CAPÍTULO LXI.
Cuéntase la vida de don Pedro de Aragón, XIX conde de Urgel, vizconde de Ager.
- Fúndase el monasterio de las monjas del orden de San
Francisco, en la iglesia y casa de Almata, en cumplimiento de lo que
mandó el infante don Jaime. - De la fundación de la Seo de la
ciudad de Balaguer, y descripción de ella. - Servicios que hace el
conde don Pedro al rey, su tío; y muerte del infante don Fernando,
marqués de Tortosa, que hizo heredero al conde de Urgel. - Sirve el
conde al rey en la defensa de la ciudad y reino de Valencia, y
asiéntanse los intereses sobre la hacienda del infante, que hizo
heredero al conde don Pedro. - Sirve el conde al rey, y muévese
la contencion entre el conde de Urgel y otros, de una parte, y
los caballeros, de otra, sobre la jurisdicción criminal e
imposiciones. - Continúa el conde de Urgel en servir al rey;
casamiento del rey con doña Sibila, y muerte suya. - Sucede en el
reino de Aragón el rey don Juan el primero, y persigue a la reina
doña Sibila Forciá, su madrastra. - Quiere el conde don Pedro
comprar el marquesado de Camarasa, y lo impide el rey don Juan. -
Cuéntanse los señores ha habido en este marquesado, desde que salió
de la casa de los condes de Urgel, hasta que volvió al rey don
Alfonso, hijo de Fernando primero, reyes de Aragón.
- Muere el
rey don Juan. - Sucesión del rey don Martín, su hermano, y
pretensiones de la condesa de Foix, hija del rey don Juan.- De las
cosas que pasaron hasta que el conde de Foix fue del todo expelido de
Cataluña. - Trátanse diversos matrimonios a la infanta doña
Isabel, y conclúyese con don Jaime de Aragón, hijo de don Pedro,
conde de Urgel.
- Muerte de la reina doña Sibila, madre de la
infanta doña Isabel, y celebración del matrimonio de don Jaime de
Aragón, hijo del conde don Pedro. - De la muerte del conde don
Pedro, de sus riquezas y estados. - De la condesa doña Margarita de
Monferrat, mujer del conde don Pedro. - De los hijos y descendientes
de don Pedro de Aragón y de la condesa doña Margarita, su mujer. -
Sumaria relación de algunas fundaciones dejó el conde don Pedro en
su testamento, y de su sepulcro y armas. - De algunas cosas notables
que acontecieron en tiempo del conde don Pedro, y de los obispos que
fueron de Urgel. - De la moneda batían los condes de Urgel, y de la
que usaban en el principado de Cataluña por estos tiempos. -
Prosigue la materia del precedente, y tócanse muchas cosas
pertenecientes a la moneda de los condes de Urgel. - De la moneda de
*plata que corría en Cataluña en estos tiempos, y como es cosa muy
antigua y ordinaria haber cruz en las monedas de los príncipes y
*pueblos cristianos. - Trata de las monedas de oro que corrían en
Cataluña en tiempo del conde don Pedro de Aragón, conde de Urgel. -
De algunas monedas de plata que corrieron en Cataluña en los tiempos
de los condes de Urgel.
Mostró exteriormente el rey don Pedro gran sentimiento * la muerte del infante, su hermano; y aunque pocos días *después de su muerte celebró bodas con doña Leonor, hija del rey de Portugal, fueron con poco regocijo y fiesta, por estar las cosas de su reino en la turbación que vimos, como por la muerte del infante, que murió el mismo *día que llegó la reina, que, como dije, fue a 15 de noviembre de este año 1347. Don Pedro, hijo del infante, era de * edad, y el gobierno de sus tierras quedó en doña Cecilia de Comenge, su madre, que fue una de las más va*iles mujeres de estos tiempos, cuyas pisadas y ejemplo *siguiera su nuera, ni se acabara esta casa, ni *pereciera este ilustre y esclarecido linaje. Cuando murió el infante quedó su casa muy adeudada, por lo mucho había gastado en la Unión de Aragón y querer conservar * título de gobernador general del reino, que tan *sinrazón le fue quitado. Convino reparar aquella casa, *porque quedaba muy empeñada, y entendieron en ello la condesa doña Cecilia y don Pedro, su hijo, que en pocos * fue uno de los señores más ricos que había entonces en España, y sus villas y lugares ennoblecidos con edificios públicos y castillos fuertes y hermosos, que no ha* mejores lugares en Cataluña ni Aragón. Retiráronse en su ciudad de Balaguer, y aunque en vida del infante habían estado casi siempre en la ciudad de Lérida, ahora les pareció a propósito el salirse de aquella ciudad y retirarse en su condado, porque todo estaba tan alterado y revuelto, que los más recogidos y apartados de la corte eran los que mejor lo pasaban y más seguros estaban.
Había el infante don
Jaime mandado en su testamento, como a príncipe muy pío y devoto
que fue, que para mayor gloria de Dios y aumento del culto divino,
fuese edificado en la ciudad de Balaguer un monasterio de religiosas
del orden de San Francisco, dejando renta competente para trece
monjas, y en este monasterio fuese dada sepultura a su cuerpo,
escogiendo lugar y puesto idóneo para el tal edificio, y para el
gasto de él dejó cincuenta mil sueldos. Hubo sobre el escoger
el lugar diversos pareceres, porque la condesa, clero y ciudadanos
deseaban acertar en esto, y que el edificio y fundación saliera a
gusto de todos.
La iglesia de Nuestra Señora de Almata era
entonces la iglesia mayor de la ciudad, donde todo el pueblo
concurría, así por la devoción de la Virgen nuestra Señora, como
por gozar de los muchos perdones e indulgencias que los sumos
pontífices habían concedido a una devota cofradía que estaba
fundada en aquella iglesia, en que estaban escritos todos los vecinos
de la ciudad, y para ser participantes de tantos tesoros espirituales
de que gozan los cofrades de ella. Sin esto, resplandecía ya en
milagros continuos la imagen del Cristo crucificado que está en
aquella iglesia; pero por estar fuera de los muros y ser no
muy
*grande, era algo desacomodada y poco capaz para tan * pueblo:
era la arquitectura basta y grosera y mal *: parece edificio de
godos, o hecho en tiempo de * moros, o poco después de ser cobrada
aquella ciudad *ellos. Por esto, y por acomodarlo todo según la
voluntad del infante, y hermosear aquella ciudad con una *iglesia
nueva, de arte y arquitectura moderna, y capaz, con*ron la condesa
doña Cecilia y Bernardo de *Camporrells y Bernardo de Castillo,
marmesores del infante, y el *concejo de la ciudad de Balaguer, que
en la dicha iglesia *de Nuestra Señora de Almata, y en la casa que
llamaban *la cofradía, que está contigua con la iglesia, y fuese
fundado el dicho monasterio; y por esto el concejo de la ciudad, * de
voluntad y consentimiento de Guillermo Julián, * y de Jaime Riu,
vicario perpetuo, de Arnaldo Se* Pedro Meayll y Francisco Beltrán,
canónigos, dieron *dicha iglesia y edificios de ella, para que se
fundase el * monasterio. Eran entonces del concejo de la ciudad y *
que intervinieron en esto: Bernardo del Castillo, baile de Balaguer,
Francisco de Murello y Guillermo Vilella,
*Bartolomé Spanyol,
Berenguer de Berga, Ramón de Bo*s , Pedro de Cervera, Jaime Rabassa,
Juan Munter, Arnaldo de Arques, Jaime Bordoyll, Guillermo Miravet,
*ro de Murell, Bernardo de Sforsa, Ramón Farrer, Bartolomé Vilana,
Pedro Aragonés, Arnaldo Desliola, Pedro *, Salvador Jensa,
Martín Rey, Pedro Mayllan, Gui* Arnaldo de Gerona,
Guillen Jornet, Ramón Spigol, *Bernar Descoll, Pedro Seguí, Andrés
de Stontell, Domingo * Toló, Guillermo Torba, Arnaldo de
Parellos, Martín *al, Pedro Durban, Antón de Barbaroja,
Guillermo * Stlua, Guillermo Savilla, Ramón Gruyn, todos ciudadanos y
vecinos de la ciudad de Balaguer; y se hizo esta donación con los
pactos siguientes: que los ejecutores del testamento del infante don
Jaime y la condesa doña Cecilia, a más de lo que dejó el infante a
la iglesia de Almata, tengan de dar la mitad de cincuenta mil
sueldos que dejó el infante para la dicha fundación, y estos hayan
de emplearse en edificar de nuevo otra iglesia común para los
vecinos de la ciudad; y que estos veinte y cinco mil sueldos se hayan
de pagar, cinco mil el día que se diese principio a la obra, y cinco
mil en cada uno de los años primero vinientes, hasta que sean
todos pagados, y que las capillas que estaban en Almata, se estén
como de antes, y que puedan los beneficiados de ellas celebrar cada
uno en la suya, así como solían; y que cada patrón de los
dichos beneficios quede con su patronazgo, y pueda, si quiere, ser
sepultado en su capilla; y que si, por levantarse la sepultura del
señor infante con la pompa y grandeza decente a tal persona, se
derribase alguna parte de capilla, se repare, y si fuese menester una
entera, se haga otra en aquella parte de la iglesia que pareciese más
conveniente; y que en esta donación no se entiendan los cálices,
libros y ornamentos de la dicha iglesia, sino solos los edificios,
piedra y madera de ellos, y las lámparas, ora sean de plata, de
vidrio, o de metal, porque estas han de quedar en Almata; y que
cualquiera que quisiese mudar su sepultura de la iglesia vieja a la
nueva, lo pueda hacer, sin embargo o impedimento alguno. Asentado
esto, los ejecutores del testamento del infante tomaron posesión,
con autoridad y decreto de don Guillen de Moncada, vicario general
del obispado de Urgel, sede vacante, de la iglesia de Almata; y
acomodado el edificio en la forma debida, metieron en él las monjas
que mandó el infante que vinieran en aquel monasterio, con gran
ejemplo de religión y santidad, y duraron hasta nuestros días, que
pareció al obispo de Urgel y a los paeres de la ciudad, que
convenía al servicio de Dios, que de aquella hora adelante cesasen
las monjas claustrales que había habido hasta entonces, y se
metieran en aquel convento las de la Observancia; y así dejaron
acabar las monjas que había, sin recibir otras de nuevo, y enviaron
a Tarragona, y del monasterio de Santa Clara sacaron tres, que dieron
principio a la observancia que hoy se guarda con gran rigor y
edificación de la ciudad y de toda aquella comarca: esto parece en
las dos inscripciones que pusimos ya en el capítulo L.
Entendióse
en buscar lugar a propósito para el templo se había de edificar:
pareció al principio se hiciese en la parte más baja de la ciudad,
cerca de la plaza, por ser lugar más acomodado y frecuentado, que ya
que se había de hacer nuevo y levantarse de cimiento, no fuese tan
costoso de subir, como era la iglesia de Almata; y aunque parecía
bien a todos, por ser comodidad grande, escogieron la capilla de San
Miguel, que estaba en lo más alto de aquella ciudad, en puesto
solitario y poco habitado, con pensamiento que, adornando aquella
parte de la ciudad con tan grandioso y magnífico templo, había de
ser más poblada, ya que no de seglares, de los canónigos y
clero, que siempre fue en aquella ciudad muy numeroso, y de singular
religión y virtud. Imitaron en esto a la ciudad de Lérida y a
la villa de Castellón de Farfanya, cuyo templo se era edificado por
estos tiempos, y a la de San Pedro de Ager y otras, cuyos suntuosos
templos están en la parte más superior y alta; y así escogieron
el puesto donde hoy está, alegre por la vista de que goza, sano por
los aires saludables y puros que corren en él, y espacioso por
estar en lugar muy ancho y capaz. Había, como digo, en este lugar
una capilla o hermita del arcángel san Miguel, que dicen
estaba en el mismo lugar donde hoy está, que es al pie del
campanario; y por eso duró muchos años que llamaron esta iglesia de
San Miguel, aunque sea cabeza del altar mayor la Virgen nuestra
Señora. Es esta capilla o hermita obra muy antigua, hecha en
tiempos de los primeros condes de Urgel, que siempre tuvieron este
santo por tutelar y patrón. En el castillo de Olérdola, junto a
Vilafranca de Panadés, edificio del conde Sunyer, aún se
conserva una iglesia que él edificó y dotó, y es el primer
edificio que hallo de estos condes, y por denotar esto, en el portal
de la ciudad que sale a la puente, que es el más frecuentado de
todos, hay una imagen de este santo, argumento cierto de la devoción
y confianza que tenían en él, como a guarda y defensor de todos; y
en conformidad de esto, quisieron que la iglesia mayor quedara
edificada en el lugar donde el santo ya de tiempo antiguo tenía su
altar y era venerada su imagen. Es cosa de notar lo que escribe
Miguel Naveo, arcediano de Tornay en Flandes, en una crónica que
hizo de las apariciones y hechos de este glorioso espíritu, que sus
templos y capillas suelen edificarse las más veces en lugares altos
y encumbrados montes, y las de los otros santos en lugares bajos; y
dice ser esto, en orden a su origen, principio y creación, *es los
ángeles le tuvieron en e cielo, y los demás santos * la
tierra; y por esto y la aparición que hizo en el monte *rgano, que
celebra la Iglesia en el mes de mayo, el día *ha quedado la
costumbre que de ordinario sus templos se edifican en lugares
levantados y sobre altos montes: y * dicho autor lo prueba haciendo
un discurso de muchos templos que en Francia, Inglaterra, Alemania,
Hibernia, Noruega, Transilvania, Flandes, Dania, Hungría, Italia,
*oscovia, Etiopía y otras partes del mundo hay de este santo, *dos
en lugares altos; y en Cataluña hallaremos lo mismo a cada paso,
como en el castillo de Olérdula, Araprunyá, Escornalbou, San
Miguel del Fay; y junto al camino va * Balaguer a Ager hay una
iglesia de este santo, don* vivieron los fundadores de la orden
premostratense, mientras tardaban los condes a edificar el monasterio de Nuestra Señora de Bellpuig de las Avellanas, donde después
se mudaron, y quedó como sufragánea aquella primera iglesia, y
suele vivir en ella un canónigo, que hace allí vida eremítica.
Escogido el lugar, se dio principio a la fábrica del templo; y
la condesa doña Cecilia hacía largas limosnas: a su *costa se
reedificó esta capilla de san Miguel, y fue lo que primero se hizo,
y en ella, mientras se tardaba en lo restante de la obra, se
celebraban los oficios divinos, y si *bien se advierte, se conoce que
fue hecho antes que lo restante de la iglesia. En la bóveda hay
muchos escudos, *algunos con las armas de los condes de Urgel solas,
que son * jaqueles de oro y negro, y otras con las del conde don
Pedro, que eran un escudo en pal, a la mano derecha * palos
de los de Aragón, y a la izquierda los jaqueles.
(no está
la 202 ni 203)
* hermanos suyos, no hiciesen guerra ni molestasen
a los infantes don Ramón Berenguer y don Pedro, conde de Urgel, su
sobrino, porque era tanto lo que le estimaba, que en las ocasiones
que más quiso honrarse y mostrar su poder y grandeza, se valió de
él, como de uno de los mayores príncipes de su linaje y casa, como
fue en el año de 1361, cuando el rey hizo muestra general de su
poder, para dar a entender al rey de Castilla que tal era; y el año
de 1363 *e hizo capitán general de la ciudad y comunidades de Teruel
y del lugar de Monreal, aldea de Daroca, para resistir al dicho rey
de Castilla, que había publicado haber de entrar en tierras del
reino de Aragón para damnificarle: y no solo encargó en esta
ocasión la defensa de los dichos pueblos al conde don Pedro, pero
también la de la ciudad de Zaragoza, la cual estaba con harto
peligro; y llevóse tan bien el conde en ella, que no solo la dejó
como debía, pero aun envió socorro y fortificó a Ejea, en ocasión
que lo habían bien menester; y con estas diligencias del conde don
Pedro, quedaron aquellos pueblos para resistir a otro tanto poder,
como era en aquella ocasión el del rey de Castilla. Aunque deseaba
siempre el conde apartarse del rey y retirarse a su casa, huyendo de
*estos bullicios e inquietudes, no le fue jamás posible, porque las
cosas del rey estaban en estado que no podían ser desamparadas, y
necesitaban mucho del socorro de sus vasallos y amigos.
En esta
ocasión, y cuando más poderoso estaba el rey de Castilla, aconteció
la muerte del infante don Fernando, hermano del rey, el cual había
vuelto años atrás en servicio suyo, y el rey le había
asegurado de prisión y de cualquier lesión y de muerte, y de ello
le había hecho pleito y homenaje, a 7 de diciembre de 1357,
confirmándolo con *instrumentos, y aun con mercedes, pues le hizo
procurador general suyo, que era el cargo y dignidad mayor que el *
pudiera dar, olvidando todos los deservicios le había hecho hasta
aquel punto; pero esto se le cumplió muy mal al infante, pues en la
ocasión que más se fió del rey, y acudiendo en su servicio, vino a
hallar la muerte, que *fue de esta manera.
Don Enrique, conde de
Trastámara, que después fue *rey de Castilla, por disgustos que
tuvo con el rey don Pedro, el Cruel, su hermano, se pasó al servicio
del rey de Aragón, llevando consigo un buen número de gente, * en
esta ocasión deseaba ser pagada del sueldo que se le debía, y el
infante don Fernando tenía consigo muchos *caballos y soldados que
había llevado de Francia, y to* estaban en servicio del rey, y eran
los más gente noble de Castilla, que se habían ausentado por
apartarse de la *crueldad del rey don Pedro, a quien muchos tenían
más *enta de tirano, que de rey. El rey de Aragón no que* pagar a
la gente del infante don Fernando, sino a la * don Enrique, porque de
esta manera se pasara a él * la gente que llevaba el infante, a
quien ya él abor* y le hacía todas las malas obras que podía:
sintió mucho esto el infante, y un día que el rey estaba ausente *
ciudad de Zaragoza, fue a casa del tesorero, y *rompió las puertas y
arcas donde estaba el dinero del rey, y * su gente, y se fue a
socorrer el reino de Valencia, * el rey de Castilla le tenía muy
apretado. El rey *hizo notable sentimiento de esto, y el infante, que
lo vino a entender, temiendo la ira del rey y conociendo cuán poco
le estimaba, determinó de pasarse con toda su gente a Francia; lo
que pesó mucho al rey, porque perdía más de mil hombres de a
caballo, todos gente escogida, y había de dar gran ánimo al de
Castilla, si entendiera que tal gente le faltase; y aconsejado el rey
de don Bernardo de Cabrera y del conde de Trastámara, por cuyo trato
después fue muerto el infante don Fernando, acordó de mandarle
prender, y por hacerlo más a su salvo y sin escándalo, dijo el
rey al conde de Urgel y al vizconde de Cardona, que eran muy amigos y
parientes del infante, que le dijeran que viniese desde Almanzora, (Almassora) donde estaba con su gente, a Castellón de la Plana, en el reino de
Valencia, porque el rey quería hacer todo lo que él quisiese, y que
él y su gente se quedasen todos en su servicio, y que el otro día,
que era domingo, se fuese a comer con él. El infante, que no pensaba
nada del infortunio se le esperaba, se vino a Castellón,
acompañado del conde de Urgel, vizconde de Cardona, de don Tello,
hermano de don Enrique, y de otros muchos caballeros, y comió con
el rey, y después se retiró a reposar, en su aposento del palacio
real, con seis caballeros. Estando aquí, llegó Bernardo de Scala,
alguacil, y le dijo que el rey mandaba
que quedara allí preso; y
el infante juzgó que aquello más era consejo de don Enrique y de
don Bernardo de Cabrera, que voluntad del rey, su hermano, de quien
tal no pensaba, y así dijo al alguacil, que él no era hombre para
ser preso; y el alguacil lo fue a decir al rey, y el rey le envió a
decir: que no se tuviese por deshonrado de ser su preso; y Diego
Pérez Sarmiento, que era uno de los que estaban con él, le dijo:
que más valía ser preso, que muerto; y así se puso en defensa, y
el rey mandó, que si *no se dejaba prender, que lo matasen; y porque
nadie *osaba entrar en el aposento, mandó el rey desentablar el
*techo; y entonces el infante salió con la espada en la mano * y
mató un escudero de don Enrique, que estaba delante de su amo, que,
con los demás, también había acudido al ruido con algunos
castellanos, que eran los que má*s apretaban al infante, y el
primero que le hirió se llamaba Pedro Carrillo, y con él murieron
algunos caballeros.
Muerto el infante, el conde de Urgel y
vizconde de Cardona quedaron atónitos de lo que habían visto, y
nunca creyeron que para aquello enviara el rey a llamar al infante, y
quedaron con gran cuidado de sus personas, porque eran muy grandes
amigos del infante, y fueron donde * rey estaba, y le dijeron si
estaban ellos seguros, y si habían de temer nada; y el rey les dijo,
que no; pero el conde de Cardona, fiándose poco del rey, se partió
luego de Castellón, y no paró hasta verse dentro del castillo de
Cardona. Murió el infante don Fernando a los treinta y cuatro años
de su edad; está sepultado en el monasterio de San Francisco de
Lérida con sus padres: su sepulcro es una arca de madera muy
dorada, a la pared del * del altar mayor, a la parte del evangelio,
con muchos escudos de sus armas, y un letrero que dice así:
ASSI
JAU LO MOLT ALT SENYOR INFANT DON
FERNANDO DE DOLOROSA
MEMORIA MARQUÉS
DE TORTOSA È SENYOR DEL BARRASIN
È MORI
EN CASTELLO DE BURRIANA Á XVI DIAS
DEL
MES DE JULIOL EN LO ANY DE LA NATIVITAT
DE NOSTRE
SENYOR M.CCC.LXIII. (1363)
Instituyó el infante don
Fernando heredero suyo a su sobrino el conde don Pedro; y a la
infanta, su mujer, dejó el usufruto de la villa y baronía de Fraga,
y de los lugares de Vallobar y Peñalba y Privia, en el reino de
Aragón, que le vinieron por donación del rey don Alfonso, su padre,
hecha en favor de la reina doña Leonor y del infante su hijo.
A
5 de julio de 1331, el rey, sin curar del testamento y
disposición del infante, ni de las mandas que había hecho, tomó
posesión de la ciudad y marquesado de Tortosa y de las ciudades de
Albarracín y de lo demás que poseía en Aragón y Cataluña, porque
casi todo volvió a la Corona, por haber muerto el infante sin hijos,
y la infanta se quedó con el usufruto de la baronía de Fraga y de
los lugares de Vallobar, Peñalba y Privia; y el conde solicitó
al rey diversas veces, para que le restituyese el patrimonio del
infante, pero no pudo acabar nada, más de llevar buenas palabras y
ofrecimientos que el rey le hacía, asegurándole que deseaba darle
satisfacción, y de esta manera le pasaba con dilaciones; y aunque
necesitaba de él y de sus gentes para la guerra que llevaba con el
rey de Castilla, no le obligaba con obras, por lo que el conde andaba
muy disgustado y advertido, y se apartaba del rey, temiendo otro
suceso como el que había pasado con el infante, y lo mismo hacia el
vizconde de Cardona. La necesidad del rey era grande, y mayor la *a
que de estos dos señores tenía, pues quería que pasasen * defensa
del reino de Valencia, que tenía muy apretado el rey de Castilla, y
ellos decían que servirían al rey, * les daba seguridad de no hacer
daño a sus personas, *eció por entonces conveniente que el infante
don Juan, * primogénito del rey, fuese allá, y no era de edad de *
de catorce años, y el rey le dio por consejeros al infante don
Pedro, su tío, que era religioso del orden de
san Francisco, y
al conde de Urgel y vizconde de Cardona, * habían de venir con todas
sus gentes; y aun no se tenían por seguros, y querían que el rey
pusiese al infante en poder de ellos; y el rey les escribió que
ellos y el infante se vinieran juntos a la ciudad de Tortosa, donde
él * aguardaría para ir al reino de Valencia, que no tardó *mucho
el rey; y entonces el conde, con toda su gente se *partieron para
Castellón, donde se detuvieron dos días, *ardando la gente, con
determinación de ir a dar la batalla * al rey de Castilla, que tenía
cercada la ciudad de Valencia, y la había traido a punto, que no
había viandas sino por * el mes de abril, y eran ya a 24; y el
vizconde de Cardona se metió en mar por capitán de diez galeras que
se *debían de armar, y el rey fue marchando en busca del de
Castilla, que no le osó aguardar, antes bien levantó el campo y se
retiró hacia Murviedro, excusando la batalla, y a 28 del mismo mes,
el rey, con los suyos, se *entró a hora de vísperas, a la ciudad,
en gran triunfo y *sta, habiéndola socorrido en ocasión que estaba
apretadísima de un ejército que era superior y mucho más poderoso
que el suyo. Todo el tiempo que duraron estas guerras entre Castilla
y Aragón, que fueron muchos años, y en los tratos de paz que se
movieron entre los dos reyes, como a consejero del de Aragón siempre
intervino el conde don Pedro, pensando con servicios obligarle a que
le diese la hacienda del infante; pero el rey estaba tan poco afecto
a sus cosas, que no contento de haberle muerto y tomado lo mejor de
su patrimonio, jamás quiso dar licencia a la infanta, su mujer, de
volverse a Portugal a casa del rey su padre; y tomándosela ella, la
mandó seguir y volver presa a la ciudad de Huesca, donde la dio en
guarda a dos señoras principales de aquella ciudad, y después la
mandó llevar a Zaragoza, y que estuviese en compañía de la reina y
de la infanta, su hija; porque como el rey de Portugal era amigo del
de Castilla, y el rey de Aragón era de su natural muy sospechoso,
cualquier acción de los deudos y amigos del rey de Castilla le daba
cuidado y pena. Duraban todavía las guerras entre los reyes, y el
conde, o por haber muerto la infanta doña María, o por convención
hecha entre ellos, se metió en posesión de los lugares de Fraga y
su baronía, Vallobar, Peñalba y Privia, y solicitaba al rey se la
confirmase; y solicitado de todos los amigos, deudos del conde, creo
que no pudo hacer otra cosa, porque hallo en el registro 42,
Gratiarum, folio 14, que a 19 de junio de 1368, en el palacio real de
Barcelona, en presencia del obispo de Lérida, de don Berenguer de
Ribelles, de Bertrán Desvals y otros de su consejo, en enmienda de
los muchos servicios del conde y gastos había hecho en las guerras
de Valencia, en que tanto se había señalado, y por el mucho amor le
tenía, por ser sobrino suyo y tan cercano en parentesco, le concede
la dicha baronía de Fraga, con los lugares de Vallobar, Peñalba y
Privia, y los demás que le pertenecían *por parte de la reina doña
Leonor, madre del infante, con * el derecho que al rey le competía
en ellos, para que *da hacer el conde de ellos como de cosa suya, con
pacto *, muriendo el conde sin hijos, y faltando la descendencia, *an
de volver a la Corona, pagado primero el conde y los *eedores de la
dicha baronía y lugares, dándoles reten* hasta ser satisfechos del
todo; y el conde lo aceptó, *testando de no haber de pagar ninguna
de las deudas * infante, ni menos aquellas quince mil libras que el
*rey Alfonso había reservado para su alma sobre los bienes y lugares
que había dado a la reina, su mujer, y sus hijos, ni menos nada de
aquellos ciento cincuenta mil sueldos que la reina había pagado a
los marmesores del conde Armengol de Cabrera, por los lugares *
la tierra y marquesado de Camarasa, que eran Camarasa, Cubells, Alós,
Mejá y otros, que el infante se * reservado para sufragios por su
alma. Con esto *edó el conde algún tanto satisfecho y pagado de lo
* el rey le había de dar; pero no duró mucho, porque el rey era
hombre inquieto y de condición revoltoso, y * podía disimular cosa
que fuese o pudiese resultar en perjuicio suyo y de su corona y
patrimonio, y mandó decir al conde, que él no había podido hacer
lo que había hecho, y *e aquella donación era muy dañosa a la
Corona, y no le era *lícito dar lo que no era suyo, ni enajenar el
patrimonio real, y * así había de ser aquello revocado, y la merced
hacia de aquella baronía y lugares había de ser en otra manera.
