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sábado, 24 de diciembre de 2022

Convenientia inter Episcopos Aragonensem et Rotensem an. MLXXX. (1080)

XXXVI. 

Convenientia inter Episcopos Aragonensem et Rotensem an. MLXXX. (1080) (Vid. pág. 145). 

Ex arch. eccl. Rotensis, et ex autentico et coaevo translato in eccl. Illerd. (Lérida) 

In nomine sanctae Trinitatis. Hoc est testamentum pacti quod fecimus nos Episcopi, scilicet, ego Garsias, Aragonensis Episcopus, et ego Raimundus, Rotensis ecclesiae Episcopus. Orta namque contencio fuerat inter nos de antiquis terminis nostri episcopatus, quia olim, Christiana religione expulsa ex nostra patria, invadente impia Ismaelitarum gente Ispaniam, destructis Sedibus, captivata patria, fuerant nobis longa oblivione incogniti. Venientes itaque ante praesentiam excellentissimi ac piissimi Principis nostri Sancii facta ad invicem concordia constituimus causam iudicio eius. At ille divina inspirante clemencia statuit nobis certos finium limites per quos omnis occasio altercationis possit ammoveri et a nobis et a successoribus nostris. Itaque in Suprarbiensi (Sobrarbe) regione constituit terminos, ut sicut surgit illa serra quae vocatur Arvi (super Arvi o Arbi), habens ex septentrionali latere oppida quae vocantur Elson et Avinzanla, et protenditur in orientem contra castrum quod vocatur Civitas, pertingens usque ad fluvium qui dicitur Cincha (río Cinca): omnis haec regio Suprarbiensis ex supradicta parte septentrionalis lateris usque ad Pirineos montes, sicuti dividit supra dictus fluvius Cincha decurrens a Pirineo, sit juris Aragonensis episcopatus. Villa vero quae dicitur Belsa sita inter duos ramos fluminis ad radices eiusdem montis Pirinei totaque provincia ultra praedictum fluvium ad orientalem plagam, sit juris Rotensis ecclesiae. Iterumque constituit ut si miserante Deo fuerit gens Ismaelitarum a nostris finibus expulsa, sicuti ipso largiente in proximo futurum esse credimus et speramus, omnis regio Barbutana, sicuti descenditur ex supra scripta serra Arvi, habens ex meridiano latere castra quae vocantur Nabal (Naval) et Salinas et Alchezar (Alquézaral qsar) et alia quamplura usque ad rivum qui dicitur Alcanadre, simili modo sit juris ecclesiae Rotensis (a). Castrum vero quod dicitur Situli, et villa quae vocatur Biarag simulque omnis regio quae est infra supra scriptum rivum, sit juris ecclesiae Oscensis urbis. Hoc igitur decretum omni tempore ab omnibus Episcopis qui nobis loco et ordine successerint, volumus firmum illibatumque servare, ut pax et concordia sit inter eos, ut nulli deinceps pro supra dictis terminis litigandi occasio oriatur. Facta confirmationis pagina III. idus decembris, anno ab Incarnatione Domini LXXX. era vero C. XVIII. post M. in monasterio Sancti Johannis Babtistae de Penna, (San Juan Bautista de la Peña) anno XVIII. regni supra dicti Principis, (rey Sancii, Sancio, Sancho) consistente Abbate Sancio in eodem monasterio Sancti Johannis, Grimaldus vero Abbas in monasterio Sancti Victoriani, Sancius Galindez, (de Galindo, Sancho Galíndez) Comes in Boltangna (b: In Cartorali Bolutania) (conde en Boltaña) et in Atares (Atarés) et in Sosi (Sos), Centullus Bigorrensis Comes (Céntulo de Bigorra) in Penna et in AraSancius Ranimiriz, (Sancho Ramírezfrater Regis in Benavarre et in Fontova, Guillermus Servi Dei in Capella. = Ego Sancius gratias Deo Rex Pampilonensis et Aragonensis hanc definitionem laudo et proprio signo corroboro. = Signum + Sancii Regis. = Ego Petrus, Sancii Regis filius hanc definitionem laudo et proprio signo corroboro. = + (Firma en árabe) +. = Ego Sancius Porcho jussione Domini mei Regis hanc cartam scripsi et isto signo + feci. 

(a) In Cartorali eccl. Roten., núm. 24. sic: Sit juris ecclesiae Barbutanae urbis quae debet esse episcopalis Sedes loco antiquae urbis Hictosae, quia in suburbio eius est fundata pro ea. Castrum vero, etc. Haec verba desunt in transl. eccl. Illerd.

https://es.wikipedia.org/wiki/Pedro_I_de_Arag%C3%B3n (Petrus, Sancii Regis filius; Pedro I, hijo de Sancho I, Sancho Ramírez)

lunes, 18 de octubre de 2021

EL MAL APÓSTOL Y EL BUEN LADRÓN, DRAMA DE D. JUAN EUGENIO HARTZENBUSCH.

EL
MAL APÓSTOL


Y
EL BUEN LADRÓN,


DRAMA
DE


D.
JUAN EUGENIO HARTZENBUSCH.


Cuando
el espíritu del hombre deja de ser humilde girasol de la luz
increada, cuando apartados los ojos del cielo se enamora de sí
mismo; su frágil y prestada soberanía le ensoberbece, forma
estrecha alianza con mal nacidas pasiones que despóticamente lo
tiranizan so color de rendirle vasallaje, y poco a poco nace en el
corazón del hombre la rebeldía, y en su entendimiento crece y se
entroniza la duda. Entonces, cual un ebrio a caballo, tan pronto cae
de un lado como de otro, y rodeado de profundas tinieblas, lucha y
forcejea para abrirse paso a la luz; pero una mano fatal le empuja de
abismo en abismo, hasta que se hunde en el lodazal de su miseria,
alumbrado en su congojosa agonía por los vacilantes resplandores de
la razón, a la manera del que se ahogase con una lámpara colgada
del cuello. El Sr. Hartzenbusch ha personificado en su drama
simbólico esa enfermedad de almas soberbias, con aterradora verdad y
maestría incomparable. Como Paulo en El Condenado por desconfiado,
que se atribuye a Tirso de Molina, el escéptico de Hartzenbusch es
un varón singularmente colmado por el Señor de beneficios inmensos;
a su paso brotan y florecen los portentos de la gracia: es un
apóstol, es Judas. Pero su aviesa condición y ruines
pensamientos inutilizan todos los tesoros espirituales que Dios ha
puesto a su alcance, y una pasión vil, la más infame de todas, le
acaba de despeñar al abismo de su perdición. ¡Insensato!


Se
empeña en acrisolar con su razón envilecida los actos de su Divino
Maestro.
Le ve resucitar muertos, y duda; le ve acoger con
inefable mansedumbre su inaudita traición y duda; le ve morir, las
peñas se rompen de dolor, y su corazón no se quebranta, y duda
todavía cuando el orbe todo estalla a los pies de su Señor, muerto
en la cruz. En cambio, Dimas, bandolero como el Enrico de Fr.
Gabriel Téllez, deja obrar la gracia sin entorpecer su acción
inefable con los sofismas y cavilaciones del orgullo, y la secunda
con los deseos ardorosos de regenerar su naturaleza degradada.
(En
el Vita Christi, el niño Dimas, hijo de bandoleros del desierto,
ladrones y asesinos, es curado por Jesús y María en su viaje a
Egipto.
Será después el “ladrón bueno” "buen ladrón" que morirá
crucificado junto a Jesús. )


El
Sr. Hartzenbusch, con el tacto que le distingue, ha puesto en el
corazón de Judas el apego
inmoderado a los bienes terrenales, como cómplice poderoso de su
sempiterno escepticismo. Así, no sólo ha respetado la tradición
bíblica de todos los tiempos respecto a la pasión que
avasallaba al traidor de los traidores, sino que ha alejado
toda idea de predestinación, principio teológico que nuestra
irreverente sociedad no se mostraría tal vez dispuesta a recibir con
sumiso acatamiento.
A esta doble ventaja que lleva al Paulo
del padre Téllez (Gabriel Téllez es Tirso de Molina) la creación del esclarecido dramático moderno,
debe agregarse que las manifestaciones naturales de una pasión
práctica se ajustan más de lleno a las condiciones del drama actual
que las consecuencias de un principio más o menos abstracto. Con
igual destreza el Sr. Hartzenbusch se ha abstenido de aglomerar sobre
la conciencia de Dimas las ignominias y abominaciones con que ha
cargado la de Enrico el padre Téllez, pues si bien este lujo de
crímenes podría parecer conducente para patentizar con toda
evidencia el poder eficacísimo de la gracia; mirándolo bajo el
aspecto de la utilidad puramente dramática del personaje, es lo
cierto que tanta maldad le enajenaría la estimación del público,
causando su milagrosa conversión más sorpresa que tierna y dulce
alegría. Aún más: si el portento de divina misericordia que salva
al buen ladrón recayese en un malhechor tan fríamente criminal como
el Enrico del
P. Tellez, no hubiera dejado de parecer
sobrado voluntarioso y gratuito a un siglo tan habituado a deslindar
los derechos de todos como el nuestro, y tan poco amigo de bajar la
indomable cerviz ante los inescrutables designios de la Providencia.

El Sr. Hartzenbusch, con su instinto dramático, ha hecho que los
crímenes de Dimas arrancasen de la venganza tomada por un acto
bárbaramente injusto; y la venganza, cuando es la reparación de una
injusticia atroz, suele encontrar cierta secreta excusa entre los
hombres, ya que no ante Dios. Damos nuestro humilde parabién al
autor de tantas obras maestras, por la conciencia con que ha trazado
las dos figuras principales del drama sacro que nos ocupa, que son, a
no dudarlo, dos creaciones inmortales por la profunda verdad que las
enaltece.


Los
demás caracteres están briosa y magistralmente trazados. El de
Procla es un modelo acabado. Su dignidad es una preclara mezcla de la
entereza esforzada, común en las matronas de la Roma gentil, y del
vivo sentimiento de noble decoro que constituye la más preciada
corona de las mujeres cristianas. Esta dignidad castiza y de buena
ley, que siempre dimana de sentimientos hidalgos y levantados,
contrasta con los arranques de cesárea vanidad con que su marido
Poncio Pilatos quiere cubrir la ruin bajeza de sus
pensamientos y la torpeza de sus liviandades. Betsabé es una
figura radiante de pureza ideal y de adorable candor. Los rayos de
celeste luz que parten de la doctrina del Crucificado, no necesitan
derretir en el bello corazón de María ningún afecto
bastardo, ninguna pasión vergonzosa. No hacen más que añadir un
cambiante de divina luz a aquel prisma de puros resplandores. El de
Sara es de suma belleza. Sumisa, buena, apacible, es toda
abnegación y bondad. El cuadro de sus ambiciones, y la historia de
su corazón, están entrañados en esta deliciosa octava:


SARA.
Tu amor es mi único anhelo:


Dar
el calzado a tu planta,


Collares
a tu garganta,


Lazos
y lustre a tu pelo.


No
quiero cosa ninguna


De
cuanto aquí se atesora;


Quiero
a mi joven señora


Porque
he mecido su cuna.


