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lunes, 13 de julio de 2020

CAPÍTULO XLII.


CAPÍTULO XLII.

Dapifer de Moncada, por muerte de Otger, es capitán de los catalanes, y venida de Carlo Magno a Cataluña.

La pérdida de los cristianos con la muerte de Otger Catalon se reparó con el valor del sucesor que nombró, que fue Dapifer de Moncada, muy estimado y querido de todo el ejército que estaba en Cataluña. Las incomodidades que, viviendo Otger, se sentían, perseveraban aún. Armáronse los moros, sabida su muerte, y se juntaron para socorrer los sitiados de Empurias, que ya lo pasaban mal. Los más principales caudillos de los moros fueron el rey de Fraga, el rey de Tortosa, el rey de Roda, el rey de Tarragona, el rey de Gerona y el rey de Barcelona. Era costumbre entre los moros a todos los señores y capitanes de pueblos grandes darles nombre y título de reyes, de donde nació haber entre ellos muchos reyes (reinos de Taifas), así como el día de hoy entre nosotros muchos duques, marqueses y condes. El número de combatientes que estos llevaban era inumerable; Dapifer de Moncada no quiso aventurar su gente, alzó el cerco y se retiró a la Seo de Urgel y los montes, donde, por quitar estorbos, habían dejado las mujeres e hijos. Los franceses que con Otger habían entrado se volvieron a su naturaleza, salvo algunos pocos que se quedaron aquí. Los moros, escarmentados con la entrada de Otger, cada día se fortalecían, recelando otra. 

En este intermedio de tiempo, que era el año del Señor 741, murió Carlos Martel, cuya muerte acarreó guerras a sus sucesores, y cuidados domésticos, que retardaron el favor que de Francia aguardaban. Los catalanes que en el monte Pirineo estaban retirados se sustentaban en ellos como mejor podían, poblando aquellos montes y edificando en ellos los castillos e iglesias que el día de hoy se conservan en aquellas partes, indicio y testimonio verdadero y cierto de la morada que (pone hallí) allí hicieron nuestros antiguos catalanes; y allí Dapifer de Moncada, con la aspereza de los montes y natural fortaleza del sitio y castillos que se edificaron, valerosamente se conservó y vino a ser señor casi de toda la tierra de Cerdaña, Seo de Urgel, vizcondado de Castellbó, Pallars, valles de Aran y Andorra, y de todo lo más inaccesible y montuoso de aquellas ásperas montañas, donde ya florecía la fé católica, y los vecinos de ellas ya reconocían al rey de Francia, en cuyo nombre todo se gobernaba, y a quien la nobleza y pueblo catalanes, para que sus empresas tuviesen la debida reputación, reconocían como a rey, dueño y cabeza poderosa que los gobernase, y a quien los enemigos respetasen.
Quedóse allí Dapifer y sus compañeros, como en tierra suya propia, cobrada con su valor y esfuerzo; repartíanse los despojos y todo lo que se ganaba, según los méritos de cada uno: los socorros que de Francia aguardaban no tenían el efecto deseado, porque en aquel reino había hartas cosas a que acudir. Carlos Martel era muerto a 21 de noviembre de 741: dejó dos hijos, Carlo Mano, que fue el mayor, y Pepino el segundo: ambos dejó el padre 
gobernadores de Francia y entendieron en ello; pero Carlo Mano, como sabio, renunció al mundo y a sus vanidades, y se retiró a Roma, donde recibió el orden sacerdotal, y tomando el hábito de san Benito, se retiró al monte Casino.

Pepino, su hermano, quedó con la misma autoridad y poder que tuvo
Carlos Martel, su padre. La flojedad de Childerico, rey que era entonces de Francia, era grande, y mayor su incapacidad para reinar. Hablando de él Paulo Emilio, dice que era regio nomine indignus soliique dehonestamentum. Pepino era el que lo gobernaba todo. Presidía en la Iglesia de Dios el papa Zacarías, griego de nación; representósele el valor de Pepino, y los servicios que 
él y Carlos Martel, su padre, habían hecho a la Iglesia, la incapacidad de Childerico e ignorancia; y movido de esto, le privó del reino, dándole a Pepino, el cual y su descendencia fueron legítimos reyes de Francia; y Childerico, sin hacer a esto resistencia, pasó por lo que el papa había hecho, ordenóse en órdenes sacras, y se retiró en un convento. Pepino reinó diez y ocho años, empleándolos en servicio de la Iglesia y sus pontífices, defendiéndoles de aquellos que impíamente les perdían el respeto. Murió Pepino el año 768, y sucedióle su hijo Carlo Magno, así en el reino de Francia, como también en el señorío que Pepino tenía en los Pirineos y demás tierras de Cataluña, donde vivían los que con Otger habían venido. Dolióse Carlo Magno de aquellos cristianos que vivían en las asperezas de aquellos montes y otros que vivían entre los moros, y determinó de entrar en Cataluña para librarles de tan dura servidumbre, restituyendoles (pone restituyén-les) la antigua libertad. Entraron en su compañía muchos señores y príncipes de Alemania y Francia, que: después se quedaron acá. Era el poder de los moros y desvergüenza en estos tiempos grande y de cada día crecía más; su ánimo insaciable no podía contenerse dentro de los límites de España, y pasaron a Narbona, que, cansada de largo cerco, se rindió. Carlo Magno juntó largos ejércitos para cobrarla, y para divertir al enemigo, le puso la guerra en casa, y envió a España grandes ejércitos. Marineo Sículo dice que los de a caballo eran veinte mil: había entre ellos famosos capitanes (uno era aquel Gerardo Rocelio, que quieren fuese el primer conde de Rosellón), y llevaban orden de destruir toda la tierra por donde pasasen, de suerte que del todo quedase borrado el nombre de los moros. Entraron por los Pirineos, y aquí se juntaron con las gentes de Dapifer de Moncada, cuyo encuentro causó a todos general
contento, y saliendo de allí, después de muertos muchos enemigos, a la postre todo el poder de ellos se juntó en el campo de Urgel, y por ser la tierra rasa y llana, podían pelear sin embargo. Venían por caudillos de los moros Farrega, rey de Toledo, Superim, rey de Fraga, y Alfac, rey de Segovia. Trabóse la batalla en que murieron los tres reyes y treinta mil hombres de la gente que llevaban, y fuera lo mismo de los demás, si no se escaparan. De los cristianos murieron algunos, pero el que más falta hizo fue Otger Normandino, (Normandía) muy querido de Carlo Magno; y victoriosos todos, se volvieron a Rosellón, donde Carlos les aguardaba, y contento de lo que habían hecho, les honró y premió según los méritos de cada uno de ellos. Quedaron de aquella vez los franceses apoderados de la parte de Cataluña vecina a Francia, que llamaron algunos Cataluña Vieja, por haber sido cobrada de los moros mucho antes que la otra parte, que confina con el reino de Valencia y Aragón por la parte de poniente. Con esta entrada de Carlo Magno se aumentaron las fuerzas de los catalanes y menoscabaron las de los moros; los vecinos de Barcelona le reconocían superioridad, y ponía en ella gobernador a quien nombraba conde, que era más nombre de oficio que de dignidad.

jueves, 14 de marzo de 2019

Prólogo al lector, dedicatoria

Prólogo al Lector.

