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sábado, 11 de mayo de 2019

LA RECONQUISTA DE DAROCA


2.57. LA RECONQUISTA DE DAROCA (SIGLO XII. DAROCA)

Habiendo llegado el gobernador de Daroca, Abén-Gama, al esplendor de su poder, se dio cuenta de que sólo le faltaba una cosa para alcanzar la dicha completa: casarse con la princesa más bella que existiera y construir para ella el más hermoso palacio conocido.

LA RECONQUISTA DE DAROCA (SIGLO XII. DAROCA)


Un golpe de suerte hizo que Zuleika, el mercader, trajera en uno de sus viajes a Melilah, la princesa más hermosa de toda Arabia. El gobernador quedó cautivado por su belleza e, inmediatamente, mandó construir un palacio y se casó con ella. Pero Melilah, que no amaba al gobernador, cayó en una infinita tristeza. También Abén-Gama se sintió desdichado y se volcó en la lucha contra Alfonso I el Batallador. Y fue en una de sus múltiples batallas donde hizo prisionero al caballero cristiano Jaime Díez de Aux y lo condujo a Daroca. Al entrar por la puerta, los ojos del joven cristiano se cruzaron con los de la hermosa Melilah y ambos se enamoraron, y desde aquel día la princesa fue a visitarlo todas las noches en secreto a la mazmorra.

Cuál sería el horror de la bella enamorada al enterarse un día de que el gobernador pensaba colgar a don Jaime como escarmiento, a la mañana siguiente. Rápidamente se encaminó a las mazmorras y propuso a don Jaime un plan de fuga, no sin antes obtener la promesa de que volvería para liberarla de Abén-Gama y se casaría con ella. Así es que, llegada la noche, y aprovechando la confusión que había provocado el cerco de la ciudad por Alfonso el Batallador, Melilah liberó a don Jaime. Pero, cegada por el temor de que muriera su amado, la bella princesa mora no fue lo suficientemente discreta.

Quiso, pues, la casualidad que Murid Omed, un moro enamorado en secreto de Melilah, descubriera el plan y, sintiéndose despechado, informó de la traición al gobernador. Abén-Gama, enfurecido por los celos, mandó que arrojaran a la princesa al pozo.

Pocos días después entraba don Jaime en Daroca entre las tropas del rey Alfonso I y corrió a buscar a su amada. Su desesperación fue infinita cuando se enteró de la muerte trágica de Melilah.
Se dice que, desde el día de su muerte, Melilah sale todos las noches del pozo vestida de blanco, con una luz en la mano, y vaga por las murallas del castillo en busca de su amado, a quien todavía espera para que la libre de su encanto.
[Beltrán, José, Tradiciones..., págs. 55-62.]


Daroca es una ciudad y municipio, cabeza del Partido judicial de Daroca, capital de la comarca de Campo de Daroca, en la provincia de Zaragoza, comunidad autónoma de Aragón, España.


Según algunos historiadores, la aldea celtibérica primitiva en este lugar se llamaba Darek. Se ha señalado Daroca con la ciudad a la que los romanos llamaron Agiria, construyendo un fuerte castillo para defender la carretera de Laminium, que pasaba por el pueblo y conectaba Zaragoza con Valencia.

La primera mención documental de la ciudad data del año 837; aparece como ciudad de cierta importancia en el norte de al-Andalus, donde se había instalado la familia de los Banu al-Muhayir, que pertenecían a la tribu de los tuyibíes, o árabes del sur, procedentes del Yemen.​ Los árabes le pusieron el nombre de Calat-Darawca (862), y lo tuvieron durante 400 años, hasta que Alfonso I de Aragón la conquistó en 1120, y en 1141 emitió un código legal primitivo, que hoy se desconoce. En el siglo XII, Ramon Berenguer IV le otorgó las leyes y los privilegios que la convirtieron en la capital de la Comunidad de Daroca, que tuvo una gran influencia social y militar en la Edad Media. Tuvo un voto en los tribunales y fue sede de varias asambleas famosas con Pedro II (1196), Jaime I (1222-1243), Jaime II (1311) y Pedro IV (1338), en las que se concertó la paz con Castilla.

Acuarela de Daroca y sus murallas por Pier Maria Baldi en 1668
Acuarela, Daroca, murallas, Pier Maria Baldi, 1668

En 1248, las aldeas de Daroca se constituyeron en Comunidad por privilegio del rey Jaime I. Daroca quedó excluida de la Comunidad, aunque siguió manteniendo una importante relación con sus aldeas. El territorio de la Comunidad tiene como base el concedido a Daroca en el fuero de 1142, aunque ambos no coinciden miméticamente. La Comunidad estableció sus propios órganos de gobierno, con sus oficiales (escribano, procurador y sesmeros), que se reunían en plegas; e incluso consiguió representación en las Cortes del reino.​ En una guerra contra Pedro I de Castilla, Daroca resistió a un asedio, que llevó a la adjudicación del estado de la ciudad el 26 de abril de 1366.

Económicamente, la agricultura y la ganadería fueron las principales ocupaciones de los habitantes. Había tres grupos sociales, cristianos, judíos y musulmanes, que gozaban de las mismas leyes y privilegios, aunque estaban organizados por separado.

La ciudad sirvió como una parada frecuente para los viajes a lugares de la zona, y fue visitada por los Reyes Católicos, Carlos I, Felipe II y Felipe III, en su ruta de Madrid a Zaragoza y Cataluña. Felipe V también estuvo en Daroca y también Carlos II. Después de la muerte de Carlos II, Daroca abrazó la causa del pretendiente austriaco al trono, Carlos III, en lugar del candidato respaldado por Francia Felipe V, que llevó a la ocupación en la Guerra de sucesión. Esto acabó con casi seis siglos de autonomía municipal: la oficina de la justicia desapareció, y fue sustituida por un magistrado real; el consejo se reorganizó para remover a los jurados y agregar ocho regentes, un secretario y dos diputados conjuntos. Durante la Guerra de Independencia, las tropas de Napoleón ingresaron a Daroca en junio de 1808. Daroca fue liberada en agosto de 1813.

Durante las guerras carlistas del siglo XIX, fue ocupada por las fuerzas carlistas en 1834, 1837 y 1872, pero todas ellas fueron esporádicas porque Daroca permaneció leal a la monarquía de Isabel II. Las ocupaciones se debieron a la proximidad geográfica del reducto carlista de Maestrazgo.

Desde mediados del siglo XIX, la situación económica mejoró debido al éxito de la agricultura, lo que estimuló el desarrollo del comercio y la pequeña industria. A principios del siglo XX, se construyó el ferrocarril Teruel- Calatayud, que fortaleció la posición comercial de Daroca. En estos años, se construyeron terraplenes en el barranco de Jiloca y se reforestó para intentar evitar los desastres causados ​​por inundaciones periódicas. 

En la Guerra Civil triunfó en toda la comarca los sublevados. La represión que siguió dejó totalmente sometida a la comarca a los rebeldes. Posteriormente, la ciudad comenzó a declinar, aunque mantuvo su posición gracias a la industrialización y la mecanización del campo.

