2.25. LA RECONQUISTA DE ALQUÉZAR
(SIGLO XI. ALQUÉZAR)
Alquézar, durante la dominación
musulmana, era cabecera administrativa de la comarca. Su gobernador
residía en el castillo y su poder era omnímodo no sólo ante sus
correligionarios sino, y sobre todo, ante la población cristiana
mozárabe que se quedó tras la conquista.
Era costumbre del gobernador, llamado
Banu Jalafel, exigir a los cristianos un tributo consistente en la
entrega de las más bellas doncellas de los poblados circundantes con
destino a su harén. Todos los días se hacía llevar a palacio una
muchacha distinta, con gran disgusto de los cristianos, que no veían
la forma de terminar con aquel oprobio. Por fin idearon la manera.
Por aquel tiempo, la presión de los
ejércitos cristianos frente a los dominadores musulmanes era ya
ostensible, lo que daba ánimos a los sometidos mozárabes. En tales
circunstancias, éstos creyeron llegado el momento de actuar ideando
un plan que mantuvieron en secreto.
Una mañana, para cumplir con el
tributo, tenía que ir al castillo una bella muchacha de Buera,
llamada María, población que estaba cercana a Alquézar.
Aparentemente, se resistió cuando pudo, pero acabó accediendo,
aunque, eso sí, con un plan premeditado que cumplir.
Una vez en presencia del gobernador,
cuando estaban a solas, la muchacha le clavó el cortaplumas que
había introducido oculto entre sus trenzas, dándole muerte. Luego,
con gran aplomo, empapó su propio pañuelo con la sangre del jefe
moro, se asomó a la ventana de la estancia e hizo la señal
convenida con los cabecillas cristianos. Todos, armados como
pudieron, se dirigieron al castillo.
Cuando se corrió la noticia de la
desaparición del gobernador entre la guarnición musulmana,
atemorizados como estaban por la presión de los ejércitos
cristianos en fortalezas contiguas a Alquézar, cundió el pánico y,
antes que verse desamparados y sin guía para afrontar la lucha que
se avecinaba, los soldados decidieron arrojarse al río desde las
rocas altas del castillo y huir.
La fortaleza fue tomada en nombre del
rey de Aragón, a quien enviaron emisarios con la buena nueva.
[Proporcionada por Adolfo Castán.
Colegio «San Viator». Huesca, así como por Pilar Ballarín, Mª
Carmen Cabrero, Eva Gilaberte, Elena Huguet y Silvia Lascorz.]
https://es.wikipedia.org/wiki/Alqu%C3%A9zar Alquézar (Alquezraen aragonés) es un municipio de la comarca Somontano de Barbastro, en la Provincia de Huesca, comunidad autónoma de Aragón, España. Está situado en la margen derecha del río Vero, en su último cañón, al pie de las sierras de Balcez y Olsón. Dista de Huesca 51 km. Parte de su término municipal está ocupado por el Parque natural de la Sierra y los Cañones de Guara. Radiquero San Pelegrín Debe su nombre al castillo o al-qasr construido para defender el acceso a la Barbitanya. Siglo IX. Jalaf ibn Rasid mandó construir el castillo y se convirtió en el principal punto de defensa de Barbastro frente a los reinos cristianos del Sobrarbe. El 28 de agosto de 1067, el rey Sancho Ramírez de Aragón concedió la villa de Beranuyy Santa María de Sabiñánigo al abad de Fanlo"porque fabricasteis la torre en Alquézar" (CANELLAS, Cartulario de Fanlo, nº. 46). El 27 de abril de 1069 Sancho Ramírez, concedió fueros a Alquézar (LACARRA, Documentos, nº. 2). https://ifc.dpz.es/recursos/publicaciones/03/52/11canellas.pdf En 1075 Sancho Ramírez, concedió privilegios a Alquézar "cuando se levantó el sitio de los sarracenos" (MUÑOZ, Colección de fueros, p. 252). En febrero de 1125 el rey Alfonso I el Batallador otorgó fueros a Alquézar (LACARRA, Documentos, nº. 115). Fue de realengo desde su conquista hasta 1202 (MIRET, Itinerario de Pedro II, p. 266). En 1218 el rey Jaime I de Aragón dio al obispo de Tortosa la iglesia de Alquézar (HUICI-CABANES, Documentos, nº. 12). El 6 de febrero de 1233, estando en Sariñena, Jaime I de Aragón concedió a Artal de Foces el castillo y villa de Alquézar (HUICI-CABANES, Documentos de Jaime I, nº. 176). El 25 de septiembre de 1245 Jaime I de Aragón confirmó a los hombres de Alquézar los fueros dados por el rey Sancho Ramírez, otorgando los privilegios de feria y mercado (HUICI-CABANES, Documentos, nº. 413). Vista del valle del Vero desde la colegiata. El 28 de enero de 1290 era de realengo (SINUÉS, Nº. 195). En 1295 era de realengo (Codoín, 39, p. 299). En 1327 se deslindaron los dominios entre los términos de Alquézar y Alberuela de la Liena (NAVARRO TOMÁS, Documentos lingüísticos, nº. 103). El 5 de septiembre de 1357 el rey Pedro IV de Aragón vendió a Pedro Jordán de Urriés el castillo y villa de Alquézar (SINUÉS, nº. 196). El 11 de junio de 1372 Pedro IV entregó el castillo y villa de Alquézar a Gonzalo González a cambio de Ricla (SINUÉS, nº. 198). El 22 de marzo de 1380 Violante de Urrea vendió el castillo, villa y aldeas de Alquézar al rey Pedro IV (SINUÉS, nº. 203). El 1 de junio de 1398 el rey Martín I de Aragón confirmó la compra de Colungo por los de Alquézar (SINUÉS, nº. 205). En 1610 eran de Alquézar las poblaciones de Asque, Colungo, Buera, Radiquero y San Pelegrín (LABAÑA, p. 63). 1960 – 1970 se le unió Radiquero. En 1966 la colegiata fue declarado Monumento Histórico Artístico Nacional. En 1982 el casco urbano fue declarado Conjunto Histórico-Artístico. Personas célebres nacidas en esta localidad:
