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domingo, 28 de junio de 2020

CAPÍTULO XVII.


CAPÍTULO XVII.

Del estado de las cosas de España después de muertos Mandonio e Indíbil; y de Belistágenes, príncipe de los ilergetes.

La muerte de Mandonio e Indíbil y el castigo de sus ilergetes sosegaron de tal manera a España, que pasaron más de cuatro años después que no hubo en ella ningún movimiento; y así no queda que escribir de estos tiempos. Solo diré, según se infiere de los autores, que era ya diferente el gobierno romano de esos tiempos, de lo que en tiempo de los Scipiones: ya aquella mansedumbre de ellos se era trocada en rigor, y la liberalidad en codicia, y todo su pensamiento juntar oro y plata para llevarlo a Roma y meterlo en el erario público, y enriquecerse los capitanes y soldados que acá residían: y según se saca de Tito Livio y otros autores, es increible la cantidad de marcos de plata y oro que pasaron a Roma; y refiere Polibio, de quien lo tomó fray Juan de Lapuente, que solas las minas de Cartagena daban a los romanos cosa de tres mil escudos cada día; y toda aquella abundancia de oro y plata que había en ellas, de que hablamos al principio, no era bastante a saciar los ánimos de los romanos, cuyas Indias era España. Por esta codicia y otros muchos agravios que cada día recibían los naturales, no pudo perseverar muchos años el sosiego en que quedó después de muertos Mandonio e Indíbil. Levantábase ya una parte de España, ya otra, así que siempre habían de estar los romanos con las armas en las manos; y hubo muchas batallas campales, en que murieron muchos millares de los unos y de los otros. Pareció al senado romano, que esta provincia de la España Citerior, que comprendía Cataluña y Aragón, Valencia y mucha parte de Castilla, que había sido hasta ahora pretoria, por haberse gobernado por pretores, fuese consular y se gobernase por cónsules, cuya autoridad y poder eran mayores. Enviaron a ella con poderosa armada a Marco Porcio Caton, a quien después llamaron el Censorino, por haber sido censor en Roma que era cargo de grande importancia y preeminencia, y haberle gobernado con grande integridad, así como los demás oficios que tuvo de aquella república. Llegado en los mares de Cataluña, dio sobre el castillo y villa de Rosas, donde se habían fortificado unos catalanes (se les conocía por la barretina y el espetec en la boca), y no se le querían rendir y habían tomado las armas; y después de haberles dado combate, se rindieron, y quedó aquella plaza por el senado romano, y Caton (a partir de ahora pondré Catón) puso en ella guarnición de soldados romanos (que ya hablaban catalán, por supuesto, era imprescindible para opositar a la plaza).
De aquí pasó con todo su ejército a la ciudad de Empurias, que estaba dividida en dos cuarteles o partes: la que miraba a la mar, habitaban griegos y marselleses que habían quedado de aquellos pobladores que vinieron a España; la otra parte habitaban españoles, y había un fuerte muro que dividía los unos de los otros, y solo había una puerta de la una parte de la ciudad a la otra. Los griegos eran gente que vivían de la mercancía y eran amigos de todos; y luego que llegó Marco Porcio Catón, le abrieron las puertas y se declararon amigos del pueblo romano: pero los españoles, que estaban a la otra parte de la ciudad, le cerraron las puertas y se hicieron fuertes en su ciudad, declarándose enemigos del pueblo romano. Corrió la gente de Catón el campo, talando y quemando todo cuanto halló, y asurado de los vecinos y desviado el socorro que les podía venir, puso con su gente cerco a la ciudad.
Cuando pasaba esto, aunque todas aquellas comarcas vecinas de Empurias estaban quietas y no había nadie que se osase mover, por temor del ejército vecino; dentro de Cataluña (ya tenían estelada entonces) y a las partes de los pueblos ilergetes estaban más alborotados (abalotats) que cuando vivían Mandonio e Indíbil, y todas aquellas gentes querían que alguno de los más principales de aquellas regiones se levantara, y todos juntos hicieran guerra a los romanos y los echaran de la tierra. Era príncipe o rey de los ilergetes un caballero a quien Livio llama Belistágenes (bellum, bélico : guerrero, guerra, etc.), y a lo que conjeturo, había heredado los estados de Mandonio e Indíbil, o estaría casado con alguna de las hijas de éste. Este caballero, escarmentado de las desdichas que habían acontecido años atrás a los señores ilergetes, y que por una victoria que ellos tuvieran, los romanos las tuvieron sin número, y era escupir al cielo, pues, a la postre, todo redundaba en daño y destrucción de los mismos españoles; aunque sus vecinos se habían declarado ya contra Roma, él estaba a la mira de todo. Enojáronse los vecinos y le amenazaron que, si no seguía su opinión, volverían la guerra contra él y su tierra y la talarían, pues más estimaba ser amigo de los romanos, que valer a sus paisanos. Estas amenazas le turbaron algún tanto, y más viéndose sin fuerzas para poder resistirles, si era que volviesen la guerra contra él. Para remediar estos peligros, envió a un hijo suyo con otros dos embajadores a Catón, lamentándose que por no haber ellos querido seguir en el levantamiento contra los romanos a los otros sus vecinos, ahora ellos les destruían su tierra y les combatían las fortalezas donde se habían recogido, y que ninguna esperanza tenían de poder resistirles y escapar de este peligro, si no les enviaba el cónsul socorro; y que les bastaban cinco mil soldados, pues con estos solos que allá fuesen al socorro, los enemigos sin duda no osarían esperarlos. Respondióles Marco Catón, que verdaderamente le lastimaba verlos puestos en tal peligro, y con tanta congoja y miedo de su perdición; mas que teniendo tan cerca los enemigos con grandes ejércitos, y siéndole forzado pelear en campo abierto muy presto con ellos, él no tenía tanta gente, que osase ni pudiese seguramente partir sus fuerzas y su poder, con darles alguna parte de sus soldados. Oída e triste respuesta, dice Livio, flentes ad genua consulis provolvuntur, que llorando y con la mayor amargura se echaron a los pies de Catón, suplicándole con lágrimas, que no les desamparase en una miseria tan cruel, que ¿dónde habían de ir, si los romanos no les favorecían, que ya no tenían amistad de nadie ni les quedaba otra esperanza? « Muy bien pudiéramos, decían ellos, hallarnos fuera de este peligro y angustia, si quisiéramos ser desleales a los romanos y conjurar con los otros españoles, mas ni las crueldades con que nos amenazaban, ni los peligros que nos representaban tan ciertos como ahora los vemos, no nos pudieron mover de la fé que una vez os dimos, con la esperanza que teníamos de nuestra seguridad en solo vuestro socorro, y si es que lo neguéis, hacemos testigos a los dioses y a los hombres que forzados, por no sufrir lo que los de Sagunto, faltaremos a la fé y amistad, y moriremos antes con los otros españoles, que solos. »
Con todo esto no les dio Catón aquel día respuesta, y la noche la pasó muy congojado y pensativo: no quería faltar a los amigos en tiempo de tan estrecha necesidad; y por otra parte no quería quitar nada de su ejército, porque haciendo esto, o le era forzado dilatar la batalla que deseaba dar luego, o si pelease era cierto su peligro, por la falta de la gente. Resolvióse en fin en no dar nada de su ejército, y a los embajadores gran esperanza y muestra de socorro. Saepè enim, dice Livio, vana pro veris, maximè in bello, valuisse; et credentem se aliquid auxilii habere, perindè atque haberet ipsa fiducia, et sperando atque audendo, servatum. Porque, dice Livio, en la guerra muchas veces lo fingido vale por verdadero, y los que creen que tienen algún socorro, así como si lo tuviesen, con la esperanza, osando y esperando se defienden. Con esta resolución el día siguiente llamó a los embajadores y les dijo que quería tener más respeto al peligro de los amigos, que no al suyo en que había de quedar socorriéndoles. Mandó luego que la tercera parte de su ejército aparejase lo necesario y cociese pan para embarcarse al tercer día, y mandó volver a Belistágenes sus dos embajadores, para que le diesen aviso de aquello; y para estar más seguro de él y de sus ilergetes, se detuvo a su hijo, haciéndole fiestas y mercedes. Pero los embajadores no se partieron de allí hasta ver la gente embarcada, y después publicando el socorro por cosa cierta, no solo lo hicieron saber a los suyos hinchéndoles de buena esperanza; mas también la fama de él llegó a los enemigos y los acobardó de manera, que dejaron de dañar a Belistágenes y a los ilergetes: y Catón, contento de haber librado con aquel ardid a sus amigos, mandó desembarcar la gente, porque el ejército de los españoles llegaba ya a la vista de la ciudad de Empurias, y Catón pensaba darles la batalla lo más presto que fuese posible: y las cosas y tratos que pasaron, y sucesos que tuvieron, cuentan Livio y todos los autores, y por ser hechos que no pertenecen a los pueblos ilergetes, los dejo.

CAPÍTULO XI.


CAPÍTULO XI.

Varios sucesos de los Romanos y Cartagineses en España: cóbranse los rehenes que estaban en poder de Cartagineses, y otras cosas notables que acontecieron en ella, y muerte de los Scipiones.

No por haber tenido los cartagineses la rota y pérdida que referimos, perdieron el ánimo ni los pueblos amigos y confederados suyos les osaron dejar y pasarse a los romanos; porque los cartagineses, como hombres astutos y sagaces y que fiaban poco del amor de los españoles, les habían tomado rehenes y llevado a Cartagena, donde les tenían en muy buena custodia, y entre otras personas de cuenta que tenían, eran la mujer de Mandonio y dos hijas de Indíbil, mozas y muy hermosas; y con tales prendas estaban muy más seguros de los pueblos y ciudades confederadas, que si les echaran a cada una mil presidios.
Después de la retirada de Mandonio, tuvieron los romanos varios sucesos en España, que cuentan Livio, Florián de Ocampo, Medino, Pujades, Mariana y otros muchos autores. Fue entonces la venida desde Roma de Publio Cornelio Scipion por capitán en España, hermano de Neyo Scipion Calvo, con treinta naves y en ellas mil ochocientos soldados romanos, con muchos bastimentos y vestidos para los soldados que estaban en España, que necesitaban de ellos. Fue asímismo la venida de Hanon, capitán cartaginés, con cuatro mil infantes y quinientos caballos para engrosar el ejército de Asdrúbal. Destruyóse del todo la población o ciudad que llamaban Cartago vieja, que es donde hoy está Villafranca del Panadés, pueblo harto conocido en Cataluña, edificado por los dos hermanos Scipionés de las ruinas de la antigua Cartago, y quitándole este nombre en odio y por borrar y perder la memoria de los cartagineses, le dieron el de Villafranca, por los muchos privilegios e inmunidades y exenciones con que la adornaron; pero no bastó esto, porque la industria humana no basta a borrar memorias viejas, si el tiempo no ayuda a tales diligencias, antes cuanto más se quiere poner olvido, más se despierta la memoria de la cosa aborrecida. ¿Quién más aborrecido entre los gentiles, que aquel Erostrato que quemó el famoso templo de Diana de Efeso, y puesto en el potro, dijo haber hecho tal incendio por perpetuar su nombre y fama? y aunque so graves penas pusieron silencio a todos, mandando que no se le nombrase, no hay hoy persona de mediocres letras que lo ignore. Barcelona, ciudad principal de España, tomó el nombre de los Barcinos, linaje cartaginés, y así era nombrada (Barcino : Barchinona : Barcinona : Barçilona, Barcelona, etc.): no quisieron los Scipiones que nombre para ellos tan aborrecido como era el de los Barcinos, se perpetuara en ciudad tan insigne; metieron en ella nuevos pobladores de Italia, llamados Faventinos, y la nombraron Favencia, y así la nombra Plinio y otros, pero no pudo durar tal nombre, antes quedó olvidado, y la ciudad se quedó con el que le dieron los cartagineses, y el poder de los romanos, que sojuzgó el mundo y dejó memoria de su valor, no fue poderoso para hacer olvidar el nombre de un pueblo, antes bien a pesar de ellos persevera el nombre y memoria del linaje y familia de su fundador. Aconteció también en estos mismos tiempos la ruina y destrucción de otra ciudad llamada Rubricada, que era del bando cartaginés, y estaba al poniente del río Llobregat (Lubricati), ora sea a la orilla del mar, ora en el lugar de Rubí, junto al monasterio de San Cugat del Vallés, del orden de San Benito. (San Cucufato o Cucufate : Sant Cugat).
Puso cerco a la ciudad de Sagunto que tan valerosamente se había defendido del poder cartaginés, y por no ser socorrida, se perdió: ésta estaba muy fortificada, y en ella había mucha riqueza, y la mayor de todas era las arras o rehenes que tenían en ella guardadas los cartagineses de los españoles sus amigos y confederados, y esta era la mejor fuerza con que tenían sujetos los más pueblos de España. La traza que tuvieron los Scipiones para tomarla fue esta: había un caballero español llamado Acedux, a quien habían encomendado la guarda de aquella ciudad, y había * aquel punto seguido el bando cartaginés, y cansado de sufrir sus violencias, quería pasarse al romano y dar libertad
a todas las personas que estaban por rehenes en aquella ciudad; porque airados los cartagineses de su mudanza, descargasen su ira sobre aquellos inocentes que estaban en su poder. Por esto se salió de la ciudad, y fue a hablar a Bostar, capitán cartaginés, que con poderoso ejército estaba en la campaña para impedir que los Scipiones no se llegaran a ella, y le dijo que convenía mucho dar libertad a los españoles, porque con aquella hidalguía obligarían a los pueblos a quedar firmes en su devoción, y les valieran en aquella ocasión que necesitaban de amparo y socorro, porque el bando cartaginés estaba algo menguado. Pareció esto bien a Bostar, y asignaron hora para salir de la ciudad, y lugar donde había de llevar los rehenes. Hecho esto, luego Acedux fue a decirlo a los Scipiones, y concertó con ellos que a la noche siguiente pusiesen guardas en el camino, y que él pasaría con rehenes, y tomarlashian, y con ellas ganarían la voluntad de toda España, restituyéndolas a sus pueblos. Con este concierto se efectuó todo puntualmente, y las rehenes fueron tomadas, y las enviaron a sus tierras, y fue muy grande la alegría de toda España, y mayor el amor que todos a los Scipiones concibieron; y era cierto que si los romanos quedaran allí donde estaban, todas las ciudades que habían cobrado sus rehenes se alzaran y tomaran las armas en su favor; mas como el invierno era cercano, contentos con lo hecho, se volvieron a Tarragona, y allá ennoblecieron aquella ciudad reedificándola con gran cuidado, y circuyéndola de fuertes murallas y torres, levantando grandes edificios y acueductos y solemnes templos que aún parecen y queda rastro de ellos, que designan que tal era aquella ciudad, cuando salió de las manos de los Scipiones.
Llegó por estos tiempos orden a Asdrúbal que, dejadas las cosas de España a Amilco, capitán cartaginés que había venido de Cartago, se pasase a Italia, porque juntado con Aníbal, los dos destruyesen la ciudad de Roma; pero a lo que Asdrúbal se partía de España, fue impedido de los Scipiones, que no muy lejos del río Ebro le salieron al encuentro y dieron batalla, cuya victoria quedó por los romanos. Esta rota fue presto remediada, porque llegó poco después de ella Magon Barcino con veinte y dos mil hombres de a pie, mil quinientos caballos, once elefantes y muy gran cantidad de plata para hacer soldados, con que quedara del todo olvidada la pérdida pasada, si no los lastimara una muy cruel peste que vino a España y mató gran número de personas, y entre ellas Hamilce, mujer del gran Aníbal, y Haspar, su hijo; y estas muertes causaron que muchos pueblos que estaban por los cartagineses, se pasaron al bando romano. En estos tiempos fue ennoblecida la ciudad de Barcelona con fuentes, cloacas y otros edificios que hicieron en ella los Scipiones, cuyos rastros aún duran. Con estas prosperidades y buena fortuna, que siempre fue compañera de estos dos hermanos, y valiéndose de los soldados y amigos que tenían en España, quisieron echar de ella a los cartagineses; pero no salió como quisieron y pensaban, porque a la postre les vino a costar a los dos la muerte.
Había entonces en España tres valerosos capitanes cartagineses: estos eran Asdrúbal Barcino, Asdrúbal Gison y Magon. Estos supieron los pensamientos de los Scipiones; y para mejor resistirles, se fortificaron todo lo posible, llamaron en su ayuda a Indíbil, su amigo, y aunque hasta ahora había estado a la mira de todo sin meterse en las guerras pasadas, no pudo en esta ocasión tan apretada negar a los cartagineses lo que le pedían, porque, según se infiere de Tito Livio y veremos en su lugar, sus hijos y su cuñada, mujer de su hermano Mandonio, estaban detenidas en Cartagena en rehenes. Deseaba Indíbil echar los romanos de España, y hacer después lo mismo de los cartagineses, a quienes en esta ocasión prometió todo su favor y poder, que era mucho (por no poder hacer otra cosa); y acudió con muchos ilergetes y cinco mil suesetanos, que eran de una región de Aragón muy cercana a los pueblos ilergetes; y porque viniesen de mejor gana, les pagó de antemano.
En África buscaban los cartagineses sus favores. Reinaba un rey llamado Gala en una parte de ella, que era la más vecina a Cartago de la parte de poniente: era este rey muy amigo de los cartagineses, y la amistad estaba atada con vínculos de parentesco, porque Masinisa, hijo suyo, había casado con Sofonisba, hija de Asdrúbal Gison. Este, para valer a su suegro, pasó a España con siete mil infantes y quinientos jinetes, y desembarcó en Cartagena, 209 años antes de la venida de nuestro Señor al mundo. Fueron grandes estos socorros, y la parte cartaginesa sobrepujó a la romana: los vecinos del Ebro, que eran los celtíberos, estaban divididos, los unos por Roma, los otros por Cartago; y estos acordaron de no moverse, mientras los que estaban por Roma estuviesen quietos y sosegados. Serían estos pueblos de la Celtiberia muy poblados, porque eran más de treinta mil hombres los que se declararon por los romanos.
Deseaban mucho los cartagineses ocasión de topar con los romanos, porque confiaban de su poder y de los celtíberos, sus amigos: los romanos no menos confiaban de su buena fortuna y poder, andando los unos en busca de los otros; y por mejor comodidad, dividieron sus ejércitos de manera, que Asdrúbal Gison, Masinisa y Magon tomaron parte del ejército cartaginés, y Asdrúbal Barcino la otra. Los Scipiones hicieron lo mismo: Publio Cornelio tomó las dos partes, y Neyo Scipion, su hermano, la otra; y con los treinta mil celtíberos, que era lo mejor que llevaba, se fue en busca de Asdrúbal Barcino. No pasó mucho tiempo que el uno estuvo en vista del otro, y solo había entre los dos un pequeño río que les dividía. Asdrúbal mandó que los celtíberos que llevaba embistieran a los de los romanos, y por otra parte envió algunos de los celtíberos de su ejército a los que estaban con Scipion, para persuadirles que dejasen la amistad romana, y ya que no quisiesen valer a los africanos, a lo menos no les dañasen, pues Asdrúbal y sus hermanos eran hijos de española, y casados con españolas. Esto lo supieron negociar con tal arte que luego aquellos treinta mil celtíberos dejaron a Scipion y se volvieron a defender y cuidar de sus casas y haciendas; y por más que Neyo Scipion se lo rogó que no se movieran, fue su trabajo vano, porque decían que no querían pelear contra sus naturales y parientes, ni dejar perder sus casas y haciendas. Quedó Neyo Scipion muy sentido de esto, y muy flaco su ejército; y con la poca gente que le había quedado, se retiró, con intención de juntarse con su hermano. Asdrúbal Barcino ya había pasado el río, y con toda diligencia iba tras de Scipion, deseoso de pelear con él.
Mientras pasaba lo que queda dicho, Publio Cornelio Scipion caminaba con su ejército contra Asdrúbal Gison y Magon, sin saber que Masinisa estuviese con ellos, antes, bien cuando lo entendió, quisiera no haber tomado tal empresa, y tuvo gran alteración, y esta se le aumentó, cuando vio que no rehusaban la batalla. Llevaba Masinisa unos soldados tan diestros, que apenas salía alguno del real de Scipion para leña, o forraje o por otros menesteres, que luego estos soldados no le matasen o cautivasen. a lo que estaba con estos trabajos Publio Cornelio Scipion, llegó Indíbil con siete mil quinientos hombres, que, como dice Livio los cinco mil eran suesetanos y que eran del reino de Navarra, y los demás eran ilergetes. Publio Cornelio Scipion quiso estorbarles que se juntasen con los demás, confiando que él era bastante para vencer a Indíbil y sus ilergetes y suesetanos, y dejando encomendado el real, con alguna guarnición, a Tito Fonteyo, capitán romano, salió a media noche a combatir con Indíbil. La caballería africana que corría el campo tuvo noticia de esto, y luego dieron aviso al ejército cartaginés, y acudió con tal presteza y diligencia, que llegaron a la que querían pelear Publio Cornelio Scipion e Indíbil. Fue grande la matanza que hicieron en los romanos: Scipion, que les iba animando y exhortando que muriesen como buenos soldados, fue herido con una lanza en el costado derecho, que le salió al izquierdo, con que cayó del caballo, y luego le dieron muchas y muy grandes heridas, con que dio fin a sus días; y los cartagineses que estaban junto a él, viéndole caer del caballo, mostraron sobradas alegrías, y publicaban a grandes voces su fallecimiento por toda la batalla, con la cual nueva no faltó cosa para quedar absolutos vencedores; y los romanos, abiertamente vencidos, comenzaron a huir, como mejor pudieron, y parte de ellos acudió al real de Tito Fonteyo, y muchos a una ciudad llamada Iliturge (I mayúscula, ele), y otros hasta Tarragona, y fue doblado más número los muertos en el alcance, que cuantos faltaron en la pelea. Los españoles suesetanos y su capitán Indíbil y sus ilergetes fueron tenidos en gran estima, por haber esperado con tan poca gente a tantos romanos contrarios, no queriendo retirarse ni desviar la batalla, puesto que lo pudieran muy bien hacer sin perder algún punto de su buena reputación. Después de esto y haber refrescado la gente de Indíbil, se juntaron con Asdrúbal Barcino, que estaba en un lugar que Livio llama Astorgin (1: Anitorgis, Alcañiz, según Cortés), donde fueron recibidos con el contento que tan buenos sucesos como habían tenido podían causar. (Según el libro del padre Nicolás Sancho: En ella probamos con gran copia de datos y argumentos el sitio preciso de aquella Ciudad, y la mucha probabilidad que tiene la opinión de que la antigua Anitorgis de la Edetania corresponde a Alcañiz. Con cuyo motivo damos en el quinto Apéndice de la Sección segunda, muchas y curiosas noticias de las Ciudades, límites y circunscripciones de la Celtiberia y de la Edetania, según las respetables autoridades de Plinio, Estrabon, Ptolomeo, Tito Livio, y otros geógrafos e historiadores de conocida fama y reputación.)
La nueva de tan gran pérdida no había aún llegado a noticia de los otros romanos, aunque, según dice Tito Livio, había entre ellos un triste silencio y una secreta divinacion, (adivinación, presentimiento) cual suele ser en los ánimos que adivinan el mal que les está aparejado; y los sobresaltos que daba el corazón de Scipion, y sustos que tenía, eran indicios ciertos, no solo de lo que pasaba, mas aún de las desdichas e infortunios que le estaban aparejados, y presto le habían de venir. Íbase retirando con su ejército, caminando siempre de noche, hacia el río Ebro, donde hoy es Zaragoza (Caesaraugusta, Sarakusta); pero apenas fue partido, cuando tuvo sobre si los caballos númidas, que ya por los lados, ya por las espaldas, le iban picando. Entonces Scipion, que ya tenía sobre si todo el poder de los cartagineses y númidas, que con Masinisa e Indíbil le apretaban, se alojó con toda su gente en un montecillo no muy bien seguro; pero de los que había alrededor este era el más alto. Subidos aquí, tomaron en medio cuantos impedimentos y fardaje traían y juntamente los caballos, y puestos a pie todos sus dueños mezclados con el peonaje, rechazaban con poca dificultad, y sin tener otro reparo por los rededores, el ímpetu de los caballos berberiscos y jinetes númidas que siempre les daban rebato; mas como después llegaron los capitanes cartagineses con Masinisa e Indíbil, conoció Scipion cuán vano era trabajar en retener aquella cumbre o montecillo, no poniendo baluartes al rededor o fosas o vallados, e imaginaba con gran vehemencia, qué modo tendría para hacer alguna defensa. La cuesta, de su propiedad era rasa, de suelo pelado, tan duro y tan desolado, que ni criaba leña ni rama donde pudieran cortar maderos para los palenques, ni tenía céspedes o tierra de que hacer paredones ni reparos, ni mostraba disposición a las cavas o trincheras, y finalmente no hallaron aparejo de poder obrar algo con que se remediasen. Menos había malezas o pasos o riscos dificultosos de ganar, de subida trabajosa, cuando los enemigos llegasen; porque todo aquel montecillo precedía (o procedía, no se lee bien) llano, sin casi lo sentir, hasta dar en la cumbre. Queriendo suplir este defecto, comenzó Neyo Scipion a formar una semejanza de reparo por el circuito, con albardas y líos de los mulos que traían el fardaje, sobreponiéndolas muy bien atadas unas con otras, conformes al tamaño que solían tener en sus baluartes acostumbrados y verdaderos; y donde faltaban albardas y líos, metían ropas o cualesquier impedimentos que hiciesen bulto, por no parecer que de ningún cabo les menguaba. Lo tres capitanes cartagineses, al tiempo que llegaron, guiaban sus escuadrones contra lo fuerte de la cuesta, muy determinados a lo combatir, y la gente del ejército respondía con buena voluntad a su determinación, sino que la nueva manera del reparo, cuando lo vieron desde lejos, les hizo dudar algún tanto, creyendo ser defensa más brava. Sus principales y caudillos, viéndoles así parados, discurrían por las batallas enojados de su detenimiento; preguntábanles a voces: en qué se paraban; cómo no deshacían con los pies aquel espantajo romano; pues a mujeres o muchachos no se podía defender, cuanto más a tan denodados varones cuanto venían allí; que si bien mirasen los enemigos, que vencidos eran; escondidos que estaban tras de aquellas albardas pajizas, en llegando se darían a prisión o serían degollados a mano y sin pelea; que pasasen adelante, y no se detuviesen ni mostrasen pavor de tanta vanidad. Estas reprehensiones voceaban los capitanes africanos en menosprecio del reparo romano; pero verdaderamente venidos al toque, más difícil hallaron el saltar las albardas y líos, de lo que publicaban al principio, por estar entre si bien atadas y túpidas en harto buena alzada, y tras ellas haber hombres valientes y guerreros que todavía tenían ventaja centra quien llegase por defuera, como pareció casi luego que fueron acometidos, que solamente para romper líos y hacer entradas hubo menester grandes acometimientos, y se tardaron largas horas: mas al cabo, derrocados los reparos en muchas partes y metida la furia cartaginesa por ellos, ganaron el real de todo punto, sin poderlo valer Neyo Scipion. Allí sus romanos, hallándose pocos, atemorizados y confusos, morían despedazados por diversos lugares a mano de los cartagineses y de los españoles confederados, que venían muchos en cuantidad, ufanos y victoriosos con el buen despacho de la batalla pasada. Pudieron huir algunos romanos en los montes y sitios fragosos que no caían lejos, y por algunas partes acudían pocos a pocos, fatigados y heridos, al otro real, que fue de Cornelio Scipion, donde Tito Fonteyo, su lugarteniente, les amparó con la diligencia que bastaba su posibilidad, mas no para que dejasen de morir en todos estos caminos muchos buenos romanos y diestros. Con ellos pereció también su capitán mayor Neyo Scipion, dado que la manera de su muerte traten discrepantemente Livio y nuestros cronistas: unos certifican ser hecho pedazos entre los primeros; allá dentro del reparo, cuando se rompieron las entradas por los líos y defensas ya declaradas; dicen otros haberse retraído con unos pocos en una torre desierta cerca del real, y que los cartagineses al principio, no pudiendo quebrar las puertas al desquiciarlas a fuerza, las pusieron fuego por el rededor, y quemándolas, mataron dentro cuantos en ella quedaban, y también al capitán general. Como quiera que sea, murió de esta vez Neyo Scipion, según debía morir un caballero muy excelente, siendo pasados veinte y siete días después de la muerte de su hermano, y siete años cumplidos y pocos mes adelante, después de su venida a España. De esta manera tuvieron fin los dos hermanos Neyo Scipion y Publio Cornelio Scipion, sin valerles su saber y disciplina militar y la buena y próspera fortuna que siempre les fue compañera, aunque en la mayor necesidad se les volvió adversa. Esparciéronse los pocos romanos que de aquellos encuentros escaparon por España, sin hallar lugar cierto y seguro donde recogerse, porque como eran tan aborrecidos de los naturales, y los amigos de ellos se eran vueltos al bando cartaginés, era peor el tratamiento que se les hacía de lo que habían padecido en las batallas pasadas, y tantos más murieron en esta huida que en aquellas. El mejor acogimiento que hallaron fue en Tarragona y su comarca, donde quedaba Tito Fonteyo con algunos soldados romanos, el cual, y otro caballero llamado Lucio Marcio los recogieron, conservando las reliquias del pueblo romano esparcido por España, que atónito de lo que había sucedido, no sabía qué consejo tomar: y aquí acaba la historia del diligente historiador y erudítisimo varón Florián de Ocampo, el cual en cinco libros, por orden del emperador Carlos V, de buena memoria, recopila la historia de España, desde el principio del mundo hasta estos tiempos, que ha sido tan acepta y de tanta autoridad, que casi todos los que la han escrito después de él le han seguido, por haber este autor tenido por blanco la verdad; y es tan estimada de todos los varones doctos y sabios, que no sé cuál ha de ser mayor, el sentimiento de que no haya proseguido aquella, o el gusto y contento que tenemos de que el maestro Ambrosio de Morales la haya continuado, pues lo que el primero dejó imperfecto lo hallamos tan cumplido en este segundo autor, que parece que en lo que él ha dicho y hecho, ni poderse más añadir, ni aún los maliciosos que corregir; y así, tomando este autor por guía, y de los otros lo que fuere a nuestro propósito, continuaremos lo que se siguió después de la muerte de los Scipiones, hasta el fin de la obra, según será menester.