Tanto * lo que se congojaba el rey de esto, que el conde, co* hombre
sabio y que no quería encuentros con él, dijo que vendría a todo
lo que quisiese; y así, según consta en el archivo real, armario
16, saco A, a 5 del mes de octubre de este año, después de haber
revocado la dicha donación, de consentimiento de los dos, confirma
y concede al conde la dicha baronía de Fraga, con los lugares de
Peñalba y Vallobar, reservándose el dominio alodial y directo y los
feudos; porque, aunque era verdad que el rey don Alfonso lo había
dado todo, sin retención alguna, pero habíalo dado con pacto que,
muriendo el infante sin hijos, quedase para sus herederos el dominio
útil, como lo había tenido don Guillen Ramón de Moncada; y así,
por haber venido el caso, el rey se reservó el alodio y feudo
para sí, y dio el dominio útil al conde, el cual era la décima
parte del valor de ellos, y declara que no entiende renunciar el otro
laudemio que le pertenece por la deja del usufruto que
hizo el infante a su mujer, antes se reserva el derecho que le
compete para pedirlo. Hecho esto, pidió licencia el conde, y a 7 del
mismo mes, protestó que si por justicia se declarase ser aquellos
lugares francos en alodio y de feudo, quedase absuelto del homenaje y
sacramento que en razón de ello le había prestado, y el rey se lo
otorgó. No quedaba el rey aun satisfecho del conde, ni se tenía por
seguro que no le hiciese demanda de aquello que tenía el marques: él
sabía la causa, y cada día buscaba modos y trazas para impedir al
conde el hacer tales demandas; y aunque el conde decía no tener tal
pensamiento e imaginación, con todo quiso que sobre esto se hiciera
nuevo trato y convención, y un día, que era a 12 de octubre de este
año, como parece en el archivo real, armario 16, saco A, número
55, estando en el monasterio de Predicadores de Barcelona, el rey
prometió * conde, que jamás le haría ninguna petición de aque*
que él tenía del infante, y si tal hiciese, promete que * abdica el
poder y derecho de pedir las tenencias y em*ar el feudo de la baronía
de Fraga, y demás lugares *había heredado el conde, que fueron del
infante, hasta * renunciado a la tal demanda; y que no pidiendo *
rey nada, ni el conde ni los suyos puedan pedir, ni el marquesado de
Tortosa, ni otra cosa alguna del patrimonio que había sido del
infante y estaba en poder del rey; * que si tal hiciese, la concesión
que le había hecho de * baronía de Fraga y otros lugares, y la
remisión del *demio vaya por no hecha y sea nula, y las cosas
*vuelvan al estado que estaban antes del 5 de octubre. To* esto pasó
en el monasterio de Predicadores, en Barcelona, a 12 del dicho mes de
octubre; y no quiso el rey * registrase en el registro que llamaban
Gratiarum, sino * el que llamaban Feudorum, como hoy se
echa de ver * ellos, y lo mandó notar en el registro Gratiarum 42,
annis 1368 et 1369, folio 14.
Estos dos autos, hechos en el
monasterio de Predicadores, se dieron divisos por alfabeto, y
en el uno de ellos, * es en el hecho a 12 del mes, en las espaldas de
él *mandó escribir estas palabras: Voluit dominus rex hujus*di
mentionem hic ad cautelam scribi videlicet quod si dictus *nes ant
sui peterent aliquid a domino rege vel suis ultra * que in his
instumentis expresit de hereditate infantis *Ferdinandi quod dominus
rex et sui habeant actionem contra dic* comitem et suos occasione
unionis Valencie et Aragonum *am Infans Jacobus pater
dicti infantis juraverat et de qua nullam habuit remissionem a domino
rege. Y después dice el secretario: Dominus rex qui predicta vidit
et legit mandavit Ferrario de Magarola.
Ya antes en las cortes
que celebró en el año 1365, había hecho constitución con que
quedó para siempre unida la ciudad y términos de Tortosa a la
corona real, con prohibición de enajenarse de ella por ninguna causa
ni razón, como parece en la misma constitución, que es la última,
título De la Unió del regne de Malorcas y la ciutat
de Tortosa á a la corona real.
Por este tiempo
concordaron los reyes de Aragón y Navarra, que no harían paces con
el de Castilla, y el conde don Pedro fue una de las veinte personas
que hicieron al rey de Navarra pleito y homenaje, que se cumpliría
todo lo que el rey de Aragón, en orden a esto, le había prometido.
En las cortes que el año 1364 celebró el rey a los aragoneses,
fue nombrado por el brazo de los nobles para ordenar los fueros
convenientes a aquel reino, corregir los que necesitaban de ello, y
ordenar lo necesario para la guerra y defensa del reino; pues por
razón de las baronías de Antillon y Entença, tenía voz y voto en
las cortes del reino.
El año 1366 le nombró el rey
lugarteniente suyo en el reino de Valencia, en ocasión que el rey de
Castilla tenía muy apretado aquel reino; y con su buena maña e
industria y con la gente de armas, apretó de tal manera la ciudad de
Segorbe, que estaba por el rey de de Castilla, que se le rindió a
partido y quedó por el de Aragón.
Estando ocupado el conde en
el servicio del rey, ha* lo posible para darle gusto y obligalle,
el rey es* pensando en qué le podría inquietar y menguar su
*patrimonio y estado, porque era de su natural tan inquieto que nunca
estaba contento, sino cuando tenía guerras con los forasteros y
contenciones con sus vasallos, y cuan* conjuntos le eran en sangre,
entonces habían de* menos y recelarse más de él. Sucedió un caso,
* al rey le vino de molde para mover lo que diré después, y fue que
un señor de los más preeminentes de Castilla prendió un caballero,
vasallo suyo, y por lo que * sabía, le hizo algunas opresiones: los
parientes del caballero rogaron al señor se llevase con él
benignamente, *abusar de la jurisdicción y señorío, y que ya que
por * culpas, si las había, mereciere castigo, fuese tal que *liese
a venganza. Aprovechó poco, antes bien apretó * al preso,
tratándole como si fuese un hombre vil y ladrón: sus parientes y
otros caballeros se quejaron de * al rey, por vía de recurso, y él
los escuchó de muy *a gana, por tener entrada en una cosa que él
mucho *ba.
El conde de Urgel, el de Ampurias, los vizcondes de
Castellbó y Cardona y muchos señores eclesiásticos ejercían
*liccion criminal, mero y misto imperio en los caballeros y
hombres de paraje y personas generosas que estaban en sus tierras, y
aun les echaban algunas imposicio* sin que de ello tuviesen título
alguno o privilegio del *rey sino solo una posesión, ni tan antigua,
ni tan funda* como era menester, porque por no romper el hilo, *según
dicen, ninguno de ellos lo quería apretar, sino que si algún
militar súbdito suyo se quejaba de ello, disimulaban con él, y
hacían que callase. Aconteció lo que queda dicho; parecióles a
todos, que lo que se había hecho con el preso era abuso, y
sintiéronse mucho, que siendo ellos exentos, hubiesen de ser
tratados a la par de cualquier plebeyo. Con esto recurrieron al rey,
de quien estaban ciertos había de gustar se resolviese esto, porque
le parecía que era menoscabo de la jurisdicción y preeminencia
real, que los caballeros y hombres de paraje fuesen de otra
jurisdicción que de la suya: pensaron que esto se remediaría
dando libertad al preso, como se le dio; pero aprovechó poco, porque
el rey había ya admitido el recurso, y ofrecido a los caballeros que
él los favorecería todo lo posible; y con las alas del rey, se
confederaron entre si, para resistir a los magnates, que así
llamaban a los condes y vizcondes y señores eclesiásticos, y decían
que ellos, do quiera que estuviesen, eran súbditos del rey y estaban
bajo su jurisdicción, y más en los negocios criminales. Tuvieron,
con voluntad y consentimiento del rey, varias juntas, y les dieron
por nombre Conveniencia de los caballeros de Cataluña, y nombraron
cuatro cabezas, que llamaban regidores. El negocio se encaminó de
manera, que llamaron a las armas, y el rey mandó a los magnates que
las dejasen y que desistiesen de aquella pretensión, porque lo que
pretendían y las imposisiones que generalmente echaban sobre
los caballeros eran en gran perjuicio de la preeminencia real. Pero
ellos pretendieron que de aquello, si al rey, ni al bien común se
seguía perjuicio, porque si las echaban era por justas causas,
continuando lo que sus pasados habían hecho, y suplicaron al rey,
por medio de fray Pedro Cima, que no permitiese que sobre esto se
moviese con ellos nueva contencion, pues jamás los reyes pasados la
habían movido, y no era justo que se procediese contra ellos y
sus bienes por cosa que lícitamente la pudiesen hacer, y que los
servicios que le habían hecho no merecían tal galardón; pero el
rey hizo poco caso de esto, y les mandó requirir otra vez y
citar a juicio delante de él, porque los caballeros ya habían
firmado de derecho delante de la corte del rey, y declararon querer
estar al orden de justicia, que era lo que el rey quería; y como era
celoso de la jurisdicción real, había ya puesto en ello reputación
y los barones habían hecho lo mismo, y fundaban su justicia en
derecho, y vino el negocio a punto que toda Cataluña estuvo por
ponerse en armas. Los condes y vizcondes conocían que ni sus fuerzas
ni justicia no podían prevalecer contra las del rey y caballeros de
la Conveniencia, y así vinieron a trato juntos en San Juan de
Spi, (de es pi) lugar vecino a Barcelona, y allá trataron con Jaime Dezfar
(d´es Far; del faro), canciller del rey, y Ramón de
Vilanova, su camarero, y cedieron su derecho en cuanto a las
imposiciones, prometiendo no imponerlas ni exigirlas, y en lo que
pertenecía a la jurisdicción, concordaron que se nombrasen personas
que lo declarasen. Por razón de esto, convocó cortes el rey en
Momblanc, en diciembre de este año 1370, y en ellas se trató
el negocio muy extendídamente por las partes, y no se concluyó
nada, más de que el rey, con dos personas que nombrase de cada una
de las partes, siendo conformes, declarasen esta contienda; y así
nombró al vizconde de Cardona por los magnates, y al vizconde de
Illa, por los caballeros: pero estos no se pudieron concordar, y el
negocio quedó como de antes, y todos tenían gente de guerra para
cualquier suceso. Después, en abril del año siguiente, en Tortosa,
se juntaron cortes para esto, y después de altercado el negocio, se
pusieron treguas por dos años, y se nombraron personas por cuyo
consejo se determinase lo que tocara al negocio principal, y lo que
se había de hacer mientras tardaba a decidirse la contención, y
nombraron ciertas personas de cada veguería, que ejercitasen la
jurisdicción civil y criminal en los nobles y caballeros y personas
generosas que habitasen en señorío de los magnates y barones; pero
esta declaración se difirió algún tiempo, y los caballeros se
juntaban muy a menudo por diversos lugares de Cataluña, y eligian
sus regidores, y mediando el favor del rey, que siempre les amparó,
hacían sus estatutos, teniendo gente de guerra apercibida para
cualquier suceso.
El rey no gustaba que los magnates hicieran
tanta contradicción, y atribuía aquello a menoscabo suyo, y quiso
dárselo a entender, en su casa, a cada uno; y por eso, a 9
de
junio de 1371, les requirió, desde Valencia, le viniesen a ayudar y
servir, según la obligación de sus feudos, porque el infante, hijo
del rey de Mallorca, con gente de armas venía a invadir los
condados de Rosellón y Cerdaña, y esto lo hacía por divertirles
las fuerzas y gente, y no porque se esperara tal invasión, lo que
sintieron mucho, porque conocieron que el rey les quería dar en que
entender, y desasosegarlos por cosa que, ni era, ni el rey tal creía;
antes bien esta venida del infante de Mallorca no fue hasta el año
1374, y entonces ni el conde de Urgel ni su gente, ni el conde de
Prades, ni el vizconde
de Cardona, ni otros ningunos se movieron
(aunque en * este año les convocó el rey con motivo de que * el
infante por Conflent), antes bien se estaban los * Barcelona, donde
el rey se estaba, y el infante entró por la Seo de Urgel y por la
ribera de Segre y se fue a Castilla, donde murió; y aunque el rey *
hasta Corbera para resistirle, pero el infante ya era *. Después de
esto, y en el año 1375, fueron las * entre don Enrique, rey de
Castilla, y nuestro rey Pedro de Aragón: capitularon muchas cosas, y
para se* de ellas firmaron muchos caballeros, prelados y ricos
hombres de Castilla, Aragón, Cataluña y Valencia, y * ellos el
conde don Pedro. Entonces se concertó matrimonio entre doña Leonor,
hija del rey don Pedro, con *Juan, hijo de don Enrique, que fue rey
de Castilla: * matrimonio nació el infante don Fernando, que
en * nombrado rey de Aragón, de quien hablaremos *ente en
el capítulo siguiente, por haber sido el que * destruyó del todo la
casa y linaje de los condes de Urgel, en nada inferior al suyo.
Casó
mucho tiempo después de esto, que a 11 de * de 1377 fueron los
desposorios, que casó el rey, *de edad de cincuenta y ocho años, en
Barcelona, *doña Sibila Forciá, hija de un caballero catalán del
*dan, llamado Bernardo de Forciá: enamoróse de su *ura y
disposición gallarda. Era esta señora viuda de Artal de Foces,
mujer muy honesta y recogida, y no *como la pinta Laurencio Valla,
que por alargar con retóricas colores sus razonamientos y conceptos,
alarga también las cláusulas, y, por mejor decir, las cosas que
refiere, más de lo que son, porque ni es de creer que Bernardo de
Vilaritg o Villalicus, como él le llama, osase decir delante del rey
don Martín lo que dice en deshonor de esta señora, ni que el
duque de Gandía y conde de Prades le ordenasen tal, ni el rey lo
había menos de sufrir, por ser cosas aquellas, que eran deshonor del
rey, su padre, y de su misma hermana; y aunque dijeron de esta
hartas cosas, pero en lo que tocaba a la honestidad de su persona,
antes ni después del casamiento con el rey, nadie ha hablado, ni
podía ni debía hablar, porque no había causa ni ocasión para
ello, que, cierto, da pena el exceso con que algunos, sin escrúpulo,
hablan de personas a quien se debe respeto, aunque sean muertas, como
lo hizo Virgilio con la reina Dido, que le levantó un falso
testimonio tan grande, achacándole cosa de que ella estaba muy
ajena, como lo prueba San Agustín. Es cosa donosa el escrúpulo que
tiene Valla en contar los remedios que hacía el rey don Martín para
engendrar, y no le tiene de levantar un falso a la mujer del rey, su
padre, madrastra del mismo don Martín, y madre de su hermana
legítima; y todo lo hace Valla por fingir un concertado razonamiento
e información del embajador del duque de Gandía. Viene a la memoria
lo de cierto poeta que, por dar consonante con pie que acababa
en desnudos, hizo a cuatro hombres honrados cornudos.
Jaime Roig, poeta valenciano y cruel enemigo de las mujeres,
escribe y murmura de esta señora, lo que hizo con sus entenados y lo
que se llevó del palacio real, cuando murió el rey, su marido; pero
en lo *tocante a su honestidad no le achaca nada, y es cierto * él
supiera cosa, no lo disimulara, por más decir * las mujeres; y así
dando por falsedad y mentira * dejó escrito este autor, y
contentándonos de lo que * él Pogio Florentino, contemporáneo y
émulo suyo, * adelante con nuestro discurso.
*Tuvo el rey de
doña Sibila dos hijos, el uno don Alfonso, conde de Morella, y otro,
que murieron niños, y a * doña Isabel, que casó con don Jaime,
hijo del conde don Pedro, de quien después hablaremos. A los 30 de
enero del año 1781 (será 1371, más abajo pone 1584, por
1384) fue coronada en la ciudad de Zaragoza, con tanta fiesta y
solemnidad, como si *aquella la primera de cuatro mujeres que tuvo el
*rey, quien, y con Bernardo de Forciá, su hermano, * muy liberal; y
armó caballero a Berenguer de *, cuñado de la reina, y le dio el
oficio de alguacil * ella la baronía de Concentayna, los lugares de
Pla*, Margarida, Lombo y la Torre de las Manzanas, * reino de
Valencia, con voluntad del infante don * las aldeas de Teruel, las
villas de Aljezira (Alcira, Alzira), Elda, * Aspe y La
Muela en el reino de Aragón; y por * que el infante don Juan no
impugnara estas donaciones, pidió en las cortes que en Fraga celebró
el rey, * 1584, (1384) que la corte las aprobase y
confirmase, así *has, como las que él de nuevo le hiciese, así a *
como también a la infanta doña Isabel, su hija, a * aquellas cortes
se aseguró su dote, y se confirmó la * que había hecho el rey a su
cuñado de algunos * y castillos.
* este mismo año, a 16 de
junio, murió doña Cecilia de Comenge, mujer que fue de don Jaime de
Aragón, conde de Urgel, y fue sepultada en la iglesia de Nuestra
Señora de Almata, de la ciudad de Balaguer: ignórase empero,
en qué lugar.
En el año 1387, a 5 de enero, murió el rey don
Pedro de Aragón, en Barcelona, después de haber reinado cincuenta y
dos años, menos algunos días. Murió, según la más común
opinión, emplazado por algunos agravios que hizo al patrimonio de
santa Tecla, en el campo de Tarragona, que cuentan fray Fabricio
Gauberto y otros muchos autores.
Fue hombre pequeño de cuerpo y
muy valeroso, y nació en el castillo de Balaguer, siendo su padre
conde de Urgel, como queda dicho. Fióse poco de secretarios y
privados, y no permitió que los negocios corrieran por otra mano que
la suya: era muy amigo de escribir, por ser muy plático, y hacía
una firma de letra tan bien firmada, que nadie en su tiempo escribió
mejor que él, y se estimaba de ello, y así, con gran facilidad
escribía. Fue muy celoso de las prerogativas de su corona, y cuidó
de ellas, por mínimas que fuesen: tuvo más de cruel y riguroso, que
de benigno, y siempre fue muy áspero y cruel con los de su sangre y
linaje, persiguiendo a algunos de ellos con tanto rigor, como si
fueran enemigos de la fé: persiguió al rey de Mallorca, cuñado y
deudo suyo más cercano; mandó matar a los infantes don Jaime, conde
de Urgel, y a don Fernando, marqués de Tortosa, sus hermanos;
persiguió al infante don Jaime y doña Isabel, su mujer, hijo del
rey de Mallorca y marqueses de Monferrat, sus sobrinos, y a su
cuñada, la infanta doña María, mujer del infante don Fernando; y a
la fin de sus días no perdonó al infante don Juan, su hijo
primogénito. Con el conde don Pedro tuvo también sus disgustos *
por razón del testamento del infante don Fernando, * lo de la
conveniencia de los caballeros, que es lo * Pedro Tomic dice, en la
vida de este rey: Encara * dit temps fonc debat entre lalt compte
de Urgell. Y *que en lo de la sucesión del infante tuvo justicia, en
*to al marquesado de Tortosa, hubo de pasar por lo * el rey quiso.
Con los aragoneses y valencianos tuvo *notables encuentros, por razón
de las uniones. A imitación de Julio César y del rey don Jaime,
escribió una historia de los reyes pasados y suya, en lengua
catalana, con *estilo llano, y sin empaliar la verdad y
colorar la mentira: * esta insertada en la Crónica de Miguel Carbonell. *Está sepultado en el monasterio de Poblet, al lado
del *evangelio, sobre un arco, en medio de los reyes don Jaime I el
Conquistador, y don Fernando el primero. Sobre su sepulcro hay cuatro
simulacros, el suyo con dalmáticas * insignias reales, y de las tres
primeras mujeres suyas, *que solo está con él doña Leonor de
Portugal, su *segunda mujer, que doña María, que fue la primera,
*hija del rey de Navarra, aunque escogió sepultura en *Poblet, está
en el monasterio de San Vicente de Va*a, y doña Leonor, tercera
mujer, en Santa Clara de Barcelona.
Muerto el rey don Pedro,
sucedió su hijo don Juan, y * poco más de ocho años, y fue
diferente del rey, su padre: de sus gustos y entretenimientos,
poesías, *música, cazas, aseo de su casa y criados, y cosas de este
*rey hablan Zurita y muy en particular fray Fabricio Gauberto, en la
vida de este rey. La primer cosa que hizo fue perseguir con
gran odio y rencor a su madrastra, la reina doña Sibila, y a su
hermano Bernardo de Forcia, porque decían haber hechizado al rey, su
marido, y al rey don Juan, su entenado; y ella, temiendo la saña del
nuevo rey, antes de espirar su marido, se salió, un sábado a
29 de diciembre, a media noche, de Barcelona, con su madre y hermano,
Bernardo de Forciá, y el conde de Pallars, Berenguer de Abella,
Bartolomé Llunes y otros caballeros
llamados Vilamarins, y
otros. Esta salida pareció muy mal a todos, y fue deliberado que la
siguiesen y a los que con ella se iban, con repique de campanas y
levantando el sometent, (somatén) como suelen
perseguir a los ladrones y malhechores.
El infante don Juan estaba
muy doliente en Gerona, y por no poder asistir a la persecución de
la madrastra, lo encomendó al infante don Martín, que lo
hizo muy crudamente con ella, y mandó tomar los pasos a la reina,
porque se decía que se iba a Valencia o a Aragón. Buscábanla por
toda Cataluña como si fuera un delincuente muy facineroso, y toda la
tierra estaba levantada; y a la postre, se retiró con los que iban
con ella en un castillo de San Martín Çaroca,
en el Panadés, que era de Bernardo de Forciá, su
hermano. Cercáronlo los que la perseguían, y por ser muy fuerte, no
le podían entrar. Estando en esto, llegó el infante don Martín y
tomó consejo con aquellos que tenían el cerco, y deliberaron de
requirir a Bernardo de Forciá, que entregara los que estaban
en el castillo; y él les respondió, que la reina y los que estaban
con ella trataban de concordarse con el infante don Juan, y que
cumplirían lo que él les mandase. Esto pasó, aún viviendo *el
rey; después, domingo, a 7 de enero del año 1387, *reina y los
caballeros que con ella estaban se pusieron * poder del infante, y se
comenzaron de hacer grandes *procesos contra la reina y los demás
presos, y a 16 del * mes, el rey dio título de duque de Monblanc
al *infante, para más prendarle que no diese favor a su *madrastra.
Haciendo pesquisa contra la reina y los demás, *ron algunos
testigos que dijeron haberse compuesto * hechizos contra la salud del
rey, y que estaba ma*ado; y con esto deliberó el consejo del rey,
sin aguar* más, ni hacer caso de las defensas de la reina y de*
presos, que fuesen puestos a cuestión de tormento, * se hizo, y el
cuerpo de la reina, que había sido *respetado y estimado del rey, su
marido, fue entregado a * manos de un vil verdugo, para que lo
atormentase. Fue * aborrecido, por esto, el rey, y se murmuraba de él
* su hermano por todos sus reinos, y todos estaban *ensos mirando
lo que haría, quien al principio de su * entregó en tales manos las
carnes de su madrastra, * la reina ser condenada a muerte, así como
otros caballeros y personas de su casa, deudos y servidores suyos * y
por aplacar la ira del rey, fue aconsejada que le * posesión de
todos sus bienes, y el rey los aceptó y * a la reina doña Violante,
a quien hizo merced de ellos.
* todo, no contento el rey,
continuó el proceso contra de ella, y quiso que tomase abogados y se
defendiese; pero no lo quiso aceptar, ni venir a juicio con él, * se
contentó que ordenase de su persona y bienes, * que bien sabía el
rey que si ella se había ausentado, * persuadida del rey, su marido,
que se lo aconsejó, * por huir la furia de su cuñado. El conde don
Pedro y los otros señores de Cataluña no dejaron de temer al nuevo
rey, y por lo que podía acaecer, hicieron sus ligas y
confederaciones: a 7 de julio de este año 1381, he visto yo una
memoria, que Hugo, conde de Pallars, y don Rogerio, (Roger,
Rogelio) su hermano, prometieron su favor y ayuda al conde don
Pedro, titulares, ricos hombres y otros cualquier, salvo el rey de
Aragón, y el auto lo recibió Andrés de Apilia (Abella),
notario. Estaba entonces en Barcelona el cardenal de Aragón, legado
apostólico del papa Clemente, y este rogó por la reina y alcanzó
del rey perdón, el cual le dio, por lo que le había quitado, veinte
y un mil sueldos de renta, de por vida, y ella salió de la prisión
en que estaba, que era en una torre que llamaban Den Vives,
(
d´En, del Vives) que estaba donde después se edificó el
monasterio de las monjas de los Ángeles, en el arrabal de Barcelona,
en la calle de los Orbs, que es lo mismo que de los ciegos,
que es la calle que va del monasterio dicho a la Rambla, y se retiró
en casa de Berenguer de Barutell, que era deudo suyo muy cercano, y
fue arcediano de Santa María de la Mar de Barcelona, el cual, y un
hermano suyo, que se llamaba Andrés de Barutell, valieron y ayudaron
mucho a la infanta doña Isabel, hija de la reina, en los trabajos
tuvo después de la declaración de Caspe. De esta manera quedó el
rey sosegado, y la reina fuera de aquella cruel persecución. Jaime
Roig, poeta valenciano, lo cantó en sus rimas, diciendo:
A
Barcelona
quant arribí
de Sent Martí,
Castell fort
pres,
en Panades,
hont, ab gran cuita,
sen era fuita,
ne viu cobrar,
presa tornar,
no menys ferrada
que dull mirada,
Na Forciana,
qui catalana
fonc
natural:
ab prou de mal
e malaltia,
lexat
habia
abandonat
palau robat,
sense remey,
son
senyor rey,
propri marit,
muy mort al llit
(parece que pone aI´IIit, con L mayúscula, similar a i : I
mayúscula)
enmetzinat
e fatillat
segons
se deia;
altre tal feia
a sos fillastres,
e mals empastres
contra sa nora
nunca
cessant;
lo rey ginyant
major Joan,
apres
rey fon,
Marti segon, (Martín I, fue el
único Martín).
sos fills abdos,
contra
traydos
desheretas,
sols prosperas
ella y
als seus
fentlos hereus
de sos regnats:
per tals pecats
fonc ben rodada
e turmentada,
moltes cremades
de ses criades,
a lur
malgrat.