Domingo Alquézar Pedro Melero Bartolomé de Lecina Martín Garcés Juan de Naya José Azara Cáscaro José Nicóstrato Belenguer Francisco Tomás Vilellas Férriz Blas Nasarre Antonio Vicente Lamarta y Buil José Cáscaro y Férriz Rafael Fierro Trallero Mariano Ordás López Ramón Rosa Elías López Sarrayo Florentín Felipe Naya, Beato de la iglesia católica. Mariano Sierra Almázor, Beato de la iglesia católica. Antonio Buil Casquillo UBIETO ARTETA, Antonio, "Historia de Aragón". Los pueblos y los despoblados I (Ed. Anubar. Zaragoza, 1984) CONTE OLIVEROS, Jesús. “Personajes y Escritores de Huesca y Provincia”. Ed. Librería General (Zaragoza 1981)
Eran los tiempos del rey aragonés
Sancho Ramírez, a cuyas órdenes combatían dos hermanos de apellido
Isarre, oriundos de Abiego. Su valor, su destreza con todo tipo de
armas y su desprecio al peligro les hicieron famosos, tanto entre los
cristianos como entre los musulmanes. Entre estos últimos, el más
preocupado era el gobernador de Alquézar, quien temía que llegara
el día en que se viera ante ellos y procuró evitarlo a toda costa.
Cuando el muslín se enteró que eran
de Abiego, población tan cercana a Alquézar y bajo su jurisdicción,
intentó que sus padres fueran a residir a la sombra de su castillo,
pues era la forma de atraer a sus hijos, pero la estratagema fracasó.
Procuró entonces el gobernador que el matrimonio Isarre convenciera
a sus hijos para que abandonaran las armas a cambio del dinerosuficiente para que les atendieran sin tener que luchar
permanentemente para ganarse la vida, pero los ancianos declinaron
también cumplir el encargo.
Airado el jefe moro por el desacato
sufrido, ordenó que fueran apresados y ahorcados en uno de los
cerros cercanos al pueblo, en el «Tozal de las Forcas» como se le
llamaría desde entonces. Pronto supieron los hermanos Isarre la
desgracia de sus progenitores y juraron vengarse por ello,
llevándoles a solicitar permiso a Sancho Ramírez para atacar la
fortaleza de Alquézar.
Aunque el rey aragonés comprendió las
razones de sus dos súbditos, les pidió que conservaran la calma de
momento, pues no era todavía llegado el instante de acometer la
reconquista de plaza tan bien defendida. Antes debían ser tomados
otros lugares para evitar que pudieran llegar refuerzos a Alquézar,
como así se hizo de manera calculada.
Pronto, no obstante, le tocó la hora a
Alquézar y los hermanos Isarre tuvieron la oportunidad de entrar en
sus calles el día de su liberación, aunque para entonces el walíyacía muerto. Don Sancho Ramírez, comprensivo, recompensó a los
dos hermanos elevándolos a la categoría de infanzones, y, además
de dotarles con tierras en su Abiego natal, les concedió el honor de
poder usar escudo de armas, consistente en tres cabezas de moro en
triángulo.
https://es.wikipedia.org/wiki/Abiego Abiego es un municipio español de la comarca Somontano de Barbastro, provincia de Huesca, Aragón. Está situado parte en llano y parte en la pendiente de una colina, a la izquierda del río Alcanadre, dista de Huesca 35 km. Parte de su término municipal está ocupado por el Parque natural de la Sierra y los Cañones de Guara. Su nombre, Al-Byego deriva del castillo musulmán que dominaba la comarca de la Barbitania. Del rey con tenentes desde 1101 hasta abril de 1181 (UBIETO ARTETA, Los Tenentes, p. 123) El 28 de junio de 1322 el rey Jaime II de Aragón entregó el castillo y villa de Abiego a Sibila de Antillón para que lo tuviese toda su vida y después de su muerte, hasta que se le saldase la deuda de 7.000 maravedís(SINUÉS, nº. 1) 1960 - 1970 se le incorpora Alberuela de la Liena. En 1977 se inaugura la pavimentación de todas las calles, colocación de aceras en las carreteras, construcción en la plaza del Val de un complejo recreativo con pista de baile y local-bar En 1979 se hicieron mejoras municipales y adaptación de las vías para el tráfico En 1981 se inauguró la nueva Casa Consistorial. Parroquia Colegiata dedicada a Santa María la Mayor (Siglo XVI. Gótico rural tardío aragonés) nave única, con planta de cruz latina, con un bonito retablo del siglo XVI representando a San Miguel La portada y el atrio son de estilo plateresco Ermita de Santo Domingo de Silos Ermita de San Sebastián Convento de San Joaquín (siglo XVIII) único de estilo colonial en Aragón Monumento al Siglo XX, de Ulrich Rückriem serie de piedras de granito montadas sin un orden determinado pero en equilibrio con el entorno Fuente pública con el abrevadero y lavadero, construido en el Siglo XVIII con tres caños, cada uno en la boca de tres leones esculpidos. La Torreta torre de vigilancia árabe Puente medieval (antiguamente llamado puente romano) sobre el río Alcanadre con un solo arco de medio punto. Unía Abiego con Junzano Piscina natural que se forma alrededor del resto del muro perteneciente a la presa que movía el antiguo molino de agua Puente de Las aguas Casa Blecua, Aniés, Paul, Guarga, Isarre o Del Río arquitectura popular de esta población, con los escudos de las familias infanzonas de la villa (Aniés, Blecua, Cabrero, Juste, Paúl, etc.)
