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viernes, 3 de mayo de 2019

PEDRO I DE ARAGÓN LUCHA CONTRA EL CID CAMPEADOR


2.39. PEDRO I DE ARAGÓN LUCHA CONTRA EL CID (SIGLO XI. PERALTA)

Después de haber cometido verdaderos estragos a los moros levantinos en la comarca de Onda y Almenar y soportada una larga y fatigosa cabalgada de varias jornadas, llegó el Cid Campeador con sus hombres a las puertas de la musulmana ciudad de Zaragoza. Tal como era habitual, el guerrero castellano fue huésped en el palacio del rey moro de la Aljafería, donde recuperó fuerzas y recompuso su hueste.

PEDRO I DE ARAGÓN LUCHA CONTRA EL CID CAMPEADOR

Tras descansar unos días en la ciudad del Ebro, partió de nuevo con sus hombres en dirección a Huesca, primero, y más tarde hacia Monzón. Los vigías de Pedro I pusieron al monarca aragonés al corriente de las andanzas del Cid, de modo que, sabiendo que se acercaba, se aproximó con sus caballeros hasta Piedra Alta, donde decidió elegir un paraje adecuado y plantó sus tiendas de campaña para esperarle.
Llegado el Cid a Monzón, determinó pasar allí unos días, uno de los cuales salió a recorrer la comarca acompañado por doce caballeros de su confianza
«a holgarse por el campo,
armados de buena guisa»,
o sea, a divertirse un poco con un simple ejercicio. Enterados los aragoneses a través de su red de espías de los movimientos de esta partida, les salieron al paso desde su improvisado campamento con ciento cincuenta guerreros, entablando un lucha desigual contra el Cid y sus hombres, en una especie de improvisada justa o torneo, pues, de común acuerdo, decidieron luchar uno contra uno sucesivamente.
A pesar de ser muchos menos en número, el grupo del Cid venció a los caballeros aragoneses, apresando a siete de ellos con sus caballos y armas, mientras los demás huían temerosos del campo de batalla. Las horas que siguieron a la refriega fueron tensas, pero, tras suplicar los vencidos clemencia al Campeador para que los dejara en libertad, don Rodrigo,
«como es muy honrado»,
dice el legendario romance, accedió a su petición.
[Gella, José, Romancero Aragonés, págs. 53-55.]




Et él después que ovo leídas las cartas, como quier que ende oviese gran pesar, non quiso ý ál fazer, ca non avié plazo más de nueve días en que saliese. Enbió por sus parientes e por sus vasallos, e díxoles cómo el rey le mandava salir de su tierra e que non le dava de plazo más de nueve días, e que querié saber d’ellos cuáles querién ir con él o cuáles fincar. Minaya Álvar Fáñez le dixo: “Cid, todos iremos convusco e servos hemos leales vasallos”. Todos los otros dixieron otrosí que irién con él donde quier que él fuese, e que se non quitarién d’él nin le desamparién por ninguna guisa. El Cid gradeciógelo estonces mucho, e díxoles que si Dios le bien feziese, que gelo galardonarié muy bien. Otro día salió el Cid de Bivar con toda su compaña