Entre estas persecuciones y odio tenían
estos dos hermanos con la reina, una cosa alaba de ellos fray
Gauberto, y es que se ampararon de la infanta doña Isabel, su
hermana, y el rey la tomó en cuenta de hija, y siempre la acompañó
con las infantas doña Juana y doña Violante, sus hijas, y a la
postre, la casaron con el conde don Jaime de Urgel, dotándola según
su calidad, como veremos en su lugar.
El conde don Pedro quedó
tan enfadado de la vida de la corte y de haber servido al rey don
Pedro, que se retiró del todo de los bullicios de la corte, y apartó
del nuevo rey; y dióse en mirar por su casa y reedificar las
iglesias de sus villas. Entonces edificó la iglesia de Castellón de
Farfanya, el claustro del monasterio de Ager, acabó la casa de campo
de Balaguer, que llamaban la Casa Fuerte de la Condesa, que estaba
junto al monasterio de Predicadores, acabó el castillo de la villa
de Agramunt, que, aunque pequeño, era edificio muy hermoso y bien
trazado,e hizo otros edificios muy importantes, en que empleó gran
parte de sus tesoros, así que, no había señor en Cataluña ni en
la tierra del rey de Aragón, que tuviese ni mejores castillos, ni
edificios más suntuosos que el conde de Urgel.
El marquesado que
hoy decimos de Camarasa es una *tida de tierra de los pueblos
Ilergetes, muy fértil y abundante, poblada y rica: los lugares
mejores de él son Camarasa, que da el día de hoy el nombre a todo
el marquesado, Cubells, Lorens, Mongay y Privá, Santa Linya, Alos,
Vilanova de Mejá, Font Longa, Liminyana, Vernet, Castelló de Mejá,
Anet, Fabregada y otros; los más de estos *lugares estaban murados y
con sus castillos y torres fuertes, * cavas y fosos, de tal manera,
que para la fortificación * usaban en aquellos tiempos eran muy
fuertes, y * de ellos ayudados del lugar y puesto, donde están
*
inexpugnables. Están estos lugares y tierra a las orillas de tres
ríos, que son Segre, Sió y Bragos, cuyas aguas riegan y fertilizan
todo el terruño. Es esta tierra áspera * algunas partes, y en otras
llana; el cielo muy sano; *abunda de toda manera de caza y animales,
y aunque esté *lejos de la mar, no le falta pesca en abundancia, que
* el río Segre.
Era antiguamente parte muy principal del condado
de Urgel, hasta que el rey don Jaime el segundo lo empeñó a los
ejecutores del testamento del conde don Armengol de Cabrera, con
otros lugares y pueblos de Cataluña, por seguridad de ciento y cinco
mil sueldos barceloneses le debía, por razón de salarios y ga*
tiraba de casa del rey, y por haber de sustentar trein* caballos
armados, y por el salario debía al dicho conde y a don Álvaro, su
hermano, vizconde de Ager, de *cuando pasaron al reino de Sicilia con
el rey don Pedro,
* por otras causas que más largamente parecen
en un registro Jacobi II, Comitatus Urgelli, de anno 1314 usque *ad
1327, en folios 109 y 181; y también por noventa mil
libras
jaquesas les había de dar, por cumplimiento de cien mil libras, por
las cuales les había comprado el condado de Urgel, como queda dicho
arriba; fuéronse pagando poco a poco las noventa mil libras y los
marmesores se quedaron con el marquesado, por razón de los dichos
ciento y cinco mil sueldos, y por cincuenta mil sueldos jaqueses
habían prestado al rey para la conquista de Cerdeña, a 7 de abril
del año 1323; y poco a poco
se fueron pagando de dichas dos
cuantidades de dinero, porque a más del marquesado, el rey
les había consignado otras rentas. Después, en el año 1330, al
primero de julio,
estando en Lérida, el rey Alfonso hizo donación
de la mayor parte, o casi, de todos los dichos lugares al infante don
Fernando, su hijo, y de la reina doña Leonor, su segunda
mujer,
dando facultad que, pagando a los marmesores del conde Armengol
aquello por que quedaban obligados, se quedara con ellos, y la reina,
dándoles ciento cincuenta mil sueldos, cobró los lugares de
Comenge, Cubells, *Alos y Mejá, y se quedó con ellos, y después
fueron del infante don Fernando, que, cuando murió, hizo heredero al
conde don Pedro de Urgel; pero no le fue posible volover a su casa
estos lugares y tierra, porque el rey se apoderó de todo, y él hubo
de pasar por lo que el rey quiso. Poseyóles el rey don Pedro hasta
el año 1386, en que, a 22 de enero, los dio al infante don Martín,
su hijo, con
ciertos pactos y retenciones; después, a 11 de
enero de 1392, estando el infante en Amposta, los vendió o in
so*lutum dio a la duquesa, su mujer, en pago y enmienda
de
setecientos y veinte y dos mil y cuatrocientos (722.400)
sueldos en que le había empeñado el condado de Luna, estado y
patrimonio de la duquesa. Esta señora poseyó esta tierra hasta el
año 1396, que necesitó de dinero para acudir con él al rey de
Sicilia, hijo, que andaba guerreando con los barones de aquel reino
que no le querían obedecer;
y en nombre suyo propio, y como
procuradora de su marido y del rey de Sicilia, su hijo (Martín
también), hizo venta de él al conde de Urgel, don Pedro, por
precio de cincuenta mil florines, y a la que estaba por concluirse
esta venta, dieron los hombres del marquesado cuenta al rey don
Martín, suplicándole desviase el ponerse aquello por obra, porque
ellos no gustaban volver al señorío del condado de Urgel, porque
como habían sido vecinos, sobre las pasturas y jurisdicciones
habían tenido mil pesadumbres con el conde don Pedro y su padre el
infante, y no querían ser vasallos de señor que le habían en
muchas cosas ofendido. Esta queja y razón le vino al rey muy bien,
porque no gustaba que los magnates de Cataluña creciesen en
autoridad ni hacienda y vasallos, y porque cuanto más poderosos
eran, mayor resistencia hallaba en ellos, y la fuerza y dineros que
empleaban en otro tiempo con los moros, la consumían en defender sus
libertades y preeminencias, y en las ocasiones hallaban mucho
más gente que el rey, porque ellos tenían la mayor parte de
Cataluña, y les parecía a los reyes que cuanto más cercano
parentesco tenían con la casa real, más larga tenían la licencia
de contradecirles y oponérseles. Esto obligó al rey a mostrar que
no gustaba de la tal venta, y los mismos hombres de Camarasa y demás
lugares se habían de vender dieron traza como la ciudad de Lérida
los comprara, y aquella ciudad, que siempre fue émula de los condes
de Urgel, con quienes de continuo tenía contenciones, por razón
de la vecindad y jurisdicción, vino bien en ello, y aun lo deseaba,
por vengarse del conde, con quien de muy atrás estaba mal, porque en
1389 había juntado mucha gente de armas para venir con ella y con
banderas tendidas contra la ciudad de Lérida, por razón que en ella
habían muerto a un hombre, y los homicidas se habían retirado en
Linyola; y el veguer de Lérida fue con gente en busca de ellos, y
hallaron más resistencia de la que pensaron, porque salieron en
orden de guerra y embistieron a los del veguer, y le mataron quince
hombres e hirieron muchos; y el conde de Urgel lo había tomado por
propio, y estaba injuriado que el veguer y gente de Lérida hubiesen
entrado en su señorío y perseguido a los que se habían recogido
en su condado, y quería vengar la injuria, y dio harto que temer a
la ciudad de Lérida, que escribió a la de Barcelona, pidiendo
consejo y socorro; y esto lo tenían los de Lérida por gran injuria,
porque todos los delincuentes hallaban acogida en el condado de
Urgel; y acordándose de esto aquella ciudad, prometió a la duquesa,
que * compraría la tierra del marquesado por el mismo precio y
pactos que lo tomaba el conde don Pedro, y con todo ella lo rehusaba,
porque el conde era deudo de la casa real, y no quería darle
disgusto; pero a la postre, el rey mandó a la infanta que no lo
vendiese al conde de Urgel, sino a los paheres de Lérida, por
obviar las dificultades podría haber sobre el tomar posesión del
marquesado, por lo que los vecinos de él daban demostración que no
lo habían de dar al conde, porque había entre ellos hartos pleitos,
de que no podían salir bien quedando vasallos suyos; y por el
consiguiente habían de valer menos las cosas del reino e isla de
Sicilia, por falta de dinero, porque era verosímil que antes de
tener el conde pacífica posesión de él, no le había de pagar.
Estando en esto, llegaron al rey, que estaba en Perpiñan, Francisco
Basset y Guillermo Colom, de Lérida, y se lo suplicaron y ofrecieron
pagar luego, y el rey despachó un mandato a la duquesa de
Monblanch, su cuñada, en que muy apretadamente le mandaba, que
luego en el punto recibiese aquel mandato, revocada del todo la venta
había hecho al conde de la tierra del marquesado, hiciese venta de
él a la ciudad de Lérida, a quien los hombres del marquesado
estaban muy afectos, y aun habían de dar prestamente posesión de
él, sin hacer repugnancia ni contradicción alguna. Este mandato fue
presentado en el coll de Begas, donde hallaron a la infanta; y el
mismo día que lo recibió, que fue a 23 de marzo de 1396, firmó la
venta, porque llevaban ya su notario para tomar el auto: el precio
fue cincuenta mil florines, pagaderos, treinta mil, dentro de diez
días después de tomada la posesión, y veinte mil, dentro de tres
meses; y de esta manera quedó aquella tierra enajenada y puesta en
mano de los mayores enemigos del conde y de su casa, que eran los de
la ciudad de Lérida; y despues, a 5 de mayo de 1396, el rey don Juan
confirmó la venta, firmando el auto y decretándole de su mano,
habiendo ya días antes, con auto hecho en Torrella, a 7 de
julio de 1395, alzado y quitado todas las retenciones y pactos había
puestos el rey don Pedro, cuando le dio al infante don Martín,
su hijo, con pensamiento que de aquella manera hallaría quien le
comprase de mejor ga* escrúpulos algunos. Pagaron los de Lérida
estos cin* mil florines en dos pagas, esto es, a 4 de mayo de *
treinta y cuatro mil florines, y los diez y seis a 26 de*mo mes:
parecen las ápocas (apocas, apoques: como recibos) en
el archivo real.
Duróles a los de la ciudad de Lérida el señorío
de esta tierra hasta el 23 del mes de octubre del año * en que los
síndicos o procuradores y personas dip* por la corte general de
Cataluña le quitaron y vol* a la corona, de aquellas cien mil libras
barcelonesas * dieron al rey don Fernando, en las cortes que
cele* año de 1410, (no fue rey hasta 1412, con el
Compromiso de Caspe) pagando por este desempeño cincue*florines,
esto es, los treinta y dos mil de contado * diez y ocho mil quedaron
para el rey, por algunos *privilegios les concedió; y a 2 de
noviembre de 142* oficiales y ministros del rey Alfonso, hijo
del rey don Fernando, tomaron posesión de aquella tierra, que se la
* los de Lérida, y así otra vez volvió a la corona; y *finalmente,
por merced de los reyes, lo poseyeron algún tiempo los de la casa de
Luna, y doña Francisca Luisa Fe* de Luna lo dio en dote a don Diego
de los Cobos * se intituló marqués de Camarasa, de quien fue hijo
Francisco de los Cobos y Luna, también marqués de Camarasa, que por
sus muchos y leales servicios que hizo al emperador Carlos
quinto y Felipe, su hijo y * han merecido estas y otras
mayores honras y títulos por haberlos adquirido después de acabada
la casa de Urgel, no me detengo en ellos, dejándolo para quien * de
esta noble e ilustre familia.
En este mismo año de 1396, en que
por orden del rey don Juan se desconcertó la venta del marquesado,
sucedió * muerte, un viernes, a los 19 de mayo de este mismo año
de 1396, y no de 1395, como afirman muchos autores; * esto no hay que
dudar, porque según parece en los registros de este rey, era vivo en
el dicho mes de mayo, * hallan muchos despachos y provisiones
suyas, y lo sien* los dietarios antiguos que hoy están en esta
ciudad, * afirman fray Fabricio Gauberto, el doctor Illescas en * historia pontifical, Tomic, San Sovino, Garibay y otros muchos; y
el haber andado errado el impresor de la *genealogía de los condes
de Barcelona, en la muerte de este rey, ha hecho errar a todos
aquellos que han puesto su muerte en el año 1395.
Venía este
rey de Rosellón, y entró a cazar en el bosque de Foxá; llevaba un
caballo gran corredor, y sintió * dos cazadores habían levantado
una loba de extraordinaria grandeza, y él, codicioso de verla,
corrió con su caballo, y embebecido en la caza, tropezó de manera,
que * y el rey todos dieron en tierra, y la caída y golpe fue * y
tan grande, que el rey se quebró el pescuezo, y *cuando llegaron a
socorrerle, no pudieron, porque le hallaron tendido y muerto. De
esta manera murió Felipe, rey de Francia, tropezando su caballo en
un puerco; así mu* rey de Inglaterra; así Fulcon, rey de Jerusalén,
Fa* rey de Castilla, y otros.
Sucedió, por su muerte, en el
reino el infante don Martín, su hermano, que estaba en Sicilia,
donde había pasado para sosegar algunos movimientos de aquel reino y
red*
en servicio del rey don Martín, su hijo, y de doña
(las páginas 236 y 237 no están)
*bera del Sió,
porque la tierra dd vizcondado era muy áspera y había en ella
muchas torres fuertes, donde hallaban más resistencia de la que
ellos pensaron, y así la dejaron, y corrían la dicha ribera y el
campo de Urgel, y tomaron el lugar de Claramunt. El conde de Urgel se
puso en Cervera, con la mayor parte de la caballería de Cataluña; y
el capitán Bernardo Buçot,
con algunas compañías de gente de armas, salió al encuentro a
algunos pillarts que robaban la tierra, y fueron rotos y
vencidos a 26 de noviembre. Detúvose en Cervera el conde de Urgel,
aguardando al vizconde de Rocaberti y las compañías de gente de
armas que estaban repartidas entre Tárrega, *Verdú y Anglesola; y
porque supo que el conde de Foix desamparaba el lugar de Camarasa, para venir a
ponerse en Castellón de Farfanya, determinó de seguir el camino que
los enemigos llevasen, con toda su caballería, porque no pudiesen
desmandarse; y el conde de Foix, a 29 de noviembre, se alojó entre
Alguayre y Almenara, porque su fin era llegar a ponerse sobre Monzón
o Balbastro, y hacerse fuerte en una de aquellas fuerzas, por
ser lugares tan principales y cerca de las montañas, de donde le
había de entrar socorro. Luego que el de Foix llegó a Castellón de
Farfanya, mandó alojar la mayor parte de su gente en el barrio del
castillo, habiéndose asegurado con los que estaban en defensa de
él, que no se hiciesen daño los unos a los otros, porque su fin era
pasar su camino sin detenerse, para entrar en Aragón: entonces salió
el conde de Urgel de Tárrega, con intención de seguir dos caminos,
el uno era el de Lérida, para pasar delante de los enemigos, y el
otro el de Balaguer, y desde allí seguirlos: * proveyó que don Hugo
de Anglesola, que estaba en Balaguer con ciento cincuenta de a
caballo, de los que *llamaban bacinetes, se pusiese delante
del conde de Foix. Mientras esto pasaba en Cataluña, los aragoneses
tenían * juntas, y se apercibían para resistir a la entrada del
conde de Foix, y ciertos que de Cataluña habían de entrar en aquel
reino, alistaron mucha gente y nombraron por capitán general al
conde de Urgel; y a la fin del mes de noviembre entraron los condes
de Foix, con su *ejército, en el reino de Aragón, y se
intitulaban reyes. * pendones reales con las divisas de aquel
reino y * principado de Cataluña, que eran la cruz de san Jorje, *
cuatro cabezas (de moros), y los cuatro palos rojos en
campo de * pusiéronse sobre Balbastro, y con gran furia dieron
combate al arrabal y le entraron, y se alojaron los condes *él, y
los vecinos se subieron a lo más alto de la ciudad, * ser lo más
fuerte, y se defendieron muy valientemente; * aunque puso el conde
toda su fuerza en combatir el lugar, por ser el pueblo más principal
que había emprendido, * conservarse en él aquel invierno, hasta que
viniesen nuevos socorros, y por esto hacía lo posible para * y fue de gran importancia haberse entrado dentro de él, pues que se
ganó el arrabal con doscientos *ballesteros, un caballero aragonés,
que se llamaba Juan Abar* defendió bravamente aquella plaza, y el
conde de Urgel, que vino en seguimiento del conde de Foix, se puso en
Monzón y mandó entrar dentro a fray Aleman de Foxá, *comendador de
Monzón, con treinta caballeros catalanes que *ban con él: estos
entraron un viernes después de media noche, sin recibir daño
alguno, en la fuerza de Balbastro, y luego se estrechó el cerco, y
se tomaron los pasos y caminos, y comenzaron las compañías de gente
de armas a correr el campo, de suerte, que no les pudo entrar otro
socorro; y el conde de Foix pasó con su caballería hasta la puente
de Monzón, creyendo que saldrían los del conde de Urgel, y
corrían toda aquella comarca, y ponían en orden toda su artillería
para combatir la fuerza de Balbastro, mas como allí hallaron tal
resistencia, comenzaron a publicar que quería el conde invernar en
las riberas del Ebro, y que en la primavera tendría tales hombres de
armas, que darían la batalla o esperarían a ver quién segaría
los trigos. Pusieron en tanto estrecho a los de la fuerza; que no les
dejaban coger agua, de la cual tenían gran falta, y un día, que fue
a 4 de diciembre, hubo entre ellos, sobre el tomar el agua, una brava
escaramuza, de la cual salieron muchos heridos, y faltó poco que no
se llegase a pelear de poder a poder; y esto era en ocasión que el
conde de Foix sentía falta de bastimentos y tenía poca esperanza de
tomar la fuerza de Balbastro, por lo mucho se defendían los que
estaban dentro; y por esto, a 5 de diciembre, se desalojó el conde
del arrabal, y tomó el camino de Huesca. Cuando el conde de Urgel,
que estaba en Monzón, tuvo aviso de esto, envió delante, para que
se entrasen en Huesca, algunas compañías de gente de armas, que
eran hasta doscientas cincuenta lanzas; y porque él no tenía tanta
gente, que pudiese dar la batalla al conde de Foix, ni para esperarle
en el campo, y no había fuerza en el camino de Huesca, adonde se
pudiese hacer fuerte con la gente que tenía, quedóse entonces en
Monzón, y después, a 9 de diciembre, salió * su caballería y tomó
el camino de Huesca, en seguimiento de los enemigos, que no se
detuvieron en Huesca * sus términos, e hicieron jornada a Bolea, y
de allí, un sábado por la mañana, se entraron en Ayerbe; pero no *
tentar el castillo, así por faltarle gente que aguar* de Francia,
como también porque el conde de Urgel * iba siguiendo el mismo
camino, y se quedó en Huesca. * día que el de Foix llegó a Ayerbe,
se estuvo quedo, * el día siguiente salieron dos mil de a caballo,
que talaron * toda aquella comarca. El reino de Aragón estaba todo
puesto en armas, y nadie había que se mostrase por el de Foix, y
conociendo lo poco que aprovechaban sus armas, * desalojó de Ayerbe
y se fue al reino de Navarra, con *pensamiento de entrarse en Bearne;
y los del conde de Urgel y toda la más gente que estaba levantada le
fueron siguiendo, y mataron mucha gente. Esta retirada se debió al
conde de Pallars, a Arnau Guillen de Bellera, al obispo de Urgel, don
Francisco de Eril y Ramón de Guimerá, (Wimara, mi mismo nombre,
el de mi padre y un hermano de mi abuelo, de Beceite, Beseit, Teruel)
que estaban en el condado de Pallars, por impedir no entrasen mil
doscientos hombres que venían en socorro del de Foix, y como
hallaron ocupado el paso, y no osaron entrar, ni otros que venían
por Capsir y Conflent, porque allá también hallaron impedimento. En
esto paró la entrada del conde de Foix en el principado de Cataluña;
* aunque no fue generalmente grande el daño que dieron, *ero no
dejaron de sentirlo mucho las villas y lugares del condado de Urgel,
por do pasó, y fueron los que sintieron los daños e incomodidades
de la guerra, que de tan poco provecho fue para el conde y su mujer,
que más parecía que venían confiados de su derecho, que de su
poder; y el fruto que sacaron fue, a la postre, que el rey don Martín
les confiscó, como a vasallos rebeldes y culpados de crimen de
lesa majestad, el vizcondado de Castellbó, con todo lo demás que
tenían en Cataluña.
No paró en esto la pretensión del de
Foix, antes en el año de 1398, estando el rey celebrando cortes en
Aragón, entraron algunas compañías de gente suya, y combatieron y
escalaron la villa de Tiermas, (donde hay termas) que
está en frontera de Navarra, y el rey mandó al conde de Urgel y
marqués de Villena, que se apercibiesen, porque él en persona
quería salir con ellos; pero hallaron los que habían entrado tal
resistencia, que se hubieron de volver por donde habían venido, y el
rey mandó reparar la villa de Tiermas, que quedaba algo derruida de
los combates le habían dado.
Había muchos príncipes que
deseaban casar con la infanta doña Isabel, y algunos de ellos ya en
vida del rey don Pedro lo pusieron en trato; y el que lo llevó *
adelante fue Ladislao, que después fue rey de Nápoles, hijo del rey
Carlos de Durazo y de la reina doña Margarita, su mujer; y por eso
enviaron a Barcelona a Antonio * Carleto, capellán de su casa, para
tratar y concluir este matrimonio, que no tuvo efecto; y el rey casó
con una hija de Manfredo de Claramonte, conde de Módica, que después
repudió, y tuvo tras esta otras dos mujeres, María, hermana del rey
de Chipre, y María, princesa de Taranto, y de ninguna de ellas
quedaron hijos; después, en vida del rey don Juan, trató de casar
con Juan de Lusiñano, príncipe de Antioquía, hijo primogénito y
sucesor de Jaime de Lusiñano, rey de Chipre, y el trato de este
matrimonio llegó * adelante, y vino a Cataluña Juan de Lusiñano,
se* de Banic, sobrino del rey de Chipre, con muy lucido
acompañamiento, y el rey había enviado a Chipre a don *on de
Perellos, vizconde de Roda, gran servidor del rey don Juan, y tan
cuidadoso del estado de su alma, que * saberlo, pasó a Hibernia,
y bajó al purgatorio de san *icio, y vio al rey, y le habló, según
lo testifica fray *Fabricio Gauberto, en su historia de Aragón, y
parece en memorias del convento de San Francisco de Perpiñan, donde
está sepultado este animoso caballero, fidelísimo servidor del rey
don Juan; y Ramón Fivaller, ciudadano de Barcelona, y don Ramón
Alamany de Cervelló fueron a *, pero por sobrevenir la impensada y
repentina muerte de aquel rey, no tuvo efecto el matrimonio: y cierto
* que no era voluntad de nuestro Señor, que esta *señora fuera
reina, que tres veces se vio a pique de serlo; *, en vez de ello,
hubo de contentarse de ser hija y hermana de tres reyes. Después, en
vida del rey don Martín, se habló de casarla con don Jaime de
Aragón, hijo sucesor del conde don Pedro de Urgel, y pusiéronse *
tratadores la reina doña María, mujer del rey don
Martín, y el
rey don Martín de Sicilia, hijo de los reyes *don Martín y doña
María de Aragón; y con tales media*, quedó el matrimonio
concluido, y en el año de 1405, a 8 de julio, en el palacio real de
Barcelona, presentes * Juan Martín de Mabrillo, obispo de Huesca,
confesor del rey, don Jaime de Prades, condestable de Aragón, don *n
de Cardona, almirante, don Pedro Cervelló, y fray *ro de
Villacressa, maestro en sagrada teología, del orden de menores,
embajadores del rey de Castilla; de Pedro de Torrelles, de Juan
Desplá, tesorero del rey, de Ramón Çavall,
Francisco Marquet y Pedro Marquet y Pedro Bertrán, concelleres
primero, tercero y quinto de la ciudad de Barcelona, se publicaron
los capítulos matrimoniales, y firmaron aquellos los reyes don
Martín de Aragón y don Martín de Sicilia, su hijo, y por el conde,
micer Pedro Taraban, micer Tristany de Luça
y Juan Magueri, notario, como a procuradores del conde don Pedro. El
dote fueron cincuenta mil libras barcelonesas, que el rey don
Pedro le había dejado en su testamento; y se aseguró esta dote en
las cortes que el rey celebró en Aragón, el año de 1380, y estas
se pagaron de esta manera y con los pactos siguientes:
Que
veinte y cinco mil libras, de estas cincuenta mil, hayan de ser del
hijo que fuere conde de Urgel, y las demás haya de distribuir entre
los demás hijos, salvo diez mil florines, de que pueda hacer a su
albedrío.
Que si acaso tuviere hijos de otro matrimonio, a más
de los que nacieren del presente, quieren que el que fuere conde de
Urgel tenga y esté heredado en doce mil y quinientas libras, y
otras doce mil y quinientas sean de los otros hijos, y que pueda
disponer a su voluntad de las restantes veinte y cinco mil libras.