Opinión fue de Plato príncipe de los
filósofos, que no había más de un entendimiento para todos los
hombres: pues los unos con los otros se entendían, y casi se
encontraban en unos mismos (mesmos) conceptos y pensamientos: Pero si
cuando dijo (dixo) el buen Philosopho,
viera sus célebres obras
vertidas en otra lengua, y descubriera algunas discrepancias de
sentidos, y ajenos entendimientos de sus divinos conceptos causados
por la traducción (traduction) de ellas (dellas), es cierto que
revocara su opinión y sentencia, y se arrimara a otra, no menos
delicada y moderna, que afirma, No haber cosa más lejos de la
traducción que (que con tilde) lo traducido (traduzido). Como se
echa bien de ver, por estar según entendemos los conceptos y
verdaderos sentidos de lo escrito tan apegados a la fragua y sentido
del que los escribió (escriuio): que como de la miel vaciada de una
vasija en otra se queda pegado algo en la vertida: así en lo
traducido de una lengua en otra, no hay duda, sino que siempre se
desea algo, que se quedó en la primera: En tanto, que ni la
elegancia de la lengua, ni el bien rodeado estilo de la traducción
basta para hinchir este deseo.
Por esta causa, y por lo que con
razón se persuaden los Poetas, que ninguno interpretara sus poemas
mejor que ellos mismos, me pareció que la Real historia presente,
que poco ha compuse en lengua Latina, ninguno mejor que el propio
autor la traduciría en lengua Castellana. Y por eso me adelanté,
antes que otro me tomase la mano, y porque no la errase para si y
para mí, determiné de emprenderla. Puesto que no han faltado
algunos, que por esto me han querido zaherir, y como dar en rostro
porque siendo yo natural Aragonés, y no criado en Castilla, me
usurpe el oficio ajeno, y ose escribir en lengua peregrina. A lo cual
respondo, que harto más peregrina me era la Latina, pero si esta con
el grande estudio y diligencia que en el usarla y aplicarla a la
composición de la historia puse, se me hizo familiar y doméstica:
porque, no habiendo sido menor la curiosidad y consulta de expertos
con que me he valido para el mismo efecto de la Castellana, no será
tan suave y bien cogido fruto el que de tan continuado trabajo y
consulta se ha sacado? Mayormente no siendo la lengua Aragonesa
ajena, sino muy hermana (como se probara) de la Castellana, y que no
solo se tratan y entienden las dos desde su origen acá, pero aun
casi con las mismas palabras, letras y acentos que su común madre la
Latina les dio, se escriben y pronuncian, y por eso son entre si muy
comunicables entrambas? Confiado pues de esto, me atreví no solo a
traducir, sino (pero) también a añadir y quitar, a rehacer y
mejorar lo que para mayor claridad (claredad) y verdad de la historia
se me ha ofrecido de nuevo, después que salió a luz la Latina: pues
para esto se le da al propio autor (lo que se niega a otro cualquier
Intérprete) licencia más que Poética. Para que si en algo faltare,
o excediere a lo que debe a ley de buena traducción la nuestra:
puedas (prudente lector) tomar esta como historia por si de nuevo
fabricada. Y pues la majestad de su argumento, junto con su mucha
verdad, la igualan con las más principales historias del mundo: no
habrá para qué tener tanta cuenta con los solecismos, que en el
estilo y escritura de ella hallares: cuanta con nuestro fin y bien
intencionado propósito, de que así por la una, como por la otra
lengua, se alcance y entienda por todas partes la verdadera y
cumplida historia de este tan esclarecido y famosísimo Rey, hasta
aquí tan deseada.









AL MVY
ALTO Y MVY PODEROSO SEÑOR DON PHELIPPE DE AVSTRIA PRÍNCIPE DE LAS
ESPAÑAS.

