Mostrando las entradas para la consulta Alfonso sabio ordenadas por fecha. Ordenar por relevancia Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta Alfonso sabio ordenadas por fecha. Ordenar por relevancia Mostrar todas las entradas

miércoles, 25 de agosto de 2021

II, virtudes de Ramon Lull

II.

Expuestos
y bosquejados en resumen los hechos principales de la vida de
Raimundo Lulio, séanos lícito, antes de entrar en el examen de sus
obras poéticas, pagar el tributo de admiración que es debido a sus
virtudes, y que se merece la utilidad que el mundo ha reportado de su
celo, de su laboriosidad у de su ciencia: tributo que es de tanta
más justicia, cuanto ha sido tenaz la insistencia con que se atacara
su doctrina por sistemáticos y violentos adversarios, y con que se
ha herido su grande reputación por enconados detractores. Así como
la fama de sus virtudes vuela más alta que el espíritu depresor de
irascibles enemigos; las saludables máximas, los elevados preceptos
de la moral más pura, y el sentimiento evangélico más acendrado
que a raudales brotan de sus numerosas obras, le ponen a cubierto de
los tiros que la maledicencia y la pasión de escuela, bañados no
pocas veces en el veneno de la calumnia, han querido dirigirle.
No
acudiremos para vindicar a Lulio de las diatribas de sus
perseguidores a los elocuentes testimonios de sus coetáneos, a la
deferencia con que le trataron no pocos príncipes, al respecto
que infundió a los sabios, y a la veneración que inspiró a los
pueblos, sino al trasunto de su corazón que donde quiera encontramos
en las páginas de sus inmortales libros, al reflejo de aquella alma
grande que llevaba por compañeras a la fé para creer en sus
artículos y vencer a las tentaciones y a la ignorancia; a la
esperanza para confiar en la fuerza y ayuda del Omnipotente; a la
caridad para poderlo todo y todo vencerlo; a la justicia para verse
obligado a dirigirse siempre a Dios; a la prudencia para conocer y
menospreciar al mundo caduco y engañoso y anhelar la bienaventuranza
eterna; a la fortaleza para dar aliento al corazón en sus
penalidades y trabajos, y a la templanza para hacerla señora de su
apetito (1). (1) Blanquerna, libro 1.° capítulo 8.



En
efecto, la fé resplandeció viva e incontrastable en el espíritu de
Raimundo; ella estuvo a prueba no sólo de las riquezas, de los
honores y de todas las seducciones del mundo que en más de una
ocasión le ofrecieron por precio vil de su apostasía, sino de los
más crudos tormentos y afrentas con que fue perseguida su invencible
firmeza. A la exaltación de la fé católica hizo el sacrificio de
su vida entera; por ella abandonó los bienes de la fortuna que le
era próspera, hizo las peregrinaciones más dilatadas y penosas,
pasó largas horas en profunda meditación, hizo correr su pluma con
una actividad inaudita y se expuso a toda clase de derisiones y
desengaños; por ella combatió sin descanso el cisma, las herejías,
y todas las sectas enemigas del nombre cristiano, ya con la
elocuencia de sus palabras, ya con la magia de su pluma, ofreciendo
siempre el más palpitante ejemplo de abnegación y heroísmo; por
ella en fin derramó su sangre y padeció martirio. Y ciertamente que
abrasado en la fé había de estar quien la consideraba como
principio de la sabiduría y como escala por donde sube el
entendimiento a penetrar los secretos de Dios (1 : Libro del amigo y
del amado, vers. 297.); quien con tanta elevación la comprendiera en
los místicos vuelos de su alma al, exclamar: - "Entró el amigo
en un prado ameno en donde una multitud de donceles hollando las
flores del suelo, corrían en pos de un enjambre de mariposas; y
observó que cuanta era su porfía en cogerlas a tanta mayor altura
volaban. Esto hizo pensar al amigo que así les acontece a los
atrevidos que con sutilezas creen haber comprendido a su amado, sin
ver que este abre las puertas a los sencillos de corazón y las
cierra a los presumptuosos, y que la fé es quien le hace visible en
sus secretos por la ventana del amor (2 : Idem, vers. 70.).”



La
esperanza de Raimundo no tenía límites, ni bastaron para agostarla
todos los contratiempos que en varias ocasiones se conjuraron contra
sus heroicos intentos. Las persecuciones bárbaras de los infieles,
los desprecios y las burlas de los cortesanos, los peligros y las
enfermedades que experimentó en sus viajes, en vez de infundirle
pavura y desaliento, no hacían más que fortalecer su corazón, y
aumentar los tesoros de su confianza en el poder supremo. Así no nos
maravilla oírle exclamar, que en Dios había misericordia y
justicia, y que por esto quiso hospedarse entre el temor y la
esperanza, porque la misericordia le obligaba a esperar y la justicia
a temer; que la misericordia y la esperanza multiplicaban el perdón
en la voluntad de Dios; que el amor le enseñaba a tener paciencia y
que la sencillez de corazón es la que encomienda confiadamente a
Dios todos los hechos. (3). (3) Idem. Vers. 98, 205, 335.
Y en
otro, lugar al preguntarse: - "Dime, hombre perdido por amor,
¿Tienes dinero? ¿Tienes villas, castillos, ciudades, reinos,
honores y dignidades?" su esperanza le hacía responder: -
“Tengo a mi amado; tengo en él mi amor, mis pensamientos y mis
deseos, por él lloro, sufro y padezco, y todo esto vale más que
poseer reinos e imperios (1)."
(1) Libro del amigo y del
amado, vers. 178.



La
caridad, esa virtud sublime exclusivamente hija del cristianismo,
resplandeció en grado heroico en el alma de Raimundo, y fue el móvil
principal de todos sus actos y sus pensamientos. Ella le hacía
llorar amargamente la muerte de los que mueren en el error, en la
ignorancia y en la culpa, y le daba aquella invencible y enérgica
resolución que arrostraba todos los peligros y triunfaba de todos
los obstáculos. Abrasado en su llama repartía su fortuna entre los
pobres, esquivaba en sus peregrinaciones la morada de los poderosos
para tomar asiento entre la indigencia y en los hospitales, y
consagraba su existencia a los más asiduos trabajos para enderezar
los pasos de los extraviados, guiar a los ignorantes, abrir los ojos
del alma a los que vivían ciegos a la luz de la verdad, o pedir el
perdón de Dios para los obstinados en sus errores. Su vida no fue
más que un continuo suspiro por el amor de los hombres, así como
sus libros son en el fondo un ferviente tributo pagado a la más
eminente de las virtudes cristianas.
El amor divino encendió su
corazón en santa llama elevando su espíritu a la mansión serena de
los más dulces trasportes. Desde la altura en que su alma se cernía,
contemplaba el mundo, y veía en él un espejo en donde se reflejan
la majestad y la grandeza de Dios, ante cuyos resplandores, dice,
aparecen manchas en el sol (2).
(2) Idem, vers. 307 y 273.
En
la profundidad de los mares veía la del amor del amado; en la
blancura de los lirios su pureza, y en el mayor encanto de las rosas
entre las demás flores su hermosura sobre todo lo que existe; en las
virtudes de las criaturas los más altos misterios de su divinidad y
las perfecciones de su ser; y en el canto armonioso de las aves el
dulcísimo idioma de su amor (1). En la soledad hallaba la compañía
de Dios, y en el bullicio del mundo la soledad; y poseído de místico
ardor parecíanle lecho de rosas las espinas en que caía por las
sendas que andaba pensando en su amado (2). Con señas de temor,
pensamientos, lágrimas y llanto correspondía al amor de su amado y
le refería las angustias de su corazón; y al preguntarle qué haría
sin su amor, contestaba que le amaría para no morir puesto que el
desamor es muerte y el amor es vida (3).
Decía que la
bienaventuranza era una tribulación padecida por amor; que los
suspiros y las lágrimas son mensajeros entre el amigo y el amado,
para que en los dos haya consuelo y compañía, amistad y
benevolencia; que el amor ilumina el nublado interpuesto entre ambos
y hace al amigo resplandeciente como la luna en la noche, como la
estrella en la alborada, como el sol en el día, como el
entendimiento en la voluntad (4).
Tenía por las tinieblas
mayores la ausencia de su amado; manifestaba que como no podía
ignorarle no le era posible tenerle en olvido; que acordándose de él
olvidaba todas las cosas; que crió Dios la noche para que en sus
noblezas se pensara; y que si vestía tosco sayal, su alma iba
adornada de agradables pensamientos (5). Si queréis fuego, añadía
con dulzura, venid a mi corazón y encended en él vuestras lámparas;
si queréis agua venid a las fuentes de mis ojos, que en lágrimas se
deshacen; si queréis pensamientos de amor venid a tomarlos de mis
recuerdos (6).




(1)
Libro del amigo y del amado, vers. 311, 266, 315 y 26.
(2) Idem,
vers. 55 y 33.
(3) Idem, vers. 47 y 62.
(4) idem, vers. 65,
105 y 123.
(5) Idem, vers. 134, 131, 137, 149 y 151.
(6)
Idem, vers. 174.



Regaba
el huerto del amor con cinco ríos y con ello le hacía fertilísimo,
y plantaba en él un árbol cuyo fruto sanaba todas las enfermedades;
morir quería para los deleites de este mundo y los pensamientos de
los malditos que ultrajan a Dios, de cuyos pensamientos nada quería
puesto que no estaba en ellos el amado; aprendía del amor a tener
paciencia, de la misericordia a esperar, de la justicia a temer, y a
creer de la fé y todas estas virtudes le enseñaban a amar; tenía
vendido su deseo a su amado por una moneda cuyo valor bastara para
comprar el mundo entero; bebía amor en la fuente de su amado у
embriagaba de amor y lavábase en ella las manchas de la culpa;
llamaba a Dios luz irradiante en todas las cosas, como el sol en todo
el mundo, que retirando su resplandor lo deja todo en las tinieblas;
y explicaba el amor diciendo que es muerte de quien vive y vida de
quien muere, alegría en la vida y en la muerte tristura, deleite y
consuelo en la patria y melancolía en la peregrinación, ausencia
suspirada y presencia alegre y sin fin, dulzura amarga y amargura
dulce; y que sus lágrimas eran testimonio de que aún para él no
había amanecido el día, sino que guiado por el amor caminaba hacia
su celeste patria en donde no puede haber noche (1). Respondiendo al
llamamiento de Dios, dice con toda la efusión de su ternura - "¿Qué
es lo que te place, amado mío, ojo de mis ojos, pensamiento de mis
pensamientos, cumplimiento de mis perfecciones, amor de mis amores, y
más aún principio de mis principios? Por tu virtud soy, y por tu
virtud vengo a tu virtud de donde tomo la virtud (2)."
(1)
Libro del amigo y del amado, vers 239, 259, 285, 287, 291, 313, 380 y
331.
(2) Idem, vers, 304 y 305
Agotando por último las
palabras para expresar el amoroso incendio que devoraba su corazón,
decía:- "Mi amante me ha robado la voluntad; yo le he dado mi
entendimiento y sólo me queda la memoria para acordarme de él"
y contestándose a las preguntas que 
a
sí mismo se dirigía, exclamaba:- "¿De quién eres? Del amor.
¿Quién te ha engendrado? El amor. ¿Dónde naciste ? En el país de
amor. ¿Quién te crió? El amor. ¿De qué vives? De amor. ¿Cómo
te llamas? Amor. ¿De dónde vienes? De amor.

¿A dónde vas?
Hacia el amor. ¿En dónde habitas? Donde está el amor, y todas mis
riquezas las poseo en el amor (1)."