Darocenses ilustres:

Juana de Aragón y de Armagnac (Daroca, 1375 - 1407), hija de Juan I de Aragón y Marta de Armagnac. Era miembro de la Casa de Aragón y Condesa de Foix por su matrimonio con Mateo I de Foix.
Martín Díez de Aux (Daroca, s. XIV – Játiva, 1440), noble que sirvió como Baile General del reino, y como Justicia del reino.
Astruc ha-Levi (Alcañiz, siglo XIV - siglo XV), erudito y conocedor del Talmud.
Juan de la Huerta (Daroca, 1413 - Maçon, 1462), escultor.
Gil Morlanes el Viejo (Daroca, 1445 - Zaragoza, 1517), escultor.
Pedro Sánchez Ciruelo (Daroca, 1470 - Salamanca, 1548), matemático y teólogo.
Pablo Bruna (Daroca, 1611 - 1679), conocido como El Ciego de Daroca, compositor de música y organista.
Diego de Xáraba y Bruna (Daroca, 1652 - Madrid, 1716), organista y compositor.
Juan Cristóbal Diego Romea Tapia (Daroca, 1732 - Zaragoza, 1766), poeta, periodista y escritor.
Francisco del Plano y García de la Cueva (Daroca, 1658 - Zaragoza, 1739), pintor.
Mateo González Labrador (Daroca, 1755 - Zaragoza, 1807)​, grabador calcográfico.
Marcial Antonio López Quílez (Daroca, 1788 - Madrid, 1857), barón de Lajoyosa, abogado, historiador y político, miembro de la Real Academia de la Historia.
Toribio del Campillo y Casamor (Daroca, 1824 - Madrid, 1900), conocido como Agustín Casamor, archivero, historiador y escritor.
Fernando de Paula Oseñalde (Daroca, siglo XIX), político.
Ricardo Lozano Monzón (Daroca, 1872 - Zaragoza, 1934), médico, cirujano, catedrático y empresario, fundador del Banco de Aragón.
Francisco Gómez del Campillo (Daroca, 1873 - Barcelona, 1945), catedrático de Instituciones de Derecho Canónico y rector de la Universidad de Barcelona.
José Luis Corral Lafuente (Daroca, 1957), historiador y escritor.

lunes, 22 de junio de 2020

250. LA EXPULSIÓN DE LOS MOROS DE PINA

250. LA EXPULSIÓN DE LOS MOROS DE PINA (SIGLOS XIV-XV. PINA DE EBRO)

250. LA EXPULSIÓN DE LOS MOROS DE PINA (SIGLOS XIV-XV. PINA DE EBRO)


Como en tantos y tantos pueblos de Aragón, lo mismo que ocurriera tras la conquista musulmana —cuando los cristianos (los mozárabes) pasaron a ser minoría dominada—, después de la reconquista se volvieron las tornas: la población musulmana (los mudéjares) quedó en franca inferioridad, aunque cuidadosamente protegida por los reyes. No obstante, aunque la tolerancia mutua fue la tónica general, en muchos lugares la convivencia se hizo difícil en momentos concretos. Uno de esos pasajes tuvo por escenario a Pina de Ebro.

Por razones que no vienen al caso, las relaciones entre cristianos y moros se deterioraron con el paso del tiempo. Residían estos últimos en la morería, el actual barrio llamado de la Parroquia, y eran muy aficionados a la lidia de toros, diversión a la que se entregaban de cuando en cuando dentro del recinto de su propio barrio.

Conocedores de esta afición, idearon los cristianos la manera mejor en que la podían aprovechar para lograr su objetivo, de modo que prepararon y anunciaron la lidia de un enorme toro que llevaba fama de ser muy bravo —lidia que, sin duda, es el antecedente del «alarde» actual— y todo el mundo se echó a la calle, incluidos los mudéjares, que no quisieron perderse la ocasión.

Cuando el festejo se hallaba en pleno apogeo, los mozos cristianos hicieron que el toro, magistralmente dirigido con las sogas, cercara y acorralara a los moros hasta obligarles a huir de la población para ponerse a salvo. Luego, apostados en los lugares estratégicos y pertrechados con todo tipo de armas, impidieron que los moros pudieran regresar a sus viviendas.

Ante la gravedad de la situación, optaron los moros por caminar hasta la entonces existente población de Alcalá, cuyas casas se elevaban entre Pina y Gelsa, donde hallaron acomodo entre la mayoritaria población mudéjar. La morería de Pina quedó desierta y sus habitantes vivieron desde entonces en el exilio.

Parece ser que para recordar y conmemorar el día en que sucediera la diáspora mudéjar, los cristianos organizan secularmente el llamado «alarde», en el que el toro es el principal protagonista.

[Datos proporcionados por Pilar Pérez, profesora del Colegio «Ramón y Cajal». Pina.]