CAPÍTULO IX.


CAPÍTULO IX.

De cómo Asdrúbal llegó a los pueblos Ilergetes, y de lo que hizo en ellos.

No era bien salido Neyo Scipion de Tarragona, cuando Asdrúbal dio la vuelta segunda vez, y pasado el río Ebro se entró en la región de los llergetes, que no tenían la provisión de gente romana que era menester para resistirle; y el primer acometimiento fue sobre la ciudad de Lérida, que era la que había dado rehenes de seguridad a Neyo Scipion; y tales cautelas y diligencias tuvo con sus vecinos Asdrúbal, así de temores que les puso, como de blanduras y promesas amorosas, que no solamente le dieron el pueblo, sino que, viéndose favorecidos con él, tomaron sus mesmos vecinos las armas, y juntos con ellos los cartagineses, comenzaron a correr y a destruir las tierras y pueblos comarcanos, parciales y fieles al pueblo romano; y para desacreditar a Scipion y sus gentes, esparció fama entre los del campo de Tarragona y los pueblos llergetes, que los vecinos de los Pirineos habían bajado contra los romanos y sus amigos y les tenían muy apretados: y estas nuevas dañaron mucho a los romanos; porque los llergetes, que de su natural eran belicosos y generosos, luego se levantaron contra los romanos y se declararon por Asdrúbal, y lo mismo hizo Amusito, hombre principal y poderoso en la comarca o región de los Acetanos. Imitóle en lo mismo otro caballero de los llergetes, llamado Leónero, que se hizo fuerte y alzó con una ciudad muy principal de ellos, llamada Athanagria (1), que, según la más común opinión, sería Lérida; porque, según se infiere de Tito Livio, era la cabeza de aquellos pueblos; y juntos estos con los cartagineses, corrieron y talaron las tierras comarcanas parciales y fieles al bando romano, en venganza de las demasías y daños que los días pasados habían recibido. Scipion, que tuvo aviso de todo esto, no quisiera haber de meter en campaña sus gentes, que ya estaban repartidas en aposentos y deseaba tomaran algún descanso, por ser aquel invierno riguroso, y porque con mejor vigor pudiesen llegar al verano, para pelear con los cartagineses de poder a poder, y de esta manera dar fin a la guerra;

(1) Athanagria o Athanagia, como se halla en todas las ediciones de Tito Livio, dice Cortés que no pudo ser Lérida, como supuso Marina, ni menos Manresa, cuya última opinión impugnó ya Pedro de Marca: antes bien era Sanahuja (no se ve bien) nombre derivado de Azanagia, quitada por aféresis la primera letra, y convertida la g en j; cuya villa conserva aún muchos indicios de su antigüedad, y se halla en la raya divisoria entre los lacetanos y los ilergetes.

pero como cada día le llegaban avisos de los estragos que recibían sus amigos y que Asdrúbal se iba haciendo más poderoso, sacó las gentes de sus estancias y caminó contra los cartagineses, muy apesarado por la mudanza de los ilergetes. Asdrúbal, que supo la venida (de) Scipion, fingió ignorarla, y publicando que no hallaba mala voluntad ni contradicción con los ilergetes, dio vuelta y pasó otra vez el río Ebro, y dejando todos los pasos muy fortificados, se fue a Cartagena, imaginando que los romanos, viéndole tan lejos, se volverían a Tarragona o Empurias, y la región de los ilergetes quedaría sin daño alguno; pues él no se ponía en parte de donde pudiese causar nuevas alteraciones y sospechas. Scipion, que ya tenía las 
gentes en campaña y estaba para marchar, no dejó de proseguir su camino con grande prisa, recogiendo de paso muchos catalanes amigos suyos que le acudieron; y metido con ellos en la región de los ilergetes, no hicieron menos daño que los cartagineses habían hecho primero por la tierra del bando romano, tanto, que todas las personas principales y nobles que había en aquella comarca desampararon sus casas y se retiraron en la ciudad de Athanagria, con harto temor que no hiciese con ellos Scipion lo que los cartagineses habían hecho con Sagunto. Estando retirados en esta ciudad, fueron cercados y combatidos tan a menudo y por tantas partes, que dentro de pocos días se rindieron, y murieron en este sitio Leónero y muchos caballeros principales; y con esta victoria los demás pueblos del derredor quedaron obedientes a Scipion, el cual se tomó la jurisdicción de aquellos lugares, y recibió mayor número de rehenes que había antes recibido, y le pagaron cierto tributo para el gasto de la guerra, que, según dice Ocampo, serían ganados (a quien Tito Livio llama peccunia, porque los romanos al dinero y ganado todo lo comprendían debajo de este vocablo peccunia), metales y otras preseas, y no moneda, porque en aquellos tiempos, que era 200 años poco más o menos antes de la venida de Jesucristo señor nuestro al mundo, no la usaban. 

Esta victoria puso algún temor en los cartagineses y acreditó la buena fortuna de Scipion, el cual, por no perder tiempo, quiso perseguir a Amusito, caballero español y señor de los pueblos Acetanos. Este, en tiempos pasados, había favorecido mucho a los ilergetes, por serles muy amigo y haber liga y confederación entre ellos; y después de la pérdida de Athanagria, se había retirado a su tierra. Pero Scipion no por eso dejó de perseguirle, en odio de los cartagineses; y dejadas a buen punto las cosas de los ilergetes, dice Livio, que movió su campo hacia estos pueblos Acetanos, que son los que están entre los dos ríos Segre y Ebro, y eran confinantes con los ilergetes. a estos, la impresión de Tito Livio llama ausetanos, y es manifiesto error del impresor, ponderadas las palabras de aquel autor, el cual dice: In Ausetanos propè Iberum, socios et ipsos p*orum, procedit; utque urbe eorum obsessa. Lacetanos, auxilium *finilimis ferentes, nocte haud procul jam urbe, cum intrare *vellent excipit, insidiis; y esto no pudo ser, porque los ausetanos, que son los de la plana de Vique, ni están junto al Ebro, ni de muchas leguas se llegan a él, y los acetanos están muy cerca, pues viven en las orillas de aquel río y del de Segre; y así, ni Amusito, como dicen algunos, fue señor de Ausa, que es Vique, (obispado de Ausonia, Vich, Vic) sino de un pueblo o ciudad, que era el pueblo más principal de los Acetanos y que no sabemos el nombre, por callarlo Livio, aunque Florián dice llamarse Acete, sobre el cual puso sitio.
Avisado Amusito de los intentos de Scipion, llamó en su favor a los lacetanos, que son los pueblos que hay desde el río Llobregat hasta Gerona, cuyo pueblo más principal era Barcelona, y según opinión de Beuter, llamó, no a los lacetanos, sino a los jacetanos, que en esto corrige también la impresión de Tito Livio, que dice lacetanos (I mayúscula, no L (ele), Iacca, Iaccam, Jaca, Jacca, etc.), habiendo de hacer de la l, j, equivocación muy fácil del que traslada manuscritos antiguos: y es más verisímil haberse valido de los jacetanos, que son los de la ciudad y comarca de Jaca, que le eran vecinos; que no de los lacetanos, que le estaban más apartados y habían de pasar más tierra para juntarse con él. Sin estos, también llamó a los ilergetes que viven en la Seo de Urgel, porque a estos aún no había llegado Scipion, por estar más remotos, y les pidió Amusito que, según las conveniencias y ligas que había entre ellos, le valieran en aquella ocasión. Juntáronse más de veinte mil hombres que salieron de las montañas que hay desde la Seo de Urgel hasta Aynsa (Aínsa) y Sobrarbe (Superarbe), en el reino de Aragón, gente valerosa y armada. Estaba concertado entre estos montañeses y los cercados, que saliesen a meter fuego en el real de los romanos, y mientras estarían ocupados en matar el fuego, darían sobre ellos antes que estuviesen advertidos del socorro que les venía de los montañeses.
No pasó esto tan secreto que lo ignorase Scipion, por medio de unas espías que cogió; y por evitar este daño, puso gente de a caballo en guarda de su real y cuidó que no tuviesen lugar, ni los de la ciudad a los del socorro, ni estos a los de la ciudad, de darse algún aviso, y él con un buen número de gente se puso en un paso, por el cual habían de venir estos montañeses que enviaba Amusito, que ignorantes de lo que estaba aparejado, venían de noche, sin capitán ni caudillo, y se metieron por un valle, donde toparon con la gente de Scipion, que al principio pensaron eran gente de Amusito, que les venían a encaminar a la ciudad y al real de los romanos. Presto vieron el engaño; porque les apretaron de manera los romanos, que mataron de ellos más de doce mil, y los que quedaron huyeron con el resplandor de la luna, procurando salvarse cada uno de ellos como mejor pudo. Amusito, con la tardanza de los montañeses, conoció que alguna desgracia les habría sucedido, por lo que no dejó salir a nadie de la ciudad, esperando nueva de lo que había sido. Con esta suspensión estuvo hasta la mañana, que vio a los romanos muy alegres y regocijados, y entendió lo que había pasado. Sintió mucho esta pérdida; pero no desmayó, confiando de la esperanza del tiempo, y de la nieve que continuamente caía, y de la falta de mantenimientos que habían de tener los romanos, y que por eso habían de salirse de aquellas tierras; porque donde menos nieve había pasaba de diez pies en alto. Scipion, por estas incomodidades y rigores de tiempo, no se apartó de su empresa y apretó la ciudad cercada; y aunque no la nombra Livio, no pudo ser Vique, como han querido algunos, sino otra que Ocampo llama Acete, cabeza de los pueblos acetanos, donde pasó todo esto. Duró el cerco treinta días; y aunque salieron Amusito con buen número de los cercados a meter fuego en las trincheras e ingenios de batir de los romanos; pero fue en vano, que por estar verdes y helados del tiempo, no prendió el fuego en ellos, y así no fue de provecho la salida. Scipion conoció que los cercados se cansaban; apretó más el cerco; y Amusito, después de haberle sufrido trienta (treinta) días, secretamente salió de su ciudad y pasó a la otra parte del Ebro, donde estaba la gente de Asdrúbal, y de allí se retiró a Cartagena. Los de la ciudad se dieron a Scipion, que les recibió sin quitarles nada de sus libertades y honras, con que pagasen veinte talentos de plata, que declarando qué eran, dice Ocampo ser mil seiscientas libras de plata fina de las libras antiguas, que cada cual de ellas tenía doce onzas de nuestro tiempo, de manera que montaban tanto como ahora dos mil cuatrocientos marcos de plata, que valen, reducidos al precio de moneda castellana, cinco cuentos y setecientos mil maravedís de la moneda menor de Castilla, cuyo marco se vendía, cien años ha, por dos mil y cuatrocientos maravedís. (1).
(1) Florián de Ocampo, lib. 5, c. 8.

CAPÍTULO VIII.


CAPÍTULO VIII.

De lo que hicieron los romanos en España, hasta llegar a los pueblos Ilergetes.