Nacor,
aunque apenas asoma en la escena, aparece bosquejado de perfil con
palpitante energía. Son admirables las estrofas en que pinta su
pasión favorita, roca que el aliento de Cristo ha convertido en
manantial de aguas cristalinas, de amor al prójimo y entrañable
caridad. Dice así:


NAC.
¿Prestarme crédito


Dificultáis?
¡Ya! ¡Tenía


Yo
tanto amor al dinero! -


Perdí esposa, hijos perdí;


Pero
salvé un cofre lleno


De
oro. Lloraba a mis hijos,


Pero
encontraba consuelo


Abriendo
el cofre. Pasaban


Los
años, iba en aumento


Mi
caudal; otro era el cofre,


No
pudiera ya moverlo


Ni
Sansón: el arca grande


Volvió
mi dolor pequeño.


Miraba
yo el oro, y él


Mirábame
sonriendo;


Tocábale
yo, y hablaba;


Quedito,
eso sí, muy quedo.


«No
hay mal que no cure yo,»


Decía,
sonando a cielo:


Ya
suena a cántaro frágil


Que
tiran roto al estiércol. -


¡Esposa
mía! ¡Hijos míos!


Pronto
necesito veros!


¡Avaro
fui, ya soy hombre!


Si
tuviésemos que trasladar todas las tiradas de bellísimos versos que
esmaltan y enriquecen el drama del Sr. Hartzenbusch, no acabaríamos
nunca esta informe y desaliñada revista. No podemos, sin embargo,
resistir al deseo de citar las sublimes estrofas en que Procla
describe al asombrado Poncio el sueño con que Dios le ha manifestado
el futuro y glorioso triunfo de la cruz y los ya célebres versos con
que Dimas relata el acto más meritorio de su vida:


SUEÑO
DE PROCLA. (Prócula)


PROC.
Escucha. Tarde me dormí, con pena


La
prisión del Ungido recordando.


Por
él temía, y a la par temblaba


Por
ti, sin acertar a separaros.


Audaz
mi pensamiento el velo rompe


De
los siglos futuros y lejanos,


Y
miro alzar y derruir ciudades,


Y
virgen tierra de la mar brotando.


Sobre
varas de cónsules partidas


Y
púrpura imperial rota en harapos,


Hundiendo
en lodo sanguinosas aras


Y
efigies de metales y de mármol;


Despedazadas
Juno y Citerea,


Sin
bidente Pluton
, Júpiter manco;


Rico
de oro y marfil, con lenta marcha,


Entre
pompa triunfal rodaba un carro.


De
pie matrona de sin par belleza


Descollaba
en el plinto levantado,


Y
en vez de águila de oro vencedora,


(¿Quién
pudiera jamás imaginarlo?)


¡Tremolaba
una cruz!
PIL. ¡Una cruz! ¡Ese


Instrumento
cruel, patibulario,


Lecho
de muerte para el crimen, sólo


De
verdugos y víctimas tocado!


PROC.
Ese adoraban, la rodilla en suelo,


Generaciones
por venir, de rasgos


Que
Roma nunca vio: cruz en su trage,


La
cruz de sus pendones era ornato;


Puesta
la vi sobre real corona,


Y
henchir las plazas y poblar los campos,


Y
en altísimas torres empinada,


La
región de los vientos dominando.


Y
en recia voz unísono decía


De
tantas gentes el concurso vario:


«Creo
en un solo Ser Omnipotente,


Dios
Padre que crió cuanto hay criado;


Y
en Jesús, unigénito del Padre,


Dios
que hombre fue para su gloria darnos;


Que
padeció bajo el poder de Poncio...»


¿Qué
Poncio es ese? pregunté. - «Pilatos,»


Pontífices
y reyes me dijeron,


Mercader
y pastor, niño y anciano.


PIL.
¡Poncio Pilatos! ¡Yo!


PROC.
Tú, esposo mío.


Válete
del anuncio: yo he soñado


Para
que tú no yerres: mira, Poncio,


Que
añadieron después los que me hablaron:


«Borrará
el tiempo la memoria y nombre


De
Codro y Belo, César y Alejandro;


La
del cobarde juez del Nazareno


Durará
lo que el sol en el espacio.»
El trozo en que Dimas cuenta a
Betsabé la manera como salvó al niño Jesús, que el público acoge
siempre con tempestades de frenéticos aplausos, es sin duda uno de
los mejores que han salido nunca de la musa castellana. Es como
sigue:
DIM. La historia de niño halaga:


Oye
una infantil historia.


Diez
años contaba yo,


Y
mi padre mercader


Un
viaje tuvo que hacer,


Saliendo
de Jericó.


Marchar a Egipto debió:


Y
yo, que en pueril estilo


Manifestaba
intranquilo


De
errante vida el antojo,


Ver
quise el piélago Rojo,


Las
pirámides y el Nilo.


Caminamos
por jarales


Y
hondonadas y laderas;


Bramidos oí de fieras,


Bramidos
de vendavales.


Movedizos arenales
Embazaron al camello.
Ya de vuelta su resuello

Noche barruntó lluviosa:
Negra vino y espantosa
Que en
pie nos puso el cabello.
De una peña cobijados,
En mantas
nos envolvimos,
Cuando pisadas oímos
Y voces de hombres
armados.
«Cruzarán los tres cuitados
(Habló una voz) por
acá;
El rey niño morirá.
- Matar al niño es tu encargo

(Dijo otro); no descuidarse,
Que pudieran escaparse
Por
el torrente a lo largo.»
Yo temblaba; sin embargo,
Ya ideaba
algo atrevido.
Cesó de pasos el ruido...
«Padre (dije) ya
no llueve:
Cenemos. ¡Al vino! ¡Bebe!»
Bebió; se quedó
dormido.
Mi padre, al amanecer,
Aún reposaba; ¡yo en vela!

Corro como una gacela,
Y en alto me pongo a ver.
«¡Tres!
¡Ellos! ¡Él! Ha de ser
Disfraz su modesto aliño.»
Canto,
me miran, les guiño,
Y grito en llegando en frente:
«¡Señora,
por el torrente;
Que si no, matan al niño!»


Esto
sí que es manejar primorosamente esa lengua pura como el oro, sonora como la plata, flexible como el acero, que Carlos I consideraba hecha
para hablar con Dios.


El
mal apóstol y el buen ladrón
es una obra trascendental y profunda
en su intención simbólica, admirable por la verdad magistral con
que sus caracteres se hallan trazados, por la variedad de las
situaciones que el variado juego de los mismos produce, por la
grandiosidad de sus proporciones, y por la incomparable riqueza de su
versificación. Uno de los méritos que más la avaloran es que la
sagrada figura de Cristo no aparece nunca en escena, y que el público
sabe la historia de su pasión y muerte por boca de los demás
personajes, causando un terror sublime y un interés extraordinario,
sin exponer los misterios de la agonía de un Dios a los ojos
profanos de una sociedad que nunca podría poner sus corazones,
profanados por tanta multitud de mezquinos sentimientos, al diapasón
del dolor más profundo e insondable y del más alto misterio que han
asombrado a los cielos y a la tierra.


El
Sr. Hartzenbusch, insigne autor de dramas inestimables, ha añadido
una joya más de gran valor a su diadema de gloria. Cíñala con
legítimo orgullo, pues la posteridad la colocará también,
enriquecida sin duda por otras preseas de no menos estimación,
encima de su nombre glorioso, que es ya una estrella fija en el
brillante cielo de nuestras glorias nacionales!
____

domingo, 17 de octubre de 2021

LA CAMPANA DE LA ALMUDAINA, DRAMA ORIGINAL DE DON JUAN PALOU Y COLL.

LA


CAMPANA
DE LA ALMUDAINA,


DRAMA
ORIGINAL DE


DON
JUAN PALOU Y COLL.


I.


Isla
dorada llaman a Mallorca sus naturales, y bien pudieran llamarla Isla
de oro. Una sonrisa de Dios la hizo brotar llena de hermosura en
medio de las aguas del Mediterráneo. La cobija con amor un cielo de
azul claro, la orean aires puros y deleitables y sus entrañas
dadivosas pagan con usura la solicitud del hombre.
En las cumbres
de sus montañas altísimas crecen el romero, el boj, el tomillo, el
lentisco, el brezo, el enebro y la alhucema, cual si quisiesen
aromatizar de cerca el trono del Señor: más abajo se asientan y
fortalecen espesos bosques de pinos y encinas; en las laderas los
olivares hacen ostentación de su fruto bendecido, y en las faldas
mil viñas, huertas y jardines lujosamente desplegan su
pomposa ufanía. El marinero percibe desde lejos el olor suavísimo
de los limoneros y naranjales que piadosas le traen las auras del
mar. Corren por todas partes las aguas, ora sueltas y libres entre
olmos y álamos blancos, ora aprisionadas en multitud de acequias
toscas vestidas de yedra y musgo. El caserío de pueblos y aldeas,
tan pronto se encarama desparramándose por los riscos y pendientes,
cual bandada de palomas que hacen alto, como se ajunta y recoge en
hondos valles a manera de ovejas que se apiñan a los gritos del
pastor. El frecuente contraste que forman las magnificencias del
cultivo con los horrores más sublimes de la naturaleza salvaje, da a
los paisajes de la isla un carácter maravilloso de originalidad.

¿Qué mucho que trinen ruiseñores en un vergel tan floreciente
y deleitoso?
¿Qué mucho que en tan poético país haya poetas
de valía?


Rigurosa
justicia es, y nada más, dar entre ellos el asiento de preferencia a
uno de los restauradores más beneméritos del habla
lemosina
, Mariano Aguiló, que ha versificado siempre en
este antiguo y glorioso idioma, en menoscabo de la extendida
celebridad que merece, pero con singular provecho de sus propias
concepciones. Digno rival, a veces, de Tomas Moore, deslumbra
con la esplendidez de su fantasía exuberante, otras parece inspirado
por la musa de Schiller; tal es la profunda intención de su lirismo
y la magistral sobriedad que en sus baladas históricas y
tradicionales resplandece. Quien haya leído Esperanza, Una visita a
los muertos, El entendimiento y el amor, A un ciprés, A Dios, D.
Alfonso de Castelnegro y las poquísimas composiciones poéticas que
ha dado a luz aquel escritor, no encontrará ciertamente sobrado
nuestro elogio. - José María Quadrado, que goza de indisputable
nombradía en España como apologista católico, historiador y
publicista, es entrañablemente patético en El último Rey de
Mallorca, ideal y levantado en Aspiración, y revela gran fuerza
dramática en Armadans y Españols. Los verdaderos amantes de las
letras patrias deploran que ingenio de tanto valer no cultive
la poesía con ahínco y constancia. - Tomás Aguiló, aleccionado
tempranamente en la dura escuela del desengaño, toma por inspiración
su quejumbroso aburrimiento y traduce en estrofas la flojedad y
cansancio de su alma. Unas veces se entusiasma con las pueriles
ilusiones de un amor petrarquista, otras imita con notable acierto, y
no pocas se encumbra a muy altas esferas, circunstancia inconcebible
en quien tiene a Renjifo por maestro. Paciente joyero del ritmo,
infatigable buscón de consonantes difíciles y más disertador que
poeta, ha sabido llorar con todas las reglas del arte y enardecerse
sin soltar nunca las andaderas gramaticales. Debemos añadir, sin
embargo, a fuer de justos, que algunas de sus Rimas varias y sus
Baladas mallorquinas son joyas de subido quilate y felicísimas
excepciones de la soñolienta monotonía que por lo general distingue
sus composiciones. - Miguel Victoriano Amer no ha necesitado más que
rimar los latidos de su corazón para encontrar en los ajenos dulce y
tierna consonancia. Con dos alas de oro se eleva su musa a las
regiones de luz; con la caridad y la esperanza. Sencillo, apacible,
resignado, sus versos son, por decirlo así, la respiración
tranquila de su alma. ¡Feliz quien la tiene tan hermosa con Miguel
Victoriano! ¡Feliz quien, como él, no sabe cantar sin mirar el
cielo, ni mirar el cielo sin cantar! - Las poesías de Gerónimo
Rosselló se caracterizan por lo delicadas y primorosas. En sus Hojas
y flores hay sonetos de admirable contextura, romances lindísimos,
odas de robusta entonación y elegías llenas de sentimiento.
-
Victoria Peña y Joaquín Fiol debieran dedicarse con empeño a la
poesía. Dotada la una de bastante imaginación y de exquisita
sensibilidad el otro, la modestia excesiva de sus pretensiones
literarias les impide utilizar debidamente dotes de tan alto precio.