Toro de Sogas “24 DE JUNIO: Cuando Josué detuvo el sol: fiesta de la festividad de Juan, hijo de Zacarías…” (año 961) La leyenda del toro de San Juan está algo alejada de la realidad; a veces, es más interesante creer en la historia inventada que en los hechos reales. Según cuentan nuestros mayores, la fiesta se establecía en memoria de la expulsión de los moros que vivían en el barrio de la Parroquia. Para arrojarlos de Pina, los cristianos idearon ensogar a un toro, diversión a la que eran en extremo aficionados, los acorralaron obligándoles a huir, y no se les permitió entrar más. [read more=»Leer más» less=»Leer menos»] Demetrio Brisset nos dice que, si deseáramos conocer la herencia festiva de los Iberos, uno de los emplazamientos claves puede ser junto al accidente geográfico que les impuso el nombre: el padre río Ebro, Iberus antes de Cristo: “…será en el pueblo fluvial de Pina, donde a mediados del siglo XIX aún se celebraba el “alarde de San Juan”, en el que encontramos unidos la mayoría de los elementos que debieron intervenir en las fiestas solsticiales ibéricas: (río, albadas, guerreros, procesión de un toro, diálogo de pastores, pantomima de la bruja, peleles carnavalescos, banquetes, baile), la mezcla es explosiva…” La vieja tradición romana, hacía del toro uno de los animales sacrificados ritualmente. En las fiestas religiosas, se vincula la agricultura con la guerra, realizaban ceremonias tales como las bendiciones de las liones, el adorno del ganado, los lupercales (dos jóvenes disfrazados con pieles de cabras y ungidos con sangre del mismo animal golpeaban con látigos a todas las mujeres que encontraban, tirándolas al suelo de las piernas) y con estos ritos se obtenía la fecundidad. Al asentarse los visigodos en la Península Ibérica y convertirse al cristianismo, vinculan el extendido culto hispano a San Juan con el solsticio de verano, que en sus tierras de origen era uno de los ejes del ciclo anual. El día de San Juan era un día cargado de significado; en esta fecha vencían los contratos de arrendamiento y salían los clérigos en busca de los diezmos, conocedores de que los agricultores cerealistas se hallaban en plena siega. De ahí el origen de la copla: Matutes* de Pina Matutes* serán Que llevan el toro Delante de San Juan * Matutes significa acción de eludir el impuesto de consumos Los cronistas aragoneses de aquella época desestiman tajantemente que un toro interviniese en la expulsión de los moros. La realidad es que la aljama de Pina fue pasada a cuchillo a finales del siglo XVI por montañeses del Pirineo, mandados por Antonio Marton, y empeñados en exterminar a los moros del valle del Ebro para vengar la muerte de un pariente en Codo a manos de un morisco, ayudados por catalanes rebeldes comandados por Barber. La guerra de montañeses y moriscos había comenzado unos años antes con una serie de disturbios. Los cronistas también dan cuenta de éstos hechos y nos hablan del “correr de los toros en Pina” como algo corriente y famoso en el pueblo. “…durante la celebración del correr de los toros en Pina, los moriscos de xelsa y unos pastores llamados los Pintados tuvieron gran pelea por que toro debía ocupar el tercer lugar…”. Fray Marco de Guadalaxara y Xavierre (Memorable Expulsión y justísimo, 1613) La fiesta del toro enmaromado de Pina constituye un eslabón más en la larga cadena de ritos y fiestas en un país donde la figura del toro ha tenido siempre una concepción mágico-religiosa, y donde las antiguas tradiciones en torno a las suertes del toro y a la tauromaquia han sufrido a lo largo de los siglos un proceso cambiante, trocando lo que en un principio fue un rito cargado de simbolismo en una tradición lúdica y festiva. La razón por la que se instituye el festejo ha estado vinculada siempre más a la leyenda que a la realidad. Pero no olvidemos que historia y leyenda, muchas veces caminan juntas. En el siglo XII, durante la reconquista, había una leyenda que decía así: “…La noche de San Juan cuando los cristianos iban a sacar la procesión con el santo titular pero no pudieron hacerlo por la presencia de los árabes. Cuentan que entonces salió un toro bravo que arremetió contra los infieles huyendo despavoridos. Se celebró con salvas y los cofrades de San Juan decidieron que al año siguiente llevarían un toro en la procesión, abriendo camino a la peana del santo para rendirle tributo…” La tradición alcanzó su máximo esplendor en el siglo XVIII. En el año 1722 se renuevan los estatutos de la cofradía y se realizan mejoras en la fiesta. La cofradía siempre fue la encargada de pagar la fiesta de San Juan y suministrar el toro. Sabemos que en 1609 debía estar bastante formada ya que sus ingresos no sólo provenían de las cuotas y penas de sus socios, sino también de su actividad ganadera y agrícola; entre sus ganancias estaban la venta de reses, lana, carne mortecina, etc. Cuando la cofradía pierde sus propiedades para la guerra de la Independencia, sigue costeando los gastos realizando rifas en la localidad. En 1908, durante el reinado de Alfonso XIII, el ministerio de la gobernación dicta una real orden con fecha de 5 de febrero que dice: “…la costumbre arraigada en muchas localidades de organizar capeas o corridas de toros en calles y plazas públicas sin las precauciones necesarias para evitar desgracias personales exige V.S. adopte las medidas indispensables a fin de que no consienta en adelante esos peligrosos espectáculos.”. Don Juan de la Cierva La fiesta deja de celebrarse y la cofradía se disuelve, entregando sus propiedades materiales (portapaz, busto, tallas, etc) a la cofradía de la Dolorosa y los Blancos. “…En Pina, pueblo de la provincia de Zaragoza, existía una costumbre singular: para la festividad de San Juan Bautista se celebraba una procesión en la que abría la marcha un toro. Existía en el término de dicho pueblo una ganadería de cierto renombre, la de Ferrer, y a ella solían acudir para coger el toro que había de tomar parte en el religioso cortejo. En la madrugada de la fiesta se reunían los vecinos en la casa del mayordomo de la Cofradía, quien, siguiendo tradicional costumbre, les obsequiaba con un refresco. La gente moza se dirigía a un corral en el que desde la tarde anterior estaba enchiquerado el toro que se destinaba al singular rito, y que procuraban fuera de libras y buen trapío. Derribaban a la res y la enmaromaban con una fuerte cuerda por el arranque de la cuerna, dejando los dos cabos de ella sueltos y largos, y sujetándola por ellos, se encaminaban al encuentro de la procesión. Tras la bandera de la cofradía salía ésta, y el toro de tal manera sujeto, abría marcha como batidor. Unas veces el toro avanza y abre calle a la procesión, otras se para y la detiene, y no pocas retrocede y la descompone; así entre avances, paradas, sustos, estrujones, gritos, carreras, tiros, risas y tumbos, acaba la procesión su accidentada carrera, durante la cual el santo está guardado como merece y a usanza de real persona por cuatro alabarderos -albarderos les llaman allí- que, provistos de sendas partesanas, defenderían, cuando los puños que sujetan a la res faltasen, la sagrada imagen. También el zaguanete de alabarderos tiene, como toda esta procesión, su detalle original: bajo el sombrero apuntando que lucen asoma el pañuelo del baturro, cuya lazada cae en chillona nota de color, produciendo cómico efecto, sobre la oreja de los espetados guardias. La procesión queda en la iglesia, y en la espaciosa plaza se lidia un rato el toro, mientras los individuos de la cofradía del santo bailan la “caracola”, complicada combinación coreográfica, cuyas evoluciones no logran aterrar ni aún las frecuentes aproximaciones del cornupeto; y acabada la fiesta, se corta la cuerda del toro, que sale en dirección al soto donde pastaba, soliendo repartir al paso algún que otro achuchón al que encuentra en su carrera. La tradición popular asegura que tal costumbre proviene del tiempo de los moros, que como se opusieran a la salida de la procesión, hicieron que los testarudos baturros dispusieran que un toro la abriera calle, con lo que amedrentados los infieles no osaron interrumpir su paso.” ALREDEDOR DEL MUNDO” Don R.Mainar Lahuerta (año 1900) En 1984 el Ayuntamiento al frente de una comisión , se hace cargo de la recuperación con todo el esplendor de antaño, continuando así hasta nuestros días. En 2012 se ha creado la Asociación Cultural Toro de Sogas de Pina de Ebro, cuya misión es difundir y potenciar la fiesta del toro de sogas de Pina de Ebro en colaboración con el Ayuntamiento. PAIROS DE SAN JUAN Antiguamente, «pairo» era una expresión que cayó en desuso, no es que se llamase Pairo al muñeco, se decía cuando lo veían “está al pairo”. Según el diccionario etimológico de la lengua castellana: Pairo es el derivado de pairar “soportar, aguantar, tener paciencia”. En la actualidad hablar de “Pairo” es hablar del muñeco que se coloca por las calles en la fiesta de San Juan, con la finalidad de provocar la distracción del toro en su recorrido, permitiéndole demostrar su bravura, ya que tiene delante un bulto que se mueve al que puede atacar con violencia y agresividad. Aunque el punto de mira a la hora de colocar estos muñecos siempre es el toro, también se persigue que el recorrido resulte más llamativo y atractivo para las personas que acompañan al animal. ALABARDEROS El Real Cuerpo de Alabarderos fue fundado en 1504, su misión consistía en defender al monarca. De los alabarderos de Pina se tienen pocas noticias, se sabe que en 1722 se renuevan los estatutos de la cofradía de San Juan, en ellos se nos explica que antiguamente el traje de “alabardero” lo utilizaban todos aquellos que habían sido “mayordomos”, pero esta costumbre había caído en desuso. Se establece en nuevo estatuto en el que deben llevar riguroso uniforme el mayordomo, cuatro sargentos, un abanderado y un reducido número de soldados. En 1984, cuando se recupera la fiesta vuelve a formarse un grupo de alabarderos.

sábado, 4 de mayo de 2019

LA AYUDA DE PEDRO RUIZ DE AZAGRA AL CID

2.45. LA AYUDA DE PEDRO RUIZ DE AZAGRA AL CID (SIGLO XI. ALBARRACÍN)

Albarracín, Teruel, Aragón, panorámica


La conquista de Valencia, ciudad situada dentro del territorio musulmán y con una población en su mayoría infiel, constituía un auténtico reto para toda la Cristiandad. Era, en realidad, un sueño inalcanzable por el momento y ni siquiera el rey de Castilla, uno de los más poderosos de su momento, hubiera podido llevar a cabo semejante empresa, aun reuniendo a todas sus fuerzas, pues Valencia estaba densamente poblada y demasiado alejada del territorio cristiano como para aventurarse en su reconquista.
Sin embargo, el mundo cristiano contaba en esos momentos con un valeroso caballero, el Cid Campeador, a quien recurrían unos y otros para encomendarle las más arduas empresas de armas y batallas. También en esta ocasión fue necesaria la intervención de Rodrigo Díaz de Vivar, el verdadero nombre del Cid, quien, con su ánimo y valentía, además de un gran esfuerzo, mantuvo cercada a la ciudad de Valencia durante nueve meses seguidos, hasta que, finalmente, logró capturarla y tomar posesión de ella.
Los moros valencianos contaron con la importante colaboración del rey Búcar y de los almorávides, por eso era más inconcebible la victoria del Cid Campeador. Tan increíble parecía la empresa cidiana que algunos se empeñaron en decir que don Rodrigo contó con la ayuda inestimable de don Pedro Ruiz de Azagra, señor de Albarracín, hecho que todavía confiere a la reconquista de Valencia un mayor contenido legendario, puesto que don Pedro, el señor de Santa María de Albarracín —sin duda un magnífico estadista y un esforzado y valeroso hombre de armas—, vivió muchos años después de la hazaña protagonizada por don Rodrigo Díaz de Vivar.
En efecto, a don Pedro se le reconoce su estrecha relación con Valencia, en tiempos del rey Lobo, de quien era amigo, pero el pueblo estima que su inclinación por la ciudad levantina se basaba en haberla conocido cuando ayudó con sus tropas al Cid.
[Zurita, Jerónimo, Anales..., libro I, pág. 137.]