Puente de la Famiñosa sobre el río Alcanadre
El río Alcanadre en este tramo de Abiego posee un coto de pesca con abundante trucha común. Población por la que circula el Gran Recorrido; GR 45 Senderos del Somontano.
2.27. LA RECONQUISTA DE EJEA POR LOS
SOLDADOS FRANCESES (1095)
(SIGLO XI. EJEA DE LOS CABALLEROS)
En tiempos en los que regía los
destinos de Aragón el rey Sancho Ramírez, el ejército cristiano
aragonéstrató una y otra vez de conquistar por la fuerza de las
armas la ciudad de Ejeasin éxito alguno, pues tanto la enorme valía
y la bizarría de los soldados musulmanes como la situación
privilegiada de la que gozaba el enclave de la murada plaza impedían
un asalto definitivo con ciertas garantías.
Afortunadamente, cuando los soldados
aragoneses estaban a punto de perder toda esperanza de victoria,
llegaron de Gascuñael conde de Bigorra, don Gastón de Espés y
otros muchos nobles y caballeros franceses con sus propias huestes
perfectamente armadas. Éstos, una vez se hubieron percatado de la
situación real —muy difícil por cierto—, aconsejaron humilde y
sabiamente al rey que hiciera una promesa a san Geraldo, santo del
que eran muy devotos los guerreros franceses. De esta manera, le
hablaron pormenorizadamente al rey aragonés del monasterio de Selvamayor, situado en plena Gascuña, donde se guardan los restos de
tan venerado santo, bien conocido y aclamado por su demostrado poder
milagroso. (Abbaye de La Sauve-Majeure)
Sancho Ramírez, deseoso de tomar Ejea
a toda costa para proseguir el avance reconquistadoren otros
frentes, prometió que, en caso de obtener la fortaleza, entregaría
al santo las primicias de pan, vino, olivas, lino y de todas las
riquezas de la tierra. Así es que el ejército aragonés, confiado
en el poder intercesor de san Geraldo ante Dios y en el apoyo de los
franceses, se dispuso para la batalla final lleno de fe en la
victoria. La lucha por la hasta entonces inexpugnable Ejea —que sin
duda hubo de ser muy intensa— terminó con la muerte de todos los
infieles a manos cristianas, con lo que la población cayó y quedó
en poder del monarca aragonés.
La calma se hizo en el campamento del
gozoso rey Sancho Ramírez, quien, fiel a la palabra que había
empeñado ante los murosejeanos, satisfizo la promesa que le hiciera
al santo y para ello mandó construir dentro ya de la ciudad tomada
una iglesia, casa y cementerio (lo que se denominó en adelante como
«Abadía de Ejea»), donde se recogerían y guardarían desde
entonces los frutos de las primicias prometidas.
[Ferrer y Racax, Joseph F., Idea de
Exea, págs. 62-66.]
Ejea de los Caballeros (Exeya d'os Caballers en aragonés) es una villa y un municipio español, de la provincia de Zaragoza y la comunidad autónoma de Aragón, situado en la comarca de las Cinco Villas en el partido judicial homónimo. Dista 72 km de la capital provincial, Zaragoza, y 43 km de Tudela (Navarra).
Con una superficie de 609,92 km², es el segundo municipio más extenso de Aragón. Tenía una población de 16 605 habitantes (INE 2018), lo que le convierte en el cuarto más poblado de la provincia.
Actualmente, el municipio de Ejea de los Caballeros comprende las siguientes localidades:3 Bardenas, El Bayo, Ejea de los Caballeros, Farasdués, Pinsoro, El Sabinar, Rivas, Santa Anastasia y Valareña.
Por su extensión se trata de uno de los municipios españoles más extensos, siendo su superficie de 609,92 km2.
El término municipal incluye los núcleos habitados de Farasdués y Rivas, junto con los pueblos de colonización de Pinsoro, El Bayo, Bardenas, Valareña, Santa Anastasia y El Sabinar. Limita al norte con Sádaba, Biota, Luesia y Asín; al este, con Orés, Luna y Castejón de Valdejasa; al sur, con Tauste; y al oeste, con las Bardenas Reales, en Navarra.
El origen geológico del territorio que hoy ocupa Ejea de los Caballeros se remonta al comienzo de la Era Terciaria, en lo que los especialistas han llamado el «paroxismo alpino».
Justo en la zona donde en la actualidad se sitúa Ejea, se produjo un hundimiento, que se cubrió con posterioridad con materiales miocénicos (margas, arcillas, arenisca y calizas) de una antigüedad en torno a los 22 millones de años. La fineza de esos materiales facilitó la acción de la erosión diferencial, que a lo largo de miles de años configuró este territorio con unas formas dominadas por la planitud del terreno.
Así pues, Ejea se ubicó en el centro de una depresión cubierta después por sedimentos cuaternarios, de hace un millón de años, que tiene relación con el sistema fluvial de terrazas Arbas-Riguel. Como consecuencia de todo ello, el relieve ejeano es predominantemente llano, salteado tan sólo por suaves elevaciones. Ejea se encuentra a 320 msnm, altitud baja si se compara con los 525 msnm de la vecina villa de Luna o con los 745 msnm de la Sierra de Erla y los Montes de Sora.