No
hace mucho tiempo que el menos conocido de los poetas baleáricos era
Don Juan Palou. Los celadores de la literatura mallorquina no se
habían dignado extenderle pasaporte para el Parnaso. Su nombre era
el de un simple mortal para aquellos semidioses. Ahora todos le
conceden un puesto de honor en su olimpo. Ahora el deslumbrante
resplandor de su gloria eclipsa las demás. Las nieblas del desdén y
de la duda se han disipado. El drama de Palou se pasea triunfalmente
por todos los teatros de España, con la tranquila seguridad del que
ha hecho prisionera a la victoria. ¿Por qué La Campana de la
Almudaina ha obtenido un éxito tan asombroso y universal?


Aparte
de las dotes extraordinarias que lo avaloran, debe a circunstancias
especialísimas la unanimidad, sin ejemplo, con que ha sido
aplaudida. Para señalarlas no se necesita ser un fenómeno de
sagacidad; basta conocer superficialmente los vicios radicales de que
adolece la escuela dramática de más reciente boga (voga en el
original
) en el teatro español, y las necesidades estéticas que
el público sentía cuando se puso en escena La Campana de la
Almudaina.


El
drama romántico se inauguró en España con una obra memorable que,
siendo producto del espíritu más irresistible de imitación que en
la literatura europea modernamente se ha enseñoreado, conserva un
sello profundo de nacionalidad. Concepción tan original y grandiosa
ha tenido una prole bastarda, en mengua de la escena española,
nodriza de las demás en épocas de gloriosa recordación. Los
mancomunados esfuerzos de la cultura social y del buen gusto lograron
arrojar al crimen del teatro que cedió completamente el
puesto al vicio cuya indulgente condición y dorado libertinaje le
rodean siempre de simpatías. Más tarde, temeroso el drama de que su
negra reputación la malquistase para siempre con la gente sesuda,
determinó formalmente moralizar su conducta hasta entonces
escandalosa, llevando a todo trance en la boca virtud y buena
doctrina. Por fin, dando un paso más, ha lavado sus iniquidades con
una confesión general en regla, ha entrado seriamente en
negociaciones con Dios, y de sirena pecaminosa, se ha convertido en
misionero apostólico.


Desde
entonces su devoción edifica, fervor religioso le hace acreedor, en
concepto de muchos, a la borla de doctor seráfico. ¡Oh milagros de
la gracia! Algunos ascetas de quevedos y guante blanco, aspirando sin
duda a los honores póstumos de la beatificación, ocupan nuestro
teatro, y no está lejano el día en que veremos poner en escena Los
diez mandamientos de la ley de Dios y Los cinco de la Iglesia, Los
soliloquios de San Agustín, y El Flos Sanctorum por añadidura. ¿Y
quién sabe si tendremos la fortuna de ver a la entrada de los
teatros españoles una pila de agua bendita y de ganar, asistiendo a
ellos, indulgencia plenaria?


Lejos,
muy lejos estamos de ridiculizar la reacción saludable que ha sido
la causa primordial de nuestro drama religioso; lo que conceptuamos
absurdo es la forma


que
actualmente se da a un impulso tan bello y regenerador. Cualidad
esencial de las composiciones teatrales es la acción, no la
oratoria. La moral debe brotar espontáneamente de la acción
dramática, o mejor, flotar en ella como una celeste aureola. En las
producciones a que aludimos acontece lo contrario. Su acción es nula
o desaparece en un océano de disertaciones en verso asonantado,
campanudas, huecas, interminables; y su moraleja o quod erat
probandum, cuando no de falsa, peca de enojosamente trivial y se
prepara, se anuncia, se discute, se motiva con impertinentísima
minuciosidad. Por otra parte, ¿cuántas máximas heterodojas,
cuántos desvaríos, cuántas blasfemias pueden escaparse a
escritores de sospechosa piedad, cuya fé es puramente question d‘
argent, cuya bandera religiosa es una bandera mercantil!


Cansado
el público español de no oír en el teatro más que sermones en
romance destartalado, discreteo lírico, diálogos sempiternos y
sentenciosas majaderías; mal hallado también desde mucho tiempo con
las fechorías del melodrama que sólo acertaba a producirle ataques
nerviosos; y sediento de verdaderas emociones, no pudo menos de
acoger con frenético entusiasmo la obra de Palou que tan
cumplidamente llenaba sus deseos. Acontecíale a este público, el
más desorientado y acomodaticio de Europa, lo que a un catador que
detesta tanto los licores azucarados y flojos que su mala estrella le
depara, como las bebidas alcohólicas que sólo convienen a groseros
y estragados paladares. El drama de Palou ha sido para él un vino
generoso de exquisito sabor y fortaleza, igualmente distinto de los
licorcillos ruines que despachan los flamantes evangelizadores del
teatro, como de las repugnantes pociones melodramáticas.


Indicada
esta circunstancia extrínseca que tan poderosamente ha contribuido
al éxito extraordinario de La Campana de la Almudaina, examinemos
ahora sus cualidades intrínsecas hasta donde alcance nuestro juicio
inexperto y bisoño.


Palou,
con no menos atrevimiento que fortuna, ha fundido en la producción
que


nos
ocupa, la historia, en el crisol de su poderosa fantasía,
trasformándola a su antojo. Si tal ejemplo se generalizase, no sólo
quedaría bruscamente anulado el drama histórico y rota la cadena de
sus legitimas tradiciones, sino que popularizaríanse ideas falsas de
las edades que fueron, acrecentándose más y más la desapoderada
anarquía que reina en la actual escena española. Sin hablar de
aquellos sublimes Ezequieles del arte, Shakespeare, Goëthe, Schiller
y otros genios inmortales, cuyas creaciones son más verdaderas que
la historia misma; Corneille, Racine y Voltaire que ajustaron sus
concepciones imperecederas a principios convencionales y a una
etiqueta dramática, ceremoniosa y glacial; Victorio Alfieri, que
hizo cómplices a los tiempos pasados de su pasión demagógica у de
su odio elocuente contra todas las tiranías; hasta los mismos
melodramaturgos que han sido y son los falsificadores más descarados
de la historia, nunca han variado radicalmente los sucesos ni
creádolos a su sabor, por más que hayan desfigurado los caracteres
que intentaban retratar. Palou, cuya alteza de juicio raya tan alto
como su ilustración, no desconoce seguramente cuán perniciosa sería
esta libertad, aunque con su drama la haya, en cierto modo,
autorizado. Fútil de todo punto sería la excusa de que La Campana
no lleva el título de drama histórico, pues, sabido es que: le nom
ne fait rien a la chose.


En
compensación de este defecto radical, la obra de Palou tiene un
valor dramático a todas luces subido. Su cualidad predominante es
aquella fuerza avara de sí misma que suele constituir el sello
característico de la verdadera potencia intelectual. Tan genuina
robustez artísticamente moderada por cierto instinto secreto y
maravilloso, se armoniza en este drama con una delicadeza suave de
sentir sobre manera exquisita. ¡Consorcio admirable que recuerda
aquel panal de miel que encontró el más fuerte de los hebreos en la
boca del león! En La Campana los caracteres se desarrollan con
vigorosa espontaneidad, estalla el diálogo con reconcentrada
energía, la palabra hierve sin soltar el freno a su expansivo
impulso, y la acción camina con paso firme y seguro a su
originalísimo desenlace. Imponderable es su mérito psicológico; si
se atiende a la doble y complicada lucha que traban entre sí
pasiones llevadas a su apogeo de exaltación y sentimientos
intensísimos. Para aquilatar dote de tanta valía basta analizar
ligeramente las dos grandes figuras fundamentales del drama: Doña
Constanza y el gobernador Centellas. El carácter de la primera nos
parece trazado con maestría y es sin duda uno de los más bellos que
se han visto en la escena.


Hay
un amor de amores inmenso, profundo, inagotable como las entrañas de
la divina misericordia; esencia suya son la ternura y la fortaleza;
lágrimas, abnegación y sacrificio perenne lo nutren, y también
misteriosas venturas y alegrías inefables; todos los idiomas lo
apellidan santo, y su símbolo inmortal está en el cielo.
¡Bendito
sea el amor de madre! Este sentimiento llevado a su grado superlativo
de tensión, señorea despóticamente el alma de la reina viuda. Su
Jaime es a un tiempo para ella recuerdo vivo de su desventurado
esposo y esperanza de la dinastía cuyas glorias y blasones cubre el
luto con su gasa funeral. El ardiente deseo de contemplar a su hijo
sentado algún día en el trono ensangrentado de sus mayores, infunde
a Doña Constanza, sin igual heroísmo y bizarría, y da a su
sentimiento maternal el portentoso alcance y tenacidad de la pasión.
En este bellísimo carácter entran como elementos constitutivos su
amor de madre, su orgullo de reina, su ambición de reina y de madre,
y la ternura que siente por Isabel, hija adoptiva suya.


Centellas
tiene el corazón labrado al fuego de una lealtad indomable. Pero el
amor que le inspira una hija largos años buscada con afán, y cuyo
inesperado encuentro coincide con el peligro terrible, inminente de
perderla, si su lealtad no entra en vergonzosas capitulaciones, hace
bambolear su berroqueño corazón con tremendas sacudidas. Por otra
parte una irresistible simpatía mezclada de gratitud le atrae
involuntariamente hacia Doña Constanza.


Esta,
lucha a brazo partido con la voluntad del gobernador. Ora sagaz y
astuta, ora radiante de centelladora energía, busca afanosamente en
el corazón del aragonés la misma poderosa cuerda que en el suyo
propio vibra, para socavar los cimientos de su constancia y poner su
planta victoriosa sobre el cuello de su obstinada lealtad. ¡Qué
sublime terror, cuando los dos llegan a tener pendientes las vidas de
sus hijos idolatrados de la vibración de aquella campana cuya cuerda
pasa alternativamente a sus manos crispadas!


El
instinto de madre hace ver a Doña Constanza que, enardeciendo hasta
el frenesí el cariño paternal de Centellas con la amenaza terrible
de asesinarla él mismo si toca la campana, le vencerá sin remedio.
Por esto da el golpe de gracia a la moribunda lealtad de Centellas
gritando con voz aterradora:


¿No
quieres? ¿No?


¡Pues
bien, tocarela yo!
Movimiento de suprema exaltación, grito más
de victoria que de lucha. Ninguna intención tiene de tocar aquella
campana cuyo tañido llevaría la muerte al seno de su hijo. Lo único
que quiere es acabar de una vez su triunfo haciendo estallar a
pedazos el corazón de Centellas, bajo la presión de la más
horrorosa angustia.