Desembarcados los romanos en España, asentaron sus reales y estancias en el campo, fortificados por todas partes con palenques, fosas y vallados, sin meterse en el pueblo, por escusar los inconvenientes que pudieran suceder entre la gente del ejército y los paisanos, y también porque siempre tuvo costumbre la señoría romana, si le daba lugar el tiempo, alojar sus gentes en la campaña. Luego que los españoles comarcanos de Empurias supieron la venida de los romanos, comenzaron de venir para reconocer sus maneras y pláticas, mostrándoseles muy afables y deseosos de su conversación; y fueron informados muy cumplidamente de la voluntad y deseo que les llevaba a estas tierras, y de la venganza que querían tomar de las injurias que los cartagineses habían hecho a los saguntinos y otros confederados del pueblo romano. Aquí les hicieron sabedores de las amistades y guerras que habían tenido las dos repúblicas romana y cartaginesa, y de todo lo que había pasado entre ellos hasta en aquel punto: hiciéronles muchos ofrecimientos y promesas, certificándoles que les librarían de la opresión y tiranía de los cartagineses y se llevarían de suerte con los españoles, que conocerían la grande diferencia que había de los unos a los otros, como refieren todos los autores que tratan de esta entrada de los romanos, de cuya venida dudaron algunos autores cuáles fueron mayores, o los males o los bienes que de ella resultaron, pues hubo gran abundancia de todo.
Era Neyo Scipion persona muy autorizada y de natural muy esforzado, afable de condición, reposado, diligente, cuerdo y animoso, dulce en las palabras, y en sus acciones bien comedido. Con estas virtudes, en breves días renovó las amistades viejas y ganó muchas nuevas por todos los pueblos cercanos a Empurias, y los tuvo ciertos y ganados a su parcialidad: acudieron muchos saguntinos, que cuando fue la ruina de su ciudad se habían huido y andaban desterrados en diversos pueblos, temiéndose de los capitanes africanos. Estos llegaban cada día a Scipion, guarnecidos de caballos y armas, con intención de seguir aquella guerra, hasta darle fin o morir en ella; y no se puede significar el amoroso recogimiento que Scipion les hacía, proveyéndoles de todas las cosas necesarias, y la grande veneración y respeto con que les acataba, tanto que no se hacía cosa en que los españoles no diesen su parecer y no diesen su voto, y más en
particular aquellos de Sagunto. Este buen trato y estima fue causa de que cuantos lugares había en la marina de Cataluña, desde Rosas hasta Ebro, tomasen abiertamente la voz y parte romana, recibiendo los soldados que Scipion les enviaba para guarda y defensa de sus pueblos. Entonces fue cuando Scipion, certificado de la voluntad de los tarraconenses, hizo pasar a aquella ciudad la armada que estaba en Empurias, abrigándose en el pueblo de Salou, que está al occidente de ella, por ser muy seguro y más cercano al río Ebro, que, en tiempo de la destrucción de Sagunto, había sido mojón y señal entre romanos y cartagineses.
Los cartagineses que en España vivían sintieron mucho aquella venida de los romanos, y más, que los pueblos de Cataluña se hubiesen ya declarado por ellos y recibiesen de buena gana guarniciones de romanos; y por espantarlos y apartalles de la amistad de los romanos, esparcieron nuevas que Aníbal había ganado muy grandes batallas en Italia y que los romanos quedaban rotos y del todo desbaratados; pero los catalanes no hicieron caso de ello ni aun lo creyeron, y como Scipion vio que aquellas nuevas recién venidas habían dañado poco, y que los más de los pueblos catalanes perseveraban firmes y leales en su favor, por conocer en él mucha clemencia y liberalidad, no contento con haberse confederado con las marinas de Cataluña, comenzó nuevas inteligencias con los pueblos montañeses dentro de la tierra, los cuales eran gente feroz y más brava. Súpolo tan bien guiar, que no solo trató paz con muchos de ellos, sino compañía verdadera para serle participantes en cuanto sucediese, tomando los tales catalanes por causa propia la guerra contra cartagineses; y así para confirmación de esto, dieron luego copia de gente, capitanes y armas en notable número, señalando entre sus pueblos mancebos valientes y recios, los cuales cada día traían otros, y siempre crecían en el campo romano con valor y potencia. Todas estas cosas entendía Hanon, el gobernador cartaginés que guardaba los montes Pirineos; y por ser ellas tan públicas no se le pudieron encubrir, ni tampoco pretendía secreto quien las obraba, de suerte, que conoció serle necesario venir en riesgo de batalla con Scipion, antes que lo restante de la tierra se declarase por él; sobre lo cual despachó mensajeros a Asdrúbal Barcino (Barchinona, Barcelona), hermano de Aníbal, pidiéndole que luego saliese de Cartagena (Cartago Nova), donde residía con ejército el más grueso que le fuera posible, para resistir ambos juntos a los romanos. Asdrúbal, oída esta mensajería, hizo juntar sus capitanes y gentes africanas, armados y bastecidos de cuanto conviniese para la jornada, puesto que, como las compañías andaban repartidas por aposentos, no pudieron llegar tan presto como la necesidad requería. Entre tanto Neyo Scipion jamás reposaba ni cesaba de ganar amigos y tomar nuevo conocimiento de ciudades españolas y de personas principales, que le traían gentes y lo metían siempre más adelante, sin perder un solo momento de tiempo, hasta llegar a los pueblos Ilergetes, a quienes Florián de Ocampo da título de poderosos, grandes, y de poblaciones muchas y muy principales, cuya región queda ya descrita en el principio de esta obra.
Viendo, pues, Hanon el ejército romano tan dentro (de) la tierra, sintió claro que no le convenía más dilación, pues en la tardanza pasada iban los negocios casi perdidos; y así con alguna gente de sus confederados, y con la situada que tenía para conservar las comarcas de su cargo, salió contra la parte donde los enemigos andaban, con presupuesto de pelear en topándoles, sin esperar al capitán Asdrúbal ni curar de sus largas. De esta voluntad que Hanon traía holgó mucho Neyo Scipion cuando lo supo, y luego comenzó de caminar a la misma parte donde venían los cartagineses, para abreviar el tiempo de la pelea, considerando serle mucha ventaja romper con Hanon, antes que llegase Asdrúbal; pues al presente los contrarios eran sencillos, y con Asdrúbal serían doblados, y si tuviese ventura de los vencer, quedábale mayor aparejo para revolver sobre los otros a menor peligro, tomándoles cada cual a su parte, y no todos juntos; y así, con aquel deseo que todos tenían y con la diligencia que pusieron, brevemente se toparon muy cercanos a cierto pueblo que Tito Livio llama Ciso y Ocampo nombra Cydo, del que hablaremos después. Llegados aquí los dos ejércitos, Hanon puso luego sus haces (fascis) en el campo regladas a punto de batalla, y lo mismo hizo Neyo Scipion, confiando de las ayudas españolas que tenía, mucho mayores y más aficionadas y más bien armadas que sus enemigos. Entonces sobrevino en favor de los cartagineses un caballero español llamado Andúbal que era muy poderoso en España, aunque no se sabe en qué lugar o pueblo residía, y habían trabado él y Aníbal gran amistad y correspondencia: este acudió con setecientos soldados españoles valientes y determinados, para favorecer a los cartagineses; luego se comenzó la pelea de todas partes, en la cual hubo más denuedo que tardanza, porque Hanon y los suyos, no pudiendo resistir a la braveza del ejército romano, se dejaron vencer, y los que lo pudieron hacer, huyeron a los reales, que con palenques y fosos medianamente tenían fortalecidos, donde creían guarecerse, quedando en el campo seis mil hombres de ellos; pero los reales fueron combatidos y ganados con cuanto tenían dentro, donde también se tomaron a prisión otros dos mil africanos, y con ellos el capitán Hanon y juntamente Andúbal, el español, de quien hablamos más arriba, traspasado de tantas heridas, que vivió pocas horas. El pueblo de Ciso fue combatido sin reposar y saqueado de cuanto le hallaron dentro, puesto que, según sus moradores eran pobres y pocos y en nada viciosos ni delicados, sus halajas fueron de poco valor. Pero fue de mucha consideración la presa del real africano, con la cual todos los vencedores quedaron riquísimos, por se tomar en ellos, no solo la ropa del ejército vencido, sino también del que Aníbal traía consigo por Italia; porque cuando salió de España para pasar a Italia, lo dejó en guarda a Hanon, no queriendo llevar impedimentos ni estorbos en la jomada. Fue de tanta consideración para los romanos esta victoria, que todos los pueblos neutrales se llegaron a Scipion, señaladamente cierto lugar principal de los pueblos Ilergetes, cuyo nombre no declaran las historias; pero Beuter dice ser la ciudad de Lérida, que dio sus rehenes de seguridad; y parecía que con esto mucha gente de la provincia quedaba llana, y sin escrúpulo de revuelta ni contradicción.
Dudan los historiadores y buscan con diligencia qué lugar fuese este de Ciso o Cydo donde sucedió esta batalla, y Florián de Ocampo, diligente historiador, asigna uno de
tres, o Siso, que dice estar en Aragón o Cataluña, según opinión de algunos cosmógrafos modernos; o que sería Sos, en el reino de Aragón, cercano a las fronteras de Navarra; o que sería el lugar de Cabdi, (Zaidín, Çaidí, Saidí ?) pueblo pequeño, a las orillas del río Cinca, (a) dos leguas de Fraga, río arriba; pero no se determina qué tal sería de estos. Auméntasele la duda por no estar ninguno de ellos en los pueblos Ilergetes, donde sucedió esta batalla, y si está alguno de ellos, es muy al estremo. El doctor Gerónimo Pujades no acaba determinarse qué lugar o pueblo sería este; pero tomando el argumento de similitud y consonancia del vocablo, tengo por cierto haber sucedido esta batalla en medio de los pueblos llergetes, junto a la ribera del río Sió, donde alguno de aquellos lugares y pueblos que hoy día están en las orillas de aquel río, tendría el mismo nombre del río; y aunque del tal lugar no se tenga noticia, no se ha perdido la de aquella agua que riega aquellos (pone apuellos) lugares y pueblos, y aun retiene el nombre y se llama Sió, y traviesa por el medio del llano de Urgel, y naciendo en la Segarra, viene a fenecer en el río Segre, después de haber bañado los campos de Agramunt, Puigvert, Praxens, Butzenit, Mongay y otros, entre los cuales debía de estar el de Ciso, si ya no es que fuese el lugar de Serós, que está junto al marquesado de Camarasa, entre dos ríos que son Sió y Bragós; y cuanto a lo que se infiere así de Tito Livio, como de los otros autores que escriben este suceso, es más verisímil ser este lugar que otro alguno, pues en toda aquella comarca, ni aun en los pueblos llergetes, hallo lugar que más se asemejara al de Cydo o Ciso, Sieso o Sciso, que con esta diversidad le hallo escrito (puesto que el sonido de estos vocablos sea casi el mismo), que el de Serós.
Mientras pasaron estas cosas que quedan dichas en las riberas de Sió, venía Asdrúbal con ocho mil peones y mil caballos, con pensamiento de juntarse con Hanon y ambos resistir a Scipion; pero después que supo la rota y toma de Ciso, dejó el camino que llevaba y caminó hacia el campo de Tarragona, donde supo que muchos de los romanos de la armada iban por aquella tierra esparcidos, sin sospecha alguna de que hubiesen de hallar enemigo alguno; y confiando de la prosperidad y buen suceso de Scipion, andaban más descuidados de lo que debían. Llegado aquí Asdrúbal, derramó luego su gente por aquella comarca, que presto hizo tal destrucción en cuantos romanos halló fuera del agua, que pocos de ellos se pudieron recoger en los bajeles, que los más quedaron alanceados y muertos en la tierra. Scipion, que supo esto luego, vino; pero cuando llegó, no pudo hacer cosa, porque ya todos se habían puesto en salvo y habían pasado el Ebro y se habían fortificado de manera, que podían defenderse de otro ejército muy mayor que el de Scipion, el cual, no hallando con quien pelear, metió sus compañías en Tarragona, y pasó con la armada a Empurias, para reposar allí aquel invierno, que ya se venía acercando.

CAPÍTULO VII.


CAPÍTULO VII.

De la venida de los Romanos. Sucesos y guerras entre ellos y los Cartagineses.

El poder de los cartagineses era tan grande en España, y se iba de cada día acrecentando, que la república romana, émula y enemiga capital de ellos, conoció cuán floja y mal mirada había sido en dar lugar a que mejorasen tanto sus hechos en España, y acordó de mirar en todas las ocasiones se ofreciesen, cómo podría remediar su negligencia y descuido pasado, buscando algún color con que los atajase; y porque sabia que en España había tales aparejos de gentes y voluntades, que pondrían ánimo a los cartagineses para volver a cobrar lo que les habían quitado los romanos en las islas de Cerdeña y Sicilia, de cuya pérdida, aunque lo disimulaban, habían quedado muy lastimados, sin duda Roma quisiera principiar el estorbo que quería hacer a la potencia de los cartagineses en España, si no tuviera información en este mismo tiempo de que los franceses de tras los Alpes se querían juntar con los galos cisalpinos, que es lo que hoy decimos Lombardía, para sojuzgar y destruir del todo la república romana. Por acudir a tan gran peligro, no pudieron estos romanos al presente comenzar en España lo que intentaban contra los cartagineses, pero probaron lo que pudieron, según las otras ocupaciones les daban lugar; porque primeramente renovaron las concordias antiguas con la misma Cartago, porque sabían que si ella y los franceses acometían a la par, no pudieran defenderse. a más de esto, procuraron muy en secreto buscar algunas entradas en España, enviando mensajeros a Marsella; y aunque con otro color, pero el fin de la embajada era para tratar por medio de ellos liga y confederación con los de Empurias, villa principal en Cataluña, no lejos de los montes Pirineos, donde comienza el principio de España y que era la cabeza y más principal pueblo de los Indigetes, que estaban entre cabo de Creus y la ciudad de Gerona. Por medio de los de Empurias, y a su instancia, se concertaron los de Sagunto y Denia. Holgaron todos de la amistad de Roma, por la fama de su buena fortuna y de la fé, bondad y virtud que mantenía a sus amigos, lo que no era en los cartagineses, que a trueque de hacer su negocio, no guardaban la palabra sino en cuanto les convenía para sus provechos y no más. De esta manera entraron los romanos en España a los 528 años de la fundación de Roma y 224 antes de la venida de Jesucristo señor nuestro: y fue tan grande el contento que tuvieron los romanos de esta entrada, que no se pueden contar las gracias que por ello hicieron a sus dioses, de alcanzar parte en tierra tan rica y llena de hombres discretos y valientes; y confiando los romanos de tal nación, tuvo ánimo aquella república para enviar su embajador a Cartago, para pedir y saber si la destrucción de Sagunto había sido orden del senado cartaginés, o acción sola de Aníbal, porque estaban los romanos muy agraviados de aquello, por ser los saguntinos confederados y amigos suyos y tocarles la defensa y amparo de ellos; y después de diversas satisfacciones que dieron los cartagineses a los embajadores romanos, que más parecían escusas que otra cosa, cuenta Tito Livio, que habiendo oído el embajador romano las razones de un cartaginés, escusando el estrago que los suyos habían hecho en Sagunto, tomó una parte de su toga, y la plegó haciendo un seno, y les dijo a los de aquel senado: «Aquí dentro os traemos la guerra y la paz: escoged y tomad de estas dos cosas la que más quisiéredes;» y no espantados de esto los cartagineses, le dijeron a grandes voces, que lo que más quisiese; y el embajador romano, desplegando el seno que había hecho de su vestidura, les dijo que les daba la guerra, y ellos respondieron que la aceptaban, y que con el mismo corazón que la recibían la entendían proseguir. Salieron los embajadores de Cartago y vinieron a España, porque esta era la orden que llevaban, para solicitar las ciudades que quisiesen tener su parte y apartarlas de la amistad de los africanos; y dice Livio, que llegaron primero a unos pueblos llamados Bargusios, de quienes fueron muy bien recibidos: Ad Bargusios primùm venerunt, à quibus benignè accepti. Eran estos pueblos de Cataluña, según dicen Florián, Pujades y otros; y tengo por cierto que eran los de Balaguer y sus contornos, por hallar que Tolomeo entre los pueblos Ilergetes pone en primer lugar un pueblo llamado Bergusia, al que el autor que tradujo la Geografía de Tolomeo en lengua italiana dice ser Balaguer: y no va esto fuera de camino; pues dice Beuter, que ya antes de la destrucción de Sagunto los romanos tenían confederados muchos de los pueblos (que) estaban entre el río Ebro y los Pirineos, aunque se ignora qué romano pasó primero en estas partes, o cómo se introdujeron estos conocimientos y confederaciones; y no faltan algunos que dicen haber pasado algún romano llamado Curcio, que dio el nombre al río de Noguera Ribagorzana (Ripacurcia, Ribagorça, Ribagorza, Ripacurçia, etc), que pasa por medio de los pueblos Ilergetes y viene a desaguar en el río de Segre entre las ciudades de Balaguer y Lérida, en la región o términos donde estaban estos pueblos Bargusios y la ciudad Bargusia, a quienes quedó tal amor y buena voluntad al senado y pueblo romano, que sus embajadores no hallaron en su primera entrada otros pueblos que los recibiesen con mayor amor y muestras de buena voluntad que estos, por lo mucho que estaban cansados del mando y gobierno de los cartagineses, que eran muy aborrecidos de todos aquellos españoles, creo yo que por la crueldad hecha en Murviedro (muro verde), cuya fama sonaría ya por la región de ellos y por otras muchas, o por algún agravio de que estarían sentidos de tiempo pasado cuando los cartagineses procuraban meter sus gentes por aquellas tierras. De aquí pasaron los embajadores romanos a Aragon, en una región a partida de tierra que llama Livio Volcianos (o Voloianos), de quien no se halla memoria en los cosmógrafos antiguos; pero, según se conjetura, caían aquellos pueblos o gentes en la Celtiberia y en la parte más vecina de los Bergusios. Llegados aquí los embajadores romanos, no fueron tan bien recibidos como ellos pensaban; porque les dieron tal respuesta, que fue divulgada por toda España, y fue causa que todos los otros pueblos se apartasen de la amistad de los romanos; porque después de haberles los embajadores romanos propuesto su embajada, se llevaron uno de los más principales, quien les dijo:
«¿Qué vergüenza es esta vuestra, romanos, que andeis pidiendo que antepongamos vuestra amistad a la de los cartagineses, habiendo sido los saguntinos más cruelmente vendidos por vosotros, que destruidos por los cartagineses? Id allá a buscar amigos, donde no se sabe la perdición de Sagunto, que siempre será lamentable ejemplo para que ninguno se fíe más en la fé y compañía de vosotros;» y así les mandaron salir de su comarca, y dice Livio que no hallaron mejor respuesta en ningún pueblo de España.
En este estado estaban las cosas de los romanos en España, cuando en Roma se armaban naves a toda prisa y hacían soldados para pasar acá, y valiéndose de los amigos y de otros que confiaban de nuevo ganar, resistir a los cartagineses hasta del todo echarles de ella, y vengar los agravios y sinrazones que habían hecho a los saguntinos, amigos y confederados del pueblo romano. Aunque estas armadas y levas de soldados eran notorias a los cartagineses, pero no sabían ni atinaban para qué tanto aparato de guerra y tanto soldado, ni juzgaban dónde habían de descargar tales nublados, y todos estaban advertidos. Estando con esta duda y suspensión en España, que era la parte para donde menos pensaban hacerse aquellos aparatos, descubrieron una mañana en el mar de Cataluña copia de navíos largos a manera de galeras bastardas, bien armadas y puestas a punto de guerra, hasta número de setenta, que doblaban el cabo de Creus y se encaminaban al golfo de Rosas, enderezando su camino, a lo que se podía conjeturar, hacia Empurias. Traían en la delantera cuatro galeotas de Marsella, las cuales, como fustas amigas y conocidas ya de los emporitanos, se adelantaron para sosegarlos, si por casualidad tuvieran algún recelo de ver esta flota que se les acercaba, certificándoles ser gente romana, que venían no solo para defender a los amigos y confederados viejos que tenían acá, sino para tomar otros nuevos y echar fuera de España a los cartagineses con su capitán Asdrúbal y otros que la tiranizaban. Venía por capitán general un caballero romano llamado Neyo Scipion, por sobre nombre Calvo, hermano de Cornelio Scipion, que era uno de los dos cónsules que aquel año regían la república romana. Entrado ya Neyo Scipion con su armada por el golfo de Rosas, llegaron a Empurias, y allí, con la seguridad y buena relación que les trajeron las galeotas marsellesas, fueron alegremente recibidos, y saltaron en tierra sin
alguna contradicción ni embargo.

359. BENEDICTO XIII RECIBE A LOS EMISARIOS DEL CONCILIO DE CONSTANZA

359. BENEDICTO XIII RECIBE A LOS EMISARIOS DEL CONCILIO DE CONSTANZA
(SIGLO XV. PEÑÍSCOLA)

El Cisma de Occidente se hallaba en pleno apogeo. Existía un papa en Roma —Gregorio XII— y existía teóricamente otro papa de Avignon, residente ahora en Peñíscola Benedicto XIII—, situación que se agravó con el nombramiento de un tercero por los cardenales reunidos en Pisa (1409)
Alejandro V—, contestado por los dos anteriores y que no contó tampoco con el apoyo de los monarcas europeos.

Poco a poco se fue imponiendo la tesis de solucionar el problema a través de un concilio que, con el apoyo del emperador Segismundo —«abogado y defensor de la Santa Iglesia»— acabó reuniéndose en Constanza y trabajó entre 1413 y 1417, finalizando su tarea con el nombramiento de un papa único: Martín V (1417-1431). La solución de Constanza dio al poder temporal de los monarcas una autoridad moral y efectiva ante los cleros nacionales respectivos que antes no poseían y dando paso, asimismo, a un nuevo tiempo histórico, el de los concordatos. Hasta aquí son datos históricos, pero la situación dio lugar a anécdotas y leyendas de todo tipo, de modo que Peñíscola y el aragonés don Pedro de Luna han entrado de lleno en el mundo legendario.

En estos momentos, para que Benedicto XIII compareciera ante el Concilio de Constanza, se redactó la correspondiente citación en noviembre de 1416, que fue hecha pública y fijada en todos los pueblos del dominio de la Orden de Montesa cercanos a Peñíscola, para que fuera de común conocimiento. Pero, además, don Pedro de Luna recibió en su castillo-fortaleza de Peñíscola a la comisión encargada de la citación.

Tras hacerles esperar algunos días, el 21 de enero de 1417 el sobrino de Benedicto XIII, a su vez jefe de la guardia del castillo, condujo a los dos monjes encargados de la misión al salón de audiencias, cubierto de tapices y alfombras, lo que daba mayor solemnidad al momento. Llegó por fin el Papa Luna. El instante fue tenso, máxime cuando éste, al ver a los emisarios vestidos absolutamente de negro, en señal de luto por el Cisma, exclamó sonoramente: «¡Ya están aquí los cuervos del concilio!». Parece ser que uno de ellos, sin perder la compostura, le contestó: «Cuervos somos; por eso venimos al olor de carne muerta».

[Simó Castillo, Juan B., Pedro de Luna, el papa de Peñíscola, pág. 163.]