Ejea tiene un clima de tipo continental, aunque suavizado con ligeros matices del clima mediterráneo. Se caracteriza por sus temperaturas extremas, la escasez e irregularidad de las precipitaciones y la limpieza atmosférica gracias a los vientos. El clima es de los más duros de España, con temperaturas muy bajas en invierno que pueden alcanzar los 18 °C bajo cero y temperaturas superiores a los 40 °C en verano.
La temperatura media anual es de 14 °C. Los meses más fríos son enero y febrero con medias menores de 5 °C, aunque se dan baremos absolutos que descienden por debajo de 0 °C, sobre todo en invierno. La media de temperatura de noviembre a enero es inferior a los 10 °C, pero se producen con frecuencia heladas hasta bien entrado el mes de mayo.
Los meses más calurosos son julio y agosto, aunque ya desde finales de junio se produce un aumento notable de las temperaturas. La media en el verano es de 23 °C, sin descartar los días en que el termómetro alcanza los 40 °C. Esta rigurosidad térmica se suaviza en otoño.
La media de lluvias de Ejea es de 468 mm anuales, siendo mayo el mes más lluvioso seguido de la estación otoñal, en forma de gota fría. Por el contrario, el verano es el periodo más seco, humedecido sólo con esporádicas tormentas de origen térmico.
Río Arba de Biel a su paso por Ejea.
El viento es un meteoro muy característico de la zona. El viento del norte encajonado en el valle del Ebro origina el llamado «cierzo», que llega a alcanzar grandes velocidades y provoca una sensación térmica muy fría en invierno pero refrescante en verano. En verano, sobre todo, sopla el viento del sureste, el llamado «bochorno», que contribuye al aumento de las temperaturas.
Tanto el relieve como el clima hacen que el régimen hidrográfico sea un tanto irregular, con una pertinaz sequía en verano, sólo rota por las riadas provocadas por las tormentas y con un aumento del caudal en primavera y otoño. Todas estas peculiaridades se reflejan en los ríos que atraviesan el término municipal de Ejea de los Caballeros: Riguel, Arba de Luesia y Arba de Biel. Estos dos últimos se unen en un solo río Arba ya cerca del casco urbano de Ejea.
En el territorio de Ejea de los Caballeros se dan bastantes casos de endorreísmo como consecuencia de la impermeabilidad del suelo, sobre todo en zonas donde se concentra material calizo. Hay una buena muestra de estancas, lagunas y balsas, dotadas de diversas dimensiones y peculiaridades: el lagunazo de El Moncayuelo, el de Bolaso, la estanca de El Gancho y El Sabinar, y el pantano de San Bartolomé, además de otros núcleos de menor entidad.
También existen algunos manantiales. El más famoso de ellos es el de Bañera, aunque en el extenso término municipal encontramos numerosas fuentes.
A pesar de la intervención del hombre modificando el terreno, aún quedan en Ejea algunos restos de la vegetación original. Existe abundante monte bajo (coscojo, tomillo, romero) y algunas manchas espesas de arbolado, sobre todo pino carrasco (en la Bardena). En los márgenes de los ríos hallamos tamarices en las zonas de inundación, además de sauces y chopos.
No obstante, la construcción del embalse de Yesa y del canal de las Bardenas, que convirtió en regadío la mayor parte del término estepario de Ejea, terminó con la mayor parte del medio natural no humanizado.
Los arqueólogos han encontrado en estas tierras indicios de épocas tan pretéritas como la Edad del Bronce, el periodo Calcolítico o incluso el Neolítico. Se han descubierto huellas de la actividad humana desde el 8000 a. C. En concreto, se han hallado restos en el yacimiento arqueológico existente en la parte alta de la villa, localizado ante la iglesia de Santa María, en pleno barrio de la Corona.
Edad Antigua
Sin embargo, los primeros datos históricos relativos a Ejea aparecen con la presencia en el lugar de los suesetanos, un pueblo de lengua celta relacionado con la gran tribu belga de los suesones, y que da a Ejea el primer nombre que nos es conocido, Segia, del que deriva el nombre actual. Sin embargo, los historiadores no tienen clara la importancia de la población de Segia dentro del territorio suesetano, desconociéndose por el momento si se trataba de su capital, de una ciudad importante o de un núcleo menor.
En este sentido, se ha defendido la identificación de Segia con la capital de los suesetanos, Corbio, que fue arrasada por un Ejército romano al mando del cónsul Terencio Varrón en el año 184 a. C., tras lo cual el territorio suesetano fue cedido a los vascones.
Época romana
Después de que Roma asumiese el control directo del territorio vascón, tenemos constancia de un documento, el llamado «Bronce de Ascoli», en el que, en el marco de la guerra social —de 91 a. C. a 89 a. C.—, Cneo Pompeyo Estrabón concedió la ciudadanía romana a nueve jinetes suesetanos o vascones de Segia, integrados en la llamada «Turma salluitana», como premio a sus actividades militares en dicha guerra.4
Tanto bajo la República romana como bajo el Imperio romano, Segia y otras localidades de las Cinco Villas, como Tarraca —posiblemente Los Bañales de Uncastillo—, fueron objeto de una intensa romanización, motivada además por el hecho del intensivo cultivo en los llanos de la zona de trigo y otros cereales. La calzada Caesaraugusta (Zaragoza)-Pompelo (Pamplona) constituyó la columna vertebral de las comunicaciones que atravesaban sus tierras. Asimismo, los romanos extendieron una red de vías secundarias que daban acceso a las villas y los asentamientos de la población.