LOS CASPOLINOS, EN LA BATALLA DE ALCORAZ


2.37. LOS CASPOLINOS, EN LA BATALLA DE ALCORAZ (SIGLO XI. CASPE)

El escenario es el asedio de la plaza fuerte de Huesca. Cuando Pedro I, rey de Aragón —ayudado, entre otros, por caballeros del otro lado de los Pirineos y navarros—, se enfrentó en la batalla final a la potente coalición musulmana (incluida una importante colaboración cristiana castellana) que defendía la plaza de Huesca, el monarca aragonés contó también con una aportación no muy numerosa pero sí selecta y aguerrida de cristianos llegados de Caspe, que se hicieron notar de manera ostensible por su valor en la jornada memorable del veinticinco de noviembre.
Sabido es que esta batalla definitiva sobre la plaza oscense se libró en la planicie de Alcoraz, despoblado cercano a la ciudad, y todo el mundo conoce, asimismo, la decisiva intervención que en la confrontación bélica tuvo el caballero san Jorge, llegado aquel mismo día tras haber participado activamente en la batalla de Antioquía, en Oriente.
La realidad es que buena parte de las tropas agarenas, ante el pésimo cariz que iba tomando poco a poco la cruenta pelea, emprendió la huida precipitada y desordenada hacia Sarakusta tratando de evitar la muerte, mientras la ciudad oscense se veía obligada a rendirse. El extenso campo de batalla de Alcoraz presentaba un aspecto desolador pues quedó totalmente sembrado de hombres heridos, mutilados y cuerpos sin vida. Entre estos últimos, se pudieron contar los cadáveres de cuatro reyes moros, tres de los cuales fueron hallados precisamente en el terreno que habían defendido con arrojo y valentía sin igual los caballeros caspolinos.

tres de dichas cabezas en el que sería escudo de la villa caspolina
cuatro cabezas de moros, escudo, Aragón
Aquel hecho singular dio lugar a una doble decisión de enorme simbología. Por una parte, a la incorporación de cuatro cabezas de moros en uno de los cuatro cuarteles que conforman el escudo de Aragón, y, por otra, por decisión del propio rey aragonés, Pedro I, de tres de dichas cabezas en el que sería escudo de la villa caspolina.

[R.L., «Los Anales de Caspe, por Valimaña», BHGBA, III-IV (1909), pág. 64. Salas Pérez, Antonio, Caspe y la historia del Compromiso. Caspe. (2º ed.), 49-50.]

Salas Pérez, Antonio, Caspe y la historia del Compromiso.
Vicente Ferrer, compromiso de Caspe



https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=558939

Compromiso de Caspe

http://www.bajoaragonesa.org/elagitador/breve-historia-de-un-compromiso-que-esta-muy-de-moda/

https://blog.eldique.es/images/pdf/Libro-digital.pdf

http://www.cervantesvirtual.com/bib/historia/monarquia/casp.shtml

https://www.academia.edu/5222592/_La_baja_nobleza_aragonesa_despu%C3%A9s_del_Compromiso_de_Caspe_movilidad_social_y_estrategias_pol%C3%ADticas_1412-1436_El_Compromiso_de_Caspe_1412_cambios_din%C3%A1sticos_y_constitucionalismo_en_la_Corona_de_Arag%C3%B3n_XIX_CHCA_Iber_Caja_Zaragoza_2013_pp._432-442

Ayuntamiento de Caspe


SAN JORGE PELEA EN EL CERCO DE HUESCA


2.36. SAN JORGE PELEA EN EL CERCO DE HUESCA (SIGLO XI. HUESCA)

Estaba casi finalizando el siglo XI. Abderrahmán, rey moro de la fortaleza de Huesca, decidió solicitar ayuda a su correligionario zaragozano temiendo que el nuevo rey cristiano de los aragoneses, Pedro I, pudiera atacar la ciudad de nuevo en cualquier momento, tal como le habían anunciado sus espías. El rey de Sarakusta, a su vez, solicitó para la ocasión la colaboración de los condes cristianos castellanos García Ordóñez y Gonzalvo. El primero de estos, acompañado de numerosos peones armados y trescientos hombres a caballo, acudió a la llamada y, junto con las huestes del monarca de Sarakusta, fueron a socorrer al moro oscense.
Ante tan importante y numerosa coalición militar del enemigo, el rey Pedro I, para tratar de fortalecer la moral de los suyos —algo minada por las noticias adversas que corrían por el campamento—, hizo trasladar el cuerpo de san Victorián, venerado mártir que yacía en el nuevo convento castillo del cercano Montearagón, hasta el lugar de la lucha, que tuvo como escenario los campos cercanos del Alcoraz.
Al fin se entabló la pelea que habría de ser definitiva. Y ocurrió que ese mismo día y casi a la misma hora, san Jorge estaba ayudando en la batalla de Antioquía, librada en Oriente, al caballero Alamañac, subiéndolo a la grupa de su caballo y poniéndolo a salvo. Muy poco después, en la misma jornada, ambos, como por arte de magia, aparecieron juntos en los llanos de Alcoraz para apoyar con su arrojo al ejército cristiano de Pedro I, que venció y pudo por fin tomar la plaza de Huesca.
El caballero Alamañac, que era hombre letrado, en principio creyó que se trataba de una sola batalla, pero luego dio testimonio de que en la misma jornada había intervenido en dos bien distintas y alejadas una de la otra junto a san Jorge: en Antioquía, allá en el Oriente lejano, y en los campos de Alcoraz, junto a Huesca.