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IV. ÍNDICES

II.1. ÍNDICE DE LEYENDAS

1. LA CONQUISTA MUSULMANA.................................................................... 43
1. El conde don Julián, prisionero y muerto en Loarre ........... 43
2. La conquista de Sarakusta por Carlomagno ................................ 44
3. Bestué, librada de los moros.................................................................... 45
4. La resistencia de Trasobares a los moros ....................................... 45
5. La pérdida y despoblamiento de Novillas...................................... 46
6. La pérdida de Belmonte ............................................................................. 47
7. La defensa cristiana de Borja .................................................................. 48
8. El obispo de Zaragoza ante la conquista musulmana........... 49
9. La conquista musulmana de Agiria (Daroca)............................. 50
10. El origen de Centenero ............................................................................... 51
11. La toma de Calanda por los musulmanes...................................... 52
12. Abén Aire, el buen valí de Sarakusta................................................. 52
2. RECONQUISTA Y REPOBLACIÓN ............................................................. 55
2.1. RECONQUISTA ......................................................................................................... 55
13. El primer almogávar aragonés................................................................ 55
14. La defensa de Mediano................................................................................ 56
15. La localización de Saz ................................................................................... 57
16. San Pedro de Tabernas, primer núcleo de resistencia......... 58
17. La reconquista de Aínsa .............................................................................. 59
18. La reconquista de Jaca........................................................................ 59
19. Las mujeres en la reconquista de Jaca.............................................. 60
20. Victoria cristiana frente al rey moro de Zaragoza ................... 61
21. Las gestas del conde Bernardo de Ribagorza ............................. 62
22. La Santa Cruz guía el camino................................................................. 63
23. El conde Bernardo de Ribagorza, reconquistador de Calasanz ............ 64
24. Ramiro I lucha por Calahorra......................................................... 65
25. La reconquista de Alquézar........................................................... 65
26. Los hermanos Isarre, en la reconquista de Alquézar............ 66
27. La reconquista de Ejea por los soldados franceses (1095) 67
28. El sitio de Barbastro de 1064............................................. 68
29. La dramática rendición de Barbastro (1064).............................. 69
30. Barbastro, tomada gracias a una traición....................................... 70
31. La esclava liberada en Barbastro.................................................... 71
32. La muerte del último señor moro de Momagastre ................ 72
33. La Virgen colabora en la batalla de Piedratajada .................... 72
34. El origen de los López de Gurrea................................................... 73
35. Un detalle del último asedio de Huesca (1096)....................... 74
36. San Jorge pelea en el cerco de Huesca............................................ 75
37. Los caspolinos, en la batalla de Alcoraz.......................................... 76
38. La reconquista de Luna...................................................................... 77
39. Pedro I de Aragón lucha contra el Cid .................................. 77
40. El Cid, en Calanda...................................................................... 78
41. Santiago ayuda al Cid en Torrenublos ............................................. 79
42. La huida de una reina taifal........................................................ 80
43. La traición del moro Glafar................................................. 81
44. La reconquista de Monzón ...................................................... 81
45. La ayuda de Pedro Ruiz de Azagra al Cid...................................... 82
46. Nuestra Señora de la Oliva, en la conquista de Ejea............. 83
47. Nuestra Señora del Portillo, defensora de Zaragoza............. 84
48. San Miguel, en la reconquista de Zaragoza.................................. 85
49. La capitulación de los moros zaragozanos .................................... 86
50. La reconquista de Alagón ........................................................ 87
51. La reconquista de Borja ............................................................ 87
52. Borja, en manos del Batallador ........................................ 88
53. La virgen del Castillo, defensora de Bijuesca............................ 89
54. La cañada de la celada ............................................................ 90
55. La pérdida musulmana de Lanaja ..................................... 91
56. La reconquista de Maluenda ....................................... 92
57. La reconquista de Daroca ................................................... 93
58. Un intento de recuperación mora de Daroca........................ 94
59. El exilio de Zafadola .............................................................. 95
60. La reconquista de Alcañiz.......................................................................... 96
61. La resistencia de los mozárabes de Calanda ............................ 96
62. La cabra de oro inalcanzable......................................................... 97
63. Un detalle de la batalla de Fraga (1134)........................................ 98
64. Alfonso I el Batallador, castigado por Dios en Fraga............. 99
65. La reconquista de Monreal del Campo........................................... 100
66. La reconquista de Aguilar de Alfambra .......................................... 101
67. La reconquista de Camañas........................................................ 102
68. Cretas, reconquistada el día de santa Pelagia ............................. 103
69. El origen de Alcorisa..................................................................... 104
70. La fundación de Teruel................................................ 105
71. El juez traidor................................................................... 105
72. La reconquista de Villel............................................ 106
73. Matrimonio de Alonso de Rubielos y Fátima de Mora ........ 107
74. Asedio y reconquista de Mora de Rubielos............... 108
75. La reconquista de Morés ........................................ 109
76. Reconquista del castillo del Mallo ........................... 110
77. El fracaso de la reconquista de Ibiza ....................... 111
78. Abú Zeyt, rey de Valencia, al servicio de Jaime I ..... 112
79. Los darocenses en la reconquista de Valencia............ 113
80. La promesa del guerrero............................................... 114
2.2. REPOBLACIÓN............................................................................. 115
81. Fundación y destrucción de la ciudad de Pano ........................ 115
82. Fundación de la villa de Acumuer....................................................... 116
83. Delimitación del término municipal de Binéfar ...................... 117
84. La repoblación de Suelves ................................. 117
85. Tras la reconquista de Oliete.......................................... 118
86. La presa de Almonacid ............................................................ 119
87. El legado de Martina Pérez........................................................ 120
3. EL MUNDO CRISTIANO ................................................................. 123
3.1. LOS REYES............................................................................. 123
88. La donación de Abetito a San Juan de la Peña ......................... 123
89. Un noble aragonés salva de la muerte a Sancho Abarca ... 124
90. La coronación de Sancho Garcés................................................ 125
91. Cómo accedió Ramiro I al trono de Aragón................................ 126
92. Ramiro I huye desnudo de Tafalla................................................ 126
93. Ramiro I nombra obispo de los mozárabes zaragozanos al abad
Paterno ............................................................................... 127
94. Sancho II de Castilla mata a Ramiro I de Aragón .................... 128
95. La muerte de Sancho Ramírez........................................................ 129
96. Pedro I, curado por san Miguel in Excelsis .............................. 130
97. La escolta chesa de Alfonso I....................................................... 131
98. La reconquista de Ejea reconcilió a Alfonso I y Urraca ...... 132
99. La muerte de Alfonso I, un castigo de Dios .............................. 133
100. El exilio soriano de doña Urraca ................................................. 133
101. El reto de la Varona a Alfonso I el Batallador .......................... 134
102. Alfonso I venga su honor en Candespina .................................... 135
103. Doña Urraca solicita el divorcio a Alfonso I ................................ 136
104. La victoria naval de Alfonso I el Batallador .................................. 137
105. Alfonso I y su pretendida homosexualidad................................... 138
106. La elección de Ramiro II como rey de Aragón .......................... 139
107. El matrimonio de Ramiro II el Monje .............................................. 140
108. Ramiro II, rey de Aragón, huye ileso de Pamplona ................ 141
109. La burla de Ramiro II .............................................................. 141
110. El escarmiento de los nobles en Huesca .................................. 142
111. Ramiro II se enfrenta a Roldán ............................................... 143
112. La muerte de Ramiro II .......................................................... 144
113. La aparición de un falso Alfonso I.............................................. 145
114. La coronación de Pedro II en Roma.................................................. 146
115. Jaime I concebido gracias a una treta palaciega ....................... 147
116. Los reinos de Monzón y Pomar, en poder de Jaime I........... 148
117. Jaime I salvado de la muerte por unas sopas de ajo ............... 149
118. La primera espada de Jaime I ................................................. 150
119. Jaime I hereda la espada «Tizona» ........................................ 150
120. La espada de Villardell............................................................. 151
121. Jaime I y Nuestra Señora de la Silla.......................................... 152
122. La réplica de la virgen de la Alegría en Barcelona................. 153
123. Jaime I, cofrade de la Virgen de los Ángeles ............................... 154
124. Mosqueruela, sede veraniega de Jaime I......................................... 155
125. Jaime I impone su autoridad ante Pedro Ahones .................... 156
126. La pérdida de Pitilla.................................................................... 156
127. Pedro III desafió a un dragón.................................................... 157
128. El guante de Conradino para Pedro III ...................................... 158
129. Pedro III, en las justas de Burdeos ........................................... 159
130. Jaime II elige esposa (1314) .............................................. 160
131. Alfonso V nace entre terremotos y espanto .................................. 161
132. La condesa de Urgell pretende envenenar a Fernando I.. 162
133. Fernando el Católico, engendrado en El Frasno..................... 162
134. Fernando II, armado caballero de María................................... 163
135. La Virgen del Pilar salva a Fernando II.................................. 164
3.2. LA NOBLEZA Y LOS SEÑORÍOS ................................................. 165
136. El nacimiento de la nobleza aragonesa ....................................... 165
137. El origen de los Aysa .......................................................................... 166
138. García Aznárez, asesino de Céntulo de Bigorra........................ 167
139. La cruenta muerte del barón de Espés...................................... 168
140. El origen de los Maza ........................................................... 169
141. El nacimiento de los Esparza...................................................... 169
142. El origen del topónimo Nonaspe.................................................. 170
143. El señorío de Albarracín, vasallo de Santa María ................... 171
144. Origen de la baronía de Escriche .................................................. 172
145. Pedro Fernández de Azagra, milagrosamente ileso .............. 173
146. El nombramiento del primer conde de Luna ......................... 173
147. La fuerza de las armas ............................................. 174
148. Revuelta campesina......................................................... 175
149. La muerte del conde Artal, señor de Mequinenza ................. 176
150. Las herraduras del marqués de Ayerbe ....................................... 177
151. La historia también gasta bromas ............................................. 178
152. El mal «señor» de Fabara ...................................... 179
153. La curación milagrosa del hijo del conde de Ribagorza .... 180
3.3. LA VIDA CORTESANA....................................................... 181
154. La condesa traidora ................................................. 181
155. Los afectos castellanos de la reina Sancha ..................... 182
156. La prisión de la reina doña Urraca ................................. 182
157. El duque de Híjar y la hija de Jaime I........................ 183
158. Jaime I castiga a su trovador............................... 184
159. La sombra de la princesa doña Blanca ........................ 185
160. Nace la Orden de la Banda de la Virgen del Pilar.................. 186
161. La reina María llora la ausencia de Alfonso V ............................ 187
162. El trovador de la Aljafería ............................................. 188
163. El príncipe de Viana escapa de Mallén .................................... 189
164. El trovador que murió de amor .............................................. 189
3.4. LAS PUGNAS FAMILIARES.................................. 190
165. Las primeras armas de Jaime I................................. 190
166. Las consecuencias de la pugna entre los Albir y los Frago 191
167. Los Marcilla y los Segura, frente a frente....... 192
168. La pelea de Pedrola................................................... 193
169. Los Urrea contra los Cornel ............................................ 194
170. La loca enamorada de Montalbán...................... 195
171. Los Luna y los Urrea, enfrentados........................ 196
172. Luchas de los Luna contra los Urrea ................................................ 197
173. Los Muñoz y los Marcilla, frente a frente ...................................... 197
3.5. LA GUERRA ENTRE CRISTIANOS................................ 198
174. Las mujeres, vencedoras ante las tropas de Pedro el Cruel 198
175. Miguel de Bernabé, en el sitio de Daroca ................... 199
176. La defensa del castillo de Báguena............................ 200
177. La resistencia heroica de Bueña ....................... 201
178. El portal de la traición................................... 202
3.6. AMORES Y DESAMORES ............................... 203
179. Los celos de Alfonso de Barbastro........................ 203
180. Los amores de Clara y Manfredo................................. 204
181. Un nuevo puente sobre el Turia: el de doña Elvira............... 205
182. La venganza de Arnaldo, señor de Castro de Malavella ..... 206
183. Los amores de Berenguer de Azlor y Aldonza de Entenza 206
184. El juramento incumplido .......................................... 207
185. La guardia del castillo de La Fresneda ............. 208
186. Juan Miguel, soldado de Juan II ...................... 209
187. Los rosales del amor.......................................... 210
4. EL MUNDO MUSULMÁN.......................................... 213
188. Un toro de oro espera ...................................... 213
189. Selima, la pretendida de Ibn Abdalá de Zaragoza .................. 214
190. La reina mora de Guarrinza ............... 215
191. Las tres moras de Zaragoza........................................ 215
192. La piedra horadada por el amor ........................ 216
193. La princesa mora que buscó la libertad................. 217
194. El toro de oro que espera oculto............................ 218
195. La construcción del castillo de Trasmoz.............. 219
196. La venganza de Abdelmelic........................... 220
197. El tesoro escondido de Alí Mohal................ 221
198. Las revueltas musulmanas previas a la reconquista de Sarakusta...... 222
199. El tesoro de Cañarda ......................... 223
200. La eterna espera de la mora de Guadalaviar............... 224
201. El tesoro de la reina mora ................... 224
202. La mora de la basa............................................ 225
203. La mora encantada de Bastarás .................. 226
204. La mora encantada de Sallaón............................ 227
205. El amor de Zoraida y los alarifes de Teruel........ 228
206. La losa mora....................... 229
207. El tesoro de la mora de Siresa .................. 230
208. La larga espera de la reina mora.......... 230
209. El tesoro de El Castellar ............... 231
5. EL MUNDO JUDÍO .................................. 233
210. El Cid expulsa a los judíos de Tamarite ....................... 233
211. Los amores de Juan el herrero y la bella hebrea ..................... 234
212. El milagroso hallazgo del cuerpo de santo Dominguito de Val... 235
213. El monasterio de San Miguel de Foces, asaltado ..................... 236
214. La venganza del judío noble.......... 236
215. El augurio de Vicente Ferrer................. 237
216. La conversión de los judíos darocenses.......... 238
217. La conversión del judío dormido ............... 239
6. RELACIONES ENTRE CRISTIANOS Y MUSULMANES....... 241
6.1. RELACIONES AMISTOSAS ................................. 241
218. Los mozárabes de Peralta de la Sal.............. 241
219. Los amores imposibles de Zoma y María .............. 242
220. La enamorada del Cid ..................................... 243
221. El nacimiento de un mudéjar ............................ 244
222. Los amores de Roderico de Mur y Zulima............ 245
223. Almanzor y los mozárabes de La Almunia .................. 245
224. Dos pretendientes para Zaida ....................... 246
225. La cueva de la mora encantada .................... 247
226. El amor pudo a la religión ................. 248
227. El alma del castillo de Gallur ....................... 249
228. El amor, nueva religión........................... 250
229. La conversión del moro Tocón............... 251
230. El tesoro escondido de Mustafá.................... 252
231. El amor de don Pedro de Azagra................. 252
232. La mora que acudió a la Virgen de Salas......... 253
233. La mora peinadora......................... 254
234. La cristiana peinadora ................... 255
235. La conversión del alfaquí zaragozano.............. 256
236. La lavandera morica de Sena ............... 257
237. Las tres doncellas encantadas ........... 258
238. La mora solitaria y el pastor de Luesia........ 259
6.2. RELACIONES PROBLEMÁTICAS.............. 260
239. Orosia muere a manos musulmanas............. 260
240. Nunilo y Alodia, víctimas de la intransigencia religiosa...... 261
241. Visorio, asesinado por una partida de moros ........... 261
242. La persecución de Elena..................... 262
243. Los mozárabes de Zaragoza, expulsados a El Burgo ............. 263
244. El agua de Tarazona ................. 264
245. La venganza del conde cristiano............... 265
246. El celebrado salto de Pero Gil, escudero del Cid ........ 266
247. La conversión de un moro ...................... 267
248. Galiano Galinás roba un cáliz a los moros ........... 268
249. El pozo de Ainés............................. 269
250. La expulsión de los moros de Pina............... 270
7. ASPECTOS RELIGIOSOS ................ 271
7.1. LOS MONASTERIOS........................................... 271
251. Nacimiento de San Juan de la Peña.......................... 271
252. Voto y Félix, en San Juan de la Peña ....................... 272
253. García Jiménez funda San Juan de la Peña .................................. 273
254. Fundación del monasterio de San Martín de Cercito .......... 274
255. Antecedentes del monasterio de Trasobares............................... 275
256. Balandrán, elegido heraldo de la virgen del Pueyo ............... 275
257. Fundación del monasterio de Trasobares..................................... 276
258. Don Pedro de Atarés, fundador de Veruela................................. 277
259. La reina Sancha funda el monasterio de Sigena ...................... 278
260. Los condes de Sástago construyen el santuario de Monler. 279
261. Gil de Atrosillo, señor de Estercuel, y la aparición de la
Virgen ...................... 280
262. La fundación del monasterio de Santa Fe....................... 281
263. Los condes de Sástago crean la cartuja de Fuentes................ 282
264. El túnel bajo el Ebro.............................. 283
7.2. LOS PEREGRINOS ........................................... 283
265. San Marcial visita Benasque.................................. 283
266. El peregrino anónimo ........................................... 284
267. Los peregrinos escultores.............................. 285
268. El romero de Castiello....................................... 286
269. San Gregorio, peregrino .................................... 287
7.3. LOS SANTOS ................................................... 288
270. El vaticinio de san Valero ......................... 288
271. El destierro del obispo san Ramón........................ 289
272. San Ramón cura a una joven desahuciada.................... 290
273. San Ramón libera a dos soldados........................ 291
274. San Licer quiso reposar definitivamente en Zuera................. 291
275. Santo Domingo predica la devoción del rosario ...................... 292
276. Santo Domingo intercede por la noble Alejandra.................. 293
277. Santo Domingo, amamantado por una vaca ............................... 294
278. San Roque, en el hospital de Valdealgorfa ................................... 295
279. Los predicadores Gregorio y Domingo, en Besiáns ............... 296
280. Vicente Ferrer, predicador en Mora de Rubielos .................... 297
281. La endemoniada de Piedra....................... 297
282. El crucifijo de san Vicente Ferrer ........................ 298
283. Vicente Ferrer salva su propia vida ................... 299
284. Vicente Ferrer se apiada de la madre trastornada.................. 300
285. Vicente Ferrer vaticina la destrucción de Teruel..................... 301
286. Vicente Ferrer predica en Calatayud........................ 302
287. Los falsos frailes ........................................ 302
288. Vicente Ferrer impide que los diablos se acerquen a Caspe 303
289. Vicente Ferrer aplaca una tempestad .................... 304
290. Vicente Ferrer instituye la procesión de la disciplina........... 305
291. La palabra de Vicente Ferrer en Aínsa ............. 306
292. El mas de Ferrer................................... 307
293. El cuadro desprendido........................... 307
294. Pedro Arbués, pretendiente de santa Bárbara ........................... 308
295. San Gil y san Ginés, predicadores........
296. San Blas elige Torrecilla de Alcañiz para quedarse................ 310
297. Elección de santa Tecla como patrona ..................... 311
7.4. LOS PORTENTOS ............................................... 312
298. La justicia del obispo Bencio........................... 312
299. Un antídoto contra la sequía......................... 312
300. La Virgen viajera .................................................. 313
301. Los corporales llegan a Daroca............................ 314
302. Invención del rosario............................. 315
303. Un episodio de la guerra albigense.................... 316
304. La palidez de la Virgen de Salas .................. 317
305. Las avenidas del Ebro y de la Huerva ..................... 318
306. Martín Visagra, perjuro............................. 319
308. Los corporales de Andorra ........................ 320
309. El agua, transformada en sangre ................ 321
310. La absolución de Lope Fernández de Luna .............. 322
311. Los corporales de Fraga ................................................ 323
312. Los corporales de Aguaviva.................... 324
313. Los corporales de San Juan de la Peña, intactos ...................... 325
314. Los presagios de la campana ........................... 325
315. Graus salvada de la inundación ........................... 326
316. El cadáver del papa Luna.............................. 327
317. Catalina, librada de los demonios......................... 328
318. San Macario cura una quebradura.......................... 329
7.5. LAS RELIQUIAS ............................................... 330
319. El brazo del apóstol san Pedro, en Siresa ....................... 330
320. García Aznárez trae a Aragón los restos de san Indalecio. 331
321. El relicario de Jaime I.......................................
322. Jaime I dona una espina de la corona de Cristo al monasterio
de Samper.................................................................... 333
323. Pan de la Última Cena salvado de las llamas................. 333
324. El Santo Grial, en Aragón ............................ 334
325. Europa busca el Graal............................................. 335
8. ASPECTOS SOCIO-CULTURALES.................................. 337
8.1. LA JUSTICIA......................................... 337
326. Nacimiento de los fueros de Sobrarbe y del Justicia ............. 337
327. La justicia real en entredicho................................... 338
328. Los falsificadores de moneda ............................ 339
329. Justicia para todos ................................................. 340
330. Alfonso V interviene en la lucha de los Marcilla y los Muñoz 340
331. El escudo de armas del Justicia de Aragón.................... 341
8.2. PLAGAS Y EPIDEMIAS ................................ 342
332. El miedo a la peste ................................ 342
333. La fundación de Salinas de Hoz .................................. 343
334. San Miguel lucha contra la plaga de la langosta ...................... 344
335. San Sebastián libró de la lepra a Fayón.......................... 345
336. La peste de la calle Baja .................................... 346
337. La plaga de la langosta dominada por la Virgen ..................... 347
338. San Sebastián detiene la peste en Azanuy .................... 347
339. La lucha contra la peste .................................... 348
340. La desaparición de un pueblo: Daymús.......................................... 349
341. Fuentes de Ebro salvada de la plaga de la langosta................ 350
342. La peste despuebla Niablas........................... 351
8.3. LA CULTURA ...................................................... 352
343. Las medicinas de san Caprasio................................... 352
344. Los excrementos del caballo de Roldán ................... 353
345. Contienda juglaresca ................... 354
346. El quitamiedos de Robres ............................. 354
347. Surge la jota............................................... 355
348. Salmón a precio de oro ........................ 356
8.4. ARAGONESES ALLENDE LAS FRONTERAS..................................... 357
349. Embajada de Pedro Martínez de Bolea a Castilla.................... 357
350. Santa Isabel hizo de monedas rosas ....................... 358
351. El cautivo de los griegos....................................... 359
352. El rescate de un esclavo aragonés en Jerusalén ........................ 360
353. Sancho Fernández de Heredia y la conquista de Cerdeña 361
8.5. ARAGONESES CON PERSONALIDAD................. 362
354. Juan Fernández de Heredia lucha contra los turcos............. 362
355. El mar reconoce a Pedro de Luna como papa .......................... 363
356. La tozudez de Benedicto XIII................... 363
357. El envenenamiento de Benedicto XIII ...................... 364
358. El Papa Luna se traslada en secreto a Roma ............................... 365
359. Benedicto XIII recibe a los emisarios del concilio de Constanza .......................... 366


2. ÍNDICE DE LUGARES DE ORIGEN

Acumuer (H): 82/186/254. Adahuesca (H): 240/332. Aguaviva (T): 312.
Aguilar de Alfambra (T): 66. Aínsa (H): 17/291/303.
Aísa (H): 137.
Alagón (Z): 50/348.
Albarracín (T): 45/143/159/192/196/231. Albentosa (T): 123.
Alcañiz (T): 60.
Alcolea de Cinca (H): 266. Alcorisa (T): 69/165.
Alcubierre (H): 343. Almonacid de la Cuba (Z): 86. Alquézar (H): 25/26/213.
Andorra (T): 308/318. Aniñón (Z): 307.
Aquilué (H): 233.
Arándiga (Z): 337.
Atea (Z): 15.
Ayerbe (H): 150/151/194. Azanuy (H): 338.
Báguena (T): 176.
Barbastro (H).
Bastarás (H): 203.
Belmonte (Z): 6.
Benabarre (H): 292.
Benasque (H): 265.
Besiáns (H): 279.
Bestué (H): 3.
Betorz (H): 240.
Biescas (H): 242.
Bijuesca (Z): 53.
Binaced (H): 87.
Binéfar (H): 83.
Biscarrués (H): 33.
Blecua (H): 187. Boltaña (H): 241/267. Bono (H): 258.
Borja (Z): 7/51/52/195/347. Broto (H): 77.
Bueña (T): 177.
Bujaraloz (Z): 336.
Burbáguena (T): 177.
Calanda (T): 11/40/61. Calasanz (H): 23.
Calatayud (Z): 215/286/347/349. Camañas (T): 67.
Capella (H): 299.
Caspe (Z): 37/283/288. Castejón de las Armas (Z): 134. Castejón de Valdejasa (Z): 209. Castellote (T): 199.
Castelnou (T): 270. Castiello de Jaca (H): 268. Cella (T): 224.
Centenero (H): 10.
Cervera de la Cañada (Z): 297. Chía (H): 248.
Cimballa (Z): 309.
Cortes de Aragón (T): 247. Cretas (T): 68.
Cubel (Z): 80.
Cuevas de Cañart (T): 201. Cutanda (T): 54.
Daroca (Z): 9/57/58/65/78/79/125/146/175/189/216/219/229/287/301/ 306.
Echo (H): 97/112/190.
Ejea de los Caballeros (Z): 27/46/98/156. El Burgo de Ebro (Z): 243.
El Frasno (Z): 133. El Grado (H): 204. Escatrón (Z): 264.
Escriche (T): 144.
Estercuel (T): 261.
Fabara (Z): 152.
Fayón (Z): 335.
Fraga (H): 63/64/311.
Frías de Albarracín (T): 193. Fuentes de Ebro (Z): 341.
Fuentes de Jiloca (Z): 174.
Gallur (Z): 42/226/227. Gistaín (H): 202.
Graus (H): 94/221/222/290/315.
Griegos (T): 188/220. Guadalaviar (T): 200.
Híjar (T): 157.
Huesca: 34/35/36/95/107/109/110/111/140/232/293/304.
Ibieca (H): 214.
Illueca (Z): 316.
Inogés (Z): 352.
Jaca (H): 18/19/21/108/239/320.
La Almunia (Z): 172/223. La Fresneda (T): 185.
La Iglesuela del Cid (T): 41. Labuerda (H): 241.
Lagueruela (T): 121. Lanaja (H): 55/263. Loarre (H): 1.
Lobera (Z): 277.
Luesia (Z): 238.
Luna (Z): 38.
Lupiñén (H): 295.
Maella (Z): 5/148/284. Magallón (Z): 166/321. Mallén (Z): 163.
Maluenda (Z): 56.
Mediano (H): 14.
Mequinenza (Z): 149.
Monreal del Campo (T): 197/230. Montalbán (T): 170/183.
Montearagón (H): 323.
Monzalbarba (Z): 305.
Monzón (H): 44/116/118/119/122.
Mora de Rubielos (T): 74/280. Morés (Z): 75.
Mosqueruela (T): 76/124. Munébrega (Z): 282/354. Murero (Z): 15.
Nonaspe (Z): 142.
Oliete (T): 85.
Ortilla (H): 295.
Oto (H): 342.
Pedrola (Z): 168.
Peñarroya de Tastavíns (T): 339. Peralta de Alcofea (H): 39.
Peralta de la Sal (H): 32/218. Piedra (Z): 145/182/281/317. Pina de Ebro (Z): 250.
Pueyo de Araguás (H): 22.
Rasal (H): 208/234.
Ricla (Z): 228.
Roda de Isábena (H): 272/273. Robres (H): 346.
Rueda de Jalón (Z): 43/59.
Sabiñán (Z): 237. Salinas de Hoz (H): 333.
Sallent de Gállego (H): 138. Samper de Salz (Z): 322.
San Juan de la Peña (H): 81/88/136/251/252/253/313/324/325. Sástago (Z): 147/260.
Seira (H): 16.
Sena (H): 236.
Siresa (H): 207/319. Sopeira (H): 139/327.
Sos del Rey Católico (Z): 126/184/248. Suelves (H): 84.
Tamarite (H): 210.
Tarazona (Z): 180/225/244/249. Tauste (Z): 334.
Teruel: 70/71/117/167/173/178/181/205/285/329/330. Tierga (Z): 62.
Torla (H): 77.
Torralba (Z): 20.
Torrecilla de Alcañiz (T): 296. Tosos (Z): 294.
Tramacastilla (T): 246. Trasmoz (Z): 195/328. Trasobares (Z): 4/255/257.
Valdealgorfa (T): 120/278. Velilla de Cinca (H): 340. Velilla de Ebro (Z): 314.
Veruela (Z): 211/258. Villanueva de Sigena (H) 259. Villarroya de la Sierra (Z) 310. Villel (T): 72.
Yebra de Basa (H): 239.
Zaragoza.
Zuera (Z): 274.
Aragón: 90/99/105/106. Castilla: 154.
Cataluña: 127.
Chipre: 130.
Aibar (NA): 89.
Amposta (T): 104.
Belem (Portugal): 350.
Burdeos: 129.
Calahorra (Rioja): 24.
Monterroso (Galicia): 103.
Montpellier (Francia): 115.
Nájera (Rioja): 91.
Palermo: 128.
Pamplona: 141.
Peñíscola: 355/356/357/358/359. Perpignan: 158.
Roma: 114.
San Miguel de Aralar: 96. Soria: 100/101/102.
Tafalla: 92.
Valencia: 131.
Sin lugar: 155/206/302/344.