Ofreció
también al mundo nuestro heroico mártir el más sublime ejemplo de
humildad; y de ella son otros tantos testimonios su poesía titulada
Canto de Raimundo, el poema el Desconsuelo, muchos pasajes de los
diálogos del Amigo y del Amado, el libro Phantasticus que ya en otro
lugar llevamos citado, el de Contemplación que es también el de sus
confesiones y otros muchos. No reparando en hacer públicos sus
juveniles desvíos dice haber merecido por ellos la ira de Dios (2);
confiesa la vanidad que en otro tiempo le ensoberbeciera, el mal que
hizo, las culpas que cometió (3) y los desprecios con que sus
proyectos más tarde se recibieron (4). Recordando con dolor los años
en que había llevado una vida disipada y licenciosa, no reparaba en
llamarse hombre mundano, y amigo de la liviandad (5); en considerar
el poco fruto que había alcanzado de sus penosos trabajos, como
castigo de las ofensas que en la disipación había hecho a Dios (6),
ni en exclamar que no había hombre en quien cupiese mayor falsedad y
vileza; que se admiraba de que en tan reducido cuerpo se encerrase
tanto mal (7); que eran sin número las horas en que se rebelara
contra Dios y se alejara de su servicio (8), e infinitas las injurias
hechas a sus amigos (9); aseguraba que había sido el más grande
pecador de su pueblo (10),



(1)
Libro del amigo y del amado, vers 54, 98 y 202. (2) Canto de
Raimundo, estrofa 1.a
(3) Desconsuelo, estrofa 2.a (4) Idem,
estrofa 16. (5) Phantasticus, prólogo. (6) Idem.
(7) Libro de
Contemplación cap. 5. (8) Idem cap. 22. (9) Idem, cap. 23. (10)
Idem, cap. 17.

nadando
en el mar de la falsedad y la culpa como la rana en el agua (1); que
su cuerpo, infecto por la inmundicia de las malas acciones (2), había
encerrado un alma enferma y llena de pecados (3); que fue tan grande
la maldad en que la soberbia le tenía postrado, como lo era el
tesoro de la humildad y misericordia de Dios; que a tanto exceso
había llegado su desvío que aun las cosas más imposibles las
acometiera y las tenía por fáciles (4); y dirigiéndose a Dios
exclama: - "Grande esperanza pueden tener los humildes que 
sienten
en sí el fuego de la caridad y de la justicia, porque si hasta a mí
descendiste humildemente, Señor, que soy el más pecador y miserable
de los mortales, otorgándome las gracias que te pedí ¿quién ha de
desconfiar de tu misericordia? (5)."

Persuadido de sus
flaquezas, decía que le era imposible vencer en la lucha que por
honra de Dios emprendiera, a no ayudarle el amado y a no haberle
enseñado sus noblezas y significado su voluntad (6); y por último
añadía:- "Si ves a un amante cubierto de galas, honrado por vanidad y obeso por comer, beber у dormir, no encontrarás en él
sino la condenación y los tormentos (7)."



Tanto
como habían sido deplorables los mundanales extravíos a que entregó
Raimundo los más bellos días de su juventud, fueron ásperas las
penitencias y las mortificaciones que después se impuso y amargas
las lágrimas de arrepentimiento que lloraron sus ojos. Gimiendo
pedía a Dios sin consuelo que le diese fuerzas para sostener en el
mundo una penitencia que fuese proporcionada a sus grandes agravios,
que de tantos modos debía hacerla cuantos fueron los en que había
delinquido (8).



(1)
Libro de Contemplación, cap. 68. - (2) Idem, cap. 126. - (3) Idem,
cap. 132. -
(4) Idem, cap. 142. - (5) Idem, cap. 92. - (6)
Libro del amigo y del amado, vers. 140.
- (7) Idem, vers. 145. -
(8) Libro de Contemplación, cap. 86.



Rogábale
que ya que por sus culpas había convertido en criatura despreciable
su humana naturaleza, le redujese a tal estado que por las obras
pudiese alcanzar otra vez a ser tan noble como lo había sido por la
creación (1): porque sin su auxilio y sin su amor temía perecer en
el mar de sus culpas, como la nave combatida por la fuerza de las
olas y la tempestad (2); con lágrimas en sus ojos le adoraba, le
alababa y le bendecía, confiando en el auxilio con que conforta a
los pecadores al emprender el camino de la penitencia (3); y pedíale
que, así como armaba con la espada el brazo del caballero para
defenderse de los enemigos, diera virtud y fuerza a su alma para
defenderse de los suyos que sin cesar pugnaban para que le fuese
infiel y desobediente (4). Decía que las sendas por donde se quiere
encontrar a Dios son largas y peligrosas, llenas de consideraciones,
lágrimas y suspiros: que para honrarle es necesario menospreciar el
cuerpo y las riquezas, dejar las delicias del mundo y arrostrar la
derision de las gentes: que le tenía sin consuelo la pérdida
del tiempo pasado, porque era irreparable: que las vestiduras de su
cuerpo eran de llanto y penalidades: que se entregaba a la soledad y
agolpábanse pensamientos en su imaginación, lágrimas en sus ojos,
y en su cuerpo aflicciones y ayunos: que volviendo a la compañía de
las gentes, desamparábanle pensamientos, lloros y penas, quedando
solo entre la muchedumbre: y que en el amante con pobres vestidos,
desdeñado de los demás, pálido y macilento por los ayunos y
vigilias, se ve la bendición y la bienaventuranza eterna (5). Tanto
le consolaba la mortificación que llamábala fragancia de flores
suaves; a lo cual añadía, que en los trabajos se encuentra la vida,
la muerte en los placeres y en el martirio la gloria; y ensalzando
los frutos de la mortificación, exclama: - Sembraba el amado en el
corazón del amigo deseos, suspiros, virtudes y amores, y regábaloseste con lágrimas: sembraba el amado en el cuerpo del amigo
trabajos, tribulaciones y enfermedades, y el amigo sanaba con
esperanza, devoción, paciencia y consuelo" (6).



(1)
Libro de Contemplación, cap. 30. - (2) Idem, cap. 35. - (3) Idem,
cap. 86. - (4) Idem, cap. 112. - (5) Libro del amigo y del amado,
vers. 2, 11, 148, 151, 235, y 145. -
(6) Idem, vers. 58,
197, 4 y 96.



Raimundo
vivió también completamente desprendido de lo terreno. Sin más
norte que la voluntad divina, se mostraba indiferente a los caprichos
de la suerte. Considerándose como peregrino en el mundo, no se dolía
de los males que la adversidad hacinaba sobre su cabeza; no le tentó
nunca la ambición de las humanas riquezas, ni suspiró jamás para
que le fuese próspera la fortuna: antes al contrario, renunciando al
bienestar y al sosiego que se le ofrecían, quiso ser necesitado y
pobre, y consintió en pasar por todas las penurias de la indigencia,
ya mendigando hospitalidad en sus largas peregrinaciones, ya
arrostrando todas las privaciones y peligros imaginables. Así es que
adquirió aquella resignación perseverante que le hacía exclamar,
que entre los trabajos y los placeres que Dios le daba no conocía
diferencia; que las penas y los goces se unían en él para ser una
cosa misma en su voluntad; que no tenía otro albedrío que el de
obedecer a su Criador, y que no teniendo poder en su voluntad no
podía ser impaciente (1). A esto añadía que de la paciencia nace
la paz, que no tenía por pobre, sino aquel que lo era de virtudes; y
que las riquezas no consistían sino en las buenas costumbres y en la
caridad (2).
Y considerándose rico en la posesión del afecto de
Dios, decía que no anhelaba otra fortuna que los trabajos que por su
amado padeciera, ni otro descanso que el desfallecimiento que su amor
le ocasionaba; que su médico era la confianza que en Dios tenía
puesta, y su maestro las significaciones que las criaturas le daban
de su amado: y por último, exclamaba: - "Vestido estoy de vil
sayal; mas el amor viste mi corazón de plácidos pensamientos (3)."



(1)
Libro del amigo y del amado, vers. 7, 197, 221 y 222. - (2) Libro de
los mil proverbios (provorbios), cap. 31, 50, 49 y 18. - (3)
Libro del amigo y del amado, versículos 57 y 151.



De
la oración a que por tan largas horas Raimundo se entregaba, decía
que era nuncio veloz, diligente, sabio y fuerte entre Dios y el
hombre; que quien ora está con Dios y Dios con él; que es la senda
perdurable de la beatitud; que ella da al hombre sabiduría y
fortaleza, amor y alegría, consuelo y resignación, diligencia y
sobriedad, devoción y riqueza, contrición y castidad y todas las
virtudes juntas, al paso que aleja del alma todos los vicios (1). La
consideraba como el puerto de la salud y como la alegría de los
tristes, añadiendo que ella es quien ahuyenta la muerte, inspira
amor a los que amar no saben, lava y purifica las manchas del pecado
y hace al hombre desprendido, elocuente, audaz y fuerte contra sus
mortales enemigos; exalta la memoria, el entendimiento y la voluntad;
impulsa al agradecimiento y a honrar y bendecir a Dios, amarle y
servirle; proporciona la paz y la quietud, y da ánimo para emprender
el bien y diligencia para evitar el mal; despierta el amor hacia los
pobres, y es en fin la raíz, origen y ocasión de todos los bienes y
perfecciones (2). Asegura que la oración tiene más poder que el
infierno junto; que vale más que todos los bienes y las riquezas del
orbe; y que es el consuelo más dulce del pecador (3). Y por último,
dando a comprender hasta donde se elevaba su espíritu en la
contemplación, exclama: - "La luz del aposento del amado vino a
iluminar la estancia del amigo, alejando de ella las tinieblas y
llenándola de placeres, deliquios y pensamientos de amor: y el amigo
echó fuera de la estancia todas las cosas para que en ella
descansase su amado (4)".
(1) Libro de Contemplación, cap.
360. - (2) Idem, idem. - (3) Libro de los mil proverbios, cap. 30. -
(4) Libro del amigo y del amado. vers. 101.



En
los escarnios y vilipendios de que su celo infatigable le hacía
blanco, y en las bárbaras persecuciones de que muchas veces era
víctima, daba muestras de la más bondadosa y pacífica tolerancia,
hasta el punto de cantar con suavísimo plectro en medio de sus
penalidades y trabajos: - "Los poderosos, los medianos y los pequeños se complacen en escarnecerme, y el amor, las lágrimas y
los suspiros hacen languidecer mi corazón; mas al recordar el alma
mía sus firmes propósitos, siente gozosa acrecer en sí su celo, su
inteligencia y su voluntad, lo cual le hace siempre gozar en el santo
servicio de Dios (1)." ¿Y cómo no había de estar adornado de
esta tolerante suavidad quien amaba a su enemigo por la sola
circunstancia de ser hechura del Todo-poderoso (2)?



La
verdad fue siempre la estrella que le guió en sus hechos, y para que
ella se propagara por todos los ámbitos del mundo, hizo el
sacrificio de su bienestar y de su vida. Profesándole un culto
constante, decía que ella no muere nunca; que quien la vende, vende
a Dios; que constituye el mayor y más precioso tesoro; y que el
Eterno ayuda a quien la defiende (3). De la conciencia, decía que
punza el alma como la espina en el pie: de la devoción, que da
llanto a los ojos y alegría al corazón; que si debilita el cuerpo,
robustece el alma, que es la mayor enemiga de la culpa y el mejor
amigo que es dable encontrar (4); y de la piedad que eleva en sí
misma el amor y convierte el llanto en un raudal de dulzura (5).
Decía que el consuelo no es nunca pobre, que no sabe amar quien no
se consuela, y que no hay para que estar inconsolable como no sea por
la pérdida de Dios (6). De la obediencia aseguraba que es compradora
de voluntad: de la perseverancia que es camino que conduce a lo que
se desea; y de la cortesía que os signo de amables pensamientos (7).



(1)
Véase la oda inserta en el capítulo último del libro Blanquerna. -
(2) Libro de los mil proverbios, cap. 12. - (3) Idem, cap. 19. -
(4) Idem, cap. 29. - (5) Doctrina pueril, cap. 36. - (6) Idem, cap.
32. - (7) Idem, cap. 33, 36 y 37.



