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domingo, 14 de junio de 2020

193. LA PRINCESA MORA QUE BUSCÓ LA LIBERTAD


193. LA PRINCESA MORA QUE BUSCÓ LA LIBERTAD (SIGLO X-XI. FRÍAS DE ALBARRACÍN)

En la corte musulmana de Albarracín, el rey tenía encerrada a su hija Aixa en una lóbrega habitación del alcázar real. Estaba confinada allí por el grave delito de ser hermosa y objeto de un posible pacto con algún reyezuelo sarraceno del que obtener provecho. Nadie, pues, la podía ver, no fuera que los planes paternos pudieran fallar.
Sin embargo, una noche de verano en que el señor albarracinense se hallaba ausente de la ciudad, Aixa logró salir del recinto amurallado y lanzarse a la libertad por los montes de Frías. Se escondió entre las paredes de un semiderruido castillo, a cuyo pie brotaba una fuente de claras aguas. La princesa disfrutó así de la quietud del monte, del volar vertiginoso de los pájaros, del susurro de las hojas al ser mecidas por el viento... Se sentía libre.

En la corte, en cambio, todo era inquietud, pues se temió que Aixa había sido raptada. Se registró toda la ciudad, hasta el último rincón; se recorrió el río; se enviaron emisarios a todos los castillos, incluso los cristianos. Nadie supo dar la más mínima noticia que pudiera conducir al paradero desconocido de la princesa.
Se recurrió, asimismo, a magos y adivinos venidos de todos los confines, pero ningún conjuro logró dar fruto. Cuando ya se desconfiaba del procedimiento, una hechicera llegada de al-Andalus le dijo al rey que su hija estaba viva, y que fue ella misma quien eligió la libertad. No obstante, jamás podría hallarla, aunque sí castigarla a distancia, si así lo deseaba.
La hechicera, con el beneplácito del rey, ideó un castigo sibilino. Ya que la muchacha deseaba vivir como el corzo y el águila, como éstos debía sufrir alguno de los rigores de la naturaleza. La condenó así a que, siempre que acudiera a la fuente a saciar su sed, las aguas del manadero se retiraran, como así ocurrió desde aquel día.
Hoy, cualquiera que recorra con sosiego las montañas de Frías, como hiciera Aixa, podrá hallar la «fuente Mentirosa» o «Burlona», única en toda la comarca de manadero intermitente: tan pronto emerge su hilo de cristal como desaparece por algún tiempo. En las ruinas próximas, Aixa, sin embargo, prefirió la libertad a la espera interminable en la sala lóbrega del palacio real.
[Tomás Laguía, César, «Leyendas y tradiciones...», Teruel, 12 (1954), 138-140.]

lunes, 22 de junio de 2020

254. FUNDACIÓN DEL MONASTERIO DE SAN MARTÍN DE CERCITO


254. FUNDACIÓN DEL MONASTERIO DE SAN MARTÍN DE CERCITO
(SIGLO IX. ACUMUER)

254. FUNDACIÓN DEL MONASTERIO DE SAN MARTÍN DE CERCITO  (SIGLO IX. ACUMUER)


Cuando falleció el conde don Aznar, el mítico héroe de los jacetanos, le sucedió en el gobierno del condado de Aragón su hijo Galindo, quien dedicó su vida entera a la reconquista frente a los moros y a la repoblación del pequeño territorio aragonés. Para llevar a cabo esta segunda e importante tarea, se apoyó en los pequeños y dispersos monasterios existentes que le sirvieron de base y ayuda para la reorganización de la vida en los pequeños valles en los que se asentaban.

Hombre de profundo sentido religioso, es sabido la constante atención que don Galindo dedicó al ya célebre monasterio de San Pedro de Siresa
—ubicado en el valle de Echo y de reconocida fama por su importante biblioteca incluso en al-Andalus—, pero él levantaría su propia obra, que no fue otra que la del monasterio ubicado en Cercito, a orillas del río Aurín, que puso bajo la advocación de san Martín.