Albarracín es un municipio y localidad español del suroeste de la provincia de Teruel, en la comunidad autónoma de Aragón. Cuenta con una población de 1054 habitantes (INE 2016). La localidad es Monumento Nacional desde 1961; posee la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes de 1996, y se encuentra propuesta por la Unesco para ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la belleza e importancia de su patrimonio histórico.

Se encuentra situada cerca de la antigua ciudad romana de Lobetum. Los árabes llamaron al lugar Alcartam que se derivaría del antiguo topónimo de Ercávida, pasando a denominarse más tarde como Aben Razin, nombre de una familia bereber de donde se derivaría su nombre actual. Otros opinan que el término «Albarracín» derivaría del celta alb, 'montaña', y ragin, 'viña', 'uva' o del antropónimo Razin.

Sin duda el topónimo procede de Ibn (ben) hijo de Razin (reyes taifas de Albarracín desde la fitna hasta Ibn Mardanís, rey Lobo de Murcia. Es decir, el lugar de los hijos de Razin, aunque hasta el siglo xix su nombre oficial es Ciudad de Santa María de Albarracín, denominándose en época islámica Santa María de Oriente.

El casco antiguo se encuentra construido sobre las faldas de una montaña, rodeada casi en su totalidad por el río Guadalaviar. Al norte se encuentra la sierra de Albarracín, y al sur los montes Universales. Parte de su término municipal está ocupado por el Paisaje protegido de los Pinares de Rodeno.

En los alrededores nacen los ríos Guadalaviar, Tajo, Júcar, Cabriel y Jiloca.

Su término municipal es, por razones históricas, uno de los más grandes de la provincia de Teruel (sólo superado por el de Alcañiz) y en él se encuentran las localidades de: Albarracín (capital del municipio), El Cañigral, Las Casillas de Bezas, Collado de la Grulla, Valle Cabriel, El Membrillo, San Pedro y Valdevecar.

El pueblo está encaramado en un peñón y rodeado por el Guadalaviar. Por este lado y mirando hacia el río se hallan edificadas las casas colgadas. Dentro del pueblo sus calles son empinadas y estrechas, con rincones muy pintorescos. La construcción ofrece la original arquitectura popular con la forja propia de la provincia además de tener el color rojizo característico llamado rodeno.

La localidad se divide en dos zonas: la parte antigua, la Ciudad, con sus casas colgadas sobre la hoz del río; y el Arrabal, situado en la vega del Guadalaviar.

En la Edad de Hierro estuvo habitada por la tribu celta de los lobetanos. Se han encontrado importantes pinturas rupestres epipaleolíticas y neolíticas de estilo levantino, esquemático y semiesquemático en el pinar del rodeno. Durante la época romana se llamó, al parecer, Lobetum, y en tiempos de los visigodos, Santa María de Oriente.

Durante el período andalusí, concretamente el siglo xi, el clan bereber de los Banu Razin alcanzó el poder convirtiéndose en la dinastía soberana de la taifa de Albarracín. De este linaje procede el propio nombre de la población (al-Banu Razin: (la ciudad) de los hijos de Razín). De esta magnífica etapa se conservan dos importantes testimonios: la torre del Andador –situada en lo alto del recinto exterior– y el castillo de Albarracín, que albergó la antigua alcazaba de los Banu Razin.

La taifa pasó posteriormente, por cesión y no por conquista, a la familia cristiana de linaje navarro de los Azagra, que mantuvieron de facto la independencia de Castilla y de Aragón desde 1170, llegando a crear un obispado propio. También el poderoso linaje de Lara ejerció su soberanía sobre Albarracín. Tras el fracaso de conquista por parte de Jaime I en 1220, es Pedro III de Aragón quien la conquistó en 1285 tras sitiarla, pasando definitivamente a la Corona de Aragón en 1300. Esta serie de hechos políticos tuvieron como base la importancia de la fortaleza y del sistema defensivo de Albarracín.

Es una antigua sede episcopal denominada, primero Arcabricense y después Segobricense hasta que, tras la desmembración de las iglesias de Segorbe (Castellón) de las iglesias de Albarracín, paso a denominarse Albarracinense, tras la Bula Papal de Juan Pablo II, mantiene su independencia pero pasa a ser regida por el Obispo de Teruel que es también Obispo de Albarracín.

El 21 de junio de 1257 el rey Jaime I concedió en Teruel a la Comunidad de Santa María de Albarracín o Comunidad de aldeas de Albarracín el privilegio sobre competencia de jurisdicción de sexmeros, asistentes y jurados de dicha Ciudad.

Durante la Guerra Civil Española tuvieron lugar en la localidad combates entre las tropas republicanas y las franquistas, cambiando varias veces el control de la población entre ambos bandos. En julio de 1937 tuvo lugar una ofensiva republicana sobre la localidad, constituyendo el mayor enfrentamiento bélico habido en la localidad durante la guerra. En un rápido ataque, el 8 de julio los republicanos se hicieron con el control de la localidad a excepción del ayuntamiento y la catedral, en los que permanecieron sitiados militares y civiles que se habían refugiado previamente. Los sublevados reaccionaron enviando refuerzos y el 13 de julio lograron reconquistar la localidad y expulsar a las tropas republicanas.

La localidad es Monumento Nacional desde 1961; posee la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes de 1996, y se encuentra propuesta por la Unesco para ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la belleza e importancia de su patrimonio histórico.

Conjunto histórico de Albarracín: su conjunto histórico está declarado como bien de interés cultural con el código RI-53-0000030.10​
Catedral del Salvador: situada junto al castillo, es del siglo xvi con una sola nave y capillas laterales. En su museo hay buenos tapices flamencos historiados con la vida de Gedeón.
Alcázar de Albarracín: ubicado en el casco antiguo, recientemente ha sido restaurado y acondicionado para su visita. Entre 2004 y 2006 se han realizado excavaciones arqueológicas y se han restaurado sus estructuras. Si bien conserva un potente recinto amurallado, su interior alberga un interesante campo arqueológico de época medieval. Fue alcázar andalusí, al convertirse el clan de los Banu-Razin en soberanos de este pequeño reino de taifa en el siglo xi, que dio nombre a la ciudad. Durante el siglo xiii y el xiv siguió siendo residencia de los señores de Albarracín, y, tras la conquista aragonesa de la ciudad en 1284, se transformó casi completamente. La fortaleza estuvo ocupada hasta finales del siglo xvi; fue destruida en el siglo xviii tras la Guerra de Sucesión.
Palacio episcopal: se encuentra junto a la catedral. Tiene portada barroca.
Casa Consistorial: se encuentra en la plaza del Ayuntamiento. Es del siglo xvi, con balcones de madera y un corredor corrido sobre el río.
Casa de la Julianeta: casa de construcción popular, se encuentra en el Portal de Molina.
Murallas de Albarracín: del siglo xiv, de construcción cristiana.
Torre del Andador, de aparejo musulmán del siglo x y xi, reforzada con un pequeño recinto rectangular.
Torre de doña Blanca, simétrica a la del Andador, se halla en el extremo del espolón.
Torre de la Muela, hoy desaparecida; similar a las del Andador y de doña Blanca, se hallaba al otro lado del río.