Inducía
a su hijo con su elocuente ejemplo y su persuasiva palabra a ser
limosnero para que se acostumbrase a esperar en Dios, a ser laborioso
para alcanzar el bien inestimable de la salud, a ser obediente para
no ser orgulloso, y a que hablase y tratase siempre con los ánimos
nobles para adquirir audacia de noble corazón: y con toda la ternura
de un padre añadía: - “Ten firmeza de ánimo, hijo mío, para
que no hayas de arrepentirte; ten mesura en tus manos para que no
seas pobre; escucha para oír, pregunta para saber, da para que
después encuentres, cumple tus promesas para ser leal, mortifica tu
voluntad para que no llegues a ser sospechoso, acuérdate de la
muerte para que no te entregues a la codicia, ten siempre la verdad
en tus labios para que no seas impúdico, ama la castidad para que tu
alma sea cándida, sé temeroso para no perder la paz, y ten
ardimiento para que no te prendan (1)."



Tanto
como eran hermosos y vivos los colores con que Raimundo sabía pintar
las virtudes y hacer agradables los sentimientos elevados y piadosos,
eran terribles los rasgos con que anatematizaba los vicios y
delineaba el abismo de la culpa y el mar revuelto de los desvíos
humanos. Atacando la vida de los sentidos, exclamaba: - "Aspiró
el amigo las flores y se acordó del hedor del rico avariento, del
viejo concupiscente y del soberbio desagradecido: probó manjares
dulces y encontró en ellos la amargura de los bienes temporales y la
de la entrada y salida de este mundo: se entregó a los goces
terrenos y apercibióse de lo fugaz de la existencia y del breve
tránsito de la criatura sobre la tierra, y vino a su pensamiento el
castigo eterno que ocasionan los materiales deleites; y de aquí el
desprecio con que el amigo miraba todo goce sensual y mundano (2). Y
mirando por último las cosas terrenas como medios, no de dar
satisfacción y placer a sus sentidos, sino de elevar más su
pensamiento hacia el Dios que las criara, cantaba en otro pasaje:
-
“Preguntaron al amigo: ¿qué es el mundo? y respondía: Es un gran
libro para los que en él saben leer. Preguntáronle si en él se
encontraba al amado, y dijo que de igual manera que se encuentra el
escritor en el libro. Y añadieron. ¿En quién está el libro? En el
amado, respondió el amigo, porque en él se contienen todas las
cosas, y así es que el mundo está en el amado y no el amado en el
mundo (3)".
(1) Doctrina pueril, cap. 93. - (2) Libro del
amigo y del amado, vers. 328. - (3) Idem, vers. 307.



Hubiéramos
de ser más difusos de lo que conviene a nuestro propósito, si
cuando los actos mismos de la agitada al par que laboriosa vida de
Raimundo no nos demostrasen el sublime temple de aquella alma
verdaderamente extraordinaria, nos hubiésemos de detener en
delinearla al trasluz con los rasgos mismos que dejó esparcidos en
tantos y tan variados volúmenes. Arraigada profundamente en el
iluminado doctor la verdad santa del dogma cristiano, y teniendo
siempre a Dios por centro de todas sus aspiraciones, a la honra y
servicio de este y a la mayor exaltación de aquella consagraba sus
facultades todas, conquistando por una parte con el poderío de su
inteligencia los corazones a quienes no bastaba el heroico ejemplo
que sus hechos ofrecían, y dando por otra a su siglo el doble
espectáculo de la más alta y sublimada virtud y de la más
inconmensurable sabiduría. Así, cuando consideramos en Raimundo
Lulio al hombre y al sabio, no sabemos si debe sorprendernos más el
conjunto de los hechos de su vida heroica y de continuada abnegación
y sacrificio, o el parto prodigioso de su vastísima inteligencia.



Si
correspondiesen nuestras fuerzas al entusiasmo y admiración que el
genio del gran Lulio nos produce, hubiéramos ensayado dar siquiera
una idea aunque breve de la ciencia de tan célebre como quizás mal
juzgado maestro; mas el círculo inmenso que abarcó su saber, y el
tacto, detenimiento y profundísima comprensión que para ello se
requiere, cuando no fuese el fin concreto y limitado que nos hemos
propuesto, nos harían desistir de semejante empresa; si bien
juzgamos harto necesaria ya una razonada y digna vindicación de los
inmerecidos ataques de que ha sido objeto la doctrina del insigne
mártir, unida a una sencilla y fundada exposición de lo que acaso
tenga de apasionado y fanático el encomio que sus apologistas han
hecho hasta de los defectos de que su sistema adolece. Quizás de un
concienzudo análisis de las extensas obras de Raimundo, vendríamos
a deducir que ni uno ni otro bando ha juzgado sin pasión, y que si
por una parte llegara el encono hasta el extremo de suponer a Lulio
autor de proposiciones heréticas y absurdas, y de permitirse
adulterar y tergiversar los originales textos que se buscaban como
comprobantes de sus asertos, se ha pecado por la otra por el lado
opuesto de considerarle como infalible en sus opiniones. Pero en
honor de la verdad sea dicho, en los encomiadores y apologistas de
Lulio generalmente hemos observado un indisputable conocimiento del
sistema sobre que discuten, al paso que no pocas veces en las
diatribas de sus adversarios, vemos inexactitudes e inconsecuencias
de tanto bulto, que más presuponen el espíritu de secta o de
escuela, que un estudio profundo de los escritos del maestro cuyo
mérito tratan de anular.



Pocos
autores ha habido quizás en el mundo con más ligereza y
encarnizamiento censurados. A veces la lectura de uno solo de los
compendios del esclarecido doctor, ha sido suficiente para que
críticos, que en otras ocasiones dieran pruebas de sensatez y
excelente juicio, se hayan creído autorizados para fulminar el
anatema sobre la generalidad del arte de Raimundo; cuando los varones
más doctos en la ciencia luliana aseguran y con mucha razón, que no
es posible formarse una idea exacta y cabal de semejante sistema, sin
el estudio detenido de las extensas obras de su autor que vienen a
formar como su gran comentario; y menos todavía sin un conocimiento
perfecto del particular lenguaje que creó y adoptó para
desenvolverle. Así pues, muy frecuentemente, en los pasajes de
difícil comprensión o de harta sutileza, han preferido sus
adversarios ver más bien embrollados dislates que entretenerse en
desentrañar o sondear el hondo pensamiento del filósofo, al mismo
tiempo que sus admiradores se han valido de su misma oscuridad para
dar a sus ideas más visos de profunda. De todos modos, ni los
primeros habían de haber olvidado en sus apreciaciones, que nunca el
hombre, por muy elevado que sea su entendimiento, deja de pagar un
tributo al carácter, circunstancias y preocupaciones de su siglo, ni
los segundos de que no hay sistema humano que no esté sujeto a
errores crasos que una generación más adelantada llegue después a
conocer y señalar.



Lulio
apareció en el mundo literario en la época de los mayores delirios
de la escolástica; época en que la argumentación dialéctica y las
aristotélicas sutilezas estaban entronizadas en todas las clases, y
en que triunfaban hasta de la misma verdad la sofistería lógica y
las cabilaciones de la metafísica; época en fin en que,
según expresión de Condillac, las escuelas no eran sino torneos, en
los que la gloria estaba en el disputar y vencer a trueque de
ensalzar el error. En medio de esta baraúnda de la ciencia, y
satisfaciendo su ardiente sed de saber en el abundante manantial de
los autores arábigos que le apasionaron a sus misteriosas
combinaciones y a la cábala, amén de la astrología y de la
química, y que le condujeron también a toda la sutileza del
escolasticismo, nada tiene de extraño que su entendimiento, aunque
de suyo claro y penetrante, se inficionase con los defectos de su
época, y que en el afán de hacerse invencible en la argumentación
o en la polémica, su vigorosa y rica imaginación buscase y
concibiese aquel instrumento universal de la ciencia, que si no en
todos los casos podía dar satisfactoria solución a las cuestiones
que se propusiesen, coordinaba al menos, robustecía y facilitaba las
diferentes operaciones de la inteligencia, y subministraba palabras y
conceptos para discurrir sobre ellas sin salir del rigorismo de la
lógica que era a la sazón el arte supremo.



No
seremos nosotros empero quienes nos convirtamos en ciegos apologistas
del arte de Raimundo, ni en obcecados detractores de su admirable
disposición. Creemos un delirio reducir el entendimiento humano a
semejante mecanismo, pero no nos cabe duda de que, con ayuda de su
invención brotaron de la mente de Raimundo principios fecundos en
resultados, ideas grandes y luminosas, que si bien no han sido
estudiadas como merecen, no han podido menos de llamar la atención
de grandes pensadores (1): y vivimos en la persuasión de que si se
procediera al estudio analítico de los escritos del insigne mártir,
prescindiéndose de la forma y del espíritu escolástico que reina
en muchos de ellos, y dejándose a un lado los errores científicos y
las varias creencias y preocupaciones propias de la época, no se
vacilara en conceder a Raimundo Lulio uno de los primeros puestos
entre los hombres que más han influido en la marcha progresiva de la
humanidad.



(1)
Entre los filósofos y sabios modernos que han estudiado con
muchísimo aprecio y veneración varios tratados de Lulio, merecen
especial mención Leibnitz, Boherave, Hoffman y algunos otros.



Sin
embargo, no se negará que alzándose en atrevido vuelo a una altura
que nadie antes que él había osado trepar, fiado únicamente en sus
propias y gigantescas fuerzas, y abarcando la ciencia, no por partes,
sino formando un todo indivisible, puso, para admiración de los
siglos posteriores, los vastos cimientos de una enciclopedia; y que
cultivando a fondo todos los ramos de la inteligencia humana, dejó
consignados sobre cada uno de ellos descubrimientos importantísimos,
máximas imperecederas o ideas generales, cuyo sello de grandeza
envidiaran sin duda hasta los primeros sabios de nuestros tiempos.

La teología o sea la verdad absoluta, era la cima a que le
conducían de grada en grada, como al Dante, todas las demás
ciencias; y en tan inmenso campo admira verle recorrer con firme y
seguro paso y con su extraordinaria fuerza de pensamiento, los
incomprensibles misterios de nuestro dogma, hasta el de la Concepción
inmaculada de la Virgen María, cuya reciente declaración ha venido
a ser un triunfo póstumo para tan consumado teólogo. Y la copia de
luz con que discurre en largos tratados sobre los artículos de la fé
católica, y las célebres disputas con los averroístas, con los
judíos, con los sarracenos y con todos los cismáticos y herejes de
su tiempo, demuestran el caudal de ciencia teológica que atesoraba,
cuan a fondo comprendía su entendimiento el espíritu de cada secta
en particular, y cuan adiestrado había de estar en la polémica para
sacar incólume y triunfante el catolicismo de la contundente
argumentación de sus adversarios (1). (1) Es inmenso el número de
obras teológicas que nos ha dejado Lulio, pues además de las que
van enumeradas en la relación biográfica que hemos trazado, hay
muchísimas otras que, por no constarnos la época en que el autor
las escribió, no las comprendemos en la expresada relación. El
curioso que desee enterarse del largo catálogo que forman las obras
de Lulio, podra verlo en la Biblioteca antigua de D. Nicolás Antonio
y en la edición que de varios tratados de Raimundo, publicó en
Valencia en el año 1515 Alfonso de Proaza y dedicó al cardenal
Ximenez de Cisneros.