Muy aficionado a la caza como era, el conde don Galindo recorría con los suyos una mañana las frondosas riberas del río Aurín tras un escurridizo y atemorizado jabalí, animal dueño y señor de estas tierras quebradas. Para poder andar, tenía que ir cortando con su propia espada el ramaje que casi le impedía el paso y no le dejaba ver. De pronto, con gran sorpresa y admiración suya y de quienes le acompañaban, encontró, oculta entre aquellas espesuras, una pequeña capilla dedicada a san Martín, el gran santo francés, al que tanto habían admirado sus antepasados.

Ante aquel inesperado hallazgo, don Galindo se olvidó por completo del animal al que iba persiguiendo y decidió recorrer con detenimiento todo el valle, acampando incluso en él varios días. Quería estudiar bien el terreno y ver la posibilidad de convertir aquella pequeña capilla en un monasterio capaz de albergar a una comunidad numerosa de frailes, pensando en edificar para ello unas nuevas y más amplias dependencias.

Satisfecho de las observaciones realizadas y viendo viable el proyecto, decidió consultar con el rey en la primera ocasión que se le presentó, de manera que recibió la autorización real para fundar el cenobio, que muy pronto sería habitado por monjes benedictinos.

[Martínez y Herrero, B., Sobrarbe y Aragón..., I, pág. 183.]



domingo, 14 de junio de 2020

192. LA PIEDRA HORADADA POR EL AMOR


192. LA PIEDRA HORADADA POR EL AMOR (SIGLO X. ALBARRACÍN)

En el tiempo en el que Albarracín era gobernada por Abú Meruán, de la familia de los Abenracín, se escribió en sus sierras una de las más bellas historias de amor que se conocen. Ocurrió que el menor de los hijos de Abú Meruán, jinete ágil y conocedor como nadie del terreno, acostumbraba a recorrer las montañas del señorío, lo que le condujo a Cella, donde el alcaide del castillo solía recibirle hospitalariamente. Fruto de estas visitas fue el amor que el joven Abenracín comenzó a sentir por Zaida, hija única del alcaide, amor que pronto se vio correspondido.

Pero aquel sueño era imposible, pues el señor de Cella tenía proyectos mejores para su hija, a quien pensaba desposar con un emir de al-Andalus, más rico y más poderoso que Abú Meruán. Este, a quien el alcaide le debía vasallaje, apenado por el dolor de los jóvenes enamorados, envió una embajada al padre de la hermosa Zaida.
La comitiva, cargada de regalos, fue recibida con cortesía en el castillo de Cella. Pero a la hora de tratar del enlace, el alcaide manifestó que Zaida ya estaba comprometida. Los embajadores no desistieron, temerosos de la reacción de Abú Meruán, reacción que también temía el alcaide. Por eso puso una condición que creyó imposible que pudiera ser cumplida y, por otro lado, le dejaría las manos libres, quedando a salvo su integridad. Prometió acceder al matrimonio cuando las aguas del Guadalaviar regaran los campos de Cella. Los embajadores deliberaron y, tras pensar cómo hacer realidad tan extraña solicitud, pidieron un plazo para poder acometer el prodigio, plazo que se cifró en cinco años.
Cientos de hombres trabajaron noche y día horadando la montaña que separa el Guadalaviar de los llanos entonces sedientos de Cella. Poco a poco, por las entrañas de la tierra, un acueducto —que el Cid admiraría años más tarde y que todavía hoy es testimonio de aquel amor— lanzaría el agua clara del río encajonado a los campos abiertos de la llanada. Faltaban muy pocos días para cumplirse el plazo marcado y el agua llegó a Cella.
El joven Abenracín y Zaida, la bella morica de Cella, pudieron cabalgar juntos entre los trigales nuevos de su amor.
[Tomás Laguía, César, «Leyendas y tradiciones...», Teruel, 12 (1954), 127-129.]

domingo, 12 de julio de 2020

CAPÍTULO XXXIII.


CAPÍTULO XXXIII.

Del imperio de Constantino Magno, cómo lo dividió entre sus hijos, y de los demás emperadores hasta Arcadio y Honorio, y venida de las naciones bárbaras a España.