El arcediano Gómez Miedes

S. y P.
P.

Plutarco, autor gravísimo en el libro que escribió de la
virtud y fortuna de Alejandro Magno, cuenta de él, como siendo niño,
oyendo a sus Ayos ensalzar mucho el Imperio y grande poder de
Philippo su padre por las muchas tierras y Reynos que había
conquistado, lloró ante ellos, y preguntado por qué lloraba,
respondió, porque mi padre ha ganado tanto que no me ha dejado nada
que ganar.
Harto más que a él cuadra a V. Alteza este felice
lloro: porque si reconocemos la poca parte que Philippo tuvo del
mundo, aunque se junte con ella la que su hijo Alejandro conquistó
por si, a respecto de la que nuestro gran Rey Philippo padre de V.
Alteza invictísimo posee, que comparada con la de ellos, es como de
un cuerpo humano a su pie, o como del mundo todo a su decena parte,
verdaderamente que como niño que de harto llora, podrá V. Alteza
llorar y reír todo junto, por verse hijo del mayor señor y Monarcha
que hasta hoy ha habido en el mundo, y llegado a tanto, que no hay
más que codiciar, sino rogar al Omnipotente Señor del cielo, y de
la tierra, de cuya mano ha
venido todo, que pues no hay menos que
hacer en conservar lo ganado que en conquistarlo, nos de gracia para
que con aquella Cristiandad y prudencia que él mismo Philippo ha
llegado a tan alto poder y Monarquía: la herede V. Alteza, y
conserve como a hijo de tan soberano padre debe, y ella requiere. Mas
porque es de poca gloria el heredar donde no concurre el merecerlo,
mayormente en herencias de gobierno, es necesario entender como para
ser digno de tan sublimado Imperio, y para mejor regirlo y
gobernarlo, conviene valerse entre otras de las cinco más heroicas,
y más
propias virtudes de Príncipes, sin las cuales ningún
grande Imperio pudo bien mantenerse:
como son bondad, religión,
justicia, constancia, y disciplina militar: porque estas no solo
están como piedras (que llaman Mercuriales) dispuestas como guía y
lumbre, para mostrar a los Príncipes el verdadero camino por donde
han de llegar a lo sumo, pero también les sirven de fundamentales,
para que estribando sobre ellas, puedan llevar sobre sus hombros
cualquier carga de gobierno por grave que sea. Como se echa (hecha)
de ver entrando por la
luenga
y heroica prosapia de los antepasados Reyes de Castilla y de Aragón,
en los cuales resplandecieron estas virtudes, y fueron por ellas muy
señalados en sus hechos, aunque no se hallaron todas juntas en unos,
sino repartidas entre todos. Pues los unos fueron así buenos Reyes,
que no se preciaron de otra cosa más que ser muy pacíficos, y por
eso se les atrevieron algunos. Otros que de muy religiosos, por
llegar al Reyno de los cielos menospreciaron el de la tierra: y que
por haber sido tan amigos de la paz Cristiana, no movieron guerra
fino contra infieles. Otros por guardar mucha justicia merecieron el
nombre de justos pero fueron poco guerreros. Otros que por su
constancia conservaron bien su Imperio, sin perder nada de lo ganado,
más no pasaron adelante para aumentarlo. Finalmente otros que fueron
muy diestros y venturosos en la guerra, pero en el gobierno de paz
muy descuidados. De manera que entre tantos hallaremos muchos de
nuestros Reyes que florecieron, y fueron muy señalados en alguna de
estas virtudes, pero quien vistiese el arnés de todas ellas, y que
más al
biuo
y para más tiempo que ningún otro las representase todas juntas al
mundo, ni se lee, ni se dice de otros tantos, como de los ínclitos e
invencibles don Hernando III, Rey de Castilla, llamado el santo, y
don Jaime de Aragón primero de este nombre, llamado el conquistador:
los dos de una edad, y consuegros: los dos grandes conquistadores, y
muy iguales en la intención y fines: los dos finalmente que por
haber sido en las virtudes reales, que dicho habemos, singularísimos,
fueron también en los éxitos (
succesos)
de sus empresas felicísimos, más porque las historias de Castilla
tienen muy bien probada su intención y verdad en lo que
admirablemente escriben del mismo Rey don Hernando (de quien también
hacemos heroica mención en esta historia) veamos como a don Iayme le
cupo el así poder hablar del arnés, como vestirle: para que con muy
justo título puedan los dos, junto con el gran ser de sus personas,
partirse la felicidad y gloria de las conquistas de España. Porque
sabemos de don Jaime, como allende de haber sido su concepción y
nacimiento milagrosos, probó su gran bondad en esto, que nunca la
tuvo ociosa, y con haber sido de de los suyos muy perseguido, nunca
les volvió sino bien por mal. Su religión fue cosa diurna, por
haber siempre insistido en echar del mundo la falsa secta de los
Moros, para introducir la verdadera religión Cristiana: como lo
mostró no solo con las nuevas órdenes de religiosos que introdujo
en sus Reynos: pero con los dos mil Templos que fundó para la
sustentación del culto divino. Su justicia fue tanta para con sus
súbditos y para consigo mismo, que con ser de suyo muy
misericordioso, nunca se apartó de ella, y si cayó en alguna
injusticia (sinjusticia) también la purgó con satisfacción
pública. En la constancia fue raro y admirable, pues ni grandes
adversidades, ni malos consejos, ni estorbos de los suyos fueron
parte para que dejase de conservar lo ganado, y llevar siempre
adelante sus empresas. En conclusión su virtud y disciplina militar
fue tan excelente y heroica, que en esta excedió a todos, por tan
grandes
rayzes
de valor como hecho en ella: pues se vio que a los ocho años de su
edad tomó juntamente el
sceptro
de Rey y el estoque y gobierno de la guerra, y no se puede
encarecer
el maravilloso tiento, y más que humana prudencia, con que en los
sesenta y un años que reinó, gobernó juntas las dos cosas. Además
que a los principios, puesto que por las muchas revueltas y
contradicción que halló
en sus dos propios Reinos, los
hubo
casi a conquistar de nuevo: no por esto dejó, pacificados estos, de
pasar a conquistar tres otros de los Moros, con los cuales dobló su
Imperio, y mereció el renombre de conquistador, que todos con muy
justa razón le dieron. Porque con esto llegó a ser el primero que
puso la piedra fundamental, donde comenzó a levantarse el grande
Imperio, y tan extendida monarquía, que ahora (agora) felizmente
vemos de nuestra España. Pues se prueba clarísimamente, que estado
ella como cerrada le abrió la puerta, y dio felicísima salida a los
Reyes sus descendientes, y sucesores para conquistar y ganar los
demás Reynos, que después acá fueron por ellos adquiridos. Porque
si consideramos la entrada y general destrucción que los Moros de
África hicieron por toda España, hallaremos como quedó tan
postrada y oprimida (opresa), que pasaron muchos siglos, antes que se
pudiese cobrar la mitad o poco más de ella y que así por tener
tantos enemigos dentro de casa, como por los circunvecinos de África,
jamás pudieron los
Reyes de Aragón, ni de Castilla emprender
jornada alguna fuera de los límites de España.
Siendo así que
a los Aragoneses y Catalanes, los Moros de África con los de
Mallorca y Valencia: a a los Castellanos, los mismos de África con
los del Andaluzia y Portugal, tenían tan acosados, y como
encorralados dentro sus Reynos: que apenas alzaban la cabeza los
Cristianos para emprender guerra dentro o fuera de España, cuando
luego eran
sobrellos
los Moros: hasta que este invencible Rey vino al mundo a reinar en
Aragón y Cataluña, el cual por haber también ejercitado en su
niñez y mocedad la milicia, y con el favor de su gente
bellicosissima de nuevo sojuzgado y pacificado sus Reynos: a los
veynte años de su edad emprendió la conquista de las Islas Baleares
Mallorca y Menorca, vecinas a sus Reynos, y puestas al paso de
África. Las cuales por estar tan llenas de corsarios señoreaban
aquel mar, robando y quitando la contratación de los Cristianos, y
dando paso a los de África, para que ajuntados con los de Valencia y
Granada, destruyesen los Reynos de Aragón y Cataluña, no perdonando
a los del Andaluzia. De suerte que ganadas por este Rey las dos
Islas, y puestas en ella su gente y armadas, no solo refrenó a los
de África, y alcanzó el pacífico navegar para los suyos, pero
facilitó con esto la conquista que hizo luego del Reyno de
Valencia
, y aun hecha ella acabó la del Reyno de Murcia. Con
este alivio teniendo ya los Reyes de Aragón doblado su Imperio, y
ganado el de la mar, comenzaron a levantar cabeza, y a ser temidos de
los Moros. Y así abierta por aquella parte la puerta de España,
salió luego el gran Rey don Pedro hijo del mismo don Jaime con
grandísimo ejército de Catalanes y Aragoneses pasó en África, y de
allí dio vuelta sobre Sicilia y la ganó, y poseyó del todo. No
mucho después su hijo el Rey don Jaime II, nieto del primero, por su
valor y gran poder por mar, fue investido por Papa Bonifacio para la
conquista del Reyno de Cerdeña.
Acabo
de años
el Rey don Alonso de Aragón
IIII. de este nombre fue a conquistar a Nápoles, y al fin la ganó.
Tras esto en tiempo de sus nietos, habiéndoseles quitado los
Franceses, el católico Rey don Fernando de Aragón le cobró de
ellos, y lo juntó con los demás Reynos de la corona. Este mismo
siendo ya casado con la esclarecida doña Isabel Reyna de
Castilla
, y con la junta de los dos Reynos aumentadas las fuerzas de
entrambos, emprendió la conquista del Reyno de Granada, y con el
gran poder de Castilla lo ganó, y sujeto del todo para ella. De allí
por la bondad divina se le abrió otra mayor puerta para las
Occidentales Indias, y con el valor y constancia de los mesmos marido
y mujer Reyes, y fuerzas de Castellanos sojuzgaron las mayores Islas
que primero se descubrieron de ellas. A estos sucedió su felicísimo
nieto y aguelo de V. Alteza Carlos V. Emperador máximo, el cual en
comenzando a reinar por ejecución de su magnanimidad y constancia
(proprias Virtudes suyas) mandó pasar de las Islas adelante el
descubrimiento de las dichas Indias y parte Occidental, y llegar a la
tierra firme, donde conquistó las dos más ricas y más extendidas
provincias del mundo, que fueron la nueva España, que incluye en si
muchos Reinos y la inmensa región del Perú que contiene cuatro
tantos y se extiende de más acá de la linea equinoccial hasta el
círculo del otro polo antártico en las cuales como Cristianísimo y
pío lo primero fue mandar introducir nuestra santa fé y religión
Cristiana y edificar muchas ciudades como colonias llevadas de
España. Además que no solo el Imperio Occidental, pero también en
los estados de Flandes por su patrimonio con los de Milán por su
conquista, fueron por él aplicados e incorporados en la señoría y
corona de España. De manera que no quedando por fin y remate de
todo, sino lo que mucho tiempo se deseó que la España toda se
juntase en uno, y fuese de un señor: esto vemos claramente como por
la providencia divina se reservó para el mismo gloriosísimo
Philipo, y que lo cumplió cuando habiéndole nuestro señor heredado
del Reyno de Portugal con sus Orientales Indias, entró en él con
poderosísimo ejército y echando de él a los rebeldes lo pacificó
y añadió al universal Imperio de España, y con esto llegó a gozar
de las más alta y más extendida Monarquía que jamás se vio en el
universo, según que de su grandeza y superioridad a todas las demás
que son, y fueron, se hablará más largamente en el libro XIII de
esta historia. Todo para que de aquí pueda colegir V. Alteza, que si
conforme a la sentencia antigua, el principio es más que la mitad de
las cosas, por cuan verdadero cimiento, y glorioso principio de este
tan inmenso Imperio debe tenerse, el que este buen Rey por su parte
(como se ha probado) dejó puesto de su mano: cuan sólido y
firmísimo, pues tiene la verdadera fé y religión Cristiana por su
único fundamento. Además que fue el mismo Rey tan curioso y
solícito del aumento y conservación de sus Reynos, que como por
registro y secreto del verdadero modo de conquistar y conservar lo
ganado, nos dejó escrita y compuesta de su propia mano, como por
comentarios, su historia y vida, aunque en su lengua corta y
peregrina: pero tan verdadera y llena de hazañas, cuanto falta de
elocuencia y ornamento de palabras. Por donde pareciéndome que
pasaba muy adelante el descuido de muchos autores graves, por no
haber puesto las manos en obra tan provechosa, haciendo historia por
si de las cosas de este Rey, siquiera por dar sujeto a su tan
extendida fama y renombre, que van por el mundo como accidentes sin
sustancia, me atreví a ponerla a gesto, y escribirla en las dos más
generales, y más extendidas lenguas que hoy se hallan en el
universo, Latina y Española: En la primera la saqué a luz muy pocos
años ha, y la dediqué a la felice memoria del esclarecido don Jaime
Príncipe (que agora lo es mucho más en el cielo) hermano de V.
Alteza, y que llegó a sus manos la obra, la cual bajo su glorioso
nombre se divulgó por toda la Europa, y entendiendo era accepta a
los extraños, pareciome sería tanto más agradable a nuestra
España, por ser de cosas acaecidas dentro de ella, y así
determiné escribirla segunda vez en esta lengua, por satisfacer a la
importuna demanda de muchos, y mucho más porque V. Alteza gustase
más presto de ella, con fin que de aquel mismo tiempo y niñez que
este buen Rey comenzó a reinar y pelear todo junto; comience V.
Alteza
con tal lectura a entender y aficionarse a lo uno y a lo otro.
Porque si verdad es lo del proverbio que dice, Los niños se
entienden, mayor impresión hará en V. Alteza leer y contemplar por
si mismo las cosas puestas por su orden, que aquel varonil niño
en
su tierna edad hacía, que cuanto le dijeren y recitaren de él a
pedazos sus Ayos y maestros: y así he dejado la historia repartida
en los veinte libros como la Latina, dividiendo cada uno de estos por
breves capítulos, como descansos, para que con menos trabajo y mayor
advertimiento pueda
V. Alteza leerlos. más aunque a los
principios va la historia muy atada con la Latina, de manera que
parece más traducción que historia por si, es tanto lo que se ha
añadido por toda ella, y también mudado y mejorado en muchos
lugares, que deja de ser traducción, y siendo una misma verdad, hace
historia por si en esta lengua. La cual cierto merecía otro estilo
más subido y limado, aunque no más claro (si no me engaño) ni más
acompañado de verdad que el nuestro, y por eso es tanto más digna
de que V. Alteza, y todos los Príncipes del mundo se den a la
lición
de ella, para que de pequeños la tomen por espejo y comiencen a
preciarse de las cuatro más principales y soberanas bondades, o
virtudes que en el verán representadas; de las cuales este sobre
cuantos Reyes ha habido en el mundo se preció más que todos: como
fue de buen hombre, de buen Cristiano, buen capitán, y buen Rey: a
fin que como los mismos Padre y Aguelo de V. Alteza por haber imitado
las pisadas de este buen Rey, valiéndose de sus tan ricas virtudes,
llegaron a poseer medio mundo: así V. Alteza, imitando a los tres,
alcance el otro medio, y después de muchos años de vida el eterno
del Cielo Amen,
Amén.

