258
páginas. Consta de dos partes. La primera, que comprende hasta la
página 180, contiene la Suma o resumen de las Colecciones de los
Frailes menores. Se halla dividida en distinciones, y estas
subdivididas en partes. Después de los dos primeros folios, donde
está el plan o distribución general de la obra, hay
un prólogo. En el inventario de los Sres. Denifle y Chatelain
consta que esta obra también se halla en el Catálogo de la
biblioteca de Santa Genoveva, tomo I, p. 155,
manuscrito 251, y en varias otras bibliotecas. Hace mención
de la la misma el Bibliógrafo Sbaralea, en su
Suplemento, página 429.
La segunda parte trata de la
«Vida y costumbres de los filósofos» Este Códice está escrito en
letras muy correctas, y también se hallan adornadas con dibujos de
colores las iniciales de cada capítulo o párrafo.

38.
CONCORDANCIAS DE LA BIBLIA.
Un volumen en folio grande, en
pergamino, de 688 páginas. Es del siglo XIII.
Contiene tan sólo
las concordancias que se comprenden desde la letra H hasta la O
inclusive. Al fin del Códice hay una nota que traducida dice:
«Concluye la letra O.» Es de creer que la obra estaba dividida en
otros dos tomos, que debían comprender las letras anteriores y
posteriores a las de este
Códice.

39. BERNARDO DE
PARENTINIS. TRATADO ÚTIL SOBRE EL OFICIO DE LA MISA.
Un tomo en
4.° menor, en pergamino, de 220 páginas. Es del siglo XIV. Le
precede un prólogo. Antes de este tratado hay otro más breve
escrito en ocho folios de papel cartulina, que contiene como en
resumen todo lo que debe observarse en la celebración de la Misa.
Esta especie de cuaderno que se añadió al Códice, se conoce que
fue escrito para instrucción del clero de esta diócesis, pues en la
línea 13 de la página tercera se leen las palabras in Episcopatu
dertusensi
.

Lo demás que constituye el asunto principal
del libro está dividido en capítulos. Al final hay un largo índice.
En la última página se ve una nota de letra encarnada y muy
antigua, que traducida dice: «Este libro es de Fray (sigue un nombre
raspado que no es posible leer) de la orden de Predicadores.»
En
este Códice están adornadas con dibujos de colores todas las
iniciales de los capítulos y párrafos. Hay otro ejemplar en la
Biblioteca de Chartres, manuscrito 423.

40.
COLECCIÓN DE CÁNONES DEL PAPA ALEJANDRO III. Un volumen en 4.° en
pergamino, de 180 páginas. Es de últimos del siglo XII o de
principios del XIII. En la portada le faltan algunas hojas; el final
está completo.
Respecto al motivo de haberse coleccionado
separadamente los cánones o decretos del Papa
Alejandro III, que ya se hallan en las Decretales de Gregorio IX,
tal vez fue para dividir las materias en aquel tiempo en que el
precio de los libros era tan crecido,
Se observa en este Códice
y en casi todos los más antiguos, que en el margen de las hojas hay
muchos puntos agujereados. Según parece, servían de guía
para escribir las líneas, hasta que más adelante se
introdujo el uso del lápiz.
Al fin del libro hay unos
curiosos versos en latín, escritos de otra mano y probablemente en
diferente época. Cada verso se refiere sucesivamente a la Gramática,
Dialéctica, Retórica, Aritmética, Geometría, Música y
Astronomía. Luego siguen otros versos en la misma forma, alusivos a
Prisciliano, Tulio, Pitágoras, Ptolomeo y algunos otros filósofos.






sábado, 7 de marzo de 2020

Catálogo 6-10




6. RAIMUNDO MARTÍN. EXPOSICIÓN DEL
SÍMBOLO DE LOS APÓSTOLES.
Un tomo en 4.° de 138 páginas. Es de
últimos del siglo XIII, o de principios del XIV. Está
escrito parte en pergamino y parte en papel cartulina.
En la primera página dice: Iste liber est sedis Dertusae
«este libro es de la catedral de Tortosa»; pues antiguamente las
palabras sede y catedral eran sinónimas.
Su autor
Fray Raimundo Martín, fue un célebre dominico español
que brilló a mediados del siglo XIII. Según se deduce de algunos
párrafos, lo escribió por los años 1256 o 1257. Al
hacer este trabajo, dice que se propuso instruir bien a los
cristianos en los fundamentos de la religión católica, para poder
rebatir los argumentos que solían proponerles los judíos y
sarracenos, que entonces abundaban mucho en España. Pero
atendido el gran fondo de doctrina que contiene este libro, y el
estar en latín, parece indicar que se escribió
principalmente para los párrocos y demás sacerdotes,
a fin de que pudiesen instruir con facilidad al pueblo cristiano,
y tuviesen al mismo tiempo razones y pruebas para convertir a los
infieles
.
Además tiene el singular mérito, de que como ya
hemos dicho, el P. Denifle manifestó que no había visto ningún
otro ejemplar en las muchas bibliotecas de Europa que ha examinado, y
por ello ninguno de los bibliógrafos antiguos hace
mención de este Códice. El expresado P. Denifle es el primero que
ha dado noticia en una obra que publicó en alemán el año
1887.