Cabe suponer que Ejea se viese afectada por las revueltas de los bagaudas en el siglo V, aunque carecemos de citas documentales al respecto, ya que los disturbios y enfrentamientos producidos se centraron en Hispania en el valle del Ebro, en especial en sus zonas alta y media —saqueos de Tarazona y Zaragoza, por ejemplo.
Edad Media
La caída del Imperio Romano supuso para Ejea un periodo de decadencia. A partir del año 545, su territorio entró en un proceso de despoblación y de disminución de la vida socioeconómica. En este contexto, el área de Ejea quedó bajo el dominio de un terrateniente hispanorromano, el Conde Casio.
Los visigodos hispanorromanos llamaron a la ciudad Egessa, denominación que aparece en algunas monedas.
Representación de Sancho Ramírez, quien intentó, sin éxito, reconquistar la villa en 1091.
La llegada de los musulmanes a la zona se produjo en 714, tres años después de su desembarco en la Península Ibérica. Aplicando una política de conversión, los musulmanes llegaron a un pacto con el Conde Casio: éste se convirtió al Islam, manteniendo todas sus posesiones pero rindiendo pleitesía al nuevo poder. De este modo, nació la dinastía muladí de los Banu Qasi. Bajo la dominación musulmana, la ciudad recibió el nombre de Siya.
En el posterior marco de la Reconquista, el rey de Pamplona Sancho Garcés I quiso arrebatar Siya a los musulmanes en los años 907-908, lo mismo que Sancho Ramírez en 1091, en ambos casos sin éxito. No sería hasta el año 1105 que Alfonso I el Batallador recuperase la villa para los reinos cristianos, pasando a denominarse Exea.
El historiador Jerónimo Zurita, en sus Anales de la Corona de Aragón, refiere que Alfonso I «lo primero que se acometió fue poner cerco sobre la villa de Ejea, lugar principal a la frontera de Navarradentro de los límites de la región antigua de los vascones, y ganóla a los moros... Y allí se afirma que en aquél lugar tomó el título de emperador». Además de los pobladores cristianos, Exea se nutrió con la llegada de los judíos, cuya presencia aparece reflejada en las crónicas de la época. Por ejemplo, en el año 1208, Pedro II de Aragón les concedió el Castillo de Ortes para su repoblación.
Entre los edificios medievales más importantes destacan la iglesia de Santa María, edificada en 1174, y la de San Salvador, consagrada en 1222 y que durante un tiempo fue la base de uno de los prioratosque tuvo la orden de la Selva Mayor en Aragón. En 1265 Jaime I el Conquistador convocó Cortes en Ejea, en las cuales se acabó de modelar la figura del Justicia Mayor de Aragón, quien debía dirimir las disputas entre la monarquía y la nobleza.
Edad Moderna y Contemporánea:
En la Guerra de Sucesión, Ejea se había pronunciado por el archiduque de Austria, por lo que fue sitiada por el ejército de Felipe de Anjou. Comandadas por el Marqués de Saluzo, las tropas saquearon e incendiaron la ciudad.
Los habitantes de Ejea de los Caballeros contribuyeron a la lucha contra los franceses durante la Guerra de la Independencia, formando algunas guerrillas, que acudieron a combatir a Tudela. Era natural de Ejea una de las heroínas del primer Sitio de Zaragoza, Juliana Larena y Fenollé.
Ya en el siglo XX, el movimiento obrero tuvo una presencia importante en Ejea y su comarca, hallándose fuertemente implantada la Unión General de Trabajadores. Los socialistas de las Cinco Villas estuvieron implicados en la sublevación de Jaca y el diputado socialista por Zaragoza, José Algora, había recomendado a Fermín Galánque, desde Jaca, dirigiera sus tropas hacia Zaragozaatravesando las Cinco Villas, que les eran afectas.
A nivel económico, la ciudad se vio fuertemente modernizada a principios del siglo XX. Accedió al transporte en ferrocarril con la construcción del Ferrocarril de Sádaba a Gallur en 1915, lo que permitió el transporte barato de los productos de la comarca, cuya producción iba a aumentar con las sucesivas ampliaciones del regadío. La construcción del Pantano de Yesay del Canal de las Bardenas, ambos consecuencia directa del Plan Aragón, permitió aumentar drásticamente la producción de cereal y remolacha y motivar la implantación de algunas industrias agroalimentarias. El proyecto del canal es de 1924 y el del pantano de 1926. En 1959 se inauguraron las dos infraestructuras y se construyeron los seis pueblos de colonización de Ejea.
94. SANCHO II DE CASTILLA MATA A RAMIRO
I DE ARAGÓN
(SIGLO XI. GRAUS)
SANCHO II DE CASTILLA
Muchas veces los matrimonios
concertados entre familias suelen ser fuente de desgracias. Así le
sucedió al rey don Sancho II de Castilla, quien se había casado por
poderes con una hija de la reina Estefanía de Pamplona sin conocerla
previamente.
Tras la boda —cuando la joven
princesa partía acompañada por su cortejo nupcial hacia tierras de
Castilla para encontrarse con su marido— fue raptada por el infante
don Sancho,hijo ilegítimo del rey García de Pamplona. Los dos
jóvenes estaban enamorados uno del otro desde hacía tiempo y el
infante, ante la idea de perder a su enamorada, decidió raptar a la
princesa por sorpresa y tratar de huir ambos juntos al reino de
Aragón, donde creían que, con toda seguridad, su tío, el rey
Ramiro I, les daría cobijo. Y así ocurrió: don Ramiro los recibió
con los brazos abiertos.