Sobre
manera lógico nos parece este bellísimo carácter, circunstancia de
incalculable mérito si se atiende a lo que suben en él de punto las
pasiones que lo forman y animan. No brilla esta preciosa cualidad en
el carácter de Centellas. ¿Cómo se comprende que este milagro de
lealtad se crea irresponsable del crimen de traición que pesa sobre
él en concepto de su soberano, por el abrazo de una hija que antes
se conceptuaba capaz de sacrificar en el ara de su honor? Recuérdese
aquel arranque salido del fondo de sus entrañas:


¡Si
por azar


en
ser traidor yo soñara,


la
existencia me arrancara


por
no volverlo a soñar.


::::::::::::::


Mas
ved:


(Vuélvese
de improviso y dice señalando el cuadro de mujer de la izquierda.)


Si
ella respirara


y
el fruto de nuestro amor,


en
holocausto a mi honor,


conmigo
las inmolara.


Estos
rasgos, unidos a otros muchos, quedan desmentidos altamente con su
conducta final. Por demás intenta justificarse con la frívola
excusa formulada en estos versos:


Yo
a mi rey no soy traidor:


¡mi
rey es traidor a mí!
¿Qué noble de aquella época, en la que
el monarca siempre tenía razón, hubiera juzgado la conducta de su
soberano de potencia a potencia como lo hace el espejo de lealtad
Centellas, que tan alto ha hecho sonar en el drama la suya?
Sentimos
que haya escapado a la certera sagacidad de Palou, que, vista la
frescura con que el gobernador se disculpa de lo que debía
forzosamente ser en concepto suyo el mayor de los atentados posibles,
las bellas expresiones con que blasona de su acrisolada fidelidad, se
rebajaban al nivel de fanfarronadas. Los demás caracteres son de
insignificante o nula importancia, menos el simpático Tornamira que
en un sólo rasgo da a conocer su hidalga condición. Dice así:
TORN. ¿Y le habéis curado? (a Centellas.)
CONST. ¡Sí! Y esta
tarde a Palma torna.
TORN. ¿Y podrá reñir?


Qué
hábito de sentir limpiamente, qué nobleza revela esta pregunta:
¿Y
podrá reñir?


Un
lirismo sobrio y de gran valía enaltece a La Campana. Recuérdese la
admirable comparación del sol que dora las nubes que quieren tapar
su luz, los versos en que pinta Doña Constanza el cariño que
profesa a Isabel, y los ardorosos arranques de amor filial de Don
Jaime.


Lunares
nacidos de las mismas cualidades que en La Campana resplandecen,
hacen resaltar con más viveza las perfecciones que la adornan. El
lenguaje peca algunas veces de incorrecto y de poco castizo. La
robustez y energía del estilo rayan a menudo en aspereza.


Palou
ha pasado en un sólo día de la oscuridad a la luz, encontrándose
de súbito frente a frente al sol de su gloria que ni aurora ha
tenido. España ha saludado al joven dramaturgo con hurras de
universal admiración y aplauso.
Mallorca, sacudiendo sus hábitos
de vida material, ha dado el tierno espectáculo de una madre
cariñosa que llorando de gozo ciñe las sienes de un hijo amado con
la corona de laurel que le granjearon sus triunfos. Desde el fondo de
nuestro corazón enviamos la enhorabuena más entrañable a la Isla
dorada que tan hermosamente ha galardonado las fatigas de uno de sus
hijos que más la honran!
____

LA POESÍA CONTEMPORÁNEA EN MALLORCA.

LA
POESÍA CONTEMPORÁNEA


EN
MALLORCA. (*)



(*)
El autor escribió este artículo en el año 1861; y si bien en
aquella época los poetas que menciona lograron colocar su nombre en
elevadísimo puesto, no habían dado a luz todavía las obras que
después han robustecido su fama, extendiéndola muy merecida por el
continente; ni los trabajos de la nueva pleyada (pléyade)
con que se honra el país, enriquecían a la sazón el repertorio de
la poesía balear.
Tomás Forteza, hoy Maestro en Gay saber, no
dotaba aún la literatura indígena con ninguna de las composiciones
que más tarde le han valido el honroso título que le expidiera el
Consistorio de los Juegos florales de Barcelona. Dedicaba, sí,
Antonio Frates con fruto sus ocios al cultivo de la poesía, pero sus
versos, escritos por vía de pasatiempo, no pasaban al dominio
público. Si Pedro de Alcántara Peña se distinguía por su
perseverante afición a las letras, las justas literarias del
principado catalán no le habían una y otra vez proclamado vencedor.
Tampoco eran conocidas las robustas odas con que Gabriel Maura ha
acreditado su rica y poderosa imaginación; ni daba a la estampa
Bartolomé Ferrá (BARTOLOME FERRA en el original) sus donosas
concepciones en un volumen que el pueblo saborea con avidez por el
gracejo de su frase natural y gráfica y el vivo colorido de sus
pinturas. De RAMON PICO, tan ventajosamente juzgado en Barcelona por
sus poesías líricas, como aplaudido en el teatro catalán, no era
sabido el nombre siquiera: y tantos jóvenes distinguidos como Juan Alcover, Miguel Zavaleta, Miguel Costa, José Tarongi (Taronjí en
el libro editado por mí Lo trovador mallorquí)
, Gerónimo Forteza, Mateo Obrador, Juan Bautista Enseñat, Juan Luis Estelrich y
otros, no tenían aún demostrado lo mucho que Mallorca puede esperar
de su aplicación y de su talento (todo lo contrario a Gabriel Bibiloni). - Los más de los poetas de la
isla han tomado una parte muy activa en el renacimiento de las
letras catalanas
, y con tan buena fortuna, que han compartido
con los vates del principado los honores del triunfo, no sólo en los
juegos florales, sino en los demás certámenes celebrados en
Cataluña, cabiéndoles no poca gloria en la resurrección de la
patria lengua.

(En los textos de Guillermo Forteza
leemos varias veces lemosín, lemosin, lemosina. El catalán siempre fue un dialecto occitano, y para decir sí afirmativo usaban las
variantes OCcitanas: hoc, oc, òc, och
)

Creemos, pues, que si
favorable es el juicio que formara nuestro autor, en 1861, de la
poesía contemporánea en Mallorca, lo fuera doblemente hoy, que
nuevos poetas de valía y nuevas obras de los ya entonces conocidos,
colocan a la provincia entre las más aventajadas en literatura. Mas
ya que nuestro malogrado autor, arrebatado tan prematuramente a su
país, no ha podido adicionar este su artículo, como requería el
incremento de la poesía en el suelo balear, véase siquiera lo que
estampa el distinguido literato catalán D. Joaquín Rubió y Ors en
uno de sus más notables trabajos sobre el renacimiento de las letras
en Cataluña
:
- De Mallorca, dice, cuyos hijos debían algunos
años más tarde poner a tanta altura la bandera donde en campo
rojo y amarillo
ostentase la hermosísima divisa de nuestros
juegos florales, nos llegaron los primeros y, por ser de fuera, más
estimados refuerzos. A la manera que se cruzan en medio del ancho
canal que los separa las miradas que parecen mútuamente dirigirse el
elevado Puigmajor y el riscoso Montserrat, cruzáronse los cantos que
allí exhalaban sus poetas con los acordes que de sus liras
arrancaban los nuestros.” - En suma, para formarse una idea más
cabal de lo que va apuntado, puede verse la colección titulada Flors de Mallorca, publicada en 1873 por Gerónimo Rosselló, que
contiene la mayor parte de las poesías mallorquinas premiadas por el
Consistorio barcelonés desde su institución, y notas biográficas
de cada uno de los poetas que en ella figuran.
- N. del E.
(Gerónimo Rosselló también aparece como autor, poeta:

FLORS DE MALLORCA. POESÍES DE AUTORS VIVENTS, PREMIADES LES MES EN LOS JOCHS FLORALS DE BARCELONA. ESTAMPA
DE PERE JOSEPH GELABERT.
1873. En esa época de
Renaixença, la catalanización de estos autores baleares es bien
tangible. También se propagó esta enfermedad nacionalista a otros
autores españoles, y a los franceses del Felibrige, con Frederic Mistral como cabeza).





I.


Si
espectáculos hay siempre antiguos y siempre nuevos que levanten el
ánimo a la más soberana alteza del pensar y del sentir, que le
hagan saltar las murallas del tiempo y espaciarse por las regiones
del infinito, morada eternal de toda luz para el espíritu, de toda
serenidad y contentamiento para el corazón; uno de ellos es, sin
duda, el de la naturaleza no domeñada por la mano avasalladora del
hombre. Lejos está la primera impresión que este espectáculo nos
causa, de lisonjear nuestro orgullo, pues el alma, bajo la pesadumbre
de una sublime y temerosa emoción, siente flaquear sus fuerzas, la
conciencia de nuestra tiránica personalidad, suelta temblorosa el
cetro de su señorío, y la materia frágil que nos aprisiona se
anonada ante la inmensidad de la materia universal, gloriosa,
triunfante. Pero la esencia divina del espíritu no le permite
prolongar su homenaje a la materia, por ostentosa que se presente; la
majestad perecedera de la naturaleza le rememora la suya inmortal, y
ambas le avivan el seso para encaminarla derechamente al principio y
fin de todo lo grande, al asiento de toda majestad. Entonces dos
serafines purísimos toman sobre sus alas al serafín prisionero, la
gratitud у el amor elevan al alma, y rotas las cadenas que a la vida
real la sujetaban, pronto deja atrás a las alondras, a los cóndores,
a las águilas caudales, piratas de los espacios y amigas del sol, y
atravesando los mundos como flecha disparada, sólo se detiene a las
plantas bendecidas del Hacedor supremo.


Uno de
los países en donde puede a sus anchuras saborear el alma
este linaje de fruiciones altísimas, es en la Isla de Mallorca,
paraíso de sus naturales y admiración de cuantos la visitan. Bajo
la sonrisa tutelar de un cielo trasparente, sonríe también al
viajero esta ondina del Mediterráneo, atrayéndole ya desde lejos
con sus virginales aromas y convidándole a gozar la apacibilidad de
su clima, la hermosura de sus vergeles y regadíos y el accidentado
panorama de sus paisajes. Enriscados montes la ciñen, sus cumbres
enlazadas entre sí por los fraternales brazos de mil ondulosas
colinas, ora dibujan la gentileza de sus azulados perfiles en el
fondo de un azul más claro, ora envueltas en el misterio de nieblas
plomizas, engañan el deseo de la impaciente mirada. Bosques y
encinares las coronan, y sólo en las faldas se atreve el humildoso
cultivo a desplegar el modesto lujo de sus almendros, la ufanía de
sus viñedos, el fruto sacro de sus olivos, las estrellas de plata y
las pomas (“Taronjí: Esclatar en esmelts de noves
pomes.
”) de oro de sus opulentos y codiciados naranjales (ver
ses teronges en youtube, de Miguel Montero, y los poemas de Taronjí:
Sóller “
Ab los
taronjerals enjogassada”
y la mort dels taronjers: “Desde´ls horts de taronjes y de pomes).

El caserío trepa unas veces de loma en loma
cual si afanoso buscase aires más puros y más pintorescas atalayas,
otras se desbanda por las laderas, en vistoso desconcierto, como
rebaño de ovejas asustadizas, o ya despeñándose se agrupa en
hondos valles como familia bien avenida que no acierta a vivir
separada.
(Al voltant d´un caseríu, A dins la vall recolzada... Joseph Taronjí, A la vila de Valldemossa.)