LA AYUDA DE PEDRO RUIZ DE AZAGRA AL CID (SIGLO XI. ALBARRACÍN)
Castillo y muralla de Albarracín


Pedro Ruiz (Rodríguez) de Azagra (muerto en 1186) fue un noble y hombre de armas navarro que se estableció en el señorío independiente de Albarracín, el cual permaneció bajo esta condición hasta 1284.

Era el segundo hijo de Rodrigo Pérez de Azagra. Su hermano mayor fue Gonzalo Ruiz de Azagra y su hermano menor, y a la postre sucesor suyo, Fernando Ruiz de Azagra.

Pedro se casó con Toda (o Tota) Pérez, la hija de otro noble navarro, Pedro de Arazuri. Estos dos Pedros se enajenaron de Navarra prácticamente al mismo tiempo, probablemente porque no aceptaron la sucesión de Sancho VI de Navarra en 1154, después de la muerte de su padre García Ramírez. Entró a formar parte entonces de las huestes a servicio de Muhammad ibn Mardanis, a la sazón gobernante de la taifa de Valencia y Murcia, entre 1166 y 11682​ (o tal vez posteriormente durante los años 1169–1170).

Ibn Mardanis le confió el señorío de Albarracín con la idea de defender el flanco norte de su taifa del expansionismo de Alfonso II de Aragón. Pedro comenzó inmediatamente a cristianizar su señorío, erigiendo iglesias y fundando un obispado. Su negativa a reconocer la soberanía aragonesa a través de su obispo Martin, el cual rechazó reconocer la supremacía del Obispo de Zaragoza, a pesar de ser ordenado para que así fuera por el mismísimo Papa. Pedro también repobló la región de Albarracín, mayoritariamente con colonos provenientes de Navarra.

Pedro se mostró generalmente amistoso con Navarra y con Alfonso VIII de Castilla. En agosto de 1170, él mismo junto con su hermano Gonzalo toman parte en la comitiva enviada por Alfonso VIII para conocer a su prometida, Leonor, en Burdeos escoltándole hasta la presencia del rey.​ Incluso cuando su suegro se alineó con Castilla, Pedro permaneció neutral. En 1172, Cerebruno, el arzobispo de Toledo en Castilla y primado de España, consagró al obispo de Santa María de Albarracín y le incorporó a su diócesis.​ En 1176, Pedro el cual se auto intitulaba como vasallo de Santa María, un título que emplearían la mayoría de sus sucesores, proclamaba ninguna soberanía en la tierra sobre él, exceptuando la Virgen María en el cielo.

En enero de 1180 le vemos firmando en la tercera columna del Fuero de Villasila y Villamelendro firmado en Carrión de los Condes como Petrus Roderici de Azagra, confirmat.

https://www.celtiberia.net/es/conocimientos/?idp=7058

Un tal "Peire Rois" mencionado en el poema Quan vei pels vergiers despleiar, donde el sirviente de Bertran de Born, sea probablemente el citado Pedro Ruiz de Azagra. Compuesto probablemente en 1184, la canción de Bertran es la segunda arenga anti Aragonesa.


Pedro Ruiz de Azagra no dejó descendencia masculina directa, sucediéndole su hermano menor Fernán. Por el contrario sí que dejó una hija llamada Toda Pérez de Azagra, la cual casó con Diego López II de Haro, falleciendo el 16 de enero de 1216.

Asperti, Stefano (2001). "Per «Gossalbo Roitz»." Convergences médiévales: épopée, lyrique, roman. Mélanges offerts à Madeleine Tyssens. Nadine Henrard, Paola Moreno, and Martine Thiry-Stassin, edd. Paris: De Boeck Université.
Buresi, Pascal (2004). La frontière entre chrétienté et Islam dans la péninsule Ibérique: du Tage à la Sierra Morena (fin XIe-milieu XIIIe siècle). Editions Publibook.
Doubleday, Simon R. (2001). The Lara Family: Crown and Nobility in Medieval Spain. Harvard University Press.
Ladero Quesada, Miguel Ángel (2001). "Sobre la evolución de las fronteras medievales hispánicas (siglos XI a XIV)." Identidad y representación de la frontera en la España medieval, siglos XI–XIV: seminario celebrado en la Casa de Velázquez y la Universidad Autónoma de Madrid, 14–15 de diciembre de 1998. Carlos de Ayala Martínez, Pascal Buresi, Philippe Josserand, edd. Madrid: Casa de Velázquez, pp. 5–50.
https://www.casadevelazquez.org/publications/librairie-en-ligne/livre/identidad-y-representacion-de-la-frontera-en-la-espana-medieval-siglos-xi-xiv/
Suárez Fernández, Luis (1976). Historia de España antigua y media. Ediciones Rialp.

martes, 30 de abril de 2019

LA RECONQUISTA DE EJEA POR LOS SOLDADOS FRANCESES


2.27. LA RECONQUISTA DE EJEA POR LOS SOLDADOS FRANCESES (1095)
(SIGLO XI. EJEA DE LOS CABALLEROS)

En tiempos en los que regía los destinos de Aragón el rey Sancho Ramírez, el ejército cristiano aragonés trató una y otra vez de conquistar por la fuerza de las armas la ciudad de Ejea sin éxito alguno, pues tanto la enorme valía y la bizarría de los soldados musulmanes como la situación privilegiada de la que gozaba el enclave de la murada plaza impedían un asalto definitivo con ciertas garantías.
Afortunadamente, cuando los soldados aragoneses estaban a punto de perder toda esperanza de victoria, llegaron de Gascuña el conde de Bigorra, don Gastón de Espés y otros muchos nobles y caballeros franceses con sus propias huestes perfectamente armadas. Éstos, una vez se hubieron percatado de la situación real —muy difícil por cierto—, aconsejaron humilde y sabiamente al rey que hiciera una promesa a san Geraldo, santo del que eran muy devotos los guerreros franceses. De esta manera, le hablaron pormenorizadamente al rey aragonés del monasterio de Selvamayor, situado en plena Gascuña, donde se guardan los restos de tan venerado santo, bien conocido y aclamado por su demostrado poder milagroso. (Abbaye de La Sauve-Majeure)
Sancho Ramírez, deseoso de tomar Ejea a toda costa para proseguir el avance reconquistador en otros frentes, prometió que, en caso de obtener la fortaleza, entregaría al santo las primicias de pan, vino, olivas, lino y de todas las riquezas de la tierra. Así es que el ejército aragonés, confiado en el poder intercesor de san Geraldo ante Dios y en el apoyo de los franceses, se dispuso para la batalla final lleno de fe en la victoria. La lucha por la hasta entonces inexpugnable Ejea —que sin duda hubo de ser muy intensa— terminó con la muerte de todos los infieles a manos cristianas, con lo que la población cayó y quedó en poder del monarca aragonés.
La calma se hizo en el campamento del gozoso rey Sancho Ramírez, quien, fiel a la palabra que había empeñado ante los muros ejeanos, satisfizo la promesa que le hiciera al santo y para ello mandó construir dentro ya de la ciudad tomada una iglesia, casa y cementerio (lo que se denominó en adelante como «Abadía de Ejea»), donde se recogerían y guardarían desde entonces los frutos de las primicias prometidas.
[Ferrer y Racax, Joseph F., Idea de Exea, págs. 62-66.]