Comienza el año del Señor de 312 con el imperio de Constantino Magno, príncipe insigne y digno de eterna memoria y alabanza. Este fue el primer emperador que publicamente veneró el señal santo de la cruz, que le apareció en el aire, quedando cierto de la victoria que había de alcanzar contra Majencio, impío tirano. Vio esta divina señal en el cielo, y oyó una voz que le dijo: In hoc signo vinces, mote que han tomado (o tornado) diversos príncipes cristianos por orla de sus monedas, en que pusieron la cruz por señal. Quitó del lábaro las señales y letras profanas, y puso la santa cruz en él y en el yelmo, anillos y banderas y celadas, honrándose en todo con tan divina y santa señal. Cesó la Iglesia de ser perseguida, honró al sumo pontífice, reconoció el poder que Dios le había dado, y él reconoció ser súbdito suyo; hízose instruir en la religión católica, publicó edictos en favor de los cristianos, y dio al romano pontífice el palacio Laterano, que había sido de la emperatriz Faustina, e hizo cosas tales en favor y aumento de la Iglesia y romano pontífice, que no cesó hasta dejarle la ciudad de Roma y pasarse él a Constantinopla, señal evidente y clara de cuán de veras y corazón había recibido la fé católica y quedaba agradecido de los favores y mercedes que había recibido de la liberal mano de Dios.
Celebróse en Cataluña el concilio iliberitano, dicho así por la villa de Colibre, donde se juntó: lo que pasó en él y los cánones que se hicieron, refiere el doctor Pujades con gran averiguación. Es opinión de algunos que se dividieron en él los obispados de España, aunque otros sienten haber sido esta división en tiempo del rey Vamba (la hitación de Wamba); pero, dejada aparte la opinión de ellos, en razón del tiempo y lugar, es cierto que los obispados de Huesca, Lérida y Urgel, ciudades de los pueblos ilergetes, fueron declarados y señalados por sufraganáeos (sufragáneos) de Tarragona, de donde infiero que había ya obispos en catedrales, aunque ignoro qué nombre tenían, porque no se halla.
Murió el emperador Constantino a 22 de mayo, día de Pentecostés del año 337, y dejó dividido el imperio entre sus hijos. Lo que pasó sobre esta división dejo, por no ser de mi instituto; y solo proseguiré la orden y sucesión del que quedó señor de España, que fue el mayor, que se llamó Constantino, así como el padre, el cual le dejó España, Francia, Alemania, Inglaterra y Escocia; pero, malcontento de ello, porque, siendo primogénito, no le había dejado el padre más provincias, movió guerra a su hermano Constante, el cual metiéndose inconsideradamente en una batalla sin ser conocido, fue muerto, y la parte del imperio que le había dejado el padre, quedó en Constantino. A este mató en Helna, Majencio, tirano: aunque gozó poco de lo que había tiranizado, porque Constancio, el menor de los tres hermanos, le mató, y se quedó con las partes de los hermanos muertos y la suya; y fue en las costumbres muy desemejante a su padre, y movió persecución a la Iglesia, y murió el año 364, y le sucedió otro peor que él, que fue Juliano, apóstata, de quien hay harta memoria en las historias eclesiásticas. Este murió el año de 366: vino después de él Joviniano, gran varón y digno del imperio, el que no quiso Dios durase mucho en él, porque antes de un año le hallaron muerto en su aposento, ahogado del vaho de un brasero mal encendido. Valentiniano, por su muerte, fue nombrado emperador, y gobernó lo de occidente, que lo de oriente lo encomendó a Valente, su hermano, que tomó por compañero en el imperio. Por muerte de ellos entraron Graciano y Valentiniano, sus hijos, y por muerte de Graciano, el otro hermano quedó solo en el imperio, hasta el año 394 que también murió, y tuvo por sucesor el gran Teodosio, que ya en vida de ellos imperaba, y fue de los mejores emperadores y príncipes que tuvo el mundo, como lo verifican todos los autores que hablan de él. A este fueron sucesores sus hijos Arcadio y Honorio: estos dividieron el imperio en Oriental y Occidental. Dejo lo que toca al Oriental, que quedó a Arcadio: Honorio quedó con el Occidental.