Que si no tuviere hijos, pueda testar la infanta de veinte mil
libras, y las treinta mil vuelvan al rey de Aragón.
Pagóse este
dote en esta forma:
Treinta y siete mil y quinientas libras, por
todo el mes de abril siguiente, en el lugar que escogiere el conde
don Pedro: y en caso no se cumpla, se pone el rey dos mil florines de
pena, y por esto obliga el dominio alodial y directo, potestades o
tenencias y demás derechos le competen y * en el condado de Urgel,
por razón del feudo y directo dominio, sin retención alguna; y
quiere que en di* caso el conde lo tenga en franco y libre alodio,
hasta que sea pagado de las dichas treinta y siete mil y quinientas
libras, y de los dos mil florines, y de las costas se *ieren para
cobranza de ellas.
Por las restantes doce mil quinientas libras,
le vende el rey *carta de gracia el dominio alodial y directo y
tenencias de la ciudad de Balaguer, villas y lugares que eI conde
tiene
en feudo por el rey.
El conde don Pedro hace donación
a don Jaime, su hijo, del condado de Urgel y vizcondado de Ager, y se
reserva * poder disponer de ellos en favor de la condesa doña Margarita, su mujer, dos castillos y villas del condado, que
escogiere, como no sean Balaguer o Agramunt, y treinta libras
jaquesas: y si de don Jaime no quedaren hijos, o quedaren sin llegar
a edad de testar, todo lo donado vuelva a él o a su heredero; y si
no quedare hijo varón, sino *a, que don Jaime o el que sucediere en
el condado la * casar, según su estado y calidad; y no quedando
*hijos, solo pueda disponer don Jaime de diez mil florines, que el
conde don Pedro haya de sustentar a los novios * su familia, y en
caso de discordia y separación, les dé la cuarta parte de su
hacienda, quitados los cargos y *nsales (censales).
A la infanta se
aseguraron dos mil florines de renta sobre las baronías y lugares de
Buñol, Mecastre, Zulla, *taygues, Jatava, Alborratg y
Binibonell, en el reino de Valencia; y las baronías de Cervelló,
San Vicens dels Horts y las villas de Granollers y Caldes y Piera, en
Cataluña.
El screix fueron quince mil libras, y que
muerto el conde, le posea de vida, y muerto, sea de los hijos de
aquel matrimonio, y no habiéndoles, vuelvan al heredero del conde; y
por esto obligan las dichas baronías y lugares, hasta que sea del
todo pagado: y porque estaban en grado de consanguinidad, el
rey prometió que a sus costas alcanzaría
legítima dispensación
de la sede apostólica; y que la boda se celebrase un mes y medio
pasado el mes de abril, y que si el dote se pagaba antes, que sea
antes la boda: sálvase empero el rey el dominio supremo que tiene
sobre el condado de Urgel y vizcondado de Ager, y no quiere que en
cosa sea perjudicado ni disminuido, sino en lo que queda dicho y
pactado, y esto por asegurar que el conde no pensase estar exento, él
y sus estados, de la jurisdicción del rey; y con estos pactos quedó
concluido este matrimonio, aunque no se efectuó hasta el año
siguiente.
A 24 de noviembre del año 1406, murió en la ciudad
de Barcelona doña Sibila Forciana, (Na Forciana que
escribe Jaume Roig) reina de Aragón, viuda del rey don Pedro, y
madre de la infanta doña Isabel: murió religiosa profesa de la
tercera orden de San Francisco, y parece que por alivio de sus
trabajos pasados y porque no viera los que sucedieron a su hija y
nietos, la quiso llevar Dios de este mundo después de haber visto
casi concluido el casamiento de la infanta, su hija. El día
siguiente fue sepultada en la iglesia de San Francisco de Barcelona,
junto al altar mayor, que llamaban de san Nicolás, con el hábito de
la orden, en un sepulcro de mármol donde había estado sepultado el
rey don Alfonso, su suegro, que había ya días le trasladaron a san
Francisco de Lérida, donde había escogido su sepultura. Hízosele a
esta señora el entierro con tan cumplida solemnidad y ceremonia,
como era costumbre a las mujeres de los reyes.
Dilatábase de
cada día el casamiento de la infanta con don Jaime, y el conde don
Pedro se cansaba de tanta dilación, y a 19 de abril de 1407 lo
prorogó el rey, que estaba en Valencia, hasta 5 de mayo, y
aun ese día no se efectuó; y el conde le había enviado un
caballero de su casa, llamado Juan de Leytago, que solicitaba con
grande instancia; y el rey, viendo la priesa
del conde, dijo al embajador, que si el conde no quería más
prorrogar la boda, que tomase la infanta y se la llevase, y que si
hasta aquel punto lo había dilatado, había sido con pensamiento de
solemnizar la boda, que quería fuese muy solemne, porque no le
quedaba a él otra hermana que casar, ni tenía persona más allegada
después del rey de Sicilia, su hijo: y a 6 de junio de 1407, partió
la infanta de Barcelona para Valencia; y después, estando el rey en
Barcelona, para que el conde don Pedro entendiese lo mucho que
estimaba a su hijo don Jaime, le hizo lugarteniente suyo en el reino
de Aragón, dándole amplísimo poder para que remediara ciertos
bandos se habían suscitado en la ciudad de Huesca: yo creo debió
remediarlo, porque no hallo en los autores que tengo visto
memoria de estos bandos, argumento cierto, que con la prudencia del
conde se puso paz entre las partes.
Este mismo año de 1407, día
de san Pedro, en el real de la ciudad de Valencia, se consumó el
matrimonio entre don Jaime y la infanta doña Isabel; y entonces
todos los pueblos del señorío del conde dieron, según su
posibilidad y amor, para los gastos de esta fiesta, que fue muy
grande; porque el conde don Pedro quiso hacer demostración de su
grandeza para festear el casamiento tan alto había hecho el conde su
hijo, y asistieron en aquella ocasión, en Valencia, casi toda la
nobleza de los reinos de la corona de Aragón, por dar gusto al rey
don Martín, que gustaba se solemnizase esta boda, por estimar mucho
a su hermana.
Hallo en memorias antiguas, que el rey mandó
enviar a la ciudad de Balaguer treinta y siete mil quinientas libras,
moneda de Barcelona, que eran parte de las cincuenta mil libras
del dote de la infanta, y sobre el contar y peso de aquella hubo
algunos disgustos, y envió el rey, por su parte, a Pericon Ferrer a
Balaguer, que la pesó y contó muchas veces, y de aquí comenzó el
rey a enfadarse de la casa de los condes de Urgel, que, aunque tan
cercanos en parentesco, no había entre ellos el amor muy verdadero;
y después a 30 de mayo de 1410, mandó el rey don Martín al maestro
racional, pasase a micer Juan Desplá, su tesorero, en cuenta,
veinte y cinco florines había pagado al Pericon Ferrer, por el
efecto queda dicho.
El año siguiente de 1408, en el mes de junio,
murió en el castillo de Balaguer el conde don Pedro de Aragón,
siendo ya de anciana edad: fue hombre muy sabio, valiente y rico;
dejó grandes tesoros y riquezas, y de los condes de Urgel,
antecesores suyos, fue el que poseyó mejores estados, lugares y
rentas. La ciudad de Gerona le había vendido un censal de pensión
ocho mil sueldos; y don Miguel de Gurrea y doña María Álvarez de
Mendoza, y los lugares de Antillon, Orviego, Ceylles, Ponça,
San Garren y otros le hacían otro censal de pensión quince mil
quinientos diez * y seis sueldos y ocho dineros, que por aquel tiempo
era * grande renta. Sin el condado de Urgel y vizcondado de Ager, en
Cataluña, tenía las baronías de Cervelló * San Vicente, vecinas
de Barcelona, y las villas de Granollers, Caldes, Piera y otras: en
el reino de Valencia, las baronías y lugares de Buñol, Mecastre,
Se*gues, Jatava, Alborratg, Benibonet y otros; en el reino de
Navarra, algunos pueblos que fueron de la casa de Entença;
en el reino de Aragón, a más de las baronías de Entença
y Antillon, que fueron de doña Teresa, tuvo los lugares de
Fraga, Vallobar y otros, que fueron de su tío, * infante don
Fernando; en Lombardía tenía la ciudad de Aque, que fue el dote de
la condesa doña Margarita, su mujer. Sin esto tenía gran provecho y
rentas de los *ganados, que por ser el condado de Urgel tan abundante
de *pasturas, le rentaban gran dinero; de joyas, colgaduras y *
alhajas semejantes había tanta abundancia, que tenía * de diez
castillos tan bien alhajados, que en cualquier *ocasión llegara
el rey a ellos se pudiera aposentar con toda su *. Batió en su
tiempo mucha moneda, que llamaban *moneta agrimumtensis
(acrimontensis) o denarii comitales Urgelli, y se
aventajó * en la mixtura a la que habían batido los condes
pasados, porque echó en ella mucha plata, y así corría por *gran
parte de Cataluña, Aragón y Valencia: del quilate, *ma y marca de
ella diré más abajo, en que trato de es*
Escribe Laurencio
Valla, en su historia, que el conde don Pedro gustaba mucho de tener
atesorado mucho dinero de oro y plata de diversos reinos y
provincias, y esto en gran abundancia: teníalo en escritorios y
arquillas, y tan apre*dos unos con otros que era imposible poderlos
sacar con las manos, porque los metía por fuerza, de canto y en
ringlera, apretándolos y entremetiéndolos con martillo; y cuando
llegaban a Castelló algunos forasteros, les preguntaba qué género
de moneda querían, y pidiendo ellos de la que corría en la
región donde iban, los entraba en su tesoro y ofrecía de la que
ellos pedían; pero como estaban tan achocados, era imposible
sacarlos con las manos; y de estas burlas tomaba él gran gusto, y
mucho mayor de que corriera por el mundo la fama de su riqueza.
Hablando de las que halló el conde don Jaime, su hijo, dice:
Habuerat ille a patre relicta scrinia, aureis argenteisque, pro
regionum diversitate, nummismatis referta et, quod fando vix cognitum
est, malleo cuneata; idque non avaritiae modo, sed lusus et
contumeliae gratia. Hospites enim, qui permulti ad eum familiariter
divertebant, sciscitabatur cujusnam generis peccunia indigerent;
respondentes ejus generis ut in quam quisque prorvinciam iter
haberet, adducebat ad scrinia, et quantum vellent capere jubebat,
frustraque conantes capere deridebat, et hos sibi de amicis jocos
comparabat.
Fue muy enemigo de seguir la corte de los reyes, y se
apartó de ellos todo lo posible, escarmentado del mal había
sucedido a los infantes don Jaime, su padre, y don Fernando, su tío,
el haberse tanto acercado con el rey don Pedro; y aunque después de
muerto este rey, el rey don Juan, su hijo, fue más pacífico y
benigno que su padre, pero su condición tan pródiga le desagradó
tanto como la bulliciosa e inquieta del rey su padre; y excusara el
haber de asistir a los reyes, si el deudo tan cercano y feudos tenía
no le obligaran a ello.
Casó el conde don Pedro dos veces, la
primera con doña Beatriz de Cardona, hija de don Hugo Folc, primer
conde de Cardona, y de doña Blanca de Aragón, hija del infante don
Ramón Berenguer, hijo del rey don Jaime el segundo. A 10 de
diciembre de 1359, se hicieron los capítulos de este matrimonio en
Cervera, en la iglesia de los frailes claustrales de San Francisco,
que el día presente tienen los padres Mínimos. El dote fue treinta
mil libras, moneda barcelonesa de terno; la paga fue luego cinco mil
libras, diez mil el día que el matrimonio fuese solemnizado in facie
sanctae matris Ecclesiae, cinco mil libras dentro de dos años, esto
es, la mitad cada fin de año, y diez mil libras después de muerto
el conde de Cardona, dentro de cuatro años, esto es, dos mil
quinientas libras cada fin de año; y habían de ser las pagas en el
lugar de Castelló de Farfanya; y muriendo el vizconde sin hijos, la
hace heredera a ella y a sus hijos del vizcondado de Cardona. El
esponsalicio o screix, que decimos, fueron diez mil libras
barcelonesas: el dote fue asegurado por doña Cecilia, como a tutora
del conde, sobre los lugares y castillos de Pons, Altés, Uliana,
Ciurana, Vilaplana, Uliola, Puigvert, Viures, Colfret, Anya, Locats,
toda la honor de Lavansa, y sobre todos los castillos y lugares y
derechos que el dicho conde tenía dentro las procuraciones de Pons,
Puigvert, Uliola y Monmagastre, que era el archivo de los condes de
Urgel. Era el conde don Pedro menor de veinte años y mayor de diez y
seis, y doña Beatriz, a 19 del mes de diciembre, en el dicho
monasterio, fue con gran solemnidad emancipada, habiendo convenido a
aquel auto muchos caballeros y personas de cuenta, entre ellos
Berenguer de Ribelles, Arnaldo de Eril, Arnaldo de Miralles y otros
muchos, y después, a 22 del mes de agosto de 1363, se celebró el
matrimonio en la iglesia de san Vicente de Cardona, por Francisco,
abad de Ager. Estaban allá don Juan, conde de Ampurias, don Pedro de
Anglesola, Berenguer de Ribelles, Dalmau de Queralt, Berenguer
Ramón de Cervelló y muchos otros. Están estos autos en la
escribanía del rector de Cardona, y copia de ellos en el archivo de
Arbeca.
En Guisona, a 25 de diciembre de 1371, hizo su
testamento, y en él heredó a su padre, y a su madre legó diez mil
libras, y otras diez mil al conde, su marido, y dejó fundados
beneficios en la iglesia de San Vicente de Cardona, uno so invocación
de San Luis, y otro so invocación de Santa Inés. Dejó su cuerpo a
dicha iglesia. Hallo memoria en el libro del monasterio de San
Vicente de la villa de Cardona, que, a 2 de los idus de marzo de
1383, fueron trasladados sus huesos en dicho monasterio, y no dice la
memoria de dónde fueron sacados. Después casó con doña
Margarita, hija de Juan, marqués de Monferrat, y descendiente por
línea legítima (legí-ma) de los emperadores orientales:
había ya entre ellos algún parentesco, porque este príncipe había
casado con hija del rey de Mallorca; y por mayor claridad de la que
voy tratan-tando, (tratando) pintaré aquí el árbol
de los marqueses de Monferrat porque parezca la gran nobleza y
calidad de esta señora.
Witikindo, que ocupa el primer grado y
lugar de esta genealogía, fue cuarto hijo de Teodorico, conde
Ringelhimiense y nieto de Witikindo, gran rey de Sajonia: este
príncipe y su mujer fueron a visitar el sepulcro del apóstol
Santiago, y continuando en peregrinación, murieron en Italia.
Alramo, hijo de Witikindo, quedó en Italia sin padre ni madre,
siendo aún muy niño, y allá fue criado y se casó con una hija del
emperador Oton I, que se llevó sin voluntad del padre, por solo
consentimiento de ella; y temiendo los dos la justa indignación de
él, anduvieron mucho tiempo escondidos, y pasaron lo más tiempo
disfrazados junto a un castillo llamado Garrecio, y antiguamente
Monjardino, en Lombardía, y después fueron descubiertos, y el
emperador, olvidando lo que había pasado les tomó en su gracia y le
dio el ducado Taurinaciense y Eporregiense, y le creó primer marqués
de Monferrat. Esta hija del emperador la nombraron Adelayda o
Aloysia o Alesia o Falisca.
De este matrimonio nacieron siete
hijos, y a cada uno de ellos dio el emperador, su abuelo, un
marquesado; y fueron:
Guillermo primero de este nombre, que fue
marqués de Monferrat, y se lo confirmó el emperador Otón, como
parece del auto de esta confirmación, hecho en Ravena el año
del Señor de 997, en el mes de abril, en que también confirmó el
título de marqués de los otros hermanos: casó con Elena, hija de
Ricardo, duque de Normandía.
Otón fue marqués de Seva.
Alramo
marqués de Ponzano.
Luis marqués del Bosco.
Gualterio
marqués de Saluzo, de quien quedó mucha descendencia, que por no
ser de esta historia, la dejo.
Bonifacio marqués de Savona y
Final: éste fundó el monasterio de Locedi, en el campo de Vercelli,
el año de Cristo 1019. Casó con Beatriz, hija de Teodorico, el
Mozo, duque de Mocellano, de quienes quedaron hijos y descendientes.
Dedo, marqués de Parissa.
De Guillermo, primero de este
nombre, marqués de Monferrat, quedaron un hijo y una hija.
Bonifacio, que llaman segundo de este nombre, al respecto del
tío, alabado de todos los autores por su gran sabiduría y
prudencia, casó con María, hija de Felipe, rey de Francia.
Isabel
casó con Azo, marqués de Este.
De Bonifacio quedó solo un
hijo, llamado Guillermo, el Viejo: éste acompañó a Felipe, rey de
Francia, y a Conrado III, emperador, su suegro, cuando fueron a
Jerusalén, el año 1146, y llegó a edad decrépita, y por eso le
llamaron el Viejo, y murió el año 1183, y tuvo dos mujeres; la
primera fue hija de Umberto, segundo conde Morienense, y la segunda
se llamó Itha, y era hija del emperador Conrado. Blondo y Platina,
en sus historias, refieren las hazañas y hechos de este marqués en
esta santa expedición.
De Guillermo, el Viejo, quedaron tres
hijos y dos hijas; los hijos fueron:
Guillermo III, llamado de la
larga espada. A este nombró capitán del ejército cristiano, que
estaba en Asia, el rey Balduino IV de Jerusalén, y le dio a Sibila,
su hermana, por mujer, y también el reino de Jerusalén, que le
pertenecía, como a hijo de Almerico. Este Guillermo tuvo muchos
encuentros con Saladino, y alcanzó grandes victorias, y murió en
1175, y dejó heredero del reino de Jerusalén a Balduino, hijo suyo
y de Sibila, que solo reinó tres meses, porque Sibila casó con
Guido de Lusiñano, que codicioso del reino del entenado, le dio
yerbas, y murió siendo de edad de seis años, y en el de Cristo
1180.
Reynero, hijo segundo de Guillermo, el Viejo, fue príncipe
de Tesalia y casó con Cirimaria, hija de Manuel, emperador de
Constantinopla, de quien recibió la investidura del principado de
Tesalia, y murió el año de 1182.
Bonifacio, hijo tercero de
Guillermo, el Viejo, fue marqués de Monferrat, y se encargó del
gobierno del sobrino; y porque entendió que el soldán alistaba
gentes de armas para pasar a la conquista de Jerusalén a tomar el
reino del sobrino, él también juntó un grande ejército para
socorrer al sobrino, y cuando estaba para marchar, sucedió la muerte
de él: y con todo, pasó con su ejército en defensa de aquel reino
que poseían Guido Lusiñano y Sibila, su mujer, y en un encuentro
que tuvieron con el soldán, fueron presos Guido y Bonifacio y
llevados a Damasco, donde estuvieron presos tres años. Entonces
Conrado, que unos dicen ser hijo de Reynero, otros de Bonifacio, y
esto es lo más cierto, juntó un gran ejército y les dio libertad,
como veremos hablando de él. Fue preso Bonifacio el año de
1181, y estuvo en poder de Saladino tres años. Tuvo dos mujeres,
María, hija de los reyes de Hungría, y después Constanza, de la
casa y linaje de los duques de Saboya.
Jordana fue hija de
Guillermo, el Viejo, y casó con el emperador de Constantinopla.
Inés fue la otra hija, que casó muy altamente.
Del marqués
Bonifacio quedaron tres hijos varones.
Conrado fue el mayor, y
fue marqués de Monferrat. Este juntó gran ejército de italianos, y
ayudado de venecianos, fue contra Saladino, y dio libertad a su
padre, y le intituló rey de Jerusalén, y en un alboroto particular,
lo mataron dos turcos, en la ciudad de Tiro, en el año 1192. Casó
con Isabel, hija de Almerico, rey de Jerusalén, que era viuda de
Hunfredo Turonio.
De Conrado e Isabel nació una hija, llamada
Yole, o por otro nombre María, que casó con Juan de la Brenya, rey
de Jerusalén, y fue su primera mujer; y de este matrimonio quedó
una hija, llamada Yole, que fue mujer de Federico II, emperador y rey
de Sicilia; y de aquí dice el Sansovino, en su cronología, que les
vino a los reyes de Sicilia el título de rey de Jerusalén. La
segunda mujer de este rey fue hermana del rey don Fernando de
Castilla, y casó en el año 1224, en ocasión que viniendo de
peregrinación de San Jaime de Galicia (Santiago), pasó
por Toledo, donde estaba el rey, y allá se concluyó el matrimonio.
Guillermo, hijo segundo del marqués Bonifacio, y por muerte del
hermano, le hallo en el catálogo de los marqueses de esta casa. Este
casó primero con Isabel, hija de Ricardo, rey de Inglaterra, y tuvo
una hija llamada Margarita; y después, en el año 1186, con Sofía,
que era hija del emperador Federico; y tratando de ayudar a su
hermano Conrado, en ocasión le querían quitar el reino, le dieron
yerbas, y así murió, y dejó dos hijos, Guillermo y Margarita.
Demetrio fue el hijo tercero de Bonifacio, y se intituló
príncipe de Tesalia.
De Guillermo, hijo segundo del marqués
Bonifacio, quedó un hijo, llamado Bonifacio, que también llaman
Juan, que fue marqués de Monferrat: fue hombre valiente, esforzado
de cuerpo y muy prudente, y murió el año 1254. Casó con Margarita,
hija del conde de Saboya y tuvo un hijo, llamado Bonifacio.
Margarita, hija del marqués Guillermo, casó con el infante don
Jaime de Castilla, hijo del rey don Alonso el Sabio; y por muerte de
éste, casó segunda vez con el infante don Juan, hijo del mismo rey,
con legítima dispensación.
Bonifacio, marqués de Monferrat,
añadió mucha tierra a su casa. Este casó con Beatriz, hija de
Alfonso, rey de Castilla; y a este marqués llaman algunos Guillermo:
tuvo cuatro hijos.
Rumboldo, marqués de Monferrat, casó con
Juta, hija de Leopoldo, duque de Austria: no le sabemos sucesión.
Juan, hijo segundo de Bonifacio, marqués de Monferrat, llamado
el Justo, por muerte del hermano, casó con Margarita, de la casa de
los condes de Saboya, y murió sin hijos, e hizo heredero a Teodoro,
su sobrino, hijo de su hermana.
Yole o Violante (Yolanda)
fue mujer de Andrónico Paleologo, el más viejo, emperador de Constantinopla, de quien tuvo muchos hijos, y entre otros a Teodoro,
que fue marqués de Monferrat.
Aloysia fue la otra hija del
marqués Bonifacio, y casó con Ursino, patricio romano.
Por
muerte de Juan, hijo segundo de Bonifacio, sin hijos, acabó la línea
masculina de los marqueses de Monferrat; y porque el estado no
saliese de su linaje, nombró heredero a Teodoro, hijo del emperador
Andrónico Paleologo, y de Violante, su hermana; y luego enviaron los
señores del marquesado embajadores al emperador, para que les diese
su hijo, y uno de ellos, que deseaba alzarse con el marquesado, tuvo
traza que entendiese el emperador, que la viuda del marqués muerto
quedaba preñada, con pensamiento que el emperador les despediría,
sin enviar su hijo, hasta que se supiera la verdad del preñado.
Pero uno de los embajadores avisó al emperador del embeleco, y
le aconsejó los detuviese allá hasta que se supiese la verdad; y
por eso envió a Monferrat, y supo que no era nada le
preñez, y luego envió su hijo Teodoro, y quedó burlado el
embajador que llevaba pensamientos de usurparse lo que era suyo. Casó
este marqués con Argentina, hija de Opicino, caballero genovés, muy
noble, del linaje de los Spinolas.
De Teodoro Paleologo quedaron
dos hijos, que fueron:
Juan Paleologo, marqués de Monferrat,
príncipe muy esclarecido. Casó con la infanta doña Isabel, hija de
don Jaime de Aragón, rey de Mallorca, y de doña Constanza, hermana
del rey don Pedro de Aragón: dióle el rey cincuenta mil florines de
dote, y ella renunció a todo el derecho le pertenecía al reino de
Mallorca, condados de Rosellón y
Cerdaña y señorío de
Mompeller, y lo cedió en favor del rey, que lo había confiscado al
de Mallorca, su padre.
Yole o Violante fue mujer de Amadeo, duque
de Saboya.
De Juan Paleologo quedaron cuatro hijos: el mayor fue:
Otón, marqués de Monferrat, que casó con Violante, hija de
Galeazo, tirano de Milán, y no quedaron hijos.
Guillermo fue el
hijo segundo, y murió en una batalla junto a Nicopoli,
Teodoro
fue el tercer hijo, y fue varón muy pío y devoto; edificó y dotó
muchos monasterios e iglesias: tuvo dos mujeres; la primera fue
Juana, hija de Roberto, duque de Bar, de quien tuvo dos hijos, que
fueron Jaime Juan, marqués de Monferrat, a quien el emperador
Segismundo hizo presidente de Italia, y casó con Juana, hija de
Amadeo, duque de Saboya; y una hija, llamada Sofía, que casó con
Juan Paleologo, emperador de Constantinopla. La otra mujer de Teodoro
fue Margarita, hija de Amado, príncipe de Acaya.
La otra hija
del marqués Juan Paleologo fue nuestra doña Margarita, que casó
con don Pedro, conde de Urgel, y le llevó en dote la ciudad de Aque,
en Lombardía, y se la dieron estimada en diez mil florines de
Valencia, que en aquel tiempo valían quince sueldos seis dineros el
florín; y el conde mandó en su testamento, le fuese restituida, con
cinco mil florines de oro de Aragón, por razón de su screix o
(esponsalicio) .... , que así le llama en el testamento; y no
le lega más, por no haber recibido más de los dichos diez mil
florines pagados con la dicha ciudad, de donde infiero que el dote
debió ser mayor, pero no se dio en efecto más de la dicha ciudad.
Tuvo el conde don Pedro, en su mujer doña Margarita, siete
hijos:
Don Antonio y doña Beatriz, que murieron muchachos, y
fueron los primeros.
Doña Leonor fue la tercera hija de este
matrimonio. Esta señora, cuando sucedió la prisión del conde, su
hermano, aún no era casada, aunque por su gran linaje y singulares
virtudes la habían pretendido muchos príncipes y señores.