Como
escritor místico se elevó Raimundo a una altura que pocos han
podido alcanzar. Dotado de un alma superlativamente contemplativa y
dada al ascetismo, no podía mirar y discurrir sobre el orden
majestuoso del universo o sobre las maravillas del mundo, sin
abismarse con íntimo y poético trasporte en la más profunda y
devota meditación: así es, que hasta en sus obras científicas no
pocas veces le vemos levantarse en alas de su inspiración sagrada a
las regiones más encumbradas del misticismo. El gran tratado de
Contemplación, el precioso opúsculo de Oraciones y contemplaciones,
el de Alabanzas a la Virgen María, el del Nacimiento del niño
Jesús, el devocionario que escribió para los reyes de Aragón,
algunas de sus poesías, y el nunca bastantemente celebrado cántico
del Amigo y del Amado, son otros tantos testimonios de la
superioridad de su talento en la literatura mística, que le colocan
en la esfera de San Juan de la Cruz, de Fr. Luis de León, y de Santa
Teresa.



Raimundo
Lulio brilla también con viva luz como maestro en la predicación.
Su Arte magna de predicar que contiene un número crecido de
sermones, es un excelente tratado, que si no se hace notar por su
elocuencia, es provechoso por el orden y buen método con que trata
de todas las materias predicables; a cuyo libro pueden añadirse los
Sermones sobre los diez preceptos, el tratado sobre el Padre nuestro,
el del Ave María y otros.




En
la jurisprudencia tuvo miras metódicas y elevadas que le ponen en un
lugar distinguido entre los juristas de su tiempo; y nos persuadimos
de que las obras que sobre la materia dejó escritas acrecentaran su
fama como maestro en la ciencia de la justicia, si fuesen aquellas
más leídas y analizadas; así como sus tratados sobre la medicina,
tanto en su parte especulativa como en sus operaciones prácticas, le
han valido altísimos elogios de eminentes profesores así antiguos
como modernos que en su estudio se han detenido, considerándole no
sólo como un consumado maestro en este ramo del saber humano, sino
como uno de los escritores a quienes la ciencia debe importantes
descubrimientos y señalados servicios. Sus Principios sobre el
derecho, su Ars juris, su Derecho natural, su Arte de aplicar la
nueva lógica al derecho y a la medicina; y por otra parte los libros
titulados Principios de la medicina, de la Levedad y peso de los
elementos, de la Región de la salud y de las enfermedades, el
tratado sobre la Fiebre, el de la Medicina teórica y práctica, el
Arte curatoria y otros muchos, bastan para conocer lo que se
distinguió como jurisperito y como médico.



En
la filosofía fue incomparable, dejando en su dilatado campo rayos de
clarísima luz. En efecto, la lógica y la metafísica fueron
tratadas por su fecunda pluma bajo un sistema nuevo y exclusivamente
suyo. Sus libros de moral, entre los cuales van comprendidos el Félix
de las maravillas del mundo, el Arte de confesar, el del Régimen de
los príncipes, el del Orden de caballería, el otro del Orden
clerical, el de los Proverbios y el Blanquerna, le ponen al lado de
los primeros moralistas que haya tenido el mundo. Con respecto a la
física, mientras los escolásticos divagaban en cuestiones
embrolladas y estériles, es notabilísimo ver a Lulio establecer
sobre la observación y la experiencia el estudio de la naturaleza, y
entrar con toda la fuerza de su saber en las más profundas
investigaciones sobre las causas de los fenómenos naturales, y
extenderse en juiciosas observaciones sobre la electricidad y el
magnetismo; hablando ya en su libro de Contemplación, escrito más
de treinta años antes que Flavio Gioja perfeccionase la brújula con
la rosa náutica, y en otras muchas obras, de la dirección polar de
la aguja tacta á magnete; y tratando de este asunto, antes
que otro lo hiciese, de una manera verdaderamente científica
(1).
(1) Véanse sobre el particular las disertaciones sobre el
descubrimiento de la aguja náutica que publicó en Madrid en 1793 el
P. Antonio Raimundo Pascual, monje cisterciense. Como matemático y
astrónomo es sin disputa de los primeros de su tiempo, y son dignos
de ser estudiados sus especiales tratados sobre estas materias, entre
los que se notan la Geometría nueva, la Geometría magna, el Arte de
la aritmética, la Astronomía nueva, el libro sobre los Planetas y
otros muchos, sin contar lo que dejó esparcido con referencia a las
mismas, en las obras que se ocupan del Arte general. Y por último la
química es quizás el mejor título de la gloria y la inmortalidad
de Raimundo. Impulsado al estudio y a las operaciones de esta ciencia
por su contemporáneo Arnaldo de Vilanova, durante la permanencia de
ambos en Nápoles, hacia el año de 1293, y aficionado a la misma por
la lectura de Geber y otros alquimistas árabes, pudo colocarse en
mejor lugar tal vez que su propio maestro y que cuantos le habían
precedido. Bajo este punto de vista, que es indudablemente el en que
ha sido más y mejor estudiado por los extranjeros, Lulio aparece
como una gran figura, pues mucho es lo que la ciencia le debe en
sentir de todos. El descubrimiento del ácido nítrico, de cuyo
reactivo describe la preparación, las importantes observaciones
sobre el aguardiente, sobre las sales y sobre la calcinación y la
destilación, y los experimentos notables que dejó consignados en
sus escritos, son hechos que le acreditan como el primer químico de
su tiempo. El célebre Boherave le cita como uno de los que mejor han
explicado la índole de los cuerpos naturales; y para concluir
trascribiremos lo que estampa un autor francés al hacerse cargo de
los conocimientos de nuestro autor en el ramo que nos ocupa. -
"Citaré entre otras, dice, dos ideas generales que son
sorprendentes. La ciencia tendía en aquella época a buscar la
quinta esencia en todas las materias, que era una especie de
principio sutil, ajeno de toda mezcla, y arquitipo (arquetipo),
por decirlo así, del cuerpo que representa y del cual posee todas
las propiedades o las virtudes, según la expresión de aquel tiempo,
en una intensidad absoluta. Raimundo Lulio buscó esta quinta esencia
ontológica en todos los cuerpos, no sólo en los minerales, sino en
los vegetales y animales. Curioso es ver como la ciencia actual
aplica en pequeño, en sus terapéuticas aplicaciones de la química
vegetal-animal, la idea fecunda, aunque quimérica, que la ciencia
del siglo XIII, tan poética en su cuna, se creía en estado de
aplicar desde luego al conjunto de los fenómenos de la naturaleza.
Nada más parecido a la quinta esencia de Raimundo Lulio, que esas
modernas operaciones de la química farmacéutica, que anda buscando
la morfina en el opio, la quinina en la quina, el yodo en las plantas
marinas, etc., como arquetipos que encierran en muy pequeño volumen
las más visibles propiedades y las acciones más intensas." -
"Otra idea hay de Raimundo Lulio que no es menos notable. De
algunos pasajes, quizás algo difusos y algún tanto oscuros, se
puede inferir claramente que según él la forma es la cualidad más
esencial de la materia, y que ella influye mucho en la composición
química. La ciencia actual no está acorde con esto; mas de cada día
alcanza resultados que no dejan de tener alguna analogía con la
opinión de Lulio. Hace ya mucho tiempo que los fisiologistas han
notado, que en la organización el elemento de la forma tiene más
importancia que el de la composición, cosa que se comprende muy
fácilmente: basta en efecto considerar cuan poco varía en cada
especie la forma vegetal o animal, por muchas que sean las
modificaciones a que se ve sometido el ser organizado según el
clima, la estación, la alimentación, el aire y demás
circunstancias que influyen sobre la composición química. Un hecho
análogo se observa en la química mineral. Se sabe en efecto que el
cristal de una sal, por ejemplo, de forma determinada, persiste en
ella en muchos casos, aun cuando vaya mezclada con otras sustancias
análogas y aunque sean estas a veces en porción bastante
considerable. La nueva teoría de las sustituciones, introducida
recientemente en la química, da también este singular resultado: en
una composición de muchas sustancias puede un cuerpo en cierta
manera ser sustituido por su análogo, sin que las propiedades
físicas y químicas de la composición se alteren en lo más mínimo
(1)."
(1) Delecluze. Revue des deux mondes. Nov. De *1840.



Raimundo
Lulio ocupa también un puesto muy distinguido en la ciencia de la
estrategia (estratéjia) militar, y en la de la navegación.
Para convencerse de sus admirables disposiciones en la primera, no
hay sino leer su libro sobre la Conquista del Santo Sepulcro y otro
sobre el mismo objeto que intituló del Fin; y prueba son de sus
inmensos conocimientos en la segunda y de los sólidos principios en
que fundaba el estudio de la náutica, lo que dejó sentado en varias
de sus obras, y entre ellas en su Geometría y en su Arte general
última, ya que su precioso libro titulado Arte de navegar
desgraciadamente se ha perdido. El acierto con que discurre,
estudiando prácticamente sobre los terrenos, acerca del modo como
había de operar un ejército para apoderarse de la Siria, es digno
de los mejores y más experimentados capitanes; y en cuanto a los
conocimientos náuticos de Lulio, bastará que trascribamos lo que
manifiesta en una de sus excelentes memorias el concienzudo escritor
D. Martín Fernández de Navarrete.
- "Para evitar o minorar
en lo sucesivo tales acontecimientos, reduciendo a un sistema de
doctrina náutica las prácticas usadas y las observaciones hechas
por los marinos de levante y del océano, combinándolas con los
principios de las ciencias exactas, especialmente de la astronomía,
que tanto habían cultivado los árabes y rabinos españoles,
escribió el portentoso Raimundo Lulio varios tratados científicos,
y entre ellos un Arte de navegar, que citan D. Nicolás Antonio y
otros escritores. Si esta obra hubiese llegado a nuestros días,
pudiéramos examinar y conocer el método con que trató ciertos
puntos fundamentales de la navegación, o averiguar si acaso fue un
mero recopilador de lo que dejaron escrito los antiguos. Pero
juzgando por la doctrina que vertió en otras misceláneas y
matemáticas, no podemos dejar de admirar los sólidos principios en
que fundaba el estudio de la náutica. En una de ellas, publicada en
1286, trató de los vientos y de las causas que los producen: en otra
del año 1295, dio excelentes documentos sobre la necesidad que tenía
el marinero de considerar el tiempo para navegar, los puertos a donde
debía refugiarse, y sobre la estrella y el imán, los rumbos y
distancias que andaba, y finalmente sobre cuanto correspondía a su
profesión. Dijo en su Geometría, que de ella depende la náutica, y
entre sus figuras se nota un astrolabio para conocer las horas de la
noche, que dice es de mucha utilidad para los navegantes; y en su
Arte general última, no sólo puso un compendio de ciertas
instrucciones para que los marineros ejecutasen con arte lo que
obraban por pura rutina y experiencia, sino que trató expresamente
de la navegación (1), sentando que desciende y procede de la
geometría y aritmética; y en comprobación de ello traza una figura
dividida en cuatro triángulos y constituida en ángulos rectos,
agudos y obtusos a semejanza de los quartieres, que hoy sirven tanto
para la práctica de la navegación, declarando por medio de esta
invención, cuanto anda una nave según el viento que sopla y el
rumbo que sigue respecto a los cuatro puntos cardinales, de lo cual
deduce el lugar o paraje del mar en que se halla a una hora o momento
determinado; y trata además en aquella obra, de los vientos y de las
señales para pronosticar su dirección.



(1)
Ars generalis ultima, obra que empezó en 1305 y acabó en 1308,
part. X, cap. 14, art. 96 De navigatione.