Salieron por estos tiempos los vándalos, suevos, alanos y otras naciones bárbaras septentrionales de sus tierras, por haberles echado de ellas los godos, nación más poderosa, que les ocupó sus moradas y provincias. Fueron estas naciones divagando por el mundo y buscando dónde vivir: pasaron la Alemania y Francia, y vinieron hasta los Pirineos, con intención de entrar en España y destruirla, así como la demás tierra por donde habían pasado; pero hallaron brava resistencia en los pasos del Pirineo y se quedaron en Francia, quedando España, y más nuestra Cataluña, libre de tales y tan bárbaros enemigos.
No paró la desdicha de esta tierra con esto, ni jamás entraran estos bárbaros en España, si no fuera la tiranía de un soldado del emperador Honorio, llamado Constantino. Este capitán del emperador en Inglaterra, y valiéndose de sus soldados, se levantó con la tierra que el emperador le había encomendado, y se hizo señor de Francia, e hiciera con España (donde envió a Constante, su hijo), si no hallara dos capitanes del emperador, que eran Didimo y Veriniano (Veri), que, como buenos y fieles, juntaron la gente que pudieron, y tomando el paso de los Pirineos, resistieron a las entradas de los bárbaros y de Constante, hijo del tirano Constantino, que se quedó en Francia, sin poder entrar en España, como pensaba. Valióse entonces de los bárbaros que divagaban por Francia y juntóles con los suyos, y acometieron a los que guardaban el Pirineo y les venció. Didimo y Veriniano quedaron muertos, y sus soldados vencidos, y Constante quedó señor de España, y no permitió a los bárbaros septentrionales que entraran en ella, antes puso grandes guardas en el Pirineo, para que se lo estorbaran. Constante se volvió a Francia, donde estaba su padre. En esta ocasión los godos que, como queda dicho, habían expelido los vándalos, suevos y alanos, llegaron a Italia can gran poder, e hicieron sus conciertos con el emperador Honorio, que les dio tierra donde vivir. Los bárbaros que eslaban en Francia temieron a los godos; y para apartarse más de ellos, concertaron con aquellos soldados que guardaban el paso del Pirineo, que les dejasen entrar en España. Debieron de correr dádivas y otros medios con que se dejasen vencer, y dieron paso. Esto aconteció el año del Señor 410, y fue harta desdicha para toda España, y más para Cataluña y pueblos ilergetes, que fueron la primera tierra de España que pisaron. Quedó tal como se puede pensar la dejarían enemigos tan bárbaros y salvajes, y que pudieron hacer lo que les pareció, por no hallar contradicción en los capitanes que estaban por el emperador, que ya iban todos tras tiranizar la tierra, alzándose cada uno con lo que le era a mano, cuidando poco de la conservación del imperio romano. El emperador quiso remediar esto y expelir los bárbaros; pero no le fue posible, y ellos se quedaron en España, y los naturales de ella muy mal contentos de los romanos, por haber mal guardado la provincia, para cuya defensa sacaban tributos insoportables: pero como las cosas del imperio habían de tener mudanza en España, poco aprovecharon las diligencias del emperador. Tarragona, que era cabeza de la España Tarraconense, quedó perdida y acabada, y la Iglesia más de cien años sin pastor ni prelado; y si esto pasó en aquella ciudad tan fuerte, tan poblada y tan principal, ¿qué había de ser en otras que en todo le eran muy inferiores?
Dividiéronse entre estas naciones las provincias de las dos Españas, Citerior y Ulterior: los vándalos tomaron la Bética, y de ellos quedó el nombre de Vandalia, que, corrompido, es hoy Andalucía (Al-Andalus : Vandalus); los suevos tomaron para si la Galicia; y los alanos, unos pasaron a Portugal, y otros se quedaron en Cataluña y se mezclaron con otros bárbaros llamados Catos, de donde se originó el nombre de catalanes y Cataluña (Catos + alanos : Catalanos). Esta opinión es recibida de algunos, pero los más dicen que el origen de estos dos nombres fue en otra ocasión. (Chastel + ogne : Chastelogne, como de Burg y Bourg, Bourgogne).