3. ÍNDICE ANALÍTICO
Abad: Alaón: Benito Larrás, 327; Leire: García, 108; Montearagón: 169; Rueda: Gastón de Ayerbe, 147; Samper del Salz: Guillermo, 322; San Ponce de Tomeras: 110; San Juan de la Peña: Jimeno, 88; Paterno, 93; Sancho, 320; San Pedro de Tabernas: 90; Veruela: 169.
Abárzuza, 253.
ABDALA, alarife turolense, 205.
ABDELMELIC BEN RAZIN, señor de Albarracín, 196. ABDERRAHMAN, rey de Huesca, 36.
ABDELAZIZ, gobernador musulmán de Zaragoza, 81. ABDEL-MECH, rey de Zaragoza, 43.
ABDEMELIC, militar moro de Zaragoza, 81. ABDERRAHMAN AL-GAFEQUI, 343.
ABD-AL-RAHMAN [III] AL NASIR, califa de Córdoba, 12. ABEL EL MALEK, walí de Jaca, 18.
ABEN AIRE, walí de Zaragoza, 12.
ABEN AMED MUTAMIN, alcaide moro de Borja, 52. ABEN-GAMA, gobernador moro de Daroca, 57, 65. ABEN GANYA, rey de Valencia, 63, 64.
ABEN JAIR, 188. ABEN JAYE, 188.
ABEN JOT, creador de la jota, 347. ABENLUPO, juez moro de Jaca, 239. Abetito, monte, 88.
Abiego (H), 26, 332.
Abín Ferruz, almunia, 338.
ABU-AMER, santón moro de Daroca, 219. Abuán, 224.
ABUHASALEM, moro de Zaragoza, 198.
ABU MERUAN, señor moro de Albarracín, 192. ABU ZEYT, rey moro de Valencia, 78, 125.
ACISCLO, obispo, 239.
ACMET, moro, 21.
Acol, antecedente de Alcorisa, 69.
Acueducto: de Cella, 192. Acumuer (H), 82, 186, 254.
Adahuesca (H), 240, 332. Adakún (Vid. Alacón).
ADELFA, mora de Zaragoza, 198. África, 1, 18, 104, 161.
Agiria (Vid. Daroca).
AGNES, reina y esposa de Ramiro II, 107. Ágreda (Soria), 100.
Aguaviva (T), 309, 312.
Aguasvivas, río, 86.
ÁGUEDA, santa, 338.
Aguilaniu (H), 271.
Aguilar de Alfambra (T), 66. Aguilón (Z), 294.
AHMAR, moro de Daroca, 189. AHMED BEN IBRAIN, 58.
AHMED BEN ABD-AL-MALIK, rey de Rueda de Jalón, 59. AIMERICO DE NARBONA, 28.
AINES, mudéjar turiasonense, 249. Ainielle (H), 342.
Aínsa (H), 3, 17, 19, 23, 253, 291, 292, 303.
Aísa (H), 137.
AIXA, hija del rey de Albarracín, 193; mora de Aquilué, 233. Alacón (T), 196.
Alagón (Z), 50, 348.
ALAMAÑAC, compañero de san Jorge, 36. Alaón, monasterio, 327.
Alarcos, batalla, 63, 155.
Alarife: Abdalá, de Teruel, 205; Omar, de Teruel, 205. ALBA, esposa del rey Lobo, 231.
Albalate del Arzobispo (T), 318.
Albarracín (T), 45, 143, 145, 159, 167, 177, 188, 192, 193, 196, 197, 200, 220, 231,
246.
ALBAYACETO, judío de Zaragoza, 212. Albentosa (T), 123.
Albero Alto (H), 165. Alberuela de Laliena (H), 332. Albigenses: 303.
ALCADIR, rey moro de Valencia, 197.
Alcaide: 185, 192, 195, 316; Báguena: Miguel de Bernabé, 175, 176, 177, 178; Borja: Abén Amed Mutamín, 52; Cella, Garcí Núñez (224); Daroca: Pedro Gilbert, 175; Zoma (219); Gallur: 226; Graus: 221; Monreal: Mustafá, 230; Peralta de la Sal: 218; La Puebla de Castro: Alhor Ben Alí, 222; Villel: Setí Mahomat, 72.
Alcalá, despoblado cerca de Pina (Z), 250. Alcanadre, río, 55, 236, 259, 266, 271, 344.
Alcañiz (T), 12, 60, 285, 288, 296.
Alcolea de Cinca (H), 266. Alcoraz, batalla, 34, 36, 37, 52.
Alcorisa (T), 69, 165.
Alcubierre (H), 343.
ALDA, hija de Vicente Belbís, 78. ALDONZA DE ENTENZA, 183.
ALEJANDRA, dama zaragozana, 276. ALEJANDRO [V], papa, 359.
Alfajarín (Z), 169.
Alfambra (T), 67, 173.
Alfaquí: de Zaragoza, 235; Jahy ben Jaldún, 58. ALFONSO [I], falso, 113.
ALFONSO [I] EL BATALLADOR, rey de Aragón, 5, 6, 15, 34, 43, 46, 47, 48, 49, 50, 52,
53, 54, 55, 56, 57, 58, 59, 60, 62, 63, 64, 68, 95, 97, 98, 99, 100, 101, 102, 103, 104,
105, 106, 107, 108, 110, 111, 113, 138, 141, 142, 156, 198, 229, 243, 255, 257, 258,
259, 266, 271, 272, 273, 346.
ALFONSO [II], rey de Aragón, 66, 68, 70, 71, 74, 76, 113, 144, 155, 199, 259.
ALFONSO [III], rey de Aragón, 120. ALFONSO [IV], rey de Aragón, 130.
ALFONSO [V] EL MAGNANIMO, rey de Aragón, 131, 132, 160, 161, 173, 311, 314, 316,
324, 330, 334.
ALFONSO [VI], rey de Castilla, 101. ALFONSO [VII], rey de Castilla, 59, 63. ALFONSO [VIII], rey de Castilla, 155. ALFONSO DE BARBASTRO, 179.
Algás: castillo, 68; río, 68.
Alhambra, 134.
ALHOR, moro de Zaragoza, 191.
ALHOR BEN-ALI, alcaide de La Puebla de Castro, 222. ALI MALHALI, moro de Zaragoza, 191.
ALI MOHAL, moro, 197. ALICIA, 149.
Aljafería, palacio, 12, 39, 43, 93, 161, 198, 246, 324, 350. Aljama: judía de Barbastro, 289; judía de Zaragoza, 212. ALMANZOR, 154, 223.
Almazán, 100.
Almenar, 39.
Almería, 320.
Almériz, término de Huesca, 304.
Almogávares: 111.
Almohades: 155.
Almonacid de la Cuba (Z), 86. Almonacid de la Sierra (Z), 172. Almorávides: 45, 54, 56, 59.
AL-MOSTAIN, gobernador moro de Zaragoza, 35. AL-MOTAMID, rey de Sevilla, 320.
ALMUGDAVIR, rey moro de Zaragoza, 93. AL-MUZAFFAR, señor de Lérida, 30.
ALODIA, santa, 240.
ALONSO DE ARAGÓN, conde de Ribagorza, 153. ALONSO DE ARHUELLO, arzobispo de Zaragoza, 235. ALONSO DE RUBIELOS, señor de Rubielos de Mora, 73. Alpuente, taifa, 196.
Alquézar (H), 25, 26, 213, 240, 271.
ALSHAMA, moro de Zaragoza, 191. Altabás, arrabal de Zaragoza, 35. AL-TAMIN, jefe almorávide, 54.
ALVAR PÉREZ DE AZAGRA, señor de Daroca, 65. ALVAR SÁNCHEZ MUÑOZ, 173.
ALVARADO, peregrino darocense, 216. AMAD DOLA, rey moro de Zaragoza, 198. Amán, peña, 111.
Ambel (Z), 51.
Amezcóa, 253.
Amposta, 104.
ANA, santa, 353.
Andalucía, 59, 168, 320.
Andorra (T), 308, 309, 318.
Andorra la Vella, 308, 318.
ANDRÉS MARTÍNEZ DE GOMBALTE, 177.
Anento (H), 270.
ANFORTAS, hijo de Titurel, 325. Aniñón (Z), 307.
Antequera, 172.
Antioquía, 68; batalla, 36, 37.
ANTÓN GUILLEN, 90.
ANTÓN DE LUNA, 171, 172.
ANTONIO ARTAL, 162.
Añavieja, laguna, 244. Apriz, castillo de Jaca, 18. Aquilué (H), 233.
Aquitania, ducado, 239.
Ara, río, 17, 267, 291, 342.
Arabia, 2, 57.
Aragón, río, 19, 101, 252.
Aralar, monte, 96.
Arán, valle, 298.
Aranda, río, 337.
Arándiga (Z), 337. Arba de Biel, río, 38.
Arba de Luesia, río, 238.
Arco: del Cid, en Calanda, 40.
ARGENTINA, esposa del conde Garcí Fernández, 154. Arguedas, 209.
Armas: Aguja de salmar, 72; alabarda, 139; alfanje, 13; almajaneque, 63; arco, 70,
112, 185; armadura, 165; ballesta, 69, 70, 92; cortaplumas, 25; cuchillo, 72; escudo, 109; espada, 24, 109, 111, 139, 143, 144, 146, 165, 171; espada corta, 127;
flecha, 97, 112, 185; lanza, 18, 24, 70, 102, 172; máquina, 175, 178; mazas, 35,
140; puñal, 211, 276; saeta, 34, 95, 188; venablo, 103.
ARMENGOL, conde, 31.
ARMENTARIO, conde de Ribagorza, 16. ARNALDO, señor de Castro de Malavella, 182.
ARTAL, conde y señor de Mequinenza, 149; hijo de Blasco de Alagón, conde de Sástago, 263.
ARTAL DE ALAGÓN, señor de Gallur, 227.
ARTAL DE MUR Y PUYMORCA, barón de Aínsa, 303. ARTURO, rey, 325.
Arzobispo: Zaragoza: 169, 171, 308; Alonso de Arhuello, 235; García Fernández de Heredia, 172, 283; Lope Fernández de Luna, 310.
Asia, 113.
Atarés (H), 88, 251.
Atea (Z), 15.
Ateca (Z), 134.
ATO GARCÉS, señor de Barbastro y alférez real, 100. ATÓN, obispo de Pallars, 23.
Aurín, río, 254.
AVA, condesa de Ribagorza, 154. Avignon, 147, 331, 359.
Ayerbe (H), 150, 151, 194, 208.
Ayerbe de Broto (H), 342. Aytona, 163.
Azanuy (H), 338.
AZNAR, conde, 18, 19, 21, 82, 254.
AZNAR ATÓNEZ, 138.
AZUCENA, hija de la gitana Estrella, 162.
Babilonia: Baligante, emir de, 2. Badajoz, 42.
Báguena (T), 65, 175, 176, 177, 178.
Bailo (H), 324.
BALANDRÁN, santo, 256.
BALIGANTE, emir de Babilonia, 2. BANU HUD, familia, 59.
BANU JALAFEL, walí de Alquézar, 25.
Baños: árabes de Tarazona, 225. Barahona, 101.
BÁRBARA, santa, 294.
Barbastro (H), 23, 28, 29, 30, 31, 100, 164, 179, 245, 256, 271, 273, 274, 289, 291,
292, 326.
Barcelona, 122, 130, 146, 180, 257, 324, 351.
Barcos: chalanas, 2; galeras, 2.
Bardallur (Z), 59.
BARIO, Nuestra Señora de, 3.
Barón: de Escriche, 144; de Espés, 139; Artal de Mur y Puymorca, 303; Francisco de Ezpeleta, 216.
Barrancohondo, foz del Guadalaviar, 246.
Barrio: Alcañiz, Alcañiz Viejo, 60; Calanda, mozárabe, 61; Pina, morería o de la Parroquia, 250; Trasobares, mozárabe, 255; Zaragoza, mozárabe, 243; morería,
235; Altabás, 35.
BARTOLOMÉ, san, 294.
Basarán (H), 342.
BASCUEL DE CUTANDA, 179.
Bastarás (HB), 203.
Batalla: naval, 104; Aínsa, 17; Alarcos, 63, 155), Alcoraz, 34, 36, 37, 52; Antioquía,
36, 37; Chío, 301; Cutanda, 54, 56, 58; Épila, 146; Fraga, 55, 63, 68, 99, 100, 104,
110, 113; Graus, 94; Guadalete, 9; Jaca, 19; Maluenda, 56; Muret, 119; Navas de
Tolosa, 137, 155, 274; Piedratajada, 33; Zalaca, 63.
Batea, 68.
Bea (T), 121.
Bearn, 274, 320.
BEATRIZ, de Daroca, 65.
BEATRIZ DE LUNA, mujer de Blasco de Alagón, conde de Sástago, 263. Beceite (T), 68.
Belchite (Z), 12, 56, 86.
Belem (Portugal), 350.
BELLA, nodriza de la reina Constanza, 180. Belmonte (Z), 6.
Belsierre (H), 3.
BELTRÁN, escudero, 21, 145. BELTRÁN GASCON, de Trasobares, 4.
BEN AL-AFHIR, cronista, 105.
BEN ALHAG, moro de Zaragoza, 198. BEN AWARRE, 13.
BENCIO, obispo de Zaragoza, 8, 16, 93, 298.
Benabarre (H), 292.
Benasque (H), 52, 248, 265.
BENEDICTO, monje de San Juan de la Peña, 252, 253.
BENEDICTO [XIII], papa, 316, 331, 355, 356, 357, 358, 359.
BENITO LARRAS, abad de Alaón, 327. Berbegal (H), 23.
Berbería, 161.
Berdejo (Z), 53. Berdún, canal de, 23.
BERENGUER DE AZLOR, 183.
BERENGUER DE ENTENZA, señor de Ricla, 228, 301.
BERENGUER DE PERATALLADA, 129.
Bergua (H), 342.
BERNARDO, fray, 275; san —, fundador del Cister, 257;
BERNARDO DE CABRERA, 146.
BERNARDO DE RIBAGORZA, conde, 23; hijo del conde Ramón, 21, 23.
BERNAT AGUILÓ, estafador, 287.
Besináns (H), 279.
Beso, fuente de Tarazona, 180. Bestué (H), 3.
Betorz (H), 240.
Bielsa (H), 191.
Biescas (H), 242. Bigorra, conde de, 27. Bijuesca (Z), 53.
Binaced (H), 87.
Binéfar (H), 83.
Biscarrués (H), 33.
BLANCA, reina de Navarra y esposa de Juan II de Aragón, 160; infanta aragonesa, 159. BLANCA DE ANJOU, esposa de Jaime II de Aragón, 130.
BLANCA DE NAVARRA, reina y mujer de Juan II de Aragón, 163. BLAS, santo, 296.
BLASCO DE ALAGÓN, 129; conde de Sástago, 147, 263. BLASCO GARCÉS DE MARCILLA, caballero, 70.
BLASCO MAZA, señor de Gallur, 227. BLASCO PÉREZ, sacristán de Tarazona, 328. Blecua (H), 187.
Boca del Infierno, 97. Bohemia, ducado, 239.
Boltaña (H), 191, 241, 267.
Bono (H), 298.
Borau (H), 324.
BORIBONIO, duque de Bohemia o Aquitania, 239. Borja (Z), 7, 51, 52, 106, 107, 195, 232, 258, 321, 347.
Botaya (H), 81.
Botín: 18, 64, 86, 92, 104.
Brecha de Roldán, 111. BRIANDA DE LUNA, 169.
Bruja: Kundrie, 325; de Trasmoz, 328.
BUCAR, rey, 45.
BUCHAR, sobrenombre de Texufín ben Alí ben Yusuf, 104. Bueña (T), 177.
Buera (T), 25.
Bujaraloz (Z), 336.
Burbáguena (T), 125, 353.
Burdeos, 129.
BUVES DE COMARCIS, hijo de Aimerico de Narbona, 28.
Cacabiello, castillo, 10.
Cadeillán, 241.
Cadrete (Z), 262.
CAJAL, 108.
Calahorra, 24.
Calamocha (T), 125.
Calanda (T), 11, 40, 61.
Calasanz (H), 23.
Calatayud (Z), 12, 56, 62, 145, 146, 174, 175, 177, 178, 215, 286, 309, 347, 349, 352.
CALATRAVA, Orden, 68, 137.
Calcena (Z), 324.
CALILA, mora de Ricla, 228.
Calle: Alquézar: San Gregorio, 213; Bujaraloz: Baja, 336; Daroca: Gragera, 219; Ejea:
Mediavilla, 156; Ramón y Cajal, 156; Fayón: Arrabal, 335; Monzón: Traición, 44;
Mosqueruela: Ricoshombres, 124; Zaragoza: Buenaire, 12; Sepulcro, 169.
Camañas (T), 67.
Camarero real, Pedro Martínez de Bolea, 349.
Camarlengo real, de Fernando II, 133.
Campana de Huesca, 109, 110, 111.
Candespina, 102.
Canigó, monte, 127.
Cannes, 343.
Cañarda, sierra, 199.
Capella (H), 271, 299.
Carabantes, 53.
Carboneras, castillo, 87,
Carcasona, 343.
Cárcel: de Florencia, 357. Cariñena (Z), 146, 178, 316.
CARLOMAGNO, 2, 21, 23, 111, 189.
CARLOS, rey de los francos, 16; príncipe de Viana, 160, 162, 163.
CARLOS DE ANJOU, 128, 129.
CARLOS MARTEL, 343.
CARLOS [III] DE NÁPOLES, 130.
Cartuja: de Nuestra Señora de Fuentes, 263. Casasnovas, 87.
Caspe (Z), 37, 131, 171, 172, 280, 283, 285, 288.
Castejón de las Armas (Z), 134. Castejón de Valdejasa (Z), 209. Castellote (T), 199.
Castelnou (T), 270.
Castelserás (T), 296. Castiello de Jaca (H), 268.
Castilla, 24, 45, 64, 91, 92, 94, 98, 99, 100, 101, 102, 103, 105, 131, 133, 135, 140, 143,
146, 154, 171, 175, 177, 178, 209, 255, 273, 310, 349.
Castillo: Abuán, 224; Aguilar de Alfambra, 66; Alacón, 196; Alagón, 50; Albarracín,
143, 193; Albentosa, 123; Albero Alto, 165; Alcañiz, 60; Alcolea, 266; Alfajarín,
169; Algás, 68; Alquézar, 25; de Antón de Luna, 171; Apriz, en Jaca, 18; Ayerbe,
194; Báguena, 176, 177, 178; Barbastro, 28, 29; Batea, 68; Belmonte, 6; Bijuesca,
53; Borja, 7, 52; Cacabiello, 10; Calatayud, 56; Carboneras, 86; Castejón de las
Armas, 134; Castro de Malavella, 182; Panifico, en Cercito, 82; Peña, 126; Peñíscola, 316, 355, 356, 357, 358; Peralta de la Sal, 218; Pitilla, 126; Pomar, 116; Ricla, 225; Rueda de Jalón, 43; Sabiñán, 237; Santa María de Eruson, 82; Sástago, 147; Sora, 156; Sos, 184; Suelves, 84; Tamarite, 210; Tarazona, 180; Tierga, 62;
Trasmoz, 51, 126, 195, 328; Trasobares, 4; Valtierra, 209; Villel, 72.
Castro de Malavella, 182. CATALINA, endemoniada, 317.
Cataluña, 135, 171, 266.
Catarroja, 301.
Catedral: Albarracín, 143; Barbastro, 289, 290; Barcelona, 122; Jaca, 43; Valencia,
131, 307; San Salvador de Zaragoza, 132, 146, 172, 212, 235, 287, 316.
Caulor, 59.
Cazorla, tratado, 155.
Cea, río, 64.
Cella (T), 70, 192, 224, 330.
Centenero (H), 10. CÉNTULO DE BEARN, 320.
CÉNTULO DE BIGORRA, conde, 138.
Cercito (H), 82, 254.
Cerdeña, 353.
Cervera de la Cañada (T), 297.
CHAFAR AMAD BEN HUD, llamado Zafadola, 59. Chaves, cueva, 203.
Chía (H), 248.
Chinchín, puerta de Graus, 222. Chío (H), castillo, 301.
Chipre, 130.
Chistau (Vid. Gistaín).
Ciezmo, monte de Tarazona, 249. Cillas (H), 342.
Cimballa (Z), 309.
Cinca, río, 3, 14, 17, 22, 31, 55, 64, 116, 122, 139, 191, 204, 262, 266, 271, 291, 340.
Cinco Villas, 156.
Cinegia, puerta de Zaragoza, 8. CIRIACO, obispo de Zaragoza, 319. CÍSTER, orden, 257.
CLARA, muchacha de Tarazona, 180. Clarés, río, 20.
CLARIÓN DE VAUDUNE, 28.
CLEMENCIO, acólito de san Visorio, 241. CLEMENTE, papa, 331.
Cóculo, monte, 252.
Cofradía: Albentosa: Nuestra Señora de los Angeles, 123; Belchite, 86; Binaced, San Marcos, 87; Pedrola: Nuestra Señora de los Angeles, 168; Zaragoza: del Rosario, 275, 276.
Colegiata: Ejea: San Salvador, 156; Mora de Rubielos, 280. Colliure, 355, 356.
Comendador: Berenguer de Azlor, de Santiago, 183; de San Miguel de Foces, 213. Comminges, 274.
Compromiso de Caspe: 131, 171, 288.
Comunidad: Albarracín, 177; Calatayud, 177, 309; Daroca, 177, 307; Teruel, 124, 177.
Concilio: 16; Constanza, 359; Pisa, 359.
Conde: Armengol, 31; Artal, señor de Mequinenza, 149; Gómez de Candespina, 102; González Salvadórez, 43; Guillermo de Poitiers, 56; Lope de Luna, 146; Nuño Álvarez de Lara, 43; Ramón, 21; Waldo, hijo de don Rodrigo, 18; Alfambra: Rodrigo, 67; Aragón: Fortún Jiménez, 88, 239; García Aznar, 136; Atarés: 88; Barbastro: 245; Barcelona: Ramón Berenguer IV, 65, 257; Bigorra: 27; Céntulo, 138; Camañas: Rodrigo, 67; Castellano: Fernán González, 154; Garcí Fernández, 154; Sancho, 95; Castilla: García Ordóñez de Nájera, 35, 36; Gonzalvo, 36; Gutierre
Fernández, 59; Rodrigo Martínez, 59; Entenza: Fernando, 164; Jaca: Aznar, 18,
19, 21, 82, 254; Galindo, 21, 82, 254; Poitou: 106, 107; Provenza: Ramón, 119; Ribagorza: Alonso de Aragón, 153; Armentario, 16; Bernardo, 21; Ramón II, 154;
Sancho, 92; Sástago: 260, 263; Urgell: 262, 283; Jaime, 171, 172.
Condesa: de Urgell, 132; Ava, de Ribagorza, 154; Blanca de Navarra, de Ribagorza, 160; Garsenda de Ribagorza, 154; Hermenjart, 28; Maribel, hija de Fernando de Entenza, 164.
CONRADINO, sobrino de Manfredo de Sicilia, 128, 129. CONRADO DE LLANZA, 129.
Conserans, obispo de, 274. Constantinopla, 323, 351.
Constanza, 359.
CONSTANZA, reina de Aragón y mujer de Pedro III, 128, 180. Córdoba, 9, 12, 28, 29, 63, 154, 189.
CORNELIO, hermano de santa Orosia, 239.
Corporales: Aguaviva, 309, 312; Andorra, 308, 309; Aniñón, 307; Daroca, 146, 216,
301, 312; Fraga, 309, 311; Montearagón, 309; San Juan de la Peña, 313.
CORSOUT DE TABARIE, moro, 28.
Cortes de Aragón (T), 247.
Cortes: Aragón, 336; Borja, 106, 107; Monzón, 106, 107; Teruel, 330; Zaragoza, 169.
Cortillas (H), 342.
Cretas (T), 68.
CRISTINA, hija del Cid, 119.
Crucelos, 332.
Cuarte de Huerva (Z), 262. Cubel (Z), 80.
Cuenca, 58, 196.
Cueva: Biescas, 242; El Grado, 204; Rasal, 234; San Juan de la Peña, 251; San Vicente de Labuerda, 241; Yebra de Basa, 279; Chaves, en Bastarás, 203; Forato de la Mora, en Aquilué, 233; de la Mora, en Guadalaviar, 200.
Cuevas de Cañart (T), 201. Cutanda (T), 54, 56, 58, 125.
Dachera, puerto, 190.
Daroca (Z), 9, 56, 57, 58, 65, 78, 79, 125, 146, 175, 176, 177, 178, 189, 216, 219, 229,
287, 301, 306, 307, 312.
Daymús, despoblado, 340.
Despoblados: Alcalá, cerca de Pina, 250; Daymús, 340; El Castellar, 100, 102, 162, 209;
Lascasas de Sevil, 332; Niablas, 342; Novillas, 5; Saz, 15; Torrenublos, 41; Villa,
333.
DIEGO, escudero, 145.
Diócesis: Lérida, 262; Zaragoza, 298.
DIONÍS, rey de Portugal, 180, 350.
DOMINGA LÓPEZ, mujer de Vicente Belbís, 78. DOMINGO: santo, 275, 276, 277, 300, 302; beato, 279. DOMINGO DE LA FIGUERA, mercader, 129.
DOMINGUITO DE VAL, 212.
DONATO, abad de San Pedro de Tabernas, 16.
Ducado: Bohemia o Aquitania, Boribonio y Ludemila, 239; Híjar, 157; Villahermosa, Alonso de Aragón, 153.
Ebro, río, 2, 3, 4, 5, 9, 12, 13, 20, 24, 32, 33, 39, 42, 46, 47, 50, 54, 56, 81, 94, 95, 99,
102, 104, 132, 147, 156, 169, 172, 189, 190, 209, 212, 218, 227, 243, 255, 259, 260,
264, 269, 305, 314, 319, 341, 344, 348.
Echo (H), 97, 112, 190, 254.
EDUARDO, rey de Inglaterra, 129.
Ejea de los Caballeros (Z), 27, 46, 98, 156, 277. El Burgo de Ebro (Z), 243, 341.
El Castellar, hoy despoblado, 100, 102, 162, 209; monte de Mora de Rubielos, 74. El Frasno (Z), 133.
El Grado (H), 204. El Pilaret, 340.
ELENA, santa, 242.
ELISENDA DE MONCADA, mujer de Jaime II de Aragón, 130. ELOÍSA, hija del rey de Chipre, 130.
ELVIRA, 181; mujer de Alfonso de Barbastro, 179.
Endemoniada: Aínsa, 291; Piedra, 281; Soria, Catalina, 317.
Enfermedades: cólera, Villa, 333; dolor de genitales, Pedro I, 96; lepra, Fayón, 335; mal de amores, 343; migraña, 343; peste, Azanuy, 338; Bujaraloz, 336; Lascasas de Sevil,
332; Niablas, 342; Peñarroya de Tastavíns, 339; Vallibona, 339; Villa, 333; quebradura, 318; reumatismo, 343.
ENRIQUE [III] EL DOLIENTE, rey de Castilla, 161.
Épila (Z), 146.
Ermita: 47, 80, 85, 96, 116, 119, 122, 131, 166, 229, 242, 247, 257, 262, 263, 269, 275,
300, 304, 340.
Escalas, paso, 327.
Escartín (H), 342.
Escatrón (Z), 147, 264.
Esclavo: 71, 72; aragonés en Jerusalén, 352; Gracia, cristiana, 76; Teófilo, cristiano de
Zaragoza, 198.
Escó (Z), 126.
Escondilla, 72.
Escriche (T), 144.
Escudo: Aragón, 17, 22; Justicia de Aragón, 331; los Aysa, 137; los Isarre, 26; Alcorisa, 69; Caspe, 37; Jaca, 19; Maella, 148; Monzón, 44.
Escultor: peregrino, 266, 267; de Zaragoza, 300; de Jaime I, 122.
Esera, río, 22, 248, 290, 315.
Espada: de Jaime I, 118; de don Lope Juan, 108; «Durandel», de Roldán, 344; «Preclara», del conde Bernardo, 21; «Tizona», del Cid y Jaime I, 119; «San Martín», de Jaime I, 119; «Villardell», de Jaime I, 119, 120.
ESPARZA, 141.
ESPÉS, barón de, 139.
ESTEBAN, obispo de Huesca, 271, 272, 273, 299. ESTEFANÍA, reina de Pamplona, 94.
Estercuel (T), monasterio, 261. ESTHER, judía de Alquézar, 213. ESTRELLA, gitana, 162.
Europa, 325, 331. EUROSIA (Vid. OROSIA).
EVANCIO, monje pinatense, 320. Extremadura, 59.
Fabara (Z), 152.
FACUNDO, mártir, 64. Falsificador: de moneda, 328. Fantova (H), 279.
FÁTIMA, señora musulmana de Mora, 73. Fayón (Z), 68, 335.
FELIPA DE LA CASA, 292. FELIPE [III] DE ANJOU, 161. FÉLIX, santo, 252, 253, 313.
FERNANDO, infante, 146; hermano de Pedro II de Aragón, 126; conde de Entenza, 164.
FERNANDO [I], rey de Aragón, 131, 132, 171, 172, 283, 288, 355, 356, 358; rey de Castilla, 24, 91, 92.
FERNANDO [II], rey de Aragón, 133, 134, 135, 153, 209, 263, 314.
FERNÁN GONZÁLEZ, conde de Castilla, 154. FERRER DE LANZA, justicia de Aragón, 311. FERRIZ, 108.
FIRMINIANO, acólito de san Visorio, 241.
FLOR, amante de Arnaldo, señor de Castro de Malavella, 182. Florencia, 357.
FLORINDA, la Caba, 1.
Flumen, río, 111, 344.
Forato de la Mora, cueva de Aquilué, 233. FORTÚN, 139; Maza, 35; obispo de Jaca, 88. FORTÚN DE GARDE, 90.
FORTÚN JIMÉNEZ, conde de Aragón, 88, 239. FORTÚN DE LIZANA (Vid. Fortún de la Maza).
FORTUÑO FERNÁNDEZ DE HEREDIA, señor de Godojos, 353. FORTUÑO DE VIZCARRA, 13.
Foz: de Barrancohondo, en el río Guadalaviar, 246.
Fraga (H), 31, 55, 63, 64, 68, 99, 100, 104, 110, 113, 266, 309, 311, 340.
Francia, 1, 2, 28, 107, 128, 129, 154, 191, 239, 257, 268, 274, 298, 303, 331, 344, 349.
FRANCISCO DE EZPELETA, barón de Daroca, 216. FRANCISCO DE VILLANUEVA, juez de Teruel, 330.
Frías (T), 193.
Fuenclara, monasterio, 262.
Fuente: Barbastro, 30; Beso (Tarazona), 180; de la Bóveda (Sos), 184; Cella, 224;
Mentirosa (Frías), 193; Monzón, 118; Rasal, 208; Saso (Monzón), 119, 122; San
Juan (Tarazona), 244.
Fuentes de Ebro (Z), 12, 341. Fuentes de Jiloca (Z), 174.
Fuero: del Reino, 136; Pamplona, 141; Sobrarbe, 326; Teruel, 71, 178, 330.
Gaeta, 314.
Galias, 2, 103, 343.
GALIANO GALINAS, cristiano de Chía, 248.
GALINDO, conde, 21, 82, 254; hermano de García Aznárez, 138.
Gállego, río, 10, 194, 269, 274.
Gallipienzo, 126.
Gallocanta (Z), 58.
Gallur (Z), 42, 126, 226, 227.
GARCÍA, monje pinatense, 320; abad de Leire, 108; obispo de Zaragoza, 171. GARCÍA [III], rey de Pamplona, 91, 92, 93, 94, 108.
GARCÍA AZNAR, de Trasobares, 4.
GARCÍA AZNÁREZ, señor de Latrás, 138; señor del valle de Tena, 320. GARCÍ FERNÁNDEZ, conde castellano, 154.
GARCÍA FERNÁNDEZ DE HEREDIA, arzobispo de Zaragoza, 172, 283. GARCÍA ÍÑIGUEZ, rey de Pamplona, 89, 90; rey de Sobrarbe, 19. GARCÍA JIMÉNEZ, rey de Sobrarbe, 17, 253.
GARCI NÚÑEZ, señor de Cella, 224.
GARCÍA ORDÓÑEZ DE NÁJERA, conde de Castilla, 35, 36. GARCÍ PÉREZ, escudero, 145.
GARCÍA SÁNCHEZ [II], rey de Pamplona, 88.
GARSENDA, esposa del conde Ramón II de Ribagorza, 154. Gas, río, 19.
Gascuña, 27, 35.
GASTÓN DE AYERBE, abad del monasterio de Rueda, 147. GASTÓN DE ESPES, 27.
Gavarnié, 344.
Gelsa (Z), 250.
Génova, 331.
Germania, 2.
Gerona, 130.
Gibraltar, 1, 4, 7.
GIL, santo, 295; hermano de Pelegrín de Atrosillo, 165. GIL DE ATROSILLO, señor de Estercuel, 261.
GINÉS, santo, 295.
GINFAR AMAD, rey de Rueda de Jalón, 43. GIOMAIL BEN ZEYAN, moro de Valencia, 78. GISBERTA, esposa de Fortuño de Vizcarra, 13. Gistaín (H), 90, 191, 202.
GLAFAR, rey moro de Rueda de Jalón, 43. Godojos (Z), 353.
GÓMEZ DE CANDESPINA, conde, 102. GONZÁLEZ SALVADÓREZ, conde, 43.
GONZALO GARCÍA, mayordomo del infante Jaime, 329. GONZALVO, conde de Castilla, 36.
GRACIA, esclava cristiana, 76.
Gran maestre: Juan Fernández de Heredia, de la Orden de Malta, 354. Granada, 134, 168.
Graus (H), 94, 221, 222, 271, 290, 291, 292, 315.
GREGORIO, santo, 269; beato, 279; papa, 319.
GREGORIO [VII], papa, 319, 320. GREGORIO [XII], papa, 359.
Grial: 307, 324, 325.
Griegos (T), 188, 220.
Gruta del Gato, en Monreal, 197.
Guadalaviar, río, 72, 143, 159, 192, 200, 224, 246.
Guadalope, río, 296.
Guara, sierra, 111, 191.
Guarrinza, valle, 190.
Guaso (H), 19.
GUILEIN, hijo de Buvés de Comarcís, 28.
GUILLÉN DE MONTRODÓ, maestre del Temple, 119.
GUILLERMO, abad de Samper del Salz, 322; obispo de Pamplona, 48. GUILLERMO DE POITIERS, conde, 56.
GUIRART, hijo de Buvés de Comarcís, 28. Gurrea (H), 34.
GUTIERRE FERNÁNDEZ, conde, 59.
GUZMÁN, cristiano de Ricla, 228. GUZMÁN EL BUENO, 177.
HERMENJART, condesa, 28.
HERNANDO, conde del castillo de Abuán, 224. HERNANDO DÍEZ DE AUX, caballero de Daroca, 79. HERNANDO SÁNCHEZ, de Trasobares, 4.
Híjar (T), 12, 157.
Horca, cerro, en Villel, 72.
Horno: Villel, 72. Horta de San Juan, 68
Hospedería: Boltaña, 267; Castiello de Jaca, 268. Hospital: Boltaña, 267; Lascasas de Sevil, 332. HOSPITAL, Orden, 87.
Huecha, río, 347.
Huerva, río, 262, 305.
Huesca, 8, 30, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 91, 93, 95, 104, 107, 109, 110, 140, 146, 165, 191,
208, 232, 233, 240, 271, 274, 293, 299, 304, 323.
HUGO DE LUSIGNAN, rey de Chipre, 130. HURTADO, renegado cristiano, 78.
IBÁÑEZ DOMINGO DE MORTÓN, juez de Teruel, 71.
Ibieca (H), 214.
Ibiza, 77.
IBN ABDALA, gobernador de Zaragoza, 189.
Iglesia: Alcolea: San Juan Bautista, 266; Andorra: Santa María Magdalena, 308; San Julián, 318; Ayerbe: San Pedro, 150; Burbáguena: parroquial, 353; Daroca: San Marcos, 301; Santa María la Mayor, 125; Ejea: Santa María, 156; Escatrón: San Javier, 264; Graus: San Miguel, 315; Loarre: mozárabe, 1; Montalbán: parroquial, 183; Munébrega: parroquial, 282; Teruel: San Martín, 205; San Salvador, 205; Santa María, 329; Zaragoza: San Gil, 212; San Miguel de los Navarros, 243, 341; Santa María la Mayor, 8, 12, 198, 269.
Illueca (Z), 316.
INDALECIO, san, 253, 313, 320.
Inglaterra, rey, 129.
INOCENCIO [III], papa, 114, 119.
Inogés (Z), 352.
ÍÑIGO, san, 215.
ÍÑIGO ARISTA, rey de Pamplona y Sobrarbe, 22, 90.
ÍÑIGO DE AXUAR, 108.
ÍÑIGO FORTUÑONES, 142.
ÍÑIGO ZAIDÍN, alférez y amigo de Jaime I, 77.
Inquisidor: Pedro de Arbués, 294.
ISABEL, doncella de Borja, convertida en Zaida, 52.
ISABEL LA CATÓLICA, reina, 133, 153.
ISABEL DE PORTUGAL, infanta aragonesa, mujer de Dionís de Portugal, 180, 350. ISABEL SEGURA, amante de Teruel, 167.
ISABEL DE URREA, 146.
Isábena, río, 21, 290, 315.
ISARRE, hermanos, 26.
Isuela, río (del Moncayo), 62, 257, 337; (del Pirineo), 344.
Italia, 161.
Jaca (H), 18, 19, 21, 23, 108, 138, 239, 251, 255, 313, 320, 324. JAHY BEN JALDUN, alfaquí, 58.
JAIME, conde de Urgell, 171, 172; hijo de Jaime II, 329; san, 41.
JAIME [I], rey de Aragón, 75, 76, 77, 78, 79, 86, 115, 116, 117, 118, 119, 120, 121, 122,
123, 124, 125, 126, 157, 158, 165, 301, 321, 322, 328.
JAIME [II], rey de Aragón, 130, 329. JAIME DE BOLEA, 183.
JAIME DÍEZ DE AUX, caballero de Daroca, 57. JAIME PÉREZ EL MENOR, juez de Teruel, 329. JAIME DE URGELL, 132.
Jalón, río, 43, 50, 56, 75, 134, 174, 215.
Jérica, 197, 301.
Jerusalén, 130, 352.
Jiloca, río, 58, 174, 175, 197, 215, 306.
JIMENA, esposa del Cid, 24.
JIMENO, abad de San Juan de la Peña, 88. JIMENO GARCÉS, 142.
JIMENO DE RADA, tenente, 126. JORGE, san, 34, 36, 37, 41, 52, 338. JOSÉ DE ARIMATEA, 324.
JUAN, san, 269; Fray, 78; herrero, 211; habitante de Escatrón, 264; rey de Navarra, 314; rey de Portugal, 314.
JUAN [II], rey de Aragón, 133, 153, 160, 162, 163, 186, 307.
JUAN ALBIR, habitante de Magallón, 166.
JUAN DE ARAGÓN, infante de Aragón, luego Juan II, 160. JUAN DE ATARÉS, eremita, 251, 252, 253.
JUAN BAUTISTA, san, 251, 252, 266.
JUAN FERNÁNDEZ DE HEREDIA, Gran maestre de la Orden de Malta, 354. JUAN LER, anacoreta, 260.
JUAN DE LUNA, sobrino de Benedicto XIII, 316; el Jaque, de Daroca, 9. JUAN MARTÍNEZ DE MARCILLA, 173; amante de Teruel, 167.
JUAN MIGUEL, pastor de Tena, 186. JUAN MORENO, caballero de Daroca, 79.
JUAN DE LA PIEDAD, habitante de El Frasno, 133. JUAN DE PRÓCIDA, caballero siciliano, 128.
JUAN RODRÍGUEZ DE SALAMANCA, compromisario, 171. JUAN XIMÉNEZ CERDÁN, justicia de Aragón.
JUANA, reina de Nápoles, 161.
JUANA ENRÍQUEZ, esposa de Juan II de Aragón, 133, 163.
Judíos: aragoneses, 284, 308; darocenses, 58; Barbastro, 31, 245, 289; Calatayud, 215;
Ibieca, 214; Lérida, 210; Munébrega, 282, Peñalba, 283; Tamarite, 210; Teruel,
285; Trasmoz, 211; Zaragoza, 132, 212, 217; Albayaceto, de Zaragoza, 212; Esther, de Alquézar, 213; Leví, de Alquézar, 213; Manasés, de Daroca, 216.
Juegos: ajedrez, 126; dados, 126; pelota, 150.
Juez: Alquézar, musulmán, 240; Bujaraloz, 336; Huesca, Zumail, 240; Jaca, Abenlupo, 239; Peñarroya de Tastavíns, 339; Teruel, 173, 178; Francisco de Villanueva, 330; Ibáñez Domingo Mortón, 71; Jaime Pérez el Menor, 329; Martín de Orihuela, 330.
Juglar, 179, 345.
JULIÁN, conde visigodo, 1. Juslibol (Z), 209, 269.
Justa: Burdeos, 129; Peralta, 39; Soria, 101.
Justicia: Ferrer de Lanza, de Aragón, 311, 326; Juan Ximénez Cerdán, de Aragón, 331.
JUSTINA, pastora de Tarazona, 244. KUNDRIE, bruja, 325.
La Almunia de Doña Godina (Z), 172, 223. La Codoñera (T), 296.
La Fresneda (T), 185. La Ginebrosa (T), 312.
La Iglesuela del Cid (T), 41. Labuerda (H), 241.
Lagueruela (T), 121.
Lanaja (H), 55, 263.
Langa (Z), 229.
Lagres (Francia), 343.
Las Arcas, puerto de montaña, 139. Las Facenas, 87.
Las Tiesas, 137.
Lascasas de Sevil, despoblado, 332. Laspuña (H), 3.
Lastra, monte, 145.
Latrás (H), 138.
LEANDRO, san, obispo de Sevilla, 319. Leciñena (Z), 166, 321.
Lecumberri (Navarra), 90.
Leire, monasterio, 108.
León, 64, 102, 179.
LEÓN ISAURIO, emperador de Constantinopla, 351.
LEONOR SESÉ DE URREA, 162.
Lérida, 63, 93, 99, 163, 210, 262, 266; Al-Muzaffar, señor de, 30. Lerins, isla de Francia, 343.
Levantamiento: campesino de Maella, 148.
LEVÍ, judío de Alquézar, 213.
LICER, san, 269, 274.
Lizana, 165.
LIZANA, noble, 111.
Lledó (T), 68.
Loarre (H), 1, 194.
Lobera de Onsella (Z), 277.
LOBO, en realidad Muhammad ben Mardanis, rey, 45, 231.
LOPE DE ALBERO, señor de Alcorisa, 165.
LOPE ARTAL DE AZLOR, noble, 162.
LOPE FERNÁNDEZ DE LUNA, arzobispo de Zaragoza, 310.
LOPE JUAN, espada de don, 108.
LOPE XIMÉNEZ DE URREA, 169.
LÓPEZ DE GURREA, hermanos, 34.
LOPE DE LUNA, el «caballero de la espuela», primer conde de Luna, 146. LORENZO, san, 324, 325.
LUDEMILA, duquesa de Bohemia o Aquitania, 239. Luesia (Z), 238.
LUIS CORNEL, 169.
LUIS DE FRANCIA, santo y rey de Francia, 28, 128. Luna (Z), 38.
Lupiñén (H), 295.
MACARIO, SAN, 318.
Maella (Z), 148, 284.
Maestrazgo, 40, 41.
Maestre: Guillén de Montrodó, del Temple, 119. Magallón (Z), 78, 166, 321.
Maladeta, Pico, 252, 298.
Malanquilla (Z), 53.
Maleján (Z), 347.
Mallén (Z), 5, 163.
Mallo, castillo, junto a Mosqueruela, 76. Mallorca, 77, 261.
Malta, isla y orden, 354. Maluenda (Z), 56, 174.
MANFREDO, trovador, 213; rey de Sicilia, 128, 129; paje de la reina Constanza, 180. Manises, 301.
MANRIQUE DE LARA, trovador, 162.
MARCELO, monje de San Juan de la Peña, 252, 253.
MARCOS, cofradía, 87.
Marcuello (H), 194.
MARÍA, joven de Alquézar, 25; cristiana de Daroca, 219; nombre cristiano de Zulima, 222; reina y esposa de Pedro II, 115; reina y esposa de Alfonso V, 161, 311.
MARÍA BAYOD, hija natural de Jaime I, 157.
MARÍA DE LUSIGNAN, hija del rey de Chipre y esposa de Jaime II, 130.
MARÍA PÉREZ, la Varona, 101.
MARIBEL, condesita, hija de Fernando de Entenza, 164.
MARIETA, Zaida de mora, 221.
Marqués: de Ayerbe, 150, 151; de Suelves, 84.
Martín, río, 85, 157.
Mártires: de Zaragoza, 198; Orosia, 239; San Pedro de Arbués, 314.
MARSILIO, walí de Zaragoza, 2, 20.
