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jueves, 29 de julio de 2021

XII, LA MORT DE SANT PAU.

XII

LA
MORT DE SANT PAU.



Ego enim jam delibor, et
tempus resolutionis meae instat.
Bonum
certamen certavi,
cursum consummavi.
(Ad Tim cap. IV.)







Al
peu del Capitoli, que domina
De la reyna del Tíber los palaus,
En
mig de cendres y de greu ruína,
Se descubreix la carçre
Mamertina,
Últim alberch de presoners y esclaus.



Les
cendres y les ruines qu´estremexen
Los vents al devallar del
Apení,
Son los casals antichs que no existexen,
Son los vells
caserius que desparexen
Perque Céssar Neron ho mana axí.







XII
LA
MUERTE DE SAN PABLO.



Al
pié del Capitolio, que señorea los palacios de la reina del Tíber,
entre escombros y montones de cenizas, se descubre la cárcel
Mamertina, último asilo de prisioneros y de esclavos.



Las
cenizas y las ruinas, que el viento sacude al bajar del Apenino, son
las antiguas (la i no se ve) casas solariegas, que han sido
derribadas por el fuego; son los viejos caseríos, que desaparecen,
porque César Neron lo manda.




Roma
sotsmesa baix d´un jou de ferra,
No té un cor que renegui dels
tyrans;
Roma envilida dins lo fanch y l´erra
Declara als bons
inacabable guerra,
Y llepa´l fuet que brandan los vilans.



¡Als
bons!... Dins exa carçre malanada,
Dins exa cova que l´Imperi

Pera guardar sa vída assegurada,
Espera ´l sol de la
derrera diada
Un home just, un defensor del bé.



Es
un valent que de llunyana platja
N´es vingut contra´ls vicis á
lluytar,
Pero de Roma el gobernant selvatje
No comprèn d´eix
soldat lo pur llenguatje,
Y ordres dona per ferlo degollar.



Es
lo Apòstol de Crist, qu´ha corregudes
Les nacions y provincies
infidels
Per l´espasa romana combatudes,
Y á ses gents sota
del pecat segudes
Ha duyt la creencia y lo perdó dels cels.



Y
ara del bé qu´ha fet en recompensa,
En premi dels dolors qu´ha
alleugerat,
En premi de l´humana renaxença
Qu´ha sostengut
ab valentía inmensa,
Per los humans á mort es condemnat.




Roma,
sometida al férreo yugo, no tiene ni un corazon que reniegue de la
tiranía; Roma, encenegada en el vicio y el error, declara incansable
guerra á los buenos, y lame el látigo que blanden manos viles.



¡Los
buenos!... En esa cárcel maldita, en esa cueva que el Imperio tiene
para defenderse de importunas agresiones; espera el sol de su último
día un varon justo, un defensor del Bien.



Es
un héroe, que vino de lejanas tierras á pelear contra los vicios;
pero el déspota de Roma no comprende el purísimo lenguaje de ese
valiente, y da la órden de decapitarlo.



Es
el Apóstol de Cristo, que recorrió las provincias y naciones
infieles, expugnadas por el romano brazo; y á tantas gentes,
sentadas á la sombra de la muerte, llevó la creencia y el perdon
divinos.



Y
ahora, en recompensa del bien que ha hecho, en premio de los dolores
que ha consolado, en premio del Renacimiento moral de la humanidad,
que ha predicado con inquebrantable valor; los hombres le condenan á
muerte.







¡Miráulo!,
dret en la presó; ferida
D´una aurora de Juny pe´l raig
primer
Qu´entra per la finestra empetitita,
La cara del
Apòstol enardida
Resplendeix com lo sol dematiner.



La
barba en llargues trenes retorçuda,
Sobre´l pit inflamat de sant
ardor,
La capa sus l´espatlla decayguda,
La má per les
cadenes abatuda
Y els ulls fixats en la llampant claror.



Una
dolça visió de l´esperança
Brilla en los ulls oberts del gran
cristiá;
Ab l´oratjol del día que s´atança,
Les aures de
l´eterna benhaurança
Afalagan son front sobrehumá.



Recorda
Saulo ses etats primeres,
La ja passada ardenta jovintut;
Les
un jorn penosíssimes carreres,
Per escampar les noves
enciseres
De la gracia, la gloria y la virtut.



Y
ab l´accent de profunda melanjía
Qu´els genis contrariats solen
tenir
Quant ve llur suspirada derrería,
Mes ple del esperit
que l´enfortía,
Deya parlant ab sí meteix: - “¡Finir!;




¡Vedle!,
de pié en la prision; alumbrada por el primer rayo de un día de
Junio, que entra por estrecha saetera, la cara del Apóstol,
enardecida, resplandece como el sol de la mañana.



La
barba, retorcida en largas trenzas, sobre el pecho, inflamado en
santos ardores; el manto, caído de sobre los hombros; las manos,
abatidas por las cadenas; y los ojos, fijos en la brillante claridad.



Dulce
vision de la esperanza chispea en los abiertos ojos del gran
cristiano; con la brisa matinal, las auras de la Bienaventuranza
acarician su transfigurada frente.



Saulo
recuerda su primera edad; su ardiente juventud; y recuerda sus
penosísimos viajes, para propagar las grandes nuevas de la gracia,
la gloria y las virtudes.



Y
con el acento profundamente melancólico, que los genios contrariados
suelen usar al acercarse su ansiada postrimería; pero lleno del
espíritu de fortaleza, decía, hablando consigo mismo:
- “¡Morir!







¡Finir
quant l´enemich posseyeix les portes
De la humanal ciutat;
Finir
quant tantes ánimes veig mortes,
Y en tenebres la pobre
humanitat!



Perque
he volgut el bé de les criatures
Encadenat ne som;
Mes l´ánima
romprá estes lligadures,
Y volará al bon Deu com un colom.



Desitj
qu´est tabernacle se disolga,
Y esser prompte ab Jesús;
Qu´en
pols ma vestidura se resolga,
Y anármen d´aquest mon que corre
il-lús.



Molts
que´s deyan amichs son traydors ara,
Quant abatut m´han
vist;
Alexánder y Démas copa amara
Beure fan al enviat de
Jesucrist.



¿Qué
importa? El Reyne de la pau divina
Dins la Ciutat s´extén;
Dins
la matexa carçre Mamertina
Lo foch de Gracia y d´Esperit
s´encén.



La
llavor de la Fe s´es derramada
Del Orient al Ocás,
La Fe
qu´en altre temps fo maltractada
Pe´l fariseu, la vía de Damás.




¡Morir,
cuando el enemigo posee las puertas de la ciudad del mundo; morir,
cuando tantas almas yacen en la muerte; y las tinieblas cubren la
Humanidad!



Porque
quise el bien de los hombres, encadenado estoy. Pero mi alma romperá
estos nudos, y volará á Dios como una paloma.



Deseo
que este tabernáculo se disuelva; deseo hallarme pronto con
Jesucristo; que en polvo se convierta mi carne, y huya mi alma de
este mundo ilusionado.



Muchos
que se decían amigos, resultan traidores, al verme vencido.
Alexánder y Démas dan á beber amarga copa al enviado del Salvador.



¿Qué
importa? El reino de la paz de Dios se propaga en la Ciudad; hasta en
la cárcel Mamertina prende la llama del Espíritu.



La
semilla de la Fe sembróse del oriente al ocaso; la Fe, perseguida
ayer por el Fariseo, de Damasco en el camino.





¡Y
còm ens resisteix la Sinagoga,
Reptant á los crehents!
No vol
que la barrera se remoga
Pera obrir pas á les humanes gents.



¡Ella
m´ha perseguit per mar y terra,
Ella avorreíx mon nom;
Mos
germans israelites dura guerra
Juraren cechs al cristiá renom.




“La
paraula de Fe de ells es llevada,
Y es duyta als infidels;
Y
l´hora d´un nou poble es arribada,
De bones obres seguidor
excels.







El
pare benehit, qu´es invisible,
L´Unigènit enviá;
Y´l
Senyor humiliat en carn visible
A les figures cumpliment doná.



Ara
ja ni en Judea ni en Samaria
l´únich altar veurém,
Mes de la
terra en l´infinita amplaria
Los temples del amor
axecarém.

“L´amor, la gracia, la virtut divina,
Lo goig
universal;
Perque devant la Creu la Palestina
Dona als hòmens
un òscul fraternal.




¡Y
cómo se nos resiste la Sinagoga, desafiando á los creyentes! No
quiere destruir la antigua barrera y abrir paso á todos los pueblos.



Ella
me ha perseguido en todas partes; ella aborrece mi nombre. Mis
hermanos israelitas juraron, en su ceguedad, encarnizada guerra al
Cristianismo.



Quítaseles
la palabra de la Fe, y es llevada á los infieles: ha llegado la hora
de constituir un nuevo pueblo, excelso seguidor de buenas obras.



El
padre en las alturas invisible, envió al Unigénito; y el Señor,
humillado en carne visible, dió cumplimiento á los antiguos
símbolos.



Ya
ni en Judea, ni en Samaria veremos el único altar; sino que en la
infinita redondez de la tierra, levantaremos los templos del amor.



El
amor, la gracia, las virtudes de Dios, el gozo universal; porque ante
la Cruz, la verdadera Palestina da á todos los hombres el ósculo de
la fraternidad.





Jo
he visitat les illes de l´Acaya,
Menat pe´l dit de Deu;
Y
sens la ciencia y ab polvorosa saya,



Los
he mostrat la ignominiosa Creu.



Los
sabis del Areópago sentiren
Que´l Deu desconegut
Que los
antichs poetes enaltiren,
A redimir los hòmens es vingut.



La
incerta ciencia dels prohoms d´Atenes,
Qu´era ergull solzament,



Se
posa les dolcíssimes cadenes
De Fe cristiana y renovada´s sent.



De
la mar de Corinto á Macedonia
La Grecia he corregut;
No hi há
ciutat capdal, no hi há colonía
Hont la Gracia de Deu no
m´haja dut.



Y
perills en la mar y en les planures,
Perills de nit y
jorn,
Perills y cansament y desventures,
Y fam y set en
qualsevol sejorn.



Moltes
voltes los grechs apedregaren
A est home malhaurat;
Moltes
voltes les ones l´enfonzaren,
Perque´l Regne de Deu fos ofegat.




Yo
visité las islas de la Acaya, guiado por el dedo de Dios; y, sin
ciencia de mi parte, y en traje de peregrino, les enseñé la
ignominia de la Cruz.



Los
sabios del Areópago oyeron que el Dios ignoto, celebrado por
los antiguos poetas, ha venido á redimir á los hombres.



La
incierta ciencia de los sabios atenienses, que sólo era orgullo, se
pone las dulcísimas cadenas de la Fe cristiana, y adopta verdaderos
principios.



Desde
el mar de Corinto á Macedonia, he recorrido toda la Grecia; no hay
ciudad capital, no hay colonia, á donde no me haya llevado la gracia
de Dios.



Y
peligros en el mar, y en la tierra; peligros de noche, y de día;
peligros, y cansancio, y desgracias, y hambre, y sed, en todas
partes.



Muchas
veces los helenistas apedrearon á este desventurado; muchas veces
las olas lo cubrieron, para ahogar el Reino de Dios.





Oh
fills de l´alta Grecia estimadíssims,
Goig y corona meus,
Estáu
en el Senyor, fillets caríssims,
Vulláu per sempre enderrocar
los deus.



El
senyor vostres còssos dirigesca
Y´ls nobles cors anim,
Y
esperit de paciencia us infundesca,
Y eus apart de tacarvos ab lo
crim...

“Jo he vingut fins al centre del Imperi,
Per
divinal Bondat;
Mes, ay, que´ns hi preparan cementeri,
Perque
´ls fa mal la llum de Veritat.



Lo
Crist desde la cima del Calvari
Morint vencé la mort,
Mes la
mort y l´infern en son desvari
Forcetjan per destruir la nostra
sort.



Italia,
la Senyora de la terra,
Italia ´s lliga ab ells,
Italia nos
rebutja y nos desterra,
O tira ´ls nostres còssos als arpells.