Si
no conociésemos por experiencia propia lo mucho que el hábito
amengua el hervor de nuestros más entrañables afectos y el alcance
de nuestras más vivas sensaciones, imposible nos fuera comprender
como el perenne aspecto de una naturaleza llena de original y salvaje
poesía, no ha infundido en el carácter general de los mallorquines
algo del tinte poético que avalora las bellísimas tradiciones de
sus montañas y aldeas, el ritmo fundamental de sus cantos populares
llenos de grave o tierna melancolía y no escasa parte de sus
costumbres. La imaginación popular de estos bienhadados isleños,
lejos de brillar por la exuberante fecundidad y volubilidad
chispeante de otros países meridionales, parece siempre
contrapesada por el lastre de una reflexión instintiva y de un
cariño nada platónico a la vida material en el círculo angosto en
que acostumbran concebirla y practicarla. Medianamente inclinados a
idealizar la realidad, cifran (Cifre es apellido corriente en ses
illes, como el de mi amiga desde Paderborn: Na Malena de Pollentia :
Pollença, Pollensa
) en ella la mayor suma de felicidad asequible
acá en la tierra. Por esto un vago instinto de repulsión les hace
rechazar todo carácter anovelado, toda aspiración que tienda a
trastornar el mezquino y rutinario orden de cosas que satisface por
completo sus necesidades morales. Tal vez la raza árabe que
tanto tiempo fue dominadora de la isla, ya que no hizo herederos a
sus naturales de los tesoros de su oriental y prodigiosa
fantasía, logró embalsamar para siempre su carácter y perpetuar en
él su somnolencia moral, su
retraimiento, su silencioso quietismo y todo el seráfico conjunto de
sus virtudes sociales. De otra parte una invencible timidez, no
desnuda de modestia ni destituida de recelo, enfrena los
esfuerzos expansivos del corazón. Acallemos con férrea mano las más
apasionadas simpatías del nuestro y digamos toda la verdad. El
carácter general de los mallorquines, no sólo carece de poesía, no
sólo se identifica sobradamente con la realidad, no sólo tributa un
culto interno a las pequeñeces de la vida práctica, sino que carece
de iniciativa colectiva y es hasta cierto punto refractario a todo
progreso social.


Veamos
ahora cómo se destaca de ese carácter general el de los poetas
contemporáneos de Mallorca
.




II.


Pocos
pero de valía son los poetas con que hoy puede enorgullecerse
Mallorca. Por un elevado sentimiento de justicia, todos ellos
conceden el puesto de preferencia a Mariano Aguiló (Marian,
Marià
). Como esos árboles avaros de hojosas bizarrías que,
engañando por algún tiempo las dulces esperanzas de su dueño y
nada cuidadosos en halagar su deseo con la vana ostentación del mal
sazonado y primerizo fruto, en día memorable lo desplegan
riquísimo y bello y abundoso, después de haber ajuntado en la
oscuridad tesoros de fecunda savia, así el nombrado poeta apareció
de repente a los ojos de sus conciudadanos.


Ignorada
de todo el mundo y apenas rastreada por algún amigo, creció y se
fortificó su vocación poética en el misterioso cenáculo de un
alma tan pura como de recio temple, sin ninguna de esas influencias
académicas más o menos legítimas, pero que lejos de prestar un
amoroso arrimo a la inspiración juvenil, suelen arrancarle su
espontaneidad, desnaturalizarla y falsearla. El sentimiento intuitivo
de la verdadera poesía que, desde sus más verdes años, ardía
esplendente en el pecho de Mariano Aguiló, pudo así conservar
intacta esa aureola de pudor y de dignidad que una pureza ejemplar de
costumbres, envidia y admiración de cuantos le conocen, ha concluido
por hacer ordinaria, habitual, inestimable. Por su fortuna como
hombre y como poeta, desde las santas fruiciones del hogar doméstico,
desde la dulce tutela de una familia, dechado de honrados procederes,
desde la influencia angelical de una madre tan inteligente como
tierna, pasó al trato intimo, a la confraternidad intelectual más
estrecha con D. Pablo Piferrer. Al calor de este espíritu
sublime, gloria insigne de Cataluña, regaladamente se desarrolló la
irresistible vocación poética de nuestro paisano; cobró bríos su
sentimiento artístico, se acrisolaron sus aficiones y simpatías
literarias, y tomó un carácter definitivo de originalidad su ya
entonces robustísima inspiración.


Precozmente
encariñado por la poesía popular, largo tiempo hace que cifra en
ella sus más escondidos y nobles deleites. Cazador infatigable de
tradiciones y cantos populares, va a sorprenderlos en el fondo de las
rústicas aldeas, en lo alto de los más encumbrados montes, y con
sabroso recogimiento las escucha y trascribe de boca misma del niño,
de la aldeana, de las viejas, del hosco y casi salvaje pastor. Las
incomodidades de penosas excursiones, el desvío montaraz con que la
gente rústica acoge no pocas veces las insinuaciones y súplicas del
poeta, la codicia de unos, el desdén de otros, la fría y estúpida
indiferencia de muchos, nada le retrae del objeto constante de sus
fatigosos desvelos. De tan difícil y aun arriesgada manera y al cabo
de años y a fuerza de inquebrantable celo ha podido Mariano Aguiló
acopiar una colección de romances lemosines verdaderamente
asombrosa, y cuyo valor histórico, literario y filológico es
incalculable. Los sinceros amantes de la poesía popular en Alemania,
en España, en Portugal, en Francia, aguardan con el más vivo
interés la publicación de tan inmenso tesoro. En él ha sabido
encontrar Mariano Aguiló un auxilio natural y poderoso de sus
propias concepciones, y un manantial de vida para comunicarla
fecundante a su numen. Dotado de una imaginación lírica tan
esplendorosa como la de Moore y de Heyne, nunca la tiene exuberante y
manirrota como la mayor parte de los líricos españoles modernos.
Tampoco se entretiene, como muchos de ellos, en atestar de adornos
baladíes la trivialidad jactanciosa, o la enfermiza raquitiquez
de concepciones mal nacidas y peor alimentadas. Esta intuición
infalible, que es el carácter supremo de las inteligencias
extraordinarias, lo hace ser sabiamente avaro de su patrimonio
poético. Además, una razón siempre en alto, sabe moderar como
habilísimo jinete a un corcel árabe rebosando fogosidad, los
arranques de una fantasía lozaneadora. El lirismo de Mariano Aguiló
encarna en lo vivo del corazón humano, es psicológico, profundo,
trascendental. Esta sobriedad resplandece más todavía en las
poesías exclusivamente populares del poeta balear. Quien haya leído
las pocas composiciones que ha publicado, todas versificadas en el
más clásico lenguaje lemosin, A Dios, El entendimiento y el
amor, Don Alfonso de Castelnegro, A un ciprés, A la traslación del
Archivo de la corona de Aragón, Una visita a los muertos, y
Esperanza, más aún si ha leído sus composiciones inéditas, no
encontrará ciertamente desmesurados nuestros elogios: sólo él,
dechado de veraz modestia, podrá encontrarlos inmerecidos. (*)


(*)
Si justos son los elogios que tributa el autor a este poeta de
privilegiadísimas dotes, hoy es poco cuanto se diga para encomiar
sus trabajos literarios, asiduos sobre toda ponderación, y
encaminados a colocar la literatura catalana
(Guillermo
Forteza usa:
lenguaje
lemosin, varias veces, 8 líneas más arriba, p.ej.
Gerónimo
Rosselló publica las obras rimadas de Ramon Lull, sí, con L al
principio y ll al final, en “idioma catalan-provenzal”
)

en el alto pedestal que le corresponde (un dialecto occitano
en un pedestal; cuándo estará la lengua manchega, o la lengua
extremeña, o la lengua gaditana, etc, en el mismo pedestal? Cuando
tengan tanto dinero como los catalanistas para gastarse en su
promoción
).
A pesar de que son más que suficientes las
composiciones que tiene publicadas para concederle puesto, y no poco
elevado, entre los mejores líricos de España, es sensible que lo
que inédito conserva, así permanezca, en menoscabo de su gloria y
de la literatura, y más aún del renacimiento de la catalana,
que necesita obras en que aprender y modelos que imitar.
Mariano Aguiló es en realidad un ardiente entusiasta por la
lengua de los almogávares
, y a ella puede decirse tiene
consagradas todas sus facultades, toda su existencia, dedicándose a
tan perseverantes estudios y a investigaciones filológicas
tan detenidas, emprendiendo trabajos de tal magnitud, que sólo con
largos años de vida alcanzara llevarlos a término. Es por todos
conceptos importantísima la colección de romances populares
de que habla el autor (Guillermo Forteza), y que a fuerza de
diligencia y de penosas excursiones, tiene recogida en las diferentes
provincias
que formaron la nacionalidad catalana. (Los
paísus cagaláns, PPCC actuales
)

El extenso y razonado
catálogo de las obras impresas en catalán desde la invención
de Guttemberg (la imprenta) hasta nuestros días, premiado por
el gobierno, es una obra cuya impresión, empezada ya, debiera
concluirse, porque es realmente la mejor clave, la guía más segura
para emprender el estudio de la lengua. El Diccionario, que
tan adelantado tiene y tan rico promete ser, que representa dilatados
años de trabajos ímprobos, (no es el DCVB de Alcover) no
debiera hacerse esperar más, por lo mucho que ha de contribuir a la
restauración gloriosamente empezada, y a fijar el mismo idioma
a cuyo cultivo tantísimos se dedican. Y por fin sus colecciones de
refranes, de cantares, de navidades, de cuentos populares y otras
muchas, forman un inapreciable caudal que es lástima no puedan
saborear y estudiar todavía los amantes de la literatura patria.
Hoy es Aguiló Maestro en Gay saber, por haber alcanzado los tres
primeros premios de reglamento en los Juegos florales de Barcelona,
(año 1866) y ocupa el cuarto lugar entre los que han obtenido este
título; dirige además la Biblioteca Catalana, preciosa
colección de obras clásicas de nuestra literatura
indígena
, en la que colaboran los catalanistas Amer
y Rosselló, y el entendido bibliotecario Bartolomé
Muntaner
; y por último publica en caracteres góticos un
precioso cancionero que, por su especialidad y condiciones
tipográficas, forma a la vez las delicias de los literatos, de los
anticuarios y de los bibliófilos. Es de desear que estas
publicaciones se terminen, y vean pronto la luz tantos trabajos
inéditos, para que todo constituya la copiosa fuente en que pueda
beber nuestra juventud estudiosa, (sobre todo los de “jovent”)
ávida de conocer las cosas de su país y lo que nos ha legado
el genio de nuestros abuelos. - N. del E.