MARTÍN, santo, 254; hijo de Fortuño de Vizcarra, 13; obispo de Albarracín, 143. MARTÍN [I], rey de Aragón, 171, 172, 215, 280, 309, 324.
MARTÍN [V], papa, 359.
MARTÍN DE ALPARTIR, cronista, 316. MARTÍN DE AYSA, 137.
MARTÍN GONZÁLEZ, caballero aragonés, 24. MARTÍN MARTÍNEZ DE GOMBALTE, 177.
MARTÍN DE ORIHUELA, juez de Teruel, 330. MARTÍN PÉREZ, señor de Escondilla y de Villel, 72. MARTÍN PÉREZ DE LUNA, noble aragonés, 125.
MARTÍN PÉREZ DE VILLEL, señor de Ricla, 228. MARTÍN DE RAVANERA, 65.
MARTÍN VISAGRA, vecino de Daroca, 306.
MARTINA, pastora de Acumuer, 186; prometida de Hernando Díez de Aux, 79. MARTINA PÉREZ DE LOZANO, fundadora de la cofradía de San Marcos, en Binaced, 87. Mas de Ferrer (H), 292.
Mas de la Pudiola, 292. Matamoros, barranco, 20.
Matarraña, río, 68, 148.
MATEO MARTÍNEZ, mosén darocense, 301. MATILDE, prometida de Juan de Luna, 9.
Mayordomo: Gonzalo García, del infante Jaime, 239. Mediano (H), 14.
Medicinas: brebajes, 343; conjuros, 117; hierbas, 117; medicinas de san Caprasio, 343; músicas, 117; pócima, 67; quitamiedos de Robres, 346; sopas de ajo, 117.
MELEK, hijo del walí de Albarracín, 224.
MELILAH, princesa mora, 57.
MENCIA, mujer de Arnaldo, señor de Castro de Malavella, 182. Mequinenza (Z), 149.
Mercado: Bujaraloz, 336; Valencia, 71; Zaragoza, 172.
METODIO, santo, 239.
Mezquita: Daroca, 219.
Midi, 269.
MIGUEL, arcángel san, 48, 74, 310, 334.
MIGUEL DE BERNABÉ, alcaide de Báguena, 175, 176, 177, 178. MIGUEL IN EXCELSIS, santo, 96.
MIGUEL PÉREZ ZAPATA, señor de Cuarte, Cadrete y Purroy, 262. Milagro, 209.
Mirabayo, paradero, en Híjar, 157. Miralsot (H), 340.
MOHAMAD, moro turolense, 205.
MOHAMED ALTABILL, rey moro de Zaragoza, 191. Molina de Aragón, 58, 145, 196.
Molino: Albentosa (de Arriba), 123; Villel, 72. Momagastre, castillo, 32.
Mombrún, 87.
Monasterio: Alaón, 327; Fuenclara, 262; Leire, 108; Montearagón, 99, 169, 309, 323;
Montserrat, 351; Piedra, 145, 182, 281, 309, 317; Predicadores, de Zaragoza, 275;
Rueda, 147, 264; Samper del Salz, 322; San Juan de la Peña, 17, 19, 81, 88, 93,
104, 136, 251, 252, 253, 313, 320, 324, 325; San Martín de Cercito, 82, 254; San
Pedro de Siresa, 82, 97, 207, 254, 255, 257, 319, 324; San Pedro de Tabernas, 16,
90, 324; San Ponce de Tomeras, 107, 110; Santa Cruz, 90; Santa Fe, 262; Santa
María de Obarra, 21, 23, 139; Selvamayor, 27; Sigena, 155, 259; Trasobares, 255,
257; Trinitarios, de Daroca, 306; Veruela, 169, 211, 258.
Moncayo, 62, 195, 211, 244, 257, 258, 324.
Monedas: aragonesa, 328; mazmudinas, 126; morabetinos, 126, 209; morabetinos aiars, 126; morabetinos alfonsinos, 126; morabetinos lupinos, 126; siclos de plata, 88.
Monegros, 55, 155, 259, 263, 283.
Monreal del Campo (T), 65, 197, 230.
Montalbán (T), 170, 173, 183. Monte Mayor (antigua Luna), 38. Monte Perdido, pico, 77.
Montearagón, monasterio, 99, 169, 309, 323.
Monteros: reales, 97.
Monterroso, 103.
Monler, santuario, 260.
Monsalvat (Vid. San Juan de la Peña). Montpellier, 115, 301.
Monzalbarba (Z), 166, 305.
Monzón (H), 39, 44, 77, 83, 106, 107, 116, 118, 119, 122, 126.
Mora: 65; de Albarracín, 220; de la Basa, 202; Bastarás, 203; Borja, 232; Gallur, 226;
Guadalaviar, 200; Guarrinza, 190; Luesia, 238; Rasal, 208, 234; Sabiñán, 237; Sallaón, 204; Saravillo, 206; Sena, 236; Siresa, 207; Tarazona, 225; Aixa, de Albarracín, 193; Aixa, de Aquilué, 233; Calila, de Ricla, 228; Fátima, de Mora, 73; Serena Alma, de Gallur, 227; Zaida, de Cella, 192; Zoraida, de Teruel, 205.
Mora de Rubielos (T), 73, 74, 280.
Morata (Z), 174.
Morella, 100, 132, 163, 261.
Morería de: Pina, 250; Zaragoza, 47, 49, 235.
Morés (Z), 75.
Morilla de Ilche (H), 256. Mosqueruela (T), 76, 124.
Mozárabes: 13, 15, 20, 42, 60, 61, 137, 152; Cretas, 68; Daroca, 219; Huesca, 240; La
Almunia, 223; Loarre, 1; Peralta de la Sal, 218; Tamarite, 210; Tarazona, 244;
Trasobares, 255, 257; Zaragoza, 243, 305, 341; Pedro Cardona, valenciano, 78.
Mudéjares: 49, 194, 205, 208, 230; Borja, 232; Langa, 229; Pina, 250; Tamarite, 210;
Zaragoza, 235; Ainés, turiasonense, 249; alcaide de Graus, 221; Tocón, 229.
MUDIELOS, hermanos, 34. Muela, en Teruel, 70.
Muela de San Juan, 188, 200.
MUHAMMAD BEN MARDANIS, llamado rey Lobo, 231. MUHAMMAD BEN MAXIN, de Zaragoza, 12.
MULEY TAREC, gobernador moro de Valencia, 347. Munébrega (Z), 282, 354.
Muniesa (T), 247.
Muralla: Alagón, 50; Aguilar de Alfambra, 66; Albarracín, 193; Báguena, 175, 176;
Bijuesca, 53; Bueña, 177; Calatayud, 215; Constantinopla, 351; Daroca, 58, 146,
175, 189; Ejea, 156; Fraga, 63; Fuentes de Jiloca, 174; Huesca, 34, 95, 140; Lizana, 165; Mora de Rubielos, 74; Muela de San Juan, 188; Pomar, 116; Teruel, 178;
Valencia, 79; Zaragoza, 47, 48, 56, 172, 300, 305.
Murcia, 59, 63, 64, 231.
Murero (Z), 15.
Muret, batalla, 119.
MURID OMED, moro de Daroca, 57.
Música: flauta, 67; tamboril, 161; trompeta, 161. MUSTAFA, alcaide moro de Monreal, 230.
MUZA, 8, 10, 18, 189.
Nájera, corte de, 91.
Nápoles, 130, 160, 161, 314, 349.
Narbona, 343; obispo de, 79; Aimerico de, 28.
Navarra, 19, 51, 90, 126, 163, 177, 186, 314.
Navas de Tolosa, batalla, 137, 155, 274.
Niablas, despoblado, 342.
Nimes (Francia), 343. Noguera Ribagorzana, río, 21. Nonaspe (Z), 68, 142.
Novillas (Z), 5.
Nuestra Señora: Alegría: Barcelona, 122; Monzón, 122; Aliaga: Muniesa, 247; Ángeles:
Albentosa, 123; Cubel, 80; Pedrola, 168; Zaragoza, 351; Antigua: Monzalbarba,
305; Bario: Bestué, 3; Blanca: Piedra, 317; Cantal: Oliete, 85; Capítulo: Trasobares,
255, 257; Castillo: Alagón, 50; Aniñón, 307; Belmonte, 6; Bijuesca, 53; Cerro: Castejón de las Armas, 134; Cigüela: Torralba, 20; Encontrada: Chía, 248; Fuente: Peñarroya de Tastavíns, 339; Fuentes: Lanaja, 263; Guía del Guerrero: Cubel, 80; Huerta: Arándiga, 337; Huesca, 304; Magallón, 166, 321; Humillada: Calanda, 61; Jerusalén: Inogés, 352; Linares: Benabarre, 292; Magallón: Leciñena, 166; Mar: Munébrega, 354; Mártires: Atea, 15; Mayor: Zaragoza, 8, 12, 166, 198, 269; Milagro: Zaragoza, 300; Miramonte: Biscarrués, 33; Monler: Sástago, 260; Mora: Peralta de la Sal, 32; 218; Nieves: Bujaraloz, 336; Oliva: Ejea, 46; Olivar: Estercuel, 261;
Zaragoza, 275, 300; Palacios: La Almunia, 223; Peña: Aguilar de Alfambra, 66; Pilar: Zaragoza, 61, 135, 153, 160; Portillo: Zaragoza, 47, 166; Pueyo: Barbastro, 256;
Ríos: Rasal, 208; Rosario: Zaragoza, 276; Sagrada: Monzalbarba, 166, 305; Salas:
Huesca, 232, 304; Silla: Lagueruela, 121; Tocón: Langa, 229; Veruela: Veruela, 258;
Victoria: Jaca, 19; Villarroya: Villarroya, 310; Zaragoza la Vieja: El Burgo, 243, 341.
NUNILO, santa, 240.
NUÑO ÁLVAREZ DE LARA, conde, 43.
OBAIDALA, señor moro de Alacón, 196.
Obispo: Acisclo, 239; Albarracín: Martín, 143; Barbastro: Ramón, 271, 272, 273, 299;
Conserans: Licer, 274; Huesca: Esteban, 271, 272, 273, 299; Jaca: Fortún, 88; Narbona, 79; Pallars: Atón, 23; Pamplona: Guillermo, 48; Ribagorza: 16; Sevilla: san
Leandro, 319; Zaragoza: 93, 125; Bencio, 8, 16, 93, 298; Ciriaco, 319; García, 171;
Paterno, 93.
Oliete (T), 85.
Olite (Navarra), 160.
Olsón, sierra, 13.
OMAR, alarife turolense, 205. OMAR BEN AHMED, jerife, 58.
Onda, 39.
Ontiñena (H), 344.
Orden: Órdenes Militares, 152, 199; Banda, 160; Calatrava, 68, 137; Císter, 257, 258,
281, 322; Dominicos, 309; Franciscanos, 98, 309, 351; Hospital o San Juan, 68,
87, 155, 213, 259; Jarra, 161; Malta, 354; Montesa, 359; Predicadores, 275, 279,
287, 293, 300; 315; San Agustín, 310; Santiago, 183; Temple, 65, 77, 118, 119,
122, 227, 259; Trinitarios, 306.
ORDERIC VITAL, cronista, 104. Ordesa, valle, 344.
Oroel, monte, 19.
OROSIA o EUROSIA, santa, hija de los reyes de Bohemia o Aquitania, 239. Ortilla (H), 295.
Otal (H), 342.
Oto (H), 342.
OTO DE POITIERS, emir, 21.
Oza, selva, 112.
PALACÍN, señor de Gallur, 227.
Palacio: Real de: Nájera, 91; Pamplona, 89; Zaragoza, 348; Albarracín, 193, 196; Daroca, 219; Lanaja, 55; Olite, 160; árabe de Zaragoza, 198; la Aljafería, 12, 43, 93,
161, 246, 324, 350; la Alhambra, 134; la Zuda, 12; de Almanzor, en La Almunia, 223; de doña Urraca, en Soria, 100, 102; de Urriés, de los marqueses de Ayerbe, 150, 151; duque de Híjar, 157; conde de Ribagorza, en Zaragoza, 153; de Jaime I, en Mosqueruela, 124.
Palermo, 128.
Pallars, Atón, obispo de, 23. Palomera, sierra, 67.
Pamplona, 19, 89, 90, 92, 94, 95, 108, 141.
Panifico, castillo de Cercito, 82.
Panillo, sierra, 22.
Pano, sierra, 22, 81, 251.
PANTALEÓN, santo, 269.
Papa: Alejandro V, 359; Benedicto XIII, 316, 331, 355, 356, 357, 358, 359; Clemente,
331; san Gregorio VII, 319, 320; Gregorio XII, 359; Inocencio III, 114, 119; Martín V, 359; san Sixto, 324. Paracuellos de Jiloca (Z), 174.
Paradero o parque: de Mirabayo, en Híjar, 157. París, 23, 28, 257.
Parroquia, barrio de Pina, antigua morería, 250. PARSIFAL, 325.
Pastor: 33, 302; de El Burgo, 243; Fuentes de Ebro, 341; Lobera, 277; Luesia, 238; la
Maladeta, 298; Sigena, 259, Yebra de Basa, 239; san Balandrán, 256; san Visorio,
241; Justina, de Zaragoza, 244; Pedro Novés, 261.
PATERNO, abad de San Juan de la Peña y obispo de Zaragoza, 93.
Patrón: San Bartolomé (Tosos), 294; san Blas (Torrecilla de Alcañiz), 296; san Caprasio (Alcubierre), 343; san Gil (Ortilla), 295; san Ginés (Lupiñén), 295; san Macario (Andorra), 318; san Pedro Arbués (Aguilón), 294; san Sebastián (Fayón), 335; san Vicente Ferrer (Graus), 290.
Patrona: Santa Bárbara (Tosos), 294; santa Pelagia (Cretas), 68; santa Tecla (Cervera de la Cañada), 297.
PEDRO, santo, 289, 319; abad de San Pedro de Tabernas, 90; fray, 78; señor de Mediano, 14; habitante de Zaragoza, 275; doncel, hijo de Ato Garcés, 100; infante de Aragón, luego Pedro I, 320.
PEDRO [I], rey de Aragón, 34, 35, 36, 37, 39, 44, 95, 96, 106, 140, 273; rey de Castilla, 174, 175, 176, 177, 178.
PEDRO [II], rey de Aragón, 114, 115, 118, 119, 122, 126, 155, 274, 303.
PEDRO [III], rey de Aragón, 120, 127, 128, 129, 180, 349, 350.
PEDRO [IV], rey de Aragón, 146, 169, 174, 177, 178, 336, 347.
PEDRO AHONES, noble aragonés, 125. PEDRO ALFONSO, 345.
PEDRO ARBUÉS, santo e inquisidor, 294, 314. PEDRO ATARÉS, señor de Borja, 106, 108, 258.
PEDRO DE AZAGRA, señor de Albarracín, 231. PEDRO DE BIOTA, 142.
PEDRO CARDONA, mozárabe de Valencia, 78.
PEDRO FERNÁNDEZ DE AZAGRA, 167; señor de Albarracín, 145. PEDRO GIL, escudero del Cid, 246.
PEDRO GILBERT, alcaide de Daroca, 175. PEDRO GONZÁLEZ DE LARA, 102.
PEDRO MARTÍNEZ DE BOLEA, camarero real, 349. PEDRO MARTÍNEZ DE LUNA (Vid. Benedicto XIII). PEDRO NOVES, pastor, 261.
PEDRO RUIZ DE AZAGRA, señor de Albarracín, 45, 143. PEDRO SEGURA, 167.
PEDRO DE SESÉ, 90. PEDRO TIZÓN, 106.
PEDRO DE URREA, noble aragonés, 172. Pedrola (Z), 168.
PELAGIA, santa, patrona de Cretas, 68. PELEGRÍN DE ATROCILLO, noble, 165.
Peña, castillo, 126.
Peña del Morrón, en La Iglesuela del Cid, 41. Peñacil (o Peña del Cid), en Montalbán, 170, 183. Peñalba (H), 283.
Peñalén (Navarra), 141. Peñarroya de Tastavíns (T), 339.
Peñíscola, castillo, 316, 355, 356, 357, 358, 359. Peralta de Alcofea (H), 39.
Peralta de la Sal (H), 32, 218. Perarrúa (H), 279, 299.
Peregrino: De Alcolea, 266; Boltaña, 267; Castiello de Jaca, 268; Monzón, 118; conde francés, 154; Alvarado, de Daroca, 216; Blasco de Alagón, 147; García Aznárez, 320; san Gregorio, san Juan, san Licer y san Pantaleón, 269; san Marcial, 265.
PEREGRINO DE CASTILLAZUELO, 106.
Perpignan, 158, 331, 343, 356.
PETRONILA, reina de Aragón, 107, 113, 257.
Piedra, monasterio, 145, 182, 281, 309, 317; río, 145. Piedra del Moro, 32.
Piedratajada, batalla, 33.
Pina (Z), 250.
Pirineos, 190, 207, 239, 241, 253, 269, 270, 274, 298, 324, 325, 326, 343, 346.
Pisa (Italia), 359.
Pitilla (Navarra), 126.
Plagas: De la langosta en: Arándiga, 337; Fuentes de Ebro, 341; Tauste, 334. Plan (H), 202.
Plaza: De Aínsa, 291; Alta, de Ayerbe, 150; Mercado, de Calatayud, 286; Mercado, de Teruel, 329.
Poitou, conde de, 106, 107. Pomar de Cinca (H), 116. Portalé, puerto de montaña, 138.
Portento: 301, 302, 307, 308, 309, 310, 311, 312, 313, 314, 315.
Portugal, 180, 314.
Posada: Mora de Rubielos, 280; cerca de Sariñena, 263. Pota del Caballo, 40.
PRADO, noble gallego, 103.
Presa hidráulica: Almonacid de la Cuba, 86. PRIMITIVO, mártir, 64.
Provenza, 119.
Puebla de Fantova (H), 279.
Puente: Calanda, del Cid, 40; Mediano, 14; Teruel: san Francisco, 181; doña Elvira, 181. Puerta: Barcelona: San Ibo, en la catedral, 122; Calanda, de Valencia, 61; Calatayud, de Zaragoza, 286; Graus, de Chinchín, 222; Teruel, de la Traición, 178; de Zaragoza, 178; Zaragoza, Cinegia, 8; Oriente, 8; Quemada, 305; Valencia, 48.
Puerto de mar: Barbastro, 28; Ragusa, 351.
Puerto de montaña: Dachera, en Guarrinza, 190; Tena, 186. Puértolas (H), 3.
Puebla de Castro (H), 222. Pueyo, santuario, 256.
Pueyo de Araguás (H), 22. Punta la Mora, en Luesia, 238.
Purroy (Z), 262.
Puyarruego (H), 3.
Queiles, río, 180.
QUELO, habitante de Fayón, 335. Quemada, puerta de Zaragoza, 305. Quicena (H), 323.
QUITERIA, santa, 119, 122.
Ragusa, puerto, 351.
RAMIRO, infante pamplonés, 141; habitante de Mosqueruela, 76. RAMIRO [I], rey de Aragón, 24, 91, 92, 93, 94, 105, 221.
RAMIRO [II], rey de Aragón, 106, 107, 108, 109, 110, 111, 112, 257.
RAMIRO GARCÉS, infante de Pamplona, 43.
RAMIRO SÁNCHEZ, señor de Monzón, 119.
RAMÓN, conde, 21; infante pamplonés, 141; conde de Provenza y primo de Jaime I, 119.
RAMÓN [II], conde de Ribagorza, 154.
RAMÓN BERENGUER [IV], conde de Barcelona, 65, 257.
RAMÓN GUILLERMO o SAN RAMÓN, santo, obispo de Barbastro, 271, 272, 273, 299.
Rasal (H), 208, 234.
Reina: Agnes, esposa de Ramiro II de Aragón, 107; Alba, mujer del Rey Lobo, 231; Blanca de Navarra, mujer de Juan II, 163; Constanza, mujer de Pedro III, 128, 180; Elisenda de Moncada, mujer de Jaime II, 130; Estefanía, de Pamplona, 94; Isabel de Aragón, reina de Portugal, 180, 250; Isabel la Católica, 133, 153; Juana Enríquez, mujer de Juan II, 133, 163; María, esposa de Pedro II, 115; María, mujer de Alfonso V, 161, 311; María de Lusignan, mujer de Jaime II, 130; Petronila, de Aragón, 107, 113, 257; Sancha de Castilla, mujer de Alfonso II, 155, 259; Urraca, de Castilla, 98, 99, 100, 102, 103, 105, 156.
Reino: De Albarracín, 200; Granada, 134; Monzón, 116; Pomar, 116. Redonda, monte de la, 261.
Relicario: Alfonso I, 64; Jaime I, 321; Montearagón, 323; Samper de Salz, 322; San Juan de la Peña, 324, 325.
Reliquia: 16, 64, 319, 320, 321, 322, 323, 324, 325.
Rey: Albarracín, 246; Almería, 320; Francia, 331, 349; Nápoles, 349; Sarakosta, 246; Sevilla, 320; Sobrarbe, 82; Abderrahmán, de Huesca, 36; Abdel-Mech, de Zaragoza, 43; Abu Zeyt, de Valencia, 78, 125; Ahmed ben Abd al Malik, de Rueda de Jalón, 59; Alcadir, de Valencia, 197; Alfonso [I], de Aragón, 5, 6, 15, 34, 43, 46,
47, 48, 49, 50, 52, 53, 54, 55, 56, 57, 58, 59, 60, 62, 63, 64, 68, 95, 97, 98, 99, 100,
101, 102, 103, 104, 105, 106, 107, 108, 110, 111, 113, 138, 141, 142, 156, 198, 229,
243, 255, 257, 258, 259, 266, 271, 272, 273, 346; Alfonso [II], de Aragón, 66, 68,
70, 71, 74, 76, 113, 144, 155, 199, 259; Alfonso [III], de Aragón, 120; Alfonso [IV],
de Aragón, 130; Alfonso [V], de Aragón, 131, 132, 160, 161, 173, 311, 314, 316,
324, 330, 334; Alfonso [VI], de Castilla, 101; Alfonso [VII], de Castilla, 59, 63; Alfonso [VIII], de Castilla, 155; Al-Motamid, de Sevilla, 320; Almugdavir, de Zaragoza, 93; Amad Dola, de Zaragoza, 198; Arturo, de Inglaterra, 325; Bucar, 45; Carlos [II], de Nápoles, 130; Dionís, de Portugal, 180, 350; Eduardo, de Inglaterra, 129; Enrique [III], de Castilla, 161; Fernando [I], de Aragón, 131, 132, 171,172, 283, 288, 355, 356, 358; Fernando [I], de Castilla, 24, 91, 92; Fernando [II],
de Aragón, 133,134, 135, 153, 209, 263, 314; García [III], de Navarra, 91, 92, 93, 94, 108; García Íñiguez, de Pamplona y Sobrarbe, 19, 89, 90; García Jiménez, de Sobrarbe, 17, 253; García Sánchez [II], de Pamplona, 88; Ginfar Amad, de Rueda de Jalón, 43; Glafar, de Rueda de Jalón, 43; Hugo de Lusignan, de Chipre, 130; Íñigo Arista, de Pamplona y Sobrarbe, 22, 90; Jaime [I], de Aragón, 75, 76,77, 78, 79, 86, 115, 116, 117, 118, 119, 120, 121, 122, 123, 124, 125, 157, 158, 165,
301, 321, 322, 328; Jaime [II], de Aragón, 130, 329; Juan, de Navarra, 314; Juan,
de Portugal, 314; Juan [II], de Aragón, 133, 153, 160, 162, 163, 186, 307; Lobo, de Murcia y Valencia, 45, 231; san Luis, de Francia, 28, 128; Manfredo, de Sicilia, 128, 129; Martín [I], de Aragón, 171, 172, 215, 280, 309, 324; Mohamed Al-tabill, de Sarakosta, 191; Pedro [I], de Aragón, 34, 35, 36, 37, 39, 44, 95, 96, 106,
140, 273; Pedro [I], de Castilla, 174, 175, 176, 177, 178; Pedro [II], de Aragón,
114, 115, 118, 119, 122, 126, 155, 274, 303; Pedro [III], de Aragón, 120, 127, 128,
129, 180, 349, 350; Pedro [IV], de Aragón, 146, 169, 174, 177, 178, 336, 347; Ramiro [I], de Aragón, 24, 91, 92, 93, 94, 105, 221; Ramiro [II], de Aragón, 106,
107, 108, 109, 110, 111, 112, 257; Sancho [II], de Castilla, 94; Sancho [III] el Mayor, de Pamplona, 91; Sancho [IV], de Pamplona, 141; Sancho [IV], de Castilla, 349; Sancho [VII], de Navarra, 126, 155; Sancho Garcés, de Pamplona y Sobrarbe, 22, 89, 90, 136, 319; Sancho Ramírez, de Aragón, 26, 27, 30, 33, 34, 38, 44,
94, 95, 138, 140, 141, 255, 257, 320.
Ribagorza, 13, 16, 21, 23, 32, 92, 93, 153, 160, 298, 299.
Ribota, río, 20.
Ricla (Z), 78, 223, 228.
Riguala (H), 13.
Ríos: Aguasvivas, 86; Alcanadre, 55, 236, 259, 266, 271, 344; Algás, 68; Ara, 17, 267,
291, 342; Aragón, 19, 101, 252; Aranda, 337; Arba de Biel, 38; Arba de Luesia,
238; Aurín, 254; Cea, 64; Cinca, 3, 14, 17, 22, 31, 55, 64, 116, 122, 139, 191, 204,
262, 266, 271, 291, 340; Clarés, 20; Ebro, 2, 3, 4, 5, 9, 12, 13, 20, 24, 32, 33, 39,
42, 46, 47, 50, 54, 56, 81, 94, 95, 99, 102, 104, 132, 147, 156, 169, 172, 189, 190,
209, 212, 218, 227, 243, 255, 259, 260, 264, 266, 269, 305, 314, 319, 341, 344, 348;
Ésera, 22, 248, 290, 315; Flumen, 111, 344; Gállego, 10, 194, 269, 274; Gas, 19;
Guadalaviar, 72, 143, 159, 192, 200, 224, 246; Guadalete, 9; Guadalope, 296;
Huecha, 347; Huerva, 262, 305; Isábena, 21, 290, 315; Isuela (Moncayo), 62,
257, 337; Isuela (Pirineo), 344; Jalón, 43, 50, 56, 75, 134, 174, 215; Jiloca, 58, 174,
175, 197, 215, 306; Martín, 85, 157; Matarraña, 68, 148; Noguera Ribagorzana,
21; Piedra, 145; Queiles, 180; Ribota, 20; Segre, 344; Selcós, 244; Sosa, 122; Sotón, 295; Tajo, 9; Turia, 117, 178, 181, 270; Vero, 29, 30, 163, 290, 299.
Rivas (Z), 347.
Robres (H), 346.
Roda de Isábena (H), 13, 272, 273, 299. RODRIGO, rey visigodo, 1; conde de Camañas, 67.
RODRIGO DÍAZ DE VIVAR (EL CID), 24, 39, 40, 41, 45, 94, 101, 119, 192, 196, 197, 210,
220, 224, 246.
RODRIGO DE LIZANA, noble aragonés, 165. RODRIGO MARTÍNEZ, conde, 59.
RODERICO DE MUR, caballero grausino, 222. ROLDÁN, 2, 344; descendiente de Roldán, 111.
Roma, 96, 114, 147, 271, 319, 320, 324, 325, 358, 359.
Romería: Santa Quiteria, 340. ROQUE, santo, 278, 338.
Rosario: 275, 276, 302.
Rosellón, 174.
Royuela (T), 143. Rubielos de Mora (T), 73.
Rueda, monasterio, 147, 264.
Rueda de Jalón (Z), 43, 59.
Sabiñán (Z), 237.
Sabiñánigo (H), 138.
Sagunto, 65.
Sahla, 196.
Salerno, 96.
Salinas de Hoz (H), 334. Sallaón, collado, 204.
Sallent de Gállego (H), 138. Samper del Salz (Z), 322.
San Beltrán de Comminges, 265. San Clemente, peña, 279.
San Francisco, puente de Teruel, 181. San Juan, sierra, 19.
SAN JUAN, Orden, 68, 155.
San Juan de Mozarrifar (Z), 269.
San Juan de la Peña (H), 17, 19, 81, 88, 93, 104, 136, 251, 252, 253, 313, 320, 324,
325.
San Lázaro, próximo a Teruel, 71.
San Martín de Cercito, monasterio, 82, 254. San Miguel, peña, 111.
San Miguel de Aralar, santuario, 96.
San Pedro de Siresa, monasterio, 82, 97, 207, 254, 255, 257, 319, 324.
San Pedro de Tabernas, monasterio, 16, 90, 324. San Pedro de Torrecilla, 94.
San Ponce de Tomeras, monasterio, 107, 110. San Salvador, ermita, 116.
San Vicente, ermita de Monzón, 119. San Vicente de Labuerda, 241.
SANCHA, reina de Aragón y mujer de Alfonso II, 155, 259; Ava, condesa de Ribagorza, 154.
SANCHA LÓPEZ, mujer de Pelegrín de Atrocillo, 165. SANCHA MARTÍNEZ DE MARCILLA, 173.
SANCHO, infante de Pamplona, 43; hijo de Sancho [III] el Mayor y conde de Ribagorza, 92; conde castellano, 95; infante, hijo ilegítimo del rey García de Pamplona, 94; hijo de Garcí Fernández, 154; abad de San Juan de la Peña, 320.
SANCHO [II] GARCÉS (ABARCA), rey de Pamplona, 22, 89, 90, 136, 319; rey de Sobrarbe, 22.
SANCHO [II], rey de Castilla, 94.
SANCHO [III] EL MAYOR, rey de Pamplona, 91. SANCHO [IV] DE PEÑALÉN, rey de Pamplona, 141. SANCHO [IV], rey de Castilla, 349.
SANCHO [VII] EL FUERTE, rey de Navarra, 126, 155. SANCHO FERNÁNDEZ DE HEREDIA, 353.
SANCHO FRAGO, habitante de Magallón, 166.
SANCHO RAMÍREZ, rey de Aragón, 26, 27, 30, 33, 34, 38, 44, 94, 95, 138, 140, 141, 255,
257, 320.
SANCHO DE RAVANERA, de Daroca, 65. SANCHO SÁNCHEZ MUÑOZ, caballero, 70.
Sangüesa (Navarra), 186. Santa Isabel, sierra, 10. Santa Cruz, monasterio, 90.
Santa Cruz de la Serós (H), 81. Santa María de las Cellas, 119. Santa María de Eruson, 82.
Santa María la Mayor, iglesia de Zaragoza, 93. Santa María de Obarra, monasterio, 21, 23, 139. Santa Quiteria, ermita de Monzón, 119.
Santas: Águeda, 338; Alodia, 240; Ana, 353; Bárbara, 294; Elena, 242; María Magdalena, 308; Nunilo, 240; Orosia, 239; Pelagia, 68; Quiteria, 119, 122, 340; Tecla,
297.
Santiago, 154, 265, 266, 268.
SANTIAGO, apóstol, 41, 269; Orden, 183. Santísimo, acampo de Zaragoza, 269.
Santo Domingo, sierra, 277.
Santos: Agustín, 311; Balandrán, 256; Bartolomé, 294; Bernardo, 257; Blas, 296; Caprasio, 343; Domingo, 275, 276, 277, 300, 302; Dominguito de Val, 212; Félix,
252, 253, 313; Francisco, 351; Geraldo, 27; Gil, 295; Ginés, 295; Gregorio, 269,
319; Indalecio, 253, 313, 320; Íñigo, 215; Jaime, 41; Jorge, 34, 36, 37, 41, 52, 338;
Juan, 269; Juan Bautista, 251, 252, 266; Julián, 318; Leandro, 319; Licer, 269,
274; Lorenzo, 324, 325; Macario, 318; Marcial, 265; Marcos, 87, 301; Martín, 254;
Metodio, 239; Miguel, 48, 310, 315, 334, 341; Miguel Arcángel, 74; Miguel in Excelsis, 96; Nicolás de Bari, 314; Pablo, 289; Pantaleón, 269; Pedro, 289, 319, 324,
331, 358; Pedro Arbués, 294; Ramón, 271, 272, 273, 299; Roque, 278, 338; Santiago, 41; Sebastián, 296, 335, 338; Sixto, 324; Valero, 270, 296, 340; Vicente, 119,
122; Vicente Ferrer, 132, 215, 216, 217, 266, 280, 281, 282, 283, 284, 285, 286,
287, 288, 289, 290, 291, 292, 293, 309, 315, 331, 358; Victorián, 36; Visorio, 241;
Voto, 252, 253, 313.
Santos Lugares, 354.
Santuario: Albarracín: Nuestra Señora de los Dolores, 143; Aralar: San Miguel, 96; Atea: Nuestra Señora de los Mártires, 15; Barbastro: Nuestra Señora del Pueyo, 256; Biescas: Santa Elena, 242; Ibieca: San Miguel de Foces, 213; Huesca: Nuestra Señora de Salas, 232, 304; de Monler: 260; Monzalbarba: Nuestra Señora de la Antigua, 305; Monzón: Nuestra Señora de la Alegría, 122; y San Vicente y Santa Quiteria, 119, 122; Selgua: San Salvador, 116; Velilla de Ebro: San Nicolás de Bari, 314; Zaragoza: Nuestra Señora del Olivar, 275; y San Miguel de los Navarros, 48.
Saona, 331.
Saravillo (H), 202, 206.
Sariñena (H), 263.
Sasa (H), 342.
Saso, fuente, en Monzón, 118, 119, 122.
Sástago (Z), 147, 260, 263.
Saz, despoblado, 15.
SEBASTIÁN, santo, 296, 335, 338; vaquero de Soria, 244.
SEGISMUNDO, emperador, 356, 359.
Segorbe, 197, 301.
Segre, río, 344.
Seira (H), 16.
Selcós, río, 244.
Selgua (H), 116.
SELIMA, sobrina de Muza y mujer de Ahmar, 189.
Selva, Oza, 112.
Selvamayor, monasterio, 27.
Sena (H), 236.
Sens (Francia), 343.
Señés (H), 90.
Señor: Alacón: Obaidalá, 196; Albarracín: 159, 167; Abdelmelic ben Razín, 196; Abú Meruán, 192; Pedro de Azagra, 231; Pedro Fernández de Azagra, 145; Pedro Ruiz de Azagra, 45, 143; Alcorisa: Lope de Albero, 165; Amezcoa y Abárzuza: García Jiménez, 253; Atarés: 88; Barbastro: Ato Garcés, 100; Borja: Pedro Atarés, 106,
108, 258; Camañas: Rodrigo, 67; Castro de Malavella: Arnaldo, 182; Cella: Garcí Núñez, 224; Cuarte, Cadrete y Purroy: Miguel Pérez Zapata, 262; Daroca: Alvar Pérez de Azagra, 65; Escondilla: Martín Pérez, 72; Espés:, 139; Estercuel: Gil de Atrosillo, 261; Fabara: 152; Gallur: Artal de Alagón, 227; Blasco Maza, 227; Orden del Temple, 227; Palacín, 227; Godojos: Fortuño Fernández de Heredia, 353; Híjar, 157; Latrás y Valle de Tena: 138, 320; Lérida: Al-Muzaffar, 30; Mediano: Pedro, 14; Mequinenza: conde Artal, 149; Monzón: Ramiro Sánchez, 119; Ricla: Berenguer de Entenza, 228, 301; Martín Pérez de Villel, 228; Rubielos de Mora: Alonso, 73; Sástago: Blasco de Alagón, 147, 260, 263; Somed: 182; Suelves: 84; Villel: Martín Pérez,
72.
Señora: Fátima, de Mora, 73; Martina Pérez de Lozano, de Mombrún, Fuenclara, Las Facenas y Casasnovas, 87.
Sepúlveda, 102.
SERENA ALMA, mora de Gallur, 227.
SETI MAHOMAT, alcaide moro de Villel, 72. Sevilla, 42, 320.
Sicilia, 128, 129, 130.
Sierra/monte: Abetito, 88; Albarracín, 188, 224, 246; Alcubierre, 343; Amán, 111; Aralar, 96; Canigó, 127; Cañarda, 199; Ciezmo, 249; Cóculo, 252; Frías, 193; Guara,
111, 191; Ibérico, 133; Lastra, 145; Luna, 38; Maladeta, 252, 298; Morena, 80; Olsón, 13; Oroel, 19, 251; Palomera, 67; Panillo, 22; Pano, 22, 81, 251; Peñacil, 170;
Perdido, 77; Pueyo, 256; Redonda, 261; Sallaón, 204; San Clemente, 279; San
Juan, 19, 251; San Miguel, 111; San Valero, 340; Santa Isabel, 10; Sevil, 332; Sil,
13; Troncedo, 22.
Sigena, monasterio, 155, 259.
Sil, sierra, 13.
SIMÓN DE MONTFORT, 119, 303.
Sinagoga: Zaragoza, 212.
Siresa (H), 2, 82, 112, 207, 319, 324, 325.
SIXTO, papa, 324.
SOBEYA, hija de Mohamed Altabill, 191.
Sobrarbe, 17, 19, 22, 23, 32, 93, 136, 241, 251, 253, 326.
Sobrepuerto, 342.
Somed, 182.
Somontano, 164, 218, 292.
Somport, 268.
Sopeira (H), 139, 327.
Soperún (H), 23.
Sora, castillo, 156.Soria, 100, 101, 102, 244, 300, 317.
Sos, 248.
Sos del Rey Católico (Z), 126, 133, 184.
Sosa, río, 122.
Sotón, río, 295.
Sotonera, 295.
Suelves (H), 84.
SULAIMAN BEN YAQZAN BEN AL-ARABI, 2.
Tafalla (Navarra), 92.
Taifa: Reinos taifales, 59; Albarracín, 195, 196; Gallur, 42; Rueda, 59; Zaragoza, 43,
52, 62, 195, 198.
Tajo, río, 9.
Tamarite (H), 210.
Tarazona (Z), 56, 62, 100, 146, 177, 180, 225, 244, 249, 328.
Tarbes (Francia), 274.
Tarifa, 177.
TARIK, 8, 9, 219.
Tauste (Z), 5, 334.
TECLA, santa, 297.
TEMPLE, Orden, 65, 77, 118, 119, 122, 227.
Templos: Mezquita, 2; sinagoga, 2.
Tena, valle, 138, 186, 320.
TEÓFILO, esclavo cristiano de Zaragoza, 198.
Terremoto: Valencia, 131.
Teruel, 65, 70, 71, 72, 73, 74, 76, 78, 117, 124, 125, 146, 167, 173, 174, 176, 177, 178,
181, 205, 285, 329, 330.
Tesoro: 42, 49, 55, 108; Ayerbe, 194; Castellote, 199; Cuevas de Cañart, 201; El Castellar, 209; Griegos, 188; Guarrinza, 190; Monreal, 197, 230; Siresa, 207; Sos, 248;
Tierga, 62.
TEXUFIN BEN ALI BEN YUSUF, 104.
Tierga (Z), 62.
TITUREL, 325.
TOCÓN, moro de Langa, 229.
TODA, hija del conde Galindo, 21; mujer del conde Bernardo de Ribagorza, 23. TODA RAMÍREZ, fundadora del monasterio de Trasobares, 257.
Toledo, 8, 9, 42, 59, 98.
Torla (H), 344.
Torneo: Mora de Rubielos, 73. Torralba de Ribota (Z), 20.
Torre: Albarracín: Doña Blanca, 159; Daroca: Jaque, 9; del «caballero de la espuela» o de Cariñena, 146; Graus: Peña del Moral, 221; Teruel: San Martín, 205; San Salvador, 205; Zaragoza: Santa María la Mayor, 269; Zuda, 172.
Torrecilla de Alcañiz (T), 296. Torrelapaja (Z), 53.
Torrenublos, 41.
Torrijo (Z), 53.
Tórtoles (Z), 328.
Tortosa, 99, 100.
Tosos (Z), 294.
Tozal de las Forcas, en Alquézar, 26.
Tozal de la Mora, en Sena, 236. Tramacastilla (T), 246.
Trasmoz (Z), 51, 126, 195, 211, 328.
Trasobares (Z), 4, 255, 257.
Tratado: Cazorla, 155.
Tributo: 93, 203.
Troncedo, sierra, 22.
Trovador: de Barbastro, 164; de Jaime I, 158; Guzmán, 228; Manfredo, 213; Manrique de Lara, 162; Pedro, 100.
Tudela (Navarra), 5.
Túnel: Ejea: Carasoles, 156; Corona, 156; Cuco, 156; Rueda: bajo el Ebro, 264; Tierga, 62.
Turia, río, 117, 178, 181, 270.
Urci, 320.
Urgell, 132, 171, 172, 262, 283.
URRACA, reina y mujer de García Íñiguez, 89, 90; reina y mujer de Alfonso I el Batallador, 98, 99, 100, 102, 103, 105, 156.
Urrea (Z), 59.
Usón (H), 319.
Valdealgorfa (T), 278.
Valderrobres (T), 68.
Valencia, 45, 58, 63, 64, 71, 75, 76, 77, 78, 79, 117, 119, 121, 124, 131, 146, 171, 173,
197, 199, 220, 231, 246, 261, 284, 301, 307, 324.
VALERIANO, emperador romano, 324.
VALERO, santo, 270, 296, 340.
Vallibona, 339.
Valtierra (Navarra), 209. Vaudune, Clarion de, 28. Velilla de Cinca (H), 340. Velilla de Ebro (Z), 314. Velilla de Jiloca (Z), 174.
Vero, río, 29, 30, 163, 290, 299.
Veruela, monasterio, 169, 211, 258.
VICENTE, santo, 119, 122.
VICENTE BELBÍS, de moro llamado Abu Zeyt, rey de Valencia, 78.
VICENTE FERRER, fraile dominico y santo, 132, 215, 216, 217, 266, 280, 281, 282, 283,
284, 285, 286, 287, 288, 289, 290, 291, 292, 293, 309, 315, 331, 358.
VICMAR, fraile, 21.
VICTORIÁN, santo, 36.
Villa, despoblado, 333.
Villafeliche (Z), 80.
Villahermosa, ducado, 153.
Villanueva de Sigena (H), 236, 259.
Villar (T), 246.
VILLARDELL, espada, 119, 120.
Villarroya de la Sierra (Z), 310. Villel (T), 72.
VISORIO, santo, 241.
Vitoria, 95.
VOTO, santo, 252, 253, 313.
WALDO, conde e hijo de don Rodrigo, 18.
Wali: Albarracín, 224; Alquézar, 25; Borja, 195; Cella, 224; Jaca, 18; Tarazona, 244;
Zaragoza, 2, 12, 20.
WITIZA, 1.
Yebra de Basa (H), 239, 324.
YUSUF, alcaide moro de Camañas, 67.
ZAFADOLA, de nombre Chafar Amad ben Hud, 59.
ZAIDA, hija de Abú el Malek, 18; hija del alcaide de Cella, 192; de Cella, 224; la cristiana Isabel convertida en, 52.
Zaidín (H), 340.
Zalaca, batalla, 63.
ZALDÍVAR, vasco, 21.
Zaragoza, 2, 5, 8, 9,11, 12, 16, 20, 35, 36, 37, 38, 39, 42, 43, 46, 47, 48, 49, 50, 52, 53,
54, 56, 58, 59, 60, 61, 62, 63, 81, 93, 104, 105, 113, 121, 125, 132, 133, 134, 135,
146, 153, 156, 160, 161, 162, 165, 166, 169, 189, 191, 196, 198, 209, 212, 217, 227,
229, 233, 235, 243, 246, 252, 260, 262, 269, 274, 275, 276, 287, 298, 300, 305, 310,
319, 326, 331, 345, 348, 351.
ZILA, moro de Zaragoza, 198. ZOMA, alcaide de Daroca, 219.
ZORAIDA, hija del rey moro de Mallorca, 77; mora de Graus convertida como Marieta, 221; mora de Teruel.
Zuda, palacio de Zaragoza, 12. Zuera (Z), 35, 191, 269, 274.
ZULEIKA, mercader, 57.
ZULEYA, hija del walí Abén Amed Mutamín, de Borja, 52. ZULIMA, hija del alcaide de La Puebla de Castro, 222.
ZUMAIL, juez moro de Huesca, 240.