Naturalmente, el rey Sancho II de
Castilla, viéndose burlado y agraviado de tal guisa, no pudo
permanecer impasible, de modo que, movido por la indignación y el
sentimiento de venganza, armó con presteza un formidable ejército y
se encaminó a toda prisa hacia tierras de Aragón. Dicen algunos que
el mismísimo Cid Campeador se encontraba con los suyos entre las
filas del monarca castellano agraviado.
Ramiro I fue advertido por los suyos
acerca de las intenciones belicosas de Sancho II y decidió salir a
su encuentro, enfrentándose ambos ejércitos junto a Graus, en pleno
Pirineo. La batalla fue dura y larga y, al final, el rey castellano
recuperó su honor al dar muerte al rey aragonés, cuya única culpa
había consistido en querer al infante don Sancho como a un hijo
propio y, por lo tanto, acogerle en momentos de dificultad.
Los guerreros castellanos regresaron a
su tierra de nuevo llevándose consigo un amargo sabor de victoria
tras el drama vivido. El rey Ramiro I, por su parte, fue enterrado
por los suyos junto a su mujer en San Pedro de Torrecilla. Y Sancho
Ramírez, su hijo, se vio precisado a hacerse cargo del gobierno del
reino aragonés, en un momento crucial para la suerte de los
cristianos aragoneses en el valle del Ebro.
Convenientia inter Episcopos Aragonensem et Rotensem an. MLXXX. (1080) (Vid. pág. 145).
Ex arch. eccl. Rotensis, et ex autentico et coaevo translato in eccl. Illerd. (Lérida)
In nomine sanctae Trinitatis. Hoc est testamentum pacti quod fecimus nos Episcopi, scilicet, ego Garsias, Aragonensis Episcopus, et ego Raimundus, Rotensis ecclesiae Episcopus. Orta namque contencio fuerat inter nos de antiquis terminis nostri episcopatus, quia olim, Christiana religione expulsa ex nostra patria, invadente impia Ismaelitarum gente Ispaniam, destructis Sedibus, captivata patria, fuerant nobis longa oblivione incogniti. Venientes itaque ante praesentiam excellentissimi ac piissimi Principis nostri Sancii facta ad invicem concordia constituimus causam iudicio eius. At ille divina inspirante clemencia statuit nobis certos finium limites per quos omnis occasio altercationis possit ammoveri et a nobis et a successoribus nostris. Itaque in Suprarbiensi (Sobrarbe) regione constituit terminos, ut sicut surgit illa serra quae vocatur Arvi (super Arvi o Arbi), habens ex septentrionali latere oppida quae vocantur Elsonet Avinzanla, et protenditur in orientem contra castrum quod vocatur Civitas, pertingens usque ad fluvium qui dicitur Cincha(río Cinca): omnis haec regio Suprarbiensis ex supradicta parte septentrionalis lateris usque ad Pirineosmontes, sicuti dividit supra dictus fluvius Cincha decurrens a Pirineo, sit juris Aragonensis episcopatus. Villa vero quae dicitur Belsasita inter duos ramos fluminis ad radices eiusdem montis Pirinei totaque provincia ultra praedictum fluvium ad orientalem plagam, sit juris Rotensis ecclesiae. Iterumque constituit ut si miserante Deo fuerit gens Ismaelitaruma nostris finibus expulsa, sicuti ipso largiente in proximo futurum esse credimus et speramus, omnis regio Barbutana, sicuti descenditur ex supra scripta serra Arvi, habens ex meridiano latere castra quae vocantur Nabal (Naval) et Salinas et Alchezar(Alquézar, al qsar) et alia quamplura usque ad rivum qui dicitur Alcanadre, simili modo sit juris ecclesiae Rotensis (a). Castrum vero quod dicitur Situli, et villa quae vocatur Biarag simulque omnis regio quae est infra supra scriptum rivum, sit juris ecclesiae Oscensisurbis. Hoc igitur decretum omni tempore ab omnibus Episcopis qui nobis loco et ordine successerint, volumus firmum illibatumque servare, ut pax et concordia sit inter eos, ut nulli deinceps pro supra dictis terminis litigandi occasio oriatur. Facta confirmationis pagina III. idus decembris, anno ab Incarnatione Domini LXXX. era vero C. XVIII. post M. in monasterio Sancti Johannis Babtistae de Penna, (San Juan Bautista de la Peña) anno XVIII. regni supra dicti Principis, (rey Sancii, Sancio, Sancho) consistente Abbate Sancio in eodem monasterio Sancti Johannis, Grimaldus vero Abbas in monasterio Sancti Victoriani, Sancius Galindez, (de Galindo, Sancho Galíndez) Comes in Boltangna (b: In Cartorali Bolutania) (conde en Boltaña) et in Atares (Atarés) et in Sosi (Sos), Centullus Bigorrensis Comes (Céntulo de Bigorra) in Penna et in Ara, Sancius Ranimiriz, (Sancho Ramírez) frater Regis in Benavarre et in Fontova, Guillermus Servi Dei in Capella. = Ego Sancius gratias Deo Rex Pampilonensis et Aragonensis hanc definitionem laudo et proprio signo corroboro. = Signum + Sancii Regis. = Ego Petrus, Sancii Regis filius hanc definitionem laudo et proprio signo corroboro. = + (Firma en árabe) +. = Ego Sancius Porcho jussione Domini mei Regis hanc cartam scripsi et isto signo + feci.