Tres cuerdas
principales tiene la lira de Tomás Aguiló: tristeza, amor,
aspiración cristiana (falta la cuarta, el dinero catalán).
Víctima resignada de injusticias sociales (Espanya ens roba)
que debe rechazar altamente todo pecho noble, ha reconcentrado en el
suyo un caudal de infecundas lágrimas (els pluramicas catalans)
que ha ido derramando en sus versos quejumbrosos. El carácter
sigiloso del poeta, ha contribuido a hacer crónica esta pasión en
sus composiciones poéticas, pues sin este desborde tan higiénico
como literario, no es dudoso que se hubiese convertido en sauce
llorón (ploramiques), aumentando así la ya pingüe colección
de las metamorfosis mitológicas. Esta tristeza desnuda de energía y
dignidad, fatiga y aburre en lugar de despertar simpatías generosas.
Sólo cuando el sentimiento religioso la ilumina con la luz de sus
consolaciones inefables, logra interesar y conmover. Así acontece
con su bellísima poesía Resignación, que aparte de algunos lunares
de forma, es una elegía deliciosa. El amor tal como lo concibe el
autor de las Rimas varias, podrá ser recomendable bajo el punto de
vista moral, pero mucho dudamos que sea poético. Una frase benévola
del objeto amado le hace el más feliz de los mortales, sólo lo que
pide es una mirada, una sonrisa. De todo podrá tacharse a este amor
menos de exigente, y a fé no comprendemos cómo la Dulcinea o
Dulcineas de nuestro contentadizo amador hayan podido regatearle, a
no ser tigres de Hircania, unos favores tan sencillos y ortodoxos. No
sabemos qué admirar aquí, si el recato de ellas, o la humildad de
él. Por lo demás, el egoísmo de una pasión individual, para
entrar en los dominios de la poesía más sujetiva, tiene
necesidad de grandes condiciones artísticas para ser con verdad
estética y cautivar los corazones. Presentar al mundo las emociones
de un amor tan pueril, tan mísero, tan pordiosero, tan apocado, no
sólo es desconocer el alto fin de la poesía lírica, sino las leyes
más rudimentarias del corazón humano. El mismo Petrarca necesita
deslumbrar a sus lectores con las riquezas, a menudo baladíes, de su
exornación poética, para no cansarles con su eterna donna.

(Esta palabra se parece a la “catalana” dona, ¿a que sí?
Pues viene de Domina: dómina, domna; la que domina; señora,
senyora; mulier : muller.
Señor con ñ, eñe, ya lo escribe
Ramon Lull circa 1300, anno a nativitate Domine MCCC: don; señor,
senyor. Se puede leer en un libro de Geroni Rosselló.
)

Adivinando este escollo los más grandes líricos, han procurado
objetivar la esencia eminentemente subjetiva del lirismo y con
especialidad el amor. Es preciso que el poeta, cuando canta himnos al
objeto de sus adoraciones, no olvide que los canta en alta voz, y que
si no logra cautivar con la novedad y beldad de sus cantos a los que
les prestan oído, corre riesgo de encontrarse a lo mejor sin
oyentes. Más feliz ha sido Tomás Aguiló en la expresión de sus
efectos religiosos, de sus cristianas aspiraciones. La voz de Dios,
Abdiel y Los siglos ante
Jesucristo, a ser menos artificiosa su versificación, y a dejarse
traslucir menos el antipoético afán de rebuscar consonantes
difíciles (defecto general de casi todas las composiciones en verso
de Tomás Aguiló), son joyas de buenos quilates. (Ya Ramon Lull
construía versos rimados muy forzados para explicar su Arte y su
Idea y que a la gente se le quedase en la memoria.
)
No
ocasionado a fantasear fuera de los límites del dogma, como
Lamartine, hace justamente gala de creyente sincero, y nunca pierde
de vista el norte de la fé.
Esta cualidad, que hace honor a sus
acendradas creencias, da nuevo aprecio a sus poesías, por lo difícil
que es moverse con brío y desembarazo en esfera tan restringida.
Otras que no pertenecen a los tres caracteres señalados dan a Tomás
Aguiló un envidiable puesto en la literatura balear. Tales son El
numen, Aridez, Tristeza, y Los claustros de San Francisco, y sobre
todo sus baladas mallorquinas, que son el florón más
preciado de su corona poética. (*)


(*)
Con sobrada severidad juzgó ciertamente el autor a Tomas Aguiló,
que, además del título honroso de patriarca y decano
(¿Este
editor sabe quién fue Ramon Lull, por poner un ejemplo? O sólo se
refiere a los alucinados catalanistas de la Renaixença?
Taronjí
sí que lo conocía:
“¡Ah! sòls una esperança conceb que
m´enamora:
La dolça poesía renaix y té espiray.
Ramon, de
los poetes vindrá ta nova aurora;
¿Nosaltres oblidarte, Ramon?
¡Jamay, jamay!”
)
de los poetas mallorquines, reúne
el de ser, en unión de D. José María Quadrado, iniciador y padre
del renacimiento literario en la mayor de las Baleares.
Sus poesías castellanas son realmente modelos de buena forma
y de esmeradísima dicción, habiendo conseguido ser un poeta
severamente gramático sin que nada perdiesen en la expresión sus
acendrados sentimientos ni su inspiración levantada. En los tres
tomos que forman sus Rimas varias hay composiciones que no desdeñaría
ninguno de los primeros vates españoles. Cierto es que sus poesías
mallorquinas
exceden en mérito a las Rimas; y si en 1861 ya las
consideró el autor del artículo que anotamos como el florón más
preciado de la corona del poeta, hoy que el precioso ramo ha sido
aumentado con nuevas e inextimables flores, podemos decir, que
el volumen que dispone Aguiló para la impresión, comprensivo de
todas sus poesías escritas en lengua materna, será una obra
de mérito superior y digna de figurar entre lo mejor que ha
producido nuestro renacimiento literario.
Su leyenda
Constança d‘ Aragó, que alcanzaba en 1867 uno de los tres
primeros premios en los Juegos florales de Barcelona, es una
composición de primer orden, impregnada de un sentimiento religioso
profundísimo, y tan bien pensada como correctamente escrita (“...L'
esposa del rey en Pere: Que som reyna vertadera”...La reyna dona
Constança, La muller del rey en Pere...
). No obstante, Tomas
Aguiló no ha dejado de cultivar la poesía castellana, y en 1871 dio
a luz un reducido tomo de Escenas episódicas en verso, relativas a
la pasión de Jesucristo, que no son de escasa valía. La obra
titulada A la sombra del ciprés, aunque escrita en castiza prosa
castellana
, revela los grandes recursos de su imaginación y el
esplendor de su fantasía. - N. del E.

(Añado el poema de
Aguiló en su versión mallorquina. En el libro Flors de Mallorca
está traducido también al castellano
.
CONSTANÇA D'ARAGÓ.


1284.


-
Respira, cor meu, respira,


Que
prest del foch que 'l turmenta


No
romandrá ni una espira:


Un
broll de sanch no 'm retgira


Si
de sanch las taques renta.


De
ta llarga malaltía


Remey
será aquexa sanch.


¿Qu'importa
que noble sia?


Mes
ho era la qu'un dia


Feu
vermell mon manto blanch.


En
mitx de tanta grandesa


Qu'als
pesars consol no dona,


De
cruels inimichs ofesa,


Per
enganar ma tristesa


Duya
d'òr una corona.






Mes
fins ara 's pot dir qu'era


Reyna
solament de nom


L'esposa
del rey en Pere:


Que
som reyna vertadera


Ben
prompte ho veurá tothom.


Res
em fa que pugan creure


Que
de bronzo un cor abrich.


No
'm quedarán res a deure:


Del
cálzer que 'm feren beure


Ne
beurá mon inimich.


Que
plor. Si. Qu'ensaboresca


Aquell
glop d'amarch verí.


Per
ágre que li paresca,


Com
las gotes d'una bresca


Els
seus plors serán per mí.


Y
¡cóm s'engana si espera


Que
podrá la compassió


Fer
tornar mon bras arrera!


L'esposa
del rey en Pere


Arrera
no torna, no.


Primer
daria a mans plenes


Les
joyes de mon tresor,


Mon
manto faria benes,


Sanch
treuria de mes venes,


Trossos
faria mon cor.


Que
totes les nits encara


Quant
estich mitx condormida,


M'arriba
una veu ben clara,


La
triste veu de mon pare,


Que
“mort y venjança” crida.






Venjança,
dolsa venjança,


Anys
fa qu'envers tú m'empenyen


El
desitx y l'esperança;


Pero
avuy mon bras l'alcança,


Avuy
mos brassos l'estrenyen.


No
'l' deixaré. No m'espanta,


No
'm gela 'l cor el nom teu:


Quant
ets justa també ets santa,


Ets
un cástich qu'adelanta


L'invisible
má de Deu.


Me
venjaré a tota ultrança:


Qu'el
botxí son ferro esmol,


Y
axí veurán còm s'alcança;


Qu'aquesta
avorrida França


En
sentir mon nom tremol. -






Axó
's deya a sí matexa


La
reyna dona Constança,


La
muller del rey en Pere,


Qu'en
la Sicilia comanda.


En
son palau de Messina


Tanta
de gent s'ha aplegada,


Que
en sa cort, mes no 'n tendría


L'emperatriu
de Alemanya.


En
son trono está la reyna


Ab
la corona posada,


Ab
lo pom d' òr y lo sceptre,


Distintius
de soberana.


Dels
infants que tant estima


Un
ne vol a cada banda,







en Frederich a má esquerra,


A
má dreta l'alt en Jacme.


Y
sols ells tres allá séuen


En
les cadires daurades,


Sobre
vistosa catifa


De
flors vermelles y blaves.
-----


Ornament
que sembla impròpi,


Del
costat la paret tapan


Una
folgada cortina


Y
un dosser de negre llana.






De
Jesucrist la figura


Imponent
allá destaca,


Coronat
el cap d'espines,


En
la creu les mans clavades,


Devant
ella resplandexen


De
cera groga sis atxes


Que
ab la seua llum recordan


Les
de trista funeraria.


Y
prop d'allá per lo sèries


De
terror el pit conglassan


De
set rigurosos jutges,


Vestits
de negre, les cares,
___






Ni
se miren, ni sonríuen,


Ni
se parlan ab veu baxa,


Y
aquella cambra está plena


De
cavallers y de dames;






De
patges y de donzelles,


De
barons de antich paratge,


De
prelats que duhen mitra,


De
guerrers qu'han guanyat fama;


De
valents que compartexen


Ab
el gran Rotger de Lauria


Lo
domini de les ones,


Els
perills de les borrasques.


Hi
há nobles de Sicilia,


De
la Grecia, d'Alemanya,


Catalans,
aragonesos...


Sols
un de francesa rassa.
____






En
Carles príncep de Nápols,


Del
tronch d'Anjú noble rama,


Que
a n'en Rotger sens afronta


Rendí
sa vensuda espasa,


N'es
aquest qu'allá se troba


Presoner
y en mitx de llançes,


Aguardant
que decidesca


De
sa vida una paraula.


Ni
la tem, ni la provoca.


De
sos ulls tranquils no saltan


Ni
de fel amargues gotes,


Ni
espires d'encesa rábia.


Sabent
a qué está sotsmesa


La
cega sòrt de les armes,


Ni
l'orgull son front axeca,


Ni
'l dolor son front acala.






Mes
fort que son bras de ferro


Quant
feria en la batalla,


Un
cor té que no 'l doblegan


De
la mort les amenasses.


Prou
coneix qu'ella s'acosta,


La
remor sent de ses ales,


Y
la sent com grossa alzina


Els
bramuls de la ventada.


____


Fit
a fit la reina 'l mira,


Y
llavores sí que ratja


Sanch
mes viva y mes bullenta


De
son cor l'antiga llaga!


Del
color de les roselles


Enceses
mostre les galtes,


Y
del foch qu'en son pit cova


Respiran
p'els ulls les flames.