Roma,
superba Roma, tu qu´esclafas
Lo mon ab ton greu pes,
Tu qu´ab
vils ferros á los justs agafas,
Contra´l Deu inmortal no podrás
res.




Oh
queridos hijos de la exclarecida Grecia; mi gozo y mi corona; estad
en el Señor, hijos carísimos: derribad para siempre los infames
dioses.



El
Señor dirija vuestros pasos, y anime vuestros corazones, y os
infunda espíritu de paciencia, y os preserve de mancharos con el
crímen de la idolatría...

“Yo he venido hasta el centro
del Imperio, por bondad de Dios; mas, ¡ay!, que aquí se me ha
cavado la fosa, porque la luz de la verdad daña sus ojos.



El
Cristo desde la cima del Calvario, muriendo venció la muerte; mas la
muerte y el infierno en su furor forcejean para destruir nuestra
dicha.



Italia,
la señora del orbe, Italia se une á ellos; Italia nos rechaza, nos
destierra, ceba con nuestros cuerpos las aves de rapiña.



Roma,
soberbía Roma, tú que aplastas el mundo con tu peso; tú que
vilmente aherrojas á los justos; contra Dios inmortal no podrás
nada.









Les
tenebres d´infern s´acaramullan,
L´ignorancia ´s remou,
Plens
de verí y de rabia los cors bullen,
Perque dels ídols cruximent
ja s´ou.



De
l´una part los fruyts de la materia:
Latrocinis
violents,
Adulteris y morts y gran llatzeria,
Y mentides crüels
en los potents.



De
l´altra part les glories religioses,
Los fruyts del Esperit;
Éram
abans tenebres horroroses,
Ara llum celestial en Jesucrist.



¿Y
tu tems, Missatger de la llum pura,
Nunci del Redemptor?
¿No
veus créxer la nova criatura,
L´home perfet, lo setgle venidor?



Sento
de llibertat el suau aroma,
De fe, virtut y pau;
Mostrar debem
á los tirans de Roma
Còm se mor per la fe d´un Deu esclau.



¡Abba!
Jesús, Senyor de cels y terra,
A Vos, Pare meu, vinch;
Ni ´ls
açots, ni ´l poder, quietut ni guerra
Me podrán apagar l´amor
que us tinch.




Infernales
tinieblas se agolpan; la ignorancia se retuerce; arden en venenosa
rabia los corazones; porque ya crujen los pedestales de los ídolos.



De
una parte están los frutos de la materia: violentos latrocinios,
adulterios, asesinatos, miseria espantable, y crueles mentiras en los
poderosos.



De
otra parte las glorias religiosas, los frutos del espíritu. Éramos
ántes horribles tinieblas; ahora la luz celestial en Jesucristo.



¿Y
tú temes, mensajero de la pura luz, nuncio del Redentor? ¿No ves
crecer la nueva criatura, el hombre perfecto, el siglo por venir?



Siento
el suave aroma de la libertad; la fe, la virtud, la paz divina.
Mostremos á los tiranos de Roma, cómo se muere por la fe de un Dios
esclavo.



¡Abba!
¡Jesus, Señor de cielos y tierra, a Ti voy, Padre mío! Ni los
azotes, ni el poder, ni la paz, ni la persecucion, me podrán apagar
el amor que te profeso.







Guardí
´l depósit que de gracía un día
Jesús me confiá;
S´es
consumada la carrera mía;
¡Anem!... ¡Deu per l´Esglesia
vetlará!”-
__

Diu lo Sant; y el Senyor de les
altures
Que res oblida ni la tendra flor,
Que may gira
l´espatla á ses criatures,
Un ressò de les cèliques
ventures
Dexa sentir que li engrandeix lo cor.



Les
guardies del Pretori reforçades
S´acostan ja ab ses llances y
destrals,
Ressonant per les sòlides arcades;
Axí los glavis
en les mans sagrades
S´ou retenir vora ´ls xotets pascals.



Entran;
l´Apòstol á ses mans se dona,
Desafiant del Imperi los
furors;
Pere surt pera rebre igual corona;
S´abraçan
fortament per breu estona;
Y al Viminal s´en van ab los
lictors.....

La sanch del Cristiá fou derramada,
La
sentencia del Céssar per cumplir;
La Terra ab ella romangué
tacada;
¡Mes l´arbre de la Creu feu gran brostada,
Y ses
rames lo mon varen cubrir!!

Febrer 1874.




He
guardado el depósito de la gracia que Jesus me confió; he consumado
la carrera mía. ¡Vamos!... ¡Dios velará por la
Iglesia!”-
__

Dice el Santo; y el Señor omnipotente, que
nada descuida, ní siquiera las florecillas del valle; que nunca
desatiende á sus criaturas; déjale oír un eco de la celestial
felicidad, que le ensancha el corazon.



La
guardia del Pretorio reforzada, se acerca ya; resuenan las lanzas y
segures bajo los sólidos arcos, Así las víctimas, en el
sacrificio, oyen el ruido de las sagradas cuchillas.



Entran;
el Apóstol se entrega á ellos, afrontando el furor de los verdugos.
Pedro viene tambien, para recibir igual corona; abrázanse
estrechamente breves momentos y salen para el Viminal con los
lictores......

La sangre del cristiano derramóse, para
cumplir la sentencia del César; la tierra quedó manchada con un
crímen más; pero el árbol de la Cruz echó infinitos renuevos, y
sus ramas cubrieron el mundo.

domingo, 28 de junio de 2020

CAPÍTULO XXV.


CAPÍTULO XXV.

César va en seguimiento de los pompeyanos, y no para hasta haber vencido
a Petreyo y Afranio, sus capitanes.

Afranio y Petreyo pasaron el río Segre con todo su campo, y juntaron con las dos legiones que habían salido y se fueron hacia Mequinenza; y César envió tras ellos su caballería para que les picase en las espaldas y les detuviese todo lo que fuese posible, y de esta manera llegaron al Ebro, y los de Afranio y Petreyo lo pasaron con la puente de barcos que habían hecho; pero apenas fueron pasados, ya la caballería de César pasó por el vado tras ellos. Cuando amaneció, vieron los del real de César que estaban a la orilla del Ebro, de un alto, como su caballería hacía buen efecto, dando la carga en la retaguardia, y sufriéndola muy bien cuando el enemigo volvía a dársela, con todas sus escuadras. Con esto, los soldados de César rogaban a los tribunos y centuriones que rogasen a César, que sin tener cuenta con su trabajo y peligro de ellos, les mandase pasar el río por donde lo habían pasado sus caballos. Movido César de esto, aunque rehusaba poner al peligro de un río tan grande como el Ebro su ejército, pero bien pensado, le pareció que debía tentar el paso, y por esto sacó de todas sus centurias los soldados más flacos, y de estos formó una legión, y la dejó en guarda del bagaje y del fuerte que tenía a la orilla del río de esta otra parte, y la demás gente lo pasó con esta orden: que puso por lo alto del río muchas bestias que quebrantasen la corriente, y por lo bajo mucha gente de a caballo, donde se valiesen los que el ímpetu del agua trabucase; y esto fue gran socorro para algunos, y de esta manera todos pasaron, sin perderse ninguno, y eran las tres horas antes del amanecer cuando hubieron acabado de pasar; y sucedió este día una cosa muy notable y que solo la gran diligencia de César la pudo acabar, y fue, que su campo, después de haber pasado el río del modo que queda dicho, con gran trabajo y detenimiento, rodeó después mucho para volver a tomar el camino para seguir a los enemigos, porque para pasarlo, habían tomado el vado donde más extendido corría el río, y esto era algunas millas más abajo del puesto donde Afranio y Petreyo habían hecho su puente de barcas; y antes de llegar a los enemigos, hubo de marchar seis millas, y habiendo partido los dos capitanes antes de amanecer, ya a las tres horas de la tarde César les había alcanzado. «No hay duda, dice Ambrosio de Morales, que todo este ardor y vigorosa diligencia era de sus soldados; pero a él se debe atribuír más de veras, pues se lo había enseñado, y con su gran diligencia y presteza les daba ejemplo de ella.» Siendo preguntado Alejandro Magno, cómo había dado fin a tan grandes hechos en poco tiempo, dijo, que no dilatando nada para mañana; y Vegecio dijo, que en las cosas de la guerra la diligencia y presteza aprovechaban más que el esfuerzo. Todo esto entendió muy bien Julio César, pues ninguna ocasión dejó pasar, así en esta como en otras guerras, que no la tomase, y así vino a acabar cosas que parecían imposibles y solo pudo en su diligencia salir con ellas.
Estaba la gente de César muy ganosa de llegar a las manos con sus enemigos; pero César, en quien había tanta prudencia como diligencia, mandóles primero reposar y comer, porque no quiso que enflaquecidos y cansados entraran en pelea; y aun después de haber descansado, los detuvo otra vez, porque furiosos querían dar sobre los enemigos; pero no pudieron, porque ellos se habían
ya puesto en lugar alto, muy a su ventaja, y así por aquel día no hubo pelea alguna, antes bien César se alojó muy cercano a ellos.
Estando a la otra parte del Ebro, pasaron grandes cosas que cuenta el mismo César, que no pertenecen a los pueblos ilergetes, de quien agora trato: y después de haber mucho apretado a los pompeyanos, que siempre habían tenido grandes esperanzas que, si pasaban Ebro, habían de hallar grandes socorros; no hallando lo que pensaban, sino muy al contrario, y que la caballería de César no les había dejado sosegar un punto, no hallaron otro camino sino volverse a Tarragona o Lérida; pero por estar Tarragona lejos, y haber de hacer grandes rodeos para escaparse de César, escogieron ir a Lérida: pero porque el agua les costaba muy caro, por ser toda aquella tierra muy seca y falta de aguas, determinaron sacar un foso con buena fortificación desde su real, hasta tomar dentro del fuerte el agua, para que nadie pudiese estorbársela. Repartieron entre si ambos a dos los generales la obra, y salieron lejos del real a continuarla. Con la ausencia de los capitanes comenzaron los soldados a salirse del fuerte y hablar con los de César, tratando de dársele, y muchos tribunos y centuriones se vinieron a encomendar a César, y lo mismo hicieron los españoles principales que estaban en el ejército, unos por rehenes y otros por soldados; y aun el hijo de Afranio, por medio de Sulpicio, legado de su padre, trató con César de que perdonase a él y a su padre.
Era la alegría y regocijo común a todos; a los de Pompeyo, porque presto confiaban verse fuera de peligro, y a los de César, porque tan fácilmente y sin gota de sangre habían acabado una guerra tan difícil y cruel, y todos loaban mucho a César, por haber escusado tanto derramamiento de sangre, con no haber querido pelear, y todos conocieron cuán acertados eran los consejos y resoluciones suyas.
Estos abocamientos y tratos tomaron los dos capitanes de diferente manera, porque Afranio dejó la obra comenzada y se retiró a su real, esperando el suceso que había de tener el perdón que su hijo había pedido a César; Petreyo lo tomó muy a mal, y a los que platicaban con los de César los hizo retirar, y de los de César mató todos los que pudo; y vuelto a su real, rogaba a todos que mirasen por la honra de Pompeyo, y que no quisiesen darla a su enemigo; y él y los tribunos y centuriones, y el mismo Afranio, movidos del llanto de Petreyo, de nuevo juraron obediencia a Pompeyo y que no desampararían el ejército y no harían cosa sin consejo público y voluntad de todos; y tras esto mandaron que quien tuviese soldados de César los llevase allá, y todos los que se trajeron, con horrible crueldad fueron degollados; y muchos hubo que los escondieron, y venida la noche, los echaron con grande secreto por encima de los reparos. Con este rigor que usaron los capitanes de Afranio, y con el juramento que tomaron a la gente de guerra, ya no hablaban de darse, sino que todos muy ganosos mostraban querer continuar la guerra. Pero César no lo hizo así, sino que mandó buscar los soldados de Pompeyo que habían entrado en sus reales, mientras duraba la plática, y muy benignamente mandó que se volviesen a los suyos, aunque algunos de los tribunos y centuriones se quisieron quedar con él de buena gana, de quien recibieron después mucha honra y merced.
Petreyo y Afranio, que conocieron que en aquel puesto donde estaban no se podían sustentar, levantaron su campo y caminaron a Lérida, y César les fue con su caballería siguiendo, sin dejarles reposar un punto; y les fue necesario, para reposar del cansancio que llevaban, asentar su real en un lugar muy desconveniente y entre muchas incomodidades. Era la mayor faltarles de todo punto el agua, y es aquel suelo tan falto de ella, que, aunque caven pozos, no se halla: falta que padecen casi todas aquellas comarcas de la ciudad de Lérida. Aquí llegaron a tal aprieto, que no pudieron hallar remedio alguno a sus necesidades; y César holgaba de ello, porque no iba tras de vencerles en batalla, sino que ellos voluntariamente se diesen, porque así mejor campease su clemencia y piedad; y así se le hubieron de dar. Para esto pidieron Afranio y Petreyo hablar, y que esto fuese entre los capitanes solos, sin que los ejércitos estuviesen presentes; pero César quiso que fuese público, y tomó al hijo de Afranio por rehenes, y juntos los dos ejércitos, Afranio habló, disculpándose de haberse detenido contra César hasta aquel punto, pero que, como a lugarteniente que él era de Pompeyo, había de mantener la fé y lealtad a su mayor todo el tiempo que pudiese; y él había ya cumplido con su deber, según eran testigos las necesidades y trabajos que habían sufrido, y que no podían ya más, ni el dolor y el pesar en el ánimo, ni la fatiga y trabajo en el cuerpo; y así se le rendían como a vencidos y le pedían les perdonase, usando con ellos de clemencia, y no de lo que la victoria le permitía y ellos habían merecido.
César le respondió reprendiéndole por haber impedido la paz que sus soldados habían deseado y procurado, y haber muerto, tratándose de ella, algunos de sus soldados que pudieron haber a las manos, y les representó que, por su soberbia, venían a pedir ahora con humildad lo que primero menospreciaron con desdén; que él, no movido de su humildad y abatimiento, ni ufano con aquel buen suceso, les pedía que despidiesen aquel ejército que tantos años habían sustentado contra él sin causa ni razón, y que saliesen de España, para que pudiese reposar del cansancio que le había dado aquella tan larga y penosa guerra, superflua y voluntaria; y que esto era lo que les pensaba conceder, y no otra cosa alguna. Los soldados de Afranio y Petreyo quedaron muy alegres de lo que César les había concedido, y siempre habían pensado que se había de llevar muy riguroso con ellos, y estorbaron a los capitanes que no altercasen sobre esto, sino que se contentasen de lo que tenían, y así que los despidiesen, porque toda dilación les era muy enfadosa; y despidieron luego todos los soldados españoles o que tenían casa o hacienda en España, y César les prometió que no compeliría a ninguno de ellos que le sirviera en la guerra, y que los soldados italianos fuesen despedidos, y que Afranio saliese del todo de España y se pasase a Grecia, donde en aquel tiempo estaba el gran Pompeyo.