SAN JORGE PELEA EN EL CERCO DE HUESCA

[Zurita, Jerónimo, Anales, I, págs. 132-133.
Ubieto, Antonio, Crónica de los Estados Peninsulares, págs. 121-123.]












UN DETALLE DEL ÚLTIMO ASEDIO DE HUESCA, 1096


2.35. UN DETALLE DEL ÚLTIMO ASEDIO DE HUESCA (1096) (SIGLO XI. HUESCA)

Es el 12 de mayo y ha comenzado el asedio de Huesca por Pedro I de Aragón. El gobernador musulmán oscense ha solicitado refuerzos a al-Mostain de Zaragoza, que no sólo aporta guerreros moros, sino que ha conseguido la ayuda del conde García Ordóñez de Nájera. El ejército que acude en ayuda de al-Mostain es tan numeroso que, al decir de las crónicas, los primeros musulmanes llegaban a Zuera cuando los últimos todavía estaban en Altabás, arrabal zaragozano.
Por su parte, en el campo cristiano había recalado, llegado desde Gascuña, el desterrado Fortún, con trescientos peones y diez cargas de mazas, que luego serían decisivas en la batalla.
Los contendientes, por fin, estuvieron frente a frente. Las fuerzas estaban muy igualadas, contando cada ejército con unos veinte mil guerreros, según un cronista árabe. El desenlace de la inminente batalla era, pues, incierto.
Fue entonces cuando —según el mismo cronista moro— Pedro I envió un espía al campo enemigo para que indagase el número de guerreros esforzados y de fama con los que contaba el ejército musulmán y que fuesen reconocidos como tales por los cristianos por sus proezas. A la vez, debía averiguar cuántos caudillos aragoneses eran conocidos por los musulmanes y cuántos de ellos estaban en el campamento cristiano en aquel momento.
Cuando regresó el espía, comunicó al rey que el número de caballeros sarracenos famosos ascendía a siete. Así es que hizo contar los hombres cristianos de valor que estaban en su campamento en aquellos instantes, alcanzando el número de ocho. La noticia hizo feliz al rey Pedro I, a quien se le oyó exclamar: «¡Oh, qué día tan fausto»!
El propio cronista musulmán nos relata el sentido de aquellas palabras, pues era creencia cierta que las batallas se ganaban no por el número total de contendientes que, por cierto, era semejante, sino por el número de guerreros sobresalientes con los que contaba cada ejército, de modo que aquel que aventajase al otro aunque solamente fuera en uno ganaría la contienda, como en este caso así sucedió.

[Ubieto, Antonio, Historia de Aragón: La formación territorial, págs. 122-124.]


http://estudiosmedievales.revistas.csic.es/index.php/estudiosmedievales/article/download/623/634

https://es.wikipedia.org/wiki/Garc%C3%ADa_Ord%C3%B3%C3%B1ez




jueves, 2 de mayo de 2019

EL ORIGEN DE LOS LÓPEZ DE GURREA


2.34. EL ORIGEN DE LOS LÓPEZ DE GURREA (SIGLO XI. HUESCA)

Nos hallamos en los últimos años del siglo XI, en el cerco de la importante ciudad mora de Huesca. El rey don Sancho Ramírez acaba de morir ante sus muros, cuando una saeta disparada desde una almena se introdujo por la manga de su lorigón y se clavó en su pecho. Antes de expirar el rey, arranca a su hijo Pedro, desde entonces Pedro I, la promesa de que no abandonará el asedio hasta que la ciudad se rinda.