(a) In Cartorali eccl. Roten., núm. 24. sic: Sit juris ecclesiae Barbutanae urbis quae debet esse episcopalis Sedes loco antiquae urbis Hictosae, quia in suburbio eius est fundata pro ea. Castrum vero, etc. Haec verba desunt in transl. eccl. Illerd.
2.81. FUNDACIÓN Y DESTRUCCIÓN DE LA
CIUDAD DE PANO
(SIGLO VIII. SAN JUAN DE LA PEÑA)
En los momentos inmediatamente
posteriores a la conquista musulmana de Zaragoza, la principal ciudad
del valle medio del Ebro, no era extraño advertir la presencia de
pequeños grupos de cristianos huidos y escondidos en bosques, cuevas
y montes que esperaban a ver cómo se desarrollaban los
acontecimientos por si podían regresar a los hogares que habían
abandonado de manera precipitada. Estos fugitivos solían reunirse
para llorar sus penas, solicitar la ayuda de Dios y ayudarse unos a
otros. Fue en una de estas reuniones cuando, ante la permanencia de
los moros en la ciudad, surgió la idea de reconquistar las tierras
perdidas y tratar de fundar una ciudad cristiana.
Animados por esta ilusionante idea, los
cristianos huidos —que conocían perfectamente la zona, pues no en
vano era su casa— escogieron una cumbre inaccesible, la cima del
monte Pano, como lugar de asentamiento de su primera ciudad tras la
invasión agarena. Dicho monte, que situado entre Santa Cruz de la
Serós y Botaya, está coronado en su cima por una extensa llanura,
por lo que el trazado y la construcción fueron fáciles, máxime
cuando aún hoy por allí abundan la piedray la madera. Se dieron
cita en aquel lugar familias enteras que se rigieron por los antiguos
usos y costumbres bajo la protección de la Cruz, el auténtico
símbolo de su fe.
No tardó mucho en llegar la noticia de
la existencia de esta nueva y pequeña comunidad a oídos de
Abdelaziz, gobernador musulmán de Zaragoza, quien, temeroso de que
aquel intento pudiera constituir algún peligro, dispuso
inmediatamente un ejército, capitaneado por Abdemelic, para tratar
de someter a la ciudad de Pano.
Cuando los cristianos advirtieron la
presencia del ejército musulmán se aprestaron a defender sus casas.
En principio, las dificultades para acceder al lugar escogido
pudieron mantener a salvo sus casas y enseres por un cierto espacio
de tiempo, pero finalmente acabó imponiéndose el mayor poderío
humano y bélico del ejército atacante, que penetró en la ciudad y
la arrasó por completo, frustrando así el sueño de aquellas
familias. Nada quedó en la ciudad de Pano, salvo esta historia.
[Martínez y Herrero, B., Sobrarbe y
Aragón..., I, págs. 46-48.]
El Real Monasterio de San Juan de la Peña situado en Botaya, al suroeste de Jaca, Huesca, Aragón (España), fue el monasterio más importante de Aragón en la alta Edad Media. En su Panteón Real fueron enterrados un buen número de reyes de Aragón. Forma parte del camino aragonés del Camino de Santiago. Su enclave es extremadamente singular.
Cuenta la leyenda, que un joven noble de nombre Voto (en algunas versiones, Oto), vino de caza por estos parajes cuando avistó un ciervo. El cazador corrió tras la presa, pero ésta era huidiza y al llegar al monte Pano, se despeñó por el precipicio. Milagrosamente su caballo se posó en tierra suavemente. Sano y salvo en el fondo del barranco, vio una pequeña cueva en la que descubrió una ermita dedicada a San Juan Bautista y, en el interior, halló el cadáver de un ermitaño llamado Juan de Atarés. Impresionado por el descubrimiento, fue a Zaragoza, vendió todos sus bienes junto a su hermano Félix se retiró a la cueva, e iniciaron una vida eremítica.
Este sería el inicio del Monasterio del que escribía don Miguel de Unamuno:
...la boca de un mundo de peñascos espirituales revestidos de un bosque de leyenda, en el que los monjes benedictinos, medio ermitaños, medio guerreros, verían pasar el invierno, mientras pisoteaban la nieve jabalíes de carne y hueso, salidos de los bosques, osos, lobos y otros animales salvajes.
Claustro de San Juan de la Peña.
Se habitan estas montañas poco después de la conquista musulmana, al construir el castillo de Pano, destruido en el año 734. El origen legendario del Reino de Aragón también encuentra en el monasterio cueva de San Juan de la Peña su propia historia, cuando reunidos los guerreros cristianos junto a Voto y Félix deciden por aclamación nombrar a Garcí Ximénez su caudillo que les conducirá a la batalla por reconquistar tierras de Jaca y Aínsa, lugar este donde se produjo el milagro de la cruz de fuego sobre la carrasca del Sobrarbe.
Reinando en Pamplona García Íñiguez y Galindo Aznarez I, conde de Aragón, comienzan a favorecer al Monasterio. El rey García Sánchez I concedió a los monjes derecho de jurisdicción, y sus sucesores hasta Sancho el Mayor, continuaron esta política de protección. Allí pasó sus primeros años San Íñigo. En el reinado de Sancho Ramírez de Aragón adquiere su mayor protagonismo llegando a ser panteón de los reyes de Aragón.
Fueron devastadores los incendios de 1494 y 1675. A raíz del último de ellos, se construyó el Monasterio Nuevo. El Monasterio Antiguo fue declarado Monumento Nacional el 13 de julio de 1889 y el Monasterio Moderno el 9 de agosto de 1923. La restauración fue dirigida por el arquitecto modernista aragonés Ricardo Magdalena.