Dejóle su padre de dote treinta mil florines de oro de Aragón, y
cinco para los vestidos y galas se ofrecerían en aquel matrimonio, y
teniendo hijos, lo dejaba a sus voluntades, pero no teniéndoles,
solo tenía a su disposición seis mil florines no más. Después de
preso su hermano, no le faltaron hartas tribulaciones, persecuciones
y trabajos, como veremos después en su lugar: solo diré el fruto
que sacó de ellos y provecho. Esta señora, por medio de ellos, vino
a conocer el mundo y sus engaños: consolábase con fray Pedro
Margenet, monje del monasterio de Poblet, santísimo varón, y fray
Pedro Cerdan, de orden de San Domingo, predicador apostólico
y discípulo de San Vicente Ferrer: estos dos santos varones de tal
manera encendieron el corazón de esta señora a las cosas de Dios y
eternas, que, menospreciando las de este mundo, dio con grande
espíritu de mano a todas ellas, y dejando olvidadas las pretensiones
tenía contra el rey de Aragón, que le había confiscado su hacienda
y lo que le había dejado el conde su padre, con dos criadas viejas y
dos doncellas que la quisieron seguir, se retiró en un desierto, en
el término de Monblanc, no muy lejos de Poblet, y allá edificó una
hermita, so invocación de San Juan Bautista, donde, a
imitación de aquellos antiguos anacoretas, hizo muy áspera y
penitente vida: su vestido era cilicio, y con ser aquella tierra muy
fría de su natural, siempre anduvo descalza; su comida fue un
continuo ayuno y rigurosa abstinencia: el cilicio ordinario era de
asperísimas cerdas, a más de tres círculos de hierro que traía,
el uno ceñido, y los dos a las piernas; y tomaba disciplina con una
cadena de hierro llena de punzas de lo mismo. Estos trofeos aún se
conservan sobre su sepultura, donde yo los he visto y venerado, y
otros tantos están en la ermita de San Juan Bautista, donde vivió;
y para los que no saben qué es penitencia ni mortificación, y aun
para los que lo han experimentado, causa pasmo y admiración.
Ni
por estar retirada en aquella soledad y penitencia, dejaron algunos
príncipes y señores el pensamiento de casar con ella; y quien lo
deseó con más veras fue un caballero portugués de la casa
real, a quien una memoria del monasterio de Poblet llama su esposo, y
dice que estaba concertado de casar con ella. Este llegó a Monblanc
en medio del verano, y el otro día que quiso subir a la
ermita, cayó tanta nieve, que no pudo subir a ella, y mandó
que con palas y azadas le abrieran el camino, y llegó a las puertas
de la santa anacoreta, que no le quiso ver ni hablar, y él se volvió
muy edificado de lo que había visto, certificado que quien tal vida
hacía, no dejaría el esposo del cielo, por él ni otro alguno de la
tierra. Murió de edad de cincuenta y dos años y en el de Cristo
1430, de
pestilencia, y su enfermedad le duró del sábado al
miércoles; y se cuenta en la vida del santo varón fray Pedro
Margenet, que luego que fue muerta, vio gran multitud de ángeles que
subían su alma al cielo, y que viéndola este siervo de Dios, la
llamó, y le dijo con lágrimas: "Hermana mía muy querida,
acordaos de rogar a Dios por mí.»
En su testamento, que hizo en
poder de Pedro Bellicen, y hoy está en la notaría de Monblanc,
escogió sepultura en el monasterio de Poblet, y la pusieron en la
capilla de los Evangelistas, al lado del altar, a la parte del
evangelio, en una caja de madera, que yo he visto allá, cubierta con
un paño de grana, con escudos de las armas de Aragón y Urgel,
aunque todo muy consumido de viejo; y a la pared están colgados con
unos clavos los tres círculos de hierro, un ceñidor de cerdas, y
unas cadenillas como disciplinas.
La otra hija se llamó doña
Cecilia: ésta casó con don Bernardo de Cabrera, y estuvo concertada
casar con don Juan, hijo del conde de Cardona, y los capítulos
estaban hechos y firmados, y el dote eran veinte y tres mil florines
de oro de Aragón; y después no tuvo efecto este matrimonio, y
estuvo algún tiempo sin casar, y cuando murió el rey don Martín de
Sicilia, su padre, el rey de Aragón tuvo pensamiento de casar con
ella, y lo dejó, por no acrecentar dignidad y poder a don Jaime, su
hermano. Después de preso el conde don Jaime, el hijo del duque de
Cardona volvió a pedirla y quería casar con ella; pero su madre
doña Margarita jamás vino bien en ello, quejosa del conde de
Cardona, por haber desamparado a su hijo y haberse pasado al rey; y
solía decir la condesa, que la casaría con cualquier hombre que
le sacase a su hijo de la cárcel, y después casó con don Bernardo
de Cabrera, y fue muy hermosa y de lindo talle y disposición: vivió
algunos años más que el marido, y murió sin hijos. De su hacienda
dejó herederos, de la mitad a doña Leonor, su hermana, y faltando
ella, a sus hijos; y de la otra mitad hizo heredera a la duquesa de
Coimbra, su sobrina, y faltando ella, a sus hijos, y de la una parte
y de la otra, a don Juan, hijo del conde de Prades y de doña Juana
de Aragón, su sobrina, hija del conde don Jaime de Urgel, y faltando
él, a sus hijos, y no habiendo hijos de la princesa de Salerno,
sustituye al conde de Prades y a la duquesa de Coimbra, y ellos
muertos, a sus hijos, in stirpes et non in capita. Vivía esta señora
en la torre de Bellsguart, junto a Barcelona, y en su testamento la
dejó, juntamente con una casa en la calle de la Cucurella, y los
censales tenía en Barcelona, al conde de Módica y vizconde de
Cabrera. Fue sepultada en el monasterio de San Francisco de
Barcelona, junto a las *gradas que suben desde el coro al altar
mayor, y mandó se hiciese su sepultura muy sencillamente. Hizo su
testamento * la dicha torre de Bellsguart, al último de diciembre de
1458, y murió a 24 de octubre de 1460. Este su testamento he visto
en los papeles del archivo del duque de Cardona, en Arbeca, y le
recibió Francisco Mantella, notario de Barcelona.
La otra hija
fue doña Isabel. Esta, ya en vida del padre, * monja del real monasterio de Xixena, en Aragón, y a * dejó su padre cien
libras, como parece en el testamento.
El otro de los hijos
varones fue don Jaime, de quien hablaremos después, y fue conde de
Urgel.
Otro hijo tuvo, llamado don Tadeo: éste murió muchacho,
y fue sepultado en la iglesia de Agramunt, y el conde, su padre,
ordenó en su testamento, que fuese trasladado a la iglesia de
Almata, donde mandó se labrasen muy suntuosos sepulcros para él y
sus padres.
Don Juan fue el otro hijo: a éste dejó la baronía
de Entença y el censal de don
Miguel Gurrea, de pensión quin* mil quinientos diez y seis sueldos y
ocho dineros jaqueses, ´* todo lo demás que tenía dentro del reino
de Aragón, que *consistía en lo que arriba queda dicho; y se lo
deja en franco alodio, y le obliga que haya de dar valenza a los
condes de Urgel que sucedieren en aquel condado por línea
masculina, contra cualquier personas, exentos el rey y su primogénito
y la condesa doña Margarita; y si no lo hiciere, le obliga que
lo tenga por los condes de Urgel que sucediesen en aquel estado por
línea masculina, en feudo, y con obligación de dar los homenajes
según usajes de Cataluña y fueros de Aragón, y declara que el
feudo sea honrado, y ordena que su hijo don Juan no esté obligado e
dar las tenencias o potestades de ninguno de sus castillos, ni
prestar servitud alguna, sino solo con obligación de valer y
ayudar al conde don Jaime y sus sucesores por línea masculina,
condes de Urgel, contra cualquier personas, salvo contra el rey, su
primogénito y la condesa doña Margarita; y si su hijo don Juan y
los suyos, requeridos dentro de un año, no confesasen el feudo, ni
dieren valenza y favor, les priva de las dichas baronías, y manda
que venga todo a su heredero; y asímismo le manda y obliga al dicho
heredero que valga y favorezca a su hijo don Juan y a sus herederos,
y si no lo hiciere, quede absuelto de las dichas obligaciones y
queden sus baronías sin feudo ni otra de las obligaciones puestas en
favor de don Jaime y de los sucesores suyos, condes de Urgel.
Después ordena y da poder a su heredero y descendientes de
cobrar la dicha baronía de Entença por setenta mil florines de oro
de Aragón, y de ellos hayan de comprar otras baronías, si las
hallaren, y cuando no, sean puestos los setenta mil florines a censal
hasta que hallen tales baronías; y muriendo don Juan sin hijos
varones, como murió, le substituye el conde don Jaime, y en tal caso
quiere que las hijas sean dotadas según su calidad; y por no haber
quedado hijos, todo vino al conde, su hermano.
Murió don Juan,
después de muerto el rey don Martín, antes de que se hiciese la
declaración de Caspe, y como parece en algunas memorias, aún era
viva a 21 de junio de 1410; porque en dicho día, estando en el lugar
del Almunia (la Almunia de doña Godina), en Aragón,
en compañía de don Juan, conde de Cardona, de Andrés de Barutell,
su deudo, y de Tristán de Luça,
licenciado en leyes y canciller del conde don Jaime, ratificó la
venta que había hecho el conde, su hermano, de la villa de
Granollers al magnífico Ramón de Torrelles. Era, cuando murió, de
edad de catorce años, poco más: está sepultado en Almata, en el
mismo ataúd que el conde, su padre, y los he visto a los dos
enteros.
Dice el vulgo que el conde don Jaime, su hermano,
codicioso de heredar estas baronías, le dio veneno, con que le mató,
y por eso permitió Dios le fuese quitada la sucesión de estos
reinos, siendo el que, según la común opinión (pero no
la de los compromisarios), más derecho tenía a ellos: razón
que, bien considerada, no tiene fundamento, porque cuando murió don
Juan, no estaba el conde don Jaime tan empeñado y falto de dinero,
que la codicia o necesidad le obligara a tan gran maldad, porque el
conde, su padre, le dejó tan grande estado y patrimonio, que era el
más rico señor de toda España (pero conde, no rey), y el
que, después del rey, tenía más vasallos, señoríos
y rentas; y en aquella declaración que se hizo en Caspe,
lo que menos se miró fue a los méritos y deméritos de las
personas, sino la justicia de ellos, y no por haberse sospechado que
el conde hubiese sabido en esta muerte le habían de privar de lo que
era suyo y de derecho y justicia le pertenecía, porque aquel juicio
no era criminal, sino civil; aunque, por confirmar esto, dice fray
Justiniano Antiste, (Antist) en la vida de San Vicente Ferrer, que este
glorioso santo, cuando llevaban al conde preso a Castilla,
que fue en el mes de diciembre del año 1413, le salió al
camino, para darle un acuerdo y aviso de lo que le convenía, y que
el conde, encendido en cólera, le dijo que era un hipócrita, y que
por sus particulares intereses le había quitado el reino,
como mal hombre que era, y el santo le dijo: «Vos, conde,
sois mal hombre, que tal día matastes vuestro hermano,
y no había Dios de permitir que tan mal hombre como vos reinara
en Aragón,» y que el conde quedó asombrado de oír esto, por
ser muy secreto, y que de allí adelante quedó muy reconocido de lo
que hasta entonces había hecho (además de mandar matar al arzobispo de Zaragoza en pleno proceso). Esto es lo que dice
aquel autor; y bien considerado, no pudo ser: es la razón
clara, porque el santo estaba en Mallorca
a los primeros del mes de setiembre del año 1413, y estuvo allí
hasta los postreros de febrero del año siguiente, sin haber salido
en todo el dicho tiempo de aquella isla; y el conde fue llevado a 10
de diciembre de 1413 preso a Castilla, y esto es cierto, y así mal
pudo salirle el santo en el camino, (pero sí en su conciencia) para
hablarle, porque el conde después de preso, fue llevado de Balaguer
a Lérida, y de allá a Zaragoza, y de aquí a Castilla, sin pasar a
Mallorca, porque ni era camino ni había para qué haber de hacer tal
rodeo; y así no sé cómo puede ser lo que dice aquel autor, y más
que en aquella ocasión ya no le había el santo de llamar conde,
ni darle título, (pues no lo hagas tú tampoco, ababol, y
llámale Jaimito el atontao) por estar privado de él y de todos
sus bienes; y aunque el santo estaba en Mallorca cuando le fue
confiscado el estado, pero ya de todo tenía bastante noticia, que el
rey se lo había escrito con carta de 20 de noviembre de 1413,
escrita en Lérida, y está en el archivo real de Barcelona, en un
registro Sigilli secreti regis Ferdinandi primi sub anno 1413,
folio 142. Más; que aunque al conde (que ya no lo era,
zopenco!) se le hizo cargo en su prisión y en el proceso
criminal que el rey formó contra él de muchas cosas,
pero de esta muerte no se habló palabra, que si fuera
culpado no es posible, porque fueron tantos los dichos de los
testigos que depusieron contra de él, y algunos tan poco afectos,
que no lo hubieran disimulado ni tenido secreto, si tal hubieran
sabido (no lo podían probar, fuese o no cierto); y averiguado
al origen y fundamento de esto, se conoce ser más invención y
calumnia de sus enemigos, que otra cosa; y el autor de unos
fragmentos de la vida del conde don Jaime, dice, que si
esto fuera verdad, no lo hubieran disimulado los paheres de Lérida,
en unos razonamientos pasaron entre el rey y el duque de Gandía y
ellos sobre los sucesos y prisión del conde; y Laurencio Valla,
autor de tos tiempos, que cuenta muy particularmente estas cosas no
dice nada de esto, y es cierto que, a ser verdad, no lo disimulara,
porque no estaba nada afecto a las cosas del conde, ni sintió bien
de ellas; y lo mismo hiciera Garci Alvar de Santa María y otros
autores de aquellos tiempos, que no es verosímil ignoraran esto.
(Espero que hables del asesinato del arzobispo de Zaragoza en este
libro lameculos de los condes de Urgel).
Dejó en su
testamento, que otorgó a 20 de mayo de 1408, en el castillo de
Balaguer, muchas pías y santas instituciones, y en una de ellas
mandó que en el monasterio de Almata, a más de las trece religiosas
que instituyó en él el infante don Jaime, su padre, se añadieran
diez más, y les dejó para sus alimentos cien libras de renta, y
treinta para el vestuario de todas diez. Obligólas que tres días de
la semana rogaran a Dios por su alma, y dejó muy encargado a su
heredero alcanzase licencia del sumo pontífice, para mudar las
veinte y tres monjas en frailes de la misma orden de San Francisco, y
que las monjas fuesen puestas en otros monasterios de su orden del
reino de Aragón, salvo si su hijo y la ciudad de Balaguer u otras
personas devotas las quisiesen sustentar, y que la renta del nuevo
monasterio fuese administrada por los mayorales de Nuestra Señora de
Almata y otros, y la empleasen en el sustento de tantos frailes como
se pudieran mantener de ella, obligándoles a hacer ciertos sufragios
por su alma; y al conde su hijo manda, que en caso que no se efectué
esto, haya de pagar quinientos sueldos cada un año, en nombre de
pena y en enmienda de no haberlo procurado, y que sirvan por reparar
y reedificar el monasterio. Y pareciéndole que el monasterio de
Almata no estaba en lugar y puesto conducente, y peligraba
mucho ser profanado en tiempos de guerras, por no estar murado y
servir de padrastro al castillo; pareciendo también que si en tiempo
de guerra se derribaba, sería cosa indecente e impía que los
sepulcros en que los cuerpos suyos y del infante, su padre, y otros
que allá estaban sepultados y por adelante se sepultarían, quedasen
profanados y sin la decencia debida, y los religiosos o religiosas
que allá viviesen, maltratados por eso; manda sea mudado y de nuevo
edificado tras del castillo, y dando el orden y forma de todo, lo
ordena con estas palabras:
Ideo heredem universalem nostrum
predictum et infrascriptum necnon patiarios et probos homines
dicte civitatis et particulares ejusdem efectuose et ex corde rogamus
ut respecta servitii divini et pro evitando dictum dedecus et
periculum quod in dicto casu eis sine dubio evenerit propter honorem
et reverentiam dictorum sepulcrorum et decorationem civitatis
predicte prestent opus et operam per efectum quod mutatio dicte
ecclesie et monasterii fiat intus clausuras predictas (esto es,
dentro de los muros de la ciudad de Balaguer) in forma sequenti
videlicet: quod dicta ecclesia edificetur solemniter *um capellis in
utroque latere cum voltis et croeratis secundum *formam ecclesie
predicatorum monasterii Barchinone vel ecclesie monasterii
predicatorum civitatis Balagarii predicte intrans verso patii castri
predicti ad latus capelle ibi jam constructe cujus ecclesie caput
existat versus orientem si tamen heres noster ecclesiam ipsam nolebat
facere pulchrionem: et in ipsa ecclesia volumus transmutari tumulata
nostra *predictorum parentum et filiorum nostrorum in loco honorabili
et decenti dictum vero monasterium edificetur in deserto *palacii
Balagarii ad latus muri ibi constructi super torrentem qui
vocatur Alcarraz ad partem septentrionalem in cujus *nuri
angulo ad partem occidentalem est quedam turris vocata *Den Gili:
volentes quod dictum monasterium edificetur in dicto deserto et in
dicto loco ita longe a dicto muro quod infra ipsum murum et dictum
monasterium quatuor equites et de *ronte simul possint incedere pro
periculo evitando presertim *tempore guerre. Volumus insuper quod
dictum monasterium *edificetur ut magis prope poterit versus castrum
predictum et flumen Sicoris (lo riu Segre) ut facilius
sorores vel fratres dicti monasterii possint transire per
murum qui est super portale torrentis d*e Alcarraz ad ecclesiam dicti
castri in qua solemniter et can*ndo celebratur hora tertiarum
vesperorum et completorii et *icte misse una matutinalis et alia
solemnis alias vero *horas matutinarum et primam et horam nonam que
comuniter celebratur post prandium possint infra dictum monasterium
*vel in dicta ecclesia si maluerint celebrare quodque dictus mu*us
exaltetur competenter ut plenius et cum minori labore *dicte sorores
vel fratres valeant ambulare et dictus murus coo*eriatur de volta vel
taliter quod dicti religiosi cooperti possint transire per ipsam et
super ipsa transitudine edificentur *ntepits et murons ut
dictus murus tempore necessitatis *facilius defendatur ipso pasagio
non obstante: rogantes insuper *fectuose patiarios et probos homines
ac presbiteros dicte civitatis Balagarii quod redditus et emolumenta
que jam sunt dicte confratrie velint convertere in augmento dicti
monasterii pro meritis aminarum suarum ac decoratione dicte civitatis
et confratrie predicte. Item volumus quod ad latus dicti monasterii
addatur una ecclesia non multum magna nec multum sumptuosa cum lignis
cooperta in qua quidem ecclesia dicte sorores vel fratres possint
celebrare horas ut est superius destinatum.
Pero nada de esto
se hizo, por ser cosa de gran consideración y gasto, y haber de
concordar las voluntades de muchas personas que lo desviaron,
considerando las dificultades se ofrecían en esta manda y fundación;
y más, dos años después de muerto el conde, murió el rey don
Martín, y el conde don Jaime, que era el que había de dar el dinero
para este gasto, cuidó más de la sucesión del reino, que de
esta fundación, y de aquel punto adelante tuvo tantos trabajos y
cosas en que entender, que le dieron poco o ningún lugar de cumplir
la disposición del conde, y así se quedó todo de la manera que
estaba cuando murió, como suele acontecer a los que en vida obran
poco, y en el testamento fundan mucho, creyendo han de obrar los
otros lo que ellos, pudiendo, en vida, lo dejaron para después de la
muerte.
Sin esto dejó fundadas muchas misas perpetuas: en el
monasterio de Nuestra Señora de Monserrate fundó ciento, en
el monasterio de Ager otras tantas, celebradoras cada año el día
que muriese. Edificó a su costa, de labor muy curiosa y pulida,
mucha parte del claustro del monasterio de San Pedro de Ager, y se
conoce en los escudos de sus armas, que están en muchas paredes de
aquel claustro: en el monasterio de Almata, donde estaba sepultada la
condesa doña Cecilia, su madre, y se había de trasladar el cuerpo
del infante, su padre, que escogió en él sepultura, mandó que cada
primer día del mes se hiciese *solemne aniversario por su alma, en
esta forma: que se *celebrasen trescientas misas, una cantada y las
demás rezadas, y * acudiesen allá los religiosos de los monasterios
de Menores de Santo Domingo y de la Santísima Trinidad de Balaguer,
y de otros monasterios que de aquel día en adelante se fundasen en
los términos de aquella ciudad, y partiendo * monasterios, con cruz
levantada y en forma de *procesión; y que se diese a cada uno de los
trescientos sacerdotes * celebrasen, doce dineros de Agramunt o
comitales Urgelli, * que celebrase la misa cantada y a los diácono y
subdiácono veinte y cuatro dineros a cada uno, con que estos dos
últimos digan misa por él, y si no la dijeren, les deja diez y *
dineros, y si el primer día del mes no hubiera trescientos
sacerdotes para celebrar, quiere que las misas que falta* se celebren
ocho días después, y no pudiéndose cumplir, * octavo día de cada
mes se celebren, o sino cada seis *, de modo que cada mes queden
celebradas las dichas *trescientas misas, y que sea puesto un túmulo
cubierto, y * in representationem nostri corporis et sepulture et
quod *per apponatur quedam cohoperta sufficiens cum signis *ris et
super ipsa caxa et tumulo dictorum parentum nostrum apponantur panni
damasquini auri fini coloris ni* cum orlis zeytonini cum
signis nostris circumquaque de * brudayrie; y para esto, luminaria,
salarios y demás * necesarios, dejó cuatro mil seiscientos sueldos,
a ra* y fuero de veinte y cuatro mil al millar, y nombra
administradores los mayorales de la cofradía de Nuestra Señora de
Almata, y que hayan de entender en la distribución de este dinero el
conde, su hijo, y muerto él, sus herederos, el guardián de San
Francisco, el ecónomo de los clérigos de la ciudad de Balaguer, el
prior de Santo Domingo y el ministro del monasterio de las Parrellas,
del orden de la Santísima Trinidad; y les encargó con grandes veras
la ejecución de esta pía institución; y en caso fuera difícil la
cobranza del dicho censal, y las costas que para la cobranza de él
se hubieren de hacer, manda a su heredero lo pague, y después lo
cobre y reciba de aquellos que lo debieren, porque no se dilate el
sufragio de cada mes, y en caso no lo haga, consigna a los dichos
administradores las rentas de Pons, Monmagastre, Uliana, Tiurana y
Vilaplana; y que en el entretanto que se tardare a hallar la
inversión de las cuatro mil trescientas libras, quiere que reciban
los administradores antedichos aquellos mil sueldos que le prestan
cada año la aljama de los judíos de Alcolea de Cinca y doscientos
la universidad de Ozó, y que de estos mil doscientos sueldos se
celebren tantas misas cuantas celebrarse puedan; y para la fábrica
del dicho monasterio e iglesia y sustento de los religiosos y
religiosas y demás instituciones dichas, y otras muchas mandas pías
que hizo, deja diez mil libras barcelonesas y si estas no bastaren,
quiere que lo que faltare se supla del censal que recibía de don
Miguel de Urrea y de las rentas del lugar de la Mola, en el
reino de Aragón.
Dejó a Nuestra Señora de Bellpuig de las
Avellanas dos cirios, de peso de veinte libras de cera cada uno, para
que ardan en las misas, desde la consagración, hasta que el
sacerdote haya sumido.
Manda a su heredero que restituya todo lo
que él hubiese recibido de las imposiciones de la ciudad de
Balaguer, y otros lugares y pueblos de los condados y vizcondados,
salvo aquello que legítimamente constare haber gastado en la
fortificación del castillo y otras fuerzas de la ciudad y demás
pueblos; y lo que no se hubiese gastado en esto o en servicio del rey
y defensa de los judíos, manda que sea empleado en reedificar y
fortalecer los muros de la dicha ciudad y demás lugares, por ser instituidas las imposiciones para ese fin.
Confirma la donación
que había hecho de las quistias y otras rentas de la villa de Ager,
para la reedificación del claustro y de una casa que mandaba labrar
en el monasterio de aquella villa, a lo que yo conjeturo, para su
estado y habitación, que el día de hoy está derribada.
A todos
los de su casa hizo mandas, esto es:
A Bernardo de Camporell,
caballero, seis mil sueldos barceloneses.
A Francisco de la
Torre, dos mil sueldos.
A Bernardo de Foix, dos mil sueldos.
A
Bernardo de San Martín, tres mil sueldos.
A Nicolás Domenec, su
secretario, dos mil.
A Berenguer de Casadevall, escribano suyo,
mil sueldos.
A Pedro Mir, su escribano, cuatrocientos sueldos.
A
Pedro Sans, escribano de su casa, seiscientos sueldos.
A Arnaldo
de Isla, escribano de su casa, seiscientos sueldos.
A Pedro
Claret, de su cámara, seiscientos sueldos.
A Pedro Miró, de su
cámara, tres mil sueldos.
A Juan Mir, capellán de su casa y de
su cámara, mil sueldos no más, por haberle dado ciertos beneficios
eclesiásticos.
A Ramón de Ciscar, de su cámara, dos mil
sueldos y otros tantos a Guillen Pedro Galceran, también de su
cámara.
A Sancho de Boltaya, de su cámara, dos mil sueldos, si
vuelve en su servicio, y sino, mil.
A Antonio Sin, hijo de Pedro
Sin, que había sido de su cámara y era muerto, mil sueldos.
A
Berenguer Dalos, que era escudero de su casa, mil sueldos.
A
Arnaldo Spinell, portero de su casa, setecientos sueldos.
A
Bernardo Forcadell, trompeta de su casa, cuatrocientos sueldos.
A
Juan Fexuc, también trompeta de su casa, trescientos sueldos.
A
Bartolomé Metge, su cocinero, doscientos sueldos.
A Pedro del
Grau, también su cocinero, trescientos sueldos, con que pague lo que
debe de ciertos arrendamientos.
A Ramón Stevar, su repostero,
mil sueldos, y doscientos a Antonio Despres, con que dé razón y
cuenta de los vasos de plata le estaban encomendados.
A Miguel,
Fernando y Ramón Spolter, sus botelleros, a cada uno doscientos
sueldos.
A Pedro Pausader, su correo, doscientos sueldos, y que
sean celebradas cien misas por el alma de Bernardo Payles, correo de
su casa, por lo bien había servido a la condesa
doña Cecilia,
su madre, y a él.