Entradas en España estas bárbaras naciones, ora fuese que cansados de divagar por el mundo deseasen reposar, o que el clima de la tierra y celestes influencias mitigasen aquella bárbara ferocidad con que habían venido, buscaron paz con los naturales, y con facilidad la alcanzaron, y estos gustaron más de la compañía de ellos, que de la de los romanos, cuya desordenada codicia tenía cansada a toda España.

domingo, 12 de mayo de 2019

ALFONSO I EL BATALLADOR, CASTIGADO POR DIOS EN FRAGA


2.64. ALFONSO I EL BATALLADOR, CASTIGADO POR DIOS EN FRAGA
(SIGLO XII. FRAGA)

Alfonso I el Batallador, tras recorrer de forma victoriosa casi todo el actual Aragón central, se dispuso a asediar Fraga, importante población musulmana enclavada a orillas del río Cinca. Ante los preparativos llevados a cabo, Abén Ganya, de la tribu de los moabitas, gran príncipe de Valencia y Murcia, organizó un gran ejército y acudió a tierras fragatinas para socorrer a sus correligionarios. Pero, a pesar de su numerosa y aguerrida hueste, fue vencido dos veces consecutivas por el Batallador, dejando a los cristianos un enorme botín para repartirse como era costumbre.

La doble victoria de Alfonso I se debió, sin duda alguna, a que llevaba consigo una bella arca de oro, adornada con múltiples piedras preciosas. Dentro de ella guardaba varias reliquias, entre las que destacaba un leño de la cruz en la que murió Jesús. El rey aragonés había conseguido el arca en el transcurso de una de sus numerosas guerras, en casa de los mártires Primitivo y Facundo, allá por tierras del río Cea, en León.
Además de esta caja-relicario, que era la más preciada por él, poseía otras de marfil, oro, plata y piedras preciosas, en las que guardaba reliquias múltiples y variadas de la Virgen María; del leño del Señor; de apóstoles, mártires y confesores; de vírgenes; de patriarcas y profetas. Todas esas arquetas eran custodiadas por soldados y sacerdotes en la capilla ambulante que el rey llevaba consigo siempre que entraba en campaña.
Tras la doble victoria de los aragoneses sobre Abén Ganya, los moros de Fraga quisieron pactar y entregarse, pero el Batallador no quiso aceptar la rendición que se le ofrecía si no era con un baño de sangre, porque Dios había endurecido su corazón, en castigo, sin duda alguna, por los males que hizo a los cristianos de León y Castilla, tierras que recorrió en varias ocasiones con sus huestes.
Al fin, Abén Ganya, que recibió refuerzos extraordinarios de al-Andalus, venció a Alfonso I, apoderándose de las arcas.
[Huici, Ambrosio, «Chronica Adefonsi imperatoris», en Las crónicas latinas de la reconquista, t. II, pág. 228.]






Huici, Ambrosio, Chronica Adefonsi imperatoris


martes, 17 de marzo de 2020

XXXII. Reg. Núm. 2, fól. 99. Oct. 1194.

XXXII. 

Reg. Núm. 2, fól. 99. Oct. 1194.