LA RECONQUISTA DE EJEA POR LOS SOLDADOS FRANCESES (1095)  (SIGLO XI. EJEA DE LOS CABALLEROS)




Ejea de los Caballeros (Exeya d'os Caballers en aragonés) es una villa y un municipio español, de la provincia de Zaragoza y la comunidad autónoma de Aragón, situado en la comarca de las Cinco Villas en el partido judicial homónimo. Dista 72 km de la capital provincial, Zaragoza, y 43 km de Tudela (Navarra).


Con una superficie de 609,92 km², es el segundo municipio más extenso de Aragón. Tenía una población de 16 605 habitantes (INE 2018), lo que le convierte en el cuarto más poblado de la provincia.

Actualmente, el municipio de Ejea de los Caballeros comprende las siguientes localidades:3​ Bardenas, El Bayo, Ejea de los Caballeros, Farasdués, Pinsoro, El Sabinar, Rivas, Santa Anastasia y Valareña.

Por su extensión se trata de uno de los municipios españoles más extensos, siendo su superficie de 609,92 km2.

El término municipal incluye los núcleos habitados de Farasdués y Rivas, junto con los pueblos de colonización de Pinsoro, El Bayo, Bardenas, Valareña, Santa Anastasia y El Sabinar. Limita al norte con Sádaba, Biota, Luesia y Asín; al este, con Orés, Luna y Castejón de Valdejasa; al sur, con Tauste; y al oeste, con las Bardenas Reales, en Navarra.

El origen geológico del territorio que hoy ocupa Ejea de los Caballeros se remonta al comienzo de la Era Terciaria, en lo que los especialistas han llamado el «paroxismo alpino».

Justo en la zona donde en la actualidad se sitúa Ejea, se produjo un hundimiento, que se cubrió con posterioridad con materiales miocénicos (margas, arcillas, arenisca y calizas) de una antigüedad en torno a los 22 millones de años. La fineza de esos materiales facilitó la acción de la erosión diferencial, que a lo largo de miles de años configuró este territorio con unas formas dominadas por la planitud del terreno.

Así pues, Ejea se ubicó en el centro de una depresión cubierta después por sedimentos cuaternarios, de hace un millón de años, que tiene relación con el sistema fluvial de terrazas Arbas-Riguel. Como consecuencia de todo ello, el relieve ejeano es predominantemente llano, salteado tan sólo por suaves elevaciones. Ejea se encuentra a 320 msnm, altitud baja si se compara con los 525 msnm de la vecina villa de Luna o con los 745 msnm de la Sierra de Erla y los Montes de Sora.

Ejea tiene un clima de tipo continental, aunque suavizado con ligeros matices del clima mediterráneo. Se caracteriza por sus temperaturas extremas, la escasez e irregularidad de las precipitaciones y la limpieza atmosférica gracias a los vientos. El clima es de los más duros de España, con temperaturas muy bajas en invierno que pueden alcanzar los 18 °C bajo cero y temperaturas superiores a los 40 °C en verano.

La temperatura media anual es de 14 °C. Los meses más fríos son enero y febrero con medias menores de 5 °C, aunque se dan baremos absolutos que descienden por debajo de 0 °C, sobre todo en invierno. La media de temperatura de noviembre a enero es inferior a los 10 °C, pero se producen con frecuencia heladas hasta bien entrado el mes de mayo.

Los meses más calurosos son julio y agosto, aunque ya desde finales de junio se produce un aumento notable de las temperaturas. La media en el verano es de 23 °C, sin descartar los días en que el termómetro alcanza los 40 °C. Esta rigurosidad térmica se suaviza en otoño.

La media de lluvias de Ejea es de 468 mm anuales, siendo mayo el mes más lluvioso seguido de la estación otoñal, en forma de gota fría. Por el contrario, el verano es el periodo más seco, humedecido sólo con esporádicas tormentas de origen térmico.


Río Arba de Biel a su paso por Ejea.
El viento es un meteoro muy característico de la zona. El viento del norte encajonado en el valle del Ebro origina el llamado «cierzo», que llega a alcanzar grandes velocidades y provoca una sensación térmica muy fría en invierno pero refrescante en verano. En verano, sobre todo, sopla el viento del sureste, el llamado «bochorno», que contribuye al aumento de las temperaturas.

Tanto el relieve como el clima hacen que el régimen hidrográfico sea un tanto irregular, con una pertinaz sequía en verano, sólo rota por las riadas provocadas por las tormentas y con un aumento del caudal en primavera y otoño. Todas estas peculiaridades se reflejan en los ríos que atraviesan el término municipal de Ejea de los Caballeros: Riguel, Arba de Luesia y Arba de Biel. Estos dos últimos se unen en un solo río Arba ya cerca del casco urbano de Ejea.

En el territorio de Ejea de los Caballeros se dan bastantes casos de endorreísmo como consecuencia de la impermeabilidad del suelo, sobre todo en zonas donde se concentra material calizo. Hay una buena muestra de estancas, lagunas y balsas, dotadas de diversas dimensiones y peculiaridades: el lagunazo de El Moncayuelo, el de Bolaso, la estanca de El Gancho y El Sabinar, y el pantano de San Bartolomé, además de otros núcleos de menor entidad.

También existen algunos manantiales. El más famoso de ellos es el de Bañera, aunque en el extenso término municipal encontramos numerosas fuentes.

A pesar de la intervención del hombre modificando el terreno, aún quedan en Ejea algunos restos de la vegetación original. Existe abundante monte bajo (coscojo, tomillo, romero) y algunas manchas espesas de arbolado, sobre todo pino carrasco (en la Bardena). En los márgenes de los ríos hallamos tamarices en las zonas de inundación, además de sauces y chopos.

No obstante, la construcción del embalse de Yesa y del canal de las Bardenas, que convirtió en regadío la mayor parte del término estepario de Ejea, terminó con la mayor parte del medio natural no humanizado.

Los arqueólogos han encontrado en estas tierras indicios de épocas tan pretéritas como la Edad del Bronce, el periodo Calcolítico o incluso el Neolítico. Se han descubierto huellas de la actividad humana desde el 8000 a. C. En concreto, se han hallado restos en el yacimiento arqueológico existente en la parte alta de la villa, localizado ante la iglesia de Santa María, en pleno barrio de la Corona.

Edad Antigua
Sin embargo, los primeros datos históricos relativos a Ejea aparecen con la presencia en el lugar de los suesetanos, un pueblo de lengua celta relacionado con la gran tribu belga de los suesones, y que da a Ejea el primer nombre que nos es conocido, Segia, del que deriva el nombre actual. Sin embargo, los historiadores no tienen clara la importancia de la población de Segia dentro del territorio suesetano, desconociéndose por el momento si se trataba de su capital, de una ciudad importante o de un núcleo menor.

En este sentido, se ha defendido la identificación de Segia con la capital de los suesetanos, Corbio, que fue arrasada por un Ejército romano al mando del cónsul Terencio Varrón en el año 184 a. C., tras lo cual el territorio suesetano fue cedido a los vascones.