A la condesa doña Margarita, su mujer, dejó
el usufruto de los castillos y villas de Castelló de Farfanya
y de Algerre, y todos los vasos de plata, colgaduras y tapices en que
fueren las armas de los marqueses de Monferrat, y todos sus vestidos,
quitados empero de ellos las perlas y piedras preciosas, que esas
reserva para su heredero, y * manda una joya con estas palabras: Item
dimittimus dicte *consorti nostre unum fervayl cum quadam
smaragde in medio *et sex margaritis et sex balaix
circumcirca; y que le sea pagado el dotario (así llama el
screix) y por él cinco mil florines, pues no recibió de ella más
de la ciudad de Aque en Lombardía, por diez mil florines, como queda
dicho; pero estas mandas fueron con condición que la condesa diese
razón y cuenta de lo que quedaba debiendo del precio de la baronía
de Antillon, que había entrado en mano de ella, y jamás pudo el
conde acabar, ni que le diese cuenta, ni que le volviese el dinero.
El caso fue, que el conde vendió los lugares de Antillon, Orviego,
Las Ceylles y otros a don Miguel de Gurrea, en precio de ciento y
ochenta seis mil y doscientos sueldos jaqueses, que recibió la
condesa, y se quedó con ellos. Sin esto, recibía el conde del mismo
don Miguel y de doña María Álvarez de Mendoza, y de las
universidades y singulares de Antillon, de Orviego, de Las Ceylles,
de Ponçano, de San Garren, de
Roures, de Sasa, de Olvieto, de Cascallano y de Artesona, un censal
de pensión quince mil quinientos diez y seis sueldos y ocho dineros
jaqueses, pagados el primer día del mes de junio, y de precio o
propiedad diez y nueve mil y seiscientos florines de oro de Aragón.
Este censal había empeñado el conde a la ciudad de Balaguer y
villas de Arbeca, Castelló de Farfanya, Algerre y Menargues,
que, según conjeturo, fue para comprar los lugares de Granollers,
San Vicent y Caldes, que compró de don .... con pensamiento de
quitar el dicho censal del precio de la venta había hecho a don
Miguel de Gurrea; pero la condesa se quedó con aquel dinero, y jamás
pudo el conde alcanzar de ella que se le volviese, y quitó el censal
del dinero del dote de la infanta, pues no pudo sacar lo que había
entrado en poder de la condesa; y así en su testamento la obliga a
volver y dar cuenta de él, y cuando no lo haga, la priva del
usufruto de los dichos castillos y lugares de Albesa y Castelló de
Farfanya, y de los cinco mil florines de screix; pero las cosas
sucedieron de manera, que la condesa se concordó con el conde, su
hijo, y entró en posesión de los dichos lugares y castillos.
Nombró heredero a su hijo don Jaime, y no teniendo hijos, le
sustituye a don Juan, su segundo hijo, y manda que las hijas, si
quedaren, de don Jaime, sean sustentadas y dotadas según su
calidad, casando dos de ellas, y metiendo a religiosas, en
monasterios de la corona de Aragón, a las demás.
Encarga mucho
al conde don Jaime, que cobre la baronía de Entença de don Juan,
dando por ella los setenta mil florines; y porque con mayor facilidad
lo haga, le da camino y traza de donde pudiera sacar dinero para
ello, aplicándole el dinero que quedaba del dote de la infanta doña
Isabel, y del precio del censal recibían sobre la ciudad de Gerona,
y de aquellos once mil noventa y un sueldos agrimontenses que
recibían del derecho llamado el Morabatin, que le pagaban los
pueblos del condado, y de aquellos dos mil y quinientos sueldos le
habían de dar los judíos de Agramunt, que se eran gravados en esa
cantidad, y del dinero que quedó en poder de la condesa de la venta
de los lugares de Antillon y demás; pero por morir don Juan, presto
el conde, su hermano, cobró la baronía y demás lugares, sin haber
de pagar cosa alguna.
Muriendo su hijo don Juan sin hijos
varones, quiere que los condados de Urgel y vizcondado de Ager
vuelvan al rey don Martín, su primo, o a su heredero universal que
fuere rey de Aragón y conde de Barcelona, según estaba
ordenado en dicho caso en el testamento del conde don Armengol de
Cabrera, y en la donación que el rey don Alfonso había hecho al
infante don Jaime, padre del conde; y en la demás hacienda que le
quedaba, que consistía en la baronía de Entença, en Aragón, en
los lugares de Algerre, Monfalcó, el feudo de Balaguer, de Agramunt,
Albesa, Castelló de Farfanya, baronía de Linyola, y en las
jurisdicciones que había comprado del rey, del castillo de Pedra y
las baronías de Castellvell de Cervelló, y villas de San Vicens,
Caldes, Granollers y Piera y todo lo demás, no quedando hijos de don
Juan, lo deja a doña Leonor, y lega a doña Cecilia, y declara, que
la deja hace del condado y vizcondado al rey don Martín, se entienda
y haya lugar en caso que de derecho y según las donaciones y
testamento ya dicho le pertenezcan, y no perteneciéndole, quiere que
sea de sus hijas, y faltando hijos e hijas, deja el usufruto a la
condesa doña Margarita, su mujer, no casando; y casando, le deja
cinco mil florines de oro de Aragón; y después quiere que de sus
bienes sean fundadas ciertas causas pías, hasta cantidad de dos mil
libras de renta, y lo demás vuelva al rey don Martín de Aragón
o a sus hijos, reyes de Aragón y condes de Barcelona. Pero los
sucesos de las cosas fueron tales, que lo que menos se pensó fue lo
contenido en
este testamento, el cual está en el archivo real de
Barcelona.
Está sepultado en Nuestra Señora de Almata, em una
caja de madera, alta, al entrar, a la mano derecha de la puerta que
mira al río: está su cuerpo entero, y allí está también el de
don Juan, su hijo, o de don Tadeo; pero según la disposición del
cuerpo, que también está entero, tengo por cierto ser el de don
Juan. Está la caja pintada de color verde, con algunos escudos
pequeños de Ias armas de este conde, que eran, a la mano derecha,
dos palos de las armas reales de los reyes de Aragón, y a la
izquierda, algunos jaqueles de oro y negro, de esta manera: (dibujo)
Aunque todos los que escriben historias generales hacen memoria
de las cosas que en tiempo del conde don Pedro acontecieron en el
mundo dignas de admiración y memoria, pero no puedo disimular dos,
por tocar a nuestra historia: la una fue el cisma que en estos
tiempos se levantó en la Iglesia de Dios, que puso el mundo a pique
de perderse, y estuvo cerca de cuarenta años en duda cuál de los
pontífices era el legítimo y verdadero, sin que los hombres más
doctos del mundo pudiesen dar parecer y voto cierto en ello, que no
tuviese una infinidad de contrarios. Llegó la Iglesia en un mismo
tiempo a tener tres que se llamaban pontífices, y cada
uno defendía tan valerosamente su partido y derecho, que casi todo
el mundo estaba suspenso. Uno de los pontífices fue nuestro don
Pedro de Luna, que comúnmente llamaban el cardenal de Aragón (papa Luna);
y este era obedecido en estos reinos de España, y fue fama que, por
asegurar en su obediencia los reinos de Castilla, que gobernaba don
Fernando llamado comúnmente de Antequera, le valió y favoreció en
la pretensión del reino de Aragón, con nuestro don Jaime conde de
Urgel y demás pretensores, con esperanza, que si el infante
era rey de la Corona, la conservaría en su devoción, como se había
conservado hasta aquel punto; y aún afirman algunos, que se lo
prometió; pero después de hecha la declaración de Caspe en
favor de don Fernando, mandó mirar el negocio y justicia de los
pontífices con gran cuidado, y obedeciendo a la declaración del
concilio de Constancia, (Constanza) le alzó la
obediencia, y aún le compelió a que renunciase el derecho tenía
(si alguno *era) a la silla apostólica; y el papa le defendió tan
tenazmente, que jamás dejó de tratarse y llamarse papa, sin que
acabasen nada con él las censuras eclesiásticas, ni otros medios se
buscaron porque desistiese de su opinión (el aragonés estaba en
sus trece), y se conformase con lo decretado en aquel concilio; y
así le dejaron como a cismático e incorregible (aragonés de
Illueca tenía que ser), y se retiró en Peñíscola, del reino
de Valencia, y allá, con algunos cardenales, amigos suyos, acabó su
vida, que después de puesto en la silla pontifical duró más
años que la de san Pedro, argumento para algunos curiosos, con
que probaban no haber sido legítimo pontífice, porque ninguno que
Io fuese vio los días de San Pedro. Originóse de esta tenacidad, en
Cataluña, un refrán muy vulgar y ordinario, para dar a entender la
porfía y pertinacia de un hombre, decir: está en sos tretse
y otro, tretse son tretse porque jamás este buen hombre dejó
de llamarse Benedicto décimotercio (XIII,13), que era el
nombre que tomó cuando fue hecho papa. De lo demás que pasó en
este cisma y trabajos padeció la Iglesia santa y los fieles, cuentan
los autores que escriben vidas de pontífices, y nuestro Gerónimo
Zurita y otros muchos.
La otra cosa notable que aconteció en el
mundo fue el uso de la artillería, y la primera de que sabemos en
Cataluña, fue la que llevó el conde de Foix en la entrada que hizo
para tomar el reino de la Corona de Aragón, cuando murió el rey don
Juan, y con ella, salido de Cataluña, dio combate a la fuerza o
castillo de Balbastro, como queda dicho; y con ser esta invención la
que más admiración ha causado al mundo de todas cuantas especies y
géneros de máquinas y armas ha habido, es el primer inventor de
ella el que menos se conoce, por relación de autores dignos de fé
y crédito; y de aquí ha procedido la variedad de opiniones que en
esto hay, atribuyéndolo los más, no a ingenio de hombres o fruto de
alguna ciencia, como muchas o casi todas las invenciones admirables,
sino a traza y artificio infernal, y imaginada a ofender y a
abreviar nuestras vidas. Conocióse, por nuestros pecados, en Europa
en el año 1380, o poco antes, y el primero que la sacó a luz fue un
alemán, cuyo nombre se ignora. Algunos autores toman esto de más
atrás, y dan *
inventor de esto a Arquímedes siracusano, de
cuyas *admirables invenciones tratan algunos autores: este hombre *
dicen que inventó un instrumento de hierro, que *arrojaba y despedía
de sí gruesas piedras, con mucho ruido y gran estampido, semejante
al que hace una pieza * las nuestras al punto que la disparan;
infiriendo que *aquello era causado o de pólvora, como la que
nosotros *os, o de otro material que tuviese igual fuerza o virtud *
y en la entrada que hizo el rey de Granada en el reino de Valencia el
año 1331, hace mención Zurita de * invención de fuego semejante a
esta. Sus palabras son:
"*impuso en aquel tiempo grande
terror una nueva invención * combate, que entre las otras máquinas
que el rey de *nada tenía para combatir los muros, llevaba pelotas *
hierro, que se lanzaban con fuego;" y fray Juan *González de
Mendoza, en lo historia de la China, dice que * de aquel reino
se glorian de haber sido los primeros *inventores de la artillería,
y que cuando los portugueses *fueron allá, hallaron el uso de ella
tan puesto en arte *razón, como lo estaba en Europa, y buscando el
*principio de ella, les decían, que Vitey, su primer rey, la había
inventado para ofender a los tártaros, con quien traía guerra,
ayudado del demonio, con quien tenía particular * y lo publicaban
los grandes hechizos y otras obras *espantosas que hacía; y se halla
en historia de ellos, que *ndo los chinos al reino de Pejuy a
conquistar la *India oriental, que ha más de mil quinientos años,
llevaron
*esta jornada estos instrumentos, y así dicen que el
alemán a quien se da la gloria de esta diabólica invención, *
merece el nombre de descubridor, y no de inventor, pues otros hubo
que la usaron antes del año 1380.
Prosiguiendo el catálogo de
los obispos de Urgel que fueron después de don Arnau de Lordat,
hasta la muerte del conde don Jaime de Aragón, hallo en los
episcopologios de aquella iglesia a don Pedro de Narbona. A este
sucedió don Hugo Desbac, monje claustral del orden de San Benito, y
había sido antes abad de Ripoll, y es el vigésimoquinto de los
abades de aquel ilustre monasterio, como lo dice fray Antonio de
Yepes, en su historia del orden de San Benito, tomo cuarto; y entró
en el obispado en el año 1361.
Don Arnaldo de Patau es el sucesor
del precedente: hallo memoria de este prelado en la traslación del
convento de predicadores de la Seo de Urgel, del lugar y puesto donde
se fundó primero, al lugar donde hoy está, que por evitar que el
vizconde de Castellbó y otros que traían guerra con el obispo no se
fortificaran en él, fue conveniente se edificase dentro de la
ciudad.
Sucesor suyo fue don Pedro de Luna, y después don
Berengario de Eril, y tras este don Galceran de Vilanova, de quien
quedan fundados dos beneficios en la capilla de la Concepción de
Nuestra Señora, que él edificó y dotó, en el claustro de la
iglesia mayor de la Seo de Urgel. Este asistió en el parlamento que
juntaron en Cataluña, cuando murió el rey don Martín; fue gran
defensor de los derechos de su iglesia y mensa. Tuvo este prelado
muchas contenciones con el conde de Pallars, que dieron harto que
entender al parlamento, y eran gran estorbo para la buena dirección
de lo que se trataba en esto; y aunque fueron requeridos que
suspendiesen sus *pretensiones, jamás lo pudieron acabar con ellos;
antes un día, *do pensaban todos que estarían más sosegadas las
ar* del obispo y del de Pallars, por haber entre los dos * cierta
gente del obispo entró por fuerza el lugar de Eroles, que era de un
caballero de casa del conde, y le *aron; y por esta ofensa, el conde
y su hijo juntaron gente y entró de Francia el vizconde de
Cosserans, con gente para valerles; y el parlamento se sintió mucho
de esto, y die* toda la satisfacción que fue posible al señor de
aquel *; y al obispo, que en este hecho tenían por muy culpable,
obligaban a poner su persona y el lugar de Tremp en poder del
arzobispo de Tarragona, y a los que hicieron aquel *to, en poder del
gobernador de Cataluña, y ordenaron *al veguer de Lérida y Pallars
subiese a Tremp a castigar a los malhechores; pero venerando la
dignidad del obispo, no *se prosiguió contra su persona, y los
bandos se sosegaron. *Fue este prelado uno de los embajadores que por
parte del parlamento fueron al conde de Urgel, para persuadirle diera
la obediencia al rey don Fernando, y murió *el año de 1414.
Sucesor de este fue don Francisco de Tovia (Tovía Tobía),
que vivió * y dos años y murió el de 1436; y por haber muer* su
tiempo el conde don Jaime y acabar esta historia, acaba también aquí
el catálogo de estos obispos, de * aunque haya mucho que contar,
pero por andar * episcopologios que han llegado a mi noticia tan
remisos *eves, es mucho lo que he dicho, aunque poco res* de lo que
se ignora y yo he deseado hallar.
El uso de la moneda, tan
necesario en el mundo para *común comercio y remedio de las
necesidades humanas, es tan antiguo como las ventas y compras, que no
se pueden bien hacer sin ella; y aunque los primeros hombres,
ignorando el valor y precio que dieron después a los metales, usaron
cambiar unas cosas con otras, dando trigo por carne, lino por pan,
vino por aceite, o, como dice Homero de aquellos que por rescate de
los caballos daban cueros de bueyes, o hierro; pero estos y otros
truecos (trueques) eran con descomodidad, por no
hallarse fácilmente la equivalencia de las cosas, y con mucha
dificultad la guardia y disimulación de las haciendas o riquezas, o
particulares o comunes; pues nadie podía esconder lo suyo, por ser
los haberes de los hombres frutos y ganados, que ni pueden
conservarse secretos, ni por largos tiempos. Estas incomodidades, y
no poder esconder el amigo al amigo, y el vecino al vecino, y
disimular cuando convenía la riqueza y pregonar pobreza, porque todo
se sabía, vino a dar precio y estima a los metales, y más por la
duración y perpetuidad de ellos.
Al principio se labró moneda
de metales bajos, y en el imperio romano pasaron muchos años que no
tuvieron otras monedas más que de cobre y hierro, y de aquí
observan los anticuarios, que las más antiguas y verdaderas medallas
son de estos metales; y dice Plinio, que el primero que hizo cuño
para esculpir moneda fue Servio Tulio, rey de los romanos, y
esculpió una oveja y otros animales del campo, de los que en latín
llaman pecus (ej: vía pecuaria), y de aquí vino a
llamarse el dinero pecunia y numus o nummus,
en
memoria de Numa Pompilio, de quien dice San Isidoro, qui eos primum
apud latinos imaginibus notavit *et titulo nominis sui prescripsit; y
después la llamaron *moneta *monendo, porque con ella acuerdan los
príncipes y avivan * memoria en los siglos venideros, como lo
experimenta* en las medallas, que dan noticia de muchas cosas que
*
ellas quedaran sepultadas en olvido. A estas monedas * cobre o latón
llamaban comúnmente moneda de vellon (vellón): Antonio de
Nebrija las llamó de villon, quasi vilis, y los *romanos la
llamaron aes grave y por otro otro nombre aes *fusaneum, pecunia
aerosa cui plurima aeris portio est: y *viertan, que los romanos,
como dije, en la moneda de *cobre estampaban una oveja, llamándola
por eso pecunia *cude; y porque la oveja tiene el vellón lanudo,
quedó * antigüedad, que la moneda de cobre, porque en ella *
estampaba la piel de la oveja, se llamase moneda de vellón, y los franceses la llaman
de billon, y esto es opinión de muchas personas eruditas. De
aquí vino a labrarse de oro y de plata, y la primera que se labró
de estos metales en Roma, fue en el año de su fundación de 448, *
tiempo de Scipion Africano, y a imitación suya la *batieron en la
ciudad de Huesca, que, como queda dicho, * de los pueblos Ilergetes,
y Plinio la llama moneda *oscense, y de ella entraron gran cantidad
en sus triunfos, * el erario público de Roma, Marco Helvio, Quinto
Mi*cio y Marco Porcio Caton, capitanes romanos que *fueron en España,
ciento noventa años, pocos más, antes de la venida del Hijo de
Dios al mundo. A esta moneda oscense llama Livio bigatos: a la
una parte llevaba impreso * carro con dos caballos, y por esto
la llaman bigatos, derivativo de bige bigatus, que
quiere decir yugo de dos caballos; y de esta moneda hace memoria
Livio en algunos lugares de su historia; y donde había pocos de
estos metales, oro y plata, mezcláronles con los bajos, y haciendo
liga de ellos, labraban diversas monedas, unas de más y otras de
menos valor; y con la abundancia se facilitó la correspondencia de
unos tratantes con otros, y cada rey o príncipe labraba la cantidad
de moneda y de los metales que le permitían su posibilidad y
riqueza, de donde vino, que no solo cada reino hacía su moneda, pero
en una misma provincia la batían diversos señores y pueblos, y la
esparcían en su estado y entre los suyos, porque uno solo no era
poderoso y tan rico que pudiese labrar toda la moneda necesaria en el
reino o provincia. Donde se labró y conoció primero el dinero,
tratan los historiadores; pero por no ser de nuestro intento, lo
dejo, diciendo, que la primera noticia que hubo en España de dinero,
fue la que dieron los de Rodas, en el condado de Ampurias y Rosellón,
en Cataluña, cuando después de la seca vinieron a poblar en ella; y
entre otras cosas que enseñaron, fue el uso de la moneda, y esta era
de cobre y causó gran risa y maravilla a los naturales, que con un
poco de metal de poco o ningún provecho, comprasen las cosas
necesarias. Esto pasó mil años, poco más o menos, antes de la
venida del Señor al mundo. Dejaré las costumbres que en esto había
en diversos reinos, porque no pienso salir de las costumbres de
Cataluña y condado de Urgel; y así solo daré noticia de lo que he
hallado en orden a lo que digo, porque no es otro el intento de este.
El derecho de batir moneda es regalía del príncipe y a él solo
toca, pero es de aquellas que pueden ser concedidas y comunicadas y
separarse de su persona, o por privilegios y gracias particulares, o
por prescripción, o por otro legítimo y justo título; y por esto
todos los condes antiguos de Cataluña y algunos pueblos de ella,
como Lérida, Gerona, Bañoles, Perpiñan, Granollers y otros, la
batían públicamente, y aun algunos el día de hoy; y esto por
especial prerogativa y preeminencia de ellos, aunque después se vino
a perder y menguar, o por haberse prohibido por justas causas, o por
haber vuelto los estados de aquellos condes a la corona real y estar
incorporados en ella, o por haber ellos cesado de fabricarla por
comodidades propias, o por otras causas y razones; y el día de
hoy,
como dijo Bovadilla, refiriendo a Juan Guardiola, el duque de Cardona
en su estado la puede batir, así como la batían los condes de
Urgel, Ampurias, Rosellón y otros, con ciertas limitaciones; y por
eso el rey don Pedro el III, que llamamos del Punyalet,
entre otras quejas que tuvo del rey don Jaime de Mallorca, que era
conde de Rosellón, una era que batía moneda en aquel condado, a la
liga y quilate de la de Barcelona; y aunque él daba por descargo que
lo habían hecho así los antiguos condes, sus antecesores, no le
bastó aquella satisfacción, porque aunque a aquellos les fue
lícito, pero no a él, por estarle prohibido cuando aquellos
condados fueron enfeudados por el rey de Aragón al de Mallorca, como
dijimos en otro lugar; y así aquella prerogativa le fue abdicada; y
el rey nuestro señor, cuando da títulos de condes ó
otros en particular, les prohíbe el hacer moneda, por excusar la
gran confusión habría en la república, corriendo muchas
especies de ella, porque no siendo de un mismo valor, peso y señal,
es fuerza que en los pueblos, al esparcir aquella, haya discordias.
Esto entendieron bien los reyes pasados que, por dar ....
(No
están las páginas 288 ni 289)
*lia el marco de la plata
cincuenta sueldos de esa moneda.
En el año 1185, el rey don
Alfonso de Aragón hizo otra moneda, que llamaron bussana, y
el marco de la plata valía cincuenta y un sueldos de esa moneda, y
duró solos tres años y medio, y no se sabe la forma y señal de
ella.
En el año 1200 batió el rey don Alfonso una moneda
llamada bruna, dicha así, por ser negra en el color y de baja
ley, como la que en Castilla llamaban moneda negra, porque tenía
mucho metal, diferenciándola con este nombre de la mejor y más
fina, que por tener mucha plata, llamaban blanca, porque esta
palabra bruna es derivativa de bru, que es vocablo
catalán y valenciano antiguo, y suena lo mismo que oscuro y
negro, y en esta significación la toma Jaime Roig, cuando en su
poema dice:
Del vert fan bru,
folio 50: y esta moneda duró
solos nueve años, y valía el marco de la plata sesenta y tres
sueldos de esta moneda.
A 11 de las calendas de abril de 1212, el
rey don Pedro dio principio a una moneda llamada de quart,
dicha así, porque en doce marcos de ella había cuatro de plata y
ocho de metal, y valía el marco de la plata noventa y un sueldos de
esa moneda.
En el año 1220, el rey don Jaime batió otra moneda
llamada dobleva o doble, o de duplo, porque en doce
marcos de ella había dos de plata y diez de metal, y el marco de la
plata valía cuarenta y cuatro sueldos de esa moneda.
Estas
diversidades de monedas, y otras que se ignoran, eran muy dañosas a
la tierra y al comercio, y cada día se falsificaban, de donde vino
haberse de buscar nueva forma y ley de ella, que fuese perpetua y
duradera, como lo era en Aragón, que por estos mismos
inconvenientes, en las cortes generales de Monzón, que celebró el
dicho rey don Jaime en el año 1236, se hizo fuero que no labrase en
lo venidero cada rey su manera de moneda, como había usado hasta
aquel punto, sino que siempre fuese de la figura y ley que la había
labrado el rey don Pedro, su padre, señalada con la cabeza real a la
una parte, y a la otra con una cruz patriarcal o doble, que son dos
cruces en una; y a esta moneda llamaron jaquesa, en honra de
la ciudad de Jaca, porque en ella fue batida primeramente.