___



Rompent
aquell llarch silenci:


-
¿Sabeu, oh jutges, esclama,


Que
del Rey Manfré som filla?...


Som
la filla desditxada! -


Y
sa passió rencorosa


Cedint
a la pena amarga,


Son
esperit li flaquetja,


Y
sos ulls en plors esclatan.






-
No ploreu, aquells responen,


Senyora,
seréu venjada.


Del
rey Manfré la memoria


Lo
temps no ha esborrat encara.


Del
rey Coradí l'afronta


Hem
pesat en la balança:


Cap
per cap es la justicia,


Mort
per mort la lley demana. -


-
Demá...! y s'atura. - Reyna!


Diu
el príncep ab gran calma,


Si
fòs encara possible


Demanaria
una gracia.


-
No hi há mercé. - Es tan petita!


-
Y es? - Morir quant la campana


Tòqui
a las tres del capvespre


La
tercera batayada.


-
Per qué axí?... - Demá 's divendres,


Mon
calvari es una plassa,


Y
en el seu en aquesta hora


Mon
Redemptor espirava.
___




Commoguda,
com si fossen


Tan
poques y humils paraules


Ferest
tró d'una centella


Que
reventás dins la cambra,


La
reina s'axeca dreta,


Gira
el cap, y ses mirades


En
la figura 'n tropessan


Que
baix del dosser ressalta.






Gran
batech el cor li dona,


Mut
gemech son pit eczhala, (exhala)


Y
ab sa veu que li tremola,


Pero
veu ben estil-lada:


-
Barons, diu, en Catalunya


Lo
Rey mon espòs s'encuantra,


A
ell li pertany fer sentencia


De
tal príncep en la causa.


Si
mon perdó necessita,


Lo
té ja, qu'a mí no 'm bastan


Els
llorers que se mostian,


Els
llorers qu'ab sanch se guanyan. -






Com
estorats tots se quedan


Mentres
qu'ella s'adelanta,


Al
príncep besa en la boca


Y
sa ma dreta li allarga.


Y
ningú 's tem que sa esquerra


Comprimint
son pit estava,


Y
que 's deya a sí matexa:


-
¡Calla, cor meu, calla, calla!


No
'm recordis que som reyna,


Recórdem
que som cristiana,


Que
Jesucrist es mon mestre,


Que
Jesucrist es mon pare. - )











Gerónimo
Rosselló, más que por la novedad y grandeza de sus concepciones, se
distingue por la delicadeza de sus conceptos y la tersura primorosa
de su versificación. Los numerosos sonetos que encabezan sus Hojas y
flores son acabados modelos de un género en que tanto han brillado
Lope de Vega, los dos Argensolas, y Arguijo, y tan desdeñado o mal
entendido por nuestros poetas actuales. Si el soneto es una cajita
adornada de riquísima labor, y en el cual se encierra una piedra
preciosa, Rosselló sólo merece elogios en lo que atañe al
exquisito mosaico de esta cajita, por más que alguna vez la joya en
ella guardada pudiese ser de más levantado precio. Tiene odas de
robusta entonación, romances llenos de gallardía, y traduce
felizmente a varios poetas alemanes. Lástima que por lo
general sus producciones extremen la dulzura que las caracteriza y
deslían con exceso ideas pobres de suyo, y afectos demasiado
comunes. (*)


(*)
Cuando el autor emitió este juicio, Gerónimo Rosselló era conocido
como poeta sólo por el volumen titulado Hojas y flores, impreso en
1853; colección de poesías escritas todas en edad muy temprana, y
puede decirse que las más en la adolescencia. A poco de haberlas
publicado, dedicóse asiduamente al estudio de la lengua materna,
y dio a luz, en 1859, (aquí ya era mayor de edad) las Obras
Rimadas De Raimundo Lulio, con una extensa biografía y numerosos
artículos críticos;
(OBRAS RIMADAS
DE
RAMON
LULL,
ESCRITAS EN
IDIOMA CATALAN-PROVENZAL,
PUBLICADAS
POR PRIMERA VEZ
CON UN ARTÍCULO BIOGRÁFICO, ILUSTRACIONES Y
VARIANTES,
Y
SEGUIDAS DE UN
GLOSARIO - 145
páginas dinA4, arial 12 - DE VOCES ANTICUADAS
POR
GERÓNIMO
ROSSELLÓ.
PALMA.


IMPRENTA
DE PEDRO JOSÉ GELABERT.
AÑO 1859.
Editado por Ramón Guimerá
Lorente, disponible en regnemallorca.blogspot.com; en Amazon quizás
lo tenga que publicar con el glosario aparte, sinó es demasiado
grande y Bezos no me deja. Además, lo tengo que publicar como
“catalán”, es lo que tiene la política, ya sea lingüística,
de izquierdas, de derechas o de centro
);

y en 1860 dio
fin a su Biblioteca Luliana, no impresa todavía, existente en
la Biblioteca Nacional en virtud de Real orden. Estos trabajos
fueron apreciados por el profundo literato D. José Amador de los
Ríos
, al ocuparse del gran pensador del siglo XIII, (escribe
también unos años del XIV
) estampando en el tomo 4.° de su
Historia crítica de la literatura española las siguientes palabras:

–«D. Gerónimo Rosselló, concienzudo escritor mallorquín,
con una diligencia que le honra por extremo, ha recogido muy curiosas
noticias sobre la vida y obras del beato Raimundo, así en la
esmerada edición de sus poesías hecha en 1859, (Palma - Imprenta de
Pedro José Gelabert) como en el interesante trabajo bibliográfico
que con el título de Biblioteca luliana presentó a uno de
los últimos concursos celebrados por la Biblioteca Nacional. El Sr.
Rosselló restituye a Lulio muchas obras que le habían sido
arrebatadas sin causa, y le descarga de la responsabilidad de haber
escrito otras que se le atribuyen sin criterio. No creemos que se
haya pronunciado en el particular la última palabra; pero es, sí,
deber nuestro, manifestar que el Sr. Rosselló ha prestado, en uno y
otro concepto, señalado servicio a la historia de las letras
patrias, siendo su ejemplo altamente digno de ser imitado por cuantos
se interesen en su cultivo.” - Robustecido el poeta con estos
asiduos estudios de la lengua de su país, absolutamente
necesarios para semejantes trabajos, presentó en los Juegos florales
de 1861 un romance histórico escrito en lenguaje catalán del
siglo XIII, (como el catalan-provenzal de Ramon Lull o el lemosín,
lemosin que vemos en los textos de Guillermo Forteza
) que le
valió un premio extraordinario; y en el año siguiente obtuvo los
dos primeros ofrecidos por el Consistorio, que le expidió en
consecuencia el codiciado título de Maestro en Gay saber; distinción
solamente alcanzada entonces por D. Víctor Balaguer, siendo por
tanto el segundo, en el orden cronológico, de los honrados con tan
alto premio. En el mismo año dio a la estampa un volumen de romances
históricos con el nombre de Lo Joglar de Maylorcha que fue saludado
en Barcelona con las siguientes frases: - «Lo Joglar de Maylorcha es
una colección de poesías que podría firmar cualquiera de los
primeros poetas, así nacionales como extranjeros. Más bien que un
libro es una historia soberbiamente escrita en verso sobre los hechos
más notables acontecidos en el antiguo reino de Mallorca.
(regnemallorca.blogspot.com) Compónese la obra de diferentes
romances, dos de los cuales alcanzaron premio en los Juegos florales.
De los otros podemos asegurar que son tan excelentes como los
premiados. No hay para que desear vientos favorables a la nave en que
nos ha venido Lo Joglar, porque la brisa que la impelió a nuestras
playas fue la brisa de la gloria, y no dudamos que ella la llevará
por otros mares, hacia otras tierras.” - Desde entonces ha
alcanzado nuevos lauros, y no ha dejado de publicar poesías
catalanas y castellanas en los periódicos literarios
de Cataluña y Mallorca; y hace algún tiempo que tiene anunciada la
impresión de las líricas en catalán con el pseudónimo de
Lo Cançoner de Miramar.
(A ver si saben de quién es
este fragmento:
“...Plorau, Senyor, que mos uylls plorarán,


E
ab dolrós plant vos farán compaynia:


Senyor,
plorau, que a Miramar irán


Faels
servents, que per vos penarán,


Portant
silicis, dejunant cada dia... ”
)

Prefiriendo consignar
aquí el voto de los extraños, para que el nuestro no
parezca apasionado
, he aquí cómo juzgaba recientemente a
Rosselló el sabio profesor de la Universidad literaria de
Barcelona
D. Joaquín Rubió y Ors, en uno de sus últimos
y más interesantes opúsculos: – «En 1843 comenzaba sus estudios
de derecho en esta Universidad literaria otro hijo de Mallorca que
debía ser, andando el tiempo, uno de los que más honrasen con sus
obras poéticas y sus trabajos críticos aquella hermosa isla. La
lectura de un volumen de modernas rimas catalanas, dadas a la
estampa dos años antes, que llegó a sus manos, si es que no
determinó su vocación para la poesía, encendió en su pecho el
amor, que aún dura y durará en él lo que su vida, al dulce idioma
que aprendió en el regazo de su madre (mallorquí siempre que su
madre fuese mallorquina; yo soy aragonés, de Beceite, y mi lengua
materna es la lengua castellana
).
Tres o cuatro años
después, y a los veinte o veinte y uno de su edad, daba ya a luz en
los periódicos de Palma algunos de sus versos mallorquines.
Aquel joven, ganadas las tres joyas que dan derecho al honroso
título de Maestro en Gay saber,
(gaya scientia; lengua
Occitana con sus variantes o dialectos, “catalan
comprès”, escribe Loís Alibèrt en su grammatica occitana segon
los parlars lengad
ocians, después de Pompeyo
Fabra y su gramática en castellano; Loís escribe Pompeu.
)
era
proclamado tal en la fiesta poética de 1862: con el pseudónimo de
Lo Joglar de Maylorcha entregaba a la prensa en aquel mismo año un
tomo de romances históricos; y modestamente oculto tras el de Lo
Cançoner de Miramar, ganaba una buena joya en los Juegos florales de
1864. El nombre de Gerónimo Rosselló es hoy un timbre de gloria
para la isla que le dio el ser, y para Cataluña, donde aprendió
a amar la poesía
, a la cual debe, principal pero no
exclusivamente, el renombre de que goza dentro y fuera de su querida
patria.» - N. del E.






José
María Quadrado, pensador eminente, inteligencia gemela de la del
malogrado e ilustre Balmes, distinguido publicista y buen
historiador, se ha dedicado poco a la poesía, pero con éxito feliz.
Su Aspiración, Armadans y Espanyols y El último rey de Mallorca,
son magníficos partos de una inspiración vigorosa. (*)
(*) En
los periódicos La Palma y La Fe publicados respectivamente en
1840 y 1844, insertó el Sr. Quadrado excelentes composiciones
poéticas que revelan así el alma y el temple del poeta, como la
inteligencia del pensador. Tiene inéditos algunos trabajos de un
valor literario inapreciable, y obras dramáticas en las que
resplandecen, al par que el brillo de su fantasía, un conocimiento
profundo de los resortes de la escena. Es preciosa su novelita
titulada Ausias March. La extensa colección Ensayos
religiosos, políticos y literarios es de lo mejor que puede leerse
de buena doctrina, sagaz polémica y crítica concienzuda. Como
historiador raya a grande altura; y los tomos que lleva publicados en
la magnífica obra Recuerdos y bellezas de España, le acreditan de
vigoroso y correcto prosista, al mismo tiempo que de arqueólogo de
vastísimos conocimientos. Sería necesario un volumen entero para
juzgar al SR. Quadrado como merecen su múltiple talento y las
diversas obras con que ha enriquecido el mundo científico, artístico
(artís-ico) y literario. - N. del E.