ÍNDICE GENERAL
I. INTRODUCCIÓN ..................................................................................... 5
1. Algunas cuestiones previas ................................................................. 7
2. Una historia paralela a través de las leyendas 13
II. ANTOLOGÍA DE LEYENDAS 41
1. La conquista musulmana (1/12) 43
2. Reconquista y repoblación (13/87) 55
2.1. Reconquista (13/80) 55
2.2. Repoblación (81/87) 115
3. El mundo cristiano (88/187) 123
3.1. Los reyes (88/135) 123
3.2. La nobleza y los señoríos (136/153) 165
3.3. La vida cortesana (154/164) 181
3.4. Las pugnas familiares (165/173) 190
3.5. La guerra entre cristianos (174/178) 198
3.6. Amores y desamores (179/187) 203
4. El mundo musulmán (188/209) 213
5. El mundo judío (210/217) 233
6. Relaciones entre cristianos y musulmanes (218/250) 241
6.1. Relaciones amistosas (218/238) 241
6.2. Relaciones problemáticas (239/250) 260
7. Aspectos religiosos (251/325) 271
7.1. Los monasterios (251/264) 271
7.2. Los peregrinos (265/269) 283
7.3. Los santos (270/297) 288
7.4. Los portentos (298/318) 312
7.5. Las reliquias (319/325) 330
8. Aspectos socio-culturales (326/359) 337
8.1. La Justicia (326/331) 337
8.2. Plagas y epidemias (332/342) 342