In Dei nomine et ejus divina gratia notum sit cunctis presentibus atque futuris quod ego
lldefonsus Dei gratia rex Aragonis comes Barchinone et marchio Provincie facio hanc cartam populationis et fueri et doni. Placuit michi bono animo et spontanea voluntate quod dono atque concedo ad honorem Dei et populi christiani vobis omnibus populatoribus qui modo estis in Camarone et qui in antea ibi venieritis populare podium quod dicitur Camaron cum omnibus terminis heremis et populatis cum aquis et silvis et pascuis et herbis et garricis planis et montibus nemoribus et venacionibus et cum omnibus que ad usum hominis pertinent et pertinere debent et sicut omnia includuntur infra istos terminos subscriptos scilicet de illa serra de Fos Calanda de Pitarra et vadit ad vallem de Nuçe (o Nuce, parece una cedilla) et sicut via de Alcorisa exit ad Seno et venit per illam serram de Seno et exit supra Benfigum et inclaudit Valipon et sicut vadit ad connam de Xixileu et exit ad Carrum et Almanarellam et inclaudit Giagantam (Jaganta) et sicut talat et includit Petrafita et Quinqueturres (Cinchtorres, Cinctorres, "Cinco Torres") et sicut vertunt aque de Monte Lobor versus Quinqueturres et de illis molis Dares (Ares del Maestre o Maestrat) et de Asclum intus et de la Lachava et de Balmana et de Balinou et de Bel et de Arber intus et sicut claudit Morellum cum suis terminis quam vobis dono et concedo quando Deus dederit illam in manum christianorum et sicut de illis Germanellis et de Azenerola intus cum illa canata de Berix (la cañada de Verich) et de Lena de Calanda preter castrum de Bonjol versus Camaronem. Hec omnia ut dicta sunt et inclusa sicut melius dici et nominari possunt ad vestram utilitatem dono
et concedo vobis et vestris imperpetuum libere et sine omni impedimento et sine omni contrarietate mei et meorum successorum salvo meo meorumque successorum dominio et potestate et fidelitate in omnibus castris et locis que infra dicta loca sunt et erunt Deo auxiliante. Retineo autem michi et meis ad opus illius
castri de Camaron duas milicias de terra in regativo et unum casale molendinorum et unum furnum ubi melius michi placuerit et bajulum meum sive justiciam. Preterea dono et concedo vobis et vestris in perpetuum illos bonos fueros Cesarauguste ut vos et omnis vestra generatio et posteritas populetis et sitis ibi ad illos fueros liberi et franchi sine omni mala voce et sine omni corrupcione sicut melius dici et intelligi potest ad vestram utilitatem et vestrorum successorum et sicut melius in carta Cesarauguste continetur. Concedo similiter vobis et vestris quod non donetis lezdam neque pedaticum de ulla vestra mercatura per totum regnum Aragonis usque Cervariam neque ullam consuetudinem quam ullus mercator debeat dare. Similiter concedo vobis imperpetuum mercatum in die sabbati ita ut quicumque ibi veniat sit salvus et securus cum omnibus suis rebus in eundo et redeundo et quod non sit pignoratus neque gravatus per totam viam per ullam querimoniam quam de illo habeat ullus homo. Similiter concedo ut quicumque vos vel ad vestram populacionem venientes gravaverit vel pignoraverit vel malum fecerit injuste pectet michi D solidos et clamanti alios D solidos. Similiter si aliquis habuerit querimoniam de vobis vel de vestris veniat accipere directum inde in Kamarone ante meam justiciam. Similiter volo quod quicumque inter vos tenuerit per annum et diem sine mala voce domos vel alios honores habeat de cetero illos in perpetuum sine omni contradiccione nisi tenuerit ea in comanda vel in pignore. - Signum + Ildefonsi regis Aragonis comitis Barchinone et marchionis Provincie. - Facta carta in Ontiniana (Ontiñena) mense octobris sub era MCCXXXII regnante me rege in Aragone in Barchinone et in Provincia stante episcopo Gombaldo in Ilerda episcopo Richardo in Oscha episcopo Raimundo de Castro azol in Cesaraugusta episcopo Johanne Frontini in Tirasona stante seniore Ferrando Roderici in Turolio et in Darocha et in Calataiub et in Belxit Tarino in Tirassona Michaele de Sancta Cruce in Epila Petro Cornelii in Oscha Guillelmo de Castro Aszol in Aviszaula et in Ripacurtia Petro Cesse stante majoridomo regis. - Sig+num Berengarii de Parietibus notarii domini regis qui hanc cartam ejus mandato scripsit cum litteris suprapositis in linea octava.