Miguel
Victoriano Amer, sólo ha necesitado rimar los latidos de su corazón
para despertar en los ajenos dulce y tierna consonancia. Con dos alas
de oro se eleva su musa a las regiones de luz, con la caridad y con
la esperanza. Blando, apacible, resignado, sus versos son, por
decirlo así, la tranquila respiración de su alma. ¡Feliz quien la
tiene tan hermosa como Miguel Victoriano! ¡Feliz quien, como él, no
sabe cantar sin mirar el cielo, ni mirar el cielo sin cantar! (*)
(*)
Desde que el autor escribió este juicio, Miguel Victoriano Amer ha
ido publicando poesías que le han valido honrosísimos premios en
los Juegos florales de Barcelona, en donde tiene adquirida una
envidiable reputación literaria. Fue laureada su bellísima
composición Redempció en el certamen del año 1865, y en 1867
obtuvo el primer accésit la titulada Fé, Esperança y
Caritat (como pueden ver los catalanistas, y los que no lo son,
con una y griega más bonita que el Parc Güell
). Es uno de los
más fervorosos amadores de la Gaya ciencia, y de los
catalanistas más concienzudos que cuenta el actual
renacimiento. - N. del
E.



Victoria
Peña ha escrito composiciones que revelan un bello corazón y una
fantasía bastante lozana. (**)
(**) El amor de madre y el amor de
la patria, juntamente con el sentimiento religioso más acendrado,
han sido verdaderos manantiales de poesía para la simpática y
tiernísima Victoria Peña: Recordando esta que ya en el primer año
de la restauración de los Juegos florales había conseguido
premio su poesía Anyorament, (añoranza : “añoramiento”
: enyorament
) presentó en el certamen de 1865 la inspirada
composición Amor de mare (¿esto es catalán? Amore, de,
Mater, lo entendería cualquier orphanus del imperio romano, Julio
César, Virgilio, y hasta Homero que hablaba y escribía en griego.
Lo entiende cualquiera de Madrid, de Cádiz o de Porriño de Abajo
)
que obtuvo una joya extraordinaria. Parecidos lauros han
conseguido en otros certámenes de Cataluña algunas de sus
poesías religiosas; y en el año 1873 fue premiada por el
consistorio barcelonés otra composición dedicada a Mallorca.
Dignas compañeras de esta poetisa son Manuela de los Herreros,
Margarita Caimari y Angelina Martínez, cuyos versos, verdaderamente
sentidos, merecen tenerse en cuenta cuando se trata de la poesía
contemporánea en Mallorca. Distínguense las poesías de la primera
por el candoroso gracejo que generalmente en ellas abunda, así como
las de las últimas por los delicados sentimientos que las inspiran.
- N. del E.

La gota de agua bendita de José Luis Pons es una
poesía en la cual compiten la novedad y suma delicadeza del concepto
con la belleza de la forma. (*)


(*)
A la poesía que el autor cita de José Luis Pons (y Gallarza)
podría añadirse la dedicada a la muerte tan profundamente sentida
del eminente literato catalán
D. Pablo Piferrer
, que es
una composición de esmeradísima forma y que entraña elevados
conceptos y rasgos felices. Mas si en la poesía castellana ha
sabido Pons concebir obras como las indicadas, en la catalana
raya a la altura de los más notables. La llar es una
composición de una forma clásica perfecta. La Montanya catalana
es de un colorido notable, y está impregnada de verdadero espíritu
catalán
. (No hay nada mejor para ganar en unos jochs florals
de Barchinona
)
Estas poesías y otras varias han sido
premiadas en los Juegos florales de Barcelona, y le valieron
el título de Maestro en Gay saber que le fue expedido en el año
1867, ocupando el quinto lugar entre sus compañeros. El Sr. Pons
tiene una dicción correcta y una frase artísticamente culta. Merece
ser citado como uno de los más distinguidos prosistas catalanes. -
Nota del E.






Joaquín
Fiol, dotado de una sensibilidad tan exquisita como inagotable, será
un poeta distinguido el día que versifique con más facilidad y
corrección. Le sobran condiciones, le falta voluntad. (*)
(Le
falta voluntad de lamer el prepucio de los jueces de los juegos
florales.)


(*)
Este poeta coleccionó sus versos en un volumen no muy extenso
publicado en Palma, año 1868. El mismo Forteza en una carta
que escribió para figurar al frente de la colección, se ocupa del
numen poético de Joaquín Fiol en los siguientes términos: -
«Hablemos algo de tus composiciones. No las tengo en este momento a
la vista, pero las conozco, y conozco largo tiempo hace, los
sentimientos que te las dictaron y tu manera general de darles
rítmica forma. Tu Musa no es si se quiere una matrona de gallarda
robustez y de laureles eternos coronada, de mirar centelleante y
altivo; enamorada de bosques bravíos y enriscadas cumbres, a quien
el bramar de las tempestades deleita, y que huelga de cantar lo
grandioso y sublime en la naturaleza y en las pasiones, con voz
resonante y solemne. Modesta, humilde, sencilla tu Musa prefiere
cantar lo tierno y delicado; y sobre todo derramar lágrimas y flores
sobre dos tumbas: la de tu madre y la de tu hija. Sí, amigo del
alma, estas dos tumbas te han hecho poeta. Tus inspiraciones
consagradas a aquellos dos ángeles son las más bellas, porque son
las más hondamente sentidas: en casi todas las demás que he visto
tuyas, resuena una cuerda de dolor reconcentrado, se descubren
aquellas dos imágenes adoradas, como asoman entre flores dos
epitafios. Pero tu dolor es resignado y tiene fijos siempre los ojos
en el cielo, lo cual lo hace simpático y consolador. Tal vez una
crítica ceñuda pedirá a tus afectos más variedad, a tus formas
poéticas más riqueza, a tu lenguaje más colorido; pero, quien
estime como yo, en lo que vale la constancia de un sentimiento
verdadero y purísimo, no echará de menos ciertas galas que podrían
prestarle más hermosura en su expresión no más intensidad en su
esencia. Por mi parte sólo te aconsejaría que no descuidases tanto
el noble cultivo de tus poéticas dotes, regalo exquisito de Dios,
que de seguro no te ha dado para que lo tuvieras escondido en un
rincón de tu alma. N. del E.






Juan
Palou y Coll, autor renombrado de La campana de la Almudaina, es el
único poeta dramático con que cuenta por ahora la isla. Su obra fue
objeto de una ovación que difícilmente se borrará de la memoria de
sus compatricios. ¡Ojalá no se borre de la suya para que siga
trabajando con fé y constancia, ya que tantos laureles ha obtenido
en los primeros pasos de su carrera dramática, que deseamos no sean
los postreros! (*)
(*) Con posterioridad a la representación de
La Campana de la Almudaina ha dado Juan Palou y Coll a la escena La
espada y el laúd, drama representado por primera vez en el teatro
del Príncipe el día 25 de Enero de 1865. No tiene esta obra las
interesantes situaciones, ni produce los grandes efectos de la
primera, pero en cambio, según nuestro modo de ver, ostenta mayor
corrección en el lenguaje y más esmero en la forma y la
versificación. Véase el artículo que Forteza publicó en los
periódicos de Madrid juzgando la segunda producción del tan
extraordinariamente aplaudido en la primera. Pocas poesías ha dado a
luz el Sr. Palou, pero es muy notable, por más de un concepto, la
que con el título de Miramar leyó en el certamen verificado en 1877
para solemnizar el sexto centenario de la fundación del Colegio de
Miramar por Raimundo Lulio. - Nota del E.






III.


Una
provincia que tan estimables poetas cuenta, (**) tiene derecho a
reclamar un asiento distinguido en la poesía nacional. Además, los
literatos mallorquines han sabido utilizar en pro de sus medros
intelectuales la bienhadada tranquilidad de que anchamente disfrutan
en el foreciente paraíso que habitan. Inclinados a las
solitarias fruiciones del estudio, lejos del odioso palenque do
tantas ambiciones guerrean, do tantas personalidades liliputenses
se afanan por escalar el cielo de los honores y del poderío, han
podido conservar esa regalada serenidad de espíritu, fuente
inagotable de la vida moral. No les pese la oscuridad en que viven:
no son menos olorosas las margaritas y violetas porque en agrestes
lomas exhalen sus virgíneos perfumes. No en lujoso y visitado
jardín, sino en la soledad umbría del bosque, trinan a sus anchas
los ruiseñores.
(**) El autor, que debe contarse también en el
número de los escogidos, ha escrito poquísimas poesías en
castellano. Las catalanas no dejan de ser notables. La
titulada Lo que diu l‘ oreneta obtuvo un premio extraordinario el
primer año de la restauración de los Juegos florales de Barcelona,
y otro L‘ orfanet saboyart en los de 1867. Las demás no son menos
dignas de encomio. En conclusión, como comprobante de lo mucho que
se han distinguido los poetas mallorquines en el actual
movimiento de la literatura catalana, de los honrosos lauros
que han conquistado en las anuales justas poéticas que
celebra la ciudad condal desde el año 1859,
continuamos la lista de los que desde aquella fecha han obtenido el
título de Maestro en Gay saber, por el orden de su
proclamación:


En
1861. - D. Víctor Balaguer.


En
1862. - D. Gerónimo Rosselló.


En
1863. - D. Joaquín Rubió y Ors.


En
1866. - D. Mariano Aguiló.


En
1867. - D. José Luis Pons.


En
1868. - D. Adolfo Blanch.


En
1869. - D. Francisco Pelayo Briz.


En
1871. - D. Jaime Collell.


En
1873. - D. Tomás Forteza.


En
1874. - D. Francisco Ubach y Vinyeta.


En
1875. - D. Federico Soler (Pitarra.)


En
1877: - D. Ángel Guimerá.


De
los cuatro mallorquines que han obtenido el expresado título, tres
de ellos han presidido la fiesta de los Juegos florales; el Sr.
Rosselló en 1873, el Sr. Aguiló en 1867, y el Sr. Pons en 1871. -
N. del E.






Las
poco lisonjeras apreciaciones que hemos formulado sobre el carácter
general


de
los isleños, han brotado del fondo mismo de nuestro amor al país
que nos vio nacer. Pero el verdadero amor no se desalienta nunca: el
suave influjo de la esperanza, en sus decepciones le anima, en sus
desmayos le sostiene. La juventud actual de Mallorca comprende todas
las ideas nobles y abriga en su seno todos los sentimientos
generosos. Enemiga cordial de preocupaciones infames, detesta la
complicidad, no por pasiva menos perniciosa, que la rancia sociedad
de su país les presta, y se halla dispuesta a combatirlas de frente.
Mucho esperamos de sus bellas intenciones, mucho de su entusiasmo por
la libertad, de sus arraigados instintos de justicia, de su profundo
cariño a la moderna civilización. ¡Juventud mallorquina! No cejes
en tu benemérito empeño; enarbola con decisión y brío la gloriosa
enseña de la regeneración de tu adorada isla; lucha y vencerás; no
lo dudes, vencerás.
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