jueves, 2 de julio de 2020

CAPÍTULO XXVI.


CAPÍTULO XXVI.

César, vencidos Afranio y Petreyo, se vino a Lérida, y le quitó el nombre que le habían sobrepuesto, y le volvió el antiguo; y de los sucesos de España hasta la venida del Hijo de Dios al mundo.

Gerónimo Pujades, en su Crónica de Cataluña, dice, no sin fundamento, que César, después de vencidos los enemigos y quedado señor de toda la España Tarraconense y en particular de la ciudad de Lérida, se partió para ella, así para descansar del trabajo pasado, como para ordenar el regimiento de la tierra y aparejar lo necesario para emprender las guerras que pensaba tener en la España Ulterior. Entonces dicen que le quitó el nombre de Mont public que así se llamaba aquella ciudad, y le volvió el nombre de Lérida, que dura hasta el día de hoy. Esta mutación de nombre solo la hallo en Pedro Tomic; y holgara yo mucho de saber aquel autor de dónde la sacó, no hallando tal cosa en los autores antiguos que hacen memoria de esta ciudad, ni aun en el mismo César, que, contando los sucesos que tuvo antes de tomarla y después por menudo, no olvidaría este, y más siendo hecho suyo y que redundaría en honra y decoro de aquella ciudad. Los que han tenido esta opinión dicen que Lérida, por mal nombre y por escarnio, la llamaron Mont public, por ser lugar público y común a los pueblos ilergetes y a cualesquier otros, para sacrificar a los falsos dioses; y el más principal de ellos a buena razón había de ser la diosa Venus, pues, por ocasión de estos sacrificios, siete rameras hicieron su habitación en la plaza que hoy llaman la Zuda, y por la publicidad en que vivían y ejercitaban su deshonesto oficio, llamaban a la ciudad, como por escarnio y burla, Mont public, como hoy suelen llamarse las casas donde vive tal gente: y entre aquellos ciegos gentiles era religión venerar aquel ídolo con mujeres que, perdido el velo de la honestidad, libremente se entregaban a los devotos que visitaban aquella falsa diosa, para honrarla con tales actos; pero no por esto quedó olvidado el nombre de Lérida, antes conservándole aquella ciudad, le daban este otro de Mont public que del todo mandó olvidar César, como a deshonesto y de mal sonido.
Antes que se saliese de España Afranio, acordándose que los infortunios que tuvo se los había pronosticado una esclava que tenía, llamada Afrania, que sería augur o adivina, y había muerto por aquellos días; ya que él había de dejar la España, no quiso que la memoria de ella se perdiera, sino que durase para siempre; y para mejor conservarla, mandóla labrar un suntuoso sepulcro, y en él una inscripción que dice: Afrania. L.L.Chrocale. S., esto es, que aquella memoria la dedicaba a Afrania, que había sido esclava y después fue liberta de Lucio Afranio, y le había pronosticado los infelices sucesos que tuvo en aquella guerra. Hacen mención de esta mujer don Antonio Agustín, Diálogo 6 y el doctor Pujades.
Consérvase aún esta memoria en aquella ciudad, en la calle que baja de la iglesia de san Lorenzo al hospital, sobre la puerta principal de la casa del doctor José Sabata,
catedrático de prima en aquella universidad, y uno de los más doctos e insignes varones que hemos conocido en estos tiempos.
Vencidos ya los enemigos de César, y hecho ya señor de la España Tarraconense, después de haber descansado algunos días en la ciudad de Lérida, pasó a la Ulterior, y allí venció a Marco Varron, legado de Pompeyo; y dejando buen gobierno y regimiento en las dos Españas, se volvió a Roma a recibir la honra del triunfo, que por muchas razones, según el uso de aquellos siglos, le era debido.
Cuarenta y cinco años antes del nacimiento del Señor, según la mejor cuenta, fue la muerte de Pompeyo, a quien sus hechos dieron nombre de grande. Murió en Egipto; y confiado de la autoridad del rey Tolomeo Dionisio que se le declaró amigo, se había recogido en aquel reino y metido por sus puertas, y él le mandó alevosamente matar. Dejó dos hijos: el mayor se llamó Neyo Pompeyo, y Sexto Pompeyo el menor; y fueron los dos valerosos soldados y tan poco afortunados como el padre: quisieron cobrar en España lo que César le había tomado, y pasaron a ella con gran poder; pero César, dejados los negocios que tenía en Roma, con la mayor celeridad que pudo vino a España, y después de varios sucesos quedó vencedor, Neyo Pompeyo muerto, y Sexto se escapó huyendo; y vencidos de esta manera los pompeyanos, César quedó otra vez señor de España, triunfando de sus enemigos, e hizo muchas mercedes a los naturales; y en Cataluña, Tarragona y Ampurias quedaron hechas colonias. (“Ens culunitzan”, dijo otro Pompeyo, Fabra, unos cuantos siglos más adelante, aproximadamente en 1920).
Apaciguada España, dejó en ella César sus gobernadores y se volvió a Roma. Apenas había llegado allá y cuando Sexto Pompeyo, que había estado retirado en la Lacetania, que es parte de Cataluña, comenzó a tentar los ánimos de los paisanos, y halló entre ellos buenos amigos, juntó los que habían quedado de su hermano, y con los suyos se puso en campaña, con ánimo de renovar las guerras pasadas y cobrar lo perdido.
Estando en esto, aconteció la muerte de Julio César, a quien mataron con veinte y tres puñaladas (fue sin querer) en el senado cuando estaba en la cumbre de su majestad y poder, mandándolo todo, sin que nadie osase contradecirle. Fue su muerte en los idus de marzo, esto es, a quince, que, según se lo habían pronosticado Espurina y otros augures y adivinos, era para él, aquel día infausto, aciago y triste, y él haciendo poco caso de tales vaticinios, había hecho burla de ellos y escarnio de los que le adivinaban tales infortunios. Con este suceso quedó tan animoso Sexto Pompeyo, que, sin hallar resistencia en los cesarianos, que con la pérdida de su capitán y caudillo iban con turbación descarriados, se apoderó de toda España Citerior, y pasó a la Andalucía con grande poder.
Marco Lépido había quedado por César en la España Tarraconense, pero imposibilitado de resistir a Sexto Pompeyo; y lo que no pudo acabar con fuerza, lo alcanzó con maña, y concertó con él, que con el dinero y riquezas que había recogido se saliese de España, y fuese a gozar de ellas en Roma; y así lo hizo, y Lépido quedó en España con autoridad y poder de procónsul. Octavio, sobrino de César, fue heredero y sucesor universal, por haberle nombrado tal en su testamento. Era Octavio hijo de Accia, sobrina de César, y de Octavio, pretor de Macedonia. Accia fue hija de Julia, hermana de César, y de Accio Balbo. Tuvo Octavio en el principio muchos encuentros con Antonio y con Marco Lépido que pretendió gran *parte de las provincias del senado romano; y después de haber pasado varias cosas, concordaron que fuese el señorío romano dividido en tres partes, y esta división llamaron triunvirato, de que tantas memorias hallamos en * historias romanas. Octavio quedó con Italia, África, Cerdeña y Sicilia; Marco Antonio con Francia y Flandes, Marco Lépido con las dos Españas, Citerior y Ulterior, y * la Galia Narbonense. De Grecia y Asia no se habló, porque Bruto y Casio, homicidas de César, se habían quedado con ellas. Pactaron que esta división o triunvirato durara por cinco años; pero no se efectuó, porque Octavio se alzó con todo, dejando vencidos a Lépido y Antonio;
y el señorío romano vino a quedar en poder de solo Octavio, que con título de emperador, lo vino a regir y gobernar todo. Vino entonces por procónsul a España Neyo Domicio Calvino, el cual tuvo en nuestra Cataluña guerras con los de Cerdaña, y les venció y tomó tanto tesoro, que quedó muy rico; y la parte que cupo a Octavio fue tal, que bastó para el gasto de su triunfo y reedificar su palacio, que quedaba destruido de un incendio, y le dejó adornado de muchas figuras y artificiosas labores. Pasó esto en el año 38 antes del nacimiento de nuestro señor Jesucristo, cuando comenzó la cuenta de las eras, que tantos años duró en nuestra España, donde no contaban por el año del Señor, sino por el principio del gobierno de Octavio César Augusto, hasta que el rey don Pedro el cuarto de Aragón, como a católico príncipe, dejando la cuenta de las eras de César, mandó contar por los años de la natividad de Cristo señor nuestro (1). Era este modo de contar, que añadían al año de la natividad 38 años, así que el corriente año 1639 de la natividad del Señor, añadiéndole 38 años, será el de la era de César 1677.
(1) Aun cuando el autor afirma que el rey D. Pedro IV fue el que mandó dejar la cuenta de la era de César, debe hacerse presente, que en Cataluña rara vez se encuentra un documento fechado de este modo, ni aún en tiempo de los reyes de Aragón, como puede verse en su archivo; a no ser algunos, pero muy escasos, del tiempo de los primitivos condes, que solían fechar por años de los reyes de Francia, y acumular a veces en un mismo instrumento dos o más cuentas diferentes; de manera, que la referencia de Monfar, cuando supone que D. Pedro introdujo tan útil reforma, debe entenderse respecto a la cuenta por la Encarnación, que era la que se usaba en este país, y no a la era de Cesar. Véase la pracmática de dicho rey, sancionada en las cortes de Perpiñan de 1350.

domingo, 1 de agosto de 2021

XIII, DESIG DE LOS DESIGS.