lunes, 13 de julio de 2020

Capítulo LI.


Capítulo LI.

En que se escribe la vida de Armengol de Moyeruça, octavo conde de Urgel.

No pasó mucho tiempo después de la muerte de Armengol de Gerp, que el conde, su hijo y heredero, por estar, según dice Francisco Rades de Andrade en la Historia de Alcántara, desavenido con el rey de Aragón, se pasó a los reinos de Castilla, con el rey Alfonso, a quien su padre en el testamento le había encomendado, y allá se casó de su mano con doña María, que el obispo de Pamplona llama Estefanía, hija de aquel esclarecido varón, el conde Pedro Anzures, señor de Valladolid, conde de Carrión y Saldaña, señor de Ribera y Cabrera, en Galicia, y de otros muchos pueblos y lugares de aquellos reinos, varón de gran linaje y calidad. Dióle en dote la célebre villa de Valladolid, que él había en mucha parte reedificado, como lo testifican la iglesia mayor, puente y hospital, que son obras y edificios suyos.
Fue este casamiento antes del 21 de mayo del año 1095, porque dice Argote de Molina que en el dicho día fundó y dotó este conde Pedro Anzures la iglesia de Valladolid, como consta por escritura original que aquella iglesia tiene, cuya copia vio aquel autor en poder del maestro Ambrosio de Morales, en la cual son confirmados el conde don Fernán Ruíz de Castro; don Armengol, conde de Urgel, y el conde don Alvar Fañez Minaya, todos tres yernos del conde don Pedro Anzures. Quedó este conde de Urgel allá toda su vida, sirviendo a los reyes de Castilla y de León, y así por alguno es llamado y conocido por don Armengol de Valladolid. El infante don Pedro de Portugal, en sus Genealogías, le llama don Hungel de Valladolid, y cuenta de él un hecho muy famoso y de gran proeza, que fue llegar a arrancar las aldabas de las puertas de Córdoba, que, como queda dicho, era la más principal ciudad de los moros, donde tenían sus reyes la silla y corte, y a pesar de ellos, las arrancó y se las llevó a su villa de Valladolid, y las puso en la iglesia de Santa María, la Antigua, donde el referido don Pedro afirma que estaban aún en su tiempo, que era cerca del año 1300. Verdad es que el padre fray Jaime Bleda, en su Historia de los moros, refiriendo este hecho, recibe equivocación en el año y en la persona; pero afirma que estas aldabas eran de la mezquita mayor de Córdoba, y estaban en las puertas de Nuestra Señora la Antigua de Valladolid.
Todo el tiempo que estuvo ausente dejó en el gobierno de sus estados un gobernador, con título de vizconde; que así llamaban en estos tiempos a los tales gobernadores, y era dignidad después de la de conde, y presidía en la ciudad o lugar más principal del condado, y estaban a su cargo las más principales fuerzas, y era como lugarteniente y alterno del conde, representando su persona, y tenía sus veces en el gobierno y administración de la justicia: dícelo Calsa en su Cataluña, por estas palabras:
Et titulus hic omnia vicecomiti tribuebat quae erant comitis, comite tamen absente, praesente vero comite, multa quidem vicecomitis erant ipsius jura, nam in bello, praesente comes stabularius; y más adelante dice: Summus ergo imperator omnium in bellis in Catalonia post comitem vicecomes erat; y en los más autos de estos tiempos, después del conde solía meter su firma el vizconde. Algunas veces era por tiempo, y otras hereditario, como lo fue * Udalardo, que casó con Riquelda, hija de Borrell, conde de Barcelona, y en el otro Udalardo Bernardo, que fue en la ordinación de los Usajes, y Gelaberto Udalardo, su hijo, que fueron todos vizcondes de Barcelona, y en esta ciudad tenían su palacio, en el lugar que hoy está la cárcel, cuyas eran las dos torres, que permanecen y llamaban el castillo viejo vizcondal; y de estos vizcondes de Barcelona descienden los condes de Santa Coloma de Queralt.
Era entonces muy poderoso en España un linaje de moros que llamaban almoravides, y eran venidos de África, llamados de los moros de España para que les valieran; pero hiciéronse en pocos años tan poderosos, que dieron harto que entender a todos los reyes de ella. El rey don Alonso de Castilla era más molestado de ellos, y hacía todo lo que podía para sacarlos de sus reinos, y vengar los atrevimientos de Janer, su caudillo, hizo grandes juntas, que cuentan los autores que escriben las cosas de Castilla. El conde Armengol fue con trescientos caballos a servir al rey Alonso; los moros tenían buenos espías, y sabían lo que pasaba en nuestro campo mejor que nosotros en el suyo, y tenían entendido que los cristianos habían de pasar junto a Emerita: armáronles celada, e ignorantes cayeron en ella; peleóse gran rato, y perecieron entre otros muchos el conde con sus trescientos caballos. Tomaron de este suceso tan grande ánimo los moros, que pensaron en volver a su antigua pujanza, y negaron los tributos y parias que hacían a los cristianos.
Este suceso, aunque en breves palabras, refieren las memorias del monasterio de Ripoll de esta manera: Successio filius ejus Ermengaudus de Moyeruca, qui ideo sic vocatur, quia in loco qui dicitur Moyeruca cum serventis militibus et multis aliis christianis sub almorabitis interfectus est, sub tertio Raymundo Berengario, comite, anno Christi 1102. Vixit undecim annis in comitatu.
Zurita, en sus índices latinos, no parece que se resuelva si este encuentro y rota del conde fue con los moros o con los cristianos, pero conforme con los que dicen murió con trescientos hombres de a caballo, dícelo por estas palabras: Ermengaudus CCC equitibus magnoque *peditatu ad Molieruciam decertans ante diem 18 kalendas octobris mortem *occumbit; neque vetustis annalibus peribetur christiani an impii hostes essent. Tuvo once años el condado, y murió el día de la exaltación de la cruz, que es a 14 de setiembre del año 1102. Por diferenciarle de los otros Armengoles, le dan diversos nombres: por haber sucedido la pérdida de su persona y de los trescientos caballos junto a Emerita, y por haber arrancado las aldabas de la mezquita de Córdoba, le llamaron de Córdoba, confundiendo las palabras de él y de su tercer abuelo, y por la asonancia y similitud de Moyeruca con Majorica, le llamaron Armengol de Mallorca; y los hechos de su hijo en la conquista de aquellas islas se los atribuyen a él. Llámanle también de Mollerusa, pueblo del llano de Urgel, que está entre Lérida y Bellpuig, donde dicen que murió. Pero los que mejor lo averiguaron, siguiendo antiguos ejemplares, le llamaron de Majeruca o Moyeruca, y entiendo ser un lugar del reino de León, del cual habla el obispo fray don Prudencio de Sandoval en la Corónica del emperador don Alonso, donde, por confirmación de la *materia que allá trata, trae un auto o privilegio otorgado en Toledo, a 18 de setiembre de 1180, que es el año 11* de Cristo señor nuestro, confirmado, según el uso de *aquel reino, del hijo de este conde, y es muy verosímil haber acontecido allá la muerte del conde, porque había * estos almorávides; y el conde tenía allí por razón de su mujer muchos heredamientos, y entre otros, la villa de Valladolid del reino de Castilla, que fue de su suegro. Las palabras del dicho auto, que pueden hacer algo * nuestro propósito, son estas: Yo Alonso, emperador de Spanya, juntamente con mi mujer la emperatriz Berenguela a vos Martín Díaz de Prado, mi criado, por muchos y * servicios que me hicistes, con grato ánimo y voluntad espontánea os dono y concedo la villa que se llama Alvi* que está en el reino de León junto a Mayorica, heredit* y por herencia, y os la doy con sus términos y montes, * van por el término de Majorica, de una parte, y de Xa* y por los límites de Villa Mudarra y de Vallverde y * de Morica. Dentro destos términos y límites todo lo co*do etc.” Debían de ser lugares de poca consideración, c*lo son los más de aquel reino, pues en las tablas del n* atlas que sacó a luz Jacobo Hondio, ni en otras más antiguas, hay memoria de tales pueblos.
Tuvo en la condesa doña María un hijo, que fue su heredero, y tres hijas, la primera se llamó doña Mayor, que casó con el conde don Pedro *Freyas de *Trasa, que fue muy gran señor en Castilla, y tuvo la crianza del infante don Alonso de Castilla, que llamaron el emperador, la segunda se llamó doña Estefanía, y casó con don Ponce de Mi*, mayordomo mayor del emperador don Alonso, el cual, con su mujer doña Berenguela, les dieron el lugar de Santoval, donde fundaron un monasterio, y de esta señora hace mención Yepes en la historia del Orden de san Benito, * y la hace fundadora del monasterio de santa María de Va*ona, en Castilla. Bien es verdad que el obispo de Pamplona, hablando del conde don Rodrigo *González Girón, dice estas palabras: Por la escritura que * de la iglesia de Valladolid, de la era 1173, parece estar casado con doña Stephanía de Armengol, hija del conde de Urgel, y nieta del conde don Pedro Anzures de Valladolid, etc. Y no he dejado de reparar que el doctor *Culiel, que tan por menudo escribe del linaje de los Girones, no haga memoria de este casamiento. La otra hija se llamó Teresa, y casó en Cataluña, con Guillen Amat * vizconde de Cardona, y entre otros quedó un hijo llamado Pedro, que en cierto caso fue llamado a la sucesión del condado de Urgel.