Este estatuto y perpetuidad de moneda salió muy bien en aquel reino,
y la experiencia enseñó ser necesario lo mismo en Cataluña; y
recogiendo todas las diversidades de monedas que corrían entonces,
se tomó acuerdo de batir otra de nueva ley y valor. Obstaba mucho el
juramento que había prestado el rey don Jaime, confirmando la moneda
de duplo que corría entonces, y por salir del escrúpulo podía
haber en quebrar este juramento, pidió dispensación y
absolución de él al papa Alejandro, representándole la utilidad
pública en la mudanza de moneda se había de hacer; y él con su
bula dirigida a los obispos de Barcelona y de Tortosa, les dice, que
siendo utilidad común, habiéndole relajado el juramento, le den
facultad de hacer lo que él pide, pues era cierto que si no hubieran
falsificado la primera moneda que él había jurado no mudar, no
hubiera ahora de hacer otra de nuevo; y los dos obispos, al pie de la
misma bula, hicieron esta provisión: Nos autem attendentes causas in
ipsa littera domini pape contentas omnimoda veritate fulciri et
videntes apertissime id non solum expedire vobis domino regi imo
plurimum fructuosum auctoritate domini pape nobis concessa vobis
excellentissimo domino Jacobo divina dispositione regi Aragonum
supradicto ad petitionem vestri juramentum per vos prestitum de non
mutanda ipsa moneta primitus relaxantes damus vobis plenam licentiam
novam cudendi monetam. Data Ilerde quinto kalendas Octobris anno
incarnationis Christi M.CC.LVII (1257); y entonces, tomando el
medio, no la batieron doble, por ser baja, ni de quart, por ser
demasiadamente fina, sino otra que llamamos de terno, y cada
doce marcos de ella tienen tres de plata y nueve de cobre, y el marco
de ella valía sesenta y dos sueldos de esa moneda; y estableció
aquel rey, que esta moneda fuese perpetua, como lo es el día de
hoy, según parece con su privilegio hecho kalendas augusti anno
M.CC.LVIII, en que, entre otras cosas, ordena y manda, que esta
moneda se tome en toda Cataluña, y que en los condados de Rosellón
y Cerdaña, Conflent y Vallspir, de aquella hora adelante no corra la
moneda que llamaban melguyrense (melgarense), que era moneda francesa y
usaba mucho en estas tierras, por ser tan vecinas a aquel reino; y
aún he yo visto en el testamento del rey don Alfonso el primero,
(el segundo, papanatas; cómo se llamaba el Batallador? O es que
te refieres a Alfonso I de Cataluña?) hijo de la reina doña
Petronila, que todas las mandas que hace a las iglesias de la
Prohenza, de donde él se intitulaba marqués, las hace de
esta moneda, y las que hace en Cataluña y Aragón, las hace de
morabatines; así que, esa moneda melguyrense, que era de
Francia, la destierra y saca de toda Cataluña y tierras ya dichas, y
confirma y jura por perpetua la de terno; y aún ruega al papa que
descomulgue a él mismo y sus sucesores, si la mudaran, y que todos
los sucesores, cuando empiecen a reinar, la juren y la confirmen; y
luego en el mismo privilegio la jura el infante don Pedro, su hijo,
asistiendo en todo don Ramón, vizconde de Cardona, G. de Cervelló,
Galceran de Pinos, Ramón de Guardia, Galceran, vizconde de Cabrera,
Arnaldo Guillen de Carcayano y Arnau de Vilamayor. Marquilles, doctor
catalan, en el usaje solidus aureus, declarando el
valor de los dineros de estas monedas, dice estas palabras: nota
nono: quod he monete computantur isto modo, nam moneta de quaterno
valet in duplum magis quam moneta de duplo, ita quod unus denarius de
quaterno valebat duos de duplo. Item: moneta de quaterno valet in
quarta parte magis quam de terno, ita quod tres denarii de quaterno
valent quatuor denarios de terno. Moneta vero de duplo valet in
tertia parte minus quam moneta de terno, ita quod unus denarius de
terno valet obolos tres de duplo. Nota decimo: quod secundum istum
valorem, sic compensando dictas monetas cum moneta de terno
praedicta, decem solidi de quaterno valent terdecim solidos et
quatuor denarios de terno, cum moneta de quaterno valeat in quarta
parte magis quam moneta de terno. Y más abajo dice: vel breviter
computando, computa ita: valor praedictarum monetarum est quod
duodecim denarii de dupleto valent octo denarios praesentis monetae
de terno. Praedicta vero ita existere in veritate, ut refert
Jacobus de Vallesicca, et reperta fuerunt cum monetariis Barchinonae,
et dicta moneta de terno, tam de denariis minutis quam de argento
sive croats, perpetuo stabilis est et incommutablis in lege et signo,
ut patet in constitutione SANAMENT JATSIA in curia Dertusae,
reginae Eleonoris, et in prima Barchinonae regis
Jacobi secundi CONFIRMAM E ATORGAM. Y después de esto, trae este
doctor una sentencia del rey don Jaime el segundo, hecha en
Barcelona, sexto kalendas julii anno MCCLX (1260), que yo he
visto en fólio 140 de un registro vermejo, intitulado
regi Alfonsi, en que declaró que siete sueldos de moneda doble o
de dupleto valían cuatro sueldos y ocho dineros de terno, y dando
sobre esto una regla general, manda que en las pagas de los censos y
censales, por sendos tres sueldos y tres dineros de la dicha
moneda de duplo, se hayan de pagar dos sueldos y dos dineros de
moneda de terno.
La fábrica de la moneda real de vellón, plata
y oro, toda está encomendada en Cataluña por los señores reyes a
la ciudad de Barcelona, en cierta forma, y el rey nombra sus
oficiales y la ciudad los suyos, y labrándola los unos y mirándola
los otros, sale de sus manos con la ley, peso, señales y forma
debida; y de tiempos antiguos queda esto tan bien asentado, que
apenas se ha mudado en lo esencial cosa alguna, y es tan propio de la
ciudad de Barcelona esto que el rey don Pedro, quejándose en su
crónica del rey de Mallorca, por haber batido moneda, dice estas
palabras:
Com no sia legut a ningu sino a Nos
solament batre moneda en Catalunya, e que sia
moneda barcelonesa e ques bata dins la ciutat de
Barcelona la qual moneda es apellada de tern, e
es perpetual per concessio e privilegis dels reys passats, e
encara aquella fer batre no podem sens consentiment e voler de la
dita ciutat, a la cual es encomanat per tot lo principat de
Catalunya e per avinences antigas.
Estas son las
palabras de aquel rey.
Con esta ordinación y forma de nueva
moneda, quedó abatida y con poca estima la de los condes de
Catalunya, por ser la que ellos batían de metal bajo y sin plata; y
ya no corría sino en sus tierras y aun sus mismos vasallos la
aborrecían, porque sacándola de los límites de sus señoríos,
todos la menospreciaban como a cosa de poco valor y quilate. De aquí
vino que acordaron labrar otra que aventajase a la de terno, según
les era lícito, o por consuetud, o por privilegios, o por derecho, y
la labraron de cuaterno esto es, que en doce marcos había cuatro de
plata y ocho de cobre, y así vino a tener mucho valor y ellos
facilidad en esparcirla, porque el valor era intrínseco y no
extrínseco, esto es, que valía la moneda aquello por que se daba; y
esta es la causa porque hallamos dos maneras de moneda de los condes
de Urgel, una de metal solo y poco mayor que un real catalán,
y otra muy pequeña, delgada y fina, en que manifiestamente se echa
de ver y descubre mucha plata, y esta se batió después de la de
terno; y el conde de Ampurias hizo lo mismo, y he yo visto y
tengo algún dinero suyo, que es casi todo plata, y a la una
parte tiene una cruz de las que llaman pateas, y entre dos
brazos de ella hay un arandel de lanza, quedando sin nada el
espacio queda entre los demás brazos, y al derredor dice: UGO
COMES +, y a la otra parte hay un puñal, y al derredor dice:
IMPURIARUM: será de peso de poco más de cuatro granos de plata.
Esta finura y buena liga en la moneda eran trazas de los que la
batían, ordenadas todas a que se esparciese y sin dificultad fuese
tomada, y es cierto que aunque tan fina y buena, siempre quedaba
alguna ganancia para el dueño de ella.
La moneda pequeña de que
hablamos arriba era corriente y muy ordinaria en el condado de Urgel
y vizcondado de Ager, por la vecindad hay con el reino de Aragón, y
por la bondad de ella y mixtura de plata que en sí tenía; y esto
obligó a los condes de Urgel, que la suya fuese en valor y bondad
igual a la de aquel reino, porque a no haberlo hecho de esta manera,
quedaba difícil la expendicion de ella. Batíanse estos
dineros de los condes de Urgel, unos en la ciudad de Balaguer, y los
llamaban denarios comitales, que es como si dijéramos dineros
condales, o dineros de los condes; y otros en la villa de
Agramunt, y a estos llamaban dineros acrimonteses, y unos y
otros eran de una liga y valor, aunque algo diferentes en los
señales, pero en el valor iguales; y todo era uno pagar en dineros
de Agramunt o en dineros condales o de los condes. Y por eso el
conde don Pedro, en su testamento, ordenando la caridad y limosna de
fundaciones pías dice: et dentur cuilibet dictorum presbiterorum qui
fuerint in celebratione dictarum missarum et unam de ipsis dixerit ob
Dei reverentiam duodecim denarii Acrimontis vel
comitales Urgelli, de donde, y de la combinación he hecho de
unos dineros y otros, infiero ser todos una misma cosa.
Eran
estos dineros de Agramunt y comitales Urgelli del mismo valor que los
jaqueses, y consta de muchas escrituras antiguas. En un auto
hecho a 19 kalendas septembris MCCCXV (1315), folio 129 de un
registro del archivo real de Barcelona, intitulado Comitatus Urgelli
anni MCCCXIV usque MCCCXXVII, dice el infante don Alfonso, conde de
Urgel, que después fue rey de Aragón, estas palabras: et ideo
retinuit sibi dictus dominus rex in solutum et satisfactionem
predictorum dictam monetam jaccensem pro dicta moneta
acrimotensi (acrimontensi) cum tantum
valeat moneta acrimontensis quantum valet moneta
jaccensis; y en el mismo registro, folio 127, hay otro auto hecho
el mismo día, en que se leen estas palabras: et ideo retinuimus
nobis predictas quadraginta mille libras acrimontenses
de predictis quinquaginta mille sexcentis quinquaginta libris
acrimontensibus in solutum et satisfactionem dictarum quadraginta
mille librarum jaccensium cum tantum valeat moneta
acrimontensis quantum valet moneta jaccensis; y ya en otro
auto hecho pridie idus julii del mismo año, que es en dicho
registro, folio 126, dice: concedimus vobis recipiatis et recipere
possitis et retinere in solutum et compensationem quadraginta mille
librarum jaccensium de predicto debito quadraginta mille librarum
acrimontensium de illis pecunie quantitatibus etc. Diferenciábase
esta moneda de la de Barcelona, porque el dinero jaqués y el de
Agramunt y el de los condes era de más valor que el de
Barcelona, por ser de mejor metal, y por eso el sueldo jaqués
valía catorce dineros y aún más que el de Barcelona, y
esta subía y bajaba, según las ocasiones y tiempos, y en el año
1322, en una época que firman los marmesores del testamento del
conde Armengol, el rey don Jaime, reduciendo la una moneda a la otra,
dice, que aquel año, en Lérida, el sueldo jaqués había
valido catorce dineros barceloneses y una pugesa; y
antes, en el año 1315, catorce dineros de Barcelona valían
doce dineros y tres pugesas jaquesas; y en el año 1327, el
sueldo jaqués vino a valer diez y seis dineros
barceloneses; y de esta manera subían y bajaban estas monedas, y
aún en el día de hoy (mediados
del siglo XVII según Bofarull en la introducción)
vale el sueldo barcelonés once dineros de Jaca y
el ducado veinte y cuatro sueldos barceloneses y veinte y dos
jaqueses, y de esta manera se reducen y cuentan estas monedas en el
Racional de Cataluña, donde se toman las cuentas de las
rentas reales de algunos vecinos de la Corona de Aragón. Bien es
verdad que en nuestros días los dineros de Barcelona y jaqueses no
son en la bondad y mixtura de los metales lo que eran en aquellos
tiempos; porque todo se ha alterado, y yo no entiendo hablar de la
moneda que ahora corre, sino de la que corría en tiempo de los
condes de Urgel. De estas monedas de los condes solo han venido a mis
manos dos maneras o especies de ella, una de cobre, y es del tamaño
de un real catalán, antes más que menos: a la cara son los
cuatro palos de las armas reales, y al reverso los
escaques (jaqueles) de Urgel de esta manera, sin
conocerse letras algunas:
(falta la imagen) |
la otra especie es de
mejor metal, y se conoce que las doce partes de él la tercera es
plata. De estas he * de los condes Armengoles, y del conde don Pedro,
y *tienen a la una parte una cruz de las que llaman pe* con cuatro
puntos o roeles entre los cuatro brazos * cruz, y al reverso hay
un cayado de pastor en med* unas yerbas y flores, como por
significar la fertilidad * condado de Urgel y vizcondado de Ager, así
en div* de granos,como ganados, y al rededor se leen estas
palabras: en unas, ERMENGAUDUS COMES URGELLI otras, PETRUS DEI GRATIA
COMES URGELLI.
Otras había, a la cara, con la cruz del modo que
*
otras, y al reverso las armas del conde don Pedro, y al
derredor: PETRUS DEI GRATIA COMES URGELLI VI.... (por faltar lo
demás, que es: CECOMES AGERENSIS); y eran del tamaño de un ardite
catalán, aunque muy delgados, y pesa cada uno de estos dineros
cinco granos de plata.
Otros dineros había del mismo peso y tamaño: a la cara la cruz,
y al reverso una V con un cayado de pastor en medio de ella, y al
rededor unas letras, que leidas con trabajo, dicen:
ACRIMON. URGE.
ERMENG. COM.
Sin éstas había otras de hoja de latón, delgado
como fuslera, y del talle de los dinerillos con que los
clérigos en el coro pagan sus distribuciones, y propiamente no se
pueden llamar moneda, porque no es señalada sino a la una parte: es
del tamaño de los otros dineros, pero el peso es poco y solo llegan
a dos granos, y creo que debían ser mallas o pugesas,
y por tales corrían; y las que yo he visto, todas son del tiempo de
la infanta doña Teresa, porque al rededor se ven estas letras: TE.
COM., y en otras, TER. COM.; y de estas aún hay algunas, porque como
en ellas no había más de la hoja de latón, y aun esa muy delgada,
no podían aprovechar a nada, como las otras en que había mucha
plata; y solo tenían cara, y no reverso, porque con un punzón de
acero quedaban señaladas. Estas eran las monedas que hacían los
condes. A más de ellas corrían también pugesas, y de éstas había
en muchas maneras: las mejores eran las de la ciudad de Lérida:
estas eran de metal, de peso cada una de catorce dineros de
plata; a la cara estaban las tres flores de lis de Lérida,
que vulgarmente llaman los ramilletes, sin letras algunas, y a
la otra las mismas flores, y al rededor dice: PUGESA DE LEYDA.
Cada una de ellas tenía el valor de la cuarta parte de un dinero, el
cual en Cataluña se divide en mallas, que llaman obulos en
latín, y las mallas se dividen en pugesas, y estas en latín las
llamaban pictas y usaban mucho por aquella tierra: yo he visto
muchos privilegios y concesiones de batirlas, y por ejemplo traigo
uno del infante don Alfonso, que, siendo rey de Aragón, le concedió
a Ramón de Cortit, y era de esta manera.
Nos Alfonsus
Dei gratia rex Aragonum Valentiae Sardiniae et
Corsicae ac comes Barchinonae dignum arbitramur et
congruum quod benemeritos qui jugiter in nostris adherent servitiis
et in eisdem laborare nituntur fideliter nostris regiis favoribus
prosequamur: Considerantes igitur quamplurimis servitiis nobis per
vos fidelem nostrum Raimundum Cortiti exhibitis et que
exhibere nitimini incessanter nec minus probitatis vestre meritis
contemplatis cum praesenti carta nostra concedimus vobis dicto
Raimundo quod quamdiu nobis placuerit possitis cudere seu cudi
facere in villa et valle Agerensi monetam
pictarum sive pugesas de metallo aeris
dumtaxat ad figuram sive sigillum vestrum in eisdem impressum prout
alii quibus in comitatu Urgelli potestatem cudendi
pictas contulimus cudunt seu cudi faciunt ac
fecerunt easdem. Vos vero teneamini antequam dictas pictas sive
pugesas incipiatis cudere seu cudi facere assecurare idonee in posse
bajuli ejusdem villae Agerensis per idoneas cautiones quod
quandocumque dictae pugesiae ab earum valore minuentur seu ab
aliquibus recipi comuniter recusentur ipsas pugesias juxta earum
valorem et extimationem recipiatis a personis quae ipsas tenuerint et
per vestros successores recipi in posterum faciatis. Mandantes per
praesentem eidem bajulo nec universis et singulis officialibus
nostris praesentibus et qui pro tempore fuerint quod concessionem
nostram hujusmodi firmam habeant et observent et faciant ab aliis
inviolabiliter observari dum de nostro processerit beneplacito
voluntatis et non contraveniant nec aliquem contravenire permittant
aliqua ratione. In cujus rei testimonium praesentem cartam nostram
inde fieri jussimus nostro pendenti sigillo munitam. Data Ilerdae
(por eso se pronuncia en Lérida: Lleidae, como Tortosae, Favarae,
Maellae.) decimo kalendas decembris anno Domini MCCCXXVIII
(1328).
Y después en Tortosa, tertio idus septembris
MCCCXXXI (1331), concedió lo mismo a Pedro Ferrer de
Agramunt: y sin estas hay otras muchas concesiones, que eran en aquel
tiempo necesarias en el condado de Urgel para el común comercio,
por haber entonces poco dinero, de donde nacía también otra
comodidad, y era ser todas las cosas más baratas que ahora, que
hay tanto, porque es cierto que la abundancia lo encarece todo y
la falta lo hace barato.
Eran los condes muy celosos de su
moneda, y no sufrían fuese recusada en los lugares y pueblos donde
solía correr, en las compras y ventas. Sobre esto tuvo el rey don
Alfonso algunos disgustos con don Arnaldo de Lordat, que
había hecho alguna ordinacion en perjuicio de esta moneda, y
le envió una carta que decía:
Alfonsus Dei gratia
rex Aragonum et comes Barchinone venerabili in Christo
patri A. divina providentia Urgellensi episcopo salutem. Ad
nostrum noveritis pervenisse auditum quod vos auctoritate propria
ordinastis quod in loco de Sanahuja in quo moneta
acrimontensis currebat et percipiebatur in venditionibus
et emptionibus et aliis quibuscumque contractibus a tanto tempore
citra quod hominum memoria in contrarium non existit currit nunc et
percipitur moneta barchinonensis et instrumenta quoruncumque
contractuum fiunt ad monetam barchinonensem supradictam. Sane
cum predicta ordinatio si ita est in prejuditium comitatus
Urgelli redundare noscatur: ideo jura et libertates
conservare volentes ut convenit illibatas requirimus et monemus vos
quatenus ordinationem predictam revocare curetis alias nos ad
conservationem juris dicti
comitatus provideremus in
predictis suadente justitia prout fuerit faciendum. Data Valentie
V kalendas februarii anno Domini MCCCXXXII.
(1332).
Y el obispo revocó todo lo que había hecho en
perjuicio de la moneda acrimontense.
Corría asímismo en
el principado de Catalana y en el condado de Urgel moneda de plata
del mismo quilate, valor, peso y hechura que son los reales
catalanes que usamos el día de hoy, y se echa de ver en los que
han quedado y se conservan de los reyes Alfonsos, Jaimes, y Pedros:
llamábanlos, no reales como hoy, sino croats, (en 2020
sería creuats) por la cruz que había en ellos, y
tuvieron diversos valores y precios, y de quince dineros y aún menos
que habían valido en tiempo del rey Alfonso el sabio y sus
antecesores, han venido a valer veinte y cuatro dineros. Corrían
asímismo medios reales, que llamaban sueldos o medios
croats, por valer la mitad del real o croat,
y esta era la moneda más usada en los contratos, ventas y compras,
de suerte que como hoy contamos por libras, en aquellos
tiempos todo era contar por sueldos, como en Castilla
por maravedises; porque como había tanta penuria de moneda,
hacía tanto uno con un sueldo en aquel tiempo, como en el nuestro
con una libra. Ya en otra parte de este libro traigo un arancel del
valor de las aves y del trigo y del vino en Castilla y en Cataluña,
en que se echa de ver que era tan rico uno con diez sueldos,
como el día de hoy con diez escudos.
Toda esta moneda
barcelonesa, así de plata como de metal, y la del condado de Urgel,
tiene cruz, como la suele tener toda suerte de moneda de cristianos,
los cuales es muy justo que con tan divino y salutífero carácter
señalen todas sus cosas, y más la moneda que tanto traemos en las
manos, y por quien muchos olvidan y aún desconocen aquel Dios y
Señor nuestro que santificó y dio valor a la cruz, cuya virtud es
tanta, que hablando de esta materia dice un autor: fieri enim non
potest, quin ex tot millibus qui monetam crucigeram quotidie
versant ac reversant, querant aut secum reputent, quid crux sibi
velit? Quale sit simbolum? Cujus misterii misterium? Quae crucis
virtus? Quae potentia? et id genus alia; y esto es muy antiguo en la
república cristiana, y el emperador Constantino fue el
primero que la puso en sus monedas en esta manera (P como espada
que atraviesa a la X); y aunque ya antes de él había
emperadores cristianos, pero no hay memoria que en sus monedas
esculpieran este sacrosanto y divino señal, aunque sus
sucesores lo usaron, como parece en las medallas de Crispo, de
Constantino, de Contancio y de Constante, sus hijos, de
Magnencio y Decencio, tiranos, de Galo César, hermano de Juliano
Apóstata, de los emperadores Valentiniano y Valente, Teodosio Magno
y sus dos mujeres Elia Placila y Gala Placidia, de Arcadio y Honorio,
del otro Teodosio, de Elia Eudoxia, su mujer, de Valentiniano
tercero, de Licinia Eudoxia, su mujer. Gala Placidia, su madre, y
Honoria, su hermana, de Marciano, de Elia Pulcheria, su mujer, de
León, emperador del Oriente, y de Mayorino, del Occidente, de
Anthemio, de Julio Nepote, de León el Mozo, de Zenon, de Basilisio,
de Anastasio, de Justino el Viejo, de Justiniano (y este fue el
primero que puso la cruz sobre el globo, o bola o mundo que llevan
los emperadores en las manos), de Mauricio, de Focas, de Heraclio, de
Juan Paleologo, de Teofilo, de Basilio Macedonio y de otros muchos, y
de otros césares y emperadores, sus sucesores, según parece en
Grazerio Bossio, y otros que tratan de cruces; y en los Diálogos de
don Antonio Agustín, arzobispo de Tarragona, y en aquella historia
de los siete durmientes se prueba cuán ordinaria era en
aquellos tiempos la cruz en los dineros, porque habiendo salido uno
de ellos de la cueva, donde había dormido más de ciento setenta
años, para comprar el sustento, fue preso por gentil, porque
pagaba con moneda de gentiles, o porque se sospechó que había
hallado algún tesoro antiguo y pretendía el fisco ser suyo; y él
dio por defensa (porque ignoraba haber dormido tanto), que aquella
era moneda muy ordinaria. Al comprobarla con la que (se) usaba
en el tiempo que despertó, halló en toda la señal de la cruz, y
con esto se descubrió lo que pasaba. Esto fue el año 430 de Cristo
Señor nuestro, e imperaba Teodosio; y desde aquellos siglos hasta
nuestra edad, se ha conservado esta buena costumbre, y como dije,
apenas hay moneda de cristianos que esté sin esta señal; y aunque
cada príncipe y república pone en las monedas sus armas,
señales o empresas, pero en todas hay cruz, y cuando no, imagen
de algún santo o palabras de la sagrada Escritura, en que se echa de
ver la religión y piedad de los que batieron la tal moneda; y por
eso los reyes católicos don Fernando y doña Isabel, en los
reales de plata que batieron, antes de aquellos en que vemos
el yugo y saetas (empresa propia de ellos), ponían a
la una cara la águila del Evangelista san Juan, (que
no es la de Franco, como creen algunos tontos del siglo XXI que han
ido al colegio) con una diadema o patena en la
cabeza, y al pecho las armas de Castilla, y a la otra las *
Cataluña y Sicilia, con un
mote que decía: DOMINUS *MIHI ADJUTOR; y lo mismo hacían en los
doblones que llamaban de a dos o de dos caras, y nosotros hoy
llamamos *atines, por valer treinta y tres reales catalanes,
en que *está el águila con la misma corona, y un mote
al derredor que dice: SUB UMBRA ALARUM TUARUM PROTEGE *NOS; y aunque
generalmente todos ponen cruz, pero unos * forman de una manera,
otros de otra. Los reyes católicos de España en sus doblones
de oro la ponen como la * Jerusalén, que Casaneo llama
Pontennata, y por esto * Cataluña los llamaban creuhets;
los reyes de Portugal hacían lo mismo en sus festones,
y los de Navarra no la *olvidaron en sus monedas.
Enrique,
rey de Inglaterra, hizo unos doblones de oro, a * una parte un
san Miguel y a la otra una nave, con sus armas en medio de ella, y
por timbre de ellas una cruz muy grande y vistosa (no dice qué
Enrique era), y al derredor * mote que decía: PER CRUCEM TUAM SALVA
NOS CHRISTE REDEMPTOR; y dice Polidoro Virgilio, lib. 16 de la
historia de Inglaterra: "era ley de aquel reino, que * monedas
de plata habían de tener una cruz tan grande, que llegasen los
brazos de ella al extremo de las tales monedas; y por eso Eduardo,
rey de Inglaterra, o la ciudad de Londres, a la una parte puso su
rostro, y a la otra una cruz, con unas letras al derredor, que dicen:
POSUI DEUM ADJUTORIUM MEUM. LONDON CIVITAS; y en las historias de
Escocia, hallamos que Donaldo, que fue el primer rey cristiano de
aquella isla, batió monedas de oro y de plata, que tenían a
la una parte la santa cruz y a la otra su rostro, acordando con esta
señal a sus sucesores haber sido él el primero que tomó la
religión cristiana.
El rey don Fernando el primero de Aragón
hizo unos reales, que a la una parte puso su rostro, y a la
otra una cruz con unas letras que decían: INIMICOS EJUS IN *DUAM
CONFUSIONE; y cuando no había lugar de meter en la parte más
principal de la moneda la cruz, la ponían al derredor, antes del
nombre del príncipe o del mote que había de haber. Así lo hizo el
rey don Pedro de Castilla en sus reales, que ponía su rostro y
nombre, y al reverso una P. con una corona real como por tilde,
y sobre ella una cruz, y luego unas letras que decían: DOMINUS MIHI
ADJUTOR ET EGO DESPICIAM INIMICOS MEOS. Así lo hizo también el rey
don Martín de Sicilia, que en los reales puso a la una parte una
águila, y a la otra las armas de Cataluña, (las de
Aragón, como su padre el rey Martín I el humano) y al derredor,
a la parte del águila: MARTINUS DEI GRATIA REX SICILIE; y a la parte
de las armas: + AC ATHENARUM ET NEOPATRIE DUX: así que antes de
poner su nombre y títulos, antecedía la santa cruz; y lo mismo
observaron el rey
don Juan, que sucedió en aquel reino, y el rey
don Enrique el cuarto de Castilla y otros que dejo. Pero ¡qué nos
maravillamos que estos príncipes tan católicos honraran sus monedas con tan divina señal, divisa y arma propia del cristiano
y en que está nuestro bien y salud, si los enemigos de ella, de
quien dice san Pablo, que su fin será mala muerte y su Dios es su
vientre, y su iglesia confusión, y su sabiduría no pasa de cosas
terrenas (claro, los musulmanes y judíos no saben nada de Dios),
la honran y veneran, y no pueden negar lo bueno y santo que hay en
ella, como vemos en unas medallas que trae el padre Grizerio, de la
Compañía de Jesús, en el libro de Santa Cruz, que a la una parte
está la Santa cruz, con unas letras alrededor que dicen: CRUX
CHRISTI MEA SALUS, y a la otra el rostro del impío y malvado
*heresiarca Lutero, estar de
aquella medalla (en lo que se verificó el refrán castellano que
dice: tras la cruz está el diablo)! que siendo aquel sacrílego
hombre el mayor enemigo de ella, no pudo disimular, que en ella está
nuestra salud y bienaventuranza;
y aunque hay algunas monedas de católicos en que los dueños de
ellas no la pusieron, pero en lugar de ella ponían la imagen de
algún santo, como el pontífice romano san Pedro, el reino de
Hungría la Virgen nuestra Señora con su hijo en los brazos, la
ciudad de Bolonia san Petronio, Venecia el león de san Marcos, los
duques de Saboya la Anunciación de Nuestra Señora, y así otros,
según las devociones de cada uno.