XIII

DESIG
DE LOS DESIGS.



Confiteantur
tíbi, populi, Deus;
Confiteantur tibi populi omnes!
(Psalm
66-v.3.)



Era
l´hora del día en que s´encénen
Dintre´l cor los desigs que
del cel vénen,
Y´l cor desficïós s´en vol anar;
Exa hora
de süau melancolía,
Quant la derrera claredat del día
Son
arreveure trist comença á dar.



Genoll
ficats, sobre la terra broja,
Vora´l sepulcre que lo còs
estoja
Del Mártir de la Fe, gran Ramon Lull,
Ma ánima plena
de condol, jo orava;
Y, desde´l mon, al Infinit volava,
Com la
gavina al cel desde un escull.





XIII
DESEO
DE LOS DESEOS.



Era
la hora en que el corazon abriga deseos celestiales, y, displicente,
quiere irse de este mundo; esa hora de suave melancolía, en que la
claridad del crepúsculo vespertino empieza á darnos su triste
adios.



De
rodillas sobre la desnuda grada, cerca del sepulcro que encierra el
cuerpo del Mártir de la Fe, del gran Ramon Lull, oraba yo, con el
alma sumida en la tristeza; y, desde este mundo, me elevaba á lo
Infinito, como la gaviota al cielo desde un escollo.





Recordava
ferestes amargures
Qu´en Lull vá sofferir de les criatures
Per
donar á conexe ´l nom de Deu;
Y, malgrat sa invencible
benvolencia,
Conseguir no pogué sa inteligencia
Fos adorat el
bon Jesús arréu.



¡Còm.
Senyor! ¿Y aqueix héroe d´activesa
Casi res vá lograr en
escomensa
Que feu als pobles servidors del mal?



¿Y
l´unió religiosa de los pobles,
Sòls ha de ser desig de los
cors nobles;
Aspiració, y no més, del ideal?



Aqueix
desig que lo meu cor omplena
Y que bull en la sanch de cada
vena,
El desig de que Vos siau conegut,
¿No ha de tenir
satisfacció algun día,
Y hem de veure del home l´agonía,
Sempre
pe´l geni del error vençut?



Suspir
ab ansia per la pau divina,
Per l´unitat de Fe, que ´ns
encamina
Cap-dret al Cel per un meteíx viarany;
Suspir pera
que vinga l´amor pura,
Regne de fe y d´amor, que ´ns
assegura
L´adveniment del Regne sens engany.







Recordaba
las fieras amarguras que Lulio tuvo que sufrir de los hombres, para
dar á conocer el Nombre de Dios. Y, sin embargo, ni su inteligencia,
ni su caridad, lograron que Jesucristo fuese adorado en todas partes.



¡Cómo,
Señor! ¿Y ese héroe de la actividad ardiente, casi nada pudo
conseguir en la empresa de ilustrar á los pueblos paganos? ¿Y la
union religiosa de todos los pueblos, ha de ser simple deseo de las
almas nobles; no más que aspiracion de un ideal?



Este
deseo que hinche mi corazon, que hierve en la sangre de mis venas, el
deseo de que Tú seas conocido, ¿no ha de verse satisfecho algun
día? ¿Hemos de presenciar siempre la angustia del hombre, vencido
por el genio del error?



Suspiro
por la paz religiosa, por la utilidad de la Fe, que nos encamina
derechamente á Dios por un mismo sendero. Suspiro por el amor puro,
por el reinado de la Fe y del Amor, que nos asegura el advenimiento
de la Verdad Eterna.






¡Oh!
¡No han pogut encara ´ls fervorosos
Grans genis de qui estam més
ergullosos,
Del error los imperis esvahir!



¡Encarara
s´extén per l´ampla Terra
Com grossa taca exa negror
qu´aterra,
Y´ns fa del íntim de lo cor gemir!



Pau,
y Lull, y Xavier, y altres, petjaren
Casi la terra tota;
derramaren
L´aygua de Fe y d´Amor en l´Univers;
Mes no han
bastat sos gegantins esforços,
Y l´home se revingla ab braus
retorços
Dintre del cercle del error pervers.



La
llavor de la Fe; depositada
En l´Arca d´Israel, fo fecundada
Per
la Sanch generosa del Senyor;



Los
vents del Cristianisme la prengueren,
Y ab ses valentes ales la
dugueren
Fins als límits sabuts per l´antigor.



Los
Apòstols les roques del Calvari,



Abandonaren
ab sublim desvari,
Empesos per l´afronta de la Creu;
Y desde
l´Indo á les iberes platjes,
En inmortals, maravellosos
viatjes,
Portar saberen l´Unitat de Deu.





¡Ah!
¡No han podido aún los fervorosos genios, orgullo soberano de
nuestra raza, destruir los imperios del error! ¡Todavía cubre gran
parte de la tierra esa afrentosa mancha, contra la cual protestamos
con gemidos!



Pablo,
y Lull, y Javier, y muchos otros, visitaron casi toda la tierra;
derramaron el agua de la Fe y del Amor en todas las regiones: mas no
han sido suficientes sus colosales esfuerzos; y el hombre se retuerce
todavía dentro del férreo círculo del error.



La
semilla de la Fe, depositada en el arca de Israel, fué fecundizada
por la generosísima Sangre del Señor. Los vientos del Cristianismo
la tomaron, y en sus valientes alas condujéronla hasta los límites
del mundo entónces conocido.



Los
apóstoles con sublime inspiracion abandonaron las rocas del
Calvario, impelidos por la afrenta de la Cruz. Y desde el Indo hasta
las playas ibéricas, en inmortales milagrosos viajes, supieron
llevar la fe de la unidad de Dios.





Y
los obrí ses cátedres Atenes,
Y venerá la Italia ses
cadenes,
La veu de los Pontífices troná;
Aprés dels mártirs,
confessors exiren,
Y los fills de Germania ´ls exoíren,
Y´l
nom de Crist sos estandarts inflá.



Després,
los barcos espanyols tallaren
Les ones del Atlántich, y
volaren
Al Nou Mon ferventissims missioners;
Y la infelís
progenie americana
Incliná son bell cap de jovensana,
Devant
Aquell qui acull als extranjers.



Mes...
¡ay!, (no pot ma cristïana lira
Expressar eix dolor que la
retgira),
Transcorreren les glories del Passat:
Y tanta sanch
gustosament donada,
Tant d´entussiasme, tante fe exaltada,
Pera
espoltrir los ídols no han bastat.



¡Ay!
No han bastat grandeses d´heroísme
Pera plantar la Creu del
Cristianisme
Hontsevulla respire un fill del hom.
Hi há
terres y més terres, no llunyanes,
Que may senten la veu de les
campanes,
Ni de Jesús lo suävíssim Nom.





Y
Grecia les abrió sus cátedras, é Italia veneró sus cadenas:
escuchóse la atronadora voz de los Pontífices. Tras de los
mártires, vinieron los confesores; y los hijos de Germania aceptaron
su doctrina; y, al nombre de Cristo, ondearon al viento sus
estandartes.



Despues,
los barcos españoles surcaron las olas del Atlántico; volaron al
Nuevo Mundo ferventísimos misioneros; y la infeliz raza americana,
inclinó su jóven cabeza ante aquel Señor que acoge al extranjero.



Mas...
¡ay!, (no puede mi cristiana lira expresar el dolor que me abruma),
transcurrieron las pasadas glorias; y tanta sangre con sumo gusto
ofrecida, entusiasmo tan verdadero, tan exaltada fe, para pulverizar
los ídolos, no han bastado.



¡Ay!
No han bastado las más heróicas empresas, para plantar la Cruz del
Cristianismo por doquiera respire un hijo del hombre. Hay muchísimos
países, no lejanos, en que nunca se oye la voz de la campana, ni el
dulcísimo Nombre de Jesus.





La
cruël Mitja Lluna
senyoreja
Los boscos de palmeres, que rastreja
L´elefant, en
lo sòyl de Faraó;
En les ciutats de la pagana Xina
Sufrir no
poren, sense ferlo ruina,
Que s´alce á Deu un cristiá torreó.



¿Qué
més? Entre les runes llastimoses
De Salem, á l´Europa
doloroses,
¿No hi llampega lo ferro mussulman?
¿Qué n´hem
tengut de les brillants Creuades,
Quant tota Europa enviava ses
armades
Per abatre les glories del Koran?



¡Ay!
en noltres matexos, la senyera
De l´Unió religiosa ¿la venera
Y
li es avuy tota ánima fidel?



¿Es
per ventura ab altivesa noble
Arborada y seguida en cada poble?



¿L´interés
nostre es l´interés del Cel?



¡Voldría
que de cop se declarassen
Catòliques les Gents; y
proclamassen
Sòls una Fe, un Baptisme, y un Senyor;
Y del
Tánys al Níger, dés la França
A la llunya Otaíti,
l´alabança
Uníssona pujás al Creador!




La
cruel Media Luna señorea los bosques de palmeras, donde vive el
elefante, en el suelo de los Faraones. En las ciudades de la pagana
China, no pueden sufrir, sin derribarlo, que se levante á Dios
cristiano templo.



¿Qué
más? Entre las ruinas de Jerusalem, eterno dolor de Europa, ¿no
brillan los aceros musulmanes? ¿Qué obtuvimos de las grandiosas
Cruzadas, cuando toda Europa enviaba sus ejércitos, para abatir las
glorias del Koran?

¡Ay! Nosotros mismos, ¿acaso somos fieles
á la bandera de la union religiosa? ¿La enarbolan y siguen con
noble altivez todos los pueblos? Nuestros intereses, ¿son los
intereses de Dios?

¡Ojalá todas las naciones,
instantáneamente, se declarasen católicas, proclamando una sola Fe,
un solo Bautismo, un solo Señor! ¡Y del Tánais al Níger, desde
Francia á la lejana Otaíti, subiese unísono el cántico de
alabanzas, al Sér Supremo!





¡Oh
Unitat!, tu no ets filla de la Terra;
Los hòmens te declaran dura
guerra.
Y no t´albergan en les patries llars;
¿Per qué
t´enjega l´ignorancia vana?
¿Per qué s´ajau tant temps la
raça humana
Sots l´ombra impura de maleyts altars?



Tu
ets estrella de llum maravellosa,
Tu devallas del Cim, font
delitosa,
Y regas los verjers del Esperit.



¡Avina,
avina, resplendor puríssim
De l´Essencia invisible del
Altíssim!
¡Ay! ¡qu´ens cubreix la tenebrosa nit!



¿Quant,
Deu meu, brillará en tota la Terra
L´antorxa de la Fe, que´l
Mal desterra,
Y tots veurem universal claror?
¿Quánt el
dimoni no rebrá homenatje
Ni tendrá en sòls un cor felís
estatje?
¿Quánt serèu NOSTRE DEU, Senyor, Senyor!! -


La
llantia del Santíssim llambrejava,
Casi fosca la bòveda
quedava,
Y les ombres giravan entorn meu;
Lo pensament enlayre
se desfeya,
Y un riu d´ardents llágrimes me queya,
¡Com si´s
fongués mon cor per tant de greu!


Juliol 1874.



¡Oh
Unidad! ¡Tú no eres hija de la Tierra! Los hombres te persiguen; no
quieren albergarte en el hogar de las naciones. ¿Por qué te
despiden la vanidad y la ignorancia? ¿Por qué la raza humana se
duerme á la impura sombra de malditos altares?




eres astro de maravillosa claridad; deliciosa fuente, que bajas de la
Altura, y riegas los verjeles del espíritu. ¡Vén, vén, resplandor
de la Esencia Soberana! ¡Ay! ¡que nos envuelve tenebrosa noche!