lunes, 15 de julio de 2019

FERNANDO EL CATÓLICO, ENGENDRADO EN EL FRASNO


133. FERNANDO EL CATÓLICO, ENGENDRADO EN EL FRASNO
(SIGLO XV. EL FRASNO)

FERNANDO EL CATÓLICO, ENGENDRADO EN EL FRASNO


Nos relata la tradición que corría el mes de marzo de 1452, cuando el rey Juan II de Aragón y su segunda esposa, doña Juana Enríquez, acompañados por una numerosa y vistosa comitiva, atravesaban las difíciles tierras del sistema Ibérico, camino de Castilla, cuando por lo adelantado del día se vieron obligados a pernoctar en El Frasno.

Como es lógico, horas antes se habían adelantado varios servidores de la casa real para tratar de buscar acomodo donde pasar la noche y, tras visitar una tras otra todas las casas del pueblo, decidieron que los monarcas fueran aposentados, como mejor se pudo, en la vivienda de un pobre labrador, un tal Juan de la Piedad, que disponía de una cámara amplia y adecuada a juicio del camarlengo real.

Llegó la comitiva al pueblo, con los reyes al frente, y todo parece haberse desarrollado con normalidad para los reyes y su séquito, pero para los habitantes de El Frasno aquel fue un día muy especial.

Sin embargo, cuando ya había transcurrido algún tiempo, confesaron los reyes en palacio a sus más allegados, al narrar las incidencias de aquel viaje, algo que sólo ellos sabían, que don Fernando, que con el tiempo sería Fernando II el Católico, y que nacería en Sos del Rey Católico, fue engendrado aquella noche en el pueblo de El Frasno.

Por eso, cuando el Rey Católico andaba por estas tierras camino de la Castilla o de Zaragoza, siempre procuraba pasar por El Frasno, donde solía hacer un alto para visitar la casa de Juan de la Piedad y los suyos, mostrando a doña Isabel, la reina de Castilla, el bello panorama que se divisa desde su caserío. Y, según contaban quienes con ellos iban, cada vez que esto ocurría le repetía a la reina: «Esta es la tierra y esta es la casa donde mis padres me engendraron». Fernando el Católico, al decir de sus allegados, jamás olvidó sus raíces.

[Vázquez, José María, El Frasno y su colonia veraniega de Pietas. Zaragoza, s.d.]


El Frasno es un municipio de España, en la comarca Comunidad de Calatayud, provincia de Zaragoza, Comunidad Autónoma de Aragón. Tiene un área de 48,53 km² con una población de 399 habitantes (INE 2016) y una densidad de 8,22 hab/km².


Enclavada en la Sierra de Vicor. A sus pies pasa la autovía A-2, vía en la que posee salida propia. Además, tanto por el núcleo de El Frasno, como por su pedanía de Aluenda, discurren tramos sin alterar de la antigua Nacional II. Por este barrio rural de Aluenda, asimismo, continúa la autovía A-2 en sentido Madrid y se dispone de dos accesos para llegar a la casi despoblada pedanía a través del nombrado tramo de la antigua N-II.

En su término municipal se encuentra Escuadrón de Vigilancia Aérea nº1 (EVA 1) del Ejército del Aire Español, concretamente en el Pico de La Nevera.

Además del núcleo principal de población de El Frasno, en el término municipal se encuentran las localidades de Inogés, Aluenda y Pietas.




miércoles, 21 de julio de 2021

XXIII, LOS CASTELLS.

XXIII

LOS
CASTELLS.



(GLOSES
MALLORQUINES.)



I
SANT
CARLES.




Jo
som guarda vigilant,
Al extrem de la badía;
Totes les barques
voltant
Saludan ma batería.







II
BELLVER.

Jo
guart antigues memories
De los reys de nostra terra;
Lo pinar
oí mes glories,
Rims de pau, clamors de guerra.




XXIII



LOS
CASTILLOS.




I
SAN
CÁRLOS.

Soy el vigilante centinela, colocado al extremo
occidental de la bahía de Palma. Todas las embarcaciones, al doblar
Cala Figuera, saludan mis baterías.



II
BELLVER.

Yo
guardo con fidelidad las antiguas memorias de los reyes de Mallorca;
los pinares que me rodean vieron mi esplendor, trovadores en la paz,
almogávares en la guerra.




III
L´ALMUDAYNA.



Los
arabs mos murs bastiren
Y de jardins me rodaren,
Los plahers
que en mi gaudiren
Per son mal fat ja passaren...;
Los reys de
Mallorca oíren
Noms d´amor que aquí los daren...;
Los reys
d´Aragó finiren
Que mes cambres cobejaren...;
Angel de bronzo
en pedestal molt fort
Impedeix que me muyra de dissort.







IV
EL
TEMPLE.

Encara mos murs torrats
Pe´l sol encés de
orient,
Murmuran veus de combats
De mos cavallers amats,
Quant
lo sol s´en va á ponent.



V
BENDINAT.



Les
ombres de los Moncades
Que á Santa Ponça moriren,
Aman les
meues murades,
Protegexen mes garrigues.

III
LA
ALMUDAINA.

Los árabes edificaron mis muros, circunvalándome
de jardines; las horas de placer que disfrutaban huyeron, para
desgracia suya... Los reyes de Mallorca oyeron aquí palabras de amor
de sus súbditos... Los reyes de Aragon, que tanto anhelaron mi
dominio, acabaron tambien para siempre... El ángel de bronce, que en
alto pedestal tiende sus alas sobre mis torres, impide que la mala
suerte acabe de destruirme.