EL ORIGEN DE LOS LÓPEZ DE GURREA, Huesca

En el campo cristiano, se congregan varios caballeros famosos por sus hazañas bélicas. Incluso el propio san Jorge va a hacer acto de presencia en la batalla. Entre los simples guerreros, se hallan dos hermanos, desconocidos para los más, llamados Mudielos. Éstos, cuando estaba ya avanzada la noche, sorprendieron a un grupo de moros que pretendía salir de Huesca amparado en la oscuridad. Sin pensarlo y sin ayuda de nadie más, ambos hermanos detuvieron y mataron a todos los infieles, quedando con todas sus vestiduras destrozadas y teñidas con la sangre de los enemigos.
El día despuntaba. Pedro I, que pensaba lanzar un nuevo ataque contra la ciudad, había madrugado para recorrer el exterior del muro. Así es como encontró a los hermanos Mudielos y quiso conocer la causa de su lamentable estado. Cuando se enteró de la hazaña que habían protagonizado, les llamó admirado «lupi», es decir, lobos. Y ellos, teniendo a gran honra este apodo, suplicaron al nuevo rey que les permitiera cambiar su apellido de Murielos por el de López, a lo que accedió gustoso y complacido Pedro I, concediéndoles, además, que pudieran usar por armas dos lobos de oro en palo, con las lenguas y uñas de negro en campo de gules.
Los hermanos López tomaron parte no sólo en la batalla de Alcoraz, sino también en cuantas contiendas contra los musulmanes libró su rey. Y cuando Pedro I murió, pelearon a las órdenes de Alfonso I, destacando en la reconquista de Gurrea de 1115. Tan decisiva fue aquí su actuación que el Batallador entregó la plaza a estos dos intrépidos hermanos, quienes desde entonces se apellidaron López de Gurrea, tomando esta villa las mismas armas de sus señores, es decir, los dos lobos en campo de gules.
[García Ciprés, G., «Ricos hombres de Aragón. Los López de Gurrea», Linajes de Aragón, II (1911), 405.]



EL ORIGEN DE LOS LÓPEZ DE GURREA, escudo


La casa de Gurrea es muy antigua y principal, y muy enlazada con la casa real de Aragón; pero no aparece en ellas ni el orígen del nombre G. ni el primero que lo llevó por apellido; no constando tampoco si tomó su nombre del pueblo de G., o si este lo tomó de la casa. En compensación de este silencio, están atestadas las historias de Aragón de noticias referentes a los hechos y noble hazañas de muchos ilustres hijos de la casa de G. Arnaldo de G. y un hijo suyo se distinguieron al servicio de Don Jaime el Conquistador en sus guerras y gloriosas conquistas contra los moros del reino de Valencia. Don Lope de G. fué nombrado procurador general del reino de Aragón por el rey Don Jaime II. Don Miguel de G. fué ayo del infante Don Pedro y gobernador del reino de Aragón. Otro Lope de G. fué camarero mayor del rey de Aragón Don Pedro IV, y su embajador en Sicilia para tratar el casamiento de su soberano con la infanta de Sicilia Doña Leonor. Fué despues embajador cerca del rey de Portugal, y últimamente, cerca del Sumo Pontífice Inocencio VI. Otros muchos caballeros principales hubo en Aragon llamados Lope de G., ilustres ascendientes de la fecunda rama de los López de G., que todavía florece en aquel reino. Don Alonso Felipe de Aragon y G. fué nombrado en cortes de Zaragoza por capitán de la gente de guerra para la expedición contra Pulla y Calabria, en Sicilia. En fin, Don Miguel de G., señor de la baronía de G., asistió a la jura del príncipe Don Miguel, nieto de los Reyes Católicos. Otra casa muy antigua. Muy antiguo y noble linaje de Aragón. Según mosén Jaime Febrer, el caballero Arnaldo G. que sirvió a don Jaime I, de Aragón, en la conquista de Valencia usó estas armas: De azur, con dos lobos de oro. ...