¿Cuándo,
Dios mío, brillará en toda la Tierra la antorcha de la Fe, de
nuestros males enemiga, y todos veremos el Sol de tu verdad? ¿Cuándo
Luzbel no recibirá homenaje de nadie, ni se aposentará
descansadamente en corazon alguno? ¿Cuándo serás NUESTRO DIOS,
Señor, Señor!! -
…..........

La lámpara del Santísimo
chisporroteaba; la bóveda de la capilla quedaba casi á oscuras; las
sombras daban vueltas á mi alrededor. Mi pensamiento se perdía en
vaguedades; y por mis mejillas corrían ríos de lágrimas, ¡cual si
mi corazon saltase de su centro!

jueves, 6 de mayo de 2021

LIBRO PRIMERO. RECUERDOS DE LA PATRIA.

LIBRO PRIMERO.

RECUERDOS DE LA PATRIA.
I
Á MALLORCA x
---
Desde tu trono de espu-
mas, desde tu silla de algas,
recibe mis tiernas melodías,
mis sencillos cantares.
***
Bien hayas, preciosa Isla, estrella del alba, hija de las olas; Mallorca mía, bien hayas.

Santo nido donde nací; jardin de mis padres, que el Creador hace florecer, para alegría nuestra.

En tu ma vida transcorre
Sots l´ombra de purs boscatjes,
Felís y no coneguda,
Com la llum per les montanyes.
Oh ma nina garrideta,
Que ´l trajo verdós estampas
De la mar de Catalunya
Dintre lo mirall de plata.
Dexa que ab mes cançonetes,
Ab mes tendres codolades,
Sobre ´l teu front virginal
Estampi jo un besada.
---
Voldría esser trovador
D´armoníes elevades;
Y, al portal de tos castells,
O entre ´ls rams de les cabanes,

A la claror de la lluna,
Los oratjols respirantne
Que alzinars y garriguelles
De bosch en bosch embalsaman,

Jo cantaría tes glories,
Tes antigues recordances,
Les riqueses de ton sòyl,
La bellesa de tes gracies.

Voldría esser trovador,
Y, ab l´harpa mía daurada,
Rodejat de les donzelles,
Amor lo cor meu vessantne,

En tí paso mi vida, á la sombra de frescas arboledas, feliz y no conocido, como la luz en los montes.
Graciosa niña mía, que retratas tu traje verde en el argentado espejo del mar de Cataluña;
déjame que con mis canciones, con mis tiernas codoladas, estampe un beso sobre tu frente virginal.
___

Quisiera ser trovador de levantado lenguaje; y junto á la puerta de tus castillos, ó á la sombra de los parrales que adornan tus cabañas,
al rayo de la luna, respirando las brisas embalsamadas con los aromas de encinares y bosquecillos,
cantaría tus glorias, tus antiguas tradiciones, la riqueza de tu suelo, la belleza de tus gracias.
Quisiera ser trovador; y con mi arpa de oro, rodeado de pajes y doncellas, rebosando amor de mi pecho;

De tos fills ponderaría
Gestes de l´edat passada,
De nostra Avior la noblesa,
La generosa constancia.
De tos fills admiraría
Lo seny dreturer, qu´exalça,
La paciencia, qu´enriqueix,
La fe, qu´hermosea l´ánima.
D´aquexos senzills pagesos
Que ´t colturan, bella patria,
Cantaría la fortesa,
Y les costums qu´heretaren
De sos avis de la Grecia,
Del Marroch ó de l´Italia,
Pe´ls prohoms de Catalunya,
Temps després, santificades...
¡Ay Deu de mon cor!, un día
¿Per qué no encenéu la flama
De l´inspiració en mon pit,
Y del geni la llum santa?
¿Per qué, bellesa eternal,
De poesía les ales
No té mon enginy? Ab elles
Volar podría espayantme.
De les ciutats á les viles,
De los pujols á les planes,
De la mar á los torrents,
De los cims á les marjades...
Inmensos barranchs de Lluch,
De Valldemossa ´ls paratjes,
Los taronjerals de Sóller,
¡Oh Deu!, vostra gloria cantan.

ponderaría las hazañas de tus preclaros hijos en la pasada edad, la nobleza y generosa constancia de nuestros abuelos;
admiraría de tus hijos el juicioso buen sentido que levanta á los pueblos, la paciencia que los enriquece, la fe que hermosea el alma.
De esos sencillos aldeanos, que tus campos cultivan, bella patria, cantaría la fortaleza y las buenas costumbres,
heredadas de sus antepasados griegos, italianos ó mauritanos, purificadas y santificadas, en la época de la reconquista, por los prohombres catalanes...
¡Dios de mi alma! ¿Por qué algun día no encendéis en mi frente la llama de la inspiración, la sagrada luz del genio?
¿Por qué, Belleza eterna, mi espíritu no tiene las alas de la poesía? Con ellas podría dilatarme por los espacios.
De las ciudades á los pueblos, de las montañas á las llanuras, de las orillas del mar á las orillas de los torrentes, de las altas cumbres á los bancales de los huertos...
Los inmensos barrancos de Lluch, los pintorescos sitios de Valldemosa, los naranjales de Sóller, tu gloria cantan, ¡oh Dios mio!

 Y la cantan les ermites,
Que, entre pinars y fullatje,
Alçan
llur pobreta creu,
Llurs aspiracions cristianes.

Y la
cantan exes coves
D´Artá, que ´ls setgles formaren,
Y aqueix
blau puig d´en Torrella
Que dins les boyres s´amaga...

¡Qué
n´ets de rica, ma terra,
Qué n´ets de flayrosa y gaya!
Ab
ametlars y pins,
Ab oliverars y mates,
Ab estols de
pagesetes
Vestint com l´edat mitjana;
Semblas una blanca
rosa
De verts llorers ombrejada.
___

Prenda de los meus
amors,
Mallorca mía, ma mare,
De ton pit tendre y
puríssim
¿Podrá qualcú arrebassarme?


No ho sé. Quant la
nau m´en duga
Al continent de l´Espanya,
Y, en mig del
cel y les ones,
Ja més no veja tes platjes,

Dins lo meu
cor mallorquí
Jaurá de tu l´anyorança,
¡Dins lo meu cap
sempre viva
Bullirá t´hermosa cara!

Y la cantan las
ermitas, que, por cima de los verdes pinares, levantan su pobrecilla
cruz, sus aspiraciones cristianas.

Y la cantan esas cuevas d
Artá, formadas por los siglos; y ese azulado Monte de Torrella, que
se esconde entre las nubes...

¡Cuán rica eres, tierra mía;
cuán risueña y llena de perfumes!; con almendros y pinos, con
olivos y matas;

con airosas aldeanas que visten todavía á
usanza de la edad media: parécesme blanca rosa, sombreada por verdes
laureles.
__

Prenda de mis amores, Mallorca mía, madre
mía, ¿podrá tal vez álguien arrancarme de tu purísimo y
amoroso seno?

No lo sé. Cuando la nave me lleve al continente
español
, y entre el cielo y el mar pierda de vista tus
costas;

en mi corazón mallorquín estará tu dulcísima
nostalgia; ¡en mi cabeza se moverá, siempre viviente, tu hermosísimo
rostro! …

RECORTS. (. : x)

Tu ´l temps de
m´infantesa,
Los jorns de ma bonança
Que tan aviat
fugiren,
Guardares en ta falda.

Tu fores verge hermosa
Que
mos plors axugares;
Y á mon primer sonrís
Tornáresmen un
altre.

Tos embats lleneguívols
Mos cabeyets besavan,
Ton
sol primaveral
Mos jochs il-luminava.

Ab los
germans d´estudi
Solíam fer comparses,
Y atxerevits y
alegres
Al puig vehí muntávam. (* La Bonanova)

Partint
dematinet,
Com l´auba clarejava,
Cullint per la
pineda
Floretes boscatanes.

Los passos nos
atreya
L´esglesia solitaria:
Y allí, á la dolça
Verge
Consol de la montanya,

Tú guardaste en
tu seno los tiempos de mi infancia, los días de felicidad que tan
pronto han desaparecido.
Tú fuiste vírgen piadosa que enjugaste
mis lágrimas: y á mi primera sonrisa con otra sonrisa
respondiste.
Tus aladas brisas mecían mis cabellos; tu sol
primaveral mis juegos iluminaba.
Los compañeros de estudios
solíamos hacer excursiones; y, alegres y saltando, subíamos al
cerro vecino.
Partiendo muy de mañana, al rayar la aurora, íbamos
cogiendo bajo los pinos, florecillas silvestres.
Enderezábamos
nuestros pasos á la solitaria iglesia; y allí, a la dulce Vírgen,
consuelo de los montes,


Com tendres angelets
Fervents la saludávam;
Y allí la dolça Verge
Sonreya agraciada.
¡Ay Mallorca; Mallorca,
Tresor
de recordances!
____

Com tot mudes les hores,
Sens
bategar llurs ales,
Sens renou fugitives
Al entorn meu
volavan...

Les tendres alegríes
Se deyan mes germanes,
Y
´l cor tan infantívol
Sovint, sovint besavan.

En la
gentil pradera,
Les forces restaurades
Sus una fontinyola
De
remoroses aygues,

Al sol brillant d´estiu,
Les hores de la
tarda,
Los jochs de l´infantesa
Vora del mar jováman
(jngávam)

Bullosos dirigíam
L´estel posat al
ayre,

O clots en les arenes
Abg reu afany cavávam.


saludábamos fervorosos, como pequeñuelos ángeles; y allí la dulce
Vírgen sonreía graciosamente.
Ay Mallorca, Mallorca, tesoro de
recuerdos.
__

Mudas las horas, sin batir las alas, sin
ruido, fugitivas, ¡pasaban á mi alrededor volando!...

Las
dulces alegrías decíanse mis hermanas; y á menudo venían á besar
mi infantil corazon.

En el risueño prado, restauradas las
fuerzas, orillas de una fuente de rumorosas aguas,

al
brillante sol de estío, las horas de la tarde, jugábamos juegos de
la infancia en la arenosa ribera del mar.

Con gran bulla
dirigíamos la cometa puesta en el aire; (L´estel posat al ayre,)

ó con graves trabajos cavábamos pequeños fosos en la arena
de la playa.



La pau de l´innocencia
Seguíans les petjades;
Y tests
vermells y bòtils
Tirávam á flor d´aygua.
¡Ay Mallorca,
Mallorca,
Tresor de recordances!

DESIGS.

Un jorn
l´esperit meu,
Finides ses batalles;
Exirá del meu
cos,
Rompent lo captivatje.

Mon cos sobre la pols
Caurá
com flor tallada,
Confús ab l´aspra terra
Jaurá fins la NOVA
AUBA...

Prechvos, ¡oh bon Senyor!,
Que m ´haveu dat per
patria
La terra mallorquina
Hont he viscut fina
ara...

Prechvos, oh bon Senyor,
¡Que en ella un jorn
descansien
Per sempre mes despulles,
De tempestats
guardades!...

Un jorn, si Deu ascolta
Ma senzilla
pregaria,
Ma tomba s´alçará
Junt al puig de Na Fátima.

La
paz de la inocencia seguíamos las huellas; y tirábamos á flor de
agua cantos rodados y piedras pintadas.
Ay Mallorca, Mallorca,
tesoro de recuerdos.

DESEOS.

Algun día mi espíritu,
acabadas sus luchas, saldrá de mi cuerpo, rompiendo las cadenas que
le oprimen.
Mi cuerpo caerá sobre el polvo, como tronchada flor;
barajado con la áspera tierra, yacerá hasta la aparicion del ETERNO
DIA...

Ruégote, oh buen Dios, que me diste por patria la
tierra mallorquina, en donde he vivido hasta ahora:

ruégote,
oh buen Dios, que, cuando tu Providencia lo disponga, mis despojos
mortales, resguardados de la intemperie,. ¡descansen para siempre en
ella!...

Un día, si Dios escucha benévolo mi sencilla
oracion, mi tumba se levantará al pié del Monte de Fátima.

















Vorera
del torrent,
Que bressa la pujada
Dos xiprers senyarán
Una
lloseta blanca.

Englantines y roses
Hi regará la
rohada,
La creu del Cristianisme
Veurán entre les rames.