7. BIBLIA SACRA. Un tomo en 4.° mayor prolongado, de
1.024 páginas. Es del siglo XIII. Está escrita en pergamino
sumamente fino
, de modo que por esto también es una
especialidad, así como por la letra tan diminuta, hecha con
una perfección admirable. En la parte superior de la primera plana
hay una nota de época más moderna, que traducida del latín
dice así: «Comienza la carta de San Jerónimo presbítero,
sobre todos los libros de la historia divina « divinae historiae.
Luego sigue el prólogo. Al fin del mismo hay otra nota en el margen
que dice así: «Concluye la carta de San Jerónimo presbítero,
sobre todos los libros de la historia divina» Después dice:
«Comienza la carta de San Jerónimo presbítero, sobre el Pentatéuco
de Moisés.» A continuación sigue otro prólogo, y después
el libro del Génesis.

En la confección de este
Códice, además del gran trabajo que hubo reduciendo a tan pequeño
volumen todo el texto de la Sagrada Escritura, se manifestó un gusto
muy delicado en el ornato. Todas las iniciales de los capítulos
están adornadas con preciosos dibujos de colores. También merecen
notarse las viñetas del principio de cada libro de la Escritura, en
las cuales se indica con figuras alegóricas algún suceso del mismo.

En el margen se ven algunas notas más modernas. Al final hay
unos versos latinos sobre el asunto principal de cada libro de la
Sagrada Escritura. Después sigue un índice alfabético que
comprende muchos folios.

8 y 9. MISAL SEGÚN EL RITO DE LA
IGLESIA DE TORTOSA. Un tomo en folio de 474 páginas. fue impreso en
Barcelona por Juan Rosembach el año 1524,
habiéndose terminado la impresión el día 21 de Mayo de dicho año.
Así consta en una nota impresa que hay al fin. La edición de este
Misal se hizo en papel cartulina con algunas láminas y
viñetas; pero todo en negro y de un estilo muy sencillo. En el
archivo de esta catedral se conserva un ejemplar de la expresada
edición sobre papel cartulina, que es el señalado con el número 8.

Mas el Cabildo de aquel tiempo utilizando la misma edición,
dispuso que se imprimiese separadamente un ejemplar sobre pergamino,
que también se conserva y en el inventario de estos Códices tiene
el número 9.
El Cabildo lo hizo ilustrar con gran lujo, con
viñetas doradas, y con tal profusión de dibujos y figuras de todas
clases, que sería muy prolijo referir. El artista tuvo la feliz idea
de no salir para ello del plan u orden del otro Misal; de modo
que a la vista de éste, que está sin ilustrar y todo en negro, es
como se puede comprender la riqueza y el mérito de los trabajos
hechos en el Misal que nos ocupa.
Como el arte de la
imprenta entonces todavía estaba formándose, digámoslo así, los
tipos de letra de estos dos Misales aún son iguales al de los
Códices manuscritos, y tienen las mismas abreviaturas,
siendo muy probable que los tipos también fuesen de madera
según se usaban en las primitivas impresiones.

10.
MISAL. Un volumen en 4.° menor, en pergamino, de 448 páginas. Es
del siglo XI. Este Códice es sin duda el más antiguo
de todos los que existen en el archivo de esta catedral, pues fue
escrito el año 1055. Así consta en el folio 18, vuelto,
linea l.a
Lo que principalmente se observa en este curioso Misal,
es que contenga tantas materias, que aunque a primera vista parecen
distintas, no lo son si se atiende a que todas pertenecen a la
sagrada liturgia. Para comprenderlo téngase presente la
escasez de libros en aquellos tiempos, y los cuantiosos gastos que se
ofrecían para poderlos adquirir; de ahí que un mismo libro o Misal
servía para varios objetos, siendo como un repertorio litúrgico.

Al principio tiene un Calendario, con varias apuntaciones
o notas históricas. Siguen luego muchas fórmulas de bendiciones,
y unas Misas a canto llano. Después está el Cánon de la
Misa; y a continuación varias oraciones y preces, según la liturgia
de aquel tiempo, y una especie de catálogo de las penitencias
que se imponían entonces por los pecados públicos.
También está el oficio de difuntos, con los responsorios
puestos en notas de música.