Probablemente existiera algún tipo de cenobio anterior al siglo XI, pero la construcción de mayor importancia empieza el año 1026 por iniciativa de Sancho el Mayor. En el año 1071 el rey Sancho Ramírez cede el conjunto existente a los monjes cluniacenses y favorece su reforma. En este momento se levanta el conjunto que hoy queda, en mayor o menor medida. La reforma benedictina de Clunyno podía obviar la construcción de un claustro que se finalizará ya entrado el siglo XII.
A finales del siglo XI son un conjunto de capiteles de influencia jaquesa del claustro con temas de animales fantásticos y algunos motivos geométricos y vegetales donde destacan los roleos. Un segundo grupo, formado por veinte capiteles, fue encargado en el último tercio del siglo XII al llamado maestro de San Juan de la Peña, autor anónimo, también conocido como Maestro de Agüero, probablemente para sustituir otro anterior. El pequeño recinto ofrecía un cerramiento diáfano en forma de arcadas separadas por columnas. Los arcos se veían rematados con cenefas con el típico taqueado jaqués.
El Maestro desarrolla un programa sobre escenas bíblicas donde aparecen entre otras el Anuncio a los pastores, la Natividad, la Anunciación, la Epifanía, el Bautismo y la Circuncisión de Jesús, la Última Cena, episodios sobre Caín y Abel, la Creación de Adán y Eva, así como su Reprobación y posterior condena al trabajo. Seguramente el maestro de Agüero solo elaboró los capiteles para dos alas del claustro ya que a finales del siglo XII el monasterio entró en franca decadencia. El programa iconográfico que plantean los 26 capiteles que conservamos parece enfocar la Salvación a través de la Fe escogiendo los episodios más significativos para ello.
Se trabaja con bajorrelieves casi todos dominados por un horror vacui muy acentuado que provoca contorsiones en algunas figuras que superan el propio marco sacando un brazo como en la escena de Jesús y los Apóstoles. Los gestos son exagerados, casi teatrales, acentuando los ojos y la boca, y confiriendo narratividad a las escenas. En cuanto a las formas, estas se someten a esquemas geométricos que dominan desde la configuración del rostro o los pliegues de los paños, hasta los movimientos de caballos o de la misma agua que se vierte de un jarro a otro.
En el piso superior se encuentra el Panteón real. En él, durante cinco siglos se enterraron algunos de los monarcas de Aragón y de Navarra. Su aspecto actual data del siglo XVIII.
En San Juan de la Peña, los reyes de Aragón fueron sepultados en tumbas de piedra colocadas en tres órdenes superpuestos, desde la roca hacia afuera, presentando a la vista solo los pies del féretro. El panteón real ocupa las dependencias de la antigua sacristía de la iglesia alta, que data del siglo XI; fue reformado por Carlos III en 1770, siguiendo las indicaciones de don José Nicolás de Azara y del conde de Aranda, quien quiso ser enterrado en el atrio. La reforma solo afectó a la decoración, quedando los sepulcros en el mismo lugar; se levantó delante de ellos una pared en la que se colocaron láminas de bronce con las inscripciones correspondientes, se distribuyó por la sala profusión de estucos y mármoles, colocando en la pared frontera unos medallones con relieves que representan escenas de legendarias batallas.
Alberga los restos de algunos monarcas navarros que reinaron en Aragón, de los primeros condes aragoneses y de los tres reyes iniciales de la dinastía ramirense, Ramiro I, Sancho Ramírez, Pedro I, junto con sus esposas.
En 1889 se le otorga el título de Monumento Nacional que en 1920 es completado con la declaración por parte del rey Alfonso XIII como Sitio Nacional. Ya el 2 de febrero de 2004, el Gobierno de Aragón completa su declaración como Bien de interés cultural con la protección del conjunto monástico y su entorno.
La mayor parte del fondo documental del Monasterio se trasladó al Archivo Histórico Nacional de Madrid, donde se encuentra en la sección de Clero. Atendiendo a los trabajos publicados, la documentación se divide en tres grandes grupos:
Documentos fechados entre 1195 y finales del siglo XV.
Según la leyenda española sobre el Santo Grial, este permaneció en el monasterio, después de pasar por diversas ubicaciones como la cueva de Yebra de Basa, monasterio de San Pedro de Siresa, iglesia de San Adrián de Sásabe, San Pedro de la Sede Real de Bailo, la Catedral de Jaca, desde 1071 hasta 1399.
La necesidad de atraer a los peregrinos a Santiago que pasaban por el cercano camino de Jaca al monasterio aconsejó que en él se ubicara la reliquia. En 1399 el rey Martín I se llevó el vaso sagrado al palacio de la Aljafería de Zaragoza, donde estuvo más de veinte años, después de una breve estancia en Barcelona, acompañando al rey y posteriormente se trasladó a la Catedral de Valencia.
El primer lugar en España donde se celebra con el rito Romano es en el Reino de Aragón en el monasterio de San Juan de la Peña, el 22 de marzo de 1071, durante la estancia del Santo Cáliz en el monasterio y a continuación se oficializa en el resto del reino, sustituyendo al rito mozárabe.
Enríquez de Salamanca, Cayetano, Rutas del románico en la provincia de Huesca, Las Rozas (Madrid), 1987, pág. 42, ISBN 84-398-9582-8.
Lapeña Paúl, Ana Isabel (1997). «Documentos en romance del Monasterio de san Juan de la Peña (primera serie, siglo XIII-1325)». Alazet, 9, pp. 215-249.