Estas cruces que están en las
monedas están adornadas de diversas maneras, ya con flores en los
remates, que Casaneo por eso las llama cruces florenciatas,
como las de los reales de los archiduques Alberto e Isabel; ya
anchas y extendidas en los remates, como las de los reales
catalanes y de los reales que dije del rey don Fernando el
primero y del rey de Navarra y del rey de Inglaterra o de la ciudad
de Londres, y otras que Casaneo llama cruces pateas, como la
de Jerusalén; ya de otras maneras, según la invención y sentir de
cada uno: y al derredor de ellas, porque estén más vistosas y
acompañadas y con mejor adorno, ponen o cruces pequeñas, como las
de Jerusalén, o roeles, o flores, o arandelas de lanzas, como lo
vemos en las cruces de los reales y monedas catalanas, que al
derredor de la cruz están seis roeles y dos arandelas de lanzas....
*rales en aquellos tiempos habían tenido gran comercio con los
pueblos de la Corona de Aragón, donde estabn expatriados muchos de
ellos, y apenas había ciudad de consideración donde no tuviesen
numerosas cofradías o colegios, en que se juntaban a tratar sus
cosas. En Barcelona aún queda rastro de esto en el monasterio de San
Agustín, donde tenían la capilla de San Juan Bautista, que es de
las más grandes y capaces de todas las de Barcelona: y después de
salidos ellos de aquella ciudad, por conveniencias
públicas, la
dieron los religiosos de aquel monasterio a la familia y linaje de
Cassador, que siendo dueños de ella, quitaron todas las armas de los
florentinos y metieron las suyas, salvo en dos ladrillos
del altar, donde el sacerdote tiene los pies, que esas quedan, y en
ellos una flor de lis, como la que estaba en los florines
de que tratamos, que por usar
tanto, los más de los contratos se
hacían con ellos: en latín los llamaban áureos, y por este
vocablo eran ellos, por antonomasia, entendidos; y aunque había otra
mucha moneda de oro, pero esta era la más corriente y usada y casi
propia de la tierra, y tan propia, que estando ya acabados, y, si no
es por reliquias, no hallándose uno, todas las
penas que pone el
rey por observancia de sus privilegios y mandamientos son de
florines, y esto lo vemos a cada paso, y es muy ordinaria la
de los quinientos florines aplicadores a los cofres reales.
Era el peso de ellos sesenta y ocho granos, y el oro de ley de
diez y ocho quilates. A la cara cabía un san Juan Bautista, y al
reverso una flor de lis. Han tenido diversos valores y
precios: en tiempo del rey don Pedro el Ceremonioso, en las cortes
que se celebraron en la ciudad de Tortosa, se ordenó que el florín
valiese once sueldos, y por ese valor corriese y fuera recibido en
todos los contratos y pagas, compras y ventas, y que los cambiadores
hubieran de dar, en trueco de cada florín de moneda
barcelonesa, diez sueldos y once dineros, y no menos, y esto so
graves penas, según parece en una provicion o pracmática
real, hecha en Tortosa a 15 días del mes abril del año 1365; y
de esta manera se entretuvo mucho tiempo; y en el año 1410, que
murió el rey don Martín, valía lo mismo: después valió trece
sueldos barceloneses, y en el año de 1490 diez y siete sueldos, y
así se quedó, y el día de hoy lo cuentan de esta manera; y aunque
no los hay, pero en las penas y derechos se han de pagar con
florines, los cuentan a dicho precio.
Noble de nave viejo
era otra moneda de oro, y a la una parte tenía señalado un hombre
noble, dentro de una nave, con una espada en la mano y un escudo
en la otra, con flores de lis y leones dentro del escudo: es su peso
de dos florines y trece granos; su ley es de veinte y tres
quilates y tres cuartos; su valor, siendo del dicho peso, es de
treinta sueldos, y si falta algo, se quita a razón de tres dineros
por cada grano que falta.
Otros hay de Inglaterra y tienen
el mismo señal, pero eran moneda más moderna, y el peso era dos
florines no más, y su valor veinte y ocho sueldos, siendo del dicho
peso.
Doble cursada vieja de Castilla se conoció que de la una
parte tenía un rey coronado, y de la otra parte dos leones y dos
castillos, el uno contra del otro: su peso era un florín y veinte y
siete granos; era a ley de veinte y tres quilates y tres cuartos.
Doble castellana de la banda se conocía porque a la una parte
tenía una barra que estaba de travieso como banda, y a cada cabo de
ella una cabeza de dragón, y de la otra parte dos castillos y dos
leones, como la doble cursada: su peso era un florín y veinte y dos
granos, y valía quince sueldos cuatro dineros, y era a ley de diez y
nueve quilates.
Doble morisca vieja tenía a la una parte ciertas
letras moriscas, y a la otra ciertas señales, para nosotros
incógnitas: su peso era un florín y veinte y dos granos, y era a
ley de veinte y un quilate: valía quince sueldos, ocho dineros.
Doble baladina a la una parte tenía letras moriscas, y a la otra
ciertas señales, y ente ellas esta (estrella de 6 puntas,
como las que tiran los ninjas). Es de ley de veinte y un
quilates: el peso era un florín y veinte y dos granos, y valía
quince sueldos.
Doble forcia tenía a todas partes caracteres
moriscos: era del tamaño y ruedo del florín de Aragón, pero más
gruesa: había de muchas leyes, y no se podían conocer, sino era
dándoles un toque: había de ellas que llegaban a veinte y dos
quilates y medio, pesaban un florín y veinte y cuatro granos, y
valían las mejores diez y seis sueldos, seis dineros.
Escudo
viejo tenía a la una parte un escudo con tres flores de lis
dentro de él, y sobre el escudo había una corona, y a la otra parte
había una cruz grande: pesaba un florín y nueve granos, y valía,
siendo del dicho peso, quince sueldos y nueve dineros.
Escudo
nuevo de Tolosa, llamado así, aunque impropiamente, por ser propio
nombre Escudo de Mompeller, * tiene a la una parte un escudo con tres
flores de lis, y a la otra una grande cruz, y al lado hay una corona
que llamaban de Tolosa, de do vino llamarlos escudos de Tolosa: eran
a ley de veinte y dos quilates y algo más; valían quince sueldos
dos dineros, y pesaban un florín, y había algunos de ellos que
tenían dos coronas junto al escudo.
Otros escudos había que
eran propios de Tolosa, y a la una parte había un escudo con tres
flores de lis, con corona, y a la otra parte había una cruz grande:
pesaban un florín
y seis granos, y valían quince sueldos, dos
dineros.
Escudos de Tornay, a quien llamaban torneses, y habla de
ellos Desclot, en su historia, lib. 2, cap. 9: a la una parte
había un gran escudo, y a la otra una grande cruz, y era su quilate
de mal conocer: los mejores eran a ley de veinte quilates; pesaban un
florín y cuatro granos, y valían trece sueldos.
Escudos de Niza
eran como los Tornay: el oro era como el de los escudos que decían
del molton (mouton; moltó) o del carnero;
valían once sueldos, y eran a ley de diez y ocho quilates: no hallo
qué peso;
Ducados de Venecia a la una parte tenían al Padre
Eterno, con estrellas al derredor, y a la otra parte san Marcos, con
un ángel arrodillado: era su peso un florín y un grano: valían
quince sueldos cinco dineros, y el oro era de ley de veinte y tres
quilates y tres cuartos.
Ducado romano tenía a la una parte el
Padre Eterno, como los venecianos, con un ángel que está
arrodillado, con una verónica en las manos, y a la otra parte
san Marcos, y hay unas letras que dicen: Roma caput mundi; su
peso es un florín y un grano, a ley de veinte y dos quilates: valía
quince sueldos.
Ducado del rey era como el veneciano, y valían
quince sueldos, cuatro dineros.
Ducado de Rodas: a la una parte
es san Marcos y a la otra el Padre Eterno, y san Marcos tiene debajo
los pies una cruz como la de los caballeros de San Juan: es su
peso un florín y un grano, y vale doce sueldos y ocho dineros, a ley
de veinte quilates.
Ducado turco: a la una parte es Dios Padre, y
a la otra san Marcos, así como el veneciano; su oro es muy blanco y
llamábanle oro cato; valía diez sueldos cuatro dineros, y su
peso era un florín y un grano.
Florín de Florencia: a la una
parte había un san Juan Bautista, y a la otra una gran flor de lis,
así como los de Aragón, y los había grandes y pequeños: era su
peso un florín y un grano, a ley de veinte y tres quilates y tres
cuartos, y valía quince sueldos, seis dineros.
Florín de
Génova, que llamaban genovés: había e la una parte un castillo, y
a la otra una cruz: su peso era un florín y un grano, ley de veinte
y tres quilates, y valía quince sueldos y seis dineros.
Florín
de Sena: a la una parte había una grande S, y a la otra una cruz,
como el de Génova, a ley de veinte y tres quilates y tres tercios.
Florín de Cambré: a la una parte hay un duque armado que sube a
caballo, y a la otra un yelmo sobre un escudo, y en él una sierpe
que se traga un dragón: su peso en un florín y un grano valía
catorce sueldos y seis dineros, y es a ley de veinte y dos quilates y
tres cuartos.
Florín del Rin: de la una parte es san Juan, y de
la otra un escudo con palos; y de estos hay de muchos cuños, aunque
todos a la una parte tienen a un san Juan, pero *a la otra había
diversos señales: su peso era un florín y un grano, y había de
ellos de diversos quilates: los mejores *eran de veinte, y valían
doce sueldos y seis dineros, y algunos de ellos tenían el señal de
Flandes.
Florín de Bolonia: a la una parte tenía un león, con
una bandera a los pies, y a la otra la imagen de san Pedro con la
llave en la mano: era su peso un florín y un grano, valía
catorce sueldos seis dineros, y era a ley de veinte y *os quilates.
Florín del papa Martín, que llamaban de Cambré: tenía a la
una parte una corona, y sobre ella otra, y a la otra parte san Pedro
con las llaves en las manos: su peso era un florín y un
grano, valía catorce sueldos, seis dineros, y era de ley de veinte y
dos quilates. Otros había del mismo peso y quilate y a la una parte
era San Juan, y a la otra una *erna en medio de un escudo. Otros
había del mismo peso, que llamaban de Cambré: valían lo mismo; el
oro era de veinte y un quilate, y a la una parte era san Juan
Bautista, y a la otra una flor de lis.
Florín de Pisa: a la una
parte tenía una imagen de la Virgen nuestra Señora, con su hijo en
los brazos, sentada en una silla, y a la otra una águila coronada,
con las alas extendidas: su peso era un florín y un grano, valía
catorce sueldos seis dineros, y era a ley de veinte y dos quilates.
Florín de Madama: era del mismo peso, valor y quilate, a la una
parte había san Juan, y a la otra una cruz grande, con tres más
pequeñas al derredor.
Florín de Santa Elena: a la una parte hay
una cara de hombre, y al reverso un ángel con una cruz en la mano:
era su peso un florín y un grano, valía diez y seis sueldos, seis
dineros, y era de ley de veinte y tres quilates y cuatro cuartos.
Florín de Luca: en la una parte tenía san Pedro, con las
llaves, y a la otra una testa de rey: valía catorce sueldos, seis
dineros, y era de la ley de veinte y tres quilates y un cuarto.
Florín del papa Alejandro: a una parte había un sol con rayos,
y a la otra san Pedro: su peso era un florín y un grano, valía
catorce sueldos dos dineros, y era de veinte y tres quilates y
tres cuartos.
Florín de Bohemia: a la una parte había un rey con
corona, con una vara en la mano derecha, y un globo a la otra con,
una cruz pequeña sobre ella, y a la otra parte un león con una
cola que remata en dos ramales o dos colas: su peso era un florín y
un grano, valía catorce sueldos seis dineros, y era su ley de veinte
y tres quilates y dos tercios.
Florín de Riga: a la una parte
estaba la Virgen nuestra Señora, con su hijo en los brazos, y a la
otra parte un mundo de esta hechura (círculo con diagonal, casi
como prohibido aparcar): era su valor doce sueldos, el peso un
florín y un grano; su ley era de veinte quilates, y de estos había
algunos que a la parte donde está la imagen de Nuestro Señor había
un obispo.
Franco a pie: a la una parte había un hombre a pie,
armado, y a la otra una cruz: valía quince sueldos seis dineros, y
pesaba un florín y seis granos y era de ley de veinte y tres
quilates.
Franco a caballo: era del mismo valor, ley y quilate: a
la una parte había un hombre armado a caballo, y a la otra una gran
cruz.
Franco de a pie de Francia: tenía a la una parte una gran
cruz y a la otra un rey coronado, sentado en una silla: a la una mano
tenía una espada, y a la otra un escudo sembrado de muchas flores de
lis: es a ley de veinte y tres quilates, pesa un florín y veinte y
dos granos, y era su valor quince sueldos, seis dineros.
Real de
Francia: tiene a la una parte una cruz, y a la otra un rey, que tiene
en la mano una pierna de hombre: pesaba un florín y seis granos,
valía quince sueldos, y era a ley de diez y siete quilates y medio.
Real de oro de Mallorca: a la una parte había un rey coronado,
con una espada en la mano, y en la otra una bola o globo, con una
cruz pequeña encima de él, y a la otra parte hay una cruz con dos
palos: era su peso un florín y cuatro granos, valía doce sueldos, y
era a ley de veinte quilates.
Ducado de Saboya: a la una parte
estaba la imagen de san Miguel, con un duque que estaba arrodillado a
sus pies, y a la otra un timbre (llamaban timbre el yelmo o celada
que ponen los caballeros sobre sus armaduras): era a peso un florín
y un grano, a ley de veinte y tres quilates y medio, y valía catorce
sueldos, cuatro dineros.
Doble blanquilla morisca: tiene a todas
partes unas letras moriscas, y en el color tiene más de blanco que
de amarillo: era el peso un florín y veinte granos, y valía diez
sueldos.
Molton de Mompeller: tenía a la una parte un ángel con
una bandera en la mano, como la del cordero pascual, y a la otra
parte una cruz: su peso era medio florín y cinco granos, era a ley
de diez y ocho quilates, y valía ocho sueldos, ocho dineros.
Otros
moltones había, que llamaban de San Andrés, y tenían los mismos
señales que los precedentes, y solo se conocían en la color del
oro: era el peso medio florín y quince granos, valían seis sueldos
y seis dineros, y eran a la ley de diez y seis quilates.
Timbre
de Perpiñan: había a la una parte un rey con vestiduras largas
hasta los pies, con cetro y globo en las manos, y sobre el globo una
cruz pequeña: a la otra parte había un escudo con un yelmo que,
como dije, llamaban timbre, y sobre él, como por cimera, una cabeza
de dragón: pesaba un florín y once granos, valía quince sueldos,
seis dineros, y era su ley de veinte y dos quilates.
Timbre de
Valencia, de quien hace mención Jaime Roig en sus poesías:
a la una parte tenía un escudo con un yelmo y una cabeza de dragón
sobre él, y a la otra parte las armas reales de Cataluña,
que el vulgo llama de Aragón, que son los cuatro palos: era su
peso medio florín y catorce granos; valía ocho sueldos, seis
dineros, y era de ley de veinte quilates.
Gostara de Sicilia:
había en la una parte una águila coronada, con las alas extendidas,
y a la otra parte las armas reales de Cataluña, que son los
cuatro palos. Estas monedas no tenían peso ni ley cierta, y así
se tomaban por lo que pesaban y por lo que valía el oro.
Salvis o
Salvos eran unos escudos de oro, llamados así, porque a la una parte
estaba la salutacion de la Virgen nuestra Señora, y debajo de
ella un escudo, con flores de lis, y a la otra parte una cruz con un
león y una flor de lis: era su peso un florín y un grano, valía
catorce sueldos, seis dineros, y era de ley de veinte y seis
quilates.
Morabatin de oro, que llamaban de tabla, nuevo, tenía
* todas dos partes una cruz con letras y caracteres góticos; pesaba
un florín y ocho granos, valía catorce sueldos, diez dineros, y era
de ley de veinte y dos quilates.
Morabatin de oro, que llamaban
de tabla, viejo, tenía asímismo a la una parte y a la otra una cruz
con letras y caracteres góticos, y pesa también un florín y ocho
granos: era a ley de veinte y dos quilates, y valía quince sueldos,
cuatro dineros.
Morabatin Alfonsino de oro: a la una parte tiene
un rey armado, a caballo, con la mano alta y la espada en ella, y al
derredor hay unas letras góticas, y a la otra parte hay un escudo,
dividido en cuatro, que tiene a la parte derecha alta e izquierda
baja dos cruces, y a la parte izquierda alta y derecha baja las armas
de los reyes de Aragón: pesaban un ducado y medio, y valían
veinte y tres sueldos, y eran de veinte y tres quilates.
Raudill
(o Baudill) de Flandes: tenía a la una parte un hombre
armado, a caballo, y tenía en la una mano una espada y en la otra un
escudo, y bajo del caballo tenía cuatro letras, y a la otra
parte tenía el señal de Flandes, con flores de lis, compuestas en
forma de cruz: valía quince sueldos, seis dineros, pesaba un florín
y tres granos, y era de ley de veinte y tres quilates y medio.
Besant de Alejandría: tenía de la una parte y de la otra
ciertas letras o caracteres moriscos (Bizancio?), como las
dobles moriscas, pero eran más formados y bien hechos que los de
aquellas: pesaban un florín, eran a ley de veinte y dos quilates, y
valían trece sueldos seis dineros.
Cuarto de noble: había a la
una parte flores de lis, y a la otra las armas de Inglaterra, y
valían siete sueldos.
Escudos de Castilla, llamados Enriques:
tienen a la una parte un rey coronado, sentado en una silla y la
espada en la mano, y a la otra parte las armas de Castilla y León,
en escudo cuartelado: pesaban un florín y veinte y cuatro granos,
eran a la ley de veinte y dos quilates y valían treinta sueldos. Sin
estos había también otros que a la una parte tenían un rey
coronado, a caballo, con la espada en la mano, y a la otra parte las
armas de Castilla y León: pesaban lo mismo, y eran del mismo valor y
quilate.
Aguilochas a Aguilotxas: tenían a la una parte un rey
coronado, sentado en una silla con unas águilas por remate de ella,
y tenía cetro en la una mano y bola o globo en la otra, y a la otra
parte había una águila, con las alas abiertas: pesaban un florín y
doce granos, eran de ley de veinte y cuatro quilates, y valían
veinte y seis sueldos.
Pacíficos eran moneda que batían los
reyes de Aragón, en Cataluña; y a la una parte había un rey
coronado, hasta la cintura, y con cetro en la mano, y a la
otra las armas reales de Cataluña: de estos se batieron
muchos en tiempo del rey don Juan el segundo, de Aragón, en
nombre de don Pedro de Portugal, y valían, en tiempo del rey
don Juan, veinte sueldos, y pesaban un florín de oro y eran a
ley de veinte quilates.
Sin estas monedas de oro que tengo dichas
y de que abundaban más estos reinos, corrían otras que eran tenidas
por falsas, como unos florines que eran hechos como los de Aragón, y
a la parte de la flor de lis se leía Navarra, y se tomaban
por ocho sueldos, por ser en el peso y quilate muy bajos.
Había
unos florines que llamaban auprohers enricats, y estaban
picados y mal hechos, y valían seis sueldos.
Otros había de la
misma manera, y los llamaban de alquimia, y eran muy blancos,
y valían cinco sueldos, o cinco sueldos, seis dineros.
Había
florines dichos de Foix, y tenían una imagen de San Juan, con una
espada sobre la cabeza del santo, y los bueyes tenían vueltas las
espaldas al santo, y valían seis sueldos.
Estas son las monedas
de oro que corrían en tiempo del conde don Pedro, según las he
podido rastrear, así de escrituras antiguas, como de algunas de
ellas que han venido a mis manos, y se conservan, por memoria, en la
tabla de la ciudad de Barcelona, donde estaban recondidos los
pesos propios y particulares de cada una de ellas, que como en
aquellos tiempos que se instituyó aquella tabla eran tan ordinarias,
era necesario tener los ministros de ella muy a mano el peso y
conocimiento de cada una de ellas, para el buen regimiento del cargo
les era encomendado.
Sin estas monedas de oro, se corrieron
muchas de plata, cuya memoria está el día de hoy casi olvidada; y
para dar fin a este discurso de ellas, diré de algunas, según la
noticia he tenido de ellas.
Mancusos: eran una especie de moneda
muy usada en tiempo de los condes de Barcelona, y valían doce
dineros: usaban en los censos de las casas, que muchos de ellos
consistían en esta moneda, así como después en morabatines: otros
había que valían siete sueldos, y de ellos queda ya dicho arriba.
Masmodinas Jusefinas: era moneda valenciana, y se llamaban así,
por haberlas hecho un rey moro llamado Jusef (o Juzef : Josep, Pep
: José : Joseph, etc), y valían cuatro sueldos: de estas
masmodinas suelen dejar, en los testamentos, una en Lérida los
eclesiásticos al obispo de aquella ciudad, por los derechos pudieran
tocarle en los bienes de ellos. Algunas había que eran contrahechas
y valían tres sueldos, seis dineros, y habla de ellas Beuter, lib.
2, c.41.
Besant: era moneda que corría en las partes de Levante,
y más en el reino de Chipre, y era de plata: valieron tres sueldos,
y por tantos les tomó el rey don Jaime, el segundo, cuando casó con
doña María, hija del rey de Chipre, que le pagó el dote con esta
moneda, que después vino a valer tres sueldos, cuatro dineros.
Agostat: era una moneda de plata, y corría en el reino
de Valencia: su valor era de doce dineros abajo, y corría en
tiempo del rey don Pedro el segundo de Aragón. (Luego
antes de reconquistar el reino de Valencia su hijo, Jaime I el conquistador).
Había otra moneda muy antigua llamada
masmodina de oro, y de estas hay memoria en un cabreo está en
el archivo real de Barcelona, del marquesado de Camarasa, en que
algunas tierras pagan por censo una masmodina de oro. Yo no he podido
averiguar qué valía, y según conjeturo, era moneda de plata, con
alguna mezcla, aunque muy poca de oro.
/Nota: Macomutina,
marmutina, mahomedin, mazmodina, mazmutina, mezmudina, mozmudina, b.
lat., mazmoadí cat., mascordina val. Moneda antigua de oro. De
maçmodí,
adj. de Maçmuda,
nombre de la tribu berberisca a que pertenecían los Almohades
(Roques del Masmut, Peñarroya de Tastavins, Mazmut, Maçmuda,
Masmuda, Mazmuda, etc). Dozy. "Donent nobis
annuatim in perpetuum CCCC macomutinas boni auri."
Concierto de D. Alf. II con los moros de Tortosa sobre pago de
tributos, ap. Bofarull, Colec. de doc. inéd., VIII, 50-52.)/
Las
más usadas ahora son, las que llamamos reales, vocablo propio de
Castilla, dichos así por estar en ellos las armas y empresas o
divisas reales, como el yugo y saetas
de los reyes católicos, las colunas y Plus ultra
del emperador Carlos V, los palos, eslabón y pedernal del archiduque
don Felipe, y otros: y esta moneda antiguamente llamaban en Cataluña
croats por haber en ellos unas cruces que tomaban * la moneda;
y ahora han dejado del todo el nombre antiguo y les llamamos real, y
no impropiamente, porque aunque no lleven las armas de los reyes,
pero sí sus rostros, *ies y nombre; y así pueden tener el un nombre
y el otro.
Sueldo era otra especie de moneda más usada en
aquellos siglos que otra alguna de plata, y baja de solidus,
que entre los romanos era cierta especie de moneda de oro, con
*os y particulares peso, y señales, de donde deriva también el
vocablo soldada, como cosa que se pagaba o contaba con
sueldos. En Castilla los llaman ahora medios *reales, y en Cataluña
los llamaron medios croats: había de estos muchos, así por
ser más usuales, como fáciles de *labrar, y en todos los contratos
antiguos contaban con ellos, * como contamos por escudos o libras, y
a los soldados les pagaban con ellos, de do quedó llamar el
salario de ellos *sueldo, así como minerval al
de los maestros y preceptores, derivado de la diosa Minerva, que lo
era de las artes y ciencias entre los gentiles; y a los soldados
quedó este nombre, coma gente que sirve por el sueldo que les dan,
como si dijésemos gente asoldadada.
A más de las
monedas de oro, plata y cobre, hay otra * se hace de cuero o
pergamino u otra materia semejante, *lando con las armas del príncipe
o capitán algunos pedacitos de ello, y corre como si fuese moneda de
oro o de *plata, y dura tanto cuanto dura el aprieto o necesidad que
obliga a hacer tal moneda, y salidos de él y acabada la necesidad,
los que la sellaron la cobran, y dan por ella moneda real y
verdadera. Esto ha sucedido muchas veces, y de esta manera se remedió
don Íñigo López de Mendoza, conde de Tendilla, estando
cercado de los moros el Alahama, y otros; y no ha muchos años,
que en estos reinos aconteció pagar alguna ciudad con papeles
sellados, en vez de dinero, y corrían en aquella y aún en todo el
reino, como si fueran plata u oro, y duró hasta que hallaron forma
como recogiendo aquellos papelitos, diesen por ello moneda buena y
corriente. A más de esto, es uso de las casas de juego, los dueños
de ellas hacer monedas de estaño o plomo, que dan a los jugadores
que acuden a ellas, y por falta de dinero dejan de jugar; y aquella
tal moneda ellos la cobran y dan moneda corriente, con que acreditan
sus casas; y algunas veces acontece hallar con las tales invenciones
de moneda pan y vino, porque el que las da es puntual y cuidadoso en
tomarlas y dar oro o plata por ellas, y si algunas se pierden o salen
fuera reino, es ganancia para él, pues saliendo su estaño o plomo,
él se queda con el oro y plata.
También he visto otra moneda de
hoja de latón que usan algunos pueblos en las grandes necesidades y
corre entre ellos, y en particular en el campo de Tarragona, que duró
algunos años, y a la postre fue necesario recogerla antes de tiempo,
y multiplicó de suerte, que el pueblo que había esparcido mil
escudos, al recogerla, halló tres mil, porque hubo muchos que
ayudaron a la multiplicación de ella, aunque no se supo quienes
fueron los tales ayudantes, y algunos que fueron descubiertos, lo
pagaron con la vida, que es la pena que dan en Cataluña a los que la
falsifican o trasquilan.