Al
bla soroll del vent,
Al suau burbull del´aygua,
De nit, los
rossinyols
Refilarán ses cántigues.

Abelles de l´estiu
Hi
formarán sa casa,
Espigues de la rota
Hi inclinarán les
canyes...

Vull per mon be, quant vingan
De la tardor les
diades,
Y ´l jorn de los sufragis
S´acost ab l´ivernada.

Que
rosses pagesetes
De Valldemossa, imatges
D´aquell
serafinet
Que desde ´l cel nos ama, (* Sor Catarina
Thomás)

Joyoses, falagueres,
Dins canastells de
pauma
Duhent flors moradenques
Y ramells de
garlandes,

Junto al torrente que lame la empinada cuesta, dos
cipreses ceñirán blanca funeraria.
Allí englantinas y rosas
bañará el rocío; la cruz del Cristianismo aparecerá entre el
ramaje.

Al blando ruido del viento, al suave murmullo de la
linfa, los ruiseñores por la noche entonarán sus cántigas.

Las
abejas en el verano formarán su colmena; las espigas del pegujal
inclinarán sus cañas...

Quiero para bien mío, cuando venga
el otoño, y se acerque con el invierno el día de los sufragios,
que
rubias labradorcitas de Valldemosa, parecidas á aquel amante serafin
que desde el cielo nos contempla,
gozosas, ágiles, en canastillos
de mímbre llevando violas y ramilletes de amarantos;


Regant murta y poncelles
Sobre la tomba vajan;
La má sobre les
flors,
Al cel la viva ullada...

Un ermitá vellet
De
blanquinosa barba,
Pera captar almoyna
Vengut del
ermitatje,

Junt ab les minyonetes
En torn
agenollantse,
Diga, mes sense plors,
Sense una sola
llágrima,

¡Una oració pe ´l jove
Que tant amá á la
patria,
Lo ciutadá sens ira,
Lo bon cor y bona ánima!

Febrer de 1868.


vayan esparciendo sobre la tumba arrayan y capullos; con una
mano en las fores y los vívidos ojos en el cielo...

Un
viejecito ermitaño, de blancuzca barba, venido de la ermita para
recoger limosnas,

arrodillándose con las niñas al rededor de
la cruz, pero sin llantos, sin derramar una sola lágrima.

rece
una plegaria, por el jóven que tanto amó á su patria, el pacífico
ciudadano, el del buen corazon, el del alma caritativa...

(V.
la nota (1) al final del tomo.)


II
À LA LLOTJA DE PALMA.
---
Poesía premiada en los Jocs
florals de Barcelona, de Maig de 1871.

Vora les quietes aygues
qui besan la ribera
Ton còs gentil axecas ab noble magestat;
Jo
vench á contemplarte quant ha la llum derrera,
Brillant
argentería, tes torres coronat.

En lo mirall claríssim de
les tranquiles ones
Allargas ta figura, tos celestials
contorns;
Al esperit les ales de los recorts li donas,
Fugint
la fantasía de lo passat als jorns.

Bé apars, rojenca
fábrica, sentada ab robustesa,
Voltada de casetes de pobrissols
barquers;
Allá ´ls jays de Sant Pere d´honrada rustiquesa,
Y
ací recorts de Malta dels freyres cavallers.

II
Á LA
LONJA DE PALMA.
___
Junto a las apacibles aguas que mecen la
orilla, yergues majestuosamente tu airoso cuerpo. Yo vengo á
contemplarte, cuando tus torres aparecen coronadas con la argentada
luz del crepúsculo de la noche.
El clarísimo espejo de las
tranquilas ondas, refleja prolongados tu figura y tus celestes
contornos. Al verte, el espíritu toma las alas de los recuerdos, y
la fantasía divaga por los tiempos pasados.
Hermosa te presentas,
rojiza fábrica, robustamente asentada en medio de innumerables
hogares de pobres bateleros. Allí los ancianos de la hermandad de
San Pedro, de rusticidad honrada; aquí recuerdos de los caballeros
de San Juan.

Ab ánima esmoguda, la Llotja
mallorquina,
M´acost pera guaytarne tos gòtichs finestrals,
Les
vèrgens protectores, d´execució divina,
Les belles filigranes,
ergull de tos portals.

M´acost, y fret silenci lo respirar
m´atura;
Me n´entro... y la foscuria congela mon
esprit.
Columnes solitaries hi elevan á ´altura
Llurs
espirals gracioses, ramatje destexit.

L´ayrosa columnada de
forma falaguera,
Sens capitell ni basse captiva ab goig
intens;
S´encreuan les arcades com rams de´una palmera
y
l´anima disfruta d´un benestar inmens.

Pero, ¿per qué eix
silenci de tomba, funerari?
¿Per qué taulons indignes causant
profanació?
¿Per qué exos munts de saques, sens cor,
abandonarhi?
¿Es ésta la gran Casa de la
contractació?

¿Es ésta per ventura la Llotja
mallorquina
Que Defensors y Cònsuls alçaren ab plaher.
Perque
rebés ab pompa la flota llevantina
La patria d´en Valseca, d´en
Jaquotot Ferrer?


¡Oh Lonja mallorquina! Con el alma conmovida profundamente, me
acerco para ver tus góticos ventanales, las estatuas divinamente
ejecutadas de las vírgenes protectoras, las ricas filigranas que
decoran orgullosamente tus vestíbulos.

Me acerco, y la
frialdad de tu silencio me pára la respiracion. Entro... y la
oscuridad hiela mi espíritu. Solitarias las columnas elevan hasta la
bóveda sus graciosas espirales, que semejan en altura ramaje
destrenzado.

La gentil columnata cautiva los ojos, con sus
ligeras formas, con su ausencia de basamentos y capiteles. Crúzanse
los arcos cual ramos de palmera; y el alma disfruta por breves
momentos de inmenso bienestar.

Pero ¡qué silencio, qué
silencio sepulcral! ¿Y por qué está profanado este noble edificio?
¿Por qué esos sacos y maderas acá y acullá desparramados? ¿Es
ésta la grandiosa Casa de contratación?

¿Es ésta por
ventura la Lonja de Palma, que levantaron con sin igual placer los
antiguos Cónsules y Defensores, para que la patria de Valseca y
Jaime Ferrer recibiese con la debida pompa las flotas mallorquinas
que regresaban de Levante?



¿Ahont son los de Provença, los de nació pisana,

Qu´ aquí murmullejaven ab turchs y genovarts?
¡Oh
varietat riallera!, la gorra catalana,
La grega
barretina
, lo caputxet dels sarts...!

Jo sento
colps de maça, soroll de carretades,
Barbull de pescadores, renou
de mariners;
Per exa plaça sento sonores martellades,
Ab fort
brugit s´en vénen estols de mercaders.

Y fér les mies
orelles y mou la fantasía
Esta remor superba de comercial
bojiot;
¿Será d´aqueix gran temple la mágica armonía?
¿Será
d´un actiu poble lo fèrvit avolot?

No, no... que
s´il-lusiona ma pensa acalorada,
Res ve de lo que sento, res es
del que ´apar;
Columnes enfosquides descobre ma mirada,
Com
rests torçuts de barca á la bòveda pujar.

Per tot lo fret
silenci lo pensament regira,
Lo desencant ofega del ánima lo
vol;
Un nom en les arcades l´esperit meu ovira,
Del gran
Guillem Sagrera l´esperit meu se dol,


¿ están los de Provenza, los de Pisa, cuya
habla se mezclaba con la de los turcos y genoveses? ¡oh
risueña variedad! Aquí hubierais visto la gorra catalana, el
birrete griego, el capote de Cerdeña...

// (birrete: béret: barret: barretina: gorro frigio)

están? Pues en sus casas y en la lengua mallorquina.
¿Ahont son
los de Provença, los de nació pisana,
Qu´ aquí murmullejaven
ab turchs y genovarts?
¡Oh varietat riallera!, la
gorra catalana,
La
grega barretina,
lo
caputxet dels
sarts
...!

Yo
siento el golpear de los mazos, el estruendo de las carretas, la
grita que mueven pescadoras y marineros. Sonoros martillazos resuenan
en esa plaza; numerosos grupos de mercaderes se acercan charlando
ruidosamente.

Y hiere mis oídos, y mueve la fantasía este
soberbio rumor del movimiento comercial. Tal vez sea la mágica
armonía que de este gran templo se exhala; tal vez el fervor
tumultuoso de un activo pueblo.

No, no... que se engaña mi
pensamiento enardecido. Nada de lo que oigo viene, nada existe de lo
que ver pretendo. Únicamente descubro las ennegrecidas columnas que
suben hasta la bóveda, semejantes a los retorcidos cables de un
buque.

Por todas partes el frío silencio me acongoja, por
todas partes el desencanto corta el vuelo del alma. Pero mi espíritu
lee un nombre grabado en estos arcos, mi espíritu se acuerda con
dolor del insigne arquitecto Guillermo Sagrera.


Guillem, l´ombra dels setgles ta cara té absconduda;
Dels hòmens
l´oblidança ta gloria enterbolí;
Mas d´ella les petjades mon
pensament saluda
A Nápols y Girona y á Perpinyá y
aquí.

¡Aquí!, hont cada pedra la cántiga gloriosa
Murmura
de los genis ab llengua singular;
Mas jau arreconada la Llotja
portentosa,
Com una barca vella la vora de la mar.

Celisties
del cap-vespre de mil colors pintades
Desplegan s´hermosura per
sobre ´ls seus merlets;
Com altre temps encara les fresques
marinades
Ab llurs olors balsámichs animan ses parets.

¿No
tornará lo día de sa potent grandesa?
¿Dels setgles la polsada
tant sols l´ha de vestir?
¡No vullas, patria mía, pagar ab tal
vilesa
L´honor que nostres avis te feren conquerir!

___



¡Guillermo!, la sombra de los siglos ha velado tu cara: el olvido de
los hombres ha oscurecido tu gloria; pero mi pensamiento saluda
todavía sus brillantes huellas en Nápoles, en Gerona, en Perpiñan,
aquí.
¡Aquí!, en donde cada sillar murmura con extraña lengua
la cántiga gloriosa de los genios. Mas, ¡ay triste!, yace esta
bellísima Lonja arrinconada á la orilla del mar, como una barca
inservible.
Los variados colores de la luz vespertina, despliegan
su hermosura por sobre las lindas almenas; como en tiempos más
felices, las frescas brisas del mar animan sus muros con balsámicos
olores.
¿No volverá jamás el tiempo de su poderosa grandeza?
¿Por única vestimenta le hemos de dejar el polvo de los siglos?
¡Oh, patria mía!, ¡no quieras pagar con vilezas la honra que te
legaron nuestros padres!

Véase la nota (2)

___


III
DEVANT LO SEPULCRE
DE LA BEATA CATARINA THOMÁS.
---
En
la conmemoració del tercer aniversari centenar de sa gloriosa mort,
que feu Palma en 1874.

Sus lo sepulcre de que tos òssos
guarda
M´en vinch o decapvespre á agenollar;
La llum
esmortehida nos esguarda,
Y el silenci convida á meditar.

La
devoció que ´t tench, des l´infantesa
Possehieix un alberch en
lo meu pit;
Ma mare ab ses paraules de tendresa
Eix amor per ta
gloria m´ha infundit.

Verge de les bellíssimes
montanyes,
Que ´l goig y l´honra de ma patria son,
Vinch á
pregar; ab maternals entranyes
Lo prech ascolta que del cor te
don.


III
ANTE EL SEPULCRO
DE LA BIENAVENTURADA CATALINA
TOMÁS.
---
Al conmemorarse en Palma, en 1874, el tercer
aniversario centenar de su gloriosa muerte.

Junto al sepulcro
que guarda tus restos mortales, vengo esta tarde á postrarme
reverentemente de hinojos. La débil luz nos mira con respeto; el
silencio convida a meditar.
La devoción que te profeso, tiene
desde la infancia morada en mi corazón; mi madre con palabras de
ternura infundióme ese amor por tu gloria.
Vírgen de los
bellísimos montes, que la honra son y el gozo de mi patria; vengo a
orar; escucha con maternales entrañas la súplica que de lo íntimo
te elevo.