Índice general
8.3. La cultura (343/348) 352
8.4. Aragoneses allende las fronteras (349/353) 357
8.5. Aragoneses con personalidad (354/359) 362
III. BIBLIOGRAFÍA 369
IV. ÍNDICES 379
1. Índice de leyendas 381
2. Índice de lugares de origen 391
3. Índice analítico 397

La reconstrucción histórica se ha basado fundamentalmente en las fuentes documentales escritas (en general, las emanadas del poder establecido) y en las arqueológicas, pero cada vez va adquiriendo más empuje otro tipo de fuentes y ayudas, como las que proporcionan la arqueología industrial, la elaboración seriada y estadística de datos, la fotografía, los exvotos, la cartografía histórica, etc. Entre las que últimamente han adquirido un fuerte vigor en Aragón están las leyendas, transmitidas oralmente, en principio, pero recogidas ya la mayor parte por escrito en un momento determinado, aunque en los medios de difusión más variopintos, dispersos o inalcanzables.
Las trescientas cincuenta y nueve leyendas recopiladas permiten hilvanar una historia más o menos paralela del Aragón medieval, una historia quizás algo alejada de la realidad, pero creada por el pueblo, que ha tratado de buscar explicaciones a hechos cuya trama interna no alcanzaba a descifrar ni comprender. La Historia que el pueblo ha trazado con estos relatos legendarios carece de rigor científico, pero gana en calor humano, en sencillez y en naturalidad.