Época romana
Después de que Roma asumiese el control directo del territorio vascón, tenemos constancia de un documento, el llamado «Bronce de Ascoli», en el que, en el marco de la guerra social —de 91 a. C. a 89 a. C.—, Cneo Pompeyo Estrabón concedió la ciudadanía romana a nueve jinetes suesetanos o vascones de Segia, integrados en la llamada «Turma salluitana», como premio a sus actividades militares en dicha guerra.4​

Tanto bajo la República romana como bajo el Imperio romano, Segia y otras localidades de las Cinco Villas, como Tarraca —posiblemente Los Bañales de Uncastillo—, fueron objeto de una intensa romanización, motivada además por el hecho del intensivo cultivo en los llanos de la zona de trigo y otros cereales. La calzada Caesaraugusta (Zaragoza)-Pompelo (Pamplona) constituyó la columna vertebral de las comunicaciones que atravesaban sus tierras. Asimismo, los romanos extendieron una red de vías secundarias que daban acceso a las villas y los asentamientos de la población.

Cabe suponer que Ejea se viese afectada por las revueltas de los bagaudas en el siglo V, aunque carecemos de citas documentales al respecto, ya que los disturbios y enfrentamientos producidos se centraron en Hispania en el valle del Ebro, en especial en sus zonas alta y media —saqueos de Tarazona y Zaragoza, por ejemplo.

Edad Media
La caída del Imperio Romano supuso para Ejea un periodo de decadencia. A partir del año 545, su territorio entró en un proceso de despoblación y de disminución de la vida socioeconómica. En este contexto, el área de Ejea quedó bajo el dominio de un terrateniente hispanorromano, el Conde Casio.

Los visigodos hispanorromanos llamaron a la ciudad Egessa, denominación que aparece en algunas monedas.


Representación de Sancho Ramírez, quien intentó, sin éxito, reconquistar la villa en 1091.
La llegada de los musulmanes a la zona se produjo en 714, tres años después de su desembarco en la Península Ibérica. Aplicando una política de conversión, los musulmanes llegaron a un pacto con el Conde Casio: éste se convirtió al Islam, manteniendo todas sus posesiones pero rindiendo pleitesía al nuevo poder. De este modo, nació la dinastía muladí de los Banu Qasi. Bajo la dominación musulmana, la ciudad recibió el nombre de Siya.

En el posterior marco de la Reconquista, el rey de Pamplona Sancho Garcés I quiso arrebatar Siya a los musulmanes en los años 907-908, lo mismo que Sancho Ramírez en 1091, en ambos casos sin éxito. No sería hasta el año 1105 que Alfonso I el Batallador recuperase la villa para los reinos cristianos, pasando a denominarse Exea.

El historiador Jerónimo Zurita, en sus Anales de la Corona de Aragón, refiere que Alfonso I «lo primero que se acometió fue poner cerco sobre la villa de Ejea, lugar principal a la frontera de Navarra dentro de los límites de la región antigua de los vascones, y ganóla a los moros... Y allí se afirma que en aquél lugar tomó el título de emperador».​ Además de los pobladores cristianos, Exea se nutrió con la llegada de los judíos, cuya presencia aparece reflejada en las crónicas de la época. Por ejemplo, en el año 1208, Pedro II de Aragón les concedió el Castillo de Ortes para su repoblación.

Entre los edificios medievales más importantes destacan la iglesia de Santa María, edificada en 1174, y la de San Salvador, consagrada en 1222 y que durante un tiempo fue la base de uno de los prioratos que tuvo la orden de la Selva Mayor en Aragón. En 1265 Jaime I el Conquistador convocó Cortes en Ejea, en las cuales se acabó de modelar la figura del Justicia Mayor de Aragón, quien debía dirimir las disputas entre la monarquía y la nobleza.

Edad Moderna y Contemporánea:
En la Guerra de Sucesión, Ejea se había pronunciado por el archiduque de Austria, por lo que fue sitiada por el ejército de Felipe de Anjou. Comandadas por el Marqués de Saluzo, las tropas saquearon e incendiaron la ciudad.

Los habitantes de Ejea de los Caballeros contribuyeron a la lucha contra los franceses durante la Guerra de la Independencia, formando algunas guerrillas, que acudieron a combatir a Tudela. Era natural de Ejea una de las heroínas del primer Sitio de Zaragoza, Juliana Larena y Fenollé.


Canal de las Bardenas, de 132 km de longitud.


Canal de las Bardenas, de 132 km de longitud.

Ya en el siglo XX, el movimiento obrero tuvo una presencia importante en Ejea y su comarca, hallándose fuertemente implantada la Unión General de Trabajadores. Los socialistas de las Cinco Villas estuvieron implicados en la sublevación de Jaca y el diputado socialista por Zaragoza, José Algora, había recomendado a Fermín Galán que, desde Jaca, dirigiera sus tropas hacia Zaragoza atravesando las Cinco Villas, que les eran afectas.




A nivel económico, la ciudad se vio fuertemente modernizada a principios del siglo XX. Accedió al transporte en ferrocarril con la construcción del Ferrocarril de Sádaba a Gallur en 1915, lo que permitió el transporte barato de los productos de la comarca, cuya producción iba a aumentar con las sucesivas ampliaciones del regadío. La construcción del Pantano de Yesa y del Canal de las Bardenas, ambos consecuencia directa del Plan Aragón, permitió aumentar drásticamente la producción de cereal y remolacha y motivar la implantación de algunas industrias agroalimentarias. El proyecto del canal es de 1924 y el del pantano de 1926. En 1959 se inauguraron las dos infraestructuras y se construyeron los seis pueblos de colonización de Ejea.

domingo, 28 de abril de 2019

EL PRIMER ALMOGÁVAR ARAGONÉS


2. RECONQUISTA Y REPOBLACIÓN

2.1. RECONQUISTA

2.13. EL PRIMER ALMOGÁVAR ARAGONÉS (SIGLO VIII. RIGUALA)

Apenas hacía ocho años que los musulmanes se habían apoderado del valle del Ebro, pues discurría el año 721, cuando una banda incontrolada, a cuyo frente estaba el terrible Ben-Awarre, tenía atemorizados a los cristianos de Ribagorza.
Un atardecer, cuando Fortuño de Vizcarra —que había cazado tres jabalíes para reponer su despensa— se preparaba para pasar la noche en el monte, divisó una gran humareda en Riguala, donde vivían y le esperaban su esposa Gisberta y su hijo Martín. Temeroso por ellos, dejó a buen recaudo las piezas e hizo corriendo al galope el largo camino que le separaba de su pueblo, que había sido incendiado y saqueado por los hombres de Ben-Awarre. 
Como pudo, llegó a su casa. Gisberta y Martín, fundidos en un abrazo, temían morir en cualquier instante. Los sacó como pudo Fortuño de Riguala para llevarlos a Roda de Isábena, donde la situación era, asimismo, dantesca. Dejó a su mujer e hijo en la iglesia, lugar en el que se habían refugiado los cristianos, y corrió a buscar a su madre y hermana que vivían allí.
Apenado por la muerte de su madre, regresó a la iglesia, donde ya no quedaba nadie. Preguntó a un vecino y supo por él que a Gisberta la llevaban a rastras, calle abajo, dos moros. Corrió desesperado y, al doblar una esquina, tropezó con el cadáver de uno de ellos, y, un poco más lejos, con el cuerpo de Gisberta, herida de muerte y delirando. Enloquecida y exhausta, la esposa de Fortuño amenazaba con matar con su propio alfanje al otro moro que había despeñado a su hijo. Sin fuerzas, Gisberta murió en brazos de su marido.
Ante los infortunios provocados por Ben-Awarre, sin que las autoridades musulmanas acertaran a poner fin, Fortuño de Vizcarra tomó una firme determinación y, antes de que finalizara tan aciaga noche, desapareció. Desde entonces, unido a otros cristianos de la comarca, haciendo de las sierras de Sil y de Olsón su bastión, no cejó en atacar y saquear a cuantos viajeros y caminantes moros se atrevían a recorrer sus caminos.
Contó con el apoyo de los cristianos mozárabes, y nadie pudo apresarle. Los moros, al referirse a él, le llamaban el «almogávar», el primero que en Aragón se lanzó al monte para luchar, cual guerrillero, contra los invasores.
[Andolz, Rafael, «Leyendas del Altoaragón. El primer almogábar», 4 Esquinas (nov. 1989), 44-45.]