Si
por esta muestra y otras semejantes que ofrecen los voluminosos
escritos de Lulio, hemos de juzgar del mérito de su tratado de
náutica y de sus conocimientos en esta materia con relación a su
siglo, no podremos menos de maravillarnos de su instrucción cuasi
universal, de su ingenio original y penetrante, y de su talento vasto
y combinador en descubrir las relaciones que tienen entre sí todas
las ciencias y aplicarlas recíproca y oportunamente para dar un
impulso favorable a sus adelantamientos y facilitar los métodos de
su enseñanza (1).
(1) Nicol. Ant. Bibl. vet., tom. II, pág. 122
y sig. - Pascual, Aguja náutica, pag. 5, SS. 1, 3 y 4. - Fr.
Bartolomé Fornés, Apolog. contra Feijoo, Dist. 3, c. 6.
De aquí
puede inferirse naturalmente que si el primer tratado de náutica en
la media edad se debe a un español, fue también consecuencia de lo
mucho que este peregrinó entre las naciones de Europa, Asia y
África, con motivo de promover las cruzadas; cuyas expediciones
anteriores, fomentando la navegación e ilustrando la geografía, al
paso que multiplicaron los intereses y las relaciones de los pueblos
entre sí, hicieron también recíprocos sus conocimientos,
principalmente los que se dirigían a facilitar más estas
comunicaciones por mar, disminuyendo los riesgos y peligros que la
ignorancia hacía tan comunes y repetidos."



Contra
los que cultivaban la astrología judiciaria y la nigromancia,
escribió Lulio también excelentes tratados, siendo de notar lo que
en el tantas veces citado cántico del Amigo y del amado expresa con
referencia al particular, para confusión de los que confundiendo al
filósofo con el impío escritor de su tiempo llamado Raimundo de
Tárraga, le han supuesto autor de las heréticas blasfemias
que este estampó en sus libros. - "Encontró el amigo, dice, a
un astrólogo adivino, y preguntóle qué cosa era su astrología; a
lo que contestó que era ciencia que enseñaba a leer el porvenir.
Errado vas, le replicó el amigo, que lo que tú dices no es sino
engaño, ciencia de fingidos, fatídicos y mentirosos profetas, que
infaman la obra del soberano maestro; ciencia reprobada por la
providencia de mi amado, que promete dar el bien y no el mal con que
aquella amenaza.” - “Con altas voces iba el amigo diciendo: ¡Oh
qué vanos son muchos hombres que se dejan dominar por la curiosidad
y la presunción! Por la curiosidad caen en la mayor de las
impiedades, abusando del nombre de Dios, invocando con encantos y
deprecaciones los espíritus malos, y profanando las cosas santas con
caracteres, figuras e imágenes: por la presunción se han esparcido
tantos errores como hay en el mundo. Con vivas lágrimas lloró el
amigo las muchas injurias que cometen los hombres contra su amado
(1)".
(1) Libro del Amigo y del amado, vers. 347 y 348.



En
las letras fue también Raimundo notabilísimo. Además de sus varias
obras sobre gramática que le acreditan de muy sabio en el arte, como
preceptor o humanista escribió un libro de Retórica, que ha sido
muy encomiado por los inteligentes; al paso que su estilo es puro, y
su dicción expresiva y elegante, quedando sin disputa el primer
hablista lemosín entre sus contemporáneos. La ignorancia de
muchos que sin antecedentes se han creído bastantemente autorizados
para tratar a su manera del gran maestro, ha tachado de bárbaro el
latín de sus obras; mas tales críticos debían haber tenido
presente que es muy dudoso que Lulio escribiese en latín ninguno de
sus libros, y que el defecto que le censuran no es suyo, sino de sus
traductores, que no daban en escribir muy correctamente el idioma de
Marco Tulio en la época de su mayor corrupción.



Por
último, hasta en la música fue Raimundo en extremo hábil y perito
tratando de ella con la ciencia y fijeza con que discurría siempre
sobre todos los ramos de la inteligencia. Varias son las obras en que
se ocupó, aunque no exclusivamente, de este arte delicioso, y mucho
nos engañamos si no es de su mano el excelente libro manuscrito
titulado Arte de cantar, que hemos tenido ocasión de ver, aunque no
le encontramos continuado en ninguno de los largos catálogos de las
obras de nuestro autor.



No
acabaríamos nunca si hubiésemos de hacer mención expresa de todo
lo que fue objeto de los profundos estudios o de las continuas
meditaciones de Raimundo. Ninguna ciencia humana de las que estaban
al alcance de su época, dejó de encontrar su lugar en el gran
círculo que abarcaba su genio; ningún fenómeno de los que se
presentaron a su siglo con el incentivo de la novedad, dejó de ser
objeto de las hondas investigaciones del 
gran
filósofo. Su talento eminentemente combinador y universal forma
época en la historia del progreso humano. La fecundidad de su pluma
asombra, como asombran los numerosos viajes que emprendió, las
multiplicadas aventuras que le acontecieron, las continuas
diligencias que hizo para la realización de sus santos proyectos, y
las predicaciones asiduas que llevaba a cabo para la
conversión de los infieles. Un hombre de grande ingenio con dos siglos de
existencia no hubiera podido hacer lo que Lulio en los cincuenta años
que mediaron desde su conversión hasta su glorioso martirio. Con la
relación sola de su vida podría haber llenado volúmenes enteros;
sus escritos forman diez tomos de gran tamaño en la
edición moguntina, ordenada desde 1721 hasta 1749 por su admirador el
esclarecido
Ibo Zalzinger, si bien ella no llega a comprender
la mitad de las obras de Raimundo. Muchos tratados permanecen todavía
inéditos, otros se han perdido por desgracia de la ciencia y de las
letras.



Además
de tanta inteligencia, tan vasto saber, y tantas virtudes juntas,
reunía Raimundo una fuerza de ánimo invencible que le hacía
arrostrar todas las dificultades para la divulgación y enseñanza de
su Arte que consideraba como destinado a entronizar la verdad en
todos los ámbitos del mundo, y triunfar de todos sus adversarios. Y
con esa firmeza, a la que se unía la novedad que su sistema ofrecía,
logró que el orbe todo se llenara al punto de su ciencia, de su
doctrina y de su nombre. Mas no se contentaba solamente con el fruto
que podía dar la propagación de su sistema en las escuelas, sino
que para estirpar los errores que se multiplicaban en el mundo en
medio del cual vivía, ofreció por una parte a la Santa Sede y al
colegio de cardenales su Arte general, y emprendió por otra largos
viajes para desempeñar el más penoso apostolado. En medio de estas
tareas no olvidaba el negocio de la conquista de los Santos Lugares,
que fue el pensamiento que a todas horas le dominaba, y para cuyo
objeto agotó todos los recursos de su pluma y todo el tesoro de su
infinita paciencia, ya trazando planes y proyectos para facilitar la
empresa, ya interesando en ella a los grandes poderes de la tierra; y
si unas veces logró el placer de ser escuchado y en parte secundado
en sus miras, otras tuvo que sufrir con toda la resignación de un
cristiano la mofa y el desprecio en recompensa de sus laudables
afanes. ¡Cuánto hubiera cambiado quizás la faz del mundo a haberse
llevado a feliz término los vastos proyectos del gran pensador de su
siglo! ¡Y cuántos beneficios no hubiera reportado con ello la causa
del catolicismo! Mas Raimundo halló tibios a sus contemporáneos, y
sus exhortaciones se estrellaron contra la irresistible fuerza de las
circunstancias que le fueron siempre adversas.



Aunque
fue mucho empero el celo y la firmeza con quo Lulio ponía en
ejecución sus ideas, duélenos tener que confesarlo, no anduvo
siempre acertado en los medios que escojitaba para llevarlas
adelante, ni eran siempre tan oportunas como convenía. Y no dejó de
contribuir ciertamente a esta falta de tacto con que en determinadas
ocasiones procediera, atención que prestaba por desgracia a los
acontecimientos políticos de su tiempo, en los cuales no se instruía
lo bastante, extraño como se mantuvo siempre a toda asociación
civil o religiosa, y ocupado como estaba tan asiduamente en sus
estudios y combinaciones científicas.



Mas
en vano se han levantado envidiosos contra la santidad y heroísmo de
la vida del eminente mártir, y contra la doctrina del célebre
filósofo. En vano el vehemente y bilioso inquisidor Nicolás de Aymerich, que hubo de ser expulsado del reino de Aragón por
sus demasías, lanzó contra Lulio las diatribas más furibundas,
tildando de heréticas muchas de sus máximas que adulteraba a su
antojo, y suponiendo condenados sus libros por una bula pontificia
cuya autenticidad no pudo nunca justificar; la fama del mártir ha
quedado ilesa, y los merecidos elogios que de sus actos y de su
ciencia han hecho millares de sabios, son un elocuente, y magnífico
contrapeso a las decepciones que solo la ponzoña de las malas
pasiones ha podido dictar contra el más celoso de los apóstoles у
el más esclarecido de los sabios de la edad media, radiante sol en
la ciencia y espejo purísimo de todas las virtudes.

domingo, 1 de agosto de 2021

NOTAS.

NOTAS.



NOTA
PRELIMINAR.



OBSERVACIONES
ORTOGRÁFICAS Y LITERARIAS.



Paréceme
indispensable apuntar aquí, no precisamente para los lectores
mallorquines, sino para los castellanos, algunas observaciones acerca
de la ortografía catalana, lemosina, ó balear y modo de leer este
idioma literario.



OBSERVACION
1.a – Diferentes sistemas ortográficos: -
Dos
sistemas se siguen por la generalidad de los autores lemosines: ó el
de Mariano Aguiló, ó el de Rubió y Ors. Yo me he adherido siempre
al primero, con la mayoría de los escritores mallorquines y
valencianos, y no pocos catalanes propiamente dichos, entre quienes
descuella Jacinto Verdaguer. Distínguese este sistema por adoptar la
ortografía antigua, de los siglos XIII, XIV, XV y XVI, época
maravillosa de nuestra literatura. Los plurales de los nombres
procedentes de la primera declinacion latina terminan en es, y no en
as; como rosa, plural roses, y no rosas. Muchas razones filológicas
se aducen en pro de tal desinencia, que no son de este lugar.



OBSERVACION,
2.a – De las letras. - La letra a tiene dos sonidos:
grave, (como la castellana), cuando sobre ella carga la
pronunciacion; leve, (parecida á la e muda francesa), en el caso
contrario. Así en el vocablo paraula, (palabra), sólo la segunda a
se pronuncia distinta y claramente.
La e, como en frances, es
abierta è, cerrada é, y muda e. No siempre las distingue el acento,
sino el uso.
Esta última se pronuncia exactamente como la a leve.
De modo que eras, (verbo), y feres, (nombre), son consonantes.
Téngase muy en cuenta esta circunstancia, para percibir la armonía
rítmica. Otro ejemplo:
A la claror de la lluna,
Los oratjols
respirantne,
Que alzinars y garriguelles
De bosch en bosch
embalsaman.



Es
romance, porque respirantne y embalsaman, tienen asonancia; la última
e del primero, y la última a del segundo se pronuncian del mismo
modo. Los valencianos y alicantinos se separan algo de esta última
regla, en la pronunciacion vulgar.



La
o tiene dos sonidos: ò abierta, como en frances é italiano; y o cerrada, como la castellana. No siempre las
distingue el acento, sino el uso.



La
c en las sílabas ce, ci, ça, ço, çu, se pronuncia como la s
castellana. Se usa de la ç en las sílabas ça, ço, çu, cuyo
orígen latino lleva claramente c, * (k o h, no se lee bien) ó
ch,
Todos los vocablos lemosines terminados en c toman h final,
(sólo en la terminacion masculina, si son adjetivos), como joch,
ètich; y esta ch equivale á q.



La
g y la j tienen el mismo sonido que en frances, parecido al de la y
castellana. Úsase de g siempre que claramente la lleva en su orígen
latino: Jeroni, y no Geroni; imatge, y no imatje.
La ny representa
la ñ castellana ó gn francesa: any, Catalunya.
(Aquí no se
dice nada del añy que se lee en textos como las ordinacions del
regne de Mallorca.)