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Camarón es un despoblado medieval situado en el actual término municipal de Mas de Matas, en la comarca del Bajo Aragón de la provincia de Teruel. Existe una hipótesis toponímica que hace remontar el topónimo Camarón a partir del latín CAMERINUM, suponiendo que fue una fundación romana con colonos italos provenientes de los alrededores de la ciudad homónima CAMERINUM en Umbría. Otra hipótesis lo relaciona con el celta *CAMBOS ("curvado"), con sufijo -ón y r epentética. En este caso se relacionaría con la palabra de la Ribera Alta del Ebro cama (parte de un campo que queda sin labrar entre un surco y la frontera). Camarón fue un núcleo importante de población durante el periodo de dominación musulmana. Fue reconquistado definitivamente en el año 1169 por los calatravos de Alcañiz. Justo después de su reconquista definitiva los reyes Alfonso II y Pero II reconocieron Camarón como propiedad de Don Arnal Palacín. En el año 1185 Alfonso II dio Camarón y otros pueblos de los alrededores al arzobispo de Tarragona para que los repoblara, trayendo este repobladores que hablaban occitano, de los que descienden los que hablan el actual chapurriau (occitano-aragonés) del Mezquín y Guadalope:
 et universo eiusdem sedis conventui castellum de Monte Rubeo (Monroyo) cum omnibus suis pertinentiis videlicet, cum Pinna Rubea (Peñarroya de Tastavins, Peñarroija, Penarroija, Pena-Roja), cum Turre de Arquis (Torre de Arcas, Torredarques, Torre de arques), cum castro de Herberio (Herbés), cum pratis de Vinadacia, cum valle de Boxar et de Fredes, sicut ex omni extenditur parte usque ad portum Marie.
Dono etiam Kamaron cum omnibus suis pertinentiis, usque ad portum de Tevaro et usque ad portus de Mesquino (Mezquín) et usque ad terminum Fontis Spatule (Fuentespalda, Fondespala), sicuti dividit cum Bognolo.
 En el año 1194 Alfonso II concedió Carta Puebla a Camarón, mencionando sus términos: et sicut omnia includuntur infra istos terminos subscriptos, scilicet, de illa serra de Fos Calanda de Pitarra et vadit ad vallem de Nuce, et sicut via de Alcorise exit ad Seno, et venit per illam serram de Seno et exit supra Benfigum, et includit Valipon, et sicut vadit ad connam de Xixileu et exit ad Carrum et Almanarellam, et includit Giagantam, et sicut talat et includit Petrafita et Quinque Turres, et sicut vertunt aque de Monte Labor versus Quinque Turres, et de illis molis d'Ares et de Asclum intus, et de La Lachava et de Balmana, et de Balinou et de Bel, et de Arber intus, et sicut claudit Morellum cum suis terminis, quam vobis dono et concedo quando Deus dederit illam in manum christianorum, et sicut de illis Germanellis et de Azenerola intus, cum illa canata de Berix et de Lena de Calanda, preter castrum de Boniol versus Camaronem. Después devino propiedad de Blasco de Alagón. Entre los siglos XII y XIII Camarón se debió de despoblar debido a su posición de frontera conflictiva entre cristianos aragoneses y Al Andalus. La conquista de Morella en 1232 terminó con este periodo de inestabilidad, pero también con su valor estratégico. En el siglo XIII Camarón es mencionado como frontera en textos referentes a donaciones territoriales en el noroeste del término de Morella, y se sabe que algunos de los pocos repobladores de las propiedades entre Camarón y Morella eran de Montblanc.​
Camarón continuó siendo la cabecera de un ancho término que abracaba los actuales términos de Mas de las Matas, Aguaviva, La Ginebrosa, la Cañada de Verich y la Cerollera y que se confirmó en un texto de delimitación de 1260 establecida entre el comendador de Alcañiz y Blasco II de Alagón escrito en aragonés
(Nota: los reyes de Castilla y de León escribían igual en ese tiempo, hay muchas cartas en esta web historia-aragon blogspot):
venimos a fine e amigable particion entre nos e partimos los terminos de Monroyo e de Camaron e de Buinol…

Camarón figura en el testamento de Blasco II de Alagón de 1272 junto con Buñuel, Aumicidiel, y la Pobla de la Ginebrosa y fue heredado por su hijo Artal IV de Alagón.