Ben-Awarre, Benabarre, Benavarri
Benabarre (Huesca)


https://es.wikipedia.org/wiki/Rafael_Andolz_Canela

http://www.benabarre.es/


https://es.wikipedia.org/wiki/Benabarre , Benavarri en catalán ribagorzano
JA JA JA, la wikipedia es una risa. 
Es la capital histórico-cultural de la comarca y la antigua capital del
condado de Ribagorza (Ripacurtia).
Forma parte de La Franja oriental (la franja del meu cul) de
municipios aragoneses en los que se habla catalán.
En algunos textos antiguos aparece como Benabarri



Osca, aragonés medieval, Pedro II


Es una población muy antigua, probablemente la "Bargidum" o "Bargusia" de los romanos y se dice que fue adjudicada a los árabes tomando el nombre de su primer señor Aben Avarre. En 1058 fue conquistada a la Taifa de Zaragoza por Armengol III con el soporte de Ramón Berenguer I y Arnau Mir de Tost.

Fue la capital del Condado de Ribagorza hasta que en la Guerra de la Independencia las tropas francesas de Napoleón decidieron hacer de Graus la capital de la región, a modo de represalia contra los habitantes de Benabarre. Después de esto, Benabarre dejó de ser la capital administrativa pero sigue siendo el centro cultural de la Ribagorza. Durante la primera guerra carlista (1833-1840) fue una de las poblaciones que más sufrió de las de la provincia de Huesca.

Núcleos de población del municipio


Aler. Término agregado a Benabarre antes de 1930. Situado a 669 metros de altitud y en la cuenca del Río Ésera. 16​ Al noroeste del lugar se encuentra la ermita de Nuestra Señora de las Ventosas.
Antenza. Situado en la margen izquierda del Río Cajigar. Pertenece a Benabarre desde 1974. El castillo del pueblo fue el origen de la Baronía de Antenza.18​
Benabarre (capital del municipio).(Sus calles mantienen una estructura medieval). Situado a 1 km al norte se encuentra el antiguo monasterio dominicano de Nuestra Señora de Linares.
Caladrones. Está situado en una colina en la margen izquierda del Río Guart. Del antiguo Castillo de Caladrones sólo queda la torre. En 1974, el término municipal de Caladrones junto con sus pueblos: Caladrones, Ciscar i Antenza, se anexó al de Benabarre.
Castilló del Pla. Situado al pie de la Sierra de la Corrodella, a 762 metres d'altitud. Antiguamente formaba parte del municipio de Pilzán.
Ciscar. Situado a 591 metros de altitud en la margen derecha del Río Cajigar.
Estaña. Está situado a 716 metros de altitud en la sierra que separa el Río Guart i las aguas de la Sosa (Río Cinca).
Pilzán. A 905 metros de altitud sobre el nivel del mar. Hasta 1972 fue un municipio independiente. Les entidades de población que comprendía el término eran: Estaña, Castilló del Pla, los despoblados de Penavera i Cabestany, i la quadra d'Andolfa.
Purroy de la Solana. Situado encima del barranc del Molí. Término independiente hasta 1974.27​ El municipio comprendía la ermita de Nuestra Señora del Pla.​

  1.  Consejo General de Procuradores de España
  2.  Gobierno de Aragón. «Zonas altimétricas por rangos en Aragón y España, y altitud de los municipios de Aragón.»Datos geográficos. Archivado desde el original el 4 de diciembre de 2011. Consultado el 15 de agosto de 2012.
  3.  Rizos Jiménez, Carlos Ángel; Selfa Sastre, Moisés. Municipio de Benavarri (Benabarrre). Toponimia de Ribagorza. Editorial Milenio-Gobierno de Aragón. ISBN 978-84-9743-303-7.
  4.  Según aparece en el Decreto Legislativo 2/2006 (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial y la última versión)., de 27 de diciembre, del Gobierno de Aragón, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de Delimitación Comarcal de Aragón.
  5. Antonio María Alcover, «Geografía y estadística de la lengua catalana»ABC, 15 de mayo de 1919.
  6. Agustín Ubieto ArtetaToponimia aragonesa medieval, Valencia, Anubar, 1972. pág 2. 55 y 56.
  7. Temprado Ordíaz, Santiago (1993). Pueblos de Aragón: Paterna. Ed. Alcañiz. p. 230.
  8. Mora Giné, Xavier. Un poble del comtat d'Urgell: Alberola (en catalán). Universitat de Lleida. p. 26. ISBN 8484093417.
  9.  Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas (Gobierno de España). «Treinta aniversario de las primeras elecciones municipales de la democracia». Archivado desde el original el 6 de marzo de 2014. Consultado el 6 de marzo de 2014.
  10.  Alcaldes de Aragón de las elecciones de 2011
  11.  «Alcaldes de todos los municipios de la provincia de Huesca»Heraldo.es. 14 de junio de 2015.
  12.  «Base de datos de Alcaldes. Elecciones 1979-2015.». 6 de mayo de 2018. 
  13.  Alcaldes de Aragón de las elecciones de 2011
  14.  «Alcaldes de todos los municipios de la provincia de Huesca»Heraldo.es. 14 de junio de 2015.
  15.  Gobierno de Aragón. «Archivo Electoral de Aragón». Consultado el 13 de agosto de 2012.
  16.  Gran Enciclopedia Catalana (ed.). «Aler»l'Enciclopèdia (en catalán). Barcelona.
  17.  Gran Enciclopedia Catalana (ed.). «les Ventoses»l'Enciclopèdia (en catalán). Barcelona.
  18.  Gran Enciclopedia Catalana (ed.). «Entença»l'Enciclopèdia (en catalán). Barcelona.
  19.  Gran Enciclopedia Catalana (ed.). «Benavarri»l'Enciclopèdia (en catalán). Barcelona.
  20. Gran Enciclopedia Catalana (ed.). «Llinars»l'Enciclopèdia (en catalán). Barcelona.
  21.  Gran Enciclopedia Catalana (ed.). «Calladrons»l'Enciclopèdia (en catalán). Barcelona.
  22.  Gran Enciclopedia Catalana (ed.). «Castilló del Pla»l'Enciclopèdia (en catalán). Barcelona.
  23.  Gran Enciclopedia Catalana (ed.). «Siscar»l'Enciclopèdia (en catalán). Barcelona.
  24.  Gran Enciclopedia Catalana (ed.). «Estanya»l'Enciclopèdia (en catalán). Barcelona.
  25.  Gran Enciclopedia Catalana (ed.). «Cabestany»l'Enciclopèdia (en catalán). Barcelona.
  26.  Gran Enciclopedia Catalana (ed.). «Pilzà»l'Enciclopèdia (en catalán). Barcelona.
  27.  Gran Enciclopedia Catalana (ed.). «Purroi»l'Enciclopèdia (en catalán). Barcelona.
  28.  Gran Enciclopedia Catalana (ed.). «el Pla»l'Enciclopèdia (en catalán). Barcelona.
  29.  ribagorza.com. «Benabarre / Benavarri». Archivado desde el original el 16 de julio de 2014. Consultado el 12 de agosto de 2014.
  30.  FEMP. «Listado de corporaciones locales españolas hermanadas con Europa». Archivado desde el original el 24 de abril de 2014