Verge, desde lo soli que en l´Altura
Te cubreix d´esplandor y
majestat,
Guayta y veurás la terra de ventura
Per hont ara ton
nom es exalçat.

Aquestes roques que l´onada besa
Y
afalaga suau lo ventijol,
Contemplaren un jorn ta gentilesa,
Veren
gronxarse ton joliu breçol.

¡Oh ditxa! Estes arbredes
atapides,
Variades tanques d´olivers y blats,
Foren de tes
mirades benehides
Los atractius primers, molt estimats.

Aquí
per esta terra, patria amada,
Mallorca, mare de grans fills, un
temps
Surtires com l´estrella de l´aubada,
Y llum donares y
calor ensemps.

Y al peu del marge, en la llunyana coma,
Vora
la torrentera, dins la mar,
De les virtuts lo celestial
aroma
Dexavas sempre de ton còs anar.

Lo gay trajo vestint
de pageseta
Encativares tots los cors senzills,
Y aprés, del
claustre per la vía estreta
Fugir saberes dels mundans perills.


Vírgen, desde el alto solio, que de esplendor y majestad te cubre,
asómate, y verás la venturosa tierra, en donde estos días es
ensalzado tu nombre.

Estas rocas, besadas por el oleaje,
halagadas por suaves cefirillos, contemplaron un día tu belleza,
vieron tu deliciosa cuna.

¡Oh, dicha! Estas estúpidas
arboledas, caprichosas albarradas que encierran olivos y trigos,
fueron los primeros, muy amados alicientes de tus benditas
miradas.

Aquí, por esta tierra, por esta querida patria
mallorquina, madre de grandes hijos, apareciste como la estrella de
la mañana, derramando á la vez luz y calor.

Y en los
caminos, en las lueñes cañadas, en las quebraduras de los montes,
en el hogar doméstico, se desprendía de tu cuerpo el celestial
aroma de las virtudes.

Vistíendo el gracioso traje de
aldeana, cautivaste los corazones sencillos; después supiste evitar
los riesgos mundanales, y seguir el estrecho camino del claustro.



Un refugi en tes lluytes encontrares
Y una bandera santa:
l´oració;
Tota la pena del amor sembrares,
Y has cullit en lo
cel lo guasardó.

Ara gosas de Deu en la presencia
En mig
dels ángels la gloriosa llum,
Y conexent la divinal
potencia
Conéxer pots nostra miseria y fum.

Es ton recort
per nostres una espira
Qui d´entusiasme nos encén lo cor,
Es
delicada nota d´una lira,
Subtil perfum de montanyana flor.

Molt
m´agrada, un matí de primavera,
Veure lo mar per lo bell sol
banyat,
Pero m´agrada més la riallera
Cara entreveure de ton
Sér salvat.

Me figur que en un éxtassis
dolcíssim,
Agenollada sobre núbols d´or;
Eternament envías
al Altíssim
La pura essencia de ton místich cor.

¡Oh
Catarina, hermosa Catarina!
¡Enrevoltada estás del llum de
Deu!
Demánali al Senyor que t´il-lumina,
Que ´s record de
nosaltres, poble seu.

Refugio en tus
combates encontraste, y una santa bandera: la oracion. Toda la pena
del amor sembraste; y has elegido en las Alturas el eterno premio.

 Ahora, ante la majestad de Dios, estás gozando, en medio de los
coros de los ángeles, la lumbre de la Gloria. Y conociendo ya la
Omnipotencia del Creador, puedes conocer nuestra vanidad y
miseria.

Tu recuerdo es para nosotros una chispa, que de
entusiasmo enciende el corazon; es delicada nota de la lira; sutil
perfume de la flor silvestre.

Pláceme, en las mañanas de
primavera, ver el ancho y calmoso mar, bañado por la luz del sol
naciente; pero pláceme mucho más, entrever el risueño rostro de tu
Sér glorificado.

Me figuro que en éxtasis dulcísimo,
arrodillada sobre nubes de oro, envías eternamente al Sér Supremo,
la pura esencia de tus místicas entrañas.

¡Oh, Catalina,
hermosa Catalina! ¡La luz de Dios te circuye! Pídele al Señor que
se acuerde de nosotros, su pueblo.


Demánali al bon Deu, que ´ns alliberi
La patria mallorquina de
pecats;
Que may lo vici s´òbria pas, ni imperi
En la daurada
terra, ahont som nats.

Que ´l pagés, colturant nostres
montanyes,
No perda may los bons costums antichs;
Que no falt ´
lo bon pa dins les cabanyes,
Ni la pau en les cases de los
richs.

¡Que tengam de virtuts plena cullita,
Y en les
viles enginy traballador;
La innocencia en los cors romanga,
escrita,
Y en totes parts lo Regne del Amor!

---


Pídele al buen Dios que libre de pecados la patria mallorquina; que
nunca el vicio se abra paso, ni impere en la dorada tierra donde
hemos nacido.

Que el labrador cultive nuestros campos, sin
renegar nunca de las buenas costumbres antiguas; que no falte pan en
las cabañas, ni paz en los palacios.

¡Que recojamos gran
cosecha de virtudes; que vivifique á los pueblos el genio del
trabajo; en los corazones persevere la inocencia; y á todas partes
venga el Reino del Amor!
___



IV
AL IL-LUMINAT DOCTOR
Y MÁRTIR DE JESUCRIST
MESTRE RAMON
LULL,
PER DESAGRAVI,
ODA.

Es deplorable que en Mallorca
mismo se haya pretendido denigrar la memoria de Lulio. (***) Sus
obras han sido atacadas por los dominicos, entre ellos por el
vehemente inquisidor Eymerich. - (Piferrer.)

¡Y còm sens
recordarte
La bona Sciencia caminar podría?
¡Y còm
sens venerarte
Ton nom enterbolía
Dins Mallorca l´irada
fellonía?

¡Còm un
esbart d´aus negres,
Que ´s deyan amadors de la
sabiesa,
Alçantse ab crits alegres
Per l´ergull, ta
puresa
Enfosquían y el sol de ta grandesa?



IV
AL ILUMINADO DOCTOR
Y MÁRTIR DE JESUCRISTO
EL BEATO
RAIMUNDO LULIO,
EN DESAGRAVIO.

ODA.

¿Y cómo, sin
acordarse de ti, podría seguir avanzando la verdadera Ciencia? ¿Y
por qué, sin caer de rodillas, la iracunda deslealtad procuraba en
Mallorca oscurecer tu nombre?

¿Cómo bandadas de negras aves,
que se decían amantes de la Ciencia, levantándose con alborozada
gritería, pretendieron por orgullo cubrir el puro Sol de tu
grandeza?


¿Fores tu per ventura
Guerrer crüel, qu´ab la furienta maça
Fa
la verda planura
Tornar vermella bassa?
¿Fores vilan de
malehida raça?

¡No, no!; que si ta cara
Enlluhernada fos
per la victoria,
Tot tremolant encara
Un monument de
gloria
Axecaría el mon á ta memoria.

¡Oh digne Lull!, tu
eres
Qui lo nom de Mallorca més honrava;
Ta gloria á les
esferes
Nostres glories pujava;
¡Y, per premi, Mallorca
t´enutjava!

Tu fores qui en la cova
Del penyalar de Randa
concebíes,
Cantant gloriosa trova,
Plorar los perduts díes
Y
abatre del pecat les tiraníes.

La nit, per l´estelada,
Qu´es
del trono de Deu descobridora,
L´ánima enamorada
Del Be qu´el
cor anyora
Espayava sa vista somiadora.


¿Acaso fuiste tú cruel guerrero, que con furibunda maza convierte
la verde llanura en lago de sangre? ¿Fuiste villano de maldita
estirpe?

¡No, no!; porque si la fama de conquistador
iluminase tu rostro, el mundo, aún en estos días, levantara
temblando monumentos á tu memoria.

¡Oh noble Raimundo! Tú
eres quien más honraba el nombre mallorquín; quien con su gloria
hacía brillar la nuestra en las esferas. ¡y, en premio de tus
afanes, Mallorca te infería torpes agravios!

Tú en las
cavernas del peñascal de Randa, cantando gloriosa penitente trova,
te propusiste llorar el perdido tiempo, y vencer la tiranía del
pecado.

Por la noche, el alma enamorada del Bien Supremo, que
es el anhelo del corazon, hundía su soñadora mirada en los
espacios, estelares, reveladores del trono de Dios.



Gran era Lull. Alçantne
La Creu del Redemptor als pobles crida;
Y
vers l´Orient guaytantne,
Tornar vol á la vida
La Humanitat
per los errors podrida.

Jo ´l seguesch ab ma pensa
A
Viena, al Assia, á l´Anglaterra, á Roma;
Predica la defensa
Del
Mitjorn, dés la coma
De Randa fins la patria de Mahoma.

Jo
´l veig per exa terra
Totxa y esperitada de Bojía,

De
la platja á la serra,
Del temple á l´alquería;
¿Ahónt
vas, Ramon Lull? ahónt Deu t´envía?

¡Héroes balears,
miraulo!
Fills dels qui l´Almudayna un jorn
venceren;
¡Almogavers, aydaulo!...
Butxins lo conegueren,
Y
sa Idea ab son còs destruir volgueren.

¡Oh Idea
benhaurada
De gloria, d´esperit y fortalesa!
¡La noble edat
passada,
Nòstra naturalesa,
May n´escalfaren d´una tal
grandesa!


¡Grande era Lulio! Enarbola la cruz
del Redentor, y llama á los pueblos; mira hácia Oriente, y piensa
resucitar á la Humanidad, carcomida por los errores.

Sígole
con en pensamiento á Viena, al Asia, á Inglaterra, á las orillas
del Tíber: predica la defensa del Mediodía, desde las cañadas de
Randa hasta la patria de Mahoma.

Véole por esa necia,
endiablada tierra de Bujía, correr desde las playas á las sierras,
desde los templos á las cabañas; ¿á dónde vas, Raimundo? á
dónde te envía Dios.
¡Héroes baleares, hijos de los que
un día expugnaron la poderosa Almudaina, miradlo! ¡Almogávares
invencibles, volad en su ayuda!... Los verdugos islamitas le han
conocido, y quieren con su cuerpo anonadar su Idea.

¡Oh Idea
bienhadada, Idea de
gloria, de espíritu y fortaleza! ¡La famosa edad antigua, la
fecunda naturaleza humana, no concibieron nunca otra de más alta
magnitud!



Aytal sublim Idea...
Per menar tot lo Mon á lo realme
De
Unitat que´l Be crea,
Ramon estreny la palma

De
greu martiri, ab triunfadora calma.

Com arrelada alzina
Que
del vent á la rabia no ´s doblega,
Axí la fe divina,
Axí sa
Idea brega
Contra la mort; y á Deu sa vida entrega.

¡Ay!,
lo sant mártyr era
Un suavíssim altar que ´s dirigía
Fins
la eternal esfera;
Deu del cel assistía
Y de sa flayre atret
sobre ell venía.

Los alarbs ab cruel manya
Aquell altar
misteriós romperen
Com una frévol canya;
¡Los ornaments desferen,
Les flors tiraren, los perfums perderen!...
…..

Los
pobles hont ressona
Del Geni l´atractívol armonía,
La deguda
corona
Del llor que no ´s mostía
Te posan, oh Ramon, per ta
Noblía.



¡Oh sublime Idea!... Para llevar á todos los hombres al reino de la
Unidad, creadora del Bien humano, Raimundo, con heróica constancia,
abraza la palma del horrendo martirio.

Como arraigada encina
que no se dobla á la furia del vendaval, así la Fe católica, así
la Idea de Lulio batalla contra la muerte, y entrega su vida y
porvenir á Dios.

¡Ay!, el santo mártir era un suavísimo
altar que se levantaba hasta los cielos; Dios desde su Trono estaba
presente, y atraído por su aroma descendía sobre él.