Este testamento de 1272 es una de las primeras menciones a La Ginebrosa tras su reciente fundación. En el año 1295 Artal IV de Alagón permutó estas propiedades por bienes de los templarios de Castellote. La Ginebrosa recibió una segunda carta puebla en el año 1291 en la que se le adjudicaban los anteriores términos de Camarón, que ya había quedado eclipsado como principal núcleo de población. Todavía se cita a Camarón en un texto del 24 de marzo de 1480: …a la casa clamada de Camaron con un molino farinero de dos muelas finado en el termino del dito lugar de la Ginebrosa con sus apenditias et termino et heredades contiguas con la dita casa… No obstante la fines del siglo XV se produjo una concentración de población alrededor de un más (masía) que formó un nuevo pueblo llamado Mas de los Matas, cerca de Camarón. En un texto del 24 de enero de 1533 todavía se refieren a Mas de las Matas como amasadas de las casas de Camarón, término del pueblo de la Ginebrosa. En el texto de separación de Mas de las Matas y Aguaviva con respecto a La Ginebrosa de 1611 se menciona a Camarón como una simple partida que se adjudica a Mas de las Matas.



  • Antonio Martín Costea: Nuevos datos históricos sobre la villa medieval de Camarón. Grupo de estudios masinos, n VI 1986.
  • Pilar Pueyo Colomina ‘’Documentos notariales actuados por habitantes de Mas de Matas en la primera mitad del siglo XVI’’. Grupo de estudios masinos, n VI 1986. pp 51-84
  • Grupo de Estudios Masinos ‘’Documento: Concordia de la Ginebrosa, Aguaviva y Mas de Matas: año 1611. Grupo de estudios masinos, n VI 1986. pp 85-218

domingo, 24 de noviembre de 2019

SELIMA, LA PRETENDIDA DE IBN ABDALÁ DE ZARAGOZA


189. SELIMA, LA PRETENDIDA DE IBN ABDALÁ DE ZARAGOZA
(SIGLO VIII. DAROCA)

SELIMA, LA PRETENDIDA DE IBN ABDALÁ DE ZARAGOZA


Esta historia tuvo lugar en pleno territorio musulmán, en la época del llamado emirato independiente de Córdoba, cuando Sarakusta (Zaragoza) era gobernada, en nombre y representación del emir cordobés, por un tal Ibn Abdalá. El moro en cuestión se vio obligado a buscar la ayuda de Carlomagno para afianzar su tambaleante poder por todo el valle del Ebro, pues no debemos olvidar que toda la Marca Superior de al-Andalus era un enrevesado entresijo a modo de pequeñas cortes tribales, difícilmente controlables desde la lejana Córdoba y casi tampoco desde Sarakusta.

Entre los territorios que, más en la teoría que en la práctica, dependían políticamente del sarakustí Ibn Abdalá estaban los que se administraban desde Daroca, que era una importante plaza fortificada.

Vivía en Daroca Selima —una sobrina del mismísimo Muza y a la sazón esposa de un tal Ahmar—, bella mujer de la que gobernador Ibn Abdalá se había enamorado y pretendía hacer suya, si bien se vio rechazado de manera reiterada en sus pretensiones.

La providencia quiso que Ahmar falleciera por aquel entonces y la bella Selima, ahora viuda y, por lo tanto, libre, rechazó una vez más los galanteos del gobernador, que visitaba con cierta frecuencia Daroca para poder verla. Mas si en vida de Ahmar la prudencia le hizo actuar con cautela, ahora tomó muy a mal la pertinaz negativa de Selima, de modo que, despechado y abusando de su poder, mandó prenderla y enterrarla viva en lo más profundo de las mazmorras del castillo darocense.

Desde entonces, de cuando en cuando, hay quienes oyen extraños ruidos y lastimeros lamentos que surgen de la oscuridad y, en ciertas ocasiones, se puede ver cómo una sombra vaga y casi difuminada recorre la muralla y los restos del castillo de Daroca, portando unas tenues luminarias en su mano invisible. Se trata, sin duda alguna, de la sombra quejumbrosa y errante de la fiel y hermosa Selima que pide venganza.

[Beltrán Martínez, Antonio, Leyendas aragonesas, pág. 120.]