IV
EL TEMPLE.

Mis muros,
tostados por el sol de la mañana, murmuran aún confuso vocerío.
Mis amados caballeros anímanse al combate, cuando se acerca la
noche.



V
BENDINAT.



Las
sombras de los Moncadas, que murieron en la batalla de Santa Ponza,
aman mis muros, protegen mis mohedas.




VI
CASTELL
D´ALARÓ.

En lo penyal alterós,
Rodat del inmens
abisme,
M´axecava gloriós
Abans del fer cataclisme;
Quant
mos mártyrs guerrers sa sanch donavan
Per la fe del bon rey que
defensavan.







VII
CASTELL
DEL REY.

Sobre una roca tallada
Resistesch mar de
Llevant
Som una ruina esfondrada
Que reb del vell Temps lo
plant.




VIII
SANTUERI.







Apenes
si dins Mallorca
Algú ma historia coneix;
Passan los noms de
més fama,
També el meu desapareix.

IX
LES TORRES Y LES
ATALAYES.







Vetlávam
les arribades
Dels pirates destructors,



Y
enceníam les flamades,
Per veure prest replegades
Les tropes
dels defensors.







X
VEU
DE LA PATRIA.







Vosaltres
sou los héroes de ma historia,
Que mes terres sabéreu defensar;



Jo´n
guardaré simpática memoria,
Y vostres pedres no caurán jamay.







Agost
de 1881.



VI
CASTILLO
DE ALARÓ.

En altísima cumbre, rodeado del inmenso abismo,
levantábame glorioso, ántes del feroz asalto, en que mis mártires
guerreros daban su sangre por D. Jaime II.







VII
CASTILLO
DEL REY, en Pollenza.



Desde
la cima de mi enorme tajo, resisto la violencia del mar de Levante;
soy destrozada ruina, que guardo lágrimas de los tiempos antiguos.







VIII
SANTUERI,
en Felanitx.



Apénas
si álguien recuerda ya mis historia: pasan los más famosos nombres;
también desaparece el mío.







IX
LAS
TORRES Y LAS ATALAYAS.



Espiábamos
las incursiones de los malditos piratas; encendíase luégo en
nuestras plataformas alarmantes hogueras, para que se reuniesen
instantáneamente los defensores de la Isla.



X
VOZ
DE LA PATRIA.

Vosotros sois los héroes de mi historia, que
supisteis mi suelo defender; yo de ello guardaré grata memoria, y
vuestras piedras no podrán caer.

(V. nota 18.)

jueves, 23 de mayo de 2019

FUNDACIÓN Y DESTRUCCIÓN DE LA CIUDAD DE PANO


2.81. FUNDACIÓN Y DESTRUCCIÓN DE LA CIUDAD DE PANO
(SIGLO VIII. SAN JUAN DE LA PEÑA)

FUNDACIÓN Y DESTRUCCIÓN DE LA CIUDAD DE PANO  (SIGLO VIII. SAN JUAN DE LA PEÑA)


En los momentos inmediatamente posteriores a la conquista musulmana de Zaragoza, la principal ciudad del valle medio del Ebro, no era extraño advertir la presencia de pequeños grupos de cristianos huidos y escondidos en bosques, cuevas y montes que esperaban a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos por si podían regresar a los hogares que habían abandonado de manera precipitada. Estos fugitivos solían reunirse para llorar sus penas, solicitar la ayuda de Dios y ayudarse unos a otros. Fue en una de estas reuniones cuando, ante la permanencia de los moros en la ciudad, surgió la idea de reconquistar las tierras perdidas y tratar de fundar una ciudad cristiana.
Animados por esta ilusionante idea, los cristianos huidos —que conocían perfectamente la zona, pues no en vano era su casa— escogieron una cumbre inaccesible, la cima del monte Pano, como lugar de asentamiento de su primera ciudad tras la invasión agarena. Dicho monte, que situado entre Santa Cruz de la Serós y Botaya, está coronado en su cima por una extensa llanura, por lo que el trazado y la construcción fueron fáciles, máxime cuando aún hoy por allí abundan la piedra y la madera. Se dieron cita en aquel lugar familias enteras que se rigieron por los antiguos usos y costumbres bajo la protección de la Cruz, el auténtico símbolo de su fe.
No tardó mucho en llegar la noticia de la existencia de esta nueva y pequeña comunidad a oídos de Abdelaziz, gobernador musulmán de Zaragoza, quien, temeroso de que aquel intento pudiera constituir algún peligro, dispuso inmediatamente un ejército, capitaneado por Abdemelic, para tratar de someter a la ciudad de Pano.

Cuando los cristianos advirtieron la presencia del ejército musulmán se aprestaron a defender sus casas. En principio, las dificultades para acceder al lugar escogido pudieron mantener a salvo sus casas y enseres por un cierto espacio de tiempo, pero finalmente acabó imponiéndose el mayor poderío humano y bélico del ejército atacante, que penetró en la ciudad y la arrasó por completo, frustrando así el sueño de aquellas familias.
Nada quedó en la ciudad de Pano, salvo esta historia.

[Martínez y Herrero, B., Sobrarbe y Aragón..., I, págs. 46-48.]


El Real Monasterio de San Juan de la Peña situado en Botaya, al suroeste de Jaca, Huesca, Aragón (España), fue el monasterio más importante de Aragón en la alta Edad Media. En su Panteón Real fueron enterrados un buen número de reyes de Aragón. Forma parte del camino aragonés del Camino de Santiago. Su enclave es extremadamente singular.


Cuenta la leyenda, que un joven noble de nombre Voto (en algunas versiones, Oto), vino de caza por estos parajes cuando avistó un ciervo. El cazador corrió tras la presa, pero ésta era huidiza y al llegar al monte Pano, se despeñó por el precipicio. Milagrosamente su caballo se posó en tierra suavemente. Sano y salvo en el fondo del barranco, vio una pequeña cueva en la que descubrió una ermita dedicada a San Juan Bautista y, en el interior, halló el cadáver de un ermitaño llamado Juan de Atarés. Impresionado por el descubrimiento, fue a Zaragoza, vendió todos sus bienes junto a su hermano Félix se retiró a la cueva, e iniciaron una vida eremítica.

Este sería el inicio del Monasterio del que escribía don Miguel de Unamuno:

...la boca de un mundo de peñascos espirituales revestidos de un bosque de leyenda, en el que los monjes benedictinos, medio ermitaños, medio guerreros, verían pasar el invierno, mientras pisoteaban la nieve jabalíes de carne y hueso, salidos de los bosques, osos, lobos y otros animales salvajes.

Claustro de San Juan de la Peña.
Claustro de San Juan de la Peña.


Se habitan estas montañas poco después de la conquista musulmana, al construir el castillo de Pano, destruido en el año 734. El origen legendario del Reino de Aragón también encuentra en el monasterio cueva de San Juan de la Peña su propia historia, cuando reunidos los guerreros cristianos junto a Voto y Félix deciden por aclamación nombrar a Garcí Ximénez su caudillo que les conducirá a la batalla por reconquistar tierras de Jaca y Aínsa, lugar este donde se produjo el milagro de la cruz de fuego sobre la carrasca del Sobrarbe.

Reinando en Pamplona García Íñiguez y Galindo Aznarez I, conde de Aragón, comienzan a favorecer al Monasterio. El rey García Sánchez I concedió a los monjes derecho de jurisdicción, y sus sucesores hasta Sancho el Mayor, continuaron esta política de protección. Allí pasó sus primeros años San Íñigo. En el reinado de Sancho Ramírez de Aragón adquiere su mayor protagonismo llegando a ser panteón de los reyes de Aragón.

Fueron devastadores los incendios de 1494 y 1675. A raíz del último de ellos, se construyó el Monasterio Nuevo. El Monasterio Antiguo fue declarado Monumento Nacional el 13 de julio de 1889 y el Monasterio Moderno el 9 de agosto de 1923. La restauración fue dirigida por el arquitecto modernista aragonés Ricardo Magdalena.

Probablemente existiera algún tipo de cenobio anterior al siglo XI, pero la construcción de mayor importancia empieza el año 1026 por iniciativa de Sancho el Mayor. En el año 1071 el rey Sancho Ramírez cede el conjunto existente a los monjes cluniacenses y favorece su reforma. En este momento se levanta el conjunto que hoy queda, en mayor o menor medida. La reforma benedictina de Cluny no podía obviar la construcción de un claustro que se finalizará ya entrado el siglo XII.