La s se pronuncia fuerte entre vocal y
consonante: Anselm, ansa; suave entre vocales, como en frances: ase.
Para sonido fuerte entre dos vocales, se dobla la s ó se pone ç,
segun sea el orígen: braços, amorosíssim.
La x tiene el sonido
de sh inglesa, y en algun modo de ch castellana, pero suave: xot,
(cordero), bruxa, (bruja). Exceptuándose las palabras compuestas de
la preposicion latina ex, y algunas otras, que enseña el uso, en las
cuales la x tiene el sonido de cz ó de cs: extranjer, exámen,
luxuria. La x final, (y no la de en medio de diccion, como
acostumbran escribir los valencianos), va precedida de i, débilmente
pronunciada: peix, (pescado), coix, (cojo.)
La y griega suele
substituir á la latina en los diptongos ai, ei, oi, ui, (ayre,
reyna, boyra, fruyt.) Finalmente: la z tiene el sonido de s suave; y
la usamos cuando se necesita este sonido entre vocal y consonante:
alzina.
OBSERVACION 3.a – Sílabas y terminaciones. -
Las silabas finales aig, eig, ig, oig, uig, se escriben tal como aquí
van escritas; y no atx, etx, itx, otx, utx; ni aitx, eitx; ni aix,
eix; ni acx, ecx. Ejemplos: gavaig, (buche), raig, (rayo), roig,
(rojo)... En el plural toman s; y se pronuncian débilmente la i en
el número singular, y la g en el plural.



Se
escriben con qu, y no con c, muchas sílabas que llevan q en su
orígen latino; pronunciándose la u, excepto en que, qui. Ejemplos:
quant, qual.
Las segundas personas de singular y terceras de
plural del presente de indicativo en los verbos de la primera
conjugacion toman a, y no e, para no confundirse con las respectivas
personas del subjuntivo. Pero las mismas personas en los verbos
regulares de las otras tres conjugaciones lemosinas, (pues el
infinitivo en nuestros verbos termina de cuatro modos; AR, amar; ER,
temer; IR, partir; RE, confóndre (confundir); toman e, y no
a.
Igualmente las segundas personas del singular y terceras del
plural de los pretéritos imperfectos de indicativo, de todos los
verbos, toman a, y no e, (á pesar de la contraria regla que seguían
los antiguos), porque así lo pide su orígen.
Ejemplos:


INDICATIVO SUBJUNTIVO



Pres.
Tu amas – Ells aman Que tu ames – Qu´ells amen.



“partexes
- “partexen “partescas – partescan... etc.
Pret. amavas. y
no amaves.
amavan. y no amaven
partías. y no
partíes.
Partían. y no partíen...etc.




OBSERVACION
4.a – De los acentos y pronunciacion. -
Dos son los
acentos: agudo, y grave. Para su buen uso deben adoptarse las mismas
reglas, con poca diferencia, que la Real Academia Española señala
para la lengua castellana en su Gramática, ya en la edicion de 1874,
(sígola yo en este tomo, por no haberme sido posible otra cosa), ya
en la de 1880. El acento grave se usa cuando la pronunciacion, (en
palabras esdrújulas, graves terminadas en consonante, ó agudas
terminadas en vocal,) carga sobre la o ó la e.



OBSERVACION
5.a – Lengua literaria: lengua vulgar. -
En cuanto
al acento general y cadencia en la pronunciacion, que tanto distingue
á los mallorquines, de los valencianos y catalanes, debo advertir
que una cosa es la lengua literaria y otra la vulgar. El catalan
literario es uno; y se escribe, y debe escribirse, del mismo modo por
catalanes, baleares y valencianos. Así lo hicieron los escritores
antiguos; así lo cumplen los buenos autores modernos. La
pronunciacion literaria debe acercarse, en cuanto sea posible, á la
unidad; aunque no es absolutamente necesario. El catalan vulgar
tiene, respecto á pronunciacion, tres dialectos: el barcelonés, el
valenciano y el mallorquin. El primero se distingue por la
preponderancia de la è abierta, el segundo de la é cerrada ó
castellana, y el tercero de la e muda. El mallorquin vulgar tiene
tres subdialectos principales: el sollerense, el pollensin y el
menorquin; ademas de las variantes de Ibiza y del llano de Mallorca.
Es privativo del mallorquin vulgar el artículo es, sa, equivalente
al literario el ó lo, la. La gente de Sóller pronuncia como u la o
no acentuada. En Pollenza carecen del artículo es, sa, (no en
absoluto); en cambio tienen el raro artículo eu. la, equivalente al
literario el ó lo. la. Así como en Palma solemos convertir en y la
ll de muchos nombres, en Menorca la suprimen. Fulla (hoja), en Palma
es fuya; en Ciudadela de Menorca fua. La r de los infinitivos
generalmente no se pronuncia, en la conversacion vulgar; no sólo en
Baleares sino tambien en las otras comarcas de la lengua catalana.
Falta un Diccionario balear que dé a conocer estas diferencias,
escribiendo el vocablo literario y sus diferentes pronunciaciones.
Falta igualmente una gramática académica, que fije las desinencias
y las construcciones. El Diccionario mallorquin de Amengual, (Imp. de
J. Colomar, Palma: 1858-1878, - dos grandes volúmenes), es
incompleto; desconoce la unidad de la lengua; rompe la tradicion
literaria en la ortografía. A lo sumo puede servir de guía á los
que estudian el dialecto de Palma. Sin embargo; le faltan bastantes
nombres, áun de los vulgarmente conocidos en la isla.
Hé aquí
algunos:
Aubahina. - Llovizna matinal.
Barba d´olivera. -
Musgo.
Calandria. - Alondra.
Estebeig. - Murmullo,
hervidero.
Gró. - Especie de seda. Gro.
Llar. - hogar.
Mabre.
- Mármol, pez.
Pedra viva. - Piedra parda.
Ramat. - Rebaño.
(también leemos Remat de blanques ovelles...)
Sibina. -
Sibina, arbusto. (Sabina)
Terra broja. - Tierra fría; el
santo suelo.
Tivellar, tivella. - Hacer dobleces.
Esto, unido á
lo desigual de su redaccion, pues en el tomo primero abundan las
disertaciones extemporáneas, y en el segundo apénas se explica la
significacion de los vocablos, hace que este Diccionario, superior al
del P. Figuera y al de Unos amigos, no responda todavía á
las exigencias del renacimiento literario.



OBSERVACION
6.a – El Catalanismo. - Éste principió en Palma cuando
la fundacion de los Juegos florales de Barcelona, en 1859. Las
Fábulas de D. Tomás Aguiló, padre, y las Baladas fantásticas,
(1852), del hijo, están escritas en mallorquin vulgar, y nada tienen
que ver con el espíritu del renacimiento. Lo Joglar de Maylorcha,
(1882), de D. Jerónimo Rosselló, señala la introduccion del nuevo
gusto, predicado desde Barcelona con admirables ejemplos por Mariano
Aguiló, y Picó Campamar.



En
1872 publica Bartolomé Ferrá sus Comedies y Poesíes; y, aquel año
fundada, difunde las nuevas ideas La Revista Balear, reemplazada
luégo con ventaja por el Museo Balear, que muere fatalmente en 1877;
cuando ya se había dado á luz la delicada Corona poética á la
Beata Catalina Tomás en 1874, el tomo de Poetas baleares del siglo
XIX, y el Homenaje á R. Lull en el centenario de Miramar. Tal es,
hasta hoy, nuestro caudal literario moderno. No hablo de las nuevas
ediciones de autores antiguos, ni de pequeñas publicaciones, ménos
importantes.
Esta escuela poética mallorquina se distingue por su
amor á la pureza de la forma, por su exquisita seleccion de
vocablos, y por un espíritu de provincialismo inofensivo, en nada
contrario al espíritu patriótico nacional. Aquí nadie sueña en
locos separatismos; y si cultivamos la lengua del país, es para
conservar su antigua literatura, para promover las espontáneas
creaciones de la Musa indigena, tesoro de orientales perlas; y,
especialmente, para averiguar y exponer sus relaciones con la lengua
nacional. El cultivo del mallorquin, vulgar ó literario, debe
contribuir al conocimiento y extension de la lengua castellana. Las
faltas de ortografía y sintáxis castellanas que se cometen en
Mallorca, se evitarán únicamente cuando se conozcan y estudien bien
las relaciones entre ambos idiomas, sus idiotismos, sus elegancias,
su historia, sus clásicos.



No
niego que en Barcelona habrá habido escritores que tal vez han
rebasado esa línea de legitimidad; en Mallorca, nunca. Por mi parte,
protesto contra toda tendencia repulsiva, ó perturbadora de la
unidad constitucional de nuestra adorada España. D. Francisco M.
Tubino, en su reciente Historia del Renacimiento literario
contemporáneo en Cataluña, Baleares y Valencia, duda del
españolismo de algunos escritores catalanistas.
- De mí dice lo
siguiente, que le agradezco en lo que vale:
“El presbítero
mallorquin D. José Taronjí, se ha dado á conocer como amador de la
gentileza, publicando versos en los periódicos de la isla y tomando
parte en los certámenes catalanistas. Nació el 10 de Marzo de 1847,
significando desde muy jóven sus aficiones literarias. Es persona
docta, que atribuye al renacimiento provincial su justo carácter.
Entre sus poesías cítanse como notables: A la Llotja de Palma,
Sóller, y la que escribió con motivo del centenario de Raimundo
Lulio. Reproducimos...etc.” (Tubino. - Obra citada; página 618.)



(Nota
1.a)
Página 14. (En el pdf original)

MALLORCA.
Esta isla tiene 15 leguas de longitud, desde Cap de Pera, hasta Cap
Grosser; y 7 de latitud, desde Palma á Alcudia. Está situada en
medio del Mediterráneo, á 40 leguas al S. de Barcelona y 37 al E.
de Valencia. El promontorio Pera mira á levante y costa de Cerdeña,
el Grosser al ocaso y playa de Valencia, el de Formentera al N. y
costa de Cataluña, y el de Salinas al Sur y tierras de Argel. La
superficie es de 1234 millas cuadradas, que ocupan dos ciudades, 45
villas, 32 lugarejos, y 2496 alquerías ó posesiones (BOVER.
Noticias).
- La Sociedad para el estudio de las lenguas romances,
tiene su asiento en Mompeller, y es notable centro de reunion de
Felibres ó poetas provenzales. En 15 de Setiembre de 1876 publiqué
en el Museo Balear un artículo, con el objeto de dar a conocer en
esta provincia la Felibrería francesa. Voy a reproducirlo en parte;
las relaciones entre baleares y provenzales son de importancia
filológica. Dice así:
“Prometimos en nuestro último número
que nos ocuparíamos con más detalles que entonces , en la nueva
Asociacion general del Mediodía, que se ha constituido en Francia
para el cultivo de la antigua lengua de Oc y de sus dos ramas, que
actualmente son la lengua provenzal y la catalana, con todos sus
dialectos y subdialectos respectivos. La poesía provenzal sigue,
especialmente desde el año último, una marcha ascendente, y sus
manifestaciones vienen á ser verdaderas festividades literarias en
la Francia del Sur; como lo son en la España oriental desde algunos
años á esta parte las manifestaciones de la lengua catalana. En el
mes de Mayo útimo tuvieron lugar dos de estas alegres é históricas
fiestas: una en Nímes y otra en Aviñon, con poco intervalo de
tiempo.
“La ciudad de Nímes erigía una estatua á Reboul, en
los jardines de La Fontaine. El autor de l´Ange et l´enfant, del
Dernier jour, de las Traditionelles, tuvo al escribir en frances sus
horas de gran poesía; pero lo que áun ignoran muchos es que
escribiese en provenzal y fuese en esta lengua un pintor de
costumbres, un poeta lleno de originalidad y de rasgos incisivos y
mordaces. Numerosos felibres acudieron aquel día, y entre ellos
Roumanille, que debía pronunciar un discurso en el momento de la
inauguracion de la estatua. La lluvia impidió el acto; pero por la
noche tuvo lugar en el teatro y delante de un auditorio numeroso, que
pudo oír de boca del gran felibre el más cumplido elogio de su
digno conciudadano.
“La reunion de Aviñon tuvo lugar el 21 de
Mayo, día de Santa Estrella, y aniversario vigésimo tercero del
Felibrije. Tenía por objeto reconstituir esta asociacion sobre bases
más anchas, y darle en Langüedoc y en Gascuña una existencia que
hasta el presente sólo era nominal. La reunion tuvo lugar en la
antigua Capilla de los caballeros de San Juan de Jerusalem,
restaurada hace poco y adornada con inscripciones tomadas de las
obras de los principales poetas de la Provenza contemporánea. Muchos
hombres ilustres se habían adherido al pensamiento; entre ellos
figuraban Mistral, Aubanel, Roumanille, Alberto de Quintana, Gabriel
Azaïs, Bonaparte-Wysse, Anselmo Mathieu, Berluc-Perussis, Alfonso
Tavan, Villeneuve-Esclapon, el abate Lientaud, Arnavielle, Bonnet,
Laforgue, Cárlos de Tourtoulon, Cavallier, Antonio Glaize, Gaidan,
Aquíles Mir, Gaut, Roumieux, Ernesto Rousset, Chastanet, Aressy,
Frizet, Fourès, el hermano Savinien (de las Escuelas cristianas),
Pablo Gaussen, Mario Bourrelly, Mario Girard, Challamel, Bar,
etc.
“Por acuerdo de meridionales y catalanes quedó constituido
definitivamente el Felibrije. Formará una Asociacion especial tanto
en Cataluña como en el Mediodía de Francia, dividiéndose por ahora
en tres secciones ó mantenencias: Provenza, Cataluña y Langüedoc;
abrazando esta última todo lo que no sea la Provenza propiamente
dicha, el condado Venesino, Niza y el Delfinado. Cada mantenencia
tendrá su direccion especial, sus reglamentos y sus escuelas
particulares. Un consistorio de cincuenta mayorales, (majorals =
majouraus), resumirá bajo la autoridad del presidente ó capoulié
las diversas fracciones de la Asociacion. Este consistorio tendrá
sesion anual, en Aviñon, ó en otra ciudad de antemano indicada por
la Junta administrativa. Los mantenedores, (manteneires), pueden ser
en número ilimitado. El catalan de Barcelona, purgado de
importaciones extranjeras y otros defectos sabidos por los
catalanistas de buen gusto, es la lengua literaria de la seccion de
Cataluña.