Los
moros, encruelecidos, destrozaron aquel misterioso altar, cual si
fuera frágil caña; ¡deshicieron los ornamentos, tiraron al suelo
las flores, disiparon los perfumes!...
….

Ahora los
pueblos donde tiene resonancia la fraternal armonía del Genio, tejen
para ti, oh Raimundo, por tu nobleza de alma, la merecida corona del
lauro inmarcesible.


Mes, ¡horrible martiri!,
Molts compatricis qui tos fets
comptavan,
Y hermosa com un lliri
Ta grandesa miravan,
¿Per
qué ton nom ab furia menyspreavan?

¡Oh esperit gran! De
gloria
La resplendor eterna te il-lumina,
Honra a Deu ta
memoria;
¡La terra mallorquina
No ´t mostri més sa
ingratitut mesquina!

Agost 1868.


Mas, (¡horrible tormento!), muchos compatriotas tuyos, que tus
hechos narraban, que conocían tu grandeza, inmaculada como el lirio,
¿por qué menospreciaban furiosamente tu nombre?

¡Oh, gran
espíritu! El eterno resplandor de los cielos te alumbra; Dios mismo
glorifica tu memoria. ¡Ojalá la tierra mallorquina no se olvide
nunca de ti! ¡Ojalá no vuelva á ser para contigo una miserable
ingrata!

Véase la nota (4).


V.


LA PESCADORA.
MARINA.

Per entre estepes joves,
Verts
pins, florides mates,
Toquí marines herbes,
Vegí la bella
platja.
Roques y roques surten
D´arenes enclotades,
Formant
alts promontoris,
Guardant quietes cales.
La mar no se
movía,
Y´l pescador cantava:
Niu d´amor la ribera,
La de
la mar de Palma....
(***)

- Pescadoreta meua,
Dexa anar
la plantada,
Dexa anar los aucells,
Y flors de la
cabana.

Vina, pescadoreta,
Que ´l vent per exos
marges,
Envejós de ma gloria,
Remou una polsada,
Qu´enfosqueix
tos cabells
Y ´l blau de tes ullades.



V.
LA PESCADORA.
MARINA.

Por entre verdes jaras,
pequeños pinos, matas en flor, pisé las marinas plantas, llegué a
la pintoresca bahía.
Inmensas rocas hundidas en la arena, forman
altos promontorios, para guardar tranquilas ensenadas.
El mar
estaba en reposo; oíase el canto de un pescador:
Nido de amores
la orilla,
Orilla del mar de Palma...
(***)

-
Pescadorcita mía, abandona tu campo, abandona los pájaros y flores
de tu cabaña.

Ven, pescadorcita; el viento, envidioso de mi
gloria, levanta en esos caminos tal polvareda, que oscurece tu pelo y
tus azules ojos.


Si en terra te passejas
A tos peus farán nafra,
Les crestes de
les roques
Per hont l´ona s´esbrava.

Qualque senyor
altiu
Nascut en bona entrada,
Pot ser, ma pobrissola,
Voldría
ta desgracia.

Vina, vina, m´aymía,
Vínaten á ma
barca;
Goig hi tendrém puríssim
Al balanç de la onada.

Aquí
´ls dos cantarém
Cançons ab ma guitarra,
Y amor aquí hi
seurá
Puys cap dins una llanxa.

Y al véurenos los
pexos
Brufarán á flor d´aygua;
Sos jochs y oculta
vida
Sorpresos mostraránte.

Ardévols los cap-rojos,
Los
esparrays sens mácula,
Encalçan sols per riure
Donzelles y
dorades.


Si te paseas por tierra, te dañarán los piés las crestas de las
rocas, donde se estrella el oleaje.

Quizá algun poderoso
caballero, nacido en soberbio palacio, medite, pobrecita mía, tu
desgracia.

Ven, ven, querida, vente á mi barca; goces
purísimos tendremos, al balanceo de las olas.

Aquí los dos,
al compás de mi guitarra, entonaremos dulces cantares: amor se
sentará entre nosotros, pues se sienta tambien en pobre
esquife.

Los peces al vernos se mantendrán á flor de agua,
soplando; y, sorprendidos, te mostrarán sus juegos y misteriosa
vida.

Ardientes los escarchos, y los pequeños blanquísimos
escaros, persiguen por puro juego pintadas doncellas é inocentes
doradas.


Lo pop com un ventall
Extén ses fortes cames,
Y cerca lo
roquer
La cova baix les algues.

Los congres se revinglan,

S´abordan les aranyes,
Y ´ls anfossols pasturan
Pacífichs
ab les saupes.

L´estol de vius mollets
Lo déntol fort
ataca,
Y botan los daufins
Al veure nostres barques.

Lo
rap com un cometa
Navega ab la ratjada,
Y dormen les
tortugues
Surant ab sa corassa.

No cregas, no, que
vengan
Avuy per estes aygues,
Ni lo perdut tauró,
Ni lo
salroig, qu´espantan.

En lo fons de la mar
L´amor per tot
té cases;


D´esponja son los llits,
Y de coral les cambres.


El pulpo extiende los tentáculos,
semejantes á un abanico; y buscan los tímidos pececillos del roqueo
las cuevas tapizadas por las algas.

Los congrios se retuercen,
los pejes arañas envisten,
y los jóvenes meros pacen tranquilamente con las salpas.

Bandas
de alígeros salmonetes se ven atacadas de improviso por impetuosos
dentones; y los delfines dan saltos de alegría al rededor de
nuestros buques.

El peje sapo, parecido á un cometa, navega
con la raya; y duermen las tortugas, flotando sobre su coraza de
concha.

No creas que hoy vengan á visitar estas aguas algun
extraviado tiburón, o los temibles escualos.

En lo más
hondo de este mar, el amor construye por do quiera su nido. Las
esponjas le dan blando lecho, los corales riquísimas salas.


Pe´l cel de la badía
Veurás,
en esta aubada,
Exir, encès vaxell,
Lo Sol, de la mar
blanca.

Anèm, pescadoreta;
¿No sabs que exa
tardança
M´escarrufa de pena,
Brollar me fa les
llágrimes?

Un enfilay de joyes
Te tench aquí
guardades,
D´ullets de marins fetes,
Per adornar ta cara.

No
tengas por de plujes,
D´horribles mestralades, (vent
mistral, mestral
)
Que Deu may
abandona
Als pescadors de canya.

Vaja, donchs,
llambrinera,
Pescadoreta, vaja;
No tornarèm avuy,
No
tornarèm á platjes,
Que son lloch de marors,
D´embulls y de
migranya.

Juriol de 1868.


Verás, ahora que sonríe el alba, iluminando el inmenso cielo de la
bahía, salir el sol, á lo léjos, cual encendido bajel, del seno de
los blancos mares.

¡Vamos, pescadorcita! ¿No sabes que esa
tardanza me hiela de espanto, y hasta me hace derramar
lágrimas?

Aquí te guardo rica sarta de joyas, para ti,
hechas de ojos de pececitos, que adornarán tu lindo cuello.

No
tengas miedo á la lluvia, ni á los vientos huracanes; Dios nunca
abandona á los pescadores de caña.

¡Ea, pues, graciosa
niña, ea! No volveremos hoy, no volveremos á la playa; porque la
tierra es lugar de verdaderas tempestades, de enredos y amarguras.


VI.
LA BUGADERA.

Carrer dels Oms
De Palma
bella...
(***)

Xupa qui xupa,
La roba neta,
Planxa
qui planxa,
La roba extesa,
Fon sa greu vida
La
bugadera.
¡Si´n té d´angunies,
Si´n té de feynes!
De
bon matí,
Matinadeta,
Quant, l´auba clara,
Lo día
trenca,
Vora ´l fogó
Ja me la meuen
Cridant l´atlota
Midó
per treure.



VI.


LA LAVANDERA.

Por la calle de los Olmos de la bella ciudad de
Palma...
(***)

Ora retorciendo la ropa lavada, ora
planchando la enjuta, pasa su triste vida la lavandera.

¡Cuántas
angustias sufre! ¡Cuántos trabajos soporta! Por la mañana, muy de
mañana, cuando el alba empieza á clarear y apunta el día, ya se la
ve junto al anafe llamando á la muchacha, que la lleve blanco
almidon.



Renta camises,


Calçons doblega,
Llençols axuga,
Mulla faldetes.
Ara si
dina,
Com si barena,
Por lo migdía,
Per lo cap-vespre,
Un
plat de sopes
Tristes l´alletan.
Glories mundanes,
No la
rodejan;
Fora Mallorca
No hi há per ella;
Ni may
somía
Cotxos, riqueses,
Palaus y teatres,
Que son la
pensa
De les grans dames
De la noblesa.
Tan sols demana
De
l´humil Verge
Que bon sol fassa,
Perque´l Diumenje
Tornarne
puga
La roba llesta.
Tan sols desitja
Que l´estiu venga,
Y
el jorn benévol
De Primavera.
Perque les plujes
Y boyres
fredes


Lava lindas camisas, dobla finos calzoncillos, enjuga largas sábanas,
rocía cairelados zagalejos.

Ya para la comida, ya para la
merienda, á mediodía ó á la caída de la tarde, un ruin plato de
sopas es todo su alimento.

No la rodean glorias mundanas; para
ella no existe el Continente español; y nunca sueña en coches,
riquezas, palacios, teatros, ni en nada de lo que constituye el único
pensamiento de las grandes señoras de la aristocracia.

Tan
sólo pide á la Santísima Vírgen que haga buen sol, para poder
entregar la ropa limpia todos los Domingos.


De l´invernada,
Li banyan sempre
L´amada roba,
La roba
neta.
Greus y tristances
Ne té per vendre,
Però ab
amigues
Dintre la seva
Bugadería
Mil cançonetes
Alegres
cantan,
Y s´escometen
Baix de la parra
Qui les
ombreja.
___
Oh pobrissola,
La bugadera,
La de les
faldes
De indiana verda,
Dels mocadors
Color vermella,
Dels
cabells rossos
Per la serena,
¿Pobre infelissa
N´has tu de
serne?
Cap baix fins l´aygua,
Alta l´esquena,
¿Ni una
esperança,
Ni una tendresa,
Dins ton cor d´ángel
Niu ha
de ferne?


Fríos vapores del invierno, siempre le mojan la amada ropa, la ropa
limpia.

Trabajos y tristezas tiene de sobra; pero se reune con
sus amigas en el lavadero, y cantan alegremente cien cantares, y
echan un rato de conversacion debajo de la parra que les presta
sombra.
___

Oh pobrecita lavandera, la del bridal de verde
indiana, la de la toca de encendido color, la de los cabellos rubios
por la humedad de la noche, ¿pobre infeliz has de ser para
siempre?

¿Siempre has de estar con la cabeza inclinada hasta
el agua, y enarcados los hombros; y ni una esperanza, ni una ternura
han de entrar alguna vez en tu corazon de ángel?


No; qu´injust fore
Y hom de duresa
Lo Deu, bon Pare
Que hi
há á l´esglesia...
Un galant jove
Qui de la guerra
Ve, ab
l´hermós trajo
Fahent l´enveja
De les fadrines,
Per tot
la cerca,
Per tot li parla
Mots de dolcesa.
Fa vint any
ara
La bugadera,
Qu´es temps de somnis,
Temps que florexen

Les esperances,
Les amoretes.
- Jo t´am, - diu el jove;
-
Jo t´am, - diu ella.
Y així lo día
D´una gran
festa,
Recompensatne
Llur greu carrera,
Del cel devalla

L´Amor y els besa.

Decembre de 1868.


No, porque sería injusto y de duras entrañas, el Dios buen Padre,
que tenemos en la iglesia...

Un apuesto mozo, que acaba de
llegar de la guerra, y, con su bizarro continente, es la envidia de
las mocitas, la busca por do quiera, por do quiera le dirige
finísimos requiebros.

Veinte años cumple ahora la lavandera.
Éste es el tiempo de los sueños de oro, el tiempo en que florecen
las esperanzas y los amores.

- Te amo, - dice el mancebo. - Te
amo, - responde ella. Y así en el día de una festividad de primera
clase, en recompensa de sus afanosas cuitas, baja del cielo el Amor,
y les da un beso.