A finales del siglo XI son un conjunto de capiteles de influencia jaquesa del claustro con temas de animales fantásticos y algunos motivos geométricos y vegetales donde destacan los roleos. Un segundo grupo, formado por veinte capiteles, fue encargado en el último tercio del siglo XII al llamado maestro de San Juan de la Peña, autor anónimo, también conocido como Maestro de Agüero, probablemente para sustituir otro anterior.​ El pequeño recinto ofrecía un cerramiento diáfano en forma de arcadas separadas por columnas. Los arcos se veían rematados con cenefas con el típico taqueado jaqués.

El Maestro desarrolla un programa sobre escenas bíblicas donde aparecen entre otras el Anuncio a los pastores, la Natividad, la Anunciación, la Epifanía, el Bautismo y la Circuncisión de Jesús, la Última Cena, episodios sobre Caín y Abel, la Creación de Adán y Eva, así como su Reprobación y posterior condena al trabajo. Seguramente el maestro de Agüero solo elaboró los capiteles para dos alas del claustro ya que a finales del siglo XII el monasterio entró en franca decadencia. El programa iconográfico que plantean los 26 capiteles que conservamos parece enfocar la Salvación a través de la Fe escogiendo los episodios más significativos para ello.

Se trabaja con bajorrelieves casi todos dominados por un horror vacui muy acentuado que provoca contorsiones en algunas figuras que superan el propio marco sacando un brazo como en la escena de Jesús y los Apóstoles. Los gestos son exagerados, casi teatrales, acentuando los ojos y la boca, y confiriendo narratividad a las escenas. En cuanto a las formas, estas se someten a esquemas geométricos que dominan desde la configuración del rostro o los pliegues de los paños, hasta los movimientos de caballos o de la misma agua que se vierte de un jarro a otro.

En el piso superior se encuentra el Panteón real. En él, durante cinco siglos se enterraron algunos de los monarcas de Aragón y de Navarra. Su aspecto actual data del siglo XVIII.

En San Juan de la Peña, los reyes de Aragón fueron sepultados en tumbas de piedra colocadas en tres órdenes superpuestos, desde la roca hacia afuera, presentando a la vista solo los pies del féretro. El panteón real ocupa las dependencias de la antigua sacristía de la iglesia alta, que data del siglo XI; fue reformado por Carlos III en 1770, siguiendo las indicaciones de don José Nicolás de Azara y del conde de Aranda, quien quiso ser enterrado en el atrio. La reforma solo afectó a la decoración, quedando los sepulcros en el mismo lugar; se levantó delante de ellos una pared en la que se colocaron láminas de bronce con las inscripciones correspondientes, se distribuyó por la sala profusión de estucos y mármoles, colocando en la pared frontera unos medallones con relieves que representan escenas de legendarias batallas.

Alberga los restos de algunos monarcas navarros que reinaron en Aragón, de los primeros condes aragoneses y de los tres reyes iniciales de la dinastía ramirense, Ramiro I, Sancho Ramírez, Pedro I, junto con sus esposas.

En 1889 se le otorga el título de Monumento Nacional que en 1920 es completado con la declaración por parte del rey Alfonso XIII como Sitio Nacional. Ya el 2 de febrero de 2004, el Gobierno de Aragón completa su declaración como Bien de interés cultural con la protección del conjunto monástico y su entorno.

La mayor parte del fondo documental del Monasterio se trasladó al Archivo Histórico Nacional de Madrid, donde se encuentra en la sección de Clero. Atendiendo a los trabajos publicados, la documentación se divide en tres grandes grupos:

Textos más antiguos, entre 507 y 1064, que se recogen en el Cartulario de San Juan de la Peña.
Documentos fechados entre 1064 y 1194.
Documentos fechados entre 1195 y finales del siglo XV.

Según la leyenda española sobre el Santo Grial, este permaneció en el monasterio, después de pasar por diversas ubicaciones como la cueva de Yebra de Basa, monasterio de San Pedro de Siresa, iglesia de San Adrián de Sásabe, San Pedro de la Sede Real de Bailo, la Catedral de Jaca, desde 1071 hasta 1399.

La necesidad de atraer a los peregrinos a Santiago que pasaban por el cercano camino de Jaca al monasterio aconsejó que en él se ubicara la reliquia. En 1399 el rey Martín I se llevó el vaso sagrado al palacio de la Aljafería de Zaragoza, donde estuvo más de veinte años, después de una breve estancia en Barcelona, acompañando al rey y posteriormente se trasladó a la Catedral de Valencia.

El primer lugar en España donde se celebra con el rito Romano es en el Reino de Aragón en el monasterio de San Juan de la Peña, el 22 de marzo de 1071, durante la estancia del Santo Cáliz en el monasterio y a continuación se oficializa en el resto del reino, sustituyendo al rito mozárabe.

Martínez y Herrero, Bartolomé (1866). Sobrarbe y Aragón : estudios históricos sobre la fundación y progreso de estos reinos, hasta que se agregó á los mismos el Condado de Barcelona. pp. 54-59. http://bibliotecavirtual.aragon.es/i18n/consulta/registro.cmd?id=3703

Enríquez de Salamanca, Cayetano, Rutas del románico en la provincia de Huesca, Las Rozas (Madrid), 1987, pág. 42, ISBN 84-398-9582-8.

Lapeña Paúl, Ana Isabel (1997). «Documentos en romance del Monasterio de san Juan de la Peña (primera serie, siglo XIII-1325)». Alazet, 9, pp. 215-249.

La introducción del rito romano en Aragón y Navarra.




  • Sitio web oficial del Monasterio de San Juan de la Peña (en español, francés e inglés)


  • http://www.jacetania.es/jacetaneas/opencms/site/web/conoce_la_comarca/jaca/botaya/?comboIdiomas=spanish