En
recuerdo de los siete trovadores de Tolosa y de los siete
mantenedores de los Juegos florales de Barcelona, el Felibrije tiene
por símbolo y distintivo una estrella de siete rayos; sus Juegos
tendrán lugar cada siete años; su Junta administrativa se compone
de siete personas, fuera del presidente; y, no contando á éste, el
mismo número siete se encuentra siete veces en el número de
miembros del Consistorio. La palabra Felibre no tendrá
exclusivamente la significacion de poeta provenzal. Segun la
definicion de Aubanel, designa tanto al historiador, al pintor y al
escultor, como al poeta y al erudito: “al que sabe y ama los
nombres de los santos, de los reyes, y de los grandes hombres de
Provenza y Cataluña.” El Felibrije sale de su período provenzal,
y piensa en unir á sus principios é ideas el mediodía de Francia y
el oriente de España.



Una
de las mejores disposiciones de los estatutos votados en Aviñon, es
la que separa en absoluto la política de todas las reuniones del
Felibrije. Hay que responder con hechos á las maliciosas
insinuaciones de la prensa de Paris y Madrid. Los Felibres
provenzales, dice una autorizada Revista, de la cual tomamos estas
noticias, no olvidan jamas que son leales franceses; como los
Felibres catalanes no olvidan jamas que son leales españoles.
“La
Junta directiva ó direccion general del Felibrije la componen los
señores siguientes: Presidente (capoulié), Mistral;
vice-presidentes (assessour), Azaïs, Balaguer, y Roumaille;
canciller (cancelié), Roumioux; síndico de Provenza, Aubanel;
síndico de Languedoc, Tourtoulon; síndico de Cataluña, Alberto de
Quintana...
“Antes de pasar al nombramiento de la Junta, Mistral
leyó su poesía La copa (La coupo). En este canto corren parejas la
esperanza y el temor; el poeta se pregunta si él y sus amigos son el
principio ó el fin de Provenza, los últimos hijos de una raza que
desaparece, ó sus primeros retoños. Aquellos versos entusiastas y
tiernos, miéntras la copa catalana corría de mano en mano
hasta el último convidado, dieron á la reunion un carácter
solemne, no comprendido por los que no sienten amor á los recuerdos,
amor á la historia. Podía considerarse como un sueño esta fiesta
poética, celebrada en la vieja capilla de los caballeros de Malta;
ante aquellos muros, cincelados por los viejos felibres de la piedra;
bajo las bóvedas que oyeron las oraciones de los caballeros,
felibres de la espada. Las cenizas de los muertos trovadores
saltarían de gozo. Pero es que cada nuevo triunfo del catalanismo ó
del provenzalismo, ha dicho Tourtoulon, parece un sueño que se
realiza.
¡Adelante; que así renace la verdadera poesía; así
puede confiar en un dichoso porvenir!”
Esto escribí hace seis
años; la Asociacion general del Mediodía no ha prosperado; mas su
espíritu vive aún en Francia y en España.



(2.a)
PÁGINA
32 (del original en pdf).



La
Lonja. - Este elegante edificio, es modelo del arte ojival aplicado á
las construcciones civiles. Con instrumento público de 11 Marzo
1426, ante Bernardo Sala, notario, tomó el arquitecto mallorquin
Guillermo Sagrera la empresa de levantarlo por el precio de 22,000
libras; luégo se le abonaron 2500 más. “Es la lonja un edificio
rico y noble; en su interior resplandecen la majestad, el desembarazo
y la elegancia; en su exterior gózase de su originalidad y esbeltez;
y de aquella su disposicion particular que le constituye altamente
poético y pintoresco....; ahora que raras fábricas civiles de
aquellos tiempos han sido respetadas, ella es un monumento más
precioso, digno de una conservacion la más esmerada, y tal vez en su
género el primero de España.” (PIFERRER. Mallorca.)

(3.a)



PÁGINA
40.



EL
SEPULCRO DE LA B. CATALINA TOMÁS. - El incorrupto cuerpo de esta
bendita Santa mallorquina yace en una urna de plata y cristales. Fué
trasladado á su capilla del convento de Santa Magdalena de Palma, en
31 Agosto 1815. - A manera de trono se ve un nicho de figura
circular, al que se sube por una escalinata. Sostienen el techo,
artesonado de oro, ocho columnas estriadas de piedra de Santañí, de
órden corintio, con capiteles dorados. Sobre la última grada se
levanta un altar de mármoles, donde descansa la urna. El cardenal A.
Despuig costeó la obra; y fué su arquitecto Tomás Abrínes, y su
escultor Guillermo Torres. (FURIÓ. Panorama.)

(4.a)
PÁGINA
48.

Contra Lulio y la doctrina luliana se han esforzado en
declamar los dominicos, siguiendo al inquisidor Eymerich. En 1483 D.
Fernando V el Católico erigió la universidad literaria mallorquina,
con las mismas prerrogativas de que gozaba la de Lérida. Pero como
en ella había de leerse la doctrina luliana, se opusieron á su
fundacion los dominicos. Mandó el soberano que se zanjasen las
diferencias, disputando públicamente un lulista y un dominico. El
catedrático lulista Pedro Daquí, y el inquisidor Guillermo Caséllas
fueron los nombrados; y, en largas conferencias, á presencia del
obispo, cabildo, jurados y doctores, salió vencedor el lulista. El
dominico, despues de haber confesado delante de tan numeroso y
escogido concurso la bondad de la doctrina luliana, procuró molestar
a Daquí, por medio del inquisidor general; pero un procedimiento tan
extraño dió motivo para que se quitase temporalmente el tribunal de
la inquisicion á los dominicos de Mallorca. - En 1752 se suscitaron
reñidas disputas entre dominicos y lulistas, por no haber querido
asistir los primeros á una fiesta que se celebró en honor del B. R.
Lulio; y, despues de muchos altercados, recayó órden del gobierno
para que los dominicos fuesen privados de las cátedras que
desempeñaban en la universidad mallorquina.
(BOVER. Noticias).



(5.a)
PÁGINAS
74 y 80.

La
fiebre amarilla invadió á Palma en 1870, cuando la ciudad no había
podido aún reponerse de los estragos del cólera de 1865. - En 1870
hizo pocas víctimas; pero todavía se acordaban los ancianos de la
invasion de 1821, cuando la horrible fiebre quitó la vida á 5000
personas.

(6.a)



PÁGINAS
86 y 96.



VALLDEMOSA.
- Situada á unas 3 leguas al N.O. de Palma, en el corazon de la
sierra. Es conocida por lo saludable de su clima, por lo hermoso de
su cielo, por la belleza de su accidentado suelo, y por sus
monumentos artísticos. La Cartuja fué antiguamente un castillo
construido por el rey D. Sancho de Mallorca en 1321; el rey D. Martin
de Aragon, en 1399, hizo donacion del castillo al P. D. Pedro
Solánes, para fundar un monasterio de cartujos, que se conservó
hasta 1835.
- La iglesia moderna, de órden compuesto, se empezó
en 1735 dando la traza el arquitecto D. Antonio Mezquida; el insigne
Jovellános contribuyó con sus consejos á su embellecimiento, y fué
bendecida en 1812. Tiene excelentes pinturas de Juncosa.



(7.a)
PÁGINA
110.



MIRAMAR.
- El sepulcro del B. Raimundo Lulio es obra monumental. Se levanta en
oscura capilla del convento de San Francisco, de Palma. El maestro
Juan Llobet, verdadero fundador de la enseñanza luliana en Mallorca,
erigió á sus espensas la capilla, y trazó é ideó el diseño de
los adornos para el sepulcro. La capilla se acabó en Junio de 1448.
El escultor del sepulcro fué Mossen Francisco Sagrera, presbítero,
de la familia del inmortal Guillermo Sagrera, arquitecto de la Lonja.
En 9 de Setiembre de 1492, se depositó el cuerpo del B. Ramon en la
tumba, donde desde entónces es venerado. - Miramar está situado
cerca de
una ensenada, camino de Valldemosa á Deyá. Hace pocos
años se veían alli las ruinas de una pequeña iglesia, consagrada á
la Santísima Trinidad. Eran los venerandos, aunque olvidados, restos
del colegio de lenguas orientales, fundado en 16 de Noviembre de 1276
por el B. Raimundo. Allí se enseñó durante la edad media la
doctrina del célebre maestro; allí se estableció la primera
imprenta balear, en 1485. - Un ilustre extranjero, un modelo de
príncipes, S.A.D. Luis Salvador, de Austria, ha restaurado tan
gloriosa memoria. En 25 de Enero de 1877 se celebró allí el sexto
centenario de la fundacion del colegio. Permítaseme reproducir lo
que acerca de tan fausto acontecimiento escribí en El Porvenir de
Mallorca, (año 2.° n.° 4), al regresar de la fiesta literaria.



La
fiesta literaria, repetidas veces anunciada por los periódicos de
Palma, para solemnizar el sexto centenario de la fundacion del
colegio de Miramar por nuestro inclito compatriota el mártir Ramon
Lull; tuvo lugar el 25 del pasado Enero, día en que la iglesia de
Mallorca celebra la conversion á la piedad y á mejor vida del
expresado mártir.
Desde las primeras horas de la mañana, una
numerosa concurrencia de personas de todas clases y condiciones se
apiñaban al rededor del edificio y capilla, levantados en aquellos
pintorescos sitios por Su Alteza el Sr. Archiduque de Austria D. Luis
Salvador. Muchos vecinos de los pueblos de Valldemosa, Deyá y Sóller
acudían á la fiesta; y las elegantes señoritas de Palma alternaban
con las sencillas payesas de aquellos montes, formando un encantador
y animado conjunto. A las diez de la mañana empezó la justa
literaria, á la que asistían los principales vates mallorquines.
Desde principios del siglo XVI no se había visto reunido tal y tan
copioso número de literatos para cantar, en las dos lenguas, la
oficial y la materna, la gloria y exclarecidos hechos de Raimundo. En
un largo y espacioso salon, situado en el ala izquierda del edificio,
estaban colocados los señores del certámen, en la forma siguiente:
En el fondo varios personajes distinguidos; á la izquierda, como
formando el tribunal de esa corte de amor y buen decir, S. A. el
Archiduque, su Señora madre la Gran duquesa (duquosa) de Toscana, el
Sr General D. Miguel de la Vega Inclan, el Sr. Alcalde de Palma, y
otras personas representando corporaciones ó autoridades: junto á
la puerta de entrada se agolpaba el bullicioso pueblo, ávido de oír
los inspirados acentos de la poesía lulista: y en el centro y á la
derecha estaban sentados, en sendos sillones de construccion antigua,
formando paralelógramo al rededor de una preciosa mesa, los poetas y
literatos convidados.



A
invitacion del Sr. Archiduque, comenzó D. José María Quadrado á
leer su trabajo, consistente en una bien escrita Memoria histórica
de Miramar, en lengua castellana. Otros señores leyeron elegantes
poesías castellanas, entre los cuales recordamos á D. Juan Palou y
Coll, D. Antonio Frátes, D. Tomás Aguiló, D. Eduardo Infante, D.
Joaquin Fiol, D. Leon Carnicer, Don Francisco María Servera, D. Juan
O´Neille y D. Francisco Manuel de los Herreros. Leyéronse
igualmente hermosas composiciones mallorquinas de las señoras doña
Manuela de los Herreros de Bonet, doña Victoria Peña de Amer, y
doña Margarita Caymari de Baulo, renombradas poetisas de Palma, que
no pudieron asistir al solemne acto. Y la sala resonó con los
acentos, hora tiernos y melancólicos, hora enérgicos y entusiastas
de la Musa lemosina, de la antigua poesía trovadoresca, que parecía
cobrar nueva vida y entrar en el pleno goce de sus derechos
literarios, en aquel sagrado recinto, en donde se habían dado cita
el amor á la Religion, el estudio de la antigüedad y la adhesion á
la patria mallorquina, bajo las ramas de las encinas y de los olivos
seculares. Entre los señores que con sus dulcísimos versos
catalano-mallorquines tributaron elevado culto á Ramon Lull y á su
patria, recordamos á los casi todos laureados, vates D. Jerónimo
Rosselló, Don Gabriel Maura, D. Pedro de Alcántara Peña, D. José
Taronjí, Pbro. (el que escribe el libro), D. Bartolomé
Ferrá, D. Mateo Obrador, D. Tomás Forteza y D. Juan Alcover. No
pudieron asistir á la fiesta, pero enviaron bellas poesías
mallorquinas que fueron leídas con las demas, los señores D. José
Luis Pons, D. Miguel Victoriano Amer, Don Ramon Picó y Campamar, D.
Miguel Costa, y D. Onofre Prohens. Terminó el acto con la lectura de
una sentida carta castellana de D. Mariano Aguiló, quien desde
Barcelona decía no haberle sido posible concurrir á la solemnidad,
pero que se asociaba con toda su alma al espíritu general del
certámen. El Sr. Archiduque dió las gracias a los señores
reunidos, y declaró terminada la justa poética.



Los
poetas y personas convidadas recorrieron con el Sr. Archiduque los
deliciosos paseos de la posesion de Miramar. Las grandes arboledas,
los encrespados montes, las azuladas olas que se pierden á lo léjos
en la vasta llanura de los mares, el sol que desde Occidente difundía
entre las brumas quebrados rayos de misteriosa claridad, sobre los
declives de los montes y los rasgados peñascos de las playas; todo
elevaba el alma, todo absorbía la imaginacion, hácia un mundo ideal
de belleza y de recuerdos. Parecía que la augusta sombra de Ramon
Lull bajaba á conversar con sus queridos discípulos, al cabo de
seis siglos. Todas las poesías habían nombrado á Ramon Lull; todas
las imaginaciones le tenían presente. ¡Que el insigne sabio, desde
el cielo, su eterna patria, bendiga aquellos sitios y estos
esfuerzos!
“A las dos y media de la tarde el Sr. Archiduque
obsequió á sus convidados con una comida; en la que reinaron la
mayor cordialidad, la más dulce expansion y las afecciones más
simpáticas y puras.



Al
despedirse del Sr. D. Luis Salvador y de su señora madre la Duquesa
de Toscana, los baleares que en aquellos salones habían sido tan
caballerosamente obsequiados, llevaban la conviccion de que los
actuales poseedores de Miramar son mallorquines de corazon, y que
están dispuestos á hacer en beneficio de Mallorca y á honor de
Ramon Lull todo lo que pueda concebir su ilustrada inteligencia. En
nombre de todos, el decano de los poetas mallorquines, entregó al
Sr. Archiduque una poesía laudatoria, dedicada á Su Alteza y
firmada por los demas literatos. Y cada uno de estos señores,
recibió de manos de Su Alteza una medalla conmemorativa del sexto
centenario de Miramar. Esta medalla es de metal blanco, perfectamente
acuñada; en el anverso lleva el busto del beato mártir con esta
inscripcion: Ramon Lull. - 1276 -; en el reverso lleva un alto
relieve representando la posesion y la ermita, con este lema: Miramar
-1876. -”



(8.a)
PÁGINA
126.



Deyá.
- Villa á 5 leguas al N. de Palma. En arábigo significa cortijo. En
tiempo de la reconquista pertenecía con Muza ó Valldemosa (vall
de Muza
), á la antigua Buñona, (hoy Buñola), que era cabeza de
uno de los 12 distritos en que los árabes dividieron la Isla.



(9.a)
PÁGINA
136.



SÓLLER.
- Pintoresca é industriosa villa, situada á 4 leguas al N. de
Palma, en un valle de naranjos y limoneros, rodeado de elevadísimas
montañas que se abaten repentinamente en el cerrado puerto. La
configuracion de éste recuerda los más risueños lagos de Suiza é
Italia.



(10.a)
PÁGINA
144.

LA MUERTE DE LOS NARANJOS. - Una desastrosa enfermedad
mataba los naranjos de Sóller, cuando escribimos esta poesía. La
tristeza dominaba los ánimos; sin embargo, los industriosos hijos de
Sóller no se han dejado abatir por el infortunio; y recorren hoy las
ciudades del litoral español y francés, buscando en el comercio lo
que la naturaleza se propuso al parecer negarles. Bien por ellos.

(11.a)
PÁGINA
162.



BINISALEM.
- Está situada á 4 leguas al E. de Palma Antes se llamó Rubines.
La iglesia se edificó en el siglo XVIII. El P. Cayetano de Mallorca
dice que esta iglesia es una de las más bellas alhajas de estas
islas. Su arquitecto fué Bernardo Cabrer.



(12.a)
PÁGINA
164.




RAXA.
- Este predio dista de Palma 2 leguas y media, camino de Sóller. En
tiempo de los árabes se llamó Araxa, y está contiguo á otros
predios que áun conservan el nombre de aquellos invasores, como son
Beni Atzar y Alfabia. El eminentísimo señor Don Antonio Despuig, de
la casa de Montenegro, descubrió, en 1787, en los campos romanos de
Arriccia, en el sitio donde Domiciano dedicara magnífico templo á
la ninfa Egeria, la mayor parte de las preciosísimas esculturas y
fragmentos del arte clásico, que, con lo adquirido de otras partes,
trajo á Mallorca, su patria. Así se fundó el celebrado museo de
antigüedades, uno de los primeros de Europa.



(13.a)
PÁGINA
168.



LLUCH.
- La pequeña antiquísima imágen de la Vírgen, fué hallada por un
pastorcillo en 1238, en el fondo de un lúcus o bosque sagrado. Al
principio, se la dedicó una capilla; luégo los templarios le
cedieron porcion de un predio, en 1270. Tomás Tomás, prohombre de
la casa, en 1456 le cedió otro predio; y Calixto III en el mismo año
erigió allí un colegio de sacerdotes, confirmado en 1465 por
Alejandro VI. Clemente VII en 1551 dió las actuales constituciones.
Ademas del prior y sacerdotes del culto, tiene 20 estudiantes de
latin y música. La obra actual es del siglo XVI. En sus espaciosas
crujías hospédanse continuamente multitud de peregrinos baleares.




(14.a)
PÁGINA
174.

LA VICTORIA. - Es un cerro que termina en el promontorio
del Pinar, al N. E. de la Isla. Encima hay la ermita de la Vírgen de
la Victoria, llamado así desde la época de las germanías. A un
lado está la ciudad de Alcudia en el fondo de su bahia, y al otro en
otra bahía la graciosa villa de Pollenza. - Alcudia es nombre árabe
que significa altozano; Pollenza, nombre latino, que significa poder,
(de pollens), como que Pollentia era, (segun dicen algunos), la
capital de la isla, y colonia romana.
La Vírgen fué hallada
tambien por un pastor. - En 1405 D. Luis de Prádes concedió al
ermitaño Diego que pudiese celebrarse misa en la capilla. En 1523
habitaron allí frailes carmelitas. Por una victoria que los de
Alcudia obtuvieron contra los comuneros, en 1522, se le dió este
nombre á la Vírgen.

(15.a)
PÁGINA
180.



RANDA.
- El cerro de Randa forma un doble cono truncado, á 3 leguas al E.
de Palma. El santuario de Gracia está á la ladera del S., engastado
en la roca. El P. Miguel Galmés, lo edificó en 1497, construyendo
oratorio y hospedería. La nueva iglesia data de 1644.
- Sobre el
peñasco descuella la ermita de San Honorato, fundada en 1394 por el
ermitaño Arnaldo Brull. - En la parte más elevada del cerro vense
las ruinas del colegio de Ntra. Sra. de Cura, donde enseñaron
famosos lulistas, (Boil, Pelagio, Daquí, Llobet, Libanio). - El
viajero debe visitar la cueva de Lulio, y la mata escrita, en cuyas
hojas parecen leerse, (segun cuentan), los nombres de Jesus y María,
en caractéres hebreos, grabados por Lulio. Los reyes católicos, y
el B. Juan de Ribera quisieron tener hojas de este lentisco. - Al

(aquí salta de la página 545 a la 550).




ÍNDICE
(se omite).



FIN DE LA OBRA.





ERRATAS
Y CORRECCIONES.



Página Línea Dice Debe
decir.



(respecto
al original en pdf
)



4 13 arpa harpa



24 27 Abg
reu Ab greu



40 8 Sus
lo sepulcre Vora´l sepulcre



52 13 Totxa Xotxa



60 25 Donzelles
y dorades Donzelletes y orades.



80 2 VII VIII



111 4 quec
ompuso que compuso



121 2 Oh
tú, que nos escuchas, histórica ruina
Oh tú, histórica
ruina
142 17 1876 1868



154 25 voltons voltors



157 15 re
recoge se esconde



163 11 piedra
fría, piedra parda,
166 9 cristalina cristallina



180 15 voluntad voluntat



192 11 La
vida amor. La vida amor;
193 11 La vida amor. La vida
amor;
194 9 Yá Morey y á Salvá los inspiraren



Y
á mestres mallorquíns los inspiraren



195 8 á
los maestros Morey y Salvá á maestros
mallorquines,
288 10 Que´l pur oratje Qu´ab los
oratjes
id. 11 del cel me trau; del cel baxau;
321 5 a
llamarada la llamarada



322 8 trits! trist!

440 2 la encreuat l´encreuat



512 15 esperitual espiritual



526 7 ó
balear ó balear,
id. 23 OBSERVACION, 2.a OBSERVACION 2.a



527 14 valensianos valencianos



id. 17 taliano; italiano;