    domingo, 26 de julio de 2020

    ÍNDICE , tomo primero, Historia Condes Urgel

    ÍNDICE
    de los capítulos que contiene este tomo primero de la Historia de los condes de Urgel.
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    Razón de la Obra.
    Capítulo I.- Ed que se describen los pueblos ilergetes.
    II. - En que se describe el condado de Urgel.
    III. - De las etímologias del nombre de Urgel, y de la ciudad de Balaguer y de su fundación.
    IV. - De los primeros pobladores de España, hasta la seca de ella.
    V. - Vienen diversas gentes a España, llamadas de las grandes riquezas que descubrieron los incendios de los montes Pirineos, y lo que padecieron los naturales de ella.
    VI. - De la venida de los cartagineses a España.
    VII. - De la venida de los romanos: sucesos y guerras entre ellos y los cartagineses.
    VIII. - De lo que hicieron los romanos en España hasta llegar a los pueblos ilergetes.
    IX. - De cómo Asdrúbal llegó a los pueblos ilergetes, y de lo que hizo en ellos.
    X. - De los hermanos Mandonio e Indíbil, príncipes de los ilergetes, y de los sucesos tuvieron con Neyo Scipion.
    XI. - Varios sucesos de los romanos y cartagineses en España: cóbranse los rehenes que estaban en poder de los cartagineses, y otras cosas notables que acontecieron en ella, y muerte de los Scipiones.
    XII. - De la venida de Publio Scipion y presa de Cartagena, y de lo que pasó con las hijas de Indíbil y la mujer de Mandonio, grandes señores de los pueblos ilergeles.
    Xill. - De cómo Scipion dio libertad a la mujer e hijas de Mandonio e Indíbil, y de la oración que hizo Indíbil delante de Scipion.
    XIV. - De la enfermedad de Scipion, y de cómo Mandonio e Indíbil quisieron echar a los romanos de España.
    XV. - De las paces que después de vencidos hicieron Mandonio e Indíbil con Scipion, y de su vuelta a Roma.
    XVI. - De cómo Mandonio e Indíbil se volvieron otra vez a levantar, y de la muerte de los dos.
    XVII. - Del estado de las cosas de España después de muertos Mandonio e Indíbil, y de Belistágenes, príncipe de los ilergetes.
    XVIII. - Estado de las cosas de España, y de los gobernadores que vinieron a ella: presa de Corbins y Arbeca, pueblos ilergetes.
    XIX. - De la venida de los cimbrios a España, y del uso de las cimeras que de ellos ha quedado.
    XX. - De la venida y hechos de Quinto Sertorio; favores y mercedes que hizo a los españoles, y fundación de un estudio general que hizo en los pueblos ilergetes, en la ciudad de Huesca, y del provecho que dio. (Universidad Sertoriana)
    XXI. - Del lenguaje se usaba en España en estos tiempos, y de las cosas que hizo Sertorio hasta su muerte.
    XXII. - De lo que hizo Pompeyo en España, y principio de las guerras civiles entre él y Julio César.
    XXIII. - Toma César la montaña de Gardeny, junto a Lérida; hácese fuerte en ella, y queda señor de la campaña.
    XXIV. - De las incomodidades que tuvo César, lluvias y hambre que hubo mientras estaba sobre Lérida, barcos que mandó labrar para pasar el Segre, y asedio que puso a la ciudad .
    XXV. - César va en seguimiento de los pompeyanos, y no para hasta haber vencido a Petreyo y Afranio, sus capitanes.
    XXVI. - César, vencidos Afranio y Petreyo, se vino a Lérida, y le quitó el nombre que le habían sobrepuesto, y le volvió el antiguo; y de los sucesos de España hasta la venida del Hijo de Dios al mundo.
    XXVII. - Nace Cristo Señor nuestro. Herodes es desterrado a Lérida. Muere Herodías en Segre, y cuántos Herodes ha habido.
    XXVIII.- Viene el apóstol Santiago a España, y predica en los pueblos ilergetes: memorias que hay de esta venida, y otros sucesos hasta la muerte del emperador C. Calígula.
    - Del imperio de Claudio; venida de los apóstoles san Pedro y san Pablo a España, y cosas notables acontecidas en los pueblos ilergetes hasta la muerte del emperador.
    XXIX. - Descúbrense en el Monte Santo de Granada las reliquias y libros de san Tesifonte y de otros santos, discípulos del apóstol Santiago.
    XXX. - De la sentencia que dieron el arzobispo de Granada y las personas que juntó para ello, sobre la verdad y certidumbre de estas santas reliquias.
    XXXI.- De la venida y predicación de san Saturnino al condado de Ribagorza, y de los apostóles san Pedro y san Pablo a España, y fundación de Fraga en los pueblos ilergetes, y demás sucesos de ellos, hasta la muerte del emperador Domiciano.
    XXXII.- Del imperio de Nerva, y de los demás emperadores hasta Diocleciano y Maximiano, y sucesos de los pueblos ilergetes.
    XXXIII.- Del imperio de Constantino Magno; cómo lo dividió entre sus hijos, y de los demás emperadores hasta Arcadio y Honorio, y venida de las naciones bárbaras a España.
    XXXIV. - Entran los godos en España, y de los reyes que hubo de aquella nación hasta Amalarico; y de san Justo, obispo de Urgel.
    XXXV. - Del rey godo Teudio, y del concilio que se celebró en su tiempo en la ciudad de Lérida, de los pueblos ilergetes.
    XXXVI. - De los obispos ha habido en Lérida y Huesca, ciudades principales de los pueblos ilergetes.
    XXXVII. - De los obispos de Lérida que fueron después de la pérdida de España, hasta el año 1433, en que murió don Jaime de Aragón, último de los condes de Urgel.
    XXXVIII. - De los obispos de Huesca, desde el primero de ellos, hasta don Hugo de Urries, que lo era cuando murió don Jaime de Aragón, último conde de Urgel.
    XXXIX. - Prosigue la historia de los reyes godos, desde Teudiselo hasta Recesvinto, y los obispos de Urgel que hubo en este tiempo.
    XL. - De los últimos reyes godos, y de la pérdida de España.
    XLI.- Del estado en que quedaron las cosas en Cataluña. Venida de algunas familias ilustres, y muerte de Otger Catalon.
    XLII.- Dapifer de Moncada, por muerte de Otger, es capitán de los catalanes, y venida de Carlo Magno a Cataluña.
    XLIII. - De la creación del título de conde de Barcelona, de Urgel, vizconde de Ager y otros.
    XLIV.- De Armengol de Moncada, primer conde de Urgel, y vida de san Hermenegildo, de quien deriva este nombre. - De cómo el nombre de san Hermenegildo fue muy recibido en España, y de los muchos nombres que de este se han formado. - Prosíguense los hechos que se saben de Armengol de Moncada.
    XLV. - De Sunyer, segundo conde de Urgel.
    XLVI. - De la vida del conde Borrell, tercer conde de Urgel.
    XLVII. - Que contiene la vida de Armengol de Córdoba, cuarto conde de Urgel.
    XLVIII. - De Armengol, el Peregrino, quinto conde de Urgel.
    XLIX.- De Armengol de Barbastro, sexto conde de Urgel.
    L. - Que contiene la vida de Armengol de Gerp, séptimo conde de Urgel. - De la conquista de Balaguer, y descripción de aquella villa.
    LI. - En que se escribe la vida de Armengol de Moyeruca, octavo conde de Urgel.
    LII. - De Armengol de Castilla, nono conde de Urgel. - Privilegio que dio a la ciudad de Balaguer, en que hace francos en alodio todos sus términos. - Conquista de la ciudad de Almería, y todo lo demás que se sabe de este conde de Urgel, hasta su muerte.
    LIII. - que trata de Armengol de Valencia, décimo conde de. Urgel.- De la donación que hizo el rey don Fernando de León al conde Armengol, de los lugares de Almenarilla y Santa Cruz. - Principio del sagrado orden Premostratense, y de un monasterio que edificaron de él los condes de Urgel en su condado. - De la muerte, hijos y testamento del conde.
    LIV. - Que contiene la vida de Armengol, octavo de este nombre, y undécimo conde de Urgel.- De cómo el conde Armengol volvió en gracia del rey, so casamiento, y disgustos con Ponce de Cabrera. - Del casamiento del conde, muerte y testamento suyo.
    LV. - Que contiene la vida de don Guerau de Cabrera, conde de Urgel. - Pretende don Guerau pertenecerle el condado de Urgel, y con mano armada se pone en posesión de él. - Doña Elvira casa con Guillen de Cervera.- De algunas memorias y testamento de esta señora y de su marido. - Acomete don Guerau el condado de Urgel, quítaselo el rey, y sucede la famosa batalla de Ubeda. - De las cosas que sucedieron en Cataluña durante la menor edad de él, y cómo el vizconde don Guerau con armas se apoderó del condado de Urgel. - El vizconde se reconcilia con el rey; doña Aurembiaix, hija del conde don Armengol, le pide el condado de Urgel. - De la donación que la condesa doña Aurembiaix hizo al rey de la ciudad de Lérida, y del pleito entre la condesa y el vizconde don Guerau.
    - Continúa el pleito con la condesa y el vizconde, y de lo que se declaró, y cómo el rey tenía algunos lugares del condado de Urgel. - Cuéntase la presa de la ciudad de Balaguer, y de los ingenios y máquinas de guerra que usaban en aquellos tiempos.
    - Prosigue la presa de la ciudad de Balaguer. - De la muerte del vizconde de Cabrera, de su linaje y sucesión.
    LVI. - Que trata de la vida de Aurembiaix, XIII condesa de Urgel. - De los casamientos se trataron a la condesa, y de que solo tuvo efecto el del infante don Pedro de Portugal.
    - De lo que hizo el infante don Pedro después de renunciado el condado de Urgel, hasta que murió.
    LVII.- Vida de don Ponce de Cabrera, XIV conde de Urgel.- Pretende el conde don Ponce tocarle el condado de Urgel, y mueve guerra al rey. - De la concordia hicieron el rey y el vizconde sobre el condado de Urgel.
    LVIII. - De don Álvaro de Cabrera, XV conde de Urgel y vizconde de Ager. - Venida de don Álvaro, y cómo por muerte de su hermano heredó de su padre. - Del pleito que se movió entre el conde don Álvaro y doña Constanza, su mujer, sobre la validez de su matrimonio.
    - De lo que hizo doña Cecilia de Foix después que el conde volvió con doña Constanza de Moncada; y de lo que declararon los obispos de Francia.

    Fin del índice.